Sei sulla pagina 1di 30

EL TRATADO DE DIOS

1. DIOS EN LA BIBLIA, EN LA TRADICIÓN DE LA IGLESIA Y EN EL


MAGISTERIO.

1.1. Dios en la Biblia: Del “Dios de los padres” al Padre de Nuestro Señor Jesucristo.

A. Del “Dios de los padres”.

Jesús después les dijo: «Éstas son aquellas palabras mías que os dije cuando todavía estaba con
vosotros: Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los
Profetas y en los Salmos acerca de mí.» (Lc 24,44).

Siguiendo a G. von Rad, podemos hacer el siguiente esquema:

1 teología de las tradiciones históricas relato hacia la Alianza fidelidad – misericordia

2 teología de las tradiciones proféticas oráculo de espaldas a la Alianza paternidad

3 teología sapiencial sentencia hacia la Nueva Alianza justicia – sabiduría

1.- Teología de las tradiciones históricas:

Credo histórico

Tú tomarás la palabra y dirás ante Yahvé tu Dios:


«Mi padre era un arameo errante, y bajó a Egipto y residió allí siendo unos pocos hombres, pero
se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. 6 Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y
nos impusieron dura servidumbre. 7 Nosotros clamamos a Yahvé, Dios de nuestros padres, y
Yahvé escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión, 8 y
Yahvé nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, con gran terror, con señales y con
prodigios. 9 Y nos trajo a este lugar y nos dio esta tierra, tierra que mana leche y miel. 10 Y
ahora yo traigo las primicias de los frutos de la tierra que tú, Yahvé, me has dado.» (Dt 26, 5-
10)

El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob es Yahvé.

Contestó Moisés a Dios: «Si voy a los israelitas y les digo: `El Dios de vuestros padres me ha
enviado a vosotros'; y ellos me preguntan: `¿Cuál es su nombre?', ¿qué les responderé?» 14 Dijo
Dios a Moisés: «Yo soy el que soy.» Y añadió: «Así dirás a los israelitas: `Yo soy' me ha
enviado a vosotros.» 15 Siguió Dios diciendo a Moisés: «Así dirás a los israelitas: Yahvé, el
Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado
a vosotros. Éste es mi nombre para siempre, por él seré recordado generación tras generación.
(Ex 3, 15)

- Aliado

Dijo Abrán: «Mi Señor, Yahvé, ¿qué me vas a dar, si me voy sin hijos...?.» 3 Dijo Abrán: «No
me has dado descendencia, y un criado de mi casa me va a heredar.» 4 Pero Yahvé le dijo: «No
te heredará ése, sino que te heredará uno que saldrá de tus entrañas.» 5 Y sacándole afuera, le
dijo: «Mira al cielo, y cuenta las estrellas, si puedes contarlas.» Y le dijo: «Así será tu
descendencia.» 6 Y creyó él en Yahvé, el cual se lo reputó por justicia.
7 Y le dijo: «Yo soy Yahvé, que te saqué de Ur de los caldeos para darte esta tierra en
propiedad.» (Gn 15, 2)
Jacob salió de Berseba y fue a Jarán.11 Llegando a cierto lugar, se dispuso a hacer noche allí,
porque ya se había puesto el sol. Tomó una de las piedras del lugar, se la puso por cabezal y se
acostó en aquel lugar. 12 Y tuvo un sueño. Soñó con una escalera apoyada en tierra, cuya cima
tocaba los cielos, y vio que los ángeles de Dios subían y bajaban por ella. 13 Vio también que
Yahvé estaba sobre ella y que le decía: «Yo soy Yahvé, el Dios de tu padre Abrahán y el Dios de
Isaac. La tierra en que estás acostado te la doy para ti y tu descendencia. 14 Tu descendencia
será como el polvo de la tierra y te extenderás al poniente y al oriente, al norte y al mediodía; y
por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra, y por tu descendencia. 15 Yo estoy contigo; te
guardaré por donde vayas y te devolveré a este solar. No, no te abandonaré hasta haber
cumplido lo que te he dicho.» (Gn 28, 10)

- Conquistador

«Cuando Yahvé te haya introducido en la tierra de los cananeos, como juró a ti y a tus padres, y
te la haya dado, 12 consagrarás a Yahvé todo primogénito. Todo primer nacido de tu ganado, si
es macho, pertenece a Yahvé. 13 Mas todo primer nacido del asno lo rescatarás con un cordero;
y si no lo rescatas, lo desnucarás. Rescatarás también todo primogénito de entre tus hijos. 14 Y
cuando el día de mañana te pregunte tu hijo: `¿Qué significa esto?', le dirás: `Con mano fuerte
nos sacó Yahvé de Egipto, de la esclavitud.' 15 Como el faraón se obstinó en no dejarnos salir,
Yahvé mató a todos los primogénitos en el país de Egipto, desde el primogénito del hombre
hasta el primogénito del ganado. Por eso yo sacrifico a Yahvé todo primogénito macho del
ganado y rescato todo primogénito de mis hijos. 16 Esto será como señal en tu brazo y como
recordatorio en tu frente; porque con mano fuerte nos sacó Yahvé de Egipto.» (Ex 13, 11)

- Alianza (elección gratuita de Dios)

En el Sinai

3 Moisés vino y transmitió al pueblo todas las palabras de Yahvé y todas sus normas. Y todo el
pueblo respondió a una: «Cumpliremos todas las palabras que ha dicho Yahvé.» 4 Entonces
Moisés escribió todas las palabras de Yahvé; se levantó temprano y construyó al pie del monte
un altar con doce estelas por las doce tribus de Israel. 5 Luego mandó a algunos jóvenes
israelitas que ofreciesen holocaustos e inmolaran novillos como sacrificios de comunión para
Yahvé. 6 Moisés tomó la mitad de la sangre y la echó en vasijas; la otra mitad la derramó sobre
el altar.7 Tomó después el libro de la Alianza y lo leyó ante el pueblo, que respondió:
«Obedeceremos y haremos todo cuanto ha dicho Yahvé.» 8 Entonces Moisés tomó la sangre,
roció con ella al pueblo y dijo: «Ésta es la sangre de la Alianza que Yahvé ha hecho con
vosotros, de acuerdo con todas estas palabras.» (Ex 24, 3)

Con Abraham

1 Cuando Abrán tenía noventa y nueve años, se le apareció Yahvé y le dijo:


«Yo soy El Sadday, anda en mi presencia y sé perfecto. 2 Yo establezco mi alianza entre
nosotros dos, y te multiplicaré sobremanera.»
3 Cayó Abrán rostro en tierra, y Dios le habló así: 4 «Por mi parte ésta es mi alianza contigo:
serás padre de una muchedumbre de pueblos. 5 No te llamarás más Abrán, sino que tu nombre
será Abrahán, pues te he constituido padre de muchedumbre de pueblos. 6 Te haré fecundo
sobremanera, te convertiré en pueblos, y reyes saldrán de ti. 7 Y estableceré mi alianza entre
nosotros dos, y con tu descendencia después de ti, de generación en generación: una alianza
eterna, de ser yo tu Dios y el de tu posteridad. 8 Te daré a ti y a tu posteridad la tierra en la que
andas como peregrino, todo el país de Canaán, en posesión perpetua, y yo seré el Dios de los
tuyos.» (Gn 17, 1)

Con Noe
Dijo Dios a Noé y a sus hijos: 9 «He pensado establecer mi alianza con vosotros y con vuestra
futura descendencia, 10 y con todo ser vivo que os acompaña: las aves, los ganados y todas las
alimañas que hay con vosotros, con todo lo que ha salido del arca, todos los animales de la
tierra. 11 Establezco mi alianza con vosotros, y no volverá nunca más a ser aniquilada la vida
por las aguas del diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.»
12 Dijo Dios: «Ésta es la señal de la alianza que para las generaciones perpetuas pongo entre yo
y vosotros y todo ser vivo que os acompaña: 13 Pongo mi arco en las nubes, que servirá de
señal de la alianza entre yo y la tierra. (Gn 9, 8)

Con la creación

1 Se concluyeron, pues, el cielo y la tierra y todo su aparato, 2 y dio por concluida Dios en el
séptimo día la labor que había hecho, y cesó en el día séptimo de toda la labor que hiciera. 3 Y
bendijo Dios el día séptimo y lo santificó; porque en él cesó Dios de toda la obra creadora que
Dios había hecho. (Gn 2, 1)

12 Yahvé habló así a Moisés: 13 Di a los israelitas: No dejéis de guardar mis sábados, porque el
sábado es una señal entre mí y vosotros, de generación en generación, para que sepáis que yo
soy Yahvé, el que os santifico. 14 Guardad el sábado, porque es sagrado para vosotros. El que lo
profane morirá. Todo el que haga algún trabajo en él será exterminado de en medio de su
pueblo. 15 Seis días se trabajará, pero el día séptimo será día de descanso completo, consagrado
a Yahvé. Todo aquel que trabaje en sábado, morirá. 16 Los israelitas guardarán el sábado
celebrándolo de generación en generación como alianza perpetua. 17 Será una señal perpetua
entre mí y los israelitas, pues en seis días hizo Yahvé los cielos y la tierra, y el día séptimo
descansó y tomó respiro. (Ex 31, 12)

Con David

Yahvé te anuncia que Yahvé te edificará una casa. 12 Y cuando tus días se hayan cumplido y te
acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y
consolidaré el trono de su realeza. 13 (Él constituirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré
el trono de su realeza para siempre.) 14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal,
le castigaré con vara de hombres y con golpes de hombres, 15 pero no apartaré de él mi amor,
como lo aparté de Saúl, a quien quité de delante de mí. 16 Tu casa y tu reino permanecerán para
siempre ante ti; tu trono estará firme, eternamente.» (II Sam 7, 11)

No hay rasgos paternales.

Los hijos de Dios son los ángeles o el rey.

4 ¿Dónde estabas cuando cimenté la tierra? Dilo, si tanto sabes y entiendes. 5 ¿Sabes quién fijó
sus medidas, o quién la midió a cordel? 6 ¿Dónde se asientan sus bases? ¿Quién puso su piedra
angular 7 entre el vocerío de los luceros del alba y las aclamaciones de los Hijos de Dios? (Job
38, 4)

14 Yo seré para él padre y él será para mí hijo. Si hace mal, le castigaré con vara de hombres y
con golpes de hombres (II Sam 7, 14)

Dios manifiesta sobretodo su misericordia y perdón.

Moisés invocó el nombre de Yahvé.6 Yahvé pasó por delante de él y exclamó: «Yahvé, Yahvé,
Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, 7 que mantiene su
amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero no los deja
impunes; que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos hasta la tercera y cuarta
generación.» 8 Al instante, Moisés se inclinó a tierra y se postró.9 Y dijo: «Señor mío, si he
obtenido tu favor, ¡dígnese mi Señor ir en medio de nosotros!, aunque éste sea un pueblo
obstinado; perdona nuestra iniquidad y nuestro pecado, y haznos tu heredad.» (Ex 34, 5)
2.- Teología de las tradiciones proféticas:

Ruptura de la Alianza. La paternidad de Dios

Del cosmos

28 ¿Tiene padre la lluvia?,


¿quién engendra las gotas de rocío?
29 ¿De qué vientre sale el hielo?,
¿quién pare la escarcha del cielo,
30 cuando el agua se endurece como piedra
y aprisiona la faz del Abismo? (Job 38, 28)

Del Pueblo de Dios en el exilio.

