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Susana Castellanos De Zubiría

Diosas,
brujas y
vam piresas
El miedo visceral
del hombre a la mujer
G r u p o Editorial N o r m a
www.librerianorma.com
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"La única pasión de mi vida
ha sido el miedo"
Thomas Hobbes
A vuelo de bruja.
Hombre, ¿qué me importa de ti, del pudor?
No soy del parecer de los dioses.
De ellos soy pariente, tengo extraña sangre en mí,
ni a su imagen n¡ a la tuya estoy hecha:
mis venas están mezcladas, de ahí mi locura,
ardo y me vuelvo contra mi carne.
Por eso soy medio mujer y medio diosa.
Swinburne, Fedra
La naturaleza nos ha hecho a las mujeres absolutamente incapaces
de practicar el bien y las más hábiles urdidoras del mal.
Eurípides, Medea
¿Por q u é le teme el hombre a la mujer?
Un halo fascinante recubre el temor a una forma particular de malignidad
que a lo largo de la historia ha encarnado la mujer. Recorre la imaginación
humana como un fantasma y se plasma en el arte y la literatura, de manera
que el miedo que inspira se ofrece como un don propio de su ser, intrínseco
a su naturaleza. Las diosas madre, de las que el resto de personajes míticos
femeninos no serán m á s que su evolución, encarnan misterios insondables. Su
capacidad generadora de vida lleva implícita la muerte; su maternidad, en oca-
siones puede llegar a tener una connotación dominante, avasalladora, siniestra.
Porque, al fin y al cabo, todos venimos de una madre, que es una encarnación
de la madre naturaleza. A h í comenzó el miedo. Si bien ella es madre sabia, pro-
tectora y tierna, en ocasiones también parece inmensa, infinita, todopoderosa,
agobiante, capaz de preverlo todo. Como si su tiempo, incluso, fuese distinto,
es capaz de visualizar el futuro y remontarse ai innombrable pasado. Ella es casi
atemporal, parece reunir en sí mima pasado, futuro y presente, y unir la vida
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y la muerte. También su temperamento es particular, cíclico, como icgiclo por lidi.in a , incluso e n la actualidad. En los primeros días de enero del 2009, fi-
misteriosas fuerzas oscuras. A los ojos del hombre ella siempre será incierta; iiaÜ/ando la primera década del siglo x x i , diferentes medios internacionales
amada y deseada, y a la vez temida y odiada. como CNN, en un reporte de Saeed Ahmed, y el Europa Press, difundieron la
Cuando el hombre, masculino, se sintió superior a la naturaleza y pensó noticia, que luego fue denunciada por Amnistía Internacional (AI), en la que
poder dominarla con su inteligencia y su fuerza, se rebeló, y no solo él, sino se reportaba que, en Papua, Nueva Guinea, "una mujer sospechosa de brujería
que trajo consigo unos brillantes dioses guerreros, masculinos también, que tue acada, amordazada y amarrada a un tronco sobre una pila de neumácicos a
opacaron a las nocturnas deidades femeninas. Ellas, aunque aparentemente la que se le prendió fuego".
despojadas de su papel principal, siguieron plenas de sugestiones y atracti- Ese miscerioso poder que para algunos emana de la mujer proviene de la
vos. Siguieron encarnando el destino que vela, casi invisible, pero inexora- ( d a c i ó n que se le acribuye con la naturaleza, con su aspecto maternal y ger-
ble. Casi ocultas, han llevado a cabo desde hace siglos sus actos solapada e ininador, que le permite ejercer un control sobre campos fuera del alcance del
inconsciencen-iente, como si fuese sin querer, o al menos eso pareciera. Con hombre. De aquí que se le atribuyan poderes sobrenaturales, como ver y con-
su don de metamorfosis se convirtieron en hechiceras, en demonios súcubos, trolar el porvenir, hacer ungüentos amacorios o envenenar, volar o metamor-
en las temidas brujas, e incluso en vampiresas. Ellas han impulsado el mundo (osearse con fines dañinos. Ese fue el mismo espíritu supersticioso que hizo
desde hace tiempo, motivadas simultáneamente por sus caprichos y arrebatos exclamar a los demonólogos entre los siglos x v y x v i , acerca de la prominencia
despiadados, y actúan casi siempre movidas por intensas pasiones que las arras- del sexo femenino en el tema de la brujería, que "por cada hombre, quinientas
tran inevitablemente. mujeres practican la brujería", como aseguró el jurista Jean Bodin. "Por cada
Ellas han dado cuerpo a lo incomprensible, por lo que le recuerdan cons- j l)rujo, hay diez m i l brujas", a u m e n t ó el estudioso de asuntos luciferinos Jean
tantemente al hombre que la naturaleza, la vida y el mundo no están bajo su de Lancre.
control. Es por esto también que jamás un hombre ha llegado a comprender Por este motivo se acusó en su mayoría a mujeres de ser brujas hace algunas
plenamente a una mujer. Y siempre siente que hay algo en ella que no alcanza a c o n tenas de años y, curiosamente, ese sentimiento destella hoy en d í a en cierras
prever ni descifrar, y a ese aspecto femenino le teme profundamente. Del mis- aldeas, para nosotros lejanas. Siguiendo sus huellas, vamos tras los pasos de la
mo modo, a codo aquello que se le asemeja a ese comportamiento imprevisto, bruja en busca de algunos aspectos de esa curiosa evolución de los reflejos de
azaroso e instintivo, lo ha asociado con la mujer. un temor atávico, visceral, desde las nocturnas divinidades de la A n t i g ü e d a d en
Y es tal el miedo que han despertado las mujeres en quienes solo esperan los mitos basca las brujas y vampiresas de la üceracura y las leyendas.
encontrar en ellas sumisión, fragilidad y delicadeza, que algtmos llegaron a En el principio, como herederas de las diosas, aparecen las hechiceras o
considerar que por su naturaleza la mujer estaba ligada a lo d e m o n í a co y, de sabias, que se cransformarán evencualmence en las brujas, quienes cieñen un
ese temor, surgió la temible imagen de la bruja. conocimiento medicinal de las planeas, y son curanderas, parceras, adivinas
Como dice Mario Praz en su obra La muerte, la carne y el diablo: "Siempre y m é d i u m s . A d e m á s , se les acribuirá la capacidad de volar o cransformarse en
ha habido mujeres fatales en el mico y en la üceracura porque mito y literatura pájaros. También aparecieron los súcubos, unos sugestivos demonios sexuales
no hacen m á s que reflejar fantásticamente aspectos de la vida teal y la vida real Icnieninos, antecesores de las vampiresas, amanees de ulcracumba sediencas de
ha ofrecido siempre ejemplos más o menos perfectos de femineidad prepotente sangre y de sexo. Todas ellas encarnan el acávico cemor al incierco camino al
y cruel". El mismo autor, a propósito de lo constante del tema en la hteracura más allá, a la profanación de la sangre y a la impocencia sexual masccdina. A
clásica, hace referencia a un llamacivo pasaje de las Coéforas de Esquilo: "Las ellas se les teme, por otra parte, porque atraviesan con facilidad el puente entré
vidas emparejadas son dominadas por el cruel amor cjue reina en el corazón la vida y la muerte. Pero sobre todo porque el poder que ejercen sobre la libido
femenino, enere los brucos y también entre los mortales". del hombre supera el control que este tiene sobre su propio cuerpo.
Pero en ocasiones, peligrosas consecuencias de ese miedo, siempre Las fantasmagorías míticas permanecen en el corazón humano a través
latente, parecen saltar de la literatura y el arte e incorporarse en la vida co- de los tiempos. Y la mujer a ú n habita la periferia de la razón y la lógica del
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hombre; sigue siendo casi un ser mágico que escapa de algún modo a la esfera sí m ism a la ha construido a partir del miedo que el hombre le ha tenido a ella.
de la racionalidad. Si bien han pasado siglos desde la sentencia teologal de los Pareciera incluso que la mujer llegara en ocasiones a temerse a sí misma, estig-
primeros padres de la iglesia que rezaba que "la mujer es la puerta del diablo" matizando y no comprendiendo las imágenes inspiradoras de temor que se han
hasta el psicoanálisis de Freud, quien afirmó que "la mujer es un continente creado en torno a ella. Esa desconfianza de la mujer a sí misma, incluso más
negro", la idea de la mujer como ser oscuro, peligroso e incomprensible, fuera que la del hombre a la mujer, es la que ha sustentado la tan recordada tradición
del control de lo racional, se mantiene. de subordinación femenina.
En todas las épocas se ha considerado pertinente subyugar aquello que se
Hay un mundo a la vuelta de la esquina de tu mente, donde la rea- vislumbra como pocencialmente peligroso. Es claro que a lo largo de la historia
lidad es un intruso y los sueños se hacen realidad (...). El cosmos se han dado injustas inequidades en cuanto a la libertad de expresión y a las
dentro de nosotros contiene a todos los dioses y demonios inventados oportunidades de desarrollo físico, emocional e intelectual con las mujeres,
por la humanidad, con toda su creatividad concentrada en místicas se- pero es también cierto que en ocasiones, casi siempre en aras de seguir una reli-
millas y nuestros corazones y nuestras mentes. (Michael Page y Robert giosidad profundamente patriarcal, la mujer ha sido cómplice de lo que luego,
Ingpen, Enciclopedia de las cosas que nunca existieron) algunas con vehemencia, han llamado opresión.
