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VIOLENCIA
INTRAFAMILIAR
Detección, Diagnóstico
y Tratamiento
I.ANTECEDENTES
3
II.LA VIOLENCIA HACIA LA MUJER Y SU REPERCUSIÓN EN LOS
SERVICIOS DE SALUD 4
III.CONCEPTOS GENERALES 8
1. La Violencia Intrafamiliar 8
Manifestaciones de violencia en la pareja 8
INTERVENCIONES COMPLEMENTARIAS 26
2. Estrategias de protección en casos de peligro de muerte o lesiones graves 27
3. En caso de existir riesgo de suicidio 27
4. En caso de riesgo de homicidio 27
5. Procedimientos Judiciales en casos VIF
28
INTERVENCION PSICOSOCIAL GRUPAL DE VIOLENCIA INTRAFAMILIAR 30
Objetivos de la Intervención Psicosocial de Grupo en Violencia Intrafamiliar 31
INTERVENCIONES INDIVIDUALES 32
Objetivos de la Intervención Individual 32
Características de las consultantes derivadas a atención individual 32
INTERVENCIONES FAMILIARES 33
VISITA DOMICILIARIA 34
Objetivos de la Visita Domiciliaria 34
INTERVENCIONES PARALELAS 36
Tratamiento farmacológico 36
Consulta Social y Jurídica 36
Redes Primarias y Grupos de Autoayuda 37
FLUJOGRAMA 38
Bibliografía 40
Desde un análisis epidemiológico los fenómenos más frecuentes de violencia familiar suelen
ser el maltrato y/o abuso sexual de los niños, el maltrato a los ancianos y la violencia hacia la
mujer.
La violencia hacia la mujer en el ámbito doméstico, también conocida como maltrato a la esposa
o conviviente, es una de las facetas del problema global de violencia familiar y de la violencia de
género.
La violencia contra las mujeres es un problema de salud pública que ha alcanzado proporciones
epidémicas. El reciente Informe Mundial sobre la Violencia y la Salud, el primero en su tipo que
aborda la violencia como un problema de salud pública en todo el mundo, señala que son las
mujeres las que corren más riesgos en entornos domésticos o familiares.
Casi la mitad de las mujeres que mueren por homicidio son asesinadas por sus maridos o
parejas actuales o anteriores, un porcentaje que se eleva a 70% en algunos países. Una de
cada cuatro mujeres será víctima de violencia sexual por parte de su pareja en el curso de su
vida. La mayoría de las víctimas de violencia física se ven sometidas a múltiples actos de
violencia durante largos períodos y en una tercera parte o en más de la mitad de estos casos se
producen también abusos sexuales. Según el informe de la OMS, en algunos países hasta una
tercera parte de las niñas señalan haber sufrido una iniciación sexual forzada.
La violencia en el hogar es la principal causa de las lesiones que sufren las mujeres entre 15 a
48 años de edad en el mundo. (Organización de Naciones Unidas)
A escala mundial, la problemática poco a poco ha ido alcanzando la validación que le compete
y se ha ido visualizando como un problema de orden público y no privado como lo fue en sus
El estudio de la ONU anteriormente nombrado, arroja datos importantes para América Latina,
donde entre el 30 al 40% de las mujeres latinoamericanas ha sufrido algún tipo de violencia
intrafamiliar y una de cada cinco mujeres falta al trabajo por haber sufrido agresión física en sus
casas.
El fenómeno en Chile
En nuestro país, un 50,3%, es decir, la mitad de las mujeres chilenas actual o anteriormente
casadas, han experimentado situaciones de violencia en la relación de pareja alguna vez en la
vida. Se señala que el 16% ha vivido violencia psicológica y un 34% violencia física o sexual. A
raíz de estos datos se ha podido establecer por primera vez la prevalencia de la violencia sexual
en las relaciones de pareja, alcanzando un 14,9% de las mujeres chilenas , es decir una de
cada diez.
La violencia en la pareja está presente en todos los estratos sociales. El 38% de las mujeres de
estrato socioeconómico alto y medio alto, 44,8% de estrato medio y un 59,4% de estrato bajo y
muy bajo declaran haber sufrido algún tipo de violencia por parte de su pareja.
Desde 1994 existe una ley especial, la Ley de Violencia Intrafamiliar, que vino a acoger diversas
formas de violencia en el contexto de la vida familiar, especialmente aquellos actos que resulten
en daño físico leve y psicológico. Otras formas de violencia física y las de carácter sexual, están
contenidas en el Código Penal, que en el caso de estas últimas, se ha realizado una reciente
modificación con el fin de ampliar los tipos penales y establecer procedimientos más adecuados
. La presencia de normativas legales que tratan el problema, ha significado avanzar en la
desnormalización de la violencia, alcanzando dimensiones hasta hace muy poco tiempo no
cuestionadas, como por ejemplo la reciente tipificación de la violación marital, situación que
quedó incorporada como delito en la nueva modificación a la Ley de Delitos Sexuales.
La violencia está fuertemente asociada a alcoholismo y uso de drogas en mujeres (Koss, 1990
y Heise, 1993), asimismo a altos niveles de estrés y depresión, incluso llegando al suicidio: en
U.S.A. el 25% de intentos de suicidios de mujeres blancas y 50% de mujeres afro americanas
estaban precedidos de maltratos ( Heise, Pitanguy y Germain, 1994)
Según un estudio de Factores asociados a la violencia de Género (1992) en Perú, una de cada
tres mujeres que van al hospital de emergencia son víctimas de violencia familiar. En Shangai,
las causa de violencia doméstica son el 6 % de las lesiones graves y muertes y 4 de 5 veces
que una mujer requiere tratamiento psiquiátrico es una mujer que ha sido maltratada por su
pareja.