Oráculo (Yo)

14 Volved, hijos apostatas -oráculo de Yahvé- porque yo soy vuestro Señor. Os iré recogiendo
uno a uno de cada ciudad, y por parejas de cada familia, y os traeré a Sión. 15 Os pondré
pastores según mi corazón, que os den pasto de conocimiento y prudencia. 16 Y luego, cuando
seáis muchos y fructifiquéis en la tierra, en aquellos días -oráculo de Yahvé- no se hablará más
del arca de la alianza de Yahvé, no vendrá en mientes, no se acordarán ni se ocuparán de ella, ni
será reconstruida jamás. 17 En aquel tiempo llamarán a Jerusalén «Trono de Yahvé» y se
incorporarán a ella todas las naciones en el nombre de Yahvé, en Jerusalén, sin seguir más la
dureza de sus perversos corazones.
18 En aquellos días, andará la casa de Judá al par de Israel, y vendrán juntos desde tierras del
norte a la tierra que di en herencia a vuestros padres.
19 Yo había dicho: «Sí,
te adoptaré por hijo
y te daré una tierra espléndida,
flor de las heredades de las naciones.»
Y añadí: «Padre me llamaréis
y de mi seguimiento no os volveréis.» (Jr 3, 14)

1 Cuando Israel era niño, lo amé,


y de Egipto llamé a mi hijo.
2 Cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí:
ofrecían sacrificios a los Baales,
e incienso a los ídolos.
3 Yo enseñé a caminar a Efraín,
tomándole por los brazos,
pero ellos no sabían que yo los cuidaba.
4 Con cuerdas humanas los atraía,
con lazos de amor;
yo era para ellos como los que alzan a un niño contra su mejilla,
me inclinaba hacia él y le daba de comer. (Os 11, 1)

Plegaria (Tu)

15 Observa desde los cielos y ve


desde tu aposento santo y glorioso.
¿Dónde está tu celo y tu fuerza,
la conmoción de tus entrañas?
¿Es que tus entrañas se han cerrado para mí?
16 Porque tú eres nuestro Padre,
que Abrahán no nos conoce,
ni Israel nos recuerda.
Tú, Yahvé, eres nuestro Padre,
tu nombre es «El que nos rescata» desde siempre.
17 ¿Por qué nos dejaste errar, Yahvé, fuera de tus caminos,
endurecerse nuestros corazones lejos de tu temor?
Vuélvete, por amor de tus siervos,
por las tribus de tu heredad. (Is 63, 15)

6 No hay quien invoque tu nombre,


quien se despierte para asirse a ti.
Pues encubriste tu rostro de nosotros,
y nos dejaste a merced de nuestras culpas.
7 Pues bien, Yahvé, tú eres nuestro Padre.
Nosotros la arcilla, y tú nuestro alfarero,
la hechura de tus manos todos nosotros.
8 No te irrites, Yahvé, demasiado,
ni para siempre recuerdes la culpa. (Is 64, 6)

14 Pero dice Sión: «Yahvé me ha abandonado,


el Señor me ha olvidado.»
15 -¿Acaso olvida una mujer a su niño de pecho,
sin compadecerse del hijo de sus entrañas?
Pues aunque ésas llegasen a olvidar,
yo no te olvido. (Is 49, 14)

Relato (Él)

10 ¿No tenemos todos un mismo Padre? ¿No nos ha creado el mismo Dios? ¿Por qué entonces
nos traicionamos unos a otros, profanando la alianza de nuestros padres? (Ml 2, 10)

3.- Teología sapiencial. Yahvé deja de ser la hipoteca de un pueblo, un mero dios nacional y
comienza a revestir una dimensión universal.

1 ¡Recuerda, Yahvé, lo que hemos pasado,


mira y observa nuestro oprobio!
2 Nuestra heredad ha pasado a extranjeros,
nuestras casas a extraños.
3 Somos huérfanos, sin padre;
nuestras madres, como viudas.
4 A precio de plata bebemos nuestra agua,
adquirimos nuestra leña con dinero.
5 El yugo a nuestro cuello, andamos acosados;
estamos agotados, no nos dan respiro.
6 Hacia Egipto tendemos nuestra mano,
hacia Asiría para saciar el hambre.
7 Nuestros padres pecaron: ya no existen;
y nosotros cargamos con sus culpas.
8 Unos esclavos nos dominan,
nadie nos libra de su mano.
9 A riesgo de la vida logramos nuestro pan,
afrontando la espada en descampado.
10 Nuestra piel abrasa como un horno,
a causa del ardor del hambre.
11 Han violado a las mujeres en Sión,
a las doncellas en las ciudades de Judá.
12 Han colgado a los nobles con sus manos;
los ancianos no han sido respetados.
13 Han arrastrado la muela los muchachos,
bajo la leña se han doblado los niños.
14 Los ancianos ya no acuden a la puerta,
los muchachos han parado sus cantares.
15 Ha cesado la alegría del corazón,
se ha trocado en duelo nuestra danza.
16 Ha caído la corona de nuestra cabeza.
¡Ay de nosotros, que hemos pecado! (Lm 5, 1)

Evolución del tema de la retribución personal

«Yahvé, Yahvé, Dios misericordioso y clemente, tardo a la cólera y rico en amor y fidelidad, 7
que mantiene su amor por mil generaciones y perdona la iniquidad, la rebeldía y el pecado, pero
no los deja impunes; que castiga la culpa de los padres en los hijos y en los nietos hasta la
tercera y cuarta generación.» (Ex 34, 6)

20 El que peque es quien morirá; el hijo no cargará con la culpa de su padre, ni el padre con la
culpa de su hijo: al justo se le imputará su justicia y al malvado su maldad. (Ez 18, 20)

1 Finalmente Job empezó a hablar y maldijo el día de su nacimiento 2 con estas palabras:
3 Muera el día en que nací,
la noche que anunció: «¡Ha sido concebido un varón!». (Job 3, 1)

La sabiduría y paternidad de Dios en el judaísmo tardío. La Providencia de Dios.

Con los desvalidos

Feliz quien se apoya en el Dios de Jacob,


quien tiene su esperanza en Yahvé, su Dios,
6 que hizo el cielo y la tierra,
el mar y cuanto hay en ellos;
que guarda por siempre su lealtad,
7 que hace justicia a los oprimidos,
que da pan a los hambrientos.
Yahvé libera a los condenados.
8 Yahvé abre los ojos a los ciegos,
Yahvé endereza a los encorvados,
9 Yahvé protege al forastero,
sostiene al huérfano y a la viuda. (Sal 146, 5)

Con todos los hombres

Por eso el Señor es paciente con los hombres,


9 y derrama sobre ellos su misericordia.
12 Él ve y sabe que su fin es miserable,
10 por eso multiplica su perdón. 11
13 La misericordia del hombre sólo alcanza a su prójimo,
12 la misericordia del Señor se extiende a todo el mundo.
Él reprende, adoctrina y enseña, 13
y guía, como un pastor, a su rebaño.
14 Se compadece de los que acogen su enseñanza,
y de los que se esfuerzan por cumplir sus preceptos. (Eclo 18, 8-14)

Con todas las criaturas

21 Tú siempre puedes utilizar tu poder.


¿Quién va a resistir la fuerza de tu brazo?
22 El mundo entero es ante ti como un gramo en la balanza,
como gota de rocío matutino sobre la tierra.
23 Pero te compadeces de todos porque todo lo puedes
y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.
24 Amas a todos los seres
y no aborreces nada de lo que hiciste;
pues, si algo odiases, no lo habrías creado.
25 ¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?
¿Cómo se conservaría, si no lo hubieras llamado?
26 Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de
la vida, (Sab 11, 21)

B. Al Padre de Nuestro Señor Jesucristo

B.1 El uso del “Abba”.

En primer lugar, contraponiendo el padre humano y el Padre Dios

13 Si, pues, vosotros, aun siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el
Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan!» (Lc 11, 13)

Y distinguiendo entre el Padre de Jesús y el Padre de los cristianos.

11 Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan! (Mt 7, 11)

17 Dícele Jesús: «Deja de tocarme, que todavía no he subido al Padre. Pero vete a mis
hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.» (Jn 20, 17)

Señala la revelación exclusiva que el Hijo hace del Padre Dios.

25 En aquel tiempo, tomando Jesús la palabra, dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de
la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a
pequeños.26 Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. 27 Todo me ha sido entregado por mi
Padre, y nadie conoce al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a
quien el Hijo se lo quiera revelar. (Mt 11, 27)

Y la relación del Padre respecto a los discípulos de Jesús.

En su bondad universal de Padre

44 Pues yo os digo: Amad a vuestros enemigos y rogad por los que os persigan, 45 para que
seáis hijos de vuestro Padre celestial, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre
justos e injustos. 46 Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener? ¿No
hacen eso mismo también los publícanos? 47 Y si no saludáis más que a vuestros hermanos,
¿qué hacéis de particular? ¿No hacen eso mismo también los gentiles? 48 Vosotros, pues, sed
perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.. (Mt 5, 44)

Que se manifiesta en la misericordia

36 «Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo. 37 No juzguéis y no seréis juzgados, no


condenéis y no seréis condenados; perdonad y seréis perdonados. 38 Dad y se os dará; una
medida buena, apretada, remecida, rebosante pondrán en el halda de vuestros vestidos. Porque
con la medida con que midáis se os medirá.» (Lc 6, 36)

11 Dijo: «Un hombre tenía dos hijos.12 El menor de ellos dijo al padre: `Padre, dame la parte
de la hacienda que me corresponde.' Y él les repartió la hacienda.13 Pocos días después, el hijo
menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano, donde malgastó su hacienda viviendo como
un libertino.
14 «Cuando se lo había gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país y comenzó a
pasar necesidad. 15 Entonces fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le
envió a sus fincas a apacentar puercos. 16 Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que
comían los puercos, pues nadie le daba nada. 17 Y entrando en sí mismo, dijo: `¡Cuántos
jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! 18
Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. 19 Ya no merezco
ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.' 20 Y, levantándose, partió hacia su
padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le
besó efusivamente. 21 El hijo le dijo: `Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser
llamado hijo tuyo.' 22 Pero el padre dijo a sus siervos: `Daos prisa; traed el mejor vestido y
vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. 23 Traed el novillo cebado,
matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, 24 porque este hijo mío había muerto y ha vuelto
a la vida; se había perdido y ha sido hallado.' Y comenzaron la fiesta. (Lc 15, 11)

Y en su providencia.

12 «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le descarría una de ellas, ¿no dejará en
los montes las noventa y nueve, para ir en busca de la descarriada? 13 Y si llega a encontrarla,
os digo de verdad que tiene más alegría por ella que por las noventa y nueve no descarriadas. 14
De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno solo de estos
pequeños. (Mt 18, 12)

En segundo lugar, el uso de “Abba” en la plegaria.