Es evidente, también, que en los últimos tiempos el papel de la mujer
Tenemos entonces que hoy en d í a el miedo a lo femenino permanece, no en la sociedad está cambiando, pues ha buscado salir del ámbito de lo í n t i m o
solo en los remotos lugares donde aún queman brujas. A los ojos masculinos y privado, que ttadicionalmente ha estado bajo su dominio, y trascender al
la mujer siempre va a encarnar aquello que no se puede controlar ni compren- espacio público. Es este paso el qtie ha generado un reordenamiento social.
der por completo. Sus comportamientos, intenciones, actitudes y sentimientos La mujer como tal es entonces un tema y se ha mirado desde varias ópticas.
siempre escaparán a la estructura racional con la que el hombre pretende sen- Freud y Lacan, en su momento, se aproximaron al asunto desde una pers-
tirse estable. |)ect¡va psicoanalítica y científica, pero ante los constantes cambios sociales,
En Occidente, quizás el temor masculino no se refiere ya al miedo i n - aparecen nuevos interrogantes y la inquietud que despierta "lo femenino" sigue
consciente a perder el rumbo por la atracción del canto seductor de una bella latente. Por otra parte, los movimientos feministas si bien abrieron un espacio
sirena de ondulante cabellera que lleva hacia el naufragio inevitable; ahora es de discusión en pro de la igualdad, en muchos casos derivaron en una compe-
latente el temor del hombre a ser devorado en otros campos: el económico, el tencia de géneros que, en el fondo, no satisfizo por completo a las mujeres. Es
profesional e incluso el sexual, por una mujer que acecha.En la sociedad actual, c o m ú n oír que en la actualidad los hombres se sienten m á s amedrentados con
en constante cambio, donde la mujer está reafirmando su independencia y pasa las mujeres, y ellas siguen un poco confundidas. El adquirir importantes cargos
a ser la proveedora emocional y material de los hijos, el machismo, otra de las políticos, económicos o militares no resuelve las m á s profundas inquietudes
manifestaciones del miedo a la mujer, pierde su sustento y la idea del varón femeninas, ni sus anhelos románticos.
proveedor sobre la cual se fundamentó la identidad y seguridad del hombre ha La igualdad que se buscó a mediados del siglo pasado se planteó de
disminuido su fuerza. Incluso en las situaciones donde perdura todavía el este- algún modo bajo los estándares masculinos de libertad y de triunfo. Ideales
reotipo de la mujer de la casa, destinada básicamente al cuidado de los niños y que en la literatura y en las leyendas encarna el héroe, pero en ú l t i m a s este
el hogar, dependiente e inactiva económicamente, o el de la mujer hermosa y héroe, siempre tan masculino, es un curioso ser que se cree poseedor de la
frágil, dedicada exclusivamente al cuidado de su físico, al ocio y a la sociabili- verdad y del bien, y su orgullo, por lo general, supera con creces su instinto
dad, han ocurrido transformaciones sutiles, aunque muy importantes, ocultas de conservación.
bajo la superficie de los modelos ttadicionales. Estas características del héroe no son atributos que el legendatio legado
Una de las m á s particulares consecuencias que ha traído consigo el miedo de ninguna época manifestase como propias de las mujeres. Si bien a ellas
del hombre a la mujer es que, en muchos casos, la visión que la mujer tiene de siempre les ha gustado el juego, ttadicionalmente, incluso a las más temidas he-
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chiceras, les ha resultado más fascinante admirar, seducir y ser consentidas, que Eres inmune a mis requiebros,
competir y ganar. Quizás por eso, en lo más profundo de su fuero interno, las repeles toda mi pasión,
mujeres no se sintieron completamente satisfechas con los aparentes resultados no le escuchas a m i corazón,
de sus triunfos de liberación durante las últimas décadas. te portas como una basura.
La piopuesta de este trabajo es dejarse llevar por la poesía de los mitos y Y en el horóscopo me predicen,
las leyendas que con su sabiduría ancestral y milenaria, atiborrada de símbolos, mal panorama sentimental,
permiten bajo sus coloridos velos entrever realidades, vislumbrar sentimientos, leo en la taza del chocolate,
sin la pretensión de verdad absoluta de la ciencia o la religión. Los milenarios no dejarás de ser porquería.
relatos tradicionales invitan a buscar el propio reflejo en su espejo mágico. Es [Dispuesta] a probar,
un recorrido que sigue el sigiloso paso del tiempo. Comienza en los albores de este filtro de amor,
la civilización, y de la mano de las diosas atraviesa el mundo clásico siguiendo para tenerte ya,
diferentes deidades. Luego llega a la Edad Media, donde se encuentra con he- no dudo que hará efecto
chiceras; y finalmente a ios albores del mundo moderno, donde se hallan las
brujas y posteriormente las vampiresas. En este trayecto se constata que ciertos (...)
miedos permanecen casi indelebles con el paso del tiempo.
El hombre ha anhelado sentirse valiente, magnífico, virtuoso, ha creado orines de sapo negro,
en sus épicas el tipo ideal de lo masculino en la figura del héroe. ¿Pero cuál una piedra de la calle,
sería el equivalente femenino? N i la tontarrona princesa de los cuentos de ha- no dudo que hará efecto
das ni la Virgen M a r í a en toda su pureza resultan suficientes para condensar
un verdadero ideal de lo femenino. Definitivamente la hechicera encarna esos (...)
atributos femeninos, pero ttadicionalmente ha sido considerada como astuta
y maligna, y por lo tanto marginada y rechazada, incluso por las mismas mu- Me amarás con este elíxir,
jeres. La verdadera oponente del héroe, la que lo saca de su mundo racional y te amarraré con este sortilegio,
equilibrado, no ha sido aplaudida por sus triunfos. Quizás porque las viriles no dudo que hará efecto.
épicas se han encargado de popularizar sus derrotas.
La Diosa Madre es una imagen que emerge de los mitos y se transforma La magia, el embrujo y los sueños están presentes todo el tiempo al acer-
en hechicera, súcubo, bruja, ídolo de perversidad y vampiresa. Todas sus ma- carnos a la evolución de la imagen de las grandes diosas. Su connotación de
nifestaciones encarnan con toda la fuerza de su significado una ancestral idea: brujas adquiere un interesante matiz en la actualidad, en un momento en que
el hombre dueño de su razón lucha contra lo mágico que personifica la mujer. la sociedad se replantea las características de lo femenino. ¿Será posible resca-
Que los hombres le teman a las diosas de las noches, las hechiceras o las brujas t a r la imagen de las diosas madres mediterráneas con particular a u t o n o m í a
es cuando menos entendible, pero que las propias mujeres las desprecien es sexual y poder, dejando atrás la idea de sexo débil, oprimido y dependiente,
quizás negar en principio uno de los más apasionados (y apasionantes) aspectos y sobre todo la patética idea de la mujer como víctima? Es en estas mujeres
de lo femenino. El anhelo de retener a toda costa un amado, que es el princi- marginales, extremas, en el feroz brillo de sus impulsos salvajes, que se puede
pio de la magia femenina, no ha dejado de estar latente en el corazón femenino, llegar a intuir el secreto que guardan las otras, las domésncas, dulces y caseras,
como se evidencia en la canción "Sortilegio" de Aterciopelados: porque solo las mujeres apasionadas, mortales, hechiceras, diosas o vampiresas,
llegaron a reconocer como propios sus deseos, dando así rienda suelta a su
verdadera identidad.
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E l irremediable terror masculino
a la mujer
El hombre y las tinieblas
Tiene [la mujer] un rostro de anieblas, es el caos de donde todo ha
salido y al que todo debe retornar... es de noche en las entrañas de
la tierra. Esa noche en la que el hombre se ve amenazado con ser
engullido y que es el envés de la fecundidad, le espanta.
Simone de Beauvoir, El segundo sexo
Ella es la noche cuando él es el cielo diurno.
Él un dios creador y ordenador del mundo cuando ella, si bien dio-
sa madre generadora de vida, en sus arrebatos lleva al borde del colapso
al universo.
Si él es el sol cálido de los pastores, ella la luna fría de los espantos.
En la tierra, él será el héroe racional, equilibrado modelo y arque-
tipo de su pueblo mientras ella será la hechicera, apasionada y voluble,
marginal y peligrosa.
Pero desde el inicio de los tiempos, él lo observa todo con sus celestes
ojos grisazul que observan el mundo con fría mesura.
Ella tiene los ojos verdes, el color del mal, o tal vez oscuros como la
tierra en la que bajo la aparente calma de la superficie bullen pasiones
insondables en las que se baten la vida y la muerte.
Él está solo, ella le atrae pero le teme, la ve salvaje, inconstante,
incierta, la ve hermosa y sensual pero la preferiría dócil, calmada, tran-
quila, sumisa. Ella quiere retenerlo, pero él necesita conquistar el mundo
y no puede mantenerse a su lado... Entonces ella inventará artimañas,
pociones, hechizos y sortilegios para retenerlo, los filtros de amor surgen de
su necesidad de ser deseada.
