Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
2
PROYECTO EDITORIAL
BIBLIOTECA DE EDUCACIÓN
Director:
Antonio Bolívar Botia
3
4
DIDÁCTICA DE LA EDUCACIÓN FÍSICA
ENSEÑANZA DE LOS CONTENIDOS DESDE EL CONSTRUCTIVISMO
5
6
Consulte nuestra página web: www.sintesis.com
En ella encontrará el catálogo completo y comentado
Reservados todos los derechos. Está prohibido, bajo las sanciones penales y el resarcimiento civil previstos en las
leyes, reproducir, registrar o transmitir esta publicación, íntegra o parcialmente, por cualquier sistema de
recuperación y por cualquier medio, sea mecánico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia o por
cualquier otro, sin la autorización previa por escrito de Editorial Síntesis, S. A.
© EDITORIAL SÍNTESIS, S. A.
Vallehermoso, 34. 28015 Madrid
Teléfono 91 593 20 98
http://www.sintesis.com
ISBN: 978-84-995863-4-2
7
Índice
Prólogo
Introducción
1.1. Introducción
1.2. Caso
1.3. El paradigma ecológico
1.3.1. Ecología del aula de Educación Física
1.3.2. Los sistemas de tareas observables en la clase de Educación Física
1.3.3. La negociación de las tareas
1.3.4. La clave del sistema: supervisión y responsabilización
1.4. El constructivismo como marco para afrontar los procesos de enseñanza-
aprendizaje: peculiaridades epistemológicas de la perspectiva constructivista
1.4.1. Las posiciones constructivistas. Del desarrollo formal de la mente a
las corrientes culturalistas
1.4.2. La estructura del contexto y la construcción de significados
1.5. Especial consideración del error como elemento de aprendizaje
1.5.1. Del error en el aprendizaje al aprendizaje por el error
1.5.2. El enfoque comprensivo como perspectiva diferente en el error de
aprendizaje
Glosario
Actividades recomendadas
8
2.1.Introducción
2.2.Caso
2.3.El diseño curricular: generalidades y enfoques
2.4.La investigación sobre la planificación en Educación Física
2.5.El modelo tecnológico de diseño curricular
2.6.El enfoque práctico de la planificación del currículo
2.6.1. La ausencia de modelo práctico de diseño curricular
2.6.2. Aprendizaje por proyectos en Educación Física
Glosario
Actividades recomendadas
3.1. Introducción
3.2. Caso
3.3. La Enseñanza Comprensiva del Deporte
3.3.1. ¿Qué enseñar del deporte?
3.3.2. Las tareas en la ECD
3.3.3. Estructura de la lección
3.3.4. Criterios de progresión: los principios de acción y la estructura del
juego
3.3.5. Enfoques horizontales y verticales
3.4. Educación Deportiva (ED)
3.4.1. Metas de la ED
3.4.2. Aspectos básicos de la ED
3.4.3. Diferencias con el deporte federativo y extraescolar
3.4.4. La competición en la ED
3.4.5. Fundamentos curriculares y didácticos de la ED
3.4.6. Evolución del modelo
Glosario
Actividades recomendadas
4. Percepción y movimiento
4.1. Introducción
4.2. Caso
4.3. Aproximación al concepto de percepción
4.4. Las habilidades perceptivas en el deporte
4.4.1. Los programas de entrenamiento de las habilidades perceptivas
4.4.2. Especial consideración de la variabilidad de la práctica
4.5. La percepción del propio cuerpo: la imagen corporal
9
4.5.1. Componentes de la imagen corporal
4.5.2. Alteración y trastornos de la imagen corporal
4.5.3. Imagen corporal y trastornos del comportamiento alimentario
4.5.4. La imagen corporal en la adolescencia
4.5.5. Factores que influyen en la imagen corporal negativa
4.5.6. Mecanismos de mantenimiento
4.6. Imagen corporal y actividad físico-deportiva
4.6.1. Tratamiento de la imagen corporal en el programa de Educación
Física
Glosario
Actividades recomendadas
5. Expresión corporal
5.1. Introducción
5.2. Caso
5.3. El conglomerado de teorías de gran carga ideológica que fundamentan la
expresión corporal
5.4. Contenidos que conforman la expresión corporal
5.4.1. El lenguaje corporal
5.4.2. Conducta táctil
5.4.3. Paralenguaje
5.5. La danza en la escuela
5.5.1. La danza en la educación
5.5.2. La enseñanza de la danza
Glosario
Actividades recomendadas
6.1. Introducción
6.2. Caso
6.3. Beneficios para la salud en la infancia por la práctica de actividad física
6.3.1. Actividad física y perfil de lípidos en sangre
6.3.2. Actividad física y diabetes
6.3.3. Obesidad y actividad física
6.3.4. Actividad física y salud ósea y muscular
6.3.5. Influencia de la actividad física en la salud mental
6.4. Educación Física y recomendaciones de actividad física para la infancia
6.4.1. Nivel de actividad física durante las clases de Educación Física
6.5. Actividad física en niños y adolescentes y estado de salud en la edad adulta
10
6.6. Modelos explicativos de actividad física enfocada a la salud
6.6.1. Modelo 1. Modelo de salud y salud relacionada con la actividad
física
6.6.2. Modelo 2. El planeamiento de los estilos de vida y la actividad
física enfocada a la salud
6.6.3. Modelo 3. Modelo de promoción de actividad física en la juventud
6.7. Los contenidos del currículo de la Educación Física enfocada a la salud
6.7.1. Actividades cardiovasculares
6.7.2. Actividades de fuerza y resistencia muscular
6.7.3. Actividades de flexibilidad
6.7.4. Actividades de coordinación
6.7.5. Composición corporal
6.8. La intervención didáctica
6.8.1. Motivación
6.8.2. Estrategias para la clase de Educación Física
6.9. Adherencia
6.10. Enfoque ecológico: el diario
Glosario
Actividades recomendadas
7.1. Introducción
7.2. Caso
7.3. Perspectivas teóricas y modelos de desarrollo moral
7.3.1. Enfoques de Internalización
7.3.2. Enfoques de Desarrollo Estructural
7.3.3. Modelos de Acción Moral
7.3.4. Un modelo ecológico para educar en valores
7.3.5. Investigación y desarrollo moral en Educación Física y Deporte
7.4. La educación en valores
7.4.1. El tratamiento de los valores en el aula
7.4.2. Técnicas para la educación en valores en Educación Física
7.5. Educación en valores y formación del profesorado
Glosario
Actividades recomendadas
8.1. Introducción
8.2. Caso
11
8.3. La perspectiva feminista de la Educación Física
8.3.1. La perspectiva liberal
8.3.2. La perspectiva estructural
8.3.3. Perspectiva postestructural
8.3.4. Algunos resultados de la investigación de relevancia didáctica
8.4. Identidad sexual y Educación Física
8.5. La Educación Física ante la diversidad cultural
8.5.1. La multiculturalidad como conflicto
8.5.2. Principios de procedimiento para una intervención intercultural en
Educación Física
8.5.3. Especial consideración de la formación y desarrollo de los
estereotipos racistas en el deporte
8.5.4. Tratamiento didáctico de la diversidad cultural
8.6. Educación Física y clase social
8.7. Estrategias de enseñanza y pedagogías inclusivas
8.7.1. Enseñanza por pares
8.7.2. El estilo de aprendizaje autorregulado
8.7.3. Enseñanza por descubrimiento
8.7.4. Especial consideración del aprendizaje cooperativo
8.8. Atención a la superdotación motriz en las clases de Educación Física
Glosario
Actividades recomendadas
9.1. Introducción
9.2. Caso
9.3. La disciplina. Concepto, evolución y funciones
9.4. Conductas indisciplinadas
9.4.1. Conductas antisociales
9.4.2. Violencia
9.4.3. Conductas disruptivas
9.4.4. Absentismo escolar
9.4.5. Otras conductas problemáticas
9.5. Identificación de las conductas que alteran la convivencia y el aprendizaje en los
centros y en el aula
9.5.1. Identificación de las conductas en las clases de Educación Física
9.6. Algunas corrientes disciplinarias en el contexto educativo y su aplicación en las
clases de Educación Física
9.6.1. Tipologías disciplinarias psicológicas. El modelo de modificación
de conducta
12
9.6.2. Tipología disciplinaria preventiva
9.6.3. El programa de responsabilidad personal y social (PRPS)
Glosario
Actividades recomendadas
10.1. Introducción
10.2. Caso
10.3. Los materiales curriculares
10.3.1. Los materiales curriculares como meros instrumentos de
aprendizaje
10.3.2. Los materiales curriculares como elementos de experimentación
10.3.3. Los materiales curriculares desde un enfoque constructivista
10.4. Materiales curriculares e innovación en Educación Física
10.4.1. Material informativo
10.4.2. Material de conexión teóricopráctica
10.4.3. Material para la construcción del conocimiento y la cooperación
10.4.4. Material para la formación crítica del alumnado
10.4.5. Los materiales curriculares alternativos y autoconstruidos
10.4.6. Las hojas de registro
10.4.7. La creación de ambientes de aprendizaje mediante materiales
curriculares
Glosario
Actividades recomendadas
11.1. Introducción
11.2. Caso
11.3. Sentido de la evaluación en Educación Física
11.3.1. Dificultades para el cambio en la orientación de la evaluación en
Educación Física
11.3.2. Conceptos clave en la evaluación de los aprendizajes
11.3.3. Hacia una evaluación constructivista en Educación Física
11.4. Instrumentos y técnicas de evaluación
11.5. Aproximación a la utilización de los instrumentos de evaluación: el caso del
contenido deportivo
11.5.1. Evaluación del conocimiento declarativo
11.5.2. Evaluación del conocimiento procedimental
11.5.3. Evaluación del rendimiento de juego (toma de decisiones y
13
ejecución en situación de juego real)
11.5.4. La evaluación de la técnica (ejecución motriz) en situación aislada
Glosario
Actividades recomendadas
Bibliografía
14
Prólogo
Cuando se nos otorga la enseñanza, se debe percibir como un valioso regalo y no como
una dura tarea, aquí está la diferencia de lo trascendente.
Albert Einstein (1879-1955)
15
vista de una persona que lleva poco tiempo en el mundo universitario dedicada a la
formación del profesorado, puede ser un conjunto digno de considerarse en cualquier
foro.
Entrando en la obra, que trata exclusivamente los contenidos de la EF, y por seguir
un orden en su análisis, comenzaremos resaltando su estructura, configurada en once
capítulos, todos ellos organizados con una introducción seguida de un apartado
denominado “caso” que hace referencia a un “caso práctico”, es decir a una cuestión
simulada que plantea un problema a los alumnos para que ellos lo resuelvan. Ambas
partes sirven para motivar hacia la lectura del capítulo, y a continuación aparece el
cuerpo central del texto o amplio desarrollo del mismo, a lo que siguen un glosario de
términos y las correspondientes actividades recomendadas. Cada capítulo tiene
referencias bibliográficas, que se completan con una bibliografía general al final del libro.
Con respecto a los once capítulos vamos a resaltar los datos más relevantes de cada
uno.
En el primero, que se denomina Bases teóricas para la intervención didáctica en la
enseñanza de los contenidos, creemos que lo más destacable es la explícita referencia a
la negociación de las tareas y a la especial consideración del error como elemento de
aprendizaje. En los tiempos que corren, el pretendido acercamiento al alumnado que
afrontan con valentía los autores es un signo inequívoco de preparación profesional y,
por otra parte, en base a lo que podría ser el tradicional aprendizaje por ensayo-error,
considerar el error como elemento integrador de la enseñanza da un aspecto innovador a
la obra y la convierte en una lectura obligada e interesante.
En el segundo capítulo, se trata La programación docente como toma de decisiones
del profesor, analizando diferentes modelos de programación en la materia. En él hay
que destacar la “programación por proyectos” como una forma de diseño práctico.
Trabajar por proyectos implica que los contenidos surjan de los intereses de los
alumnos en el conjunto que forma el grupo de clase, y tengan en cuenta sus
características, necesidades y dudas. Al alejarse del aprendizaje tradicional, este sistema
de trabajo docente ofrece amplias posibilidades a profesores y alumnos que aprenden
investigando, experimentando y viviendo cada uno de los procesos de enseñanza-
aprendizaje. Es por eso por lo que son tan importantes y ofrecen tan buenos resultados.
Ni que decir tiene que la implicación total del profesorado es imprescindible, siendo
también necesario un gran trabajo de elaboración, preparación de materiales, recursos y
evaluación. Todo ello porque el trabajo en esta línea favorece las relaciones sociales, las
normas de convivencia y valores tan importantes como la cooperación y el respeto, ya
que los proyectos facilitan el trabajo en pequeños grupos y ayudan a aprender a
organizarse, a respetar las ideas y a repartir responsabilidades.
Entrando de lleno en los contenidos específicos, el capítulo tercero estudia la
Enseñanza deportiva escolar. En él merece ser señalada la referencia a la enseñanza
comprensiva del deporte y la educación deportiva como metodología que tiene en cuenta
el contexto y hace la enseñanza funcional.
Lo mismo ocurre en el capítulo cuarto, sobre Percepción y movimiento, en el que se
16
detallan las habilidades perceptivas en el deporte y se trata la imagen corporal en los
contextos actuales de rendimiento deportivo o distorsión de la misma, bien distintos a
aquel sentido original de la percepción en la psicomotricidad como función de ajuste. Se
referencian enfermedades sociales con las que se rinde culto al cuerpo como vigorexia,
anorexia o bulimia, cuya aparición desmesurada es quizá señal del cambio de valores en
la sociedad occidental de los inicios del siglo XXI.
Continuando con los contenidos específicos, la Expresión corporal se analiza en
profundidad en el capítulo quinto. Los autores destacan las teorías que la fundamentan,
los contenidos que la conforman y los recursos de que se vale, al mismo tiempo que se
plantean las diferencias entre ella y la danza. Esta última, considerada como la
transformación de sensaciones en movimientos corporales que se ayuda del baile, como
expresión recreativa de motivos populares.
La expresión corporal empieza a formar parte de los contenidos de la EF en los años
sesenta del pasado siglo XX, como consecuencia de las revueltas estudiantiles que venían
de Europa, y su introducción se hizo de forma discreta y mediante escenificaciones
fáciles acompañadas de música clásica. Fue a partir de la LOGSE (1970) cuando toma el
mismo curso que en el resto de los países europeos, produciéndose una gran afirmación
de la misma, con soporte legal.
Dentro de este amplio bloque de contenidos los autores opinan que se puede trabajar
la danza moderna, nacida como revulsivo a las férreas estructuras de la danza clásica; la
danza española, como el modo de profundizar en la cultura de cada comunidad; los
cuentos infantiles, motores o cuentos ejercicio, según Thulin, elementos desinhibidores,
motivantes y recreativos que actúan como recursos didácticos. Las canciones de corro,
conocidas también como “canciones con componente motriz”, son otro recurso
didáctico; el juego en sus diferentes formas integra también la expresión corporal
(simbólico, dramático, de roles…); la dramática creativa o expresión dramática, según
Artaud (1938) “el teatro que no está en nada, pero que se vale de todos los lenguajes:
gestos, sonidos, palabras, gritos, vuelve a encontrar su camino precisamente en el punto
en que el espíritu, para manifestarse, siente necesidad de un lenguaje”.
Completan este amplio abanico de recursos de la expresión corporal el mimo y la
sinéctica corporal. El primero como la forma más primaria de juego que desarrollan los
grupos de niños capaces de representar con gestos las actuaciones propias del juego
callejero o del juego del recreo, en los que transforman el espacio en distintos lugares,
convierten sus manos en diferentes instrumentos o transforman los objetos cotidianos en
“ámbitos de acción”. La segunda, la sinéctica corporal, consistente en una tecnología
procedente de USA y creada por William J. Gordon, cuyo principal objetivo es
desarrollar la capacidad creativa de los sujetos que la utilizan.
Cuando se traspasa la mitad del libro, el capítulo sexto toma un cariz absolutamente
innovador y trata de la Educación Física para estilos de vida saludables, tema de
candente actualidad en el que nuestra materia actúa como nexo de unión entre aspectos
educativos y sociales de las personas. Todo ello es desarrollado con absoluta maestría
por los autores que conjugan los beneficios para la salud en la infancia de la práctica de
17
actividad física y su influencia en la edad adulta, algo que ha hecho que la EF pierda los
componentes de asignatura menos importante que la habían acompañado durante casi
toda su historia.
En el capítulo séptimo, se tratan valores imprescindibles para el desarrollo de
nuestros niños y a los que, según los autores, se puede llegar con mayor facilidad a través
de la EF. Por eso han denominado a este capítulo Desarrollo moral, educación en
valores y Educación Física, destacando la educación en valores que surge como
consecuencia del desarrollo moral y su importancia para la formación del profesorado
que los transmitirá cuando se incorpore a su actividad docente.
Se entiende por desarrollo moral el avance cognitivo y emocional que nos permite
tomar decisiones autónomas y realizar acciones que reflejen una mayor preocupación por
los demás y por el bien común, así como el aprendizaje de la conducta socialmente
aceptable. Todo ello trabajado desde la EF ofrece muy buenos resultados en la
educación.
La educación en valores se nutre de algunos como responsabilidad (responder de sus
actos); sinceridad; respeto; orden; tolerancia (interculturalidad, igualdad de género);
solidaridad (los más hábiles ayudan a los que lo son menos); cooperación (asistencia,
colaboración); humildad y autoestima. Todos ellos y algunos más recogidos en el
proyecto educativo y desarrollados mediante la EF escolar, lo que los hace mucho más
cercanos a los niños y niñas.
Muy próximo al desarrollo moral y a la educación en valores, el capítulo octavo
contempla la Educación Física para la igualdad de oportunidades, destacando la
perspectiva feminista y la EF ante la diversidad cultural, en lo que los autores convierten
en un análisis profundo de las teorías feministas más en boga y hacen un elenco de las
posibilidades educativas que mediante la EF se pueden obtener de la inter y
multiculturalidad. Ambos conceptos nacidos en el último tercio del siglo XX como
consecuencia de los problemas sociales que genera la convivencia de varias culturas y
que se han desarrollado ampliamente y afianzado en nuestra sociedad desde ese
momento.
En la misma línea de fomento de valores, el capítulo noveno trata el paso De la
disciplina a la convivencia en la clase de Educación Física. Los autores resaltan en
este apartado las conductas indisciplinadas y problemáticas que se producen en cualquier
clase pero con mayor incidencia en la de nuestra materia por sus características
contextuales. Con gran pericia, analizan los problemas y aportan soluciones factibles para
la enseñanza práctica.
La EF escolar y extraescolar y/o deporte permite el acercamiento de otra forma a
una cultura distinta contextualizada en los medios natural, rural o urbano. Esta hipótesis
es aceptada por la UNESCO en la Carta Internacional de la EF y el Deporte (1978),
cuando afirma, partiendo de los valores fundamentales de la persona proclamados en el
Art. 1 de la Carta de Naciones Unidas (1945) y en la Declaración de Derechos del
Hombre: “Se considera a la EF y el Deporte como elementos aptos para promover una
más estable comunión de los pueblos […] solidaridad, fraternidad, mutua comprensión
18
y pleno respeto a la integridad y dignidad del ser humano”. Este concepto amplía la
visión de las posibilidades de la actividad física, acercándola al ámbito recreativo y
cultural y, por ende, a los valores humanos (Zagalaz, 2006), tal y como recogen los
autores.
Llegando ya a la parte final del libro, el capítulo décimo trata los Materiales
curriculares para la enseñanza de la Educación Física. Comoquiera que dichos
materiales son elementos cuya función es servir de vehículo para enseñar o aprender
algo, son también una teoría sobre la escuela y un modo de concebir el desarrollo del
currículo y su aplicación por el profesorado, es por ello que en este capítulo, los autores
hacen una amplia referencia a la innovación en EF basada en el mandato de la LOE
(2006), que en el Título Preliminar. Capítulo I. Principios y fines de la educación.
Artículo 1. Principios, se refiere a la innovación educativa, propugnando en el apartado
n) el fomento y la promoción de la investigación, la experimentación y la innovación
educativa. Continúa la LOE (2006), en su Capítulo III. Formación del profesorado.
Artículo 102. Formación permanente, afirmando que “igualmente corresponde a las
Administraciones educativas fomentar programas de investigación e innovación”.
Innovación que implica cambios en la práctica profesional y la construcción de
nuevos aprendizajes. Porque en educación es necesario investigar para conocer, conocer
para innovar e innovar para difundir, ya que la innovación docente viene a ser uno de los
ejes fundamentales en el proceso de convergencia del Espacio Europeo de Educación
Superior (Zagalaz, Lillo y Ayala, 2010). Por este motivo, la primera innovación es la de
plantear dudas a los estudiantes, futuros profesores sobre sus prácticas docentes, como
decía Ortega y Gasset: “Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que
enseñas”.
El undécimo y último capítulo estudia la La evaluación de los contenidos en
Educación Física. En él los autores exponen el sentido de la evaluación en la materia y
las dificultades para el cambio en la orientación de la misma. Un caballo de batalla
tradicionalmente en EF, tratado con auténtica pericia en este libro.
Sólo nos falta ya felicitar a los autores por el acierto de esta obra a la que auguramos
los mayores éxitos y congratulándonos de su aparición en el mundo universitario porque
con ella será más fácil seguir avanzando en la didáctica de la actividad física y el deporte.
Asimismo les agradecemos la posibilidad que nos han brindado de escribir este prólogo
con el que hemos tratado de acercar al lector a los contenidos más destacados,
innovadores, oportunos e interesantes de la materia y dar una imagen de sus autores que
permita el posible conocimiento de su buen hacer.
Es evidente que los autores están profundamente comprometidos con la EF y con la
transmisión de sus contenidos a las nuevas generaciones de maestros y profesores. Por
ese motivo con este libro hacen buenas las palabras de Shearson Lehman (2005)
“Compromiso es lo que transforma una promesa en realidad. Es la palabra que habla con
coraje de nuestras intenciones. Y las acciones que hablan más alto que las palabras […]
el poder de cambiar las cosas. Es el triunfo diario de la integridad sobre el escepticismo”.
Por último y porque se trata de un libro de contenidos de EF, creemos que sería
19
apropiado finalizar estas palabras con una cita de Buda que acerca la actividad física a la
salud y a la sociedad actual: Programa para hoy: espirar, inspirar, espirar.
20
Introducción
21
competencias, ya que consideradas como habilidades para la vida, deben ser alcanzadas a
través del trabajo de los contenidos, pero, justamente, de aquellos contenidos que sean
adecuados a tal fin, por lo que no vale cualquiera, sino aquellos fundamentados en las
justas demandas sociales. Así, la actividad física como elemento integrante de los estilos
de vida saludables, el aprendizaje de valores mediante las situaciones motrices, la
formación de espectadores y practicantes cultos y autónomos son algunas de las
variantes de los contenidos que al día de hoy son especialmente relevantes. De tal forma,
las competencias son un claro referente para su selección y secuenciación.
Pero junto a ello, debemos dejar constancia de que el trabajo de los contenidos ha
de realizarse de manera que resulte significativo para el alumno, a cuyo fin el contexto y
la funcionalidad de los aprendizajes son elementos sobre los que cimentar los procesos de
enseñanza-aprendizaje en lo que se ha dado en llamar constructivismo como conjunto de
teorías que sirven de base a la intervención didáctica.
En este mismo sentido debe ser considerada la evaluación, la cual tiene que ser en
todo momento coherente con las competencias que se pretenden desarrollar y la manera
de alcanzarlas. Hoy en día existen propuestas evaluativas de diversa índole, desde los
registros de actividades a las rúbricas, que permiten al profesorado realizar un proceso de
enseñanza de calidad que no se acaba en la transmisión del conocimiento al alumno, sino
que llega a la constatación de sus aprendizajes y al conocimiento por parte de este de su
progreso y de cómo mejorar. El objetivo último es la evaluación auténtica, aquella que
mide hasta qué punto el aprendizaje ha sido funcional, es decir, que el alumno es capaz
de aplicarlo fuera de los contextos escolares, en su vida diaria.
En suma, el lector de esta obra podrá encontrar una clara preocupación de los
autores por los procesos de enseñanza-aprendizaje de los contenidos de Educación
Física, a fin de romper la tendencia observada en los últimos años de desinterés por el
logro de aprendizajes en la materia, tan importante de cara a las demandas de la juventud
actual ante retos como imagen corporal, estilos de vida activos o aprendizaje de valores.
Esa es nuestra intención.
22
1
Bases teóricas para la intervención
didáctica en la enseñanza de los contenidos
1.1. Introducción
Este primer capítulo de la obra que acometemos sienta las bases sobre las que se va a
levantar el complejo edificio de la acometida de la enseñanza de los contenidos de
Educación Física desde una perspectiva ecológica. Ciertamente que el campo de la
enseñanza de la motricidad ha estado dominado tradicionalmente por el paradigma
técnico que, junto a sus virtudes, ha incorporado aspectos que le separaban de la realidad
en que se desarrollaba el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Nuestra intención en este capítulo es describir el paradigma ecológico como la
constatación de que el aprendizaje en el aula se produce a lo largo de un extenso período
temporal y en el seno de un grupo social, además que tal aprendizaje se caracteriza por la
existencia de múltiples recursos y porque se encuentra inmerso en un contexto
intencional y evaluador. Como resultado de este proceso cambiante de negociación se
genera un clima ecológico relativamente estable que define la pluralidad de demandas de
aprendizaje, es decir, de adquisiciones que el alumno debe realizar y comportamientos
que debe asumir para resolver con éxito las exigencias académicas y sociales generadas
en este particular nicho ecológico.
La transacción escolar adopta sus perfiles propios y específicos en la materia de
Educación Física. No cabe duda que el gimnasio como espacio físico en donde se
desarrollan las tareas es completamente diferente al aula, pero también el contenido de
las mismas presenta grandes diferencias, por lo que en una primera aproximación
conviene realizar una reflexión sobre estas a efectos de determinar su naturaleza.
Desde esta perspectiva la tarea en Educación Física presenta un ciclo que se
extiende desde su presentación hasta la respuesta de los alumnos, pasando por la
supervisión del propio profesor, cuya acción determina finalmente su verdadero
contenido, en lo que se ha denominado sistema de tareas que se desarrolla en función de
la contingencia. En este proceso el momento culminante corresponde a la reacción del
profesor, tanto en lo que respecta al cumplimiento de la tarea en sus aspectos técnicos
como en el tipo de socialización de los alumnos que se va a imponer en las clases.
23
La ecología de una clase de Educación Física es una situación dinámica que sólo se
puede apreciar en toda su dimensión cuando las tareas realizan su proceso de desarrollo y
los sistemas de aquellas toman forma para influir los unos en los otros, de manera que las
tareas de información o aprendizaje no alcanzan su verdadero sentido hasta que el
profesor no ha reaccionado ante los esfuerzos de los alumnos para llevar a cabo dichas
tareas, al modo de un conjunto sistémico de actuaciones en donde todos los sistemas
influyen en los demás y a su vez son influidos, constituyendo un todo.
Pues bien el abordaje de la enseñanza de las tareas se hace desde la teoría
constructivista que es aquella que defiende que la génesis del conocimiento es el
resultado de un proceso de “reconstrucción” de los “hechos del mundo” que llevan a
cabo las personas a lo largo de su vida en interacción con los objetos y los demás. Dicha
idea comporta que el conocimiento no es la descripción de la realidad sino una
modelización (reconstrucción) de la misma.
En este sentido resulta una idea central el concepto de “Zona de Desarrollo
Próximo” acuñado por Vigotsky (1995), así como las aportaciones del denominado
constructivismo “humano” del que se deducen las propuestas del aprendizaje significativo
y los mapas conceptuales. Por último, también desde una perspectiva constructivista se
integra el error como instrumento didáctico.
1.2. Caso
24
saludables y aprendizaje de valores.
A Jorge le parece suficiente la respuesta dada por los colegas, en el sentido de que lo
más importante de la clase de Educación Física es pasar un rato divertido y en
movimiento, mientras que Pedro no lo considera así, y cree que debe exigirse una
constatación de los aprendizajes en Educación Física al igual que ocurre en otros
aprendizajes escolares. ¿Cuál es tu posición en el debate que mantienen Jorge y Pedro?
¿Cómo actuar para conseguir constatar la existencia de aprendizajes en la clase de
Educación Física?
Puede decirse que Doyle es el representante más caracterizado del paradigma ecológico y
marca la pauta de referencia de todas las investigaciones que se han desarrollado en este
marco. Este autor parte de la constatación de que el aprendizaje en el aula se produce a
lo largo de un extenso período temporal y en el seno de un grupo social, además tal
aprendizaje se caracteriza por la existencia de múltiples recursos y porque se encuentra
inmerso en un contexto intencional y evaluador.
Especialmente significativo resulta esta idea relativa al carácter intencional y
evaluador de la enseñanza en el contexto escolar toda vez que dicha circunstancia define
radicalmente el ámbito de significación de los acontecimientos para el profesor y, sobre
todo, para los alumnos. Así, Doyle (1979) no duda en calificar la enseñanza como un
intercambio formalizado de actuaciones o, más aún, un intercambio de adquisiciones por
calificaciones. Estos intercambios o procesos de transacción entre profesor y alumnos
determinan sus movimientos y configuran la forma en que se experimenta el
conocimiento científico en el aula.
No es una idea de importancia menor el intercambio de adquisiciones por
calificaciones, ya que tiene una gran influencia, no sólo en el presente del alumno, en
relación al papel del estudiante en el sistema social de la clase, en su rol familiar y social
y en el propio autoconcepto; sino en su futuro, pues las consecuencias a largo plazo son
indudables, como son el acceso a futuras oportunidades educativas o laborales.
La moneda que sirve al trafico comercial de adquisiciones por calificaciones no es
otra que las tareas escolares, que constituyen el acto material que ocupa a los alumnos en
su proceso de enseñanza-aprendizaje, de manera que el eje central que define la vida
académica en un aula concreta es la estructura de las tareas escolares, que a su vez serán
responsables de las demandas de aprendizaje, los procesos de aprendizaje y el
comportamiento del grupo.
Ahora bien, el intercambio académico resulta ambiguo, porque ni la estructura de las
tareas ni la adecuación de las respuestas y criterios de éxito se encuentran perfectamente
definidas. Existe riesgo en el intercambio por la incertidumbre del alumno acerca de sus
posibilidades personales de éxito. No es difícil, en este sentido, que en el ámbito plural y
conflictivo del aula los objetivos que genera el grupo de alumnos, de carácter emotivo,
25
moral o social, se encuentren en contradicción con los objetivos oficiales que presiden el
intercambio de actuaciones por calificaciones.
Así pues, conocer las tareas académicas que se requieren en una clase es la primera
necesidad del alumno. La estructura de las tareas académicas va a definir el clima
ecológico, las expectativas colectivas y las normas explícitas o latentes que gobiernan las
reglas del juego. El objetivo del grupo de clase es superar con éxito las estructura de las
tareas académicas que definen el intercambio actuaciones-calificaciones de la manera
menos costosa y salvando, en lo posible, las demandas de su propia existencia colectiva
como grupo social.
En todo caso, como resultado de este proceso cambiante de negociación se genera
un clima ecológico relativamente estable que define la pluralidad de demandas de
aprendizaje, es decir, de adquisiciones que el alumno debe realizar y comportamientos
que debe asumir para resolver con éxito las exigencias académicas y sociales generadas
en este particular nicho ecológico. Para Doyle (1979) son tres los tipos de demandas de
aprendizaje que se derivan de la necesidad de transitar por la vida del aula:
Por tanto el aprendizaje del alumno en el aula es mucho más complejo que el que se
deriva de los experimentos de laboratorio. Es un aprendizaje situacional, contextualizado
en función de la estructura de las tareas académicas y el clima ecológico configurado a
través de la negociación del grupo social. Del mismo modo, el comportamiento del
26
profesor, como cualquier otra variable de enseñanza, no incide directamente en el
aprendizaje del alumno y, como consecuencia, en su adquisición. Su influjo es
generalmente indirecto, mediado por la estructura de la tarea que define o en la que
incorpora.
Así, parece estéril tratar en teoría de la eficacia de un comportamiento docente
determinado o de un tratamiento instructivo específico, ya que su eficacia real se
encuentra siempre situacionalmente mediada. Por ello, desde la perspectiva ecológica
esta mediación es el eje de los procesos de enseñanza-aprendizaje y debe ser, por ello, el
centro de los estudios e investigaciones sobre la enseñanza.
Esta mediación radical de las situaciones influye también en la planificación del
profesor, ya que se ve modificada en un momento concreto como consecuencia de la
intervención de influjos plurales en el sistema ecológico del aula. Es por ello que el
profesor debe también aprender a transitar por ese medio álgido de los acontecimientos
que ocurren en el aula, lo que implica interpretar significados, crear procesos, establecer
conexiones y juzgar con tolerancia y flexibilidad (Pérez Gómez, 1989).
Cuando los contenidos disciplinares y el modo de trabajarlos o transmitirlos no
encaja ni conecta con los intereses y preocupaciones actuales de los alumnos que,
además de estar en la escuela viven en un medio más amplio y natural, las tareas
académicas se tornan artificiales, costosas y vacías de significado. No son más que
instrumentos, medios de intercambio en la transacción escolar de actuaciones por
calificaciones.
De ahí que se haya planteado como alternativa el aprendizaje situacional. En efecto,
Lave y Wenger (1991) indican que el aprendizaje situacional se centra en el aprendizaje
como una práctica social en circunstancias sociales. Por tanto, si alguien quiere aprender
un nuevo conocimiento que desarrollará en un espacio y un tiempo concretos, y con unas
personas y ambiente concretos, este nuevo conocimiento debería aprenderse en un
contexto lo más parecido a dichas circunstancias. Desde este enfoque teórico, aparecen
dos conceptos claves como son la participación legítima periférica en comunidades de
práctica. Una comunidad de práctica, tal y como la definen Kirk y Macdonald (1998),
es una “colectividad o grupo que contribuyen juntos a la práctica pública o compartida en
una particular esfera de la vida” (p. 380). Si lo aplicamos a la Educación Física escolar,
Kirk y Macdonald (1998) señalan que las comunidades de práctica que tienen una fuerte
relación con ella son los campos del deporte, el desarrollo de la condición física y las
actividades físicas orientadas a la recreación. En este sentido, si lo que pretendemos con
los contenidos impartidos en Educación Física es que los niños se “enganchen” a alguna
de estas prácticas fuera de la escuela, debemos tratar de que las prácticas escolares
reproduzcan los contextos deportivos extraescolares, los contextos de desarrollo de la
condición física y los contextos de recreación en relación a la actividad física (Kirk y
Macdonald, 1998).
Lave y Wenger (1991) entienden que la participación en estas comunidades de
prácticas es legítima y periférica. El aprendizaje es entendido como legítimo por estos
autores cuando es auténtico y significativo. Por tanto, en las clases de Educación Física,
27
el alumno debe, por un lado, percibir que el nuevo conocimiento tiene relación con
alguna comunidad de práctica (por ejemplo, el deporte extraescolar); por otro lado, ese
conocimiento le debe servir para desarrollar su actividad posterior en esa comunidad de
práctica (por ejemplo, las habilidades técnico-tácticas aprendidas en clase deben poder
ser utilizadas fuera de ella). Además, el aprendizaje es periférico, es decir, no se entiende
sino como algo que tiene su fin último más allá de las clases, dentro del proceso
formativo del alumno hacia unas metas educativas. En el caso de la Educación Física, el
aprendizaje debe servir para que el alumno termine comprometiéndose con una o varias
de las comunidades de práctica conformadas por el deporte, la condición física y las
actividades físicas recreativas. Tal y como sugiere Lave (1997), hemos de superar la
cultura de la adquisición en el aprendizaje, donde se enseña en contextos abstractos,
para proponer una enseñanza situada orientada a los contextos donde pretendemos que el
alumno aplique lo aprendido.
– Es necesario que los profesores, además, ayuden a los alumnos a comprender los
vínculos de lo aprendido con sus vidas fuera del colegio, una mayor cantidad de
trabajo en grupo y que, a su vez, se fomenten las interacciones sociales.
– Desde el punto de vista social, la creación de vínculos con la vida fuera del
colegio se traduce en la asignación de roles para que los alumnos compartan su
conocimiento, colaborar para conseguir una misma meta, ayudar a los
28
compañeros a mejorar y atender las necesidades de sus compañeros.
– Es necesaria la utilización de técnicas instructivas tales como la demostración, la
aportación de pistas verbales, el ajuste de dichas pistas y la descomposición del
movimiento en partes, que algunas veces se ha entendido que no son parte de
una enseñanza constructivista.
– Por último, los resultados de los estudios reflejan que los profesores de mayor éxito
son aquellos que consiguen integrar sus metodologías cognitivas (exploración,
descubrimiento guiado, resolución de problemas) y la interacción social, en
torno al contenido.
29
suficientemente explícita en los términos expuestos se vuelve ambigua y los alumnos no
saben con exactitud qué hacer, o cómo hacerlo, o cuales serían las consecuencias
derivadas de su incorrecta actuación. Es por ello, que la claridad o ambigüedad influyen
en el ciclo de desarrollo de las tareas anteriormente expuesto, ya que determinan en gran
medida la respuesta de los alumnos.
Pues bien, los aspectos descritos ocurren en la práctica de forma interrelacionada
adquiriendo alguna de las formas que a continuación mostramos. Así, la noción de
perspectiva de peligro es un compuesto complejo entre la ambigüedad de la tarea,
dificultad de la misma, y estrategia de control que el profesor usa para su realización.
Una tarea ambigua puede tener una perspectiva peligrosa para el alumno hasta que
comprende que su ejecución no supone una gran dificultad o que, aún teniéndola, el
grado de exigencia del profesor es pequeño. Sin embargo, una tarea difícil con un grado
alto de exigencia por parte del profesor produce un peligro elevado para el alumno, justo
al contrario de una tarea fácil asociada a una ligera exigencia en el rendimiento.
Por último, hay que añadir la idea de límites de las tareas como referencia a la
manera en que el control de la ejecución de las tareas se aplica durante su realización,
combinado con la definición que hacemos de las mismas. Así, un sistema de tareas puede
tener límites muy estrictos cuando estas se definen con precisión y su control de
realización se aplica de manera constante. Por el contrario, una estrategia de control
suave y poco constante tiene unos límites poco concretos. Ambos tipos de sistemas de
tareas tienen consecuencias distintas ya que mientras las primeras suponen para el
alumno una gran responsabilidad, no ocurre igual con las segundas ya que no corren
prácticamente ningún riesgo.
1. Tareas de organización.
Son aquellas que propician la correcta ordenación de los medios materiales
y humanos para la consecución de los objetivos.
2. Tareas de aprendizaje.
Están directamente ligadas a las intenciones de enseñanza del profesor y las
30
actividades que los alumnos han de realizar para ello.
3. El sistema de interacciones sociales entre los alumnos.
Las relaciones sociales que mantienen los alumnos durante las clases de
Educación Física
Las tareas se pueden dar de manera aislada o constituyendo sistema de tareas cuya
finalidad es la de establecer modelos que ayudan a su cumplimiento, como es el caso de
las rutinas en relación a las tareas de organización, o las normas para realizar un ejercicio
o jugar un partido. Por su parte, el sistema de interacciones sociales entre los alumnos es
mucho más difícil de determinar pues depende de los individuos en presencia y sus
relaciones.
La ecología de una clase de Educación Física es una situación dinámica que sólo se
puede apreciar en toda su dimensión cuando las tareas realizan su proceso de desarrollo y
los sistemas de aquellas toman forma para influir los unos en los otros, de manera que las
tareas de información o aprendizaje no alcanzan su verdadero sentido hasta que el
profesor no ha reaccionado ante los esfuerzos de los alumnos para llevar a cabo dichas
tareas, al modo de un conjunto sistémico de actuaciones en donde todos los sistemas
influyen en los demás y a su vez son influidos, constituyendo un todo.
Los estudiantes tienden a modular las exigencias de las tareas a fin de situarlas en un
nivel más cómodo y agradable. Este tipo de intentos ha sido considerado por los autores
del paradigma ecológico como un verdadero intento de negociación entre los alumnos y
el profesor para modificar la tarea, sus condiciones de realización o los criterios de
exigencia.
A diferencia del resto de las clases en que el proceso de negociación se hace de
manera verbal, en Educación Física la modificación de las tareas se opera durante los
períodos de práctica, ya sea facilitándolas o complicándolas, hasta la intervención del
profesor, cuya reacción a las citadas modificaciones contribuye a la definición final de la
misma. De forma que, con el tiempo, los alumnos aprenden hasta qué punto pueden
modificar la tarea y cuáles son los límites permitidos.
Pero la negociación entre profesores y alumnos no tiene como única moneda de
cambio la tarea, sino que también las transacciones se realizan por intercambios surgidos
en los sistemas de tareas como es el caso de la negociación entre sistema de organización
y de enseñanza, de tal forma que no es raro advertir que algunos profesores
especialmente preocupados por el orden reducen la exigencia de las tareas de aprendizaje
para obtener la cooperación de los alumnos en las de organización. Es así como las
interacciones entre los sistemas de tareas de organización, de aprendizaje y de
interacciones sociales, así como la manera en que se influyen las unas en las otras,
determinan la ecología del gimnasio.
31
1.3.4. La clave del sistema: supervisión y responsabilización
Afirma Doyle (1979) que la manera de evaluar el rendimiento del alumno rige los
sistemas de tareas. En efecto, sin la debida responsabilización el sistema de tareas se
debilita y tiende a desaparecer, ya que tan sólo se sustenta por el interés intrínseco de los
alumnos, sobre todo en lo que concierne al sistema de tareas de aprendizaje. Indica,
asimismo, que el sistema de intercambio entre actuaciones y notas suele ser el principal
mecanismo de responsabilización.
En Educación Física, algunos profesores miden los conocimientos aprendidos al final
de un período de enseñanza a través de pruebas, como el resto de profesores de otras
áreas de conocimiento. Sin embargo, la mayoría no lo hace así, debido a los grandes
espacios del gimnasio y pista deportiva, realizando una supervisión específica que se
materializa en técnicas tales como el reconocimiento público, la interacción verbal, la
formulación de retos, o el intercambio de prestaciones. No obstante, el aspecto más
importante de la supervisión es la observación activa del trabajo del estudiante.
1.4. El constructivismo como marco para afrontar los procesos de enseñanza-aprendizaje: peculiaridades
epistemológicas de la perspectiva constructivista
1.4.1. Las posiciones constructivistas. Del desarrollo formal de la mente a las corrientes culturalistas
32
Las posiciones del constructivismo piagetiano y las propias de los culturalistas (Vigostky,
Bruner, Rogoff, Cole) son distintas, pero en ningún caso incompatibles, ya que ambas
conciben los procesos de construcción de significados como un diálogo, pero mientras
que para Piaget es un diálogo interno basado en la experiencia o en las informaciones
recibidas; para los culturalistas es un diálogo de interiorización constituido por los
intercambios subjetivos en los que el individuo participa (Cole, 1998).
En efecto, la primera teoría compleja y rigurosa que explica el desarrollo del
psiquismo como resultado de la interacción entre los aspectos internos del individuo y las
peculiaridades del contexto se debe a Piaget. En dicha interacción, de carácter dialéctico,
concede una mayor importancia a las condiciones internas del individuo que se
manifiestan a través de las estructuras cognitivas que progresivamente se van
construyendo y que actúan como mediadoras de las influencias del medio natural y social
exterior.
Desde la perspectiva piagetiana, la genética del individuo incorpora unas formas de
conocimiento a través de las cuales elabora los primeros esquemas o teorías sobre la
realidad y sobre sus estrategias más adecuadas de intervención. Estos esquemas internos
de interpretación son los responsables de las explicaciones o percepciones de los
próximos encuentros con el contexto exterior. En lo que al ámbito de la motricidad se
refiere esto podría explicar la existencia de fases sensibles en el desarrollo de las
cualidades físicas básicas o en el aprendizaje de determinadas habilidades.
Sin embargo, Piaget considera que el primer movimiento del sujeto es su tendencia a
asimilar, deformar, si es preciso, y forzar la estructura y el funcionamiento de la realidad
exterior para que encaje en sus propios esquemas de interpretación anteriormente
construidos. No obstante, el segundo movimiento es la tendencia a la acomodación, la
necesidad de modificar los propios esquemas de interpretación cuando la propia realidad
rechaza la utilidad de tal conocimiento. Esta tendencia a la acomodación tendría que ver
con el establecimiento de niveles en el aprendizaje de habilidades que, no obstante, para
poder ser establecido para el conjunto de individuos de una edad determinada, presenta
algunas desviaciones a los alumnos más o menos talentosos.
Antes de pasar a analizar el movimiento cultural, señalaremos que autores como
McMorris (1999) o Kirk y MacDonald (1998) consideran que en el ámbito de la
Educación Física y el deporte, es necesario incluir las aportaciones del Aprendizaje
Motor en el conglomerado de teorías que conforman el constructivismo. Siguiendo a
McMorris (1999), las teorías del desarrollo cognitivo basadas en el Procesamiento de la
Información vienen a complementar la escasez de datos empíricos de las teorías
piagetianas. Así, podemos encontrar que los niños no tienen maduros aspectos
perceptivos tales como la agudeza visual estática y dinámica, la profundidad y la
diferenciación figura-fondo hasta los 10-12 años. Puesto que cualquier decisión que un
niño tome en cualquier situación motriz dependerá de la percepción del contexto,
podemos afirmar que los niños hasta esa edad tendrán dificultades ligadas a la
maduración para elegir las soluciones adecuadas a los problemas motores a los que se
enfrentan. Otras limitaciones se encuentran en el análisis y selección de la información
33
relevante en la memoria a corto y largo plazo.
Por su parte, el constructivismo cultural participa de la creencia básica de la
interacción activa entre la realidad y el sujeto en la construcción del conocimiento, pero
de manera diferente a lo establecido por Piaget, prioriza la importancia del polo social y
cultural en el desarrollo del psiquismo. De manera que no existen contenidos
independientes del contexto cultural ya que se concibe el desarrollo cognitivo como la
ampliación progresiva de los contextos culturales y simbólicos en los que el individuo se
desenvuelve. Del mismo modo el aprendizaje es inseparable e incomprensible al margen
del contexto sociocultural en el que participa el aprendiz, adquiriendo destrezas al tiempo
que realiza actividades (Rogoff, 1993).
En este sentido resulta una idea central el concepto de “Zona de Desarrollo
Próximo” acuñado por Vigotsky (1995), definida como “la distancia entre el nivel de
desarrollo determinado por la capacidad de resolver independientemente un problema, y
el nivel de desarrollo potencial, determinado a través de la resolución de un problema
bajo la guía de un adulto o en colaboración con otro compañero más eficaz”. En esta
línea podría enmarcarse la filosofía de los “juegos modificados”, cuya función es,
precisamente, establecer el andamiaje preciso para que los aprendices puedan circular
adecuadamente por el proceso de enseñanza-aprendizaje del deporte.
Especial importancia hay que conceder a los procesos de construcción de
significado, pues aunque deben entenderse como fenómenos en último término
individuales, ya que los significados operativos para cada individuo residen en su mente y
cada uno construye su modo peculiar de representar la realidad y operar sobre ella, sus
orígenes y sus consecuencias son claramente sociales. Por ello los enfoques
constructivistas del aprendizaje están recibiendo aportaciones de las ciencias del lenguaje.