Pero, al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la
ley, 5 para rescatar a los que se hallaban bajo la ley, y para que recibiéramos la condición de
hijos. 6 Y, como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama:
¡Abbá, Padre! 7 De modo que ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero por
voluntad de Dios. (Ga 4, 6)

4 En efecto, todos los que se dejan guiar por el Espíritu de Dios son hijos de Dios. 15 Y
vosotros no habéis recibido un espíritu de esclavos para recaer en el temor; antes bien, habéis
recibido un espíritu de hijos adoptivos que nos hace exclamar: ¡Abbá, Padre! 16 El Espíritu
mismo se une a nuestro espíritu para dar testimonio de que somos hijos de Dios.17 Y, si hijos,
también herederos: herederos de Dios y coherederos de Cristo, si compartimos sus sufrimientos,
para ser también con él glorificados. (Rm 8, 15)

Imitación de la plegaria de Jesús

32 Van a una propiedad, cuyo nombre es Getsemaní, y dice a sus discípulos: «Sentaos aquí,
mientras yo hago oración.» 33 Toma consigo a Pedro, Santiago y Juan, y comenzó a sentir
pavor y angustia. 34 Y les dice: «Mi alma está triste hasta el punto de morir; quedaos aquí y
velad.» 35 Y adelantándose un poco, caía en tierra y suplicaba que a ser posible pasara de él
aquella hora. 36 Y decía: «¡Abbá, Padre!; todo es posible para ti; aparta de mí esta copa; pero
no sea lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» (Mc 14, 32)

Que intercede por los hombres

34 Jesús decía: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen.»


46 Jesús, dando un fuerte grito, dijo «Padre, en tus manos encomiendo tu espíritu». (Lc 23, 34.
46)

Aludiendo al Salmo 31.


6 Sácame de la red que me han tendido
que tu eres mi refugió
en tus manos mi espíritu encomiendo
tu, Yahveh, me rescatarás (Sal 31, 2)

Y se dirige a Dios

45 Desde la hora sexta hubo oscuridad sobre toda la tierra hasta la hora nona.46 Y alrededor de
la hora nona clamó Jesús con fuerte voz: «¡Elí, Elí! ¿lemá sabactaní?», esto es: «¡Dios mío,
Dios mío! ¿por qué me has abandonado?» (Mt 27, 45)

Aludiendo al Salmo 22.

2 ¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?


Estás lejos de mi queja, de mis gritos y gemidos.
3 Clamo de día, Dios mío, y no respondes,
también de noche, sin ahorrar palabras. (Sal 22, 2)

B.2 De la paternidad de Dios a la divinidad del Padre.

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Timoteo, el hermano, a la iglesia de Dios
que está en Corinto, con todos los santos que están en toda Acaya; 2 a vosotros gracia y paz de
parte de Dios, Padre nuestro, y del Señor Jesucristo.
3 ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso y Dios de toda
consolación, 4 que nos consuela en toda tribulación nuestra para poder nosotros consolar a los
que están en toda tribulación, mediante el consuelo con que nosotros somos consolados por
Dios! (II Cor 1, 1)

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús. 2
Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.
3 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo,
que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; (Ef 1,
1)

Y el Dios de la paciencia y del consuelo os conceda tener los unos para con los otros los
mismos sentimientos, siguiendo a Cristo Jesús, 6 para que unánimes, a una voz, glorifiquéis al
Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo. (Rm 15, 6)

1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por voluntad de Dios, y Timoteo el hermano, 2 a los santos de
Colosas, hermanos fieles en Cristo. Gracia a vosotros y paz de parte de Dios, nuestro Padre.
3 Damos gracias sin cesar a Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, por vosotros en nuestras
oraciones, 4 al tener noticia de vuestra fe en Cristo Jesús y de la caridad que tenéis con todos
los santos (Col 1, 1)

10 Para que al nombre de Jesús


toda rodilla se doble
en los cielos, en la tierra y en los abismos,
11 y toda lengua confiese
que Cristo Jesús es el SEÑOR
para gloria de Dios Padre. (Fl 2, 10)

Paternidad de Dios subordinada a la divinidad del Padre

3 Esta es la vida eterna:


que te conozcan a ti
el único Dios verdadero,
y al que tú has enviado, Jesucristo. (Jn 17, 3)

El amor divino del Padre

16 Porque tanto amó Dios al mundo


que dio a su Hijo unigénito,
para que todo el que crea en él no perezca,
sino que tenga vida eterna. (Jn 3, 16)

7 Queridos,
amémonos unos a otros,
porque el amor es de Dios,
y todo el que ama
ha nacido de Dios y conoce a Dios.
8 Quien no ama no ha conocido a Dios,
porque Dios es Amor.
9 En esto se manifestó entre nosotros el amor de Dios;
en que Dios envió al mundo a su Hijo único
para que vivamos por medio de él. (I Jn 4, 7)

La divinidad del Hijo

29 El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos,


y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre.
30 Yo y el Padre somos uno.» (Jn 10, 29)

1 En el principio existía la Palabra


y la Palabra estaba junto a Dios,
y la Palabra era Dios.
2 Ella estaba en el principio junto a Dios.

14 Y la Palabra se hizo carne,


y puso su Morada entre nosotros,
y hemos contemplado su gloria,
gloria que recibe del Padre como Unigénito,
lleno de gracia y de verdad.

17 Porque la Ley fue dada por medio de Moisés;


la gracia y la verdad nos han llegado por Jesucristo.
18 A Dios nadie le ha visto jamás:
el Hijo Unigénito, [Dios Unigénito]
que está en el seno del Padre,
él lo ha contado. (Jn 1, 1)

El Hijo lleva al conocimiento del Padre.

5 Le dice Tomás: «Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?» 6 Le
dice Jesús:
«Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.
Nadie va al Padre sino por mí.
7 Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre;
desde ahora lo conocéis y lo habéis visto.»
8 Le dice Felipe: «Señor, muéstranos al Padre y nos basta.»
9 Le dice Jesús: «¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me conoces, Felipe?
El que me ha visto a mí, ha visto al Padre.
¿Cómo dices tú: «Muéstranos al Padre»?
10 ¿No crees
que yo estoy en el Padre y el Padre está en mí? (Jn 14, 5)

1.2. Dios en la Tradición de la Iglesia.

Los Padres de la Iglesia entraron en dialogo no con las religiones paganas sino con la
filosofía griega.
Joseph Ratzinger nos dice:

… El cristianismo primitivo… se decidió por el Dios de los filósofos en contra de los dioses de
las otras religiones. Al pagano que preguntaba: ¿a quién corresponde el Dios de los cristianos, a
Zeus, a Hermes, a Dionisos o algún otro? El cristiano respondía: a ninguno de esos dioses a
quién invocáis, sino a quien no invocáis, al único, a aquel que hablaron vuestros filósofos.

En este sentido, la palabra «dios» (qeoj) pertenece al registro de la religión griega,


mientras que la palabra «divino» (qeion) pertenece al registro filosófico.

En este orden fue el platonismo medio el interlocutor preferido de los primeros Padres
de la Iglesia.

Dios no es género ni especie... ni parte de un todo compuesto... La primera vía del


conocimiento de Dios consiste en la eliminación [negación] de todos estos conceptos, como
conocemos el punto abstrayendo de lo sensible... La segunda vía del conocimiento de Dios
consiste en la analogía [vía de causalidad]: el sol mantiene una cierta proporción (analogia)
con el acto de la visión y con el objeto visto, aun cuando no sea una cosa ni la otra, en cuanto
que él da a la vista la capacidad de ver y a los objetos visibles la capacidad de ser vistos; la
misma proporción mantiene la primera inteligencia con el conocimiento y el objeto
cognoscible... La tercera vía consiste en ir de la belleza de los cuerpos a la belleza del alma y de
las costumbres para desembocar en el océano inmenso de la belleza en sí... y, con la belleza, se
alcanza a Dios Por su preeminencia [vía de eminencia] en el orden de los valores (Albinus,
Didaskalikos 10).

Siguiendo una línea que encontramos en los textos más tardíos del Nuevo Testamento,
por ejemplo en las cartas pastorales de San Pablo:

17 Al Rey de los siglos, al Dios inmortal, invisible y único, honor y gloria por los siglos de los
siglos. Amén. (I Tm 1, 17)

Los Padres de la Iglesia eligieron una via negationis, que subraya la trascendencia de
Dios, en consonancia con el platonismo medio, donde Dios trasciende lo sensible pero no lo
inteligible, en contra del gnosticismo, donde Dios es absolutamente desconocido (agnostos)
por aquellos que no han recibido el don del conocimiento (gnosis).

Por ejemplo Atenágoras utiliza nombres negativos para señalar al Dios trascendente
pero accesible a la inteligencia.

Así pues queda suficientemente demostrado que no somos ateos, porque admitimos a un Dios
único, increado, eterno, invisible, impasible, incomprensible, inmenso, captado sólo por la
inteligencia (νώ) y por la razón (λόγω)... quien hizo todo por medio del Verbo que proviene de
Él y ha ordenado y conservado todo. (Legatio pro christianis 10)

E Ireneo de Lyón frente al dualismo gnóstico y frente al antropomorfismo ingenuo


subraya los atributos de infinitud y simplicidad.

Él es el único Dios el único Señor, el único Padre... ¿Cómo podría haber sobre él otra totalidad,
otro principio, otro poder y otro Dios? Porque Dios es... el que contiene a todas las cosas en su
infinitud, mientras que nada puede, contenerlo a él (AdvHaer II, 1, l). Él es simple, sin
composición ni diversidad de partes... porque es todo entendimiento y todo espíritu, todo
percepción, todo pensamiento, todo razón... y fuente de todos los bienes (AdvHaer II, 13, 3).
No hay más que un sólo Dios, quien con su Verbo y Sabiduría creó todo… En su grandeza es
desconocido de todas las criaturas… Sin embargo, en lo que se refiere a su amor es conocido en
todo tiempo gracias a aquel por quien creó todas las cosas, es decir, su Verbo, nuestro Señor
Jesucristo, el cual en los últimos tiempos se ha hecho hombre entre los hombres en orden a unir
el fin con el principio, esto es el hombre con Dios. (AdvHaer IV, 6, 3).

En cambio, Clemente Alejandrino subraya sobre todo la via negationis.

Si dejando de lado lo corporal y lo incorporal nos lanzamos en la magnitud de Cristo


progresando por la santidad en el abismo, nos acercamos al conocimiento del Omnipotente,
captando lo que él no es, no lo que es. Del Padre del universo no se debe concebir forma ni
movimiento ni reposo ni trono ni lugar ni derecha ni izquierda, aun cuando estas cosas estén en
las Escrituras: el Principio primero no está en un lugar sino que trasciende lugar, tiempo,
nombre y pensamiento...pero es cognoscible sólo por su poder (Stromata V 11, 71, 3-5).

El que no es género ni especie ni diferencia ni individuo ni número ni accidente ni sujeto de


accidente no puede ser expresado... Y si alguna vez con menos propiedad lo llamamos uno o
bueno o inteligencia o el ente mismo (auto to on) o padre o dios o demiurgo o señor, no lo
decimos como si pronunciáramos su nombre [propio]: sino que... nos apoyamos en nombres
bellos para no equivocarnos con otros. Porque ninguno de ellos significa a Dios [¿en sí?] mismo
sino solamente su poder (Stromata V 12, 81, 5).

La teología de los primeros siglos de la Iglesia fue pasar de las personas divinas
(monarquía del Padre) a la esencia divina (unidad e identidad substancial de las personas
divinas) [Una Esencia – Tres Personas].
Frente a la herejía arriana que confunde la innascibilidad (agennhsia) con la aseidad
(agenhsia), Basilio distinguió el nombre común de «increado» (esencia) del nombre propio
de «ingénito» (Padre).

También yo diría que la esencia divina es increada pero no diría que ingenerado es esencia
(AdvEun 1, 11; 11, 9; Cf. Gregorio de Nisa, AdvEun l).