Ks el inevitable juego de la seducción desde el inicio de los tiempos, una pasión
que airastra y da impulso y movimiento al mundo, es el Eros que consideraban
los griegos una de las fuerzas primordiales, es el impulso de acercarse a lo otro.
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a lo desconocido, pero es también enirentatse a lo que no se conoce, a lo que
I .1 razón y el miedo a lo desconocido
parece incierto y produce miedo.
Los hombres de diversas culturas imaginaron que el universo surgió y
I .1 la/ón puebla la mente de ¡deas que articulan lógicamente la lectura que el
fue ordenado a partir de fuerzas de atracción entre entes cósmicos. A m u -
liKinbrc trata de hacer del mundo. Pero siempre hay algo que se escapa, un
chos aspectos que no les encontraron explicación racional, como el destino,
|u(lazo del mundo adonde la luz de la razón nunca parece tener alcance. Lo
la muerte de bebés recién nacidos, tempestades, tormentas, sequías y vientos
.Kíitonocido, el misterio, le recuerdan siempre al hombre que sus más absolu-
devastadores o que les p r o d u c í a n miedo, les atribuyeron características fe-
i.is icrtezas son frágiles y deleznables y lo impulsan a moverse m á s allá, a ese
meninas. A pesar de la distancia que las separa, muchas culturas de diversas
liij'.ii que adivina pero que nunca puede pisar. A ese otro mundo solo se tiene
partes del mundo tienen en c o m ú n el haber imaginado peligrosos seres fe-
H ( eso mediante los sueños, las alucinaciones y la idea de la muerte.
meninos con características similares. Esas figuras femeninas, a veces diosas
Ese es el espacio donde bullen las fi^erzas primordiales, los impulsos irra-
o demonios, a veces brujas, siempre hechiceras (y en los sueños vampiresas),
' loiKiles, las pasiones generadoras de vida, donde el hombre enfrenta la pre-
atraviesan culturas y épocas con elementos constantes que las identifican a
l'iinia por el punto original de su existencia e intenta aprehender lo inexplica-
través de los tiempos.
lilc y racionalizarlo para su provecho.
Identificadas con la noche, con la capacidad de curar o envenenar, con
Octavio Paz hace una particular referencia a esta experiencia en su obra E l
dones de fertilidad, adivinadoras, parteras e interlocutoras de los muertos, i n -
liirt iy la lira cuando expresa: "La experiencia de lo sobrenatural es la experien-
cluso se las ha considerado con la capacidad de volar y con una enfermiza
I i.i de lo Otro", y agrega: "El misterio -esto es la inaccesibilidad absoluta- no
obsesión por seducir al incauto escogido, para divertirse con él estrujando su
I". sino la experiencia de la 'otredad', de esto que se presenta por definición
alma, y hasta llevarlo por los senderos de la muerte. En el ordenamiento del
,i|iii() o extraño a nosotros, un ser que es también el no ser. Y lo primero que
mundo que se ha hecho particularmente en las culturas patriarcales, el cielo y
(li',|i¡erta su presencia es estupefacción".
el sol se han relacionado con Dios y con el hombre mientras que lo subterráneo
o infernal, la luna y el demonio se han identificado con lo femenino.
I a mujer y lo inexplicable
Las religiones de los pueblos más ilustres y las de los m á s humildes
I I reino de lo inexplicable y desconocido, en la tierra y en el inframundo guar-
se ajustan a tal orden de un modo u otro. Y así cuando el niño del
il.i especial relación con los elementos maternal y femenino. Por hallarse más
país católico aprende las oraciones y recita el padrenuestro o el Credo,
I M( .1 de la naturaleza y estar mejor dotada de sus secretos, a la mujer se le ha
a u t o m á t i c a m e n t e ordena el cosmos de suerte que coloca al Dios Padre
' ¡;ado el poder no solo de profetizar, sino también el de cutar o envenenar
en el cielo, como pone los infiernos bajo la tierra y allí también el
|Hii medio de misteriosas recetas. Jean Delumeau, en su obra E l miedo en Occi-
dominio de las potencias del mal (...).
.hiiic. al hacer referencia a este asunto nos dice:
(...) el cielo de un lado como elemento masculino expresión de la
paternidad, de la autoridad superior, y del otro la tierra como ele-
Para el hombre la maternidad seguirá siendo probablemente siempre,
mento femenino, expresión de la maternidad, de \n fecundidad (...)
i m profundo misterio, y Karen Horney (en La Psycologie de lafemme,)
el soly e\ como vida, como Fuerza, como Bien, y la Luna y Noche
sugiere que ,el miedo que la mujer inspira al otro sexo se basa, sobre
como Muerte y como Mal; como elemento femenino asimismo, pero
lodo, en ese misterio, fuente de tantos tabúes, de terrores y de ritos,
no tan fecundo como la tierra. (Julio Caro Baroja, Las brujas y su
(|Lic la une, mucho m á s estrechamente que a su compañero, a la gran
mundo)
obra de la naturaleza y hace de ella el "santuario de lo extraño".
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Tenemos de esca forma una humanidad formada por dos partes opuestas Los médicos varones describen el menstruo como sangre que podía
y complementarias: una masculina, primordialmente racional y abstracta, y vagar por el cuerpo y causar la tuberculosis si entraba en los pulmones.
otra femenina, m á s instintiva e invadida por la oscuridad, lo inconsciente y el I'.l Corpus supone que la menstruación era controlada por la luna y
sueño. ijuc todas las mujeres menstruaban en la misma época del mes, creen-
Incluso para Freud, en su artículo "La feminidad", "en la sexualidad fe- cia perpetuada por Aristóteles.
menina todo es muy oscuro y muy difícil de estudiar en forma anahtica"; y A la sangre menstrual se le atribuía todo tipo de poderes sobrenatu-
la escritora Simone de Beauvoir reconocía en su obra El segundo sexo, que "el rales. Aristóteles escribió que una mujer menstruante podía convertir
sexo femenino es misterioso para la mujer misma, oculto, atormentado... En un espejo limpio en sanguinolento, como una nube, pues la sangre
gran parte porque no se reconoce en él, la mujer no reconoce como suyos sus menstrual pasaba a través de sus ojos hasta la superficie del espejo.
deseos". Así se van formando unas imágenes en las que la mujer representa la (Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsset, Historia de las mujeres)
naturaleza y el hombre la historia. Las madres y mujeres son casi siempre las
mismas y sus oficios tienden a ser similares, mientras que los hombres son gue- I .1 persistencia de estas creencias sobre la menstruación a y u d ó a desarrollar
rreros o navegantes o comerciantes marcando así la historia y la identidad de l.i .isociación de la mujer con lo mágico y peligroso que se mantuvo durante
sus pueblos. Así, ellas llevan en la continuidad, no solo de la vida en el aspecto i i n k l i o tiempo:
cotidiano (dan a luz, o ayudan a hacerlo, cocinan, tejen y cuidan el hogar), sino
en los límites mismos de la vida (curan, envenenan, profetizan). Su contacto agria el vino nuevo, las cosechas se vuelven estériles, los
En la mujer encontramos una a m b i g ü e d a d fundamental: da la vida y injertos se mueren, las semillas de los jardines se secan, los frutos caen
cuando profetiza puede anunciar la muerte. En ella está el misterio de la mater- de los árboles, la superficie brillante de los espejos en los que apenas se
nidad, así como el de su propia fisiología, ligada a las lunaciones. Se ha creído refleja, se enturbia, el filo del acero y el brillo del marfil se apagan, los
en muchas tradiciones que es un ser m á s cercano que el hombre a la materia, enjambres de abejas mueren, incluso el bronce y el hierro se aherrum-
por lo tanto m á s rápida y visiblemente perecedero. Sus flujos, olores y secrecio- bran en el acto y un horrible olor colma el aire. A l probarlo los perros
nes provocan el rechazo masculino a pesar de la atracción natural que por ella enloquecen y su mordisco se infecta con un veneno incurable. (Plinio
siente el hombre. el Viejo, Historia natural, vol. 2)
En la tradición clásica, griega y romana, y en la judía, culturas sobre las
que se sostiene el pensamiento occidental, el cuerpo de la mujer, su menstrua- La pretensión de explicar el mundo según la frase de Protágoras, tenien-
ción, su útero, su capacidad para dar a luz, la excluyen por definición de la ilo .il "hombre como medida de todas las cosas", y a partir de esta idea tomar
guerra, considerada el espacio de lo heroico, así como de ciertos aspectos de lo il varón como modelo y a la mujer como una variante de este, generó que
religioso. l>i(st¡giosos pensadores racionales reconocidos como observadores rigurosos
La clasificación de la menstruación como impureza, basada en el Levítico, •.(•nicnciaran como verdades afirmaciones hoy risibles.
tuvo vigor durante siglos. La idea de que toda mujer era "impura" durante una M.R. Lefkowitz y M . B . Fant, en su obra Women's Life in Greece and
vez al mes debido a un proceso que no puede ser controlado, suscitó muchos lüiiiie, destacan que Aristóteles afirmaba en su tratado sobre la r e p r o d u c c i ón
rumores supersticiosos y cteencias inquietantes. Tambié n textos científicos del <|iic "la mujer es como si fuese un varón deforme" y que "la descarga mens-
mundo clásico, que conforman el corpus hipocrático de la avanzada Grecia II ii.il es semen, pero en un estado impuro, es decir carece de un constituyente
del siglo IV a. C., hacen referencia a la menstruación como una circunstancia \ lino solo, el principio del alma". Del mismo modo mencionan que Platón
peligrosa, contaminante y misteriosa. escribió:
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Este es el caso del llamado vientre o matriz de las mujeres. El animal I .1nuijer es pues origen, semilla, raíz, representación de una fuerza oscura y
que lleva dentro está deseoso de procrear hijos y cuando no da ftuto < olindante con la magia. De a h í que su imagen tenga siempre fuerza y ternura
durante mucho tiempo después de su momento propicio se queda sin límites.
