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LO QUE FUE. LO QUE ES.Y LO QUE SERA.

P o r un Estraiigero
QUE RESIDIÓ SEIS AÑOS EN A Q U E L PAIS.

Ohrn publicada bojo los auspìcios de la Légation


del Paraguay en la Corte del Brasil.

B i o de J a n e i r o
TYP. M i r . f COKST. HE J. VIT-LENELA'E B COM*.

IUTA DO OUVIDOB

i84a

TRADUCIOS EN ASUNCIÓN,

ËSk. IMPRENTA DE LA RBPUBMCA DEL PARAGUAY


L a prensa del Rio Janeiro ha publicado un folleto en francés^
y portugués con el título d e — E l Paraguay lo que fué, lo que
es, y lo que será. El folleto, como verán nuestros lectores, con-
tiene cuatro cartas escritas desde Buenos Aires á un negociante
de Rio Janeiro por un estrangero que dice, ha residido mas de
seis años en el Paraguay.
L a Legación paraguaya que reside en Rio Janeiro, ha tomado
bajo sus auspicios esta publicación, con el objeto de dar al con-
tenido de las cartas un testimonio de la exactitud de los hechos
que refieren.
Deseando corroborar esa exactitud hemos emprendido la tra-
ducción al castellano, y hemos resuelto su publicación. Estas
cartas nos parecen dignas de la atención de nuestros compa-
triotas. Nos abstenemos, como el Editor brasilero, de hacer un
análisis del contenido de esas cartas, y de juzgar de su mérito»
por que creemos que cada Paraguayo dirigirá un sentimiento de
gratitud á un estrangero, sea el que fuese, que ha sabido ser
verdadero sin ser caustico : que sin desnaturalizar laB cosas, sin
alterar los hechos, sin ofender el sentimiento nacional, sin picar
las subsceptibilidades ha sabido pintar el verdadero estado da
cosas, y hacer conocer un pais, tan mal conocido, y peor juzga-
do.por otros estrangeros, que como un tal Don José Graham, pa-
rece que no han venido al Paraguay, sino con la misión de hacer
«1 proceso á las costumbres, hábitos, é instituciones del Pais.
El autor de las cartas no ha ocultado el atraso en que se halla
el P a r a g u a y : ni la imperfección, ó irregularidad de sus institu-
ciones, pero observador independiente.y sagaz, Juez imparcial, y
equitativo.ha sabido discernir las causas accidentales de ese atra-
s o ^ ha mostrado la tendencia.y disposición de mejorarlo. H o m -
bre positivo y práctico se ha sobrepuesto á las teorías vagas, é
inciertas, y ha sabido apreciar la marcha gradual, y circunspecta
de nuestra administración. H a c e notar nuestros defectos socia-
les, políticos, y mercantiles, pero advierte el peligro de desear, y.
1
buscar fuera de tiempo ese mejor, que las mas veceB es enemi-
go de lo bueno, y que no es posible conseguir tan pronto come»
se desea. Muestra al Paraguay saliendo del abatimiento á que
lo habia reducido el monstruoso, é innecesario sistema de inco-
municación absoluta, y en via de recobrar en poco tiempo su
vigor natura!, y de crear una prosperidad que jamas ha existido
para él. A juicio del autor de estas cartas nada necesita el
Paraguay mas que un Gobierno fuerte, hábil, moral, y circuns-
pecto, para sacar el orden del antiguo caos, y de las entrañas
de Ja tierra, las riquezas que tiene sepultadas.
Así aseguraremos la felicidad, y el bien estar de todos : quiera
el Cielo oir los votos del estrangero, autor de esas cartas. Noso-
tros tenemos el presentimiento, de que el Paraguay realizará sus
benéficas ideas. Creemos en la salud de la patria, por que
tenemos fe en el porvenir de las naciones : entretanto, reciba
el estrangero, autor de las cartas, la gratitud de los Paraguayos,
á e quienes el traductor se cree órgano é intérprete—
AVISO D E L E D I T O R .
. o

Desde que el Gobierno que se instaló en el Paraguay después


de la muerte del Dictador Francia publicó, é hizo saber que re„
nunciaba al sistema de aislamiento, é incomunicación que el Dic-
tador habia adoptado, y que estaba dispuesto, y deseoso de es-
tablecer relaciones comerciales con todo el mundo, se buscan y
se recogen con interés todos los datos, y noticias positivas que
puedan hacer conocer aquel pais, y los obstáculos, y facilidades
que ofrece, que puedan embarazar, ó favorecer las especulacio-
nes mercantiles, ó industríale^ que quieran dirigirse sobre el Pa~
raguay, ó establecerse allí.
U n mercado abierto al consumo de los productos de la indus-
tria de todas las naciones, favorecido por una situación especial
que lo constituye centro de una estensa comunicación fluvial
con otros países ricos, y poblados, pero de difícil acceso, es un
suceso importante á lodos respectos para el mundo comercial*
pero especialmente para el Brasil* con cuyas provincias remotas
ofrece el l'araguay una comunicación fácil, y segura.
Estas consideraciones nos decidieron á publicar las cartas que
sobre el Paraguay han sido dirigidas á un negociante respetable
de esta plaza, quien ha tenido la generosidad de franqueárnoslas :
nos ha exigido que reservásemos el nombre del autor, por que
no tiene su consentimiento para publicarlo. N o lo conocemos
pero descansamos en el - testimonio del que nos franquea esas
cartas, el que nos asegura que su ¿tutor es fidedigno, que tiene
la imparcialidad del que nada interesa en los hechos que refiere,
de que ha sido testigo de la mayor parte de ellos, y que es da-
tado de buen criterio para juzgar desapasionadamente.
L a s cartas contienen una reseña histórica de lo que ha pasa-
do en aquel pais, que se ha llamado la China americana. Las
reflexiones fiiosófico-políticas con que su autor acompaña loa
hechos que refiere, los hacen curiosos, é interesantes para la his-
toria de las nuevas Repúblicas de América, y para que se pueda
juzgar de aquel pais tan nuevo en su estado social, político, y
comercial.
H e m o s hecho una traducción libre del original sueco, pero
podemos asegurar su exactitud, y conformidad. Nos abstenemos
de toda analísis.crítica, ó recomendación d e esas cartas, que-
riendo que cada uno juzgue de ellas por sí propio : no podemos»
sin embargo, dejar de notar que de ellas resulta bien claramen-
te que el actual Gobierno del P a r a g u a y ama, promueve, y pro-
teje la civilización, d e que tanto necesita aquel pais para pros-
perar y engrandecerse—-
CARTAS

SOBRE EL PARAGUAY.

SEÑOR RIO DE JANEIRO

Buenos Aires, 8 de Febrero de 1848.

Amigo y S e ñ o r - M e pide V. que le informe menudamente lo


que es el Paraguay, esto es, cuales son los principios, carácter,
tendencia, y constitución del actual Gobierno del Paraguay : su.
administración : sus recursos militares, y financieros; sus pro-
ducciones : sus medios de establecer una prosperidad durable,
y de alimentar un comercio importante.
Quiere V . esas noticias para confrontarlas con las que dice
que ha dado al Gobierno de los Estados Unidos el Señor G r a -
ham Cónsul del mismo pais en Buenos Aires, y que fué enviado
al Paraguay por el Señor Brent Encargado de negocios de los
Estados Unidos en esta Ciudad, con el fin de ofrecer su media-
ción para arreglar las diferencias entre el Paraguay, y Buenos
Aires.
A r d u a es la empresa que me encarga : no sé si podré satis
facer sus deseos, pero me esforzaré por lograrlo. Diré á V, con
la verdad, y sinceridad que me conoce, lo que he visto, y el jui-
cio que he formado de todo.
Bueno es saber la posición del que d a alguna noticia, por que
eso concurre al concepto que se forma de la noticia. L e diré,
pues, que tal vez sea yo el primer estrangero que se ha inter-
nado en el Paraguay después de la muerte del Dictador : he.
permanecido en aquel pais mas de seis años : lo he recorrido en
todas direcciones : he observado muy detenidamente los hábitos^
costumbres, é ideas de sus habitantes. Poseyendo algunos co-
nocimientos médicos he podido hacerles algunos servicios, y esto,
m e ha presentado la ocasión de tratar hombres de todas las cla-
ses, y de hacerles salir hasta cierto puntó de la reserva, y des-
confianza, con que por lo común se conducen con todo estran-
gero.
Ve pues V. que no me han faltado los medios de observar, y
estudiar el pais bajo todos respectos. También he leido todo
lo que los periódicos argentinos han publicado sobre el Paraguay
con motivo de la discusión sobre su independencia, y eso me,
t

obligó á repetir, y reconsiderar mis observaciones para ?er has-


ta que punto eran justas, ó erróneas,
[8]

Yo no estraño la curiosidad que V. muestra de tener noticias


exactas de aquel pais. Desde el siglo pasado el Paraguay ad-
quirió nombre en Europa por los establecimientos jesuíticos, tie
que tanto se habló en bien, y en mai. Después ha excitado la
curiosidad del mundo por la rareza, y originalidad del hombre
que lo gobernó por tan largo tiempo: hoy que todos los Gobier-
nos, y hombres inteligentes procuran estender y favorecer el
comercio, las artes, y la industria, es muy natural que excite in-
terés todo lo que pueda conducir á aquel fin, y .servir de datos
á los cálculos, y empresas.
P a r a juzgar bien, é imparcialmente de un país, es necesario
principiar por conocer ese pais antes del momento en que se
pasa á examinarlo: de este punto tan seguro he partido en mis
observaciones. H e investigado primero con mucho cuidado
y esmero io que se hizo, y pasó en el tiempo, tan misterioso del
Dictador Francia, para comparar aquel tiempo, y aquel Gobier-
no con el presente. P a r a conocer lo que era el Paraguay antes
del Gobierno actual, y saber si ha mejorado, ó empeorado : he
creido que era indispensable tener una tintura, aunque ligera,
de los principales sucesos interiores de un pais, que se desea
conocer bien, para no esponerse á formar juicios equivocados.
E s también indispensable para no errar, meter en cuenta, y
tener presentes las circunstancias especiales de cada pais, de
cada Gobierne, y de los hombres que se quiere caracterizar.
Sino se tiene esto en consideración, si se juzga sobre datos, é
ideas formadas, prescindiendo del estado particular de los paises,
y de los Gobiernos, el juicio será forzosamente ligero,'y errado i
H a r é , pues, preceder á las noticias que V. me pide una re-
lación muy sucinta de lo que pasó en el Paraguay, desde que
se afirmó la influencia decisiva del Dictador Francia, y de su
modo de gobernar. Así conocerá V. lo que era el Paraguay
en aquel tiempo. Le haré notar también las circunstancias es-
peciales, y el estado escepcional del Paraguay, esponiéndole las
razones, y motivos de mis juicios. C o n t a l e s datos podrá V.
juzgar de este pais, de su Gobierno, y del que le da estas noticias.
Ahora ocho años el Paraguay, que fué una de las provincias
del antiguo Vjreinato de Buenos Aires.soio existia para el mundo
político, y comercial en las obra?, y cartas geográficas ; parecia
que un cataclismo habia hecho desaparecer aquel pais de ia su-
perficie del globo. Cuando por casualidad se hablaba del Para-
guay, era corno de cosa que habia existido: tan completa,
vigorosa, y prolongada fue la incomunicación en que el Dictador
L9]

Francia mantuvo aquel pais durante su reinado. Esto fué pre-


cisamente la que excitó mi curiosidad, y me decidió á visitar
aquel pais.
Poco importa, en mi opinión conocer cómo pudo el Dictador
llegar al grado de poder á que llegó, ni los motivos que lo deci-
dieron á tomar el ruinoso, y singular arbitrio de bloquearse tan
rigorosamente ; me reduciré, pues, á apuntar los resultados- de
esa incomunicación, y su género, ó sistema de gobierno, y
administración.
L a incomunicación á que el Dictador sometió el Paraguay,
acabó en pocos años el comercio fuerte, activo, y floreciente
que hacia aquella Provincia en los últimos treinta años del siglo
pasado, y en los diez primeros de este. E n ese tiempo según
los cálculos, y noticias de los comerciantes de entonces, que aun
viven, el comercio del Paraguay mantenía en movimiento, y giro
anual mas de millón y medio de pesos fuertes ; entretenía en el
tráfico mas de ciento y cincuenta embarcaciones de todos tama-
ños; entre ellas treinta y tantas de mas de doscientas toneladas;
y daba ocupación á millares de brazos en la elaboración de
yerbamate, en los cortes de madera, y en la agricultura. E n -
tonces no conocían, ni tenían otros artículos de cambio, ó es-
portacion, sino yerba, tabaco, y maderas : nadie pensaba en
algodón, azúcar, añil, tintas, resinas, y otros artículos que el
.pais puede dar en abundancia.
' Con la cesación de todo comercio se perdieron los capitales,
convirtiéndose en polvo en los almacenes, inmensos depósitos
de productos; nadie podia creer que semejante incomunicación-
seria tan larga, como fué ; cada año se esperaba que* cesase,
y cada año crecían los depósitos para al fin reducirse á polvo el
tabaco, la yerba, y las maderas. Las embarcaciones, amarra -
das en las márgenes del rio en un clima tropical, se abrieron, y
pudrieron, después de haber causado grandes gastos su conser-
vación ; millares de brazos quedaron sin trabajo.
Con la cesación del comercio cesaron las entradas de Adua-
na, únicas rentas que tenia el Gobierno. El Dictador suplió esta
falta con el recurso muy fácil, y sencillo de confiscaciones, de
multas exorbitantes por las mas leves, é inocentes faltas, y pi-
diendo dinero á quien suponía tenerlo, fusilando al que nó entre-
gaba la cantidad pedida en el plazo que él designaba, y confis-
cando después todos sus bienes.
El Dictador armó muchos hombres, pero no tenia ejército ni
organización militar de ningún g é n e r o : sus hombres armados,
[10]

según lo que alcahsé á ver, eran incapaces de hacer una resis-


tencia seria. Rebajando la clase'militar del noble destino, y en-
cargo de conservadora del orden público, y defensora del pais,
cuando es atacado, la hizo opresora y tirana de las demás clases.
£51 hombre que no vestia uniforme, debia descubrise al pasar
un soldado, so pena de ser sableado, si por distracción faltaba
á ese ceremonial
L a administración pública fuera de la capital estaba encar-
gada á Delegados, y Comandantes militares, que juzgaban, po-
nían en prisión, multaban, y azotaban á su buen albedrío. L a
menor y mas humilde representación contra lo que mandaban,
6 hacían estos empleados, se calificaba de oposición, palabra, y
calificación que eran bastantes para atraer sobre el que se ha-
bía atrevido á quejarse, el tratamiento mas brutal.
La administración de justicia estaba trabada : era lenta, y
difícil; no tenia mas grado ni instancia que al Dictador, que la
tenia toda concentrada en sus manos ; y que por un sistema
inesplicable absorvia los procesos,y paralizaba los negocios. Des-
graciado de aquel que soltase la menor espresion de queja por
retardación, ó demora en el despacho.
El Dictador era inaccesible: no habia otro medio de llegar
á su presencia que el de una petición, que debia entregarse á
un empleado sui géneris sin título, ni funciones conocidas, á
quien el Dictador llamaba Actuario, que admitía, ó rehusaba la
petición, según su humor, ó afecciones. Si la tinta con que era
escrita no era bien negra ; si el papel fuese caloso : si hubiese
en ella alguna espresion, aunque muy usada, y corriente, que el
Actuario no entendiese, ó le disonase, era bastante para dese-
c h a r s e la petición, que era necesario rehacer. Vive una perso-
na respetable á quien el Actuario devolvió tres veces un escrito,
diciendo que la tinta era muy blanca, aunque la segunda vez
que se escribió se habia usado de la misma tinta que el Señor
Actuario se dignó indicar se comprase en cierta y determinada
tienda.
Este Actuario se divertía en tener á los pretendientes parados
en la calle enfrente de su casa, al sol, y descubiertos, esperando
su aparición, para saber si habian sido despachadas sus peticio-
nes. Muchas veces para aumentar *u diversión, se esquivaba
por una puerta falsa, y los dejaba esperando, riyéndose y feste-
jando como una gracia el haberlos tenido algunas horas de plan-
tón. Ni el rango, ni la edad, ni la virtud, ninguna de esas cali-
dades que los hombres respetan, y acatan en la sociedad, podían
- [HJ

salvar de los improperios, que el mal humor del Actuario qui-


siera derramar sobre los mas honrados ciudadanos. Cl Dicta-
dor sabia lo que hacia su Actuario, y lo aplaudía. Eso impor-
taba para él una garantía de fidelidad de su Actuario, y contri-
buía para envilecer á los hombres, y mantener el terror, que
eran sus grandes medios de gobernar.
El Dictador, sus empleados, y agentes de todas clases parece
que no se ocupaban, ni tenian placer, sino en inventar, y descu-
brir medios de mortificar á sus compatriotas, bejarlos, y arrui-
narlos. De !a misma suerte que en la China, Cantón era anti-
guamente la única ciudad accesible al comercio estrangero, asi
en el Paraguay Itapúa (hoy Villa de la Encarnación ) era el
único punto á que podian llegar sin pasar adelante los negocian-
tes brasileros, y adonde podian ir á vender sus frutos los natu-
rales del pais. Los chinos, de cualquier punto del Celeste Im-
perio tenian toda libertad de ir á Cantón ; pero un Paraguayo no
podia ir á Itapúa sin una licencia por escrito, que debia pedirse
guardando ciertas formalidades frivolas, y ridiculas. Obtenerla
después de todo eso era un favor especialísimo, que á veces se
hacia esperar por meses, de modo que cuando se concedía, ya
los frutos que el pretendiente debia llevar al mercado, habían
alterado su precio, ó su calidad por el largo tiempo que se ha-
bía hecho esperar el permiso.
,EI pueblo, en todos los países, gusta que los monarcas, los
gefes de las naciones, se dejen ver en las calles, en ios paseos',
y lugares públicos, y ellos se complacen en recibir en esas oca-
siones las demostraciones de respeto, y afecto que les tributa el
pueblo. En el Paraguay, el Dictador no gustaba de otras demos-
traciones que las del terror, y e s p a n t o : no respiraba á gusto,
sino en la soledad. L a aparición del Dictador en la calle, era
como la de una fiera embravecida de que todos huyen. En la
calle por donde asomaban sus batidores, se cerraban precipita-
damente puertas, y ventanas, y los transeúntes corrían á refu-.
ginrse en el primer escondrijo que encontraban, ó tomaban otra
calle ante? que llegasen los batidores : eabian que si estos los
alcanzaban, eran sableados sin misericordia.
La ejecución sanguinolenta de un español europeo, que tuvo
la indiscreción de soltar espresiones de disgusto, ó de reprobación
por la supresión de los conventos, seguida de la confiscación
completa de todos sus bienes, sin la menor compasión por »u
muger, é hijos menores; las prisiones rigorosas de otros que des-
cubrieron neciamente su desafección por medio de caricaturas,
f 13]