Y prefirió los nombres positivos.

Entre estos nombres, algunos significan positivamente lo que se da en Dios mientras que otros
significan lo que no se da en Dios... [como] el nombre de increado... En cambio... sería
demencia enumerar, entre lo que no se da en Dios, al ser mismo (to einai)" (AdvEun 1, 10;
PG 29, 314s).

Gregorio Nacianceno distinguió entre los nombres referidos a la esencia (que indican
lo que Dios es absolutamente), los nombres relativos (que señalan la causalidad: Señor o
Salvador) y los nombres propios de las personas.

Ente y Dios son... nombres de esencia; y de los dos el más apto para designarla es el de ente; no
sólo porque... él se llamó «El que es»... (Ex 3, 14) sino también porque es un nombre más
apropiado. Porque el nombre Dios pertenece al género de los relativos [causales]... Los otros
nombres son en parte de poder, en parte de economía... Todos estos son vocablos comunes a la
deidad. En cambio, Padre es nombre propio de quien es imprincipiado; Hijo es nombre de aquel
que fue generado independientemente de un principio; Espíritu santo es nombre de aquel que
procedió independientemente de una generación (Gregorio Nazianceno, Oratio theologica 30,
18-19).
1.3. Dios en el Magisterio.

Así como los Padres de la Iglesia debieron entrar en dialogo con le filosofía griega, el
Magisterio de la Iglesia debió elaborar la doctrina de Dios en confrontación con el «Dios de la
metafísica moderna» y con el ateísmo contemporáneo.

El mismo Concilio Vaticano I, en su Proemio nos señala el ambiente intelectual que


debe luchar: el racionalismo, el agnosticismo, el panteísmo, el materialismo y el ateísmo
reinante en esa época, que hoy no pierde actualidad.

Nadie ignora que estas herejías, condenadas por los padres de Trento, que rechazaron el
magisterio divino de la Iglesia y dieron paso a que las preguntas religiosas fueran motivo de
juicio de cada individuo, han gradualmente colapsado en una multiplicidad de sectas, ya sea en
acuerdo o desacuerdo unas con otras; y de esta manera mucha gente ha tenido toda fe en Cristo
como destruida.
Ciertamente, incluso la Santa Biblia misma, la cual ellos clamaban al unísono ser la única
fuente y criterio de la fe cristiana, no es más proclamada como divina sino que comienzan a
asimilarla a las invenciones del mito.
De esta manera nace y se difunde a lo largo y ancho del mundo aquella doctrina del
racionalismo o naturalismo - radicalmente opuesta a la religión cristiana, ya que ésta es de
origen sobrenatural -, la cual no ahorra esfuerzos en lograr que Cristo, quien es nuestro único
Señor y salvador, sea excluido de las mentes de las personas así como de la vida moral de las
naciones y se establezca así el reino de lo que ellos llaman la simple razón o naturaleza. El
abandono y rechazo de la religión cristiana, así como la negación de Dios y su Cristo, ha
sumergido la mente de muchos en el abismo del panteísmo, materialismo y ateísmo, de modo
que están luchando por la negación de la naturaleza racional misma, de toda norma sobre lo
correcto y justo, y por la ruina de los fundamentos mismos de la sociedad humana.

En el Capítulo I se retoma a la profesión de fe en Dios del Lateranense IV y se


desarrolla en función de condenar al panteísmo filosófico moderno. O dicho de modo
positivo: indica la naturaleza trascendente de Dios, la distinción real y esencial con el mundo
creado, la absoluta libertad de Dios y su providencia absoluta.

Cáp. 1. De Dios, creador de todas las cosas


[Sobre Dios uno, vivo y verdadero y su distinción de la universidad de las cosas]. La santa
Iglesia Católica, Apostólica y Romana cree y confiesa que hay un solo Dios verdadero y vivo,
creador y señor del cielo y de la tierra, omnipotente, eterno, inmenso, incomprensible, infinito
en su entendimiento y voluntad y en toda perfección; el cual, siendo una sola sustancia
espiritual, singular, absolutamente simple e inmutable, debe ser predicado como distinto del
mundo, real y esencialmente, felicísimo en sí y de sí, e inefablemente excelso por encima de
todo lo que fuera de Él mismo existe o puede ser concebido [Can. 1-4].
[Del acto de la creación en sí y en oposición a los errores modernos, y del efecto de la
creación]. Este solo verdadero Dios, por su bondad “y virtud omnipotente”, no para aumentar
su bienaventuranza ni para adquirirla, sino para manifestar su perfección por los bienes que
reparte a la criatura, con libérrimo designio, “juntamente desde el principio del tiempo, creó de
la nada a una y otra criatura, la espiritual y la corporal, esto es, la angélica y la mundana, y
luego la humana, como común, constituida de espíritu y cuerpo” [Conc. Later. IV, v. 428; Can 2
y 5].
[Consecuencia   de   la   creación].   Ahora   bien,   todo   lo   que   Dios   creó,   con   su   providencia   lo
conserva   y   gobierna,   alcanzando   de   un   confín   a   otro   poderosamente   y   disponiéndolo   todo
suavemente [cf. Sap. 8, 1]. Porque todo está desnudo y patente ante sus ojos [Hebr. 4, 13], aun
lo que ha de acontecer por libre acción de las criaturas.
En el Capítulo II se condena el racionalismo, el agnosticismo y el fideísmo. Ya que se
señala la existencia de un orden sobrenatural que sobrepasa las solas fuerzas de la razón
natural, y por otro lado se indica que la sola razón natural puede alcanzar un conocimiento
cierto de la existencia de Dios y de su naturaleza.

Cáp. 2. De la revelación
[Del hecho de la revelación sobrenatural positiva]. La misma santa Madre Iglesia sostiene y
enseña que Dios, principio y fin de todas las cosas, puede ser conocido con certeza por la luz
natural de la razón humana partiendo de las cosas creadas; porque lo invisible de  Él, se ve,
partiendo de la creación del mundo, entendido por medio de lo que ha sido hecho [Rom., 1, 20];
sin embargo, plugo a su sabiduría y bondad revelar al género humano por otro camino, y éste
sobrenatural, a sí mismo y los decretos eternos de su voluntad, como quiera que dice el Apóstol:
Habiendo Dios hablado antaño en muchas ocasiones y de muchos modos a nuestros padres por
los profetas, últimamente, en estos mismos días, nos ha hablado a nosotros por su Hijo [Hebr. 1,
1 s; Can. 1].

La intervención posterior del Magisterio de la Iglesia no hace otra cosa que confirmar
esta doctrina y precisarla.

[De la Encíclica Humani generis, de 12 de agosto de 1950]


No es de maravillar ciertamente que tal discordia y extravío se haya dado siempre fuera del
redil de Cristo. Porque si bien es cierto que la razón humana, sencillamente hablando, puede
realmente con solas sus fuerzas y luz natural alcanzar conocimiento verdadero y cierto de un
solo Dios personal, que con su providencia conserva y gobierna al mundo, así como de la ley
natural impresa por el Creador en nuestras almas; sin embargo, muchos son los obstáculos que
se oponen a que la razón use eficaz y fructuosamente de esta su nativa facultad. En efecto, las
verdades que a Dios se refieren y atañen a las relaciones que median entre Dios y el hombre,
trascienden totalmente el orden de las cosas sensibles y, cuando se llevan a la práctica de la vida
e informan a ésta, exigen la entrega y abnegación de si mismo. Ahora bien, el entendimiento
humano halla dificultad en la adquisición de tales verdades, ora por el impulso de los sentidos y
de la imaginación, ora por las desordenadas concupiscencias nacidas del pecado original. De lo
que resulta que los hombres se persuaden con gusto ser falso o, por lo menos, dudoso lo que no
quisieran fuera verdadero.

Con respecto al ateísmo el documento fundamental lo encontramos en la Constitución


Pastoral Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II.

Formas y raíces del ateísmo


19. La razón más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la unión con
Dios. Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios. Existe pura y
simplemente por el amor de Dios, que lo creó, y por el amor de Dios, que lo conserva.
Y sólo se puede decir que vive en la plenitud de la verdad cuando reconoce libremente ese amor
y se confía por entero a su Creador. Muchos son, sin embargo, los que hoy día se desentienden
del todo de esta íntima y vital unión con Dios o la niegan en forma explícita. Es este ateísmo
uno de los fenómenos más graves de nuestro tiempo. Y debe ser examinado con toda atención.
La palabra "ateísmo" designa realidades muy diversas. Unos niegan a Dios expresamente. Otros
afirman que nada puede decirse acerca de Dios. Los hay que someten la cuestión teológica a un
análisis metodológico tal, que reputa como inútil el propio planteamiento de la cuestión.
Muchos, rebasando indebidamente los límites sobre esta base puramente científica o, por el
contrario, rechazan sin excepción toda verdad absoluta. Hay quienes exaltan tanto al hombre,
que dejan sin contenido la fe en Dios, ya que les interesa más, a lo que parece, la afirmación del
hombre que la negación de Dios.
Hay quienes imaginan un Dios por ellos rechazado, que nada tiene que ver con el Dios del
Evangelio. Otros ni siquiera se plantean la cuestión de la existencia de Dios, porque, al parecer,
no sienten inquietud religiosa alguna y no perciben el motivo de preocuparse por el hecho
religiosos.
Además, el ateísmo nace a veces como violenta protesta contra la existencia del mal en el
mundo o como adjudicación indebida del carácter absoluto a ciertos bienes humanos que son
considerados prácticamente como sucedáneos de Dios. La misma civilización actual, no en sí
misma, pero sí por su sobrecarga de apego a la tierra, puede dificultar en grado notable el
acceso del hombre a Dios.
Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones
religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo,
también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado
en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias
causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y,
ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana.
Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en
cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la
doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien
que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.

El ateísmo sistemático
20. Con frecuencia, el ateísmo moderno reviste también la forma sistemática, la cual, dejando
ahora otras causas, lleva el afán de autonomía humana hasta negar toda dependencia del hombre
respecto de Dios. Los que profesan este ateísmo afirman que la esencia de la libertad consiste
en que el hombre es el fin de sí mismo, el único artífice y creador de su propia historia.
Lo cual no puede conciliarse, según ellos, con el reconocimiento del Señor, autor y fin de todo,
o por lo menos tal afirmación de Dios es completamente superflua. El sentido de poder que el
progreso técnico actual da al hombre puede favorecer esta doctrina.
Entre las formas del ateísmo moderno debe mencionarse la que pone la liberación del hombre
principalmente en su liberación económica y social. Pretende este ateísmo que la religión, por
su propia naturaleza, es un obstáculo para esta liberación, porque, al orientar el espíritu humano
hacia una vida futura ilusoria, apartaría al hombre del esfuerzo por levantar la ciudad temporal.
Por eso, cuando los defensores de esta doctrina logran alcanzar el dominio político del Estado,
atacan violentamente a la religión, difundiendo el ateísmo, sobre todo en materia educativa, con
el uso de todos los medios de presión que tiene a su alcance el poder público.

El Papa Paulo VI expuso la doctrina de la Iglesia acerca de Dios por medio de la


Solemne Profesión de Fe del año 1968 y por medio de sus Catequesis.

