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PRESENTACIÓN
OBJETIVOS
II Temática
7.1 INTRODUCCIÓN
Dentro del panorama tan complejo que ofrece el estudio de la personalidad hay ciertas
variables que de forma coincidente se toman en consideración a la hora de explicar su
relación con el rendimiento; éstas son: extraversión, introversión, neuroticismo y
control emocional.
Respecto a la variable extraversión se espera un rendimiento más pobre, los
introvertidos condicionan respuestas más fácilmente que los extrovertidos, sobre todo
en tareas de vocabulario, los extravertidos, en aquellas tareas que requieren máxima
concentración, están en desventaja respecto a los introvertidos ya que éstos abordan
las tareas lentamente pero con precisión, y los extravertidos con rapidez e imprecisión.
El desarrollo evolutivo de los introvertidos es más lento que el de los extravertidos,
debido a esto en los primeros años de escolaridad el rendimiento puede ser más alto
en sujetos extrovertidos, pero en años sucesivos puede bajar frente a una mejora
del grupo de introvertidos.
Prescindiendo de consideraciones biológicas o causales que unos y otros autores
aportan parece que todos coinciden en que la extraversión sería favorecedora del
rendimiento a niveles escolares primarios y perturbadora del mismo en niveles
superiores.
En el ámbito escolar no universitario se comprobó que la correlación extraversión-
inteligencia (factor verbal) sufre modificaciones según la edad y sexo de la muestra.
(Eysenck, 1965).
En enseñanza universitaria los sujetos introvertidos y neuróticos son los sujetos
que obtienen mejores resultados (Furneaws, 1962).
El extravertido resulta ser un sujeto con tendencia a la fatiga lo que le limita en
tareas que requieren concentración. El neurótico presenta una actitud más favorable
en la relación vocabulario y condicionamiento semántico (Pinillos, 1969).
Respecto a neuroticismo o ansiedad básica parece que puede ser una variable
perturbadora del rendimiento escolar. También, en este caso existen diversas
suposiciones.
La ley de Yerkes precisaba una relación curvilínea entre drive y rendimiento, de tal
forma que los niveles óptimos de éste se lograrán con niveles intermedios del drive.
De acuerdo con la teoría del rasgo-estado de ansiedad, es esencial distinguir entre
ansiedad como estado transitorio, A-state (sentimiento de tensión y actividad
intensificada del sistema nervioso autónomo) y ansiedad como rasgo estable de
personalidad, A-trait (respuestas al estrés psicológico con elevaciones en el estado de
ansiedad).
Según esta teoría, los niños con alto A-trait percibían las situaciones de evaluación
como más amenazantes que los de bajo A-trait, experimentando así mayores
elevaciones en el A-state y mayores descensos en la ejecución.
La variable neuroticismo ofrece resultados más coherentes que los de
extraversión; investigaciones más recientes subrayan la importancia de los
determinantes más concretos y específicos de la ansiedad respecto al aprendizaje.
Spielberger (1965) señala que más del 25% de los estudiantes con alto índice de
ansiedad abandonan la escuela debido al fracaso escolar, mientras que el 65% de
estudiantes de bajo nivel abandonaban.
Establecer la relación entre ansiedad y aprendizaje es bastante complejo. En
general, se puede afirmar que un alto grado de ansiedad facilita el aprendizaje
mecánico y el aprendizaje significativo pero a un nivel menos complicado, pero en
aquellos tipos de aprendizaje complejo la ansiedad tiene un efecto inhibitorio. En este
sentido. Ausubel (1978), indica que la ansiedad acentuará el aprendizaje de tareas
complejas cuando no amenaza seriamente la autoestima personal, cuando las tareas
no son demasiado novedosas o significativas, cuando la ansiedad es moderada o
cuando el estudiante posee mecanismos efectivos para superar la ansiedad.
Son muchos los estudios que se han realizado para comprobar la influencia de la
ansiedad en el rendimiento académico (Stevenson, 1956; Hill y Sarason, 1966;
Spielberger, 1962). Los resultados arrojan, por lo general, correlaciones negativas,
entre ansiedad y rendimiento, si bien en algunos casos el análisis estadístico no
es muy fiable.
Pocos términos psicológicos son tan difíciles de definir y determinar como el concepto
de personalidad.
La dificultad se encuentra, en primer lugar, por la gran cantidad de connotaciones
populares que le acompañan, en segundo lugar por la estrecha relación que tiene con
otros términos psicológicos, concretamente con carácter y temperamento.