El estudio de prevalencia en Chile, citado anteriormente, un 42% de las mujeres que viven
violencia física, reconoce haber quedado con algún tipo de lesión física. La presencia de sínto-
La violencia en la pareja tiene un alto impacto negativo en la salud mental de las mujeres: En
nuestro país, el último estudio de prevalencia realizado, estableció que las mujeres que viven
violencia experimentan el doble de síntomas de trastornos de salud mental, en comparación
con el grupo de mujeres que no reporta haber vivido situaciones de violencia (U. de Chile,
2001).
Esta realidad se ha ido confirmando según los resultados preliminares de la evaluación del
“Programa de Detección, Diagnóstico y Tratamiento de la Depresión en APS”, implementado en
el país en Centros de Atención Primaria. En la evaluación realizada por la Escuela de Salud
Pública de la Universidad de Chile, se estableció una relación estadísticamente significativa
entre depresión y violencia en la pareja. El 51,4 % de las mujeres (con pareja) usuarias del
Programa de Depresión refirieron haber vivido algún tipo de episodio de violencia, en los últimos
2 meses. La presencia de violencia de cualquier tipo está asociada con una mayor severidad del
cuadro depresivo.
∑ Más de la mitad de las agresiones que reciben las mujeres por parte de sus parejas originan
daño físico, y el 10% de las víctimas necesitan hospitalización o tratamiento médico de emer-
gencia.
∑ El 75% de las mujeres maltratadas que son identificadas inicialmente en consultas médicas,
sufrirán maltrato recurrente.
∑ Las mujeres que viven violencia de parte de sus parejas, acceden a los diversos servicios de
salud, representando porcentajes significativos de la demanda de atención.
∑ Del 22% al 35% de las mujeres que solicitan ayuda por cualquier motivo en salas de urgencia.
La mayoría es atendida en áreas de servicios médicos que no corresponden a traumatología.
∑ Del 19% al 30% de las mujeres atendidas por lesiones en salas de urgencias.
La violencia intrafamiliar debe ser considerada como un nivel de categoría diagnóstica, ya que
su detección, diagnóstico e intervención considera procedimientos “sanitarios”, establece pro-
nósticos y agrupa sintomatología.
ÿ La violencia produce considerable daño y consecuencias negativas para la salud a una pro-
porción significativa de la población femenina (más de 20% en la mayoría de los países);
ÿ La violencia hacia las mujeres tiene un impacto negativo en la maternidad sin riesgo, la plani-
ficación familiar y la prevención de las enfermedades de transmisión sexual y la infección por el
VIH / SIDA;
ÿ Para muchas mujeres que han sido maltratadas, los trabajadores de salud son el principal o
único punto de contacto con los servicios públicos que pueden ofrecer apoyo e información.
Estos datos han llevado a que en distintas instancias internacionales y en la mayor parte de los
países se tomen acuerdos y se generen iniciativas orientadas a abordar la violencia como una
problemática de salud de alta prioridad.
Durante la 49a Asamblea Mundial de la Salud en 1996, los Estados miembros acordaron que la
violencia es una prioridad de salud pública. La resolución 4.925 de la Asamblea apoya las reco-
mendaciones efectuadas en las conferencias internacionales previas para acometer el proble-
ma de la violencia contra la mujer y la niña y abordar sus consecuencias para la salud.
Es así, como en los últimos años se han hecho cada vez más visibles algunas de las formas de
relación familiar que se organizan y mantienen en torno a la violencia, entre ellas reconocemos
como las más recurrentes a la violencia en la pareja y el maltrato infantil.
La violencia intrafamiliar ha sido definida como “un fenómeno en el cual, en un grupo social
doméstico, que mantiene una situación de amor y protección, una persona más débil que otra
es víctima de un abuso físico o psíquico ejercido por esa otra persona, en condiciones tales que
resulte difícil la implementación de recursos de control social que regulen o impidan esa prácti-
ca, por lo que tiende a repetirse”. (Larraín, S.1992).
Una consideración acerca de este tipo de violencia, tiene que ver con el hecho de que con cierta
frecuencia, este tipo de agresiones son realizadas de manera que no sean fácilmente visibles
por otras personas, por ejemplo, en partes del cuerpo cubiertas por la ropa. Así mismo, las
víctimas de abuso físico suelen, por distintos motivos, miedo y vergüenza, entre ellos, ocultar
las huellas que este tipo de agresiones deja en sus cuerpos.
Abuso psicológico o emocional, son aquellas conductas que por acción u omisión, se orientan a
causar temor, intimidar y controlar la conducta, los sentimientos y pensamientos de la persona
abusada. Se pueden distinguir dentro de esta forma de abuso, los insultos, garabatos, las des-
calificaciones, amenazas, extorsiones, manipulaciones, el control y restricciones de la libertad
personal, el abandono, etc. (Martínez, et. al., 1997).
Abuso sexual, consiste en la imposición de actos de orden sexual, contra la voluntad del otro
(Corsi, J., 1994). Se incluyen en este tipo de violencia, las relaciones sexuales forzadas, la
violación marital, el acoso o asedio sexual, la exposición a actividades sexuales no deseadas, la
manipulación a través de la sexualidad, etc. (Martínez, et. al., 1997).
El abuso sexual en la pareja, ha sido considerada como la manifestación más grave de violencia
conyugal, es un importante indicador de riesgo, así como también indica un mayor deterioro de
la relación de pareja. Vulnera gravemente los límites personales, generando profundos senti-
mientos de confusión e indefensión en quienes sufren este tipo de abuso.
Abuso financiero se refiere a las conductas orientadas a privar al otro de sus necesidades
básicas y puede manifestarse a través de la privación económica, la extorsión, la apropiación de
bienes o de dinero, entre otras.