PABLO VI
«EL CREDO DEL PUEBLO DE DIOS»

1 Creemos en un solo Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, creador de las cosas visibles como
este mundo en el que transcurre nuestra vida pasajera, de las cosas invisibles como los espíritus
puros que reciben también el nombre de ángeles 3 y creador en cada hombre de su alma
espiritual e inmortal.

2 Creemos que este Dios único es absolutamente uno en su esencia, infinitamente santo al
igual que en todas sus perfecciones, en su omnipotencia, en su ciencia infinita, en su
providencia, en su voluntad y en su amor. Él es “el que es”, como lo ha revelado a Moisés 4, y
“Él es Amor”, como el apóstol Juan nos lo enseña 5, de forma que estos dos nombres, Ser y
Amor, expresan inefablemente la misma realidad divina de Aquél que ha querido darse a
conocer a nosotros y que, “habitando en una luz inaccesible” 6 está en sí mismo por encima de
todo nombre, de todas las cosas y de toda inteligencia creada. Solamente Dios nos puede dar
ese conocimiento justo y pleno revelándose como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida
eterna estamos llamados por gracia a participar, aquí abajo en la oscuridad de la fe y más allá de
la muerte en la luz eterna. Los lazos mutuos que constituyen eternamente las Tres Personas,
siendo cada una el solo y el mismo ser divino, son la bienaventurada vida íntima del Dios tres
veces santo, infinitamente superior a lo que podemos concebir con la capacidad humana 7.
Damos con todo gracias a la bondad divina por el hecho de que gran número de creyentes
puedan atestiguar juntamente con nosotros delante de los hombres la Unidad de Dios, aunque
no conozcan el Misterio de la Santísima Trinidad.

3 Creemos, pues, en el Padre que engendra al Hijo desde la eternidad; en el Hijo Verbo de
Dios, que es eternamente engendrado; en el Espíritu Santo, Persona increada, que procede del
Padre y del Hijo, como eterno amor de ellos. De este modo en las Tres Personas divinas,
“coaeternae sibi et coaequales” 8 sobreabundan y se consuman en la eminencia y la gloria,
propia del Ser increado, la vida y la bienaventuranza de Dios perfectamente uno, y siempre “se
debe venerar la Unidad en la Trinidad y la Trinidad en la Unidad”.

También, de modo similar, hará Juan Pablo II, por medio de sus Catequesis y por las
tres grandes Encíclicas de su Pontificado: Dives in Misericordia, Redemptor Hominis,
Dominum et Vivificantem.

Por último, tenemos toda la rica doctrina del Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 198
a 231.
2. EN LA ESCOLÁSTICA MEDIEVAL.

Una buena síntesis de esta temática la encontramos en le libro de Etiene Gilson: L'
esprit de la philosophie médiévale.

En esta obra (o.c. cáp.3) E. Gilson señala:

…que no hay sino un sólo Dios y este Dios es el ser …quien lo ha establecido
no es Platón, ni siquiera Aristóteles, sino Moisés. (p.51). Para saber lo que es
Dios Moisés se dirige a Dios mismo... Y he aquí la respuesta: «Ego sum qui
sum, Ait: sic dices filiis Israel: qui est misit me ad vos» (Ex III, 14). Aquí no
hay una palabra de metafísica sino Dios ha hablado... A partir de este momento
se entiende de una vez por todas que el ser es el nombre propio de Dios y que,
según la palabra de San Efrén, referida por San Buenaventura, este nombre
designa su esencia misma... Por lo cual, refiriéndose expresamente al texto del
Éxodo, santo Tomás de Aquino declarará que entre todos los nombres divinos,
hay uno que es eminentemente propio de Dios, y es El que es, justamente que
no significa nada sino el ser mismo: «non enim significat formam aliquam sed
ipsum esse» (Summa I, q. 13 a. i c). Principio de una fecundidad metafísica
inagotable… (Ib. p. 50-51).

[En nota indica]: Si no hay metafísica en el Éxodo hay una metafísica del
Éxodo que en buena hora vemos constituirse en los Padres de la Iglesia cuyas
directivas al respecto no han hecho sino seguir y explotar los filósofos de la
Edad Media.

Ahora bien, parece que la especulación cristiana haya proseguido este trabajo
según dos líneas convergentes, de las cuales la una nos conduce a poner a Dios
como perfecto y la otra a ponerlo como infinito... Considerado desde el primer
punto de vista el ser puro está dotado de una suficiencia absoluta, en virtud de
su misma actualidad. La idea que lo que es el ser por definición pueda recibir lo
que sea de fuera es contradictoria, porque lo que entonces tendría que recibir
faltaría a su actualidad… Así como no saca su existencia de otra cosa que de sí
mismo, tampoco podría depender su ser de no sé qué esencia interna que tendría
en sí el poder de engendrarse a la existencia... no quiere decir, como lo hará
Descartes, que Dios se pone en el ser, por su omnipotencia como por una
causa... Ahora bien, está aseidad completa de Dios implica como corolario
inmediato su absoluta perfección… Dios no es perfecto por una perfección
recibida sino por una perfección, si cabe decirlo, existida, y es por esto que la
filosofía cristiana se distinguirá siempre del platonismo... Dios no es porque es
perfecto sino que es perfecto porque es. (Ib. pp. 53-55).

Puesto que Dios es perfección en cuanto que ser, El no es sólo la compleción y


el acabamiento, sino también la expansión absoluta, es decir, la infinitud.
Mientras que nos quedemos en el primado del bien, la noción de perfección
implica la de límite, y por eso los Griegos anteriores a la era cristiana jamás
concibieron la infinitud sino como una imperfección... La perfección del ser no
sólo requiere todos los acabamientos sino que excluye todos los límites,
generando por eso una infinitud positiva que niega toda determinación... Nada
más notable que el acuerdo de los pensadores de la Edad Media sobre este
punto. Es quizá en la doctrina de Duns Escoto que este aspecto del Dios
cristiano es el más fácilmente reconocible. Para él es lo mismo probar la
existencia de Dios que probar la existencia de un ser infinito... Pero conviene
agregar que san Buenaventura y santo Tomás concuerdan perfectamente con
Duns Escoto para afirmar la subsistencia de un ser frente al cual el eleatismo y
el heraclitismo absolutos son igualmente vanos, porque trasciende
simultáneamente el dinamismo actual más intenso y el estatismo formal más
acabado. Aún en. aquellos cuyo pensamiento parece complacerse en el aspecto
de acabamiento y perfección que caracteriza al Ser puro; se descubre fácilmente
la presencia del elemento «energía» que sabemos es inseparable de la noción de
acto. En este sentido santo Tomás se halla sin embargo bien lejos del
pensamiento de Aristóteles. El «acto puro» del peripatetismo, no lo es sino en el
orden del pensamiento; el de santo Tomas lo es en el orden del ser, y por eso
vimos que es infinito y perfecto... Aristóteles dice que el infinito no es aquello
fuera de lo cual nada hay sino, al contrario, aquello fuera de lo cual siempre hay
algo. (Física, 6, 206 b, 23). En cambio el infinito del Dios tomista es
precisamente aquello fuera de lo cual nada hay… (Ib. pp.55-58).

Cuando se reflexiona en el sentido de esta noción, se vuelve claro que ella debía
engendrar, tarde o temprano, una nueva prueba de la existencia de Dios, la que
desde Kant se designa con el nombre de prueba ontológica, de la que toca a san
Anselmo el honor de haber dado por vez primera una fórmula definida... la
inconcebibilidad de la no-existencia de Dios no tiene sentido sino en la
perspectiva cristiana donde Dios se identifica con el ser... (Ib. pp. 58-62).
…el pensamiento cristiano y medieval debe ser considerado como unánime en
su afirmación del primado metafísico del ser y en la afirmación de la identidad
de esencia y existencia en Dios, que deriva de aquél. (Ib. p. 61).
1°Motor Inmovil I,13

Esse I,22
Perfecto I,28

Bueno I,37-40

Inteligente I,44

Conocimiento divino I,45-58

Verdad I,59-62

Voluntad I,72-73
Querer divino I,74-88
Virtud contemplativa I,94
3. EN SANTO TOMÁS.

3.1 En la Summa contra Gentiles.

Vida I,97-99

Beatitud I,100-102

segun la
NATURALEZA SEMEJANZA OPERACION
II,2-44 de su II,45
DIOSCREA
Entender Querer

Beatitud III,63
Inteligentes II,46 Querientes II,47-48
Vida Eterna III,61-62
Simultaneo III,60
Aquieta apetito III,59
Distintos grados III,58

No sensible
II,96
A sí mismos
a Dios
naturalmente
a otros angeles
II,98
A lo
material
II,99
Incorruptibles II,55 Angeles II,91 Cualquier intelecto III,57
No ven todo III,56
No es No comprenden III,55
Hombres II,78-79 En la esta vida Lumen Gloria III,52-54
contem placion III,38-48
No en la No en Ver a Dios III,51
voluntad bienes de la verdad
Conociniento angelico
III,26 creados III,37 DESEO DE ENTENDER LA VERDAD
Fin ultimo
III,27-36 III,49-50
conocer a Dios
III,25
ENTES Ser
causas Predestinación y
III,21 reprobación
Asemejarse Adquirir Pecados de los demonios III,163
Cada cosa a Dios la bondad III,110
tiende a Dios III,19 III,20
Cada cosa obra
por el bien III,17-18
Cada cosa
obra por un III,3 y 16 fn
addel
fn III,2 dignid
Resurreción y
Gracia III,147
En orden a conocer a glorifcación fnal
lecido IV,79-97
nestab Dios III,99
del orde Premios
aparte
y castigos
raleza
la natu III,146
ión de
condic
ido
establec Semejanza III,97 PROVIDENCIA
l orden
segune ESPECIAL
PROVIDENCIA Gobierno de las
GENERAL Mover al fn criaturas intelectuales Conveniencia de la
III,111 Encarnación
VI,54

Procesión del
Espiritu Santo
VI,15-26
Generación del Hijo
VI,2-14
3.2 En la Summa Theologiae.

Analogía del ser Analogía sicológica


Yo Soy el que Soy (Ex 3, 15) Dios es Espíritu (Jn 4, 24) – Dios es Amor (I Jn 4, 16) La Palabra era Dios (Jn 1, 1) El Espíritu que procede del Padre (Jn 15, 26)
† E
sobrenatural histórica T an sit quid sit Trinidad
Dios M
revela ángeles 1° Motor Entitativos Operativos Origen Procesiones
Uno-Trino 1° Causa
natural H 1° Ser necesario Simplicidad Providencia Relaciones
animales 1° Ente Perfección Ciencia Verdad general
vegetales Inteligente Bondad Predestinació Personas Padre propios
n
minerale Vida Poder Felicidad particular Hijo nombres
s
Reino ser Cosmológico Justicia Espíritu Santo apropiados
s
Voluntad Amor
2° muerte Infinito Misericordia Encarnación (Cristo)
Inmenso visibles
juicio universal cielos Inmutable Pentecostés (Iglesia)
Eterno Misiones
infierno purgatorio Único Don de sabiduría
invisibles (Moral)
juicio particular Caridad

resurrección
CREA
* fin del mundo muerte Creación Distinción
Jesucristo Dios y hombre

conveniencia A imagen de Dios (Gn 1, 27) especial general

Virgen unión frutos del S S bien – mal


bienaventuranzas ángeles
Escatología encarnación virtudes y dones S S buenos y malos
naturaleza
Religiosos vida actos humanos fin del
hombre
enseñanza inteligencia gobierno producción hombre
Santidad milagros Gracia - Ley voluntad felicidad
Paraíso
Laicos pasión – muerte pasiones cosas
materiales
Jerarquía resurrección vicios
pecados
Pueblo ascensión pecado original
Iglesia Espíritu
Misterio sacramentos Santo 2° venida *
4. DIFERENCIA ENTRE UN TRATADO TEOLÓGICO Y FILOSÓFICO DE DIOS.

