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Desarrollo cognitivo Un referente incuestionable en el desarrollo cognitivo de los bebes, es

sin duda Jean Pieget, quien concibe a estos como constructores incansables de su propia
inteligencia, a través de la exploración del mundo por medio de su actividad sensorial y motora.
Como se mencionó en la unidad 1, Piaget dividió en cuatro: Etapas el desarrollo humano. Las
etapas Sensoriomotriz y preoperacional coinciden con la primera infancia, las cuales
estudiaremos a continuación:

Percepción

Los diferentes sentidos que permiten al bebe entrar en contacto con el medio que le rodea
comienzan su maduración durante la vida prenatal, cuando se produce el nacimiento todos los
órganos sensoriales están en funcionamiento, aunque tienen un largo recorrido para llegar a los
niveles del adulto, de forma que al cabo de unas semanas , en el caso de unas capacidades, o de
unos pocos meses en el caso de otras, las posibilidades del sistema perceptivo del bebe han
alcanzado niveles semejantes a los de los adultos.

El sistema perceptivo, funciona como una bien diseñada plataforma de lanzamiento de la que
podrán después despegar otros muchos aspectos del desarrollo. La percepción tiene algo de
selectivo, que nos orienta a unos rasgos del entorno más que a otros, precisamente a aquellos
rasgos que son importantes para nuestra especie. De todos los sentidos humanos, la vista ha sido
el más estudiado. A lo largo del primer trimestre la visión va siendo progresivamente más clara, de
forma que a los tres meses de vida habrá dejado de ser borrosa, al menos en ciertas condiciones
de luz, contraste y distancia. Las capacidades visuales mejoran mucho a lo largo del segundo
trimestre de vida. Así por ejemplo continúan mejoras significativas tanto en la agudeza visual
cuanto en la percepción de la profundidad. En muchos aspectos, las capacidades visuales a los seis
meses han alcanzado los valores adultos, o están más próximos a dichos valores que a los del
recién nacido. En relación con la sensibilidad auditiva, los recién nacidos no solamente oyen, sino
que son capaces de hacer varias discriminaciones auditivas de una cierta precisión. Para empezar,
prefieren la voz humana frente a cualquier otro estímulo auditivo, son capaces de discriminar muy
pronto entre sonidos muy semejantes como ―ba‖ y ―pa‖. Son una forma de exploración del
entorno, desde los primeros días de vida giran la cabeza en dirección a la fuente de un sonido,
unos meses después utilizarán el sonido como fuente de información sobre la distancia a que se
encuentra el objeto que lo produce.

La sensibilidad táctil, está también bastante desarrollada en el momento del nacimiento, así como
al dolor producido por golpes o pinchazos, se sienten reconfortados si son acariciados. El tacto es
además importante por ser desde muy pronto un útil instrumento de exploración de los objetos
del entorno que se dejan manipular por él bebe. La sensibilidad olfativa, también se desarrolla
durante la vida fetal, olor agradable, desagradable, dan reacciones de agrado o desagrado.
Respecto al gusto, al nacer ya tienen sensibilidad a diferentes sabores, mostrando agrado ante
unos y desagrado ante otros.
Atención

La atención es un mecanismo de selección perceptiva que asegura la eficacia con la que se realiza
dicho procesamiento, ya que va guiando hacia donde debe éste dirigirse preferentemente. Así la
atención típicamente humana, es focal, sostenida y conjunta desde muy pronto. Los bebes nacen
con determinadas preferencias atencionales, es decir predisposición para atender a unos
estímulos frente a otros. En sus primeras semanas de vida los estímulos fijan la atención del bebe,
se siente irremediablemente atraído por los estímulos que contienen los rasgos que más llaman su
atención. La atención cautiva, se va poco a poco transformando en atención voluntaria como
consecuencia de la experiencia y los aprendizajes.

La exploración del entorno, que empieza siendo controlada por las características de los estímulos,
poco a poco va a ir dependiendo de las características del sujeto (experiencias, conocimientos,
expectativas), se va haciendo cada vez más controlada, más motivada, más experimentada y
cognitiva. A partir de los 2 años, la atención de niños va ganando en controlabilidad, adaptabilidad
y capacidad planificadora. La atención del niño se va haciendo cada vez más sostenida.