Una forma frecuente de abuso financiero hacia la mujer, lo constituye el control económico
cotidiano, en el que el cónyuge deja diariamente dinero insuficiente para cubrir necesidades de
la mujer y/o del grupo familiar completo, lo que muchas veces está en función de controlar la
movilidad de la mujer y su posibilidad de establecer contacto con el mundo externo. Esta forma
se instala generalmente en relaciones caracterizadas por un fuerte nivel de dependencia, que
forma parte de una dinámica más compleja en la que las personas perciben que no pueden salir
de la situación de violencia o que no poseen en si mismas los recursos necesarios para hacerlo
Las emociones en su despliegue tanto normal como patológico llevan a cambios corporales
importantes. Cuando las emociones se encuentran desestabilizadas en forma crónica o cíclica
se produce daño en el ámbito de los sistemas.
Así niveles altos de despertar autonómico resultan en angustia con sus signos asociados: ten-
sión muscular, palpitaciones, alza de la presión arterial, dificultad respiratoria, diarrea. Al pre-
sentarse en forma crónica nos encontramos con alteraciones cardiacas, respiratorias y
gastrointestinales.
Vergüenza y humillación debido a la forma en la que ella ha sido tratada tanto en su historia
de vida y en muchos casos a la experiencia vivida en los Servicios de Ayuda a los cuales ha
acudido, muchas veces sin encontrar solución.
Pensar que ella merece el maltrato, que es culpable y no merece ser ayudada.
Querer proteger a su pareja. El puede ser su única fuente de amor y afecto cuando no es
violento y puede proveer el apoyo financiero para ella y sus hijos.
Falta de conciencia de que sus síntomas físicos son causados por el estrés de vivir en una
relación de maltrato.
Creer que sus lesiones no son suficientemente importantes como para mencionarlas.
Demostrar interés y preocupación por la persona, realizando las preguntas adecuadas con
una actitud respetuosa.
Expresar la comprensión por la complejidad de la situación que está viviendo y las dificulta-
des para enfrentarlas. Reconociendo la sensación de temor y peligro que la persona puede
estar viviendo en forma constante.
Establezca una relación previa con la persona, se recomienda que la aplicación del instru-
mento se realice después de haber atendido el primer motivo de consulta, es decir, en la
etapa final de la atención del profesional.
Pregunte en forma directa y no valorativa, usando lenguaje sencillo, sin temor. En realidad,
muchas mujeres están esperando silenciosamente que alguien les pregunte. S
Preguntas SI NO
¿Su pareja le ha hecho daño físico, por ejemplo: empujado, lanzado objetos,
dado cachetadas, arrastrado, tirado el pelo o le ha hecho cualquier otro daño
físico?
¿Su pareja actual la ha forzado físicamente a tener relaciones sexuales u
otros actos sexuales en contra de su voluntad?
¿Su pareja le ha insultado, humillado, rechazado, ridiculizado, controlado, le
ha hecho situaciones de celos?
La atención a mujeres que viven violencia intrafamiliar, es un proceso que se construye a partir
del diagnóstico, en el cual se diseña la intervención que incluye la coordinación de recursos
provenientes del ámbito terapéutico, social y legal.
La intervención debe ser construida en co-elaboración entre la persona y la/el profesional, de-
sarrollando un diseño de intervención integral, en relación con las distintas dimensiones evalua-
das y desde las necesidades definidas por la propia persona. Tiene una duración de dos sesio-
nes individuales de 60 minutos cada una.
La intervención integral toma en cuenta la caracterización con que una mayoría de mujeres se
presenta:
Establecer una relación de ayuda creando una atmósfera de confianza y respeto, en que la
consultante se sienta acogida, escuchada, comprendida y validada. Dejar de definir a la
mujer sólo como "víctima", significa incorporar una mirada integradora, que la reconozca
como individuo en todas las dimensiones, que le ofrezca la posibilidad de verse a sí misma
como un sujeto que participa de una relación que se ha ido construyendo entre dos. Una
relación que pretende ser de ayuda puede “terminar siendo de dependencia extrema por
Permitir que la persona exprese sus sentimientos, la persona que vive violencia en la pareja
se encuentra muy a menudo en un estado de crisis o confusión. Generalmente sus senti-
mientos son diversos: pena, rabia, odio, amor y sus deseos son igualmente ambivalentes,
recalcar la legitimidad de estas
Empatizar con ella sin perder de vista la conexión con sus propios sentimientos, de esta
manera se podrá desarrollar la relación de ayuda y será posible la desnormalización de la
violencia sufrida por la persona y reconocer los aspectos no identificados acerca de su
relación de violencia y de su participación dentro de ella.
Informar, cuestionar, contener, modelar, abrir nuevas posibilidades, mostrar nuevas formas
de comunicar las emociones y las opiniones y, por sobre todo entregar un modelo de rela-
ción alternativo a la violencia, donde la consultante sepa que puede decidir qué dice y qué
no, qué quiere o no hacer, etc. , sin sentirse evaluada ni agredida por quien la entrevista. El/
la entrevistador/a debe ofrecer la posibilidad de que la consultante se vea a sí misma como
un “otro” dentro de una relación que se va construyendo de a dos y que la reconoce como
persona en todas sus dimensiones.
Acoger y contener a la persona considerando que debe utilizar un instrumento con cuestio-
narios y el encuadre establecido que determinan un rol bastante activo y directivo por parte
del profesional a cargo de hacer la entrevista..
Encuadrar la entrevista cada vez que sea necesario o cada vez que la consultante intente
profundizar en algún tema, siendo acogedora y recordándole los objetivos de la entrevista y
a la vez ofreciendo otras sesiones posteriores para trabajar los temas con mayor profundi-
dad. Esto disminuye de manera importante la ansiedad de la consultante, se siente más
partícipe, entregándole desde un inicio cierto control en la relación de ayuda.
