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“DOCTORCITOS”
Ensayos de sociología y antropología jurídica
Presentación 9
Prólogo 11
Hernán Pruden
Anexos
Anexo 1 Principales normas emitidas en el ciclo de
reformas del sistema judicial, 1992-2003 239
Anexo 2 Principales normas emitidas en el ciclo de
reformas del sistema judicial, 2006-2014 241
Anexo 3 Cuestionario de entrevista 243
Anexo 4 Presidentes de Bolivia de profesión abogado 245
Anexo 5 Profesión de los ministros de Bolivia,
1825-2003 249
8 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Índice gráfico
Presentación
Prólogo
Hernán Pruden
Nuestra investigación
En los trabajos compilados en esta publicación, nos acercamos a la
justicia desde el estudio de la interacción social de abogados, fisca-
les, jueces y ciudadanía, para aportar un diagnóstico a la reforma
del sistema judicial boliviano. En esa dirección, intentamos también
14 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
A futuro
Hace falta indagar sobre las posibles líneas de investigación para una
etapa futura. Por una parte, sugiero recabar los distintos diagnósti-
cos que se hicieron en los últimos 25 años sobre la justicia en Bolivia.
En la década de 1990, como parte de los preparativos para la refor-
ma de la justicia, se comenzó una serie de estudios financiados por la
cooperación internacional; sin embargo, cuando fuimos a buscarlos
al archivo y biblioteca del Ministerio de Justicia, nos sorprendió que
no estuviesen allí. Sería importante generar las condiciones para que
estén accesibles en el ministerio y puedan servir de materia prima en
la elaboración de políticas públicas.
Entre tales diagnósticos, los principales fueron: el estudio sobre el
funcionamiento del sistema penal en Bolivia, realizado en 1992 por
el Instituto Latinoamericano de Naciones Unidas para la Prevención
del Delito y el Tratamiento del Delincuente (ilanud), como parte de
los preparativos de la reforma del sistema penal; el estudio sobre la
justicia en Bolivia, llevado a cabo a fines de la década de 1990 por la
empresa consultora estadounidense Chemonics International Inc. y
los consultores del Centro de Asesoramiento Empresarial Multidis-
ciplinario (caem), financiado por la Agencia de los Estados Unidos
para el Desarrollo Internacional (usaid); el diagnóstico realizado a
principios del siglo xxi por la firma estadounidense dpk Consulting,
asociada a su par boliviana ecyt Bolivia s.r.l., sobre el proyecto de
reforma institucional del Poder Judicial; el proyecto de reforma ins-
titucional “Justicia para todos”, para la consolidación institucional
del sistema judicial, hecho también a principios de este siglo por el
Ministerio de Desarrollo Sostenible; el programa de administración de
justicia realizado por la firma estadounidense Checchi and Company
Consulting Inc. y financiado por usaid entre los años 2005 y 2010; y,
finalmente, el programa de fortalecimiento de la política pública de
administración de justicia plurinacional en Bolivia, desarrollado entre
el 2011 y el 2012 por la Comisión Andina de Juristas y financiado
por la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación (cosude).1
3 Datos según el reporte “World Prison Brief ”, realizado por The International
Centre for Prison Studies y el Institute for Criminal Policy Research de la
Facultad de Derecho de Birkbeck, parte de la University of London. En línea,
marzo de 2016.
4 S3, entrevista personal, 17 de diciembre de 2015.
5 Véase, por ejemplo: “Informe N° 73/01, caso 12.350, MZ Bolivia, 10 de oc-
tubre de 2001” (disponible en: https://www.cidh.oas.org/annualrep/2001sp/
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18 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
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20 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
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21
Abogados y pistoleros.
Crimen, política y justicia
en el Valle Alto (1875-1899)
Introducción
Los abogados conforman un eslabón esencial en la cadena de la
justicia y han tenido históricamente una posición privilegiada
en la sociedad. Al ser los intermediarios legales entre la sociedad
civil y el Estado, y entre los propios miembros de la sociedad civil,
desempeñaron un papel de gran importancia en la historia y en la
política de todas las naciones. Pensando en los Andes, las figuras del
“tinterillo” –el abogado profesional pero leguleyo y venido a menos o,
directamente, el abogado improvisado– y del “doctor” –el abogado
prestigioso– se han convertido en estereotipos ambiguos cargados de
significados contradictorios: pueden aparecer como explotadores del
pueblo, cómplices de la delincuencia –común o de “cuello blanco”–,
o como aliados de los sectores populares e indígenas. Al tener que
ver con el manejo de la ley, la abogacía decimonónica implicaba no
solo el acceso a la gran cultura letrada, a la ciudadanía y al ascenso
social –en el caso de los sectores populares–, sino que también
podía convertirse en el inicio de una carrera política o derivar en la
incursión en espacios de poder local o incluso en altos puestos de la
burocracia, aquello que en el siglo xix se llamaba “empleomanía”.1
Otro tema tenía que ver con la retardación de justicia, cuyas causas
eran varias. Una de ellas estaba vinculada al hecho de que los jueces
instructores tenían muchas tareas, particularmente en las provincias,
donde debían instruir decenas de sumarios que terminaban “dormidos”,
ocasionando efectos contrarios a la justicia:
Sobre cien juicios que surjen [sic] apenas veinticinco se ponen en curso con
un trabajo tardío y penoso. ¿Qué se han hecho los demás? Duermen el
sueño del olvido en los archivos de los actuarios. ¿Por qué? Porque la parte
civil se ha cansado de estar velando a la puerta de los Juzgados […] sin
poder alcanzar el éxito de sus litigios. Ha agotado su dinero, su paciencia,
su dolor, ha apurado todos los desprecios, todos los vejámenes y todo el
mal humor de los funcionarios cuyas huellas sigue constantemente. Y los
Jueces abrumados por el sin número de juicios que gravitan sobre ellos, se
esfuerzan desesperadamente para ponerse con el día, pero no pueden […].
Despertando por momentos del laberinto de sus ocupaciones, desean atender
a los sumarios que duermen, y con este objeto inquieren por la parte civil;
esta se ha perdido y solo el sindicado yace en la cárcel estenuado [sic] de
hambre y desnudez, esperando la decisión de su causa que no se mueve.
32 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
También pasaba que los pocos sumarios que se remitían a las salas
de acusación se devolvían a los jueces remitentes por su mala instruc-
ción, hecho que continuaba postergando la finalización de los juicios.
Así, el Poder Judicial, en la aplicación del procedimiento criminal,
incurría en dos extremos: la impunidad o la crueldad. Por una parte,
pocos delitos eran juzgados y muchos delincuentes paseaban libres;
por la otra, los funcionarios, queriendo a momentos mostrar celo,
hacían “prender a ciertos sindicados pobres” que no tenían “ningún
valimiento personal”, y estos iban a la cárcel “más tiempo que el que
la ley penal impone” (ibid.: 14).
Todo esto, siguiendo el documento de Alcócer, era muy peligroso,
pues “la impugnidad” despertaba “las pasiones”, agudizadas igual-
mente por “las dilaciones en el pesado curso de los juicios”. Además,
se exacerbaban “sentimientos de rencor y de venganza entre los
litigantes, quienes viendo la impotencia de las leyes” hacían “justicia
por sus manos propias”, cometiendo “otros delitos” y “sustituyendo” a
las autoridades competentes. Entonces, “el menosprecio de las leyes”,
que resultaba “de la imposibilidad de su aplicación”, conducía a los
hombres “a la barbarie”. Asimismo, “la impugnidad” era “el signo
inequívoco de la decadencia de las naciones”, pues “el orden social”
podía existir “solo por el respeto a la ley”. Alcócer añade en su texto:
“si las leyes duermen, las pasiones velan” y “los vicios y los crímenes
imperan”. El peligro de tal situación eran igualmente las “revolucio-
nes”: el Gobierno, “secundando la tiranía de sus empleados”, podía
hacerse “tirano a los ojos del pueblo”. De ese modo, “la excesiva
prolongación de los juicios”, junto con los otros problemas señalados,
exacerbaba las pasiones que después podían explotar “como una
tempestad” (ibid.: 12-16).
Por último, Alcócer señala que los delitos eran más frecuentes en
las provincias que en las ciudades, “en razón de los vicios y preocu-
paciones que fermentan en las masas bajo el aguijón de la ignorancia
y de la miseria” (ibid.: 18). En adición, sus reflexiones sintetizan de
modo ejemplar los problemas por los que atravesaba el sistema judi-
cial decimonónico boliviano en crisis y también cómo aquellos eran
vistos por la óptica de los jurisconsultos: una visión marcada por la
Abogados y pistoleros | 33
7 Por el estilo de redacción y otras señas, sospecho que tras este folleto anónimo
estaba José Quintín Mendoza, un célebre y escandaloso abogado liberal tara-
teño, excelente orador y gran escritor, también dueño y editor del periódico
El Siglo xx, además de diputado y senador. Pese a vivir peligrosamente con un
número de enemigos siempre en aumento, Mendoza encarnaba paradigmáti-
camente al gran “doctor” valluno, convincente, respetado y exitoso, quien de
cuando en cuando aparecerá en las siguientes páginas.
34 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Por otro lado, respecto al oficio de José Ignacio, cabe señalar que
el personaje principal de esta parte de mi historia casi nunca dejó de
ejercer la abogacía, aunque evidentemente carecía de la labia, la astucia
40 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Un primer punto clave del texto citado alude a que, si bien a veces
la gente común de los pueblos encubría a los bandidos, fueran aris-
tocráticos o plebeyos –pues los había de todo tipo–, lo hacía solo por
miedo. El segundo punto clave tiene que ver con que los considerados
bandoleros no eran ajenos a los pueblos donde operaban, no eran
“antisociales”, no vivían al margen de las sociedades pueblerinas y
rurales, sino en el corazón mismo de ellas, lo que dificultaba en gran
medida su captura, tal como reconocía el prefecto. Esta observación
resulta fundamental para comprender el fenómeno del bandidaje y su
profundo arraigo en la sociedad.
Soria Galvarro, en sintonía con las reflexiones que Manuel María
Alcócer hizo en 1872, también sostenía que el problema no era la falta
de “instituciones avanzadas” o de leyes, sino que aquellas no estaban
en correspondencia con el estado de “civilización” de la sociedad
boliviana. Por tanto, decía que, a veces, era necesario separarse de
las formas legales para obrar contra el crimen con más eficacia. No
obstante, el prefecto, lo suficientemente inteligente, planteó algo más
que “alejarse de las formas” y propuso cuatro medidas concretas:
‑‑ Modificar la Ley de Vagancia, acelerando sus procedimientos,
“a fin de que los declarados vagos […] pudieran ser trasladados
a las colonias”, donde faltaban brazos “para el progreso”. Con
esta medida, en criterio del prefecto, se apartaría al individuo
de “un ambiente peligroso” y se le crearía la “necesidad del
trabajo”.
‑‑ Establecer nuevas policías provinciales y, en el caso de la ciudad,
descentralizar el poder policial con oficinas especiales a cargo
de comisarios y subcomisarios en los cuatro extremos de la
capital.
‑‑ Construir cárceles seguras, pues, aunque ya se había inaugura-
do una nueva en la ciudad de Cochabamba –la penitenciaría
San Sebastián–, aún faltaba crear otras en las provincias.
‑‑ Reformar el sistema judicial, tomando en cuenta la falta
de celeridad en los procedimientos de sumario y plenario,
por un lado, y, por otro, la falta de independencia y firmeza
de los jueces que “seguros de la ineficacia de la ley y de la
impunidad de los reos, antes que someterlos con consideración
a las severidades de la justicia, los protegen para asegurar
su tranquilidad futura y evitarse represalias”. La reforma
planteada consistía en suprimir todos los juzgados de partido
Abogados y pistoleros | 53
15 El término “fusionismo” fue acuñado por los presidentes de la era del cau-
dillismo militar y, más tarde, resultó reivindicado por los conservadores para
oponerse al “federalismo” liberal (Peralta e Irurozqui, 2000: 29). Según James
Dunkerley (2006: 67), la palabra “fusionismo” también tenía el sentido de una
posible unión de sectores liberales y conservadores por iniciativa de Severo
Fernández Alonso, en su afán de fracturar al Partido Liberal y a título de redu-
cir la polarización.
Abogados y pistoleros | 57
dedicadas a sus aventuras. Sin duda, la comparación de Lara con estos per-
sonajes da una idea de la gran difusión que tenían en Bolivia las novelas de
folletín europeas que llegaban en traducciones españolas y mexicanas, tema
que alguien debería investigar.
20 Según varios testigos y víctimas, Lara extraía ilegalmente varios juicios de dis-
tintos juzgados para venderlos o para realizar chantajes.
Abogados y pistoleros | 71
Para todo se valen de Atanacio Lara y cometen abusos. Lara instruye a to-
dos los ladrones para hacer alguna denuncia para que declarando en falso
salgan con las suyas. Lara encabeza a todos estos pícaros y hacen fraudes
y disparan tiros de revólver para amedrentar a los del lugar. Además Lara
me dio de balazos sin ningún motivo (ajp, 1915: f. 18).
