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La Misa Crismal es una de las principales manifestaciones de la plenitud

sacerdotal del obispo, que ha de ser tenido como el gran sacerdote de su


grey, y como signo de la unión estrecha de los presbíteros con él.

En dicha misa se consagra el Santo Crisma y se bendicen los óleos de los


catecúmenos y de los enfermos. Esta solemne liturgia se ha convertido en
ocasión para reunir a todo el presbiterio alrededor de su obispo y hacer de
la celebración una fiesta del sacerdocio.

El origen de la bendición de los santos óleos y del sagrado crisma procede


de ambiente romano, aunque el rito tenga huella galicana. Parece ser que 1
hasta el final del siglo VII, la bendición de los óleos se hacía durante la
Cuaresma, y no el Jueves Santo.

Haberla fijado en este día no se debe al hecho de que el Jueves Santo sea
el día de la institución de la eucaristía, sino sobre todo a una razón
práctica: poder disponer de los santos óleos, sobre todo del óleo de los
catecúmenos y del Santo Crisma, para la celebración de los sacramentos
de la iniciación cristiana durante la Vigilia Pascual. Sin embargo, no se
debe olvidar que este motivo de utilidad no resta nada a la teología de los
sacramentos, que los ve a todos unidos a la eucaristía.

La palabra crisma proviene del latín chrisma, que significa unción. Así se
llama ahora al aceite y bálsamo mezclados que el obispo consagra en esta
misa. Con esos óleos serán ungidos los nuevos bautizados y se signará a
los que reciben el sacramento de la Confirmación. También son ungidos
los obispos y los sacerdotes en el día de su ordenación sacramental.
Así pues, el Santo Crisma, es decir el óleo perfumado que representa al
mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro
bautizo y de nuestra confirmación y en la ordenación de los sacerdotes y
obispos.

La liturgia cristiana ha aceptado el uso del Antiguo Testamento, en el que


eran ungidos con el óleo de la consagración los reyes, sacerdotes y
profetas, ya que ellos prefiguraban a Cristo, cuyo nombre significa "el
ungido del Señor".

Con el óleo de los catecúmenos se extiende el efecto de los exorcismos, 2


pues los bautizados se vigorizan, reciben la fuerza divina del Espíritu
Santo, para que puedan renunciar al mal, antes de que renazcan de la
fuente de la vida en el bautizo.

El óleo de los enfermos, cuyo uso atestigua el apóstol Santiago, remedia


las dolencias de alma y cuerpo de los enfermos, para que puedan soportar
y vencer con fortaleza el mal y conseguir el perdón de los pecados. El
aceite simboliza el vigor y la fuerza del Espíritu Santo. Con este óleo el
Espíritu Santo vivifica y transforma nuestra enfermedad y nuestra muerte
en sacrificio salvador como el de Jesús. La materia apta para el
sacramento debe ser aceite de oliva u otro aceite sacado de plantas.

El crisma se hace con óleo y aromas o materia olorosa. Su consagración es


competencia exclusiva del obispo. Es conveniente recordar que no es lo
mismo el Santo Crisma (que se utiliza en el Bautismo y en la Confirmación
y es consagrado) que el óleo de los catecúmenos y de los enfermos (que
solo es bendecido y puede serlo por otros ministros en algunos casos).
El rito de esta misa, que debe ser siempre concelebrada, incluye la
renovación de las promesas sacerdotales, tras la homilía. No se dice el
Credo. Tras la renovación de las promesas sacerdotales se llevan en
procesión los óleos al altar donde el obispo los puede preparar, si no lo
están ya.

En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un


presbítero. Tras ellos se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el
agua para la eucaristía.

Mientras avanza la procesión se entona el O Redemptor u otro canto


apropiado. El obispo recibe los óleos. La misa prosigue como una misa
concelebrada normal. 3

Tras el Sanctus se bendicen el óleo de los enfermos y tras la oración


después de la comunión se bendice el óleo de los catecúmenos y se
consagra el Santo Crisma. También todos estos ritos se pueden hacer tras
la Oración de los Fieles.

En la procesión de salida, los óleos serán llevados inmediatamente


después de la Cruz, mientras se cantan estrofas del O Redemptor u otro
canto apropiado.
¿Qué es la misa crismal?

La celebración presidida por el obispo y concelebrada con los presbíteros


de la diócesis en la que se consagra el santo crisma y los restantes óleos
La misa crismal, presidida por el obispo y concelebrada con los sacerdotes
de la diócesis, es la celebración en la que se consagra el Santo Crisma (de
aquí el nombre de misa crismal) y bendice además los restantes óleos o
aceites (para los enfermos y los que se van a bautizar).

La palabra crisma proviene de latín chrisma, que significa unción. El crisma


es la materia sacramental con la cual son ungidos los nuevos bautizados,
son signados los que reciben la confirmación y son ordenados los obispos
y sacerdotes, entre otras funciones.

La consagración del crisma y la bendición de los otros dos aceites ha de ser


considerada como una de las principales manifestaciones de la plenitud 4
sacerdotal del obispo.

Ordinariamente esta misa se celebra en la catedral de cada diócesis el


Jueves Santo; pero, por razones de conveniencia pastoral, se puede
adelantar a uno de los días de la Semana Santa.

Haberla fijado el Jueves Santo no se debe al hecho de que ese sea el día de
la institución de la eucaristía, sino sobre todo, a una razón práctica: poder
disponer de los santos óleos, sobre todo del óleo de los catecúmenos y del
Santo Crisma, para la celebración de los sacramentos de la iniciación
cristiana durante la Vigilia Pascual.