La/el profesional debe presentarse, y aclarar su rol dentro del proceso de intervención. Por
ejemplo, "Quiero informarle que yo estoy a cargo de .... desarrollar la entrevista, hacer el
seguimiento, llamarla para saber como está, desarrollar la atención grupal, usted me podrá
llamar si usted lo requiere, etc)"
La/el profesional deberá describir la entrevista y los objetivos de esta. Por ejemplo, "para
conocer lo que le está pasando y poder ayudarla en las posibles soluciones necesitamos
hacerle algunas preguntas personales. Esta entrevista está estimada para ser desarrollada
en dos sesiones de 45 minutos cada una, dentro de la cual veríamos en conjunto las alter-
nativas de continuidad y solución de su problema"
La/el profesional debe aclarar las limitaciones del proceso de Evaluación: Aclarar que no
será posible profundizar lo suficiente en todos los temas, por ejemplo, "es probable que en
algunos temas usted necesite mucho más tiempo para conversar. Esto será posible en otro
momento ya sea en nuestra institución como en las alternativas de atención que le propon-
dré."
La/el profesional debe consultar a la persona su parecer y acuerdo en los distintos puntos
del encuadre propuesto.
Realizar las preguntas en forma textual y entregar las alternativas de respuesta consigna-
das en el instrumento. Si la consultante entrega respuestas no consideradas, volver a leerle
las posibilidades para que escoja una de las planteadas en el instrumento.
Lo óptimo es que en la primera sesión se aborden el eje social y de violencia lo más comple-
tamente posible para dejar en la segunda sesión los otros ejes.
Eje Violencia
Eje Social
Eje Sintomático
Eje Personalidad
Este eje pretende dilucidar las características de la violencia en todas sus dimensiones. Desde
este eje se realiza la primera caracterización de la violencia y es la base para la intervención de
primer orden.
En este Eje, el ID considera, la presencia de cuatro tipos de violencia, dada las características
particulares que cada una de estas manifestaciones de abuso tiene. Es así como se han consi-
derado la violencia psicológica, física, sexual y económica.
La gradiente de menor a mayor gravedad (sombreado) que por el sólo hecho de estar presente
la conducta abusiva, independiente de su frecuencia, determina el peligro de daño severo o
peligro de muerte de la persona.
Las manifestaciones de agresión física de parte de la persona hacia su pareja, en los contextos
de las crisis o fuera de estas, nos entregan elementos para evaluar riesgo de lesiones e incluso
riesgo de homicidio hacia la pareja. Es de relevancia considerar esta situación, dada la existen-
cia de variados estudios que confirman la presencia de aumento de conductas de heteroagresión
en mujeres sometidas a abuso, sobre todo cuando este es de carácter severo.
El contexto de la violencia y la descripción del último episodio posibilita que la persona pueda
reconocer, si es así, las situaciones particulares en donde surge la violencia en la relación, lo
que en algunos casos puede posibilitar establecer ciertas estrategias de protección. Establecer
los desencadenantes, las situaciones que ocurren, las conductas de ambos y de terceros en la
situación, permite comprender la dinámica, desde la cual se favorezca la introducción de cam-
bios ya sea en las fases previas o en la crisis, tendientes a detener o disminuir las conductas de
abuso o lograr la protección de la persona y su familia.
La dinámica interaccional del abuso, evalúa la violencia activa hacia los hijos, estableciendo la
presencia de maltrato infantil Si en el diagnóstico se establece un contexto de sospecha de
maltrato infantil grave (maltrato físico y/o psicológico grave o sexual, se debe proceder a esta-
blecer los contextos de validación del maltrato y protección de los niños, priorizando en este
caso por quien/nes están en condiciones de menor protección y no tienen las herramientas para
protegerse por sí solos. En este tipo de caso se requiere aplicar los lineamientos técnicos desa-
rrollados por el Ministerio de Salud y establecer la coordinación interinstitucional para un abor-
daje adecuado de estos casos.
Los factores de riesgo de homicidio o lesión grave, el ID, incorpora el test de Campbell, dando
cuenta de los principales factores relacionados con peligro de homicidio o lesión grave. A mayor
presencia de estos factores aumenta el riesgo de lesiones graves e incluso de homicidio de la
persona. Las conductas de amenaza de muerte o percepción de ser capaz de hacerlo por parte
de la pareja, intento de ahorcamiento, tenencia de armas en la casa y uso de arma o amenaza
de uso, si se encuentran presentes constituyen por sí sólo factores de riesgo vital.
En este eje se indagan todos aquellos síntomas psíquicos y/o somáticos que estén presentes
en la persona. El eje sintomático nos permite diagnosticar el daño, y evaluar las condiciones de
la persona para enfrentar el proceso de salida de la situación de violencia.
Los Trastornos Depresivos es el primer grupo de síntomas a indagar, dada la importante rela-
ción entre VIF y Depresión, hemos recogido el instrumento aplicado en el Programa de Diag-
nóstico y Tratamiento de la Depresión, quienes han optado por utilizar los criterios diagnósticos
de la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10 para la Atención Primaria, que distin-
gue entre depresión leve, moderada y severa.
Los Trastornos Somatomorfos como grupo de síntomas que revelan el malestar psicológico y
es a través de los síntomas corporales que las personas solicitan ayuda al sistema de salud. La
depresión se puede manifestar encubierta por una gran variedad de síntomas físicos, predomi-
nantemente dolores y una serie de malestares.
