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UNLP – FaHCE

Literatura Griega Clásica - Trabajo Final 2018


“El aislamiento y la vulnerabilidad en Filoctetes de Sófocles”
Lucía Seronero - 01291/4

.Introducción:

El presente trabajo se propone abordar el tema del aislamiento en Filoctetes de


Sófocles. Se hará hincapié en el sufrimiento, la soledad y la vulnerabilidad del héroe,
teniendo en cuenta que una de las cuestiones centrales exploradas en las tragedias
sofocleas es, siguiendo a P.E. Easterling (1990), el sufrimiento inmerecido de hombres
y mujeres que se enfrentan solos a los problemas fundamentales de la vida. Asimismo,
se tratará la posición de desubjetivación y deshumanización en que sus compañeros
colocan a Filoctetes cuando lo expulsan de su comunidad abandonándolo en la isla
desierta de Lemnos porque les molesta o lo consideran un estorbo, y la reacción de este
frente a las posibilidades de retorno a ese colectivo del que una vez formó parte.
Interesa, también, indagar en qué medida la opción del descarte y la expulsión del
guerrero enfermo se contrapone o no con la idea de civilización o ciudadanía que
ostentaban los griegos y cómo funciona en la obra la idea de isla desierta presentada por
Sófocles. Por último, se establecerá una breve comparación con un proyecto
performático realizado en las calles de Buenos Aires en 2002, Filoctetes: Lemnos en
Buenos Aires, con dirección de Emilio García Wehbi.

.Desarrollo:
“…es evidente que la ciudad es una de las cosas naturales
y que el hombre es, por naturaleza, un animal social.
El insocial es, o bien un ser inferior, o un ser superior a los hombres: (…) una bestia, o un dios.”
Aristóteles, Política. Libro I

La vida en comunidad política es, según Aristóteles, lo que define la naturaleza


del hombre. Solo los seres considerados inferiores o los dioses son capaces de vivir
apartados de la sociedad. La razón por la cual el hombre es un ser naturalmente social,

1
continúa el filósofo, es que posee la palabra, tanto para manifestar lo conveniente y lo
perjudicial, como lo que le parece justo o injusto. 1
Cuando Filoctetes es abandonado por sus compañeros en la isla de Lemnos, a
instancias de Odiseo, es despojado de todo arraigo social, de toda posibilidad de
comunicación con otros hombres y de cualquier tipo de participación en la vida
comunitaria. Después de haber partido voluntariamente a combatir en la guerra de
Troya, es apartado del resto de los hombres debido a la herida que una serpiente
protectora del suelo sagrado de Crisa le había causado en la pierna. Al inicio de la obra,
Odiseo explica a Neoptólemo que lo habían dejado allí porque el hedor de la herida
putrefacta y sus continuos gritos de dolor los perturbaban y les impedían realizar
sacrificios a los dioses. El guerrero está herido, enfermo, incapacitado para la guerra, y
los molesta y altera. Sus compañeros comienzan a considerarlo un ser inferior, que deja
de ser relevante en una comunidad enfocada en destruir la ciudad de Troya, y entonces
deciden abandonarlo.
Para los griegos era tal la importancia de la simetría, la belleza, la fuerza, la
buena forma y la aptitud física -esto último era clave para el desempeño militar- que
nacer en excelentes condiciones físicas constituía una exigencia necesaria para
sobrevivir a la eliminación deliberada. Esta idea acerca del cuerpo habilitaba una
práctica muy frecuente en la comunidad: el abandono de los niños que nacían deformes
o enfermaban luego de nacer, ya que solo podrían formar parte de la categoría de
ciudadanos aquellos que llegaran en óptimas condiciones a la adultez. Además, los
nacimientos anómalos eran interpretados como un castigo o un mal presagio por parte
de los dioses, por lo que no se dudaba en eliminarlos o abandonarlos 2. Al dejar
desamparado a Filoctetes, ya adulto, ciudadano, guerrero, heredero de las armas de
Heracles, no solo lo infantilizan, sino que además lo despojan de toda su honra y de su
propia subjetividad. Generalmente, si un niño nacía enfermo o deforme, en lugar de
matarlo, se lo abandonaba en un páramo para que fuera devorado por las fieras pero con
la remota posibilidad de que alguien lo encontrara y decidiera criarlo (como a Edipo).
Pero la Lemnos donde dejan a Filoctetes es un espacio que Sófocles presenta
1
El filósofo utiliza la expresión politikón zôion, que puede traducirse como ser viviente o animal
perteneciente a una pólis. De ahí las traducciones frecuentes de “animal político” o “animal social”. Sigo
las notas y la traducción de Política de Gredos, que utiliza la forma “animal social”. Entiendo que
pertenecer a la pólis implicaba formar parte de la sociedad y también de la comunidad política.
2
Tomo estos aspectos del capítulo “Hacerse hombre” de El hombre Griego, de JP Vernant. Allí,
Giuseppe Cambiano aborda las instancias de formación de los niños griegos en su camino a convertirse
en ciudadanos, en caso de que lograran sobrevivir a la frecuente mortalidad infantil, o al abandono si
nacían deformes o enfermos.