Para algunos psicólogos, el término carácter se refiere al aspecto volitivo de la
personalidad; el temperamento sería el aspecto afectivo o emocional. Ambos han dado
lugar a diversas tipologías (Hipócrates, Sheldon, Kretschmer). Entre las numerosas
definiciones existentes podríamos decir que la personalidad es la integración de todos
los rasgos y características del individuo que determina una forma propia de
comportamiento.
Aun teniendo presente esta dificultad algunos estudiosos del tema la han definido
atendiendo a tres acepciones:
• La personalidad como valor de estímulo social de un individuo.
• La personalidad como concepto de sí mismo que tiene el individuo.
• La personalidad como conjunto organizado y estructurado de rasgos y características
psicológicas del individuo.
1. Personalidad como estímulo social
Debernos empezar por aclarar qué es valor del estímulo social. «Es el efecto que
la conducta y el aspecto del individuo produce en los sujetos que le rodean».
Esta acepción está sumamente relacionada con la función, papel o rol que el
individuo debe desempeñar en su grupo, así corno con la conducta que los restantes
individuos del grupo esperan de quien desempeña dicho rol. Esta relación ha llevado
principalmente a los psicólogos sociales a defender la teoría de que las diferencias de
personalidad se deben exclusivamente a los distintos roles que cada individuo debe
desempeñar en el grupo al que pertenece.
Esta acepción es insuficiente ya que sólo nos mostraría una parte del concepto, no
enseñándonos de forma completa la estructura de la personalidad del individuo, lo que
nos llevará a la idea incompleta de lo que es una persona.
2. Personalidad como concepto de sí mismo
El concepto que el individuo tiene sobre sí mismo es determinante de la
organización de su comportamiento y de su evolución. De alguna manera esta
acepción del concepto de personalidad vendría a ser la personalidad considerada
desde el interior de uno mismo, desde el propio yo.
Esta acepción del concepto de personalidad se complementaría con la acepción
anterior que sería cómo los demás verían nuestro propio yo. El concepto que
tendríamos de nosotros mismos es algo cambiante, está en continua transformación,
por ejemplo, un hijo dependiente de la madre, cuando una temporada se encuentra en
otro ambiente lejos de esta influencia materna llega a convertirse en otro individuo
seguro de sí mismo y consciente de su valor.
Las limitaciones de esta acepción es que no considera los aspectos profundos e
inconscientes que pueden ser decisivos a la hora de estructurar y organizar la
conducta quedándose sólo en el aspecto consciente de la personalidad.
3. Personalidad como conjunto de rasgos en interacción mutua.
Otro concepto es considerar a la personalidad como conjunto de rasgos mesurables
del individuo. Estos rasgos son considerados como características psicológicas o
comportamentales que pueden observarse directamente o que pueden inferirse a
partir de la observación de una determinada serie de conductas, nos estamos
refiriendo a dimensiones como extraversión, agresividad, sociabilidad, inestabilidad
emocional, etc., que son detectados a partir de la aplicación de cuestionarios como el
EPY de Eysenck o el CEP de Pinillos.
Entre otras teorías formuladas para clarificar el concepto de personalidad, Freud
aporta una teoría dinámica de la personalidad en la que se destacan tres
componentes: el ello, el yo y el súper yo. La dominación de un componente sobre otro
dará lugar a diferentes tipos de personalidad.
Si predomina el ello (inconsciente) el sujeto será erótico, afectivo; si predomina el
yo (consciente) la persona será principalmente narcisista, se olvida de todo objeto
externo pudiendo llegar a la paranoia, esquizofrenia; si predomina el súper yo (ideal
interiorizado, conciencia) la persona puede ser obsesiva, destaca su conciencia
escrupulosa que le puede llevar a la depresión.
Para Freud una personalidad bien configurada es aquella en la que existe un
equilibrio entre esos tres componentes.
La terapia aconsejada será el desarrollo de mecanismos de defensa que
fortalezca su personalidad y se libere de todos los desajustes mediante el psicoanálisis
(catarsis).
7.3.2.1 Holt
Holt nos da una guía sobre las variables más significativas en la descripción de los in
dividuos como personas:
Capacidades. Tanto la capacidad intelectual como las aptitudes específicas
forman parte de la personalidad de un individuo y, como consecuencia, también
forman parte de ella las estrategias que organizan nuestras respuestas cognitivas.
Temperamento. Se piensa que las diversas tendencias de respuesta son resultado
de factores genéticos y de experiencias tempranas. Los rasgos temperamentales
aparecen en épocas muy tempranas de la vida y tienden a perdurar.
