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RESUMEN
En el presente artículo de revisión bibliográfica se analizan las características del gasto público
en educación superior de Suecia y de Colombia entre los años 2000 y 2015, con el fin de
contrastar los niveles de cobertura y calidad. Para ello se examinan las políticas públicas que
dichas naciones han aplicado para lograr los objetivos en esta materia. La revisión se expondrá
en tres grandes grupos que corresponden a la evolución del gasto público en educación superior,
la relación de estudiantes que acceden a la educación superior y por último el impacto que tiene
la inversión en la calidad. Los países seleccionados para el estudio se eligieron con el fin de
contrastar el desempeño y la cantidad de universidades públicas de dichas naciones que se ubican
en los puestos más altos de los rankings de educación superior.
Palabras clave: Educación superior, Gasto público, Políticas públicas, Cobertura en educación,
Calidad en educación.
ABSTRACT
In the present bibliographic review article, the characteristics of public spending in higher
education in Sweden and Colombia between 2000 and 2015 are analyzed, in order to contrast
the levels of coverage and quality. To this end, the public policies that these nations have applied
to achieve the objectives in this area are examined. The review will be presented in three large
groups that correspond to the evolution of public spending in higher education, the ratio of
students who access higher education and finally the impact of investment in quality. The
countries selected for the study were chosen in order to contrast the performance and number
of public universities of these nations that are located in the highest positions of the higher
education rankings.
Keywords: Higher education, Public expenditure, Public policies, Coverage in education, Quality
in education.
1
* Este artículo corresponde a una revisión de literatura.
2
** Estudiante del programa de Economía de la Universidad Militar Nueva Granada
3
*** Estudiante del programa de Economía de la Universidad Militar Nueva Granada
4
**** Estudiante del programa de Economía de la Universidad Militar Nueva Granada
INTRODUCCIÓN
Al abordar el tema del gasto público en educación superior consideramos como un criterio valido
que “el gasto público no es neutral sino que puede ser, y de hecho lo es, un factor de extrema
importancia dentro del manejo de la economía” (Restrepo, 2008, págs. 63-64). Para el caso que
nos concierne, revisamos la relación existente entre la cantidad de este gasto y su incidencia en
la cobertura y la calidad de la educación superior, en el periodo comprendido entre 2000 y 2015.
Consideramos importante esta revisión dado que la formación profesional hace parte de la
mejora del capital humano de un país, el cual es definido por la Organización para la Cooperación
y el Desarrollo Económico (OCDE) como “el conocimiento que los individuos adquieren
durante su vida y que usan para producir buenos servicios o ideas en el mercado o fuera de él”
(OCDE, 2009). Esto implicaría que, una mayor cantidad de población con estudios superiores
puede tener mayor acceso a actividades laborales mejor remuneradas.
Elegimos a Suecia y Colombia por ser países con diferentes niveles de calidad en educación
superior pública, lo que se observa en el QS ranking 2017 - 2018 (Quacquarelli Symonds, 2018),
y en el Academic Ranking of World Universities Shanghái 2017 (Academic Ranking of World
Universities, 2017). Estas naciones también tienen un contraste significativo en la producción
científica lo cual se ve reflejado por ejemplo en la cantidad de ganadores de premios Nobel, pues
los nórdicos cuentan 29 galardonados mientras los cafeteros tienen tan solo 2 (Nobel Prize,
2018).
Esperamos que el contraste expuesto en este artículo también sirva de base para futuras
investigaciones y para la puesta en marcha de políticas públicas, las cuales hacen parte de las
dimensiones del Estado y se definen como “el Estado en movimiento” (Ouviña, 2002); y que
estas favorezcan el mejoramiento de la cobertura y calidad de educación superior en Colombia.
Por su parte, la OCDE asegura que “los adultos con título de educación terciaria son acreedores
a una sustancial rentabilidad de su inversión: tienen 10 puntos porcentuales más probabilidades
de ser empleados y ganan 56% más en promedio que los adultos que sólo concluyeron la
educación media superior. Asimismo, es menos probable que sufran de depresión que sus
colegas con menor nivel educativo. Aquellos con un nivel menor a la educación media superior
ganan en promedio 22% menos que los que la concluyeron” (OCDE, 2017).
Cabe resaltar que “las universidades tienen la tarea de formar ciudadanos plenamente capacitados
en el campo laboral para la sociedad, por lo que también debe velar por la culminación de los
estudios de sus estudiantes” (Bravo, 2010). Por ello es importante que la financiación de la
educación superior sea en su mayoría de carácter público y que garantice el cumplimiento
completo de este ciclo de formación.