A los 4 años, la atención empieza a tener ya características estratégicas, los niños buscan de modo
sistemático los juguetes que han perdido en su habitación, mirando en los lugares donde los
vieron por última vez. Dos reflexiones importantes, de un lado que la atención llega a coordinarse
con otros procesos cognitivos como la memoria, el razonamiento y la resolución de problemas. De
otro, que las capacidades atencionales se pueden entrenar y potenciar gracias a la interacción con
adultos u otros niños.

Memoria

Desde sus primeros días los bebes son capaces de registrar en su memoria algunos
acontecimientos, se trata de estímulos o situaciones sencillas y de una huella mnésica breve y
frágil. Se refiere a acontecimientos y situaciones muy sencillas, y la duración de la huella mnésica
está lejos de poder compararse con la que habrá tan sólo un par de años después.

Una buena parte de las actividades de aprendizaje que los niños realizan está basada en la
utilización de estrategias de memorización. A los 5 años, los niños son por lo general pasivos, no
utilizan estrategias o las que se usan son ineficaces y no planifican las acciones a llevar a cabo. En
cambio a los 7 u 8 años, los niños van ya siendo activos, eficaces y planificadores. Lo que parece
existir es una progresión gradual en el uso de estrategias. La memoria autobiográfica es muy
temprana (entre 2 y 4 años los niños son capaces de describir sus recuerdos) y, sin embargo,
prácticamente ningún adulto es capaz de recordar sucesos personales que ocurrieron antes de los
tres años. Este es el fenómeno denominado amnesia infantil. Su explicación está relacionada con
el propio proceso de desarrollo de la memoria a estas edades tan tempranas.
Lenguaje

Alrededor de los seis meses el bebé se interesa por los objetos, para ello utiliza el gesto de
alcanzar. Muy pocos meses después 11-12, el gesto de alcanzar desaparece y es sustituido por la
señalización, usada también como una forma de requerimiento. Los bebes de 6 meses pueden
discriminar todos los fonemas de la lengua, y no solo de la suya, sino de cualquier lengua humana.
Esa capacidad psicoacústica realmente asombrosa parece que se pierde posteriormente, de
manera que si no estamos expuestos a ciertos contrastes fonéticos, perdemos la capacidad de
discriminarlos. Antes de que los niños comiencen a producir las primeras palabras, parece ser que
ya pueden captar diferencias en el material sonoro del habla, y diferencias en la entonación,
melodía y ritmo del lenguaje. Desde el momento de nacer los niños producen ruidos con su
aparato bucofonador (laringe, faringe y boca) y gritan y lloran. A los tres meses los niños suelen
producir sonidos de tipo gutural, gorjeos y hacia los seis meses comienzan a producir el balbuceo,
que se repite de forma rítmica y con variaciones en la entonación (tatatata). Hacia los 8-9 meses
los bebes comienzan a producir lo que algunos llaman ―formas fonéticamente consistentes‖ o
―protopalabras‖, estas producciones son de carácter idiosincrásico, cada niño emplea las suyas.
Generalmente van acompañadas de otros recursos comunicativos de que ya dispone el niño
(gestos, acciones). Las primeras palabras comienzan a hacer su aparición hacia los doce meses, en
las primeras 50 palabras entre los 12-18 meses se pueden apreciar ciertas estrategias fonológicas
que los niños usan sistemáticamente, lo cual confiere regularidad a sus producciones. Su
repertorio de fonemas es muy limitado, son frecuentes aquello como ―p,b,t,m,n,d,l,k,a,i,o,e,
como en mamá, papá, pete (chupete), lela (abuela), nene papas (nene comida), pato (plátano),
teta (galleta), keka (muñeca), ta (toma, trae). Después de que el repertorio léxico de los niños
supera las 50 palabras, hacia los 18 meses y aproximadamente hasta los 4 años, sus producciones
se hacen más complejas. Hacia los 5-6 años, comienzan el desarrollo metafonológico o
conocimiento consciente sobre la fonología. Empiezan a ser conscientes de las diferencias que
suponen los cambios en ciertos sonidos (pato/gato) y a ser conscientes de la estructura fonológica
de las palabras (sílabas y fonemas que las componen). Tales habilidades son esenciales para el
aprendizaje de la lengua escrita.