Desde esta perspectiva semioconstructivista, además de la necesidad de la verbalización
de los aprendizajes para fomentar la participación activa del alumnado, se introducen dos
nuevos conceptos, como son la atribución de significados y el aprendizaje como co-
construcción del significado (Wallian y Chang, 2007).
El primero de ellos, la atribución de significados, se refiere a la necesidad de que la
información que recibe el aprendiz se relacione con el contexto social, las experiencias y
el conocimiento previo, y las acciones con los efectos esperados, todo ello a nivel verbal.
Según este planteamiento, no es tan importante la cantidad de información aportada al
alumno como la posterior carga de sémica o de significado que adquiera. La co-
construcción del significado viene a proponer el análisis de la equivocidad de las
situaciones de aprendizaje, de tal manera que siempre puede haber distintas soluciones a
un problema, y el alumno debe conocer qué ofrece cada una de ellas. Un ejemplo
aplicado al aprendizaje deportivo consiste en hacer reflexionar a un alumno sobre las
posibilidades que tiene al hacer un pase (jugadores más cercanos o lejanos, con mayor o
mayor seguridad, utilizando una técnica de pase u otra…). El alumno debe atribuir
significado a ese pase, en función de lo que es capaz de hacer, de la complejidad de la
situación y del efecto que tendrá en la jugada. A su vez, el profesor debería se capaz de
ayudar al alumno a co-construir ese significado, facilitándole el análisis de las diferentes
34
posibilidades, con sus ventajas e inconvenientes.
Así, cada individuo construye sus esquemas de representación y actuación a partir
de los esquemas de interpretación y acción legitimados en su comunidad cultural. Ahora
bien, dichos esquemas son tamizados por el lugar que cada individuo ocupa en dicho
escenario y las actividades y roles que debe cumplir para actuar satisfactoriamente en el
entramado concreto de su comunidad. Por eso se llega a afirmar (Cole, 1985) que en la
zona de desarrollo próximo de cada sujeto la cultura y la cognición se crean mutuamente,
por lo que este será el espacio privilegiado de la experiencia educativa.
A partir de todas estas ideas se desprenden una serie de conceptos básicos que han
sido el centro de la investigación desde los años 50. Rovegno y Dolly (2006) las recogen
y nosotros las ofrecemos a continuación:
35
sustantivos entre el material que se aprende y lo que ya se sabe, y por otra en el grado de
estructuración, claridad y relevancia del propio objeto de aprendizaje, es decir, lo que se
ha definido como significatividad lógica, que consiste en la capacidad de los nuevos
aprendizajes para ser relacionados con los anteriores. Así, el establecimiento de juegos
modificados de fácil ejecución por los alumnos supondría un elemento significativo para
el aprendizaje de los principios lógicos que gobiernan un conjunto de juegos y deportes,
como sería el caso de los deportes de cancha dividida (Contreras y col. 2007).
En el polo externo de la interacción hay que situar el escenario vital del sujeto, es decir, el
contexto cercano y el contexto lejano que enmarcan las presiones culturales, las variadas
determinaciones simbólicas, usos, rituales, valores, etc., que interioriza el sujeto de forma
más o menos activa en los procesos singulares de interacción.
Diferentes esferas concéntricas van configurando un escenario que se desplaza
desde las determinaciones del macrocontexto, que es la estructura superior política, social
y económica que determina las características dominantes de las relaciones sociales, los
modos de producción y las peculiaridades de la cultura relativamente homogénea, como
sería el caso de la cultura occidental que se puede ejemplificar en nuestro caso en la
existencia de deportes más practicados por blancos como es el caso del golf o tenis y más
practicados por negros como sería el caso del baloncesto en el ámbito norteamericano, a
las presiones del microcontexto, como escenario vital concreto que rodea la vida del
individuo durante todo su desarrollo, compuesto de aquellas variables cercanas al
individuo con las que establece interacciones directas, como son la familia, el aula, el
equipo deportivo, etc., lo que sucede cuando una persona significativa (madre, padre, tío,
hermano, etc.) practica un determinado deporte, lo que influye notablemente en la
elección y comportamiento deportivo de un individuo. Pasando por las exigencias y
condicionamientos de los diferentes mesocontextos, como escenarios intermedios con los
que el individuo se pone en contacto, aunque no forman parte de su marco existencial
concreto, como son la ciudad, el sistema educativo, etc. (Brofenbrenner, 1979). Sería el
caso de la influencia en la elección deportiva de un individuo cuando un equipo de su
ciudad ha alcanzado un gran triunfo internacional.
Dentro del análisis ecológico es conveniente destacar el modelo explicativo de
Tikunof (1979), ya que las variables que destaca son de enorme relevancia para entender
cómo se forma el contexto vital donde se construye la cultura experiencial del sujeto, así
como los movimientos y canales por donde transitan los significados. A tal fin, tiene en
cuenta tres tipos de variables.
1. Variables situacionales.
Son las que definen el clima físico y psicosocial donde tienen lugar los
intercambios. Son las variables que constituyen el contexto complejo y
36
cambiante donde viven, experimentan y se relacionan los individuos de un
microcontexto y son:
37
alcanzar determinados fines educativos.
La consideración negativa del error es un indicador más del paradigma positivista, de ahí
que la enseñanza programada de Skinner propugna pequeños pasos, a fin de que el
alumno no cometa errores. La enseñanza programada es un fiel reflejo del principio de
eficacia caracterizado por el principio de evitación del error, a cuyo fin se realizan diseños
de enseñanza que garanticen el éxito del alumno al realizar las tareas programadas. Así, el
principio de etapas breves, o el de progresión graduada, tiene la finalidad de evitar el
error. Todo ello se ha trasladado a la enseñanza de la Educación Física en forma de
“progresiones de enseñanza” en las diversas formas adoptadas por las denominadas
“técnicas de enseñanza” (Sánchez Bañuelos, 1984: 222), así como a extender la creencia
de que el error habría de constituir vicios en el aprendizaje que perduraran toda la vida,
por lo que había de ser eliminado desde el principio.
Sin embargo, desde el paradigma cognitivo, el error es un concepto clave para el
cambio, ya que nos brinda el camino para pasar de un paradigma centrado en los
productos a otro que atienda los procesos, de forma que, como indica De la Torre (1993:
95), “hemos de concebir el error como un síntoma y no como un mal”. El modelo
conductista estímulo-respuesta-refuerzo es sustituido por el cognitivo hipótesis-
comprobación-aceptación. Nos aproximamos así al concepto de enseñanza como
indagación o aprendizaje por descubrimiento, en donde el sujeto parte de suposiciones,
conjeturas o simplemente de preguntas sobre un determinado contenido.
El marco en que sitúa nuestro enfoque del error hay que buscarlo en las teorías
cognitivas y sociocognitivas del aprendizaje, que parten del modo peculiar que cada
sujeto tiene de afrontar las tareas escolares. La reflexión sobre el error no sólo introduce
una nueva dimensión metodológica, sino una renovación didáctica. Desde este
planteamiento la enseñanza deja de tener sentido en sí misma para convertirse en
mediación para el aprendizaje. El profesor no muestra a través de explicaciones, sino que
crea situaciones de aprendizaje, observa resultados y orienta respecto a las estrategias o
procedimientos a seguir con los alumnos.
Desde una perspectiva constructivista el error es un desajuste entre lo esperado y lo
obtenido. Hace referencia a un criterio o a una norma, pero no comporta actitud
sancionadora alguna, de forma que se considera el error como parte de la vida misma,
por lo que es preciso su aceptación y análisis como indicador del proceso de enseñanza-
aprendizaje. En este sentido, el error informa al profesor sobre los siguientes aspectos:
38
– El niño que se equivoca necesita ayuda.
– Proporciona pistas de lo que ocurre en el proceso de razonamiento.
– Deja traslucir el procesamiento cognitivo de la información.
– Supone una guía estratégica de la práctica didáctica
– Condiciona el método de enseñanza.
– Progreso de los alumnos en relación a sus compañeros.
– La confusión de errores hace perder tiempo y eficacia al profesor.
| Glosario |
39
potencial, determinado a través de la resolución de un problema bajo la guía de un adulto o en
colaboración con otro compañero más eficaz”.
Qué es el aprendizaje significativo: Reside, por una parte, en el establecimiento de vínculos
sustantivos entre el material que se aprende y lo que ya se sabe, y por otra en el grado de
estructuración, claridad y relevancia del propio objeto de aprendizaje, es decir, lo que se ha definido
como significatividad lógica, que consiste en la capacidad de los nuevos aprendizajes para ser
relacionados con los anteriores.
El error desde una perspectiva constructivista: Es un desajuste entre lo esperado y lo obtenido.
Hace referencia a un criterio o a una norma, pero no comporta actitud sancionadora alguna, de forma
que se considera el error como parte de la vida misma, por lo que es preciso su aceptación y análisis
como indicador del proceso de enseñanza-aprendizaje.
| Actividades recomendadas |
40
2
La programación docente como toma de
decisiones del profesor. Diferentes modelos
de programación
2.1. Introducción
2.2. Caso
41
Carlos hace tres años que aprobó la oposición de Maestro de Educación Primaria en la
especialidad de Educación Física y desde entonces ha tenido destinos en núcleos rurales
de la provincia, si bien, no demasiado pequeños, ya que el número de habitantes variaba
entre tres mil y cinco mil. Rápidamente la gente del pueblo conocía al nuevo maestro y
esto le proporcionaba un contacto directo y, en la mayoría de los casos, satisfactorio, con
las familias de los alumnos, gentes de clases medias, generalmente, preocupados por la
educación de sus hijos.
En este ambiente favorable ponía en marcha los conocimientos aprendidos en la
Facultad de Educación donde cursó la carrera, especialmente en todo lo relativo a la
programación, que realizaba de carácter anual, trimestral y de Unidad Didáctica con
duración variable. En general, cumplía los objetivos previstos, aunque en algún caso no
los alcanzaba debido a unas expectativas excesivas. Los contenidos propuestos se
trabajaban bien, y todo ello generaba evaluaciones positivas del proceso de enseñanza-
aprendizaje.
Carlos reúne méritos suficientes para ser trasladado a la capital de la provincia, en
donde es adscrito a un centro cuyas características contextuales son totalmente
diferentes, ya que se trata de un barrio periférico de la ciudad, con un gran número de
inmigrantes, parados y familias poco interesadas por la educación. En este ambiente
intenta programar su actividad tal como lo hacía en sus anteriores destinos, sin embargo,
no sólo le resulta imposible conseguir los objetivos sino que apenas puede trabajar los
contenidos previstos, ya que la ausencia de motivación y disciplina provocan continuas
interrupciones e incidentes.
En definitiva, Carlos constata la imposibilidad de cumplir la programación
establecida, por lo que se pregunta cómo prever su actuación en las clases de una manera
más real, ya que sus esfuerzos en este sentido son nulos ante la imposibilidad de anticipar
con certeza cuál va a ser el comportamiento de sus alumnos en relación a los
aprendizajes. ¿Existen formas de programar que integren los extremos relacionados? ¿Es
posible otro modelo de programación?
La idea de currículo resulta ser un concepto complejo que se puede abordar desde
diferentes puntos de vista. Sin embargo, no cabe duda de que el currículo es también el
conjunto de supuestos de partida, de las metas que se desean lograr y los pasos que se
han de dar para alcanzarlas; el conglomerado de conocimientos, habilidades y actitudes
que se considera importante trabajar en la escuela. Y por su puesto, la razón de cada una
de estas opciones. De ahí que el currículo sea la expresión de un campo de decisiones en
donde los diferentes agentes educativos (profesores, padres, autoridades) materializan sus
concepciones sobre la educación. De tal manera que diseñar el currículo es el proceso de
planificarlo, así como adecuarlo a los distintos niveles escolares.
Por tanto, el diseño pone en relación el currículo con la planificación, se trata de
42
adelantarse al futuro combinando racionalmente los medios de los que disponemos para
hacer previsibles y controlables las variables educativas que se han de presentar. El
diseño curricular está orientado a la transformación de situaciones dadas y se muestra en
definitiva como un plan de acción, lo que significa que el diseño se configura como una
especie de “prescripción curricular” en tanto que indica un modo de actuación o elección
apropiada, es en definitiva, como dice Gimeno Sacristán (1982), “un plan ordenado de
actuación” que pretende transformar una realidad educativa existente en otra deseable.
El diseño es una especie de plataforma de decisión sobre los cursos de acción que
tendrán que ocurrir. En este sentido, diseñar un currículo es un eslabón mediacional entre
el conocimiento disponible y la actividad real en las escuelas y en las aulas, de tal manera
que el diseño conecta un conocimiento disponible y unas pretensiones válidas,
transformándolas en prescripciones educativas de actuación.
Las posturas y decisiones que adoptamos en la planificación del currículo se
sustentan normalmente en una serie de principios o convicciones profundas que, aunque
en algunos casos se muestran evidentes, en otros quedan ocultos en la superficie. De tal
manera que los diferentes diseños no pueden ser vistos como meros recursos técnicos,
sino que antes bien, hay que entenderlos ligados a importantes valores educativos como
pueden ser el sistema de competencias, el control de la clase o los saberes a transmitir.
Ahora bien, la función de ordenamiento y racionalización desde la propia perspectiva
ideológica que supone el diseño curricular admite diferentes métodos o estrategias para su
determinación, de donde resultan los diferentes modelos. Modelos, que por otra parte,
cumplen la función de simplificar la ardua tarea de la realización del diseño, ofreciéndose
a los docentes como ejemplos a partir de los cuales se debe reflexionar y experimentar en
condiciones reales de trabajo.
Atendiendo al criterio ideológico al que antes hacíamos referencia podemos distinguir
dos enfoques fundamentales en el diseño curricular, por una parte, el tecnológico y por
otra el práctico. Si bien, antes vamos a pasar revista a los datos e informaciones que nos
proporciona la investigación sobre la planificación del profesor.
43
planificación es dificultoso porque se trata tanto de un proceso psicológico como de una
actividad práctica en donde se han podido distinguir diferentes aspectos, tal como a
continuación vamos a mencionar.
44
planificar el currículo, los profesores deberían comenzar por el contenido de la
enseñanza y los elementos conexos a él tales como el contexto en relación a la
secuenciación, tiempo, recursos, etc.
También se ha podido comprobar que las decisiones que toman los
profesores en relación a los distintos elementos del currículo, objetivos,
contenidos, actividades, evaluación, etc. están mayoritariamente determinadas
por aquellas en relación a las actividades del alumno, seguidas de aquellas otras
que tienen que ver con los contenidos y sólo más tarde con los objetivos
(Wittrock, 1990: 464). Otros estudios confirman que los docentes pasan la
mayor parte del tiempo dedicados a la planificación ocupándose de los
contenidos que han de enseñar, y en segundo lugar de los procesos de
instrucción en relación a las estrategias y actividades, mientras que el tiempo
dedicado a los objetivos es el más breve de todos.
Asimismo, es posible advertir diferencias en la programación entre los
profesores expertos y novatos (Wittrock, 1990: 468) ya que estos últimos la
realizan, sobre una planificación diaria y por lecciones, siguiendo puntualmente
el esquema lineal de Tyler, sin embargo, los más experimentados tienden a
planificar de manera menos sistemática, dedicando menos tiempo a dicha
actividad a la vez que se ocupan del “flujo de actividades” de toda la semana y
no de pequeños detalles de cada lección.
Respecto al modelo de planificación que siguen los profesores es muy
relevante el concepto de plan mental elaborado por McCutcheon (citado por
Marcelo García, 1987: 48) para referirse a la planificación del profesor. En su
plan mental, los profesores consideran problemas prácticos asociados con lo que
ocurre cada día tales como la distribución del material, del tiempo dedicado al
tema de enseñanza, del mantenimiento del orden, etc. Por último hay que
indicar que el plan mental proporciona seguridad y confianza al profesor durante
la enseñanza interactiva.
De acuerdo con todo lo dicho podemos obtener algunas conclusiones en
torno a la investigación sobre la planificación de la enseñanza:
45
d) Existen diferencias en la planificación según se trate de profesores con o sin
experiencia educativa, de tal forma que estos últimos lo hacen diariamente
y siguiendo el esquema tayloriano.
e) La enseñanza de clase está influida por la planificación y las rutinas, ya que
los profesores durante la clase toman pocas decisiones para modificar,
ampliar o reducir la planificación realizada.
Los profesores de Educación Física al igual que sus colegas de otras áreas (Pierón,
1999: 93 y ss.), no siguen el esquema tayloriano de planificación por objetivos,
demostrando que su principal preocupación reside en torno a los contenidos y actividades
de tal manera que de acuerdo con los datos proporcionados por Zahorik sobre las
decisiones que los profesores tomaban al programar la tarea, el 81% se centran en las
actividades, el 70% en los contenidos, y tan sólo un 56% se fija en los objetivos.
Los planes actúan como guiones mentales durante el desarrollo de la enseñanza
interactiva, siendo la discrepancia entre el plan y la realidad la que orienta los procesos de
decisión de esta fase. Asimismo, los profesores son reacios a modificar las rutinas de
dirección de la clase, y sólo introducen cambios como mecanismo de ajuste a la indicada
dirección y en modo alguno para transformarla.
46
describen los comportamientos que los alumnos deberían demostrar de manera
constante tras su participación en el programa, es por ello que deben definirse
en función de los comportamientos deseables. Un ejemplo de objetivo terminal
sería, que los alumnos durante los partidos elijan las técnicas apropiadas
teniendo en cuenta la situación y las ejecuten correctamente. Los objetivos
terminales pueden estar referidos al proceso, al producto o a una combinación
de los dos. Aquellos centrados en el proceso tratan sobre la manera en que una
acción es ejecutada, mientras que los centrados en el producto ponen el acento
más en el resultado de la acción que en la manera como se produjo.
Cuando se establecen los fines que se desean alcanzar en un plan de lección
o unidad se establecen los objetivos de aprendizaje que incluyen la descripción
de una tarea, las condiciones en las cuales debe realizarse y los criterios y
normas que servirán para juzgar si se ha llevado a término con éxito. Se
formulan de la misma manera que los objetivos terminales, es decir, se describe
el rendimiento esperado de los alumnos.
3. Selección de actividades.
Una vez que los objetivos han sido establecidos es el momento de elegir las
actividades que han de constituir el resto del programa, de tal manera que la
primera premisa que sirve a su selección es precisamente la idoneidad de la
misma de cara a contribuir al logro de los citados objetivos. Así por ejemplo, si
el objetivo es la iniciación deportiva desde un punto de vista horizontal que
permita el aprendizaje de elementos comunes a varios deportes, los “juegos
modificados” suponen una actividad adecuada.
Especial significación tiene a este respecto la idea de “progresión” como
conjunto de tareas de aprendizaje que van desde niveles de dificultad simple
hasta niveles más complejos que permitan alcanzar el nivel perseguido por los
47
objetivos del programa. Una intervención coherente exige que los profesores
reflexionen seriamente sobre la naturaleza de sus objetivos y sobre la forma en
que pueden poner en marcha las progresiones de tareas de aprendizaje de
manera que los alumnos puedan superarlas con éxito.
48
diseño, como no podía ser de otra manera, dadas sus especiales características
que se prestaban como ninguna otra al esquema del condicionamiento clásico
estímulo-respuesta. A la vez que era un área en la que la mediación de los logros
de los alumnos, representados en valores de rendimiento físico, era
perfectamente factible, dado que facilitaba la “operativización” de los objetivos
de conducta.
La pieza básica del diseño está constituida por el establecimiento de
objetivos en términos de conducta a fin de facilitar su continua medición, lo que
ha sesgado notablemente la naturaleza de los mismos, centrada casi
exclusivamente en términos de desarrollo de las capacidades físicas y la
utilización a estos efectos de tests estandarizados.
49
docentes y los centros que a un posible repertorio técnico. No definen, por tanto,
objetivos y efectos extrínsecos como resultado del proceso educativo, sino fines que
deben articularse en las decisiones y elecciones, fines que deben ser realizados en las
acciones concretas de los docentes.
Es por ello que el principal instrumento a emplear es la deliberación como proceso
de discusión crítica, social y moralmente complejo, en el que los participantes deliberan
sobre los límites, las dimensiones y las consecuencias de su actuación. En dicha
deliberación se han de justificar los fines educativos, los principios de procedimiento, la
selección de los contenidos, la determinación de los métodos de enseñanza, los sistemas
de evaluación, todos ellos compatibles con el fin y los principios que los desarrollan. No
se trata de elegir el mejor medio para alcanzar el fin propuesto, sino que la realización del
fin está relacionada dialécticamente con el medio.
Pero la deliberación es también un proceso práctico, por el que las experiencias, las
expectativas, los compromisos, el conocimiento teórico y las preferencias personales de
índole político-social y ética puedan ser públicamente expresadas, defendidas y
cuestionadas. El resultado es el compromiso moral que reclama de quien lo adopta la
responsabilidad de su cumplimiento.
De ahí que el currículo no es necesario que sea construido enteramente por los
docentes, ya que se trata de que estos tengan la oportunidad de hacer suyas las
propuestas y los principios de un currículo deliberando sobre ellas, para modificarlas y
probarlas en la práctica. En este sentido el currículo es una propuesta para los docentes,
para que desarrollen su arte práctico (Stenhouse, 1985: 11). El lugar del experto se diluye
en esta dinámica de búsqueda democrática de comprensión entre los participantes, en la
que nadie posee un acceso privilegiado a la verdad, ya que al contrario es la
comunicación racional, y la elección prudente, uno de sus mayores logros.
Así considerado, el resultado de la deliberación como proceso de construcción y
diseño curricular no es un currículo acabado al que responden las escuelas, los docentes
y los alumnos, sino todo lo contrario, es un proyecto curricular (Stenhouse, 1984) que
oferta problemas para ser explorados, pero no plantea soluciones definitivas ni pretende
ser el correcto. En primer lugar por la complejidad de la educación, en segundo, porque
aunque los principios de procedimiento son criterios para la actuación educativa, no
señalan los detalles concretos de la práctica. Por tanto, el currículo resultante es una
invitación a la experimentación y comprobación en las escuelas de hipótesis tentativas de
actuación y una invitación al desarrollo y creación del conocimiento y del aprendizaje
reflexivo de los participantes en la acción.
50
que pueda ser adoptado como suyo propio, ya que si así fuera, se caería de nuevo en los
mismos errores que se denuncian con respecto a la concepción tecnológica, pues los
esquemas formales y lineales tienen un potencial disuasorio en relación a la creatividad, la
práctica y la reflexión docente que no podemos menospreciar.
Entonces, si no hay modelo, ¿cómo podemos orientarnos?, ¿qué ideas podemos
poner en juego a la hora de planificar un currículo desde la aceptación de los
presupuestos del enfoque práctico? Para responder a estas preguntas es necesario fijarse
en algunas experiencias que han producido a su vez ejemplificaciones muy notables.
De acuerdo con ello Gimeno Sacristán (1989: 14 y ss.) muestra cómo la tradición
anglosajona se articula en torno a los denominados proyectos curriculares que se
sustentan en la idea de convertir el currículo de cada curso y etapa en un conjunto de
proyectos cuya realización dependía de cuatro momentos:
51
Figura 2.2. Proceso de reflexión-acción.
52
marco de formación docente. Sin embargo, no pretenden especificar al docente cómo
tiene que aplicarlos, ni asegurar procedimientos estándares de actuación, por ello asumen
la multiplicidad práctica en la que han de desarrollarse. Por último, son proyectos que
incidiendo en la riqueza de los procesos y en la calidad de los aprendizajes no especifican
los aprendizajes finales o terminales, sino que reconocen la incertidumbre y la diversidad
de resultados.
53
caso de la Educación Física están constituidas por las diferentes actividades físicas,
deportivas y artísticas que forman parte de la dimensión cultural de un territorio en un
momento determinado.
Desde este punto de vista las mencionadas prácticas sociales deben integrar los
contenidos de la Educación Física a cuyo fin el profesor ha de realizar las operaciones
necesarias para adecuarlas a las exigencias y necesidades del marco escolar
institucionalizado, de manera que es la situación social de referencia el momento donde
cobra significado cultural la actividad emprendida.
A partir de situar el proceso de enseñanza-aprendizaje en la realidad del contexto
sociocultural, el interés del alumnado se ha de ver reforzado por su participación e
implicación en el desarrollo de las situaciones de clase, es decir, en la posibilidad de elegir
contenidos o tareas de enseñanza, en definitiva por la adquisición de una mayor
autonomía en el manejo de la cultura física.
En esta forma de proceder no es el profesor quien lleva la iniciativa, ni tampoco
impone el ritmo de los aprendizajes, sino que es el proyecto del alumno dotado de
apertura y crea tividad el que conduce la dinámica de los aprendizajes. El profesor por su
parte acompaña al alumno en dicho proceso ofreciéndole la ayuda que precise para
resolver los problemas que aparecen, a la vez que le estimula, apoya, da confianza, le
pide el mayor esfuerzo posible y lo valora justamente.
No obstante, estos efectos no se producen únicamente por la proposición de
practicar en la escuela los elementos de la realidad cultural, sino que de manera diferente
requieren de la manipulación del profesor, cuya primera, y tal vez más importante
misión, es transformar el objeto cultural en objeto de enseñanza, tal como ocurriría si
transponemos la “Carrera de Media Maratón de San Juan” que se celebra todos los años
en la ciudad de Albacete en un objeto de enseñanza cual es la carrera de larga duración.
Ahora bien, esta transposición didáctica debe hacerse con un marcado carácter
educativo, tal como corresponde a la escuela, de forma que se identifiquen con claridad
aquellos principios de intervención propios de la Educación Física, como son el
aprendizaje de valores, la consideración de la persona como globalidad, el fomento de
estilos de vida saludables o la visión crítica de la actividad física.
Pero también, el proceso de enseñanza-aprendizaje incorpora aprendizajes
específicos, como son en el caso del ejemplo anteriormente mencionado las técnicas de
carrera, los métodos de entrenamiento de la resistencia, las limitaciones propias de la
edad o el medio ambiente para la práctica de la carrera y los consejos que deben ser
aprendidos por el alumno en relación al calzado deportivo, lo que requiere de una
planificación individualizada que ha de adquirir el alumno.
En definitiva, podemos afirmar que un proyecto de enseñanza pretende conectar e
integrar las actividades de la escuela con las que se desarrollan fuera de ella y que tienen
relevancia cultural. Es, por tanto, una forma de entender la enseñanza, caracterizada por
su globalidad y significatividad. Aunque para algunos autores (Arpin y col. 2001), el
aprendizaje por proyectos es una simple estrategia de enseñanza, para otros (Hernández,
2004) suponen una concepción global de la educación que rompe con un currículo
54
cerrado.
Los proyectos entendidos de esta manera inducen a considerar el aprendizaje como
un conjunto de relaciones entre alumnos, profesores, y conocimiento de las diferentes
disciplinas, lo que permite conectar el proceso de escolarización con la vida real, las
expectativas del estudiante y de la propia comunidad.
La organización del proceso de enseñanza-aprendizaje de un proyecto debe seguir
las siguientes fases de acuerdo con Generelo y col. (2005):
3. Aprender y progresar.
Del nivel del alumnado, del tiempo disponible y de los medios a nuestra
disposición podremos reelaborar el proyecto que habíamos empezado a generar.
55
No obstante, debemos tener en cuenta que la etapa inicial y final responden a
exigencias muy particulares, que serán tanto más elevadas cuanto más a largo
plazo sea el proyecto.
Sin embargo, lo más importante es que después del debate que se ha de
mantener en clase el alumnado sabe por qué se hacen las cosas y tienen sentido
para ellos dentro de un proyecto más global. A partir de ahí se marca la
evolución en el aprendizaje y las fases por las que vamos a pasar, de forma que
los alumnos saben en todo momento en qué punto nos encontramos en la
evolución del aprendizaje, ya que es muy importante que estén informados de
cuándo serán las pruebas de control de aprendizaje, para que puedan constatar
su evolución y que aprendan que la exigencia es progresiva en función del paso
del tiempo. En esta fase es determinante para conseguir la premisa de aprender
y progresar la elección de las tareas o situaciones de aprendizaje por parte del
docente.
| Glosario |
56
¿En qué consiste el aprendizaje por proyectos?: El planeamiento del aprendizaje basado en
proyectos es un modelo de instrucción en el que los estudiantes planean, implementan y evalúan
proyectos que tienen aplicación en el mundo real más allá de la clase. En ellos se establecen
actividades de largo plazo y centradas en el estudiante, en lugar de lecciones cortas y aisladas.
| Actividades recomendadas |
57
3
La enseñanza deportiva escolar
3.1. Introducción
Si bien es cierto que todos los contenidos del currículo oficial tienen la misma relevancia
académica, no es menos cierto que el deporte inunda la vida del niño desde incluso antes
de la Educación Primaria (EP), convirtiéndose en una actividad con gran significatividad
y motivación para él. Este bombardeo de conocimientos y experiencias deportivas (no
sólo de carácter físico, sino también referidas a conceptos y actitudes) que los niños
reciben desde los medios de comunicación, sus compañeros y hasta sus propias familias
es lo que nos hace pensar que el deporte debe ser tratado en el centro educativo, ya
desde el inicio de la EP.
Por una parte, el niño debe aprender a convivir desde los primeros cursos de la EP
con dinámicas tan conflictivas como la competición, el deporte-espectáculo o el consumo
de productos deportivos. Por otra parte, el juego deportivo adaptado a los objetivos
educativos adecuados puede ser una motivadora y efectiva manera de desarrollar desde
las habilidades básicas en EP hasta la salud y el hábito hacia la práctica deportiva en
Educación Secundaria (ES).
Este capítulo se dividirá en dos grandes apartados (3.3 y 3.4), en los que nos
adentraremos en dos modelos de enseñanza que se adaptan perfectamente a los
fundamentos constructivistas que enunciamos en el primer capítulo de este libro, a saber,
la Enseñanza Comprensiva del Deporte (ECD) y la Educación Deportiva (ED). El
primero de ellos, la ECD, está configurado por una serie de propuestas que hacen
hincapié en el aprendizaje deportivo desde un enfoque táctico, prestando especial
atención en el desarrollo del conocimiento cognitivo teórico y práctico del deporte, con el
fin de formar “espectadores reflexivos y jugadores inteligentes” (Bunker y Thorpe, 1982:
5). El segundo, la ED, pone el acento en los valores y trata de ofrecer al niño “una
experiencia auténtica del deporte” (Siedentop, 1994: 3). De esta manera, el alumno tiene
la posibilidad de conectar su actividad escolar con su práctica deportiva fuera de la
escuela, lo cual permite una serie de aprendizajes enormemente funcionales
contextualizados, así como el desarrollo del hábito deportivo. Actualmente ambos
modelos tienden a enseñarse de manera coordinada, con lo que se consigue una
enseñanza deportiva con grandes posibilidades.
58
3.2. Caso
59
Aunque las propuestas se han ido formulando en multitud de países, las aportaciones
iniciales más relevantes fueron las de Bunker y Thorpe (1982) en Reino Unido, y Bayer
(1992) en Francia. A partir de ahí, y en función del contexto, las propuestas teóricas se
fueron sucediendo: la Aproximación Táctica a la Enseñanza de los juegos (Tactical
Games Approach, Mitchell, Oslin y Griffin, 2003; Mitchell, Oslin y Griffin, 2006); el
Games Sense (Australian Sports Commission, 1997); la Aproximación Conceptual a la
Enseñanza de los juegos (Games Concept Approach, Tan, Wright, McNeill, Fry y Tan,
2002); el Modelo Experto-Novato (Castejón Oliva, 2000); Play Practice (Launder,
2001); Modelos Estructurales-Funcionales (Lasierra Aguilá y Lavega Burgués, 1993; y
Contreras Jordán, De la Torre Navarro y Velázquez Buendía, 2001, entre otros); el
Modelo de Aprendizaje Táctico-Decisional (Tactical-Decision Learning Model,
Gréhaigne, Wallian y Godbout, 2005)…
Evidentemente, no existe un modelo único. Sin embargo, el proceso de globalización
que vivimos en todas las áreas de nuestra vida no ha hecho una excepción con el
deporte, y todos estos enfoques de enseñanza tienen más en común que de diferente.
Por tanto, nosotros analizaremos las características principales compartidas por la
mayoría de los modelos, y que permiten afirmar que este tipo de enseñanza es
esencialmente constructivista (Light y Fawns, 2003; López Ros, 2003; García López,
2006, Rovegno y Dolly, 2006).
60
El conocimiento procedimental se define como la relación causa-efecto que se
establece en una acción (Anderson, 1976). Es del tipo “si… entonces…” (if… then…).
Esta categoría de conocimiento es aquella que sitúa al sujeto en un contexto figurado y le
pide decir, por ejemplo, qué haría si se encontrase en una situación de contraataque dos
contra uno en floorball, y fuera el jugador atacante con balón en la frontal del área rival.
Este contexto figurado puede ser, por ejemplo, ante un gráfico en un examen escrito o
ante un partido visto por televisión con los amigos. En todo caso, para poder contestar
adecuadamente, el sujeto debe poseer un conocimiento declarativo de aspectos tales
como el pase, el regate, el contraataque…, y a partir de ahí decidir qué es lo más
conveniente en función de lo que perciba de la situación, pero siempre conservando un
plano teórico de la cuestión.
Aunque con similares características, muy diferente en cuanto a la dificultad es la
toma de decisiones, que es aquel conocimiento que se pone en práctica cuando se elige
qué hacer en una situación de juego real. Es decir, nos estamos refiriendo al caso de que
el sujeto se encuentre realmente en la situación de contraataque y tenga que elegir una
respuesta adecuada a los parámetros espacio-temporales en los que se encuentre.
No nos cabe duda de que la formación deportiva es mucho más rica cuando se
adentra tanto en los aspectos técnicos como en los aspectos tácticos de un deporte, pues
el alumno tendrá un conocimiento más globalizado del deporte en cuestión. Es más, el
conocimiento táctico ofrece unas posibilidades de transferencia que posibilitan el
aprovechar lo aprendido para unos deportes en otros similares, que favorecería el hecho
de sacar un mayor rendimiento al tiempo escolar (García López, Contreras Jordán,
Penney y Chandler, 2009).
Por último, proponemos que la selección de los contenidos de enseñanza parta de
una clasificación adecuada de los mismos. ¿Por qué? Pues el fin no es otro que
garantizar que el alumno al final de sus etapas educativas obligatorias haya
experimentado deportes pertenecientes a diferentes categorías, para tener el máximo
número de vivencias. En este sentido, además de deportes individuales y de lucha, en los
que no entraremos por no ser juegos deportivos, pero que también han de ser
contemplados, el docente debería garantizar que el alumno haya adquirido conocimientos
deportivos de los diferentes tipos de juegos deportivos, agrupados por sus características
comunes (Cuadro 3.1). De esta manera, el docente debe elegir al menos un juego de
cada categoría.
61
3.3.2. Las tareas en la ECD
62
Figura 3.1. Esquema general de la Pedagogía de los juegos de equipo (Blázquez Sánchez, 1986).
63
utilización de juegos modificados y formas jugadas como tareas tipo en su
planteamiento de enseñanza. Los juegos modificados plantean situaciones de
juego global en las que se mantiene la esencia del deporte o categoría de
deportes que pretenden enseñar. Así, los juegos modificados de baloncesto
siempre mantienen la existencia de dos equipos que disputan el balón y que con
él tienen la posibilidad de conseguir puntos.
Thorpe, Bunker y Almond (1984) diferencian dos tipos de juegos
modificados, los juegos modificados por representación y los juegos
modificados por exageración (Figura 3.2). En los primeros (representación), se
trata de una versión reducida del juego adulto, como es el caso del Mini-Basket
o el Mini-Balonmano (reducción en tamaño del campo, el objetivo, o el balón;
modificación del tiempo de juego y de los cambios de jugador por equipo…).
En los segundos (exageración) el cambio es más profundo. Se trata de exagerar
un aspecto para asegurar su adecuado tratamiento, reduciendo en lo necesario
todo lo demás. Un buen ejemplo es el tradicional “juego de los cinco pases”, en
el que elementos tales como el bote o la meta pueden desaparecer, en aras al
eficaz trabajo del pase o del desmarque. En este caso, podría darse que los
alumnos, jugando en un tres contra tres, no consiguiesen el objetivo de los cinco
pases. Podríamos preguntarles por qué creen ellos que está sucediendo, y
guiarles hasta que se diesen cuenta que, o bien los pases no se están dando al
compañero adecuado, o bien los compañeros no están dando las posibilidades
de pase mediante desmarques para conseguir el objetivo.
Figura 3.2. Posibles modificaciones del juego (Thorpe, Bunker y Almond, 1984).
Sin embargo, hay ocasiones en las que las situaciones de juego modificado pueden
continuar siendo excesivamente difíciles para el alumno, especialmente para el
aprendizaje de algunas técnicas específicas. En este caso se recomienda la utilización de
64
formas jugadas, que podemos definir como tareas lúdicas que no mantienen la esencia
del juego deportivo que pretenden enseñar, pero que sí prestan atención a factores de
tipo perceptivo o decisional. Un ejemplo también clásico de esta forma metodológica es
el plantear a los alumnos que lleven el balón botando por un espacio reducido tratando de
tocar el balón de los compañeros pero evitando que toquen el suyo propio. Como se
puede apreciar, cada alumno deberá atender no sólo a cómo ejecutar el bote, sino
también a aspectos perceptivos tales como el balón y el resto de jugadores, y tomar
decisiones referidas a los espacios más seguros a los que desplazarse y los jugadores que
son susceptibles de tocar su balón.
En cualquiera de los casos, lo importante es que la modificación es fundamental para
adaptar el juego a las posibilidades del niño o del adolescente. Para ello, el docente debe
conocer muy bien qué modificaciones puede hacer en cada elemento del juego, y qué
implicaciones conllevan para el mismo. Méndez Giménez (2003) nos presenta una
completa revisión de este aspecto, analizando cómo la modificación del móvil, el
implemento, la meta, el espacio, el número de jugadores, el tiempo y las reglas puede
suponer una mejora en el proceso de adaptación de un juego al alumnado. Un ejemplo
de modificación de un juego de invasión es el propuesto por Mitchell y col. (2006), y que
exponemos a continuación (Cuadro 3.2).
Cuadro 3.2. Modificaciones de un juego de invasión en función del objetivo (Mitchell y col., 2006)
65
Por el contrario, cuando la meta es un cono, el problema principal será cómo darle a ese
cono con el móvil, por lo que las claves del juego estarán en decidir adecuadamente
cuándo disparar, y ejecutar correctamente un disparo raso. Lo mismo sucede cuando la
meta es recibir un pase tras una línea de fondo, donde el problema estará centrado en un
pase a un compañero en esa situación, y por tanto, las decisiones más relevantes estarán
relacionadas con dar los pases entre la defensa al jugador objetivo, y las acciones claves
con aquellas que supongan un desmarque del jugador sin balón para recibirlo detrás de la
línea de fondo.
Los modelos de ECD han optado por utilizar aquellas estrategias en la práctica que más
se han adaptado a sus intereses. La estrategia en la práctica se define como “la forma
particular de abordar los diferentes ejercicios o tareas que componen la progresión de
enseñanza de una determinada habilidad” (Sicilia Camacho y Delgado Noguera, 2002, p.
22). Este concepto abarca un amplio espectro que tiene como extremos la práctica
analítica pura, donde se fragmenta totalmente la habilidad, y la práctica global, donde la
habilidad es tratada como un todo.
Si en el epígrafe anterior destacábamos la importancia de la utilización de la técnica
de enseñanza mediante la búsqueda, que es algo en lo que la mayoría de las propuestas
de la ECD coinciden (Blázquez Sánchez, 1986; Bunker y Thorpe, 1982; Devís Devís y
Peiró Velert, 1992; Mitchell, Oslin y Griffin, 2003-2006; Contreras Jordán, De la Torre
Navarro y Velázquez Buendía, 2001…), no ocurre lo mismo con la estrategia en la
práctica utilizada a la hora de enfocar el desarrollo de los contenidos de una sesión, que
es más diversa en las diferentes propuestas. Nosotros aquí nos centraremos en dos, por
ser las más aceptadas, la estrategia en la práctica global-analítico-global y la estrategia en
la práctica analítica progresiva.
Mitchell, Oslin y Griffin (2003-2006) plantean que la sesión debe empezar y acabar
siempre en una situación global. De esta manera, plantean una versión simplificada del
modelo de Bunker y Thorpe (1982), con tres fases claramente diferenciadas (Figura 3.3).
66
Figura 3.3. Enfoque táctico de la enseñanza de los juegos deportivos (Mitchell, Oslin y Griffin, 2003-2006).
La sesión debe empezar con un juego, adaptado al nivel del alumno, donde se
plantea un problema con unas dificultades tácticas y técnicas. Un ejemplo podría ser el
juego de los 5 pases que hemos explicado anteriormente. Una vez practicado el juego (1)
se daría paso a la fase de reflexión propia de la enseñanza mediante la búsqueda, donde
se tratarían los aspectos tácticos del juego (2), con preguntas tales como “¿por qué has
fallado el pase?” y “¿a quién deberías haber pasado?”, para luego volver a la situación de
juego (1). A continuación se llevaría una práctica de corte analítico (3) de aquellos
aspectos técnicos en los que el juego presentara una complejidad especial, y por tanto
difíciles de alcanzar en situación global. Siguiendo con el ejemplo, los jugadores podrían
ponerse por cuartetos, tres fuera y uno en medio intentando robar, y trabajar el picado o
de pecho. Se acabaría la sesión volviendo a la situación inicial de juego, integrando en
ella los aprendizajes técnicos y tácticos.
Bien porque los alumnos no sean capaces de afrontar la tarea global desde el
principio, bien porque se considere que al no tener el conocimiento técnico la situación
global inicial no es la forma más eficaz de empezar la sesión, otros autores plantean de
manera implícita que la progresión más adecuada podría ser la forma analítica progresiva.
Este es el caso de la propuesta de Contreras Jordán, De la Torre Navarro y Velázquez
Buendía (2001) para los deportes de invasión. Para esta categoría de deportes, estos
autores proponen que cada problema táctico se aborde inicialmente con situaciones de
cooperación (con compañeros, sin adversarios), a continuación con situaciones de
oposición (contra adversarios, sin compañeros), y finalmente con situaciones de
cooperación/oposición (con compañeros y contra adversarios). Siguiendo el ejemplo
anterior del pase, se podría dar comienzo a la sesión con un trabajo de autolanzamiento,
pasar después a hacer pases con el compañero, y finalizar con el juego de los 5 pases,
con compañeros y adversarios. Nótese que hemos saltado el paso de trabajar sin
compañeros y con adversarios, pues no podría trabajarse el pase, al no tener a nadie a
quien pasar.
67
La lógica interna de un deporte viene definida por las relaciones que se establecen
entre los principios de acción y los elementos estructurales propios de ese deporte. Los
principios de acción son máximas que el jugador debe seguir en función del contexto de
juego. Bayer (1992: 52) afirma que “estos principios constituyen el punto de partida, la
base; representan la fuente de una acción, definen las propiedades invariables sobre las
cuales se realizará la estructura fundamental del desarrollo de los acontecimientos”. Los
elementos estructurales son aquellos en los que se descompone el deporte.
Clasificaciones básicas de estos elementos son las propuestas por Parlebas (1988) o
Hernández Moreno (2000). Desde un punto de vista práctico, coincidimos con Martínez
de Dios (1996) en que tres son los elementos básicos a tener en cuenta en la enseñanza
de los deportes: la comunicación, el espacio y los diferentes subroles que puede realizar
el jugador (elementos técnico-tácticos). En cualquier caso, si el lector quiere profundizar
en este tema, recomendamos la lectura de los artículos de Navarro Adelantado y Jiménez
Jiménez (1998; 1999).
Dado que cada categoría de juegos deportivos (invasión, cancha dividida, campo y
bate, blanco y diana) tiene una lógica interna diferente, los principios tácticos de acción
serán diferentes, y los elementos estructurales elegidos para la progresión también lo
serán. Pues bien, tomando como ejemplo los juegos de invasión, los principios más
ampliamente aceptados son los propuestos por Bayer (1992), (Figura 3.4).
Estos principios son conjugados con los tres elementos estructurales que citamos
anteriormente (comunicación, espacio y elementos técnico-tácticos) de diferentes
maneras en función de cada autor. Por ejemplo, Contreras Jordán, De la Torre Navarro
y Velázquez Buendía (2001) utilizan como principal elemento estructural la
comunicación. Este elemento se puede trabajar de tres maneras: cooperación (tareas con
compañeros), oposición (tareas con adversarios) y cooperación-oposición (tareas con
compañeros y frente a adversarios). De esta manera, la progresión parte de juegos en los
que se plantean situaciones relativas al primer principio de actuación en ataque
(conservar la posesión del móvil), y dentro de ellas siguiendo el orden dado por el
elemento de comunicación (cooperación, oposición y cooperación-oposición) del
principio. Una vez los alumnos dominan los contenidos referentes al primer principio de
ataque, pasaríamos en orden por los siguientes principios de ataque y por los principios
de defensa, trabajando siempre en cada uno de ellos, y por este orden, situaciones de
cooperación, oposición y cooperación-oposición.
Cuadro 3.3. Principios de actuación para los deportes colectivos (Bayer, 1992)
68
Aunque parezca que los otros elementos estructurales (espacio y técnica) han sido
obviados de esta manera, no ha sido así, sino que han sufrido un tratamiento implícito.
Así, las tareas de cooperación implican la utilización de unos elementos técnicos como el
pase, las de oposición de otros como la conducción o el tiro, y las de cooperación de
ambas posibilidades. Otro tanto ocurre con el espacio, que requerirá de menor
delimitación y tamaño en las tareas de cooperación, y habrá de ser mayor y estar mejor
delimitado en las de cooperación-oposición.
69
3.4. Educación Deportiva (ED)
¿Qué experiencia tiene un niño en el centro educativo? ¿Es la misma que percibe fuera
de él? Cuando el niño juega en el parque, ve un partido por televisión o asiste al estadio,
vive una experiencia muy diferente de la que habitualmente tiene en el centro educativo.
Así, en el primer caso percibe ambientes festivos (hay cantos, la gente viste con la
camiseta de su equipo e incluso se pinta con sus colores), percibe diferentes roles que
dan una visión diferente del hecho deportivo (jugadores, entrenadores, árbitro,
periodistas…), cada partido es sólo una pequeña parte de un campeonato, suele haber
fases finales… Sin embargo, en el colegio las clases se reducen a la enseñanza de manera
repetitiva de técnicas y a un partido corto de vez en cuando.
Después de varios años profundizando en esta situación e investigando cómo
plantear otro tipo de enseñanza deportiva en el colegio, Daryl Siedentop (1994) recogió
en el libro Educación Deportiva una propuesta teórica y numerosas aplicaciones y
experiencias prácticas, que configuraron este nuevo modelo de enseñanza del deporte. La
Educación Deportiva (ED) “favorece una experiencia deportiva más completa y auténtica
que las típicas de Educación Física” (Siedentop, 1994: 3).
A diferencia de la ECD, propuesta que se fundamenta en una innumerable cantidad
de autores, la ED se ha desarrollado en torno a esta propuesta de Siedentop (1994) y sus
posteriores modificaciones. Es por ello que a lo largo de este apartado del capítulo
seguiremos principalmente este documento.
