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- RESULTADOS
“Es curioso saber que la observación sobre la actividad antibacteriana del Penicillum fue
hecha en primer lugar por un físico y no por un microbiólogo o médico” (Ledermann, 2006)
En 1875, el físico inglés John Tyndall, trataba de conocer si las bacterias estaban dispersas
en el aire en forma regular o agrupadas en pequeñas nubes o congregaciones. Para esto
colocaba un gran número de tubos de ensayo con caldo de cultivo en una determinada
área. Si las bacterias estaban dispersas en forma regular todos los tubos debieran mostrar
desarrollo, en caso contrario solo algunos tendrían desarrollo y los otros se mantendrían
limpios. Resultando que algunos de los tubos mostraban en la superficie el desarrollo de
Penicillum, y que una batalla se desarrollaba entre las bacterias y el hongo, siendo siempre
este último el vencedor, las bacterias muertas formaban un sedimento en los tubos
contaminados con el hongo. Tyndall publicó esta observación en 1876 en “Philosophical
Transaction of the Royal Society”, pero debido a que fue hecha siete años antes que Robert
Koch probara que las bacterias podían producir enfermedad (1882), no conllevó mayores
repercusiones.
Pasaron entonces casi 70 años para que en el año de 1928, Alexander Fleming en este
contexto histórico comenzó los estudios de una levadura observada por serendipia en una
placa de petri, inaugurando así la era de los antibióticos.
Pasaron los años: la gente seguía sucumbiendo ante las infecciones, mientras Fleming
buscaba algún compuesto que curara las enfermedades causadas por bacterias.
Para actuar, la penicilina requiere que las bacterias se reproduzcan y ésta interviene
durante la formación de la pared celular. Pero ambos microorganismos tienen temperaturas
de crecimiento diferentes. Fleming tomó una muestra del hongo y lo cultivó en caldo,
solicitando a un micólogo que lo identificara. Éste, erróneamente, le informó que se trataba
de Penicillium rubrum, acuñándose entonces el nombre de penicilina para este compuesto.
Fue hasta dos años después que Charles Norton, un micólogo americano, lo identificó
correctamente como Penicillium notatum. Trataron de aislar el compuesto pero sólo
pudieron obtener muy pequeñas cantidades; a pesar del informe publicado, no hubo mayor
interés en el hallazgo.
Figura 1.- Fleming en su laboratorio con Figura 2.- placa de petri en la que Fleming
sus cultivos y placas descubrio la penicilina
Durante años el descubrimiento de Fleming pasó casi inadvertido fuera de los círculos
científicos porque no fue capaz de producir suficiente penicilina pura como para probar
experimentalmente su hipótesis en un animal enfermo.
Al comenzar la Segunda Guerra Mundial en 1939, fue cuando ante la necesidad de curar
las heridas infectadas, se desarrollaron programas de investigación masiva sobre las
sustancias capaces de matar a las bacterias. Florey y Chain, que eligieron la penicilina para
sus investigaciones, tuvieron la suficiente constancia y ayuda, tanto científica como técnica
y económica, para llegar a obtener resultados que no sólo probaron la hipótesis de Fleming
sino que hicieron posible la utilización de la penicilina para combatir las infecciones.
Durante los primeros años la penicilina se usó exclusivamente para los soldados heridos,
pero en 1942 hizo su “presentación en sociedad” con motivo del incendio del Cocoanut
Grove, un centro nocturno de Boston, en donde fallecieron más de 200 personas y otras
200 fueron internadas. Los descubrimientos médicos permitieron salvar las vidas de muchos
quemados, quienes de otra forma habrían fallecido por infección. Se usaron plasma, furacín
y penicilina. Ésta última fue enviada en un camión vigilado por el Ejército desde una planta
de Merck al Massachusetts General Hospital.
En los años 40 y 50 del siglo XX se dio un incremento en el promedio de vida del ser
humano, lo que ha sido de suma trascendencia. Este incremento se debió a que se lograron
desarrollar una gran variedad de antibióticos, y a su vez se pudieron producir masivamente.
Como factor adicional, la sanidad en los hospitales, métodos de esterilización e higiene
personal tuvieron un gran mejoramiento. Era tal el optimismo, que se llegó a pensar que la
batalla contra las enfermedades infecciosas había sido ganada y eventualmente estas
enfermedades iban a ser erradicadas.
Los resultados observados en las últimas décadas muestran claramente que se ha
subestimado al rival. El desarrollo de nuevos y más eficientes antibióticos no es comparable
con los mecanismos de defensa que han desarrollado y activado distintas cepas
bacterianas
Antibióticos actuales
Los antibióticos son compuestos químicos segregados por distintos microorganismos para
cumplir con distintas funciones biológicas. A bajas concentraciones, son la base de la
comunicación con microorganismos alrededor al servir como mensajeros y como
reguladores de diferentes procesos bioquímicos en comunidades de bacterias. Al
segregarse en altas concentraciones sirven como mecanismo de defensa al ser letales para
otras cepas que intenten obtener nutrientes de su territorio.
“Como punto irónico y una comparación con una batalla ente David y Goliat, nosotros
somos la especie más joven del planeta, y nos hemos conformado con combatir bacterias
patógenas utilizando compuestos que ellos mismos fabricaron.”(Moronez Ramirez,2009)
Es por esto, que era simplemente cuestión de tiempo que éstos desarrollara un mecanismo
de defensa, y cabe mencionar que dada la naturaleza de los antibióticos, muchos de los
mecanismo de resistencia estaban latentes y previamente codificados en su ADN.
Mecanismos de resistencia
Los antibióticos han salvado millones de vidas, y además han supuesto una revolución en la
medicina. Sin embargo, una amenaza creciente deteriora la eficacia de estos fármacos: la
resistencia bacteriana a los antibióticos El desarrollo de resistencia a algún agente, ya sea
físico o químico, temporal o permanente, es un mecanismo evolutivo de adaptación que
pretende asegurar la supervivencia del organismo. La resistencia en particular a un agente
químico nocivo, como el caso los antibióticos, se genera mediante uno o una combinación
de los siguientes mecanismos: inactivación del antibiótico, modificación del lugar del blanco
de acción del antibiótico, modificación de la permeabilidad de la membrana celular, o la
sobreproducción del blanco de acción del antibiótico hasta sobrepasar la acción nociva de
éste.
Figura 5.- Los genes de resistencia usan diversas estrategias para escapar a la acción de
los antibióticos: formación de una “bomba de expulsión” que extrae el antibiótico del interior
de la bacteria (1); síntesis del un enzima de degradación del antibiótico (2); síntesis de un
enzima que transforma o inactiva el antibiótico (3); modificación de la proteína blanco del
antibiótico de manera que el antibiótico no pueda afectarla (4).
Las infecciones causadas por cepas resistentes e infecciones recurrentes no son solo un
problema de salud, dado que más de 100,000 personas mueren anualmente (cifra solo en
los Estados Unidos), sino que también es un problema económico que se traduce a un
gasto de más de 10 mil millones de dólares adicionales en el sistema de salud.
5.- CONCLUSIONES
6. - BIBLIOGRAFIA
José Antonio Viruez Soto, Descubrimiento de la penicilina, revista SCIENTIFICA v.6 n.1 La
Paz jun. 2008
Ponce de León R., Samuel. 1998. Notas sobre penicilina. Revista Ciencias, núm. 49, enero-
marzo, pp. 54-57.
Guillermo Acuña L, 2002, Descubrimiento de la Penicilina: Un Hito de la Medicina Cómo el
azar puede ayudar al Científico, Revista medica Clínica Las condes, Vol. 13, No. 1
Comsol. 2017, The Early Life of Margaret Hutchinson Rousseau, disponible en:
https://www.comsol.com/blogs/happy-birthday-margaret-hutchinson-rousseau/ consultado
19/09/2019
Blog de divulgación científica, Jorge Laborda, 2000, resistencia a los antibióticos, disponible
en: https://jorlab.blogspot.com/2000/04/resistencia-los-antibiticos.html consultado
19/09/2019