Conclusiones
que tanto ellos como sus enemigos empezaron a practicar una evi-
dente privatización de la justicia, claro resultado de “guerras priva-
das” que conducían al reemplazo de la ley por la venganza, lo que
podría considerarse como el ejercicio de una especie de “derecho
natural” para el cual no importaban los medios, ni siquiera si estos
eran violentos, sino solamente los fines “justos”. En otros términos,
lo que sucedía en el Valle Alto era que no pocos ciudadanos rivales
disputaban al Estado el monopolio de la violencia, como los Iriarte
y sus enemigos, pero, al mismo tiempo, el Estado podía ser capaz de
imponer su propia violencia, muchas veces de modo extralegal, por
ejemplo en el caso de los Crespo y sus abogados, quienes ejercían
un bandolerismo prácticamente institucionalizado. En última ins-
tancia, parafraseando a Walter Benjamin (2001: 32), toda violencia
es, en tanto medio, un poder que funda o conserva el derecho.
Todo lo dicho quiere decir que la justicia no emanaba solo de la
aplicación de la ley, sino también de la voluntad de diversos indivi-
duos que recurrían a la violencia. Entonces, si para algunos, como
Manuel María Alcócer, la justicia era la búsqueda de “la verdad” y la
“civilización”, para otros podía ser simplemente la imposición de la
voluntad, la recuperación a toda costa de un bien perdido o el logro
de un beneficio. Que algunas personas entendiesen la justicia en este
último sentido se debía, en parte, a la profunda desconfianza existente
hacia el sistema judicial. Empero, tal desconfianza no significaba que
un conocimiento básico de las leyes no fuese considerado importante.
Todo lo contrario.
En efecto, las crónicas precedentes develan una cultura legal
compleja y basada en dos pivotes interrelacionados: el recurso maño-
so a la ley, obviamente a través de los abogados, y el ejercicio de la
justicia por mano propia, mediante el uso de la fuerza privada. En
algunos casos, los litigantes justificaban sus acciones extralegales de
fuerza interpretando el artículo 497 del viejo Código Penal, referido
al principio universal –mantenido hasta hoy– que aludía al derecho
a la defensa “legítima”, aun si tal derecho ocasionase la muerte de
un agresor. La defensa legítima podía derivar, para el común de la
sociedad pueblerina, en una aceptación tácita de la vendetta como un
acto de justicia, de modo que, en ocasiones, la venganza efectivamente
reemplazaba la ley. Esto tiene que ver, también, con cuán normal
Abogados y pistoleros | 73
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Elise Gadea
3 Las diferencias de enfoque entre los artículos 190, 191 y 192 de la actual Cons-
titución Política del Estado y la Ley Nº 073 de Deslinde Jurisdiccional, de 29
de diciembre de 2010, demuestran dificultades de aplicación de los preceptos
constitucionales y un proceso sinuoso de reconocimiento de la jioc.
Abogados indígenas originario campesinos | 87
14 Jatun Killaka Asanajaqi (jakisa) es una entidad miembro del Consejo Nacio-
nal de Markas y Ayllus del Qollasuyu (conamaq) que agrupa a 13 markas del
sureste del departamento de Oruro. El conamaq, por su parte, es la máxima
instancia de representación de las nacionalidades y los pueblos indígenas de las
tierras altas de Bolivia.
15 Artículo 179 de la Constitución Política del Estado de 2009 y Ley Nº 073 de
Deslinde Jurisdiccional de 2010.
16 Comentario de una autoridad originaria durante el segundo encuentro entre
el tcp y las autoridades de la jioc, realizado en octubre de 2014 (transcripción
propia).
Abogados indígenas originario campesinos | 91
17 Cita de los participantes durante los talleres sobre pluralismo jurídico y las
leyes del Estado Plurinacional de Bolivia.
18 Durante una reunión desarrollada en marzo de 2015, el corregidor de esta
marka les dijo a las demás autoridades: “Tienen que ponerse fuertes, no tienen
conocimiento pero hay organizaciones que [nos] pueden ayudar”, dando a
entender que el conocimiento solo puede adquirirse fuera de la comunidad.
92 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
22 Los derechos al debido proceso, al trabajo y a la propiedad privada son los más
citados en las sentencias constitucionales relacionadas con la justicia indígena.
23 Encuentro nacional de autoridades de la jioc y el tcp “Hacia una nueva justi-
cia constitucional del pueblo con pluralismo jurídico”, realizado en La Paz el
22 y el 23 de octubre de 2014 (transcripción propia).
24 En el incario, el suyu era un gran distrito. La suma de los cuatros suyus formaba
el Imperio Inca o Tawantinsuyu (tawa significa cuatro, en quechua). El reco-
nocimiento de los pueblos indígenas altiplánicos actuales se realiza muchas
veces tratando de reconstituir las distintas escalas de organización del poder
prehispánico, como el ayllu, la marka y el suyu.
94 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
35 Junto a algunas otras, como la sc 0874/2014 sobre el caso Zongo, que parecen
marcar un hito en la jurisprudencia del tcp.
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especial en los países andinos”. En Revista el otro derecho,
núm. 30 (junio). 171-195.
Entrevistas
Encuentros y talleres36
36 La información de estos eventos fue transcrita por la autora para este capítulo.
107
Introducción
Durante más de seis décadas, Miguel Najdorf, polaco nacionaliza-
do argentino, mantuvo el récord de partidas simultáneas de ajedrez
jugadas a ciegas. En enero de 1947, en una visita a San Pablo, Bra-
sil, el ajedrecista jugó 45 partidas (ganó 39) contra 83 contrincantes
quienes, durante 22 horas, se turnaban a medida que les ganaba el
cansancio. En su obituario de 1997, el New York Times (Pace, 1997)
recordaba que Najdorf realizó la exhibición con la esperanza de
que algún familiar suyo en Rusia, Polonia o Alemania reconociera
su nombre en los periódicos y lo contactara. Después de huir del
holocausto y perder a su esposa y a su hijo en los campos de con-
centración, el ajedrecista había también perdido todo contacto con
sus raíces polacas. Tuvieron que pasar 64 años para que, en 2011, el
alemán Marc Lang superara el récord de partidas de ajedrez simul-
táneas jugadas a ciegas.1
Aunque Najdorf era claramente superior a sus rivales, su figu-
ra frente a decenas de contrincantes se asemeja a la de los fiscales.
Sus partidas simultáneas sirven aquí de analogía para analizar dos
importantes cuestiones sobre la justicia en Bolivia. En primer lugar,
la obligación de los fiscales, jugadores relativamente experimentados,
4 Uno de los ejes de la Cumbre Nacional de Justicia para Vivir Bien, que se
realizó en junio de 2016, fue precisamente la formación de los abogados.
5 Universidad Católica Boliviana, Escuela Militar de Ingeniería, Universidad
Andina Simón Bolívar y Universidad Policial.
“Tengo que ser Mandrake” | 113
podría existir también, o cualquier otro pretexto para poder dilatar o hacer
ver que no ha existido delito, que no es el delito (fiscal de materia 5, 2015).
Conclusiones
Los fiscales, como Najdorf, juegan partidas simultáneas, pero, a dife-
rencia del ajedrecista, corren permanentemente contra el tiempo y
contra su propio cansancio. En sus batallas diarias, postergan movidas
en un tablero porque deben atender un ataque más apremiante en
otro. Juegan a ciegas porque no tuvieron tiempo de leer el cuaderno
de investigaciones o porque acaban de iniciar sus funciones. Mien-
tras tanto, sus contrincantes de turno, abogados y ciudadanos, saben
cómo manejar el juego. Se aprovechan de la ansiedad de los fisca-
les y los exprimen hasta llevarlos a entregar sus fichas por descuidos
incomprensibles, a rogar por hacer tablas o a voltear a su rey sobre el
tablero para firmar la derrota. Estos oponentes rozan y hasta cruzan
el extremo de la ilegalidad para distraer a los funcionarios estatales
o lograr que estos muevan las fichas que más los favorecen. A veces,
parecería que incluso no quieren jugar o que esperan a que el fiscal
olvide la partida mientras se concentra en muchas otras. Si esto no
ocurre, los abogados se sientan a la mesa y mueven algunas piezas con
displicencia, esperando que la bandera roja del reloj estatal caiga para
finalmente hacerse con el triunfo.
La posición de ventaja relativa que tienen los abogados frente a los
representantes del Ministerio Público también aparece en su relación
con los clientes. Los abogados son quienes, al final de cuentas, conocen
el tablero, las reglas del juego y el impacto que tendrá en el desarrollo de
la partida mover tal o cual pieza. También saben del poder que, gracias
a la implementación de normas garantistas, tienen sus clientes y, por
intermedio suyo, ellos mismos. Pero, además, saben perfectamente que
el juego se desarrolla contra un tipo de adversarios, los funcionarios del
126 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Bibliografía
atbRed Nacional
2015 “El Ministerio Público investiga al exfiscal Félix Marín,
por presunta corrupción”. En atb Digital. En línea, 14 de
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el entramado estatal en el ámbito jurídico. Etnografía y
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democracia de ciudadanos. Cochabamba: Ciudadanía.
Comisión Andina de Juristas
2012 Diagnóstico de la Justicia en Bolivia. La Paz: cosude.
130 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Entrevistas (2015)
Fiscales de materia 1, 2, 3, 4, 5 y 6.
Asistente fiscal.
Pasantes 1, 2, 3 y 4.
135
Aprendiendo el oficio:
las mañas de convertirse en abogado
Hernán Pruden
Aprendiendo el oficio
Como parte del intento por comprender la forma en que los abogados
aprenden el oficio y sus respectivas mañas, entrevisté a algunos de ellos
con un punteo básico de temas, aunque de modo no estructurado. No
utilicé un criterio muestral, sino un criterio de “bola de nieve”, según
el cual las personas entrevistadas, en un acto de confianza, recomien-
dan a otras, logrando así generar un clima de franqueza; esto es clave,
pues, en muchos casos, los entrevistados refieren situaciones ilegales y
podrían generarse ciertas susceptibilidades.
Comienzo la investigación por los inicios idealistas en la forma-
ción de los abogados y sigo con el aprendizaje de las mañas en los
distintos espacios.
Inicios idealistas
Es interesante analizar la manera en que los abogados a quienes
entrevisté describen su decisión de estudiar derecho. En el caso de
S2, hija de un docente de la carrera de derecho –que también fue
juez– y egresada en 1990 de la universidad pública, la entrevistada
explica que, al ser parte de una generación que tenía esperanzas
revolucionarias, ella entendía las leyes y el derecho como herramien-
tas de cambio:
S2: Yo quería estudiar derecho y sociología. O sea, a mí me gusta mucho la
investigación, yo quería dedicarme más a eso. […] Nunca he pensado en
ser abogada de tribunales, [lo] que no me disgustaría tampoco si [es que]
funcionara. Pero en esa época, […] yo vengo de la cola de la izquierda, y
decía: “Si va a haber la revolución, pues se necesitan nuevas leyes”. O sea,
armar un nuevo país significa armar desde una nueva Constitución y todas
las reglas de juego que organizan una sociedad. Entonces yo dije: “Quiero
hacer leyes”. Y la forma de hacer leyes es estudiando derecho. Y la sociología
te da las herramientas técnicas para hacer investigación, pero al final me
quedé solo con derecho (2015).
Aprendiendo el oficio | 137
S1: Sí. Me he educado con los jesuitas y con […] la frase de San Ignacio
[que] es “ser para los demás”. Entonces, es como que [el colegio] te enseñaba
un poco la vocación del servicio, ¿no? (2015).
Al explicar su decisión vocacional por el derecho, el entrevistado
combina una faceta idealista de servicio por los otros, con otra más
pragmática: que estudiar derecho no supone tanto esfuerzo como
estudiar medicina y, a la vez, que le rendirá más réditos económicos.
S1 reconoce también el capital cultural que implica ser parte de una
familia de abogados.
I, abogado penalista que estudió y ejerce como docente en uni-
versidades privadas, cuenta, en cambio, que aquello que lo orientó
hacia el derecho fue la incoherencia entre las leyes y la realidad,
aspecto que comentaba uno de sus docentes en el Colegio Salesiano:
I: El profesor [de colegio] mostraba en aquella época conflictos que se
suscitaban entre vecinos. En nuestra legislación, decía, por lo menos debe
haber una distancia […] entre inmuebles, lo cual en absoluto sucede en La
Paz, [aunque] en [el resto de] Bolivia quizás. Y, obviamente, me llamaba la
atención cómo es que la ley dice una cosa, pero en los hechos sucede [otra].
Entonces […] con ese pequeño ejemplo, que fue real, concreto, me llamó la
atención cómo es que en nuestro país la ley no se cumple por más que esté
escrita. […] Entonces, me motivó esa diferencia entre lo que dice la ley y lo
que en los hechos, en la realidad cotidiana, vivimos (2015).
La universidad
Las conversaciones con los entrevistados evidencian que la
formación en derecho de las universidades públicas frente a aquella
de las privadas es bastante diferente; se podría decir que es casi
opuesta. También sorprende la distancia entre los relatos de los
estudiantes de la universidad pública de hace tres décadas y los
testimonios de aquellos de la universidad pública actual; en ambos
casos, no aparecen prácticas de corrupción flagrante, aunque sí
se menciona un posible tráfico de influencias. Sin embargo, sobre
la universidad pública reciente se escucha una serie de historias
bastante espeluznantes.
Con base en las entrevistas, es posible afirmar que algunos de
los estudiantes aprenden en la universidad pública contemporánea,
desde muy temprano en la carrera –y en su relación con algunos
profesores, asistentes de docencia y otros funcionarios burócratas–,
las mañas del oficio.
Ciertamente, en la conversación con E, una abogada graduada
de la universidad pública, ella me comentaba que todo empieza el
primer día de clases, cuando los estudiantes descubren que son 300
en un aula con capacidad para cien. Luego, comienzan a adaptarse
a las injusticias de la carrera: por ejemplo, cuando un profesor les
dice que si compran el libro de texto editado por él –de muy mala
calidad y casi un copy paste de internet–, tendrán diez puntos extra; de
140 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
hacen comprar sus libros, sí o sí tienes que comprar su libro, porque eso
vale, si no te tiran (2015).