insatisfecho y enojado, y vaga por todas direcciones a través del cuer- En las civilizaciones antiguas que se asentaron alrededor del Mediterrá-
po, se aproxima a las vías respiratorias y, al obstruir la respiración, las neo así como en varias comunidades cristianas medievales y a ú n en algunos
conduce a las extremidades ocasionando todo tipo de enfermedades. pueblos en la actualidad, los cuidados de los muertos y sus rituales han corres-
pondido a las mujeres, pues se considera que están más ligadas que los hombres
Por otra parte se creía que la mujer tenía cierta culpa de que "el pene se .il ciclo de la vida y de la muerte. Ellas crean pero también tienen la capacidad
tornaba rebelde y dominante, como un animal desobediente a la razón enlo- (le destruir. Por ello los nombres innumerables de las diosas de la muerte y
quecido por el aguijón de la lujuria" (Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsset, I imbién las múltiples representaciones de los monstruos hembras.
Historia de las mujeres). La diosa h i n d ú Kali, por ejemplo, es una de las representaciones más
Además, la teoría de que la matriz vagaba por el cuerpo como un ani- l'.iandiosas que los hombres hayan forjado de lo femenino, destructora y crea-
mal, llegando a considerarse el útero como un repulsivo animal dentro de un dora a la vez. Hermosa y sedienta de sangre, es el principio materno ciego
animal, facilitó en la imaginación popular la relación de la mujer con la bestia, <|uc impulsa el ciclo de la renovación, provoca la explosión de la vida, pero al
particularmente con la serpiente, y que se la considerara como fría y h ú m e d a : mismo tiempo difunde ciegamente las pestes, el hambre, las guerras, el polvo
y el calor abrumador.
la creencia en que las mujeres eran frías y h ú m e d a s , en tanto que los
hombres eran calientes y secos, procedía de Hipócrates; al igual que en
1^1 aspecto inquietante de lo femenino
Aristóteles, frío se consideraba inferior y se utilizaba para demostrar la
inferioridad de la mujer con respecto al hombre. La mujer es menos
En el inconsciente del hombre la mujer suscita inquietud, no solo porque
perfecta que el hombre por una razón principal -escribe Galeno en el
ella es juez de su sexualidad, sino porque él la imagina insaciable, compa-
siglo II—, porque es más fría. (Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser,
rable al fuego que hay que alimentar sin cesar, devoradora como la mantis
Historia de las mujeres)
teligiosa. La mujer le resulta "fatal". Ella le impide ser él mismo, realzar su
espiritualidad, encontrar el camino de su salvación. La mujer es acusada
Siempre se ha oscilado entre subordinar y demonizar aquello que se teme. de ser "un placer funesto", de haber introducido en la tierra el pecado.
Tenemos entonces que desde la A n t i g ü e d a d poderosos mensajes refuerzan una El hombre busca un responsable de haber perdido el paraíso terrestre y
curiosa idea acerca de la mujer. encuentra a la mujer.
Tiene [la mujer] un rostro de tinieblas, es el caos de donde todo ha Jean Delumeau, E l miedo en Occidente
salido y al que todo debe retornar... es de noche en las entrañas de la
tierra. Esa noche en la que el hombre se ve amenazado con ser engulli- La mujer es el alimento corporal m á s elevado.
do y que es el envés de la fecundidad, le espanta. (Simone de Beauvoir, Novalis
E l segundo sexo)
I ,o inquietante de lo femenino, el asombro que produce —para la mirada mas-
Esta a m b i g ü e d a d entre la vida y la muerte ha sido sentida a lo largo de si- ( i i l l n a - parte inicialmente de la fertilidad que caracteriza a la mujer: ella es
glos y es la que se expresa en el culto a las diosas. La tierra es el vientre nutricio portadora en su vientre de la vida. Pero de esto se desptenden formas dife-
pero también es el reino de los difuntos, bajo el suelo o en el agua profunda. untes de aproximarse al mundo y de entenderlo. El asombro en ocasiones se
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.^U^Ar^ A ^ ,A^ I lU.l .AINt I H', I Kl A
puede transformar en miedo, y este se maceriali/.a en forma de supersticiones
• IM|. I (I( i.IS (liosas, hechiceras, súcubos, brujas y vampiresas radica en el juego
y creencias.
Ili v.iii a cabo con estas circunstancias primordiales.
El miedo a lo sobrenatural ha generado en el hombre dos tipos de re-
IIMI.I', I.IS supersticiones relacionadas con lo femenino hacen referencia al
lación con la trascendencia: la magia y la religión. A la primera, que busca
M> t I " . , (I( i.il manera que las actividades esenciales de algunas de las diosas,
manipular las fuerzas primordiales generadoras de vida, se llega mediante una
M .li l o d a s las licchiccras y las brujas, están relacionadas con curar (o enve-
mujer, hechicera o bruja, según la época.
I liac (I amar (o enloquecer) y evocar a los muertos.
A la segunda, con la que pretende ganarse el favor de la deidad, se llega
I I |IIMICI superar la aparente barrera que existe entre los vivos y los muer-
mediante un hombre, el sacerdote. La m a y o r í a de los profetas de la antigüe-
111' d i a i uc- las apariciones alucinantes dota a la hechicera de la capacidad
dad j u d í a eran hombres y los sacerdotes lo eran todos. Por otra parte cuando
!• i l . II K isc- en el tiempo. Ella, a diferencia de los hombres, pertenece a un
Saúl necesita invocar el espíritu de Samuel, que está muetto, recurre a una
I H iil:ii donde la muette, entendida como final, no existe. Esto, s ú m a -
m é d i u m , una mujer. En el mundo clásico existían los sacerdotes para invocar
la lililí l ii) (le ser portadora de la vida y de estar siempre relacionada con los
a los dioses; no obstante cuando se deseaba invocar a los muertos eran las
' i i i i i ' iiit i' ., la cocina, las hierbas medicinales y, en general, los elementos de la
hechiceras quienes tenían ese don. Tan fuerte era su poder, que algunas como
I, l( d.i a la hechicera una forma de conocimiento intuitivo que es de difícil
Ericto y otras colegas suyas de Tesalia, llegaban incluso a atemorizar a los
I... .1. i i ai . i el hombre.
propios dioses.
El sacerdote le implora a un dios, hay una clara subordinación ante la
I I iiaiinaleza las hace [a las mujeres] brujas. Es el genio propio de la
divinidad y espera pacientemente a que ese dios tenga a bien escuchar sus
iiiii|ei y su temperamento. La mujer nace hada. Por el retorno regular
plegarias, que implican acatamiento y vasallaje, para que luego, cuando esté de
i|i l.i ex.litación, es Sibila. Por el amor, hechicera. Por su mahcia es
humor, y si lo considera adecuado, dé alguna respuesta positiva. Por supuesto,
liiii] .i y echa suertes (...) engaña, adormece las enfermedades. (...) La
en la m a y o r í a de los casos no es inmediata. Por su parte las hechiceras no i m -
sibil.I predecía el destino. Y la bruja lo realizaba (...) ella evoca, conju-
ploran, sino que manipulan, tratan de forzar a su antojo fenómenos naturales
I I . ( i|) ( ia sobre el destino. La bruja crea este porvenir. (Jules Michelet,
que parecieran inmodificables. Sus conjuros expresan órdenes, caprichos; es
/ ,1 l'i iijii)
su deseo, su voluntad, lo que quieren llevar a cabo. De a h í su relación con lo
maléfico, es decir, con aquello que nace de una pasión, de un capricho, y no de
\( 1.1 pena notar que si bien han existido brujos y hombres que han
una búsqueda de la virtud.
lili • iilii p.K l a r con el diablo, sus técnicas son distintas, no hacen uso de su
Ya en el siglo i i i , el filósofo Plotino sostenía que la magia solo podía
iliii 1 V de su piel, no es algo que sea inherente a su cuerpo y su sangre.
atacar la faceta irracional de un individuo y que aquel que tuviera su lado
I 11 lii' . h u i l l i n e s h:i sido más bien una decisión racional de tomar un camino
racional lo suficientemente estructurado no sufriría en su espíritu los efectos
• l( iiiiiii A ID l,iij' ,o de la historia han existido herejes blasfemos y apóstatas,
de la magia.