3.4.1. Metas de la ED
70
3.4.2. Aspectos básicos de la ED
El hecho de que la ED busque una experiencia auténtica del deporte no significa que
reproduzca con exactitud el deporte de los adultos. El tratamiento del hecho deportivo en
el centro educativo requiere de una serie de requisitos que citamos a continuación.
En cuanto a la participación, los equipos tienen un número reducido de componentes
71
para asegurar que todos tienen un tiempo mínimo de práctica. Además, no se permiten
situaciones como la eliminación de la competición, todos los equipos participan en las
fases finales, todos los alumnos pasan por los roles básicos y tienen la oportunidad de
colaborar en el objetivo del equipo.
La ED plantea la utilización de juegos modificados al igual que la ECD, de modo
que el alumno practique tareas adecuadas a su nivel de desarrollo. En función del
deporte, se suele trabajar desde un 1contra 1 hasta un 5 contra 5. En la línea de los
juegos modificados y las formas jugadas, se mantienen los aspectos esenciales del
deporte y se modifican los secundarios.
Pero si hay una característica que diferencia el deporte educativo en este modelo del
federativo y extraescolar, es la brillante utilización de los diferentes roles que aparecen en
la temporada. Los alumnos, además de jugadores, pueden representar los papeles de
árbitros, periodistas, entrenadores, preparadores físicos, diseñadores (camisetas),
organizadores de fiestas… No hay como ejercer de árbitro, de entrenador o de
periodista, para entender esa vivencia, entender su dificultad y aprender a respetar su
trabajo.
3.4.4. La competición en la ED
Son muchos los aspectos que hay que organizar en una temporada de ED (creación de
equipos, asignación de roles, selección del deporte, materiales curriculares escritos y
deportivos…). Si el lector decide programar su propia unidad didáctica de ED, es
aconsejable que tenga a mano a título de orientación alguno de los manuales sobre ED
(Siedentop, Van de Mars y Hastie, 2004; Penny, Clarke y Kinchin, 2005) o algunas de
las experiencias publicadas en revistas como el Journal of Physical Education,
Recreation and Dance. Lamentablemente, todavía no existen publicaciones en castellano
que conozcamos que desarrollen el modelo en profundidad.
No queremos sin embargo dejar de comentar algunos aspectos sobre el cariz de la
competición en la ED. Sin caer en los excesos de otro tiempo, la competición aparece
como un aspecto fundamental en la ED. Entre otras cosas, ¿cómo se puede afirmar que
alguien es competente en un deporte, con un mínimo de globalidad, si no se le evalúa en
una tarea competitiva? Podemos decir que un sujeto juega bien a un deporte si es capaz
de desenvolverse adecuadamente en una situación de juego real, que en el deporte está
íntimamente unida a la competición. Esta competición no tiene por qué tener un carácter
oficial, sino simplemente suponer la dinámica en que se desarrolla el juego.
Sin embargo, en ED queda manifiesto que el resultado sólo es fruto del trabajo
realizado durante el proceso, por lo que se vuelca toda la responsabilidad en la asunción
de la ejecución de los roles, el entrenamiento en pretemporada y durante la temporada, el
planteamiento de las competiciones, etc. La competición se convierte en la medida del
trabajo y el esfuerzo realizado. Esto no quiere decir que si no se gana, no se habrá
trabajado o esforzado. La idea es más bien focalizar la atención en el progreso en cuanto
72
a la manera de competir, de tal modo que se puede perder y haber mejorado en aspectos
técnicos, tácticos o cooperativos, que los alumnos reflejan en unos portafolios donde se
recogen los diferentes materiales e informes creados por los alumnos.
Desde el punto de vista del currículo, la ED trata de huir del modelo multiactividad
imperante en occidente. Este modelo se basa en la enseñanza de la Educación Física
mediante unidades didácticas cortas y muy variadas, las cuales favorecen la experiencia
del alumnado en múltiples y variadas actividades, pero no permiten practicar
suficientemente como para garantizar un aprendizaje mínimo del deporte. Podríamos
decir que con este modelo se cumple el refrán “quien mucho abarca, poco aprieta”. Es
por esto que la ED plantea temporadas suficientemente largas para que los alumnos
aprendan.
Es también por esta razón que la ED ha encontrado un aliado fundamental en la
ECD. Algunos de los últimos estudios realizados en relación a la ED han sido
precisamente aquellos que han analizado la forma de enseñar de manera integrada ambos
modelos, con el fin de garantizar el desarrollo táctico y técnico del alumnado, y han
contrastado de manera positiva esos resultados (Dyson, Griffin y Hastie, 2004;
Alexander y Penny, 2005; Hastie y Curtner-Smith, 2006). Según estos trabajos, la ECD
encuentra en las pretemporadas de las unidades didácticas de ED un lugar idóneo para su
desarrollo. A partir de ahí, los alumnos pueden conservar esas tareas realizadas en
pretemporada en el portafolios para usarlas durante los entrenamientos de la temporada
para mejorar su juego y corregir posibles problemas que pueden surgir.
Por otra parte, muchos de los roles suponen un nuevo contenido dentro del
currículo, que se añade a la táctica, la técnica y el reglamento. Este contenido aporta
interesantes matices tanto desde los diferentes puntos de vista conceptual, procedimental
y actitudinal. A modo de ejemplo, el rol de árbitro favorece el conocimiento de las reglas,
la comprensión de su aplicación en situación de juego y el respeto por la dificultad de
arbitrar.
Desde el punto de vista didáctico, cabe la posibilidad de dejarse llevar por la
tentación de entender el papel del profesor como un mero organizador de actividades.
Nada más lejos de la realidad. El profesor tiene un papel muy activo en todas la fases del
proceso de enseñanza y aprendizaje (preactiva, interactiva y postactiva). En la fase
preactiva deberá organizar todo el proceso (preparar clases de pretemporada, selección
de jugadores por equipo, planificación de la competición…). En la fase interactiva puede
encontrarse ante sesiones directivas (típicas de la pretemporada) y sesiones de práctica
más independiente por parte de los alumnos (entrenamientos, partidos, elaboración de
informes y materiales curriculares…). Sin embargo, este último tipo de sesiones obligan
al profesor a tomar un papel de dinamizador de las sesiones, y de evaluador al aportar
feedback a los alumnos sobre el desarrollo de las actividades.
73
El otro aspecto básico en la filosofía didáctica de la ED es el trabajo en grupos
pequeños y heterogéneos llamados… equipos. En estos grupos los alumnos aprenden a
aprender de los otros y a compartir responsabilidades. Los entrenamientos son momentos
clave en este proceso. Este planteamiento de trabajo en grupos se fundamenta en la
creación de comunidades de práctica de cara a la consecución de un aprendizaje legítimo
periférico (Lave y Wenger, 1991; ver capítulo 1). La ED espera que los conceptos,
procedimientos y actitudes aprendidos por el niño en clase tengan transferencia a las
situaciones que rodeen el deporte fuera del centro educativo.
| Glosario |
La Enseñanza Comprensiva del Deporte: Está configurada por una serie de propuestas que hacen
hincapié en el aprendizaje deportivo desde un enfoque táctico, prestando especial atención en el
desarrollo del conocimiento cognitivo teórico y práctico del deporte, con el fin de formar
“espectadores reflexivos y jugadores inteligentes”.
Los juegos modificados: Plantean situaciones de juego global en las que se mantiene la esencia del
deporte o categoría de deportes que pretenden enseñar. Existen dos tipos de juegos modificados, los
juegos modificados por representación y los juegos modificados por exageración. En los primeros
(representación), se trata de una versión reducida del juego adulto, como es el caso del Mini-Basket o
el Mini-Balonmano (reducción en tamaño del campo, el objetivo, o el balón; modificación del tiempo
de juego y de los cambios de jugador por equipo…). En los segundos (exageración) el cambio es más
profundo, exagerando un aspecto (pase, desmarque, marcaje, etc.) para asegurar su adecuado
tratamiento, reduciendo en lo necesario todo lo demás.
Los principios de acción: Son máximas que el jugador debe seguir en función del contexto de juego.
La enseñanza del deporte: No sólo se puede afrontar sobre una sola modalidad, sino que también
puede abarcar al tiempo una serie de deportes de una misma categoría. Los enfoques tradicionales
(una modalidad) son los que han venido a denominarse verticales, mientras que los más novedosos
74
(varias modalidades al tiempo) son los llamados horizontales.
La Educación Deportiva: Es un modelo de enseñanza que pone el acento en los valores y trata de
ofrecer al niño una experiencia auténtica del deporte. De esta manera, el alumno tiene la posibilidad de
conectar su actividad escolar con su práctica deportiva fuera de la escuela, lo cual permite una serie
de aprendizajes enormemente funcionales contextualizados, así como el desarrollo del hábito
deportivo.
La competición en la ED: Aparece como un aspecto fundamental. Podemos decir que un sujeto
juega bien a un deporte si es capaz de desenvolverse adecuadamente en una situación de juego real,
que en el deporte está íntimamente unida a la competición. Esta competición no tiene por qué tener un
carácter oficial, sino simplemente suponer la dinámica en que se desarrolla el juego. La competición se
convierte en la medida del trabajo y el esfuerzo realizado. Esto no quiere decir que si no se gana, no se
habrá trabajado o esforzado. La idea es más bien focalizar la atención en el progreso en cuanto a la
manera de competir, de tal modo que se puede perder y haber mejorado en aspectos técnicos, tácticos
o cooperativos, que los alumnos reflejan en unos portafolios donde se recogen los diferentes
materiales e informes creados por los alumnos.
Los roles llevados a cabo en la ED suponen un nuevo contenido dentro del currículo, que se añade a
la táctica, la técnica y el reglamento. Este contenido aporta interesantes matices desde los diferentes
puntos y se configuran como una auténtica enseñanza por competencias.
| Actividades recomendadas |
4. Piensa en algún rol que puedas asignar a los alumnos durante una clase de ED, y trata de definirlo:
en qué consiste, cuáles son sus funciones, qué competencias debería tener y desarrollar un
alumno para desempeñar bien el rol.
75
4
Percepción y movimiento
4.1. Introducción
76
demandas sociales, a fin de que sus aprendizajes resulten más útiles y significativos tanto
para los alumnos como para la propia sociedad. A tal fin nos hemos permitido centrar
nuestra atención en el presente capítulo en los dos aspectos enunciados anteriormente; a
saber, por una parte el análisis y aplicación de las capacidades visuales al deporte, por
otra a la repercusión de la percepción del propio cuerpo en relación a la formación de la
imagen corporal en la adolescencia. Las limitaciones autoimpuestas en el desarrollo del
presente capítulo habrán de redundar, sin duda, en la funcionalidad del conocimiento.
4.2. Caso
77
4.3. Aproximación al concepto de percepción
La percepción tiene que ver con los procesos por los que adquiere información del
mundo exterior una persona a fin de organizarla de forma significativa en su interior, para
de este modo tomar conciencia del mundo que le rodea. En palabras de Rigal (2006), es
preciso buscar en el entorno inmediato la información que nos sirva para llevar a cabo
una acción emprendida.
Sin embargo, conviene dar un paso atrás para situarnos en la primera etapa de la
aprehensión del mundo exterior, me estoy refiriendo a las sensaciones como experiencias
simples y básicas producidas por estímulos de esa misma naturaleza. En efecto, la
sensación constituye una mera recepción de la información que ofrece el medio y se
capta a través de los sentidos, de forma que por medio de los receptores sensitivos
conocemos lo que pasa a nuestro alrededor y en nosotros mismos.
Ahora bien la percepción supone una experiencia más compleja ya que responde al
resultado de un proceso de orden superior por integración o asociación de sensaciones,
de ahí que la percepción es un proceso integrador que sigue a la sensación, cuya función
es la de crear formas mentales de representaciones internas del mundo exterior para
hacer posible el conocimiento. Así, tras el proceso perceptivo surge la imagen como
actividad perceptiva interiorizada, por lo que gracias a la imagen tenemos la visión de
nuestro propio cuerpo o de un movimiento determinado. En suma, la percepción es la
adquisición del conocimiento de uno mismo y el mundo que le rodea gracias a la
selección y asociación de información.
Son muchos los trabajos de investigación que establecen que el rendimiento exitoso en un
deporte requiere de una destreza perceptiva entre otras. La habilidad perceptiva es
determinante en el deporte de alto rendimiento, como es el caso de los deportes
colectivos en donde los jugadores se enfrentan a un ambiente complejo y variable, por lo
que obtienen información del balón, los compañeros de equipo y los oponentes, a la vez
que toman decisiones limitados en el espacio y el tiempo por sus oponentes.
La importancia de la percepción en el deporte está justificada, ya que el deportista se
enfrenta a un entorno en el que recibe una gran cantidad de información, de la capacidad
del deportista para analizar todas esas sensaciones y realizar las adecuadas percepciones
depende en gran parte el éxito de su actuación. Para obtener un mayor rendimiento en un
deporte tenemos que conseguir la mayor información posible del entorno y procesarla
adecuadamente.
Es precisamente la capacidad de anticipación la que viene determinada por la
habilidad perceptiva, de manera que los deportistas expertos reconocen, analizan e
interpretan la información más eficazmente que sus compañeros menos expertos. Sin
78
embargo, tal circunstancia no es debida al talento innato del deportista sino que es deudor
de las experiencias previas que hacen que los practicantes expertos interpreten las
situaciones basándose en las mencionadas experiencias a través de las que han elaborado
estructuras de conocimiento que facilitan que la búsqueda de información se dirija hacia
las áreas más pertinentes.
La literatura confirma la habilidad superior de los expertos para anticiparse a las
acciones de sus oponentes. Intentar anticiparse al lanzamiento de un penalti es la
estrategia más adecuada para pararlo. Así, los porteros deberían prever la dirección del
balón antes de ser golpeado, mientras que la altura puede ser anticipada justo antes del
contacto. Los estudios revelan que para anticiparse a un lanzamiento de penalti la
información se obtiene del ángulo de carrera, del arco de la pierna al acercarse a la
pelota, del ángulo del pie y la carrera al golpear. Asimismo, la posición de la cadera antes
del impacto se considera muy informativa, ya que para un lanzador diestro, una cadera
abierta sugiere que el lanzamiento irá a la izquierda del portero, mientras que si la cadera
permanece cerrada irá con más probabilidad a la derecha del portero. También la pierna
que no golpea da una información importante cuando queremos anticiparnos al
lanzamiento del penalti.
Un componente muy importante de la habilidad perceptiva es la estrategia visual,
que se refiere al modo en que los ejecutantes mueven los ojos para fijar el foco de
atención dirigiéndola a la información más relevante. Así, se ha podido comprobar que
los jugadores expertos están más interesados en los espacios libres del terreno, mientras
que los menos expertos fijan su atención en los otros atacantes y el balón.
Sin embargo, no existen evidencias empíricas de que los expertos tengan
superioridad optométrica que les haga tener una mejor visión, lo que indica que no es
necesario un nivel de función visual extraordinario para tener un alto rendimiento en el
deporte, ya que incluso, a veces, los novatos tienen una mejor visión, es por ello que está
aceptado que la superioridad perceptiva de los expertos se debe a un conocimiento de las
estructuras cognitivas que requiere el deporte, adquirido por la práctica útil y deliberada.
Por ello, la visión, como capacidad perceptiva, es determinante en el deporte y más
concretamente en el rendimiento deportivo, ya que del sistema visual obtenemos la
mayor parte de la información de nuestro entorno, son más de 2/3 de la información que
llega al cerebro la que procede de la visión (Roncagli, 1992). Además es el sistema que
de forma más exacta informa del movimiento y del entorno. Además parece obvio que si
la información del entorno es recogida o interpretada de manera equivocada o con un
déficit de tiempo, la respuesta obtenida no será la adecuada, lo que afectará al
rendimiento (Plou, 2007).
La posibilidad de que la información sensorial que las personas reciben de la visión
pueda ser analizada, entrenada, mejorada, orientada y educada para mejorar su
rendimiento convierte a la visión en la base de la realización del movimiento. Por ello, la
importancia de la visión es fundamental en el deporte, ya que en él los participantes y los
objetos se mueven en trayectorias rápidas y complejas, por lo que se hace fundamental
una visión eficiente, por ejemplo en los deportes colectivos las acciones son rápidas y
79
además de al móvil, el balón, es necesario prestar atención al entorno, a los compañeros
y los adversarios.
80
inspirar la manera de realizar los feedbacks correspondientes. En cuanto a la práctica, la
interferencia contextual y las variaciones de la misma integran las formas esenciales. Así,
similares tareas o una misma tarea con variaciones de las condiciones ambientales
constituyen la práctica aleatoria como práctica de calidad.
Finalmente, debemos considerar la existencia de una edad adecuada para el
comienzo de la práctica del entrenamiento perceptivo a fin de ubicarlo en el
correspondiente nivel de enseñanza. En este sentido, está demostrado que la capacidad
perceptiva mejora con la edad y la experiencia, y aunque resulta difícil encontrar una
edad determinada que marque el comienzo de la mejora de las habilidades perceptivas
debido a las diferencias individuales en el desarrollo cognitivo, parece claro que no
existirán progresos hasta que el alumno no haya desarrollado las habilidades motrices
necesarias para la aplicación de una respuesta eficaz. No obstante, hemos de considerar
que la información visual domina sobre cualquier otra a los 7-8 años, lo que establece el
sistema visual como soporte básico para la regulación del comportamiento motor, por lo
que su entrenamiento resulta fundamental en el primer ciclo de la Enseñanza Primaria.
El aprendizaje de la motricidad tiene que ver con un conjunto de acciones diferentes que
deben ser adaptadas a las demandas de las diversas situaciones en que aquella se
desarrolla, tal es el caso de las trayectorias de los móviles, las distintas posiciones en un
juego, o la forma de llevar a cabo una acción. De tal manera que se puede predicar de
alguien que es competente motrizmente cuando es capaz de adaptar su habilidad a
situaciones similares a aquellas que aprendió.
Es por ello que para la enseñanza deportiva la variación de los contextos de práctica
ha sido un elemento fundamental de los procesos de enseñanza-aprendizaje, por lo que el
profesor debe ofrecer una variedad de situaciones de práctica que favorezcan acciones
diversas y su correspondiente aprendizaje. En este sentido, variar supone modificar algún
elemento de la situación o tarea para provocar nuevos parámetros de respuesta, como es
el caso de la variación en la velocidad, trayectoria, fuerza, etc.
Son numerosos los textos didácticos que proponen ofrecer experiencias múltiples y
variables a los niños desde la educación infantil como procedimiento más adecuado para
enseñar las habilidades motrices, sin embargo, la cuestión sigue apuntando a qué aspectos
variar de la tarea y cómo variarlos, a cuyo fin ha habido interesantes propuestas como es
el caso de las trayectorias como elemento a variar en los deportes que utilizan un móvil;
o en los lanzamientos que se variasen las distancias, tamaño de los blancos, formas de los
objetos y trayectorias.
Otro problema es el de si la práctica debe ser realizada en bloques de una misma
variación hasta que sea dominada, o por el contrario debe ser estructurada a través de un
cambio constante de dichas variaciones. Pues bien, la respuesta no es sencilla ya que la
práctica aleatoria altera el ritmo de práctica a la vez que eleva el nivel de incertidumbre
81
sobre la tarea de cada ensayo, por lo que, sin duda, su aprendizaje será más lento, sin
embargo, provoca efectos más favorecedores de la retención y transferencia ya que el
acceso y disposición de un plan de acción es más rápido que cuando la práctica ha sido
seriada, ya que lo importante es favorecer que el sujeto construya en cada ensayo la
solución a la tarea y no que memorice dicha solución. Por ello, la práctica debe ser un
proceso de creación e invención más que una simple repetición, lo que conecta con
nuestra propuesta de aprendizaje significativo y constructivo.
82
En consecuencia, podemos afirmar que la imagen corporal es un constructo compuesto
de tres componentes:
La alteración de la imagen corporal puede ser grave, en algunos casos, lo que recibe la
denominación de trastorno de la imagen corporal, también llamado trastorno dismórfico,
incluido como categoría diagnóstica en los DMS, que se manifiesta como un conjunto de
aspectos (sobreestimación, distorsión, insatisfacción) que constituyen una preocupación
exagerada en el individuo, que produce malestar hacia un defecto imaginario o extremado
de la apariencia física. Existen tres criterios diagnósticos en el DSM-IV-TR (APA, 2002):
Ahora bien, la alteración de la imagen corporal puede plantearse desde dos facetas
diferentes, por una parte, una alteración perceptual que se manifiesta en la incapacidad
de los pacientes para estimar con exactitud el tamaño corporal; por otra, una alteración
cognitivaafectiva hacia el cuerpo, que se manifiesta en la presencia de emociones o
pensamientos negativos por culpa de la apariencia física.
Por tanto, cuando se habla de alteración de la imagen corporal es necesario
especificar qué aspecto estamos considerando alterado. Así, la distorsión corporal
denomina la alteración de la imagen corporal en el ámbito de la estimación del tamaño,
mientras que la insatisfacción corporal expresa la alteración de la imagen referida al
conjunto de emociones, pensamientos y actitudes negativas hacia el tamaño y forma del
cuerpo. La distorsión perceptual hace referencia a la diferencia entre el cuerpo que
83
percibe el individuo y el cuerpo que realmente tiene. La insatisfacción es la consecuencia
de la discrepancia entre el cuerpo percibido y el cuerpo ideal. Cuando la discrepancia
entre el cuerpo ideal interiorizado y la imagen corporal, como cuerpo percibido o
experimentado, es excesiva, la valoración del cuerpo se hace negativa, con el
consiguiente riesgo de que también lo sea la autoestima.
Los estudios sobre distorsión perceptual ponen de manifiesto que las mujeres
presentan una distorsión de su cuerpo mayor que los hombres, además esta distorsión
tiene carácter negativo, ya que se perciben más gordas de lo que son en realidad. Por el
contrario un porcentaje destacado de chicos se perciben más delgados que lo que
realmente son, quizás por el deseo de parecer más fuertes. Por su parte, los estudios
sobre insatisfacción corporal demuestran que a gran parte de las chicas y algo menos de
los chicos les gustaría estar más delgados de lo que están, al igual que los chicos afirman
que les gustaría ser más fuertes y musculosos de lo que son.
84
La pubertad y adolescencia son etapas de cambios físicos y psíquicos en los que la
construcción de la imagen corporal tiene una especial relevancia. Junto a ellos las
influencias sociales tienen un peso fundamental en el tema que nos ocupa, de manera que
la cultura de la delgadez tiene un gran impacto sobre el ideal de belleza de los
adolescentes, ya que han experimentado desde su infancia un modelo corporal femenino
más delgado que el de la mujer promedio, que paulatinamente ha sido interiorizado.
Así, cuanto más delgado sea el modelo ideal que haya interiorizado el adolescente,
más probable será que su cuerpo le cree preocupación e insatisfacción. Sin embargo, el
desarrollo físico a estas edades contradice el ideal de la cultura de la delgadez lo que en
algunos casos desencadena patologías del trastorno de la imagen corporal, a la vez que en
otros se perjudica la autoestima.
Todos los cambios neurobioquímicos, psicológicos y sociales son un factor de riesgo
añadido al inicio de trastornos de la imagen corporal y trastornos del comportamiento
alimentario. Mientras que en los chicos el incremento de peso se debe en gran parte al
aumento del músculo, en las chicas se produce por un aumento del tejido adiposo en las
zonas en que más les preocupan como son las nalgas, muslos y abdomen. En este
sentido, se sabe que los adolescentes con una maduración temprana pueden presentar
mayor predisposición a la insatisfacción corporal.
Varios son los factores que influyen en la formación de una imagen corporal negativa,
entre los que se encuentran la familia, las amistades y los aspectos socioculturales.
1. La familia.
Un ambiente familiar en el que se comente la importancia de la apariencia
delgada refuerza los comportamientos de dieta a la vez que rechaza la obesidad.
Las influencias más importantes son las de las madres sobre las hijas.
2. Las amistades.
Los adolescentes pertenecientes a un mismo grupo tienden a parecerse en la
manera de vestir, en los comportamientos sociales, pero también en la forma de
ver y valorar el propio cuerpo. En el caso de las chicas, la percepción que tienen
de las opiniones y conductas de las amigas referentes a la imagen corporal, junto
a la intensidad con la que se comparan con el cuerpo de otras, son factores que
ayudan a tener un grado de insatisfacción con su propio cuerpo.
85
de dichos cánones es la del cuerpo femenino que ha pasado de tener “curvas y
celulitis”, en donde la grasa corporal denotaba triunfo asociado a un alto nivel de
vida, a los actuales cuerpos esqueléticos, mientras que en el género masculino
esta evolución ha sido más discreta, pero latente en cuanto a cuerpos atléticos
como medio de supervivencia en la prehistoria y cuerpos musculosos como
canon de belleza actual. En la difusión de todo ello han tenido un papel
fundamental los medios de comunicación y la publicidad.
5. Otros factores.
El desarrollo físico prematuro produce mayor insatisfacción corporal en las
chicas, ya que el aumento de las proporciones se entiende no como fruto de la
maduración sino como síntoma de obesidad. Sin embargo, los chicos más
retrasados en su crecimiento tienen más problemas con su imagen ya que se ven
menos altos y fuertes.
Por otra parte, algunos estudios han demostrado que la insatisfacción corporal varía
en función del tipo de inclinación sexual. Así, entre las chicas, las lesbianas presentaron
menos insatisfacción corporal y menos preocupación por su apariencia física que las
heterosexuales. En el caso de los chicos sucedió a la inversa, ya que los homosexuales
presentaron mayor preocupación por su imagen corporal y experimentaron una mayor
insatisfacción corporal.
Finalmente, el afecto negativo relacionado con una autoestima baja, en ambos sexos,
se ha asociado con predisposición a la insatisfacción corporal. En las chicas dicha
insatisfacción está orientada a perder peso, mientras que en los varones se relaciona con
un deseo de ganar músculo.
1. Atención selectiva. Se trata de poner especial interés en las zonas del cuerpo que
más insatisfacción crean. Dedicar demasiado tiempo a pensar en ellas y llevar a
cabo remedios para solucionar los defectos de esas partes contribuirá a
mantener la preocupación.
2. Conductas de evitación. Consisten en evitar las situaciones que nos provoquen
86
malestar con nuestro propio cuerpo, como sería el caso de ir a la piscina.
3. Rituales de comprobación. El hecho de comprobar repetidas veces la presencia o
ausencia de un defecto provoca inseguridad y preocupación.
87
3. Reestructuración cognitiva. Se entrena a los sujetos a detectar pensamientos
negativos relacionados con la apariencia física, examinar la evidencia a favor y
en contra y construir pensamientos más adaptados, basados en la evidencia.
4. Exposición. A todas aquellas situaciones que produzcan malestar y eliminación,
por tanto, de las conductas de evitación.
5. Exposición con prevención de respuesta. Para eliminar los rituales de
comprobación del cuerpo como pesarse muchas veces, mirarse repetidamente al
espejo, etc.
6. Prevención de recaídas.
88
| Glosario |
Las sensaciones: Son experiencias simples y básicas producidas por estímulos de esa misma
naturaleza que constituyen una mera recepción de la información que ofrece el medio y se capta a
través de los sentidos, de forma que por medio de los receptores sensitivos conocemos lo que pasa a
nuestro alrededor y en nosotros mismos.
La percepción: Está constituida por los procesos por los que adquiere información del mundo
exterior una persona a fin de organizarla de forma significativa en su interior, para de este modo tomar
conciencia del mundo que le rodea.
La estrategia visual: Es un componente de la habilidad perceptiva referido al modo en que los
ejecutantes mueven los ojos para fijar el foco de atención dirigiéndola a la información más relevante.
Se ha podido comprobar que los jugadores expertos están más interesados en los espacios libres del
terreno, mientras que los menos expertos fijan su atención en los otros atacantes, y el balón.
La imagen corporal: Es un constructo compuesto de tres componentes: el perceptivo, que incluye
información sobre el tamaño y forma de nuestro cuerpo y sus partes, en relación a cómo se percibe el
89
tamaño corporal, tanto de algunas partes como en su globalidad; el cognitivo-afectivo, referido a los
pensamientos, automensajes, sentimientos, actitudes, creencias y valoraciones sobre nuestro cuerpo;
el conductual, que serían las conductas derivadas de la percepción positiva o negativa del cuerpo y de
los sentimientos de satisfacción o insatisfacción asociados a esa percepción.
La práctica de actividad física: Se relaciona con la insatisfacción corporal de manera contrapuesta
debido a la multitud de factores que inciden en la realización de la actividad física. Si bien algunos
estudios han demostrado un efecto inmediato en la mejora de la imagen corporal durante la edad
escolar, otros destacan que no es un factor importante.
| Actividades recomendadas |
90
5
Expresión corporal
5.1. Introducción
5.2. Caso
91
El Ayuntamiento de una ciudad media española tiene un proyecto educativo muy
interesante para sus habitantes diseñado e implementado por los centros educativos del
municipio. Dicho proyecto implica tanto actividades escolares como extraescolares, pero
fundamentalmente estas últimas, ya que quiere prestar un servicio a las familias
trabajadoras con hijos pequeños, a fin de que puedan ocupar el tiempo libre con
actividades formativas mientras sus padres realizan la jornada laboral.
El concejal de educación encargado de confeccionar y coordinar el programa ha
establecido un conjunto muy interesante de actividades musicales, deportivas y culturales
en general, sin embargo, observa cómo existe una diferenciación importante entre unas y
otras actividades, por lo que quiere ofrecer en su programa algunas de naturaleza muy
global que abarquen las capacidades de manera conjunta y no separada como
tradicionalmente se venía haciendo.
Concibe la idea de ofrecer una actividad denominada “Música y movimiento” cuyos
contenidos estén relacionados con la sensibilización musical, pero también con la
actividad física. Se quiere con ello que la práctica de la materia suponga un hito en la
lucha contra el sedentarismo a la vez que una sensibilización con las formas musicales a
través del ritmo. Con estas premisas encarga al Director del Centro “Reyes Católicos” de
Educación Primaria el diseño del programa de la materia y este a su vez pide la
colaboración de los profesores de Música y Educación Física del centro para realizar
dicha labor.
¿Si fueras el profesor de Educación Física mencionado qué contenidos diseñarías
para que integrasen el programa de la materia? ¿Podrías citar algún ejemplo de sesión?
¿Cómo conseguirías que la actividad física utilizada en las actividades fuera vigorosa?
5.3. El conglomerado de teorías de gran carga ideológica que fundamentan la expresión corporal
Existe una gran dificultad para definir la expresión corporal en cuanto a su origen y
funciones toda vez que el mismo está muy condicionado por la impronta ideológica. En
efecto, el carácter interdisciplinar de los ámbitos del conocimiento, entre los que destaca
la danza y el teatro, junto a la ideología neomarxista, en cuyo contexto nace, conforman
la urdimbre en donde asentar la idea de expresión corporal.
En sentido primario, la expresión corporal se define como la manifestación en el
propio cuerpo y, a través de él, de lo que la persona es. Pero además del sentido genérico
se han ido incorporando acepciones más o menos técnicas que la suscriben en
determinados campos científicos o profesionales. Así, para algunos, la expresión corporal
se concibe como una actividad preparatoria, base tanto de actividades artísticas como de
aprendizajes escolares o de técnicas terapéuticas; se entiende también como técnica
específica y autónoma y, también, como actividad artística genérica; por último, y para
nosotros más interesante, constituye en la actualidad un componente curricular, ya sea de
la educación artística o de la educación física.
La base ideológica que inicialmente da sustento a la expresión corporal es la filosofía
92
existencialista, sin embargo, su consolidación se produce con la fenomenología de la
percepción de Merleu-Ponty (1975) que atribuye al cuerpo en su integridad la
participación en la organización de la propia vida personal de forma definitoria, de
manera que la interacción entre la persona y el mundo, o dicho en otros términos entre el
cuerpo y el espacio, constituye una relación simbólica que introduce la noción de cuerpo
como espacio expresivo.
A partir de la fenomenología de Merleau-Ponty se suceden los estudios sobre la
expresividad, y con ellos surgen y se establecen nuevos sentidos y justificaciones de la
expresividad corporal, sobre todo en lo que al lenguaje se refiere. Así, la expresividad se
considera necesariamente corporal en la medida en que únicamente el cuerpo posibilita la
presencia del mundo en el lenguaje, pero la expresividad es también corporal desde una
segunda perspectiva cual es la presencia intersubjetiva de ti en mí, como relación con el
otro.
Otra gran corriente de influencia en la expresión corporal es la teoría freudiana en
donde el psicoanálisis destaca como un modelo de atención y representación del cuerpo,
en el que comprende este como imagen cargada de afecto, como fuente energética, cajón
simbólico de significaciones, etc., en donde la asociación entre el estado muscular y
emocional del individuo condiciona las nuevas perspectivas de tratamiento. En este
contexto se introduce una idea de expresión corporal como la unidad que constituyen las
maneras, los ritmos, los modos de manifestación del movimiento de cada persona, de
cada organismo. La expresión corporal se define como el aspecto somático de la
expresión emocional.
Pero, si todo lo anteriormente citado supone una compleja y difícil base constitutiva,
el panorama viene a complicarse aún más, si cabe, con las nuevas perspectivas
procedentes de la sociología crítica, que han ido consolidando una denuncia contra los
modos de intervención represiva de los agentes sociales, tales como instituciones
educativas, religiosas o terapéuticas, sobre las formas de hacer y ser de los individuos.
Estos discursos se han convertido en la base teórica de los que vieron en las prácticas de
expresión corporal, al menos inicialmente, una solución para la lucha contra el sistema
capitalista, al que considera responsable del estado de sometimiento y reducción de la
expresividad corporal de nuestra cultura. De ahí que se pueda entender el concepto de
expresión corporal como forma de liberación corporal en tanto que indicativo de un
proceso de liberación social.
En este sentido, la corriente neomarxista insiste en que el estilo de vida deportivo es
uno de los sistemas represivos mediante el control institucional de los gestos. Las
representaciones y manifestaciones corporales constituyen espacios sociales distintivos
que se crean en función de mediadores como las condiciones de trabajo, los hábitos
alimenticios, los gustos estéticos, etc. Las desiguales posibilidades que tienen las personas
para percibir el propio cuerpo desde la soltura o encanto personal y, a la inversa, desde la
torpeza e inseguridad depende de las posiciones sociales ocupadas (Bordieu, 1988).
Paralelamente a esta evolución ideológica, la Expresión Corporal ha recibido
diferentes definiciones en función del ámbito desde el que se ha estudiado. Así desde el
93
punto de vista del lenguaje corporal, Villada Hurtado (2002, p. 106), es definida como la
“capacidad que permite a todos los seres humanos que exterioricen y pongan de
manifiesto sus deseos, sentimientos, pensamientos, emociones y sensaciones,
materializándolo a través del cuerpo. La expresión corporal se sirve de los gestos, las
posturas, las miradas, el movimiento y de todas las posibilidades que el cuerpo humano
es susceptible de generar”. Es esta una definición que se centra en la exposición de los
diferentes medios de los que el individuo se puede servir para expresarse.
Desde su perspectiva artística u orientada al espectáculo, “las actividades físicas de
expresión son conductas de comunicación de una persona o de un grupo, en las cuales el
sustrato está constituido por sistemas de comunicación que utilizan la expresividad del
cuerpo para objetivar una representación estética del mundo en el marco de una
interrelación entre actores y espectadores” (Mateu, 1993). Esta definición destaca el
vínculo entre el emisor del mensaje artístico, el actor, y el receptor de dicho mensaje, el
público.
Por último, desde el punto de vista educativo, Gutiérrez Díaz del Campo (2003) la
define como conjunto de prácticas a partir de las cuales el alumno mejora el
conocimiento propio, del entorno y del otro, a través de la interiorización y
exteriorización de sentimientos, emociones y mensajes mediante el lenguaje corporal. La
expresión corporal adquiere relevancia como contenido educativo dada la necesidad de
mejorar la comunicación interpersonal y el propio diálogo interno, tan importante en los
tiempos actuales que nos han tocado vivir.
El cuerpo comunica por sí mismo, no sólo por la forma en que se mueve o por las
posturas que adopta, sino también porque puede haber un mensaje en la forma del
cuerpo en sí y en la distribución de los rasgos faciales (Davis, 1976). Todo ello llevó ya a
Darwin (1838) a afirmar que las acciones expresivas que exhiben las personas y los
animales son innatas o heredadas, es decir, no han sido aprendidas por el individuo, no
obstante, algunos otros gestos que no resultan tan naturales han sido aprendidos al modo
de las palabras de una lengua. Sin embargo, esta idea no es compartida ya que como
afirma Birdwhistell (1979) los gestos y movimientos corporales no tienen un significado
universal ya que varían su sentido en las diferentes culturas.
Pues bien, desde esta perspectiva la expresión corporal supone dar la posibilidad a
los alumnos de que aprendan a expresar sus propios pensamientos y sentimientos, siendo
capaces de captar los significados implícitos, es decir, fomentando el diálogo
interpersonal e intrapersonal. Es por ello que se introduce como contenido en el currículo
educativo a través de dos áreas cuales son la Educación Artística y la Educación Física,
sobre todo porque ofrece a las personas una manera propia de pensar y un medio de
expresión de sentimientos.
Gutiérrez Díaz del Campo (2004), a partir de las propuestas de Ortiz Camacho (2002) y
94
Villada Hurtado (2001), presenta una propuesta de estructuración de los contenidos que
conforman la Expresión Corporal, expuesta en la Figura 5.1. Obviamente, no recogemos
todos los contenidos de Expresión Corporal, puesto que estos no dejan de aumentar, y
hay algunos que son comunes a otros bloques de contenidos. Además, como ya hemos
mencionado anteriormente, nuestra intención es reflejar aquellos que sean más
significativos desde el punto de vista educativo. En este capítulo desarrollaremos los
elementos del lenguaje corporal, por ser comunes a todas las manifestaciones expresivas,
y la danza porque entendemos que posiblemente sea el contenido expresivo donde la
actividad física tiene una mayor relevancia.
Figura 5.1. Propuesta de estructuración de los contenidos que conforman la Expresión Corporal (Gutiérrez Díaz
del Campo, 2004).
De entre los elementos que se trabajan en el lenguaje corporal, hay algunos de ellos que
no son específicos de la Expresión Corporal (esquema corporal, ritmo, elementos
cualitativos del movimiento), por lo que nos centraremos en aquellos que sí lo son.
Concretamente, nos vamos a centrar en cuatro de ellos, debido a su relevancia en el
95
desarrollo de las sesiones de Educación Física, que son: la cinésica, la proxémica, la
conducta táctil y el paralenguaje.
1. La cinésica.
La cinésica es la ciencia cuyo objeto de estudio es el lenguaje del cuerpo.
Proviene del vocablo griego kinesis, que significa movimiento. Integra las
actitudes, conductas o movimientos realizados mediante gestos, miradas,
posturas o formas determinadas de moverse, que de forma consciente o
inconsciente transmiten información. Birdwhistell fue el padre de la cinésica,
realizando sus investigaciones en la década de los cincuenta a partir del
visionado ralentizado de películas. Sus esfuerzos fueron dirigidos a la creación
de un idioma corporal universal para la comunicación no verbal. La cinésica
reconoce una serie de elementos con contenido expresivo, que desarrollamos a
continuación.
Los gestos. Son los movimientos con parte del cuerpo o todo él, con los
que expresamos estados de ánimo y sentimientos. En realidad no existe
unanimidad a la hora de delimitar la zona corporal a la que se refiere el gesto, ya
que encontramos autores que lo consideran referido a todo el cuerpo, mientras
otros lo circunscriben al rostro y manos. Siguiendo a Ortiz Camacho (2002), los
gestos han sido clasificados de diferentes modos. Stoetzel (1971) los agrupa en
tres categorías:
96
tiempo (duración).
El movimiento y sus elementos cualitativos. Por elementos cualitativos del
movimiento entendemos las diferentes formas de usar el cuerpo, el espacio, el
tiempo y la energía (Ortiz Camacho, 2002). Siguiendo a Schinca (1988), los
cinco factores que actúan sobre el movimiento y de los que depende la calidad
del mismo, son:
2. La proxémica.
Es la ciencia que estudia las interacciones espaciales en la comunicación no
verbal. El principal autor que la desarrolla es Hall (1969), el cual desarrolla una
serie de conceptos que ayudan a entender las relaciones personales y sociales, y
su significado en función de los aspectos espaciales en los que se dan. Hall
define con este objeto una serie de distancias personales y conceptos espaciales.
Las distancias pueden ser:
97
Los espacios próximos son los que tienen como límite los movimientos
personales sin desplazamiento, mientras que los espacios lejanos hacen alusión
al espacio ocupado mediante los desplazamientos. Otros conceptos relevantes
del espacio son el espaciamiento (adecuada distancia individual entre las
personas y otros objetos, tales como el mobiliario), o la territorialidad (noción
por la cual se manifiesta la necesidad de un espacio para cada persona, y su
defensa puede llevar a comportamientos agresivos).
5.4.3. Paralenguaje
98
aunar todo en un sólo concepto. La danza nace con la propia humanidad siendo un
fenómeno universal que está presente en todas las culturas, todas las razas y en todas las
civilizaciones. Es considerada, generalmente, como la expresión de arte más antigua, y a
través de ella se comunican sentimientos de alegría, tristeza, amor, muerte, etc. En
definitiva, la danza, a lo largo de la historia, no sólo se ha utilizado como elemento
liberador de tensiones emocionales, sino también como ritual, magia, o arte y religión.
A la vista de todo ello podemos decir que la danza es una actividad humana
universal porque se extiende a lo largo de toda la historia de la Humanidad, y por todo el
planeta habitado; se práctica por ambos sexos, y en todas las edades; es una actividad
motriz porque utiliza el cuerpo humano a través de técnicas corporales específicas para
expresar ideas, emociones y sentimientos, siendo condicionada por una estructura
rítmica; es polimórfica, porque se presenta en múltiples formas, como arcaica, clásica,
moderna, etc.; es polivalente porque tiene diferentes dimensiones como es la artística,
terapéutica, ocupación del ocio o educativa; es compleja porque conjuga varios factores
como los biológicos, psicológicos, sociológicos, estéticos, morales, políticos, técnicos y
geográficos, y además porque conjuga la expresión y la técnica y es simultáneamente una
actividad individual y de grupo.
99
alumno explorará y percibirá de forma autónoma sus propias sensaciones internas, y a
otras personas y objetos como medios de relación y comunicación.
El placer de la invención o la expresión total y vivenciada debe ser el eje sobre el
que gire la experiencia estética y la interpretación dramática regulada por normas y
prescripciones en etapas posteriores del desarrollo del sujeto. La expresión como medio
de exteriorizar la vida interior servirá a los alumnos para conocerse y reconocerse a sí
mismo y a los demás.
La danza debe tener una integración progresiva en el currículo, con el fin de que el
alumno reciba una enseñanza lo más adecuada posible a su capacidad de aprender. A
continuación vamos a aportar una serie de orientaciones de cara a que el docente pueda
confeccionar su propia secuencia de actividades en relación a la danza. Las orientaciones
serán de dos tipos. Las primeras, propuestas por Viciana Garófano y Arteaga Checa
(1997), son comunes a cualquier tipo de danza. Las segundas, de Educación Física, Ortiz
Camacho (2002), tienen un carácter específico al tipo de danza elegido.
Viciana Garófano y Arteaga Checa (1997) parten de la necesidad de que la danza
desarrolle de manera progresiva las capacidades de movimiento, física, expresiva y
cognitiva. Para ello dan unos criterios de actuación didáctica en dificultad creciente de
cada una de estas capacidades. En todo caso, no se trata de trabajar cada una de ellas de
forma aislada, sino de tener unas referencias para el análisis de la dificultad de la tarea, y
por tanto una facilitación en su secuenciación.
Respecto a la capacidad de movimiento, se han de tener en cuenta las diferentes
acciones motrices, para lo que hemos de considerar las siguientes preguntas:
100
coreografía, progresando en aspectos como el paso de una coordinación
gruesa a una coordinación fina, y la independencia segmentaria.
b) Número de veces que se repite el movimiento en dicha coreografía,
sabiendo que a mayor variabilidad mayor dificultad de la tarea, mientras
que si se repiten los mismos movimientos pero muchas veces la dificultad
será menor.
c) Complejidad de las habilidades o movimientos que se realizan. Dentro de
nuestras clases de Educación Física, las habilidades o movimientos son
secundarios respecto a lo expresado. Ello no es óbice para que se lleve a
cabo un cierto aprendizaje de los movimientos implicados (pasos,
vueltas…) que permitan un mayor disfrute y desarrollo de la danza.
d) Base de sustentación sobre la que se realizan los movimientos, teniendo en
cuenta que una mayor base permitirá una mayor estabilidad y facilidad del
movimiento.
e) Lado corporal con el que se realiza el movimiento, partiendo del lado
dominante y evolucionando al dominio del otro lado.
3. Evolución temporal.
101
a) Aportación personal interna. Conforme el alumno desarrolla sus
posibilidades expresivas, tomará conciencia de las mismas, lo cual
favorecerá su implicación en la tarea.
b) Implicación segmentaria expresiva. Cada segmento tiene unas posibilidades
expresivas, y el sujeto debe conocerlas.
c) Adaptación a la situación donde se realiza. La coreografía sólo es un medio
para el desarrollo expresivo del alumno. Por ello, adaptaremos nuestra
enseñanza a aquellas situaciones en las que los alumnos se sienten más
cómodos: todos participarán al tiempo, de tal forma que todos son público
de todos; a partir de ahí se trabajará en grupos, pero partiendo de los
vínculos entre el alumnado para que haya confianza en el desarrollo de las
actividades; de ahí se pasará a forma grupos sin la premisa anterior,
finalmente abordaremos el trabajo individual.
Por su parte, Ortiz Camacho ofrece un ejemplo de progresión de los diferentes tipos
de danza (libre, actividades coreográficas, bailes de salón y tradicionales) para la
Educación Primaria. En el siguiente cuadro (Cuadro 5.1) se muestra cómo los elementos
de cada tipo de danza se introducen de manera progresiva. Así, en los bailes de salón, en
primer ciclo se puede familiarizar al alumno con las estructuras rítmicas, en segundo ciclo
el niño puede asimilar esas estructuraras y desarrollarlas de forma creativa, y en tercer
ciclo se puede afrontar la enseñanza de pasos específicos del baile en cuestión, así como
el aprendizaje de coreografías.
Cuadro 5.1. Orientaciones sobre la introducción de los diferentes tipos de danza en la Educación Primaria (Ortiz
102
Camacho, 2002).
Por último, Viciana Garófano y Artega Checa (1997) realizan una serie de
recomendaciones en función de la técnica de enseñanza utilizada para el desarrollo de las
tareas.
Cuando la técnica elegida sea la instrucción directa (la solución de la tarea es dada
por el profesor), se deben de atender a las siguientes propuestas organizativas:
103
número de desplazamientos, que tanto el modelo como el grupo permanezcan
en su espacio propio, para evitar pérdidas de tiempo.
2. Si las dimensiones de la sala lo permiten, se puede trabajar “por oleadas”,
avanzando los alumnos en hilera desde un lado de la sala a otro.
3. Utilizar las “diagonales” de la sala es otra forma de trabajar, con una participación
alternativa del alumnado que permite dar tiempos de recuperación, así como
evitar aglomeraciones.