fueron los primeros actos de esa larga y cruel opresión, que se"
confirmó después por-ejecuciones mas frecuentes, hechas siem-
pre á la vista^ del Dictador, y por nuevas, y mas rigorosas pri-
siones acompañadas del bárbaro, y abominable tormento de azo-
tes, aplicados no como pena, ó castigo según los casos, y cantidad
que establecían las bárbaras leyes de la edad media, sino como
medio de averiguar lo que el Dictador ignoraba, y queria que le
dijesen.
El terror que inspiraba, y mantenía el espectáculo de tantos
hombres, que, sin motivo justificado, sin indagación previa, y mu-
chas veces después de una larguísima prisión de diez y ocho, ó
veinte años, caian todos los días bajo los golpes del Dictador, y
el de tantos otros que por centenares gemian en los calabozos,
y cuarteles, sobrecogió el ánimo de los Paraguayos, y envileció
sus pensamientos á tal punto que se apoderó de ellos una com-
pleta apatía, é insensibilidad, que no les dejaba pensar sino en
los medios de salvar su libertad, y vida. Muchísimos se confi-
naron voluntariamente en sus casas de campo, evitando cuanto
podian toda comunicación. Un delator en cada hombre que se
acercaba, era lo primero que la imaginación de un paraguayo
le representaba, y lo primero de que se acordaba, era de envol-
verse en una excesiva desconfianza, ó en una completa mudez
para conservar una existencia penosa, é incierta. La mayor
parte de la juventud, sin ocupación, sin distracciones honestas,
sin medios de instruirse, queriendo entretener su ocio, y aturdir-
se, se entregaba con furor á los juegos de- azar, y á los placeres
de Venus, disipando asi su escasa fortuna, y su salud. Por la
primera vez en estos tiempos se dejó ver en el Paraguay un cri-
men de que no habia ejemplo: se suicidaron algunas personas,
acto de desesperación estraño al carácter flemático, y resignado
de aquellos habitantes.
Semejante estado de cosas debia producir, y produjo, como
resultado necesario, la pobreza, la miseria, y la ignorancia mas
profunda : todos procuraban aislarse, cuanto podian : renuncia-
ban con gusto al único placer, al único medio de cultura, que la
sociedad podia ofrecerles, el de una comunicación franca y fre-
cuente con su vecinos y allegados: era preciso privarse de
visitar, y hasta de hablar con parientes y amigos, de lo que se
pensaba, se deseaba, ó se necesitaba. Así se estinguió todo es-
píritu público, todo sentimiento de interés común : un individua-
lismo concentrado ocupó el lugar de ese sentimiento noble, y
generoso, que-se llama patriotismo.
[13]

Había eft Asunción, en tiempo del gobierno español un


colegio. La casa fué ocupada para cuartel ul aproximarse la
la invasión que la junta de Buenos Aires hizo á esa provincia
en 1810; pero el colegio se trasladó á una casa particular.
L a educación que la juventud recibía en esa casa era defectuosa,
y aun mala, pero algo era. El Dictador Francia dejó caer esos
estudios, y desaparecer el colegio,'sin que lo remplazase por
ningún otro establecimiento de educación, ni aun de primeras
letras. Parece que el Dictador consideraba la ignorancia
como la base mas sólida de su autoridad, y como elemento de
. prosperidad pública. Gracias al deseo vehemente, y genera!
de aprender que anima a los Paraguayos; conservaron algunos
particulares escuelas primarias en la capital, y en la campaña,
sin recibir la menor protección de( gobierno, que sin embargo
habia ocupado, y disponía de las antiguas rentas de! colegio.
Ninguna mejora material hizo el Dictador, que pudiera com-
pensar de algún modo los inmensos males de todo orden que
causó su singular administración. Ningún monumento, ninguna
institución ha dejado que recomiende su m e m o r á , sino son
ruinas. Villa real ó de Concepción, en tiempos anteriores po-
pulosa, rica, activa, quedó despoblada, y muerta por las inva-
siones de los indios salvages, y paralización del comercio.
"V illa rica ; mas poblada todavía, aunque de un comercio menos
activo, se atrasó á punto de quedar muy reducido su territorio
poblado.
Quiso el Dictador rectificar la irregularidad de las calles de
la Capital. Los vecinos, cuyas casas caian bajo la línea que
sin conocimientos científicos, sin consideración á otros acciden-
tes del terreno trazaba un pobre albañil, eran obligados á de-
moler sus edificios. Derribada una parte, se advertía que la
línea se habia tirado mal, era necesario demoier mayor parte
que la marcada anteriormente, ó reedificar lo demolido. Así
llenó la ciudad de escombros, y de vacíos mayores que los que
tenia. Todos los templos de la Capital estaban arruinados,
menos uno, y amenazaban desplomarse. El se contentó con
hacerlos apuntalar.
Parece también que era indiferente al cuito público, y que
estimaba en poco, ó nada la importancia, é influencia que tiene
en Ja moral de los pueblos. Después de la muerte del Dictador
fué necesario demoler todos esos templos pnra evitar desgracias.
Las plazas, y loo caminos públicos se cubrieron de grama y
bosques, señal inequívoca de inacción, y desuso.
C 14]

E n 1836 apareció una Epiroocia, ó plaga en el ganado va


c u n o : se cubría de garrapata que lo estenuaba estremada-
mente, y hacia morir alguno. El Dictador, dicen que para
preservar los ganados de las estancias del Estado, tuvo la sin-
gular ocurrencia de mandar matar el de los particulares en
Cualquier número que fuese, una vez que se encontrase una
sola cabeza de ganado con garrapata. Así se destruyeron mi-
llares'de cabezab de ganado. Labradores infelices, cuya úni-
ca fortuna consistía en algunas yuntas de bueyes, y algunas
vacas mansas, se vieron privados de ellas sin conmiseración.
P a r a que la matanza de ganado fuese mas pronta,destacó parti-
das gruesas de soldados bien munioionados.que rompían fuego á
discreción sobre los ganados condenados, cuando su número era
crecido. Si no fuesen tantos los testigos de esta estravagan-
cia, si yo no hubiese visto el decreto original, no me sería posi-
ble darle crédito.
H e dicho á V. lo que era el Paraguay, y como ha sido gober-
nado durante los treinta años de la dictadura de aquel hombre
singular. Ya sabe como conducía el Dictador Francia todos los
ramos de su administración. El amigo de la humanidad siente
un profundo pesar viendo lo que el Dictador Francia hizo en
esos treinta años en que tuvo en sus manos la suerte, y los des-
tinos de este hermoso pais, y contemplando lo que un hombre
de talento con un poder tan ilimitado, y una voluntad tan enér-
gica, como la suya, ha podido hacer por la prosperidad de su
patria.
;
Recuerdo que durante su vida, cuando algunas veces oia ha-
blar del Paraguay en el Brasil, en Montevideo, y aqui, y que se
discurría sobre la suerte que correría aquel país, después de la
muerte del Dictador, se creia generalmente que el Paraguay su-
friría una reacción desordenada y violenta; que seria presa de
frecuentes desórdenes, como lo habían sido, y continuaban sién-
dolo, los demás Estados americanos : que esos desórdenes se-
rian tanto mas duraderos, y sangrientos, cuanto mas dura, y
larga habia sido la opresión, y cuanta mayor era la ignorancia
de la» masas : se suponía que el Dictador dejaría parciales, y
favorecidos que serian perseguidos por aquellos á quienes antes
habian maltratado: que eso pondría en lucha diferentes partidos,
y que al fin se sujetaría otra vez á Buenos Aires, cuya protecqion
y auxilio buscaría alguna de esas parcialidades. Se decia que
!a separación del Paraguay de las otras provincias,y la comple-
ta incomunicación con ellas, eran obra esclusiva de la voluntad.
[15]

•y capricho dei Dictador, y que el pueblo paraguayo repugnaba


una, y otra cusa, aunque las toleraba, y sufría.
M e parece que este modo de opinar, que era general, nacis
d e las ideas emitidas por las publicaciones de dos estrangeros
que habían residido algún tiempo en el Paraguay en los prime*
ros años d é l a dictadura. El Señor Rénger, suizo, que llegó
al Paraguay en 1820, como naturalista, y médico, y el Señor
Robérson, negociante ingles que especuló en el Paraguay en
1812, publicaron á su regreso á Europa, el primero un Ensayo
sobre la revolución del Paraguay, y el segundo un volumen con
el título de Reinado del terror de Francia en el Paraguay, á
mas de dos volúmenes de cartas también sobre el Paraguay.
E n las dos publicaciones se hacen aquellos anuncios que han sido»
creídos, por que todos suponían á sus autores bien informados.
Sin embargo, los sucesos los han desmentido ; tan singular, y
único es el Pueblo paraguayo en América.
Murió el Dictador en Setiembre de 1840, dejando al P a r a -
guay en la crisis mas peligrosa para cualquier pais, la de una
completa acefalia. Ocupado el Dictador esclusivamente de si
mismo, nada habia preparado, nada había hecho disponer para
los casos tan obvios, y naturales de enfermedad, ó muerte. A
pesar de eso, ni el Paraguay tuvo partidos, y reacciones vio-
lentas, ni desórdenes, lo que con razón asombra á todos : ni so
ha vuelto á sujetar á Buenos Aires, lo que es muy conforme con
las/ideas de aquellos habitantes.
En el momento de la muerte del Dictador, su Actuario, que
seguramente quería continuar su régimen, y sucederle bajo el
nombre, y á la sombra de algunos gefes militares, sugirió á cua-
tro comandantes de otros tantos cuerpos armados de ¡os que
guarnecían la capital, que se erigiesen en autoridad, y formasea
un gobierno. Agradó el consejo á los comandantes, llamaron
un alcalde, y haciéndole Presidente, compusieron una junta de
gobierno de que se hizo secretario el mismo Actuario del Dic-
tador. Pero ni la junta, ni el secretario, supieron, ni pudieron
conservarse. La misma junta puso en prisión á su secretario á
los pocos dias de instalada : el secretario sabia, sin duda, lo que
merecía, y se ahorcó en su misma prisión. Poco después los
demás gefes militares intimaron á la junta la necesidad de con-
vocar un congreso, y de recomendar a otro este encargo. Des-
pués de algunas incertidumbres. y hesitaciones, consecuencia
necesaria de la acefalia en que habia caído el paip, esos mismo*
militares nombraron un comandante general de armas sirt auto-
[16]

ridari alguna administrativa, sin darle mas atribuciones que he


de espedir en un término dado, y corto la convocatoria de un
congreso, y de mantener, y velar "en el ínterin el orden público.
Esta carta es ya demasiado larga, y me parece que puedo sus-
penderla aquí sin inconveniente ; continuaré en otra mis noticias.
Entre tanto sírvase admitir la seguridad de la estimación cor»
que soy &a.

Buenos Aires 16 de Febrero de 1848.

AMIGO Y SEÑOR :

Mi carta del 8 del presente concluía con el nombramiento


que en el Paraguay se hizo después de la muerte del Dictador de
un Comandante general de armas encargadode convocar un con-
greso. Antes de continuar mi historia permítame llamar su aten-
ción sobre un hecho muy digno de fijarla.
El que conozca algo la historia de las Repúblicas de la Amé-
rica antes española, no dejará de notar en la del Paraguay una
cosa muy rara y singular que hace mucho honor á los hombres
de espada del Paraguay, y que inspira confianza en la estabi-
lidad futura de la autoridad, y del orden público en aquel país*
Los hombres de armas de los nuevos Estados americanos han
tenido en todos ellos, sin escepcion, la propensión muy funesta
al orden público de hacer, y deshacer gobiernos sin consultar la
opinión y voluntad de sus conciudadanos,ó consultando sólo la de
una facción, ó partido con cuyos gefes se concertaban. E n el
Paraguay, en el primero, y mas estraordinario caso que se les
presenta, sus hombres de armas no usurpan el derecho de crear,
y establecer la autoridad suprerna, son los primeros á invocar
la concurrencia de sus conciudadanos para oir su voto, y opi-
nión, y someterse á la autoridad que su voluntad eligiese.
El Comandante general nombrado, cumpliendo en efecto con
ío que se le. habia encomendado convocó un congreso que se
reunió en Marzo de .1841, esto es, seis meses después de la
muerte de! Dictador.X Este congreso compuesto de 500 dipu-
tados electoa'directamente y por sufragio universal.se apresuró,
y se limitó á llenar el mas peligroso vacío, la necesidad mas
premiosa que tenia el pais, la de una autoridad que tomase en
[17]

sus [nanos la causa y administración pública. Nombró inme-


diatamente un gobierno compuesto de dos Cónsules, al que nv
impuso otra obligación mas que la de conservar y defender la
Independencia é integridad de la República, juramento que
débian prestar antes de tomar posesión del c a r g o ; ni reco-
mendó otra cosa que promover la enseñanza y educación pú-
blica librándose enteramente en todo lo demás á la probidad,
conciencia, y luces de los Cónsules. Para corresponder á tan
ilimitada confianza de sus conciudadanos tenían que criar todo
en un pais en que todo se habia destruido.
Al oir referir esto, y al verlo confirmado por el acta de ese
congreso, se me figuraba ver realizado ese estado ideal, y pri-
mitivo que algunos publicistas han imaginado para esplicar el
origen, y formación de las sociedades actuales ; aquel estado
en que los primeros hombres saliendo de los bosques en que
habían vivido dispersos, y sin relaciones anteriores se veian por
primera vez, y empezaban su vida social, eligiendo sus primeros
caudillos, ó gefes, á cuya prudencia se entregaban para que es-
tableciesen, y reglasen las relaciones, ó derechos, y deberes de
los hombres entre sí.
El cuidado que este congreso tuvo de imponer á los Cónsules
la obligación de conservar y defender la Independencia é inte-
gridad de la República, olvidando tantas otras cosas cuando no
habia motivo, ni antecedente alguno para temer que esa inde-
pendencia sufriera contradicciones, hace ver que esa idea de
independencia es una idea fija, arraigada en los Paraguayos, y
que el congreso quiso manifestar con eso que la opinión, ó sen-
timientos del Pueblo paraguayo estaban conformes en ese pun-
to con loque el Dictador había sostenido. La recomendación ú
los Cónsules de que promoviesen la enseñanza y educación pú-
blica, muestra que todos los esfuerzos del despotismo paia em-
brutecer, y desmoralizar á los hombres, son inútiles: que no
hay incomunicación por mas rigorosa q u í sea, no hay cordón
sanitario, capaces de impedir que los efluvios do la civilización
salven las barreras que se les oponen, y que. las ideas penetren.
H a y en el corazón del hombre un sentimiento innato, un ins-
tinto que le hace desear, y buscar la mejora de su ser.
El Gobierno de dos Cónsules, con derechos, y atribuciones
iguales, pero diferentes en carácter, educación é ideas era muy
defectuoso. Llevaba en su composición misma un germen de
gravísimos males públicos; por fortuna no produjo ninguno,gra-
cias á la deferencia,'y docilidad de! uno á la prudencia, y luces.
Li«3

a menores del otro, y á su corta duración legal, que solo era de


tres artos.
ÍBI primer Cónsul Don Carlos Antonio López, es propietario
rico. C n su juventud ha recibido en el colegio de la Asunción
ta educación que en los primeros años de este siglo se daba en
los colegios de A m é r i c a : concluidos sus estudios, dio lecciones
dé teología en el mismo colegio, y dirigió una cátedra de lo q u e
e n aquellos tiempos se llamaba Filosofía.
S e contrajo al estudio privado de la jurisprudencia, y se d e -
dicó al ejercicio de abogado,desempeñándole, según dicen ge-
neralmente con imparcialidad, zelo, y desinterés, lo que le dio
crédito, le grangeó buenas relaciones, y una clientela escogida.
Cuando el sistema del Dictador hizo peligroso el ejercicio in-
dependiente de abogado, el Sr. López lo abandonó, y se retiró
ó su estancia distante cuarenta leguas de la Capital, y se con-
trajo esclusivamente al cuidado de sus haciendas, y á la lectura
de los pocos libros que pudo o b t e n e r : no venia á la Capital
sino muy raras veces, y no demoraba muchos dias. Esta vida
retirada y especie de reclusión á que se condenó, le sustrajo
providencialmente á las desconfianzas y temores del Dictador,
y a la prisión, y muerte que era la consecuencia común.
El Señor López nunca salió de su pais, no ha tenido la menor
participación en los negocios públicos : no pudo conocer las exce-
lentesobras publicadas sobre los diversos ramos de administración
pública, y economía política, ni tener la menor noticia de los
acontecimientos de Europa, y América en los últimos veinte
años, por que el Dictador perseguía con mas rigor, que la Inqui-
sición, á los hombres de saber, y sus obras, y era imposible que
unos, y otras entrasen en el Paraguay. Sin embargo, sus actos,
sus escritos, hicieron ver que no ie eran desconocidos los buenos
principios de administración pública, y que en su retiro habia
meditado sobre la situación de su pais, sobre sus necesidades,
sus ma'es, las causas, y sobre los remedios que pudieran aplicár-
seles. Tales calidades debian darle preponderancia, y ascen-
diente en los negocios públicos.
E l segundo Cónsul, Don Mariano Roque Alonso, era militar
que tenia largo, tiempo de servicio de cuartel y guarnición. Co-
mandaba un cuerpo, ó batallón de los que guarnecían la capital
cuando fué nombrado por sus compañeros Comandante general
dfl arma8, mientras se reunía el congreso, y durante la acefalia
en que se hallaba el pais después de la muerte del Dictador. E n
ese corto tiempo mantuvo el orden público, y protegió la tran-
¿jnilidad de los ciudadanos con zelo, y moderación. H o m b r e de
buen sentido, honradez, y docilidad, reconoció la superioridad
;de su colega, lo que era un gran mérito, y se mostró siempr*
deferente c m él, en lo que prestó un gran servicio á su patria.
El establecimiento del Gobierno consular e n 1841, fué una
verdadera y completa revolución social, política, y eomereialeri
el P a r a g u a y , rio fué i.n simple i-ambin'de personas, lo fué tam-
bién ile régimen, y de principios : revolución pacífica, casi insen-
sible, y pausada ; pero por lo mismo mas sejrura, y útil, sí al-
gunos sucesos iniprevisP s n<> la contrariasen. Fué la revolución,
que se hace en la salud de un enfermo estenuado, y casi exáni-
me por una larga enfermedad, y qus por medio de una crisis fa-
vorable convalece con lentitud. Cl médico prudente, y hábil,
se limita á preservar su enfermo de los desórdenes que puedan
hacerle recaer, y espera su completo restablecimiento de la mar-
fil i gradual de ¡a naturaleza ; un charlatán se empeña necia-<
mente en precipitar esa marcha con específicos, y no consigue,,
su»» instar al enfermo. Jil Gobierno consular fué la crisis fa-
vonüile del Paraguay, fué el principio de una nueva era, y vida^
y de una unid, nza eoinplt ta de su orden social, y administrativo.
L o s a c t o s de e.-e gobierno debían mostrar si era el médico há«
bil, ó el presuntuoso charlatán.
Kxa revolución del i'arxguay pasará seguramente inapercibi-
da del gran mundo por la distancia del teatro en que tuvo Ing.ir;
tampoco fijaran en ella su atención los estrangeros que lleguen
al l'an gnay como especuladores, á pesar de que su perfecto
conociui.ento seria muy útil, y conducente al acierto'de las e m -
presas, y especulaciones de un verdadero negociante ; los para-
guayos mismos, al menos los de la generación presente, ó po)r
lio tomarse el trab.ijo de pensar en ella, ó por que no están en
estado de h tcer comparaciones, y de conocer el alcance, é ím-
poitancia de ese cam!>io, no lo apreciarán debidamente : pero
á m juicio es una revolución, no solo fecunda en observaciones
importantes para el moralista filósofo, sino también en conse-
cuencias, que los venideros de aquel país bendecirán como la
crisis m i s feliz para su patria, y como el principio de su regene-
ración política Tal es mi juicio.
Los primeros cuidados del nuevo Gobierno fueron enteramen-
te consagrados á reformas útiles, á instituciones nuevas, y nece-
sarias, y á los trabajos de la administración interior.
Y a le dije que el nuevo Gobierno debia criar todo, por que
lodo se habia destruido. El Dictador no dejó ni personal, ni
•ÍÍ1I
[-20]