. n II iiiaM M Í a hondires, a los que se les ha acusado de desafiar a Dios, o de
La evolución del culto a las diosas llegó a ser marginal tras el advenimien-
IMI . 11 l i l i i ( i i i oc ¡ m i e n t o prohibido y ese conocimiento tuvo muchas veces
to de la creencia en un dios superior masculino, en la tradición occidental. La
. i i i . i j ' u o s. Pero en la mujer no es una decisión, es algo que lleva en su
imagen de la hechicera, a su vez, evolucionó en la imagen de la bruja y poste-
l'l . ipK I • ,( 1,
riormente en la de la vampiresa. Todas tienen en c o m ú n el poder de manipular
li 1111(1.is y deseadas, buscadas y condenadas, exaltan lo más profundo de
lo que Frank Donovan, en su libro Historia de la brujería, llama los tres grandes
I' il.iiliiií.i .incestral. Desde las civilizaciones que dieron forma al pensamien-
acontecimientos en la vida del hombre: el amor, la muerte y la resurrección. El
11 i(l(mal, se buscó neutralizar sus poderes que se creían provenientes de su
l ' i' ipi I SI sii.ihdad.
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ojos claios, la vistió y la adornó; las Diosas Carites y la venerable Pito
La mujer, origen de todo mal colgaron a su cuello collares de oro; las Horas de hermosos cabellos
la coronaron de flores primaverales; Palas Atenea le adornó todo el
¿ Q u é veía el hombre, o q u é ha visto, desde la A n t i g ü e d a d en la mujer, humana,
cuerpo; y el Mensajero matador de Argos, por orden de Zeus retum-
mortal, para hacerla receptáculo de todo aquello a lo que teme? En la forma
bante, le inspiró las mentiras, los halagos y las perfidias; y finalmente
que en la tradición griega presenta la aparición de la mujer en la tierra se puede
el Mensajero de los Dioses puso en ella la voz. Y Zeus llamó a esta
entrever los temores que ellas despertaban y c ó m o en sí mismas eran una en-
mujer Pandora, porque todos los Dioses de las moradas olímpicas le
carnación de los vicios que traían el sufrimiento al hombre.
dieron algún don, que se convirtiera en daño de los hombres que se
La mujer fue ideada como un castigo de Zeus, el padre de los dioses,
alimentan de pan. (Hesíodo, Los trabajos y los días)
contra los hombres, pues estaba indignado porque Prometeo le había robado el
fuego para entregárselo a sus figuritas móviles de barro. El gran dios, temeroso
Como consecuencia de los dones de los dioses, la mujer es causa de do-
del conocimiento y la técnica que los mortales adquirirían con dicho elemento,
lores y aflicción. Siguiendo este orden de ideas, se puede deducir por q u é era
ordenó a los dioses idear una estrategia contra ellos. Entre todos los seres divi-
c oiisiderada como un ser con unos considerables niveles de peligrosidad.
nos crearon una estrategia sutil, arroUadora, perenne. Idearon la primera m u -
Como si sus cualidades no fuesen suficiente castigo para el mundo, cuan-
jer, hermosa, caprichosa, voluble, inttigante y peligrosa. Luego la moldearon y
• 1(1 Zeus le insufló la vida a P a n d o ^ le entregó una caja cerrada que contenía
todos los dioses le otorgaron dones, que en ella adquieren el carácter de vicios
lotlos los males y miserias c a p a c e t e asolar la humanidad. Tras esto, la mujer
que acechan la condición humana, entre los que Hesíodo resalta un "áspero
llegó a la vista de Epimeteo, n,eifMBo*de Prometeo, a quien este le había hecho
deseo" y unas "inquietudes que enervan los miembros", así como la impudicia
inrar que no aceptaría ningún regalo de los dioses. Pero Epimeteo fue incapaz
y un " á n i m o falaz". T a m b i én forman^parte de su ser "las mentiras, los halagos
(le resistirse a los encantos que se le ofrecían y tomó a Pandora por esposa. Y
y las perfidias". ¿Qué se puede esperar de un ser así? Debió haber sido muy
lúe ella, encarnación de la perfidia, ta adulación, los embustes, la impudicia y
difícil para el hombre convivir durante milenos con un se t tan complejo como
l.i lalsedad, porque los dioses así la h a b í a n dotado, la que en un instante funes-
la mujer.
10, producto de su curiosidad, abrió la caja prohibida y así diseminó todos los
iiilortunios sobre la tierra."
M á s sagaz que ninguno, te alegras de haber hurtado el fuego y enga-
Pandora fue el precio que pagaron los hombres por acceder al conoci-
ñado a mi espíritu; pero eso constituirá una gran desdicha para t i , así
iniciiio que otorga el uso del fuego. Ella, al igual que el candente elemento, es
como para los hombres futuros. A causa de ese fuego, les enviaré un
.iinbivaleiue y trae consigo 'dichas y desgracias. Si bien Pandora no es ni una
mal del que quedarán encantados, y abrazarán su propio azote.
(lios.i in ima bruja, su creación permite entrever la forma como ha sido imagi-
Habló así y rio el Padre de los hombres y de los Dioses, y ordenó al
nado el corazón de la mujer y los peligros que acarrea el acercarse a ella.
ilustre Hefestos que mezclara en seguida la tierra con el agua y de la
La cultura griega modeló el pensamiento del hombre occidental. Los ro-
pasta formara una bella virgen semejante a las Diosas inmortales, y a la
manos sustentaron en este sus preceptos, y justificaron en la A n t i g ü e d a d sus
cual daría voz humana y fuerza. Y ordenó a Atenea que le enseñara las
leyes y tradiciones. El imperio romano finalizó con la aparición de una nueva
labores de las mujeres y a tejer la tela; y que Afrodita de oro esparciera
influencia, el cristianismo, cuyas raíces se encuentran en la tradición judía. Las
j la gracia sobre su cabeza y le diera el áspero deseo y las inquietudes
(los corrientes básicas de pensamiento del mundo occidental, el mundo clásico
; que enervan los miembros. Y ordenó al mensajero Hermes, matadoi
y la tradición judeocristiana, comparten la idea de la creación de la mujer como
' de Argos, que le inspirara la impudicia y un á n i m o embustero. Orde-
11 origen de las desgracias de los hombres. En el crisnanismo, la desobediencia
! n ó así, y los aludidos obedecieron al rey Zeus C r o n i ó n . A l punto, el
(le Eva determinó el origen del sufrimiento humano y es ella la culpable de que
ilustre Cojo de ambos pies, por orden de Zeus, modeló con tierra una
el hombre deba ganar el pan con el sudor de su frente.
imagen semejante a una virgen venerable; la Diosa Atenea, la de los
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Mientras su marido dormía, Eva sostuvo una imprudente conversación
ciencia de la serpiente se convirtió en maldita y la serpiente que
con una serpiente (animal que según algunos intérpretes era Lilith, la primera
nos habita no e n g e n d ró ya m á s que nuestros vicios, que nos traen
esposa de Adán a la que se hará referencia m á s adelante), la cual instó a Eva a
no la vida sino la muerte. (Chevalier-Gheerbrant, Diccionario de los
comer de un fruto prohibido, ttadicionalmente representado como una man-
símbolos)
zana, asegurándole que si probaba el fruto del árbol del conocimiento llegaría
a ser como los dioses. Eva, tentada, s u c u m b ió a su deseo, a sus caprichos, como
ligadas al destino maldito de los hombres desde sus orígenes, estas funestas
si estos fueran m á s fuertes que ella. Se estableció un pacto entre la serpiente y
mujeres representan el principio del mal de la humanidad según la tradición
la tentada que persistió después de la desaprobación divina de ambas. Cuando
]•,! ¡ega y de modo similar en la bíblica. Pero es interesante notar que en relatos
A d á n despertó ya era demasiado tarde, el dañ o se había consumado. Curiosa-
más antiguos, como los mesopotámicos, y otros distantes como los chibchas,
mente, aunque se le adjudican al hombre mayores virtudes racionales que a la
i sia idea permanece latente. En el caso de Mesopotamia, las desgracias huma-
mujer, Adán simplemente aceptó la sugerencia de probar el fruto. Cuando el
11.IS también aparecen relacionadas con la indolencia femenina. Cuando los
creador se enteró de la ofensa, indignado decidió impartir castigos. El animal
I m í n a n o s fueron creados por el dios Enki, este y las demás divinidades celebra-
fue condenado a arrastrarse por la tierra y dijo a la mujer: "Multiplicaté tus
i i m c o n una gran fiesta. L a esposa de Enki, Ninmah, bebió hasta embriagarse
sufrimientos en los embarazos. Con dolor darás a luz a tus hijos, necesitarás de
V completamente borracha comenzó a desafiar a su marido:
tu marido y él te d o m i n a r á " (Génesis 3 , 1 ^ .
La necesidad de tener bajo control mujer, para evitar que sus capri-
- A l igual que tú, yo podría hacer un cuerpo humano.
chos siguiesen trayendo sufrimiento al IIIIHIQ, fue considerada por el cristia-
Enki, divertido aceptó el d e ^ í o :
nismo como una específica e ineludible maldición de Dios contra ella. Adán ,
—Hazlo, contestó, y te prometo que encontraré un lugar en la tierra
por su parte, tendría que trabajar la tierra con el sudor de su frente.
para cada uno de esos seres que tú crees.
El considerarlas las incitadoras para que el sufrimiento se instaurara en el
(Citado en Susana Castellanos De Zubiría,
mundo, hizo que tanto Eva como Pandora fueran asociadas con todo aquello
Mitos y leyendas del mundo)
que trae desgracias a los hombres, los vicios, el mal, la serpiente, el pecado.
Y que sus hijas legaran ese estigma.