El juzgado
Apenas un estudiante avanzado de la carrera de derecho llega al juz-
gado para realizar su práctica, se enfrenta con una serie de detalles
propios del oficio. Una de las entrevistadas comentaba que cuando
llegó a hacer de supernumeraria en el juzgado, se le acercó una ciu-
dadana y le pidió que transcribiera un oficio. Luego de redactarlo,
la entrevistada se lo entregó y, cuando la solicitante quiso pagarle, la
entrevistada se negó. Al irse la ciudadana, los compañeros del juzga-
do comenzaron a acosar a la entrevistada, diciéndole que los hacía
quedar mal, que debía cobrar diez bolivianos por página transcrita,
un monto que supondría un ingreso íntegro para ella, en un puesto
que no tiene salario. Como la entrevistada siguió sin hacer cobros,
sus compañeros la obligaban a comprar salteñas para todos, como
compensación por haberlos hecho “quedar mal”. La corrupción en
este espacio se aprende de esa manera, como consecuencia de la
presión que ejercen los pares un poco más experimentados y cono-
cedores del funcionamiento del juzgado:
HP: ¿Hiciste práctica profesional?
E: Ajá, he hecho práctica profesional en un Juzgado de Familia […]. He
hecho práctica de un mes, porque no me gustó para nada.
HP: ¿Por qué?
E: Porque había mucha corrupción adentro. Todo era tan injusto, todo era
tan ilegal, que no me gustó para nada. Entonces me salí y, de hecho, ahí fue
cuando comencé a trabajar, fue cuando dejó de gustarme la carrera, pero
[…] dije: “No, ya he hecho [he estudiado] tantos años, si quiero cambiarme
[de carrera] mi mamá me da un balazo”.
HP: ¿Empezaste a trabajar antes de graduarte?
E: Sí, en tercer año de la universidad.
HP: Y ¿te intentaban sumar al tema de la corrupción? O sea, ¿era como
que te enseñaban…?
E: Claro, te enseñan. Te enseñan a ser corrupto, porque, por ejemplo, a veces
el oficial de diligencias salía a hacer sus notificaciones dentro del juzgado,
entonces venía gente que lo estaba buscando para notificarle. Como ya no
estaba, nosotros teníamos que recibirlos y les preguntábamos: “¿Sí?, ¿de qué
proceso es?, ¿qué resolución quiere notificar?”. Esas veces las notificaciones
eran gratuitas. Le dabas [al solicitante] la dirección de la persona a la que
144 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Mi mamá [me decía:] “¡¿Cómo cada vez te van a pedir así?!”. No pues, a
mí me daba vergüenza decirle a mi mamá. Entonces, era bien feo, por eso
me salí, no aguanté.
HP: Pero ahí […] ¿quién te enseñó cómo funcionaba?
E: Primero mis compañeros, los numerarios. O sea, “la cosa es así bla,
bla, bla”. Cuando recibí un oficio y no cobré nada, todos pues se han
reído: “Yaaaaaa, tu bautismo”, porque se cobra diez pesos por hoja, eso
me dijo la secretaria y yo: “Ah ya, pero yo no voy a cobrarles”, les he
dicho, y se me han reído: “¡Ya!, qué chinchosa pues, qué dirá esta que
se cree superior”, así, y yo: “¡Nooo!, nada que ver”. Y por eso también,
cuando venían oficios, me buscaban a mí, porque ya sabían que yo los
hacía gratis, y los otros se enojaban y decían: “¿Ves?, nos haces quedar
mal” y yo: “Ya, ya, chicos”.
HP: Pero, ¿esa plata supuestamente era para vos o la tenías que compartir?
E: No. Era para mí.
HP: Para cada supernumerario.
E: Ajá. Para cada funcionario.
HP: ¿Y lo del oficial [de juzgado] es para el oficial?
E: Lo del oficial para el oficial.
HP: ¿No lo comparte?
E: No. Porque a él sí que le pagan bien, pues. El oficial debe sacar otro
sueldo, pues. Imagínate cuánta gente va a notificar, imagínate gente que
notificaba […] y claro, él decía: “Yo no puedo ir gratis, es que mi tiempo”,
así. Y yo: “Pero para eso te están pagando”.
HP: Pero, aparte, ¿le pagaban el taxi?
E: Claro.
HP: O sea, taxi, más diez bolivianos por notificación.
E: Sí. Si es cerca, sí, digamos. Si es a diez cuadras a la redonda del juzgado,
sí, diez por notificación, y si es más lejos, más plata, ¿no? Así, esas tarifas.
Yo no sé, pero me han dicho que había [quien cobraba] a 150…, 120
[bolivianos], así.
HP: Y, entonces, ¿el encargado era tu colega? ¿Tu par? Digamos, ¿alguien
que estaba un poquito antes de supernumerario?, ¿que te decía: “No, mirá,
la cosa acá es así”?
E: ¿El encargado de cobrar?
146 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
una opción, eso como una cautela meterte a la cárcel, para que respondas
al juicio. Claro que no te están juzgando todavía, recién se ha iniciado el
juicio. Y muchos tienen ese terror, me decía mi cuate […]. Incluso venden
sus casas, todo eso, sus autos o lo que tengan, cualquier cosa, todo eso para
no entrar a la cárcel, para no pisar [la cárcel], pues. Porque una vez que
entras a la cárcel puede ser que estés dormido ahí por un buen tiempo y
que el juicio ni siquiera empiece. Y entonces me dice [mi amigo:] “La gente
se desespera así”. Hay otras que son medidas sustitutivas donde tú puedes
dejar un monto de dinero y decir: “Me voy a presentar aquí, pero no me
metan a la cárcel”.
HP: ¿Como [una] fianza?
K: Claro, como fianza. Tú entras así, y la gente así conseguía dinero o
extorsionaba al fiscal para que, digamos, diga: “El delito no es tan grave,
que vayan a sus casas”. Entonces, metían ahí dinero […]. Mi amigo estaba
justamente en este juzgado cautelar donde su hermano le había dicho que
entra más dinero. Y entonces él ha sufrido todo esto porque él ha pensado
que más adelante sí iba a tener más entradas y réditos. Y justo después ha
venido y a mí me ha animado para ir. Yo he visto que al principio ha sufrido,
[se veía] todo arruinado, con los ojos rojos le veía, todo desalineado [sic],
por eso no me animaba […]. [Le decía:] “Te has hecho mandonear así”.
Y el otro me ha dicho: “No, pero así se aprende, pues. Al fin y al cabo yo
voy a tener plata y me voy a comprar el título, pues”, [aunque] eso más a
modo de chiste.
HP: ¿A modo de chiste?
K: Sí, a modo de chiste me decía. Y ese ha sido mi primer encuentro, de
querer entrar a un juzgado. Primero me di cuenta de que no me atraía que
[…] me exploten de esta manera. Y viendo que era también jodido, por no
entrar a la cárcel que un cuate venda su casa […].
HP: ¿Cómo?
K: Yo igual hubiera recibido, tal vez, ¿quién sabe?, el mismo dinero que se
recibía. Claro que más adelante, después, le ha resultado a él [a mi amigo]
lo que le había dicho su hermano abogado. Porque le he visto después de
un año ya, un poco gordito, ya me quería invitar: “Vamos a tomar unas
chelas [cervezas], unos combos […]. La cosa es que él me decía: “Ya me he
comprado mi terreno, ya me voy a comprar mi auto”. Y yo le dije: “¿Pero
cómo te ha entrado [dinero] si no te pagan del Ministerio [de Justicia]?”.
“La cosa es que vos, cuando ya aprendes a hacer, tú puedes instalar juicios”,
me ha dicho. Instalar las audiencias, todo eso, y por eso [se] cobra 700 dó-
lares, mil dólares. Y de eso nomás, de un mes basta que hagas uno de esos
148 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
El bufete
Uno de los entrevistados, formado con los jesuitas, estudió luego en
la Universidad Católica Boliviana (privada), donde, según dice, no
supo que hubiera prácticas de corrupción. Recién se enfrentó a esta
realidad en el juzgado. Al respecto, él cuenta que en su primera
visita al juzgado supo que tenía que pagarle el transporte al oficial
de diligencias para notificar al demandado de su cliente (entre diez
bolivianos si era una notificación normal y 50 bolivianos si era una
notificación para una firma grande de abogados). Además, debía
pagarle al supernumerario para que redactara en la máquina de
escribir. En la entrevista, resultó interesante observar la postura ética
del entrevistado. Para él, era lógico pagar a los oficiales de diligencia
y a los supernumerarios, pues, si no lo hacía, le obstaculizarían sus
Aprendiendo el oficio | 149
HP: Y esas cosas, ese tipo de mañas, ¿uno las aprende con una lectura
atenta del código [penal] o uno las aprende de otro modo?
S1: Bueno, con la lectura atenta del código no. Porque el código es simple-
mente normativo, ¿no? Ahí son puras normas del deber ser, cómo se tiene
que hacer y punto. Se aprende… ¿dónde?, ¿a ver? […] Estaba viendo, por
ejemplo, que en las universidades privadas, por lo menos donde yo me he
educado, no he tenido yo contactos necesarios […] como para aprender
a ser maleante temprano. De hecho, como te digo, [la universidad] era
como [una] continuación del [colegio]. Entonces, salgo y…
HP: ¿[Egresas] idealista?
S1: Claro, un poco idealizando todo ¿no? Salgo y quiero ejercer, y no tengo
idea de qué es el juzgado […]. Y siempre hay un amigo que es más vivo
que vos, y ese amigo que es más vivo que vos [te dice:] “No, pero tienes
que pasarle unos pesos a este, le vas a hablar a este, es mi amigo, le vas a
decir ‘para la notificación’. Y en vez de darle diez pesos, vos le vas a dar
20, ¿no? Y te lo va a hacer más rápido”. Y [yo le decía:] “Ya, pero… ¿eso
no está mal?”. [Me contestaba:] “No. Si vos consideras que está mal, eres
un boludo, eres un bruto, porque la cosa es así y punto”. Hay una realidad
a la que no puedes negarte y si te tratas de negar no te va a salir bien la
cosa. Entonces, por ejemplo, alguna vez me tocó –ya ejerciendo hace años,
cuando estaba empezando a ejercer–, por ejemplo, vi a un doctor que buscó
justicia, ya ahí en el juzgado […]. Por ejemplo…, encargamos…, [en] el
juzgado que nos den una orden para congelar las cuentas de un deudor,
¿ya? Esa orden de juzgado es gratuita, se supone que la justicia es gratuita.
Pero el chiquito que redacta esa cosa, que hace cinco hojitas, digamos, y es
la orden que simplemente copia y pega lo que dice la sentencia, te cobra
cinco bolivianos por hoja. Entonces, hace 30 pesos […] y dice: “Doctor,
usted ya sabe cuánto es”. […] Y, entonces, llegó un doctor un día y dijo:
“Sí, yo sé que es gratuito”. [Y le respondieron:] “No…, que doctor…,
que no sé qué…, que no le voy a dar…, que no sé qué…”. [Entonces el
doctor dijo:] “¿Dónde está la doctora [la jueza]?”. Y le llamó a la jueza y
[le] dijo: “Doctora, me quieren cobrar 30 bolivianos por este oficio y no
corresponde, porque la justicia es gratuita. ¿Cierto o no cierto?”. “Cierto,
doctor”, dijo la jueza. Pero la juez que permite [estas irregularidades] está
[aceptando] este cobro de dinero, que sería menudeo, porque es muy po-
quito, pero es corrupción de todas maneras […]. [Este comportamiento]
150 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
sido por eso que se ha muerto, sino que lo habían acuchillado. Entonces,
pido un informe de estos al fiscal en El Alto. Un fiscal de esos, ¿no?, y de
repente, como yo no podía ir porque yo trabajo aquí en el centro, mandé
a mi cliente y mi cliente va y me dice: “Necesitamos pagar mil dólares”.
El 10% de lo que iba a cobrar por [el] seguro de vida y con eso va a salir
[…]. Me ha sorprendido tremendamente. [Dije:] “¿Cómo?, ¡esto no debe
costar ni un peso!”. O sea, [bastaba con] escribir una carta contando lo
que ya se ha hecho y punto. Entonces, he ido directamente donde el fiscal
y [ante él] he denunciado a su supernumerario […], [a] su inferior. [Dije:]
“Señor fiscal, he escuchado que me quieren cobrar el 10% de lo que yo
voy a cobrar por [el] seguro de vida […], para que salga este informe. ¿Es
cierto?”. [Me respondió:] “Doctor, ¿usted me está…?, ¿qué me ha dicho?,
usted me está ofendiendo. Esto no puede ser así. ¿Quién ha sido, pues?”.
Claro, yo no quería hacerle problema para que no se trabe la cosa y nunca
cobre la plata [del seguro] la señora. Entonces, dije: “Nadie, debo haber
entendido mal yo”. Y me lo hicieron gratis. Es demasiado inmensa la
lesión, o sea, el 10% de lo que cobras porque tu marido se ha muerto. Le
vas a pagar a un policía esa plata. Y si no hubiera estado yo… porque esta
señora, con esa viveza criolla que yo creo que es ya una de las características
fundamentales de toda la corrupción en Bolivia, con esa viveza criolla, ya
había hablado ella con varios policías, antes de hablar con el juez, y con
el fiscal, y con ellos. Ya preguntó [ella] a un policía, a otro policía, a otro
policía: “¿Cómo hay que hacer?”. Y todos coincidieron en que hay que
pasar plata. ¿Cuánto será la plata? No sé. Cuando ella llega al juzgado, ya
sabe que es una cuestión de plata, pero no debería ser así (2015).