2
deliberadamente como desierto, totalmente vacío e inhóspito. Una tierra “no pisada ni
habitada por los hombres” dirá Odiseo (Filoctetes, 3, p. 441), que pareciera no
considerarlo siquiera una persona.
Esta representación de Lemnos como isla desierta, tópico que Sófocles inaugura,
es central en la obra. Situado en un espacio vacío y estéril, Filoctetes pierde allí casi por
completo su humanidad. Desaparece, en su aislamiento, la oportunidad de relacionarse
con otros y de hacer funcionar los valores que hacen a una comunidad, pierde toda
posibilidad de comunicarse, de tener a alguien cerca para que sea, al menos, testigo de
su sufrimiento.
Julián Gallego (2012) observa la significativa alteración que Sófocles hace del
espacio de la isla de Lemnos respecto de la tradición poética anterior (en Ilíada Lemnos
no parece ser un lugar vacío u hostil) y señala que la isla desierta entraña un sentido
político orientado a plantear el problema del “agotamiento del dêmos como sujeto
político de la democracia ateniense” y, centralmente, el problema de la extinción de las
capacidades de dicha forma política (p. 73) 3. Reparando en que el discurso trágico
constituye una forma de pensamiento situada en el interior de la política democrática y
que este discurso opera sobre la configuración subjetiva de los ciudadanos, Gallego
sostiene que el debilitamiento de la modalidad específica de la política democrática
implica un proceso de desubjetivación, que podría rastrearse y pensarse en el registro de
la tragedia (p. 74), sin que eso signifique, por otra parte, buscar alusiones concretas en
las obras aunque sea “verdad que el encuadre de cada tragedia conforme a la fecha de su
composición y/o representación tiene algo para decirnos sobre el contexto histórico” (p.
73). En ese sentido, para el autor, la posición en que se encuentra Filoctetes implica una
forma de desubjetivación en la medida que no hay para él ninguna posibilidad de
inscripción comunitaria, y el desierto y el aislamiento son los únicos horizontes de su
existencia.
La única opción que pareciera entonces restarle al héroe es lamentarse y sufrir en
condiciones casi salvajes de extrema vulnerabilidad. En efecto, Odiseo lo describe ante
Neoptólemo como alguien que solo grita y se queja: lo animaliza, lo deshumaniza. De
modo que Neoptólemo y el coro de marineros (presumiblemente, también el público)
esperan encontrar a un ser que responda a esa caracterización. Así es como el coro
descubre a Filoctetes:

3
En el mismo trabajo, Gallego sintetiza los distintos modos en que ha sido leído el sentido político en
Filoctetes (p. 70).

