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Practica notarial y judicial de los otomíes.

Sistemas Jurídico y judicial Castellanos

Para empezar a desarrollar el tema a tratar, se proseguirá dar una pequeña


definición de sistema jurídico, en cuanto a mi concierne, un sistema jurídico es, el
conjunto de normas de carácter jurídico que rigen en un Estado en un tiempo
determinado, y que éste es asimilado por la sociedad. En cuanto al autor, dicho
concepto se define de la siguiente manera:
“Un sistema jurídico es una elaboración cultural producto de un largo proceso de
evolución y ajustes. En determinado momento histórico queda fijo, y es cuando se
le identifica como un conjunto de normas, principios y reglas jurídicas”.1

Es importante hacer este énfasis en la definición del concepto, ya que es


precisamente este concepto por el que gira todo el documento.
La práctica jurídica notarial.
Entrando de lleno al tema que central: Practica notarial y judicial de los otomíes, es
importante, a mi parecer, hacer la distinción entre sistema jurídico y práctica jurídica
y judicial: el primero es “un discurso”, el segundo es “un fenómeno social, es la
traducción del discurso en esa realidad”.

Un aspecto interesante a mencionar, es que, mientras regia el sistema jurídico


castellano en la Nueva España en la etapa colonial, los encargados de llevar a cabo
la práctica notarial, eran los jueces, abogados y escribanos.2
Los otomíes de Querétaro.
Todo el documento gira en torno al pueblo indio, de los otomíes, que entre otras
cosas es un pueblo originario del territorio que comprende entre otros, al Estado de
Querétaro, dicho pueblo tiene sus propias tradiciones, costumbres, lengua y sobre
todo escritura, quienes en la actualidad, aún prevalecen, en palabras del autor: “Los
otomíes fueron un pueblo de Mesoamérica. Probablemente emigraron del norte, lo
que los coloca entre el gran conglomerado de los chichimecas”.3

Se dice que en la época de la colonización en el territorio comprendido por la Nueva


España, este pueblo otomí junto con los chichimecas eran los más “violentos”, pero
a su vez “eran los más hábiles para recibir la fe cristiana”.4

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Esto nos da indicios, de la religiosidad, de los otomíes, pues que no les fue tan difícil
a los evangelizadores, lograr su objetivo con los naturales, este punto de la religión
se retomará más adelante.

Desde otra perspectiva, un escribano español Francisco Ramos de Cárdenas que


estuvo cerca de ellos, interactuando y demás, deja escritos escribió que los
originarios otomíes eran: “muy barbaros, apocados, de bajo entendimiento, tardos
para aprender las buenas costumbres, nada curiosos, carentes de honra, de ánimo
vil y cobarde, mentirosos, supersticiosos, desagradecidos, acechadores, mirones,
irrespetuosos, crueles y sin piedad, sucios, flojos, viciosos por naturaleza, borrachos
golosos y carniceros, lujuriosos”. 5

Como se puede denotar, entre estas dos perspectivas existe una gran contradicción,
puesto que en la primera, nos habla de unos otomíes hábiles para aprender y
aprehender una nueva religión, tan distinta y distante a la que ellos conocían, más
allá que ambas opiniones coinciden en el aspecto de que en el pueblo prevalece la
violencia, más bien creo que lo que ocurre, es en primer lugar, el tiempo y espacio
en el que se escribieron dichas opiniones, digo esto porque no se cuenta con el año
exacto en el que se escribieron dichas observaciones, esto me lleva a la conclusión
de que quizá, los otomíes a los que se refiere la segunda opinión son los primeros
otomíes con los que se tuvo contacto cercano al iniciar la colonización mientras que
los indígenas a los que se refiere la primera observación, son otomíes de una o
varias generaciones posteriores al inicio de la conquista.
El sistema jurídico y judicial de los otomíes precortesianos.

