Sei sulla pagina 1di 37

Revista ÁPICES DIGITAL

REDACCIÓN
Magdalena Cámpora
Luis Ángel Della Giovanna
Raúl Lavalle
Editor responsable: Raúl Lavalle
Dirección de correspondencia:
Paraguay 1327 3º G [1057] Buenos Aires, Argentina
tel. 4811-6998
raullavalle@fibertel.com.ar

nº 33 – 2019
Número especial: nuestro río
Nota: La Redacción no necesariamente comparte las opiniones aquí vertidas.

1
ÍNDICE

Presentación p. 3

Nicolás Demio. El arroyo de la Cruz p. 4

Alejandro de Isusi y algunas lagunas p. 5

Luis Ángel Della Giovanna. El Río Luján… una cinta de cielo


en la poesía de Nilda Mileo p. 7

María Inés Almazán. Incorporación poética del Delta del


Paraná: mirada, homenaje y compromiso
escriturario p. 13

Un soneto fluvial de José E. Peire p. 21

Leopoldo Lugones y “El viejo sauce”; con la compañía


de Fernán Silva Valdez p. 22

Gerardo Molina. Arroyito p. 24

Gerardo Molina. El río Yí p. 25

Wilson González Alfonso. El arroyo p. 27

Poetas improvisadores varios. La payada del río p. 29

Parva p. 34

2
PRESENTACIÓN

Ríos hay muchos, pero en esto también de gustibus non


disputandum, sobre gustos… Trataremos de ocuparnos aquí de
varios ríos, del concepto de río, de lo que puede significar para
nosotros afectivamente un río, de lo que los poetas dijeron sobre
los ríos.
Todos los ríos serán bien recibidos aquí (incluida alguna
laguna) pero no será sorprendente, si los que forman la cuenca del
Plata son más mencionados que los otros.

RADULFUS

3
EL ARROYO DE LA CRUZ

Hace mucho conocí


tus agüitas, arroyito,
en esos tiempos lejanos
en que era solo un chico.

Una vez caí en ellas


por algún pueril descuido,
mientras pescaba mojarras
y dorados bagrecitos.

Pasó el tiempo y vuelvo hoy


con mi aspecto envejecido:
pero en el fondo, en el fondo…
sigo siendo el mismo niño

NICOLÁS DEMIO

Capilla del Señor:


Arroyo de la Cruz

4
PAÍS DE LAGUNAS

La laguna de Chascomús

Hubo un tiempo feliz en mi memoria


empapado de pampas y luceros.
Y ese latir yo me quedé escuchando
en la fuente profunda del recuerdo.

¡En mi país! ¡País de las Lagunas!


Melancólica tierra en que yo cante
la soledad ajena y deleitosa
y la rosa de nítidos perfiles.

Se sabía
que los ángeles andan por tus calles
–veredas de ladrillo, sombra y sol–
que blandas mueren al fulgor del agua.

La infancia es sólo eso:


ser un juglar celeste de azoteas,
juguete preferido.
Y ver que todo nos está esperando.

Nos espera la casa en soledad,


dicha y pena del sueño,
la llanura, los juncos, el resol,
el pescador, la muerte, el viento húmedo.

5
Hoy quisiera
volver a ver la luna nemorosa
que pasea en la plaza en tiempos bellos.
Mañana cuando vuelva…

Cuando vuelva a tus ríos payadores


–porque en mí el agua es luz como el recuerdo–
¿Encontraré el color de aquel Verano
y la niña, un jazmín en el pañuelo?

No sé si mi voz anda por tu orilla,


mi Chascomús perdido,
sólo sé que no puedo
apartarme de ti y de tu silencio.

ALEJANDRO DE ISUSI1

1
El autor (1910-1961), poeta y escritor de Chascomús.

6
EL RÍO LUJÁN… UNA CINTA DE CIELO
EN LA POESÍA DE NILDA MILEO
LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA

RÍO LUJÁN
Río Luján
cinta de cielo
en la cabellera verde de la mañana.
Cinta de cielo
atando campos…
Río Luján
solitario,
profundo.
El árbol poco acompaña tu andar…
Lento
sereno…
Aquí te cruza un bañado
con su pasto duro,
con sus puñados de sal.
(Con sus juncos altos,
con sus arañitas,
que cuelgan sus telas
para que los duendes
en las noches claras,
bajen a jugar…)
Río Luján,
para luego dejarte más allá
donde un sauce solitario espera
verte pasar.
Río Luján…
cinta de Cielo
bordeada con lunas y estrellas,
espesa
cabellera de la noche.

NILDA MILEO

7
Información
Este río tiene un recorrido que nace en el partido de Suipacha,
Provincia de Buenos Aires, y recorre los partidos de Mercedes, Luján,
Pilar, Exaltación de la Cruz, Campana, Escobar, Tigre, San Fernando y
San Isidro, donde desemboca en el Río de la Plata (Norte bonaerense).
Su nombre se debe a que el Capitán Pedro de Luxán falleció a la
vera del este río durante un enfrentamiento contra quienes habitaban
estas pampas. De ahí que se lo fue reconociendo como el río de Luján.
Además, hay otro hecho histórico que cabe destacarse: el “milagro” de
Nuestra Señora de Luján, que en sus riberas decidió quedarse para
siempre, al realizar el “El milagro de la Carreta.”

