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Guerras Mundiales Resumen

La Gran Guerra o Primer Guerra Mundial (1914-1918) marca el inicio histórico del siglo XX según
Eric Hobsbawm. Este autor hace referencia a la Época de la Guerra Total al analizar estos
conflictos bélicos y marca diferencias con las acontecidas en siglos anteriores. Trabaja en un mismo
capítulo ambas guerras mundiales y establece comparaciones entre ambas.
Además de la ausencia de grandes guerras en Europa entre 1815 y 1914, es importante señalar que hasta 1914
los conflictos que involucraron a las grandes potencias fueron altamente desiguales pues no implicaban paridad
de fuerzas entre los contendientes y prácticamente no repercutieron en la vida de los civiles de los países
vencedores. Algunos ejemplos válidos al respecto son las guerras que Estados Unidos emprendió contra México
en la primera mitad del siglo XIX y contra España a fines del mismo siglo; las expediciones imperialistas en Asia
y África o, incluso, la derrota francesa en México.
Uno de los cambios fundamentales entre estas guerras y las del siglo XX remite a la dimensión
de estas últimas que transformó al mundo entero en beligerante y/u ocupado. El impacto en la
población civil fue altísimo, de una dimensión infinitamente mayor. La guerra adquirió un
carácter que solo admitía la victoria o la derrota total pues de guerras con objetivos limitados
y concretos se pasó a objetivos ilimitados que involucraban el aniquilamiento del adversario.
La Gran Guerra se extendió desde 1914 hasta 1918. Sus raíces se rastrean en el siglo XIX y
abarcan, entre otras, la competencia industrial, naval y financiera entre las diferentes potencias; el
imperialismo y el consiguiente reparto del mundo; la prédica nacionalista vinculada a la
conformación de los Estados-Nación; reclamos territoriales de vieja y nueva data; tensiones
sociales, políticas y económicas que ponían en jaque a las fuerzas gobernantes de los diferentes
territorios. Los sistemas de alianzas, gestados a fines del XIX y modificados a principios del XX,
favorecieron la conformación de dos bloques antagónicos. Inicialmente, las fuerzas de ambos
contendientes parecieron equilibradas. Inglaterra, Francia y la Rusia zarista conformaron un bloque
al que posteriormente adhirió Italia y se sumó Estados Unidos, además de otros muchos estados.
Sus oponentes tenían como sustento al Imperio Alemán aliado a la Monarquía Austro-Húngara y a
un convulsionado estado turco. Se combatió larga y ferozmente en los frentes Occidental, Oriental,
Alpino o Italiano, Balcánico, Marítimo, Colonial y del Cercano Oriente. La denominación y ubicación
geográfica de estos frentes nos permite entender por qué estamos hablando de una guerra
“mundial”.
La guerra duró y costó, en vidas y bienes materiales, mucho más de lo que cualquier cálculo previo hubiese
supuesto. La tecnología puesta en juego para la industria bélica puso de evidencia su poderío destructor. La
guerra sirvió además para llevar a cabo acciones que, en este particular contexto, no fueron ni evitadas ni
paliadas. Ejemplo claro al respecto es el exterminio de un 1.500.000 armenios que habitaban en territorio turco,
la dispersión de los sobrevivientes y el intento de aniquilación de su lengua y cultura.
III. Las guerras mundiales: rasgos y novedades.
También, en estas circunstancias bélicas y directamente vinculadas a ellas, se inició en 1917 una revolución que
puso fin al zarismo en Rusia. Esta revolución repercutió fuera de su territorio en dos sentidos diferentes. Por un
lado, al alejarse Rusia de la guerra alteró el curso del frente bélico oriental; por otro, incidió en la oleada
revolucionaria que en 1918 sacudió a Europa Oriental y Central.
La guerra provocó millones de muertos y la destrucción de viviendas, caminos, barcos,
industrias, cultivos, etc. Modificó sustancialmente el mapa de Europa. La desintegración de los
imperios ruso y austro-húngaro, el desmembramiento del territorio bajo dominio turco, los
cambios en el territorio del desaparecido Imperio Alemán significaron cambios de fronteras e,
incluso, el surgimiento de nuevos estados. La guerra finalizó con la firma de un conjunto de
tratados, conformado por los de Versalles, Trianon, Neuilly y Sèvres, que no fueron
negociados sino impuestos a cada uno de los vencidos respectivamente. La dureza de las
condiciones aplicadas a los vencidos, especialmente a Alemania considerada responsable de la
guerra, anularon cualquier posibilidad de una paz duradera. Las fricciones entre los vencedores
y el retiro de Estados Unidos el gran vencedor contribuyeron a inestabilizar aún más la
situación. La destrucción del sistema económico previo, la pérdida de hegemonía de Europa en
el contexto mundial, particularmente de Inglaterra, el triunfo de la Revolución Rusa liderada
por Lenín, hicieron de la post-guerra un período altamente conflictivo. La crisis económica de
1929 empeoró notablemente la situación internacional ya inestable y acentuó tensiones y
desequilibrios.
En la década del 30 se hicieron visibles las consecuencias económicas, sociales y políticas del crack
del 29. Contemporáneamente, y fuertemente vinculados a la crisis, algunos estados emprendieron
acciones militares tendientes a su expansión. Japón en Manchuría, Italia en Etiopía son algunos de
los ejemplos que podemos mencionar. Pero fue, fundamentalmente, la reconstrucción de Alemania
vinculada a un nacionalismo extremo exacerbado por las condiciones de la Paz de Versalles el centro
del problema. Encabezado por Adolph Hitler, militarizado y armado, el III Reich comenzó un
proceso de expansión que al avanzar sobre Polonia dio comienzo a una nueva guerra mundial, más
mortífera y destructora que la anterior.
La guerra submarina y la inclusión de la aviación como fuerza bélica hicieron de esta guerra un
nuevo tipo de conflicto. En la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) Alemania, Italia y Japón
conformaron el eje. En esta alianza el III Reich alemán constituía la fuerza principal. En 1939 la
guerra estalló como un conflicto europeo y para 1940 el poderío alemán se hacía sentir en el
continente. Solamente, Gran Bretaña resistía a ese brutal empuje para 1940-1941.
Punto de inflexión es 1941. Año marcado por la invasión alemana a su antiguo aliado, la URSS El fracaso en este
frente fue determinante para la evolución del conflicto bélico. El avance ruso sobre Europa Oriental y Central, la
expansión japonesa en Extremo Oriente, la inclusión de Estados Unidos en el conflicto, le dieron dimensión
mundial a la guerra.

Ideológicamente opuestos, Estados Unidos y la URSS combinaron sus fuerzas para aniquilar al
Reich alemán. Tres años requirió derrotarlo. La victoria aliada fue total y la rendición alemana
incondicional. El avance del Ejército Rojo y el bombardeo efectuado por la aviación
norteamericana devastaron ciudades y campos. Ambas potencias, e Inglaterra junto con ellas,
negociaron entre 1943 y 1945 a través de conferencias internacionales el reparto de territorios
y áreas de influencia entre los futuros vencedores. Pactaron también las características del
nuevo orden internacional. Derrotar a Japón llevo mucho menos tiempo, pero no menor nivel
de destrucción. Estados Unidos, en forma unilateral, puso fin a la guerra en Extremo Oriente
logrando la rendición incondicional de Japón con los bombardeos atómicos de las ciudades de
Hiroshima y Nagasaki. La humanidad todo, inició en ese momento una nueva era signada por
el poder destructivo que alcanzó la tecnología puesta al servicio de la guerra.

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