Dada la gran importancia de la educación superior para la sociedad, se hace una revisión de los
niveles de gasto público en este rubro en Suecia, representante de naciones desarrolladas, y en
Colombia como exponente de países en vías de desarrollo. Con ello se observa el contraste en
las dos visiones de los países y la importancia, desde el punto de vista fiscal, que le dan a la
educación como motor de desarrollo.
En el Gráfico 1, se observa que el gasto público en educación (todos los niveles) total como
porcentaje del gasto del Gobierno es más alto en Colombia que en Suecia. A pesar de ello los
resultados en cuanto a calidad y cobertura difieren, inclinándose a favor del reino sueco, esto en
parte debido a que, si bien es cierto que porcentualmente es menor, en términos de gasto en
dólares por alumno el país europeo tiene un nivel muy superior como se verá.
Gráfico 1
Gasto público en educación, total (% del gasto del gobierno)
18
16
14
12
10
8
6
4
2
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Suecia Colombia
Ahora bien entrando al tema específico, en la educación a nivel terciario se observa una notoria
superioridad del gasto por alumno como porcentaje del PIB per cápita (Gráfico 2) en el país
nórdico frente al suramericano. Este mayor gasto sin duda tiene repercusión como se verá
reflejado en la calidad, lo que podrá medirse por la cantidad de universidades bien posicionadas
y el número de premios Nobel otorgados a los nacionales de cada país.
Es posible observar también que a pesar de la disminución del gasto por alumno en nivel terciario
(% del PIB per cápita) en el periodo previo y al comienzo de la crisis financiera, Suecia mantuvo
un nivel relativamente alto del mismo, el cual nunca estuvo por debajo del 36%, mientras que
en el caso colombiano ni siquiera en su punto más alto (30,9%) se ha logrado llegar a este
porcentaje.
Gráfico 2
Gasto por alumno, nivel terciario (% del PIB per cápita)
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014 2015
Suecia Colombia
Por otro lado, para Suecia el gasto público en enseñanza superior por alumno en dólares (con
PPA constantes 2014) para el año 2015 fue de US$20.356, y el gasto público en enseñanza
superior por alumno como porcentaje del PIB per cápita fue 43,8% (Unesco, 2017, pág. 446).
En este caso, como se observa en el Gráfico 3, para el primer indicador mencionado Suecia tiene
un nivel siete veces mayor que el de Colombia, mientras que para el segundo el porcentaje es
más del doble, lo que nos da una idea de las prioridades del gasto público social en el modelo
que implementa cada país.
20000
15000
10000
5000
Suecia Colombia
Queda claro que las autoridades suecas han puesto especial atención al tema educativo, y esto se
evidencia en los montos que destina el Gobierno para invertir en educación superior, lo cual
como se verá a continuación, impacta de manera importante en la cobertura y la calidad.
A pesar de ello la realidad muestra que la concepción dista de lo que se puede observar en la
cotidianidad, dado que las instituciones de educación superior son en su mayoría de carácter
privado, por lo que se deja un servicio público, como lo es el de la educación, en manos de
prestadores privados, los cuales se rigen por las lógicas del mercado y no las del Estado que
procuran bienestar social, el cual “se traduce en la saciedad que experimentan los individuos que
componen una comunidad en materia de sus necesidades desde las más vitales, hasta las más
superfluas, así como la prospectiva aspiracional y su factibilidad de realización en un lapso
admisible” (Jiménez, 2007).
Gráfico 4 Gráfico 5
Transición del segundo ciclo de TBM en la enseñanza
secundaria a la enseñanza universitaria
superior, año lectivo finalizado 64%
en 2015 62%
80% 60%
60% 58%
40% 56%
20% 54%
0% 52%
Fuente: elaboración propia con datos de la Unesco Fuente: elaboración propia con datos de la Unesco
La cobertura en educación superior se debe analizar desde la óptica del Gasto Público Social
(GPS), “el cual comprende el gasto público que contribuye a la producción, expansión y
renovación del acervo de capital humano nacional, es decir al desarrollo de las capacidades
productivas de los ciudadanos” (Fresneda, 1996). Bajo este marco se puede afirmar que la
inversión de recursos públicos para esta finalidad terminará impactando a futuro el crecimiento
y el desarrollo económico.
También es válido el concepto que define el GPS como “aquella parte del gasto público que
cumple con dos condiciones: 1) se refiere a bienes y servicios en cuya distribución aplican los
mecanismos de mercado y existe, por algún motivo, exclusión y rivalidad, y 2) tiene un efecto
directo sobre el nivel de vida de los hogares” (Cardona, 2010) .