3
− Un grito se ha oído claramente, cual es habitual en un hombre que sufre. (…) Me
alcanzan efectivamente ruidos de quien se arrastra penosamente en su caminar, y no me
pasa inadvertida la voz que desde lejos llega angustiada y afligida. Son claros sus
gritos. (vv. 203-207)

En efecto, el héroe es localizado por sus ruidos, sus gritos, y su voz angustiada y
afligida. Pero si no hay palabras en él, es porque no tiene a quién proferirlas. Desde
luego Odiseo lo ha descrito como si se tratara de un salvaje, pero ha sido él mismo
quien lo ha colocado en esa situación. Son los mismos miembros de la comunidad
griega los que lo han llevado al límite de la desubjetivación cuando este les resulta
intolerable. Aun así, Filoctetes no está completamente deshumanizado: solo es un
hombre que ha sido despojado por otros de todo vínculo con su propia humanidad, de la
posibilidad de configurarse como un ciudadano relacionándose con sus pares, de la
compañía de los dioses y de la propia cultura. No es casual que Sófocles haga expresar
al coro el contraste con un paisaje bucólico en el que la música y el entretenimiento
podrían estar presentes:
(…) No está lejos el hombre, sino por aquí cerca, no entretenido en música de flauta,
cual pastor en el campo, sino que, por sufrir algún tropiezo a causa de su necesidad,
lanza un grito lejano, o por fijar los ojos en un puerto inhóspito para las naves. Lo cierto
es que un terrible grito le precede (Filoctetes, vv. 215-220, pp. 448-449).

No es casual, tampoco, la perspectiva que se genera al presentar el espacio de la


acción: desde afuera, desolado y a través de la mirada de un ciudadano hacia un sitio
que no es ni remotamente una ciudad. A propósito de esto, una observación interesante
que recupera el trabajo de Gallego es que Sófocles mueve en esta tragedia la acción del
drama fuera del escenario de la pólis “haciendo hincapié en la ausencia de cualquier
colectivo. […] Así, paradójicamente, la completa eliminación del ámbito de la ciudad
en realidad agudiza el foco en la pólis” (Robin Mithchell-Boyask, 2007). Y además, la
ciudad y la asamblea democrática funcionaban como un dispositivo de subjetivación
ciudadana, en la que operaban la cohesión y la persuasión, esto es, la palabra ligada a la
acción y a la toma de decisiones. La ausencia de este escenario lógicamente atenúa casi
hasta la extinción las posibilidades subjetivas de Filoctetes,
Sumado al inicial foco puesto en las figuras de Neoptólemo y Odiseo, ubicados
en el borde, en la orilla de la isla, no menos significativo es el hecho de que la obra no
comience con el parlamento del héroe porque, como señala Marina Berzins McCoy
(2013), “ningún diálogo es posible para él” (p.63).

4
Sin embargo, una vez que Filoctetes descubre a los visitantes, lo que emite son
palabras, no alaridos. Él implora a los otros que le hablen. “Por las ropas, está
especialmente ilusionado de que le hablen en griego para poder comprenderles, pues lo
primordial para su propia sanación pareciera ser la comunicación” (McCoy: 65). Según
señala la autora, las preguntas que les hace a Neoptólemo y a los marineros requieren la
expresión de la identidad de los recién llegados: la etnia, la lengua, la tierra a la que
pertenecen y si su presencia allí es amistosa o no (p.66). Es decir, tienen que ver con
atributos del entramado social, expresan el deseo de Filoctetes de la sociedad, de
conectar con el otro a través de la palabra y la necesidad de obtener por fin una
respuesta, un interlocutor. “El sonido de la lengua griega es una adorable experiencia
para él, por la camaradería que ofrece, por la posibilidad de un intercambio
significativo, por la experiencia de dar y recibir, por la posibilidad del retorno del regalo
de la palabra con cada respuesta. Filoctetes es plenamente consciente del don (de la
potencialidad) de la palabra y está eufórico de alegría” (p.66).
Pero cuando estaba despojado de la posibilidad del discurso, también estaba
libre de formas relativas a este, como la persuasión, la falsedad o el dolo. Y Neoptólemo
intentará reintegrarlo a la comunidad a través de un relato falso, un engaño ideado por
Odiseo 4. Por eso es que se muestra reticente a entablar la conversación, porque al
chocar tan abruptamente con la vulnerabilidad y el dolor de Filoctetes vuelve a dudar
acerca de si el discurso de persuasión falso en nombre de un objetivo que él entiende
como justo (la derrota definitiva de Troya) es aceptable o no. Neoptólemo es honesto
por naturaleza, al principio de la obra le aflige escuchar el dólos de solo pensar en tener
que ponerlo en práctica. Persuadido por Odiseo, se presta para ello debido a una
demanda política a la que siente que no puede rehusarse, pero preferiría fracasar
obrando correctamente. Mientras Odiseo cree que “son las palabras y no los actos los
que guían el mundo” (Filoctetes, 99 p.44) y está convencido de que el discurso es solo
un medio para obtener ciertos fines, Neoptólemo, a partir del contacto con Filoctetes,
no solo se compadece de su dolor: la necesidad del héroe de hablar también refuerza su
orientación a ser justo y virtuoso con las palabras. “La compasión que siente por
Filoctetes le permite resistirse a la idea de entender la comunicación como algo

