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PROFESORADO DE FILOSOFÍA
WILHELM DILTHEY
Y LAS CONCEPCIONES DEL MUNDO.
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de la vida se enlaza con ideal del romanticismo desde Goethe y tiene grandes
semejanzas y a la vez diferencias con las de Nietzsche y de Bergsón. La principal
diferencia estriba en que la nueva concepción de la vida viene fuertemente
impregnada de matiz historicista. Se trata de una filosofía histórica de la vida. La
unión de una filosofía de la vida con el problema de la historia es el mérito propio
y original de Dilthey, así como la estrecha conexión de esta filosofía de la vida
con el esfuerzo por fundamentar y esclarecer las ciencias del espíritu. Desde este
doble punto de vista suelen enfocar el pensamiento de Dilthey los autores, en
especial su comentarista moderno Otto F: Bollnow.
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cuales, aunque operen con “categorías de la vida”, deben resolver el problema
hermenéutico de la “relación de la vida y el pensamiento lógico”.
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La concepción historicista se enlaza íntimamente en Dilthey con su
filosofía de la vida y le sigue muy de cerca. Toda su concepción de la vida es
netamente historicista, pues la vida es un devenir que transcurre en la historia y
forma la historia.
Dilthey tiene el mérito de haber subrayado el momento histórico del
hombre, de haber descubierto que el hombre no sólo vive en la historia y tiene una
historia, sino que lo histórico es su modo de ser constitutivo, como la vida entera.
En esto consiste su historicismo. Sus pronunciamientos son frecuentes a este
respecto: “El hombre es algo histórico” (VII p.291), “una esencia histórica” (VII
p.151). “Yo soy, hasta en la profundidades inescrutables de mí mismo, una esencia
histórica ( VII p.278; VIII p.157). Su dimensión histórica es tan honda como su
naturaleza misma: “Justamente tanto como naturaleza, yo soy historia”.
El hombre es de esencia histórica y no sólo naturaleza, porque la vida
entera es una realidad histórica, la cual es “viviente”, es decir, ha de entenderse
como una fuerza de movimiento. En Dilthey, los conceptos de vida e historia son
tomados en un mismo sentido. Así repite con frecuencia el doble término “la vida
y la historia”, de modo semejante a la anterior expresión “vida y mundo”,
significando una unidad conceptual inseparable. Ambos conceptos marchan
paralelos sin límites netamente distinguibles entre ellos. “La vida es una misma
sustancia algo uno con la historia...La historia es simplemente la vida, concebida
desde el punto de vista del todo de la humanidad, que forma una conexión” (VII
p.256). La vida, pues, ha de concebirse siempre históricamente; y la unidad y
generalidad en ella contenidas han de entenderse como la comunidad de
estructuras enlazadas en el fondo histórico que las sostiene, una fuerza común que
se desenvuelve en una división interna de pueblos y edades. Si vida e historia
significan lo mismo, han de entenderse por el mismo método de
conceptualización. Por eso a las “categorías de la vida” las llama también
“categorías de la historia” (VII p362). Esto implica que una filosofía de la vida se
transforma en filosofía de la historia, y al contrario, que el plan de una “crítica de
la razón histórica” la ha realizado en una filosofía de la vida.
Dicha historicidad diltheyana encuentra su raíz en la temporalidad de la
vida. Dilthey ha desarrollado antes que Heidegger esta dimensión temporal de
todo el vivir. “En su vida, la primera determinación categorial, fundamento de
todas las otras, está contenida en la temporalidad” (VII p192). La vida se
desenvuelve en el espacio y tiempo como una corriente o flujo “que comienza en
el tiempo y en él acaba” (VI p113).
Y ha descrito con gran viveza “el tiempo concreto de la vida, medido no
por el reloj, sino por la vivencia del acontecer”. Este tiempo, como la vida, es “una
corriente ininterrumpida en que lo presente se hace sin cesar pasado, y lo pasado
presente. El presente es el llenarse de cada momento del tiempo de la realidad”.
El presente es “un corte en esta corriente incesante que llamamos tiempo”, pero
“la experimentable en ella es la plenitud de la realidad que avanza en el curso del
tiempo” (VI p.315). Tales descripciones sobre esta fenomenología de la
temporalidad son frecuentes en Dilthey, quien condensa su idea en frases que
preludian a Heidegger: “El presente está cargado del pasado y lleva en sí el futuro”
(VII p.232). “La conciencia concreta del presente contiene en sí el pasado y el
futuro” (VI p.314). Mas también ha señalado el desenlace fatal del acontecer
temporal, subrayando antes que Heidegger la dimensión de caducidad o
“corruptibilidad” que corroe la vida en el tiempo y está abocada a la muerte. Es el
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“enigma”, indescifrable a la experiencia, de la vida, declarada fuente de creación
inagotable y que así devora sus propios hijos...
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Esta concepción ocupa el rango inferior dentro de estas interpretaciones.
La visión de lo religioso en Dilthey es siempre de radical agnosticismo, que
implica la negación de todo objeto trascendente y se funda en la pura experiencia
inmanente.
Según Dilthey “las concepciones religiosas del mundo surgen en una
especial conexión vital (Lebensbezurg) del hombre. (En la antigüedad) el hombre
deseaba asegurarse para sí las fuerzas de seres superiores, colocarse en buenos
términos con ellos. Las acciones encaminadas a estos fines constituyen el punto
de partida. Se origina el oficio del brujo, del hechicero o del sacerdote, y a medida
que este gremio se va consolidando, va almacenando procedimientos,
experiencias, saber, y va constituyendo también un modo peculiar de vida que lo
distingue de los otros miembros de la sociedad.