Fue así como, habiendo ingerido bastante licor, Ninma h dio forma a
Como castigo a la falta de Eva, la mujer tendría dolores de parto y se le
m i eunuco, a una mujer estéril y a otros cuatro seres perversos o mutilados
condenó a que tuviera un deseo vehemente por su esposo, quien la dominaría.
\n lo acordado, Enki encontró lugar para cada uno de ellos; se destaca
Pero el mal estaba iniciado y fue Eva quien desató el conflicto. P o t ella todos
(| iie del eunuco hizo u n funcionario civil y de la mujer estéril u n a concubina,
sus descendientes son marcados, perdieron la cercanía con la divinidad y su-
fuego, l í n k i desafió a Ninmah a continuar el juego: ahora él daría forma a
frieron desde allí la imperfección, la enfermedad y la muerte.
lin os caprichosos especímenes y ella debería encontrarles un lugar adecuado
Hay otra interesante analogía entre los relatos bíblico y griego, y es el an-
I I I la tierra. La primera obra de Enki fue un hombre cuyo nacimiento se habí a
helo del hombre por un conocimiento que le es vedado, al menos por las deida-
perdido en los tiempos, fue el primer hombre anciano. Este desvalido ser se
des masculinas, racionales. Ese conocimiento prohibido será el que trasmitan
del u v o frente a Ninmah. Ella le ofreció un pedazo de pan, pero el desdentado
las hechiceras y las brujas, un conocimiento subterráneo, oculto y en ocasiones
anciano estaba demasiado débil como para alcanzarlo. Ninmah, aburrida con
maléfico. Una sabiduría que no proviene de las divinidades celestiales sino que
el juego, no pudo enconttat ninguna utilidad al infortunado ser. Victorioso
será atribuida a los seres infernales:
V liorracho, Enki decidió seguir jugando y creó ottos cinco hombres y muje-
res agobiados por deformaciones y calamidades, a los que Ninma h n o pudo
Los poderes y la ciencia de la serpiente se los consideró fruto de
liarles trabajo, pero aun así continuaron sus míseras existencias deambulando
un robo, se convirtieron en ¡legítimos con respecto al espíritu. La
por la tierra.
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Por su parte, en tte los chibchas de la sabana cundiboyacense, en el terri torio IIII /\<|iiellas (|tie encarnan los atributos de las diosas son entonces el verdadero
que hoy es Colombia, es interesante encontrar la leyenda de Huitaca, diosa de . iM iiiij'/) del héroe. Ellas serán su equivalente en cuanto a seres semi-humanos
la pereza, el alcohol y la lujuria: Bochica era el bondadoso hijo del Sol que llegó . mi podeics otorgados por deidades; ellas serán las herederas de las diosas, las
de oriente, enviado por el gran creador Chiminigagua, con la misión de llevar IM 1 liii eras.
cultura y civilización a los chibchas, a quienes enseñó las leyes, el uso de la 1 os símbolos constantes, como su belleza bestial y peligrosa, su sensuali-
agricultura, el tejido, el calendario y muchos otros secretos que los desarrolla- .1 id ansiosa y desbordada, su identificación con la luna, la noche, la serpiente,
ron y fortalecieron como pueblo. • I di agón y las aves rapaces, su triple rostro de mujer hermosa, de anciana o de
Pero todo el esfuerzo de su ttabajo fue corrompido por su esposa, H u i - l' eM Í . i , dan forma y cuerpo a sus pulsiones y a su aspecto más siniestro. La no-
taca, a quien los chibchas llamaban C h í a debido a su extrema belleza; era una . Iii , l.i muerte, el destino, las pasiones, la volubilidad de la fortuna, los desas-
diosa del placer y la perversión. Apareció en el altiplano cundiboyacense para II. . n.ittiiales: todo esto se le ha presentado al hombre en un cuerpo femenino,
enseñarles a sus habitantes los encantos de la pereza, el alcohol y la lujuria. Fue III. i', o menos atractivo, peto siempte sugestivo e inquietante.
de este modo como aparecieron las depravaciones y los vicios entre los pacíficos
y bien organizados chibchas.
II <. ulto a la virginidad y el terror a la sexualidad insaciable
Chibchacum, el dios de la sabana de Bogotá, indignado por la desver-
güenza de los habitantes de sus tieiras, desató su ira divina inundando por
I a mayor virtud de la mujer es la castidad.
completo todo su territorio. Los hombres^orrieron a refugiarse en las mon-
Texto pitagórico, siglo 11 a. C.
tañas, angustiados, muertos de frío y de hambre. Mediante ayunos, ofrendas
y sacrificios, desde sus refugios invocaron a Bochica para implorarle ayuda y
I lii.i de las m á s curiosas tradiciones relativas a las mujeres, legado de la A n t i -
perdón. Bochica, satisfecho por la forma en que los humanos lo adoraban,
l'iiedad, es la de definirlas como buenas o malas, respetables o perdidas, por
una tarde descendió a la sabana de Bogotá y abrió una grieta gigantesca en la
ar. relaciones sexuales con los hombres. Una buena hija era una hija virginal.
tierra. Enseguida, en medio de un estrepitoso sonido, las aguas de la inunda-
< 11.indo perdía su virginidad, debía hacerlo dentro del matrimonio, y por su-
ción cayeron por un precipicio conocido hasta hoy como el Salto de Tequen-
puesto debía mantenerse casta, esto es, tenei relaciones sexuales solo con su
dama.
• .poso, para no ser considerada como lasciva.
A d e m á s , molesto con Chibchacum por haberse sobrepasado con el casti-
go que les infligió a los chibchas, Bochica lo condenó a cargar el mundo sobre
I'ai las culturas tempranas el adulterio era básicamente un crimen de
sus hombros, lo cual no deja de tener inconvenientes, pues cuando Chibcha-
mujer. Un hombre lo cometía solo si m a n t e n í a relaciones sexuales
cum se siente cansado y reacomoda el mundo en su espalda, la tierra tiembla. A
ion la esposa de otro hombre, no con otra mujer. Todas poseían leyes
Huitaca, por su parte, Bochica la castigó convirtiéndola en la luna, y su instin-
severas para castigar la infidelidad sexual de una mujer. (Bonnie S.
to libidinoso y perverso puede sentirse en el efecto que tiene la luz de sus rayos
Anderson y Judith P. Zinsser, Historia de las mujeres)
sobre la vida en la tierra. En las noches de luna nueva, el astro no aparece en el
firmamento porque es cuando Huitaca retorna a la tierra en forma de lechuza
I ,a virginidad y la castidad estaban relacionadas con la obediencia al varón
para llamar a la perversidad.
|eíe de la famiha. El matrimonio significaba la transferencia de esa autoridad de
En conclusión los seres femeninos presentados hasta ahora, desde las an-
un varón a otro. La virginidad de una hija estaba ligada al honor de la familia y
cestrales diosas con sus atributos nocturnos, hasta las monstruas, híbridos de
una Ielación sexual que no contara con la aprobación de la potestad masculina
mujer y bestia, así como las mujeres primigenias, reflejan, en su mayoría, aque-,
mancillaba ese honor.
líos aspectos que el hombre debe combatir con las virtudes que ha de desarro-
42 43
I I I ( liyo teiuro se encontraba un pilar celestial, Amenomihashira, el cual cons-
La virginidad no es del todo tuya,
n i i i í . i la columna vertebral del mundo.
un tercio pertenece a tu padre, un tercio a tu madre.
Solo un tercio es tuya, no pugnes contra dos I ,a primera vez que rodearon dicha columna, él por un lado, ella por el otro,
que ha/i vendido a su yerno sus derechos sobre t i . lí eiKoiurarse de nuevo frente a frente ella comenzó a hablar y lo sedujo con pa-
(Catulo, siglo I , Poemas) I ilii.is amorosas tras lo cual se dedicó a estudiar el cuerpo de su compañero. A l
. I iiisiaiar que encajaban, se unieron. De dicha unión nació una criatura horrible.
I I <\s culparon a Izanami de la malformación del engendro por haber sido '
Por otra parte los hombres siempre han manifestado su recelo hacia las
. II.I l.i primera en hablar, lo que fue interpretado como una insinuación.
mujeres que utilizan su atractivo sexual para influir en ellos. La mujer que uti-
I',l primogénito deforme, al que llamaron Hiroku, fue considerado i n -
lizaba su sexualidad para aumentar su poder era estigmatizada como prostituta,
ili|',iio y sus padres lo metieron en una cesta de juncos y lo abandonaron en'el
sin importar su rango social.
111II. Tiempo después, Hirok u se convirtió en Ebisu, dios de los pescadores. La
l'iKJa volvió a hacer la ceremonia de la columna, pero Izanagi, el varón, invitó
Desde los primeros escritos de estas culturas, los hombres han ex-
• II .nielante a los juegos sexuales.
presado su temor al poder que la atracción sexual de las mujeres
Apatece aquí, latente, con la sutileza propia del espíritu japonés, el temor
ejercía sobre ellos. La solución de estas primeras culturas al pro-
I l.i incitación femenina, a que sea la mujet la que dirija los encuentros ínti-
blema consistió en el intento de dividir a las mujeres en categorías
mos, ('omo se verá más adelante, el personaje de Lilith, quien solo desea tener
particulares y distintas: la esposa y la prostituta. Una esposa d e b í a
imimidad con A d á n a su propio antojo y en la posición que a ella le resulte
set obediente a su esposo y seguir sus mandatos incluso en la cama.
pl.ieiruera, vuelve a encarnar la imagen de este miedo visceral a una sexuali-
La sexualidad independiente fue estigmatizada como característica
il.iil salvaje y gozosa; desbordante, de la mujer lúbrica que en Occidente está
de la ptostituta. (Bonnie S. Anderson y Judith P. Zinsser, Historia
ir|)resentada de forma esencial en la imagen de la vampiresa pero que, como se
de las mujeres)
|Mietle apreciar, es un temor bastante generalizado.