4
Julian Gallego señala además que el contraste entre engaño y persuasión positiva que encarnan Odiseo y
Neoptólemo podría implicar la imposibilidad de que funcionara correctamente el dispositivo comunitario
mediante el cual se dirimían los conflictos colectivamente, el marco de la asamblea (p. 82).

5
orientado exclusivamente a la eficacia política y, en cambio, comenzar a entenderla
como un recurso orientado a construir amistad y comunidad política” (p.68).
En muchos sentidos, puede decirse que el argumento de la obra explora las
distintas posibilidades e imposibilidades del discurso (rasgo elemental de la
configuración subjetiva): esto es, por un lado, la persuasión como estrategia de
manipulación en función de la utilidad que implicaría la participación decisiva de
Neoptólemo y Filoctetes en la toma de Troya (Nelly, 2003: p. 250), la persuasión
mediante el dolo, el discurso orientado a la eficacia política, la persuasión positiva sin
apelar al engaño, la comunicación auténtica que nace de la empatía y se apoya en la
virtud, el discurso como conexión entre seres humanos y, finalmente, el discurso
persuasivo e indiscutible de la divinidad, representada por Heracles. Por otro lado, la
imposibilidad de la comunicación y la ausencia de relato asociada a la vulnerabilidad
del héroe: cuando Filoctetes cuenta a Neoptólemo su propia historia (porque el joven
finge desconocerla), el foco está puesto no en la herida física sino en el abandono del
que fue víctima. Narra el rencor, su herida es física pero sobre todo simbólica:
¡Ah, soy muy desgraciado y odioso para los dioses! ¡A pesar de encontrarme en este
estado, a ninguna parte han llegado noticias mías, ni a mi patria ni a sitio alguno de la
tierra helena! Los que me abandonaron impíamente se ríen guardando silencio, mientras
que mi dolencia no deja de (…) Yo soy aquel de quien, tal vez, has oído decir que es
dueño de las armas de Heracles, Filoctetes, el hijo de Peante, al que los dos caudillos y
el rey de los cefalonios abandonaron vergonzosamente, indefenso, cuando me consumía
por cruel enfermedad… (Filoctetes, 255-265)

Como observa McCoy, es evidente la profunda decepción al entender que


Neoptólemo no ha oído hablar de él (p. 68). Si parte de su sufrimiento ha sido la falta de
contacto con los otros, la idea de que nadie ha notado su ausencia, la falta de relato
sobre él, supone otro nivel de deshumanización que incrementa su rencor.
Decididamente, él sufre más por el rechazo de los miembros de la comunidad que por el
dolor de su pierna.
Lemnos es el lugar del destierro y el abandono pero en última instancia sigue
funcionando si no como un hogar, al menos como un refugio para él, donde se las apaña
para mantener ciertos modos de conexión con la civilización: ha sobrevivido diez años a
base de prácticas elementales, pero humanas. Cocina lo que caza, duerme sobre una
suerte de cama de hojas, utiliza hierbas como medicina para calmar los dolores de su
herida. El fuego y el arco, además de ser sus medios de subsistencia, son los puentes de
Filoctetes a la civilización. El fuego es símbolo del hogar y funciona como recordatorio,