Fr. Jesús Valbuena, o.p. en su Introducción al Tratado de la Creación General, que


hallamos en la BAC, nos permite descubrir la diferencia entre un tratado teológico y filosófico
de Dios:1

Los cielos pregonan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos
(Ps. 18, 1). Pocas inteligencias habrán captado en visión completa de conjunto la grandiosa
sonoridad de este pregón y de este anuncio de manera tan clara y espléndida como autor de la
SUMA, y quizás ninguno como él, en su sublime tratado Sobre Dios Creador, nos ha repetido a
los demás hombrea esos ecos del poder, de la sabiduría, de la gloria y de la bondad de Dios
con acentos tan armoniosos para la inteligencia. El Doctor Angélico, con visión
excepcionalmente certera, supo ver a Dios en todas las cosas y a todas las cosas en Dios, y
supo también transmitir esta visión a la posteridad en el lenguaje sencillo y transparente de la
verdad. Dios anda en las páginas de este tratado como en loa días genesíacos del relato
mosaico. Singular realización de la promesa divina: Bienaventurados los limpios de corazón,
porque ellos verán a Dios.

Tal es el objeto de las 76 cuestiones restantes de la primera parte de la SUMA


TEOLÓGICA: dar a conocer acerca de Dios, a la luz combinada de la fe y de la razón, lo que de
El se nos manifiesta en la universalidad de los seres por El creados.

Después que Santo Tomás, en los tratados precedentes, ha estudiado a Dios en sí


mismo, uno en esencia y trino en personas, pasa ahora, en este tercer tratado, a completar el
estudio de Dios, considerándole en sus relaciones con el universo entero, integrado por todo
lo que no es El. Efectivamente, para conocer a Dios no basta considerarle en su esencia única
(De Deo Uno) y en su vida íntima o actividad y operaciones ad intra, por las que la esencia
divina, permaneciendo una y única, origina y constituye las divinas personas (De Deo Trino);
es preciso estudiarle también en su obrar y operaciones ad extra, por las que se proyecta en
las criaturas, término real y extrínseco de la actividad divina, que, siempre formalmente
inmanente en sí misma, produce efectos distintos de si. En todo efecto se refleja de algún
modo, total o parcialmente, la naturaleza de su causa, según que ésta sea univoca o análoga,
es decir, de idéntica o de distinta naturaleza respecto de sus efectos. De ahí que, en teología
sobrenatural, a Dios se le pueda conocer, y para conocerle se le deba estudiar en sí mismo y
en sus efectos, que nos manifiestan su obrar, como el obrar nos manifiesta su virtud y ésta nos
manifiesta su naturaleza. El propio Santo Tomás, al comenzar su tratado sobre la creación en
la Suma contra Gentes, lo justifica del siguiente modo:

El conocimiento perfecto de una cosa no puede ser completo sin conocer su obrar, puesto que
de la forma y modo de la acción se deducen el carácter y alcance de la potencia operativa, que a
su vez manifiesta la naturaleza del ser, ya que cada agente obra según su naturaleza. Ahora
bien, como enseña el Filósofo, hoy dos clases de acciones: unas que permanecen y terminan en
el agente, como el sentir, el entender y el querer; otras que tienen un efecto exterior, como el
calentar, el serrar y el edificar. Ambas convienen a Dios: unas, en cuanto entiende, quiere, goza
y ama; las otras, en cuanto produce las cosas y las conserva y gobierna... De la primera de estas
acciones se ha tratado ya al hablar del conocimiento y voluntad de Dios (tratado De Deo uno et
Trino).   Debemos   por   consiguiente,   para   completar   la   ciencia   divina,   tratar   también   de   la
segunda clase de acciones, a saber, de aquellas por las cuales Dios produce y gobierna las cosas
(II Contra Gentiles, cáp. 1).

1
Santo Tomás, Suma Teológica, Tomo II, BAC, Madrid 1948, pág. 679-682.
Sin este tratado quedaría manco e incompleto el conocimiento sobrenatural de Dios,
emprendido por el Santo en la primera parte de la SUMA. El estudio teológico de Dios no
puede prescindir de esta actividad divina, por la que Dios produce, conserva y gobierna las
criaturas. Sin esta consideración sería la teología tan incompleta como un tratado del mundo o
de las criaturas en que se omitiese la consideración de Dios. La teología, aunque su objeto y
finalidad primariamente sea Dios en sí mismo, tiene mucho que decirnos acerca del mundo, y
tiene que decírnoslo no sólo porque la filosofía y toda la ciencia natural nos dan un concepto
inadecuado del mundo, que es preciso supla la teología, sino también porque mediante las
relaciones de Dios con el mundo, como efecto de Dios, conocemos a Dios mejor, y más
integralmente.

El estudio de las relaciones de Dios con el mundo sigue, no obstante, una trayectoria
inversa en la teología propiamente dicha y en la que inexactamente se viene llamando teología
natural o teodicea.2 La teología, para completar el conocimiento de Dios, desciende de Dios a
las criaturas; la teodicea, para completar el conocimiento de las criaturas o del ser en común
como abstraído del orden sensible, asciende de las criaturas a Dios, última causa eficiente,
ejemplar y final de las mismas; la teología, en este tratado, trata de ver a Dios en las criaturas,
mientras que la teodicea trata de ver al ente en común en su primera causa, que es Dios.
Oigamos otra vez al propio Santo Tomás:

En   la   filosofía,   que   considera   a   las   criaturas   en   si   mismas   y   mediante   ellas   conduce   al


conocimiento   de   Dios,   la   consideración   primordial   es   de   las   criaturas   y   termina   en   el
conocimiento   de   Dios;   en   la   teología,   que   considera   a   las   criaturas   sólo   en   orden   a   Dios,
primeramente se tiene el conocimiento de Dios y después el de las criaturas, y por eso este
segundo   conocimiento   es   más   perfecto,   por   asemejarse   al   conocimiento   de   Dios,   que,
conociéndose a sí mismo, ve las demás cosas. (II Contra Gentiles, cáp. 4).

No hay aquí, sin embargo, un círculo vicioso, como tampoco lo hay entre la cuestión
segunda de la SUMA y el tratado que nos ocupa, en el sentido de que en filosofía se intente
anclar el conocimiento de Dios en el conocimiento de las criaturas y en teología viceversa.
Hay un círculo, pero no vicioso, sino plenamente justificado y armónico. En la teodicea se
parte del análisis experimental de las criaturas, no como criaturas o efectos en el primer
estadio de nuestro proceso cognoscitivo, sino como meros hechos existenciales, de los cuales
es preciso dar una explicación racional; esta, explicación racional termina en la exigencia
lógica de un ser real cuyos atributos y propiedades coinciden con los que integran la idea
filosófico-religiosa que tenemos de Dios, y así se demuestra lógica y rigurosamente la
existencia de Dios y lo que naturalmente puede conocer la razón humana por las criaturas
sobre la naturaleza y atributos de Dios. En cambio, en teología, especialmente en el presente
2
La teodicea o teología natural no es una ciencia formalmente de Dios, como suponen frecuentemente los
manuales de filosofía; sólo le estudia como objeto material, de donde ha tomado el nombre. El objeto propio
formal de la teodicea, como parte integral de la metafísica, es el ser en común, considerado en sus supremas
causas extrínsecas: eficiente, ejemplar y final, que es Dios. De ahí que estudie a Dios como objeto material, no
como formal. No hay más ciencia formalmente de Dios que la teología sobrenatural. Al incorporar, casi
literalmente, a los manuales de filosofía escolástica el tratado teológico De Deo Uno de la SUMA, no se ha
reparado en trasladar también el planteamiento teológico de las cuestiones; dando con ello ocasión a que se
considerase la teodicea como una ciencia formalmente de Dios. En teodicea o teología filosófica no se debía
preguntar: si existe Dios; ¿cuál es su naturaleza?; ¿cuáles sus atributos?; sino: ¿qué existencia, naturaleza y
atributos de ser exigen las criaturas para su última explicación racional? De este modo se seguiría entendiendo la
teodicea como la entendió Santo Tomás y se evitarían algunas cuestiones modernas filosóficas acerca del
problema de Dios. (Cf. SANTO TOMÁS, Commentarium in librum Boethii «De Trinitate», q. 5, a. 4, c, y q. 2, a. 2,
ad 1.).
tratado, se parte de los conocimientos ciertos de la fe sobre Dios, ilustrados con algunos
conocimientos de razón, hasta llegar a conocer a Dios formalmente como Creador,
Conservador y Gobernador de todas las criaturas, con lo cual se completa y afianza al propio
tiempo el conocimiento de las mismas criaturas. De este modo, la casi totalidad de las
conclusiones de este tratado teológico y de la teodicea son materialmente idénticas; pero son
formalmente distintas e independientes, por tener distinto medio de conocimiento y distinto
punto de partida, a saber: los hechos de experiencia sensible y los principios de la razón
humana en teodicea, y la fe y la revelación en teología.

IN LIBROS METAPHYSICORUM
Prooemium

Sicut docet philosophus in politicis suis, quando aliqua plura ordinantur ad


unum, oportet unum eorum esse regulans, sive regens, et alia regulata, sive
recta.

Quod quidem patet in unione animae et corporis; nam anima naturaliter


imperat, et corpus obedit.
Similiter etiam inter animae vires: irascibilis enim et concupiscibilis naturali
ordine per rationem reguntur.

Omnes autem scientiae et artes ordinantur in unum, scilicet ad hominis


perfectionem, quae est eius beatitudo.
Unde necesse est, quod una earum sit aliarum omnium rectrix, quae nomen
sapientiae recte vindicat. Nam sapientis est alios ordinare.

Quae autem sit haec scientia, et circa qualia, considerari potest, si diligenter
respiciatur quomodo est aliquis idoneus ad regendum.

Sicut enim, ut in libro praedicto philosophus dicit, homines intellectu vigentes,


naturaliter aliorum rectores et domini sunt: homines vero qui sunt robusti
corpore, intellectu vero deficientes, sunt naturaliter servi:

ita scientia debet esse naturaliter aliarum regulatrix, quae maxime intellectualis
est.
Haec autem est, quae circa maxime intelligibilia versatur.

Maxime autem intelligibilia tripliciter accipere possumus.

1) Primo quidem ex ordine intelligendi. Nam ex quibus intellectus certitudinem


accipit, videntur esse intelligibilia magis. Unde, cum certitudo scientiae per
intellectum acquiratur ex causis, causarum cognitio maxime intellectualis esse
videtur. Unde et illa scientia, quae primas causas considerat, videtur esse
maxime aliarum regulatrix.