4. Formas jugadas. En ellas se integra el trabajo propuesto por el profesor con algún
componente lúdico, como hacerlo frente a frente con otra persona, cogidos de
las manos, en tren…
En caso de elegir como técnica de enseñanza la búsqueda (el alumno indaga para
conseguir la mejor respuesta a la tarea propuesta por el profesor), es recomendable que
el docente atienda a los siguientes aspectos en función del momento del proceso de
enseñanza:
| Glosario |
La expresión corporal: Surge como alternativa de actividad física al deporte de raíz capitalista,
pretende liberar el cuerpo de la represión gestual y de clase ofreciendo nuevas formas igualitarias de
percepción del cuerpo y gestos no estereotipados.
La composición: Corresponde a la fijación de los elementos con mayor sentido implícito, más
pertinentes y más significativos con relación al tema y se mantienen tras la improvisación estructurada
para conducir a la construcción de una secuencia gestual significativa.
104
El gesto significativo: Es el resultado de los diferentes factores que forman el gesto de la danza cuya
coordinación conduce al gesto significante. El movimiento significante es el resultado de la
articulación, la interacción, la interdependencia y el crecimiento de diversos componentes como son el
cuerpo, el peso, el contacto, el espacio, el tiempo, o las intensidades e interacciones de los bailarines.
La cinésica: Ciencia cuyo objeto de estudio es el lenguaje del cuerpo. Proviene del vocablo griego
kinesis, que significa movimiento. Integra las actitudes, conductas o movimientos realizados mediante
gestos, miradas, posturas o formas determinadas de moverse, que de forma consciente o inconsciente
transmiten información.
La proxémica: Es la ciencia que estudia las interacciones espaciales en la comunicación no verbal. El
principal autor que la desarrolla es Hall (1969), el cual desarrolla una serie de conceptos que ayudan a
entender las relaciones personales y sociales.
Conducta táctil: El contacto físico es transmisor de información, de carácter afectivo-emocional,
expresando diversos significados y provocando reacciones emocionales tanto positivas como
negativas que dependen de la zona que toca y la que es tocada, la intensidad del contacto, el tiempo de
este y la relación entre los sujetos.
Paralenguaje: Información aportada de forma paralela a la comunicación verbal, mediante aparato
fonador. Heineman divide los elementos no verbales en dos grandes grupos: la calidad de la voz, altura
tonal, intensidad sonora, volumen y timbre; y la forma de hablar, en tanto que continuidad, acento,
velocidad, etc.
La estructura rítmica: Se puede definir como una ruptura en la regulación de la cadencia que puede
ser obtenida por la introducción de acentos fuertes o débiles, o por la asociación en la misma
secuencia de tiempos cortos o largos.
La danza: Es una actividad humana universal porque se extiende a lo largo de toda la historia de la
Humanidad, y por todo el planeta habitado; se practica por ambos sexos, y en todas las edades; es una
actividad motriz porque utiliza el cuerpo humano a través de técnicas corporales específicas para
expresar ideas, emociones y sentimientos, siendo condicionada por una estructura rítmica; es
polimórfica, porque se presenta en múltiples formas, como arcaica, clásica, moderna, etc.; es
polivalente porque tiene diferentes dimensiones como es la artística, terapéutica, ocupación del ocio o
educativa; es compleja porque conjuga varios factores como los biológicos, psicológicos,
sociológicos, estéticos, morales, políticos, técnicos y geográficos, y además porque conjuga la
expresión y la técnica y es simultáneamente una actividad individual y de grupo.
| Actividades recomendadas |
1. ¿Cuáles son las causas de la aparición de la expresión corporal como contenido de la Educación
Física?
2. Justifica la relevancia educativa de la expresión corporal.
3. Elabora una sesión para el aprendizaje del ritmo en relación al movimiento.
4. Elige un tipo de danza y plantea un objetivo didáctico diferente para cada ciclo de Educación
Primaria y Secundaria, de tal manera que se aprecie una progresión en dificultad.
5. Plantea una tarea para desarrollar cada uno de los objetivos didácticos planteados en la actividad
anterior.
105
6
Educación Física para estilos de vida
saludables
6.1. Introducción
Estamos asistiendo a un cambio en los patrones de conducta que derivan hacia estilos de
vida más sedentarios, cuyas causas últimas son la vida en las ciudades, las nuevas
tecnologías, el ocio pasivo y el mayor acceso a los transportes. En la población infantil y
juvenil estos fenómenos se agudizan debido al número de horas que dedican a jugar con
los ordenadores y videojuegos que han aumentado de forma espectacular, de manera que
el ocio en la infancia es cada vez más sedentario. Los datos actuales muestran que los
niños españoles pasan una media de 2 horas y 30 minutos al día viendo televisión y
media hora adicional jugando con videojuegos o conectados a internet. Estos
comportamientos sedentarios como jugar a videojuegos o el número de horas delante de
la Televisión se han relacionado positivamente con niveles altos de adiposidad. A esto
hay que añadir un entorno urbanístico poco favorable a la práctica de juegos y actividad
física.
Sin embargo, el sedentarismo es fuente de enfermedad, tal como muestra Campillo
(2006) desde la perspectiva de una rama de la ciencia médica, cual es la medicina
evolucionista o darviniana, que lo explica de la siguiente manera. Existe una ley universal
que establece que todo animal ha de pagar un precio de trabajo muscular para conseguir
las kilocalorías de los alimentos, o dicho de otra manera, el diseño evolutivo del animal
humano requiere un gasto energético muscular para conseguir la energía de los alimentos.
A lo largo de muchos años de evolución de la especie humana, la obtención y el gasto de
energía han estado balanceados, sin embargo, en la historia más reciente se ha alterado
dicha relación, y hoy una buena parte de la población constituyen el único ser animal
capaz de ingerir enormes cantidades de kilocalorías en forma de alimentos sin gastar una
sola kilocaloría muscular para conseguirlas.
En todos los estudios siempre se ha considerado el sedentarismo como la condición
basal o de control, mientras que el ejercicio físico ha sido considerado como la condición
experimental, es decir, la adaptación. Sin embargo, si tenemos en cuenta las propuestas
de la medicina darwiniana, la condición basal de la especie humana sería la actividad
106
física continuada y con una cierta intensidad. En este sentido, el sedentarismo sería un
proceso carencial, de deficiencia, promotor de enfermedad.
El sedentarismo tiene una clara solución a través de la práctica de actividad física,
sin embargo, su implementación no parece tan fácil, por lo que los políticos de muchos
países vuelven los ojos hacia la escuela, y en particular, la asignatura de Educación Física
para encontrar soluciones. A estos efectos, el debate se plantea en torno a conformar una
Educación Física que dé respuesta al problema a cuyo fin es preciso asegurar los
siguientes extremos:
Sin embargo, la labor de que la infancia sea activa no puede ser meramente nominal,
sino que debe ser profundamente efectiva. Es preciso constatar que las afirmaciones
realizadas a propósito de que la Educación Física puede desarrollar la condición física o,
al menos, formar jóvenes activos, son realidades y no meros mensajes propagandísticos.
Parece, por el contrario, que los bajos niveles de actividad física de la población juvenil
contradicen dichos mensajes.
En general, los distintos informes de investigadores e instituciones (Trost, 2008)
concluyen en que el programa de Educación Física puede contribuir a mejorar la salud
pública a través de dos ejes fundamentales; a saber: a) proporcionando una exposición
frecuente y agradable a una actividad física adecuada; y b) preparando las bases para una
vida de práctica regular de la actividad física. Es decir, la Educación Física debe asegurar
que los alumnos acaban los programas con el suficiente capital físico que les capacite
para engancharse en una actividad física, lo que supone el compromiso de una revisión
radical de los fundamentos, convicciones y de manera especial de las estructuras de
justificación de los resultados.
En la actualidad se confía bastante en los programas escolares de Educación Física,
sin embargo, su calidad ha sido cuestionada por muchas organizaciones y expertos, de
ahí que mientras que las recomendaciones han sido ampliamente aceptadas por las
comunidades médicas en orden a la mejora de la salud pública, no han sido incorporados
de forma amplia a la escuela. A pesar de la reconocida importancia de la Educación
Física, varios estudios sugieren que está en declive debido al mayor peso de las “áreas
académicas” (Sibley y Etnier, 2003) unido a la falta de documentación de su efectividad,
por lo que existe una corriente de opinión preocupada por reforzar los programas de
intervención de cara a hacerlos más eficaces.
107
6.2. Caso
Reunido el Consejo Escolar del Colegio Central se discute en uno de los puntos del
Orden del Día sobre el problema del sobrepeso y la obesidad en la infancia. Las familias
comentan que sus niños pasan muchas horas ante la Televisión, y asimismo que emplean
demasiado tiempo en juegos de consolas y ordenadores. Todo ello colabora a fomentar
en ellos una vida sedentaria que, sin duda, coopera a profundizar, en la extensión de lo
que ya se ha dado en denominar, epidemia de obesidad.
El representante de la Administración municipal explica que están realizando grandes
esfuerzos económicos para construir y ofrecer servicios en las instalaciones deportivas,
pero cada vez el número de usuarios disminuye sobre todo en determinadas edades en
que la actividad deportiva deja de interesar a los jóvenes. En este sentido, pregunta al
Director del Colegio qué tipo de Educación Física se realiza que no es capaz de motivar
hábitos de práctica duraderos.
Por su parte, algunos profesores presentes en la sesión del Consejo intervienen para
puntualizar que el problema del sobrepeso tiene sus causas en la alimentación inadecuada
que muchos alumnos reciben en sus hogares. Además este tipo de alimentación está muy
promocionada por la publicidad en los medios de comunicación y tiene un gran poder de
convicción, ya que los niños celebran sus efemérides en locales especializados en un
determinado tipo de comidas.
Tras una discusión, en algunos momentos, apasionada, se llega a la conclusión de
que el problema de la obesidad y el sobrepeso en la infancia no puede ser abordado
unilateralmente si queremos proporcionar soluciones eficaces, sino que por el contrario
sólo desde una perspectiva conjunta de Familias, Administración y Escuela es posible
implementar medidas que puedan solucionar o, al menos, paliar la desoladora situación
actual.
El Consejo Escolar adopta una resolución por la que acuerda crear una Comisión
que estudie y proponga soluciones al problema que nos ocupa. Dicha Comisión estará
integrada por diferentes miembros del Consejo y presidida por el profesor de Educación
Física y su misión consistirá en la elaboración e implementación de un Plan que
comenzará su realización en el próximo curso, y tras la evaluación de los resultados
formará parte del Proyecto Educativo y del Proyecto Curricular.
¿Qué Plan elaborarías en caso de ser el profesor de Educación Física del Centro?
¿Qué papel ha de jugar la Educación Física en dicho Plan? ¿Qué ha de pedirse a las
familias? ¿Y a la Administración Local?
Son múltiples y variados los beneficios que una práctica regular y sistemática de actividad
física tiene para la salud. A continuación vamos a dar noticia de manera sintetizada de
108
cuáles son algunos de ellos.
109
El peso corporal está en relación al balance energético, es decir, a la relación entre el
aporte calórico y el gasto de energía. Un balance energético positivo da lugar a una
ganancia de peso, mientras que un balance energético negativo tiene el efecto contrario.
El peso corporal ideal se puede establecer a partir del Índice de Masa Corporal (IMC =
peso (kg) / talla (m). La obesidad se define como el IMC superior a 30, mientras que
valores entre 25 y 29,9 se consideran como indicativos de sobrepeso.
Desde un punto de vista práctico, la obesidad en general, y la infantil en particular,
podría explicarse por la existencia de un mecanismo ahorrador de calorías gracias a una
baja actividad física, o por un aumento de la ingesta de materias donantes de energía a
través del mayor consumo de alimentos hipercalóricos, con alto contenido de grasas y
azúcares.
En efecto, en España las dietas tradicionales han sido reemplazadas por otras con
una mayor densidad energética, lo que significa más grasa y más azúcar añadido en los
alimentos, unido a una disminución de la ingesta de carbohidratos complejos y de fibra.
Estos cambios alimentarios se combinan con cambios de conductas que suponen una
reducción de la actividad física en el trabajo y durante el ocio. Ciertamente, estamos
asistiendo a un cambio en los patrones de conducta que derivan hacia estilos de vida más
sedentarios, cuyas causas últimas son la vida en las ciudades, las nuevas tecnologías, el
ocio pasivo y el mayor acceso a los transportes. En la población infantil y juvenil estos
fenómenos se agudizan debido al número de horas que dedican a jugar con los
ordenadores y videojuegos que han aumentado de forma espectacular, de manera que el
ocio en la infancia es cada vez más sedentario.
La osteoporosis es la enfermedad que hace que los huesos se fracturen con cierta
facilidad. La salud del hueso está influida, entre otros factores, por la práctica de
ejercicio. En efecto, un gran número de trabajos experimentales realizados en animales
viene a demostrar que la actividad física prolongada y de cierta intensidad no sólo
aumenta el contenido en calcio de los huesos y por tanto su densidad, sino que de igual
forma aumenta su circunferencia proporcionando un mayor grado de robustez. Los
estudios efectuados en personas, tanto en adultos como en adolescentes han venido a
comprobar los datos obtenidos en animales.
En los niños los escasos estudios realizados muestran también aumentos de la
circunferencia del componente óseo de los miembros implicados en la actividad y de su
contenido en sales de calcio que mejoraban con la edad. La actividad física en la infancia
juega un papel fundamental en el incremento de la adquisición de mineral óseo y un
efecto importante a largo plazo en la salud del esqueleto. Los jóvenes físicamente activos
tienen un mayor contenido de mineral a nivel óseo que sus compañeros sedentarios.
Aunque las mejorías de la densidad debidas al ejercicio se pueden conseguir en adultos,
la habilidad de modificar la geometría en respuesta física aparente es única y específica
110
de los niños.
El Colegio Americano de Medicina Deportiva (1995) ha concluido al respecto de la
relación entre actividad física y salud ósea que la actividad física con carga de peso es
esencial para el desarrollo y mantenimiento de un esqueleto sano. Las actividades que se
centran en aumentar la fuerza muscular pueden también ser beneficiosas, particularmente
para aquellos huesos que no soportan peso, y las mujeres sedentarias pueden aumentar
ligeramente su masa muscular haciéndose más activas, pero el beneficio principal de
dicho aumento de actividad puede estar en evitar las posteriores pérdidas de hueso que se
dan con la inactividad.
El tipo de carga determinada por el ejercicio que aporta un mayor incremento del
DMH (Densidad Mineral del Hueso) incluye cargas relativamente fuertes casi como
fuerza de alto impacto. La aplicación de tensión sobre el hueso (en mayor cantidad e
intensidad) con distribución no cíclica y rítmica es la mejor forma para inducir la
formación de hueso nuevo y de reforzarlo a través del incremento del hueso.
Hace poco tiempo que se ha comenzado a relacionar la actividad física con el bienestar
psicológico y con aspectos tales como la calidad de vida, la reducción del estrés, los
cambios en los estados emocionales y los estados de ánimo, la mejora del autoconcepto o
los descensos en los niveles de ansiedad y depresión. La información existente apunta a
que la práctica de la actividad física se traduce en una mejora del bienestar subjetivo,
entendido como sentimiento de satisfacción con la vida, la familia y el trabajo.
Se han propuesto dos hipótesis para explicar cómo funcionan los ejercicios físicos
sobre el bienestar: a) la hipótesis de la distracción, que consiste en que la actividad física
distrae de los eventos estresantes, lo que produce una mejora de las sensaciones; b) la
hipótesis de las endorfinas, explicada porque el cerebro, la hipófisis y otros tejidos
producen diversas endorfinas que pueden reducir la sensación de dolor y producir un
estado de euforia. En todo caso, lo más probable es que la mejora en el bienestar que
sigue al ejercicio físico se deba a una combinación de mecanismos psicológicos y
fisiológicos.
De forma global el conjunto de trabajos realizados hasta el momento sugiere que el
ejercicio regular y moderado debería considerarse como una forma viable de tratamiento
de la depresión y la ansiedad, así como una forma de mejorar el bienestar psíquico en la
población. Estas conclusiones son apoyadas también por otras revisiones, que extienden
los efectos a una mejora en la calidad de vida de los individuos físicamente activos.
111
sociedad, sin embargo, preocupa el declive progresivo de la actividad física que ocurre al
final de la niñez y en la adolescencia, ya que constituye el mayor cambio en los estilos de
vida, pues se ha calculado una reducción en la actividad física de aproximadamente un
20% en la transición de la niñez a la adolescencia.
Estos comportamientos han recibido explicaciones de orden biológico en el sentido
de que los niños tienen una necesidad de movimiento inherente a su estadio de desarrollo
ya que colabora a un crecimiento óptimo. Sin embargo, cuando los niños maduran las
necesidades expuestas disminuyen, y la actividad física se vuelve más una opción volitiva
que biológica. Desde este punto de vista el declive de actividad física con la edad no es
más que producto de una necesidad fisiológica.
En 1994 la Conferencia de Acuerdo General Internacional sobre las Pautas de
Actividad Física para Adolescentes representó un esfuerzo para desarrollar las pautas en
relación al tipo y cantidad de actividad física que necesitan las personas jóvenes, basado
en una extensa revisión de la literatura científica existente. Sus conclusiones fueron las
siguientes:
– Todos los adolescentes deben ser físicamente activos casi todos los días ya sea
como resultado de su participación en juegos, deportes, la recreación, educación
física o ejercicio planeado, o en el transporte, en el contexto de la escuela, la
familia, o las actividades de la comunidad.
– Los adolescentes deben realizar tres o más sesiones por semana de actividades
que duren como mínimo veinte minutos y que requieran niveles de intensidad
del ejercicio de moderado a vigoroso.
Blair y col. (1989) estimaron que un gasto de energía diario de actividad física de
12,6 kilojulios por kilogramo de peso del cuerpo era una meta apropiada. Este nivel de
actividad corresponde en los niños a 20-30 minutos de actividad física de intensidad
moderada a vigorosa por día. De manera similar, Corbin et al. (1994) propusieron una
pauta de actividad física perpetua basada en el gasto de energía diario, así recomienda
que como mínimo los niños y adolescentes realicen 30 minutos de actividad física
moderada diariamente (3-4 kcal/kg/día). No obstante, los autores recomiendan para un
beneficio óptimo la acumulación de 60 minutos diarios de actividad física con una
intensidad de moderada a vigorosa (6-8 kcal/kg/día).
En 1997 la Autoridad de Educación de la Salud (HEA) en Inglaterra estableció las
siguientes recomendaciones: todas las personas jóvenes deben participar en actividades
físicas de intensidad moderada, al menos, durante una hora diaria; los jóvenes que
realizan poca actividad física deben participar en actividades físicas de intensidad
moderada media hora al día; por lo menos dos veces por semana, algunas de estas
actividades deben ayudar a reforzar y mantener la fuerza muscular, la flexibilidad y la
salud del hueso.
La Asociación Nacional para el Deporte y la Educación Física (NASPE) en los
Estados Unidos ha emitido las siguientes recomendaciones para niños de 5 a 12 años.
112
– En la Escuela Elemental los niños deben ser por lo menos activos de 30 a 60
minutos en todos o la mayoría de los días de la semana.
– Se debería alcanzar una acumulación entre 60 minutos y varias horas al día.
– Algunas de las actividades de los niños deberían ser vigorosas con una duración
de 10 a 15 minutos.
– Los largos períodos de inactividad son impropios de los niños.
La Actividad Física para los Niños de Canadá (2002) representa uno de los más
recientes y, quizás, el acercamiento más innovador de las pautas de participación de los
niños en actividad física. Dichas pautas deben ser individualizadas en la dosis de
actividad física. Deben aumentar paulatinamente su práctica, comenzando con 30
minutos diarios, de los cuales 20 minutos han de ser de actividad moderada y 10 de
actividad vigorosa. Después de cinco meses se recomienda que los niños aumenten por lo
menos a 60 minutos diarios de actividad moderada (andar, patinaje, montar en bicicleta,
juegos al aire libre) y 30 minutos de actividad vigorosa (correr, jugar al fútbol, etc.).
Además la Guía aconseja reducir el tiempo de inactividad empezando con 30 minutos al
día que se extenderán a 90 minutos transcurridos los cinco meses.
Por intensidad moderada se entiende cualquier actividad que produzca una sensación
de calor y un incremento del ritmo cardíaco a la vez que cause una respiración
ligeramente más rápida de lo normal, pero que no nos impida hablar, como ocurre
cuando caminamos a un ritmo más rápido de lo normal o bailamos. Esta intensidad se
puede mantener durante bastantes minutos y no provoca fatiga.
En suma, las distintas recomendaciones de actividad física para la infancia y la
juventud vienen a coincidir en que el ejercicio saludable es aquel que se practica todos
los días de la semana, con una duración de entre treinta y sesenta minutos, y una
intensidad de moderado a vigoroso, incluyendo actividades de resistencia
cardiorrespiratoria, fuerza y resistencia muscular, y flexibilidad.
113
sí lo hacen, dichas clases pueden hacer muy poco para promover el ejercicio. El
Departamento estadounidense de Educación ha criticado la Educación Física porque
demasiado a menudo consiste en dar balones y dejar jugar, con una ausencia de
estructura del tiempo de clase, una baja motivación y una escasa actividad vigorosa.
En los estudios citados se constata el fracaso de la Educación Física para alcanzar
objetivos de salud pública relacionados con la cantidad y calidad de actividad física
durante las clases que parecen más enfocadas a los deportes de equipo que al fomento de
la actividad física permanente a lo largo de toda la vida, lo que se explica en algunos
casos por la dimensión de los deportes en el Plan de Estudios de Grado en Ciencias de la
Actividad Física y el Deporte (NAPSE, 1995). Se arguye, asimismo, que los profesores
de Educación Física tienden a enseñar deportes individuales y de equipo como el
baloncesto o voleibol cuando la realidad es que muy pocos adultos realizan dichas
actividades. Sin embargo, aquellas otras como andar, excursionismo, bailar, nadar,
esquiar, etc. que figuran entre las diez actividades más practicadas por los adultos no se
realizan en las clases de Educación Física.
Figura 6.1. Modelo conceptual que ilustra la relación entre la actividad física en la niñez y el estado de salud
(Blair, 1989).
114
Con respecto al camino B hay pocas evidencias para afirmar que la actividad física
en la niñez está directamente asociada con el estado de salud en la edad adulta. Efectos
de la práctica temprana del deporte en las enfermedades cardiovasculares (Paffenbarger
et al., 1994) o los factores de riesgo coronario durante la edad madura (Brill et al.,
1989).
Sin embargo, en relación a los efectos indirectos de la actividad física en la niñez en
el estado de salud del adulto (caminos A y E) hay un cuerpo creciente de evidencias
referidas a la tensión arterial, lípidos en sangre, adiposidad, salud del esqueleto y salud
psicológica.
El camino C supone que las conductas saludables establecidas en la niñez continúan
en la edad adulta. En este sentido un estudio de Raitakari et al. (1994) sobre la
estabilidad de las conductas de activo y sedentario permitió conocer que el 41% de
varones y el 29% de mujeres que fueron clasificados como activos a la edad de 12 años
permanecieron activos a la edad de 18 años. Asimismo, el 56% de varones y el 63% de
mujeres clasificados como sedentarios a la edad de 12 años permanecieron inactivos a los
18 años. Estudios de estabilidad de las conductas de actividad física han sido realizados
con resultados similares, por tanto, podemos concluir que no existen fuertes evidencias
de que las conductas de actividad física observadas durante la niñez se mantengan en la
edad adulta.
Existen diversos planteamientos o modelos teóricos que intentan explicar las causas que
determinan la práctica de actividad física enfocada a la salud. Dichas teorías tienen
enfoques diferentes, poniendo especial énfasis en alguno de los elementos del problema,
lo que no las hace excluyentes sino complementarias. El común denominador de todas
ellas es que están basadas en la teoría sociocognitiva, que comprende la cognición, la
acción, la motivación y la emoción de las personas, asumiendo de esta manera su
capacidad de autorreflexión y autorregulación como determinantes activos de su medio,
más que simples reactores pasivos. Tres modelos resumen las ideas más importantes de
la actividad física relacionada con la salud:
Se considera, a menudo, que la actividad física y la salud son términos sinónimos, sin
embargo, entre ellos hay importantes diferencias que tienen claras implicaciones en la
salud. La diferencia fundamental radica en que la actividad física enfocada a la salud es
una conducta mientras que la salud relacionada con la actividad física es una aptitud
personal relativa a un conjunto de rasgos fisiológicos. Un modelo conceptual que ilustra
algunas de las posibles asociaciones entre actividad física y salud se expone en la Figura
115
6.2.
Se muestran las relaciones de reciprocidad entre la actividad y aptitud con las flechas
bidireccionales. El modelo también sugiere que actividad física y aptitud contribuyen
independientemente a la salud, de forma que para una salud óptima una persona necesita
ser físicamente activo y tener unos niveles razonables de aptitud.
En este sentido es importante comprender que la salud no es un concepto unitario
sino una representación multifactorial, cuyos elemento básicos, en este modelo, son la
aptitud morfológica, la aptitud cardiorrespiratoria, la aptitud metabólica, aptitud motriz, y
aptitud neuromuscular. Un principio importante de este modelo es que una persona
puede poseer niveles adecuados de ciertos componentes, como podría ser el
cardiorrespiratorio, y no de otros como sería el caso de la aptitud motriz.
6.6.2. Modelo 2. El planeamiento de los estilos de vida y la actividad física enfocada a la salud
La autoeficacia es uno de los factores que más animarán al sujeto a intentar realizar
116
conductas relacionadas con la salud. La idea fundamental que preside este enfoque es
que la acción humana está regulada principalmente por previsiones, juicios y expectativas
acerca de las capacidades y habilidades para obtener éxito al enfrentarse a las demandas
ambientales (Bandura, 1999), por ello los sujetos deben poseer la habilidad de realizar los
comportamientos necesarios para alcanzar el logro deseado y así poder modificar las
conductas. Se considera muy importante el desarrollo de habilidades y competencias
motrices como requisito necesario para el goce de la actividad física, ya que resultará
muy difícil, por no decir imposible, que un niño obeso pueda disfrutar e incluso practicar
una actividad de resistencia.
Aunque no hay evidencias empíricas que unan las habilidades motrices en la niñez
con niveles de actividad física en la edad adulta (Beunen et al., 2001), sí se ha
demostrado que las aptitudes motrices pueden predecir variaciones en la práctica de
actividad física. La Educación Física y el Deporte organizado constituyen una
oportunidad para que los jóvenes desarrollen habilidades motrices pero aún no se ha
podido documentar los efectos a largo plazo de estos programas. Otra consideración es la
relativa a la percepción de competencia, de manera que una percepción alta de
competencia ha sido asociada a conductas que incorporan la actividad física (Figura 6.3).
Figura 6.3. Modelo de vida útil de promoción física (Adaptado de Blair, 1989).
En definitiva, no podemos afirmar aún con rotundidad que exista una relación entre
la actividad física en la niñez y en la edad adulta, sin embargo, sí que se detectan
importantes influencias. Así, las creencias establecidas en las edades tempranas pueden
aumentar la probabilidad de desarrollar un estilo de vida activo. Por otra parte, las
habilidades aprendidas en la niñez pueden hacer más fácil el aprendizaje de nuevas
actividades físicas en la madurez.
117
La Promoción de la actividad física en la Juventud (YPAP) es un modelo ecológico que
fue desarrollado para influir en las conductas de actividad física de los niños y que
categoriza los factores que influyen en la actividad física de los jóvenes en tres grandes
componentes como son los factores predisponentes; los factores habilitantes; y los
factores reforzadores.
118
de la escuela, la familia y la comunidad. Estos son los tres aspectos a los que debe ir
dirigida la intervención educativa.
Son aquellas que requieren la utilización de grandes masas musculares durante períodos
de tiempo prolongados como es el caso de actividades continuas como andar, correr,
bailar, montar en bicicleta, nadar, etc. Su realización supone el transporte de oxígeno
mediante la implicación especial del corazón y los pulmones, cuyo ejercicio repetido hace
que se adapten de cara a aportar con mayor eficacia la sangre oxigenada que el músculo
precisa para ejercer su tarea.
119
Utilizamos este tipo de actividades cuando levantamos o transportamos objetos como
una maleta muy pesada. Sirven para desarrollar y fortalecer los huesos y músculos.
Son aquellas que producen un movimiento suave y preciso fruto de la capacidad del
sistema nervioso y aparato locomotor para actuar de manera conjunta y eficaz. El ritmo,
el equilibrio y la actuación coordinada del ojo-pie, ojo-mano y ojo-cabeza son
manifestaciones de la coordinación que puede ser global o segmentaria.
Uno de los factores que tienen una mayor relación con la salud es la composición
corporal que es la relación entre la parte magra y grasa del cuerpo. En efecto, lo
importante desde un punto de vista saludable no es el peso que el individuo tenga sino el
porcentaje de sus componentes, como son la grasa, músculo, huesos y otros tejidos.
Las dificultades ambientales para la práctica de actividad física puestas de manifiesto con
anterioridad suponen la necesidad de contar con una actitud de especial motivación para
poder superarlas, lo que en el contexto educativo nos pone en relación con los contenidos
actitudinales, es decir, aquellos aprendizajes que tienen que ver con la toma de posiciones
con respecto a un problema concreto, que en nuestro caso sería que los alumnos
adquiriesen gusto por la práctica continuada de actividad física.
Esta posición adquiere una mayor relevancia, si ello es posible, cuando analizamos el
horario escolar en relación a la Educación Física, constatando que la dedicación reglada a
la motricidad no puede producir por sí misma los beneficios de la naturaleza expresada,
razón por la que se alzan con más fuerza las actitudes positivas ante el ejercicio físico
que permitirán que este se realice en tiempo extraescolar y con la dedicación suficiente
que produzca los mencionados beneficios.
Por otra parte, a la vista de los datos mostrados se pone de manifiesto que los
120
programas escolares de Educación Física en relación a la salud han supuesto un rotundo
fracaso por lo que nos debemos plantear cómo hemos de instrumentarlos a sabiendas que
los tradicionales, inspirados en la producción de cambios a corto plazo en la condición
física, han fracasado y deben ser sustituidos por aquellos otros cuyo objeto sea la
promoción de estilos de vida saludables.
A tal efecto adquiere una especial importancia el desarrollo de actitudes positivas
hacia la actividad física, o sea, que la posibilidad de que los alumnos sean más activos en
el futuro está determinada en parte por sus percepciones, creencias y sentimientos
favorables hacia la asignatura, el profesor y las actividades que se enseñan. De ahí que
sea extraordinariamente importante de cara al éxito de un enfoque de Educación Física
para la salud tanto la formación como el cambio de actitudes de los alumnos.
Es por ello que resulta absolutamente imprescindible la labor de reconstrucción del
conocimiento por parte del alumno, quien debe elaborar y aprender por sí mismo, aun
con ayuda del profesor, aquellos conceptos que caracterizan un estilo de vida saludable,
unos procedimientos que le sitúen en posiciones autónomas de cara a la práctica
cotidiana, y unas actitudes positivas hacia la actividad física como integrante de un estilo
de vida saludable. Veamos a continuación algunos consejos didácticos que nos pueden
ayudar a los planteamientos expresados.
6.8.1. Motivación
121
6.8.2. Estrategias para la clase de Educación Física
La motivación juega un papel definitivo en la práctica de actividad física para la salud por
lo que la clase de Educación Física debe prestar una atención especial, y particularmente
sus profesores a la hora de construir el clima motivacional, por lo que se deben
desarrollar estrategias de enseñanza que faciliten climas motivacionales de implicación en
la tarea. En este sentido, Eptein (1988) sostiene que el clima motivacional de un contexto
está definido por un conjunto de variables, a cuyo fin acuña el acrónimo TARGET para
representar la tarea (task), la autoridad (authority), premio (reward), agrupamiento
(gruping), evaluación (evaluation) y el ritmo (timing) en la estructura del contexto de
logro. Veamos a continuación algunas de las estrategias propuestas, así como algunas
actividades propuestas por Cecchini y otros (2001) en un programa de intervención.
1. Tarea. Las tareas que implican variedad y diversidad facilitan en mayor medida el
interés por el aprendizaje y la implicación en la tarea. Trabajar en diferentes
tareas o tener distintas funciones permite que los alumnos tengan menos
oportunidades o necesidades de comparar su actuación con la de los demás. Es
por ello que las tareas deben ser lo más individualizadas posible, ya que deben
suponer un reto personal para el alumno, por lo que no deben estar basadas en
la media de la clase que podría ser inferior o superior a las posibilidades
individuales en cuyo caso no produciría tal efecto y sí el no deseado de posibles
comparaciones. Las tareas deben ser también de conocimientos teórico-
prácticos que faciliten información al alumno del porqué de las actividades que
realiza estableciendo así un aprendizaje de carácter significativo. Por ejemplo,
tomar pulsaciones y determinar la propia zona de actividad o contestar a la
siguiente cuestión, ¿qué sentido tienen los estiramientos durante el calentamiento
en la fase inicial de una sesión de actividad física? Otra característica de las
tareas es que deben ser diversificadas de tal forma que todo alumno pudiera
encontrarse con alguna que le motivara especialmente. Por ejemplo, realización
de fichas individuales con actividades alternativas, o el trabajo de resistencia
aeróbica a través de cualquiera de estas actividades: andar, correr, bicicleta,
natación, en cuyo caso los alumnos habrán de elegir entre ellas y configurar su
propio plan de trabajo. Finalmente, la seguridad es otra de las características que
deben adornar este tipo de tareas, tanto desde el punto de vista del propio
contenido, pues si la esencia del mismo es la salud no debemos proponer
actividades que la pudieran menoscabar, como desde el punto de vista de la
realización para lo que se deben tomar las precauciones necesarias para evitar
todo tipo de accidentes.
2. Autoridad. De acuerdo con el lugar de responsabilidad en situaciones de
aprendizaje se define como el grado en que los profesores involucran a los
alumnos en la toma de decisiones, por tanto, el profesor debe tener en cuenta
los intereses de los estudiantes y su participación activa en la toma de decisiones
122
de cara a aumentar la implicación en la tarea. En este sentido, el trabajo debería
estar orientado a fomentar la responsabilidad y autonomía para lo que se podría
permitir que el alumno eligiera entre diferentes opciones de trabajo,
estableciendo sus propias prioridades en cuanto a las tareas o el ritmo de
trabajo, de tal forma que pudiera realizar una autentica planificación y gestión
de su propia práctica, siempre bajo la tutela del propio profesor. Asimismo, los
niños deben controlar la intensidad de su propio trabajo, por lo que se precisa
una buena comunicación entre profesor y alumno. En todo caso, la atención, el
afecto, el refuerzo y la retroalimentación son esenciales para la formación y el
cambio de actitudes del alumno.
3. Premios. Para crear un clima de implicación en la tarea se debería premiar, o
efectuar reconocimientos de forma privada, los progresos individuales al objeto
de proporcionar percepciones autoreferenciadas. Es fundamental que el profesor
tenga presente que las razones para premiar y los tipos de premios determinan si
los alumnos desarrollan sentimientos de satisfacción intrínseca e interés continuo
en la actividad física, alcanzado el máximo nivel de importancia para los
estudiantes con menor probabilidad de ser reconocidos por sus logros o
consecuciones altas.
4. Agrupación. Cuando la competición o la comparación social es notable, los
alumnos suelen centrarse en su habilidad, y frecuentemente se ocupan en
autoevaluaciones y cogniciones debilitantes (Ames, 1984). Por el contrario,
cuando los niños trabajan hacia metas individuales o dentro de una estructura
cooperativa, tienden a enfocarse más hacia el esfuerzo (Ames y Ames, 1984).
En consecuencia, la actividad física para la salud debe trabajarse en pequeños
grupos procurando que no rivalicen entre sí, de forma que al diseñar tareas que
implican un aprendizaje cooperativo se asegura que los estudiantes tengan éxito
en situación grupal.
5. Evaluación. Las prácticas de evaluación pueden tener efectos negativos cuando
están basados en la norma, son públicos y van unidos a la evaluación de la
habilidad (Nicholl, 1989). Para promocionar un clima de implicación en la tarea
deberíamos de evaluar privadamente la mejora personal, el progreso hacia
metas individuales, la participación y el esfuerzo de modo autoreferenciado.
Asimismo, esta evaluación debería incluir múltiples autoevaluaciones que
posibiliten la evaluación basada en el esfuerzo y en la mejora personal a la vez
que sean privadas. Rechazado el elemento cuantitativo referido a tests o pruebas
como instrumento de evaluación, debemos centrar nuestra atención en los
instrumentos cualitativos fundamentalmente referidos a la observación
sistemática en torno a su progresión, participación, programas que es capaz de
realizar, preguntas que realiza, decisiones que toma o conceptos que domina y
su aplicación práctica.
6. Ritmo. El ritmo de enseñanza y el tiempo asignado para completar las tareas
influye significativamente en la motivación de los niños (Ames, 1992), cuestión
123
que influye más en Educación Física, si cabe, dado el efecto de maduración
física y psicológica en la ejecución de la actividad física durante la niñez y la
adolescencia, por lo que el tiempo en nuestra materia parece tanto o más crítico
que en el aula. Para generar un clima motivacional de maestría, el profesor
debería permitir que los alumnos participaran en la toma de decisiones referidas
al ritmo de aprendizaje y al tiempo asignado a cada actividad. En suma, se
sugiere que para alentar esfuerzos adaptativos de logro, el profesor debería estar
más interesado en guiar a los niños a la mejora y al esfuerzo personal, en lugar
de a la inmediata ejecución normativa.
6.9. Adherencia
124
Si efectivamente queremos ser eficaces en la prevención y lucha contra el sedentarismo,
no es posible adoptar medidas que impliquen tan sólo al profesorado de Educación Física
ya que, como hemos visto, este problema sólo es atacable desde la colaboración de un
conjunto de personas e instituciones entre las que sobresalen la familia y la propia
escuela. Es por ello que la promoción de la actividad física para la salud debe tener su
lugar idóneo en la escuela en el Segundo Nivel de concreción del diseño curricular, es
decir, en aquel cuya competencia es el propio Centro Escolar.
En efecto, detectar las necesidades de salud supone el ejercicio de un análisis
multiprofesional en el que médicos, psicólogos, educadores físicos, etc. pongan de
manifiesto las mismas así como la necesaria intervención, y tan sólo después de ello es
cuando se deben diseñar los programas que tengan un carácter funcional para la vida
cotidiana del alumno. En este sentido el Proyecto curricular de Etapa debe concretar y
secuenciar los objetivos y contenidos e inspirar la acción tutorial para apoyar las grandes
descompensaciones en salud que se producen en los alumnos. En todo caso, la
participación de los padres de estos alumnos en el proceso es imprescindible, por lo que
dicha acción tutorial debe atender este aspecto.
Por su parte, la programación de aula como concreción final del modelo curricular
de Etapa supone la puesta en práctica del modelo previamente establecido en el Proyecto
Educativo de Centro, y constituye la labor más específica del profesor de Educación
Física, que debe ser capaz de aunar en ese momento las directrices del Centro, la
colaboración de las familias y las prescripciones técnicas.
Un instrumento adecuado para este fin es el Cuaderno del Alumno, que constituye
un material complementario de una Unidad Didáctica cuyo objetivo central podría ser el
trabajo cardiovascular a través de la mejora de la resistencia aeróbica, no obstante este
no es el único objetivo, sino que de manera diferente es tan sólo uno de los varios que
han de integrar la mencionada Unidad Didáctica enfocada a combatir el sedentarismo, de
manera que el desarrollo de la autonomía, la responsabilidad, la mejora de la autoestima,
respeto a los demás y el compromiso cognitivo completarían la nómina de objetivos
propuestos.
La Unidad Didáctica supone un trabajo de resistencia durante doce sesiones en las
que cada niño o niña parte de un nivel diferente, por lo que el profesor ha de hacer una
propuesta de trabajo para los grupos del mismo nivel o, en su caso, individuos. Cada
niño según un protocolo establecido y con la ayuda de unas fichas de trabajo se
responsabiliza de gestionar de manera autónoma su propia actividad. La autonomía
alcanza el máximo grado en aquellas sesiones que se realizan fuera del ámbito escolar.
Especial significación tiene en la estrategia seguida la utilización del cuaderno del
alumno que consiste en un diario de registro, que además incorpora información
conceptual clave para el planteamiento comprensivo como son los conceptos de
resistencia, ritmo, significado de las pulsaciones, pautas de higiene y salud relacionadas
con la carrera, etc. Asimismo, el cuaderno es un elemento de conexión entre la familia, el
niño y el profesor, de forma que cada día el profesor corrige el cuaderno y lo envía a la
familia para completar extremos de su competencia y mantenerla informada de los
125
trabajos y progresos del niño.
Con esta estrategia se pretende superar el beneficio exclusivo de mejorar el nivel de
condición física y se incorporan nuevas virtudes al proceso como es la posibilidad de
disfrute con la actividad física al realizar un trabajo adaptado a las propias posibilidades,
el conocimiento de los fundamentos de lo que se hace, así como la gestión autónoma del
programa. Todo ello, en su cumplimiento, pone las bases para constituir una práctica
habitual y mejorar su estilo de vida.
| Glosario |
Causas del sobrepeso y la obesidad: El sobrepeso y la obesidad infantil se produce a través del
mecanismo ahorrador de calorías gracias a una baja actividad física, o por un aumento de la ingesta
de materias donantes de energía a través del mayor consumo de alimentos hipercalóricos, con alto
contenido de grasas y azúcares.
Recomendaciones de actividad física para la infancia: Las distintas recomendaciones de actividad
física para la infancia y la juventud vienen a coincidir en que el ejercicio saludable es aquel que se
practica todos los días de la semana, con una duración de entre treinta y sesenta minutos, y una
intensidad de moderado a vigoroso, incluyendo actividades de resistencia cardiorrespiratoria, fuerza y
resistencia muscular, y flexibilidad.
Influencia de las conductas infantiles en la edad adulta: No existen fuertes evidencias de que las
conductas de actividad física observadas durante la niñez se mantengan en la edad adulta.
La teoría sociocognitiva: Comprende la cognición, la acción, la motivación y la emoción de las
personas, asumiendo de esta manera su capacidad de autorreflexión y autorregulación como
determinantes activos de su medio, más que simples reactores pasivos.
Contenidos de la Educación Física enfocada a la salud: Son la resistencia cardiovascular, fuerza y
resistencia muscular, flexibilidad, coordinación neuromuscular y composición corporal.
Las orientaciones de metas de logro: Son el resultado o la consecuencia del sentimiento de éxito
personal. Dichas orientaciones son al ego o a la tarea. Un individuo orientado a la tarea percibe que
tiene éxito cuando mejora sus habilidades, aprende otras nuevas y se esfuerza para alcanzar una meta,
mientras que un individuo orientado al ego siente que tiene éxito cuando supera a los demás con el
mínimo esfuerzo.
El modelo psicológico de los estados de cambio: Establece que los individuos que realizan una
modificación en su comportamiento pueden ser categorízados en alguno de estos cinco estadios
siguientes: precontemplación, es aquel que ocupan los que no tienen intención de ser activos;
contemplación, se considera la posibilidad de practicar pero aún no se hace; preparación, se empieza a
practicar de forma esporádica y no regular; acción, los sujetos son activos pero limitados en el tiempo
no más allá de 6 meses; mantenimiento, consolidación de la práctica sin límite temporal.
| Actividades recomendadas |
1. Elabora un informe para las familias sobre las razones de integrar la salud en el currículo de
Educación Física.
2. Elabora un informe sobre el supuesto del estado físico de un niño, que integre las
recomendaciones para su mejora, teniendo en cuenta que debe ser remitido a sus padres a los
que debe solicitar colaboración en determinados aspectos.
126
3. Describe una actividad cardiovascular enfocada a la salud basada en el TARGET.
4. Diseña un Diario del Alumno relacionado con una supuesta Unidad Didáctica de actividad física
enfocada a la salud.
127
7
Desarrollo moral, educación en valores y
Educación Física
7.1. Introducción
El deporte no educa por sí mismo ya que si eso fuera así, bastaría poner a practicar a los
niños y adolescentes de todo el mundo deporte para que viviéramos en una utopía. Más
al contrario, una práctica deportiva mal orientada puede sacar lo peor de uno mismo. En
este sentido, aportamos dos afirmaciones demoledoras, Leonard en 1972 escribió que si
el deporte construía el carácter, este era el de un criminal, y Broun en 1941 afirmó que el
deporte no construye el carácter, sino que lo saca a la luz.
Sin embargo, y a pesar de estas negativas opiniones, la actividad física se ha
mostrado como un excelente medio de desarrollo moral cuando se ha realizado con una
serie de condiciones adecuadas. Es en este tipo de condiciones en las que el texto de este
capítulo se adentrará.
Y es que, como afirman Martín García y Puig Rovira (2007), los educadores nos
encontramos ante un triple reto pedagógico. En primer lugar, pasar de una pedagogía de
la selección a una pedagogía de la inclusión. El mal estudiante ya no sale de la escuela
por la puerta de atrás, sino que tiene el derecho y la obligación de permanecer en ella
hasta los 16 años. Esto supone que el profesorado tiene que aprender a trabajar con
todos los alumnos, en una gran diversidad de capacidades cognitivas. En segundo lugar,
pasar de una pedagogía monocultural a una pedagogía intercultural. El fenómeno de la
emigración y la inmigración está suponiendo que las aulas son un crisol de culturas, en
los que la tolerancia es el camino hacia la convivencia. Y el tercer reto es la construcción
de una ciudadanía activa, que no es otra cosa que el aprender a sumar para que
tengamos una convivencia más justa en la sociedad que viene.
7.2. Caso
128
conductas deportivas y el consumismo atroz que rodea al deporte tienen sobre sus
alumnos. Percibe especialmente cómo los alumnos se dejan llevar por modelos
deportivos que, lejos de educar a los adolescentes, lo que hacen es aportarles ejemplos
insolidarios con respecto a la pobreza del mundo actual en general, y las desigualdades
del aula en particular. Este es un problema generalizado, que no influye sólo en los
alumnos, sino también en sus compañeros docentes. Es por ello que Álvaro busca cómo
desarrollar en sí mismo las competencias necesarias para ayudar a sus alumnos a
reflexionar y vivir estos temas de manera adecuada. También está interesado en
encontrar modos de colaborar con sus compañeros en esta labor. Todas estas cuestiones
tratarán de ser acometidas en las páginas siguientes.
Vamos a empezar este capítulo presentando las modelos que han generado las diferentes
propuestas prácticas orientadas al desarrollo moral de los alumnos, particularmente los de
Educación Física. Comprender estos modelos nos permitirá entender los diferentes
enfoques de tratamiento del desarrollo moral. Estas propuestas encuentran en la
Psicología su principal fuente de información, a cuyo fin seguiremos la revisión realizada
por Solomon en el año 2004. No obstante, hemos de tener en cuenta que estas
perspectivas y modelos se exponen de manera evolutiva, si bien todas ellas se encuentran
en uso.