Entonces, ¡ucha!, [eso era] grave, terrible. Eso sí que es terrible. ¡Uy, uy,
uy…!, ¡terrible!
HP: ¿Y ahí era otro aprendizaje?
E: Ahí sí, como abogado […].
HP: Pero, en el bufete, ¿quién se encargaba [de enseñarte]?, ¿tu jefe? Te
decía: “Vas a tener que hacer esto…”.
E: Sí. Él te dice, te explica todo.
HP: ¿Explícitamente?
E: Sí, él te dice, te explica todo. […] El primer día que he entrado a trabajar
me ha dicho: “Quiero que me lo redactes este memorial, igualito que esto
haz”. Ya yo estaba escribiendo así y viene una persona y me dice: “Estoy
buscando al doctor…”. [Le respondí:] “Ah ya, espéreme un momentito.
Doctor lo están buscando”. [El doctor respondió:] “Pero, ¿quién?”. Y le
digo: “[Es] tal [persona]”. Y [él] me dice: “Cerrá esta puerta, cerrá esta
de ahí, cerrá todas las puertas…” […]. Yo [dije]: “¡Qué raro!, ¿por qué?,
¿cómo cierro la puerta de la oficina si siempre está abierta para que la gente
entre y consulte?”. [El doctor respondió:] “Cerrá la puerta y no atiendes a
nadie”. [Le dije:] “Ya, ya claro, doctor”. La cierro, todo bien, y me llama:
“Vos afuera, haz tu trabajo”. Pero [yo] escuchaba y [el doctor] le decía [a
esa persona]: “Mmm…, unos 30 va a ser, unos 40, 50 dame”, así decía.
[Yo] siempre le escuchaba esas charlas y [él] decía: “No, dame 50, dame
40, [dame] 30. Así. Y yo decía: “50 pesos, ya, este doctor es tan [carero],
cómo les va a cobrar 50 pesos, [ese cliente] debe ser su sobrino”, así. Pero
después ya me di cuenta, ya me enteré cuando fui a las reuniones y demás,
que eran 50 mil dólares, 40 mil dólares. Esa era la plata que esta persona
tenía que dar para corromper a todos en el juzgado. Narco…
HP: ¿Y él te explicaba cómo era el mecanismo?, ¿a quién había que co-
rromper?, ¿cómo era?
E: Sí, después él me llamaba y me decía: “Ven, vamos a hacer esto, ¿ya?”.
Este señor… los abogados son…, son tan egocéntricos, les encanta hablar
de ellos, [de] sus logros. Y él así [decía]: “No sabes…, le estoy defendiendo
y ¿sabes quién es este?, es un pobre narco, está en Santa Cruz, tiene su
avioneta, todo… Y ya he conocido yo, una casa bien linda. Un día ya vas a
ir a conocer, tiene hasta como un pequeño zoológico, tiene todo, lindas cosas
tiene, [pero] no sabes lo que le han hecho, no sabes. Después de 20 años [de
trabajar en el rubro], uno diría: ‘Ya, ya, sabe del negocio, ya sabe todo, ¿en
qué más le van a pescar?’, [pero] se hace pescar el idiota. ¿Por qué crees?
Por un culo y por unas tetas. Siempre metidas las mujeres”. ¡Ay! Esa era otra
cosa que odiaba [de ese trabajo]. [Decía el doctor:] “Y se ha hecho pescar el
Aprendiendo el oficio | 153
idiota en el hotel, y ahora: ‘¿Con cuántos kilos te has hecho pescar?’. ‘Con
30 kilos’. ‘Difícil, difícil, ningún juez te va a querer sacar, hay que pagar’. Y
ahora, ¿qué tenemos que hacer nosotros? Este nos va a pagar bien, nos va
a pagar todo. Siempre me paga. Entonces, ¿qué tenemos que hacer? Hay
que sacarlo. No puede estar adentro. Entonces hay que sacarlo y primero
yo voy a hacer el memorial y tú vas ir a dejarle [dinero] a tal persona, le vas
a dejar [el dinero] con este sobre aquí. Por si acaso [son] dos mil dólares, es
para el sorteo. Esta persona nos lo va a sortear [el caso] a uno de los juzgados
a donde están nuestros amigos. Entonces, a ellos ya es más fácil la llegada.
Hay que hacer una parrillada, por si acaso tienes que venir. Vamos a hacer
parrillada el sábado en mi casa, y nada, vamos a charlar”. Y las mayorías
de las veces yo [decía]: “¡Ay, doctor estoy bien enferma, no puedo ir, voy a
morir!”. [Risas.] Porque era bien enfermiza antes, mucho me resfriaba. Pero
me ha tocado ir dos veces y ¡qué feo!, horrible, terrible…
HP: ¿Por qué?
E: Y de paso esas veces yo he ido con mi buzo [pantalón deportivo], así
nomás. Y [el doctor me decía:] “¿Por qué no te has venido arreglada?, ¿qué
no ves que estos hombres te quieren ver?”. Así, y yo [pensaba:] “¡¿Qué?!”.
HP: ¿Y estos hombres eran los clientes?
E: Estos hombres eran los jueces. Invitaba a todos los del juzgado a una
parrillada, porque en la parrillada les tenía que pagar y hablar: “Tengo un
narco, este cojudo que lo conocen, pero va a repartir su riqueza entre todos,
así que ¡ya pues!, nos apoyaremos”. [Le respondían:] “Ya pues, aquí yo lo voy
a meter, ¿qué le pongo, cuánto me vas a dar?”; “¡Uta no, hermanito!… Cinco
días aunque sea lo meteré, hay que pagarles a los polis pa’ que lo cuiden,
sabes que en San Pedro ya se emputan con los narcos, les quieren pegar, los
violan, todo… Ahí, en San Pedro, los otros reos… Hay que meterlo. Cinco
días, cinco días le voy a meter. Lo vamos a estar sacando, pero que ya se
calme pues […]”. Por eso hay secciones en la cárcel está dividida, son como
zonas, es como una pequeña cuidad la cárcel. Y los narcos siempre tienen
que entrar a Chonchocorito, porque al otro lado, ¡uta! […] los empalan. A
los violadores igual. Todo eso se arreglaba en una parrillada, en una farra,
en una chupa, así, a todo dar.
HP: En la casa del…
E: Del abogado.
HP: ¿Del bufete?
E: [En la casa] del abogado. No en el bufete, en la casa del abogado.
HP: ¿Y [de] las farras, adónde iban?
154 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Bibliografía
Fuentes orales3
S1. Hijo de padres abogados. Estudió en una universidad
privada. Es abogado civilista y constitucionalista. 26 de
octubre de 2015.
S2. Hija de padre juez. Estudió en una universidad pública.
Egresó de la carrera en la década del noventa. Trabajó en
una ong de defensa pública. 29 de octubre de 2015.
S3. Investigadora y docente en una universidad privada. 17 de
diciembre de 2015.
E. Estudió en una universidad pública. 27 de octubre de 2015.
K. Estudió en una universidad pública. Aún no está habilitado
para trabajar. 29 de octubre de 2015.
I. Estudió en una universidad privada. Ejerce como abogado
penal y es docente en una universidad privada. 30 de octubre
de 2015.
Introducción
En la historia reciente de Bolivia, han existido diversos intentos por
transformar su sistema de administración de justicia. Este tema es
introducido constantemente en la agenda pública, ya que se trata
de una de las principales funciones del Estado. En ese contexto,
según Ramiro Orías (2015: 18-36),1 destacan tres momentos de
transformación.
El primer ciclo estuvo comprendido entre 1992 y 2003. Su hito
inicial fue la suscripción del “Acuerdo Nacional para la Reforma y
Modernización del Estado”, en 1992, suscrito por los partidos políticos
con representación parlamentaria. Dicho acuerdo y la “estrategia de
modernización del Estado” incluían al entonces Poder Judicial. De
1 Para un análisis más detallado de las reformas al sistema judicial, véase: Orías
(2015), específicamente el acápite titulado “El itinerario de la reforma judicial
en Bolivia”. Asimismo, puede revisarse el trabajo de Pamela Delgadillo y Ro-
gelio Mayta (2015), particularmente el capítulo “La falta de memoria”.
162 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Interna Externa
9 La toga es “el traje exterior de ceremonia que llevan en los países europeos
[…] los magistrados, jueces, fiscales, abogados y algunos auxiliares de la Justi-
cia en los actos judiciales; especialmente en las vistas o audiencias” (Cabane-
llas, 2008, t. viii: 119).
Bajo la toga | 167
Campo
La regulación de la profesión
Otro aspecto fundamental de esta caracterización es el marco
normativo para el ejercicio de la abogacía; su importancia radicaría
en el hecho de que en él se delimitan los alcances de la profesión.
En este orden de cosas, habrá que apuntar que el interés del Estado
por normar la profesión del abogado encuentra su hito fundamental
el año 1938 con la aprobación, mediante decreto supremo, del
Estatuto Orgánico para el Ejercicio de la Abogacía. A partir de ello,
se produjo una serie de normas de las cuales, en la tabla 1, se rescatan
las fundamentales. A partir de tales normas, es posible analizar la
evolución del marco regulatorio de la abogacía, de donde podrían
emerger diversos temas de estudio. Sin embargo, como se explicó
en la introducción, ese no es el objetivo de este trabajo, pero se deja
constancia de la necesidad de profundizar esa veta de investigación.
Bajo la toga | 173
Fecha de
Nº Nombre de la norma Tipo de norma Gobierno
emisión
Estatuto Orgánico para el Ejercicio de Decreto Supremo (sin Germán
1 18/01/1938
la Abogacía número consignado) Busch
Se eleva a rango de ley el Estatuto
Ley (sin número Enrique
2 Orgánico para el Ejercicio de la 08/12/1941
consignado) Peñaranda
Abogacía.
Código de Ética Profesional para el Decreto Supremo
3 09/04/1974 Hugo Banzer
Ejercicio de la Abogacía Nº 11788
Matriculación Obligatoria al Colegio Decreto Supremo
4 12/09/1974 Hugo Banzer
de Abogados Nº 11782
Decreto de Ley
5 Ley de la Abogacía 19/07/1979 David Padilla
Nº 16793
Se establece que las oficinas de
recepción de causas de las cortes
superiores de distrito, juzgados
Decreto Supremo
6 laborales, juzgados agrarios y 17/10/1983 Hernán Siles
Nº 19845
oficinas de la administración pública
exigirán el sello del Colegio de
Abogados del distrito en el memorial.
Código de Ética Profesional para el Decreto Supremo
7 19/01/2001 Hugo Banzer
Ejercicio de la Abogacía Nº 26052
Modificación al Código de Ética
Decreto Supremo
8 Profesional para el Ejercicio de la 23/02/2001 Hugo Banzer
Nº 26084
Abogacía.
Se regulan los cobros que realizan
los Colegios Departamentales
de Abogados de los nueve
distritos judiciales por concepto
de obligaciones ordinarias y Decreto Supremo
9 12/11/2008 Evo Morales
extraordinarias. Nº 29783
Se recupera la función social de
los Colegios Departamentales de
Abogados en la concepción de
gratuidad de la justicia.
Se promueve el ejercicio libre de la Decreto Supremo
10 29/04/2009 Evo Morales
actividad profesional del abogado. Nº 0100
11 Ley del Ejercicio de la Abogacía Ley Nº 387 09/07/2013 Evo Morales
Reglamento a la Ley del Ejercicio de Decreto Supremo
12 09/10/2013 Evo Morales
la Abogacía Nº 1760
Fuente: Elaboración propia a partir del archivo de la Gaceta Oficial de Bolivia.
174 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Estatuto Orgánico para el Ejercicio Ley de la Abogacía Ley del Ejercicio de la Abogacía
de la Abogacía (arts. 2 y 10) (arts. 2 y 6) (art. 6)
‑‑ No se puede actuar como ‑‑ Nadie puede actuar como ‑‑ Título profesional de
defensor, patrocinando defensor o patrocinante, abogado.
causas civiles o en procesos judiciales ‑‑ Registro y matriculación en
administrativas, sin tener administrativos y otros el Ministerio de Justicia.
el título de Abogado. trámites, sin ser abogado en
‑‑ Someterse al control del
Los tribunales, jueces y ejercicio. Ninguna minuta,
ejercicio profesional a
autoridades en general, solicitud o informe legal será
través del Ministerio de
bajo su responsabilidad, no admitido por las autoridades,
Justicia o de los Colegios de
darán curso a peticiones, sean estas judiciales,
Abogados.
solicitudes, minutas, etc., que administrativas, municipales,
no tengan firma de letrado. militares ni eclesiásticas,
‑‑ Hallarse inscrito en la sin la firma de un abogado
Matrícula del Colegio patrocinante en ejercicio;
de Abogados del asimismo, no admitirán en
correspondiente Distrito audiencia la intervención de
Judicial. personas que no ejerzan la
abogacía.
‑‑ Encontrarse en el ejercicio de
los derechos civiles. ‑‑ Ser ciudadano boliviano.