La autora1
Ana Nilda Mileo nace en Capilla del Señor, partido de Exaltación
de la Cruz, Provincia de Buenos Aires, el 6 de agosto de 1923. La
familia Mileo en el año 1926 se radica en Los Cardales, lugar del mismo
distrito, que adoptan para vivir en forma definitiva.
La autora realiza sus estudios primarios en dicho distrito y los
secundarios en San Isidro. Su inclinación y el interés que despertaban en
ella las letras, y la cultura en general, fortalecen su vocación de escritora
y comienza a publicar sus primeros poemas en diferentes medios
gráficos de la época. Entre ellos, la revista del Círculo de Amigos de las
Letras, las Artes y las Ciencias, que dirigía el prestigioso escritor
argentino Fernán Félix de Amador, posteriormente en el periódico El
Pueblo de Capilla del Señor y en El Civismo de Luján, entre otros.
En el año 1952 publica su primer libro de poemas: Cielo azul…
Campo Dormido, que prologa Fernán Félix de Amador y edita el Círculo
de Amigos de las Letras, las Artes y las Ciencias de San Isidro. A este
texto pertenece el poema seleccionado “Río Luján”.
En 1955 se casa con el artista plástico Luis Gualchi, de cuyo
matrimonio nacen cuatro hijos. Nilda se dedica a la atención y cuidado
de la familia, colaborando con su marido en la elaboración de artesanías
muy recordadas por su valor artístico, delicadeza y buen gusto mientras
continúa con su obra de escritora, a la vez que genera, desde su propia
casa en Los Cardales, espacios culturales abiertos con la presencia de
destacadas personalidades de la literatura y el arte en general.
Otras obras publicadas:
Ensayo:
Fernán Félix de Amador, el poeta que conocí y cómo lo conocí. Editorial
Tiempo de Cultura, Buenos Aires, 1978.

1
Datos proporcionados por el escritor exaltacrucense Prof. Luis Julio Salom.

8
Poesía:
Che Buenos Aires, Imprenta Jáuregui, Capilla del Señor, 1982.
Pasó una paloma herida, Ediciones el Cardo, Capilla del Señor 1988.
Además…
Las letras de las canciones: “Ombú” y “Mi Canto”, musicalizadas por el
Maestro Carlos Guastavino y editadas por Ricordi.
Entre sus premios:
Luna. Mención especial Sociedad Argentina de Poetas (1956).
Pie Moreno. Tercer premio. Acupil (1976).
Primer Premio del Certamen Literario 250º Años de Exaltación de la
Cruz (1985).
Esta reconocida escritora exaltacrucense fallece el 17 de
noviembre de 2003, dejando una valiosa obra inédita compuesta por
cuentos, poesías e historias….

Aproximación al tema del agua en poemas de Nilda Mileo


Seguramente, al ser el agua un elemento esencial para la vida,
tantos poetas le han rendido su tributo a lo largo de la historia de la
literatura.
En nuestra vida cotidiana dependemos del agua, ya sea para
beber como para higienizarnos, cocinar, refrescarnos… Desde la
antigüedad ha sido considerada como uno de los elementos constitutivos

9
de la naturaleza (el aire, el agua, el fuego y la tierra) y se la utiliza en un
sentido ritual en diversas religiones y culturas. El agua limpia y purifica.

Nilda Mileo escribe en sus Coplas del agua esta estrofa que se
nutre con la frescura de trabalenguas y tradicionales canciones infantiles,
en las que el juego de ronda tiene un papel primordial. A su vez, el agua
fluyente en esa constante rueda de la vida invita a los mortales a hacer
uso de ella:

La rueda, rueda que rueda,


rueda, rueda sin cesar,
y sigue el agua brotando.
Quien quiera puede tomar.

En varios poemas aparece el tema del río tomado desde distintos


ángulos pero siempre valorando la naturaleza e incluso, a veces,
consustanciándose con ella. Sin desmerecer el progreso y la
industrialización, lamenta la impureza de los ríos cargados de materiales
extraños que los seres humanos arrojamos, sin tener demasiada
conciencia o adrede, produciendo la contaminación de las aguas:

Si en un río me alejase,
puedo terminar en charco.
Hay quien vuelca sus desechos
viendo las aguas pasar,
haciendo secar juncales
y la vida de su lecho.
………………………………..

No quiero ser ese río


que no sabe dónde va.
Con aguas contaminadas
lleva su muerte en su andar.

El tópico del río como trayecto de vida es abordado por


diferentes autores de todos los tiempos. Nilda Mileo no es la excepción,
aunque lo hace “un poco jugando”, envolviendo la idea en expresiones
aparentemente ingenuas con un ritmo acorde que, a pesar de ser
acelerado, no impedirá llegar a la reflexión. Veamos este pasaje de “Río
loco” y pensemos qué importante sería poder revivir nuestros mejores
momentos, enmendar errores, modificar actitudes:

Si yo pudiera cambiar
el trayecto de este río,

10
volver el camino atrás,
sería muy divertido.
……………………….

