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MISIÓN
“ Ofrecer un servicio educativo de calidad en las escuelas, para garantizar y alcanzar el
logro esperado de los aprendizajes de los alumnos en condiciones equitativas para todos.”
VISIÓN
“ Garantizar la participación del Consejo Técnico Escolar por una Autonomía de Gestión
informada, orientada a la toma de decisiones con liderazgo, respeto, perseverancia y
responsabilidad que mejore los componentes del sistema educativo y con ello, la calidad
de los aprendizajes de nuestros alumnos.”
VALORES COMPARTIDOS
Respeto : Significa valorar a los demás, acatar su autoridad,y considerar su dignidad. El
respeto se acoge a la verdad; no tolera bajo ninguna circunstancia y repugna la calumnia y
el regaño.
Más allá del orden discursivo macro que representan dichos planteamientos, fue en el nivel
local74 donde apareció el tema, en el contexto de los procesos locales derivados de la
descentralización (como es el caso de la estrategia seguida en Aguascalientes) y en relación directa
con la introducción del Proyecto Escolar como herramienta de gestión y transformación de las
escuelas de educación básica, entre 1994 y 1996 (Nuevo León, Guanajuato). La supervisión escolar
y el apoyo técnico a las escuelas se plantearon también en el contexto estratégico y operativo de
los programas compensatorios a cargo de Conafe a partir de 1994. En varias entidades se
desarrollaron proyectos, sean dirigidos ex profeso a la supervisión escolar, sean dirigidos a las
escuelas y que la involucraban de manera indirecta. En el caso de Aguascalientes, la estrategia de
reorganización del sistema educativo local, a partir de la federalización, tomó como centro a la
supervisión escolar (1993).75 En Guanajuato, a propósito del desarrollo de un nuevo modelo de
sistema educativo estatal, se diseñó un modelo de supervisión escolar (1995).76 En años
siguientes, varios estados generaron propuestas de transformación de la supervisión escolar en
relación directa con la introducción del proyecto escolar, como Nuevo León (1996, 1997). A partir
de la formulación del Programa para Abatir el Rezago en Educación Básica (PAREB) en 1994, el
Conafe contempló un componente de fortalecimiento de la supervisión escolar. En 1996, realizó
un seminario nacional sobre el tema, para visualizar alternativas y estrategias de organización,
funciones y procesos. Poco tiempo después, en el mismo año, el programa de investigación e
innovación la gestión de la escuela primaria, de la Subsecretaría de Educación Básica y Normal de
la SEP (SEByN), llevó a cabo una serie de consultas con personal de supervisión. En el nivel federal,
el tema apareció asociado a la problemática generada por la introducción de programas que
intervienen de manera directa en las escuelas, que para su operación requieren de cierto tipo de
colaboración del estamento de supervisores y jefes de sector. La emergencia del tema de la
supervisión escolar y el apoyo a las escuelas sucedió en el contexto de la implantación de políticas
y programas federales dirigidos a la mejora de la calidad. Entre tanto, en algunas entidades
apareció como un asunto de gobernabilidad y equilibrio en la nueva distribución de poderes
producto de la descentralización. En otras, como referencia estratégica para concretar políticas de
mejora de la calidad. En algunos casos, sobre todo en el nivel local, se planteó como problema
medular el asunto de la definición de funciones de la supervisión escolar o, mejor, sus tareas,
formas de trabajo y de organización. Varias iniciativas sucedieron para replantear y negociar las
funciones asignadas a la supervisión escolar. En especial, en entidades en las que se desplegó un
proceso de regionalización de la estructura administrativa central estatal, gracias al cual se
cuestionó la organización territorial de las zonas y sectores escolares (Nuevo León, Puebla,
Zacatecas, Baja California, Guanajuato), entre 1996 y 2000. Sin embargo, en la lógica de la
administración federal y en muchas de las locales, la acción interventora sobre la supervisión
escolar heredada de la fase anterior al ANMEB se circunscribió a tres cuestiones: (a) la inclusión
del estamento en la operación de nuevos programas y proyectos (luego de reconocer los efectos
perversos de la exclusión en algunos de ellos), (b) por lo que la capacitación cobró relevancia, (c)
así como la motivación del personal para cambiar su actitud en relación con los cambios
implicados por la nueva orientación de las políticas. El asunto de la revisión y replanteamiento de
las funciones de la supervisión escolar ha estado asociado al conjunto de nuevas demandas que se
le han hecho al estamento, a partir de su inclusión en la operación de programas y proyectos
relacionados con los docentes (Carrera Magisterial y Programa Nacional para la Actualización
Permanente de Maestros en Servicio —Pronap), las escuelas (Proyecto Escolar, luego el PEC), la
enseñanza (Programa Nacional de Lectura y Escritura —Pronales—, más tarde Enciclomedia), los
alumnos (Programa de Integración Educativa, Programa de Evaluación de Logros) y los programas
compensatorios. Asimismo, dicha revisión se ha relacionado con el desarrollo paulatino de nuevas
formas de regulación del trabajo docente y directivo; la incorporación de nuevas tecnologías a los
procesos administrativos (sistemas de información) y nuevos criterios de planeación y
microplaneación educativa que replantean el papel de los supervisores en esa materia. Lo anterior
se tradujo en un sinnúmero de acciones de capacitación, a través de pequeños cursos o talleres,
para informar a los supervisores sobre los contenidos y, sobre todo, los procedimientos
administrativos y operativos de los programas federales, estatales y los nuevos procesos
administrativos relacionados con sistemas de información y planeación. A partir del Programa
Nacional de Educación 2001-2006 (Pronae), en el que se puso como centro el tema de la
profesionalización del personal de supervisión escolar, en varias entidades se ha hecho énfasis —
en paralelo al tema de las funciones— al tema de la capacitación, en especial para enfrentar las
resistencias al cambio y para alinear a las personas en el nuevo contexto discursivo respecto a la
centralidad de la escuela y la gestión escolar en los procesos de mejora de la calidad de la
educación. Muchos de esos programas de capacitación han privilegiado las dimensiones personal y
afectiva al centrarse en el tema de las actitudes (cursos con frecuencia limitados a tópicos de
desarrollo humano, liderazgo) y sólo en algunos casos se refieren al desarrollo de capacidades y
competencias funcionales, en relación con la planeación, la organización, la gestión y la evaluación
educativas como tareas. Tal capacitación sucedió a través de múltiples formatos. Por una parte, un
Curso Nacional de Actualización sobre Gestión Escolar; cursos estatales de actualización,
relacionados con contenidos de los planes y programas; cursos cortos y talleres. Más aún, en
varias entidades se desarrollaron acciones más estructuradas de capacitación, como diplomados.
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