En la cultura otomí, antes de la colonización, o dicho de mejor forma, en la cultura


prehispánica de los otomíes6 ya existía el matrimonio, al igual que en las culturas
europeas ya muy avanzadas, el matrimonio se tiene como una institución jurídico-
social, puesto que es un matrimonio con fines políticos, sociales y hasta en
ocasiones, económico, esto es evidente puesto que el matrimonio era convenido
por los padres de familia, y en el mismo sentido, el divorcio, consistía en la
separación de ambas personas, y por tanto del lazo familiar.

Hablando de los otomíes, las penas o castigos que se le imponían a los que
cometían un acto delictivo, iban desde azotes, por hurtar, hasta los más fuertes
como lo era la muerte a quienes cometieran adulterio7, algo contrastante de lo que
me logré percatar, consta en que según el texto el homicidio no se regulaba, no
tenía ningún castigo, entonces es contradictorio, que una forma de castigo sea la
muerte, y que el homicidio mismo no este regulado, por otra parte, desde la

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perspectiva europea occidental estas prácticas judiciales y castigos impuestos a los
delitos, son vistas como atroces, hostiles, inhumanas, salvajes, aunque quien sabe
cuánto tengan de razón estos términos impuestos por los españoles a los indígenas,
si dicha civilización europea viene desde una sociedad de donde es bien vista la
institución de la Santa Inquisición.
El otomí, lingua franca en el distrito.

Está por demás mencionar que el lenguaje es el mejor instrumento para la


transmisión de conocimiento, mensajes y por sobre todo para la conservación y
evolución de la cultura, en cualquiera de las civilizaciones que refiramos, convergen
una o más culturas, etnias, grupos o como en el mismo espacio geográfico, en el
caso de Mesoamérica varias naciones de indios ya habitaban sobre el territorio que
hoy comprende, entre otros, al Estado de Querétaro, por lo cual existe una gran
diversidad y variedad de “lenguas originarias”, entre las que destacan: “mexicana,
otomí, chichimeca y tarasca”8. De estas lenguas, la que regía en el territorio, era la
lengua otomí, la supremacía –por así decirlo –de la lengua otomí, queda plasmada
en el momento en el que los otomíes utilizan su lengua natural como forma de
identidad étnica y por sobre todo en el uso de la nueva documentación que los
españoles le impusieron, por lo que, cuando llegaron los frailes a evangelizar a los
naturales, tuvieron primero que aprender ésta lengua, y posteriormente traducir los
documentos escritos en otomí al castellano, idioma oficial del reino.

Es importante mencionar el elemento del lenguaje, porque éste sirve –además de


las alianzas –como el principal instrumento para llevar a cabo la conquista del Nuevo
Mundo, hay que tener en cuenta que todo lo que acabo de relatar líneas atrás,
ocurre en los primeros años de conquista.
Los testamentos.
Aunque no se cuenta con la certeza del porqué los otomíes empezaron a utilizar las
heredades y sucesiones después de la llegada de los españoles, a pesar de que
antes de éstos, los indígenas no las utilizaban, al parecer comienzan a hacer uso
de los beneficios de los testamentos a raíz de su propio beneficio, puesto que
notaban que con un documento era más fácil reclamar una pertenencia.

Dentro de los testamentos, si ameritaba el caso, se tenía una figura, la cual era la
de los herederos forzosos, que en caso de muerte repentina del padre, los hijos
legítimos estaban totalmente obligados a reclamar los bienes de su fallecido padre,
en cao de las mujeres, si era menor, se debía postergar la entrega de los bienes
hasta que ella cumpliese la edad suficiente para contraer matrimonio, cabe
mencionar que dicha separación y repartición de bienes entre los herederos, se

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hacía de una forma muy práctica, el patrimonio del testador se repartía por bienes
determinados, las fracciones y porcentajes globales estaban prohibidos, todas estas
disposiciones se tenían que plasmar en un mínimo de tres cuartillas.

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