Rasgos. El aprendizaje y la historia evolutiva dejan huella en las personas. Esta
huella nos da la posibilidad de describir a la gente con adjetivos con los que se pueden
clasificar las tendencias de frecuencias estímulo-respuesta como las define Alston.
Motivos. Algunas veces se considera a la conducta como dirigida de forma
inteligente a la consecución de una meta específica. Los motivos a largo plazo son
«pistas» de la personalidad, el tipo de metas que prefiere un sujeto y los caminos que
elige para conseguirlas son aspectos importantes de la persona.
Valores, intereses, actitudes e ideales. La gente a lo largo de su vida adopta
valores éticos y estéticos. Los conceptos que tenemos sobre nosotros mismos están
estrechamente relacionados con nuestros valores. La autosatisfacción, la autocrítica,
la autoconfianza, son el resultado de la valoración que hacemos de nosotros mismos
en base a normas éticas. A la hora de explicar la personalidad, tenemos que
considerar las diferencias que existen entre los individuos con respecto a su
sistema de valores. El yo no es sinónimo de “personalidad”, pero constituye un
aspecto importante de la totalidad de ella.
Identidad. Las actitudes y conceptos sobre uno mismo deben ser relevantes con
respecto a la organización de la conducta. Algunos psicólogos consideran que la
interpretación de la personalidad a través del estudio de los autoconceptos es
importante para llegar a la comprensión de la persona.
Historia evolutiva. Cada historia personal presenta una explicación evolutiva
concreta y singular que indica que se han superado de forma correcta etapas en el
desarrollo evolutivo y que han llevado al sujeto a un nivel de madurez que tendrá
efectos duraderos.
Estabilidad, ajuste y salud mental. Hay variaciones en la estabilidad psicológica
que parecen ser más una cuestión de grado que una diferencia cualitativa del tipo de
salud. La hipótesis de Eysenck sobre la dimensión neuroticismo-estabilidad emocional
sirve como ejemplo para evaluar este aspecto de la organización de la conducta: cómo
cada sujeto se enfrenta con sus problemas de ajuste. Aunque estas variables han sido
las más aceptadas por todos los autores para explicar las características de una
personalidad madura, no existe una forma única de conceptualización ni un solo
método de investigación. La búsqueda de de conceptualizaciones más adecuadas
permanece como una tarea a realizar.
7.3.2.2 Tolman
Tolman designó las diferencias individuales como las variables H.A.T.E., designando
la H por las diferencias que provienen de la herencia (heredity) o genéticas. A por
edad (age) o factores de madurez. T por entrenamiento (training) o experiencia
anterior y E estados endocrinos (endocrine) de medicamento o vitamina especiales. La
personalidad se da definida, por tanto, cuando existe una interacción entre los factores
constitucionales personales-sociales y culturales.
Los factores constitucionales localizados en el interior del sujeto (sistema nervioso
central, sistema nervioso autónomo, sistema glandular, constitución física, capacidad
mental, etc.) fijan ciertos límites en el desarrollo de la personalidad; lo adquirido de
forma accidental y caprichosa son algunas de las características de las influencias
personales y sociales. Respecto a las influencias personales debernos referimos a
enfermedades de cierta gravedad, terrores infantiles, abandono del niño por los
padres, maltratos, etc. que constituyen experiencias desagradables que dejan secuela
y se manifiestan en desajustes de personalidad al igual que sucede con las
experiencias agradables que enriquecen la personalidad del individuo y facilitan que
alcance el nivel de madurez esperado.
Aunque cada personalidad es única, las personas que viven en un mismo
ambiente manifiestan muchas semejanzas, ya que dichas personas son un producto
de las influencias sociales y culturales añadidas a sus notas diferenciales que le
permiten organizar sus esquemas cognitivos y procesar la información a partir de su
propia interpretación. Las experiencias socioculturales tienen patrones más
definidos, su transmisión tiene lugar a través de otros miembros de la sociedad
(padres, hermanos, amigos, profesores, compañeros, etc.) de grupos o categorías
sociales donde el sujeto actúa y convive.
7.3.4.1 Familia
7.3.4.2 Escuela
Uno de los aspectos cruciales del desarrollo social a lo largo de la vida de un individuo
es el desarrollo afectivo. Los niños tienen gran capacidad para aprender, están
preorientados a buscar y preferir estímulos sociales pero, sobre todo y más que ningún
ser vivo, están necesitados de cariño, de protección: de ahí la importancia que tiene
para ellos la figura de apego, en esa necesidad de los demás la familia y, en primer
lugar, los padres son la pieza clave para evitar todos los posibles trastornos
conductuales y así alcanzar una personalidad bien configurada y un eficaz rendimiento
escolar.
