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Taki Onqoy

Introducción

En la sierra peruana alrededor de 1565, precisamente al sur de la región de Huamanga, en parte


de los actuales departamentos de Ayacucho, Huancavelica y Apurímac se desarrolló el Taki
Onqoy o Aira, una manifestación de arraigo a las creencias indígenas en un momento de crisis
generalizada en el área andina, cuyos promotores llamados “taquiongos”, “ayras” o
ayrastaquiongos” poseídos por ciertas huacas o divinidades andinas animaban a los indígenas a
abandonar todo lo que tuviese que ver con el conquistador español; desde sus alimentos y
vestimentas hasta su religión y símbolos como rechazo al “mundo al revés” en el que se vivía,
desde la invasión europea y su consecuente administración. Asi, el Taqui Onqoy o “enfermedad
del baile” se presentaba como un fenómeno nativista de rechazo anticolonial temprano en el
que estaban inmersos los indígenas del sur del virreinato peruano, hacia la segunda mitad del
siglo XVI.

Este fenómeno será expuesto con mayor detenimiento en el presente trabajo gracias a una
breve reseña de los aspectos más característicos de ella. Para ello se tomará en cuenta una de
las tres Informaciones de servicios del visitador y extirpador de idolatrías Cristóbal de albornoz.
A saber, la primera Información de servicios (Huamanga, 1570) que se constituye como una de
las fuentes para la problemática del Taki Onqoy; una de entre otras importantes que se tienen
como los son la Relación de las fabulas y ritos de los incas de Cristóbal de Molina, el Cusqueño
(1575 –1576), la Relación de la visita de extirpación de idolatrías de Cristóbal de Albornoz (1583
- 1584), la Sentencia del Concilio Provincial de Lima en favor de Cristóbal de Albornoz (1584), la
carta de Cristóbal de Albornoz al rey (15 de abril de 1602) y la Instrucción para descubrir todas
las guacas del Pirú de Cristóbal de Albornoz (1580).
Análisis de la fuente
Como ya se mencionó, una de las fuentes que se tiene para el estudio del movimiento del Taki
Onqoy son las Informaciones de servicios del clérigo Cristóbal de Albornoz, cura y vicario de las
ciudades de Arequipa y Huamanga y visitador eclesiástico del Obispado del Cusco, quien se
atribuyó desde la primera Información el descubrimiento de la “seta y apostasía del taquiongo”;
así como ser uno de los principales agentes en la lucha contra dicho movimiento religioso
andino, el cual consistía en:

…“que hera que muchos de los dichos naturales predicavan que no creyesen en Dios ni
en sus mandamientos y que no creyesen en las cruzes ni ymágenes ni entrasen las
yglesias, y que se confesasen con ellos y no con los clérigos, y que ayunasen ciertos
ayunos ciertos días en sus formas no comiendo sal ni agí ni maíz ni teniendo cópula con
sus mujeres, sino solo bebeindo una bebida de acua destenplada sin fuerca, y
mandándoles les adorasen e ofreciesen de las cossas suyas naturales como son carneros
e otras cosas, y que ellos venían a predicar en nombre de las guacas Titicaca, Tiagunaco
y otras sesenta, y que ya estas guacas avían vencido al Dios de los cristianos y que ya
hera acabada su mita y otras muchas cossas de anpliadades”… (Información de 1570/f.
4r)

Ahora bien, los documentos presentados por el clérigo, ante la Real Audiencia de Lima entre
1570 y 1584, Información de servicios (Huamanga, 1570), Información de servicios (Cuzco, 1577),
Información de servicios (Cuzco, 1584) fueron medios de probar, según él, “la buena quenta que
avía dado en la visita de la dicha ciudad de Arequipa y su jurisdicción por su visitador de la ciudad
de Guamanga y su jurisdicción” las cuales quedaban comprendidas en la circunscripción del
Obispado del Cusco del cual era visitador. Otra razón que lo motivaba era el deseo expreso de
dar a conocer la existencia del movimiento al cual consideraba amenazante pues “entre los
dichos naturales mucha suma y cantidad de guacas que tenían e adoravan del tienpo de los
yngas eran en cantidad de más de seis mil”