‑‑ Tener oficina establecida cuyo ‑‑ Estar en ejercicio de sus
domicilio está registrado derechos civiles y políticos.
en el Colegio de Abogados. ‑‑ No estar subjudice como
Varios abogados pueden consecuencia de auto de
tener un mismo despacho. procesamiento ejecutoriado,
‑‑ No hallarse impedido o por hechos sancionados
suspenso por alguna de las con privación de libertad o
causas prescritas por la ley inhabilitación profesional.
o señaladas en el presente ‑‑ No estar suspendido por
Decreto. Resolución del Tribunal
‑‑ Tener pagados al día los de Honor de un Colegio
impuestos sobre la renta, las de Abogados o haberse
patentes municipales y haber cancelado matrícula.
cumplido con los deberes ‑‑ Estar matriculado y tener
cívicos. sus obligaciones pecuniarias
pagadas conforme a sus
estatutos en el Colegio de
Abogados de su distrito.
Continúa en la siguiente página
Bajo la toga | 177
Estatuto Orgánico para el Ejercicio Ley de la Abogacía Ley del Ejercicio de la Abogacía
de la Abogacía (arts. 2 y 10) (arts. 2 y 6) (art. 6)
‑‑ Acreditar por certificaciones
del Secretario de Cámara,
Secretario General del
Colegio de Abogados y de
los abogados con los que
trabajó, haber ejercido la
procuraduría por dos años
consecutivos conforme al
Estatuto de Procuradores,
o del desempeño de cargos
subalternos en los juzgados
u oficinas jurídicas de la
administración pública.
Fuente: Elaboración propia a partir del archivo de la Gaceta Oficial de Bolivia.
Potosí
Beni Pando Departamento Cantidad
1,89% 0,63%
2,87% La Paz 17.318
diseño de política que equilibre demanda y oferta del servicio que los
abogados prestan, teniendo en cuenta la cultura jurídica que pudiera
caracterizar a cada territorio.
Poder de estatus
Este poder emerge en ciertas circunstancias, entre ellas cuando el
abogado considera, como consecuencia de su profesión, que puede
gozar de consideraciones preferenciales. Esta idea, de alguna mane-
ra, va ligada a la concepción ambivalente que la sociedad tiene de
esta profesión. En general, el instrumento que permite el ejercicio
de este poder es la credencial profesional. C. F. grafica esta situación
al contar la influencia de esta credencial: “Tú sacas la credencial y
dices: ‘¿Sabe qué?, ¡yo soy abogado, usted me va a respetar!’” (2015).
Por su parte, A. Z. relata otro ejemplo, refiriéndose a algunos de sus
colegas de la siguiente manera:
A veces, [al poseer] la credencial de abogado [sus poseedores] creen que
[esta] exige un reconocimiento especial. En el Tránsito, cuando uno está
circulando [conduciendo], dice: “Además, soy abogado”. Cuando exhibe su
licencia de conducir, [dice:] “Además soy abogado”, para eludir las infrac-
ciones o las multas que por diferentes infracciones le corresponden (2015).
tiene una cola o una paja que le tache” (M. S., 2015). Claramente, a
diferencia del primer caso, se nota que para ejercer este tipo de poder
se requiere cumplir el requisito de “no tener cola de paja”.
Empero, existe otro tipo de respeto que, por lo general, es exi-
gido entre los abogados con años de experiencia y entre aquellos
que están aún en su etapa estudiantil o en la de abogados noveles.
Este respeto requerido emergería de los años de trayectoria y del
esfuerzo invertido para haber alcanzado la profesión. De ahí que
es muy común que se escuche en tono de reproche la frase: “A mí
no me vas a venir a decir lo que tengo que hacer, me he quemado
las pestañas por cinco años”.
Hoy en día, hay quienes piensan que el ejercicio de este poder
está devaluado, dada la imagen negativa que tiene la profesión. Ese
es precisamente el criterio de R. Z., a quien se le preguntó si con-
sideraba que el abogado tiene poder frente al resto de la sociedad.
Su respuesta fue: “Antes, creo que sí, ahora ya no, está muy por los
suelos la profesión […]. Antes a los abogados era [se les tenía con-
sideraciones] como [a] los militares y policías” (2015). Claramente,
se advierte que, en algunos casos, el ejercicio de este poder depende
de la imagen profesional que, en términos generales, actualmente
presenta un nivel bajo.
Poder de dependencia
Este poder es ejercido por el abogado sobre su cliente, de manera
que este último se siente subordinado o dependiente de él, dada la
relación entre ellos por la prestación de servicios. Existen diferentes
circunstancias bajo las cuales se puede producir esta figura. Una de
ellas es la posesión que tiene el abogado de documentación que su
cliente considera de vital importancia. En palabras de E. V., esta
situación se da “por la mala práctica de la abogacía; el abogado, ya
que conoce… tiene información, documentación que es del cliente,
[y esta documentación] le da un cierto poder [al abogado], hasta
incluso tratar de aprovecharse [del cliente]” (2015).
Otra escena que muestra la puesta en práctica de este poder se
basa en los vínculos o los contactos del abogado, los cuales pueden
ser determinantes para la resolución favorable de una controversia.
En este caso, M. V. ilustra una situación habitual:
Bajo la toga | 185
[…] sabes que el abogado es el que va a ver tu proceso, sabes que es el que
puede tener contacto con entidades judiciales, sabes que […] está en juego
tu propiedad, tu libertad, tu matrimonio, tu relación con tus hijos […].
Entonces la gente se subordina al abogado (2015).
Poder de formación
Este poder sería el que surge de las habilidades que son adquiri-
das por los abogados en su proceso formativo, colocándolos en una
situación privilegiada frente a otras profesiones, de tal forma que
serían aptos para diferentes tipos de actividades. Este reconocimien-
to se evidencia en diferentes testimonios recogidos, entre los que des-
taca el de A. B., quien señala:
El abogado tiene una gran ventaja. Se supone que […] debe saber todo,
entonces tiene la facilidad de ejercer cualquier cargo. […] Se supone que
está preparado para ejercer cualquier cargo, porque dentro de todas las
profesiones creo que es la que tiene mayor diversidad. […] El abogado
puede ser gerente, puede ser administrador, puede ser diputado, puede ser
todo porque está preparado (2015).
Poder de temor
Este poder se origina a partir de la imagen que ciertos sectores de
la sociedad han construido acerca del abogado, relacionándolo con
una suerte de ser maléfico al cual hay que temer por los problemas
que su presencia podría causar. El temor al que se hace referencia
puede ser ilustrado con el relato de P. T.:
[…] si va alguien a tu casa y te dice: “Soy abogado y quiero hablar con
usted”, uno ya, de por sí, una persona que no sabe, se asusta, pues. “¿Por
qué un abogado me está viniendo a buscar?” […] Creo que asumimos la
palabra abogado o [la] igualamos […] con problema (2015).
El bufete
Por definición, un bufete es el “Estudio o despacho de un abogado”
(Cabanellas, 2008, t. i: 564; Ossorio, 1997: 139; y rae, 2014, t. iii:
353); es decir, la oficina donde el abogado podrá ser ubicado por sus
clientes y desarrollar sus actividades profesionales. Muchas veces, la
instalación del bufete conlleva ciertas complicaciones. La principal
suele ser el factor económico, puesto que hace falta tener dinero,
ya sea para comprar o alquilar la oficina, así como para “vestirla”:
comprar accesorios mínimos para que funcione, como una compu-
tadora, un escritorio y unas sillas para recibir a los clientes. La lista
podría crecer dependiendo de aquello a lo que se aspire. Este tipo de
dificultades se le presentan a muchos abogados, como a R. Z., quien
relata de la siguiente manera su experiencia:
Cuando he empezado con esto de [trabajar] independiente, ya así, [a]
conseguir oficina, [a] buscar oficina, es difícil comenzar. Porque uno no
tiene ni un escritorio ni una computadora, o sea, tiene que empezar de
cero […]. Yo, por lo menos, he empezado en mi casa, después me prestaba
domicilio procesal de algunos colegas o amigos que tenía para que dejen los
memoriales, me dejen las notificaciones. Ya posteriormente era prestarme
llave de mi colega, y ella ya me ha invitado a venir aquí. Entonces, es difícil,
hasta conseguir clientes es difícil, porque uno no conoce, no sabe, se siente
bien desorientado, porque no sabe cómo va [a] empezar. “¿Ahora dónde
busco?”, dice. Es difícil (2015).
Del otro lado están las personas que vieron en el derecho una
segunda opción ante la imposibilidad de seguir otra mejor. Una de
las circunstancias más típicas es que estas personas eligieron primero
una carrera distinta a la de Derecho, pero, en su entorno familiar, se
desestimó su decisión o fracasaron al postularse en la carrera deseada,
tal como le pasó a M. V.:
El derecho no es la primera elección de ningún estudiante que sale del co-
legio, es la opción que se da cuando tiene fracasos en otra carrera o cuando
encuentra bloqueos en el propio entorno familiar para estudiar esa carrera.
Por ejemplo, yo quería, de entrada, [estudiar] arqueología (2015).
Entre las historias, también existen casos que podrían ser consi-
derados de “elección por descarte”; es decir, personas que optaron
por la carrera de leyes porque no encontraron una opción acorde a
sus habilidades. Es lo que le sucedió a C. F.:
[…] desde que yo estuve en colegio nunca he sido buena para todas las ma-
terias que tenían que ver con números: física, matemáticas, química, nada
de eso. Por tanto, al momento de decidir qué voy a estudiar decidí estudiar
derecho: es solamente leer, leer mucho, memorizar y todo ello (2015).
La búsqueda de experiencia
En la abrogada Ley de la Abogacía (art. 5), se establecía que para ejer-
cer la profesión era requisito haber realizado actividades vinculadas
a ella, las cuales debían estar debidamente certificadas (art. 5).15 En
otras palabras, se pedía experiencia. En la actualidad, en la vigente
Ley del Ejercicio de la Abogacía, no existe un requisito similar, por
lo que –al menos en la legislación del oficio– la exigencia de prácti-
cas y experiencia ha sido eliminada. Sin embargo, hoy en día y en
los hechos, tal exigencia sigue siendo fundamental y muy valora-
da; por este motivo, existen instancias que la facilitan. Los bufetes
de abogados que se dedican a litigar se constituyen en una de esas
instancias. Ofertan el oficio de procurador, que consiste en revisar,
hacer seguimiento y organizar los procesos que un abogado titula-
do lleva. Otra instancia es el Estado, ya sea dentro del Órgano Judi-
cial o en otras reparticiones. En el caso de este último, dentro de los
juzgados, existen tres alternativas de cargos que brindan experien-
cia: auxiliar, oficial de diligencias y supernumerario. Las primeras
dos tienen una remuneración mínima (véase el anexo 7), mientras
que la última no es pagada, probablemente porque, formalmente,
ese cargo no es parte de la estructura de los juzgados. Los requisi-
tos para optar a cualquiera de esos tres cargos son los mismos –el
Por otra parte están los conflictos entre abogados que, en gene-
ral, se dan por deslealtades profesionales. Un claro ejemplo es el de
los denominados “tinterillos”, es decir, “los abogados que no ven los
casos, solamente sellan [documentos]” (M. V., 2015). “Las mismas
partes […] los buscan a ellos en sus oficinas y se hacen sellar por 20,
10 bolivianos” (ibid.). Ciertamente, se producen disputas entre los
abogados tinterillos por percibir recursos, aun a costa de denigrar la
carrera al cobrar por servicios que se ofertan a costos menores que
los establecidos en los aranceles de los Colegios de Abogados.16
Estos y otros “tragos amargos” son los que van poniendo a prueba
la vocación y la convicción profesional del abogado para continuar
escalando peldaños o, en su defecto, abandonar la carrera. En ese
contexto, la deserción del ejercicio profesional es un tema recurrente.
Por ejemplo, hay casos en los que “muchos abogados noveles […]
hacen una prueba de unos meses” y luego “están dejando […] la
profesión de abogado” para dedicarse “a otros menesteres, menesteres
16 Sobre este punto, véase el acápite de este texto que propone una clasificación
de los tipos de abogados.
198 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
de sus padres, al comercio, etcétera” (B. A., 2015). Esto significa que
muchos abogados, al poco tiempo de iniciar su carrera, cambian de
oficio y se convierten en empresarios, comerciantes, taxistas, albañi-
les o, incluso, deciden comenzar otra carrera que consideran podría
generarles mayores réditos.
Otra de las causas de las deserciones, además de las mencio-
nadas, es la sensación de que el mercado de abogados está copado.
Sobre este punto, es posible encontrar dos criterios contrapuestos. El
primero, según la lectura recurrente, considera que “ya no es nada
rentable ser abogado porque la competencia es terrible; hay cual-
quier cantidad de abogados” (C. F., 2015). Sin embargo, y he aquí el
segundo criterio, no hay que olvidar que el abogado litigante trabaja
en torno al conflicto, buscando darle una solución. Bajo esa premisa,
se entiende que el conflicto es parte de toda sociedad y, por tanto, no
habría problema con la demanda del servicio –pues nunca faltarán
conflictos por solucionar–, sino con la oferta existente, es decir, con
los servicios ofrecidos según las áreas de especialización de los abo-
gados. En dicho contexto, es sabido que las ramas del derecho que
cuentan con más abogados son la civil y la penal. Pero, ¿serán estos
los nichos de sobreoferta? Para responder a esa pregunta, se acudió
a E. B., quien conoce bien tal situación:
Es evidente que uno dice: “Sí, [el] ámbito penal y [el] civil están saturados”.