Por otra parte, es recurrente el mito de la vagina dentada, es decir, de una
Respecto a este tema, el pensador griego Plutarco (siglo i) escribe, en sus
ili id.id con dientes en la vagina que, al parecer, inspiraba mucho temot a los
Obras morales: "una esposa no debe evitar o poner objeciones cuando su mari-
lioiiibres, hasta que finalmente llega un valiente héroe que es capaz de arrancarle
do comienza a hacerle el amor, pero tampoco debe ser ella quien empiece. En
I ocios esos dientes, logra copular y sale victorioso de tan temida hazaña y peligro-
un caso ella está sobreexcitada como una prostituta, en el otro se comporta de
so desafío. imagen de esta leyenda ha sido muy atractiva para artistas y escri-
modo frío y carente de afecto".
l o i e s, (|ue han buscado plasmar ese atávico temor; los mitos de LiHth, Lamia, las
Este temor a la iniciativa femenina y a la sexualidad devoradora es expre-
M IIX, todas ellas sedientas de sangre y de cuerpos de hombres jóvenes, recreados
sado en forma más o menos explícita en diferentes cultutas. Según un mito ja-
imiiimeiables veces por poetas y escritores terminaron creando la imagen de la
ponés, los dioses decidieron enviar una pareja kamiÁ mundo, que era el octavo
mnji'i fatal cuya máxima expresión será la vampiresa. Freud utilizó la imagen
par de deidades aparecido tras la creación del universo, para que terminara de
lie l.i vagina dentata para explicar sus teorías sobre el miedo a la castración. El
solidificar esta tierra que a ú n era tan solo un lodazal movedizo, y enviaron a
1iiii'ilogo Leo Frobenius en Mitologías del atlántico, y posteriormente Cari Jung
Izanagi y a su hermana y esposa, Izanami.
en ¡hinsformacionesy símbolos de la libido, también hicieron referencia al miedo
La pareja se situó en un puente flotante del cielo llamado Amenoukihas-
I l.i mujer devoradora, particularmente durante el acto sexual. Pero el terror en
hi, que según parece era el arco iris y desde allí agitaron el mar con una lanza
el (oiazón de los hombres llegó hasta el siglo xx. Una leyenda urbana extendió
recubierta de piedras preciosas, llamada Amenonuhoko, hasta que una parte
el iiimor de que las prostitutas asiáncas solían esconder cuchillas y vidrios rotos
del océano se espesó y cuajó formando la isla de Onoroko. Izanagi e Izanami
eiitie sus piernas para cortarles el pene de manera salvaje a los soldados norte-
construyeron allí un palacio, Yahirodono-Shiseido, una espléndida edificación
44 45
americanos. Si bien esta pudo ser creada intencionaJmente para mantener a los su poder de seducción y el ejercicio de su cuerpo, es más dócil a los ojos de los
muchachos alejados de las peligrosas mujeres, parece ser que consiguió buenos hombres e inspira menos miedo que aquella que hace uso a su antojo de su
resultados. El temot a la sexualidad femenina avasallante como mantis religiosa 1uerpo. Si bien el pavor al descontrol que la atracción femenina puede producir
ha desarrollado también la creencia popular del "pene cautivo" según la cual a h.i estado latente siempre, este ha adquirido diferentes visos con el paso del
los hombres les puede suceder lo mismo que a algunos perros o gatos: quedar I lempo y según las diversas culturas. Los momentos más críticos para las muje-
enganchados sin posibilidad de desprenderse de su pareja durante el acto sexual. u s se han dado cuando esos cánones virginales han imperado con m á s fuerza.
N o obstante, no existe documentación que corrobore este temor, que no es m á s I',s entonces cuando se han imaginado situaciones absurdas como relaciones
que un reflejo del miedo que puede producir el penetrar una mujer. -exuales de las mujeres con el diablo o con animales demoníacos, o más aun,
Desde siempre, se ha considerado que el desbordante deseo femenino tie- cuando se las ha acusado de pactar con el diablo, por el simple hecho de llevar
ne visos de peligrosidad. El término ninfomanía, según el diccionario de la Real (11 s u naturaleza y en su piel algo que los hombres no logran dominar.
Academia, proviene de "ninfa" y "manía", y se refiere al furor uterino, el cual se Las diosas de la noche, hechiceras, brujas y vampiresas, se caracterizan
define como deseo violento e insaciable en la mujer de entregarse a la cópula. por ser apasionadas y despiadadas a un mismo tiempo, pero sobre todo por
La definición está precedida por la abreviatura "med", de medicina, por lo que, lener una sexualidad propia y por reconocer abiertamente sus deseos sexuales,
según parece, es considerada como una enfermedad. Se entiende por m a n í a una desligados completamente de la maternidad o de las relaciones sentimentales
preocupación excesiva. Según esto, la ninfomanía será un apetito sexual exage- duraderas. Incluso en ciertos casos algunas de ellas prefieren devorar literal-
rado de la mujer. Lo que no resulta claro es el límite de lo normal, ni si para los mente a los hombres, tras haber agotado sus fuerzas amatorias. Su imagen
hombres es el mismo que para ellas. Porque es claro que, en la jerga popular, recuerda a la de ciertos animales, como la viuda negra que mata al macho
los calificativos para referirse a mujeres con un marcado interés en los juegos de después de copular con él.
seducción carnal son en su mayoría, si no todos, despectivos, mientras que sus La peligrosa idea de que algunas mujeres tienen control sobre la sexuali-
equivalentes para los hombres son sinónimo de virilidad y hombría. dad masculina es un tema constante en la hechicería y la brujería; con este mo-
Si nos remitimos a la mitología, se encontrará que las ninfas para los grie- livo, el de atraer a un hombre especialmente escogido, y ligarlo, de ser posible
gos eran las deidades del bosque, de las aguas y del campo. Si bien ellas seducían i (ernamente e incluso contra su voluntad, es que surgen los filtros de amor, los
o se dejaban seducir por dioses, príncipes y pastores, no se consideraba que lon ju r os y los amarres. Estos yacen latentes como objetivo constante de casi
tuviesen ninguna enfermedad particular n i que portasen consigo n i n g ú n mal; (odas las hechiceras. Hacerse deseable y retenet a cualquier costo al ser amado
tampoco eran tratadas con desprecio. La evidente asociación de la sexualidad o deseado es el trasfondo del asunto,
con el mal, la enfermedad y el desprecio, tendrá su auge en la Edad Media, con Casi todas las figuras femeninas que conforman la evolución de la diosa
el advenimiento del cristianismo. Si bien las raíces del cristianismo se remontan .1 la vampiresa, desde la A n t i g ü e d a d hasta el mundo contemporáneo, son las-
a la tradición judía, en esta no se exalta la virginidad como un fin en sí mismo, civas, voluptuosas, con una lubricidad desbordante, con una torrencial sexua-
no corresponde al ideal femenino. Todo lo contrario, existía una particidar valo- lidad devoradora, amenazadora, incontenible, temible. Son seres femeninos
ración de la fertilidad y goce sexual en la mujer. Por lo tanto la sobrevaloración i|uc, a pesar de sus diferencias de tiempo y cultura, están presentes en la imagi-
de la virginidad con la imagen de María, la madre de Jesús, y toda la adoración nación popular como mujeres de rostros con bocas de un rojo intenso y labios
que se le hace como ideal femenino a un ser artificial y asexuado, como lo es esa luimedos, entreabiertos, cuyos gemidos se intuyen; su s ojos están entornados
imagen, que se impuso como modelo a seguir para la mujer, solo pueden traer < > completamente cerrados, y sus cuellos se doblan hasta perder la rigidez que
consecuencias nefastas, pata toda la sociedad, claro está, pero principalmente caracteriza el aplomo de lo racional. Ellas se divierten en el constante juego
para ellas, teniendo en cuenta que claramente de los hombres no se esperaba de la seducción y buscan frenéticamente el placer y el éxtasis, que se asemeja
lo mismo, ya que los héroes de todos los dempos se han caracterizado por sus .1 un estado hipnótico, en el que pretenden mantener a sus víctimas: aquellos a
numerosas amantes. Pero una mujer virgen y casta que se fiscaliza a sí misma. (¡uienes han escogido como sus amados.
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SUSANA CASI lil.l.ANOS UK ZUBUÍIA
Ellas están ahí, m á s allá del tiempo y de la historia, a la que ven pasar
Él es el escogido o descendiente de un gran dios del cielo, al que
como por una ventana o como un cuadro viviente, mientras ellas permanecen,
respeta. Ella es una hechicera, busca su contacto con la trascendencia
con los hombros desnudos e incitadores, con una piel blanquísima, con los
manipulando las fuerzas de la vida, por sus propios medios, subterráneos,
ojos ocultos y seguramente extraviados bajo unos párpados carnosos, con una
irreverentes, prohibidos.
languidez y un arrobo que pretende desperrar el furor sexual de los hombres.