6
cada vez que lo enciende, de la vida en comunidad que le fue arrebatada; asimismo el
arco de Heracles, símbolo de honor y fuerza es representativo del lugar intermedio que
el héroe ocupa entre la civilización y una existencia solitaria: es símbolo de la amistad
que alguna vez tuvo con la divinidad: investido con la grandeza de Heracles, está
destinado a ser su arma en la guerra pero en cambio debe utilizarlo como herramienta de
caza (p. 69). Es símbolo, además, de la philía y la confianza que construye con
Neoptólemo. 5
Lo que se pretende destacar en este sentido es que la principal forma de
desubjetivación y deshumanización en Filoctetes es consecuencia, no del estado casi
primitivo en que vive, sino del rechazo por parte su propio grupo humano; es producto
del hecho de que el héroe fuera considerado incapaz de funcionar en la comunidad y
pasara a ser un estorbo, un impedimento, un obstáculo que perturbaba el orden de las
cosas, una carga que los otros no podían o no estaban dispuestos a tolerar. La
apreciación de McCoy es clave en ese aspecto: Filoctetes pasa de ser un hombre que
siente dolor, a ser él mismo un dolor (p.69), un dolor en ellos, que extirpan y apartan.
Por eso le cuesta tanto ver lo que a Neoptólemo le resulta evidente aunque no logre
persuadirlo positivamente (como hará finalmente Heracles): él puede curar su herida,
reintegrarse al entramado social y convertirse en un héroe en Troya. Es decir, tiene la
oportunidad de reinsertarse en una sociedad que funciona de manera imperfecta y que
no ha expresado remordimiento por el abandono.

.A modo de cierre:

El 15 de noviembre de 2002, 23 aparentes cuerpos hiperrealistas en situación de


vulnerabilidad aparecen en distintos barrios de Buenos Aires. Se trataba, en realidad, de
23 muñecos de látex a escala real creados por el dramaturgo y artista plástico Emilio
García Whebi para que formaran parte de una intervención urbana performática
denominada Proyecto Filoctetes: Lemnos en Buenos Aires. El criterio para la elección
de los lugares donde se colocaron los cuerpos se basó en un análisis específico de los
contenidos geográficos, históricos y simbólicos de la ciudad, así como la posible

5
El quiebre decisivo en la tragedia se produce cuando Filoctetes le entrega su arco para que lo sostenga y
lo proteja. En este punto, el joven se compadece de su profundo sufrimiento, siente culpa y cambia de
parecer. Aunque en realidad, retoma sus convicciones iniciales: “Todo produce repugnancia cuando uno
abandona su propia naturaleza y hace lo que no es propio de él” (Filoctetes, 901, p. 475).

