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La Eucaristía, la cruz y el Reino de Dios

Jesús tenia para irse a Jerusalén para establecer el Reino de Dios por medio de su crucifixión. Nadie
esperaba esto del Mesías. Esperaban un Rey-Guerrero que va a pelear contra los poderes extranjeros, y
quizás también purificar lo que había podrido en el liderazgo de los judíos.

Mt 16, 21: Desde aquel día, Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a Jerusalén, y
sufrir mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de los escribas; que debía ser
condenado a muerte y resucitar al tercer día.

Mt 17, 22-23: Mientras estaban reunidos en Galilea, Jesús les dijo: «El Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los hombres: lo matarán y al tercer día resucitará».

Mt 20, 17-19: Cuando Jesús se dispuso a subir a Jerusalén, llevó consigo sólo a los Doce, y en el
camino les dijo: «Ahora subimos a Jerusalén, donde el Hijo del hombre va a ser entregado a los
sumos sacerdotes y a los escribas. Ellos lo condenarán a muerte y lo entregarán a los paganos
para que sea maltratado, azotado y crucificado, pero al tercer día resucitará».

Tres veces. Tres veces cierto. Tres veces, Jesús solemnemente anunció su pasión, como la manera de
instaurar el Reino De Dios en el mundo.

Y cuando muere crucificado, sobre la cruz viene la condenación Jesús, rey de los judíos.

Jn 19, 19: Pilato redactó una inscripción que decía: "Jesús el Nazareno, rey de los judíos", y la
hizo poner sobre la cruz.

Sobre Calvary, Jesús plantea su bandera del Reino de Dios.

La profecía del Siervo de Yavé. Jesús combina el Mesías con el Siervo de Yavé. Su Reino no es de este
mundo. No está luchando contra los romanos. Lucha con Satanás, y su reino del pecado y de la muerte.
Muriendo destruye la muerte.

Is 52, 7-13: ¡Qué hermosos son sobre las montañas los pasos del que trae la buena noticia, del
que proclama la paz, del que anuncia la felicidad, del que proclama la salvación, y dice a Sión:
«¡Tu Dios reina!». ¡Escucha! Tus centinelas levantan la voz, gritan todos juntos de alegría,
porque ellos ven con sus propios ojos el regreso del Señor a Sión, ¡Prorrumpan en gritos de
alegría, ruinas de Jerusalén, porque el Señor consuela a su Pueblo, él redime a Jerusalén! El Señor
desnuda su santo brazo a la vista de todas las naciones, verán la salvación de nuestro Dios.
¡Retírense, retírense, salgan de aquí, no toquen nada impuro! ¡Salgan de en medio de ella,
purifíquense, los que llevan los vasos del Señor! Porque no saldrán apresuradamente ni partirán
como fugitivos, ya que al frente de ustedes irá el Señor, y en la retaguardia, el Dios de Israel. Sí,
mi Servidor triunfará: será exaltado y elevado a una altura muy grande.

Tu Dios reina. Dios desnuda su santo brazo. Viene al siervo de Yavé para establecer su Reino. Es Jesús
mismo. Dios viene en persona. Viene a Jerusalén para establecer el Reino De Dios. Será exaltado y
elevando a una altura muy grande.
Le parece que va a ser muy exitoso. Pero, será levantado en alto en la cruz.

La crucifixión será su triunfo.

Jn 12, 28-32: ¡Padre, glorifica tu Nombre!». Entonces se oyó una voz del cielo: «Ya lo he
glorificado y lo volveré a glorificar». La multitud que estaba presente y oyó estas palabras,
pensaba que era un trueno. Otros decían: «Le ha hablado un ángel». Jesús respondió: «Esta voz
no se oyó por mí, sino por ustedes. Ahora ha llegado el juicio de este mundo, ahora el Príncipe de
este mundo será arrojado afuera; y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a
todos hacia mí».

Is 53, 3-6: Despreciado, desechado por los hombres, abrumado de dolores y habituado al
sufrimiento, como alguien ante quien se aparta el rostro, tan despreciado, que lo tuvimos por
nada. Pero él soportaba nuestros sufrimientos y cargaba con nuestras dolencia, y nosotros lo
considerábamos golpeado, herido por Dios y humillado. El fue traspasado por nuestras rebeldías
y triturado por nuestras iniquidades. El castigo que nos da la paz recayó sobre él y por sus
heridas fuimos sanados. Todos andábamos errantes como ovejas, siguiendo cada uno su propio
camino, y el Señor hizo recaer sobre él las iniquidades de todos nosotros.

Jesús triunfó sobre las fuerzas del mal con la arma del amor. Un amor hasta el extremo. Un amor
crucificado. Es el amor que sea capaz de destruir la muerte, el pecado y el mal. Y solo el amor. El odio
crea odio. La violencia genera violencia. Solo amor triunfa sobre el mal y establece el Reino de Dios en el
mundo.

El Reino, la cruz, y la Eucaristía. Antes de ir a su pasión, Jesús nos dejo una manera de participar en su
pasión.

El Reino de Dios es semejante a un rey que invita a la gente a las bodas de su hijo. La Eucaristía es la
banquete del Reino de Dios. Es el espacio donde convivimos con Dios. La comunión con Dios. La
participación en su Reino. El don de La Paz. El don de la vida. Todo vivimos aquí en la misa. Aquí está el
Reino de Dios.

Mt 26, 26-29: Mientras comían, Jesús tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus
discípulos, diciendo: «Tomen y coman, esto es mi Cuerpo». Después tomó una copa, dio gracias y se
la entregó, diciendo: «Beban todos de ella, porque esta es mi Sangre, la Sangre de la Alianza, que se
derrama por muchos para la remisión de los pecados. Les aseguro que desde ahora no beberé más
de este fruto de la vid, hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre».

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