Piaget afirmo la primacía de lo cognitivo sobre el desarrollo de la comunicación y el lenguaje. Él


consideraba que el lenguaje entendido como representación, aparecía junto con otras conductas,
como traducción o expresión de la función simbólica y que al final del estadio sensoriomotor el
niño, a través de la coordinación y la diferenciación de los esquemas sensoriomotores, construía la
capacidad de representar objetos, sucesos, personas, etc.

A diferencia de Piaget, Vygotsky, tenía una concepción de naturaleza fuertemente sociogenética,


considerando que desde el comienzo de su existencia, los bebes se involucran en rutinas sociales
con sus cuidadores, de modo que su actividad no se da en el vacío, sino que se produce en un
contexto que está socialmente organizado por la cultura y las personas del entorno. Es decir que
para Vygotsky la cultura y quienes la representan, suministran permanentemente pautas y
procedimientos para organizar la actividad infantil en su entorno físico y social.
Desarrollo socio-afectivo

El apego. El vínculo emocional más importante en la primera infancia, es el apego; el cual es el


vínculo afectivo que el niño establece con una o varias personas del sistema familiar, en él se
pueden distinguir tres componentes básicos: Conductas de apego (interacción privilegiada con
esas personas) Representación mental (cómo son esas personas) Sentimientos (de bienestar o
ansiedad) Objetivamente su sentido último es favorecer la supervivencia, subjetivamente, la
función del apego es proporcionar seguridad emocional. Establecer adecuados vínculos de apego
con personas adultas que nos cuiden y eduquen, así como vínculos de amistad con iguales con los
que compartamos experiencias y juegos, es fundamental para el desarrollo. En cuanto a la
evolución del apego durante los primeros años de vida, hay que decir que, desde el nacimiento, se
da de unos sistemas de interacción con los otros, los cuales son: Sistema exploratorio o
tendencia a interesarse por el mundo físico y social y a conocerlo. Sistema afiliativo o tendencia
a interesarse por las personas y establecer relaciones amigables con ellas.

Los sistemas relacionales que aparecen hacia la primera mitad del primer año de vida son:
Vínculo de apego con una o varias personas con las que el bebe procura mantener la proximidad y
una interacción privilegiada. Miedo ante los desconocidos, este sistema permite al niño
identificar peligros potenciales para así pedir ayuda.

Desarrollo emocional

Entre los grandes recursos de que disponen los bebés para comunicarse con los cuidadores
destacan las señales emocionales. Desde los primeros días, los niños muestran expresiones
faciales de interés, asco y malestar. A finales del primer mes se observan las primeras sonrisas
ante la voz y la cara humana. Las expresiones faciales de enfado, tristeza y sorpresa comienzan a
evidenciarse hacia el segundo mes. Es a partir del tercer mes cuando permite suponer que la
expresión emocional del bebé revela su estado interno. En cuanto al miedo, las reacciones de
temor son infrecuentes durante el primer semestre de vida.

A lo largo de los tres primeros años, las expresiones emocionales se van haciendo cada vez más
selectivas, aumentan su rapidez y duración y, por supuesto, se van socializando en la interacción
con las figuras de apego. A los dos años, emergen dos expresiones faciales que indican claramente
el control infantil de la expresión emocional: el morderse el labio inferior para controlar la
expresión de ansiedad y la compresión de los labios como control de la expresión de cólera. Por
último el acceso al lenguaje determina un gran cambio en este aspecto de la vida emocional, ya
que proporciona a los niños un nuevo modo de expresión de sus sentimientos. Reconocimiento
de emociones y empatía. La capacidad de interpretar las emociones de sus cuidadores se
evidencia claramente con la aparición entre los 8 y los 10 meses de la llamada referencia social.
Ante una situación ambigua o nueva, los niños miran a su cuidador y utilizan la información de la
expresión emocional de éste para evaluar el objeto o el acontecimiento en cuestión y para regular
su conducta. Entre el segundo y el tercer año, gracias al lenguaje y al juego simbólico, se va a
producir un interesante avance en la comprensión de las emociones. Los niños se interesan por los
estados afectivos de los demás y los padres comienzan a explicar las causas de las emociones del
niño y de otras personas. Estas conversaciones contribuyen de manera indudable al desarrollo de
la comprensión emocional. Es a mediados del segundo año cuando, gracias a la diferenciación de
su propio yo del de los demás, la resonancia emocional global da lugar a verdaderas respuestas
empáticas acompañadas de las primeras iniciativas de consuelo hacia la víctima. Emociones
sociomorales. Las emociones morales como la vergüenza, la culpa y el orgullo, aparecen en el
transcurso del segundo año, una vez que se ha desarrollado el concepto de sí mismo. También
entre el segundo y el tercer año aparecen las primeras reacciones de culpa con intentos de reparar
el daño.