En la primera Información de servicios (Huamanga, 1570), análisis de estudio aquí, el clérigo


Cristóbal de Albornoz señala que en su visita a la ciudad de Huamanga y su jurisdicción
correspondiente había descubierto la secta y/o apostasía Taki Onqoy o Aira, la cual venía siendo
practicada por los naturales desde hacia diez años. Esta secta partía del convencimiento de que
las divinidades indígenas debían de retomar el dominio que alguna vez habían tenido sobre el
mundo andino por lo que exigían mediante sus sacerdotes la atención debida para vencer a los
cristianos.
Para ello les pedía retornar y retomar sus prácticas ancestrales de adoración a sus huacas y tener
una actitud de rechazo hacia todo lo que provenía de España, tales como la religión y cultura
pues así las huacas resucitarían y darían batalla a los dioses cristianos y a los españoles que “ya
estaban de vencida”. De modo que “daban los indios después de bautizados en bailar y temblar
andando a la redonda … y en el baile renegaban y apostataban de la verdadera fe de Jesucristo
…” y cuando a sus líderes “le había entrado en el cuerpo” la huaca lo llevaban a un determinado
lugar donde lo adoraban “bailando y bebiendo e invocando a la huaca que aquel representaba”.

Es así que ante tal situación el dicho clérigo emprende la gran campaña de extirpación de
idolatrías que tendrá lugar en las provincias de Yauyos, Lucanas, Laramati Hatun Lucanas, Apcara
y Andamarcas, Soras y Chocorbos alrededor de 1565 prolongándose hasta inicios de 1571 y con
una interrupción por la visita del virrey Francisco de Toledo a la región en diciembre de 1570.
Esta campaña de Albornoz se inició con una inspección de la situación del clero, en particular
con aquellos a cargo de las doctrinas, así como una evaluación de los progresos de la
evangelización que claramente no habría tenido resultados; a continuación tomaba los juicios
de residencia a los vicarios y otras autoridades eclesiásticas presentes allí y ejecutaba otras
medidas de acuerdo con las instrucciones del Obispado del Cusco el cual le había conferido los
títulos de comisario del Santo Oficio y de visitador eclesiástico.

Concluido ello procedía con la inspección y recorrido de las doctrinas de la región y es cuando
gracias a su “buena maña, industria y zelo” que habría tenido descubrió el movimiento nativista
pues afirmaba que fue “el primero que los descubrió y averiguo y saco de raíz”. Para respaldar
esta aseveración convocó a numerosos testigos los cuales respondieron afirmativamente al
interrogativo de 15 preguntas, concernientes a la persona de él y a su papel desempeñado como
visitador en la provincia de Huamanga. Los testigos presentados en esta primera probanza
fueron un total de 25: 12 civiles y 13 clérigos, quienes responderán ante las autoridades de
Huamanga en el periodo que se inicia el 01 de marzo de 1570 y finaliza 31 de ese mismo mes y
año.

Ahora bien, para este proceso de probanza de los servicios, Albornoz necesitará de la
colaboración de su hermano, Diego de Albornoz a quien le otorga una carta poder para la
presentación de algunos testigos posiblemente ante la imposibilidad que tendrá para acudir
algunos días ante las autoridades correspondientes. Así reza un fragmento de la dicha carta:
Sepan quantos esta carta vieren como yo, Cristóbal de Albornoz, clérigo presvitero
visitador de los términos desta ciudad de Guamanga de los reynos del Pirú, otorgo e
conozco por esta presente carta que doy e otorgo todo my poder cumplido, qual de
derecho se requiere, para ser más valedero a vos, Antonio de Albornoz, mi hermano,
que soys presente, especialmente para que, por mi y en mi nombre e representado mi
propia persona, podáis presentar e presentéis ante el señor corregidor desta ciudad
qualesquier testigos que hago por provision e carta receptoría de Su Magestad, …
(Información 1570/ f.6r.)