¡Ay! Si pudiera cambiar


la corriente de este río!
Lo desviaría del mar…
¡Lo volcaría en un baldío!
Y quien lo viera pasar
se quedaría sorprendido.

El poema “Río Luján”

En esta serie de versos libres, la poetisa trabaja con dos términos:


cielo y río, a los que logra engarzar, a pesar de la inmensa distancia que
los separa, a través de una metáfora magnífica (río = cinta de cielo) en la
que entran en juego las cuestiones físicas: la lluvia que cae y nutre los
ríos, y las cuestiones espirituales y religiosas: El Cielo asociado con lo
divino, lo perfecto, la bondad, la pureza. El Río Luján es una cinta
celeste (oscura por las noches, como el cielo) que se mueve, fluye,
ondula, serpentea en su largo recorrido y son sus riberas, sus tierras y
verduras, los principales testigos.

La personificación de la mañana y de la noche con sus cabelleras,


ora verde ora espesa, que la cinta fluvial liga, pone en contraposición el
dinamismo del río frente a la estaticidad del paisaje y los momentos del
día. El gerundio elegido “atando” extiende la acción, dándole idea de
continuidad. La adjetivación es acorde para caracterizar al río:
silencioso, profundo, lento, sereno, y logra transmitir una sensación de
calma, recogimiento, paz…

Expresa la autora “Aquí te cruza un bañado”. Si tenemos en


cuenta el adverbio utilizado y especialmente su posición inicial en la
oración, podemos considerar que, de todo el recorrido del río, se focaliza
en el lugar en que ella reside o un sitio cercano. Cabría pensar, entonces,
en las Lomas del Río Luján (o Río Luján, a secas), población del partido
de Campana, a poca distancia de Los Cardales.

Es esa cinta celeste que, con importancia de alfombra roja en la


fiesta siempre presente de la naturaleza, es cruzada por los bañados y no
estos por el río. Al enumerar los elementos del bañado, menciona el
“pasto duro”, los “puñados de sal”, los “juncos altos”, lo que posibilita al
lector construir su imagen del lugar, en un juego de verdes, grises,
marrones, colores barrosos y esa sinestesia que tiñe de dureza el verdor

11
de la vegetación. Pero es al llegar al diminutivo afectivo “arañita”
cuando la fantasía irrumpe en la descripción y aparecen los duendes que
sólo descienden a jugar cuando hay claridad en la noche.
La arañita es significativa en la obra de Nilda Mileo. En el mismo
texto escribe uno de los poemas que ha sido muy aprovechado en las
escuelas primarias del distrito, unas cuantas décadas atrás:

Arañita teje teje sin cesar.


Teje sin aguja, cose sin dedal…

En la tercera estrofa, nos dice “El árbol poco acompaña tu


andar”: No sabemos a qué árbol alude porque son los árboles que hay a
lo largo de su paso, a diferencia de los versos que dicen “donde un sauce
solitario espera / verte pasar”, ya que nos situamos en un lugar
determinado del paisaje. Y el “yo lírico” lo sabe como así también su
interlocutor, el Río Luján.

La imagen de cierre enmarca el poema de un modo casi


simétrico, retomando una idea vertida previamente, pero enriqueciendo
la metáfora de la “cinta de cielo” al presentarla “bordeada de lunas y
estrellas”, con lo que se logra un conjunto de claros y oscuros, brillos y
reflejos, vida y misterio.
LUIS ÁNGEL DELLA GIOVANNA

12
INCORPORACIÓN POÉTICA
DEL DELTA DEL PARANÁ:
Mirada, homenaje y compromiso escriturario
MARÍA INÉS ALMAZÁN

“El canto del río no acaba en sus orillas, sino


en los corazones de aquellos quienes lo
amaron.” Buffalo Joe, piloto norteamericano

En este número vuelvo a un poeta, que según palabras de Javier


Cófreces, es poco divulgado y aún menos publicado: Carlos Enrique
Urquía. En el nº 20 de Ápices digital lo presenté a través de una de las
composiciones poéticas por él trabajadas y con maestría: el soneto. Pero
en esta oportunidad y de acuerdo con la temática, nos acercaremos al
paisaje del Delta a través de su mirada y su escritura.
Presentamos al yo biográfico
Había nacido en Martínez un 2 de octubre de 1921. Pero ya desde
muy niño, a los cuatro años, pasó a residir en San Fernando hasta su
muerte en el 2003. Casado con Lydia Nápoli, con quien tuvo a Carlos
Pedro, gracias a quien se completó la recopilación de poemas que
permitieron la publicación de La islíada. Se desempeñó como director
de Cultura y Prensa en la Municipalidad, fue fundador y director junto a
José Isaacson de la revista literaria Amistad y fundador de SADE Delta
Bonaerense. Fue maestro rural; director en la Escuela Técnica N° 1 de
San Fernando y profesor en la Escuela Ángel Gallardo, CABA. Fue
declarado ciudadano ilustre de Virreyes, donde vivía y en septiembre del
2015 el municipio inauguró la plazoleta de Villa Hall, que lleva su
nombre.