La tercera fuente de motivación para las emociones morales es la empatía, la reacción afectiva
vicaria con los sentimientos del otro. Cuando el niño siente dolor empático con la víctima y se
atribuye la responsabilidad del mismo, la reacción emocional consecuente es la culpa. Ya a los tres
años, juzgan más graves las violaciones morales (romper las cosas de otro) que las convencionales
(no dar las gracias por un favor recibido). La regulación emocional. Una de las grandes tareas
evolutivas es el desarrollo de la regulación emocional. Durante la primera infancia son los
cuidadores los que fundamentalmente modulan las emociones infantiles. Establecido el vínculo
afectivo, niños y niñas se dirigen selectivamente a la figura de apego como puerto de refugio en
los momentos de ansiedad, miedo o tristeza y desarrollan expectativas sobre la respuesta
reguladora materna. El papel de los padres en el desarrollo de la regulación emocional se pone
especialmente de manifiesto cuando analizamos los procesos emocionales que subyacen en los
tipos de apego. Entre el segundo y el tercer año, las competencias infantiles aumentan
enormemente, los padres comienzan a intervenir más directamente en la educación emocional de
sus hijos y sus estilos de intervención a partir de este momento y en los años posteriores ejercen
una gran influencia en la regulación infantil de la experiencia y de la expresión emocional.

Entre los 2 y los 3 años, tiene lugar un logro importante en relación con el desarrollo emocional, el
descubrimiento de uno mismo. Las emociones más importantes son la vergüenza, el orgullo y la
culpa. Su aparición tiene mucho que ver tanto con el desarrollo del yo y la autoconciencia, como
con la relación con otros y la adaptación a las normas.

Para que se pueda sentir la vergüenza u el orgullo, es necesario el conocimiento de las normas y
valores sociales, la evaluación de la propia conducta en relación con estas normas y valores, y la
atribución de responsabilidad a sí mismo ante el éxito o el fracaso por ajustarse o no a dichas
normas y valores. En cuanto a la

culpa, tiene mucho que ver con el desarrollo socio-moral y la aparición de conductas pro-sociales.
El mayor dominio del lenguaje que tiene lugar hacia los 3-4 años, implica una importante
influencia sobre el desarrollo emocional, puesto que constituye un instrumento preciso para
expresar y comunicar los propios estados emocionales ―estoy triste, tengo miedo‖. Otra emoción
que adquiere gran protagonismo en estas edades es el miedo. Los cambios más importantes a
partir de los 3-4 años en el desarrollo emocional no tienen que ver sólo con las manifestaciones
externas, sino también con la comprensión y el control de los estados emocionales. Desde los 3-4
años, los niños conocen que ciertas situaciones provocan determinados estados emocionales: la
regularidad de muchas experiencias cotidianas permite que se elabore una especie de guiones que
les ayudan a comprender los estados emocionales (recibir un regalo = alegría, ser castigados =
tristeza). A partir de 4-5 años las emociones comienzan a contextualizarse, posibilitando
comprender y explicar los estados emocionales en términos del ajuste que se da en cada situación
entre lo que se desea y lo que se consigue, entre la importancia de la meta y el resultado
finalmente alcanzado.

El desarrollo de la personalidad entre los 2 y 6 años. Con la perspectiva psicoanalítica en la 1


unidad vimos la teoría del Desarrollo psicosexual de Freud que explica su concepción de la
personalidad. Desde esta perspectiva existe otra teoría con un enfoque psicosocial. Erik Erikson
pionero de la perspectiva del ciclo vital, modificó y amplió la teoría freudiana al enfatizar la
influencia de la sociedad sobre la personalidad en desarrollo. En su teoría describe ocho etapas del
ciclo vital o estadios psicosociales (crisis o conflictos en el desarrollo de la vida, a las cuales han de
enfrentarse las personas). Tres de las etapas planteadas por Erikson ocurren en la primera
infancia.