El factor decisivo reside en como se desarrollan las primitivas ideas
religiosas sobre la base de las experiencias recurrentes del nacimiento, la muerte,
la enfermedad, el sueño, la locura, las intervenciones dañinas y saludables de los
demonios, las fugaces apariciones del orden dentro de la naturaleza, que apuntan
siempre a una relación teleológica con el que la contempla, lo fortuito, la
destrucción y la lucha.
El pensamiento analógico conviene a las ideas religiosas formando
doctrinas a cerca de doctrinas del mundo, del hombre y a cerca de la procedencia
del alma.
El mundo se halla cubierto de la relación religiosa de las cosas y
personas concretas con lo invisible, y con arreglo a esta relación recibe su
significación religiosa por la fuerza final que les asigna.
Con la intervención del genio religioso se añade a las acciones
particulares entre los hombres y los seres superiores una relación interna del
hombre entero con estos seres. Esta experiencia religiosa concentrada acopla a
las ideas religiosas elementales en concepciones religiosas del mundo, las que se
caracterizan porque en ellas se lleva a cabo la interpretación de la realidad, el
enjuiciamiento de la vida y el ideal práctico partiendo de la relación con el
invisible.
Todas las formaciones típicas de estas concepciones religiosas del
mundo contiene, desde un principio la oposición entre seres benéficos y dañinos,
entre la existencia sensible y el mundo superior.
El contenido religioso con su magia, sus fuerzas, personas y santuarios
religiosos, su escritura pictórico-simbólica, constituye siempre el trasfondo de las
concepciones religiosas del mundo, lo mismo que el pueblo representa la ancha
y la última capa en que se asienta la vida común eclesiástica. En estas
concepciones del mundo se contiene un oscuro núcleo, específicamente religioso,
que nunca puede esclarecer y fundamentar el trabajo conceptual de los teólogos.
Se produce entonces una situación según la cual la concepción religiosa
del mundo representa la preparación de la concepción metafísica, pero jamás se
disuelve en ésta.
El ánimo religioso tiene siempre razón con sus experiencias, pero el
espíritu en avance se da cuenta de que la fijación del alma en el mundo
suprasensible, producto histórico de la técnica sacerdotal, mantuvo otrora un
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poderoso idealismo, pero en artificiosa lejanía, e impuso la disciplina de la vida,
pero con aspereza ascética; el espíritu debe buscar en su marcha por la historia
posiciones más libres con respecto a la vida y al mundo, posiciones que no se
hallen vinculadas a tradiciones que proceden de orígenes oscuros y dudosos.
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2.3 Concepción filosófica ( metafísica):
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los espiritualistas franceses. Esta doctrina interpreta el mundo en términos de
voluntad libre, de independencia de lo espiritual frente a la naturaleza. Este libre
poder personal se halla vinculado en relación con las otras personas, formando “el
reino de las personas” unidas entre sí por normas morales y con una causa personal
absoluta y libre. Aparece la figura de un Dios trascendente que domina el curso
del mundo y determina reglas para la adopción de los fines.
Introducción
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La concepción del mundo es dada de una vez en su totalidad, es inalterable y depende
en gran medida del carácter individual del pueblo o conjunto de pueblos, del momento
histórico, etc. La confusión entre imagen y concepción del mundo, así como la confusión
entre ésta y la filosofía han sido desentrañadas recientemente cuando se ha advertido la
posibilidad de una separación de las mismas y, con ello, la posibilidad de una teoría de
las concepciones del mundo íntimamente relacionada, según Dilthey, con el problema de
la filosofía de la filosofía. En general puede afirmarse que existe una jerarquía de las
concepciones del mundo por la cual las mas amplias y elevadas comprenden en su seno
las cosmovisiones más angostas en un entrecruzamiento acaso imposible de separar en
toda su pureza. Las investigaciones realizadas a este efecto desde diversos ángulos y con
ayuda de varias ciencias por Dilthey, Scheler, Spranger, Litt, Jung, Jaspers, entre otros
constituyen hasta el momento la mayor aportación realizada para la aclaración del
problema. Cada una de estas investigaciones parte de un ángulo distinto. Así en Dilthey
se establece una tipología que, más atenta a los tipos metafísicos, comprende como
cosmovisiones básicas el materialismo, el idealismo objetivo y el idealismo de la libertad.
Conclusión:
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vida es, por lo demás, uno de los temas que la más reciente filosofía de la vida ha
intentado precisar. El estudio de la concepción del mundo y de las concepciones
del mundo en particular pertenece a una esfera de estudios distinta de la filosófica.
La concepción del mundo se refiere al conjunto de intuiciones por las cuales se
tiene un saber en su mayor parte no teórico del mundo y de la vida en su totalidad..
Bibliografía
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Índice:
Introducción
1. Historicismo. Wihelm Dilthey........................................................................1
1.1. Filosofía vitalista e historicista………………………………………...…….1
1.2. La vida como principio y realidad supremos..................................................2
1.3. La realidad como historia................................................................................4
2. Tipos de concepción del mundo.......................................................................5
2.1. Concepción religiosa........................................................................................6
2.2. Concepción artística.........................................................................................7
2.3. eConcepción filosófica.......................................................................................8
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Conclusión..............................................................................................................9
Bibliografía...........................................................................................................10
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