13
Literariamente se lo incluye como integrante de la generación del
cincuenta, acompañado por los poetas Joaquín Giannuzzi, Héctor
Yánover, Alfredo Veiravé y Horacio Armani, entre otros. Para Carlos
Enrique, el Delta ocupó un lugar primordial en su literatura. Con el paso
de los años se convirtió, como ningún otro, en el cantor de esa zona tan
cercana y tan extraña.
Entre sus libros de poesía se encuentran Ingreso en el hombre
(1959), Palabra de honor (1971), Sujeto y predicado (1974), Primavera
corregida, libro de las actas (1986), Cinco textos de amor y una canción
traspapelada (1987), Monograma, cuaderno contemporáneo (1987)
e Historia natural de la manzana (1993).
En cuanto a las islas y la zona del Delta: Amistad en las
islas (1957), La cimbra (1961), Rama negra (1971) y Sintaxis del
Ibicuy (póstumo, 2004). Ríos, lugares, costumbres y nombres de nuestro
delta aparecen en ellos convocados.
Estos últimos cuatro títulos forman parte de su obra La
islíada, publicada en el 2015, doce años después de su fallecimiento,
por Ediciones en Danza, que cuenta con un trabajo de selección de Javier
Cófreces y Marisa Negri.

El delta del río Paraná nace a la altura del puerto y ciudad


de Diamante, provincia de Entre Ríos en donde concluye el Predelta. Se
divide en tres grandes regiones: el Delta Superior (desde Diamante,
hasta Villa Constitución, provincia de Santa Fe), el Delta Medio (desde
Villa Constitución hasta Puerto Ibicuy, provincia de Entre Ríos) y el
Delta Inferior o en formación (desde Puerto Ibicuy hasta la
desembocadura en el gran estuario llamado Río de la Plata todas estas
zonas en Argentina).

14
En síntesis, el llamado Delta del Paraná se ubica mayormente al
suroeste de la Provincia de Entre Ríos y noreste de la Provincia de
Buenos Aires. En Entre Ríos ocupa la porción suroeste. En Buenos Aires
ocupa la porción noreste de los partidos de San Pedro, Baradero, Zárate,
Campana, Escobar, Tigre y San Fernando. Desde lo literario recordemos,
entre otras, la obra de Marcos Sastre, El Tempe argentino. También el
poema de Manuel José de Lavardén, Oda al Paraná.

La Islíada

En el muelle color de niebla


De troncos desorejados
Donde el bagre tropieza y el sol se rompe
Y cae
He iniciado la empresa de encuadernar las islas.
Carlos Enrique Urquía (de Amistad en las islas, 1957)

Alejandro Boverio en su crítica a determinada novela expresa en


su ponderación: “Leer manteniéndose en el nivel de la lengua,
zambulléndonos en la historia pero sin dejar de bracear en la superficie
de la escritura, así leemos las obras que valen la pena. Por eso podemos
detenernos en algunas palabras, diseminadas a lo largo del texto como
piedras de toque del secreto que creemos compartir con el autor.” Y de
esta manera, también leemos la obra de Carlos Enrique que nos ocupa.
Cuatro volúmenes dedicados a las islas del Delta del río Paraná (en
lengua guaraní, Paraná: padre de la mar).

15
Es pertinente mencionar que el río, uno de los cuatro elementos
vitales, ha sido trabajado a lo largo de la historia de la literatura como un
tópico clásico, por distintos autores y a través de distintas imágenes,
metáforas y valores simbólicos. Pero en este caso, como lo manifiesta el
autor, llevará adelante la empresa, su islíada, toda una epopeya de
escritura que navega con pluma maestra por ríos, lugares, costumbres y
nombres, iniciada allá por 1957.

“La marea” (en Amistad de las islas)


Ahí está el río
con sus pantorrillas
y sus manos aguadas
trepando por los troncos sorprendidos
ahogando las arañas
el río sin dibujo en el paisaje
de viento y ramas
ensayando el relieve hasta los pájaros

proclamando
su furia y su amenaza
haciendo una pulsera en cada árbol
una pulsera de agua.

El río
invade
y va
y distribuye
su cuerpo de culebra exagerada

16
visitando las tierras y los montes
actualizando zanjas
ha crecido
hasta el centro de las islas
y les moja la cara
trayendo su amistad hasta los pastos
muy cerca de las casas.

Y es la marea
un caracol gigante
ancho
lleno de patas
un ser nuevo en la boca del paisaje
un monstruo engrandecido
en el pulso de la ola y la resaca.

Los muelles se sumergen


las canoas se escapan
el sol deja en las costas su carrera
y el poeta la espera
y se descalza
y la toma del brazo
y se pasea
por la cintura azul de la mañana
y en la tarde de troncos y jilgueros
le deja su amistad azucarada.

Marea
las islas se hundirán con sus memorias
si tú no las asustas y las cantas
las islas que te esperan tras las lunas
necesitan sus nalgas inundadas
por tu voz de pescado y caracoles
y tu espada de barro y caminata.

Las islas
para ellas tu familia
de palos y de ramas
tu beso hecho de río
tu cicatriz mojada.

