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El mundo en que
vivimos, afirma don Miguel Ruiz Jr., nos empuja a adoptar convicciones,
deseos y conductas que no nos pertenecen. Vivimos inmersos en una ilusión
colectiva, que nos ha llevado a creer que solo si estamos a la altura de ciertas
expectativas seremos dignos de amor. Nada más lejos de la verdad.
En su nuevo libro, La maestría del Ser, nos ofrece las herramientas necesarias
para identificar esos falsos relatos que son fuente de sufrimiento y nos enseña
a sustituirlos por la conciencia, la pasión y el amor incondicional que define
nuestro verdadero yo. Conocernos en los niveles más profundos, con el fin de
dejar aflorar al ser perfecto que todos albergamos, capaz de vivir centrado y
en paz incluso en situaciones que nos desafían, es en lo que consiste la
maestría del Ser…
Aprende a reconocer tu propia domesticación y liberarte de ella, y en el
proceso volver a ser quien realmente eres.
De pequeños nos premian o castigan por adoptar las creencias y conductas de
lo que a los demás les parece aceptable. Esta domesticación hace que muchas
personas dejen de ser ellas mismas para ser lo que creen que deberían ser, y al
final acaban llevando una vida que no es la suya.
Una apego es hacer tuyo algo que no forma parte de ti mediante una inversión
emocional o energética. Aunque te apegues a algo de manera natural en un
determinado momento, este apego se vuelve malsano si no lo abandonas
cuando el momento ya pasado o si la creencia a la que te aferras ya no refleja
la verdad.
Cuando te apegas a una creencia o idea o eres domesticado por ella con tanta
fuerza que no puedes abandonarla, tus opciones se reducen hasta el punto de
que cualquier noción de tener una elección no es más que una ilusión. Ahora
tus creencias te definen y son las que dictan las elecciones que haces. Ya no
eres un maestro de tu propio ser, porque tu domesticación y tus apegos te
controlan.
Tanto si tienes hijos como si no, es evidente lo que la abuela del chico intenta
hacer. Sus intenciones son buenas, quiere que su nieto como para que esté
bien alimentado. Y cuando él no quiere acabarse la sopa intenta convencerlo
premiándole para que le haga caso. Es la primera herramienta de la
domesticación (el premio).
– Si te acabas la sopa, ¡te volverás tan grande y fuerte como Superman!
El pequeño aprende que si sigue las reglas recibirá un premio, en este caso el
amor y el aliento de su abuela y que ella le considere un buen chico. Y que si
no le hace caso le castigará viéndolo como un niño egoísta que desperdicia la
comida y se porta mal.
¿En qué sentido te has identificado con el? ¿Cómo hacer que te suba el ego?
¿Te sientes más atractivo, rico, seguro, inteligente o espiritual por el hecho de
poseerlo?
¿Está afectando este apego a tus relaciones con los demás en tu vida?
¿Se te ocurre alguna ocasión en la que hayas actuado de una forma que no es
habitual en ti por este objeto?
Tomar conciencia de estos apegos es ya un gran paso para liberarte del poder
que ejercen sobre ti. En cuanto adviertes un apego, empieza a dejar de
condicionarte.
El parásito se vuelve más fuerte cuando prestas atención y les das crédito a las
conversaciones negativas exteriores. Cada vez que lo haces, te estás juzgando
basándote en la opinión de otro. La manera más fácil para alguien de controlar
tu fuerza de voluntad es cuando tú se lo permites, porque dudas de tu criterio a
la hora de decidir. Esto no significa que no debas tener en cuenta los puntos de
vista de los demás. Un maestro del ser es experto en detectar la voz del
parásito y sabe acallarla, transformándola en la de un aliado. Pero para
conseguirlo tienes antes que proponerte quererte incondicionalmente,
incluyendo a tu parásito.
Deja de jugarte.
Mírate al espejo y percibe los juicios que te haces sobre ti durante unos
instantes. Dedica un momento a escuchar esos juicios. Tus emociones te harán
saber cuáles son los que más te afectan, ya que cuanto más fuerte sea la
sensación negativa, más apegado estarás a ellos.
Investiga ahora el origen de este juicio y escribe las respuestas a las siguientes
preguntas:
Lee las respuestas y hazte luego esta pregunta tan importante: ¿Todavía
quieres que esté juicio siga controlando tu vida?
“Yo, (tu nombre), estoy preparado para perdonar a todos los que me han
hecho sufrir en el pasado. Elijo perdonarlos para que sus acciones del pasado
no me sigan afectando en el presente. Espero verlos con la mirada del amor
incondicional. También me perdono a mí mismo por todo lo relacionado con
estos acontecimientos. En aquella época intenté actuar lo mejor posible”
Estruja ahora la hoja de papel y tírala a la papelera. Visualiza todos los
sentimientos negativos que les guardas a esas personas y los incidentes
vividos y tíralos a la papelera también.
No olvides que perdonar a los demás es algo que haces por ti y no por ellos.
Perdonarles no significa olvidar los incidentes del pasado ni tampoco
consentir ninguna acción, sino que ya no dejas que te sigan afectando en el
presente.
4. MÚLTIPLES MÁSCARAS
¿Te has fijado que proyectas una imagen o una identidad de cómo quieres que
los demás te vean en el mundo? Eso forma parte de nuestra existencia, y
representar un papel de este modo es al fin y al cabo una herramienta útil para
avanzar por el mundo, porque nos permite relacionarnos más fácilmente unos
con otros. Pero en el fondo tienes que saber que no eres ninguna de esas
máscaras. Por esta razón, un maestro del ser utiliza cualquier máscara
sabiendo que solo es una máscara, un identidad temporal que cumplen
función, y la deshecha fácilmente cuando ya no es necesaria.
Por otro lado, saber que los demás proyectan una máscara sobre ti, aunque
hayas decidido sacarte todas tus máscaras, te permite transfigurarte de manera
deliberada y compasiva para amoldarte a cada situación. Y ser consciente de
las máscaras que proyectan sobre ti es tan importante como advertir las que tú
proyectas sobre los demás. Cuando proyectas identidades o roles sobre los
demás, creas una serie de expectativas sobre su conducta, por lo que el amor
condicional volverá a alzarse sigilosamente empañándote la visión y
juzgándola después por no haber representado el papel que tú querías.
Repasa luego la lista y responde a las siguientes preguntas: ¿Hay algún rol que
desees descartar o cambiar? ¿Qué pasos de harás para hacerlo?