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Efectos adversos de los opiáceos.

Entre los principales efectos adversos encontramos: depresión respiratoria, disminución del
nivel de conciencia, confusión mental, bradipsiquia, estreñimiento, náuseas y vómitos, miosis,
retención urinaria, prurito, aumento de la presión intracraneal e hipotensión postural,
tolerancia y dependencia.

La depresión respiratoria y central son los efectos más graves de la sobredosificación. Su


incidencia es mayor cuando se usa la vía intravenosa.

Como antagonista específico se dispone de naloxona, que se administra por vía intravenosa,
subcutánea o intramuscular a la dosis de 0,4 a 2 mg disueltos en 10 ml de suero salino, repetidas
cada 2-3 min. El efecto aparece en pocos minutos, de modo que si con una dosis total de 10 mg
no se obtiene respuesta, debe cuestionarse que el cuadro se deba a una sobredosificación
opioide. En niños la dosis es de 0,01 mg/kg por vía intravenosa. La duración de acción es
aproximadamente de 45 min, por lo que en muchos casos, y para evitar la reaparición de la
depresión respiratoria, se precisa repetir las dosis de naloxona o administrarla en infusión
continua. Antagoniza también el efecto analgésico, por lo que puede aparecer dolor intenso en
el paciente previamente controlado.

En pacientes en tratamiento con fármacos cardiotóxicos puede provocar problemas


cardiovasculares graves.

Las contraindicaciones se producen en casos de hipersensibilidad al fármaco, asma bronquial


aguda, obstrucción de las vías respiratorias altas, insuficiencia respiratoria aguda, alcoholismo
agudo, abdomen agudo, traumatismo craneal e hipertensión intracraneal.

Aplicaciones terapeuticas.

La morfina se emplea en el tratamiento del dolor agudo o crónico de gran intensidad, y es


especialmente útil en el dolor nocigénico, o por activación de nociceptores. En el dolor
denominado neuropático, por lesiones en el SNC o periférico, es mucho menos eficaz.

La dosis adecuada a cada paciente se obtiene a través de un incremento escalonado de la dosis


y de la evaluación continua del nivel de analgesia obtenido y de la presencia e intensidad de los
efectos adversos. En un porcentaje de pacientes, que oscila entre el 10 y el 30%, la aparición de
efectos adversos intolerables tiene lugar antes de la obtención de una adecuada analgesia. Estos
pacientes deben ser evaluados clínicamente para determinar la causa de esta escasa respuesta
al tratamiento (enfermedades asociadas, complicaciones de la enfermedad tumoral).

La analgesia controlada por el paciente es una técnica que consiste en la autoadministración de


analgésicos mediante una bomba de infusión que puede ser activada por el paciente, pero cuyos
parámetros, en lo referente a dosis e intervalos, están previamente programados para evitar la
sobredosificación. Se usa habitualmente para administración intravenosa, permitiendo alcanzar
concentraciones plasmáticas muy estables dentro de la ventana terapéutica, y adaptadas a las
necesidades de cada individuo. También puede utilizarse en las vías subcutánea y epidural. Si la
situación clínica del paciente exige un cambio de la administración de morfina por vía oral a la
rectal no es necesario modificar la dosis, pero si el cambio es de la vía oral a la subcutánea, la
dosis se reducirá a la mitad, y se reducirá a un tercio si se cambia de la vía oral a la intravenosa.

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