Marea
mariposa de agua
posada en las caderas de las islas
enamoradas

17
la amistad ha iniciado en tus canales
la invasión y la hazaña
y recorre la orilla con su grito
que es alegría y agua
como una fruta oscura
nacida en la raíz de las distancias
ofreces tus ciudades misteriosas
tus redes subterráneas
tu limón con su diámetro jugoso
tu barrosa casaca
e instalas
pisoteando entre los troncos
tu pie descalzo y húmedo en el alma
y yo te subo al canto
y te entrego las llaves de mi casa
porque te necesito
y porque quiero
que todo sea de agua.
Con un inicio ecfrástico el sujeto poético, a través de una mirada
con fuerte carga erótica y sensual, describirá un fenómeno diario que
hace subir las aguas centímetros y hasta metros en ciertas condiciones
climáticas. A manera de reminiscencia del Génesis y la pareja edénica, el
río y las islas (la tierra) aparecen presentados como hombre y mujer a
partir de su anatomía: pantorrillas, manos, voz, cara y nalgas, beso, pie,
cuerpo y alma.
En un primer galanteo, como cortejo de seducción, el río forma
alrededor de los árboles pulseras que engalanan los árboles, atributos de
las islas para luego, invadir, ir y distribuir su cuerpo-culebra, su masa de
agua, sobre las islas. En este apareamiento invade el centro de la tierra,
ese vientre en el que al retirarse el nivel de las aguas dejará sus
sedimentos:
Marea
las islas se hundirán con sus memorias
si tú no las asustas y las cantas.
Este fenómeno de colmatación, es decir, relleno con materiales
detríticos arrastrados y depositados por el agua, ha sido transpuesto
poéticamente e indica que de esa manera las islas sobreviven, conservan
su territorio, lo aumentan, generan otros núcleos y así permanecen, no se
van de la memoria, del paisaje. Los bancos de sedimento son
colonizados por juncos, ceibos, pajonales y otras especies que
contribuyen con sus raíces a consolidar las islas que posteriormente son
colonizadas por otras especies.

18
Las islas
para ellas tu familia
de palos y de ramas
tu beso hecho de río
tu cicatriz mojada.

En los versos, “es la marea/un caracol gigante” y en “marea /


mariposa de agua” el sujeto poético presenta los símbolos caracol y
mariposa para hacer un tratamiento de contenidos trabajados por otros
autores pero desde su propio mundo. El caracol, símbolo sexual, indica
la renovación periódica; muerte y renacimiento; el eterno retorno.
También significa fertilidad asociada con las fases lunares. La evolución
de la vida. Mientras que las mariposas están asociadas a lo femenino; la
mariposa que sale después de la metamorfosis es símbolo de
resurrección. Es decir, que el yo lírico, ve en esa marea un ritmo cíclico,
fecundante, dador de vida aunque a veces destructivo, avasallante (“Los
muelles se sumergen / las canoas se escapan”) pero siempre fertilizante
e inexorable.
También ve en esa marea y su ciclo y funcionamiento, materia
para su tarea. Agua dadora de vida, fuente de poesía, la convierte en
canto y lo deja que se exprese y que manifieste finalmente un deseo de
su yo íntimo. Es decir, que ella, en un acto bautismal le dé material,
sedimento para esta empresa que es poder encerrar en sus poemas el
corazón de las islas.

y yo te subo al canto
y te entrego las llaves de mi casa
porque te necesito
y porque quiero
que todo sea de agua.

La vida del isleño, del poblador de las islas de todos los tiempos,
siempre ha sido dura, sacrificada. Conoce su hábitat y sus leyes. Y de
acuerdo con ella vive. En lo que se conoce como el “Delta profundo”,
distante del turístico Puerto de Frutos o de los barrios privados ribereños,
familias enteras pasan días sin ver persona alguna, y el silencio de las
islas se corta de vez en cuando con el paso de una lancha que navega río
arriba.

Creemos que este poema presenta la marea como símbolo de un


ciclo que es inevitable y que no asusta, con carácter catastrófico, su
llegada.
Según un apólogo de los baluba, el hombre, dicen, sigue de la
vida a la muerte el ciclo de la mariposa:

19
Infancia=pequeña oruga
Madurez=gran oruga
Vejez=crisálida
Tumba=lugar donde sale su alma que vuela como mariposa. Y la
puesta de esta mariposa un renacimiento.

Para cerrar diremos que el río, la marea, el agua como símbolo


habla del origen de la creación. También introduce en lo eterno. Por lo
tanto La Islíada, como lo marcan los recuerdos, dirán siempre que
Urquía fue el poeta de las Islas.

MARÍA INÉS ALMAZÁN

20
COMO EL RÍO QUE PASA BAJO EL PUENTE

Como el río que pasa bajo el puente


dialogando las olas de su viaje
con el alba enanchada delpaisaje
dorado y transparente,
ignorando su origen, que es la fuente,
el porqué del amor de su linaje,
así el alma del hombre es un mensaje
de luz y sombra alternativamente;
quedándose y muriendo a un tiempo mismo,
cenit de cumbre y vértigo de abismo,
virtud, presagio y cántico latiente.
Así el alma del hombre se desliza
romántica y sin prisa
como el río que pasa bajo el puente.
JOSÉ E. PEIRE1

1
Un comprovinciano salteño, Juan José Negri, me obsequia un recorte del diario La
Capital, de Rosario. Me parece bien que el soneto se tome alguna licencia, pues
también desigual es el curso de los ríos. [F.T.]