En este eje se exploran las características sociales de la persona y su familia e incluye la perso-
na que ejerce abuso. La composición familiar y la cualidad de las relaciones primarias y secun-
darias, las características socioeconómicas, de vivienda, la salud, entre otros, nos permiten
evaluar las distintas problemáticas sociales que acompañan la violencia, o que constituyen
factores precipitantes o mantenedores de esta. Así también nos permiten diagnosticar los facto-
res protectores o los recursos, competencias y calidad de los vínculos con los que cuenta la
persona para el desarrollo de las estrategias de intervención.
Redes Sociales
La evaluación de las redes primarias y secundarias están ordenadas en 3 categorías:
Problemáticas de Salud
Presencia de problemáticas de salud de carácter grave, crónico o discapacitante de algún miem-
bro de la familia. La presencia de este factor determina en muchos casos la dificultad que la
persona para ampliar su actividad y autonomizarse lo que significa un importante desgaste
físico o emocional.
D) EJE PERSONALIDAD
La personalidad de la pareja de la persona permite tener una visión preliminar de las caracterís-
ticas psicosociales de pareja, su edad, nivel de estudios, oficio, actividad, y sus características
de personalidad, son de relevancia en función de establecer la presencia de recursos y habilida-
des personales, así mismo de factores protectores frente a la violencia intrafamiliar.
También se indagan factores de riesgo vital como ideación e intento de suicidio, como los ante-
cedentes de violencia generalizada, conducta delictual, consumo de alcohol, entre otras. Es
importante establecer si la pareja de la persona presenta condiciones de responder al control
social, sea o no con la judicialización.
D) EJE JURÍDICO
Esta dimensión implica caracterizar desde el punto de vista de los derechos y desde el marco
jurídico la situación de violencia que está viviendo la persona, las implicancias más globales en
función de determinar las herramientas jurídicas que se aplican en el caso, incluyendo las obli-
gaciones que como profesionales de la salud, tenemos en el caso.
Este eje se refiere a las dinámicas particulares de la relación de pareja, tales como la pauta
relacional en la que emerge y se mantiene la violencia, su descripción, patrones de simetría y
complementariedad, características de los límites en el sistema familiar. La pauta interaccional
en el último episodio, los contextos de aparición y mantención de la violencia, son los aspectos
más relevados para la fase Diagnóstica, sobre todo para ser considerada en la intervención de
Primer Orden, sin desmerecer que este aspecto será incorporado en las siguiente fase de inter-
vención, como lo es el Grupo de intervención en VIF.
F) EJE GÉNERO
En esta dimensión se incluyen aspectos de la individualidad que tiene que ver con la especifici-
dad de la representación cultural de los roles femeninos y masculinos. En el Instrumento Diag-
nóstico se recoge sobre todo aspectos de adscripción al rol femenino tradicional, como atribu-
ción de explicaciones respecto de la violencia en la pareja, sin desmerecer que este aspecto
será incorporado en las siguiente fase de intervención, como lo es el Grupo de intervención en
VIF.
Finalmente otro aspecto a considerar se relaciona con los repertorios desarrollados por la
consultante para salir de la problemática. Por una parte nos muestra explícitamente el nivel de
movimiento que ha realizado la usuaria, situándolo como un potencial recurso. Conocer esas
acciones y sus resultados nos puede aclarar, la actitud frente a este "nuevo intento", por ejem-
plo cuando las acciones han sido "victimizadoras". Además nos entrega datos relevantes res-
pecto a acciones familiares, comunitarias, jurídicas que son posibles de recuperar, que en de-
terminado momento resultaron o aquellas que no han sido eficientes.
Es necesario abordar el motivo de consulta que trae la consultante, para clarificarlo y focalizarlo
en la situación de violencia que ella se encuentra viviendo con su pareja considerando la mayor
parte de los elementos de la historia de la relación que ayuden a que ella contextualice su
experiencia.
Desde el relato de la consultante entonces, en conjunto con las intervenciones que apuntan a la
toma de conciencia de la violencia y a la conexión emocional, se relacionan sus peticiones con
las orientaciones de el/la entrevistador/a y con las nuevas informaciones que se han ido dando
durante la entrevista, incorporando, la situación de violencia generando un compromiso de cambio
propio en la mujer que vive esta situación.
Es importante que, junto con devolver el diseño, el cual debe ser co-construido, como hemos
dicho, también con relación a la petición de ayuda de la consultante, se vincule a la mujer a
instancias de apoyo atingentes a su situación y a las necesidades que ella haya definido duran-
te las entrevistas de Diagnóstico, sean estas de apoyo legal, social, hacia redes institucionales.
Es desde esta instancia que se trabaja la derivación a Grupo Psicosocial de intervención, por lo
que se requiere explicitar los objetivos y características principales del mismo. En esta etapa es
de interés trabajar un Contrato Terapéutico que incorpora la definición del compromiso de asis-
tencia y puntualidad al trabajo grupal por un total de 12 sesiones, propiciando la responsabilización
de la propia consultante de su proceso de tratamiento y acordando una evaluación posterior
que pueda determinar la ampliación de este o bien el alta de la consultante.
La derivación y/o vinculación a otras instancias de apoyo debe ser trabajado con la consultante,
desde aspectos más concretos como lo son informar de el lugar definido, número de teléfono,
nombre de la profesional a cargo de grupo, hoja de derivación, etc. hasta aspectos más inter-
nos, que aumenten la probabilidad de la continuidad del tratamiento. Es importante informar de
las futuras modalidades de intervención y relevar la necesaria continuidad en la petición de
ayuda, en función de efectivamente modificar la relación de violencia.
INTERVENCIONES COMPLEMENTARIAS
1. Plan de Protección
En todos los casos de violencia, hay que considerar la co-construcción con la persona un plan
de protección que signifique lograr este objetivo, en el entendido que detener la violencia en la
relación, constituye la primera etapa del proceso de intervención, más allá que suele ser un
objetivo permanente en todo el proceso.