Sin embargo, uno ve que el ámbito civil y [el] penal ocupa[n] (en el ámbito
de la jurisdicción) el mayor porcentaje de procesos: la última estadística que
yo había visto está rondando entre el 60% y [el] 70% [de los casos], [los
cuales] son civiles y penales en ese marco general. Lo que sí creo es que no
hay que englobar este concepto civil y penal tan ampliamente. Ahora, si
se requieren abogados, por ejemplo con especialidad en medio ambiente
(por toda la connotación que hoy tiene este ámbito), se necesita abogados
administrativistas, tributarios, etc. Pero cuando uno habla de un abogado
civilista, no hay que pensar en civil en el ciclo genérico. Ahora, incluso el
ámbito civil está reducido o hay que subdividirlo, porque el abogado civilista
hay que diferenciarlo del abogado comercialista o [d]el abogado empresarial.
El abogado penalista tampoco es uno que se dedica al [derecho] penal en un
sentido genérico, también hay subramas. No es lo mismo el derecho penal
internacional o la protección internacional de los derechos humanos que,
si quieres, la protección de delitos comunes; son especialidades totalmente
distintas y ese paraguas de penalista no puede abarcar a ambos […]. Hoy, el
sistema normativo te exige que el abogado tenga una formación muy técnica,
muy especializada, pero [con] una fuerte base de formación genérica. Creo
Bajo la toga | 199
que algo [que] no hay que perder [de vista] en Bolivia, [es que] este no es un
país tan grande como para decir “yo voy a formar [a] un abogado especia-
lista en derecho bancario”, sino en decir “yo voy a formar [a] un abogado
que después tendrá una especialidad en [derecho] bancario… que después
tendrá una especialidad en [derecho] tributario”, pero tiene que tener una
sólida formación jurídica para después dedicarse a una especialidad (2015).
Tipos de abogados
Abogado modelo
Este tipo de abogado reúne una variedad de atributos que lo acercan
a los prototipos idealistas a los que se hizo referencia. Entre tales
atributos figuran: manejar los casos con ética, enmarcar las acciones
y las estrategias a las posibilidades que la norma otorga, ser sinceros
respecto a la viabilidad del caso (M. V., 2015), comprometerse con el
caso, realizar un seguimiento constante a los actuados y a los plazos
procesales (P. T., 2015), y aplicar la jurisprudencia (M. S., 2015),
entre otros.
Hay quienes piensan, como E. V., que este tipo de profesionales
son una “especie en extinción”. Una de las causas de esta percepción
posiblemente sea que el ejercicio de la abogacía –sobre todo si se quiere
sobrevivir en el mercado laboral– exige “adecuarse” o lidiar con las
17 El uso del término cliente puede no ser el más afortunado, empero, es habitual
en el mundo jurídico, dado que es entendido como “el litigante con respecto al
abogado que defiende su causa” (Cabanellas, 2008, t. ii: 205).
Bajo la toga | 203
Abogado pleitero
Se entiende que este tipo de abogado, en lugar de buscar una solu-
ción rápida al conflicto, busca caminos de larga duración que, en
general, se traducen en largos procesos. Esta postura podría obede-
cer a tres factores: el deseo de generar mayores ingresos económi-
cos,18 el imaginario social y la formación profesional.
Los abogados que se manejan bajo la lógica del primer factor
–deseo de generar mayores ingresos económicos– “están viendo […]
cómo pueden armar el incendio, que se haga más grande el asunto,
para entrar en procesos grandes y tortuosos, precisamente para
alargar los tiempos y ganar más dinero […]” (C. F., 2015). En ese
contexto, los clientes gastan más dinero para pagar los honorarios
profesionales. Curiosamente, los abogados que sugieren optar por
salidas contrarias –es decir, salidas que beneficien al cliente y que
suelen requerir menores gastos– o incluso renunciar al litigo son
estigmatizados como malos abogados. Esto es lo que le sucedió a F. F.:
Una vez un señor vino a mi oficina a decirme que le habían robado un quin-
tal de papa y que quería demandar a los responsables. Le propuse analizar
los costos que ello implicaba y que le saldría más caro [demandarlos] que
recuperar su quintal, a lo cual él coincidió conmigo y se fue resignado y
agradecido por la asesoría. Transcurrida una hora, la misma persona vino
acompañada de sus familiares y [estos] me increparon: “¿Usted es amigo
de los delincuentes?, ¿cómo le va a decir así?, ¡usted es un pésimo abogado!,
¡esas personas tienen que ser enjuiciadas!, ¡no sabe la pérdida económica
que hemos sufrido!”. Y se salieron molestas (2015).
Abogado conciliador
Este tipo de abogados son la antítesis de los abogados pleiteros, pues
buscan solucionar las controversias existentes a través de la concilia-
ción, es decir, obteniendo acuerdos entre partes, antes que iniciando
o continuando procesos judiciales que previsiblemente serán largos.
La conciliación, a criterio de E. B., es una de las funciones que el
abogado debe cumplir y que implica tener la capacidad de sentar a
ambas partes para que bajen los tonos de voz y lleguen a solucionar
el conflicto. En estos casos, la lógica sería: “el abogado está primero
para asesorar, […] y el asesoramiento deviene en evitar precisamen-
te el conflicto” (2015).
Al igual que en el anterior caso, existen diferentes factores que
motivan a los profesionales a inclinarse por esta forma de ejercicio de
la abogacía. La formación de una cultura conciliadora podría ser una
de ellas, pero, de acuerdo con E. B., es algo que aún hay que trabajar
en nuestro medio, puesto que se requiere desarrollar habilidades y, en
consecuencia, dedicarle más tiempo. Por otra parte, el conocimiento
de la lentitud del sistema judicial y el deseo de evitarlo pueden ser
aspectos determinantes para optar por la conciliación. Así lo conside-
ra, por ejemplo, A. B., quien afirma que “litigar realmente es un vía
crucis, es un castigo […] y es preferible llegar a un arreglo” (2015).
206 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
—
—Anticipo de servicios a prestar
Como en muchos oficios, es comprensible que los abogados realicen
este tipo de cobros, ya que esto les permite comenzar con su traba-
jo. Sin embargo, en ciertas ocasiones, los interesados proporcionan
el anticipo solicitado, mientras que algunos abogados “no cumplen
Bajo la toga | 209
con sus clientes” (A. B., 2015). Esta circunstancia puede ser ilustrada
con una experiencia recogida en los pasillos del Juzgado de Oruro.
Allí, una persona relató que tenía programada una audiencia para
determinar si se le aplicaban medidas cautelares. Dicha persona
acudió a un abogado, el cual le solicitó un monto considerable de
dinero como anticipo, pero el día de la audiencia el abogado no apa-
reció y, días después, el cliente averiguó que dicho abogado –usando
el dinero del anticipo– celebró un acontecimiento social olvidando
la obligación profesional contraída.
—
—Garantía de resultados en el proceso
Los abogados “saca plata” realizan este tipo de cobros argumentando
que ese dinero “agilizará” e incluso “garantizará” buenos resultados
en el proceso judicial. Claro está que tales requerimientos están fuera
de norma, toda vez que la Ley del Ejercicio de la Abogacía establece
como infracción leve el hecho de que un abogado ofrezca “sus servi-
cios profesionales mediante formas engañosas o referencias anticipa-
das sobre tiempo o resultado” (art. 40, núm. 3). Este tipo de cobros
puede ser ilustrado con el testimonio de uno de los entrevistados,
quien dijo que escuchó a uno de sus colegas decir: “Dame mil dólares
y a ese hijo de tal lo vamos a meter a la cárcel el lunes” (G. G., 2015).
Estas acciones son muy cuestionadas dentro del propio ámbito
profesional, pues ocasionan que los abogados que obran legal y ética-
mente sean mal vistos por no prometer resultados. Es decir, muchas
personas consideran que un abogado que no garantiza resultados no
es un buen profesional. Así sucedió, por ejemplo, con G. G.:
El abogado que es honesto, es sincero, le dice [a sus clientes]: “Mire, su
caso tiene que recorrer este camino y todavía hay la posibilidad de que
no sea efectivo”. [Pero a ese abogado] no le creen, le dicen: “Ese no, es un
tonto” (ibid.).
—
—Pagos a servidores públicos
Estos cobros son realizados, supuestamente, para luego ser entrega-
dos a ciertos servidores públicos de los juzgados, de la Fiscalía, de la
Policía o de otras instituciones de administración de justicia, como
pago por favores requeridos dentro de un proceso. Es lo que muchos
210 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
juzgado, si tú vas con esa fama, llegas y […] ya te ven con cara de billetera
abierta y ese no es el fin del abogado (ibid.).
—
—Cobros inventados y de “alargue”
Por si fuera poco, estas solicitudes también se aprovechan del descono-
cimiento del cliente sobre el contexto jurídico. En este tipo de cobros
están aquellos por conceptos inexistentes, tal como contó C. F. acer-
ca de un caso sobre unos timbres que dejaron de ser utilizados hace
tiempo:
[Respecto a] esto de los abusos que cometen [algunos abogados, de] sacar
dinero al cliente para un montón de pagos que no existen, he escuchado
hablar a algunos clientes míos, [a] algunas personas “x” [decir]: “Que para
los timbres me han pedido”. [Yo les respondí:] “¡Ya pues!, ya no existen
timbres”. Entonces hay abogados que están viendo por dónde sacar dinero,
entonces, es eso [lo] que hace quedar mal al abogado (2015).
Por otra parte, están los que podrían llamarse cobros de “alar-
gue”, que son aquellos que se efectúan para continuar o alargar un
proceso que claramente no avizora buen puerto. Con ese propósito,
el abogado mete “la idea en la cabeza [de los clientes] de que puede
hacer algo y [que] las partes están dispuestas a poner dinero tras
dinero, como honorarios o como otros gastos, y de eso viven ellos
[los abogados]” (M. V., 2015).
¿Qué hay detrás de estos cobros? ¿Qué los motiva? Con seguri-
dad podrían ensayarse diferentes respuestas. Una de ellas puede ser
formulada a partir de la opinión de E. V., quien considera que los
abogados que hacen tales cobros “se empecinan en tener ingresos
económicos y complicar los distintos […] hechos, acontecimientos,
que tenga el cliente y que originen problemas” (2015). Bajo esa lógi-
ca, la carrera y el ejercicio de la abogacía serían concebidos como
una fuente de ingresos, dejando de lado la concepción idealista del
derecho como un servicio social. En este orden de cosas, no puede
conminarse el deseo que toda persona tiene de generar ingresos; al
final, todos requieren subsistir de su trabajo, pero el problema está
en si esa pretensión comienza a rayar en una ambición que erosiona
212 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
es él, ¿por qué los otros sí reciben?” […] Así que me vi obligado a recibir,
aunque ese dinero se los juntaba y [el] fin de semana con eso mismo se los
compraba un refrigerio (2015).
Abogado chicanero
Es muy común oír hablar de los abogados chicaneros, pero ¿cómo se
los puede definir? En primera instancia, puede decirse que utilizan
la chicana como forma de desempeño profesional. Desde una pers-
pectiva jurídica, la chicana es concebida como las trampas legales,
las triquiñuelas y los ardides utilizados en los pleitos y en las negocia-
ciones; en consecuencia, se entendería que un abogado chicanero es
aquel “litigante desleal, dilatorio, enredador o dado a efugios [evasi-
vas] y ardides” (Cabanellas, 2008, t. ii: 159). Ahora bien, desde una
mirada más pragmática, en el trabajo de campo, se encontró que la
chicana es considerada como “una cultura procesalista de dilación,
de prórroga del proceso [donde] los abogados no quieren discutir el
fondo del asunto” (E. B., 2015).
Se podría decir que el abogado chicanero es aquel que utiliza la
chicana como forma de desempeño profesional, probablemente de
manera estratégica, y que busca, por diferentes mecanismos, dilatar
la duración de un proceso judicial. Según lo relatado por varios de
los entrevistados, hay que anotar que los mecanismos utilizados para
chicanear van desde el uso de recursos procesales que la ley establece,
como la interposición de incidentes, las recusaciones y las nulidades,
entre otras, hasta la aplicación de tácticas más empíricas, como la
inasistencia a actos procesales por supuestos temas de salud e incluso
pagar para que un ascensor sea retenido cuando una de las partes está
adentro, entre otras tantas triquiñuelas que pudieran surgir.
Gran parte de las definiciones previamente expuestas asumen que
la chicana es un acto negativo. Sin embargo, en el ámbito del derecho,
se debate mucho sobre las posibles ventajas de esta estrategia. Ossorio
y Gallardo, por ejemplo, señala al respecto que:
[…] en el 98 por 100 de los casos ella [la chicana] es una maldad y consti-
tuye para el abogado un deshonor. La cuestión está en advertir que puede
haber un 2 por 100 de casos en que la chicana sea no solo inevitable sino
recomendable y plausible. Todo en la vida depende del hombre, de su
pensamiento, de su conciencia […] (2005: 45).
214 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Abogado charlatán
Según el diccionario de la rae, una persona es considerada como
charlatana cuando habla en exceso, sin fundamento alguno e indis-
cretamente (2014, t. iii: 504). Un abogado será charlatán, entonces,
cuando opta por hablar de esa manera frente a sus clientes y/o a
los servidores públicos. Las repercusiones de tales acciones podrían
llegar a afectar incluso al cliente, tal como se puede apreciar en el
siguiente testimonio:
A la corta o la larga, siempre nos vamos a encontrar con un abogado de
esa clase. […] A mí me ha pasado en una audiencia de medidas cautelares
[…]. Yo tenía mi cliente […] y un joven [estaba] con su abogado. Este
abogado ha empezado prácticamente a insultarlo al fiscal. Por nada más
les han dado detención domiciliaria. Y era un caso tan mínimo que era
[como] para que ellos salgan con libertad […]. Pero [lo] han enfurecido
al fiscal, a la juez, por nada más que él [el abogado] se creía que sabía
más que ellos (C. F., 2015).