Los enfoques de internalización suponen uno de los primeros medios para el desarrollo
moral de los individuos. Tienen su origen a mediados del siglo XX y parten de la base de
que el desarrollo moral se da por la internalización de los comportamientos sociales
adecuados. Por tanto, los niños aprenden a aceptar las normas del comportamiento moral
dentro de su proceso de socialización, pasando de aprendices a reproductores de dicha
moral. De entre los autores que trabajan dentro de este enfoque destaca Bandura, quien
entre finales de la década de los sesenta y la década de los setenta enunció su Teoría del
Aprendizaje Social. Según esta teoría (Bandura, 1977) los alumnos tienden a repetir de
manera involuntaria aquello que ven en su entorno, sobre todo en los modelos más
relevantes, lo cual recibe el nombre de “experiencia vicaria”. Hemos de tener en cuenta
que, para los alumnos de Educación Primaria y Secundaria, modelos relevantes pueden
ser desde compañeros que destaquen en alguna faceta hasta figuras deportivas de primer
orden como Cristiano Ronaldo o Rafa Nadal, los cuales pueden influir enormemente en
sus escalas de valores, y por tanto en sus conductas.
129
7.3.2. Enfoques de Desarrollo Estructural
Relacionando este modelo con el anterior, se aprecia como aquel se centra tan sólo
en el apartado dos de este, relativo al juicio moral. De este modelo ha surgido uno
especialmente importante para el ámbito de la Educación Física y el Deporte, pues sus
autores lo relacionaron con el contexto deportivo. Así, Shields y Bredemeier (1995)
añadieron a los cuatro componentes del modelo de Rest y col. tres fuentes de influencia:
los factores contextuales, las competencias personales y las variables de los procesos del
ego. El resultado es un modelo de 12 componentes, las cuales se pueden estudiar de
130
manera independiente, dentro y fuera del deporte (Cuadro 7.1).
Con una intención no tanto didáctica, sino más bien sociológica, Gutiérrez Sanmartín
(2004) nos propone un modelo para enmarcar la práctica deportiva en un contexto más
amplio que permita obtener unos mejores resultados en términos de significatividad. Es
decir, este modelo trata de establecer un marco global en el que lo realizado por cada uno
de sus elementos sea entendido y aprovechado por los demás agentes intervinientes en el
proceso de educar en valores. Así, Gutiérrez Sanmartín nos muestra un sistema de
relaciones entre los diferentes sujetos, agentes e instituciones que influyen en mayor o
menor medida en la transmisión de valores sociales (Figura 7.1).
Destaca en el modelo de Gutiérrez Sanmartín (2004) que para que se obtengan los
mayores beneficios educativos de la práctica deportiva, las relaciones entre los diferentes
elementos del modelo deben mantenerse dinámicas. El centro del sistema es el alumno o
el deportista, por lo que una práctica deportiva educativa adecuada implica unas
intenciones educativas y unos medios didácticos adecuados. Próximo al deportista
aparecen los agentes socializadores, los cuales tienen una gran capacidad de influir sobre
el contacto directo en el alumno, y que deben fomentar el respeto, proporcionar
entrenamientos de calidad que contemplen objetivos educativos, enseñar reglamentos y
velar por su cumplimiento, así como promover la deportividad actuando como
ejemplares modelos de autocontrol. En el siguiente nivel periférico al alumno se
encuentran las organizaciones deportivas y escolares, y los medios de comunicación. Es
131
evidente que estos estamentos, sin entrar en la mayoría de los casos en contacto con el
alumno, lo condicionan indirectamente, pues actúan sobre los agentes directos antes
mencionados. Así, las decisiones que se toman en el Proyecto Educativo de Centro, o la
formación que a los entrenadores se les da en las federaciones, influirán en el trabajo de
padres y entrenadores. El marco que engloba todo este proceso es el de la política social
y deportiva, que marca unas directrices legales. Y en lugar último, el sistema social, que
viene conformado por las ideologías propias de la cultura donde se desarrolla el proceso
educativo, y que, como es lógico, tendrá una gran influencia en todas las relaciones
anteriores.
Figura 7.1. Modelo ecológico para la optimización del valor educativo del deporte (Gutiérrez Sanmartín, 2004).
Este modelo se presenta como un horizonte al que hay que dirigirse. Sin embargo
debemos ser conscientes de la dificultad que presentan cada uno de los vínculos que en
él se establecen, y avanzar poco a poco. A corto plazo se vislumbra la colaboración
estrecha entre los agentes sociales, y de estos con los centros escolares y las
organizaciones deportivas. Sin embargo, el hecho de que los medios de comunicación
colaboren en la educación deportiva de los niños y adolescentes se presume algo mucho
más complicado. Es sin duda aquí donde tendrán que intervenir los poderes públicos para
establecer normas adecuadas a los fines educativos.
132
7.3.5. Investigación y desarrollo moral en Educación Física y Deporte
Dada la variedad de los modelos expuestos, la investigación ha ido dando luz a diferentes
aspectos que conforman cada uno de ellos. A continuación hacemos un resumen de los
estudios más relevantes en relación a la investigación acerca del desarrollo moral a través
de la Educación Física y el deporte, en función de cómo se ha configurado el programa
de implementación de actividad física en cuestión. Aprovechamos para ello el esquema
propuesto por Solomon (2004), cuyos aspectos más importantes son los siguientes:
133
Secundaria que practicaban baloncesto que las agresiones eran una parte
legítima de la competición. Es más, los chicos en deportes de alto contacto y las
chicas en deportes de medio contacto mostraban un menor nivel de
razonamiento moral relacionado con un mayor nivel de comportamientos
agresivos.
5. Clima moral. El contexto en el que se desarrolla la práctica física es determinante
para el desarrollo moral de los individuos. En este sentido, dos factores se
presentan como claramente influyentes. En primer lugar, las normas de equipo
sirven para fomentar o disminuir los comportamientos agresivos (Stephen, 2000
y 2004; Chow, Murray y Feltz, 2009). En segundo lugar, el comportamiento del
entrenador o profesor es una de las principales causas que inclinan a los
deportistas al comportamiento agresivo (Duquin y Shroeder-Braun, 1996).
134
un impulso definitivo a la educación en valores, por medio de la irrupción de los temas
transversales y la diferenciación didáctica de los contenidos. Los temas transversales se
concibieron en la LOGSE como contenidos de gran relevancia para la sociedad, tan
importantes que no se les debía tratar como bloques aislados y diferenciados, sino que
debían impregnar toda la acción educativa. Algunos de los temas transversales fueron la
educación ambiental, la educación para la paz, la educación del consumidor, la educación
vial, la educación para la salud, la educación para la igualdad de ambos sexos y la
educación multicultural. Sin embargo, tal y como apunta Gavidia (2000), los temas
transversales no pasaron de uno o varios temas más que añadir al cargado temario de las
asignaturas, o contemplados “cuando tocaban”. El profesorado nunca ha llegado a estar
formado y concienciado lo suficiente para un adecuado tratamiento de los temas
transversales.
En un intento por fortalecer, entre otros objetivos, el tratamiento explícito de los
valores, la LOGSE diferenció los contenidos en conceptuales, procedimentales y
actitudinales o valores. Sin embargo, a falta de experiencias que lo demuestren, no parece
que los resultados fueran más allá de un mero reflejo en las programaciones de los
docentes.
Con la llegada de la Ley Orgánica de Educación en el año 2006 y los diferentes
decretos del currículo de enseñanzas mínimas para las diferentes etapas educativas, no
hay ninguna mención de los temas transversales ni aparecen los contenidos separados en
función de su carácter teórico, procedimental o actitudinal. En su lugar, la principal
novedad en cuanto a la educación en valores es la asignatura de “Educación para la
ciudadanía”. Esta asignatura comienza a impartirse en tercer ciclo de Educación
Primaria, en uno de los dos cursos que lo componen, y se estudiará de nuevo en uno de
los tres primeros cursos de Educación Secundaria. Esta asignatura ha conllevado una
enorme polémica, acusada desde algunos sectores por tratar de adoctrinar a los menores
desde la escuela en algunos temas sensibles a la opinión pública, sin tener en cuenta la
opinión de los padres. Nuestra opinión es que la educación en valores universales y
derechos humanos nunca será suficiente, por lo que, desde este punto de vista es
bienvenida. Sin embargo, si tenemos en cuenta los modelos de aprendizaje social, los
valores no son contenidos que se puedan enseñar tratándolos dos horas a la semana en
una asignatura, sino que debe ser algo que el alumno respire en las aulas, y, por tanto,
que sean transmitidos y vividos por el profesorado en particular, y toda la comunidad
educativa en general. En este sentido, los temas transversales eran una propuesta mucho
más acorde con el tipo de contenido.
Desde una perspectiva que quizás pueda parecer reduccionista, existen dos maneras de
afrontar la enseñanza de valores: los modelos de enseñanza cuyos objetivos tienen un
marcado carácter educativo y la utilización de técnicas de aplicación sistemática. Utilizar
135
un modelo de enseñanza implica que el docente coincide en un planteamiento de
enseñanza en muchos aspectos de la misma, como por ejemplo la percepción del
contenido y cómo debe enseñarse y evaluarse, cuáles deben ser las prioridades, cómo
debe planificarse y cuáles deben ser los eventos importantes… (Metzler, 2005). En este
sentido, la didáctica española no ha dado el salto a los modelos de enseñanza, con lo cual
muchos de ellos no son conocidos. Para aquellos docentes que estén cercanos a la
utilización de un modelo de enseñanza, existen algunos de ellos que fueron concebidos en
su origen como medios de desarrollo moral. Este es el caso de dos modelos dentro del
ámbito de la Educación Física que están ampliamente contrastados y que pueden
colaborar con la formación en valores, a saber, el modelo Educación Deportiva
(Siedentop, van der Mars y Hastie, 2004) y el modelo de desarrollo de la
Responsabilidad Individual y Social (Hellison, 1995). Dado que estos modelos son
explicados en los capítulos 3 y 10, invitamos al lector a que busque en esos capítulos la
información pertinente.
Por otro lado, la legislación española y también los diferentes manuales didácticos de
Educación Física han propuesto tradicionalmente que el docente se centrase en uno o
varios valores educativos, y hacer un tratamiento sistemático de los mismos. En caso de
que el docente se decante por esta opción, a continuación pasamos a dar algunos
aspectos claves. No analizaremos las posibilidades educativas de cada valor y su relación
con el currículo, pues ya lo hicimos en publicaciones anteriores (Contreras Jordán, 1998;
Contreras Jordán, 2002). En este caso mostraremos las diferentes posibilidades didácticas
de las técnicas que puede utilizar el docente.
1. Clarificación de valores. Esta técnica es utilizada para que los alumnos sean
conscientes de sus propios valores y actúen conforme a ellos. Es por tanto una
técnica de autoconocimiento y expresión de sus valores, con la que los alumnos
pueden conocer si sus valores han sido fruto de una elaboración personal o, por
el contrario, han sido adquiridos por influencia del medio. Con ella se discierne
si el sujeto asume como suyo un valor y es capaz de defenderlo en público. Los
valores se diferencian de las creencias u otras actitudes en que han sido
escogidos libremente, son reconocidos públicamente, se han incorporado a la
136
conducta real y aparecen repetidamente a lo largo de la vida de la persona. Esta
técnica se desarrolla mediante la formulación de preguntas en relación a los
valores tales como: ¿es algo que tú precisas?, ¿te sientes orgulloso de ello?, ¿es
muy importante para ti?, ¿te gusta mucho esa idea?, ¿te sientes feliz con ella?,
¿pensaste en otras alternativas?, ¿hace mucho tiempo que piensas así?, ¿cómo
afecta a tu vida diaria esa idea?, ¿crees que esto es una preferencia personal
tuya asumida o es sencillamente una costumbre?, ¿cuál es la dificultad que
encuentras para realizarla?, ¿concedes verdadero valor a esto?
2. Discusión de dilemas morales. Técnica de desarrollo del razonamiento moral que
consiste en analizar y discutir dilemas morales presentados mediante historias
hipotéticas o reales, que conllevan el análisis de un valor. Los dilemas suponen
para los alumnos la adopción de posturas respecto a la cuestión planteada, así
como las capacidades de razonarla y discutirla con los demás. Para la redacción
de dilemas morales han de seguirse las siguientes pautas: a) definir claramente la
situación y los personajes que en ella intervienen; b) plantear el conflicto
claramente; c) plantear las alternativas, en función de la óptica de cada
personaje interviniente; d) formular preguntas de tipo secundario.
3. Autocontrol de la conducta. Esta estrategia está orientada a que el alumno sea
capaz de ser responsable al máximo de su conducta, de manera constante y
continua. En Educación Física se traduce en la capacidad de no perder el
control en las diferentes situaciones de juego, al llevarse por las emociones
personales y los impulsos. Tres fases aparecen en el desarrollo de competencias
autorreguladoras: a) autodeterminación de los objetivos, los cuales permiten
modificar la conducta perseguida para su consecución; b) autoobservación, con
el objeto de que los alumnos autoanalicen su comportamiento; c) autorrefuerzo,
con el fin de fortalecer la motivación intrínseca hacia los fines propuestos.
4. Juego de roles (role-play). La dramatización de una situación en la que se plantea
un conflicto de intereses o valores permite el contacto de los alumnos con
opiniones, sentimientos e intereses de una manera metafórica. El objetivo de
esta estrategia es el desarrollo de la perspectiva social y la empatía. Para que sea
efectivo, es necesario que el juego de roles haya de ser utilizado de manera
sistemática y con las siguientes funciones: a) comprender que las demás
personas pueden tener diferentes puntos de vista, en muchos casos diferentes al
propio; b) considerar y anticipar tales puntos de vista en un conflicto dado; c)
relacionar y coordinar las diferentes perspectivas en relación a la propia. La
puesta en práctica de los juegos de roles implica el entrenamiento y motivación
de los alumnos, la preparación de la dramatización, el desarrollo de la misma y
el comentario del proceso desarrollado.
5. Análisis crítico de materiales curriculares (textos, dibujos, películas, etc.). Esta
estrategia tiene como objetivo la comprensión reflexiva y crítica de temas
morales. Para ello el material curricular debe ser expuesto en los siguientes
pasos: a) presentar un tema polémico, b) comprobar la comprensión de las ideas
137
principales expuestas en este material; c) aproximar el material a la realidad
científica; d) comprender y criticar el material; e) adquirir una actitud de
compromiso frente a la transformación de la realidad tratada.
138
a) La controversia del tema: relevancia social, actualidad, conflictividad y
opinión dominante del alumnado.
b) Los educandos: capacidad cognoscitiva para ubicar el dilema y distancia
emotiva al mismo.
c) Los educadores: compromiso y responsabilidad respecto al tema en
cuestión.
d) La relación específica educador-educando: grado de dependencia axiológica
del segundo respecto del primero y existencia de demanda explícita por
parte del alumnado.
e) El contexto institucional de la relación: concordancia entre el
posicionamiento del profesor y la comunidad escolar, correspondencia
entre el tema en cuestión y el momento curricular en que se trate.
139
legislación que prohíbe toda manifestación religiosa en el aula, mientras que la española
se limita a reconocerse laica. Además, el propio centro escolar mediante su Proyecto
Educativo puede explicitar determinadas actitudes de la comunidad escolar respecto a
cuestiones como esta.
Por tanto, en todo lo anterior el profesor juega un papel fundamental pues es agente
del proceso en los diferentes niveles mencionados anteriormente. Martín García y Puig
Rovira (2007) entienden la educación en valores como un proceso de enseñanza-
aprendizaje de una manera de vivir. Para que el profesor pueda colaborar en dicho
proceso, estos autores demandan que debe desarrollar siete competencias:
1. Ser uno mismo. Los maestros deben presentar una serie de actitudes que se
puedan proyectar en el alumno, tales como la aceptación de la forma propia de
ser, el respeto ante la diversidad moral (sin caer en el relativismo moral, “todo
vale”) y ser capaz de establecer relaciones basadas en la tolerancia. Puesto que
los maestros llevan estas capacidades “de serie” al nacer es necesario que las
fomenten y las trabajen, tanto en la formación inicial como en la permanente,
para lo que es necesario aplicar con ellos las mismas estrategias que hemos
citado anteriormente para el trabajo con los alumnos.
2. Reconocer al otro. La creación de un buen clima moral pasa por establecer una
serie de vínculos afectivos con el alumno. No se trata de “coleguear” con el
alumno, sino de crear una fluidez en la comunicación. Esta es más importante
teniendo en cuenta que muchos de los momentos en los que el profesor deberá
ponerse “el mono de trabajo” de educador son imprevisibles, por lo que si no se
lleva puesto, se fracasará en el día a día del aula. Si decimos que es necesario
un tratamiento sistemático de los valores, no podemos olvidar el tratamiento
eventual ante situaciones cotidianas. Esta actitud comprometida nos debe llevar
a acoger al alumnado tal y como es, sin esperar nada a cambio; comprender su
manera de ser, poniéndonos en lugar del niño y conectando con su realidad
social; confiar en sus posibilidades y comunicarlo, favoreciendo el optimismo
del niño en el proceso educativo.
3. Facilitar el diálogo. El diálogo se convierte en un método, para el cual es
necesario practicar, como cualquier otra habilidad personal, para hacerlo bien.
Pero no se queda aquí, pues el diálogo es también una finalidad moral. Es decir,
el alumno debe ser consciente del valor del diálogo como instrumento de
resolución de cuestiones morales.
4. Regular la participación. Ayudar a un alumno a saber participar en las actividades
supone que sepa implicarse y formar parte de una actividad, intervenir en un
proyecto hecho en colaboración con otros y actuar mediante la reflexión, el
diálogo y la acción. Para ello, el docente debe ser capaz de ceder el
protagonismo de las tareas a los alumnos y motivarlos a dicha participación.
Aquí nos gustaría destacar que las diferentes propuestas de enseñanza realizadas
en este libro van en esta dirección. Favorecer la participación en la enseñanza de
140
los contenidos propios de la materia en cuestión será un medio clave para la
participación en procesos morales.
5. Trabajar en equipo con otros docentes. Es esta una noción que necesita una
vuelta de tuerca más respecto a la concepción tradicional entendida como la
mera realización de reuniones de coordinación. Trabajar en equipo para afrontar
la educación de niños y adolescentes tiene la exigencia de definir objetivos
comunes del equipo de profesores, presentar responsabilidad y coherencia en
los métodos de trabajo pactados, que los participantes contribuyan en la medida
de lo posible, y que se establezcan relaciones de confianza entre los miembros
del grupo, para que exista un buen clima de trabajo.
6. Hacer escuela. Por “hacer escuela” se entiende un proyecto colectivo que
funciona gracias a las individualidades. Esto se refleja en las actitudes personales
de implicación en la evolución del centro, unos estilos de convivencia basados
en el respeto y el conocimiento mutuo, la voluntad de unirse con otros para
colaborar en acciones puntuales, y sentimientos de encontrarse a gusto dentro
de la institución.
7. Trabajar en red. La escuela tiene que estar conectada a su entorno, para ello es
necesario que los Proyectos Educativos de Centro (PEC) estén bien definidos
en la práctica de valores y la convivencia, y que esto incluya puentes con la
diversidad social cercana. En este sentido, Internet se muestra como un recurso
que debe ser habitual en las aulas, como favorecedor de la interacción y la
globalización del centro. Otro recurso que debe ayudar a potenciar el PEC son
los relacionados con los proyectos de Ciudades Educadoras. Estos son
proyectos que se proponen desde diversos municipios y que tratan de integrar
en sus obligaciones la educación de sus habitantes, como elemento transversal
en sus actuaciones.
| Glosario |
Experiencia vicaria: Los alumnos tienden a repetir de manera involuntaria aquello que ven en su
entorno, sobre todo en los modelos más relevantes, lo cual recibe el nombre de “experiencia vicaria”.
Este concepto es clave en la Teoría del Aprendizaje Social desarrollada por Bandura.
Desarrollo moral y valores: El término moral hace referencia a la bondad o la malicia de las
conductas humanas, si bien los valores son los elementos de referencia para concluir si algo está bien
o mal.
141
Educación en valores: La transmisión de valores supone la mera acumulación de este tipo de
conocimientos por parte del alumno. En la actualidad se debe pensar en educación en valores, lo que
conlleva la formación personal y social del alumnado.
Neutralidad o beligerancia en la educación en valores: Si los valores a tratar son universales
(principios básicos de la democracia) el profesor debe ser beligerante, es decir, debe situarse
claramente y sin tapujos en una posición de defensa de los mismos. Si por el contrario la cuestión a
tratar tiene vinculaciones culturales y depende mucho de la situación, el profesor debe tender a la
neutralidad, permitiendo el desarrollo crítico y reflexivo del alumno. En ningún caso el profesor
debería adoptar posturas basadas en el encubrimiento, la coacción o la exclusión.
| Actividades recomendadas |
1. Analiza por escrito tu experiencia en el aprendizaje de valores, tanto en Educación Física como en
otras materias, en tu etapa de alumno de Educación Primaria y Secundaria. Trata de recordar
cómo te transmitieron a ti algunos valores, y compara tus experiencias con los modelos de
desarrollo moral expuestos en el capítulo.
2. Practica con tus compañeros las diferentes técnicas de educación en valores propuestas en el
capítulo.
3. Pon ejemplos de cómo desarrollar las siete competencias que debería tener un maestro para poder
educar en valores.
142
8
Educación Física para la igualdad de
oportunidades
8.1. Introducción
8.2. Caso
143
del Sur y de Marruecos. Los padres no están interesados en la educación de sus hijos,
por lo que a menudo faltan a clase, o no traen la equipación adecuada.
No obstante, reunido el Claustro de profesores ha determinado como principal
objetivo del Centro la integración de los alumnos y las familias en el Proyecto Educativo
del Centro, seleccionando a estos efectos algunas áreas especialmente sensibles a dicha
operación entre las que se encuentra la Educación Física, por lo que solicitan de
Alejandro una programación anual susceptible de colaborar a conseguir la meta
establecida. De forma que debe contener elementos que potencialmente sean capaces de
integrar a chicas e inmigrantes como alumnos con mayor dificultad teórica y desde la
perspectiva de que forman parte de familias muy pobres.
¿Qué contenidos debe trabajar Alejandro?, ¿qué tipo de actividades?, ¿cómo hacer
frente a las diversas ideas del cuerpo promovidas por las diferentes religiones en
presencia?, ¿debe ser el tratamiento de las chicas igual al de los chicos? Estas y otras
cuestiones deben ser respondidas por los alumnos que se han de situar en la posición de
Alejandro.
Una sola palabra como es “feminismo” no puede explicar un movimiento tan amplio y
heterogéneo como es aquel cuya pretensión es mejorar la vida de las mujeres. Sobre
todo, porque no es una ideología monolítica que expresa un único pensamiento, sino que,
contrariamente supone un conjunto de perspectivas que intentan explicar las razones de
la opresión a que están sometidas las mujeres y las posibles soluciones del problema.
Estos diferentes puntos de vista se pueden organizar en un continuum que va desde la
consideración de “las mujeres” como una categoría universal hasta aquel otro que
considera su vida y subjetividad individualmente consideradas.
Al día de hoy las teorías feministas tienen la suficiente antigüedad como para
ofrecernos diferentes perspectivas de la relación entre el género y el mundo social, que
de manera amplia pueden ser clasificadas como liberal, estructural y deconstructiva, con
independencia de que cada una de ellas contenga a su vez otras que maticen algún
aspecto. Estas diferentes ópticas se preguntan por cómo se define la opresión, dónde se
localiza la fuente que da lugar a la misma, y cuáles son las estrategias que han de
terminar con la misma dando respuestas desde su propio posicionamiento.
El problema del papel y la participación de la mujer en la Educación Física también
ha sido abordado desde diferentes perspectivas que se pueden considerar en el devenir
histórico de su consideración. Así, en un primer momento, el centro de atención de la
investigación estuvo determinado por los papeles diferenciados de chicos y chicas en las
clases de Educación Física, la igualdad de oportunidades en el acceso a su práctica, y los
planes de estudio apropiados. Con el tiempo la influencia de las teorías feministas cambió
el objeto de la investigación hacia las relaciones de poder entre los sexos y las
consecuencias de la feminidad, sexualidad y apariencia física en la Educación Física
144
escolar. Más recientemente la investigación se ha centrado, dentro del marco de las
teorías postestructuralistas, a la exploración de las experiencias de las muchachas
individualmente consideradas en las clases de Educación Física, analizando las
diferencias, cuerpos y subjetividades.
Las tendencias expresadas vienen a reflejar las más amplias líneas teóricas del
pensamiento feminista, al modo de “olas” de teoría (Flintoff y Scraton, 2004) en donde
unas van reemplazando a otras aunque sobre ellas, aprovechando su fuerza e inercia, en
un origen común. Los marcos teóricos de análisis que hemos expuesto operan sobre
algunos conceptos cuya comprensión resulta esencial para proceder al mismo, tales son la
distinción entre género y sexo; las relaciones de poder de género; y la diferencia entre
géneros.
El feminismo liberal desarrolló una ola de teoría que reflejaba a la vez que influía en
la historia del feminismo de los años sesenta del pasado siglo XX; la siguiente ola
correspondió al feminismo radical y marxista que enfocó el fenómeno desde su propia
ideología contraria al liberalismo; y más recientemente, en los años noventa, el
postestructuralismo constituyó el marco teórico desde el que analizar el problema. No
obstante, hemos de volver a subrayar que nunca una teoría viene a reemplazar
totalmente a otra.
Desde la perspectiva liberal se pone el acento en la racionalidad como capacidad del ser
humano que le distingue de los animales, lo que lleva al abordaje del problema del
dualismo metafísico que entre otras cuestiones establece un criterio biológico de
superioridad entre los hombres y mujeres, a favor de los primeros, que tiene por
resultado principios universales de orden social que conceden a los hombres el acceso a
la esfera pública que permite el poder social, a la vez que se le restringe a las mujeres.
Así, la naturaleza de “hembra” como expresión biológica debido a su supuesta
inferioridad hace que la mujer quede excluida de los derechos sociales y privilegios que
se conceden a los hombres, incluso el acceso a la Educación Física y el Deporte.
Los trabajos en torno a la distinción de sexo y género comienzan en los años setenta
a través del estudio de la determinación biológica que marca las diferencias entre los
sexos, situándose a la vanguardia de mitos desafiantes como el de la desigualdad física de
las muchachas, lo que abrió la posibilidad de una mejor comprensión de la Educación
Física de las muchachas desde perspectivas psicológicas y sociales. No obstante, la
aportación más significativa fue la distinción entre los conceptos de sexo y género. Esta
separación de lo biológico referido al sexo y de lo social que apunta al género abrió las
posibilidades del examen crítico de la Educación Física de la mujer desde un paradigma
constructivista.
La fuente de opresión se encuentra en la falta de oportunidades por razón del sexo
biológico y los modelos de socialización que perpetúan el determinismo biológico. Los
145
feministas liberales trabajan para provocar el cambio dentro del sistema promoviendo el
acceso de las mujeres a los derechos, privilegios y espacios sociales que se han sostenido
tradicionalmente por los hombres. La legislación antidiscriminación en el deporte es un
ejemplo de estas medidas.
No obstante, han sido señalados dos límites a esta perspectiva liberal, por una parte,
que su solución es abrir la puerta al mundo de los “hombres” a sabiendas de que es
distinto al de la mujer; en segundo lugar, la idea de mujer con carácter homogéneo, sin
pararse a considerar que dicha idea está extraordinariamente matizada por la raza, clase
social o sexualidad.
La perspectiva estructural considera el género como una construcción social, de ahí que
rechacen la idea liberal de que el sistema está abierto a la participación de la mujer,
argumentando que son razones debidas a un sistema de poder injusto, ya sea político,
económico o social las que impiden el desarrollo de la mujer en pie de igualdad con el
hombre. Las diferencias entre chicos y chicas son el resultado de los estereotipos y
prácticas sociales, de modo que aprenden las conductas, actitudes y papeles apropiados.
En este sentido la Educación Física ha colaborado a la construcción social de categorías
de género. De esta manera la praxis feminista busca entender la desigualdad y contribuir
al cambio político y social. Es así como se suceden la lógica del feminismo liberal que
evidencia la diferencia y la lógica del feminismo marxista que enfatiza el enfrentamiento
entre géneros al modo de clases sociales.
Varios autores identifican la Educación Física como un lugar importante para el
mantenimiento y reproducción de la masculinidad hegemónica (Bramham, 2003) a través
de la reproducción de conductas y actitudes que impactan en los jóvenes. Así, mientras
los muchachos tienen recursos y oportunidades para el acceso a la actividad física, no
sucede igual con las chicas, condicionadas por obligaciones domésticas y cuidados de
niños hermanos más jóvenes, lo que se ve extraordinariamente aumentado cuando se
trata de mujeres de raza negra o religión musulmana en contextos económicamente
desfavorecidos. También la religión y la cultura han influido en el papel de la mujer en la
actividad física, resaltando la discriminación y el conflicto provocado por las ortodoxias
religiosas y el papel de la familia.
Naturalmente las estrategias para eliminar la opresión pasan por dotar a las mujeres
de las herramientas necesarias para cuestionar y poner en evidencia el género, la clase, y
las estructuras económicas desvelando a qué intereses sirven. Nuevamente las
limitaciones de la teoría estructural se basan en la consideración de “la mujer” como una
categoría homogénea sin reparar en sus diferencias.
No obstante, este punto de vista genérico ofrece importantes matices
correspondientes al feminismo radical, marxista y socialista. Así, las feministas radicales
localizan la opresión en la idea patriarcal que establece ciertos derechos al varón en
146
detrimento de la hembra, de forma que se construye una idea de género basada en
características como fuerza y agresión, mientras que las de la feminidad subordinada
consisten en la debilidad, apariencia y emotividad. No es extraño que este tipo de
ideología excluya a las mujeres de la participación en el deporte.
Por su parte, la óptica marxista localiza la opresión en la división sexual del trabajo
que estructura las relaciones de clase capitalistas, de manera que el papel dependiente de
la mujer como esposa y madre deja a los hombres libres para aumentar el capital, que
tiene su manifestación en el ámbito de la actividad física en el acceso a los beneficios del
ejercicio físico que se concentran en función del género y grupo socioeconómico. El
tercer punto de vista estructural es el socialista, que localiza la opresión en la intersección
entre capitalismo y patriarcado sin la primacía de ninguno de ellos. El feminismo
socialista identifica el poder localizado en el sistema patriarcal y capitalista del que se
derivan las desigualdades de género provocadas por la clase social y la división social del
trabajo cuyos beneficios recibe procedentes del trabajo doméstico impagado de las
mujeres y el cuidado de los niños y obreros. Los conceptos de ideología y hegemonía
son centrales en esta perspectiva, la hegemonía se opera a través del consentimiento en
lugar de la coerción de aquellos significados dominantes en la vida cotidiana, sin
embargo, nunca es total y siempre cabe la posibilidad de contestación y desafio para
producir el cambio. En las sociedades occidentales esta forma de dominación continúa
estando centrada en la fuerza física, dominación, competición y heterosexualidad.
147
como plural y productivo que se manifiesta en una multiplicidad de lugares como el
cuerpo, los discursos, el conocimiento, la subjetividad o la sexualidad.
Las estrategias seguidas en esta perspectiva para eliminar la opresión son aquellas
que consideran el problema como local y dentro del momento histórico presente, desde
este punto de vista, se han implementado programas de actividad física basados en bailes
para ver sus efectos en los chicos, toda vez que existe una asociación entre baile y
feminidad.
La Educación Física durante el siglo XIX separaba a las mujeres argumentando sus
distintos papeles y capacidades, posición que queda reforzada por la profesión médica
que aporta una visión de la mujer como ser inferior al hombre, fisicamente débil y
desvalido. Como resultado de todo ello, las mujeres han de ser preparadas para su “papel
natural” de madres y se han de tomar todas las precauciones necesarias para proteger sus
capacidades reproductoras, lo que supone la exclusión de la mayoría de los deportes y
actividades físicas, ocupando su tiempo en “aprender a ser señoras”.
No obstante, con la incorporación de la Educación Física al currículo oficial a
mediados del siglo XIX los contenidos que se desarrollan son los relacionados con la
calistenia o gimnasia suave, apropiada para el ejercicio de las muchachas por el desarrollo
de la belleza y la gracia. La incorporación de juegos de equipo al plan de estudios escolar
tuvo lugar en las escuelas secundarias públicas, de manera que el hockey o el tenis
pemanecían dentro de los límites de la “feminidad aceptable”, evitando el estigma de la
masculinidad asociada a los juegos del varón.
En relación al currículo las muchachas se socializaron en “actividades de mujeres”
como es el caso de la gimnasia, mientras que los muchachos lo hacían en “actividades
masculinas” como el fútbol, lo que contribuyó a una ideología de feminidad y como
consecuencia a una posición inferior de las mujeres en la sociedad. Así, la feminidad
incorporaba una carga ideológica que se manifestaba en creencias tales como la menor
habilidad y capacidad física, la sexualidad y el papel doméstico de ama de casa. Por el
contrario, habían de tener más gracia, equilibrio, flexibilidad y sutileza. En definitiva, la
Educación Física habría de colaborar a otorgar a la mujer un papel de esposa y madre.
Por lo que respecta a la formación del profesorado las creencias y actitudes de los
maestros también influyeron en los currículo de las chicas ya que socializaron a estas en
contenidos como el baile. En efecto, los profesores son formados para enseñar en las
escuelas tal como ellos son en lugar de cómo podrían ser, lo que dificulta aún más su
formación ya que los maestros cuando entran en la profesión ya han establecido su
identidad de género.
148
En muchos casos las prácticas de Educación Física se realizan alrededor de las nociones
estereotipadas de lo que es “normal”, es decir, de lo que no es lesbiana, homosexual,
bisexual o transexual, lo que supone que hablamos de heterosexualidad. De tal forma que
la identidad sexual de lo heterosexual resulta privilegiada, lo que conecta con una
concepción restringida de género tanto en sus expresiones masculina como femenina.
Ciertamente, la perspectiva histórica nos hace reconocer que el tratamiento de lo
diferente a la heterosexualidad ha sido tradicionalmente considerado como un tercer sexo
que era anormal o enfermo, y consecuentemente necesitado de tratamiento médico.
Dicha concepción producía discriminaciones sociales muy importantes en el mundo de
las lesbianas u homosexuales, que habían de ocultar su identidad sexual ante alumnos,
padres o colegas por miedo a su consideración.
Sin embargo, el panorama sexual está cambiando y el derecho a escoger la identidad
sexual se está planteando en muchos países como un problema de derechos civiles. Es
por ello que la investigación que el problema plantea en Educación Física también ha
avanzado considerablemente tanto en relación a los alumnos como a los profesores de
dicha condición.
Así, se ha podido comprobar cómo la posición hegemónica en Educación Física es la
de la heterosexualidad, que se transmite a través del currículo oculto, o socialmente
construido y que asume una posición omnipotente. En este sentido, la Educación Física y
el deporte se construye para hacer “muchachos viriles” en la más masculinidad ortodoxa.
Sin embargo, para las mujeres no ocurre igual, sino que una deportista exitosa tiene un
déficit de feminidad y debe ser hombre.
Los comentarios misóginos son, a veces, frecuentes en la práctica del entrenamiento
deportivo. “No te comportes como una nena” supone la expresión de la concordancia
entre la actividad física y la masculinidad. Por el contrario, el contacto entre hombres en
el baile lleva a interrogarse sobre su heterosexualidad, lo que explica la escasa
participación masculina en estas actividades.
Los sistemas educativos de los países que conforman la Unión Europea fueron diseñados
y creados para dar respuesta a las necesidades de unas sociedades mucho más
homogéneas y cerradas que las actuales. El sistema educativo español no es una
excepción a esta regla, sin embargo, el perfil de la población española ha cambiado
mucho en los últimos años hasta el punto de que aproximadamente un diez por ciento de
la población escolar en la enseñanza obligatoria es inmigrante por lo que es preciso
reajustar el sistema educativo para dar respuesta a las nuevas demandas desde una óptica
de justicia.
En efecto, una visión panorámica desde 1993 a 2009 del proceso de incorporación al
sistema educativo español de niños y niñas extranjeros en relación a las variables de
curso escolar, región geográfica de procedencia del alumnado, Comunidad Autónoma,
149
nivel educativo y titularidad del centro ofrece la siguiente situación: la progresión de la
presencia del alumnado extranjero en el sistema educativo español es claramente
creciente; más de tres cuartas partes de este alumnado está escolarizado en centros
públicos; la región de procedencia predominante es América del Sur, seguida de África;
hay notables diferencias en la distribución de esta población según Comunidades
Autónomas; el nivel educativo donde más población extranjera está escolarizada en la
actualidad es la Educación Primaria, si bien es previsible un incremento progresivo en la
ESO a tenor de los datos.
Como vemos la sociedad española está cambiando a pasos agigantados y uno de los
elementos de dicho cambio radica en el fenómeno de la inmigración, de manera que una
sociedad que se proclama no racista, tal vez por la inexistencia de diversas razas en su
territorio, comienza a tener focos de dichas actitudes. El resultado es que una vez más
los ojos se vuelvan hacia la escuela para que resuelva el problema o al menos trate de
evitarlo en lo posible, pero nos encontramos con un maestro, que como en otras tantas
cosas, no ha recibido una formación específica.
La educación intercultural se plantea hoy más como una necesidad que como una opción
vocacional de la propia escuela. En efecto, hay que tener en cuenta que la diversidad
cultural es casi siempre fruto de los movimientos migratorios cuya característica es la de
tener unas necesidades comunes, sobre todo de índole económica por las cuales
compiten, en lugar de plantearse su consecución de manera conjunta. Por otra parte,
estos grupos constituyen formas distintas de entender la realidad y de dar respuesta a las
exigencias de esta.
Asimismo, debemos considerar que el término “inmigrante” se utiliza ordinariamente
para referirse a personas que provienen de países más pobres y adquiere connotaciones
peyorativas relacionadas con la pobreza y la marginalidad, de manera que se forman
estereotipos que tienden a justificar conductas de un grupo cultural en relación a otros, lo
que a veces conduce a actitudes xenófobas y a actos racistas.
Los inmigrantes tienen un marco dual de referencia, de forma que se mantienen
psicológicamente en su país natal mientras que viven en la sociedad que les acoge. Este
marco dual es una forma de protección psicológica ante la violencia, el desprecio y la
discriminación y también frente al estrés de “aculturización” que tradicionalmente ha
formado parte de la experiencia inmigrante. Este estrés, que tiene un serio impacto en los
hijos de inmigrantes, es hoy más agudo, si cabe, dada la histeria antiinmigración
extendida a todas las sociedades postindustriales (Francia, Alemania, Italia, España, etc.)
marcada por un aumento del malestar social.
En el marco descrito no parece extraño que los niños de familias inmigrantes tengan
muchos y graves problemas entre los que podemos destacar el bajo nivel académico y
cultural deducido de la propia situación socioeconómica y sobre todo el referente a la
150
desestructuración familiar. Este último aspecto resulta especialmente importante si
queremos que la integración de los niños y su evolución sea plena.
La desestructuración familiar se manifiesta con más crudeza, si cabe, en la segunda
generación. En efecto, el niño desde su llegada a su nuevo entorno comienza un proceso
de reelaboración cultural en donde desecha elementos de su propia cultura para asumir
otros que le son más rentables en su promoción social y personal. Pero de manera
encontrada el núcleo familiar intenta reproducir en sus hijos los patrones culturales
tradicionales lo que conduce a una contradicción intelectual generadora de conflicto que
puede situar al niño en unos niveles muy bajos de autoestima.
A tal efecto es preciso tener en cuenta que el niño dispone de menos recursos que
los mayores para afrontar los cambios ya que el inmigrante adulto llega con unos
parámetros de identidad ya desarrollados y una autoestima ya formada. De manera
diferente, el niño está en pleno desarrollo e inmerso en la elaboración de su personalidad,
de ahí que la construcción de su identidad étnica entrará en contradicción entre los
patrones de la sociedad que le acoge y los propios, por lo que se produce un proceso de
desarraigo.
Desde nuestro punto de vista, la inmigración es un proceso abierto que afecta a la
experiencia de las diferentes generaciones, por tanto, no compartimos la idea de la
asimilación y aculturización de los inmigrantes como estamentos cerrados, sino que de
manera diferente suponen procesos dinámicos intergeneracionales.
Los estudiantes biculturales aprender a adaptar dos ambientes socioculturales
distintos; su cultura primigenia y la cultura dominante en la sociedad en la que viven. En
este sentido, el autor propone cuatro patrones de respuesta principales relacionados
directamente con la biculturización de los miembros de culturas subordinadas, a saber:
En esta situación el sistema escolar es algo ajeno a sus intereses en muchos casos,
ya que los contenidos nada tienen que ver con sus referentes, ni tampoco la manera en
que se transmiten, lo que dificulta aún más, si cabe, su adaptación. Todo ello puede
151
plasmarse en conductas diferentes del niño ya que por una parte puede adoptar
posiciones de desinterés y rechazo y, por otra, actitudes contrarias de adaptación, sobre
todo, cuando se percibe el éxito escolar como forma de ascenso social. Sin embargo, en
ambos casos el final puede ser absolutamente igual de traumático y frustrante cuando las
expectativas en el mundo laboral son nulas tras el período formativo.
No es rara la situación de fracaso escolar de los inmigrantes si tenemos en cuenta
que la escuela es un sistema institucionalizado de reproducción social, por lo que
transmite los patrones socialmente establecidos como adecuados por la cultura
mayoritaria. Es por ello que la inadaptación de los alumnos inmigrantes suele terminar en
fracaso escolar, no ya por incapacidad del alumno, sino por la del sistema para ofrecer
unos contenidos significativamente relevantes para él y sus expectativas.
En consecuencia, podemos afirmar sin esfuerzo que el hecho multicultural como
fenómeno social es, por sí mismo, conflictivo debido a que distintos grupos culturales
que se desconocen o que tienen visiones inexactas de los otros han de encontrarse en un
mismo espacio. ¿Qué hacer con el chador en las clases de Educación Física?, ¿cómo
incorporar hábitos de vida activa y saludable en la mujer magrebí? La esencia de la
educación intercultural no es otra más que la transformación de la tensión que crea el
conflicto social en energía que dinamice el cambio para llegar a una nueva situación de
equilibrio grupal, si es que se logran superar las necesidades, intereses y valores que
provocan el conflicto redefiniéndolas y descubriendo otras nuevas, lo que supone
alcanzar un nivel superior de humanización.
La integración de las minorías culturales se apoya en el conocimiento del otro, de
sus valores significativos y tradiciones, de tal manera que se llegue a la comprensión de
su cosmovisión y a la valoración de las diferencias en un plano de igualdad. Lo
desconocido produce desconfianza y tan sólo al aproximar a los niños a las diferentes
realidades se consigue una valoración de la propia cultura con un desarrollo paralelo de la
autoestima y la identidad étnica. Es preciso producir un proceso de interiorización de los
otros valores como propios en la seguridad de que el éxito de la interculturalidad radica
en fomentar una interacción que conlleve la aceptación de los valores positivos que
pueden aportar todas las culturas.
152
como ¿de qué manera abordar las vivencias corporales? o ¿qué lugar ocupa en los
procesos de socialización el modelo deportivo occidental? son ejemplo de algunas de las
respuestas que debe dar el currículo de Educación Física enfocado a la educación
intercultural.
Una fórmula para incorporar los conceptos relativos a la interculturalidad en
Educación Física es a través de las dimensiones específicas de esta, lo que habría de
incluir los siguientes aspectos:
1. Contenidos de integración. Son aquellos referidos a los caminos por los cuales el
profesor incorpora las contribuciones históricas y filosóficas de varias culturas a
la Educación Física. De esta manera se cuestionaría a los alumnos sobre su
pasado familiar y herencia en relación a los juegos y actividades físicas de sus
padres y ancestros a la vez que se realizaban audiciones y danzas de diferentes
culturas.
2. Construcción del conocimiento. Es el componente de la educación multicultural
que conceptualiza al estudiante como creador e investigador de su propio
conocimiento, por tanto, describe qué tipo de conocimientos están influidos por
la raza, etnia, género y posición social de los individuos y grupos, a cuyo fin
incluye la discusión en clase como medio de reflexión crítica en grupo, se trata
de aceptar con normalidad las diferencias físicas, de opinión y de acción. En
esta circunstancia el profesor es sólo una guía para formar a los estudiantes. En
este sentido, las estrategias pueden girar alrededor de simular situaciones o
eventos culturales de otros países, tales como representar los Antiguos Juegos
Olímpicos o un show de danza internacional.
3. Reducción de prejuicios. Se trata de desterrar todos aquellos prejuicios que
obstaculicen la dimensión intercultural de la Educación Física usando estrategias
que ayuden a reducir las actitudes racistas y, contrariamente, promocionar
actitudes abiertas y positivas hacia los diferentes grupos étnicos que desarrollen
la tolerancia y el respeto. Estos procesos comienzan haciendo trabajar y resolver
problemas con los otros a cuyo fin han de diseñarse actividades cooperativas en
donde los juegos motores tienen una gran potencialidad, sobre todo cuando el
profesor hace que los alumnos observen las similitudes y diferencias de los
mismos. En todo caso es preciso verbalizar y reflexionar sobre los prejuicios
colectivos respecto a otras culturas, sobre el propio lenguaje y las concepciones
que subyacen al mismo en palabras tales como estereotipo, equidad, tolerancia,
comprensión, cultura o propia imagen.
4. Equidad pedagógica en relación a la diversidad. Nos referimos a cuando los
profesores deben modificar su enseñanza para facilitar que los alumnos menos
dotados por razón de etnia o cultura alcancen sus objetivos, a cuyo fin deben
eliminar todas las barreras interpuestas por la lengua o la cultura, de manera que
el profesor se convierte en un formador activo de diversidad y cultura
procurando que estos alumnos tengan una verdadera igualdad de oportunidades.
153
8.5.3. Especial consideración de la formación y desarrollo de los estereotipos racistas en el deporte
154
información a través de una radio que retransmite un partido de baloncesto, se percibe
mayoritariamente a los jugadores afroamericanos con más habilidad, mientras que los
jugadores euroamericanos eran percibidos como más inteligentes y constantes. En este
sentido, también es posible constatar cómo existe una creencia bastante generalizada de
que los atletas afroamericanos son más diestros en la práctica de determinados deportes.
La abundancia de estereotipos negativos que actúan sobre los afroamericanos, así
como la influencia de los estereotipos raciales positivos percibidos, tiene una gran
influencia reflejada en el desarrollo de la identidad racial de los adolescentes. En este
sentido, es preciso destacar que de los pocos estereotipos positivos de los
afroamericanos, el deporte es probablemente el más sobresaliente.
En efecto, en una sociedad en donde se comunican constantes mensajes que
transmiten imágenes negativas de los afroamericanos, únicamente donde son
representados positivamente es en el deporte. Los atletas afroamericanos son muy
conocidos y ocupan un alto estatus a los ojos de la sociedad americana, mientras que el
resto de su raza tienen una ínfima consideración. A estos efectos, canalizan sus energías
innovadoras en la creación de distintivos y demostraciones de habilidades en el deporte,
estilos de conducta, lenguaje, gestos, modelos, etc.
Los adolescentes ocupados en una fase de búsqueda de su identidad observan y
admiran tales conductas incorporándolas con facilidad a su propia identidad, lo que
explica el porqué muchos adoptan un estilo de pelo, conducta o deporte de lo que
perciben como modelo afroamericano. Para muchos jóvenes la identificación se realiza a
través de la participación en actividades que son populares en el grupo y que han
obtenido éxitos en la participación los de su raza, tales como el baloncesto o el fútbol,
que son el estereotipo de actividades afroamericanas.