21
EL VIEJO SAUCE

Viejo sauce pensativo


que, viendo el agua correr,
tras su beso siempre esquivo
se empeña en reverdecer.

Constancia que el tiempo pierde


sin cansarse de esperar,
al temblor del hilo verde
que en vano le echa al pasar.

Vean qué herida lo ha abierto


cual si fuese un ataúd,
y ya alegra al bosque muerto
su verdor de juventud.

No le impiden sus agobios


a la vida sonreír.
Viejo sauce de los novios
que pronto van a venir.

Más doblado sobre el cauce


peligras y amas mejor.
Viejo sauce, viejo sauce,
preferido de mi amor.

LEOPOLDO LUGONES

22
En este número tenemos que hablar de ríos y arroyos; alguna vez, de
lagunas. Pero no quise excluir al sauce llorón, ese árbol tan virgiliano y amigo
de las aguas. De paso recordamos a dos grandes poetas de nuestra América.
Como leímos en la página anterior, primero a Lugones. El río Paraná besaba la
playa, en la conocida litoraleña del Cholo Aguirre; en los versos de Lugones, el
sauce reflexiona sobre lo fugitivo de nuestra vida y también besa a su maestra
el agua. Quizás el helenista Lugones pensaba en Filemón y Baucis, quienes,
transformados en árboles, daban cobijo a las aves del cielo. Pues bien, nuestro
sauce sabe cobijar a los enamorados y –agrego yo– a los derrotados del mundo
(yo soy uno de ellos), que encuentran en él refugio. ¿Y a qué otro gran vate
americano recordaremos aquí? Pues al oriental Fernán Silva Valdez. Germán
Berdiales, en una vieja antología llamada Maestros del idioma, me muestra “El
sauce”. Califica a Silva Valdez como “el mayor poeta de su tiempo en aquella
tierra de poetas magníficos.” [R.L.]

El sauce es el afiche de la melancolía;


sella sus aptitudes un luto espiritual;
vive ensayando un gesto cansado de apatía
y verano e invierno le resultan igual.

El sauce me parece el bohemio de la flora;


con su melena rítmica él barre su solar;
a mediodía sueña, a mediodía llora,
y lo demás del tiempo lo emplea en meditar.

El viento lo despeina en desiguales blondas.


La laguna es el paño de sus lágrimas hondas.
En su historia hay dos hechos de amor y de emoción

que son dos sensaciones en su vida sin ruido:


un pájaro, que hizo entre sus ramas nido,
y un hombre, que en el tronco le grabó un corazón.

23
ARROYITO

Soy un hilito de agua cantarina y fragante


Si la ciudad me ignora
Yo conozco sus ruidos, sus gentes y sus calles
Y soterrado cruzo
Para desperezarme en el campo
A flor de tierra.
A veces soy laguna
Y a veces soy cañada…
A mí vienen los niños
Jugando a pescadores
De aventuras y sueños
y mojarras.
Y entre montes silvestres
De eucaliptos y talas y espinillos,
Membrillal y sauceda,
Se desliza mi planta perfumada,
Entre achiras sangrientas
Y claveles del aire,
Hierbabuenas en flor y madreselvas
Hasta mi padre: el río,
En cuyos brazos azules y profundos
Descubro un verde corazón de trigo.
Soy un hilito de agua cantarina y fragante
Si la ciudad me ignora
Yo conozco sus ruidos, sus gentes y sus calles.
GERARDO MOLINA

24
EL RÍO YÍ
GERARDO MOLINA

Parque, playas, montes umbríos donde aún alienta la flora


autóctona –frondas rumorosas, sangrantes rubíes y perfumados cielos
gualdas–, nos descubren sus encantos junto al río Yí porque, como
anotara magistralmente Carlos Sábat Ercasty: “El río es él y es todo lo
que lo rodea. No pide. Da. Está abierto a todos como una mano que
ofrece sus tesoros. El río es pájaro, es árbol, insecto, flor, canto, luz”.

Y, siendo poeta, ¿cómo no abrevar en él y quedar henchido de


embriagantes sensaciones y voces misteriosas para entretejer la poesía y
el canto? Así, en la “Canción para mi Río”, que el autor dedica al Yí, nos
dice Osiris Rodríguez Castillos:

El río, rumbo que canta,


fue mi maestro primero:
junto a su espejo viajero
creció indígena mi planta;
él me puso en la garganta
las voces elementales
cuando en tardes estivales
pasaba verde su canto,
como un torrente del llanto
vertido por los sauzales…”

25
Y las coplas de nuestra cosecha no se hicieron esperar:

Tuvo un estremecimiento
en la espesura, la copla
y a los brazos del poeta
llegó vestida de novia.

Pálida aureola su rostro,


flor encendida su boca
y en el azul de sus besos
el aire se volvió copla.

… Nadie me lo dijo, nadie,


y supe que estaba allí
dorada de sol y arenas
en las riberas del Yí.

GERARDO MOLINA

26
EL ARROYO
WILSON GONZÁLEZ ALFONZO

El arroyo era una pequeña corriente de agua que existía casi en el


límite de nuestra posesión pero cercana a su vez a nuestra casa.