material alguno de que pudiera valerse, y auxiliarse el nuevo,


Gobierno. El Dictador todo habia confundido, y desordenado,
por esa centralización monstruosa a que habia reducido todas las
partes, y ramos de la administración. Policía alta, y baja, jus-
ticia, hacienda, guerra, negocios eclesiásticos, todo lo habia ab-
sorvido, todo dependía de su inmediato despacho. A>\ es que
no habia un solo hombre que pudiera hirbese hecho siquiera
práctico, ó rutinero, en la espedicion ele los negocios. Como no
habia principios generales, y fijos que sirviesen de regla para e s -
pedirse en los casos particulares que ocurriesen, por que depen-
dia-del capricho, y voluntad del Dictador, que á nadie empleaba,
sino como simple amanuense, nadie habia adquirido la menor
instrucción ó práctica, que lo pusiese en aptitud, ó estado de pre-
parar, y facilitar los trabajos del despacho, y espediente de los
negocios.
A pesar de esas dificultades, el nuevo Gobierno entró en sus
funciones, y emprendió su tarea con valor, pero sin bulla, ni
aparato. N o se anunció por grandes promesas : hubiera sido
imprudente hacer concebir esperanzas que solo con el tiempo,
y con dificultad podian realizarse. No proclamó teorías, y doc-
trinas de un liberalismo exagerado que sobre no ser bien com-
prendidas, tendría, tal vez, que abandonar después en la prac-
tica. No dejó traslucir la menor señal de censura, ó reprobación
de la conducta del Dictador ; era inútil, y también de mal ejem-
plo maltratar su memoria, y excitar íecucrdosde males que eran
irremediables. Parece que el Gobierno consular quería ser
juzgado; y apreciado por sus actos, y no por sus proclamas, ó
discursos.
Desde la muerte del Dictador hasta la creación del consula-
do, las persecuciones del Gobierno solo habian hecho un alto :
habían cesado las ejecuciones sanguinolentas, los fusilamientos,
pero los presos políticos en número de mas de seiscientos con-
tinuaban con tres ó cuatro escepciones, sufriendo en los ca'abo-
zos, y cuarteles En el mismo día de la muerte del Dictador,
y en los inmediatos se hicieron nuevas prisiones, y se agravaron
las de los que estaban presos por orden del Actuario, orden á
que se obedecía, sin que á nadie ocurriese el menor reparo sobre
ia falta de autoridad de quien ordenaba tales prisiones.
Los Cónsules mandaron soltar, y volver á sus casas, y fami-
lias todos los presos políticos. E r a este un acto significativo ;
mostraba á todos que habia cesado el régimen duro, y cruel de
[21]

la dictadura, y que en los consejos del Gobierno prevalecía*!'


principios de moderación, y sana política.
Era natural, y hasta forzoso que los agentes y empleados del
Dictador hubiesen inspirado resentimientos profundos, y aurt
odios, por el modo desapiadado, con que habian ejecutado las
órdenes que recibían, y por las at bitrariedades, con que habian
desempeñado sus comisiones. Estos sentimientos entonces con-
centrados y encubiertos, debían reventar, y manifestarse desdé
que se rompiera el resorte que los comprimía. Empezaron á
deducirse quejas, y reclamaciones contra algunos empleados por
abuso de autoridad, sobre todo en las matanzas de ganado que
se deeia plagado de garrapata. De las quejas, y reclamaciones
legales á los actos de venganza, él paso es muy fácil. Si el nue-
vo Gobierno, por debilidad, por imprevisión, ó por un mal en-
tendido deseo de popularidad, hubiese dado curso á esas quejas:
si hubiese permitido, ó tolerado la esplosion de esos resentimien-
tos aun en palabras, la paz pública corria riesgo de ser alteíada,
sin resultado alguno útil. Los males que el Dictador habia he-
cho, ó permitido solo podía repararlos el tiempo ; debían ser
considerados corno el efecto de esas alteraciones terribles que
ñ veces sufre la naturaleza, y que destruyendo el trabajo del
hombre, y al hombre mismo, le obligan á un nuevo trabajo. Es
el efecto de los terremotos, inundaciones, uracanes, & a . Con-
teniendo el Gobierno consular la esplosion de esos resentimien-
tos establecía una especie de amnistía,, único medio eficaz dé
calmar, y eslingiiir las disensiones que crian, y fomentan las
revoluciones, y la tiranía.

Las confiscaciones que ordenó el Dictador, las multas enor-


mes que impuso, que equivalían á una confiscación, habian re-
ducido á la miseria muchísimas familias. El Gobierno consular
no esperó RUS reclamaciones ¡ g u i a d o por un espíritu de justicia,
se adelantó á reparar esos males como era posible. L a s con-
fiscaciones se Inhian hecho sin cuenta, ni regularidad : era im-
posible fijar el número, y valor de las propiedades confiscadas,
y era también imposible hacer justicia cabal, y completa, ni res-
titución, ó indemnización exacta. El Gobierno consular devol-
vió las propiedades que existían, y concedió algunas indemni-
zaciones por lo que se habia consumido : las propiedades rurales
que se habian destinado al servicio público, y que era necesario
que continuasen en este destino, fueron compradas á sus anti-
guos, y legítimos dueños. Este acto de justicia reconocida,
[22}

completaba,, por si solo una revolución en el orden social, y ad*


siinistrativo del Paraguay.
P a r a ir volviendo ese orden social á su quicio, y descargar al
Gobierno de atenciones minuciosas, impropias de su dignidad, y
elevación, se crió un departamento de policía, á quien se incum-
bió especialmente, de lo correspondiente a ese ramo, y al que
se dio un reglamento bien detallado para dirigirse en sus traba-
jos, en lugar de los usos arbitrarios, y vagos, que hasta entonces
regían.
S e estableció un orden judíciario ; se nombraron jueces de
diferentes grados, y jerarquías : un reglamento les marcó sus
atribuciones, y jurisdicción, y fijó los grados, é instancias del
juicio, mandando observar las leyes españolas en loque no fue»
sen contrarias al reglamento.
L n administración de justicia en el Paraguay es tan simple
como debe ser la de un pueblo donde las relaciones civiles SOR
pocas, y poco complicadas. No se necesitaban por consiguien-
te tribunales numerosos y elevados : la legislación seguirá en
sus progresos.la m a n h a de la actividad nacional: nuevas pro-
piedades, y relaciones nuevas traerán tribunales mejor organi-
zados ; lo hecho bastaba para criar el orden legal, y acab»rcon
el rei ado de la fuerza, y de la arbitrariedad, sostiiuyéndoleel
de la justicia. En las causas criminales se introdujo una inno-
vación, que, aunque imperfecta, se mejorará c o n el tiempo, cuan-
do la instrucción pública estuviere mas adelantada, y que indu-
dablemente servirá de base, y punto de arranque para la inslir
tucion tan benéfica de jurados. Su mandó que en las sentencias
de causas criminales el juez se asociase de d>s individuos saca-
dos á la suerte de una list-i f irm.idacon anticipación.
Y a hemos dicho que el Dictador tenia muchos hombres ar-
mados, sin tener ejército, ni organización militar de clase alguna,
y también que la fuerza pública que él mantenía, la había des-
naturalizado, tolerándole que se hiciera opresora de las demás
clases : los oficiales y soldados de estos cuerpos armados esta-
ban viciados, y acostumbrados a usar de las armas á su ¡int' j >;
era muy difíi i!, y tai vez imposible morigerarlos sujetándolos a
una disciplina regular.
Por otra parte, en el ramo militar como en todos los d e m a i
del servicio público, no había mas reglas, ni ley que la voluntad
caprichosa del Dictador ; no hibía pues una disposición que
fijase el tiempo del servicio militar, comu debería haber para
[231
que ese tributo personal que todo hombre debe, á mi patrj|
fuese hecho con igualdad. •
Los soldados tenían todos muchos años de servicio, y era jus»
to licenciarlos. Los destacamentos y guarniciones de los pun-
tos mas dis-tantes, solitarios, é incómodos de la frontera se en-
viaban, y se hacian sin turno ni regularidad establecida: dura-
ban ocho, diez y hasta quince años sin relevarse, y sin pecibiJT
mas pié, ni socorro que una escasa ración de carne. E-te ramo
del servicio público ex^gia con justicia y urgencia medidas re-
paradoras de tamaños desóidenes.
El Gobierno consular licenció gradualmente oficiales y sol-
dados, que remplazó con un reclutamiento de tres mil hombres;
fijó una pensión a los oficiales de muchos años de soivic.io, y
redujo a tres el plazo máximo de los destacamentos distantes.
Con estas medidas cesaron los hombres de temer como enemj?
gos a los que debían protegerlos.
No era posible lieciar en toda su extensión los deseos, y la,
recomendación del congreso, fie criar, fomentar, y estender la
enseñanza, é instrucción pública. No h.ibia profesores: cea
necesario ti aerlos de afuera, escogiendo los de capacidad, y
honradez : no habia local apropiado, fíru pues imposible ha-
cer inmediatamente mas de lo que. se hizo. Se establecieron
escuelas primarias la capital, y en la campaña, proveídas de
útiles, y artículos de enseñanza. I'ero no se lia fijado método,:
ó si-tema ile enseñanza: esta paite tan importante, sobretodo
en la educación prim nía. se dejó mientras no mejoren las cir-
cuntuicias, a discreción de los maestres, que m conocen el va-
lor, y alcance de *u ministerio, ni sirven mas que para lo mate-
rial de leer, escribir y contar. La parte moral, y reiig'u sa de la
educación primaria no fueron bien atendidas: la religiosa se
reduce a hacer aprender de memoria el catecismo. I'ero, por
no podeige conseguir lo mejor, no ha de dejarse de hacer lq
bueno.
Se han establecido dos cátedras, una de latinidad, y otra de
filosofía que se encomendó á un sacerdote anciano que no co-
nocía otra filosofía que la escolástica : y mientras se levantaba
un edificio de construcción conveniente, y analaga á su objeto
se dtistinó una de-las casas de propiedad pública ó servir de co
legio con el nombre un poco fastuoso di Academia literaria.
Dos individuos de la sociedad dedicada exclusivamente a l a en-
señanza púb.ica llegaron después al Paraguay, ya se ve que.
hublo de Jesuítas. A pesar de ser mis principios, diferentes d^:
[24]-.

ios que ellos profesan, y á pesar de todo lo que de ellos se h¿


dicho, los considero como los preceptores mas útiles, y menos
costosos que puede tener la juventud de un pais : á la previsión,
y vigilancia de los gobiernos toca impedir (pie eso degenere en
abusos. Uno ríe ellos se encargó de dirigir una escuela de ma-
temáticas, mejora importante para la nueva casa,ó plantel de
colegio: desgraciadamente los Jesuítas duraron p o c o : volvie-
ron a salir en 1840, y cesó la enseñanza de matemáticas.
Los fondos (jue estaban especialmente afectos á la enseñanza,
y casas de educación, el Pifiador los había distraído de su obje-
to ; no existían cuando el Gobierno com-ular quiso emplearlos á
esos fines.
Muy poco era lo que se hacía para lo que el Paraguay necesi-
taba en punto á enseñanza, y educación ; pero era hastante
para mostrar los principios, y tendencia del nneVo Gobierno.
Haciendo cuanto p >dia en circunstancias tan embarazosas, hacia
ver que deseaba d e r r a m a r e n la República la semilla de instruc-
ción, y los gérmenes de cultura : que conocía que para (¡ue su
patria llegase á goza'- de una libertad amplia, pero sólida : para
adelantar en la industria, y los trabajos, para mantener las ins-
tituciones, y para mejorar la moralidad de los individuos, era
preciso generalizar en la nación un cierto grado de instrucción,
y cu.'tuia. nuevo Gobierno e-t.iblccíó una imprenta, é intro-
dujo en la República e^ta palanca do la civilización. m¡is pode-
rosa en lo moral, y político, que el vapor en la mecánica.
La religión, y el cuito público que tanta influencia ejercen en
lá moral del pueblo, ¿ufrian mucho, por la falta de sacerdotes.
Cuando murió el Dictador no hobia cincuenta sacerdotes, todos
ya de edad, y muchos ancianos. Huhia templos en la campaña,
cerrados muchos año?, y pueblos grandes sin pistóles. Ki G o -
bierno consular se apresuró a reparar esta falta ; abrió comu-
nicaciones con la Silla apostólica, y piesentó dos .sacerdotes,
uno, para Obispo de la Diócesis, y otro para coadjutor: entre-
tanto para socorrer á los pueblos de campaña excitó al goberna-
dor del obispado á (¡ue estendiese á los pueblos, y villas donde
hubiese curas, la jurisdicción ríe los curas mas inmediatos.
Suprimió las capellanías que no tenían documentos de fun-
dación, destinando los capitales muertos a! mantenimiento de las
escuelas, é instruccioties.de enseñanza - las que teniendo docu-
T

mentos estaban recargadas de deudas crecidas, y sus tenedo-


res en insolvencia, é imposibilidad de llenar las intenciones de
los fundadores, se mandó dividir entre los herederos de estos,
[ 2 5 ] ;

absolviendo á los deudores de una carga que no podran satisfa-i)


cer. Las rentas de algunas que estaban en buen pie, se entrer?
gabán por semestres para con ellas mantener misas de horas e n ,
la iglesia Catedral.
¡Se mandó derribar la Catedral vieja, que si fué construida al;
erigirse el obispado del P a r a g u a y e s 1547, contaba 295 años
cuando se demolió en 1842. Se ordenó ¡a construcción de otra-;
que se empezó inmediatamente sobre una planta de trescientos
pies de largo, y nove.ita de ancho, de una arquitectura sencilla,
pero airosa, y que se concluyó en menos de cuatro años.
La comunicación y troto de unos pueblos con otros, y de los
hombres de un mismo pueblo entre sí. son elementos indispenr
sables para la civilización, prosperidad, y riqueza de todos los
pueblos. La comunicación est.erior, é interior es para las rique-.
zas, lo que la luz, y el calor para las (llantas, la condición, y causa
de su vida : pónganse las plantas a la sombra, y aisladas, y se
verán ahilarse, marchitarse, y morir:, cortad la comunicación, y
el trafico, y el hombre muere, y las riquezas desaparecen : por
• el contrario donde la comunicación es libre, fácil, y activa, el
bienestar, las riquezas, la instrucción se adquieren como por'en>
canto, y el pueblo se multiplica, y mejora de un modo prodigioso.
Estos hechos hoy son palpables.
Ll Gobierno consular ha mostrado que no le eran descono-
cidos estos hechos : abrió el mundo á hombres que habían esta-
do separados de él por treinta años : el trato y la comunicación
interior que hasta entonces estaban reducidos á los actos mas
indispensables de la vida, quedaron libres de las trabas, y peli-
gros que los entorpecían. E! visitar con frecuencia ¡i los cono-
cidos., el viajar de un distrito á otro no eran ya motivos de des-
confiuiza, ó persecución ; se franqueó el acceso á Itapúaá torios
los que quisieron ir á ese mercado, y la navegación á todos los
que quisieron esportar algunos frutos del país, la idea y la espe-
ranza sola de que iba á restablecerse el tráfico y el comercio,
reanimaron los espíritus, y alentaron los Inmbres, aniquilados
antes por la opresión.
El renacimiento de esperanza.", y de trabajo, fué debido en
gran parte á los estímulos que daba el Gobierno consular. H a -
• bia hombres tan pobres que tocaban en la miseria, el Gobierno
mandó socorrerlos distribuyéndoles mas de tres mil cabezas de
ganado, y efectos, instrumentos, y útiles de labor, en cantidad
. de mas de. veinte y dos mil pesos. Labradores infelices, fami-
lias arruinadas en el régimen anterior se encontraron rehabilita-
£201

áoa, y c o n medios de emprender nuevos trabajos. Esta opoí»


tuna liberalidad del Gobierno acabó de calmar las quejas contra
los agentes del Dictador qué *e habían ii'nh» odiar por el cum-
plimiento demasiado rigoroso do su extravagante medida de ma-
t a r los ganados plagados de la garrapata.
Muy luego comenzaron a aparecer, y ponerse en movimiento,
y giro pequeños capitales que nadie su>pe< h>ba que oxi.-iiesen,
que dieron actividad, é impulso a nuevos trabajos, y ocupación
á los que antes no la teman. La aparición de estos nuevos ca-
pitales, y el movimiento <iue daban, t'ran señales ciertas de con-
fianza en el ó r d ' u púb ico, y en el Gobierno. Endilgar de la
apatía, é inacción antes generales, se veia p «r todas p a n e s es-
píritu de empresa, y ¡mimacion. La Capital se despejó dé" los
escombros, y ruinas que afeaban tu aspo* t o : se cubrieron con
muros firmes los vacíos que dejó la demolición do los edificios
antiguo-', y principiaron a levantarse otros nuevos, pequen >s,
pero que daban a la ciudad un aspecto difidente.
Con una actividad, y empeño, que serian notables e n gobier-
nos |Ue tienen ¡i mano, y disponen de otros recursos, y auxilio*,
el Gobierno consular emprendió la abertura de nuevos caminos,
cortando bosques de estiaordmaria estensioii, y <spesura para
fa< ilitar el trafico, y la comunicación del estertor ( * ) . E i ca-
mino que se atirió en el m<'iile llamado daó tiene doce Ifg-ias
de largo y cincuenta pies de am h >. Ll qi.e ¡iiravicsa el moi.te
llamado Palomares es d e tiece liguas <"ii el miMiio an> lio que
el anterior. Ll monte de Caaguasú fué cuitado en la < >icnsi>>n
de seis leguas por un camino de treinta y .-ei* pies de ancho.
A mi salida del Paraguay, quedaba abriendo una senda que de-
bía convertirse en camino carril desde Villa rica hasta la rosta
del Paraná en la altura poco mas, ó menos de la embocadura
del rio Cuiitiva, ó ¡¿.uas-ú, que atraviesa la provincia bra.-ilera
de San Pablo. Se construyeron puentes sobie varios ríos, y
sobre otras desigualdades peligrosas del transi'.o, y » n los que
eran demasir.do anchos se han puesto embarcaciones costeadas
por el Gobierno para hacer fácil y seguro el pasag.*.
E n el distrito de la Vi la del Uosario en que hay muchos es-
:

tablecimientos de pastoreo ( e s t a n c i a s ) los piopietarios sufrían


con frecuencia escasez de agua en las grandes secas, y por con-
siguiente la dispersión, mezcla, y pérdidas de g a n a d o : el G o -
bierno mandó abrir un canal de cinco ó seis leguas, que reu-

(, * ) Pusda tai yerto do ¡mprcutas^Bieiior en lugar da interior.