Confianza Básica vs. Desconfianza. (Desde los 0 hasta aproximadamente los 18 meses). Es la
sensación física de confianza. Él bebe recibe el calor del cuerpo de la madre y sus cuidados
amorosos. Se desarrolla el vínculo que será la base de sus futuras relaciones con otras personas
importantes; es receptivo a los estímulos ambientales es por ello sensible y vulnerable, a las
experiencias de frustración son las experiencias más tempranas que proveen aceptación,
seguridad, y satisfacción emocional y están en la base de nuestra desarrollo de individualidad.
Depende entonces del sentimiento de confianza que tengan los padres en sí mismos y en los
demás, el que lo puedan reflejar en sus hijos (Papalia, 2009).

Autonomía vs. Vergüenza y Duda. (Desde los 18 meses hasta los 3 años aproximadamente). Esta
etapa está ligada al desarrollo muscular y de control de las eliminaciones del cuerpo. Este
desarrollo es lento y progresivo y no siempre es consistente y estable por ello él bebe pasa por
momentos de vergüenza y duda. Él bebe inicia a controlar una creciente sensación de afirmación
de la propia voluntad de un yo naciente, se afirma muchas veces oponiéndose a los demás. El niño
empieza a experimentar su propia voluntad autónoma experimentando fuerzas impulsivas que se
establecen en diversas formas en la conducta del niño, y se dan oscilando entre la cooperación y la
terquedad, las actitudes de los padres y su propio sentimiento de autonomía son fundamentales
en el desarrollo de la autonomía del niño. Este establece su primera emancipación de forma tal
que en posteriores etapas repetirá esta emancipación de muchas maneras (Papalia, 2009).

Iniciativa vs. Culpa. (Desde los 3 hasta los 5 años aproximadamente). La tercera etapa de la
Iniciativa se da en la edad del juego, el niño desarrolla actividad, imaginación y es más enérgico y
locuaz, aprende a moverse más libre y violentamente, su conocimiento del lenguaje se
perfecciona, comprende mejor y hace preguntas constantemente; lo que le permite expandir su
imaginación. Todo esto le permite adquirir un sentimiento de iniciativa que constituye la base
realista

de un sentido de ambición y de propósito. Se da una crisis que se resuelve con un incremento de


su sensación de ser él mismo. Es más activo y está provisto de un cierto excedente de energía, es
posible ocuparse de qué es lo que se puede hacer con la acción; descubre lo que puede hacer
junto con lo que es capaz de hacer. La intrusión en el espacio mediante una locomoción vigorosa,
La intrusión en lo desconocido por medio de una curiosidad grande, La intrusión en el campo
perceptual de los demás, Fantasías sexuales, (Los juegos en esta edad tienen especiales
connotaciones simbólicas sobre aspectos sexuales). Respecto de esto último, el niño posee una
genitalidad rudimentaria y tiene muchas veces sentimientos de culpa y temores asociados a ello
(Papalia, 2009).

El conocimiento social entre los 2 y 6 años. Investigaciones recientes han constatado que existen
importantes diferencias en la comprensión interpersonal que tienen los niños y niñas de 2-3 años
en comparación con los de 4-6 años. A los dos años incluyen ya en su lenguaje espontáneo todo un
conjunto de términos relativos a distintas características y estados de ellos mismos y de otras
personas (papa triste, coche roto, quiero ir al baño, Paula quiere dormir) En el lenguaje infantil
empiezan a aparecer términos relativos a conocimientos o creencias (Pedro no sabe hacer esto) En
torno a los 4 años, continúan progresando en su carrera de psicólogos intuitivos. Uno de los más
destacados avances que se observa a esta edad es la aparición de la llamada teoría de la mente, es
decir, la capacidad para darse cuenta de que los demás tienen estados mentales que no coinciden
con los propios y para entender cuál es el contenido de esos estados mentales. Muestran
capacidad para entender que una misma situación puede tener distinto significado para diversas
personas, dependiendo de sus expectativas, conocimientos o deseos de partida. Adquieren la
capacidad para engañar