El Plan de Protección pude requerirse en cualquier etapa del proceso de intervención, sin em-
bargo es en la Fase Diagnóstica donde se aplicará de manera mayoritaria a las consultantes.
La elaboración en conjunto con la persona se hace central en los casos donde el proceso de
evaluación nos ha mostrado que existe una situación de peligro de muerte o lesiones graves.
Cuando se está frente a un riesgo de homicidio o lesiones graves es importante ayudar a la
persona a desarrollar un plan de protección de manera detallada y donde de preferencia incor-
poremos a más personas cercanas de su red primaria como a otros profesionales del Centro de
Salud.
Acudir a sus familiares cercanos o amigos, tener a mano números de teléfono, hacer la denun-
cia correspondiente, tener algún lugar seguro donde acudir en caso de peligro. Si quien la
agrede no vive con la consultante, tomar las medidas de seguridad para proteger su vivienda.
Es importante que exista una red comunitaria activa que permita derivar a las mujeres que
necesitan protección inmediata, ya sea por riesgo de homicidio o de suicidio, tanto de ellas
como de sus hijos.
Frente a la existencia de sintomatología depresiva (mi vida no tiene sentido..), ideación suicida
actual o anterior (he pensado que lo mejor sería de que yo desapareciera..), intentos anteriores
de suicidio, planes concretos para el suicidio, es necesario contactarse de inmediato con algún
familiar o persona cercana a la víctima (excluyendo a quien ejerce abuso). Solicitar una
interconsulta psiquiátrica. Hospitalización u otra forma de protección de la persona e informar a
la consultante del riesgo que corre y alentarla a buscar un lugar de permanencia temporal alter-
nativa.
Intentos anteriores de homicidio por parte de quien ejerce abuso o amenazas concretas, dispo-
nibilidad de armas u objetos contundentes y temor inminente de que esto puede ocurrir por
parte de la víctima o por comentarios de personas cercanas a ella aún cuando ella misma lo
minimice. Aumento de intensidad y frecuencia de las agresiones,
El Plan de Protección debe considerar la denuncia judicial, la que dependiendo de las caracte-
rísticas de la situación de violencia, presenta procedimientos y competencias distintos, al mis-
mo tiempo de plantear responsabilidades distintas de parte de los profesionales frente a los
hechos.
En los casos no constitutivo de delito los que incluyen violencia psicológica, física con pre-
sencia de lesiones leves, abuso económico y violencia sexual, no contemplada en acto de
abuso sexual o violación de parte de cónyuge o conviviente, todas estas manifestaciones
están abordadas en la Ley de Violencia intrafamiliar.
En los casos que la persona inicie procesos judiciales, brindar orientación de las instancias
comunales que realizan dicha función en estos casos(Centros de Asistencia Judicial) para
obtener asesoría legal, incluyendo la posibilidad de representación.
Casos constitutivos de delito. En el caso que la/el profesional se encuentre con una situa-
ción de violencia, maltrato físico, lesiones calificadas de menos graves, graves o gravísimas
a las que se asimilan las mutilaciones, la denuncia de éste recaerá en un Tribunal Criminal,
para iniciar el proceso penal destinado a sancionar al autor de tales lesiones. Este Tribunal
contará con la posibilidad de aplicar medidas precautorias con que cuentan los Tribunales
de Violencia Intrafamiliar, al aplicar la Ley de VIF. En estos casos, el agresor debe ser
inmediatamente detenido u objeto de alguna de las medidas cautelares previstas en la Ley
de VIF.
Las personas llamadas a denunciar estos delitos, que se enmarcan dentro del concepto de VIF,
Delitos de Acción Pública. (Código de Procedimiento Penal) son: La ofendida y toda persona
que tenga conocimiento de los hechos y los profesionales de la salud que tomen conocimiento
de los hechos y cuenten con la evidencia del caso, en el ejercicio de su actividad.
En este tipo de casos es de importancia que junto con proceder en la obligación legal que
tienen los profesionales, soliciten del mismo modo asesoría jurídica de las instancias espe-
cializada, para la continuidad del proceso.
Este tipo de casos deberán ser derivados a instancias de nivel secundario que cuenten con
intervención especializada, de preferencia multidisciplinario o que trabajen estrechamente
con las instancias jurídicas de la comuna, dada la necesidad de que estos casos sean
patrocinados y respaldados por profesionales desde las distintas dimensiones que implica
su protección y reparación.
Casos de Violación o Abuso Sexual. En el evento de que nos encontremos frente a un caso
de violación o abuso sexual, Ley 19.617 (uso de la fuerza o la amenaza), en el contexto de
la vida de pareja, siempre será la justicia criminal la que intervenga, ya que este tipo de
maltrato constituye delito.
De ser tomada la decisión de denunciar los hechos, ya sea en caso de evidencia física o
psicológica, o de ambas, constitutivos de abuso sexual intrafamiliar, será de alta conve-
niencia que la denunciante sea respaldada y asesorada por abogado especialista en VIF.
Cuando hay evidencia física del abuso, como desgarros o sangramientos, la Ley 19.617
obliga a los establecimientos de salud, públicos y privados a hacer los reconocimientos,
Es importante informar a la persona que decide denunciar, la necesidad de que cuente con
asesoría jurídica de las instancias especializadas de la comuna, dada la complejidad proba-
toria y procesal de esta acción. Luego de hecha la denuncia será necesario ratificarla ante el
Tribunal del Crimen que la reciba, a fin de que con este impulso procesal se siga adelante
con el procedimiento criminal correspondiente.