[27]

riiendo las aguas de diferentes arroyos, conservase aguas per-


manentes en las mayores secas. Igual trabajo, y con el mismo
objeto se hizo en el departamento de San Estanislao.
L a seguridad que se dio á la frontera del norte por el alto Pa-
raguay contra las incursiones de los indios infieles, debia contri-
buir poderosamente á que la villa de Concepción se restableciese,
y a que se poblasen los pingües,y feraces terrenos de la Repúbli-
ca en aquel departamento. Con estas miras fundó el Gobierno
la villa del Salvador sobre el rio Paraguay muy arriba de Con-
cepción, y cubrió todos los pasos del rio Apa con una linea do
fortines. Con estas medidas la villa de Concepción revivió vi-
siblemente, y como habia seguridad,se formaron inmediatament»
nuevos establecimientos, se emprendieron nuevos trabajos, nue-
vos ramos de industria, se esplotaron canteras de piedra calcá-
rea, y el Paraguay adquirió ese artículo que antes importaba.
Prosiguiendo el Gobierno con perseverancia sus ideas, y su
sistema de mejoras, y adelantamiento, resolvió la fundación de
otras villas, al mismo tiempo que removía los inconvenientes
que obstaban al incremento de algunas fundadas anteriormente
como Vilia-franca que rodeada de una planicie, se veia en
situación muy penosa en tiempos lluviosos: se abrieron desagües
para las aguas estancadas, y el terreno ha mejorado.
La fundación de villas, y aldeas donde los hombres viven
reunidos, y en frecuente contacto unos con otros, en vez de dise-
minarse, y aislarse en los campos se ha considerado siempre
como el principio, y auxiliar mas poderoso de civilización, y or-
den público. Cada villa es un foco de resistencia á los desórde-
nes, un punto dé apoyo para la autoridad, un medio de mora-
lización : allí loa hombres están mas á la vista unos de otros, y
de los jueces, y esto es un freno para los viciosos : en las aldeas,
y villas la acción de la justicia es mas pronta, eficaz, y enér-
gica, la educación primaria mas fácil, asi como toda ciase de
auxilios y socorros. Esta, sin duda, fué la mira del Gobierno
consular al decretar y disponer la fundación de nuevas villas.
T e m o hacerme demasiado difuso.y fastidioso refiriendo con mi-
nuciosidad todas las medidas y providencias que dictó el Gobierno
consulnr.todos los trabajos que emprendió para mejorar la condi-
ción material, social,y política de los paraguayos, y paso en silen-
cio todo lo que pudiera parecer minucioso. Sin embargo, no
puedo dejar de mencionar una disposición que honra mucho la
liberalidad, y justicia riel Gobierno consular. Puede decirse,
fin !mprop¡odad,que en el Paraguay no hay esclavos: no me otre •
[28 i

veré a designar su número, pero creo que puede aseguraisé


que no hay mil esclavos en toda la República. El Gobierno
consular para acabar naturalmente aun con ese corto número,
declaró libres los nacidos de esclavas, y prohibió la introducción
de esclavos por tráfico.
Los que no han visto, ni conocen el Paraguay, y que al abrir
los ojos se han hallado en medio de pueblos, y ciudades adelan-
tadas, llenas de establecimientos instituciones, y monumentos
do todo género* y que por otra parte no fijan su atención en el
estado especial de aquel pais, y le juzgan comparándole con lo
que hay, y han visto en otras partes, pensarán que son cosas pe-
queñas, y subalternas todas las que le he mencionado. E n
efecto no son grandes cosas, si, como he dicho, se juzga de ellas
con referencia á otros paises que hoy presentan maravillas des-
pués de veinte siglos de vida, y de haber acumulado inmensos ca-
pitales, que han sido favorecidos por accidentes felices, y no han
r

sufrido las calamidades que el Paraguay. P e r o el que quiera


considerar aquel pais como es, recien salido de las manos de la
naturaleza, sin grandes hombres políticos, ni de administración,
sin grandes recursos, sin hombres científicos, sin ejemplos, sin
mas ideas que las que les inspira su genio, sin mas medios que
su valor, industria, y perseverancia, pensará que lo que en el
P a r a g u a y hizo el Gobierno consular ni es pequeño, ni le falta
importancia. Sobre todo, no podrá dejar de reconocer que lo
que he referido era muy conducente al objeto que V. se ha
propuesto al pedirme noticias del Paraguay. Queria V. cono-
cer los principios, tendencia, y carácter de aquel Gobierno,
y nada hace conocer mejor todo eso que sus actos. Estos, y
no frases, programas, ó discursos, son los que en mi concepto
muestran si un gobierno es liberal, justo, y de progreso : y á ese
respecto no es posible exigir mas del Gobierno paraguayo.
Voy á decirle lo que hay sobre constitución política de aquel
pais, pero "permítame que antes me detenga un poco sobre un
punto que no es enteramente ageno de nuestro asunto. Quiero
que V. fije un poco su atención sobre el origen, y causa de los
juicios contradictorios, y de las noticias encontradas que
suelen formarse, y darse de los paises nuevos acerca de su es-
tado social, político y administrativo.
Mientras he permanecido en el Paraguay he tratado varios
estrangeros, inclusos los Señores G ó r d o n y G r a h a m . y he notado
qqe aun los que parecían tener mas capacidad para observar
bien, y juzgar con imparcialidad, estaban prevenidos por opi-
129]

oiones é ideas preconcebidas: que tenian un credo político


formulado, y un modelo, ó prototipo escogido, y que juzgaban
de las cosas y de los hombres, según sus ideas favoritas, con
sujeción á su credo político, y con referencia á su modelo. Todo
lo que no se parecía á lo que no habia en París, Londres, ó Fila-
delfia nada valia ni merecía mas que su desprecio : sus ideas,
ú opiniones, sus modelo? predilectos eran para ellos la medida
invariable, el cartabón, por decir así, á que sometían los usos,
instituciones, y hombres de todos los paises : cada uno juzga, y
aprueba, ó censura, según que los hombres, y las cosas se ajus-
tan, ó desdicen de su cartabón.
En el Paraguay, no hay Diarios, Cámaras, Debates, cafés,
círculos políticos, ni partidos, y el que piensa que estos son in-
gredientes indispensables de toda sociedad culta, piensa y dice
que el Paraguay es un pais muerto, medio salvage, que en vez
de adelantar retrograda. Otro que observa, que á los estran-
geros no se les permite internarse al pais, sin una licencia espe-
cial, que no se concede facilmente,y que al pasar por delante de
un centinela, es costumbre descubrirse, dice que en el P a r a g u a y
se sufren incómodos, que se embaraza al comercio con precau T

ciones, y formalidades pueriles: que no se deja al tráfico, y al


trabajo toda la libertad que necesitan para prosperar. Es inú-
til observar á estos hombres que tales restricciones son transi-
torias, efecto de las circunstancias políticas, y que desaparece-
rán cuando estas desaparecieren: nada se consigue, son abq-
licionistas, y todo lo que de algún modo se desvia de las doctri-
nas de esta secta, es abominable en su concepto. Otro piensa
que el Gobierno paraguayo huele á Gobierno Asiático, que go-
bierna demasiado, que se mete mas de lo que debe en negocios
particulares, que no mantiene en toda su estension el famoso
dejar hacer, dejar correr. Alguno que se pica de hombre de
buen tono, que se cree un modelo de urbanidad, y de buen gusto,
que nota cierta frialdad, llaneza, y sin ceremonia en el trato de
las gentes, echa menos aquellos apretones de mano que sacuden
el brazo, y hacen crugir los dedos, y aquellos ósculos de saludo,
y despedida, que algunas veces causan nauseas á estómagos un
poco delicados. Cada uno de estos sin hacerse cargo de las
circunstancias especiales del pais, piensa, y va diciendo que no
8« puede vivir en el Paraguay, que es necesario huir.
Un francés de muy buena razón, y regular instrucción, me
dacia que las escuelas primarias del Paraguay nada valian, por
q-.ie no estaban montadas por el método, y sistema lancastenano
[30]

Ei Señor Górdon no podia comprender cOmo había en tí


Paraguay fuertes preocupaciones contra el uso de la vacuna, sin
advertir que pasó mucho tiempo, y costó mucho hacer admitir
ese fluido benéfico en la culta, y vieja Europa.
El S e ñ o r Graham se escandalizaba de que en el Paraguay no
se pudiese viajar en el interior sin pasaporte, y su escándalo na-
cía de que en los Estados Unidos nadie necesita de pasaporte
para viajar. T o m a b a por señales de ignorancia, y de pobreza e l
ararse la tierra con rejas de madera, y una sonrisa desdeñosa
era toda su respuesta, cuando se le hacia notar que eso dependía
mas de la calidad del terreno, que es muy suelto, que de pobre-
za, ó ignorancia.
Mi amigo, si quiere acabarse de convencer de la parcialidad
h que arrastran las ideas, y opiniones preconcebidas, tómese el
trabajo de abrir el último tomo de las Memorias sacadas de
los papeles de un hombre de estado, y en la última página encon-
trará un pomposo elogio del Dictador Francia, del mismo hombre
cuyos actos, y administración le he bosquejado en mi primera
carta. El que escribió esas memorias sin duda era un hombre
de talento muy capaz de juzgar, y apreciar bien los hombres, y
las cosas, pero era un absolutista pronunciado, y sin otra razón
hizo del Dictador un elogio muy superior á lo que dice de Pitt,
de Stein de Haremberg, de quienes habla también con elogio.
El autor de esas memorias no podia conocer al Dictador, ni sus
actos, por que si los conociera, siendo el autor, como debe supo-
nerse, hombre de bien, no podia aplaudir, y elogiarle, por que
hubiera visto que era un loco furioso. No obstante, le elogia, y
es muy prudente pensar que fué solo por el título de Dictador
sinónimo de poder absoluto. Vea si puede darse mejor prueba
de las afinidades que hay en el mundo moral, y político, como
hay afinidades químicas en el mundo físico.
No quiero decir, ni persuadirle que el Gobierno paraguayo es
un Gobierno perfecto, en que no hay errores, ni defectos á notar :
sean ellos los que fueren, no impiden que ese Gobierno sea un
Gobierno de mejora, y de progreso, con tendencias civilizadoras,
y que propende conocidamente á llevar su pais a 1« prosperidad,
y libertad de que es susceptible, lira osto lo que V. quería sa-
ber, y estó-és lo que muestran los actos de esc Gobierno ; debía
pues noticiarle esos actos para que V. juzgase por sí mismo.
Los errores, y defeeth£.de admirístracion no desnaturalizan un
Gobierno, si no son sistemáticos'? errores, y defectos tienen, y
cometen iodos los gobiernos ; son'muy comunes aun en los mas
[31 j

adelantados, y por lo mismo no debe entrañarse que el Gobierno


del Paraguay los tenga. La esperiencia, y el tiempo corregirán»
y mejorarán en el Paraguay lo que haya de erróneo, y defec-
tuoso como han corregido en otras partes. Que el Gobierno
paraguayo tenga defectos, y mantenga errores, no es bastante
para decir, que es un país,semibárbaro de que se debe huir. Se-
mejante juicio solo prueba que el que le formó notuVo la liber-
tad de juicio necesaria para juzgar bien ; que sus preocupacio-
nes le han hecho desentenderse de la posición particular del
Paraguay, de las resistencias que opone una tradición rutinaria
de los hábitos y resabios de las masas en medio de cuyos ele-
mentos ha tenido que desenvolverse la obra del Gobierno ac-
tual. Las circunstancias modifican la política, y conducta d *
los gobiernos, y la administración de los pueblos : los principios,
y máximas de las ciencias morales, políticas, y económicas no
han llegado, y probablemente no llegaran á un grado de eviden-
cia, claridad, y exactitud matemática (pie pueda hacerlos abso-
lutos, invariables, universales, de modo que el principio político,
que rige en un pais pueda regir precisamente en todos. De ahí
proviene que lo que en París, Londres, ó Filade'fia pasa por
libertad, ó por cosa útil, en Viena, Korliu, y Pelersburgo se ca-
lifica de licencia, y so considera pernicioso. Esa mi»ma máxi-
ma de dejar h irer, dejar correr que la esperiencia ha mostrado
que es fecunda, y benéfica, es tan falsa, como peligrosa ¡levada
al estremo á que en el día se le empuja. " Qué hubiera sido .le
" la Rusia, dice un escritor Ruso, si su Gobierno hubiese siempie
"dejado hacer, y dej-ido correr, si su grande hombre ai romper
" l a s cadenas de la barbarie no le huhiese dicho; marcha, haz
" esto ; deja aquello. Estaría ah ! dónde está el oriente todo. "
Vuelvo ahora á mis noticias ; pero permítame que ¡as dejo
para" otra carta que escribiré de aquí a unos dias. Entretanto
soy & a .
132 j

Buenos Aires 28 de Febrero de 1848,

AMIGO, Y SEÑOR :

E n mi anterior del 16 del corriente después de haberle instrui-


do cuanto me era posible de los principios, tendencia, y carácter
del Gobierno paraguayo, le ofrecí continuar mis noticias sobre
los demás puntos que desea conocer: voy á cumplir la oferta,
y principiaré por lo que toca á la constitución política del P a -
raguay,
Si por esta palabra se entiende lo que se llaman leyes fun-
damentales, en las que se establecen.y deslindan los diversos po-
deres públicos, sus atribuciones, deberes, y regalías, las garan-
tías públicas, y ios derechos políticos de los ciudadanos, el G o -
bierno consular no tuvo constitución. Y a le dije que el congreso
se entregó enteramente á la conciencia-, y luces de los Cónsules;
que fué un régimen provisorio, y puramente personal. Hasta el
Gobierno consular inclusive, no hubo en el Paraguay mas cons-
titución que la que regia en el sistema colonial. Se abolió la mo-
narquía, y se le subrogó un Gobierno nombrado por el Pueblo,
y este Gobierno asumió todas las facultades, y atribuciones que
tenia el Monarca español, de modo que no se hizo otra altera-
ción, ni mudanza, sino la del origen de la autoridad. El Go-
bierno consular es el que principió á establecer algunas bases
que en adelante entrarán como disposiciones constitucionales
enJasJeyes que tengan ese nombre.
/ En lw44 el congreso que se reunió al concluirse el período
legal del consulado, adelantó mas en punto á constitución. Ese
congreso promulgó una Ley que es la que hasta ahora puede
considerarse como constitución política del Paraguay. Esa ley
dio mas regularidad á los poderes públicos ; los separó, y divi-
dió, deslindó sus atribuciones, fijó principios, y concentró la au-
toridad ejecutiva en un Presidente : de este modo dio unidad,
actividad, y vigor al Gobierno : quitó los inconvenientes de
un régimen provisorio demasiado largo, evitó los riesgos á que
«spone un gobierno colectivo, y estableció de un modo perma-
nente la administración pública.
I^e remito un ejemplar de esa ley que se debe á la influencia,
y ascendiente que dieron al Cónsul López las luces é inteligencia
muy superiores á la generalidad de sus conciudadanos, que ma-
nifestó durante el consulado. Tal vez piense V. de ella lo que
-dgunos estrangeros con quienes he hablado, que juzgando, como
[33]

te he dicho, por ideas preconcebidas, y prescindiendo de las cir-


cunstancias peculiares del pais,la consideran incompleta,con dis-
posiciones demasiado vagas, mal definidas, incoherentes, contra-
rias á la ideas, y espíritu del siglo; en una palabra iliberal, y que
establece un gobierno tan fuerte que parece tener miras de le-
galizar el despotismo. , •>
Puede ser que esa ley tenga todos, ó muchos de los defectos
que se le atribuyen ; no quiero entrar en esa cuestión, por que
es ageno de esta ocasión, y de mi propósito; pero conociendo
el estado moral, y social de aquel pais, como el de toda la
América, pienso que puede y debe decirse de esa ley lo que
cuentan que dijo Solón á los Atenienses : " No os lie dado las
"mejores leyes, sitio las <¡ue mas os convienen."
Sea, pues, esa ley tan defectuosa, é incompleta, como quisie-
ren, es la que basta por ahora al pueblo para quien se hizo.
Establece principios, contiene gérmenes de liberalismo, y de
justicia, que desenvueltos con el tiempo, y la educación, llenarán
los vacíos que tiene, y le darán la perfección que hoy le era im-
posible tener, atento el carácter, los hábitos, costumbres, é ideas
del pueblo paraguayo. Males de tan remoto origen, como los
que pesan sobre toda la América, no se curan con panaceas de
empíricos liberales. Nadie puede, ni sabe ser libre después de
una larga esclavitud.
El pueblo paraguayo, como todos los pueblos do los nuevos
Estados hispano-americanos, era, y es compuesto—I . de unao