A la luz de los datos se observa que el nivel de GPS que el Gobierno colombiano destina a la
educación superior aún es bajo, y requiere un impulso significativo si se quiere alcanzar niveles
mayores de cobertura, en especial en lo sectores de escasos recursos, y hacer frente a la exclusión
producto de dejar la oferta de educación superior en manos del sector privado, ocasionando
fallas de mercado, en las que “se presenta ineficiencia cuando los precios no transmiten las
señales correctas a los consumidores y productores” (Pindyck, 2009) y se deja excluida a gran
parte de la población de los procesos de formación .
No solo es cuestión de cantidad, también de calidad.
La Unicef asegura que “el acceso a una educación de calidad deficiente es equivalente a no tener
acceso” (Unicef, 2002). Por ello no se puede enfatizar únicamente en la cantidad de estudiantes
que ingresen a centros de educación terciaria, sino también hacer énfasis en el nivel de calidad al
cual están expuestos los estudiantes en cada país.
Según el ranking universitario QS, el país del Norte de Europa cuenta con 5 universidades dentro
de las mejores 200 del mundo, mientras que la nación suramericana no cuenta con ninguna
institución en este grupo. En cuanto a la medición hecha en el ranking Shanghai, Suecia repiten
con 5 universidades entre las mejores 200 y Colombia nuevamente está ausente.
Es de destacar que cuatro de las cinco primeras instituciones de educación superior suecas del
ranking QS son públicas. Para el caso de las que menciona el ranking Shanghai las cinco son de
administración pública.
Con estos datos queda demostrado que a pesar de que Colombia cuenta con un mayor número
de universidades que Suecia, estas no están a la altura en cuanto a la calidad investigativa ni de
producción científica, y ello se evidencia entre otras cosas por la poca relevancia que tiene el país
en cuanto al número de laureados con premios Nobel así como en la cantidad de patentes.
Suecia por otro lado, a pesar de ser un país de tan solo 9’923.085 habitantes, es una nación
modelo en educación e investigación, con un PIB per cápita PPP de US$47.891 para 2015 (Banco
Mundial, 2017) frente a los US$13.827 de Colombia, y además el país del Norte de Europa se
encuentra en el puesto 15 de índice de desarrollo humano, mientras que los cafeteros se
encuentran en el puesto 95 (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, 2016).
Es importante tener en cuenta que “la educación no es un bien público puro. El coste marginal
de educar a un individuo más dista de ser cero” (Stiglitz, 2000, pág. 448). Bajo esta premisa, y
con el fin de avanzar en el mejoramiento continuo de la educación superior en Colombia,
consideramos válido que se requiere mayor financiación de las universidades públicas y demás
instituciones de formación terciaria, y para ello se debe acentuar el carácter progresivo de los
impuestos, “el cual se aplica a los que tienen el ingreso más elevado, el capital más elevado o el
consumo más elevado” (Piketty, 2014, pág. 548).
Esto fomentaría un aumento tanto de la cobertura como de la calidad, brindándole con ello a la
población mayores posibilidades laborales y de mejores ingresos, desembocando en una mejora
en la calidad de vida y desarrollo de la nación. Esto se puede interpretar también desde la óptica
del desarrollo a escala humana, la cual “apunta hacia una necesaria profundización democrática”
(Max-Neef, 1998), en este caso, la democratización de la educación.
Se requiere entonces que el Gobierno genere mecanismos que fomenten el acceso a la educación
terciaria, a través de políticas públicas, entendidas como “aquellas que expresan los objetivos de
bienestar colectivo y permiten entender hacia dónde se quiere orientar el desarrollo y cómo
hacerlo, evidenciando lo que se pretende conseguir con la intervención pública y cómo se
distribuyen las responsabilidades y recursos entre los actores sociales” (Torres-Melo, 2013).
Hasta el momento ha puesto en marcha el programa Ser Pilo Paga, el cual busca impulsar la
mayor participación de la población en los niveles de educación terciaria, y “es una apuesta del
Gobierno nacional para fomentar el acceso y la excelencia en la educación superior, buscando
que los mejores estudiantes del país, con menores recursos económicos, puedan cumplir su
sueño de acceder a la educación superior. Pilo Paga cierra brechas de inequidad y pone en
igualdad de condiciones a los jóvenes de todos los rincones del país” (Ministerio de Educación
Nacional, 2017).
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