Era jovial, alegre, de transparentes y juguetonas aguas, surgidas


de allí mismo, de las vertientes que en el bajo ponían un profundo verde
en las gramillas y mezclaban por las tardecitas de verano su fresco
aroma húmedo con el penetrante perfume de las mentas.

Sauces y sarandíes lo bordeaban. Sauces criollos y llorones. Lo


frecuentaban las vacas y los caballos que, sedientos, bebían de su linfa
opalina.

Trazaban sinuosos caminos por entre los árboles costeros y


diariamente los transitaban sobre el filo del mediodía y al madurar la
tarde sobre los álamos.

En ciertas oportunidades, bajo el influjo de persistentes lluvias y


queriendo emular a los ríos, mi arroyo hinchaba su cauce y llegaba hasta
desbordarse a su paso por la calle. Entonces sus aguas bullían, hacían
espumas y giraban en alocados remolinos.

Al retirarse, quedaba la resaca en los alambrados a alturas y


distancias que parecían no corresponderle.

Para nosotros, niños, el arroyo era un compañero de juego; lo


llenábamos de hojas secas y él las llevaba lentamente corriente abajo.
Nosotros las seguíamos con la mirada o corríamos por la orilla para ver
cuál llegaba primero a la pequeña isla de los camalotes.

Cuando tirábamos piedras a su cauce, él continuaba el juego


regalándonos círculos que se rompían contras las barrancas, junto a
nuestros pies. Tal vez con ellos pretendía abrazarnos nuestro amigo.

Con mamá, íbamos siempre hasta el arroyo; ella lavaba bajo un


sauce que aún creo ver con su lámina verde reflejándose en la débil
corriente. Y, mientras tanto, en medio del silencio apenas herido por el
ruido sordo de la ropa mojada, yo jugaba cazando los aguaciles que
surcaban el aire de las mañanas otoñales.

27
–Voy a cazar aquel azul, mamá. Aquel que está posado en la hoja
del camalote.

Y, en seguida, el agua sonaba bajo mis pies al iniciar la empresa.


Pero, repentinamente, el aguacil que vuela y con él mi ilusión de
atraparlo.

–Los aguaciles son aviones y quiero que se paren aquí cerquita


para subir y volar bien alto, hasta aquella nube. Entonces, desde allá
arriba te grito ¡Mamá! ¿No me ves? ¡Sube que te alcanzo la mano! ¡Si
vieras qué lindo es mirar desde aquí arriba!

Y la conversación continuaba mientras la brisa ponía botecitos de


hojas sobre el agua.

Mi pequeño arroyo, hoy no tienes niños que visiten tu cauce. Te


quedan sí –y confío en ellos– los árboles y los pájaros para que te
arrullen y te canten a través de los años. Y si algún día te faltan, hazme
llegar tu voz reclamándome a través del lenguaje de las nubes: yo
acudiré a tu lado y, si ya no existo, sabes desde ahora que mi aliento
rondará tu corriente.

WILSON GONZÁLEZ ALFONZO1

1
Autor uruguayo actual. También es uruguayo Gerardo Molina, quien escribió los dos
artículos anteriores y a quien puede leerse también abajo, en la sección Parva.

28
POETAS IMPROVISADORES VARIOS
LA PAYADA DEL RÍO

Si Anónimo es uno de los más prolíficos autores, no es menos


cierto que Varios también tiene lo suyo. Pues bien, pedí a algunos
amigos poetas que respondieran a la sencilla invitación de una copla
mía, que es la siguiente:

Arroyito de aguas suaves,


muy amigo de los sauces,
hacen eco a tu murmullo
los cánticos de las aves.

En cuanto a lo del título, “poetas improvisadores”, en mi caso se


trata de una improvisación con lápiz y papel. Quizás mis amigos hayan
hecho otro tanto. Estoy seguro de que disfrutarás, amigo lector, de los
versos que mis amigos tan sabia y bellamente me han obsequiado.
Empiezo entonces a mostrarlos.

29
En primer lugar tenemos a Olga Fernández Latour de Botas,
quien me ha honrado glosando mis líneas. Verás que aquí firma con su
nombre literario.
Arroyito de aguas suaves,
muy amigo de los sauces,
hacen eco a tu murmullo
los cánticos de las aves.
Por qué será que pareces
tener del vivir la clave
en tu correr inmutable,
arroyito de aguas suaves.
Tu canto es canto de amor
que va rodando en tu cauce
y sé que eres, como yo,
muy amigo de los sauces.
El brillo de tu agua clara
parece exhibir tu orgullo
y los pájaros del cielo
hacen eco a tu murmullo.
Porque te quiero, arroyito,
y bien sé que ya lo sabes,
uno mi trino al que elevan
los cánticos de las aves.
CLARA FLAMANTE
Payadora de Palermo

30
La siguiente respuesta, de un poeta de obra acrisolada.

MAR DULCE

Si fuera angosto mi río,


un salto mortal de vida
daría de orilla a orilla
para alcanzar mi destino.

Es decir, te encontraría.

CARLOS MARÍA ROMERO SOSA

Y Gerardo Molina, quien participa mucho de este número,


responde con su vena poética

Todo arroyito es un río


y todo río es un mar,
la medida del poeta
es siempre la inmensidad.