multitud apática, indiferente á todo, muerta para in patria, por


mas que á cada instante tenga esta palabra en la boca, acos-
tumbrada por siglos á someterse á influencias superiores,incapaz
de moverse por sí, sino que en todo caso se deja mover y arras-
t r a r a " , de algunos hombres medio ilustrados que han llegado á
creer que solo ellos componen los pueblos, y que nadie puede
ser feliz, sino se consignan en las leyes las doctrinas, y teorías de
sociedades mas adelantadas, pero que son los primeros á des-
mentir sus principios cuando su interés lo exige. D a r á pueblos
formados de este modo constituciones saturadas de un liberalis-
mo exagerado, es ponerse voluntariamente sobre un volcan que
reventará en el momento menos pensado, y con frecuencia, ó
entregar la autoridad á una oligarquía compuesta de los que se
creen, ó se llaman ilustrados. Pueblos formados como los de
América española, no se cambian con leyes, ni constituciones;
ni se les hace libres con decirles que lo son, ni lo serán realmen-
te jamas mientras la libertad no esté arraigada, é identificada
[34]

con los hábitos, costumbres, é ideas. Ese cambio solo pueden


hacer el tiempo, y la educación.
L o qiíe ha pagado en toda la América española, es una prue-
ba entre mil, que nos du la historia de todos lus tiempos de lo
funesto, y peligroso que es,alterar súbitamente los hábitos, y ¡as
ideas de ios pueblos, y conmover violentamente sus espíritus.
Vea V. de que han valido en las nuevas Repúblicas las consti-
tuciones mas liberales: ni han podido contenerse las arbitra-
riedades, y violencia de gobernantes despóticos, ni han sido un
obstáculo á los ambiciosos turbulentos que han querido destiuir
el orden público. Y aconteció todo eso solo por que las leyes
constitucionales no hnbian pasado de los libros á las costumbres
do las masas, y por que estas no saben resistir á quien las seduce,
y arrastra.
Yo no gusto ( y Dios me libre ) de gobiernos violentos, y ter-
roiislas, aunque se diga que son útiles ; pero quiero gobiernos
fuertes en tulas parte-, y m u v especialmente eji los paises que
no han salido de la infancia, en los que por circunstancias de-
sastrosas se han visto reducidos á una especie de barbarie. E n
paises tales es indispensable á mi juicio que el gobierno sea fuer-
te, á condición de que emplee su fuerza en preparar, y educar
los pueblos para que con el tiempo puedan-ser verdaderamente
'libres : para eso es necesario uu gobierno fuerte, capaz de ilus-
trar la ignorancia, de alentar la timidez general, de señalar a 1«
inexperiencia un objeto, demostrarle el camino qué d e l e seguir
en su nueva marcha, impidiéndole sin embargo que corra por
que ha de caer. Solo entonces sabrán conducirse los pueblos
nin tutores ; mientras tanto el estado de cosas exige que la ac-
ción fie ¡gobierno sea directa, positiva, y continua. Se ha dicho,
' y hoy es co.ia generalmente admitida, que la revolución que
emancipó !a América española fue prematura, y la razón que se
da. ?s qi-e no estaba preparada para su nueva earrrern, que las
cir. ..Estancias la empujaron á esa transición repentina y violenta.
Ya qno el Ps-ícguny tuvo la fortuna un poco cara de escapar
á esa transición violenta,}* repentina, y que !a Providencia le ha
deparado otru fortuna n v . y o r e n un Gobierno que muestra capa-
cidad, buena voluntad, y tendencia á darte ese aprendissge tan
necesario, y tan útil, agradezcamos a la Providencia, y felicite-
mos á la humanidad por un acontecimiento que ahorrando á esta
parte de América ¡as calamidades, que todas ias otras han sufri-
do, debe dar al mundo la prueba practica de ¡o que vale, y pue
<•'/» el progreso gradual, y meditado quo promueven los gobiernos,
[ 3 5 ]

Yo hago votos moy sinceros por que el Paraguay-persevere


en esa marcha prudente, y circunspecta que ha comenzado, por
que con ella llegará mas pronto que las Repúblicas vecinas, a
una amplia, y sólida libertad política. Cuando la sociedad mar-
cha, aunque sea á paso de tortuga, cuando hay una tendencia
tan pronunciada á la mejora, y perfección por medios lentos, y
graduales, me parece una locura, y también un crimen después
de tantas lecciones, y desengaños, imprimirle un movimiento
súbito, y violento, cuyos efectos no se pueden calcular, y son
siempre desastrosos, y lejos de favorecer los trabajos de la ciyi?
lizacion, los destruyen, ó al menos los retardan.
Siga el Gobierno paraguayo manteniendo,' y protegiendo la
libertad civil, y la seguridad de las personas, y propiedades', deje
entera libertad al trabajo, á la industria, y al c o m e r c i o ; pro.
mueva con empeño la instrucción de sus conciudadanos, y nadie
ha de echar menos por muchos años la libertad política, ni las
garantías públicas ; y cuando lleguen á estrañarla, ya estarán
en estado de apreciarla,y de saber usar de ella. El ejercicio de
los derechos políticos, el sistema representativo en toda su ple-
nitud, tan puro, y santo en sus principios, tan admirable en teo-
ría, es difícil, mejor dicho, es imposible en pueblos que no están
preparados y maduros para apreciarlos. E n el caso supuesto
ese sistema es indiferente a los mas,gravoso,y repugnante á todos.
Mire V. todo el medio dia de Europa, y toda la América, y vea
si no confirman lo que dejo dicho.
No se me oculta que V. y otros observaráh que en mi opinión
ó sistema todo reposa en las personas, y nada en las cosas ó ins-
tituciones ; que estas son mas estables, y duraderas que las per-
sonas, y que sobre aquellas, y no sobre estas deben fundarse
los sistemas políticos. Este defecto, mi amigo, nace de la natu-
raleza de las cosas, no. de mis ideas, ó sistema. En América
por mucho tiempo han de poder, y valer mas las influencias per-
sonales que las de las leyes, instituciones ó cosas. Cuando.los.
pueblos están agitados, y sufren cambios y alteraciones frecuen-
tes, tan instables, y perecederas son las leyes, é instituciones co-
mo las personas. Asi ha sucedido en todas partes del mundo
cuando se han hallado en situación igual, ó parecida á la en que
se encuentra toda la América. Mucho le he hablado sobre
constitución, y me he distraído mas de lo que queria. Volvamos
á nuestro asunto.
El congreso de 1844, después, y en cumplimiento de ésa ley
conititucional, eligió, y nombró Presidente al que habia sido pri-
Í3«J

«üer Consol Don Carlos Antonio López. H e presenciado esta


colección : puedo asegurarle que fué el resultado de un voto uná-
nime, é independiente de toda sugestión é intriga, cosas que basta
ahora no se conocen en la política del aquel pais. Y o le he
felicitado por esa elección por que ha sido el Sr. López el autor,
y apoyo de las reformas, y mejoras hechas durante el consula-
do, su elección y nombramiento eran para mi una garantía de
que persistiría en esa marcha de progreso, y adelantamiento que
habia emprendido con una decisión laudable, y con tan esquisita
prudencia.
L o que he visto en los cuatro primeros años de la presiden-
cia, ha justificado mi esperanza, y mi pronóstico. £1 Sr. López
ha seguido sin variación su sistema de mejora, y progreso gra-
dual. Desgraciadamente acontecimientos políticos del exterior,
muy íntimamente relacionados con el Paraguay, vinieron á in-
terrumpir esa marcha, distrayendo la atención del Gobierno á
objetos de primer interés.
/ ^ C o n c l b y ó s u tiempo el Gobierno consular, dejando pendientes
las contestaciones con el gobierno de Buenos Aires sobre el re-
conocimiento de la Independencia, y estando la provincia de
Corrientes en guerra abierta con el gobierno de Buenos Aires.
Este estado de guerra en una provincia contigua al Paraguay,
hacia muy delicada la situación de este pais. El Gobierno pa-
raguayo había resuelto, y habia guardado una rigorosa neutrali-
dad en esa contienda ; pero la posición geográfica de Corrientes
«obre la embocadura del rio Paraguay, y precisamente en el
paso de los buques que navegan para el Paraguay, ó del Para-
guay, hacia inevitables contactos, y fricciones de que podían sal-
tar chispas que causasen un incendio.
En Octubre de ese mismo año de 1844 navegaba por el Pa-
raná un crecido convoy con pabellón argentino para el Para-
guay. El gobierno de la provincia de Corrientes se apoderó
de ese convoy bajo el pretesto de que el pabellón era enemigo.
En el.convoy venian propiedades de naturales, y subditos de la
República, á quienes el Gobierno debía protección. El Presi-
dente López reclamó esas propiedades quejándose del procedi-
miento del gobierno de Corrientes. Este quiso eludir las re-
clamaciones del Gobierno paraguayo.y llegaron las cosas á punto
de uri rompimiento, que felizmente se evitó, devolviendo el gO;
bierno de Corrientes las propiedades paraguayas, y ajustando
una convención que salvase el comercio legal, é inocente del
[ 3 7 ]

Paraguay de nuevos entorpecimientos, y perjuicios, y garantiese


las propiedades argentinas que surcasen el rio bajo pàbellóti
paraguayo.
De este modo decoroso, y legítimo evitó el Presidente Lopez
on conflicto inminente. Pero este arreglo con el gobierno de
Corrientes le preparó otro mas serio, y tan largo que aun dura
con el gobierno de Buenos Aires. £ s t e se dio por ofendido
con ese arreglo, diciendo que favorecía á sus enemigos, y por
primera contestación al aviso que le pasó el Gobierno paragua-
yo de lo ocurrido con el dé Corrientes, espidió decretos prohi-
biendo la importación á los puertos argentinos de los frutos del
Paraguay.
El Pueblo paraguayo, á pesar de su aparente flema es el pue-
blo mas susceptible, y delicado en punto á lo que considera pre-
dominio, superioridad, ó influencia de los estrangeros ; atribuye
á menosprecio que estos hacen á los paraguayos, el acto ma»
indiferente, si choca sus hábitos, costumbres, é intereses : idea, Jf
lección muy inculcadas por el Dictador; y que se han arraigado
muy profundamente. Así es que consideraron esos decretos
como debidos á despreció, y órdenes.que el gobierno de Bue-
nos Aires daba á los paraguayos, y se ofendieron vivísima-
mente. Los paraguayos no muestran sus sentimientos'á voces,
ni con gritos ; son demasiado concentrados ; por eso las emo-
ciones mas vivas, y punzantes rara vez alteran la espresion ha-
bitual de seriedad, ó impasibilidad en la fisonomía de un para-
guayo. Pero aprovechan toda ocasión de espresar lo qué sien-
ten, por monosílabos, acciones, ó gestos mas enérgicos que las
palabras. Revivieron con motivo de esos decretos las vieja»
prevenciones, y antipatías contra \os tagnes, cònio ellos llaman
a todos los que no son paraguayos, y la exasperación pública
subió de punto con la comunicación del gobierno de Buenos
Aires que vino después de los decretos, y con las publicaciones;
de la Gaceta de Buenos Aires que combatían esplicitamente la
Independencia del Paraguay.
Tras de esto se fueron complicando los sucesos á términos de
llegar á un rompimiento. A la hostilidad que los decretos d&
Buenos Aires hacían á los productos del Paraguay, respondió
este con una declaración de guerra, y unió sus fuerzas á las de
la provincia de Corrientes.
Este episodio es ageno de mi objeto : sus acontecimientos por
otra parte son bien recientes, y sabidos fuera del Paraguay, es-
cuso pues ocuparme de él : diré solamente que este rompimiento
[38]
quedó como no habido, y sanado por un medio algo singular, y
raro. El gobierno de Buenos Aires dio orden á su General U r -
quiza para no invadir el territorio paraguayo, y el Gobierno pa-
raguayo declaró por un decreto de 15 de Setiembre que las co-
sas quedaban en el pié en que se hallaban antes de la declara-
ción de guerra, esto es, neutro en las contiendas de la República
argentina.
Con todo quedaba pendiente la cuestión de Independencia fuer-
temente combatida por los Diarios de Buenos Aires, y no menos
fuertemente defendido por el Faraguay : n o h a b i a pues una guer-
ra abierta ; pero subsistían las descohfianzas.temores, é inquietu-
des que naturalmente crian cuestiones de grande ínteres político,
cuando se discuten de un modo tan acalorado, y se ponen en tér-
minos tan inconciliables.
— E r a muy consiguiente que todo se resintiese de este estado de
cosas tan incierto. El Gobierno debia distraerse de la atención
que reclaman las mejoras interiores; el comercio, y el trabajo,
no podían tener la seguridad, y libertad, que son tan indispensa-
bles á su incremento,y actividad. Así es que el tráfico se hizo dé-
bil, y se ha reducido casi á pacotilleros ; por que en la incertí-
dumbre nadie espone capitales crecidos en especulaciones mer-
cantiles, ó industriales que exigen alguna demora : el trabajo, y
las producciones no han tomado la actividad, y estension quo
pudieran, por que todos temían una interrupción completa, y
repentina.
S e admitían los buques argentinos que llegaban al Paraguay,
mas no se les permitía pasar del puerto del Pilar, punto donde se
podia ejercer una policía mas fácil, y eficaz ; pero el Gobierno
paraguayo no permitió que saliesen buques, y tripulaciones pa-
raguayas, para evitar, que buques, y subditos de la República,
fuesen considerados, y tratados en los puertos argentinos como
propiedades, y subditos argentinos, según lo había dispuesto el
gobierno de Buenos Aires, y sometidos por consiguiente al ser-»
vicio y obligaciones que este gobierno podia imponer á los ar-
gentinos.
E n medio de todas estas dificultades, y embarazos, el Presi-
dente López no perdió de vista el ínteres, y necesidad que su
pais tiene de mejorar su condición, y adelantar, ni se debilitó su
deseo de procurarle todo lo que pudiera contribuir á eso. La
adquisición d é hombres útiles en todos los ramos era un medio
muy eficaz de conseguir aquellos objetos. P a r a estimular hom-
bres de esa ciase, y atraerlos, espidió los dos decretos que le re-
[30]

mito como los mejores comprobantes de sus ideas patrióticas^


y de su liberalidad. Verá por el primero de esos decretos que.
concedía premios, y privilegios á íos inventores, ó importadores*
de máquinas, y métodos de facilitar, y aumentar el producto del'
trabajo, y de la industria del pais ; por el segundo declaró, y
reconoció los derechos que justa, y legítimamente pueden recla-
mar y gozar en el pais los estrangeros que lleguen á él con
cualquiera objeto. Con ese decreto el Gobierno paiaguayo
concedió, y garantió espontáneamente lo (pie suele ser materia
y objeto de los tratados que las naciones estiangeras piden ó los
gobiernos de las nuevas Repúblicas.
S é «pie el ('residente López, no satisfecho con provocar por
estos medios indirectos la concurrencia do hombres útiles, soli-
citó profesores de varios ramos de ciencia contratados particu-
larmente, ofreciendo condiciones ventajosas con el objeto de es-
tablecer escuelas sobre el pié conveniente en un colegio para
enseñanza de la juventud. Por desgracia los entórpecimit ntos,
y embarazos que traban la navegación del Paraná por causa d e
esa guerra, que dicen que no es guerra de la Intervención euro-
pea, han impedido que el Sr. López realice sus benéficas ideas.
Para dar á los contratos y transaciones mercantiles toda la
garantía que les deben las leyes, adoptó interinamente el Codigb
de comercio español de 1829. Últimamente poco Entes de mi
saudade aquel pais.el Presidente López habia emprendido un via-
ge de visita hacia la parte de la República mas inmediata al Pa-
raná. Las circunstancias políticas seguramente h a d a n mas aten-
dible esa parte de la Repúblioa.y por esa consideración ha empe-
zado su visita por ese lado. El Gefe de una nación qué vi.qa
para ver, oir, y juzgar por sí mismo de lo que se hace, y p¡.si
en ella, fuera de su presencia, y que no se atiene solamente á lo
que quieran, ó sepan decirle sus empleados, y agentes, mues-
tra el interés que toma por la causa pública, v por el bien estar
de sus conciudadanos.
Ya he di<ho á V. lo que me ha parecido conducente á hacerle
conocer la constitución política del Paraguay, y el estado escep-
cional de aquel pais. Pero V. quiere todavía saber cuales
son los recursos militares, y financieros del Gobierno paraguavo,
cuales las producciones de aquel pais, cuales sus medios de fun-
dar una prosperidad estable, y de alimentar un comercio cre-
cido. Mis informes sobre algunos de estos puntos no podrán
ser tan completos como tal vez V. desea, ya por que me faltan
conocimientos especiales, ya por falta de datos seguros. Sobre
140] I
recurso* militares, por ejemplo, no podré decirle, sino to que
puede ver y apreciar todo hombre, aunque no sea militar. Si
loa recursos militares de un pais consisten, como me figuro, en
«na población comparativamente numerosa, subordinada, unida,
fuerte, sufrida, é inteligente, fácil de reunirse,armarse.mantener-
«e, y llevarse donde se quiera, en ilna frontera de difícil acceso,
y en un terreno que á cada paso presenta dificultades, no dudo
decirle que el Paraguay tiene buenos, y abundantes recursos
militares para defenderse de'cualquier ataque.
No es cosa fácil designar con exactitud la población del Pa-
raguay. Pienso que en los cómputos que se han hecho ha
habido exageración en mas, y en menos. H e hecho indaga»
cjpnes muy deligentes sobre esto sin poder obtener datos segu-
ros de todos los puntos de la República. Comparándola po-
blación de algunos distritos, ó feligresías de que conseguí noti-
cias casi ciertas, con las de otros distritos, me parece, que,
acerco mucho á la verdad si digo que la población total del
Paraguay es de seis, á setecientos, mil habitantes.
Una población homogénea de este número es* éofisiderabíe
entre pueblos y países tan despoblados como los de América.
Pero lo que hace muy respetable este número son las calidades
morales de los que le componen. Ya he dicho que el Paraguayo
es subordinado, fuerte, sufrido, inteligente; añadiré que es so-
brio, frió, flemático, inaccesible al entusiasmo': pienso que no
estará dotado de ese valor impetuoso, arrojado, febril, que pro-
voca, y busca el peligro, y la muerte, y que por eso sofá poco
apropiado para una guerra ofensiva; pero tiene sin duda esa
intrepidez serena, inmoble, que ve el peligró y la muerte sin in-
mutarse, calidades escelentés parala defensiva, y que desenvuel-
tas en la práctica pueden hacerse temibles aun en la óTensiva. El
Paraguayo es firme, constante, y tenaz en sus propósitos; en
lo que emprende, si es contrariado, porfía, muere, pero no cede,
ni desiste; es insensible á los estímulos,y seducción de deseos
inmoderados. Su familia, su Valle, su patria, y su Gobierno n
quien idolatra, hé ahí el mundo para un Paraguayo. No obe-
dece, ni respeta con gusto y buena voluntad, sino á sus conciu-
dadanos superiores, magistrados, ó jueces, tan simples en sus
costumbres, y maneras, y por lo general tan desinteresados; tan
lleno de confianza en sí mismo, y prevenido por la educación y
el ejemplo de sus mayores, contra todo lo que no es de fu país,
y tan sumiso á ia autoridad, que su obediencia llega basta !a mas
I L41]
'i
.completa abnegación, puede decirse con ropiedid qaa el
Paraguayo es el Ruso de la América.
Ün Pueblo dotado de tales calidades, y que ha dado ya la
prueba, sin réplica, de que es capaz de sufrir treinta años de re-
clusión antes que ceder a sus necesidades, y donde no hay diver-
f encías, ni partidos, es en mi opinión indomable por la fuerza,
is imposible que sea seducido con la idea, ó esperanza de mejor
.' estado, que no conoce, y qué aunque conociera, ó concibiera, no
aceptaría de mano agena. El Gobierno que mande sobre un
pueblo dispuesto de este modo, debe necesariamente ser un
gobierno fuerte, poderoso, é invencible en su pais.
, El convencimiento que tengo de esto me hace lamentar la pro-
longación inútil de esa lucha sorda, de esa enemistad silenciosa,
é inactiva, que mantienen en un estado indefinible las relaciones
entre este pais, y el Paraguay, estado que solo produce males á
uno, y otro, sin que se divise su término. La República argen-
tina no puede someter al Paraguay, y reducirle á que entre en
la confederación, ni el Paraguay puede obligar al gobierno ar-
gentino á que reconozca su independencia absoluta. Los dos
están en una posición recíprocamente,inespugnab!e: los dos dicen
que les va la vida en esta cuestión, y entretanto los dos se están
suicidando. Buenos Aires, y Montevideo, que por muy largo
tiempo han de ser lo que han sido hasta ahora el único mercado,
y la factoría precisa para el Paraguay, están perdiendo el pro-
ducto del incremento, y estension que tomarían sus puertos y
mercados si las relaciones se fijasen sobre el pié de estabilidad,
libertad, y conveniencia mutua que deben tenor: y el Paraguay
se ve retenido en su marcha de mejora, progreso, y producción.
N o se ve, como le he dicho, el término de estos males : el
pueb'o paraguayo es fanático en punto de Independencia, no
conoce indecisión á este respecto ; para él, eso de independen-
cia en negocios interiores, y dependencia en otros es sutileza que
no alcanza. Siguiendo el Gobierno esa corriente que le arras-
traría si quisiese contrariarla, se ha preparado, y puesto sobre
un pié de no temer un ataque. A mediados de 1847 se aviva-
ron los rumores de un nuevo rompimiento entré Buenos Aires
y Corrientes. El Presidente López juzgó prudente disponerse
para todo caso, y ordenó la creación de un ejército regular, dis-
poniendo para ello la formación de campos de instrucción. Era
necesario ver para Creer la facilidad y prontitud con que se reu-
nieron los reclutas.
Cada juzgado da paz, distrito, ó partido de campaña tiene por
[4S|