2) Secundo ex comparatione intellectus ad sensum. Nam, cum sensus sit


cognitio particularium, intellectus per hoc ab ipso differre videtur, quod
universalia comprehendit.
Unde et illa scientia maxime est intellectualis, quae circa principia maxime
universalia versatur. Quae quidem sunt ens, et ea quae consequuntur ens, ut
unum et multa, potentia et actus. Huiusmodi autem non debent omnino
indeterminata remanere, cum sine his completa cognitio de his, quae sunt
propria alicui generi vel speciei, haberi non possit. Nec iterum in una aliqua
particulari scientia tractari debent: quia cum his unumquodque genus entium ad
sui cognitionem indigeat, pari ratione in qualibet particulari scientia
tractarentur.
Unde restat quod in una communi scientia huiusmodi tractentur; quae cum
maxime intellectualis sit, est aliarum regulatrix.

3) Tertio ex ipsa cognitione intellectus. Nam cum unaquaeque res ex hoc ipso
vim intellectivam habeat, quod est a materia immunis, oportet illa esse maxime
intelligibilia, quae sunt maxime a materia separata.
Intelligibile enim et intellectum oportet proportionata esse, et unius generis,
cum intellectus et intelligibile in actu sint unum.
Ea vero sunt maxime a materia separata, quae non tantum a signata materia
abstrahunt, sicut formae naturales in universali acceptae, de quibus tractat
scientia naturalis, sed omnino a materia sensibili.
Et non solum secundum rationem, sicut mathematica, sed etiam secundum esse,
sicut Deus et intelligentiae. Unde scientia, quae de istis rebus considerat,
maxime videtur esse intellectualis, et aliarum princeps sive domina.

Haec autem triplex consideratio, non diversis, sed uni scientiae attribui debet.
Nam praedictae substantiae separatae sunt universales et primae causae essendi.
Eiusdem autem scientiae est considerare causas proprias alicuius generis et
genus ipsum: sicut naturalis considerat principia corporis naturalis.

Unde oportet quod ad eamdem scientiam pertineat considerare


substantias separatas,
et ens commune, quod est genus,
cuius sunt praedictae substantiae communes et universales causae.

Ex quo apparet, quod quamvis ista scientia praedicta tria consideret, non tamen
considerat quodlibet eorum ut subiectum, sed ipsum solum ens commune. Hoc
enim est subiectum in scientia, cuius causas et passiones quaerimus, non autem
ipsae causae alicuius generis quaesiti. Nam cognitio causarum alicuius generis,
est finis ad quem consideratio scientiae pertingit.

Quamvis autem subiectum huius scientiae sit ens commune,


dicitur tamen tota de his quae sunt separata a materia secundum esse et
rationem.
Quia secundum esse et rationem separari dicuntur,
non solum illa quae nunquam in materia esse possunt, sicut Deus et
intellectuales substantiae,
sed etiam illa quae possunt sine materia esse, sicut ens commune.
Hoc tamen non contingeret, si a materia secundum esse dependerent.

Secundum igitur tria praedicta, ex quibus perfectio huius scientiae attenditur,


sortitur tria nomina.
1) Dicitur enim scientia divina sive theologia, inquantum praedictas substantias
considerat.
2) Metaphysica, inquantum considerat ens et ea quae consequuntur ipsum. Haec
enim transphysica inveniuntur in via resolutionis, sicut magis communia post
minus communia.
3) Dicitur autem prima philosophia, inquantum primas rerum causas considerat.
Sic igitur patet quid sit subiectum huius scientiae, et qualiter se habeat ad alias
scientias, et quo nomine nominetur.

Teniendo en cuenta la estructura de la Summa Theologiae y el Proemio al Comentario


In Libros Metaphysicorum, podemos profundizar la diferencia que hay entre un tratado
teológico y filosófico de Dios a la luz de lo que nos dice Santo Tomás en el Capítulo IV del
Libro II de la Summa contra Gentiles: acerca del distinto modo de considerar las criaturas por
parte del filosofo y por parte del teólogo (Quod aliter considerat de creaturis philosophus et
theologus).

Manifestum est autem ex praedictis quod De lo dicho queda manifiesto que la consideración de
considerationem circa creaturas habet doctrina fidei las criaturas atañe a la doctrina de la fe cristiana, en
christianae inquantum in eis resultat quaedam Dei cuanto resalta en ellas cierta semejanza de Dios y en
similitudo, et inquantum error in ipsis inducit in cuanto el errar acerca de ellas induce a errar en lo
divinorum errorem. Et sic alia ratione subiiciuntur divino. Pero dicha doctrina las considera bajo distintas
praedictae doctrinae, et philosophiae humanae. Nam razones que la filosofía humana. Porque la filosofía
philosophia humana eas considerat secundum quod humana las considera en sí mismas; de donde, según
huiusmodi sunt: unde et secundum diversa rerum las diversas clases de cosas que haya, aparecen las
genera diversae partes philosophiae inveniuntur. Fides diversas partes de la filosofía. Mas la fe cristiana las
autem christiana eas considerat, non inquantum considera no en si mismas – como el fuego en cuanto
huiusmodi, utpote ignem inquantum ignis est, sed fuego –, sino en cuanto representan la grandeza divina
inquantum divinam altitudinem repraesentat, et in y de uno u otro modo se ordenan a Dios, pues como .
ipsum Deum quoquo modo ordinatur. Ut enim Eccli. se dice en el Eclesiástico: "De la gloria de Dios está
42 dicitur: gloria domini plenum est opus eius. Nonne llena su obra. ¿Acaso no hizo el Señor que los santos
dominus fecit enarrare sanctos omnia mirabilia sua? enumerasen todas sus maravillas?"
Et propter hoc etiam alia circa creaturas et philosophus Y he aquí cómo el filósofo considera acerca de las
et fidelis considerat. Philosophus namque considerat criaturas unas cosas, y otras el creyente; porque el
illa quae eis secundum naturam propriam conveniunt: filósofo considera lo que de ellas se puede considerar
sicut igni ferri sursum. Fidelis autem ea solum atendiendo a la propia naturaleza de las mismas, como
considerat circa creaturas quae eis conveniunt ocurre con el hecho de que el fuego vaya hacia arriba;
secundum quod sunt ad Deum relata: utpote, quod sunt el creyente, sin embargo, sólo ve en las criaturas lo que
a Deo creata, quod sunt Deo subiecta, et huiusmodi. en ellas pueda encontrar de fundamento de relación
con Dios, como que son creadas por Dios, que le están
sometidas, etc.
Unde non est ad imperfectionem doctrinae fidei De donde no se ha de achacar a imperfección de la
imputandum si multas rerum proprietates praetermittat: doctrina de la fe el que pase de largo muchas
ut caeli figuram, et motus qualitatem. Sic enim nec propiedades de las cosas, como la figura del cielo y la
naturalis circa lineam illas passiones considerat quas cualidad del movimiento; pues ni siquiera el naturalista
geometra: sed solum ea quae accidunt sibi inquantum trata de aquellas propiedades de la linea que considera
est terminus corporis naturalis. el geómetra, sino solamente aquellas que le atañen en
cuanto es término del cuerpo natural.
Si qua vero circa creaturas communiter a philosopho et Podría ocurrir que el filósofo y el creyente
fideli considerantur, per alia et alia principia traduntur. coincidiesen en algún tratado acerca de las criaturas,
Nam philosophus argumentum assumit ex propriis mas, en este caso, uno y otro las considera bajo
rerum causis: fidelis autem ex causa prima; ut puta, distintos principios, pues el filósofo argumentaría
quia sic divinitus est traditum; vel quia hoc in gloriam acudiendo a las causas propias de las cosas, mientras
Dei cedit; vel quia Dei potestas est infinita. que el creyente acudirla a la causa primera; por
Unde et ipsa maxima sapientia dici debet, utpote super ejemplo: porque así está revelado por Dios, o porque
altissimam causam considerans: secundum illud Deut. esto resulta en gloria de Dios, o por que el poder de
4-6: haec est sapientia vestra et intellectus coram Dios es infinito. De aquí que se deba llamar a la
populis. teologia suprema sabiduría, puesto que versa sabre la
Et propter hoc sibi, quasi principali, philosophia causa altísima, según aquello del Deuteronomio: "Esta
humana deservit. Et ideo interdum ex principiis es vuestra sabiduría y entendimiento a los ojos de los
philosophiae humanae, sapientia divina procedit. pueblos". Y por esto la sirve como a principal. Y, por
Nam et apud philosophos prima philosophia utitur lo mismo, la sabiduría divina parte a veces de
omnium scientiarum documentis ad suum propositum principios de la filosofía humana, pues, aun entre los
ostendendum. filósofos, la filosofía primera se sirve de las pruebas de
todas las ciencias para mostrar su tesis.
Exinde etiam est quod non eodem ordine utraque De aquí se sigue también que una y otra doctrina
doctrina procedit. proceden por distinto orden. Pues en la filosofía, que
Nam in doctrina philosophiae, quae creaturas considera las criaturas en si mismas y partiendo de
secundum se considerat et ex eis, in Dei cognitionem ellas conduce al conocimiento de Dios, la
perducit, prima est consideratio de creaturis et ultima consideración de las criaturas es la primera, y la de
de Deo. In doctrina vero fidei, quae creaturas non nisi Dios la última. En la teología, que considera a las
in ordine ad Deum considerat, primo est consideratio criaturas sólo en orden a Dios, lo primero es el
Dei et postmodum creaturarum. conocimiento de Dios y después el de las criaturas. Y
Et sic est perfectior: utpote Dei cognitioni similior, qui así este segundo conocimiento es más perfecto, como
seipsum cognoscens alia intuetur. más semejante al conocimiento de Dios, quien,
conociéndose a sí mismo, ve lo demás.
Unde, secundum hunc ordinem, post ea quae de Deo in Por tanto, siguiendo este orden, después de lo dicho en
se in primo libro sunt dicta, de his quae ab ipso sunt el libro primero sobre Dios en si considerado, debemos
restat prosequendum. proseguir sobre lo restante, o sea, las cosas que
proceden de Él.

También podemos ver la relación entre la teología filosófica y la teología sobrenatural


en el Commentarium in librum Boethii «De Trinitate» (q. 5, a. 4, c,) de Santo Tomás.