Quiero que conozcas, amigo lector, a Gerardo a través de alguno


de sus libros, como este de aquí abajo.

31
Y Luciano Maia, gran poeta de Fortaleza, Brasil, dedica estos
versos a su Jaguaribe natal.

Escutei muitos cantares


Isto a vida não proíbe:
Mas nada se iguala aos ares
Do meu rio Jaguaribe!

Jaguaribe, ‘río de jaguares’

32
Hablando de Brasil, Uruguay y Argentina, un río que de algún
modo vincula a las tres naciones es el Paraná. Y no me parece mal
celebrar Santos Vega, uno de los símbolos del arte de los payadores, con
el comienzo de “En la ribera”, de Rafael Obligado.

Ven, sigue de la mano


al que te amó de niño;
ven y juntos lleguemos hasta el bosque
que está en la margen del paterno río.

¡Oh, cuánto eres hermosa,


mi amada, en este sitio!
Sólo por ti y a reflejar tu frente,
corriendo baja el Paraná tranquilo.
R.L.

33
PARVA

Paisajes

Paisajes del arroyo y la barranca


Donde ensoñé el amor por vez primera,
Vivos estáis en mí, como aquel árbol
Que extiende su follaje en la ribera,
A cuya sombra casi adolescente
Escribí en sueños mi primer poema.

Vivos estáis en mí... dulce memoria


Para seguir viviendo. Permanencia
De cuánto amé y viví, cuando las horas
Aún vestían sus mieles de inocencia.

Vivos estáis en mí,


Estremecéis aún mi lira de poeta
Y prolongáis fulgores en el tiempo
Como una eterna y dulce confidencia.

GERARDO MOLINA

Agua bien de campo


En pleno centro de Buenos Aires me encuentro con una botella
de agua mineral puesta arriba de un buzón. La tomo para arrojarla a un
cesto… pero no: es de agua mineral Exaltación de la Cruz.

34
Leo en el papel y dice que está envasada en Los Cardales. Llego
al profesorado, me pongo un poco en capilla y escribo:
Aguas muy puras del campo,
que brotan de tierra gaucha:
son buenas al caminar
en este mar que es la pampa.
Eufrasio López

Puentes sobre el río


A menudo los ríos y los arroyos nos traen recuerdos de puentes.
Los ejemplos serían infinitos. Me permito recordar el puente de San
Antonio de Areco. Un niño, según Don Segundo Sombra, pescaba en él
bagrecitos. Aquí lo tenemos.

Y una última cosa, Puentecito de mi río, que tiene letra de


Buenaventura Luna y música de Tormo y Canales. Así empezaba:
Puentecito del río que pasa
hacia el valle de fresco verdor,
¡cuántas veces, al ir a su casa
a besar de sus labios la flor,
sobre el río que corre cantando
tú escuchaste mis cantos de amor!
R.L.

Germán Berdiales y sus aguas


Siempre digo que Germán es uno de los que denomino “autores
escolares.” No pretendo por ello sacarle mérito, sino todo lo contrario.

35
En casa tengo varios libros de él; y justamente en una vieja
antología, hecha por Blanca de la Vega, encuentro sus “Coplas de los
ríos y de los lagos”, que transcribo.

En los lagos y en los ríos


que nuestra tierra decoran,
bebí con pico de pájaro
la música de estas coplas.

El capitán de sus ríos


es el Río de la Plata:
ése que es mar y no es mar,
y siendo pampa no es pampa.

Paraná, sagrado río


de peces tornasolado,
encendido de corolas
y estremecido de pájaros.

¿Es que juegan los chiquillos


o es que hacen bulla los pájaros?
Es el Limay transparente
bajo los puentes pasando.

Llora y llora el Pilcomayo,


y sangra y sangra el Bermejo.
Quizá tengan su leyenda
estos hermanos gemelos.

El río Negro parece


de negra y espesa miel,
pues aunque corre veloz
no se ve el agua correr.

Caudaloso Colorado
Río teñido de aurora,
oigo a tus aguas decir:
coplas-coplas, coplas-coplas…

Diamante, límpido río,


todo es en ti brillo puro;
sabía de claridades
quien ese nombre te puso.

36
Golpeándose la boca
y a zancadas por el monte,
el Calabalumba baja
entre piedras de colores.

Lácar, Lácar, bello lago


que doblas en esplendores
de los luminosos días
y las estrelladas noches.

Lago Traful, Lago Espejo,


Nahuel Huapi, Correntoso;
en la sombra, perla plata,
y en la luz, turquesa y oro.

Vayan mis humildes coplas


Como humildes regueritos
A mezclarse con las aguas
De los lagos y los ríos.

Para quienes aman la naturaleza no es difícil percibir la música


de las aves que juegan, con armoniosos vuelos, en las dulces linfas.
También está la imagen que han empleado otros escritores: la pampa
como un mar; no falta el correr de los ríos bajo los puentes de la amada;
ni las leyendas que adornan nuestras aguas. Y las piedras en el camino
del río nos recuerdan que así es nuestro andar por este mundo. Y el
querido Germán Berdiales, escritor y poeta que escribió y educó, me
enseña el río Calabalumba, en Capilla del Monte, Córdoba, el de la foto
de abajo. [R.L.]

37

Potrebbero piacerti anche