intencionadamente a otros. Antes de los 4-5 años, han podido engañar a otras personas sin
proponérselo, sin embargo a partir de esta edad son conscientes. Se observan también avances en
la capacidad para imaginar y simular, capacidad que entre otras cosas, va a permitir al niño salir de
sí mismo y entrar temporalmente en la mente de los otros. Todos estos avances tienen su
traducción en un incremento de las conductas empáticas que les permite situarse en las
experiencia emocional de otro, así como, a estas edades, ser capaces de articular respuestas
eficaces ante las situaciones que provocan esas emociones, a condición de que les resultan
familiares por haberlas experimentado ellos mismos. Queda pues claro cuán lejos están de ser
incapaces de adoptar el punto de vista de otros, de salir de su propio egocentrismo y de ser poco
sensibles a lo que los otros piensan y sienten.

La adquisición de normas y valores entre los 2 y 6 años.


Las distintas teorías evolutivas plantean el proceso de desarrollo moral, veámoslas: Psicoanálisis.
Considera a los niños pequeños como amorales, que carecen de inhibiciones y su ello está
orientado a la obtención del placer. Entre los 3-6 años se desarrolla el super yo, conciencia moral
interiorizada una vez aceptada la primacía del principio de realidad sobre el principio del placer.
Teorías del aprendizaje. El énfasis se encuentra en los procesos de condicionamiento y de
aprendizaje vía reforzamiento de conductas y normas. El aprendizaje se lleva a cabo a través de la
observación de modelos dotados de autoridad y prestigio. Teoría Piagetiana. Considera el
desarrollo moral como un proceso de dentro hacia fuera, como un derivado del desarrollo del
pensamiento lógico, no observándose cambios

importantes en la forma de razonar la moral mientras no se produzcan avances en el razonar


lógico más general. Teoría Vigotskiana El razonamiento moral está mediado por instrumentos
simbólicos como el lenguaje y las formas de discurso. El desarrollo moral se entiende aquí como
una construcción sociocultural y no como un proceso de construcción individual elaborado al hilo
del desarrollo cognitivo.

El desarrollo de la conducta social de 2 a 6 años. Antes de los dos años, los niños se relacionan
giran fundamentalmente en torno a los adultos, a este tipo de relaciones se las denomina
relaciones verticales. A partir de los 2 años, empiezan a tener una presencia estable y creciente en
su vida las relaciones horizontales: se trata de relaciones simétricas (niño-niño) basadas en las
igualdades, la reciprocidad y la cooperación. Las relaciones entre iguales: la amistad. Entre los 2 y
3 años, empezamos a ver como los infantes dirigen hacia los iguales que consideran amigos,
comportamientos claramente diferentes de los que dedican a los meros conocidos. En general, las
interacciones con un amigo se suelen caracterizar por un mayor número de intercambios sociales
positivos (sonrisas, aprobaciones, afecto), más cooperación, ayuda, consuelo y en general más
comportamiento prosocial. Los grupos a estas edades se estructuran en función del género y de la
preferencia por actividades. Existe en su interior jerarquías de dominio, sobre la base de quien
domina o somete a quien en situaciones de conflicto. La interpretación que se hace de la
existencia de dichas jerarquías es que cumplen un importante objetivo en la dinámica de los
grupos: el de minimizar la agresión. Igualmente, los grupos incluyen redes filiativas, de manera
que cada uno ocupa un lugar respecto al resto de los miembros del grupo en función de la
aceptación o no que reciben de los demás. Las relaciones entre hermanos.

Las relaciones entre hermanos constituyen un tipo especial de vinculación a medio camino entre
las relaciones horizontales y las verticales que acaban de definirse, con elementos de unas y otras,
de complementariedad y de reciprocidad. Las primeras referencias que aparecen a su influencia
vienen de la mano de autores psicoanalíticos que centran su interés en los sentimientos de
rivalidad a que dan lugar y en cómo a través de las relaciones con hermanos, los niños tienen su
oportunidad de aprender a encontrar una expresión legítima al odio. Pero las relaciones entre
hermanos son mucho más que rivalidad y celos. Entre 2-6 años, viven la experiencia del
nacimiento de un hermano/a, recordando ese momento años después como un hito en la
autoconciencia y sin duda como un punto de inflexión en sus vidas. El nacimiento de un hermano
suele llegar acompañado de cambios muy importantes en las rutinas de vida de los pequeños de
estas edades y significa el inicio de una vida en común con alguien con quien se va a compartir casi
todo. Tras el nacimiento, los mayores enriquecen su autoconcepto utilizando nuevas dimensiones
(soy mayor, yo como solo, no utilizo pañal) se incrementa su capacidad para comunicarse y
hacerse entender, mejoran sensiblemente sus competencias en la adopción de perspectivas y en
general en todo lo que es la comprensión social. Existen diferencias entre unas parejas y otras de
hermanos y hermanas en el sentido de que en unas tiende a predominar el polo de la hostilidad y
en otras el de la proximidad y la calidez.