Así para llevar a cabo esta probanza de servicios en Huamanga hacia 1570 presentará un
interrogatorio elaborado por él, el cual, como ya se expreso, constaba de 15 preguntas que serán
formuladas a los 25 testigos que presentó. A continuación serán nombrados cada uno de los
testigos y se indicará las fechas en que rindieron sus manifestaciones.

El 01 de marzo de 1570 Cristóbal de Albornoz presenta como testigos a Baltazar de Hontiveros


(vecino de esta ciudad), Diego Gavilán (vecino de esta ciudad), al capitán Cristóbal Peña (vecino
de esta ciudad), Juan de Mañueco (vecino de esta ciudad), Gómez Serrano (vecino de esta
ciudad), al contador Diego de Salazar (vecino de esta ciudad) y a Bartolomé Berrocal (notario
apostólico de la Audiencia Eclesiástica de la ciudad de Huamanga). El 02 de marzo de 1570
presenta a Juan Palomino (vecino y alcalde ordinario de la ciudad de Huamanga y su
jurisdicción), Amador de Cabrera (vecino de esta ciudad), Antonio de Oré (vecino de esta
ciudad), Diego de Romaní (residente de esta ciudad) y a Pedro de Contreras (residente de esta
ciudad).

El 06 de marzo ante las autoridades Cristóbal de Albornoz confiere como se señaló arriba una
carta poder en favor de Antonio de Albornoz, su hermano.

Así, el 08 de marzo de 1570 Antonio de Albornoz a nombre de su hermano presenta a los


testigos fray Pedro de Almonacin (guardián del monasterio del Señor San Francisco), fray
Francisco de Camora de la orden del Señor San Francisco (vicario del monasterio de Santa Clara),
fray Cristóbal Hordoñez (comendador del monasterio de Nuestra Señora de las Mercedes) y al
clérigo presbítero Diego de Abrego (cura y vicario de Huamanga). El 15 de marzo de 1570
Antonio de Albornoz presenta como testigo al padre Gerónimo Martín (clérigo presbítero). El 17
de marzo Antonio de Albornoz presenta a los clérigos presbíteros Pedro Barriga del Corro,
Francisco Gutierrez y Cosme Vélez de Macuelos también como testigos. El 21 de marzo de 1570
Cristóbal de Albornoz presenta por testigos a los clérigos presbíteros Vicente Lorenzo Brabo,
Juan Marín, Bartolomé Muñoz de Alvar y a Pedro Prado. Finalmente el 31 de marzo de 1570
Cristóbal de Albornoz presenta al clérigo presbítero Hernán Ximenéz.
El formulario de preguntas que responderán los testigos es acerca de la percepción que tienen
del clérigo y de su papel desempeñado como visitador eclesiástico, así si lo toman por ejemplo
de buen cristiano, si conocían o habían escuchado (si era el caso por quienes) del cuidado y éxito
en la adoctrinación de naturales, del castigo hacia los idólatras por sus prácticas y ritos no
cristianos. Asimismo, si tenían conocimiento de las reformas que aplicó en algunas de las
doctrinas de los repartimientos y del reemplazo de clérigos que hizo en favor de una mejor
administración en la evangelización, si sabían o habían escuchado (y por quienes) de la
sobreestimación que dio a algunos clérigos por su buen desempeño, también del nombramiento
que había recibido por el Deán y Cabildo de la iglesia del Cusco como visitador de la ciudad de
Huamanga y su jurisdicción y si veían en la persona de Cristóbal de Albornoz a un buen miembro
de la iglesia y por lo tanto merecedor de recibir cargos mayores; si sabían que el visitador era
una persona confiable con credibilidad, hidalgo y que por su labor no había recibido pago alguno
y que a su costa había llevado a lenguas confiables.

En lo tocante a la campaña de extirpación si sabían o habían escuchado acerca del Taki Onqoy o
Aira predicado por los naturales quienes decían que no creyeran en las cruces ni en las imágenes
y que no entraran en las iglesias y que se confesaran con sus líderes y no con los curas. Además
que afirmaban que sus huacas vencerían al dios cristiano y que todo esto había sido descubierto
por el visitador quien había encontrado a más ocho mil dogmatizadores y a los principales
promotores del movimiento los habría mandado a encerrar y a otros castigar. También si sabían
del edecán Gerónimo Martín, una importante lengua que ayudó en la adoctrinación de los
naturales y a quien había llevado bajo su costo.