Así pues el Santo Crisma, es decir, el óleo perfumado que representa al


mismo Espíritu Santo, nos es dado junto con sus carismas el día de nuestro
bautizo y de nuestra confirmación y en la ordenación de los sacerdotes y
obispos.

La materia apta para el sacramento debe ser aceite de oliva. El crisma se


hace con óleo y aromas o materia olorosa.

Es conveniente recordar que no es lo mismo el Santo Crisma que el óleo


de los catecúmenos y de los enfermos (que sólo son bendecidos, como se
ha dicho más arriba, y pueden hacerlo otros ministros en algunos casos).

El rito de esta misa, de la misa crismal, incluye la renovación de las


promesas sacerdotales. Tras la homilía, el obispo invita a sus sacerdotes a
renovar su consagración y dedicación a Cristo y a la Iglesia.

Juntos prometen solemnemente unirse más de cerca a Cristo, ser sus 5


fieles ministros, enseñar y ofrecer el santo sacrificio en su nombre y
conducir a otros a él.

Lee también: ¿Qué significado tiene la Misa Crismal?


Por tanto otro tema importante de la misa crismal es el sacerdocio. Al
entregar el misterio de la eucaristía a la Iglesia, Cristo instituyó también el
sacerdocio.

Los textos de la misa presentan un conjunto catequético no solamente


acerca del sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio
general de los fieles: en la antífona de entrada, la asamblea aclama:
“Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su
Padre”.
En esta misa crismal no se dice el Credo. Tras la renovación de las
promesas sacerdotales se llevan en procesión los óleos al altar donde el
obispo los puede preparar, si no lo están ya.

En último lugar se lleva el Santo Crisma, portado por un diácono o un


sacerdote. Tras ellos se acercan al altar los portadores del pan, el vino y el
agua para la eucaristía.

Después del Sanctus se bendicen el óleo de los enfermos y tras la oración


después de la comunión se bendice el óleo de los catecúmenos y se
consagra el Santo Crisma.

MISA CRISMAL BENDICION DE LOS OLEOS


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Categoría: Coro 6
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Se llama Misa Crismal a la que celebra el obispo con todos los presbíteros
y diáconos de su diócesis.
Aceite santo

Aceite santo.
Se llama aceite santo o santos óleos o aceite de unción al aceite bendito
por el obispo en la misa crismal y utilizado en diversas ceremonias
religiosas. También sirve para primeras comuniones, bodas y bautismos

Historia

En el judaísmo y el cristianismo medieval se utilizó para consagrar a los


reyes. En la actualidad se sigue usando en la Iglesia católica y en la Iglesia
ortodoxa en diversos sacramentos y ceremonias (se considera sagrado).
En la unción, el aceite trae la dimensión de muerte y resurrección.

Los santos óleos en el catolicismo son tres: el santo crisma, usado para 7
ordenaciones, confirmaciones, bautizos y consagraciones de altares e
iglesias; el óleo de los catecúmenos, usado para ungir a los que están
preparándose para el bautismo, y el óleo de los enfermos, usado en el
sacramento de la unción de los enfermos. Estos óleos los consagra el
obispo de cada diócesis en la Misa Crismal, que celebra en su catedral,
usualmente el jueves santo por la mañana. Luego, son distribuidos a las
parroquias de su jurisdicción.

El uso de aceite bendecido en el bautismo está atestiguado desde el siglo


III en documentos de la Iglesia primitiva como las Constituciones
apostólicas, la Tradición apostólica y el Eucologio de Serapión. El
progresivo desarrollo de la liturgia cristiana dio como resultado el uso de
los distintos óleos.

A partir del siglo IV se empleó también otro tipo aceite santo para
reemplazar el uso de las reliquias, difíciles de encontrar. Se impuso la
costumbre de hacer traer el aceite bendecido que ardía día y noche en las
lámparas delante de las tumbas de los santos y los mártires y otros santos
lugares, como Jerusalén.

A pesar de su desarrollo, su empleo no se extendió al ámbito de los


sacramentos y la liturgia romana sino que quedó en el marco de la
devoción popular, unido al uso de las reliquias y otros elementos
bendecidos como el agua, el pan, las velas, las flores, y vinculados a
santuarios y templos dedicados al culto de determinados santos. En la
actualidad sigue existiendo esta práctica, aunque es muy reducida. Se
lleva a la conclusión que sin la unción del espíritu santo no hay iglesia.

Du Cange, en su Glosarium oleum benedictum, cuenta que el aceite se


empapaba primero en paños de algodón y luego se metía en unas
pequeñas ampollas, generalmente de cristal, para facilitar su traslado. Los
sacerdotes ungían con él a los fieles en determinados días. Añade además
el relato de una serie de curaciones debidas a este uso. También se usaba
en la consagración de los altares como sustituto de las reliquias. 8

Los Papas enviaban como un gran regalo aceite santo a los reyes y
personajes ilustres. Se sabe que Gregorio Magno envió a la reina de los
lombardos Teodelinda sesenta y cinco ampollas con este contenido, que
había sido extraído de las tumbas de los mártires más venerados. Se
conservan algunas de estas ampollas, incluso las hay que llevan la
primitiva etiqueta escrita.

En la ciudad de Monza (Italia), antigua capital de los lombardos, se


conservan bastantes ampollas. La mayoría son de cristal pero hay algunas
de metal que están decoradas con figuras y escenas cristianas y
constituyen un verdadero tesoro arqueológico.

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