Hay algunos que sugieren que las diferencias observadas en los modelos de
participación en deportes y actividad física pueden ser atribuidas a las diferencias en los
estatus socioeconómicos. En este sentido, los deportes profesionales proporcionan una
vía, de ahí que el baloncesto es extraordinariamente popular entre la gente pobre porque
proporciona un medio de accesibilidad a estatus superiores. Todo ello colabora al
sobredimensionamiento de los éxitos de los atletas afroamericanos, a pesar de las
limitaciones que tienen en otros campos.
Un estereotipo racial común sostenido por el pensamiento vulgar es que los
afroamericanos nacen con superioridad física en comparación con los euroamericanos.
En efecto, se ha podido constatar cuáles son las creencias que llevan a los grupos de
estudiantes afroamericanos y blancos a elegir un tipo de deporte u otro. De sus
respuestas se obtienen resultados tan llamativos como que los participantes negros tienen
una mayor preferencia por deportes como el Baloncesto y el Fútbol, principalmente,
mientras que los participantes blancos se decidieron más por deportes como el Golf o el
Tenis, de tal manera que del análisis de los datos obtenidos se observaron tres factores
que son los causantes de la creencia o participación en uno u otro grupo étnico en dichos
deportes.
Tal afirmación podría suponer para los afroamericanos, teniendo en cuenta su
155
habilidad atlética natural, un estereotipo positivo. Sin embargo, comoquiera que se asocia
a un menor grado de inteligencia en el contexto deportivo, debe ser clasificado como un
atributo negativo. Por el contrario los atletas euroamericanos, teniendo menos habilidad
atlética natural, pero siendo inteligentes y quizá trabajando duro, fueron percibidos como
atributos positivos.
Los afroamericanos han sido vistos generalmente como físicamente superiores
comparados con euroamericanos, y esta superioridad innata ha sido determinantemente
unida a inferioridad intelectual. De manera que se une la superioridad atlética de
afroamericanos y su inferioridad intelectual, produciéndose un estereotipo negativo. Lo
que podría llevar a los afroamericanos a rechazar la noción de superioridad en la
habilidad para mantener y proteger el propio aprecio positivo basado en el estereotipo de
la mayor inteligencia y esfuerzo.
156
distintos países, de forma que ya no se puede decir que el deporte sirva a una
determinada raza o grupo social como demuestra el hecho de que las minorías étnicas
tienen sus propios ídolos que las representan como pone de manifiesto el caso Zidane,
tremendamente admirado por los suyos dada su condición de “beurs”, o la alegría que
supuso para los musulmanes el triunfo de Irak sobre los Estados Unidos en la Copa del
Mundo de fútbol.
De esta manera el deporte se confirma como un vehículo de comunicación social
más importante que cualquier otro, ya que todo el mundo puede opinar o discutir sobre
un evento deportivo, de tal manera que el deporte constituye una “comunidad
imaginaria” que transciende las fronteras y se confirma como una de las raras zonas de
encuentro de los individuos lejos de rivalidades políticas y divisiones sociales. En este
sentido, las grandes figuras del deporte ofrecen modelos de identificación a los “jóvenes
descendientes de la inmigración” contrarrestando los estereotipos con que son atacados,
de forma que las minorías étnicas utilizan el deporte como un medio para establecer su
identidad cultural y afirmar su independencia.
Dado el carácter de transversalidad de la educación intercultural la evaluación ha de
poner el acento precisamente en los valores y actitudes que queremos desarrollar en
nuestros alumnos, a tal efecto la observación se convierte en una herramienta de primera
magnitud de cara a confirmar si el alumnado ha adquirido las nuevas perspectivas que
tienen que ver con el respeto y aceptación de las otras personas y culturas, si participa
activamente en las actividades propuestas sin hacer discriminaciones por razón de raza, o
si comprende las realidades ajenas y es solidario con ellas.
Como es bien sabido la idea de clase social tiene sus orígenes en las aportaciones de la
filosofía marxista a la que atribuye constituirse como el motor de la historia a través de la
lucha entre ellas. El conflicto en la sociedad industrial habría de operarse entre la
burguesía o clase capitalista y el proletariado. Sin embargo, Weber no sólo entiende la
clase como un fenómeno de lucha económica, sino también cultural. Nuestro estilo de
vida, el consumo, los hábitos de ocio, la manera en que nos comportamos y pensamos,
nuestra conducta corporal definen nuestras oportunidades de vida. De manera que en la
actualidad la clase social es la expresión de un conjunto de aspectos socioeconómicos y
culturales que determinan el lugar en la jerarquía social.
En nuestra vida la clase es una categoría fundamental de exclusión y formación de
identidad cuya permanencia se explica por la transmisión educativa y el contexto social
dentro y fuera de la escuela. Se refleja en multitud de aspectos que pueden estar
relacionados con la participación en los más altos niveles de la educación como en las
conductas relacionadas con la actividad física y el deporte como elemento de los estilos
de vida saludables o empleo del tiempo de ocio.
La Educación Física constituye un elemento importante en la socialización de los
157
individuos, de manera que, por ejemplo, en muchos casos el nivel de habilidad de los
alumnos no es sino el reflejo de cómo los padres invierten formal o informalmente en la
actividad física dentro y fuera del horario escolar, cómo se relacionan con su propio
cuerpo, o cómo ocupan su tiempo libre.
Especial consideración merece el hecho de que muchos niños de la clase obrera
aprenden persistentemente “a perder” y “cómo perder” aunque tengan habilidades
suficientes para tener éxito. Cuestión no sólo referida exclusivamente a la competición
sino también a las normas de convivencia con el cuerpo.
Sin embargo, la idea de clase no es un concepto pacífico ya que los grandes cambios
operados al final del siglo XX han llevado a sugerir a varios autores que el análisis de la
clase no importa ya. La individualización y la globalización han llevado a la disolución de
las identidades colectivas, de manera que tanto las desigualdades como las diferencias
son personales.
En este sentido, Roberts (1999) sostiene que en el Reino Unido se disfruta de una
democracia de ocio en el sentido de que los miembros de todos los estratos sociales
hacen cosas similares en sus vidas de ocio, aunque tal circunstancia no suponga igualdad,
ya que la diferencia entre estratos sociales diferentes no es tanto por los estilos de vida
alternativos como por el dinero.
En el caso de la Educación Física deberíamos pensar si la democracia ha llegado a
los gimnasios y polideportivos, es decir, si la oferta que realizan los curriculos escolares
es suficientemente amplia y actualizada para ofrecer oportunidades de práctica a todas las
sensibilidades, o en otras palabras si los deportes ofertados u otro tipo de actividades
físicas se corresponden con la demanda actual de la juventud, o por el contrario están
alejadas de esta y constituyen reductos del pasado.
Es precisamente en este conjunto de prácticas físicas de los individuos donde se
establecen las diferencias, que revelan que los niños tienen diferentes oportunidades de
participación en actividades físicas en función del nivel de ingresos de sus padres.
Asimismo, dicho nivel de ingresos también afecta a la habilidad para convertirse en
espectadores de deporte.
Se ha podido observar que los niños de grupos socioeconómicos más altos tienen
mayores niveles de gasto medio diario en actividades moderadas y vigorosas, por lo que
si se tienen en cuenta los beneficios a largo plazo de esas conductas hemos de inferir que
los grupos socioeconómicos bajos pueden ser una causa de preocupación (Duncam y
col., 2002), lo que correlaciona con un mayor índice de mortalidad entre el último grupo
citado.
¿Qué puede aportar la práctica de la Educación Física a la igualdad de
oportunidades? Los juegos y los deportes, como contenidos de la Educación Física, por
sí solos no constituyen elementos de mejora del comportamiento de los jóvenes, sino
que, muy al contrario, es la acción intencional del profesorado la que puede provocar
dicho cambio. Por eso, es necesario desarrollar escenarios que favorezcan la
competencia social con estrategias específicas que promuevan el desarrollo de valores
sociales y personales. Un ejemplo de actuación se puede observar en el programa
158
esfuerzo (Schilling, Martinek, Tan, 2002) que fue desarrollado para ofrecer a los
escolares un conjunto de actividades deportivas extraescolares, así como para formar a
un grupo de tutores escolares que fomentara la práctica de la actividad física en su propio
contexto.
Una estrategia es un plan de actuación didáctica que diseña las transacciones que se van
a realizar entre alumno y profesor en el curso de la enseñanza de un módulo o materia
concreta. Las estrategias de instrucción tienen que ver con el cómo y el porqué de la
enseñanza, por lo que deben proporcionar a los estudiantes instrucciones claras para la
práctica, oportunidad de realizarla a un nivel apropiado de dificultad, así como la
posibilidad de participar en el diseño apropiado de las progresiones de las tareas cuando
existan.
La enseñanza por pares tiene una historia muy rica en educación, particularmente en las
áreas de matemáticas e idioma. El esquema de la enseñanza en este estilo es el propio del
agrupamiento por pares cuyos individuos se apoyan a la vez que aprenden. Además
promueve la cognición del estudiante y la interacción social. En Educación Física hay un
cuerpo creciente de literatura que apoya el uso de pares como medio de aprendizaje
eficaz en estudiantes con retraso motor o cognitivo.
En esta estrategia, como es sabido, el aprendiz forma al compañero a través del
feedback que proporciona después de observar su actuación y compararla con la
información proporcionada por el profesor a través de la hoja de criterios. Los aprendices
que practican bajo este estilo adquieren las habilidades en una cantidad significativamente
mayor que los que practican bajo la instrucción directa. Investigaciones han estudiado el
impacto de uno de los miembros del par en el estilo de enseñanza recíproca en los
resultados de carácter social, cognitivo y motor. Asimismo, se ha mejorado la habilidad
en varias actividades mediante la práctica en el estilo de enseñanza recíproca. También se
han encontrado un mayor número de interacciones positivas entre los compañeros, que
alcanzan su mayor cota cuando dichos compañeros son amigos.
159
durante y después de la tarea.
Los aprendices ven en este estilo algo que ellos hacen para sí mismos en lugar de
algo que se hace para ellos. Los procesos de autoaprendizaje se caracterizan por un ciclo
académico que incluye estas tres fases: preparación, actuación y autorreflexión. Durante
la fase de preparación los estudiantes establecen las metas y diseñan las estrategias. En la
fase de actuación ponen en marcha los procesos de autoaprendizaje. Mientras que en la
fase de autorreflexión se hace una autoevaluación o autocomprobación para preparar
actuaciones futuras.
El empleo de este estilo ha mejorado eficazmente la actuación de los aprendices que
lo han utilizado. En Educación Física se han usado estrategias como conversaciones con
uno mismo, entrenamiento mental, o establecimiento de metas individuales para animar
el aprendizaje autorregulado (Anderson, 1999).
Dentro de los estilos de enseñanza propuestos por Mosston y Ashworth (2002), dos
de ellos suponen la autoverificación del logro de la habilidad por el alumno, dichos estilos
son la autocomprobación y la inclusión. En ambos estilos de instrucción el aprendiz
realiza una tarea y verifica que sus resultados se adaptan a los establecidos por una hoja
de criterios previamente confeccionada. Los mencionados estilos se basan en la asunción
por los estudiantes de un plus de responsabilidad por medio de la autocomprobación.
Precisamente para la autocomprobación los alumnos deben comparar y contrastar su
actuación con los criterios de ejecución que presiden la tarea, contenidos en la hoja de
criterios, estableciendo lo que es correcto e incorrecto. La información obtenida de la
aplicación de dichos criterios a la ejecución de posteriores ensayos debe llevar a la
obtención de mejoras en el aprendizaje de la habilidad. Por sus características este estilo
mejora los procesos cognitivos a través de la aplicación, análisis y evaluación dentro de lo
que se ha denominado conocimiento declarativo o conceptual.
Por su parte, el estilo inclusivo de enseñanza facilita el proceso de instrucción
individual de los aprendices con un nivel de habilidad heterogéneo, de forma que se
proporciona a los estudiantes opciones legítimas para practicar una tarea graduando así
su dificultad. De esta manera los estudiantes realizan una elección inicial del nivel de
dificultad de la tarea basada en su percepción de competencia. Como en el estilo anterior
los aprendices usan los criterios diseñados por el profesor para evaluar la situación real.
El propósito de este estilo es incluir a todos los aprendices en su nivel apropiado de
habilidad. Su meta principal es proporcionar las oportunidades a los estudiantes de
comprometerse en la realización de la actividad a un nivel de habilidad apropiado. La
instrucción individualizada para permitir que el éxito del estudiante sea mayor es la
premisa del estilo de inclusión. El estilo inclusivo se ha mostrado eficaz en la mejora de la
habilidad del aprendiz, particularmente para los estudiantes de nivel medio. También se
han examinado sus efectos motivadores alcanzándose buenos resultados.
160
Este estilo de enseñanza pretende el desarrollo de habilidades de pensamiento críticas en
los estudiantes. Beber (1987) propone que se involucre en la evaluación de cualquier
demanda, fuente o creencia para juzgar su exactitud o valor. Según Ennis (1987: 10) el
pensamiento crítico se define “como el pensar razonable y reflexivo que se enfoca a
creer o hacer”. Este pensamiento crítico incluye el pensamiento hábil y responsable, lo
que facilita un adecuado juicio ya que se ha hecho con criterio, es autocorrector y resulta
sensible al contexto.
En definitiva, el estilo pretende comprometer a los alumnos en el pensamiento crítico
a cuyo fin deben involucrarse activamente dentro del contexto propio del área de
conocimiento, a la vez que el profesor debe crear las condiciones para la participación
que permitan a los alumnos elaborar, defender y extender sus posiciones, opiniones y
creencias.
El concepto de pensamiento crítico se introdujo en la Educación Física a través de la
educación del movimiento que da énfasis al cambio, pensamiento y sentimiento a través
de la exploración y descubrimiento del movimiento, de modo que como dice Buschner
(1990: 59) “un movimiento hábil requiere un pensamiento hábil”. Al producir el nuevo
conocimiento los estudiantes comprometen el funcionamiento cognitivo aplicando,
analizando, evaluando y creando, lo que lleva nueva información al aprendiz. McBride
(1992: 115) define el pensamiento crítico en Educación Física como “el pensar reflexivo
que se usa para tomar decisiones razonables y defendibles sobre tareas de movimiento”.
En este sentido el proceso de descubrimiento, modificación, adaptación o
combinación de modelos ha sido denominado movimiento divergente como se pone de
manifiesto en las lecciones de expresión corporal o danza de carácter creativo, cuya
presentación a través de tareas abiertas y señales verbales facilita el aprendizaje de
habilidades rítmicas.
La enseñanza por descubrimiento refleja una visión constructivista del aprendizaje,
toda vez que el conocimiento se crea activamente en un ambiente donde los aprendices
pueden experimentar, manipular los objetos, comparar resultados, y buscar sus propias
respuestas. Las habilidades de pensamiento críticas se desarrollan mejor cuando ellos
participan activamente en la construcción de su propio conocimiento durante una lección.
161
El estilo en cuestión es una estructura de instrucción donde grupos pequeños
heterogéneos trabajan para completar una tarea o proyecto de forma conjunta. Los
principales defensores del aprendizaje cooperativo indican que las dos condiciones
fundamentales que requiere este estilo son, por una parte, la interdependencia positiva, y
por otra, la responsabilidad individual. También se han identificado otros componentes,
aunque de menor importancia, como son el centro de atención, el nivel de habilidad del
pequeño grupo y los procesos de trabajo que adoptan. Algunas investigaciones han
puesto de manifiesto que los alumnos exhibieron un mayor número de interacciones
sociales positivas, como son compartir, ayudar, o proteger, en juegos estructurados de
manera cooperativa que en aquellos otros de tipo competitivo. Los elementos básicos de
los equipos cooperativos son:
162
El aprendizaje cooperativo puede adoptar diferentes formas como son:
Cuando hablamos de superdotación motriz nos referimos a aquellos alumnos que poseen
aptitudes naturales no desarrolladas a través del entrenamiento que son el resultado de la
maduración y del aprendizaje informal. Sin embargo, para que el potencial de dichos
individuos se desarrolle es preciso un proceso de práctica de gran volumen y variedad en
contextos favorables, lo que habrá de llevar a dichos sujetos a convertirse en talentos
deportivos.
Durante las clases de Educación Física es posible observar, en algunos casos, que
determinados alumnos desarrollan las tareas motrices con una eficacia poco común, a la
vez que tienen una especial gracia para realizar todo tipo de aprendizajes que se les
propongan en relación a la adquisición de habilidades deportivas, de manera que son
percibidos por los demás y por sí mismos como muy competentes en el área.
A la luz de las consideraciones anteriores la materia de Educación Física debería
proporcionar los ambientes y contextos favorables para que los mencionados
superdotados desarrollaran mejor sus habilidades y recursos personales, y lo que es más
importante, que desde la escuela se habilitaran aquellas redes de apoyo social y técnico
163
que promocionaran la actualización del talento deportivo. Sin embargo, esta función no
ha sido asumida tradicionalmente por la escuela, no sólo española, sino también de los
países de nuestro entorno, lo que podría llevar a preguntarnos si se trata de una cuestión
estructural o meramente conyuntural.
164
El desarrollo del talento se produce cuando el alumno experimenta un período de
aprendizaje estructurado mediante una práctica abundante y de calidad, ya que sin un
aprendizaje especializado quedaría excluido de un gran número de oportunidades,
independientemente de sus capacidades. Es precisamente el acceso a determinados
ambientes deportivos y la puesta a disposición del alumno de un conjunto sistemático de
oportunidades lo que puede llevar a constituirle en un verdadero talento.
| Glosario |
| Actividades recomendadas |
165
166
9
De la disciplina a la convivencia en la clase
de Educación Física
9.1. Introducción
167
orden. Todo formato de socialización requiere unas estructuras de respeto y de confianza
entre los diferentes miembros de la comunidad educativa. Pero en las últimas décadas
han aumentado los contextos de aula donde no existe buen clima e imperan conductas
indebidas y la falta de disciplina de algunos alumnos con el amparo y seguimiento del
conjunto del alumnado.
Esta dificultad y tensión que los profesores manifiestan en los procesos de
enseñanzaaprendizaje se atribuye generalmente a la indisciplina de una serie de alumnos
que impiden la marcha normalizada del aula con sus comportamientos y actitudes,
además de crearse un campo abonado para la falta de respeto a la autoridad del profesor
y las normas establecidas. Es por ello que una parte de la formación del profesorado
debe estar dedicada a la reflexión sobre estos problemas y los distintos marcos teóricos
en los que pueden inscribirse sus soluciones, así como el entrenamiento en técnicas y
estrategias que permitan a los docentes un conocimiento previo de la situación con la que
habrán de enfrentarse.
9.2. Caso
168
9.3. La disciplina. Concepto, evolución y funciones
Los fenómenos que alteran la convivencia escolar implican un problema en las relaciones
interpersonales por lo que constituyen manifestaciones de indisciplina. Los tipos de
169
conductas que hacen que el ritmo y el ambiente educativo se vea perturbado deben estar
perfectamente definidas, ya que las actuaciones y la prevención, consecuencias y
gravedad de estas puede variar significativamente, y sus repercusiones serán diferentes
en cada caso. La disrupción permanente en la aulas, los episodios de indisciplina, el
absentismo, y en menor medida, el maltrato por abuso de poder entre iguales son
fenómenos que ocurren en nuestro entorno con efectos incalculables sobre el aprendizaje
y el desarrollo personal del alumnado, y sobre el bienestar y la motivación profesional del
profesorado. Algunos comportamientos afectan más a las relaciones interpersonales
como es el caso del maltrato entre iguales, violencia, malas relaciones con el profesorado-
alumnado-familias, mientras que otros lo hacen a la organización como la indisciplina,
desmotivación, o disrupción.
Han sido numerosas las clasificaciones sobre las conductas problemáticas en el aula.
Uruñuela (2006) señala que a la hora de clasificar estas conductas hay que tener en
cuenta la doble dimensión de los centros escolares, colegio-instituto-centro escolar como
lugar de aprendizaje e instituto-centro-colegio como centro de convivencia. Si se analizan
las conductas de los alumnos en torno a la dimensión centro de aprendizaje, se pueden
encontrar tres tipos de conducta que van contra esta dimensión: falta de rendimiento,
molestar en clase y absentismo, que en su fase más avanzada puede llegar al abandono
del centro escolar y de la escolarización. En cuanto a la dimensión centro de convivencia
también se detectan tres posibles conductas contrarias a la misma: la falta de respeto, el
conflicto de poder y la violencia.
Una síntesis de estas conductas es la que recoge el Modelo de convivencia de la
Junta de Comunidades de Castilla La Mancha (2006) que las describe y agrupa en las
siguientes: violencia, absentismo escolar, conductas antisociales, conductas disruptivas,
maltrato por abuso de poder entre iguales, y otras conductas problemáticas. Hay que
tener en cuenta que algunos comportamientos afectan más a las relaciones
interpersonales y otros a la organización y actividad escolar, aunque no puede
establecerse una distinción clara entre ambos y en la mayoría de los casos se producen
conjuntamente. Veamos algunas características distintivas.
Hacen alusión a un tipo de comportamiento que rompe o viola las normas sociales. Es
necesario añadir dos características para considerarlas conductas antisociales, por una
parte la frecuencia, y por otra la gravedad e intensidad. Estos comportamientos no
aparecen de manera aislada sino que se dan en bloque, a veces asociados a otras
características como el bajo rendimiento, la hiperactividad o el déficit de aprendizaje.
Actos de distinta naturaleza, como agresiones físicas, extorsión, insultos, acoso, robos,
daño a instalaciones o materiales, la mentira, el absentismo constituyen una variedad de
situaciones que identifican una tipología de personas cuyo comportamiento pueda
calificarse de antisocial. Algunos autores incluyen en esta línea las conductas agresivas de
170
intimidación a un compañero, estudiada exhaustivamente por la investigación sobre el
comportamiento “bullying”.
9.4.2. Violencia
171
necesidad de atender a los alumnos y alumnas que muestran interés en aprender.
Marchesi (2004) señala que la diferencia entre comportamiento inadecuado y disruptivo
es imprecisa y depende más del lugar en el que se produzcan que del comportamiento en
sí mismo. Este mismo autor propone la definición que aportan Sanders y Hendry (1997)
“cualquier conducta que entorpece el orden y la disciplina en la escuela y el bienestar
educativos de los alumnos escolarizados en ella”. Uruñuela (2006) señala que son
comportamientos vinculados al proceso de enseñanza-aprendizaje, siendo una conducta
que va contra la tarea propiamente dicha y en contra del centro en su dimensión como
centro de aprendizaje.
La disrupción tiene importantes consecuencias a corto y largo plazo ya que supone
una enorme pérdida de tiempo, tanto para el profesor, que tiene que dedicarse al control
del aula, como para los alumnos, que ven interrumpido su aprendizaje, y la institución
educativa, al tener que dedicar cada vez más recursos personales y materiales a la gestión
de expedientes disciplinarios. Asimismo, la disrupción separa a los alumnos de los
profesores, ya que suele estar en la raíz del incremento de la resistencia del profesorado a
emplear enfoques activos de enseñanza y aprendizaje, y en general de cualquier tipo de
iniciativa innovadora. Por último la disrupción tiene una relación directa con el
incremento del absentismo, tanto por parte del alumnado como del propio profesorado.
La investigación al respecto ha confirmado algo que tal vez no requería de grandes
esfuerzos indagadores: la relación entre disrupción rampante en el aula y estrés del
profesor. Así, la disrupción determina la autoestima profesional del docente, condiciona
sus decisiones profesionales, y va aumentando su nivel de estrés hasta llegar en ocasiones
a lo que se conoce técnicamente como burnout (“quemado”). Recientes investigaciones
en educación física relacionan el síndrome del profesor quemado con los problemas de
disciplina por encima de otros factores.
172
9.4.5. Otras conductas problemáticas
Destacan las agresiones entre el profesorado y el alumnado que suponen una situación
marcada por la asimetría de poder y produce sentimientos de venganza, miedo y rencor,
incluso, a veces, supone una personalización del rechazo a la escuela por parte del
alumnado. En los casos más graves suponen un daño emocional muy doloroso por
ambas partes. El informe del Defensor de Pueblo (2000, 2007) recoge esta perspectiva y
concluye que las agresiones de estudiantes a docentes, y de estos a los primeros son, de
acuerdo con lo que los profesores y las profesoras declaran haber visto, mucho más
frecuentes de lo que correspondería a una institución educativa.
Bekiari, Kokaridas, Sakellariou (2005) realizan un estudio en relación a la
agresividad verbal percibida por los alumnos en las clases de educación física por parte
del profesor, encontrando correlaciones positivas entre la percepción de la agresividad
verbal y amotivación, y tensión en las clases, y correlaciones negativas con la satisfacción
por las clases, interés, esfuerzo y motivación intrínseca.
9.5. Identificación de las conductas que alteran la convivencia y el aprendizaje en los centros y en el aula
Los esfuerzos de los investigadores por identificar las conductas que alteran el ritmo de
las clases y minan la convivencia en las aulas son una constante en la actualidad
psicopedagógica, pero datan de antiguo, ya que desde el conocido estudio de Wickman
publicado en 1928, que consistió en presentar una lista de 50 problemas de
comportamientos a 511 maestros y 30 psicólogos solicitando que ordenasen según el
grado importancia de cada uno de los problemas, hasta la actualidad, son numerosos los
que se han llevado a cabo.
En esta línea, existen estudios cuya intención era identificar las percepciones de los
profesores en torno a estos problemas, a la vez que se comienza a profundizar tanto en
las percepciones que tienen los alumnos de estas conductas como a su frecuencia y
gravedad (Coslin, 1997; Defensor del pueblo, 2000, 2007), o el nivel de acuerdo y
desacuerdo entre alumnos y profesores (Psûnder, 2005), encontrando diferencias no sólo
en la identificación de las conductas sino en las estrategias que profesores y alumnos
perciben para el control de las mismas.
Ciertas conductas además ocurren cuando los profesores no están presentes, y como
han señalado los investigadores, los alumnos a veces intentan esconder sus
comportamientos de los profesores. Los estudios sobre el tema han confirmado que la
percepción de los profesores sobre los problemas de disciplina tienen importante impacto
en cómo ellos comprenden acontecimientos en clase y cómo responden a ellos. Como
señalan los investigadores esta situación es inquietante, ya que a pesar de los esfuerzos
que se vienen realizando para mejorar la formación de los docentes en materia de
disciplina, los resultados de la investigaciones revelan un desencuentro persistente entre
lo que los profesores y alumnos perciben en las aulas. Los profesores inciden sobre los
173
comportamientos disruptivos en el aula mediante unas formas de intervención no
reconocidas por los alumnos. Uno de los objetivos pues para intervenir en los problemas
de disciplina es la de lograr una mayor congruencia entre lo que los profesores quieren
conseguir y lo que hacen para conseguirlo, así como la manera de comunicarlo a sus
alumnos.
Gotzen et al. (2003) en una reciente investigación revelan la discrepancia entre
profesores y alumnos en sus respectivas percepciones, tanto en los comportamientos
observables objeto de castigo como acerca de las formas de intervención o castigo
aplicadas por los profesores, algo que los autores señalan como alarmante, debido a que
bajo la percepción de los alumnos las intervenciones de los profesores para controlar los
comportamientos inadecuados, bien son considerados inexistentes, o la actuación de los
profesores no es considerada como una forma de sanción, y resulta a estos efectos
ineficaz para controlar dichos comportamientos, e incluso puede llegar a ser
contraproducente, pues los profesores tienen la impresión de haber actuado, mientras en
los alumnos la sensación es de no haber hecho nada.
Estas diferentes percepciones alcanzan a las familias en relación con los distintos
grupos de la comunidad educativo en el contexto escolar tal como muestra el estudio
realizado por Hormigo Valencia et al. (2001) que encuentra una apreciación muy distinta
por parte de los padres y madres que apenas aprecian conflictividad en el centro,
mientras que por parte del alumnado y profesorado la opinión difiere.
174
autores clasifican las conductas según su gravedad considerándolas leves, en las que
incluye impuntualidad, o vestir incorrectamente, no seguir las instrucciones, no atender;
moderadas, como ridiculizar, hacer trampas, esconder pertenencias de otros, hablar;
severas, como intimidar, agredir, chillar excesivamente. Relacionan las diferentes
estrategias con los grados de conducta, llegando a conclusiones que revelan la necesidad
de intervenir de manera planificada en estos casos como requisito previo para asegurar el
aprendizaje de los alumnos, y la importancia de la observación y detección en el aula de
estas conductas para poder intervenir de manera eficaz utilizando estrategias más
efectivas en el manejo de la conducta.
El System of Observation of Disciplinary Incidents (SODI) recoge 19 grupos de
conductas inadecuadas, agrupadas en tres categorías según la intensidad o gravedad de
las conductas manifestadas, de menor a mayor gravedad. De esta manera distinguen
entre conductas inadecuadas primarias como distraerse, hablar, llegar tarde, dejar la
clase, no ir uniformado; conductas inadecuadas secundarias: hacer ruido, saltarse las
normas de forma intencionada, no participar, hacer payasadas; conductas inadecuadas
terciarias tales como criticar, destrozar el material, agresividad, conductas peligrosas,
conductas groseras.
Piéron (1999) indica que en Educación Física se establecen diferentes categorías de
comportamientos conflictivos según la frecuencia con la que se producen en las clases,
de esta manera encontramos comportamientos conflictivos en relación con la tarea;
comportamientos conflictivos de los exentos; comportamientos conflictivos en relación
con los compañeros; comportamientos conflictivos en relación con el profesor.
Cervelló, Jiménez, Del Villar, Ramos y Santos-Rosa (2004) identifican este tipo de
conductas para el posterior desarrollo de un inventario de conductas de disciplina e
indisciplina el que los alumnos reconocen la frecuencia con la que estas se manifiestan.
Entre las conductas que consideran de indisciplina en las clases de educación física
incluyen realizar sólo las actividades que resultan atractivas; interrumpir al profesor;
utilizar el material de forma inadecuada; no obedecer las instrucciones; no atender a las
explicaciones; desaprovechar el tiempo de clase en cosas innecesarias; mostrase agresivo
con algunos compañeros; emplear palabras malsonantes y un lenguaje despectivo con
algunos compañeros; realizar actividades diferentes a las que el profesor ha propuesto;
burlarse de los compañeros cuando realizan algo mal.
Kulinna et al. (2006) analizaron las percepciones de los profesores sobre los
comportamientos inadecuados dentro de las clases de educación física, teniendo en
cuenta variables como el sexo, edad, nivel educativo, tipo de centro, a la hora de analizar
los datos. Los resultados de la investigación coincidían con los hallazgos sobre las
percepciones de este tipo de conductas en otras áreas, llegando a conclusiones entre las
que podemos destacar:
1. Los comportamientos leves son los más frecuentes, pero no dejan de ser los que
suponen más problemas en las clases. Hablar, no estarse quieto, no prestar
atención o no seguir las instrucciones suponen los comportamientos más
175
frecuentes bajo el punto de vista de los profesores.
2. Existen diferencias según el tipo de centro y el nivel de enseñanza, siendo los
centros urbanos en los que se detectaron mayores problemas de
comportamientos que en los periféricos y rurales, y los centros de secundaria
frente a los primaria.
3. Las profesoras perciben más conductas leves que sus compañeros, percibiendo
estos más comportamientos moderados y severos, aunque en relación con el
nivel educativo, en primaria las profesoras perciben mayores comportamientos
inadecuados que los profesores, lo que contrasta con lo que ocurre en
secundaria, en el que los profesores perciben mayores problemas de conducta.
Otras investigaciones sugieren que las profesoras hacen más hincapié en
comportamientos morales si se compara con los profesores (Borg, 1998).
9.6. Algunas corrientes disciplinarias en el contexto educativo y su aplicación en las clases de Educación
Física
176
vez es uno de los enfoques mejor conocidos. El docente controla a la clase mediante el
refuerzo contingente de la conducta, entendiendo la contingencia tal como hace
Siedentop (1998) como “la relación entre un comportamiento y su consecuencia”,
pudiendo enmarcarse así este modelo dentro del condicionamiento operante. Las etapas
que deben seguirse para el tratamiento de los comportamientos de indisciplina son:
177
1. Decidir con antelación los comportamientos de los alumnos que serán objeto de
aplicación del tiempo fuera.
2. Utilizar la técnica en el primer momento que aparezca el primer comportamiento
incluido en la lista, con la finalidad que se asocie la situación con el
comportamiento no deseado.
3. La duración del tiempo fuera depende de los alumnos a los que se les aplique.
4. Es importante evitar cualquier tipo de discusión con el alumno cuando tiene que
cumplir su tiempo fuera.
5. Es conveniente llevar un registro del número total de veces que se utiliza esta
estrategia.
178
implícita la consideración de las condiciones que van a hacer posible el desarrollo de
estos procesos y en consecuencia su planificación en normas y estrategias dirigidas a
garantizar su cumplimiento. Asimismo, el carácter preventivo de la disciplina supone que
una porción considerable de problemas de comportamiento cuya aparición conlleva una
alteración del orden de grupo es salvable y no tiene por qué suceder. La disciplina
preventiva sirve de referencia al profesor sobre las condiciones que se han establecido
como indispensables para poder funcionar en clase y sobre las estrategias de
comunicación y de intervención seleccionadas para conseguir y mantener las condiciones
marcadas de manera que se convierte en un elemento facilitador para el análisis de
situaciones de alteración de orden en el caso de que aparezcan.
En el ámbito de la Educación Física se inscribe la propuesta de González-Herrero y
López (2001, 2003, 2005), que defiende un concepto de disciplina democrática y
dinámica. Esta responde a una manera de entender la disciplina como un medio de ayuda
pedagógica para educar en valores democráticos, promover el desarrollo personal y social
de los alumnos y al mismo tiempo incrementar sus conocimientos y destrezas en las
clases de Educación Física desde un planteamiento positivo de la disciplina a partir del
desarrollo de estrategias educativas relacionadas con el ambiente de aprendizaje y el
clima social del aula, el desarrollo de la autonomía y de la responsabilidad, el aprendizaje
cooperativo y la regulación de conflictos. Se trata de un concepto educativo de disciplina
respetando la libertad y dignidad del alumnado, ejerciendo un mínimo control externo
posible y que está vinculado a procesos de enseñanza-aprendizaje y de socialización de
alumnos y alumnas en contextos singulares (cultural, social y escolar).
González-Herrero (2003), dentro de esta dimensión de disciplina preventiva,
establece principios de actuación en las clases de Educación Física tales como:
179
responsabilidad de los alumnos.
Tal y como recogen Cervelló et al. (2004) el concepto de clima
motivacional fue introducido por Maehr (1984) para designar los diferentes
ambientes creados por adultos en un ambiente de éxito que se relacionan con la
concepción de habilidad y competencia que presentan los discentes. En este
sentido, la motivación de nuestros alumnos y alumnas es el primer elemento a
considerar en la creación de ambientes positivos de aprendizaje y convivencia.
Podemos afirmar que el éxito de los programas de actividad física en Educación
Física dependerá de la motivación de los estudiantes, debido a que sentimientos
de aburrimiento y experiencias humillantes contribuirán a desarrollar actitudes
negativas hacia la misma provocando un incremento de la motivación extrínseca
en los alumnos y, consecuentemente, mayores conductas de indisciplina en el
aula. Desde esta perspectiva podemos decir que cuando los alumnos sean
motivados a participar en las clases, así como cuando experimenten resultados
cognitivos y afectivos positivos como consecuencia de su participación, se
producirá un incremento en la motivación intrínseca de los alumnos y, por lo
tanto, mayores conductas de disciplina en el aula.
180
9.6.3 El programa de responsabilidad personal y social (PRPS)
181
Integra conductas tales como aceptar a todos los demás para participar en
los juegos, no reírse de nadie, escuchar al profesor o hablar uno tras otro sin
interrumpirse. Son comportamientos y actitudes incompatibles con este nivel la
agresión a los otros, las interrupciones verbales o físicas a los otros tanto en la
palabra como en la tarea, la intimidación a los demás, o la ignorancia de algún
compañero.
– Nivel 2. Participación.
Está referido al fomento en los estudiantes de la participación y el esfuerzo,
los alumnos deben aprender a participar en las actividades de clase, aunque aún
bajo la supervisión del profesor. Incluye conductas tales como respetar los
turnos, cumplir las reglas, o no retirarse de la actividad sin acabarla.
– Nivel 3. Autogestión.
La autonomía se refiere a establecer normas propias para regular nuestra
conducta. El establecimiento de metas es uno de los recursos más útiles para
este nivel ya que supone un proceso motivacional muy importante que en
muchos casos lleva al compromiso. Así, se ha demostrado que los estudiantes
que tienen una meta presentan una tendencia a atender a las instrucciones,
recordar la información y dedicar esfuerzo y persistencia hasta que consiguen lo
que se han propuesto. Este nivel se concreta en comportamientos como
planificar el propio aprendizaje, ponerse metas a corto y largo plazo, evaluar los
resultados o planificar el futuro. Por ejemplo, en el caso del aprendizaje de los
contenidos de salud, al principio de cada sesión los alumnos anotan en una hoja
de registro individual la meta que esa semana quieren alcanzar (hacer ejercicio
tres días a la semana en bici).
– Nivel 4. Ayuda.
Se trata de que los alumnos alcancen un compromiso moral ya sea desde
un punto de vista autocrítico o de un punto de vista prosocial. Deben aprender a
cuidar de otros compañeros, así como del material, o hacer proyectos de
servicios a los otros. Sería el caso de una práctica de Gimnasia Acrobática en la
que los alumnos más aventajados colaboran y ayudan a los menos hábiles.
182
1. Toma de conciencia. En el momento inicial de la clase, el profesor explica a
los alumnos los comportamientos que deben practicar y aprender ese día.
Durante la toma de contacto se debe dar la bienvenida a los alumnos de la
manera lo más receptiva posible, tratando de individualizar al máximo,
expresando a cada uno alguna cuestión que le pareció bien, mal o regular
del día anterior. Una vez que todos los alumnos están en la sala o gimnasio
el profesor explica muy brevemente el objetivo de la sesión, así como las
reglas básicas del programa. A continuación explicará la actividad física a
realizar y las normas para llevarla a cabo. Una vez que el profesor está
seguro de que todos los alumnos saben qué es lo que tienen que hacer se
pasa a la siguiente fase de la clase.
2. La responsabilidad en acción. En este momento de la sesión se pretende
que los alumnos ejerciten la responsabilidad durante el desarrollo de la
actividad física y de acuerdo con los objetivos de ese día.
3. Encuentro de grupo. Una vez concluida la actividad física los estudiantes se
sientan en círculo con el profesor a fin de generar una dinámica de grupo
que tiene como fin compartir opiniones, sentimientos e ideas sobre el
programa en general, y la sesión en particular. A través de este encuentro
se pretende que los alumnos reflexionen sobre los niveles de
responsabilidad y cómo aplicarlos. Por ejemplo, uno de los temas de
diálogo puede ser sobre los conflictos más frecuentes y graves, a cuyo fin
el profesor propone establecer entre todos unas reglas que faciliten la
convivencia pacífica y la consecución de los objetivos del programa.
4. Evaluación y autoevaluación. Sentados en círculo durante algunos minutos
valoran su comportamiento en clase en relación con el nivel del programa
trabajado ese día. También evalúan el comportamiento de sus compañeros
y el del profesor con un simple gesto convenido previamente.
Existen unas reglas básicas del programa que el profesor debe repetir cada día de
forma breve y directa, ya que son parte del proceso y deben repetirse siempre. Estas
reglas son:
– Todos tienen derecho a expresar su opinión siempre que respete a los demás.
– Los conflictos deben resolverse pacíficamente tratando de buscar soluciones
satisfactorias para todos.
– Colaborar con la buena marcha de clase beneficia a todos.
– Cuando el grupo en general o alguien en particular no colabore y dañe el
funcionamiento del grupo se interrumpirá la actividad para reflexionar sobre ello.
El papel del profesor es crucial para el éxito del programa, como el propio Hellison
(2002) manifiesta no todos los profesores son capaces de implantar este programa,
algunos porque no tienen formación suficiente respecto a los objetivos y filosofía del
183
mismo, otros porque no están dispuestos a cambiar sus hábitos docentes, y un tercer
grupo que no quieren perder ni un solo momento para en enseñar a sus alumnos otra
cosa que no sean conocimientos específicos de su materia.
| Glosario |
Concepto de disciplina: Una idea actualizada de disciplina es aquella que constituye el conjunto de
procedimientos, incluyendo normas o reglas, mediante las cuales se mantiene el orden en la escuela, y
cuyo valor no es otro que el de favorecer la consecución de objetivo propuestos en el proceso de
enseñanza-aprendizaje de los alumnos.
¿Cuáles son las consecuencias de la disrupción?: La disrupción tiene importantes consecuencias a
corto y largo plazo, ya que supone una enorme pérdida de tiempo, tanto para el profesor, que tiene
que dedicarse al control del aula, como para los alumnos, que ven interrumpido su aprendizaje, así
como para la institución educativa, al tener que dedicar cada vez más recursos personales y materiales
a la gestión de expedientes disciplinarios. Asimismo, la disrupción separa a los alumnos de los
profesores, ya que suele estar en la raíz del incremento de la resistencia del profesorado a emplear
enfoques activos de enseñanza y aprendizaje, y en general de cualquier tipo de iniciativa innovadora.
Por último la disrupción tiene una relación directa con el incremento del absentismo, tanto por parte
del alumnado como del propio profesorado.
¿Cuáles son las conductas indisciplinadas en Educación Física?: Se incluyen realizar sólo las
actividades que resultan atractivas; interrumpir al profesor; utilizar el material de forma inadecuada; no
obedecer las instrucciones; no atender a las explicaciones; desaprovechar el tiempo de clase en cosas
innecesarias; mostrarse agresivo con algunos compañeros; emplear palabras malsonantes y un
lenguaje despectivo con algunos compañeros; realizar actividades diferentes a las que el profesor ha
propuesto; burlarse de los compañeros cuando realizan algo mal.
¿En qué consiste el método de modificación de conducta?: El docente controla a la clase mediante
el refuerzo contingente de la conducta, entendiendo la contingencia tal como hace Siedentop (1998)
como “la relación entre un comportamiento y su consecuencia”, pudiendo enmarcarse así este modelo
dentro del condicionamiento operante.
¿Qué es la disciplina preventiva?: La disciplina preventiva implica por una parte que el docente,
además de planificar contenidos y actividades de aprendizaje, tiene la posibilidad de hacer lo propio
con las cuestiones que van a corregir el comportamiento del grupo de clase, asumiendo que los
procesos de enseñanza-aprendizaje que se van a desarrollar durante el curso llevan implícita la
consideración de las condiciones que van a hacer posible el desarrollo de estos procesos y en
consecuencia su planificación en normas y estrategias dirigidas a garantizar su cumplimiento.
Asimismo, el carácter preventivo de la disciplina supone que una porción considerable de problemas
de comportamiento cuya aparición conlleva una alteración del orden de grupo es salvable y no tiene
por qué suceder.
¿Cuál es la idea central sobre la que se basa el programa de responsabilidad individual y
social?: El núcleo central del programa es que los estudiantes para ser individuos eficientes en su
entorno social tienen que aprender a ser responsables de sí mismos y de los demás, e incorporar las
estrategias que les permitan ejercer el control de sus vidas. Asocia dos valores al bienestar y desarrollo
personal cuales son el esfuerzo y la autogestión, y otros dos con el desarrollo y la integración social,
el respeto a los sentimientos y derechos de los demás, así como escuchar y ponerse en el lugar de los
otros.
| Actividades recomendadas |
184
1. Realiza un inventario de las conductas indisciplinadas de los compañeros de tu propia clase y
compáralas con las apreciaciones que sobre el mismo problema tienen uno o varios de tus
profesores.
2. Diseña un instrumento de intervención en las clases para reducir la indisciplina basado en el método
de modificación de conducta.
3. Establece dos situaciones simuladas en cada uno de los niveles del programa de Responsabilidad
individual y social en un contexto de enseñanza de actividad física enfocada a la salud.
185
10
Materiales curriculares para la enseñanza
de la Educación Física
10.1. Introducción
10.2. Caso
186
problema con el que se encuentra Felipe, así como otros planteamientos en relación con
la utilización de materiales curriculares como medio para un proceso de enseñanza y
aprendizaje constructivista.
No existe una denominación única para los materiales curriculares. Es por ello que
Martínez Gorroño (2001) propone que este concepto abarque “todos aquellos recursos
que contienen información que ejemplifica, expone ideas, relata experiencias prácticas, en
definitiva, contribuye a facilitar y fundamentar la toma de decisiones que precisa llevar a
cabo el docente en el desempeño de las funciones referidas a la elaboración y desarrollo
del currículum” (p. 8). Por tanto, libros, esquemas conceptuales, pósters, cuadernos,
etc., que facilitan el aprendizaje de los alumnos, quedarían incluidos en este concepto.
Así, Gimeno Sacristán (1991: 10) los define como “cualquier instrumento u objeto
que pueda servir como recurso para que, mediante su manipulación, observación o
lectura se ofrezcan oportunidades de aprender algo, o bien con su uso se intervenga en el
desarrollo de alguna función de la enseñanza. Es decir, los materiales comunican
contenidos para su aprendizaje y pueden servir para estimular y dirigir el proceso de
enseñanza-aprendizaje total o parcialmente”.
Probablemente, uno de los aspectos en los que más ha evolucionado la Educación
Física es en este de los materiales curriculares. A los tradicionales provenientes de los
diferentes movimientos gimnásticos y deportivos que se han dado (para profundizar en
su evolución ver Contreras Jordán, 1998) se han ido sumando las innumerables
aportaciones de las empresas comerciales y las nuevas tecnologías de la información.
Devís Devís (1998) realiza una completa clasificación de los mismos (Cuadro 10.1).
Cuadro 10.1. Clasificación de los materiales curriculares en la Educación Física (Devís Devís, 1998)
187
En este cuadro se aprecia cómo los materiales curriculares han dejado de ser meras
herramientas para pasar a formar parte de un elemento fundamental en una Educación
Física de calidad. En este sentido, materiales que informen a la familia de aspectos
importantes observados en clase o recomendaciones de tipo saludable son buenos
ejemplos de ello.
Sin embargo, esta clasificación, más allá de poner a la vista opciones que pudieran
pasarnos desapercibidas, no da pie al análisis del fondo de la cuestión en relación a los
materiales curriculares. Por ello conviene hacer patente perspectivas diferentes en torno a
ellos, como es el caso de Devís Devís (1998) y Peiró Velert (2001) que afrontan la visión
de los materiales desde dos concepciones diametralmente opuestas, a saber, bien como
meros instrumentos o bien como elementos de experimentación.
Peiró Velert (2001, p. 22) afirma que “entender los materiales como instrumentos
significa verlos como herramientas neutras que transmiten conceptos e ideas, que son
utilizados tal y como los ofrecen las empresas comercializadoras y que no presentan
posibilidades de comprobación y modificación a partir de la práctica y la
experimentación”. Los materiales, desde esta perspectiva, reflejan la idea de Educación
Física de los diseñadores y la época en la que surgieron. Colocan al profesor en un mero
papel de usuario, y al diseñador de los mismos en el experto que propone las
posibilidades de uso más adecuadas (Devís Devís, 1998). El profesor no transforma el
currículo, es decir, no lo adapta a los objetivos que persigue y a las características del
alumnado y el entorno, sino que más bien asume un papel pasivo. Es esta una visión
individualista, pues no fomenta la reflexión entre el profesorado acerca de estos
elementos educativos. Por último, los materiales actúan de esta manera como
188
homogeneizadores del currículo lo que para Peiró Velert supone que pueden ser
considerados como mecanismos de control técnico del currículo.