Si sabían o había oído que los naturales al reconocer sus errores admitieron estar equivocados
y pidieron penitencia. También que las huacas encontradas eran más de seis mil y que los
centros de adoración en los cuales ofrecían sacrifico fueron destruidos por fuego públicamente
e incluso que los indios reformados pidieron ayuda para destruir las huacas y en ocasiones
delataron de los paganos. Y finalmente si podían dar fe del esmero de Cristóbal de Albornoz por
la conversión y enmienda de los indígenas, para lo cual llevo a cabo procesiones y misas donde
les dio a entender en el error que estaban cometiendo y castigó a los hechiceros, adivinos y a
los que acudían a ellos en busca de sus consejos.
CRITICA DE LA FUENTE

Los declarantes de las Informaciones dejan constancia de la existencia del Taki Onqoy en áreas
rurales, especialmente en las encomiendas de los vecinos de la ciudad de Huamanga y en su
mayoría los testimonios coinciden en que el Taki Onqoy se inició ente 1565 y 1566. Una parte
importante de los declarantes, los vecinos encomenderos parecen quedar satisfechos con la
labor del extirpador. Vemos así aparecer a Diego Gavilán, un importante vecino encomendero
quien con respecto a Albornoz declaró que este había visitado su repartimiento donde edificó
iglesias, castigó y desterró al cura, prendió a varios caciques principales y por último reprimió
“idolatrías y carnalidades” (Información 1570, f. 8r – 9v). Situación similar que se verá en los
repartimientos de otros vecinos encomenderos de la misma ciudad, donde Albornoz descubrió
grandes cantidades de objetos del culto nativo y castigo especialmente a los seguidores del
movimiento nativista.

En otro caso, un cura denunció ante Albornoz a los predicadores de esta resistencia ideológica
que operaban en su zona. En otro, en que el mismo Albornoz descubrió la práctica del Taki
Onqoy, los curacas y principales de la encomienda estaban comprometidos, por lo que fueron
llevados prisioneros a Huamanga. Finalmente, el cura doctrinero de una encomienda visitada,
declaró que los indígenas trataron de sobornar a Albornoz ante las evidencias que había hallado
del culto nativo, pero el extirpador se negó a aceptar el oro y plata ofrecidos (Información 1570,
f. 52v.)

Una lectura atenta del documento permite establecer que no todos los testimonios poseen igual
interés. Algunos aportan detalles de especial importancia para reconstruir la campaña de
extirpación y conocer la naturaleza del movimiento nativista. Sin embargo, dadas las
características del documento, la duda a acerca de la veracidad de algunas de las testificaciones
que se ofrecen no dejan de estar presente. En especial cuando se advierte que con cierta
monotonía se repiten algunas respuestas.
INTERPRETACION DE LOS DOCUMENTOS

El Taqui Onkoy fue un movimiento descubierto por el clero secular de la región de Huamanga.
Fue visto, al parecer, por primera vez en 1565 y había desaparecido en 1572. Sus predicadores
y seguidores sostenían que si bien los ídolos de piedra llamados huacas habían sido destruidos
por los sacerdotes hispanos, las divinidades andinas aun vivían. Las huacas estaban dispuestas a
ayudar a los indios que rechazaran el cristianismo y a todo lo español y volviesen a darles culto.
Las huacas, entonces, harían la guerra al dios cristiano y una nueva época comenzaría en la cual
los indios serían liberados de su servidumbre.

Los seguidores del nuevo culto predicaban dejando entender a sus adeptos que las huacas
habían entrado en sus cuerpos. Poseídos, los predicadores temblaban y se arrojaban al piso.
Entre tanto, invocando a la huaca sus seguidores celebraban con cantos, danzas y bebida.

