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Israel, el pueblo elegido por Dios, vivió durante generaciones en la espera del
cumplimiento de la promesa del Mesías, a cuya venida fue preparado a través
de la historia de a alianza. El Mesías, es decir el "Ungido" enviado por Dios, había
de dar cumplimiento a la vocación del pueblo de la Alianza, al cual, por medio
de la Revelación se le había concedido el privilegio de conocer la verdad sobre
el mismo Dios y su proyecto de salvación.
4. Cuando el ángel Gabriel anuncia a la Virgen María que había sido escogida
para ser la Madre del Salvador, le habla de la realeza de su Hijo: "...le dará el
Señor Dios el trono de David, su padre, y reinará en la casa de Jacob por los
siglos, y su reino no tendrá fin"(Lc 1, 32-33).
Jesús, que nunca se ha atribuido ese título, acepta como dirigidas a El las
palabras pronunciadas por Bartimeo. En todo caso se preocupa de precisar su
importancia. En efecto, dirigiéndose a los fariseos, pregunta: "¿Qué os parece
de Cristo? ¿De quién es hijo? Dijéronle ellos: De David. Les replicó: pues ¿cómo
David, en espíritu le llama Señor, diciendo: !Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate
a mi diestra mientras pongo a tus enemigos bajo tus pies!(Sal 109/110, 1). Si,
pues, David le llama Señor, "cómo es hijo suyo?" (Mt 22, 42-45).
Pilato, pues, pregunta a Jesús: "¿Eres tú el rey de los judíos? Responde Jesús:
¿Por tu cuenta dices eso o te lo han dicho otros de mi?"; y después explica: "Mi
reino no es de este mundo; si de este mundo fuera mi reino, mis ministros
habrían luchado para que no fuese entregado a los judíos; pero mi reino no es
de aquí" Ante la insistencia de Pilato: "Luego, ¿tú eres rey?", Jesús declara: "Tú
dices que soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo, para
dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad oye mi voz" (Cfr. Jn 18,
33-37) Estas palabras inequívocas de Jesús contienen la afirmación clara de que
el carácter o munus real, unido a la misión del Cristo) Mesías enviado por Dios,
no se puede entender en sentido político como si se tratara de un poder terreno,
ni tampoco en relación al "pueblo elegido", Israel.
Para entender a Jesús no hay que confundir su misión salvadora con cualquier
tarea política o meramente humana.
Las ideas que tenían los judíos contemporáneos de Jesús acerca del Mesías y del
Reino mesiánico eran variadas. En un extremo estaban los que lo concebían como
un gran caudillo político-militar, que vencería a todas las naciones del mundo. En
el otro, los pocos israelitas justos y piadosos como Simón, Zacarías, el Bautista…
para los cuales el Mesías sería la luz de las gentes, el -cordero de Dios, que quita los
pecados del mundo»; y, en consecuencia, el reino mesiánico traería sobre todo, el
perdón de los pecados.
Mesías es una palabra hebrea que significa «ungido» La unción consistía en
derramar aceite sobre la cabeza de uno, que quedaba, por esta acción religiosa,
marcado para una misión divina de sacerdote o de rey. La misión consistía en
salvar al pueblo de las dificultades. En griego, Mesías se traduce por jristós, de
donde viene la palabra castellana cristo. Posteriormente se llamará también
ungidos a los profetas, porque también son salvadores del pueblo.
EL MESÍAS DE ISRAEL
El profeta Miqueas precisa que será rey y nacerá en Belén. Zacarías lo muestra
como rey justo, que trae la paz y la victoria, aunque será un salvador humilde que
vendrá montado sobre un asno.
El siervo de Yavé
Al lado de las notas antes expuestas sobre el futuro Mesías, llaman la atención los
textos que lo presentan como un siervo humillado y maltratado. Su aparente
derrota parece oponerse a la idea del Mesías-rey vencedor, pero no es así, pues
estas profecías completan y purifican las anteriores, dando otro aspecto de su
actividad.
El siervo de Yavé, según Isaías, será humilde, sencillo, fiel a la verdad, firme, con
una misión de enseñar, y salvar, que no será un fracaso, sino un sacrificio
expiatorio por los pecados: «recayó el castigo sobre él y por sus llagas nos dio la
salud» (53, S) Según Isaías, el siervo de Yavé se entrega libremente, y por amor, a
la muerte. Por eso su sacrificio tiene una gran eficacia redentora, es decir, como
medio para pagar la deuda que los hombres tienen con Dios, por los pecados.
Zacarías, por su parte, anuncia que será «traspasado» Varios salmos anuncian
también estos sufrimientos, como el 22, citado por el mismo Jesús en la Cruz:
«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».
Por tanto, en el Antiguo Testamento, la idea central sobre el Mesías es que será una
manifestación definitiva de Yavé para salvar a todos los hombres. Para ello
instaurará el reino de Dios, haciendo una nueva alianza entre Yavé y su pueblo. En
él cabrán todas las gentes, que participarán de la salvación concedida a Israel. El
Mesías reinará por los siglos.
JESUCRISTO ES EL MESÍAS
«Hemos hallado al Mesías, que quiere decir el Cristo» (Jn. 1, 41) Así lo dice Andrés
a su hermano Simón. Es una de las afirmaciones iniciales del Evangelio. El mismo
Jesús lo dice a la samaritana cuando ella comenta: «Yo sé que está para venir y que
cuando venga, nos hará saber todas las cosas. Dícele Jesús: Soy yo, el que contigo
había» (Jn. 4, 25)
Con este título mesiánico se denomina a sí mismo Jesús 81 veces en los evangelios.
Con esta expresión indica su procedencia divina: «Nadie ha subido al cielo, sino
aquél que ha bajado del cielo, el Hijo del Hombre» (Jn. 3, 13) Cuando Caifás
pregunta a Jesús: «¿Eres tú el Mesías?… Jesús le respondió: Sí, yo soy, y veréis al
Hijo del hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo»
(Mc. 14, 61) Cuando anuncia su segunda venida, al final de los tiempos, dice:
«Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria» (Mt. 25, 31) Como se trata del
juicio final, aparecen las características divinas de Juez y Señor que posee
Jesucristo como verdadero Mesías.
Los Apóstoles y la Iglesia primitiva han identificado a Jesús como el Siervo de Yavé
de las profecías. Un texto claro es el de la institución de la Eucaristía: «Esta es mi
sangre de la Alianza, que será derramada por muchos para remisión de los
pecados» (Mt. 26, 28) San Juan presenta a Jesús como el Cordero que quita los
pecados del mundo (cfr. 1, 19) Pero lo más elocuente es el cumplimiento, en la
Pasión y Muerte de Cruz, de lo que habían anunciado, incluso con detalles, Isaías y
los salmos.
En tiempos de Jesús había una tensa y generalizada espera del Mesías. Aunque se
resaltan las cualidades espirituales que tendrá el Mesías, se pone el acento en lo
que representará de liberador de la opresión de los enemigos. No cabía en sus
mentes la idea de un Mesías que sufriera y fuera humillado. Los mismos Apóstoles
y discípulos de Jesús participaban de esta idea.
Para entender a Jesús, para creer en él, era necesario a todo israelita de su tiempo
remontarse por encima de cualquier posición nacionalista, de carácter político.
Podemos decir que esto sigue teniendo valor y que en cualquier época de la
historia, para entender a Jesús hay que no confundir su misión con cualquier tarea
política o meramente humana.