Las evidencias físicas facilitan la obtención de las medidas de protección pertinentes, con-
templadas por la Ley 19.617, que da la posibilidad a los Jueces del Crimen de decretar
estas medidas, entre las que se cuenta como principal la de expulsión y prohibición de
acercamiento e ingreso al hogar, al trabajo o establecimiento educacional por parte del
agresor.-
Sin embargo para estos casos, se sugiere iniciar un proceso paralelo en los Juzgados Civi-
les, para obtener medidas de protección, dada la dificultad probatoria de la existencia del
delito y lo prolongado de los procesos.
Las personas llamadas a denunciar delitos sexuales (Ley 19.617) son: La ofendida, Los padres,
abuelos, Los guardadores, quien los tuviere a su cargo, Los educadores, Los médicos, otra
persona que tuviere conocimiento del hecho en razón de su actividad.-
Por otra parte este instrumento recoge aspectos de la transferencia que la persona o situación
de la afectada por VIF genera en la evaluador/a. Estos aspectos son necesarios de trabajar con
quienes realizan la Consultoría u otro profesional pertinente.
Más allá de aspectos prácticos, como la mayor cobertura o la capacidad de absorber la deman-
da de manera inmediata, la intervención grupal se presenta un sinfín potencialidades en el
proceso de sanación de las mujeres que viven una relación de violencia en la pareja.
Esta constituye una modalidad de atención específica para ser brindada a Mujeres con violen-
cia intrafamiliar de carácter Leve a Moderado sin factores de riesgo vital. Consta de 12 sesio-
nes, cada una con una duración de 2 horas, precedida de una sesión de control, para la realiza-
ción de la reevaluación del caso y del cierre del proceso.
INTERVENCIONES INDIVIDUALES
Este tipo de intervención específica está considerada para ser brindada a Mujeres que no cuen-
ten con los requisitos para el grupo en VIF, pero que reúnen las condiciones para ser tratadas en
Atención Primaria.
Esta modalidad de intervención se considera para casos que inicialmente requieran sesiones
individuales previas al ingreso a Intervención Psicosocial Grupal. También para aquellas perso-
nas que por distintas razones no han progresado en los ejes sintomático y de violencia, en la
Intervención Grupal.
Se puede observar que para algunas personas el trabajo grupal no constituye un espacio ade-
cuado desde el cual desarrollar su proceso de intervención en la violencia familiar. Por otra
parte, existen ciertas condiciones o características en algunas mujeres, que pueden dificultar el
trabajo colectivo.
Otras mujeres verbalizan por primera vez su situación de violencia, por lo cual necesitan de un
espacio de mayor contención e intimidad, por lo menos inicialmente. Se observan casos en que
la profesional identifica en la mujer un estado transitorio de desborde emocional que haría com-
pleja su participación en el desarrollo del grupo. En estos casos se sugiere a la persona asistir
a un período corto de sesiones individuales, antes de acceder a un trabajo terapéutico grupal.
Las mujeres que requieren una atención individual son principalmente aquellas que requieren
de un trabajo de contención y estructuración de su estado psicoemocional, previo a la interven-
ción grupal. Se ha observado que cuando las consultantes se muestran muy angustiadas en la
sesión de ingreso, derivarlas inmediatamente a intervenciones grupales aumenta la posibilidad
de deserción, ya que el grupo no constituye el espacio adecuado para que ellas reciban la
contención que requieren. Por otra parte, en ocasiones, la relación de violencia es de carácter
leve a moderado, pero la consulta se produce inmediatamente después de una crisis, por lo que
es necesario permitir y facilitar la descarga emocional que la situación conlleva.
Se trabaja también en atención individual, con las usuarias que inicialmente muestran dificultad
para su inserción en trabajo grupal. Esto se produce muchas veces por el desconocimiento que
tienen respecto a un trabajo de este tipo, por lo que en la fase de Diagnóstico e Intervención de
Primer Orden, se explica detalladamente a la mujer en qué consiste. Si pese a ello persisten las
resistencias, se le deriva a la atención individual, con el objeto de disminuir la posibilidad de
deserción y la sobrevictimización que podría implicar no respetar su petición.
Debemos señalar que hemos considerado el trabajo individual como complementario del traba-
jo grupal. En esta línea, algunas mujeres podrían recibir ambos tipos de atención en forma
paralela, obteniendo los beneficios particulares que cada uno tiene para su proceso de trata-
miento.
INTERVENCIONES FAMILIARES
La intervención integral a mujeres afectadas por violencia familiar, puede verse beneficiada de
manera significativa con la realizaciones de intervenciones familiares, entendida esta como la
inclusión de otras personas significativas en la intervención individual, ya sea del sistema fami-
liar u otros de la red primaria, en función del logro de los objetivos de intervención. Es recomen-
dable que no se incluya a quien ejerce abuso, dada las posibilidades de que se reproduzcan las
dinámicas de abuso en la intervención profesional.
VISITA DOMICILIARIA
La evaluación de las distintas dimensiones del problema puede requerir complementar la entre-
vista diagnóstica, con la realización de una Visita Domiciliaria, intervención que es utilizada
sobre todo en casos donde hay presencia de factores precipitantes o mantenedores de carácter
social o familiar que hayamos considerado relevantes de profundizar.
La Visita Domiciliaria, descrita en salud, como “el conjunto de actividades que tiene por objeto pro-
porcionar una atención sanitaria al individuo y a la familia en su domicilio, de acuerdo a sus necesi-
dades, asumiendo con ellos la corresponsabilidad del cuidado continuo e integral, en coordinación
con los demás miembros del equipo y servicios sanitarios y sociales”, constituye una modalidad
necesaria para un número significativo de casos de violencia en la familia, la que aporta variados
beneficios a la consecución de los objetivos de intervención en violencia en la familia.
La modalidad de la Visita Domiciliaria esta determinada por las características de cada caso. En
algunos la función principal se relaciona con la necesidad de investigar y evaluar, en otros, en
desarrollar una intervención en terreno de carácter relacional o educativo.