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incidencia en los transeúntes 6. La verosimilitud y a la disposición de estos cuerpos en
las calles estaba orientada a que fueran descubiertos por una multitud desprevenida justo
al comienzo de la jornada laboral y observar sus reacciones. Algunos cuerpos estaban
postrados en la vereda, otros durmiendo en la calle, en la entrada de algún museo o
colgados de un árbol, otros arrojados en medio de la gente, rodeados de vómito o
manchas de sangre. Durante siete horas, en cada sitio donde se ubicó un muñeco hubo
un fotógrafo y un camarógrafo que registraba las reacciones de los transeúntes. Toda la
información recogida fue poco tiempo después debatida y analizada en un workshop a
cargo de un grupo de especialistas colaboradores, entre ellos Horacio González y Teresa
Constantín. Posteriormente, el resultado de la performance y del debate fue recopilado
en material audiovisual para su difusión.
La reacción de los ciudadanos fue variada: algunos mostraron solidaridad e
intentaron ayudar a las que creían eran personas en situaciones desfavorables, les
dejaron monedas, les alcanzaron tazas de café. Otros, la mayoría, decidieron ignorar los
cuerpos, es decir, se mantuvieron deliberadamente indiferentes. En cuanto a la
repercusión en los medios de comunicación, el público principalmente manifestó recelo
hacia el artista porque consideraron que se trataba de un engaño y no de una
manifestación artística orientada a generar interrogantes en el espectador. En general, la
intervención fue considerada una molestia, una perturbación premeditada e innecesaria
hacia el ciudadano bienintencionado. Es decir, molestaba y perturbaba los quehaceres y
rutinas de los transeúntes que se dirigían a sus trabajos.
El contexto social y económico en que se lleva a cabo la intervención, con una
caída del empleo nunca antes vista, escasez de recursos e incrementación de la pobreza
y de personas en situación de calle no es un detalle menor. El proyecto se realiza en un
momento histórico en que ocurre “la incorporación alegre –o al menos ignorante y
displicente- del ser humano al paisaje de la calle…” La respuesta habitual es hacerse el
distraído o calmar la conciencia infeliz tirando una moneda, continúa el realizador.
(García Whebi, 2002).
De alguna manera, esos cuerpos representaban personas desechadas, excluidas e
inútiles para la sociedad. Las miradas indiferentes, las no-miradas de los transeúntes,
invisibilizaban esos cuerpos presentes en las calles pero que parecieran no estar, o
preferiríamos que no estuvieran. Puede suponerse que lo mismo ocurriría con las

6
Algunos de los puntos geográficos elegidos fueron Callao y Corrientes, Tribunales, el Congreso de la
Nación, el Shopping Abasto, la Estación Retiro, el Edificio Fortabat, la iglesia del Pilar, etcétera.

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personas a las que estos muñecos representaban. Como Filoctetes, suponían (siguen
suponiendo) una molestia, un cuerpo que perturba y que huele mal, que no reporta
utilidad en el entramado social y por eso es apartado. La indiferencia de los otros coloca
a estos cuerpos en una especie de isla desierta, con escasas posibilidades, por no decir
nulas, de reintegrarse a la comunidad. También como Filoctetes, estos sujetos del
descarte son plenamente conscientes del rechazo que generan en los otros y de la
exclusión de la que son víctimas, pero en sus casos, la misma ciudad funciona como la
isla vacía en la que son desterrados.

9
.Bibliografía:

ARISTÓTELES, Política, Gredos, Madrid, 1988

BERZINS McCOY, M. (2013) “Pity as a Civic Virtue in Sophocles’ Philoctetes”, en


Wounded Heroes. Vulnerability as a Virtue in Ancient Greek Literature and Philosophy,
Oxford University Press: 63-89.

CAMBIANO, G. (1995) “Hacerse hombre”, en Vernant, J. P. (Ed.) El hombre griego,


Madrid, Alianza: 101-139.

EASTERLING, P. E. (1990) "Sófocles", en Easterling, P. E. y Knox, B. M. W. (Eds.)


Historia de la literatura clásica, T. I. Literatura Griega (Primera edición en inglés:
Cambridge, 1985), Madrid: 327-349

GALLEGO, J. (2012) “La democracia ateniense en el desierto de Lemnos. El Filoctetes


de Sófocles y la política del dêmos”, en Lógos y Arkhé. Discurso político y autoridad en
la Grecia antigua, Buenos Aires, Miño y Dávila: 69- 102.

GARCÍA WHEBI, E. (2002) Proyecto Filoctetes: Lemnos en Buenos Aires.


Referencia disponible en: http://emiliogarciawehbi.com.ar/archivo/proyecto-filoctetes-
lemnos-en-buenos-aires/

NELLY, M. F. (2003) “El discurso de persuasión en Filoctetes de Sófocles” Circe 8


241-253.

SÓFOCLES, Filoctetes, Tragedias, Gredos, Madrid, 1981

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