Mediante promesas, este tipo de abogados –al igual que los abo-
gados pleiteros– les garantizan resultados a sus clientes, a pesar de
que este tipo de compromisos no está permitido. Sobre esto, M. S.
relató lo siguiente:
Tenemos los [abogados] que al cliente le deben decir: “Voy a plantear
esto y esto, estas excepciones, estos incidentes, y te voy a sacar libre”. Y
vienen y las plantean, nulidades y todo, sabiendo que no está[n] en lo
cierto. Solo es para impresionar al cliente que [el abogado] usa todas
esas armas (2015).
—
—Competencia desleal
Una de las conductas más habituales es la competencia desleal. Esta,
usualmente, tiene que ver con las tarifas de sus servicios profesiona-
les. En efecto, existen abogados que cobran montos menores a los
establecidos en los aranceles de los Colegios de Abogados, de mane-
ra que se devalúa el trabajo de todo el gremio. Al respecto, según E.
V. (2015), se ha llegado al extremo de realizar memoriales por diez
bolivianos y otros trabajos a precios reducidos en lugares como “la
cueva” –también conocido como “la ratonera”–, ubicado en una
calle céntrica de la ciudad de La Paz.
—
—Firma de memoriales
En una cultura del papel, como la de gran parte del sistema judicial
boliviano, la firma de los actuados en los que interviene el aboga-
do es fundamental. Por tal razón, este tema se presta para las des-
lealtades.
En el trabajo de campo, se identificaron dos casos. El primero
se da cuando un abogado acude a sus pares para pedirles el “favor”
de que firmen un memorial elaborado por él o por una tercera per-
sona. Uno de los motivos por los que se pide este favor es porque
el solicitante está vinculado con las partes por tener relaciones de
amistad e incluso familiares con ellas y, por tanto, no le correspon-
de estampar su firma. Pero, más allá de un posible favor, en muchas
ocasiones estas solicitudes ocultan hechos fuera de la norma, lo cual
supondría una traición a la confianza del abogado firmante. Y esto
no queda ahí, ya que incluso este presunto favor podría derivar en
una responsabilidad para el firmante, que figuraría como autor del
documento para las partes involucradas. Una experiencia de este
tipo está plasmada en el siguiente relato:
Hay gente que viene con un memorial y te dice: “Por favor, doctor, fírma-
melo estito”. “Pero, ¿qué es pues eso?”, [le digo]. “Es solo un anticrético”,
[responde]. “Pero tienen que estar las partes acá”, [aclaro]. [Y me dice:]
“No, por cuestiones de tiempo no han venido”… A mí casi me sorprenden
una vez, porque era un anticrético por ocho mil dólares y estaban dando el
Bajo la toga | 219
ambiente de una señora a una persona adulta mayor, que iba a ocupar el
espacio con su esposa y su hijo, pero llegado el momento otro colega más
bien me dice: “No firmes, hermano, tienen que estar las partes; pensá que te
está insistiendo este joven que dice que es su procurador de este señor” […].
[El joven] insistió, insistió y le dije: “No va a ser posible”. Cuando, después
me entero, estaban haciendo un anticrético de una persona fallecida […].
Hay gente que viene así, maliciosa (H. R., 2015).
—
—“Serruchadas” de clientes
En este tipo de casos, el abogado literalmente “roba” o “quita”
clientes a otro colega. Se trata de una práctica muy común y que se
produce, por lo general, en oficinas compartidas por varios aboga-
dos. La dinámica es la siguiente: muchas veces, uno de los abogados
se ausenta de la oficina y, en ese ínterin, viene a buscarlo uno de sus
clientes. Aprovechando la ausencia, otro miembro de la oficina se
acerca a ofrecer sus servicios indicando que podría brindar un mejor
trabajo e incluso habla mal del desempeño profesional del ausente.
Ese fue, justamente, el testimonio recogido en los pasillos de los juz-
gados de La Paz, de un abogado que prefirió no identificarse.
Abogado negligente
Estos abogados son la antítesis del abogado modelo y se caracterizan
por brindar servicios inadecuados, mostrando dejadez en muchos
aspectos. Entre algunos de sus atributos se podrían mencionar los
siguientes: “Son buscados cien veces y nunca se hacen encontrar”
(A. B., 2015); dejan de hacer seguimiento a los memoriales que pre-
sentan en las instancias judiciales (P. T., 2015); no tienen conoci-
miento de su profesión, es decir:
[…] no saben dónde están parados […] muchos [van] detenidos por culpa
de esos abogados, se los traen como en charola de plata y vienen para que los
remitan al penal y eso se ve generalmente en los abogados de estas últimas
generaciones (M. S., 2015).
220 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Tipos de clientes
Cliente pleitero
Los clientes pleiteros buscan resolver sus controversias mediante la
confrontación en los juzgados y, para ello, requieren los servicios de
un abogado. El deseo de ganar la causa a toda costa o de vengarse
son los factores que motivarían su forma de actuar. En consecuencia,
su naturaleza es similar a aquella de los abogados pleiteros, como se
vio en páginas anteriores.
El deseo de ganar a toda costa la controversia caracteriza a este
tipo de clientes. Bajo esa premisa, acuden a un abogado, sin importar
si tienen o no los argumentos para triunfar en su objetivo. Incluso hay
quienes quieren –sabiendo que han transgredido una norma– obtener
resoluciones favorables (M. V., 2015). En tales casos, lo que suele ocu-
rrir es que el cliente acude al abogado y le dice: “No importa cuánto
me cueste, quiero fregarlo a este otro” (ibid.). Claramente, con esas
actitudes, contribuyen a la degeneración del sistema judicial, puesto
que, como señala M. V.:
[Este tipo de cliente] es el que tuerce inclusive hasta al abogado más recto.
[…] Ese es el peor cliente, que va y quiere hacer lo que sea para ganar el
juicio y eso es bastante delicado porque esa es una de las fuentes inclusive
hasta de la corrupción del sistema judicial. Hay clientes con mucho poder
económico que no tienen temor. A veces, el abogado ni siquiera sabe, el
abogado está haciendo sus memoriales, yendo a sus audiencias, analizando
el caso y la misma parte está buscando con sus amistades quién conoce al
juez y él [el cliente] está buscando por sus propios medios [cómo ganar la
controversia] (ibid.).
Cliente asequible
Estos clientes son aquellos que se caracterizan por ser tratables y
llevar una relación armoniosa y de confianza con el abogado. Entre
sus atributos puede decirse que son: respetuosos, comprensivos, con
vocación por la conciliación y pacientes con el trabajo que reali-
za el abogado (C. F., 2015). Asimismo, se preocupan por los asun-
tos encargados y son cooperativos con lo que se requiere (G. G.,
de 2015), acuerdan “tranquilamente” los honorarios y cumplen
con estos (E. V., 2015), y, finalmente, son agradecidos (M. V., 2015).
Lamentablemente, algunos abogados consideran que solo uno de
cada diez clientes entra en esta categoría (H. R., 2015).
La gratitud es un rasgo que destaca en muchos de los clientes
asequibles. En general, dicho rasgo se manifiesta en personas de
escasos recursos, a quienes muchos abogados deciden no cobrar o,
en su defecto, les cobran únicamente por los gastos correspondientes
a los costos procesales. De ese modo, se pone en práctica una suerte
de responsabilidad social. A propósito, la siguiente vivencia es
esclarecedora:
A veces esa gente humilde es hasta más agradecida que el cliente que te
paga un honorario de manera fija. Aquí, cuántas veces me han traído […]
arrobas de papa, no como honorarios, sino como agradecimiento por lo
que se hace a veces. Y eso es algo que valoro en el ciudadano boliviano,
que de una u otra forma reconoce también al abogado que hace de manera
correcta y leal su proceso (M. V., 2015).
Cliente desconfiado
Estos clientes buscan incidir en las decisiones de su abogado, “sugi-
riéndole” alternativas de acción. El sustento de estas sugerencias se
222 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
—
—Asesoría de terceras personas
En este caso, el cliente cuenta con amistades, conocidos, familiares
o, finalmente, otro abogado, a quienes consulta sobre la pertinencia
de los actuados del abogado que ha contratado. En palabras de C.
F., esas personas son “asesores extras” (2015). Este escenario puede
derivar en una situación incómoda entre el abogado y su cliente,
como puede apreciarse en la siguiente vivencia:
[Estos clientes] van averiguando de uno a otro [abogado], van a resolver sus
problemas y ellos quieren hacer sus cosas. Un poquito más y van a confec-
cionar sus memoriales y solamente van a recurrir [a ti] para que se los fir-
mes. Te dicen: “Pero qué raro, usted me dice de esta manera y yo he habla-
do con otro abogado…”. Y al final te dicen esto: “[El otro abogado] me ha
dicho que esto es fácil, que se puede resolver de esta manera”. Tienen más
opinión. Dicen: “También he ido donde otro abogado, mi prima es aboga-
do, y me ha dicho que de esta manera se puede arreglar”. Van informán-
dose de una y otra forma, y van armando un rompecabezas, y a su manera
quieren resolver y te quieren imponer. Te dicen: “¿Cómo, doctor? ¡Si es fá-
cil! Estito nomás hágamelo”. [Entonces tú respondes:] “Pero, mira, lo que
tú me estás pidiendo no se adecua en el derecho, puedes pedir todo, pero
no se adecua al derecho. No va a haber una norma que te respalde, cual-
quier abogado no va a aceptar, peor un juez; te va a rechazar. Lo que tú
me estás pidiendo es bien descabellado”. [Pero el cliente responde:] “Há-
gamelo nomás, hágamelo pues, redáctemelo y ya vamos a ver qué pasa des-
pués” (H. R., 2015).
—
—Experiencia propia
Es cuando el cliente, en lugar de escuchar las sugerencias de terce-
ros, acude a su propia experiencia, ya que en su vida pasó por con-
flictos legales similares a los que tiene en el presente. De ese modo,
se remite a su memoria, recordando cómo confrontó el conflicto
en el pasado y, a partir de ello, sugiere asumir tal táctica –si es que
esta supuso buenos resultados anteriormente– o dice que tal proce-
dimiento no debe ejecutarse –pues, en el pasado, este le trajo malos
resultados–. Un testimonio para comprender cómo se configura este
tipo de situaciones es el siguiente:
Bajo la toga | 223
—
—Tiempo
En este caso, los clientes consideran que al contratar los servicios de
un abogado pueden requerir de ellos en cualquier momento, sin nin-
gún tipo de consideraciones. A. B., por ejemplo, los recuerda como
sigue:
El cliente piensa que puede llamarlo a su abogado en horas de almuerzo, en
la noche, a cualquier hora; cree que su abogado está disponible, que debe
trabajar las 24 horas del día. Y, bueno, eso no es así. El abogado también es
como cualquier otro trabajador que tiene horarios de almuerzo, horarios de
dormir, de descansar. Entonces, el cliente, por el hecho de que está pagando
224 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
honorarios, cree que [a] cualquier hora debe estar su abogado disponible.
Ese es un gran problema (2015).
En suma, podría decirse que muchos clientes creen que sus aboga-
dos son “magos” capaces de resolver los casos en un tiempo mínimo.
A propósito, para C. F.: “El cliente cree que tenemos la varita mágica
y que en 24 horas vamos a solucionar cualquier problema” (2015).
Siguiendo esa lógica, algunos clientes llegan a asumir una conducta
intransigente, la cual puede generar escenarios que rayan en la falta
de respeto. Según P. T., estos clientes:
[…] vienen a reñir[nos] de todo y de nada, histéricos […]. Y como son
litigantes, hay que escucharles lo que te riñen, porque si no, de lo contrario,
te dicen que eres discriminadora, [que] abusas de tu autoridad. Entonces,
¿qué se puede hacer con estas personas alteradas? (2015).
—
—Ausencia de pagos
Estos clientes no realizan los pagos requeridos, los cuales, en muchas
oportunidades, ni siquiera son por concepto de servicios, sino por
costas procesales. Es lo que le ocurrió a R. Z., quien atendió un caso
de violencia de una hija contra su madre, una señora de la tercera
edad:
[…] la señora no tenía recursos. Ya, muy bien, yo se lo hacía los trámites,
no le cobraba nada por [los] memoriales. Pero […] en la felcc necesitaba
[dinero], había que darle a la Policía dinero para que vaya a detenerla [a la
hija], porque la hija era la que le pegaba. Necesitaba dinero para que vaya la
Policía, porque la señora no tenía. O sea, tampoco el abogado puede agarrar
y cubrir esos gastos, uno hace lo posible para tratar de cubrir los gastos:
memoriales, ir, vérselo. Yo se lo iba y todo lo demás, pero ya sacar de mi
dinero para darle a la Policía, es imposible ¿no?, y no hay una instancia que
les apoye en eso a las personas que no tienen recursos. Esas personas que no
tienen son las que más molestan, sí, la señora me llamaba a cada rato (2015).
las vivencias de voz propia de los clientes y otros actores del sistema,
en la perspectiva de tener una lectura íntegra.
El ejercicio de clasificar los tipos de abogados y de clientes per-
mitió encontrar serios indicios referidos a que la sociedad boliviana
tiene cierta inclinación por una cultura del conflicto. Por ello, muchas
veces, los estrados judiciales son vistos como espacios para iniciar o
continuar pleitos, llegando al extremo, en el caso de los abogados,
de seguir litigando para generar mayores ingresos por concepto de
servicios profesionales y, buscando venganza, en el caso de los clien-
tes. Este clima ciudadano ocasiona que las propuestas conciliatorias
–vengan del cliente o del abogado– no siempre sean bien recibidas y
que, incluso, se considere al jurista que propone la conciliación como
un mal profesional.
