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MARIO CASTELNUOVO-TEDESCO

su vida y obra para la guitarra

por

CORAZÓN OTERO
A Brenda, Leo y Fernando
con todo mi Corazón.

Mario Castelnuovo-Tedesco, su vida y obra para la guitarra

Ⓡ Corazón Otero
Todos los derechos reservados, según la Ley.

Primera Edición en español:


1987 Fomento Cultural Corazón Otero, A.C.
ISBN 968-6226-00-1
Segunda Edición en Español:
Enero 2011

DISEÑO:
Fernando Macías Pereznieto - www.muillium.com

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PALABRAS PRELIMINARES
Por Andrés Segovia

Mario Castelnuovo-Tedesco, compositor de primera línea, entre los más célebres y


admirados de hoy ha resistido, con singular heroísmo, a adherirse a los vanguardistas de la
música actual. Esto no quiere decir que se haya sentado confortablemente en inmóvil
retaguardia.

Sus composiciones tienen vivencia intemporal. Durarán siempre. Los oídos de


jóvenes músicos de centurias por venir se complacerán en la audición -y si son artistas, en
la ejecución- de sus obras, que no tendrán decadencia estética ni arrugas epidérmicas.

Ha sido además, uno de los Maestros que han trabajado más y mejor para enaltecer
el prestigio de la guitarra. Cerca de un centenar de obras le ha dedicado a ella.

En esta brevísima nota debo abstenerme de mencionar la iniciación y desarrollo de


nuestra amistad, basada en mutuo y hondo afecto.

Me es muy grato recordar su fértil talento, su fidelidad inquebrantable a la música


eterna y la honestidad y simpatía, no esforzada, de su persona.
Fuimos muy amigos y aún lo sigo siendo de sus hijos y de la dulce Clara, su viuda.

Andrés Segovia
Madrid, enero 10 de 1985

Andrés Segovia y Corazón Otero

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PRÓLOGO

Regresé una vez más a Florencia para evocar la figura del maestro, para caminar
por esas callejuelas estrechas y empedradas y ante el campanil del Giotto contemplar el
bajorrelieve del Pisano que le inspirara I Naviganti; pararme en la plaza de la Señoría e
imaginar su Savonarola y en medio de ese ambiente milenario sentir Le Variazioni
attraveso i secoli; y, al atardecer, cuando el cielo parece de fuego, ver la que fuera la casa
de Mario Castelnuovo-Tedesco reflejada en el Arno.
Regresé asimismo, para recopilar todo lo que me fuera posible a propósito de su
vida y de su obra. De este modo, obtuve por medio de mi amigo Angelo Gilardino y del
señor Fabio Boccosi toda la música de Castelnuovo-Tedesco para guitarra que ha editado la
casa Bérben de Ancona y la autobiografía inédita del gran músico.
Con este material en las manos, me dediqué durante varios días a leer y a estudiar
con detenimiento la autobiografía del maestro, lo cual representó para mí un verdadero
placer, en virtud de la forma tan interesante, sencilla y amena con que Castelnuovo-
Tedesco redactó sus memorias. En ella me basé para estructurar el presente trabajo.
A partir de entonces, comprendí mejor su música y acudí a escuchar todas sus obras
que estuvieran en ese momento en concierto; asistí a su ópera The importance of being
Earnest tomada de la comedia de Oscar Wilde, fui a escuchar sus líricas y las piezas para
guitarra que se incluían en los programas.
Todo surgió en el verano de ese año, 1983, en que me reuní en Vercelli con mi
querido amigo, compositor y guitarrista, Angelo Gilardino, quien me preguntó por qué no
escribía un libro sobre Mario Castelnuovo-Tedesco, compositor tan amado y admirado por
los dos.
Después de haber escrito el libro Manuel M. Ponce y la guitarra, me encantó la
idea de hacer uno sobre este otro compositor tan cercano a mí, no sólo por su música sino
por haber nacido en Florencia, mi segunda ciudad.
En seguida me puse en contacto con sus parientes, amigos, alumnos, compositores
y músicos que habían convivido con él. Todos ellos me respondieron con su inmediata
colaboración por lo que les estoy sinceramente agradecida, lo mismo que a Paolo Paolini a
quien doy mi reconocimiento por su valiosa ayuda.