Responsio. Dicendum quod ad evidentiam huius Respuesta. Hay que decir que para la evidencia de esta
quaestionis scire oportet quae scientia divina scientia cuestión es necesario saber cual ciencia debe decirse
dici debeat. Sciendum siquidem est quod quaecumque ciencia divina. Cabe señalar que cualquier tipo de
scientia considerat aliquod genus subiectum, oportet ciencia que considera un sujeto en un algún género, es
quod consideret principia illius generis, cum scientia necesario que considere los principios de ese género,
non perficiatur nisi per cognitionem principiorum, ut ya que la ciencia no se perfecciona sino por el
patet per Philosophum in principio Physicorum. Sed conocimiento de los principios, como es claro por el
principiorum duo sunt genera.
Filosofo al principio de la Física. Pero existen dos
Quaedam enim sunt quae et sunt in se ipsis quaedam
naturae completae et sunt nihilominus principia géneros de principios.
aliorum, sicut corpora caelestia sunt quaedam principia Pues hay algunas cosas que son, y son en sí mismas
inferiorum corporum et corpora simplicia corporum alguna naturaleza completa y son, nada menos que los
mixtorum. Et ideo ista non solum considerantur in principios de otros, como los cuerpos celestes son los
scientiis ut principia sunt, sed etiam ut sunt in se ipsis principios de los cuerpos inferiores y los cuerpos
res quaedam; et propter hoc de eis non solum tractatur simples principios de los cuerpos mixtos. En
in scientia quae considerat ipsa principiata, sed etiam consecuencia, estos no son solos considerados en las
habent per se scientiam separatam, sicut de corporibus ciencias como principios, sino también son
caelestibus est quaedam pars scientiae naturalis praeter considerados como son en sí mismos como alguna
illam, in qua determinatur de corporibus inferioribus, cosa y por esta razón no sólo ellos son tratados en la
et de elementis praeter illam, in qua tractatur de ciencia que tiene en cuenta los mismos principios, sino
corporibus mixtis. también por sí en una ciencia separada, como la
Quaedam autem sunt principia, quae non sunt naturae ciencia de los cuerpos celestes es una parte de la
completae in se ipsis, sed solum sunt principia ciencia natural, aparte de aquella en que se determina
naturarum, sicut unitas numeri et punctus lineae et los cuerpos inferiores, y la ciencia de los elementos,
forma et materia corporis physici, unde huiusmodi aparte de aquella en se trata los cuerpos mixtos.
principia non tractantur nisi in scientia, in qua de Además hay ciertos principios, que no son de
principiatis agitur. naturaleza completos en sí mismos, pero sólo son los
principios de las naturalezas, como la unidad del
número, el punto de la línea y la forma y la materia del
cuerpo físico, de este modo estos principios no son
tratados sino en la ciencia, en la cual se trata de los
principios.
Sicut autem uniuscuiusque determinati generis sunt Pues como en cada cosa de un determinado género hay
quaedam communia principia quae se extendunt ad principios comunes que se extienden a todos los
omnia principia illius generis, ita etiam et omnia entia, principios de aquel género, así también, todos los
secundum quod in ente communicant, habent quaedam entes, según que en el ente comunican, tienen ciertos
principia quae sunt principia omnium entium. Quae principios que son los principios de todos los
quidem principia possunt dici communia dupliciter entes. Estos principios pueden decirse comunes
secundum Avicennam in sua sufficientia: uno modo doblemente, según Avicena en su propia suficiencia:
per praedicationem, sicut hoc quod dico: forma est un modo en la predicación, como esto que digo: la
commune ad omnes formas, quia de qualibet forma es común a todas las formas, porque se predica
praedicatur; alio modo per causalitatem, sicut dicimus de cada uno; en otro modo, por la causalidad, como
solem unum numero esse principium ad omnia cuando decimos que el sol, que es uno, es el principio
generabilia. de todas las cosas generables.
Omnium autem entium sunt principia communia non Pero, de todos los entes que son principios comunes,
solum secundum primum modum, quod appellat no sólo en el primer sentido, que el Filosofo, en el
Philosophus in XI Metaphysicae omnia entia habere libro XI de la Metafísica, nombra de todos los entes
eadem principia secundum analogiam, sed etiam que tienen los mismos principios según analogía, sino
secundum modum secundum, ut sint quaedam res también según el segundo modo, como algunas cosas
eadem numero exsistentes omnium rerum principia, que pueden ser iguales en número de todos los
prout scilicet principia accidentium reducuntur in principios existentes de las cosas, en la medida en que
principia substantiae et principia substantiarum los principios de los accidentes se reducen en los
corruptibilium reducuntur in substantias principios de las sustancias, y los principios de la
incorruptibiles, et sic quodam gradu et ordine in sustancias corruptibles se reducen a los principios de
quaedam principia omnia entia reducuntur. Et quia id, las sustancias incorruptibles, y por lo tanto en un cierto
quod est principium essendi omnibus, oportet esse grado y orden se reduce en algún principio de todos los
maxime ens, ut dicitur in II Metaphysicae, ideo entes. Y porque aquello que es el principio de todo lo
huiusmodi principia oportet esse completissima, et que es, debe ser máximo Ente, como se dice en el II
propter hoc oportet ea esse maxime actu, ut nihil vel libro de la Metafísica, por lo que este tipo de principios
minimum habeant de potentia, quia actus est prior et debe ser necesariamente el más completo, y por esta
potior potentia, ut dicitur in IX Metaphysicae. Et razón tienen el ser máximo en acto, ya que nada (o
propter hoc oportet ea esse absque materia, quae est in mínimo) tienen de potencia, porque el acto es anterior
potentia, et absque motu, qui est actus exsistentis in y mejor que la potencia, como se dice en el X de la
potentia. Et huiusmodi sunt res divinae; quia si
Metafísica. Y por esta razón que necesitan ellos ser sin
divinum alicubi exsistit, in tali natura, immateriali
scilicet et immobili, maxime exsistit, ut dicitur in VI la materia, que está en potencia, y sin el movimiento,
Metaphysicae. que es un acto del existente en potencia. Y estas son
las cosas divinas, porque si lo divino existe en algún
lugar, en tal naturaleza, inmaterial, es decir, inmóvil, el
máximo existente, como se dice en el IV de la
Metafísica.
Huiusmodi ergo res divinae, quia sunt principia Por lo tanto, las cosas divinas, porque son los
omnium entium et sunt nihilominus in se naturae principios de todos los entes de la naturaleza,
completae, dupliciter tractari possunt: uno modo, prout
sunt principia communia omnium entium; alio modo,
y son nada menos naturalezas completas en
prout sunt in se res quaedam. sí mismas, se puede tratar de dos maneras: de
Quia autem huiusmodi prima principia quamvis sint in una manera, en cuanto que son los principios
se maxime nota, tamen intellectus noster se habet ad ea comunes de todos los entes, de otra manera,
ut oculus noctuae ad lucem solis, ut dicitur in II en cuanto son alguna cosa en sí misma.
Metaphysicae, per lumen naturalis rationis pervenire
non possumus in ea nisi secundum quod per effectus in
Por otra parte, porque los primeros principios
ea ducimur; et hoc modo philosophi in ea pervenerunt, aunque sean en sí maximamente claros,
quod patet Rom. 1: invisibilia Dei per ea quae facta también nuestro intelecto se tiene a ellos
sunt intellecta conspiciuntur. Unde et huiusmodi res como el ojo de la lechuza se tiene a la luz del
divinae non tractantur a philosophis, nisi prout sunt sol, según se dice en le libro II de la
rerum omnium principia. Et ideo pertractantur in illa
doctrina, in qua ponuntur ea quae sunt communia
Metafísica, por la luz de la razón natural no
omnibus entibus, quae habet subiectum ens in quantum podemos llegar a aquellas cosas sino que por
est ens; et haec scientia apud eos scientia divina el efecto somos conducidoas a ellas, y de esta
dicitur. manera llegaron los filósofos a ellas, lo cual
Est autem alius modus cognoscendi huiusmodi res, es claro en Rom. 1: Porque lo invisible de
non secundum quod per effectus manifestantur, sed
Dios, desde la creación del mundo, se deja
secundum quod ipsae se ipsas manifestant. Et hunc
modum ponit Apostolus 1 Cor. 2: quae sunt Dei, nemo ver a la inteligencia a través de sus obras. Por
novit nisi Spiritus Dei. Nos autem non spiritum huius lo tanto, las cosas divinas no fueron tratados
mundi accepimus, sed Spiritum qui a Deo est, ut por los filósofos sino en cuanto que son los
sciamus. Et ibidem: nobis autem revelavit Deus per principios de todas las cosas. Y, por lo tanto,
Spiritum suum. Et per hunc modum tractantur res se trató en aquella doctrina, en la cual se
divinae, secundum quod in se ipsis subsistunt et non
solum prout sunt rerum principia.
colocan las cosas que son comunes a todos
los entes, que tiene como sujeto el ente en
cuanto ente; y esta ciencia acerca de ellos se
dice ciencia divina.
Hay, sin embargo, otra forma de conocer
estas cosas, no según lo que se muestra por
los efectos, sino según aquello que ellas
mismas manifestan a sí mismas. Y de esta
manera, dice el Apostol en I Cor. 2: Del
mismo modo, nadie conoce lo íntimo de
Dios, sino el Espíritu de Dios. Y nosotros no
hemos recibido el espíritu del mundo, sino el
Espíritu que viene de Dios, para conocer las
gracias que Dios nos ha otorgado. Y también:
Porque a nosotros nos lo reveló Dios por
medio del Espíritu. En este sentido, las cosas
divinas son tratados, según que subsisten en
sí mismas, y no sólo en cuanto que son
principios de las cosas.
Sic ergo theologia sive scientia divina est duplex. Así, pues, la teología o ciencia divina es
Una, in qua considerantur res divinae non tamquam doble.
subiectum scientiae, sed tamquam principia subiecti, et
talis est theologia, quam Philosophi prosequuntur, quae
Uno en cuanto considera las cosas divinas, no
alio nomine metaphysica dicitur. solamente como sujetos de la ciencia, sino
Alia vero, quae ipsas res divinas considerat propter se también como principios del sujeto, y tal es la
ipsas ut subiectum scientiae et haec est theologia, quae teología, que los filosofos estudian, y que
in sacra Scriptura traditur. otros denominan metafísica.
Utraque autem est de his quae sunt separata a materia
et motu secundum esse, sed diversimode, secundum
Otro modo, que considera las cosas divinas
quod dupliciter potest esse aliquid a materia et motu por sí mismas como sujeto de la ciencia y
separatum secundum esse. esta es la teología, que se transmite en la
Uno modo sic, quod de ratione ipsius rei, quae separata Sagrada Escritura.
dicitur, sit quod nullo modo in materia et motu esse Ambas, son de aquellas cosas que son
possit, sicut Deus et Angeli dicuntur a materia et motu
separati.
separadas de la materia y del movimiento
Alio modo sic, quod non sit de ratione eius quod sit in según el ser, pero de diferentes maneras,
materia et motu, sed possit esse sine materia et motu, según las dos formas que algo está
quamvis quandoque inveniatur in materia et motu. Et separadado de la materia y el movimiento
sic ens et substantia et potentia et actus sunt separata a según el ser.
materia et motu, quia secundum esse a materia et motu
En un sentido, en razón de la misma cosa,
non dependent, sicut mathematica dependebant, quae
numquam nisi in materia esse possunt, quamvis sine que se dice separada, que de ninguna manera
materia sensibili possint intelligi. en la materia y el movimiento puede ser,
Theologia ergo philosophica determinat de separatis como Dios y los ángeles se dicen que están
secundo modo sicut de subiectis, de separatis autem separados de la materia y del movimiento.
primo modo sicut de principiis subiecti. Theologia
El otro sentido, no en razón de que ellos sean
vero sacrae Scripturae tractat de separatis primo modo
sicut de subiectis, quamvis in ea tractentur aliqua quae en la materia y en el movimiento, sino que
sunt in materia et motu, secundum quod requirit rerum pueden ser sin materia ni movimiento,
divinarum manifestatio. aunque a veces se encuentran en la materia y
en el movimiento. Y así el ente, la substancia,
la potencia y el acto son separados de la
materia y del movimiento, porque, según el
ser de la materia y del movimiento no
dependen, como los objetos matemáticos, los
cuales nunca pueden ser sino en la materia,
aunque sin materia sensible se puede
entender.
Por lo tanto, la teología filosófica determina
las cosas separadas según el segundo modo,
como sujeto; y determina las cosas separadas
según el primer modo, como principios del
sujeto.
La teología de la Sagrada Escritura, sin
embargo, trata de de las cosas separadas del
primer modo como sujeto, aunque en ella se
tratan algunas cosas que están en la materia y
en movimiento, según se requiere para la
manifestación de las cosas divinas.

Potrebbero piacerti anche