gefe un vecino que se llama Gefe de u r b a n o s ; este maní ¡ene


una relación nominal d e todo hombre de Ift.á 30 años. El Go-
bierno pide á cada uñó de esos gefes tantos hombres ; el gefe
designa los que han de llenar el número pedido, los manda citar
para tal dia en su casa, diciéndoies que de allí deben marchar
al ejército. El dia prefijado nr-die falta, provisto de lo que pue-
d a necesitar para su marcha, que emprende, si no contento, muy
resignado á pié, ó a caballo á las órdenes de un sargento d e los
mismos urbanos, quien los conduce hasta el campo de instruc-
ción. Nadie se escusa, nadie se oculta, nadie deserta. Si a'gu-
no dé los designados por el gefe ríe urbanos esta ausente en oiro
partido, se encarga al gefe del partido donde se halle, que le cite,
le citan, viene, y marcha al ejército.
De este modo tan sencillo, como admirable, se habían reuní-
do en menos de tres meses en tres campos de instrucción, dis-
tribuido en cuerpos, y comenzado su escuela, los h> mbres ne-
cesarios para llenar doce batallones de infantería de setecientos
humores, seis regimientos de caballería de seiscientas plazas, y
un batallón de artillería ligera menos fuerte que los de infauteiía.
Yo no he visto mas que el campo establecido en'el lugar lla-
mado Paso de la Patria sobre el Pai ana, é inmediato' a la con-
fluencia de este rio con el Paraguay. Este campo es el principal
por el número de la fuerza (pie es comandada por él h j o del
Presidente López. No puedo decirle sino io (pie salta á los i jos :
los cuerpos están bien armados, y regularmente fardados ; no
puedo juzgar de su estado de instrucción, disciplina, y adminis-
tración. He oido á algunos gefes estrangeros que sirven en el
ejército paraguayo, que el servicio se hace con el rigor, y regu-
laridad con que se haria en una campaña con el enemigo á la
vista, que ¡;u instrucción esta bastante adelantada, pero que su
disciplina y administración necesitan mejorar.
Ll Paraguay ha vivido en paz por siglos. No ha tenido mo-
tivo, y ocasión ( Dios permita que nunca los tenga, aunque se
diga q u e l a s gnerias son necesarias, y útiles ) de aguerrir su gen-
te, de formar gefes esperimentados, é instruidos, en los ramos
de disciplina, y administración de un ejército, conocimientos
que no se adquieren.pronta, y fácilmente sino aprovechando la
agena esperiencia, y viendo buenos modelos. Pero tiene los
principales elementos que constituyen los recursos militares, per-
sonal morigerado, fuerte, inteligente, y naturalmente bravo, co-
mo lo han mostrado cuando se ha presentado la ocasión, y ma-
terial suficiente para armar un número mucho mayor del que
f
í

[43 |

tiene sobre las armas.. Si á esto se añade que el Paraguay esta


cubierto por una barrera, y obstáculo natural, que difícilmente
puede salvarse, como es el ancho, y caudaloso P a r a n á ; y que
su terreno es cortado por bosques, rios, y pantanos que en toda
estación no ofrecen sino pasos precisos, se verá que nada faifa
al Paraguay para sostener, y hacer respetar su territorio y su
Independencia.
Por lo que hace á recursos financieros del Gobierno paragua-
yo, me encuentro un poco embarazado para satisfacer su curio-
sidad sin fastidiarle con detalles que le parezcan inútiles. Las
palabras recursos financieros son demasiad'» estensas, y vagas.
Puede ser que mi amigo, haya querido limitarlas á saber las
rentas que actualmente tiene el Gobierno paraguayo ; pero pue-
de ser también que las estienda á todo lo que de algún modo
pueda dar una renta pública, ó >er materia justa, y útil de i m -
puestos, por que también esto entra en las palabras recursos fi-
nancieros. En la duda, he resuelto decirle sobre uno y otro io
que sé.
Antes de ir al Paraguay, oia hablar de millones que el Dicta-
dor tenia atesorados. Nunca pude d a r crédito á tales cuentos,
por que me bastaba saber que hacia muchos años que el Para-
guay se habia incomunicado, que no tenia comercio, y por con-
siguiente ni producciones, y que en este estado es imposible ate-
sorar millones. Aun en el estado normal, ningún pais tiene mas
numerario que el preciso para sus transaciones, p o r q u e el dine-
ro es como el agua, que llenando la vasija, rebosa, se derrama,
y va á llenar otra que esté vacía. El Paraguay antes de su en-
cerramiento no tenia comercio ni industria tan fuerte, y activa
que necesitase millones; no podía por consiguiente haber en
ese pais millones que atesorar. Llegué al Paraguay, y confir-
mé mi juicio.
Si los economistas que tan victoriosamente han combatido los
gobiei nos comerciantes, y sus restricciones, necesitasen de mas
hechos, que los que han recogido, para comprobaí sus doctrinas,
hullarian en el sistema económico político del Dictador Francia,
uno incontestable.
El Dictador confiscaba los bienes, imponia.multas crecidas.
Monopolizaba en su persona todo el comercio del Paraguay ;
revendía los efectos como quería : una hacha, una azada costa-
ban tres, y cuatro pesos fuertes. Era el principal, y muchas
veces el único proveedor de carne en el m e r c a d o : mientras
hubiese á venta ganados de las estancias del Estado, ningur;
211
C44 j

particular podía vender el suyo. Llevó el Dictador lo que él


llamaba su saber económico administrativo hasta contar las agu-
jas, y hebras de seda ó hilo que debian darse por medio, ó em-
plearse en la construcción de un uniforme. Con todo su tesoro
tan decantado, estaba pobre cuando él murió. Según los me-
jores informes que he adquirido, no tenia un millón de pesos in-
clusa la plata en obra que de los templos de Misiones habia traí-
do al tesoro público.
Ese ponderado tesoro no podia bastar á las necesidades por
muy reducidas que fueran de una nación, si habia de tener una
administración regular, empleados civiles, militares, escuelas, co-
legios, culto público, policía, & a . F u é pues necesario que el
Gobierno que sucedió al Dictador, que no podia ni debia conti-
nuar siendo comerciante esclusivo, y tenia que marchar sobre
otro sistema, pensase en criar rentas, que bastasen á cubrir sus
necesidades ordinarias.
Los impuestos de aduana, que son los mas conocidos, debían
ser los primeros que se presentasen. Restableciéndose las re-
laciones comerciales, y el tráfico, la aduana seria considerada
como la fuente principal de rentas. Estas no podian ser consi-
derables, mientras no creciese el comercio, creciendo el consii'
mo del pais ; y el país no podia consumir mucho, mientras no
produjese mucho, por que el que no produce, no tiene que ven-
der, y el que no vende, no compra, ni consume, y la producion
requiere tiempo. No obstante, el nuevo Gobierno consideió su
aduana como la mejor renta, y la mas productiva, y estableció
su tarifa, ó ley de aduana, en que se ven prevalecer los princi-
pios tan arraigados todavía a ú n e n l a Europa, d é l a escuela
proteccionista.
Conservó el impuesto que existia del papel sellado, aumen-
tando las clases, y obligando todos los establecimientos atontar
como patente el de la última clase que era de siete pesos.
El impuesto del diezmo, aunque oneroso, é injusto, era un im-
puesto á que estaba acostumbrado el p a i s : lo pagaba sin repug-
nancia, y con buena voluntad, y por pesado que fuera le hacian
soportable su origen y objeto religioso. Suprimirle antes de
reemplazarle por otros impuestos mas justos, y mejor repartidos .
era una imprudencia perjudicial. El Dictador por una do c«w
manías, ó irreflexiones que le eran tan frecuentes, le habia su •;
primido completamente.
El nuevo Gobierno se vio obligado á restablecerle, en el pió •:
en que habia estado antes, suprimiendo otros impuestos que ha- ¿..
[45]

bia establecido el Dictador, los cuales sin ser tan productivos,


eran vejatorios, y gravosos, como el de un real por cada cabeza
que se vendiese para cualquier uso que fuera. Suprimió tam-
bién el impuesto de alcabala, que no es mas que una traba á las
transaciones, asi como la alcabala llamada de reventa de cada
tienda, que era también de 4 por 100 sobre las ventas del año,
y otro impuesto de 6 por 100 sobre las compras que los nacio-
nales hiciesen á los estrangeros. Todos los impuestos se recau-
dan por administración, menos el diezmo que se da a remate.
Sobre los terrenos que el Gobierno español habia dado por
merced, imponían las leyes españolas á los agraciados la obliga-
ción de pagar un impuesto llamado media. annata,(\úe era la mi-
tad del precio en que se avaluaba el terreno. Como la m a y o r
parte de los que S3 habian concedido en el Paraguay no habían
pagado ese impuesto, ordenó el Gobierno la presentación de los
documentos de propiedad,y el pagode la media anriata adeudada,
pero reducida al 5 por 100 del valor justipreciado por arbitros
nombrados por el Fisco, y por el interesado.
Ya se ve, pues, que la aduana, el papel sellado, las patentes,
el diezmo de los frutos recogidos, y el impuesto llamado media
annata son los ramos actuales de las rentas públicas del Para-
guay. No le hablo del producto de los arrendamientos de tier-
ras públicas : primero, por que es tan poco en mi concepto que
no merece entrar en línea de cuenta ; segundo, por que para
hacerle entender esto de arrendamientos de tierras en el Para-
guay, necesitaría distraerme mucho de mi objeto. Sin embargo,
algo le diré del sistema que sobre esto se ha propuesto, y em-
pezado á ejecutar el Gobierno de la Presidencia. Y a conozco
las ramos de rentas del Paraguay, me dirá mi amigo, y solo me
falta saber su producto, ó monto anual para conocer los recursos
financieros de ese Gobierno. Pues se quedará V. con la curio-
sidad, por que es precisamente lo que no puedo decirle. No
se publican los registros de aduana, ó estados de importación y
esportacion. Los conocimientos que sobre eso he adquirido son
muy incompletos, reducidos á determinados'artículos de impor-
tación y en un período dado. Los empleados de la administra-
ción en los demás ramos, si algo se les pregunta, dicen que no
saben, y dicen la verdad ; ellos no se fijan en eso, por que nin-
guno de elios conoce lo que importa, y a lo que conduce saber-
lo. Asi es que no puedo ni aproximarme por un calculo.
Sin embargo le diré que sea cual fuere el producto total de esas
rentas, el Paraguay por ahora es rico con ese producto, por qne
t 46 I*

basta por ahora á las necesidades públicas ordinarias, que son


pocas, y nadie es pobre con pocas necesidades. Esta es una
cosa trivial, pero no por eso deja de ser una verdad. El Para-
guay no tiene un crecido Estado mayor, que ha sido, y es el
cáncer que roe el corazón de los nuvos Estados llamados con
tanto orgullo Repúblicas. No tiene empleados numerosos. Los
de hacienda, civiles, militares y sobre todo los tres ó cuatro de
judicatura con dotación, tienen sueldos, y retribuciones mas que
módicas.sea porque la vida material en el Paraguay es muy poco
dispendiosa, ó por que todos consideran los empleos como
servicio público á que todos están obligados, mas bien que como
ocupaciones que merezcan retribución para que sean bien
desempeñados. Los jueces son ciudadanos de otras ocupa-
ciones, nombrados anualmente sin haber hecho estudio ó pro-
fesión especial de la judicatura, y el Estado no les da, sino lo
muy preciso para los gastos de secretaria y despacho, ni tienen
emolumentos de los interesados. Cuando el servicio público
exija en el Paraguay mayor número de empleados, y empleados
de capacidad especial, é independientes de toda atención agena
de su oficio, estará el tesoro público mas bien provisto y en esta-
do de dotar mejor sus empleados.
S e a pues como he dicho cual fuere la suma que produce ca-
da romo de rentas, estoy persuadido que dtbe producir, y ha de
producir mucho mas de lo que h<>y producen, no solo por el au-
mentó que han de tomar las materias imponibles, sino por que
con el tiempo, y la esperiencia se ha de mejorar la imposición
y el reparto de los impuestos. S e ha de conocer una cosa que
aunque muy vieja, y sabida en economía política, todavía pasa
por paradoja, no solo.en el Paraguay, y es que los derechos ó
impuestos mas bajos, y mas bien repartidos producen mas, que
los altos.
Tal vez de este principio haya nacido la reforma que hizo
el Gobierno de la Presidencia en la tarifa ó ley de aduana. La
de 1841, que le dije, estaba impregnada de principios de la es-
cuela proteccionista, ha sido reformada y reducida por la tarifa
que ha establecido el Presidente López en 1846. La de 1841
á mas de establecer en lo general de los artículos de importa-
ción, y en todos los de esportacion derechos muy altos, se habia
propuesto favorecer, á costa de todos, unos cuantos sombrere-
ros, y otros tantos viñateros, que hacian malos sombreros, y peor
vino, y cargaba 40 por 100 sobre los vinos, y sombí eros importa-
dos. La tarifa de 1846 reparó este error, y disminuyó en ge-
[47]

neral los derechos, que aun son altos, particularmente los de ex-
portación, que deberían ser casi cero.
Pienso que aun se conservan altos esos derechos, por que al
hacerse la reforma de la tarifa de 1846, ya las circunstancias
políticas hacían temer que sobrevendrían gastos extraordinarios.
Lo mismo pienso del papel sellado, y patentes. Si el primero
se redujese en algunas clases á 50 por 100, la renta produciría
mas, por la razón muy sencilla, de que cuanto mas barato es un
artículo, mas se consume, por que mayor es el número de los
consumidores. El impuesto de patentes es muy desigual; para
los mas es muy tenue, y muy pesado para o t r o s ; poniéndose al
nivel que le correponde, también ha de producir mas.
No he incluido entre los ramos de hacienda uno, y el mayor,
por que quise hablar de él separadamente : no podré tampoco
decirle lo que produce, pero merece una mención especial. E n
1846 el Gobierno presidencial estancó la venta de la yerba, ó
te del Paraguay, haciéndose el proveedor esclusivo de este artí-
culo para el consumo esterior. El Gobierno compra á precio
convenido la yerba que se elabora en los bosques del Estado,
de buena calidad, y bien acondicionada. Los particulares que
tienen montes de yerba en su terreno.la elaboran, y venden para
el consumo interior, al que también provee el Gobierno, ven-
diendo la yerba á siete reales por arroba.
Basta él nombre que esa operación tiene en todas partes para
que fuesq censurada por todos los estrangeros con quienes he ha-
blado. Soy demasiado liberal, y conozco muy bien todos los in-
convenientes que traen los monopolios para poder ser amigo
de ellos, y defenderlos; á pesar de eso disculpo,y justifico al G o -
bierno paraguayo. No invocaré para ello el ejemplo de otras
naciones muy cultas, muy ricas, con otros medios y recursos, que
sin embargo, conservan en monopolio varios artículos, por que
el mal ejemplo de otros no justifica lo que de suyo es malo. L a
justificación del Gobierno paraguayo está en su situación escep-
cional, en la suprema necesidad, que es la primera de todas las
leyes.
En el Paraguay las rentas son pocas, los habitantes pobres, y
muchos los objetos de gastos, para defenderse el pais. En este
caso qué se hace ? Los gastos que iban á hacerse eran estra-
ordinarios : eran pues precisos medios y recursos estraordina-
rios, por que hasta ahora no se ha inventado otro modo de
hacer frente á gastos de aquella naturaleza. En Europa, cuan-
do los gobietnos tienen que hacer gastos de esta clase, echan
L 48 |