Dadas las circunstancias, es necesario trabajar en un proceso
de concientización ciudadana a favor de la conciliación. De similar
manera, la formación jurídica debería considerar mayores espacios
para preparar abogados que eviten el conflicto antes que generarlo.
Al final, la valoración –ya sea por el conflicto o por la conciliación–
genera entre el cliente y el abogado una relación de “tira y afloja”
en la que no siempre prevalece el criterio técnico, sino el deseo del
cliente, hecho que podría decantar en prácticas negativas que, a su
vez, reflejan claramente dos responsables: aquel que las propone o
insinúa y aquel que las pone en práctica. Al respecto, habrá que añadir
que la definición de este “tira y afloja” podría estar determinada por
la concepción que el abogado tiene de su profesión y que, como se
ha visto, varía de un profesional a otro. Cualquiera que sea el caso,
la posición que el abogado asuma será la que defina los límites para
que el cliente formule sus solicitudes respecto a la prestación del
servicio. Por otra parte, no se puede dejar de mencionar, además
de la relación abogado-cliente, la incidencia del diseño del sistema
vigente –normas, instituciones y procedimientos, entre otros– en las
malas prácticas. Urge, entonces, encarar un estudio organizacional
y normativo, pero de manera integral, de la cultura jurídica. Quizás
ahí se puedan encontrar varias respuestas que permitan explicar la
crisis judicial y el desprestigio de la abogacía.
Por último, es preciso comprender que dentro del gremio existen
diferentes dinámicas que difícilmente pueden ser generalizadas. Lo
230 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
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2015 Perspectivas de la justicia en Bolivia. 10 temas críticos y una
propuesta de agenda de investigación. La Paz: Ministerio de la
Presidencia, Unidad de Apoyo para la Gestión de Políticas
Públicas / Fundación pieb.
22 Información remitida a solicitud del autor por Paolo Gary Romero Catacora,
responsable del rpa, sobre la cantidad de abogados registrados a nivel nacional
(al 17 de diciembre de 2015) y las universidades de las cuales estos egresaron,
según departamento y área de trabajo o especialidad.
Bajo la toga | 233
Fuentes oficiales
Fuentes digitales
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La Razón
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junio”, 29 de marzo.
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estructurales en la Justicia’ del país”, 5 de noviembre.
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Judicial”, 27 de septiembre.
2015c “La crisis judicial y la violencia machista persisten en
Bolivia, según la onu”, 1 de abril.
2014 “Evo Morales: ‘En vano incorporamos poncho, pollera y
sombreros (a la Justicia) porque no cambia nada’”, 11 de
febrero.
Opinión
2015 “Filman a juez anticorrupción que pide 15.000 dólares por
una audiencia”, 18 de noviembre.
2014 “La composición social de los parlamentarios y las leyes”, 7
de septiembre.
Página Siete
2015 “Ministra de Justicia denuncia cobros ilegales en juzgados
de El Alto”, 17 de diciembre.
2014 “El mandatario entregó ayer una casa de justicia en
Muyupampa. Evo: ‘En vano incorporamos poncho y
pollera en la justicia’”, 12 de febrero.
Bajo la toga | 237
El Potosí
2016 Zárate, Freddy, “Los abogados y la fachada
descolonizadora”, 6 de febrero.
Sitios web
Entrevistas
Anexo 1
Nº Norma
1 Ley Nº 1455: de Organización Judicial (18 de febrero de 1993)
Ley Nº 1602: de Abolición de Prisión y Apremio Corporal por Obligaciones Patrimoniales (15 de
2
diciembre de 1994)
3 Ley Nº 1674: Contra la Violencia en la Familia o Doméstica (15 de diciembre de1995)
Ley Nº 1685: de Fianza Juratoria contra la Retardación de la Justicia Penal (2 de febrero de
4
1996)
5 Ley Nº 1760: de Abreviación Procesal Civil y Asistencia Familiar (28 de febrero de 1997)
6 Ley Nº 1770: de Arbitraje y Conciliación (10 de marzo de 1997)
Decreto Supremo Nº 25087: aprobación del Reglamento de la Ley contra la Violencia en la
7 Familia o Doméstica y crea los Servicios Legales Integrales Municipales (slims) (6 de julio de
1998)
8 Ley Nº 1817: del Consejo de la Judicatura (22 de diciembre de 1997)
9 Ley Nº 2410: del Tribunal Constitucional (1 de abril de 1998)
10 Ley Nº 2026: Nuevo Código Niño, Niña y Adolescente (19 de octubre de 1999)
11 Ley Nº 1970: Nuevo Código de Procedimiento Penal (25 de marzo de 1999)
12 Ley Nº 2175: del Ministerio Público (13 de febrero de 2001)
13 Ley Nº 2298: de Ejecución Penal y Supervisión (20 de diciembre de 2001)
14 Ley Nº 2494: del Sistema Nacional de Seguridad Ciudadana (4 de agosto de 2003)
15 Ley Nº 2496: del Servicio Nacional de Defensa Pública (4 de agosto de 2003)
Fuente: Elaboración propia a partir de Orías (2015) y de la Gaceta Oficial de Bolivia.
241
Anexo 2
Nº Norma
Ley Nº 003: de Necesidad de Transición a los Nuevos Entes del Órgano Judicial y Ministerio
1
Público (13 de febrero de 2010)
2 Ley Nº 004: de Lucha Contra la Corrupción “Marcelo Quiroga Santa Cruz” (31 de marzo de 2010)
3 Ley Nº 007: de Modificaciones al Sistema Normativo Penal (18 de mayo de 2010)
4 Ley Nº 025: del Órgano Judicial (24 de junio de 2010)
5 Ley Nº 027: del Tribunal Constitucional Plurinacional (6 de julio de 2010)
6 Ley Nº 064: de la Procuraduría General del Estado (5 de diciembre de 2010)
7 Ley Nº 073: de Deslinde Jurisdiccional (29 de diciembre de 2010)
Ley Nº 212: de Transición para el Tribunal Supremo de Justicia, Tribunal Agroambiental, Consejo
8
de la Magistratura y Tribunal Constitucional Plurinacional (31 de diciembre de 2011)
9 Ley Nº 254: Código Procesal Constitucional (5 de julio de 2012)
10 Ley Nº 260: Ley Orgánica del Ministerio Público (11 de julio de 2012)
Ley Nº 348: Ley Integral para Garantizar a las Mujeres una Vida Libre de Violencia (9 de marzo
12
de 2013)
12 Ley Nº 387: del Ejercicio de la Abogacía (9 de julio de 2013)
13 Ley Nº 439: Nuevo Código de Procedimiento Civil (19 de noviembre de 2013)
14 Ley Nº 463: de Creación del Servicio Plurinacional de Defensa Pública (19 de diciembre de 2013)
15 Ley Nº 464: del Servicio Plurinacional de Asistencia a la Víctima (19 de diciembre de 2013)
16 Ley Nº 483: del Notariado (25 de enero de 2014)
17 Ley Nº 548: Código Niña, Niño, Adolescente (23 de julio de 2014)
Ley Nº 586: de Descongestionamiento y Efectivización del Sistema Procesal Penal (30 de
18
octubre de 2014)
19 Ley Nº 603: Código de Familias (19 de noviembre de 2014)
20 Ley Nº 650: Agenda Patriótica del Bicentenario 2025 (15 de enero de 2015)
Fuente: Elaboración propia a partir de Orías (2015) y de la Gaceta Oficial de Bolivia.
243
Anexo 3
Cuestionario de entrevista
Nombre:
Edad:
Universidad:
Años de trayectoria profesional:
Anexo 4
Periodo de Lugar de
Nº Nombre Forma de acceso
Gobierno nacimiento
Mariano Enrique Calvo Invitación de Sebastián
1 1841 Cochabamba
Cuéllar Ágreda
2 José María Linares Lizarazu 1857-1861 Potosí Golpe de Estado
1861
(miembro de
3 Ruperto Fernández Argentina Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
1861
(miembro de
4 Manuel Antonio Sánchez La Paz Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
Sucesión constitucional
1872-1873
5 Tomás Frías Ametller Potosí a través del Consejo de
1874-1876
Estado
6 Gregorio Pacheco Leyes 1884-1888 Potosí Elecciones
7 Aniceto Arce Ruíz 1888-1892 Tarija Elecciones
Elecciones con golpe de
8 Mariano Baptista Caserta 1892-1896 Cochabamba
Estado1
Severo Fernández Alonso
9 1896-1899 Sucre Elecciones
Caballero
1899
(miembro de
10 Serapio Reyes Ortiz La Paz Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
Continúa en la siguiente página
1 Mesa Gisbert (2007) señala que Baptista fue elegido en elecciones “por estre-
cho margen”, no obstante, su ratificación en el Congreso estaba en peligro
pues, en dicha instancia, contaba con una minoría parlamentaria. Por esa ra-
zón, y a pesar de la victoria electoral obtenida, Mesa Gisbert afirma: “Desde
el punto de vista de la constitución y las leyes, los hechos narrados no pueden
sino tipificarse como un golpe de Estado […]” (2007: 382).
246 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
Periodo de Lugar de
Nº Nombre Forma de acceso
Gobierno nacimiento
1899
(miembro de
11 Macario Pinilla Vargas La Paz Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
12 Eliodoro Villazón Montano 1909-1913 Cochabamba Elecciones
1920-1921
(miembro de
13 José Manuel Ramírez Sucre Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
1920-1921
(miembro de
Golpe de Estado
la Junta de
14 Bautista Saavedra Mallea Gobierno) La Paz
Elegido por Asamblea
1921-1925
Constituyente
15 Felipe Segundo Guzmán 1925-1926 La Paz Sucesión constitucional
16 Hernando Siles Reyes 1926-1930 Sucre Elecciones
17 Daniel Salamanca Urey 1931-1934 Cochabamba Elecciones
Sucesión constitucional
18 José Luis Tejada Sorzano 1934-1936 La Paz
por derrocamiento militar
1946
(miembro de
19 Néstor Guillén Olmos La Paz Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
1946-1947
(miembro de
20 Tomás Monje Gutiérrez La Paz Golpe de Estado
la Junta de
Gobierno)
Mamerto Urriolagoitia
21 1949-1951 Sucre Sucesión constitucional
Harriague
1952-1956 Elecciones y revolución
1960-1964 Elecciones
22 Víctor Ángel Paz Estenssoro Tarija
1964 Elecciones
1985-1989 Elecciones
1956-1960
23 Hernán Siles Zuazo La Paz Elecciones
1982-1985
24 Luis Adolfo Siles Salinas 1969 La Paz Sucesión constitucional
25 Walter Guevara Arze 1979 Cochabamba Sucesión constitucional
26 Eduardo Rodríguez Veltzé 2005 Cochabamba Sucesión constitucional
Fuente: Elaboración propia a partir de Mesa Gisbert (2003: 243-246).
Bajo la toga | 247
Anexo 5
Los datos muestran que entre 1825 y 2003 se tuvo 1.101 ministros,
402 de los cuales fueron abogados, representando al 36,51% del total.
250 | “Doctorcitos”. Ensayos de sociología y antropología jurídica
1 La Paz 1.351 2.426 1.745 2.546 1.603 2.312 5.335 17.328 11.328
2 Santa Cruz 328 908 952 1.647 1.864 1.329 5.110 12.138 s. d.
3 Cochabamba 398 1.431 857 849 1.136 1.462 3.692 9.825 8.132
4 Chuquisaca 318 387 767 673 268 438 1.441 4.292 s. d.
5 Oruro 121 413 306 342 264 315 1.827 3.588 s. d.
6 Tarija 0 445 368 495 170 208 1.191 2.977 2.557
7 Potosí 37 165 171 249 60 127 709 1.518 2116
8 Beni 0 122 76 143 100 65 493 999 s. d.
9 Pando 0 47 21 45 45 34 143 335 s. d.
Total anual 2.553 6.344 5.263 6.989 5.510 6.290 19.941 52.890
Fuente: rpa (2015), Colegio de Abogados de La Paz (web consultada el 25 de noviembre de 2015) y Colegios Departamentales de Abogados de Cochabamba, Potosí y Tarija (webs consultadas
el 21 de febrero de 2016).
s. d. = sin dato.
251
253
Anexo 7
Procuraduría del
Entidad Órgano Judicial Órgano Ejecutivo
Estado
Bs 17.305,00
Bs 16.947,00
(Presidente Bs 17.306,00 Bs 14.000,00
(Vocal del Tribunal
del Tribunal (Director general) (Procurador)
Departamental)
Departamental)
Bs 12.770,00
Bs 12.736,00 Bs 11.450,00 Bs 13.500,00
(Responsable i y
(Juez de partido) (Juez de Instrucción) (Director general)
especialista iii)
Salario y Bs 4.798,00
cargo (Administrativo i,
Bs 4.511,00 Bs 3.866,00 Bs 5.000,00
secretaria de dirección,
(Secretario) (Actuario) (Profesional iv)
chofer de viceministro
y ujier de viceministro)
Bs 2.028,00
(Auxiliar) Bs 2.170,00 Bs 3.300,00
Bs 2.028,00 (Auxiliar iii) (Técnico ii)
(Oficial de diligencias)
Fuente: Elaboración propia a partir de información del Consejo de la Magistratura de Bolivia (web consultada el 23 de
marzo de 2016) y del Decreto Supremo Nº 2347.
255