Para él todo lo que tenga que ver con la lógica es claro y los senti-
Su apetito libidinoso, lúbrico, no ha cambiado desde el inicio de los tiempos,
mientos son brumosos, confusos; para ella la razón de él no existe o no la
como tampoco el fascinante temor que inspiran. _^
comprende o no importa, su espacio es el mundo de la magia, del deseo,
En algunas, figuras femeninas cuando sonríen, se pueden ver pequeños
los sueños y las alucinaciones. Él busca la virtud, la excelencia, vive el
colmillos que permiten intuir la fascinación que les produce alimentarse con
presente y construye la historia. Ella añora la pasión, vive en los márgenes
la sangre de su amado; ellas succionan su vida y llevan a su héroe a vislumbrar
del tiempo, trasciende los límites de la vida y la muerte.
la muerte. Ese es, finalmente, su principal oficio como vampiresas. Tienen en:
Enfrentarse entre ellos siempre será un desafio. El triunfo de él es
sus labios y en sus ojos el brillo de la provocación. Por eso, a partir de la Edad
una victoria de la virtud, la templanza, del control de la razón sobre el
Media llevan el estigma de ser las hijas de la primera mujer que m o r d ió la man-
instinto.
zana, la fruta del árbol prohibido, y s u c u m b i ó a la tentación del demonio.
El triunfo de la hechicera sobre el héroe significa que ella coleccione
De diosas a brujas es el paso de lo femenino natural a lo diabólico, hasta
el mayor número de instantes posibles en los que lo pueda retener con sus
casi ver destruida su alma en las hogueras de la Inquisición, donde se busca-
besos, con la esperanza de que por un efecto mágico se le filtren en la piel
ba extirpar la esencia de la a u t o n o m í a femenina, y donde se hizo particular
y lentamente le inunden el alma, haciéndole perder la voluntad. Todo es
énfasis en el temor que se sentía a los deseos sexuales femeninos. Se creía que
válido para mantenerlo a su lado.
hechiceras y brujas llevaban infiltrado en su sangre el veneno del deseo sexual
desenfrenado.
El hombre, el héroe, al contrario que la mujer, pareciera que no se acos-
El héroe y la hechicera lumbra a la simple permanencia de lo rutinariamente existente, a lo circuns-
i.incial; siempre le está exigiendo a la aparente consistencia de lo teal una evi-
El alma tiene por así decirlo una morada, en parte alojamiento de la dencia más profunda y verdadera. En una constante búsqueda de la excelencia,
mujer en parte alojamiento del hombre. Ahora para el hombre existe eiiircnta desafíos de monstruos y dragones, encarnaciones malignas de fuerzas
un lugar donde habitan los pensamientos masculinos, estos son sabios, iiidíHiiitas. El héroe busca afianzar con estos actos las que cree sus verdades
correctos, justos, prudentes, piadosos, llenos de libertad, audacia y apego .ib.solutas sobre su posición en el mundo y lo que desea, lo cual encarna el bien
a la s a b i d u r í a . . . Y el sexo femenino es irracional y afín a brutales pasio- <()mún, de su gente y de su pueblo. Se aferra con tal fuerza a ellas, que con
nes, temores, penas, placer y deseo de los que sobrevienen una debilidad emoción llega a arriesgar su vida por ello, como si le gustase creer desesperada-
incurable y enfermedades indescriptibles. meiue que lo que hace está bien y es lo correcto.
Filón de Alejandría, siglo i , citado en Constance F. Parvey, Camille Paglia, en su ohxdi Sexual Personae, plantea que el hombre se
The Theology and Leadership ofWomen in the New Testament arraiga en el "más allá", y la mujer en el "más acá"; el primero mira al cielo, la
sej;imda a la tierra. Lo celeste contra lo terrenal, el sentido contra lo instintivo.
El es racional (no obstante, racionalmente religioso); ella, apasio- I'ero estas diferencias son las que conducen a la creación, por parte del hombre,
nada y escéptica (quizás los dioses existan, pero no se siente obligada a (le esas figuras femeninas misteriosas y oscuras, peligrosas sombras fantásticas,
obedecerles). liei inosas proyecciones de una mente atormentada. "En la cultura griega clási-,
1a, el varón se identificaba con la civilización^la razón y el orden; la mujer con
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la naturaleza, la emoción y el caos. Se esperaba t^ue el hombre aplicase razón y iiiiijM i. i s desaprobaban a las mtijeres que ejercían funciones masculinas; si bien
lógica a su vida para controlar la emoción y el instinto" (Bonnie S. Anderson y 1II l.i historia siempre se han dado excepciones como es el caso de Deborah y
Juditb P. Zinsser, Historia de las mujeres). Mil ¡am, protetisas de Israel, cuando la generalidad en ese pueblo fue que dicha
Ya sean monstruas, diosas o hechiceras, ellas representan los desafíos a los l i i i K i(')n la ejercieron hombres. Pero incluso en el caso de ellas es explicable
que el hombre deberá enfrentarse con algo más que la fuerza física y la valentía |MM(|iic son profetizas de los primeros tiempos de la consolidación del pueblo
para superarlos. Son mujeres que representan por una parte la imprevisible il. IsiacL y aun se encuentran las gentes más cercanas a la naturaleza primor-
astucia, pero también la sexualidad independiente y el amor apasionado, la 1hil y al sentido de la mujer como ser cercano a lo espiritual. Luego, a medida
locura que engendra la culpa y los recónditos caminos del más allá y la muerte. • |iii (I sacerdocio se va formahzando, institucionalizando, al igual que en otros
Su condición femenina las hacer estar más cercanas a los sentimientos, y los l'ii. Iilos, queda exclusivamente en manos masculinas:
pueden manipular mejor que el hombre para quien dichas emociones son casi I .1independencia o autonomía femenina ha sido vista como una perver-
indescifrables. Es interesante notar que aun en la tradición judía, donde existe i'iii dfl orden natural de las cosas o una usurpación del espacio propio de los
un Dios único masculino, muchos consideran, particularmente en la tradición h hics. Esto es evidente incluso en el temperamento que se le atribuye a las
cabalística, que la Shejina son los valores más femeninos de Dios, su aspecto 'hir.as y se corrobora en las hechiceras cuyas características son más humanas,
más femenino. El tétmino además tiene que ver con el aspecto de habitación, |MM rn-mplo, en Circe y Medea, así como en Morgana, la hermana hechicera
residencia o morada. No obstante. Dios es Dios, descrito con artículos y pro- • I' I icy Arturo. Incluso las qtie no son consideradas magas por el uso de filtros
nombres mascidinos. Según esta interpretación, la mujer y no el hombre sería 1 l'in iones, llevan latente su condición por la fuerza de su encanto y seducción.
la que estaría en mayor cercanía con la divinidad entendida como el aspecto I 11la ¡•'.neida de Virgilio, poeta latino del siglo i . Eneas llega a probarse a sí
espiritual, como la facilidad para el contacto con lo trascendente, y el hombre l i l i M i i o como héroe al resistir la tentación que es para él el amor de la hermosa
con el mundo físico en el que enfrenta certeramente los desafíos que impone. I ' i i l i i , la poderosa reina de Cartago, que encarna el poder de la seducción.
Ahora bien teniendo en cuenta que por sus propias destrezas musculares y I li|'i en cambio como esposa a la dócil Lavinia, convenientemente callada y
analíticas, el hombre comprende más lo que tiene que ver con el descubri- i | i i i ilediiirivamente no tenía la fuerza ni el carácter de Dido, porque no musita
miento del mundo y sus hazañas lo llevan a inventar, conquistar y descubrir, I' lili 11a en toda la epopeya.
sus preocupaciones inquietudes e interrogantes más difícües tienen que ver con A las mujeres que encarnan a hechiceras, brujas, súcubos y vampiresas,
lo divino, donde busca respuestas. Por su parte, las preocupaciones e inquie- • 11. < aliíica como de espíritu independiente, particularmente en su sexuali-
tudes de la mujer, más en sintonía con la divinidad, tienden a ser corporales, •I l'l, ' jprichosas, voluntariosas. Tales eran las características y atributos de las
pasionales, domésticas y cotidianas ya que lo trascendental lo lleva inmerso en 'li.i.a',.
su naturaleza.
Aquellas monstruosas, con torma de mujer y de bestia, representan la
primacía del instinto sobre el intelecto; son seres que alejan al hombre de
la racionalidad y de lo que ha sido considerado como virtud. Personifican un
reto al héroe, que lucha contra sus pasiones y sus miedos tratando de mantener
su autocontrol y su templanza.
Comienza a generarse desde la Antigüedad una dicotomía, que tendrá su
auge durante la Edad Media, entre la mujer buena y la mala. La mujer ideal
sometía sus sentimientos, su instinto y su juicio a su padre, marido o protec-
tor; la mujer ideal, la que el héroe merecía, era aquella que se sometía volun-
tariamente a los hombres de su famiha. Tácita o explícitamente, las culturas
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