Tflano del funesto remedio de los empréstitos; ponen nuevas con;


tribuciones ; enagenan propiedades públicas. En un pais como
él Paraguay, empobrecido por un largo aislamiento,y una pesada
opresión, seria una insensatez, cargarle de nuevos, y subidos ini-
puestos,que á mas de ser odiosos solo por ser nuevos, serian insu-
ficientes : mayor insensatez seria pensar en empréstito interior,
ó esterior, y aunque el Paraguay sea muy rico de propiedades
territoriales, no ha llegado todavía la hora de encontrar licitado-
res para esas propiedades.
H e allí ei caso en que el Gobierno del Paraguay, adoptó el
medio de monopolizar la yerba. Es un mal. Quién lo duda?
Pero es un mal necesario, inevitable, y el menor de todos los ma-
les de su naturaleza ; es el mal que sufre el que se deja cortar un
brazo para salvar la vida. A ese mal debe ei Paraguay la po-
sición en que el Gobierno pudo colocarle, esto es, de hacerse
respetar, sin que le gravase con un centavo ; á ese mal deberá
seguramente, tener un ejército disciplinado, y fuerte que podrá
mantener por algunos años, sin sentir el peso de contribución
alguna. Ademas, hay que considerar que los yerbales son de
propiedad del Estado desde la conquista, de modo que en la rea-
lidad no hace mas (pie disfrutar su propiedad, lo mismo que un
particular podría hacer con la suya prohibiendo que la esploten
otros.
Otro recurso que en las actuales circunstancias ha sido muy
Útil, y muy importante al Gobierno, ha sido el de los ganados de
Jas muchas y bien pobladas estancias del Estado. No puedo
señalar con certeza el número de ganado que la República tiene
en esas estancias. Las informaciones que sobre eso he obtenido,
varían mucho ; pero término medio puede computarse en tres-
cientas mil cabezas de ganado. Incluyo entre las estancias del
Estado las que se llaman estancia del pueblo A, y estancias del
pueblo B, de las antiguas Misiones jesuíticas, p o r q u e no concibo
propiedades de cuerpos, ó comunidades, formados por el SOsta-
do, diferentes de las propiedades públicas. Sin embargo, no es
de estas estancias de donde se provee al consumo del ejército,
sino de las llamadas estancias de la Patria, respetándose las de
los pueblos de indios.' Es una grande economía en el mayor
gasto que hacen los ejércitos de América.
Los capitales que los particulares tienen en tierras y casasen
nada contribuyen a las cargas del listado. Tampoco pagan los
capitales que no se muestran en tiendas, ó almacenes, y que sus
dueños ocupan en otros giros, listos objetos son muy justa,)'
r - —

/ •

I útilmente sujetos a impuestos, y vendrán á pagarlos, sin duda,


| con el tiempo, cuando el Gobierno se ocupe de reglar, y repar-
• tir mejor los impuestos.
En lo que el Paraguay tiene una riqueza incalculable para
mas adelante y que le asegurará una renta muy crecida, es en
tierras, y bosques : mas de la mitad de la superficie de la Re-
pública, calculada en diez y ocho, ó veinte mil leguas cuadradas,
es de propiedad pública : comprende bosques abundantes en
variadas, y ricas especies de madera*, y con rios navegables en
las inmediaciones. En el dia poco valor tienen esas tierras, pero
brevemente lo adquirirán. El Presidente López ha adoptado
un sistema que en mi concepto contribuirá á facilitarla enage-
nacion de esos terrenos, á darles valor, y á asegurar al tesoro
una renta muy crecida. H a empezado á enagenar los terrenos
á censo reservativo de 5 por 100 anual. A mi ver este sistema
es muy superior al de venta pura y simple, ó al enfitéusis. L a
venta pura y simple exigiría el desembolso de capitales que no
hay, y haria consumir improductivamente como por 16 común
ha sucedido, el capital valor de las tierras. El enfiiéúsis no con-
fiere el dominio directo, y pleno ; sujeta á alteraciones el canon,
censo, ó rédito lo que impide al enfitéuta de hacer mejoras, y
obras permanentes. La venta á censo reservativo, y redimible
facilita la enageriacion, por que no exige desembolso de capital;
el comprador está seguro y á cubierto de toda alteración. Esto
le estimula á emprender, y mejorar, y el Fisco asegura una r e n t a
independiente de todo accidente.
Si el Paraguay logra vivir en paz, si su Gobierno puede con-
vertir libremente su atención al interior, si el comercio y la nar
vegacion se ven libres de las inceitidumbres y embarazos que
los traban, me parece que en pocos años el Gobierno paraguayo
tendrá entradas, y rentas muy superiores á sus necesidades, por
mas que estas se aumenten, y que invertirá el sobrante en obras,
y empresas útiles que hagan prosperar el pais,y que podrá rea-
lizar cuanto ssa posible el famoso problema de gobierno barato.
Estimulados el trabajo, y la actividad por los conocimientos, y
el goce de nuevas comodidades se multiplicarán las produccio-
nes, y los capitales, y con ellos las rentas dé los particulares y
por consiguiente las del Fisco.
Ya es demasiado larga esta carta : dejaré para otra los demás
puntos de que quiere tener noticias. Entretanto soy ^-a.
Buenos Aires 16 de Marzo de 1848.
Cumpliendo lo que prometí en mi última carta de 28 del pa-
sado, voy á concluir mis noticias sobre los puntos de que aun
me falta hablarle, á saber, las producciones del Paraguay, sus
medios de establacer una prosperidad durable, y de alimentar
un comercio importante.
En mis noticias sobre las producciones del Paraguay no pue-
do ser tan detallado, como seria de desear para poderse cono-
cer toda la estension, é importancia de esas producciones. Hace
muchos años que el Paraguay no produce sino lo preciso pa-
ra su consumo, y eso mismo con escasez. El Paraguay no
podia esportar ó vender sus producciones, y consiguientemente
no podia producir. Cuando á algún agricultor paraguayo se
observa que haciendo tal, ó cual cosa, podría sacar mas produc-
to de su tierra, y trabajo, pregunta luego-Para qué ? Esta pre-
gunta tan sensata, que se me ha hecho muchas veces, quiere de-
cir que nadie trabaja, ni produce no teniendo él estímulo y aguijón
del lucro.
No,es pues de estrañar que nadie tratase de recoger datos es-
tadísticos, de saber el producto de una determinada estension
de terreno, de observar y notar el poder, é influencia de los fe-
nómenos meteorológicos, ni de formar tablas comparativas, y
demás datos que conducen á conocer, y calcuiar las produccio-
nes de un pais. Apenas se sabe pero de un modo muy imper-
fecto, que hay producciones que hoy se desprecian, ó de que
se hace poco caso, y uso, y que pueden tener aplicaciones muy
útiles en las artes y manufacturas. Por consiguiente le h iblaré
mas bien de lo que el Paraguay puede dar, y producir, que de
lo que actualmente produce.
Ya sabe que las producciones de alguna consideración, que
por ahora ofrece el Paraguay al comercio de esportacbn, es-
tan reducidas á la yerba, ó te del Paraguay, al tabaco, cueros,
suelas, y maderas. Todavía la esportacion de esos artículos es
muy limitada comparativamente á lo que puede ser, y á lo que
fué en otros tiempos.
La ocupación principal del pueblo paraguayo es la agricultu-
ra, ó industria rural. La del pastoreo es bastante importante,
pero no está en la altura en que pudiera, y debiera estar, si se
aumentase el consumo. La industria manufacturera es mala ; di-
go esto, por que aunque en el Paraguay se hila, y teje mucho,
s o se conocen las artes, ni Be ejercitan, sino de un modo muy
[51]

imperfecto, y rutinaro. A pesar de la inteligencia, y capac¡dnr!


que tienen generalmente aquellos habitantes, les fallan les cono
cimientos, instrumentos, y métodos que las < ienciss, y descubri-
mientos modernos han. aplicado con tan feliz suceso á las orle?,
y manufacturas.
La agricultura, que, como he dicho, es la principal ocupación
del pueblo paraguayo, se halla en un grado de ¡¡traso, y lo que
es peor, y de poca estimación, que es difícil concebir. Las pro-
ducciones agrícolas, parecen debidas mas bien al vigor espontá-
neo de la naturaleza que a! trabajo, é industria del hombre. Po-
cos de los que tienen algún capital, le dedican á la agricultura
en aquel pais tan fértil, mas que para sacar el alimento de su
familia, y domésticos. Nadie en el Paraguay considera la agri-
cultura como industria productiva, como principio, y base de
una riqueza sólida.
No obstante, en ella, y en algunas otras producciones espon-
táneas del clima, y suelo, consiste la grande, y verdadera rique-
za de aquel pais. E s de esperar que antes de mucho tiempo
se corregirán las ideas tan equivocadas que sobre estos puntos
tienen aquellos habitantes. S e harán conocer los.buenos prin-
cipios, y métodos de labor que mejorarán, y multiplicarán mu-
cho las producciones. Serán mejor conocidas las fertilidades,
y otras ventajas que aquel pais ofrece á los conocimientos cien-
tíficos, y capitales, y la introducción de estos dos poderosos ele-
mentos d e la producción, hará que esta se aumente. Sobre
todo, se van criando nuevas necesidades, nuevos goces, que han
de estimular al trabajo, y á la actividad, por que no es posible
adquirir goces, ni satisfacer necesidades, cuando no se producen
objetos que dar en cambio.
Si las producciones agrícolas del Paraguay, se ponen en r e í a "
cion con la superficie, que pueden ocupar de un modo ventajoso :
con la fertilidad del terreno ; con el número de brazos, y con
los adelantamientos, que en todas partes ha hecho la ciencia
agronómica, las producciones de aquel rico pais, serán muchas,
y varias.
El consumo de la yerba, ó te del Paraguay, está reducido á
los habitantes de las Repúblicas argentina, y Oriental, aunque
ya hace años que comenzó á usarse en algunos navios ingleses
de los que viajan para el rio de la Plata, en lugar del te de la
China, y he visto que se sirven de él con gusto, y le prefieren
por su baratez.
3 11
[52]

Esta producción, hoy, no es tan considerable, como era antes,


por la larga incomunicación que ha sufrido el Paraguay. Pero
puede aumentarse mucho en poco tiempo, si el Gobierno del
Paraguay favorece con sus medidas la preferencia que en los
mercados de consumo se da á la yerba paraguaya sobre la de
Parnaguá, y Misiones, por lo bien acondicionada que es aquella,
lo que la hace mas durable, por la suavidad de su gusto, y por
!a fragancia de su aroma. Es inmensurable la estension de los
bosques de este arbusto que produce en dos años.
Lo mismo sucede con la producción del tabaco de que hoy
hace ¡a Europa tan gran consumo, Yo sé .que algún especula-
dor ha ido ni Paraguay con miras de proveer de este artículo
el estanco francés. Luego que los paraguayos cultiven, y pre-
paren mejor el tabaco, lo que conseguirán desde que tengan cui-
dado de renovar con frecuencia la semilla, cosa de que allí nadie
se ocupa, ni piensa que eso pueda tener la menor importancia,
desde que preparen los almacigos de otro modo, y los acondi-
cionen mejor, con mas economía, y menos trabajo para la es-
portacion, la demanda de este artículo será de millones de libras.
Las calidades del tabaco paraguayo en opinión de los aficiona-
dos y conocedores se acercan mucho, si no igualan á las del ta-
baco de H a b a n a .
El articulo maderas, es de una riqueza, é importancia incal
cu'ables, y su consumo en esta República, y en la Oriental será
casi esclusivo, espillándose este ramo de comercio con las
ventajas, y economías que pueda hacerse en el Paraguay. Las
calidades, y variedades de que abundan sus inmensos bosques,
son muy superiores á las de las maderas que hoy traen al rio
de la Plata de los Estados Unidos, del sud del Brasil, y de la
Europa. En el norte del Brasil pienso que hay maderas tan
buenas como las del Paraguay, y que pudieran competir con
ellas ; pero su importación al rio de la Plata seria seguramente
costosa, cuando la del Paraguay puede ser tan barata.
La caña do azúcar que hoy se cultiva en el Paraguay en muy
pequeña escala, es muy rica en azúcar, y de superior calidad.
Este es un artículo de primera necesidad en el mundo. Toda
la azúcar que producen la India, las Antillas, la H a b a n a , Esta-
dos Unidos, y el Brasil, no alcanza á llenar el consumo europeo,
Asi es que la •ciencia, y la industria se han empeñado en sacar
azúcar de varios productos del reino vegetal como la beterava,
el eraldo, el ketab, ios cocos, y palmas ; de modo que por mas
azúcar que el Paraguay produjese, no se llenaría el déficit r.;U3
[53 |

este articulo deja en el consumo, pero puede contribuir cor. una


cantidad muy considerable.
No es sólo la eslension de los terrenos que el Paraguay tiene,
lo que debe hacer esperar que el cultivo de la caña, y fabrica
de la azúcar sea una industria lucrativa : es la fertilidad, es la
calidad de ciertos terrenos apropiados para la plantación de la
caña, es la situación de esos terrenos tan próximos á rios nave-
gables que facilitan el transporte, es la baratez del combustible,
y de los brazos, lo que daria al cultivo de la caña, y fabrica dé
la azúcar en el Paraguay ventajas muy importantes.
Ya le he dicho que en ei Paraguay no es posible calcular ó
fijar la cantidad del producto de una Superficie determinada de
terreno ; pero puedo decir que la azúcar producida por la caña
plantada en ciertos terrenos es excelente por su grano, y fuerza.
Los terrenos situados sobre el rio Paraguay, ó sus afluentes, re-
montando el rio desde Asunción, hasta Concepción, y Apa que
están ya bajo el mismo trópico, producen una caña muy abun-
dante en azúcar de buena calidad. Lo mismo sucede en la
costa del alto Paraná distrito de San Cosme. *
Pero este importante ramo de industria de aquel país, se re-
siente de los mismos defectos de que adolece toda su agricultura.
No hay labrador que haga doscientas arrobas de azúcar al año.
A esta observación podría muy bien responder un paraguayo
con la pregunta que ya he citado-Y para qué ? En lo que cier-
tamente tendría razón con referencia á lo pasado, y aun al pre-
sente, por que recién ahora empiezan ; pero no tendría disculpa
en adelante, si no procuran esplotar bien esta rica mina de su
pais, mejorando los conocimientos que en otras partes han hecho
tan provechoso el cultivo de esta tan útil planta, mejorando sus
ingenios ó trapiches, las hornallas, y los tachos, y adquiriendo
los principios químicos que gobiernan la manipulación de la azú-
car. Entonces vendiendo la azúcar por la cuarta parte del precio
ü que hoy la venden para el consumo interior, sacarán mas lucro.
El algodón es otra producción que debe formar un artículo
importante de esportacion. El algodón paraguayo tiene las tres
condiciones que los fabricantes exigen en el algodón, largo, fino,
y fuerte. Este artículo tan importante, y que ha sido el único
auxilio que el Paraguay ha tenido durante su larga incomunica-
ción, se cultiva tan poco que no alcanza al consumo interior ;
asi es que se vende á un precio exorbitante.
[54]

ííay on arb.»I corpu'eut», y elevado á que llaman Samuú


;,ue d;¡ luírnosos capillos de un algod<n amarillo, suavísimo al
hioio, puio que no es i'ueite, según dicen las hilanderas del pais.
Entre ¡as varias'clases de algodón que produce el Paraguay,
hay una que llamó mucho mi atención, por que no tengo noti-
cia 'le i^ue ue encuentre en ningún pais de los que producen al-
g o d ó n , io que me hace sospechar que sea indígeno. L e produ-
c á Í Ü I U planta viva, lo mismo que la del algodón blanco, y que
o-1 presenta diferencias sensibles, si no es en el producto, que da
u.i algodón color de caté, mucho mas fino, y suave que el blan-
c o . Es muy poco cultivado, sin duda por el color que tal vez
aeriu un mérito para los fabricantes.
La curtiembre de cueros que antiguamente era algo conside-
rable, y que daba suelas de escelente calidad, apenas empieza á
revivir. El cebil, ó curupoí, cuya corteza es la que emplean
para curtir el cuero, dicen los inteligentes que es la mejor ma-
teria que en esta operación se emplea ; es tan abundante que
causa.asombró.
N o es menos rico ei Paraguay en puntos á materias coloran-
tes. Sin hablar del añi!, que pasa por tan bueno como el do
Guatemala, ni de la cochinilla, hay plantas y raices de que los
Paraguayos estraen tintes que sin mas mordiente que una ligera
disolución de alumbre, dan todos ios colores muy firmes. He
tenido en k s manos tejidos de lana,y algodón muy viejos,)'qua
coüserv.-m ¡os colores en toda su viveza. S o b r e t o d o s los vege-
tares i\'w <¡m\ tintes es admirable un arbusto, muy abundante,
cuyas h-j'-is puestas en macer;;cio!3 en agua fría por algunas
horas, largan un sedimento que produce un color azul oscuro
muy filme. Este arbusto se llama en el pais Iriburetimá que
literalmente quiere decir pierna Je cuervo, sin duda por lo subi-
do del color azul. L a raíz de otra planta rastrera llamada acan-
guí produce un lucido color escarlata. Cuántos descubrimien-
tos, y aplicaciones útiles no encontraría aquí la ciencia en el
estado á quu ha llegudo, y con los medios de que dispone !
H a y en el Paraguay dos especies de agaves,ó plantas filamen-
tosas ; las dos producen una materia de que se hacen cuerdas,
y con la que ademas carenan los paraguayos sus embarcaciones,
por que es un admirable suplente de la estopa ; es incorruptible
cu el ayna. específicamente nías ligero que esta, y mas fuerto
que e l e ñ ñ mí>(>, según ¡as esperieucias hechas en 1788 por un
• ílúiii de ¡a marina e<pi.ñV¡a, ci capitán de fisg&ta l>r.-u Juan
[55 1
fosé de Aguirre, * y que se hallan consignadas en una memoria
nanuscrita que he leído en la Asunción. M e parece que estas
naterias conocidas en el Paraguay, una con el nombre de ca-
aguatá, la otra con el de ibíra, tendrán varias aplicaciones, y
(sos en las artes, y manufacturas. P o r decontado que el P a -
aguay no necesita de ios cabo3 de cáñamo para los pendientes
le sus embarcaciones.
Gomas, resinas, y plantas medicinales, muchas de ellas ente-
ramente desconocidas en la botánica médica, abundan mucho en
il Paraguay. No conozco los usos y aplicaciones de muchas re-
inas.y gomas, sino es la de caut-chuc de la goma elástica llama-
la en el Paraguay mangaicí. Dicen que en los montes de
íuruguatí, y Cuarepotí es muy abundante el árbol que produce
;sta goma : no le he visto ; pero en todas partes he visto el ár-
30I de la copaiba, el de aguaraibá, de que se estrae el bálsamo
lamado de M i s i o n e s e n el alto Paraguay la cañafistola, el rui-
barbo, el orozuz son abundantes.
El arroz y la mandioca se cultivan, y recogen con abundancia
sn el Paraguay, pero no en la escala en que debia hacerse con
sstas producciones, que debían ser dos artículos importantes de
¡aportación y comercio.
El Paraguay no solo da los frutos tropicales que he descrito,
Y muchos farináceos de que no he hablado, como maiz, porotos
le varias clases, garbanzos, &a., sino también algunos cereales,
Y frutas de las regiones templadas, como el trigo, cebada, lino,
Jurazno, manzana. Sobre la parte que llaman cordillera, que
ís una espacie de espinazo que cruza una gran parte del terri-
torio de la República, reina generalmente una temperatura muy
ana loga-al de ¡as zonas templadas.
El clima que tanta influencia tiene sobre la prosperidad de un
sais, es en el Paraguay saludable, regular, ameno : aunque pais
tropical no tiene fiebres como la Habana, y nueva Orleans, no
hay terremotos, y uracanes frecuentes como en las Antillas,
y demás paises tropicales : no se conoce ninguna enfermedad
endémica.
iíabiéndole dicho lo que el Paraguay produce, y lo que pue-
de producir en poco tiempo, me parece que le he puesto en es-
la lo de juzgar por sí mismo, si el Paraguay tiene, ó no medios
de estubiecer una prosperidad durable, y de alimentar un co-
mercio impot tanto. Añadiré solamente como un gran elemen-

* Será üuu Juan Frond-co.