Las interacciones sociales en el juego y la agresividad. Los teóricos del juego no han dejado de
subrayar las enormes potencialidades y funciones que cumplen diferentes tipos de juego en el
desarrollo. Seleccionamos tres tipos de juego: el sensorial, el rudo- desordenado y el
sociodramático.

A través del juego sensorial-manipulativo, niños y niñas aprenden las propiedades que
caracterizan a los objetos y las leyes que los gobiernan, al tiempo que se

estimula su creatividad y se afirma un sentimiento de seguridad, de confianza y de dominio sobre


el entorno. Por otro lado, el juego rudo y desordenado les ayuda a descargar energía, lo que para
algunos es una necesidad; además a través de esta modalidad lúdica aprenden a controlar
sentimientos e impulsos, a diferenciar entre lo real y lo que se aparenta (el juego debe parecer
una pelea pero sin ser una pelea) y a consolidar el sentimiento de filiación social y de cooperación.
Por último a través del juego sociodramático, se proyectan en otras personalidades, lo que
enriquece su conocimiento social y les permite actuar y experimentar en el mundo de los adultos
imitando sus roles sin necesidad de exponerse a las consecuencias físicas, sociales emocionales o
económicas que se sucederían si lo realizaran en la realidad.

El de la agresividad es uno de los problemas que afecta a más niños y niñas durante la infancia y
una de las cuestiones que más preocupa a sus progenitores y educadores. La agresividad también
es explicada desde las diferentes teorías que explican el desarrollo humano. Para el Psicoanálisis
existe un instinto innato de muerte, orientado habitualmente hacia fuera pero ocasionalmente
hacia uno mismo. La energía agresiva se va acumulando en el sujeto, que la expresa a través de
medios aceptables (activ. deport.) o de conductas violentas y destructivas. La teoría del
Aprendizaje, explica que la agresividad se aprende cuando es reforzada, es decir, cuando lleva a
conseguir metas deseables. La perspectiva cognitiva, con su teoría del Procesamiento de la
información, pone el énfasis en la interpretación de la situación por parte del sujeto, en función de
sus experiencias pasadas, de sus metas, de sus habilidades para decodificar situaciones, para
buscar una respuesta adecuada, tomar la decisión sobre cómo actuar y ejecutar la respuesta.

De acuerdo con Shaffer (2000) las características de las conductas agresivas y su evolución
durante la primera infancia son:
En primer lugar, las rabietas de genio van disminuyendo durante este periodo y son poco
frecuentes después de los 4 años. Segundo, la tendencia a vengarse como respuesta a un ataque o
frustración aumenta significativamente a partir de los 3 años y está muy presente en los episodios
agresivos de los niños de más de 6 años. En tercer lugar también cambian los protagonistas que
originan la agresión, mientras que a los 2-3 años suelen manifestar agresión en situaciones de
frustración o enfado cuando los padres han hecho uso de su autoridad, la agresividad de los
mayores suele darse en el contexto de las relaciones más horizontales, con hermanos o iguales. En
cuarto lugar hay que diferenciar entre la agresividad hostil en la que la meta es causar daño o
perjudicar a la víctima y la agresividad instrumental en la que se causa daño a otro como medio
para conseguir un fin no agresivo. Otro dato importante y contrastado acerca de la agresividad a
estas edades, tiene que ver con las diferencias de género. En general, los varones se implican más
que las niñas en conflictos y actos agresivos más enérgicos, tanto físicos como verbales y tanto de
naturaleza instrumental como hostil (Shaffer, 2000).

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