En las palabras de Cristóbal de Molina, quien describió el movimiento después de que este
hubiese sido investigado y reprimido por el clérigo Cristóbal de Albornoz, los indios

[…] bailaban dando a entender tenían de la guaca en el cuerpo, otros temblavan por el mismo
respeto, dando a entender la tenían también, otros se encerraban en sus casas a piedra seca y
daban alaridos, otros se despeñaban y mataban, y otros se echaban a los ríos ofreciéndose a las
guacas […] (Molina 1989: 130)

Vale la pena señalar la importancia central del canto épico, del “taqui” del taqui onkoy. Este
canto épico es importante tanto en el movimiento mismo como en la tradición andina, en la cual
se acompaña a veces por las danzas; y es un medio central junto con otros elementos en la
creación de una memoria social pues ayudo mantener el recuerdo de sus eventos históricos y
del reinado de sus reyes.

Cobo trae la definición más concisa de taqui:

Taqui ´significa toso junto, baile y cantar´; en los cantares ´de regocijo y alegría […] referían sus
hazañas y cosas pasadas´ y en los entierros, también con harta chicha, decían ´en sus cantares
todas las cosas que le sucedieron [al difunto] siendo vivo […] y cuanto hizo digno de memoria y
fama´.

Los dogmatizadores de esta apostasía, suprimida por la campaña extirpadora de Cristóbal de


Albornoz, danzaban, cantaban y se esforzaban por traer el pasado precolombino a la memoria
viva.

Entre tanto, los sacerdotes estaban ocupados en sus esfuerzos por conseguir la conversión de
los indios al cristianismo. Este proceso no solo implicaba la destrucción de ídolos y la prohibición
de devociones colectivas consideradas idolátricas, sino también la fundación de iglesias y
lecciones acerca de la naturaleza del pecado, el ministerio de la eucaristía y la posibilidad de
mitigar el castigo divino mediante el culto a santos recién establecidos en el seno de las
comunidades indígenas.

Los encargado de propagar esta especie de baile cantando eran unos sacerdotes indígenas
llamados taquiongos, quienes difundían creencias peligrosas a partir de un centro ubicado en
Lucanas. Esta secta había ganado miles de adherentes; Huamanga era la región central de los
taquiongos. Ellos se presentaban como los elegidos, aquellos que podían comunicarse con las
huacas y que, más aun, habían sido poseídos por los dioses étnicos ancestrales. Ellos hablaban
a través de los taquiongos. Estos indígenas poseídos, especies de chamanes, predicaban la
destrucción del mundo, el fin de las injusticias y la resurrección de las huacas andinos.

Otros estudios entorno al Taki Onqoy

Luis Millones

En 1963 el historiador y antropólogo Luis Millones, en una visita realizada al Archivo General de
Indias (Sevilla), encuentra unos manuscritos en los que se habla acerca del surgimiento de un
movimiento de resistencia religiosa en las provincias de Ayacucho, al cual se le nombra Taqui
Onkoy. Además del comportamiento que los indígenas muestran en entorno a este fenómeno.
Asi, millones expone al taki onqoy como uno de los mayores movimientos sociales de america
colonial.

Estenssoro, Varon, Guibovich, Ramos,

Los estudios de los 90 acerca del Taqui Onkoy, entre ellos los trabajos Juan Carlos Estenssoro,
Rafael Varón, Pedro Guibovich y Gabriela Ramos, han cuestionado las versiones dramáticas y
tardías del fenómeno del Taqui Onkoy como, por ejemplo, la supuesta posesión por las huacas
de los seguidores del movimiento y la conexión entre los rebeldes de Huamanga y los incas de
Vilcabamba.

Estenssoro (1992) ha señalado que los cantos y las danzas realizados en honor de las huacas
habían sido adaptados por los sacerdotes dominicos, en particular, para ser empleados en el
culto cristiano y llevar al liturgia cristiana en vehículos con los cuales estaban familiarizados los
indios. De este modo, el hecho de que los indios hayan estado interpretando taquis no
constituye ninguna evidencia de que el cristianismo hay sido rechazado, estuvieran involucrada
las huacas o no.