L56]

to de prosperidad de cualquier pais, la situación favorable de!


Paraguay, á pesai de estar metido en lo mas recóndito de esta
parte de la América. El Paraguay está bañado al sud por el
rio Paraná, al norte por el rio Paraguay, ambos navegables en
toda estación por buques que demanden diez ó doce pies (le
agua, Al oriente se va el Paraguay hasta las montañas del
Brasil, cuyas provincias mas mediterráneas pone en comu-
nicación fácil con la República del Paraguay. Por el oeste los
inmensos desiertos del Chaco separan al Paraguay de Bo-
livia, á la que no obstante puede acercarse por canales natura-
les, lo mismo que á las provincias del estremo de la República
argentina, saliendo al Atlántico por el Paraná, y rio de ¡a Plata.
Un pais situado de este modo, en su situación sola tiene un
gran medio de prosperidad. Esa situación le hace centro de
una larga línea de comunicación, y lugar de depósito, y factoría
forzosa de todas las mercancías, y productos de importación,
y esportacion. Añada V. á esto que el Paraguay en su interior
está cortado en todas las direcciones por varios rios, igualmente
navegables, que facilitan el transporte, y concurrencia de los
confines mas remotos de la República á la Capital, y otros
mercados.
A un pais con tal situación, y con producciones propias de
artículos importantes de comercio, qué le falta para prosperar/
Nada, nada mas que paz, y libertad. Paz es lo que necesita
el Paraguay, como todos los pueblos de América ; pero no la
paz de los sepulcros, no la paz inmoble que inspira el terror, si
no la paz que procura la justicia, y que produce esa tranquila
y benéfica libertad, que es la vida de las naciones.
El Paraguay hoy, sin estar en guerra no goza de paz, hay
inquietud, y temores: la cuestión con Buenos Aires sobre su
Independencia, y navegación del Paraná presenta embarazos
que impiden que la prosperidad de aquel pais se desenvuelva
con toda fuerza, y prontitud, que daria una completa seguridad.
Soy de opinión que esta cuestión no tardará á concluirse por un
arreglo : quererla decidir por armas, ó perpetuar ese estado de
incertidumbre, é inquietud, es querer perjuaicarse, y arruinarse
todos. En esa cuestión se atraviesan grandes intereses mate-
riales de ambas partes, y en cuestiones de esta naturaleza la
razón, y Ja conveniencia pública pueden mas que mezquinos in-
tereses de amor propio, ó las sugestiones de mal entendidas con-
veniencias políticas. Si prevalecen los verdaderos principios
de las ciencias políticas, y económicas, que son también mnxi-
157]

mas de justicia, y humanidad, que en riquecen los paises, que


los adoptan, sin empobrecer á los demás, qué masa de tesoros 1
Qué medios de prosperidad, y poder para todos los paises del
Rio de la Plata !
Dad la paz y la libertad á estos hermosos paises, adonde la
naturaleza ha sido tan genorosa, y liberal, cuanto los hombres
han sido mezquinos, y veréis al Paraguay resucitar, y crecer con
mas prontitud que Lázaro á la voz del Redentor. Veréis cul-
tivarse la tierra, y producir mas que las minas de metales ; ve-
réis alentado el trabajo con la seguridad de las personas, y de
las cosas. Veréis crecer la población,)- excitada la industria de
este nuevo mundo, abrirse nuevas fuentes de riqueza, crearse
relaciones de comercio, fundadas sobre intereses recíprocos,
y la justicia preparando aquellos habitantes á una verdadera li-
bertad. Apartad del Gobierno paraguayo los temores que hoy
le impiden dar á su pais el impulso que quiere, y veréis en pocos
añ)s si él Paraguay tiene los medios de fundar una grande, y
sólida prosperidad, y de alimentar un fuerte comercio.
Hice cuanto he podido por satisfacer sus deseos : le he dicho
la verdad de las Cosas, le espuse con franqueza mis i l e a s : com-
pare V. mis noticias con las que tenga por otros conductos, y
juzgue. Soy & a .
[58]

• Sobre el tratamiento que se da á los Eslrangeros ttt


el Paraguay, y sobre privilegios y premios á aquellos
que concurren á desenvolver y animar la industria y
mejoras materiales del pais.

\ El Supremo Gob ierno Nacional, queriendo desenvolver y ani­


ínar la industria y los mejoramientos de la Repúb lica, y consi­
derando que uno de los medios mas adecuados es definir y ase­
gurar las condiciones y derechos de aquellos que concurrieron
para tan útiles fines; decreta—
i Artículo 1°. Todo descub rimiento ó nueva invención en coa i
uier género de industria es propiedad de su autor, y el goce de

Í
lia es garantido por la forma y tiempo ab ajo declarados.
Artículo 2°. Todo medio de dar á un pioduc'.o ya creado
ualquier nuevo género de perfección será considerado como
nueva invención.
Artículo 3°. Cualquiera que introdujere en la Repúb lica un
íescubrimiento estrangero, gozará de las mismas ventajas, como
li él fuese inventor.
o
Artículo 4 . El que quisiere ob tener y asegurar el goce dé
jiña propiedad industrial del género de las que quedan enun< la­
0
Sas; deberá­1 . Dirigirse al Secretario del Supremo Gob ierno,
declarar por escrito si el ob jeto que presenta, es invención^
o
berfeccionamiento, ó solamente introducción. 2 . Entregar cer­
rada y lacrada una descripción exacta de los principios, medios
procesos que constituyen y producen el descub rimiento, asi
orno los planos, diseños, modelos, y todo lo demás que pueda
ir relativo, á fin de que el volumen cerrado sea ab ieito ел el
nomento en que el inventor recib iese su título de propiedad.
o
Articulo 5 . Se dará al inventor una Patento, que le asegure
propiedad y goce de su invención por cinco hasta diez años,
_
untados de su data. Con todo este plazo podía ser aumentado
otras ventajas concedidas, ei la importancia del descub rimien­
1
fuere tan grande que exija una protección estraordinaria.
o
Artículo 6 . El goce de las patentes concedidas por un des­
cubrimiento introducido en­pais estrangero no podrá estenderse
I mas de seis meses del término fijado en ese pais para el ejer­
|icio del primer inventor.
[59]

Artículo I . El propietario de una patente gozará esclusiva-


a

menle del ejercicio y de los frutos de su descubrimiento, inven-


ción ó perfeccionamiento, por los cuales le fué concedida. Por
consecuencia él podrá llamar á juicio á los infractores, que una
vez convencidos, serán condenados, á mas del confisco á pagar
al.inventor las pérdidas y daños, y otro sí, una multa de veinte
por ciento de ese montante, que será aplicada para gastos pú-
blicos.
Artículo 8°. En el caso de que la denuncia de contrnfaccion
después de procederse al secuestro, resulte desnuda de pruebas :
el inventor será condenado á pagar al demandado las pérdidas
y daños que le hubiere ocasionado, y ademas una multa de vein-
te por ciento de esa condenación con destino á los indicados
gastos públicos.
Artículo 9". Todo propietario de patentes tendrá el derecho
de formar establecimientos en diversos puntos de la República
con solo las reservas que previamente le puedan ser declaradas:
autorizar á otros Á hacer aplicación y uso de sus medios y pro-
cesof¡, ó secreto, y disponer de su patente'como de una propie-
dad mueble.
Artíiulo 10°. Antes de la espiración d é l a patente las des-
cripciones solo podrán"ser comunicadas á algún ciudadano que
queria consultarla, si razones políticas, ó comerciales no exi-
gieren el secreto, y si el inventor no hubiere pedido y obtenido
desde la concesión de su patente la garantía de la reserva.
Artículo 11-°. En la espiración de la patente el descubrimien-
to ó invención pertenecerá á la República, y el Supremo Go-
bierno hará publicar la descripción, y permitirá el ejercicio y
goce de ella generalmente, escepto el caso de que razones polí-
ticas ó comerciales demanden algunas restricciones.
Artículo 12°. La descripción será también publicada, y el
uso de los medios y procesos relativos declarado libre, cuando
el propietario de la patente decayere de su derecho, lo que no
tendrá lugar sino en los casos siguientes.
1°. Si el inventor fuere convencido de haber omitido en su
descripción, ú ocultado alguno de sus verdaderos medios de eje-
cución, ó de no haberlos espuesto y detallarlo fiel y circunstan-
ciadamente.
2". S i n o comunicare cualesquiera nuevos medios de modifi-
cación ó perfeccionamiento que descubriere al tiempo en que
solicitare la patente, ó ya después de haberla obtenido. Esos
nuevos medios le serán garantidos como la invención.
[60]

3 . Si fuere reconocido que obtuvo una patente por descubri-


o

mientos ya consig ía los y descriptos en obrasimprssss y publíca-


las, de manera que no haya una nueva invención.
. 4 . .Si en el espacio de dos años de la dala de su pstente no
o

hubiere puesto su descubrimiento en actividad, .escepto si justifi-


care las razones de su inacción. - • .
5". Si después de obtener una patente en la República fuere
convencido de haber lomado una otra por el mismo objeto en país
estrangero sin previo consentimiento.
G". La patente será también revocada, e! descubrimiento pu-
blicado, y el uso declarado libre, si el adquiridor del derecln de
ejercer un descubrimiento enunciado en una patente violare las
obligaciones que son impuestas al inventor, pues que es someti-
do a ellas, como el mismo inventor.
Artículo 13 . Cuando los objetos de los descubrimientos,
o

puesto (¡ue de utilidad pública fueren de una ejecución muy- sim-


ple ó imitación muy fácil, en vez del esclusivo de una patente
podrá el inventor pedir una recompensa que la Sustituya.
Artículo 14". Otro tanto podrá verificarse, cuando el inven-
tor prefiere, la honra de hacer á la nación gozar desde luego de
los frutos de su descubrimiento, y las recompensas serán con-
tratadas y fijadas en proporción de la respectiva, utilidades una
vez que sea notoria é importante.
Artículo 15 . Cuando alguna persona descubriere un nuevo
u

medio de perfeccionamiento para una invención ya garantida


por una patente, obtendrá, si pidiere, una otra patenie para el
ejercicio privativo de dicho medio, sin que por eso le sea permiti-
do bajopretesto alguno ejecútalo hacer ejecutar la invención prin-
cipal, y recíprocamente el inventor no podrá ejecutar ni hacer
ejecutar ese nuevo medio de perfeccionamiento, salvas las con-
venciones que entre sí verificasen.
Aitículo 10°. La propiedad de la invención en caso de con-
testación entre dos patentes relativas a un mismo objeto es ad-
quirida por aquel (¡ue primero hizo las declaraciones y depósitos
exigidos por el articulo 4 .
o

Y para que llegue á noticia de todos, publíquese en ia forma


de estilo, y dése al Repertorio Nacional. Asunción, Mavo 20
d e l 845.
( D A R L O S ANTONIO LOPES,
A N D R É S GIIiT,,

Secretario del Supremo Gobierno,


" ;' [611

El Supremo Gobierno de la República.


Considerando qne conviene promover y cultivar la amistad
buena inteligencia y armonía con las Potencias estrañas, y que
con este intuitu es consiguiente instruir á las Autoridades nacio-
nales del sistema que sigue, y que hará observar en protección
de los subditos estrangeros por virtud, y e n conformidad de las
Leyes fundamentales del Estado, y de sus principios políticos y
comerciales, decreta que se observen puntualmente las siguien-
tes disposiciones.
Artículo I . El Supremo Gobierno de la República man-
o

tendrá como principio general é inalterable en sus relaciones


políticas con las Potencias estrañas una perfecta y absoluta
neutralidad, de modo que en identidad de caso y circuntancias
no concederá á una Nación privilegio, franquicias, ni ventajas
algunas, que no sean concedidas á otras.
Artículo 2 . E n consecuencia todo y cualquier estrangero
o

podrá llegar á los puertos de la República abiertos al comercio


esterior, y verificar sus transaciones mercantiles con entera
libertad.
Artículo 3 . Por ahora y mientras el Gobierno considere
o

subsistentes las circunstancias que le obligaron á habilitar dichos


puertos para los estrangeros, no podrán estos internarse en otros
lugares sin una licencia especial del Gobierno.
Artículo 4 . T o d o estrangero durante su permanencia en la
o

República gozará de la mas completa libertad en su tráfico y


en el ejercicio de su industria y a r t e : su persona gozará igual-
mente de la mas completa protección y seguridad, una vez qus
respete las Autoridades, y las Leyes del Estado.
Artículo 5 . T o d o estrangero es escento de servicio militar
o

obligado de tierra ó agua.de exacciones ó requisiciones militares,


de contribuciones estiaordinarias, y solo pagarán las ordinarias
establecidas para los nacionales, con la pequeña diferencia que
la Ley señale entre nacionales y estrangeros.
Artículo 6°. Ningún estrangero será perseguido ó molestado
por motivos de religión, con calidad de que su cuito especial no
podrá ser público, y de que ellos respetaran la del Estado en
sí. en sus ministros, lo mismo que en sus usos y costumbres
;,úb!ÍcT,s.
[<*j

Artículo 7°. Los estrangeros no son obligados á cometer sus


negocios á persona alguna, ó corredores: el ios gozan á este
respecto de las mismas garantías que los nacionales.
Artículo 8°. Los capitales, frutos y bienes de cualquier clase
de los estrangeros residentes en el territorio de la República, es-
ten confiados al Estado ó á particulares,serán respetados é invio-
lables en paz y en guerra.
Artículo 9°. En conformidad con el principio reconocido en
el artículo anterior en caso de un rompimiento entre la Repú-
blica y alguna nación estrangera, los subditos ó ciudadanos de
esta, residentes en los dominios de la República podrán perma-
necer en ellos, y continuar su comercio é industria sin interup-
cion, conduciéndose con la debida fidelidad y no violando de
modo alguno las Leyes y disposiciones vigentes.
Artículo 10°. Por la esportacion de frutos de la República
no pagarán impuesto alguno superior al que pagaren los nacio-
nales.
Artículo 11°. El Supremo Gobierno de la República puede
hacer salir de ella, sea en paz, ó en guerra, todo estrangero que
por su mal comportamiento diere lugar á esta medida, debien-
do concederla un término prudente para arreglar sus negocios.
Artículo 12°. Todo estrangero residente en la República
tiene el derecho de disponer de sus propiedades, sea por testa-
mento, ó en la forma que tuviere por conveniente.
Artículo 13°. En caso que algun estrangero falleciere en el
territorio de la República sin haber hecho su última disposición,
ó testamento, sus bienes se conseí varán en la forma que orde-
na el articulo siguiente para sus herederos ab intestato, ó para
sus acreedores, si aparecieren.
Artículo 14«. En el caso del artículo anterior, es decir, del
fallecimiento de algun estrangero sin testamento, el Juez de su
distrito asistido de dos individuos honrados de la misma nación
<jue el fallecido, y por falta de estos, con dos vecinos, procede-
rá á la posible brevedad á formar inventario prolijo de todos
los bienes que hubiere dejado, y poniéndolos en seguridad, dará
cuenta al Gobierno con el inventario para que provea el depó-
sito, segun permita la naturaleza de los bienes.
Articulo 15°. En seguida se anunciará por la prensa el di-
•nho fallecimiento intestado para conocimiento de los interesados.
t«3 i

Si alguno se presentare como heredero ó acreedor, será oido


por los trámites de derechos.
Artículo 16°. Cuando no aparecieren interesados, ó los pro-
cesos se demoraren, de suerte que los bienes puedan deteriorar-
se se pondrán en almoneda pública, y su producto se deposi-
tará á cargo del Tesorero y Colector general.
Artículo 17°. E n caso que los interesados no acrediten legal-
mente sus pretensiones, ó no aparezcan dentro de dos años de
la data de la publicación ordenada en el anterior artículo déci-
mo quinto; pasado este plazo, el depósito quedará adjudicado
al Tesoro nacional.
Artículo 18°. Lo bienes que fueren entregados á estrangeros
descendientes ó ascendientes legítimos de estrangeros testados ó
no testados, pagarán en el acto de la entrega el impuesto de
cinco por ciento. Cuando fueren entregados á cualesquier
otros estrangeros sucesores que no sean desendientes, ó ascen-
dientes, sea por virtud de testamento ó de sucesión intestada,
pagarán diez por ciento.
Y para que llegue á noticia de todos, publíquese en la forma
de estilo, y dése al Repeí torio Nacional. Asunción Mayo 20
de 1845.

CARLOS ANTONIO L O P í Z .
ANDRÉS GILL,

Secretario del Supremo Gobierno,

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