En cualquier caso, los materiales, ya sean como meros instrumentos o como elementos
de experimentación, deben elegirse con una orientación constructivista, al objeto de ser
coherentes con nuestra manera de enseñar. A tal fin, Martínez Gorroño (2001) nos
ofrece una serie de orientaciones para que el docente discrimine qué tipo de material
elegir en función de sus características. En este sentido, será más adecuado elegir
aquellos materiales que cumplan las siguientes condiciones:
1. Que conecten las actividades con los intereses y condiciones de vida de los
alumnos, haciendo partícipe al propio alumno de la funcionalidad de
determinados aprendizajes para la construcción de otros. Es decir, queremos
que aquellos materiales construidos sean significativos en torno al aprendizaje de
los alumnos y favorezcan la significación de los contenidos de enseñanza.
2. Que facilite la adaptación a los diferentes niveles de los alumnos, lo que supone
que colaboran a que las actividades se encuentren dentro de la “zona de
desarrollo próximo del alumnado” (ver capítulo 1).
3. Que ayuden a potenciar la actividad de los niños, tanto en el plano cognitivo
como en el plano motriz.
4. Que pongan medios para el fomento de la autonomía del alumno en su proceso
de aprendizaje. En este proceso, los materiales deben suponer indagación y no
construcción mecánica del aprendizaje.
5. Que los materiales desarrollen una actitud crítica ante las diferentes fuentes de
información; que sugieran lecturas y actividades complementarias que potencien
189
la utilización de las diferentes fuentes; que ofrezcan, a través de una cierta
neutralidad la posibilidad de elaboración de propuestas personalizadas; que
permita que las fuentes de información dominantes no imposibiliten utilizar otras
alternativas.
Es este un material de tipo teórico que aporta a los alumnos diferentes conceptos o
descripciones (Devís Devís, 1998). Tales materiales pueden ser selecciones o
modificaciones de documentos relativas a cualquier cuestión de las clases de Educación
Física. El material puede verse acompañado por preguntas o reflexiones que conecten
con alguna experiencia física del alumno.
190
Figura 10.1. Ejemplo de material informativo (Revista de Educación Física, n.º 54, 1994, reproducido con
permiso del editor).
Este material permite que el alumno a la hora de desarrollar su práctica tenga una
referencia a conocimientos conceptuales previos, a la vez que los conjuga con dicha
191
práctica (Devís Devís, 1998). Es una forma de relacionar el saber con el saber hacer.
Dadas las limitaciones horarias del área de Educación Física, es un excelente medio para
un tratamiento conjunto de teoría y práctica. Al igual que con el material informativo,
puede ser elaborado a partir de un documento y modificarlo para que se adapte a las
necesidades y niveles del alumnado (Figura 10.2).
192
Figura 10.2. Ejemplo de material de conexión teórico-práctica (adaptado de Rueda, Frías, Quintanilla y Portilla,
2001).
193
Los materiales curriculares pueden conjugar varias funciones. Peiró Velert (2001) nos
presenta un tipo de material que aúna dos finalidades. Al igual que el material
informativo, trata de aportar a los alumnos una base teórica sobre los contenidos que se
abordan en la asignatura. Pero además, este tipo de material trata de favorecer el
desarrollo de habilidades de trabajo en grupo.
La técnica del puzzle de Aronson se muestra como una excelente herramienta para
trabajar este doble objetivo. El propósito de esta práctica es que el grupo clase debata
sobre tópicos tales como los problemas de la imagen corporal y el consumo, o del
carácter débil o fuerte del movimiento reconceptualizando los supuestos que se
configuran alrededor de este tema. A tal fin se organizarán en pequeños grupos de trabajo
utilizando la técnica denominada puzzle de Aronson. Este método de trabajo intensifica la
interacción entre los estudiantes al obligarles a escucharse y darse cuenta de que los
compañeros son una fuente de aprendizaje muy valiosa.
194
Cuadro 10.3. Ejemplo de material crítico a partir de un caso real
Estereotipos sexistas
Tras la división de la clase en grupos de cuatro personas, lee detenidamente el texto y contesta a las
preguntas que hay a continuación, debatiéndolas con tus compañeros de grupo. Anotad las cuestiones más
relevantes para luego ponerlas en común con el resto de la clase y defenderlas.
195
196
Reflexiona y responde a las siguientes cuestiones:
1. ¿Existe algún tipo de discriminación en las posturas que se explican en este texto? ¿En cuáles? ¿De qué
tipo?
2. El fin, es decir, el patrocinio del torneo, ¿justifica el medio?
3. ¿Es una cuestión grave, o no es para tanto?
4. ¿Sabes si se da el caso inverso, en el que sean los hombres los que hagan de modelos?
5. La utilización de modelos como recogepelotas, ¿incide en el rendimiento de los profesionales?
6. ¿Y las modelos, se ven perjudicadas profesionalmente?
7. Independientemente de que los profesionales no se vieran perjudicados, ¿qué hay detrás de la utilización de
la imagen de las modelos?
8. ¿Cuál es el papel que ejercen los medios de comunicación? ¿Te parece adecuado?
a) Los dilemas. Se trata de plantear dilemas morales que tienen que ver con el
deporte a través de historias inventadas a tal efecto (para más información,
ver capítulo 7).
Una vez planteado el dilema, es necesario que las preguntas guíen al
alumno hacia la profundización en la cuestión planteada. El profesor debe, tras
dejar a los alumnos reflexionar y compartir sus opiniones, ayudarles a extraer
las diferentes enseñanzas morales, incluso con cierta gradación en relevancia.
197
Así en el primer dilema del Cuadro 10.4, nuestro alumno hipotético Mario
debe ser consciente de que agredir físicamente al rival le coloca a él en una
situación más baja que el compañero que lo ha insultado, porque él no se
queda en el agravio mental y da un paso más. Además, aunque en segundo
lugar de importancia, debe entender que si se comporta así puede ser
expulsado del partido, lo que no ayudará a su equipo a vencer.
Orgullo y prejuicios
Durante un partido de fútbol, Mario, un chico africano de color da una patada a un chico blanco durante un
lance del juego. El chico blanco automáticamente le insulta, metiéndose con el color de la piel de Mario. La
primera reacción de Mario es agredir físicamente al otro jugador, pues no puede dejar un insulto como ese
impune, y menos delante de sus compañeros de equipo. ¿Qué debe hacer Mario? En caso de que decida no
iniciar una pelea, ¿cuáles son las razones más importantes en relación a sí mismo? ¿y en relación al otro niño?
¿y en relación a los compañeros de su equipo?
Compañerismo
Ana pertenece a un equipo de baloncesto. Habitualmente su entrenador no la saca a jugar de titular, y ella está
convencida de que está entre las cinco mejores jugadoras del equipo. Su relación con el entrenador está
empeorando, debido a que se siente incomprendida. Algunas de sus compañeras le dan la razón, y la animan
a que deje de entrenar y a descalificar al entrenador. ¿Qué debe hacer Ana? ¿Debe criticar a las compañeras
que sí son titulares y ella estima que son peores? ¿Debe criticar al entrenador? ¿Qué debe hacer con las
compañeras que la están aconsejando?
198
10.4.5. Los materiales curriculares alternativos y autoconstruidos
La inercia y las prisas de un mundo que funciona a una velocidad vertiginosa nos hacen
en muchos casos solucionar nuestras necesidades de material deportivo convencional
limitándonos a la utilización de los materiales expuestos en los catálogos. Sin embargo,
existe un mundo de posibilidades si el profesor reflexiona sobre qué otros materiales no
habituales pueden servirnos para el mismo objetivo, ya sea de una manera directa o
mediante la construcción de material deportivo.
Jardi Pinyol y Rius Sant (1997, cit. por Méndez Giménez, 2003) definen el material
alternativo como “aquel que no está sujeto a los circuitos tradicionales de fabricación y
venta para el campo de las actividades físicas, deportivas y recreativas, o que en caso de
que sí lo estuviera, recibe una utilización diferente de aquella para la que ha sido
diseñado” (p. 33).
Méndez Giménez, a partir de esta definición realiza una clasificación del material
alternativo, señalando tres tipos. En primer lugar el material tradicional con uso no
convencional, como es el caso de la utilización de balones de voleibol para trabajar el
equilibrio al colocarlos sobre la cabeza. En segundo lugar están los materiales de
desecho, como por ejemplo, la utilización de botellas de plástico de agua o leche para ser
utilizadas de bolos. En tercer lugar aparecen materiales construidos, los cuales son fruto
de la utilización de productos básicos como cartón, telas, tubos de PVC, etc. y
herramientas básicas como tijeras, cúter, bolígrafos. De este modo se pueden construir
diferentes materiales deportivos como bates de béisbol o ringos, a partir de los productos
básicos anteriores (Méndez Giménez, 2005).
199
las situaciones de evaluación y poco a poco desarrolle esa capacidad evaluativa.
3. Cuando estas tareas se plantean con un fin cooperativo, se convierten en un
excelente medio de desarrollo de valores y actitudes. En este caso, en un primer
momento habrá que dar mayor importancia a que las actividades se desarrollen
adecuadamente en un marco de tolerancia y cooperación, por encima de los
resultados de aprendizaje, que serán una meta posterior.
1. Considerar cuáles son los aspectos más importantes que se deben observar. El
alumno tiene una capacidad inicial de observación muy limitada, por lo que sólo
debe pedírsele que observen aquel o aquellos aspectos que sean más relevantes.
Por ejemplo, si se está observando el marcaje, los ítems pueden estar referidos
al lugar donde se coloca el sujeto (delante o detrás del rival) o a la orientación
de su cuerpo (hacia el atacante con balón o hacia el atacante directo al que
cubro). En este caso, en los más pequeños puede ser suficiente el primero, y en
los mayores ambos ítems.
2. El grado de concreción de los ítems. Siguiendo con el ejemplo anterior, el sujeto
que marca debe colocarse no sólo detrás del sujeto marcado, sino entre este y la
meta que se defiende. Sin embargo, con los niños más pequeños sería suficiente
que se fijasen en si el compañero marca por detrás, no perdiendo el contacto
visual con el oponente, atendiendo al otro aspecto a partir de educación
secundaria.
200
los meros materiales curriculares. Un entorno adecuadamente diseñado y construido
permitirá una especial relación entre este, el alumno y el contenido de aprendizaje
(Contreras Jordán, 1998).
Blández Ángel (1995) realiza una interesante propuesta didáctica, en la que el
profesor tiene el papel de crear ambientes de aprendizaje que permitan un trabajo no
directivo con los alumnos. De esta manera, el docente trata de organizar los espacios y
materiales de manera que induzcan al alumno a desarrollar tareas que sirvan para la
consecución de los objetivos de los programas de Educación Física. Esta propuesta está
orientada al desarrollo de los bloques curriculares de contenidos de Imagen y percepción
y Habilidades y destrezas en la Educación Infantil y Educación Primaria. Se parte de la
creación de un marco de trabajo con dos aspectos claves, los bloques temáticos y las
acciones fundamentales que agrupan. De esta manera se consiguen una serie de acciones
fundamentales alrededor de unos núcleos de trabajo, mostrados en el Cuadro 10.5.
Cuadro 10.5. Distribución de los contenidos en bloques temáticos (Blández Ángel, 1995)
A partir de este marco de trabajo, se organiza el entorno de tal manera que los
materiales inducen al niño a practicar una serie de actividades que permiten conseguir
una serie de objetivos didácticos. Este planteamiento es fruto de las investigaciones
colaborativas que la doctora Julia Blández ha dirigido con docentes de Educación
Primaria, y fruto de ellas los maestros que colaboraron con ella desarrollaron una serie de
orientaciones para cada bloque temático y las acciones que comprenden. A modo de
ejemplo, mostramos el referido a los lanzamientos, recepciones y botes (Cuadro 10.6).
Al igual que sucede con las anteriores propuestas, el paso a la no directividad de esta
201
supone un cambio no sólo de estilo de enseñanza, sino también en la forma de aprender
del alumno. Esto supone que el profesor debe ser paciente en dos sentidos. Por un lado
consigo mismo, pues ha de adaptarse a los nuevos cambios. Así, necesitará un mayor
tiempo de organización de la clase pues la preparación del material es mayor que en
estilos de enseñanza convencionales; el control de la disciplina también variará, pues se
pasa de una enseñanza directiva a una no directiva, donde el alumno tiene mayor
libertad; hay una gran cantidad de material, por lo que el profesor no puede controlar lo
que se hace con todo él, y tiene que desarrollar estrategias para asegurar un uso
adecuado y seguro del alumnado. Por otro lado, el profesor también deberá ser paciente
con el alumno, puesto que si no está familiarizado con esta manera de enseñar, necesitará
un tiempo para habituarse de igual modo.
Cuadro 10.6. Acciones y estrategias del bloque temático de “Lanzamientos, recepciones y botes” (Blández
Ángel, 1995)
Acciones Estrategias
• Pelotas de diferentes tamaños, formas,
Lanzar agarrando el objeto
pesos…
• Pelotas confeccionadas con material de
desecho
• Frisbees de espuma
• Muñecos-paracaidistas
• Aviones de papel
• Pelotas ligeras, globos, volantes, indiacas,
Lanzar golpeando el objeto
ovillos de trapo o lana
• Raquetas de madera, bádminton, pickleball,
tenis, ping-pong, bates de espuma, sticks, picas,
tubos de cartón
• Elementos secundarios: porterías, redes,
bancos, gomas,…
• Canastas: viejas canastas de baloncesto atadas
a las espalderas, papeleras con o sin fondo,
Lanzar con precisión aros horizontales enganchados a las espalderas
con ladrillos de psicomotricidad, túnel de
preescolar colocado verticalmente…
• Dianas: aros verticales colgados en el
espacio, aros verticales colgados en la
pared, dianas de cartón o pintadas en la
pared, dianas sonoras…
Botar • Pelotas que boten
202
| Glosario |
Materiales curriculares: Martínez Gorroño (2001) los define como “todos aquellos recursos que
contienen información que ejemplifica, expone ideas, relata experiencias prácticas, en definitiva,
contribuye a facilitar y fundamentar la toma de decisiones que precisa llevar a cabo el docente en el
desempeño de las funciones referidas a la elaboración y desarrollo del currículum” (p. 8).
Los materiales como meros instrumentos: Peiró Velert (2001, p. 22) afirma que “entender los
materiales como instrumentos significa verlos como herramientas neutras que transmiten conceptos e
ideas, que son utilizados tal y como los ofrecen las empresas comercializadoras y que no presentan
posibilidades de comprobación y modificación a partir de la práctica y la experimentación”.
Los materiales curriculares entendidos como elementos de experimentación: Son una forma de
concebir el desarrollo del currículo y el trabajo de profesores y alumnos. Suelen ser utilizados a tal fin
selecciones o modificaciones de libros, artículos, películas, etc. Así, son elaborados por los
profesores y sometidos a la discusión de otros profesionales, lo que supone un desarrollo profesional
del docente de forma colaborativa.
Material informativo: Es este un material de tipo teórico que aporta a los alumnos diferentes
conceptos o descripciones. Tales materiales pueden ser selecciones o modificaciones de documentos
relativas a cualquier cuestión de las clases de Educación Física. El material puede verse acompañado
por preguntas o reflexiones que conecten con alguna experiencia física del alumno.
Material de conexión teórico-práctica: Este material permite que el alumno a la hora de desarrollar
su práctica tenga una referencia a conocimientos conceptuales previos, a la vez que los conjuga con
dicha práctica. Es una forma de relacionar el saber con el saber hacer.
Material para la construcción del conocimiento y la cooperación: Este tipo de material aúna dos
finalidades. Por un lado, trata de facilitar que los propios alumnos tomen parte en las construcciones
de los conceptos claves de la asignatura, y para ello nos valemos de lecturas u otras fuentes; además,
el trabajo en equipo favorece el aprendizaje de actitudes cooperativas, clave para su formación
personal y profesional.
Material para la formación crítica del alumnado: El material crítico se elabora con el objetivo de
favorecer la toma de conciencia de aspectos conflictivos relacionados con la actividad física. Con
ellos tratamos de formar la capacidad crítica de los alumnos en temas tan en boga como el consumo
de artículos deportivos, las dietas adelgazantes… Para su desarrollo y análisis pueden utilizarse
recursos como anuncios publicitarios impresos y televisados,
Supuestos simulados: Este material consiste en la aportación a grupos de alumnos de una serie de
casos hipotéticos o situaciones simuladas para se abra un debate en torno a ellos. En primer lugar se
abre un tiempo para la preparación del tema por parte de cada grupo. A continuación tiene lugar un
debate en el que cada subgrupo ha de mantener su postura, y sobre la cual es conveniente realizar
algún tipo de escrito.
Los dilemas: Se trata de plantear dilemas morales que tienen que ver con el deporte a través de
historias inventadas a tal efecto
Las narraciones: Todas aquellas historias, ya sean contadas por escrito o mediante vídeos, que
pueden servir para que el niño o el adolescente reflexione sobre situaciones que se dan en relación con
la actividad física. En este sentido queremos destacar la cantidad de dibujos animados y, sobre todo
películas, que tienen como telón de fondo situaciones que pueden ser potencialmente una razón para
establecer ricos debates morales.
Materiales construidos: Recursos fruto de la utilización de productos básicos como cartón, telas,
tubos de PVC, etc., y herramientas básicas como tijeras, cúter, bolígrafos…
Hojas de registro: Las hojas de registro son instrumentos de recogida de datos. Cuando se utilizan
para observar conductas pueden ser escalas de observación (aquellas en las que se califica el
comportamiento observado) o las listas de control (se registra si una determinada conducta se da o
no),
Entorno de aprendizaje: Este concepto va más allá de los meros materiales curriculares. Un entorno
203
adecuadamente diseñado y construido permitirá una especial relación entre este, el alumno y el
contenido de aprendizaje.
| Actividades recomendadas |
1. Elige una sesión de las propuestas en algún documento que tengas y clasifica los materiales
curriculares propuestos en esa sesión según el Cuadro 10.1.
2. ¿Qué materiales curriculares son menos habituales en las clases de Educación Física? ¿Qué
consecuencias tiene la no utilización de manera habitual de esos materiales?
3. Escoge alguno de los materiales propuestos en este capítulo, modifícalo para utilizarlo con tus
compañeros de clase y aplícalo. Razona las modificaciones realizadas y analiza las dificultades y
el resultado.
4. Plantea una situación de enseñanza para un bloque de contenidos y diseña un material curricular
original desde un enfoque constructivista y como elemento de experimentación. Razona cada
uno de estos aspectos.
204
11
La evaluación de los contenidos en
Educación Física
11.1. Introducción
Una de esas cuestiones clave a las que el profesor novel se enfrenta cuando inicia su
andadura docente es sin duda la evaluación. El profesor recién graduado tiene en su
cabeza orientaciones de muy distinta índole sobre lo que debe hacer a la hora de evaluar.
Por un lado, tiene una tendencia inevitable a seguir haciendo lo que hacían con él cuando
era alumno, es decir pruebas tradicionales centradas en el producto. Ejemplos clásicos de
este tipo de pruebas son el porcentaje de aciertos en tiros a canasta para medir la
precisión en el tiro en baloncesto, o el tiempo invertido en una distancia corriendo para
medir la resistencia. Es lo que ha “mamado”, y por tanto le resulta familiar y se siente
cómodo reproduciéndolo.
Por otro lado se encuentra con lo que le han propuesto durante sus estudios
universitarios. Esto es, una amplia variedad de posibilidades alternativas a las pruebas
tradicionales, en las que no sólo se contempla la evaluación del producto, sino también
del proceso. Sin embargo, el profesor novel descubre que ese tipo de métodos de
evaluación son innovadores, tanto que chocan con lo que el alumnado está acostumbrado
a hacer, dado que apenas otros docentes los utilizan. Dada su poca experiencia y que los
resultados a corto plazo suelen ser negativos, es fácil que la motivación hacia estas
prácticas disminuya hasta desaparecer.
Por último, los profesores noveles pueden plantearse una cuestión de coherencia.
Así, los contenidos a enseñar planteados por los currículos oficiales pueden quedar
realmente obviados si se evalúan mediante las pruebas tradicionales, pues estas suelen
ignorar los aspectos actitudinales y procedimentales. Además, puede parecer que
evaluando mediante pruebas innovadoras las mejores notas sean para los de siempre, los
que destacan en el resto de áreas del currículo, volviendo a discriminar a muchos
estudiantes que, a pesar de poder estar mejor desarrollados física y técnicamente, a la
hora de ser evaluados sobre conceptos o hábitos, pueden verse abocados a la
mediocridad.
En este capítulo pretendemos aportar una serie de contenidos básicos para afrontar
205
la evaluación de los contenidos de Educación Física, pero tratando de ser coherentes en
la posibilidad de éxito en la puesta en práctica. Sin embargo, es necesario recordar a los
futuros docentes y a aquellos que ya están en activo que cualquier innovación requiere
un tiempo para que pueda ser aplicada de manera exitosa. En este sentido, existen
experiencias, como la realizada por López Pastor, González Pascual y Barba Martín
(2005) con una evaluación orientada a la participación que les llevó hasta cuatro meses
conseguir el cambio de hábitos en el alumnado, y el subsiguiente éxito en la evaluación.
En definitiva, el cambio en los hábitos evaluativos es necesario, pero requerirá de todo el
coraje y de toda la paciencia del profesorado para avanzar en el mismo.
11.2. Caso
206
evaluación conlleva un establecimiento de categorías entre el alumnado, dividiendo los
sujetos entre los exitosos y los fracasados. A los primeros les da un pasaporte al ámbito
académico y a niveles sociales más altos, y a los segundos les relega a un lugar
secundario desde el punto de vista social. Además, la evaluación cumple así una segunda
función, que es la de establecer qué contenidos son relevantes y cuáles no lo son. Esto se
aprecia fundamentalmente en el desfase entre lo propuesto en los decretos oficiales del
currículo y lo evaluado por los profesores en la práctica. Valores, hábitos y competencias
descritos en los decretos son olvidados en el día a día de la práctica y evaluación del
profesor.
Pongamos un ejemplo que aclare esta cuestión. Una prueba clásica de medición de
la resistencia es el Test de Cooper, consistente en medir la distancia que un alumno es
capaz de correr en 12 minutos. Esta prueba tiene una validez de tipo concurrente basada
en la correlación demostrada entre el consumo máximo de oxígeno y la distancia
recorrida por el alumno en ese tiempo. Si el profesor únicamente aplica esta prueba en
relación al contenido resistencia, podemos preguntarnos sobre algunas cuestiones.
Primero, ¿qué conocimiento conceptual ha adquirido el alumno sobre la resistencia?
Tanto si el alumno ha desarrollado conocimientos sobre prácticas de entrenamiento como
si no, estos habrán sido obviados como relevantes, pues no se han evaluado. Segundo,
¿cómo contribuirá esta prueba al desarrollo de hábitos saludables por parte del
alumnado? Si el alumno se muestra como un sujeto resistente probablemente se vea
reforzado, pero en caso de no ser así, ¿no estaremos incidiendo sobre la situación
opuesta? Es decir, el alumno se puede ver desanimado a disfrutar de un deporte
orientado a la salud, porque no se percibe como competente para ello. Y por último,
¿cómo nos perciben nuestros compañeros docentes de otras materias y la sociedad en
general? La exclusiva utilización de pruebas de carácter procedimental lleva a la
tradicional percepción del profesor de Educación Física por parte del resto de profesores,
padres y administraciones públicas, como un “vendedor de flexiones”, un instructor en
tareas físicas que no aporta un conocimiento verdaderamente relevante para el alumno, a
pesar de lo que dispongan los currículos oficiales, por otra parte totalmente desconocidos
para estos agentes sociales. En resumidas cuentas, la Educación Física está fracasando en
temas como el desarrollo de los niveles de salud, la creación de hábitos saludables, la
creación y transmisión de una cultura deportiva y la educación en valores, por poner
algunos ejemplos, en buena parte porque la evaluación está orientada y es reflejo de una
enseñanza de otros contenidos.
Llegado este punto del razonamiento, alguien podría pensar que los autores de este libro
culpan al profesor de todos los males de la Educación Física, y nada más lejos de nuestra
intención ya que consideramos que la mejora de las prácticas en evaluación se está
dando, que hay muchos profesores que están desarrollando una buena práctica, pero que
207
no está lo suficientemente extendida, seguramente por las razones que expone Díaz
Lucea (2005), y que a continuación reproducimos:
208
tener el planteamiento de evaluación que mejor se adapte a la propuesta de
enseñanza.
6. El currículo oculto vinculado a la evaluación. El currículo oculto supone la
transmisión más o menos consciente de contenidos, principalmente
actitudinales, en relación a la asignatura y más allá de lo expresado en los
currículos oficiales (Contreras Jordán, 1998). Algunas de las ideas que forman
parte del currículo oculto que se pueden transmitir con la evaluación son:
209
acostumbra a evaluar solamente la vertiente negativa; no se acostumbra a
evaluar el proceso; se evalúa descontextualizadamente; se evalúa
cuantitativamente; se utilizan instrumentos inadecuados; se evalúa de forma
incoherente; se evalúa competitivamente; se evalúa estereotipadamente; no se
evalúa éticamente; se evalúa unidireccionalmente; el alumno no participa o
participa poco; no se hace metaevaluación.
9. El escaso clima colaborativo entre los docentes o el trabajo en solitario. Lejos
de la colaboración en las comunidades de práctica que proponíamos en el
capítulo primero, el profesor en general, y el de Educación Física en particular,
ha tendido a mantener una actitud individualista, en la que no ha habido
enriquecimiento gracias al trabajo con compañeros. Es motivo de celebración
los numerosos seminarios y grupos de trabajo que surgen por toda la geografía
española, que están dando la vuelta a esta tendencia, permitiendo a los
profesores un desarrollo profesional más cercano a su problemática del aula.
Antes de pasar a describir los instrumentos y técnicas de evaluación, así como sus
principales aplicaciones a los contenidos de la Educación Física, es necesario aclarar una
serie de conceptos sin los cuales difícilmente se podrían entender dichos instrumentos y
técnicas. Para ello analizaremos la evaluación desde el punto de vista de sus fines, su
temporalización y de su interpretación.
Los fines de la evaluación en el ámbito de la educación pueden ser clasificados
según Velázquez Buendía y Hernández Álvarez (2004) en sociales y pedagógicos.
Socialmente, la evaluación debe atender a la consecución de los objetivos relacionados
con la adquisición de valores morales y de la capacidad de análisis crítico; asímismo,
dado que los sistemas educativos plantean propósitos ideológicos de antemano, la
evaluación debe servir para conocer si estos se están alcanzando. Un ejemplo de este
último caso sería la preocupación por el estatus del profesorado en la actual Ley de
Educación, a cuyo tema se dedica todo el Título III, y cuyas acciones encaminadas a tal
fin deberán ser evaluadas. Pedagógicamente, Velázquez Buendía y Hernández Álvarez
(2004) recogen las funciones propuestas por Gimeno Sacristán (1992), y que exponemos
a continuación:
1. Función creadora de ambiente escolar. Puesto que todas las actividades son
evaluables, el resultado de esta evaluación debería incidir en la mejora de las
condiciones de trabajo.
2. Función de diagnóstico. La evaluación, en cada uno de los momentos del
proceso de enseñanza, nos permite conocer el estado del alumno en el mismo, y
poder establecer un diagnóstico.
3. Función orientadora. Una vez establecido el diagnóstico, el docente tiene pistas
210
sobre lo que debe aplicar para mejorar el proceso de aprendizaje del alumno, así
como su propia acción docente.
4. Función base de pronósticos. La evaluación permite establecer una serie de
expectativas sobre lo que los alumnos pueden llegar a aprender.
5. Función de ponderación del currículo y socialización profesional. Como ya
explicamos anteriormente, la evaluación acaba siendo el filtro que determina los
conocimientos relevantes, y proporciona de manera indirecta una visión de la
profesión en relación al área enseñada. En Educación Física el ejemplo es
obvio, si se enseña sólo a correr y hacer flexiones tenderemos a ser vistos
únicamente como instructores de lo físico. Sin embargo, si desarrollamos
hábitos de práctica física, enseñamos cómo autoentrenarse o cómo llevar una
dieta, los profesionales de otras áreas, los padres y los gestores de la política
educativa nos verán como verdaderos agentes de cambio en el ámbito de la
salud.
211
La organización temporal de la evaluación también nos permite clasificarla según el
binomio formalidad/informalidad (Metzler, 2005). La evaluación informal es aquella que
requiere poca preparación previa y poco tiempo de clase. De hecho, buena parte de la
evaluación informal sucede en el devenir de la clase sin que sea percibida por el
alumnado, aunque el profesor sí que preste especial atención estas situaciones. Una de
esas técnicas de evaluación informales es la de comprobar que el alumno ha
comprendido lo explicado mediante alguna pregunta para asegurar que afronta la tarea de
aprendizaje con altas posibilidades de éxito. La evaluación formal, por el contrario, es
aquella que requiere un tiempo de preparación y aplicación considerable, y los alumnos
saben que estarán expuestos a ella por adelantado. Ejemplos de evaluación formal son
todo tipo de pruebas físicas o exámenes teóricos. El Cuadro 11.2 nos muestra ejemplos
de evaluación según las organizaciones informal y formal.
Informal Formal
Preguntar por la comprensión
Pasar una pequeña prueba escrita sobre los
de una tarea después de su
elementos clave de una habilidad técnica
presentación
Pedir que levanten las manos
los que hayan conseguido la Pasar un test de lanzamiento a canasta
canasta
Preguntar a los alumnos: ¿A
Hacer a los alumnos que se calculen la
cuántos de vosotros os late el
Frecuencia Cardiaca
corazón muy fuerte ahora?
Preguntar a los alumnos a
quién le gusta patinar en Pedir por escrito a los alumnos cinco
212
monopatín
Cuadro 11.3. Ejemplos de referentes evaluativos aplicados a la evaluación: precisión en el tiro a canasta desde
la línea de tiros libres
Con toda la información aportada hasta el momento, el lector ya podrá intuir qué tipo de
evaluación es aquella que proponemos desde este libro. En cualquier caso, a continuación
expondremos brevemente qué podemos entender como una evaluación basada en las
teorías constructivistas, y como esta se ha visto profundizada en determinadas corrientes
de estudio como la evaluación para el aprendizaje (Hay, 2006) o la evaluación para la
213
de estudio como la evaluación para el aprendizaje (Hay, 2006) o la evaluación para la
toma de decisiones (Díaz Lucea, 2005).
La evaluación supone un proceso de planificación, recogida de datos, interpretación
de los mismos, juicio de valor y toma de decisiones de mejora. Todos estos pasos son
fundamentales para que la evaluación sea útil y coherente. La evaluación debe ser
planificada, con el fin de que se evalúen todos los aspectos importantes del proceso de
aprendizaje y se hayan previstos los tiempos y espacios adecuados. La evaluación
supone la recogida de una serie de datos que habrán de ser analizados e interpretados en
función del contexto de aprendizaje y de las características del alumno, y sobre los que
se emitirá un juicio de valor. Por último, como fruto de la evaluación el profesor debería
ser capaz tomar decisiones que fuesen encaminadas a la mejora tanto del proceso de
aprendizaje del alumno como del proceso de enseñanza.
Contreras Jordán (1998) definía la evaluación desde una perspectiva constructivista
como “aquella en la que los datos obtenidos mediante los instrumentos de evaluación no
constituyen la evaluación misma […], sino que son parte de los elementos de juicio,
atendiendo sobre todo a las propias posibilidades de los alumnos y a su ritmo de
aprendizaje” (p. 303). Por tanto, la interpretación de los datos supone la lectura de los
resultados a la luz de los condicionantes que están influyendo en lo ofrecido por el
alumno en las pruebas de evaluación. Valga de ejemplo el caso real de una niña de un
año que intenta subir por una rampa en un parque infantil. Lo intenta y lo consigue. Sin
embargo, tres meses más tarde lo vuelve a intentar y no lo consigue. ¿A qué puede ser
debido este retroceso? Probablemente la niña en su proceso de maduración y desarrollo
haya crecido, y esto suponga un desajuste en su fuerza y su coordinación, lo cual le hace
ser menos competente en esta tarea. Sin embargo, una evaluación que se remita a los
hechos mostraría un mero retroceso y su juicio de valor sería negativo. Por el contrario,
una evaluación que analice el contexto y el ritmo de aprendizaje del sujeto tendría en
cuenta su proceso de maduración y desarrollo, y a pesar del retroceso en la capacidad,
recomendaría, más que un juicio de valor, una posterior reevaluación para constatar la
situación de la niña.
La perspectiva constructivista de la evaluación se focaliza en el proceso, no
limitándose a conductas observables y resultado del aprendizaje, sino ampliando a todo
aquello que influye en el camino hacia la adquisición de cualquier habilidad o concepto.
De esta manera, tan importante es desarrollar la resistencia como desarrollar el gusto por
practicar la carrera continua, o el aprendizaje de habilidades deportivas como el gusto por
el entrenamiento o el desarrollo del juego limpio como actitud.
Nos parece de gran importancia explicar la adecuada utilización de los criterios de
evaluación según un enfoque constructivista. La evaluación por criterios, por definición
persigue la determinación de un estatus absoluto del alumno, de tal forma que se
determina lo que domina y en qué medida (Contreras Jordán, 1998). Básicamente, se
trata de conocer si un alumno alcanza un resultado propuesto independientemente de su
progreso. Sin embargo, la evaluación criterial que se utiliza en el sistema educativo
español considera no sólo la evaluación de los resultados, sino también la evaluación del
214
Primaria del RD de enseñanzas mínimas (2006) es “Lanzar, pasar y recibir pelotas y
otros móviles, sin perder el control de los mismos en los juegos y actividades motrices
que lo requieran, con ajuste correcto a la situación en el terreno de juego, a las distancias
y a las trayectorias”. Pues bien, la concreción de este criterio general de ciclo para una
unidad didáctica de enseñanza de los deportes podría ser “pasar pelotas en un juego de
invasión 3 contra 3 a aquellos compañeros que estén mejor colocados en situación de
desmarque”. En este sentido, no se debería medir que el niño fuese capaz de realizar más
de un determinado porcentaje de pases a un compañero libre, sino que mejorase esta
capacidad respecto a su nivel inicial.
Nos parece interesante destacar las características que Mitchell, Oslin y Griffin
(2003) requieren de la evaluación para que pueda estar dentro del ámbito comprensivo, y
por extensión constructivista. En primer lugar, la evaluación debe ser rutinaria y
sistemática. Esto significa que la evaluación debe ser una parte habitual dentro del
proceso de enseñanza y aprendizaje, y que debe por tanto tener siempre previstos de
antemano una serie de tiempos dentro del proceso de planificación. En segundo lugar, la
evaluación ha de ser auténtica. Aquellos contenidos que sean evaluados deben serlo en
contextos relacionados con la finalidad de los mismos, de tal manera que sean
funcionales. No tiene sentido saber botar un balón si luego el niño no sabe aplicarlo
durante un juego. Tercero, Mitchell y colaboradores explicitan que la planificación de la
evaluación debe coincidir con la de la enseñanza y viceversa. Es decir, cuando un
docente planifica una unidad didáctica, debe de antemano tener en cuenta cuáles son los
aspectos más relevantes del contenido que impartirá en la misma, de cara a dedicarles un
mayor tiempo de enseñanza y finalmente evaluarlos. Es evidente que aquello en lo que
no se haya invertido suficiente tiempo no debe ser evaluado, lo cual es algo que
pensamos ocurre en demasiadas ocasiones. Por último, la evaluación debe desarrollar el
conocimiento tanto de alumnos como de profesores. Si bien la evaluación suele servir
para que el profesor tenga un conocimiento del nivel y progreso del alumno, así como de
sus posibles mejoras respecto a futuros procesos didácticos, no es tan habitual que el
alumno reciba más allá de una calificación, que en la mayoría de los casos no le sirve
para mejorar lo aprendido.
Al igual que ocurre con las teorías constructivistas del aprendizaje, las teorías de la
evaluación que convergen en el constructivismo son varias y cada una ha aportado
aspectos importantes, conformando la línea de investigación denominada evaluación
para el aprendizaje (Hay, 2006), que seguiremos en este apartado. Entre ellas
destacamos y explicaremos dos, la evaluación formativa y la evaluación auténtica. La
evaluación formativa fue definida por Black y William (1998a) como aquella que “abarca
todas aquellas actividades realizadas por los profesores y por sus alumnos, que proveen
información para se utilizada como feedback para modificar las tareas de enseñanza y
aprendizaje en las que se encuentran implicados” (p. 8). Se trata, por tanto, de optar por
una recogida de la información durante el proceso, más que al final del mismo. En este
sentido Brooks (2002) afirma que a menos que la información recogida sea utilizada para
dar conocimiento de los resultados a los alumnos e incidir en el proceso en desarrollo, la
215
dar conocimiento de los resultados a los alumnos e incidir en el proceso en desarrollo, la
evaluación no podría ser considerada como formativa. Desde la perspectiva
constructivista, este conocimiento de los resultados es importante para que los alumnos
se comprometan y puedan ajustar su aprendizaje. Además, este conocimiento de los
resultados debe resultar significativo para el alumnado de tal manera que pueda ser
utilizado para mejorar. A tal fin, Black y William (1998b) sugieren que los resultados de
aprendizaje deberían ser explicitados, describir con claridad el nivel del alumno respecto
a los resultados deseados y aportar a los estudiantes estrategias que les permitan la
mejora hasta dicho nivel deseado.
En cuanto a la evaluación auténtica, ya citada en párrafos anteriores, fue
desarrollada por Archibald y Newman (1988) con el fin de establecer conexiones y
significatividad entre los tests tradicionales escolares, los profesores y los aprendices.
Para ello sus autores buscaban que en los centros escolares la evaluación requiriese de
los alumnos la demostración, la comunicación efectiva y elaborada y la comprensión en
profundidad del objeto de aprendizaje. El concepto de “autenticidad” se entiende en
conexión con el mundo, de tal manera que la evaluación sólo es auténtica si el alumno es
capaz de aplicar lo aprendido en las condiciones en las que el conocimiento le será
demandado en la vida real. Dicho de otra manera, la evaluación debe ser un ejemplo de
validez ecológica. Es desde este punto de vista donde muchas de las prácticas
tradicionales de evaluación pierden su sentido. De qué le servirá a un alumno demostrar
que puede conseguir tantos en una portería de balonmano sin rivales, si luego las
situaciones de juego nunca serán así. De qué sirve entrenar la resistencia bajo la
obligación de la presencia del profesor, si cuando no esté este no se entrenará nunca más.
En el fondo, la evaluación auténtica busca conectar los contenidos explícitos en el
currículo y lo que los alumnos realmente aprenden y saben aplicar (Hay, 2006).
La evaluación para el aprendizaje conecta de lleno con los planteamientos ecológicos
del capítulo uno de este libro, tales como enseñanza por proyectos, el aprendizaje por el
error, etc. así como con los planteamientos de enseñanza desarrollados en otros capítulos
orientados a los diferentes contenidos.
216
1. Parte de unos objetivos claramente establecidos y enunciados.
2. Utiliza pruebas válidas y fiables para medir características relacionadas con los
objetivos de enseñanza.
3. Aporta unos resultados que reflejan el grado de aprendizaje del alumno respecto a
dichos objetivos de enseñanza.
Las pruebas más comunes de evaluación según esta perspectiva tradicional son las
siguientes (Metzler, 2005):
217
profesor comparar a sus alumnos con amplias poblaciones, y la inclusión en muchos de
ellos de los protocolos de realización que ha de seguir el profesor. Por contra, la
evaluación tradicional tiene como limitaciones la validez y las dificultades de aplicación
en el contexto escolar, así como las inconveniencias derivadas del tratamiento de los
datos obtenidos.
Las pruebas alternativas de evaluación se basan en una serie de principios, diferentes
a los anteriores (NASPE, 2004):
218
7. Exposiciones del tipo “Muestra y cuenta”. Los alumnos hacen algún tipo de
investigación o práctica fuera de clase para luego exponer lo que han aprendido
a sus compañeros en clase.
8. Entrevistas. Estas pueden ser a compañeros, familiares u otros miembros de la
comunidad educativa sobre temas diversos.
9. Observaciones con hojas de registro por parte del profesor, los compañeros o
uno mismo. Para ello es necesario que los aspectos a observar estén claramente
especificados en forma de ítems en una hoja de registro.
10. Portafolios. Los estudiantes recogen y organizan materiales que pueden tener
un formato diverso como fotografías, textos, gráficos, etc. para demostrar su
conocimiento acerca de un tema determinado, como sería el caso del dopaje. En
esta situación el proceso de recolección y organización de la información es tan
importante como el resultado del mismo.
11. Rúbricas. Estos instrumentos de evaluación tratan de medir la calidad del
conocimiento desarrollado por el alumno (Goodrich, 1996). Las rúbricas
consisten en la aportación al alumno por adelantado de los criterios que se
utilizarán para su evaluación, para finalmente dar una nota al alumno, ya sea
numérica o descriptiva. Metzler (2005) aporta varios ejemplos de rúbricas
aplicados a la Educación Física, de los que nosotros hemos recogido uno en el
Cuadro 11.4. Goodrich (1996-1997) describe el proceso de creación de rúbricas
en siete pasos:
Cuadro 11.4. Ejemplo de evaluación alternativa y rúbrica sobre el “Espíritu Olímpico” (Metzler, 2005)
219
En el caso de utilizar pruebas de evaluación alternativas, estas tienen como principal
ventaja el haber sido diseñadas para aportar información sobre el aprendizaje o los
resultados que el profesor ha planificado. Es decir, se pueden ajustar mejor a los
objetivos concretos del profesor para un grupo de alumnos dado y para un contenido
específico. También suponen la posibilidad de que el alumno muestre su conocimiento
desde un abanico de experiencias más amplio, y no solamente de manera memorística o
mediante tests estandarizados, lo que conecta con las diferentes formas de aprender que
tienen los alumnos. En el caso de las rúbricas, además, los alumnos conocen su tarea de
220
evaluación por adelantado, y por tanto ellos tienen la posibilidad de desarrollar estrategias
que mejoren su rendimiento. Todas estas ventajas son sin duda las culpables de la
principal desventaja que acarrean las estrategias alternativas de evaluación, que no es otra
que el gran tiempo que le ocupan al profesor, tanto en la preparación como
posteriormente en la presentación del alumnado y la posterior evaluación.
11.5. Aproximación a la utilización de los instrumentos de evaluación: el caso del contenido deportivo
221
mostramos en la Figura 11.1. En el ejemplo se aprecia cómo el alumno que trata de
responder a las preguntas formuladas respecto a esta situación de juego debe conocer,
comprender y saber aplicar conceptos tales como “espacio libre” o “apoyo”.
Figura 11.1. Prueba escrita para evaluar la comprensión de los juegos de campo y bate (Méndez Giménez, 2005).
Cuadro 11.5. Segmentos de pregunta y respuesta (Contreras Jordán, De la Torre Navarro y Velázquez Buendía,
2001)
Situación de enseñanza: 2
“Balón en mano”
Por grupos de cuatro, tres se pasan un balón de minibasket, entregándolo a dos manos, sin perder el
contacto con él, y el cuarto, con un balón adaptado con ambas manos, trata de evitarlo procurando contactar
con el balón que se pasan los compañeros. El poseedor del balón que se pasa puede realizar un máximo de
dos pasos y los receptores y el jugador interruptor tienen toda la movilidad. Cuando se logre interrumpir un
pase de entrega cambian los roles entre el que pierde la posesión y el que lo provoca.
222
[…/…]
Representación gráfica:
Reflexión central:
P: ¿Cómo cogéis el balón para que no se os caiga? (R.G.: Abriendo los dedos y abarcando el máximo de
superficie).
Variante: Igual, pero permitiendo que el poseedor del balón que se pasa sólo pueda mover un pie dejando el
otro fijo, pero pudiendo girar sobre él (3’- 4’).
11.5.3. Evaluación del rendimiento de juego (toma de decisiones y ejecución en situación de juego real)
223
1. Base. Es la posición a la que los jugadores deben acudir entre una ejecución y otra.
En tenis podría ser en el medio de la línea de fondo, pues permite cubrir una
mayor parte de la pista con garantías de éxito en el próximo golpeo.
2. Toma de decisiones. Elección de la decisión adecuada respecto al movimiento o
la habilidad específica a ejecutar. En tenis debemos elegir cómo golpear
(derecha, revés, volea…) y dónde mandar la bola (derecha-izquierda…).
3. Ejecución de la habilidad. Esta componente mide si la habilidad elegida es eficaz
o no frente al objetivo de la decisión tomada. Al lanzar a la derecha mediante un
revés en tenis, ¿ha botado la bola dentro del campo reglamentario?
4. Apoyo o desmarque. En los deportes de invasión, los jugadores que no tienen el
móvil del equipo que ataca deben de ser capaces de ofrecerse para ello en
determinados momentos.
5. Marcaje. De nuevo en los deportes de invasión, los jugadores del equipo que
defiende han de cubrir o marcar a los atacantes, bien para que no reciban el
balón, bien para que no lo jueguen adecuadamente.
6. Cobertura. Este aspecto defensivo hace referencia a la ayuda que se le hace a un
compañero cuando trata de robar la pelota (juegos de invasión) o trata de
interceptar el móvil (béisbol, voleibol).
7. Ajuste. Se define como la capacidad de ajustar mi posición a las distintas
situaciones de juego. Volviendo al ejemplo del tenis, ¿el jugador sabe cuándo
debe subir a la red?
224
lista de control para la habilidad de bateo de una bola sobre un soporte del Cuadro 11.6.
| Glosario |
Evaluación continua: Es aquella en la que el profesor recibe información “al instante” de lo que el
alumno hace, de tal manera que puede tomar decisiones en relación a la progresión de enseñanza. Es
propia de los modelos individualizados de enseñanza.
Evaluación formativa: Es aquella que en la que el profesor recibe el conocimiento de los resultados
de los alumnos durante el proceso, pero más a medio plazo, de tal manera que puede hacer cambios
sobre la progresión de enseñanza en la unidad didáctica (cada dos o tres sesiones), pero no dentro de
cada sesión.
Evaluación sumativa: Se realiza al final de la unidad temática de aprendizaje y determina el nivel de
aprendizaje final, lo cual conlleva una gran preparación por parte del alumnado, y el profesor no puede
utilizarla ya para el aprendizaje de este contenido.
Evaluación informal: Es aquella que requiere poca preparación previa y poco tiempo de clase. Suele
suceder en el devenir de la clase sin que sea percibida por el alumnado, aunque el profesor sí que
preste especial atención estas situaciones. Una de esas técnicas de evaluación informales es la de
comprobar que el alumno ha comprendido lo explicado mediante alguna pregunta para asegurar que
afronta la tarea de aprendizaje con altas posibilidades de éxito.
Evaluación formal: Es aquella que requiere un tiempo de preparación y aplicación considerable, y los
alumnos saben que estarán expuestos a ella por adelantado.
Evaluación auténtica: Tipo de evaluación en la que se mide si el alumno es capaz de aplicar lo
aprendido en las condiciones en las que el conocimiento le será demandado en la vida real.