Los clérigos seculares como Albornoz y los jesuitas con los cuales se alió rechazaban el uso de
formas tradicionales del culto andino en contextos cristianos. De modo que, como sugiere
Varón, la guerra contra el taqui onkoy, fue casi con toda certeza, una guerra contra los dominicos
y su tolerancia relativa frente a las costumbres indígenas, pero también contra su monopolio
sobre las doctrinas indígenas claves.

Todo lleva que Albornoz y sus testigos cuestionaran la eficacia de la predica dominica y
afirmasen que los indios habían estado involucrados en una apostasía y en un esfuerzo
milenarista para revivir los ídolos y librarse del yugo hispano, tanto en su forma civil como
religiosa.

Dichos estudios, además, iniciaron una nueva lectura de las fuentes sobre el movimiento,
sugiriendo así que otra lógica, de orden más político, yacía detrás de las denuncias de idolatría
y de la existencia de peligrosas sectas indígenas. En esta lógica la denuncia y supresión de los
idolatras indígenas satisfacía ciertos intereses hispanos, promovía las carreras de hombres
ambiciosos, consolidaba el poder de ciertos encomenderos y asestaba un golpe a los dominicos
de parte del clero secular y de los jesuitas aliados con estos últimos.

Entre los autores que desarrollaron un enfoque parecido encontramos a Thomas Abercrombie
quien resume muy bien los planteamientos de los autores arriba mencionados en el artículo: La
perpetuidad traducida: del “debate” al taki onqoy y una rebelión comunera peruana que a
continuación será expuesta.

Thomas Abercrombie

Sostiene que el fenómeno indígena del Taqui Onkoy no fue sino efecto de los debates sobre la
perpetuidad de las encomiendas que tuvieron lugar durante la segunda mitad del siglo XVI.

La explicación del momento en que surgió el taqui onkoy yace en las disputas teológicas y en los
argumentos en el debate por la perpetuidad. Sugiero que cuando hablamos de la desesperación
suicida esta se comprende mejor como un producto directo de las actividades realizadas por la
comisión de la perpetuidad. Y es que la perpetuidad de la encomienda no era un asunto
simplemente de debate cortesano, sino una cuestión de vida o muerte para los indios (para los
caciques en particular) así como para los encomendero, clérigos seculares y los jesuitas.
Los encomenderos no solo querían la perpetuación de su derecho a cobrar tributo y usar el
trabajo indígena más allá de las dos generaciones a los cuales estaban limitados. También
deseaban una ampliación de sus prerrogativas, poseyendo el derecho legal a las tierras de sus
vasallos y la jurisdicción legal sobre ellos, transformándolos en jueces y cobradores del tributo.

A partir de un cuidadoso examen del contexto político que produjo las evidencias del taqui
onkoy, los estudios de la década de 1990 acallaron estas interpretaciones. Esos recientes autores
cuestionan si Cristóbal de Albornoz en verdad sofoco una vasta conspiración y un peligroso
movimiento mesiánico que habría amenazado el proyecto imperial en el Perú. Los argumentos
sugieren que Albornoz y sus testigos exageraron el significado, alcance territorial y peligro de lo
que en su mayor parte eran acontecimientos nada amenazantes e incluso cotidianos. Los
estudios también sugieren que Albornoz lo hizo para manchar la reputación de sus enemigos
dominicos y ganarse el favor de las nuevas fuerzas políticas en ascenso, el virrey francisco de
Toledo y los jesuitas.

Bibliografía

- Abercrombie Thomas. Comp. Jean – Jacques Decoster. Incas e indios cristianos. Elites
indígenas e identidades cristianas en los Andes coloniales.
- Burga, Manuel. Nacimiento de una utopía. Muerte y resurrección de los incas. Lima.
Instituto de Apoyo Agrario. 1988

- Millones, Luis. Comp. El retorno de las huacas. Lima. Instituto de Estudios Peruanos y
Sociedad Peruana de Psicoanálisis.1990

- Taki Onqoy: de la enfermedad del canto a la epidemia. Santiago. Centro de


Investigaciones Diego Barros Arana. 2007

- Torres, Juan Carlos y Alex Ortegal. “Taqi onqoy: un tema tabú”. Praxis en la historia. Dic.
2007: 41 - 64.

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