La relación del hombre con su grupo y otros elementos exteriores a él, no es una
relación pasiva, ni tan siquiera solamente receptiva; la relación grupal que el hombre
establece con los demás individuos es una relación activa, basada en la mutua
comunicación de caracteres de unos y de otros. El hombre participa activamente en su
relación con los demás transmitiendo su modo de actuar y pensar, es decir, su propia
individualidad, frente al grupo en que se desenvuelve pero, a su vez, dicho grupo le
influye en la adquisición de una serie de actitudes (responsabilidad, solidaridad, toma
de decisiones, ejercicio del espíritu crítico, etc.) que determinan su formación y sus
relaciones. Esas actitudes nacen del repertorio establecido de reacciones, que se
producen ante ciertos estímulos, de ahí nace la consideración de la importancia que el
ejercicio y actividad del sujeto tienen en la determinación de sus propios intereses, así
como la influencia del medio ambiente; es decir, el sujeto determina esos intereses
según un fondo interno de dirección intelectual que podemos llamar vocación innata, al
que hay que añadir la aceptación o rechazo de los mismos por parte del ambiente o de
las relaciones sociales en que se desenvuelve. Por ello las actitudes del sujeto nacen
de una elaboración cognoscitiva personal hacia los objetos de referencia, tal formación
se debe a la presión de una serie de elementos ambientales, sobre el propio individuo
y frente a los cuales él toma la decisión de aceptar o rechazar. En esa lucha se crea la
dinámica de intereses y actitudes, mediante la cual nos vamos ajustando a nuestro
medio ambiente (Triandis, 1974).
Las actitudes reúnen, por un lado, la realidad de las personas y, por otro, el afán
de superarse y emular a los demás, desarrollando así una forma de comportamiento
que es el resultado de esa influencia social y la adaptación de la comunidad a las
normas socialmente aceptadas, determinando así el nacimiento de unas costumbres
que son peculiares de cada núcleo humano. Otros factores que influyen en la
adquisición de actitudes y que no están referidos a un solo grupo son: las actitudes
familiares, los grupos de esparcimiento, la escuela, la relación con otros grupos con
los que no está vinculado y así va desarrollando estereotipos cuyo origen puede ser la
falta de conocimiento de la otra realidad. No podemos olvidar que el ambiente
percibido por cada individuo no tiene correspondencia absoluta con el ambiente real;
nos muestra cómo los estímulos ambientales se convierten en cogniciones a través de
complejos procesos en los que los modelos mentales preestablecidos. Los fenómenos
de conciencia, las expectativas del sujeto actúan como mediadores y adquieren un
valor diferencial; de este modo, se llega establecer una relación entre el hombre y su
medio. Dicho medio puede ser modificado y adaptado por el hombre de acuerdo a sus
necesidades, incluso puede crear un medio cultural y tecnológico que le sea propio,
mediante el cual podrá liberarse o suavizar las presiones ambientales (factores
atmosféricos, ruidos, aglomeraciones, hacinamientos, hambre, pobreza, etc.). Estas
presiones actúan de diferente forma en unos individuos que en otros, en un caso
desarrollando conductas adaptativas que le permitan dominar ese medio que se le
presenta como enemigo y en otro, por el contrario, desarrolla conductas de
inadaptación y rechazo. La relación entre las diversas conductas se realizará mediante
el proceso de socialización que interaccionará el niño y su entorno. Esta interacción y
el resultado dependen de las características personales y de la actuación de los
agentes sociales. El niño realiza este proceso de socialización mediante la adquisición
de otros procesos, entre los que se encuentran los procesos mentales, afectivos y
conductuales: los tres están íntima mente relacionados, configurando así una
personalidad madura que debe mantener y enriquecer a lo largo de todo el ciclo vital.
El niño es un ser social, desde el momento de su nacimiento se encuentra
desprotegido, necesita de los demás para que le ayuden a resolver sus necesidades
básicas, entre las que se encuentran:
Situados
Continúa planificación,
Culturalmente Estructuras y control y evaluación.
procesos
Identidad Personal,
motivación, expectativas,
Históricamente Metacognitivos
reacciones afectivas,
evaluación, competencia y
control.
lnstitucionalmente Estructuras y Continúo uso de estrategias.
procesos cognitivos
Referencia bibliográfica: