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El eje rector de la pastoral: la gracia en el servicio cristiano

Por: Ausencio Arroyo G.

Introducción

Nuestra generación es una generación sedienta. Algunas de las situaciones de


esta semana nos ilustra crudamente la cruda realidad: Un adolescente se sienta
solo en una habitación a oscuras y se pregunta si a alguien realmente le importa,
una mujer adicta a los somníferos intenta salir de su prisión y duda toda respuesta
prefabricada, un hombre se halla sin empleo y desespera de sus frustraciones, un
anciano llora en su soledad y aislamiento, una madre aprieta su corazón por una
hija que muere en edad de 29 años, de una enfermedad fulminante que destrozó
su hígado, una pareja siente el miedo de perder a su niña de un año de edad,
nacida cuando la madre bordeaba los cuarenta, el diagnóstico es: una posible
malformación genética de su corazón.

Los seres humanos buscamos significado, la sensación que nuestra vida importa
para el entorno y comunidad, la experiencia de que somos amados. Pero; muchas
veces las iglesias no propician la experiencia de sanidad de las personas, no son
comunidades vitales, no abrazan a los afligidos, no ofrecen soluciones a la
búsqueda de las personas. En la revista Christianity Today, un artículo señaló las
cuatro principales quejas de la gente en general hacia los cristianos, y estas
fueron:

Tú no me escuchas
Tú me juzgas
Tu fe me confunde
Tú hablas de lo que está mal, en lugar de hacer que resulte bien

Con este panorama que enfrentamos los cristianos, nos preguntamos ¿Qué
procede hacer? ¿Cuál es el camino a seguir? ¿Qué estamos haciendo mal? ¿Qué
dejamos de hacer? ¿Cuál es el camino que nos muestra Dios? ¿Cuál es la marca
de Dios, cuál es la manera de Dios de tratar con nosotros? La respuesta es: su
esencia y forma de hacer es la gracia. La gracia consiste en dar y perdonar, es
derramar generosidad, aún la misma historia de la salvación parece un despilfarro.

I. LA GRACIA ES LA MIRADA TIERNA DE DIOS

La gracia de Dios se interesa por la miseria, la fidelidad a los suyos, la solidez


inquebrantable en sus compromisos, adhesión de corazón y de todo el ser a los
que ama, es justicia inagotable que garantiza a todas las criaturas la plenitud de
sus derechos y de colmar sus aspiraciones. Es la paz y el gozo de los suyos (Sal
36:8ss; 63:4), haciendo de sus vidas más rica y más plena. La gracia de Dios
produce un estado de bendición, mantiene la vida, el gozo, la plenitud de la fuerza.
La gracia es como la mirada de Dios posándose sobre el bendecido.

El lenguaje corriente identifica la misericordia con la compasión o el perdón. Esta


identificación, aunque valedera, podría velar la riqueza concreta que Israel, en
virtud de su experiencia, encerraba en la palabra. En efecto, para él la misericordia
se halla en la confluencia de dos corrientes de pensamiento, la compasión y la
fidelidad.

El primer término hebreo (ra'hamim) expresa el apego instintivo de un ser a otro.


Según los semitas, este sentimiento tiene su asiento en el seno materno (rehem: 1
Re 3:26), en las entrañas (rahamim) — nosotros diríamos: el corazón— de un
padre Jer 31:20; Sal 103:13, o de un hermano Gen 43:30: es el cariño o la ternura;
inmediatamente se traduce por actos: en compasión con ocasión de una situación
trágica Sal 106:45, o en perdón de las ofensas Dan 9:9.

El segundo término hebreo (hesed), traducido ordinariamente en griego por una


palabra que también significa misericordia (eleos), designa de suyo la piedad,
relación que une a dos seres e implica fidelidad. Con esto recibe la misericordia
una base sólida: no es ya únicamente el eco de un instinto de bondad, que puede
equivocarse acerca de su objeto o su naturaleza, sino una bondad consciente,
voluntaria; es incluso respuesta a un deber interior, fidelidad con uno mismo.

Las traducciones de las palabras hebreas y griegas oscilan de la misericordia al


amor, pasando por la ternura, la piedad o conmiseración, la compasión, la
clemencia, la bondad y hasta la gracia (heb. len), que, sin embargo, tiene una
acepción más vasta. Desde el principio hasta el fin manifiesta Dios su ternura con
ocasión de la miseria humana; el hombre, a su vez, debe mostrarse misericordioso
con el prójimo a imitación de su Creador.

El Dios de misericordia. Cuando el hombre adquiere conciencia de ser


desgraciado o pecador, entonces se le revela con más o menos claridad el rostro
de la misericordia infinita.

En el Sinaí es donde Moisés oye a Dios revelar el fondo de su ser: El pueblo


elegido acaba de apostatar. Pero Dios, después de haber afirmado que es libre
para usar gratuitamente de misericordia con quien le plazca Ex 33:19, proclama
que sin hacer mella a su santidad, la ternura divina puede triunfar sobre el pecado:
«Yahveh es un Dios de ternura (rahum) y de gracia (hanun), lento para la ira y
abundante en misericordia (hesed) y fidelidad (emet), manteniendo su misericordia
(hesed) hasta la milésima generación, soportando falta, transgresión y pecado,
pero sin disculparla, castigando la falta... hasta la tercera y cuarta generación» Ex
34:6s.

El profeta Oseas revela que si Dios ha decidido no usar ya misericordia con Israel
Os 1:6 y castigarlo, su «corazón se revuelve dentro de él, sus entrañas se
conmueven» y decide no dar ya desahogo «al ardor de su ira» 11:8s; así un día el
infiel será de nuevo llamado «Ha recibido misericordia» (Ruhama: 2:3). En el
momento mismo en que los profetas anuncian las peores catástrofes conocen la
ternura del corazón de Dios: «¿Es, pues, Efraím para mí un hijo tan querido, un
niño tan mimado, para que cuantas veces trato de amenazarle, me enternezca su
memoria, se conmuevan mis entrañas y no pueda menos de desbordarse mi
ternura?» Jer 31:20; Is 41:14s, 54:7.

Si Dios mismo se conmueve de tal manera ante la miseria que acarrea el pecado,
es que desea que el pecador se vuelva hacia él, que se convierta. Si de nuevo
conduce a su pueblo al desierto, es porque quiere «hablarle al corazón» Os 2:16;
después del exilio se comprenderá que Yahveh quiere simbolizar con la vuelta a la
tierra la vuelta a él, a la vida Jer 12:15, 33:26; Ez 33:11, 39:25; Is 14:1, 49:13. Sí,
Dios «no guarda rencor eterno» Jer 3:12s, pero quiere que el pecador reconozca
su malicia; «que el malvado se convierta a Yahveh, que tendrá piedad de él, a
nuestro Dios, que perdona abundantemente» Is 55:7.

II. DIOS NOS REVISTE DE GRACIA

Si Dios es ternura, ¿cómo no exigirá a sus criaturas la misma ternura mutua?


Ahora bien, este sentimiento no es natural al hombre: homo homini lupus! Lo sabía
muy bien David, que prefería «caer en las manos de Yahveh, porque es grande su
misericordia, antes que en las manos de los hombres» 2 Sam 24:14. También en
este punto va Dios progresivamente educando a su pueblo.

Condena a los paganos, que sofocan la misericordia Am 1:11. Lo que quiere es


que se observe el mandamiento del amor fraterno Ex 22:26, muy preferible a los
holocaustos Os 4:2, 6:6; quiere que la práctica de la justicia sea coronada por un
«amor tierno» Miq 6:8. Si se quiere verdaderamente ayunar, hay que socorrer al
pobre, a la viuda, al huérfano, no hurtar el cuerpo ante el que es nuestra
propia carne Is 58:6-11; Job 31:16-23. Cierto que el horizonte fraterno está todavía
limitado a la raza o a la creencia Lev 19:18, pero el ejemplo mismo de Dios
ensanchará poco a poco los corazones humanos hasta las dimensiones del
corazón de Dios: «Yo soy Dios, no hombre» Os 11:8; Is 55:7.

El rostro misericordioso de Dios. Jesús, «sumo sacerdote misericordioso» Heb


2:17. Jesús, antes de realizar el designio divino, quiso «hacerse en todo
semejante a sus hermanos», a fin de experimentar la miseria misma de los que
venía a salvar. Por consiguiente, sus actos todos traducen la misericordia divina,
aun cuando no estén calificados así por los evangelistas. Lucas puso muy especial
empeño en poner de relieve este punto. Los preferidos de Jesús son los «pobres»
Lc 4:18, 7:22; los pecadores hallan en él un «amigo» 7:34, que no teme
frecuentarlos 5:27,30, 15:1s, 19:7. La misericordia que manifestaba Jesús en
forma general a las multitudes Mt 9:36, 14:14, 15:32 adquiere en Lucas una
fisonomía más personal: se dirige al «hijo único» de una viuda Lc 7:13 o a un
padre desconsolado 8:42, 9:38, 42. Jesús, en fin, muestra especial benevolencia a
las mujeres y a los extranjeros. Así queda redondeado y cumplido el
universalismo: «toda carne ve la salvación de Dios» 3:6. Si Jesús tuvo así
compasión de todos, se comprende que los afligidos se dirijan a él como a Dios
mismo, repitiendo: «Kyrie eleison!» Mt 15:22, 17:15, 20:30s.

La sobreabundancia de la misericordia. Dios es, pues, ciertamente el «Padre de


las misericordias» 2 Cor 1:3; Stgo 5:11, que otorgó su misericordia a Pablo 1 Cor
7:25; 2 Cor 4:1; 1 Tim 1:13 y la promete a todos los creyentes Mt 5:7; 1 Tim 1:2; 2
Tim 1:2; 2 Jn 3. El cumplimiento del designio de misericordia en la salvación y en
la paz, tal como lo anunciaban los cánticos al alborear el Evangelio Lc 1:50, 54,
72, 78, lo muestra Pablo claramente en toda su amplitud y sobreabundancia.

Seamos misericordiosos. La «perfección» que Jesús, según Mt 5:48, exige a sus


discípulos, consiste según Lc 6:36 en el deber de ser misericordiosos «como
vuestro Padre es misericordioso». Es una condición esencial para entrar en el
reino de los cielos Mt 5:7, que Jesús reitera después del profeta Oseas Mt 9:13,
12:7. Esta ternura debe hacerme prójimo del necesitado al que encuentro en mi
camino, a ejemplo del buen Samaritano Lc 10:30-37, debe llenarme de compasión
para con el que me ha ofendido Mt 18:23-35, porque Dios ha tenido compasión
conmigo 18:32s. Así seremos nosotros juzgados según la misericordia que
hayamos practicado, quizás inconscientemente, para con Jesús en persona Mt
18:31-46.

Mientras que la ausencia de misericordia entre los paganos desencadena la ira


divina Rom 1:31, el cristiano debe amar y «simpatizar» Flp 2:1, tener una auténtica
compasión en el corazón Ef 4:32; 1 Ped 3:8; no puede «cerrar sus entrañas» ante
un hermano que se halla en la necesidad: el amor de Dios no mora sino en los que
practican la misericordia 1 Jn 3:17.

El principio bíblico es muy claro: ¿Cuándo se han sentido amados? El amor es la


clave. “A Dios nunca lo ha visto nadie; pero si nos amamos unos a otros, Dios vive
en nosotros y su amor se hace realidad en nosotros… De esta manera se hace
realidad el amor en nosotros, para que en el día del juicio tengamos confianza;
porque nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo” 1 Juan 4:12,17

La gracia implica belleza y respeto, “soy como el que ha hallado gracia en sus
ojos” la gracia construye las relaciones más preciosas. Es la benevolencia. Dios
mismo es gracioso. Ex 34:6; Joel 2:13, Jon 4:2; Sal 86:15; 103:8; 114:4; 145:8

La gracia propicia amistad, la amistad es el mejor método de evangelismo, del


trabajo en equipo, de la administración, del aprovechamiento de los recursos, del
liderazgo, de la atención pastoral, la consejería, la educación a diferentes edades,
es la respuesta a las preguntas más profundas de la vida.

La gracia se extiende a los adversarios. En un sermón de Martin Luther King Jr


titulado “Amar a nuestros enemigos” dijo: “A nuestros más implacables oponentes
les decimos: «Hágannos lo que quieran, que nosotros los seguiremos amando. No
podemos obedecer con toda conciencia sus leyes injustas, porque no cooperar
con la maldad es una obligación moral tan fuerte como la de colaborar con el bien.

Métannos en la cárcel y los seguiremos amando. Tírenles bombas a nuestras


casas y amenacen a nuestros hijos, y los seguiremos amando. Envíen a nuestra
comunidad a perpetradores de la violencia encapuchados a la media noche, y
golpéennos y déjennos medio muertos, y los vamos a seguir amando. Sin
embargo, pueden estar seguros de que los vamos a vencer con nuestra capacidad
de sufrimiento.

Un día ganaremos la libertad, pero no solo para nosotros mismos. Entonces


habremos apelado de tal manera a su corazón y su conciencia, que los
venceremos al hacerlo, y nuestra victoria será una victoria doble.

Scott Peck expresa lo siguiente: “La gracia sirve para promover –prestar apoyo,
proteger y fomentar la vida humana y el crecimiento espiritual. Es una vigorosa
fuerza que, teniendo su origen fuera de la conciencia humana, promueve el
crecimiento espiritual de los seres humanos. A pesar de que todo se opone al
proceso, muchas personas logran mejorarse y mejorar su cultura. Una fuerza les
empuja a elegir su camino más difícil, a fin de que podamos trascender el cieno y
la basura en medio de los con frecuencia hemos nacido”.

Las personas están sedientas de una verdad que transforme sus vidas, Henri
Nowen declaró que su manera de orar había cambiado después de visitar a un
Centro de atención para enfermos de SIDA, donde escuchó historias de enorme
dolor, mientras escuchaba los relatos estremecedores en su interior decía: «Dios
mío, ayúdame a ver a los demás no como mis enemigos ni como impíos, sino más
bien como seres humanos sedientos. Y dame el valor y la compasión que necesito
para ofrecerles tu Agua Viva, que es la única que sacia esa profunda sed».

III. DOS IMÁGENES DE GRACIA EN LOS LÍDERES CRISTIANOS

El apóstol emplea dos analogías para describir la función pastoral, recurre a la


doble figura de padres amorosos: primero, como una madre tierna (vs.7-8) y
luego, como un padre comprometido (vv. 9-12).

“Aunque como apóstoles de Cristo hubiéramos podido ser exigentes con ustedes,
los tratamos con delicadeza. Como una madre que amamanta y cuida a sus hijos,
así nosotros, por el cariño que les tenemos, nos deleitamos en compartir con
ustedes no sólo el evangelio de Dios sino también nuestra vida. ¡Tanto llegamos a
quererlos!

Recordarán, hermanos, nuestros esfuerzos y fatigas para proclamarles el


evangelio de Dios, y cómo trabajamos día y noche para no serles una carga. Dios
y ustedes me son testigos de que nos comportamos con ustedes los creyentes en
una forma santa, justa e irreprochable. Saben también que a cada uno de ustedes
lo hemos tratado como trata un padre a sus propios hijos. Los hemos animado,
consolado y exhortado a llevar una vida digna de Dios, que los llama a su reino y a
su gloria” (1 Tesalonicenses 2:7-12).

Las dos imágenes paulinas sobre el ministerio cristiano nos definen dos principios
básicos que debemos adoptar.

A. UNA MADRE TIERNA (1 Tesalonicenses 2:7-8).

La figura del líder, generalmente, se asocia con una personalidad fuerte, con don
de mando, con una voz enérgica, con carisma que se impone ante los demás. El
modelo que muestra Pablo manifiesta una disposición y actitudes tiernas: «como
una madre que amamanta y cuida a sus hijos...». Estas características se hallan
en la promesa que hace Dios al pueblo exiliado en Babilonia: «Como pastor
apacentará su rebaño; en su brazo llevará los corderos, y en su seno los llevará;
pastoreará suavemente a las recién paridas» (Isaías 40:11).

En el cumplimiento de esta promesa, Jesús dijo: «Yo soy el buen pastor. El buen
pastor su vida da por las ovejas» (Juan 10:11). Las ovejas no son tan bellas y
tiernas como solemos pintarlas; más bien tienden a ser sucias y enfermizas,
además de tener una reputación de ser tontas; de modo que el trabajo de
pastorear que es sucio y gravoso, incluye la tarea de fortalecer a las débiles, curar
a las enfermas, entablillar a las fracturadas e ir tras las extraviadas.
El gran amor de Jesús lo reveló en su servicio y sacrificio. Hoy, los cristianos
necesitamos este amor sacrificial para cuidar de aquellos que el Señor ha puesto
bajo nuestra responsabilidad. Los pastores de Palestina, desarrollaban una
relación muy estrecha con su rebaño, a tal grado de caminar delante de ellas,
llamarlas, silbar o golpear con sus palos en el suelo y éstas seguían a su guía.

El pastor tierno acompaña a los solos, abraza a los desconsolados, está junto al
enfermo, cuida a los extraviados. Quizá la gente no los recuerde por los grandes
sermones, sino porque estuvieron junto a ellos cuando se les necesitaba. Ser
instrumento pastoral requiere una capacidad para escuchar con atención y para
reconocer en los ojos del otro la pena que embarga un corazón. El modelo
sacrificial exige que renunciemos a aquello que puede hacer daño a los que
alimentamos. Ayudar a que crezcan los niños en Cristo requiere mucha paciencia.

B. UN PADRE COMPROMETIDO

La función de padre se ha ido devaluando en la actualidad. En el ámbito mexicano


el padre está ausente, ya sea porque engendró y dejó a la madre sola o porque no
se involucra en el desarrollo de los hijos. El apóstol explica que su presencia en la
iglesia de Tesalónica fue de compromiso, procuró hacerse cargo de sí mismo en lo
económico y estuvo atento a las necesidades de la comunidad. Confrontó cuando
debía hacerlo y animó a los desalentados.

Las palabras finales del segundo discurso de la toma de posesión de Abraham


Lincoln son una breve, pero sustanciosamente expresión de la búsqueda de gracia
para restaurar las heridas de la nación: “Con malicia para nadie, con caridad para
todos, con firmeza en lo correcto, como Dios nos permite ver lo que es correcto,
esforcémonos en terminar la obra en que nos encontramos; para sanar las heridas
de la nación, para cuidar de aquellos que murieron en la batalla, de sus viudas y
sus hijos huérfanos; para todas las tareas que nos llevan a alcanzar y apreciar una
paz justa y duradera entre nosotros, y con todas las naciones”.

El mundo tiene necesidad de gracia, pues todos necesitamos afecto, ser


respetados, ser guiados sabiamente, conocer al verdadero Dios, protección y
seguridad, socializar, comunicación, buenas relaciones y libertad.

CONCLUSIÓN

Procuren que a nadie le falte la gracia de Dios… Heb. 12:15. El cuidado del alma
cristiana busca promover la cristiformidad por el fomento de la interioridad,
particularmente la internalización de la Palabra de Dios y de la manifestación de la
gloria de Dios en la vida humana. El cuidado pastoral sirve para sanar las heridas.
Guía a las personas a crecer en la madurez (ser perfectos) Ef 4:13. Si te importa
lo mismo que a Dios le importa, a él le importan los perdidos, los lejanos, los sin
poder. La labor del líder consiste en crear el ambiente en el cual sea posible el
crecimiento.

Se acompaña desde la propia fragilidad “…Mi poder se perfecciona en la


debilidad” 2 Cor 12:9. Un ejemplo de servicio de gracia lo constituye el Doctor
Denis Mukwege un médico de la República Democrática del Congo, recién
galardonado con el premio Nobel de la Paz por su dedicación a apoyar a las
mujeres víctimas de violación como estrategia de guerra de los ejércitos rebeldes.
Denis despertó su vocación mientras acompañaba a su padre, un pastor, mientras
visitaba a los enfermos. Su vida muestra la gracia. Todo lo que hagamos, con
cualquier persona, de cualquier edad, debe tener la marca de Dios: la gracia.

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