Evaluación tradicional: Es aquella que ha sido largamente utilizada en EF, mientras que la evaluación
alternativa ha surgido recientemente, y en cierta medida como una reacción a la primera.
| Actividades recomendadas |
1. Analiza las prácticas evaluativas de los profesores que te impartieron clase en Educación Primaria
225
y Educación Secundaria, a la luz del apartado 3.1. del presente capítulo. Razona tus argumentos.
2. Examina una sesión impartida por un compañero y responde las siguientes cuestiones:
– ¿Ha utilizado algún tipo de evaluación formal o informal? ¿Cuál crees que han sido sus
razones?
– ¿De qué formas la evaluación podría haber mejorado la calidad de su enseñanza y del
aprendizaje de los alumnos?
– Modifica alguna de las propuestas de evaluación del capítulo y aplícala en clase con tus
compañeros.
– Diseña un instrumento de evaluación para un contenido concreto de Educación Física, y
orientado a un nivel específico.
226
Bibliografía
Alexander, K. (1982): Behavior analysis of tasks and accountability. Unpublished doctoral dissertation. The Ohio
State University, Columbus citado por Siedentop, D. (1998): Aprender a enseñar la Educación Física.
Editorial INDE. Barcelona.
Alexander, K. y Penney, D. (2005): “Teaching under the influence: feeding Games for Understanding into the
Sport Education development-refinement cycle”. Physical Education & Sport Pedagogy, 10(3).
Alexander, P. A. y Judy, J. E. (1988): “The Interaction of Domain-Specific and Strategic Knowledge in Academic
Performance”. Review of Educational Research, 58(4), 375-404.
Almond, L. (1986): “Reflecting on themes: a games classification”, en R. Thorpe, D. Bunker y L. Almond (Eds.),
Rethinking Games Teaching (pp. 71-72). Loughborough University. Loughborough.
Ames, C. y Ames, R. (1984): “System of students and teacher motivation: toward a qualitative definition” Journal
of Educational Psychology, nº 73, pp. 411-418.
Ames, C. (1984): “Competitive, cooperative and individualistic goal structures: motivational analysis” en Ames, R.
y Ames, C. (Eds.): Research on motivation in education: student motivation. Nueva York. Academic Press,
vol. 1 pp. 177-207.
Anderson, A. (1999): The case for learning strategies in physical education. Journal of Physical Education,
Recreation and Dance. 70(1): 45-49.
Anderson, J. R. (1976): Language, memory, and thought. Earlbaum. Hillsdale, NJ.
Archibald, D. A. y Newmann, F. M. (1988): Beyond standardised testing: Assessing authentic academic
achievement in the secondary school. National Association of Secondary Schools Principals. Reston.
Aronson, E. (1978): The jigsaw classroom. Beverly Hills Sage. California.
Arpin, L. y Capra, L. (2001): L’apprentissage par projets. Cheleriere/ Mc Graw-Hill. Montreal (Québec).
Australian Sports Commission. (1997): Games Sense. Canberra.
Ausubel, D. P. (1982): Psicología educativa. Un punto de vista cognoscitivo. Editorial Trillas. México.
Baile, J. I. (2003): ¿Qué es la imagen corporal? Cuadernos del Marqués de San Adrián: Revista de Humanidades,
2, 57-60.
Bailey, B. y Morley, D. (2006): “Toward a model of talent development in physical development” en Sport,
Education and Society, vol. 11, nº3, pp 211-230.
Bandura, A. (1977): Social Learning Theory. Prentice Hall. Englewood Cliffs, NJ.
Bandura, A. (1999): Autoeficacia: cómo afrontamos los cambios de la sociedad actual. Desclée de Brouwer.
Bilbao.
Bayer, C. (1992): La enseñanza de los juegos deportivos colectivos (2 ed.). Editorial Hispano Europea. Barcelona.
Beaudet, B., Acquaviva, J. y Grube, D. (2004): “Jake Sport Education a Step Further: Add Fitness”. JOPERD:
The Journal of Physical Education, Recreation & Dance, 75(9), 39-50.
Bekiari, A., Kokaridas, D. y Sakellariou, K. (2006): Associations of students’ self-reports of their teachers’ verbal
aggression, intrinsic motivation, and perceptions of reasons for discipline in Greek physical education
classes. Psychological Report. 2006 Apr;98(2): pp 451-61.
Beunen, G. P., Philippaerts, R. M., Delvaux, K. et al. (2001): Adolescent physical performance and adult physical
activity in Flemish males. American journal of Human Biology, 13: 173-179.
227
Beyer, B. (1987): Practical strategies for the teaching of thinking. Boston, DC: Allyn and Bacon.
Black, P. y William, D. (1998a): “Assessment and classroom learning”. Assessment in Education, 5(1): 7-73.
Black, P. y William, D. (1998b): Inside the black box: Raising standards through classroom assessment. School of
Education, King’s College. London.
Blair, S. N., Clark, D. G., Cureton, K. J. y Powell, K. E. (1989b): Exercise and fitness in childhood: Implications
for a lifetime of health. C. V. Gisolfi D. R. Lamb, (Eds), Indianapolis in Perspectives in Exercise Science
and Sports Medicine. Indianapolis Benchmark Press.
Blández Ángel, J. (1995): “Una propuesta didáctica centrada en la organización de los espacios y materiales de
Educación Física. Una experiencia de Investigación-Acción”. Revista Española de Educación Física y
Deporte, 2(4), 12-19.
Blández Ángel, J. (1998): La utilización del material y del espacio en Educación Física: propuestas y recursos
didácticos. INDE. Barcelona.
Blázquez Sánchez, D. (1986): Iniciación a los Deportes de Equipo. Martínez Roca. Barcelona.
Blázquez Sánchez, D. (1997): Evaluar en Educación Física. INDE. Barcelona.
Bovyer, G. (1963): “Children’s concepts of sportsmanship in the fourth, fifth, and sixth grades”. Research
Quarterly, 34, 282-287.
Bredemeier, B. J. L. (1985): “Moral reasoning and the perceived legitimacy of intentionally injurious sport acts”.
Journal of Sport Psychology, 7, 110-124.
Bredemeier, B. J. L. (1995): “Divergence in children’s moral reasoning and their assertive, aggressive, and
submissive tendencies in sport and daily life”. International Journal of Sport Psychology, 29, 453-463.
Bredemeier, B. J. L. y Shields, D. L. L. (1986): “Moral growth among athletes and nonathletes: A compartative
analysis”. Journal of Genetic Psychology, 147, 7-18.
Brill, P. A., Brkhalter, H. E., Kohl, H. W., Goodyear, N. N. y Blair, S. N. (1989): The impact of previous
athleticism on exercise habits, physical fitness, and coronary heart disease risk factors in middl- aged men.
Research Quarterly for Exercise and Sport, 60, 209-215.
Brofenbrenner,U. (1979): La ecología del desarrollo humano. Paidós. Barcelona.
Broun, H. (1941): Collected edition of Heywood Broun. Harcourt, Brace and Company. New York.
Brunch, H. (1962): Perceptual and conceptual disturbances in anorexia nervosa.
Bruner, J. (1972): Hacia una teoría de la instrucción. Uthea. México.
Bunker, D. J. y Thorpe, R. (1982): “A model for the teaching of games in secondary schools”. Bulletin of
Physical Education, 19(1), 5-9.
Buschner, C. A. (1990): Can we help children move and think critically? En W.J. Stinson (Ed.), Moving and
learning for the young child (pp. 51-66). Reston, VA: AAHPERD.
Campillo Álvarez, J. E. (2006): El sedentarismo: ¿una enfermedad carencial?. GAIAK.
Carranza, M. y Mora, J. M. (2003): Educación Física y valores: educando en un mundo complejo. 31 propuestas
para los centros escolares. GRAÓ. Barcelona.
Carreiro Da Costa, F. (1996): Condiçoes e factores de ensino-aprendizagem e conducta motoras significativas:
una análise a partir da investigaçao realizada en Portugal. Sociedade Portuguesa. Boletin de Educaçao
Física, 14.
Cash, T. F. y Pruzinky, T. (eds.) (1990): Body images: Development, desviace and change. New York: The
Guilford Press.
Castejón Oliva, F. J. (2000): Iniciación Deportiva. Aprendizaje y Enseñanza. Pila Teleña. Madrid.
Cecchini, J. A. y Echavarría, L. M. (2001): Intensidad de la motivación hacia el deporte. Universidad de Oviedo.
Cervelló, E.; Jiménez, R.; Del Villar, F.; Ramos, L. y Santos-Rosa, F. J. (2004): Goal orientations, motivational
climate, equality, and discipline of Spanish physical education students. Perceptual and Motor Skills, 99,
271-283.
Cervelló, E. M. y Jiménez, R. (2001): Un estudio correlacional entre la orientación motivacional, el clima
motivacional percibido, la coeducación y los comportamientos de disciplina en las clases de Educación
Física. Comunicación presentada en el IV Congreso Internacional sobre la enseñanza de la Educación Física
y el Deporte Escolar, Santander.
Chow, G. M., Murray, K. E. y Feltz, D. L. (2009): “Individual, Team, and Coach Predictors of Players’
Likelihood to Aggress in Youth Soccer”. Journal of Sport & Exercise Psychology, 31(4), 425-443.
228
Cole, M. (1998): Psicología cultural. Morata. Madrid.
Cole, M. (1985): “The zone of proximal development: where culture and cognition create each other”, en J.V.
Wertsch, Cultura, comunication and cognition: Vigotskian perspective. Cambridge, Cambridge University
Press.
Colegio Americano de Medicina Deportiva (1995): “Osteoporosis and exercise position stand”. Medicine and
Science in Sports and Exercise.2, 1-7.
Contreras Jordán, O. R. (1998): Didáctica de la Educación Física. Un enfoque constructivista. INDE. Barcelona.
Contreras Jordán, O. R. (2002): “Perspectiva intercultural de la Educación Física”, en T. Lleixá Arribas (Ed.),
Multiculturalismo y Educación Física. Paidotribo. Barcelona.
Contreras Jordán, O. R., De la Torre Navarro, E. y Velázquez Buendía, R. (2001): Iniciación Deportiva. Síntesis.
Madrid.
Contreras Jordán, O. R., García López, L. M., y Cervelló Gimeno, E. (2005): “Transfer of Tactical Knowledge:
From Invasion Games to Floorball”. Journal of Human Movement Studies, 49, 193-213.
Corbin, C. B., Pargrazi, R. P. y Welk, G. J. (1994): Toward an understanding of appropriate physical activity
levels for youth. Psysical Activity and Fitness Research digest, 1 (8), 1-8.
Coslin, P. G. (1997): Adolescents´ judgements of seriousness of disruptive behavior at school and of the sanction
appropriate for dealing with it. Journal of Adolescence, 27. 707-715.
De la Torre, S. (1993): Aprender de los errores. Editorial Escuela Española. Madrid.
Defensor del Pueblo-UNICEF (2000): Informe sobre violencia escolar: El maltrato entre iguales en la Educación
Secundaria Obligatoria. Publicaciones de la Oficina del Defensor del Pueblo.
Defensor del Pueblo-UNICEF (2007) Violencia escolar. El maltrato entre iguales en educación secundaria
obligatoria. (Nuevo estudio y actualización del informa 2000). Publicaciones de la Oficina del Defensor del
Pueblo.
Del Villar, F. (2001): La interacción en la Educación Física. En B. Vázquez (coord.), Bases educativas de la
actividad física y el deporte (pp. 199-225). Editorial Síntesis. Madrid.
Devís Devís, J. (1996): Educación Física, deporte y currículum. Investigación y desarrollo curricular. Editorial
VISOR. Madrid.
Devís Devís, J. (1998): “La salud en la educación física escolar: materiales curriculares para el alumnado de
enseñanza primaria”, en M. Villamón (Ed.), La educación física en el currículum de primaria (pp. 367-
388). Consejería de Educación, Generalitat Valenciana. Valencia.
Devís Devís, J. y Peiró Velert, C. (1992): Nuevas perspectivas curriculares en educación física: La salud y los
juegos modificados. INDE. Barcelona.
Díaz Lucea, J. (2005): La evaluación formativa como instrumento de aprendizaje en Educación Física. INDE.
Barcelona.
Doyle, W. (1979): “Classroom effects”. Theory into practice. 18, 3. 138-144.
Doyle, W. (1980): Student mediating responses in teaching effectiveness. p. 103. Final Report, Denton, TX:
North Texas State University (ERIC No, ED 187 698)
Doyle, W. (1981): “Research on classroom context”. Journal of Teacher education, 32 (6), 3-6.
Duncam, M., Woodfield, L., Al-Nakeeb, Y. y Nevill, A. (2002): The impact of socio-economic status on the
physical activity levels of British secondary school children. European journal of physical education, 7 (1):
30-45.
Duquin, M. E. y Shroeder-Braun, K. (1996): “Power, empathy, and moral conflict in sport”. Peace and Conflict:
Journal of Peace Psychology, 2, 351-367.
Dyson, B., Griffin, L. L. y Hastie, P. (2004): “Sport education, tactical games, and cooperative learning:
theoretical and pedagogical considerations”. Quest, 56(2), 226-240.
Ennis, C. D., Solmon, M. A., Satina, B., Loftus, S. J., Mensch, J. y McCauley, M. T. (1999): “Creating a Sense
of Family in Urban Schools Using “Sport for Peace” Curriculum”. Research Quarterly for Exercise &
Sport, 70(3), 273-285.
Ennis, C. D. (1999): Creating a culturally relevant curriculum for disengaged girls. Sport, Education and Society,
4, 31-49.
Ennis, C. D., Solomon, M. A., Satina, B., Loftus, S. J., Mensch, J. y McCauley, M. T. (1999): Creating a sense
of family in urban schools using the «Sport for Peace» curriculum. Research Quarterly for Exercise and
229
Sport, 70, 273-285.
Ennis, R. (1987): A taxonomy of critical thinking dispositions and abilities. In J.M. Baron and R. Sternberg
(Eds.), Teaching thinking skills: Theory and practice (pp. 9-26). New York: W.H. Freeman.
Eptein, J. (1988): “Effective schools or effective students?. Dealing with diversity” en Haskins, R.; MacRae, B.
(eds.): Policies for America´s public schools. Nueva York. Academic Press, vol. 3. pp. 259-295.
Escartí, A. (coord.) (2005): Responsabilidad personal y social a través de la Educación Física y el Deporte.
Editorial Graó. Barcelona.
Fernández Lorca, F. J., Ros Bernal, N. y Vera González, A. (2002): Educación física, 3 ESO. Libro cuaderno de
patio. Pila Teleña. Madrid.
Flintoff, A. and Scraton, S. (2006): “Girls and physical education” en Kirk, D. ; MacDonald, D. and O´Sullivan,
M. (ed.) The Handbook of Physical Education, (pp. 767-783), Sage. London.
Flores, G. y Gutiérrez, L. (1990): Diccionario de Ciencias de la Educación. Paulines. Madrid.
García López, L. M. (2006): “Las implicaciones cognitivas de la práctica deportiva: constructivismo y enseñanza
comprensiva de los deportes”, en P. Gil Madrona (Ed.), Juego y deporte en el ámbito escolar: aspectos
curriculares y actuaciones prácticas (pp. 207-230). Ministerio de Educación y Ciencia. Madrid.
García López, L. M., Contreras Jordán, O. R., Penney, D. y Chandler, T. J. L. (2009): “The role of transfer in
games teaching: Implications in the development of the sports curriculum”. European Physical Education
Review, 15(1), 47-63.
Gardner, R. M. (1996): “Methodological sigues in assessment of the perceptual component of body image
disturbance”. British Journal of Psychology, 87, 327-337.
Gavidia, V. (2000): “La construcción del concepto de transversalidad”, en M. N. Álvarez (Ed.), Valores y temas
transversales en el currículum (pp. 9-24). GRAÓ. Barcelona.
Generelo y col. (2005): La Educación Física en las aulas: aprender a partir de un proyecto. Gobierno de Aragón.
Departamento de Educación, Cultura y Deporte. Zaragoza, 2005.
Giebink, M. P. y McKenzie, T. C. (1985): “Teaching sportsmanship in phisical education and recreation: An
analysis of intervention and generalization effects”. Journal of Teaching in Physical Education, 4, 167-177.
Gimeno Sacristán, J. (1982): La pedagogía por objetivos: obsesión por la eficacia. Editorial Morata. Madrid.
Gimeno Sacristán, J. (1991): “Los materiales y la enseñanza”. Cuadernos de Pedagogía, 94, 10-15.
González-Herrero, E. y López, M. E. (2001) “La disciplina en el aula de Educación Física. Actas del I congreso
nacional de didácticas específicas: las didácticas de las áreas curriculares en el siglo XXI. Grupo editorial
universitario, vol. 2, pp. 1439-1449.
González-Herrero, E. y López, M. E. (2003) “Los problemas de disciplina en el aula de educación física. Actas
del XIC congreso Nacional de educación física de facultades de educación y escuelas de magisterio: el
currículum de educación física a debate. Murcia. Universidad de Murcia, vol. 2, pp 1129-1143.
González-Herrero, E. y López, M. E. (2005) El conflicto en las clases de Educación Física: una oportunidad para
aprender a convivir. En E. Vinyamata (coord..) Vivir en paz: conflictología y conflictividad en la vida
cotidiana, pp. 167-190.
Goodrich, H. (1996): “Understanding rubrics”. Educational Leadership, 54(4), 14.
Gotzen, C. (2006): El psicológo y la disciplina escolar: Nuevos retos y viejos encuentros. Papeles del psicólogo,
27(3), pp. 180-184.
Grehaigne, J. F., Godbout, P. y Bouthier, D. (1997): “Performance assessment in team sports“. Journal of
Teaching in Physical Education, 16(4), 500-516.
Gréhaigne, J. F., Wallian, N. y Godbout, P. (2005): “Tactical-decision learning model and students’ practices”.
Physical Education & Sport Pedagogy, 10(3), pp. 213-224.
Grineski, S. (1996): Cooperative Learning in physical education. Human Kinetics. Champaign, IL.
Gutiérrez Sanmartín, M. (2003): Manual sobre valores en la Educación Física y el Deporte. Paidós. Barcelona.
Gutiérrez Sanmartín, M. (2004): “El valor del deporte en la educación integral del ser humano”. Revista de
Educación, 335, 105-126.
Hardman, K. y Marshall, J. (2000): The state and status of physical education in schools in international context.
European Physical Education Review, 6 (3), pp. 203-229.
Hastie, P. A. y Curtner-Smith, M. D. (2006): “Influence of a hybrid Sport Education and Teaching Games for
Understanding unit on one teacher and his students”. Physical Education & Sport Pedagogy, 11(1), pp. 1-
230
44.
Hay, P. (2006): “Assessing for learning”, en D. Kirk, D. Macdonald y M. O’Sullivan (ed.) The Handbook of
Physical Education, (312-325). Sage. Londres.
Hellison, D. y Walsh, D. (2002): Responsibility-Based Youth Programs Evaluation: Investigating the Investigation.
Quest, 54.
Hellison, D. R. (1995): Teaching personal and social responsibility through physical activity. Champaign, IL:
Human Kinetics.
Hernández Moreno, J. (2000): La iniciación a los deportes desde su estructura y dinámica. Aplicación a la
Educación Física escolar y al Entrenamiento Deportivo. INDE. Barcelona.
Hernández, F. (2004): La incertidumbre excita la curiosidad. Cuadernos de Pedagogía, 340, 46-51.
Hormigo, T. (Coord.) (2001): Conductas conflictivas en el Centro Escolar. Proyecto de Investigación Educativa
subvencionado por la Conserjería de Educación y Ciencia de la Junta de Andalucía. Resolución de 04-08-
1999.
Iglesias, D., Ramos, L. A., Fuentes, J. P., Sanz, D. y Del Villar Álvarez, F. (2003): “El conocimiento y la toma de
decisiones en los deportes de equipo: Una revisión desde la perspectiva cognitiva”. Revista de
Entrenamiento Deportivo, 17(2), 5-11.
Jantz, R. K. (1975): “Moral thinking in male elementary pupils as reflected by perception of basketball rules”.
Research Quarterly, 46, 414-421.
Kirk, D. (1990): Educación Física y Currículum. Universidad de Valencia. Valencia.
Kirk, D. y Macdonald, D. (1998): “Situated learning in physical education”. Journal of Teaching in Physical
Education, 17(3), 376-387.
Kleiber, D. A. y Roberts, G. C. (1969): “The effects of sport experience on the development of social character.
An exploratory investigation”. Journal of Sport Psychology, 3, 114-122.
Kohlberg, L. (1969): “Stage and sequence: The cognitive-developmental approach to socialization”, en D. A.
Goslin (Ed.), Handbook of socialization theory and research (pp. 347-480). Rand McNally. Chicago, IL.
Kulinna, P. H., Cothran D.J., Regualos R. (2006): Teachers’ reports of student misbehavior in physical education.
Reseach Quarerly int Exercise and Sport. 77(1), pp. 32-40.
Lasierra Aguilá, G. y Lavega Burgués, P. (1993): 1015 juegos y formas jugadas de iniciación a los deportes de
equipo (Vol. I). Paidotribo. Barcelona.
Launder, A. G. (2001): Play practice. The games approach to teaching and coaching sports. Human Kinetics.
Champaign, Ill.
Lave, J. (1997): “The Culture of Acquisition and the Practice of Understanding”, en D. Kirshner y J. A. Whitson
(Eds.), Situated Cognition: Social, Semiotic and Psychological Perspectives (pp. 17-36). Mahwah, NJ.
Earlbaum.
Lave, J. y Wenger, E. (1991): Situated learning: Legitimate peripheral participation. Cambridge University
Press. New York.
Leonard, G. B. (1972): The transformation: A guide to the inevitable changes in humankind. Delacorte, Press.
New York.
Light, R. y Fawns, R. (2003): “Knowing the game: integrating speech and action in games teaching through
TGfU”. Quest (00336297), 55(2), 161-176.
López Pastor, V. M., González Pascual, M. y Barba Martín, J. J. (2005): “La participación del alumnado en la
evaluación: la autoevaluación, la coevaluación y la evaluación compartida”. Tandem: Didáctica de la
Educación Física, 17: 21-37.
López Ros, V. (2003): “Enseñanza, aprendizaje e iniciación deportiva: La interacción educativa en el aprendizaje
comprensivo del deporte”, en F. J. Castejón Oliva (Ed.), Iniciación Deportiva. La Enseñanza y el
Aprendizaje Comprensivo en el Deporte. Wanceulen. Sevilla.
M. Boekaerts, P.R. Pintrich y M. Zeidner (Eds.), Handbook of self-regulation (pp. 13-39). San Diego, CA:
Academic Press.
Maehr, M.L. (1984): “Meaning and motivation: Toward a theory of personal investment”. En R. Ames y C. Ames
(Eds.), Research on motivation in education: Vol.1. Student motivation (p.144). New York: Academic
Press.
Marcelo García, C. (1987): El pensamiento del profesor. Ediciones CEAC. Barcelona.
231
Marchesi, A. (2004) Que será de nosotros los malos alumnos. Madrid 2004, Alianza Editorial
Martín García, X. y Puig Rovira, J. M. (2007): Las siete competencias básicas para educar en valores. GRAÓ.
Barcelona.
Martínez de Dios, C. (1996): Hockey. Madrid: Ministerio de Educación y Ciencia.
Martínez Gorroño, M. E. (2001): “Currículum de educación física y características de los materiales
curriculares”. Tándem: Didáctica de la Educación Física, 4, 7-17.
McBride, R.E. (1992): “Critical thinking – An overview with implications for physical education”. Journal of
Teaching in Physical Education, 11, pp. 112-125.
McKenzie, T.L., Feldman, H., Woods, S.E. et al (1995): Children´s activity levels and lesson context during third-
grade physical education. Research Quarterly for Exercise and Sport, 66, pp. 184-193.
McKenzie, T.L., Marshall, S.J., Sallis, J.F. y Conway, T.L. (2000): Student activity levels, lesson context, and
teacher behaviour during middle school physical education. Research Quarterly for Exercise and Sport, 71,
249-259.
McMorris, T. (1999): “Cognitive Development and the Adquisition of Decision-Making Skills”. International
Journal of Sport Psychology, 30, 151-172.
Méndez Giménez, A. (1998): “La observación in vivo del rendimiento deportivo. Un instrumento de análisis en
iniciación al baloncesto”. Lecturas: Educación Física y Deportes, http://www.efdeportes.com, 12.
Méndez Giménez, A. (2003): Nuevas propuestas lúdicas para el desarrollo curricular de Educación Física.
Juegos con material alternativo, juegos predeportivos y juegos multiculturales. Paidotribo. Barcelona.
Méndez Giménez, A. (2004): Técnicas de enseñanza en la iniciación al baloncesto. INDE. Barcelona.
Méndez Giménez, A. (2005): “Hacia una evaluación de los aprendizajes consecuente con los modelos alternativos
de iniciación deportiva”. Tandem: Didáctica de la Educación Física, 17, 38-58.
Méndez Giménez, A. (2005): “Una iniciación deportiva de calidad con materiales autoconstruidos”. Tándem:
Didáctica de la Educación Física, 18, 61-69.
Méndez Giménez, A. (2009): Modelos Actuales de Iniciación Deportiva. Wanceulen. Sevilla.
Metzler, M. & Young, J. (1984): The relationship between teachers preactive planning and student process
measures. Research Quarterly for Exercise and Sport, número 55.
Metzler, M. W. (2005): Instructional models for physical education (2 ed.). Holcomb Hathaway. Scottsdale.
Millard, L. (2004): Class Meeting in Physical education. A journal for Physical and sport educator, 17(3), 29-30
Ministerio de Educación y Ciencia: Real Decreto 1467/2007, de 2 de noviembre, por el que se establece la
estructura del Bachillerato y se fijan sus enseñanzas mínimas.
Ministerio de Educación y Ciencia: Real Decreto 1513/2006, de 7 de diciembre, por el que se establecen las
enseñanza mínimas de la Educación Primaria.
Ministerio de Educación y Ciencia: Real Decreto 1631/2006, de 29 de diciembre, por el que se establecen las
enseñanza mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria.
Mitchell, S. A., Oslin, J. L. y Griffin, L. (2006): Teaching sport concepts and skills. A tactical approach (2 ed.).
Human Kinetics. Champaign, Ill.
Mitchell, S. A., Oslin, J. L. y Griffin, L. L. (2003): Sport Fundations for Elementary Physical Education. A
Tactical Games Approach. Human Kinetics. Champaign, IL.
Mosston, M. y Ashworth, S. (2002): Teaching physical education (5 th ed.). San Francisco, CA: Benjamin
Cummings.
Mugno, D. A. y Feltz, D. L. (1985): “The social learning of aggression in youth football in the United States”.
Canadian Journal of Applied Sport Sciences, 10, 26-35.
National Association for Sport and Phsycal Education (1998): Phsycal activity for children: A statement of
guidelines. NASPE Publications. Reston, VA
National Association for Sport and Physical Education (2004): Moving into the future: National standards for
physical education (2ª ed.). Author. Reston, VA.
Navarro Adelantado, V. y Jiménez Jiménez, F. (1999): “Un modelo estructural-funcional para el estudio del
comportamieto estratégico en los juegos deportivos (II)”. Revista de Educación Física, 73, 5-8.
Nicholls, J. (1984): “Conception of ability and achievement motivation”. En Ames, R. y Ames, C. (eds.):
Research on motivation in education: student motivation. Nueva York. Academic Press, vol. 1, pp. 39-73.
Nicholls, J. G. (1984): Achievement motivation: Conceptions of ability, subjective experience, task choice and
232
performance. Psychological Review, 21, pp. 328-346.
Orlick, T. D. (1981): “Positive socialization via cooperative games”. Developmental Psychology, 17, 426-429.
Nilges, L. M. (2006): “Feminist strand, perspectives, and methodology for research in physical education” en D.
Kirk, D. MacDonald and O´Sullivan, M. (ed.) The Handbook of Physical Education, (pp. 76-93), Sage.
London.
Oslin, J. L. y Mitchell, S. A. (2006): “Game-centered approaches to teaching physical education”, en M.
O’Sullivan, D. Kirk y D. Macdonald (Eds.), Handbook of Physical Education (pp. 627-650). Human
Kinetics. Champaign, IL.
Paffenbarger, R.S., Kampert, J.B., Lee, I-M. Et al (1994): Changes in physical activity and other lifeway patterns
influencing longevity. Medicine and Science in Sports Exercise, 26, pp. 857-865.
Parlebas, P. (1988): Elementos de Sociología del Deporte. Málaga: UNISPORT.
Pate, R.R., Pratt, M., Blair, S.N. et al. (1995): Physical activity and public health: A recommendation from the
Centers for Disease Control and Prevention and the American College of Sports Medicine. Journal of the
American Medical Association, 273, pp. 402-407.
Peiró Velert, C. (2001): “Materiales curriculares y formación del profesorado en educación física”. Tandem:
Didáctica de la Educación Física, 4, 19-33.
Penney, D., Clarke, G. y Kinchin, G. D. (2005): Sport Education in Physical Education. Research Based
Practise. Routledge. New York.
Pérez Gómez, A. (1989): “Paradigmas contemporáneos de investigación didáctica”. En J. Gimeno Sacristán y A.
Pérez Gómez (eds.) La enseñanza: su teoría y su práctica. Editorial Akal. Madrid.
Pierón, M. (1999): Para una enseñanza eficaz de las actividades físico-deportivas. Editorial INDE. Barcelona.
Plou, P. (2007): Capacidades Visuales. IX Jornadas sobre medicina y deporte de alto nivel. Madrid. COE.
Psûnder, M (2005): Identification of discipline violations and its role in planning corrective and preventive
discipline. School Educational studies, 31(3), 335-345.
Raitakari, O.T., Porkka, KV., Taimela, S., Telama, R., Rasanen, L. y Viikari, J.S. (1994): Effects of persistent
physical activity and inactivity on coronary risk factors in children and young adults. The Cardiovascular
Risk in Young Finns Study. American journal of Epidemiology, 140, 195-205.
Rest, J., Narváez, D., Bebeau, M. J. y Thomas, S. J. (1999): Postconventional moral thinking: A neo-
Kohlbergian approach. Erlbaum. Mahwah, NJ.
Richardson, M. y Oslin, J. L. (2003): “Creating an Authentic Dance Class Using Sport Education”. JOPERD:
The Journal of Physical Education, Recreation & Dance, 74(7), 49.
Rigal, R. (2006): Educación motriz y educación psicomotriz en preescolar y primaria. INDE. Barcelona.
Roberts, K. (1999): Leisure in contemporary society. Oxford: CABI Publishing.
Rogoff, B. (1993): Aprendices del pensamiento. Paidós. Barcelona.
Romañà, T. y Trilla, J. (1993): “Dilemas ante el tratamiento de valores en la escuela”. Aula de Innovación
Educativa, 16-17, 5-12.
Romance, T. J., Weiss, M. R. y Bockoven, J. (1986): “A program to promote moral develpment through
elementary school physical education”. Journal of Teaching in Physical Education, 5, 126-136.
Roncagli, V. (1992): Las ciencias visuales al servicio del deporte. Ver y oír, 66, pp. 17- 21.
Rovegno, I. y Dolly, J. P. (2006): “Constructivist perspectives on learning”, en D. Kirk, D. Macdonald y M.
O’Sullivan (Eds.), Handbook of Physical (pp. 242-261). Sage. Londres.
Sacristán, J. y Pérez Gómez, A (1989): La enseñanza: su teoría y su práctica. Editorial Akal Universitaria.
Madrid.
Sallis, J.F., Berry, C.C., Broyles, S.L. et al. (1995): Variability and tracking of physical activity over 2 year in
young children. Medicine and Science in Sports and Exercise, pp. 1042-1049.
Sánchez Bañuelos, F. (1986): Bases para una Didáctica de la Educación Física y el Deporte. Gymnos. Madrid.
Sanders y Hendry (1997): New perspectives on disaffection. London. Castell.
Sharpe, T., Browne, M. y Crider, K. (1995): “The effects of sportsmanship curriculum intervention on
generalized positive social behavior of urban elementary school students”. Journal of Applied Behavior
Analysis, 28, pp. 401-416.
Shields, D. L. L. y Bredemeier, B. J. L. (1995): Character development and physical activity. Human Kinetics.
Champaign, IL.
233
Sibley, B.A. and Etnier, J.L. (2003): The relationship between physical activity and cognition in children: a meta-
analysis. Pediatric Exercise Science, 15, pp. 243-256.
Sicilia Camacho, Á. y Delgado Noguera, M. A. (2002): Educación Física y Eslilos de Enseñanza. Barcelona.
INDE.
Siedentop, D. (1994): Sport education: quality PE through positive sport experiences. Human Kinetics Publishers.
Champaign, Ill.
Siedentop, D. (1998): Aprender a enseñar la Educación Física. Editorial INDE. Barcelona.
Siedentop, D., & Tannehill, D. (1999): Developing teaching skills in physical education. Palo Alto, CA: Mayfield.
Siedentop, D., van der Mars, H., & Hastie, P. A. (2004): Complete Guide to Sport Education. Champaign, IL:
Human Kinetics.
Simons-Morton, B.G., Parcel, G.c., Baranowski, T., Forthoefer, R. and O’Hara, N.M. (1991): Promoting
physical activity and a healthful diet among children: results of a school-based intervention study. American
journal of Public Health, 81, pp. 986-991.
Smith, M. D. (1978): “Social learning of violence in minor hockey”, en F. L. Smoll y R. E. Smith (Eds.),
Psychological perspectives in youth sports (pp. 91-106). Hemisphere Publishing. Washington, DC.
Solomon, G. B. (2004): “A Lifespan View of Moral Development in Physical Activity”, en M. R. Weiss (Ed.),
Developmental Sport and Exercise Psychology. Fitness Innovation Technology. Wirgantown.
Stenhouse, L. (1984): Investigación y desarrollo del currículum. Editorial Morata. Madrid.
Stenhouse, L. (1985): La investigación como base de la enseñanza. Editorial Morata. Madrid.
Stephens, D. E. (2000): “Predictors of likelihood to aggress in youth soccer: An examination of coed and all-girls
teams”. Journal of Sport Behavior, 23, pp. 311-325.
Stephens, D. E. (2004): “Moral atmosphere and aggression in collegiate intramural sport”. International Sports
Journal, 8, pp. 65-75.
Strand, B. N. y Wilson, R. (1993): Assessing sport skills. Human Kinetics. Champaign, IL.
Tan, S., Wright, S., McNeill, M., Fry, J. y Tan, C. (2002): “Implementation of the games concept approach in
Singapore schools: A preliminary report”. Review of Educational Research and Advances for Classroom
Teachers, 21(1), pp. 77-84.
Thorpe, R. D., Bunker, D. J., & Almond, L. (1984): “A change in the focus for the teaching of games”. En M.
Pieron & G. Graham (Eds.), Sport pedagogy (pp. 163-169). London: Human Kinetics.
Tikunof, WY. (1979): “Context variables on a teaching-learning event”. En Benet, D. y McNamara, Focus on
teaching. Nueva Cork, Lomgman.
Tinning, R. (1987): Improving teaching in Physical Education. Victoria: Deakin University Press.
Tinning, R. (1992): Educación Física: la escuela y sus profesores. Universidad de Valencia. Valencia.
Torres, J. (1994): Globalización e interdisciplinariedad: el currículum integrado. Editorial Morata. Madrid.
Tousignant, M. y Siedentop, D. (1983): “A qualitative analysis of task structures in required secondary physical
education classes”. Journal of Teaching in Physical Education. 3, 47-57.
Trost, S. G. (2006): “Public health and physical education”. En D. Kirk, D. MacDonald and O´Sullivan, M. (ed.)
The Handbook of Physical Education (163-188), Sage. London.
Uruñuela, P (2006): Convivencia y conflictividad en las aulas. En La disrupción en las aulas: problemas y
soluciones Actas del congreso. Coord.: María Paz Soler Villalobos, Antonio Moreno González. Ministerio de
Educación y Ciencia.
Velázquez Buendía, R. (2001): “Hojas de registro, aprendizaje cooperativo e iniciación deportiva”. Tándem:
Didáctica de la Educación Física, 4, pp. 45-59.
Velázquez Buendía, R. (2002): “Educación deportiva y desarrollo moral: algunas ideas para la reflexión y la
práctica”. Tándem. Didáctica de la Educación Física, 7, pp. 7-20.
Velázquez Buendía, R. y Hernández Álvarez, J. L. (2004): “Evaluación en educación y evaluación del aprendizaje
en educación física”, en R. Velázquez Buendía y J. L. Hernández Álvarez (Eds.), La evaluación en
educación física. Investigación y práctica en el ámbito escolar (1 ed., pp. 11-47). GRAÓ. Barcelona.
Velázquez Buendía, R. y Hernández Álvarez, J. L. (2005): “La educación física y su imagen social a la luz de las
prácticas de evaluación y calificación del aprendizaje”. Tandem: Didáctica de la Educación Física, 17, pp.
7-20.
Vogler, E.W., & Bishop, P. (1990): Management of disruptive behavior in physical education. Physical Educator,
234
47, pp. 16–26.
Wallian, N. y Chang, C.-W. (2007): “Language, thinking and action: towards a semio-constructivist approach in
physical education”. Physical Education & Sport Pedagogy, 12(3), pp. 273-287.
Wickman, E.K. (1928): Children’s behavior and teachers’ attitudes. Nueva York: The Commonwealth Fundation.
Williams, A.M., Ward, P., Knowles, J.M y Smeeton, N.J. (2002): Anticipation skill in a real-world task:
measurement, training, and transfer in tennis. Journal of Experimental Psycholpgy, 8(4), pp. 259-70.
Williams, AM y Burwitz, K. (1993): Advance cue utilization in soccer. En Reilly, T., Clarys, J. y Stibbe, A. (eds.),
Science and Football (vol II). London: E y FN Spon.
Wittock, M.C. (1990): La investigación de la enseñanza III. Profesores y alumnos. Editorial Paidós Educador.
Barcelona.
Wood, T. M. (1996): “Evaluation and testing: The road less travelled”, en S. J. Silverman y C. D. Ennis (Eds.),
Student learning in physical education: Applying research to enhance instruction (pp. 199-219). Human
Kinetics. Champaign, IL.
Yinger, R.J. (1986): Investigación sobre el conocimiento y pensamiento de los profesores: hacia una concepción
de la actividad profesional. En L.M. Villar Angulo Pensamiento de los profesores y toma de decisiones.
Servicio de publicaciones de la Universidad de Sevilla.
Zabalza, M. A. (1993): Diseño y desarrollo curricular. Editorial Narcea. Madrid.
235
Índice
Portada 2
Créditos 7
Índice 8
Prólogo 15
Introducción 21
1. Bases teóricas para la intervención didáctica en la enseñanza de
23
los contenidos
1.1. Introducción 23
1.2. Caso 24
1.3. El paradigma ecológico 25
1.3.1. Ecología del aula de Educación Física 28
1.3.2. Los sistemas de tareas observables en la clase de Educación Física 30
1.3.3. La negociación de las tareas 31
1.3.4. La clave del sistema: supervisión y responsabilización 32
1.4. El constructivismo como marco para afrontar los procesos de enseñanza-
32
aprendizaje: peculiaridades epistemológicas de la perspectiva constructivista
1.4.1. Las posiciones constructivistas. Del desarrollo formal de la mente a
32
las corrientes culturalistas
1.4.2. La estructura del contexto y la construcción de significados 36
1.5. Especial consideración del error como elemento de aprendizaje 37
1.5.1. Del error en el aprendizaje al aprendizaje por el error 38
1.5.2. El enfoque comprensivo como perspectiva diferente en el error de
38
aprendizaje
Glosario 39
Actividades recomendadas 40
2. La programación docente como toma de decisiones del profesor.
41
Diferentes modelos de programación
2.1. Introducción 41
2.2. Caso 41
2.3. El diseño curricular: generalidades y enfoques 42
2.4. La investigación sobre la planificación en Educación Física 43
2.5. El modelo tecnológico de diseño curricular 46
236
2.6. El enfoque práctico de la planificación del currículo 49
2.6.1. La ausencia de modelo práctico de diseño curricular 50
2.6.2. Aprendizaje por proyectos en Educación Física 53
Glosario 56
Actividades recomendadas 57
3. La enseñanza deportiva escolar 58
3.1. Introducción 58
3.2. Caso 59
3.3. La Enseñanza Comprensiva del Deporte 59
3.3.1. ¿Qué enseñar del deporte? 60
3.3.2. Las tareas en la ECD 62
3.3.3. Estructura de la lección 66
3.3.4. Criterios de progresión: los principios de acción y la estructura del
67
juego
3.3.5. Enfoques horizontales y verticales 69
3.4. Educación Deportiva (ED) 70
3.4.1. Metas de la ED 70
3.4.2. Aspectos básicos de la ED 71
3.4.3. Diferencias con el deporte federativo y extraescolar 71
3.4.4. La competición en la ED 72
3.4.5. Fundamentos curriculares y didácticos de la ED 73
3.4.6. Evolución del modelo 74
Glosario 74
Actividades recomendadas 75
4. Percepción y movimiento 76
4.1. Introducción 76
4.2. Caso 77
4.3. Aproximación al concepto de percepción 78
4.4. Las habilidades perceptivas en el deporte 78
4.4.1. Los programas de entrenamiento de las habilidades perceptivas 80
4.4.2. Especial consideración de la variabilidad de la práctica 81
4.5. La percepción del propio cuerpo: la imagen corporal 82
4.5.1. Componentes de la imagen corporal 82
4.5.2. Alteración y trastornos de la imagen corporal 83
4.5.3. Imagen corporal y trastornos del comportamiento alimentario 84
237
4.5.4. La imagen corporal en la adolescencia 84
4.5.5. Factores que influyen en la imagen corporal negativa 85
4.5.6. Mecanismos de mantenimiento 86
4.6. Imagen corporal y actividad físico-deportiva 87
4.6.1. Tratamiento de la imagen corporal en el programa de Educación
87
Física
Glosario 89
Actividades recomendadas 90
5. Expresión corporal 91
5.1. Introducción 91
5.2. Caso 91
5.3. El conglomerado de teorías de gran carga ideológica que fundamentan la
92
expresión corporal
5.4. Contenidos que conforman la expresión corporal 94
5.4.1. El lenguaje corporal 95
5.4.2. Conducta táctil 98
5.4.3. Paralenguaje 98
5.5. La danza en la escuela 98
5.5.1. La danza en la educación 99
5.5.2. La enseñanza de la danza 100
Glosario 104
Actividades recomendadas 105
6. Educación Física para estilos de vida saludables 106
6.1. Introducción 106
6.2. Caso 108
6.3. Beneficios para la salud en la infancia por la práctica de actividad física 108
6.3.1. Actividad física y perfil de lípidos en sangre 109
6.3.2. Actividad física y diabetes 109
6.3.3. Obesidad y actividad física 109
6.3.4. Actividad física y salud ósea y muscular 110
6.3.5. Influencia de la actividad física en la salud mental 111
6.4. Educación Física y recomendaciones de actividad física para la infancia 111
6.4.1. Nivel de actividad física durante las clases de Educación Física 113
6.5. Actividad física en niños y adolescentes y estado de salud en la edad adulta 114
6.6. Modelos explicativos de actividad física enfocada a la salud 115
238
6.6.1. Modelo 1. Modelo de salud y salud relacionada con la actividad física 115
6.6.2. Modelo 2. El planeamiento de los estilos de vida y la actividad física
116
enfocada a la salud
6.6.3. Modelo 3. Modelo de promoción de actividad física en la juventud 117
6.7. Los contenidos del currículo de la Educación Física enfocada a la salud 119
6.7.1. Actividades cardiovasculares 119
6.7.2. Actividades de fuerza y resistencia muscular 119
6.7.3. Actividades de flexibilidad 120
6.7.4. Actividades de coordinación 120
6.7.5. Composición corporal 120
6.8. La intervención didáctica 120
6.8.1. Motivación 121
6.8.2. Estrategias para la clase de Educación Física 122
6.9. Adherencia 124
6.10. Enfoque ecológico: el diario 124
Glosario 126
Actividades recomendadas 126
7. Desarrollo moral, educación en valores y Educación Física 128
7.1. Introducción 128
7.2. Caso 128
7.3. Perspectivas teóricas y modelos de desarrollo moral 129
7.3.1. Enfoques de Internalización 129
7.3.2. Enfoques de Desarrollo Estructural 130
7.3.3. Modelos de Acción Moral 130
7.3.4. Un modelo ecológico para educar en valores 131
7.3.5. Investigación y desarrollo moral en Educación Física y Deporte 133
7.4. La educación en valores 134
7.4.1. El tratamiento de los valores en el aula 135
7.4.2. Técnicas para la educación en valores en Educación Física 136
7.5. Educación en valores y formación del profesorado 138
Glosario 141
Actividades recomendadas 142
8. Educación Física para la igualdad de oportunidades 143
8.1. Introducción 143
8.2. Caso 143
239
8.3. La perspectiva feminista de la Educación Física 144
8.3.1. La perspectiva liberal 145
8.3.2. La perspectiva estructural 146
8.3.3. Perspectiva postestructural 147
8.3.4. Algunos resultados de la investigación de relevancia didáctica 148
8.4. Identidad sexual y Educación Física 148
8.5. La Educación Física ante la diversidad cultural 149
8.5.1. La multiculturalidad como conflicto 150
8.5.2. Principios de procedimiento para una intervención intercultural en
152
Educación Física
8.5.3. Especial consideración de la formación y desarrollo de los
154
estereotipos racistas en el deporte
8.5.4. Tratamiento didáctico de la diversidad cultural 156
8.6. Educación Física y clase social 157
8.7. Estrategias de enseñanza y pedagogías inclusivas 159
8.7.1. Enseñanza por pares 159
8.7.2. El estilo de aprendizaje autorregulado 159
8.7.3. Enseñanza por descubrimiento 160
8.7.4. Especial consideración del aprendizaje cooperativo 161
8.8. Atención a la superdotación motriz en las clases de Educación Física 163
Glosario 165
Actividades recomendadas 165
9. De la disciplina a la convivencia en la clase de Educación Física 167
9.1. Introducción 167
9.2. Caso 168
9.3. La disciplina. Concepto, evolución y funciones 169
9.4. Conductas indisciplinadas 169
9.4.1. Conductas antisociales 170
9.4.2. Violencia 171
9.4.3. Conductas disruptivas 171
9.4.4. Absentismo escolar 172
9.4.5. Otras conductas problemáticas 173
9.5. Identificación de las conductas que alteran la convivencia y el aprendizaje
173
en los centros y en el aula
9.5.1. Identificación de las conductas en las clases de Educación Física 174
9.6. Algunas corrientes disciplinarias en el contexto educativo y su aplicación en 176
240
las clases de Educación Física 176
241
11.4. Instrumentos y técnicas de evaluación 216
11.5. Aproximación a la utilización de los instrumentos de evaluación: el caso del
221
contenido deportivo
11.5.1. Evaluación del conocimiento declarativo 221
11.5.2. Evaluación del conocimiento procedimental 221
11.5.3. Evaluación del rendimiento de juego (toma de decisiones y
223
ejecución en situación de juego real)
11.5.4. La evaluación de la técnica (ejecución motriz) en situación aislada 224
Glosario 225
Actividades recomendadas 225
Bibliografía 227
242