En términos generales las Visitas Domiciliarias se conciben a ser realizadas durante la Fase
Diagnóstica. Sin embargo en un número no menor pueden ser consideradas en un contexto de
abandono al tratamiento, sobre todo si los indicadores de violencia no han cesado.
∑ Buena evolución sintomática pero donde la VIF persiste, se requiere que la persona sea
analizada en reunión clínica o evaluada en Consultoría de VIF por especialista, previo consen-
timiento informado. Es importante considerar, los tiempos y ritmos de las personas. En estos
casos considerar la ampliación del Plan de Intervención de 4-6-8 sesiones, si fuere necesario.
∑ En los casos en donde persisten los síntomas en los ejes sintomático y VIF, o se agravan, se
requiere la evaluación de Consultoría, donde se puede considerar todas las alternativas anterio-
res como también la modificación del diseño de intervención, lo que considere la derivación
asistida del caso a Nivel Secundario.
Estas modalidades resultan convenientes para casos con recaída o refractariedad durante el
proceso de intervención de primer orden (1era y 2da Entrevista) y en etapas previas al alta.
INTERVENCIONES PARALELAS
Tratamiento farmacológico
El tratamiento farmacológico para los distintos trastornos que las consultantes del Programa de
intervención Integral de mujeres afectadas por violencia intrafamiliar, es paralelo a la interven-
ción psicosocial grupal o individual. Este tratamiento medicamentoso debe considerar el con-
texto de abuso que vive la persona, por lo que deberá observar el funcionamiento de este en
relación a que sus recursos personales puedan quedar restablecidos en función de protegerse
frente al abuso de que es objeto.
Si a pesar de las consideraciones que la intervención de primer orden tiene, desde el punto de
vista de integrar intervenciones desde el eje social, destinadas a lograr protección y restablecer
recursos personales y sociales, es posible que la consultante requiera de una intervención es-
pecífica de la Trabajadora Social, especialmente en casos donde este eje está muy comprome-
tido o donde los recursos personales de la persona son escasos.
En la Consulta Social se abordan y apoya a las mujeres en problemáticas asociadas que repre-
sentan obstáculos para la salida de la situación de violencia o bien constituyen estresores socia-
les que favorecen la violencia. Se las apoya fundamentalmente desde un enfoque de redes, en
su inserción laboral, en estimular su autocuidado, con derivación y coordinación con otras insti-
tuciones de salud, se activan recursos de la red primaria, familia de origen, hijos adultos, u
otros, se contacta con otros programas de la red social.
Los contenidos o información respecto a los derechos de la persona y normativas que abordan
la violencia en la familia, son parte de los recursos de intervención en todo el proceso de aten-
ción. Sin embargo es probable que en el 50% de los casos las consultantes requieran de una
orientación especializada e incluso de representación legal, por lo que la derivación y coordina-
ción hacia el intersector jurídico es gran importancia.
La atención legal, está dada por una parte desde las necesidades definidas por la propia perso-
DENUNCIA
EXAMEN CLINICO
INTERVENCION TRATAMIENTO
PSICOSOCIAL FARMACOLOGICO JUZGADO DEL
DEPRESION EVALUACION E
GRUPAL INTERVENCION CRIMEN
VIOLENCIA AMBULATORIA POR CORPORACION DE
INTRAFAMILIAR ESPECIALISTA ASISTENCIA JUDICIAL
12 Sesiones Constatación de lesiones,
intervención clínica y psicosocial
individual y/grupal
Coordinación intersectorial
Derivación Atención
1 o 3 SESION/ES Hospitalaria
DE CONTROL
Evaluación
Sintomática 80%
CONSULTORIA CONSULTA
MEDICA
CONSULTA SM
FAMILIAR 20%
RED DE
ALTA APOYO SOCIAL
GRUPO DE
INTEVENCION EN TRATAMIENTO
VIF (12 Sesiones) FARMACOLOGICO Nivel Secundario
PSICOLOGO, A. SOCIAL A.P.S. (COSAM, CRS, CDT,
ENFERMERA Serv. Psiquiatria).
Resolucion
Depresion Severa
Atención Especialista VIF
Monitoreo Jurídico
INTERSECTOR
Centro VIF Equipo Esp. VIF
∑ Corsi, J. (1992) "Modelo integrativo para la Violencia Familiar". en Ferreira, G. Hombres Vio-
lentos. Mujeres Maltratadas. Ed. Cuatro Vientos. Buenos Aires. Argentina.
∑ Corsi, J. (1992). "Algunas Cuestiones Básicas Sobre Violencia Familiar". Material de estudio,
Universidad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
∑ Martínez V., Vargas E., Vargas M., Ulloa M., Walker C.: “Estudio Doctrinario sobre la Ley de
Violencia Intrafamiliar”; Informe Final, Sernam, Santiago Diciembre de 1996.
∑ Ravazzola, C., Historias infames: el maltrato en las relaciones, Editorial Paidos, Buenos Aires,
1997)
∑ Rodríguez Collao Luis: Delitos Sexuales.- De conformidad con las Modificaciones Introduci-
das por la Ley 19.617 de 1999, Edit. Jurídica de Chile 2000.-
AUTORAS
Valentina Martínez Molina
Terapeuta Familiar
Centro Clínico
Corporación
CO - AUTORAS
Carla Fischer Canessa. Psiquiatra, Psicoanalista.
Johanna Narr. Psicóloga.
Carla Crempien Robles. Psicóloga.
Fabiola Maldonado. Abogada.
Lucy Pofald
Psicóloga
Unidad de Salud Mental
Servicio de Salud Metropolitano Occidente
EQUIPO DE TRABAJO