La primera que visité fue a su cuñada Adriana Castelnuovo-Tedesco -esposa de su


hermano Guido- quien amabilísima me mostró fotografías y cartas y me platicó anécdotas y
pasajes de la vida de su cuñado al que tanto admiraba y había querido.
Días más tarde me empezaron a llegar datos, fotografías y copias de su
correspondencia con los maestros Andrés Segovia, Angelo Gilardino, Alexandre Lagoya,
Alirio Díaz, Alvaro Company, Christopher Parkening, Elias Barreiro, John Duarte, Manuel
López Ramos, Michael Lorimer, Oscar Ghiglia, Paolo Paolini, Ruggero Chiesa, Siegfried
Behrend y otros más.
Posteriormente, me dirigí a la ciudad de Los Ángeles, en California para
entrevistarme con su esposa Clara y su hijo Lorenzo.

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La impresión que tuve al entrar a la casa del maestro fue la de estar en un templo;
con esa misma devoción con que se detiene uno ante las imágenes religiosas, fui
deteniéndome ante cada uno de los rincones, de los objetos, de todas esas cosas que
conformaron el mundo personal del compositor y que han sido conservadas con tanto amor
y respeto por su viuda y sus hijos.
Clara y Lorenzo me fueron mostrando toda la casa; el estudio lo han mantenido
intacto y en él se siente la presencia del maestro, sus partituras encima del piano, sus libros
en el pequeño escritorio junto a papeles y lápices; en la pared hay una carta enmarcada que
le enviara el poeta italiano Gabriele D’Annunzio, así como diplomas y fotografías; todo en
un ambiente acogedor y armonioso.

Clara Castelnuovo-Tedesco, Corazón Otero y Lorenzo Castelnuovo-Tedesco

Generosos, me facilitaron documentos, fotografías y cartas que sobrecogida, fui


seleccionado.
Por todas las atenciones y magnanimidad que tuvieron para conmigo, a Clara,
Lorenzo y Pietro Castelnuovo-Tedesco quiero hacerles público mi más profundo
agradecimiento.
Salimos al jardín, vi un limón cargado de frutos que el mismo Castelnuovo-
Tedesco sembró, las azaleas y los geranios en flor que tanto cuidaba.
Recordé una frase que había leído en su autobiografía en la que el maestro había
escrito que el jardín era el símbolo de su vida, donde descansaba y donde trabajaba:

En él crece la hortaliza; mi música para las películas


y flores en abundancia; la música que escribo para mí.

Después de esta visita inolvidable, el libro sobre el maestro estaba en mi mente.

Corazón Otero

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¡Sí, Florencia es grande!
No es grande de extensión mi Florencia,
puedo abrazarla con una mirada,
pero es tan grande en lo que representa,
es tan grande en mi corazón.
M. C. T.

Mario Castelnuovo-Tedesco

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PRIMERA PARTE

1- FLORENCIA, 3 de ABRIL DE 1895

A la sombra de la gran cúpula de Brunelleschi, nació en Florencia, Mario


Castelnuovo-Tedesco.
Sus antepasados llegaron a Italia desde España siglos atrás, de allí le viene su
nombre: Castelnuovo, “Castilla Nueva”. Su familia era de banqueros, actividad común
entre los judíos en la Italia de ese tiempo. Su abuelo paterno, Angiolo Castelnuovo y el
esposo de su tía, Samuel Tedesco, eran banqueros y socios. Los Tedesco no tuvieron hijos
y dejaron como heredero de sus bienes a Angiolo, con la única condición, de que su familia
adoptara el apellido Tedesco para que éste no se extinguiera. Fue así como su abuelo se
convirtió en Castelnuovo-Tedesco.
Cuando los padres de Mario se casaron, él tenía treinta años y ella diecisiete. Sus
temperamentos eran completamente distintos; su padre, Amedeo Castelnuovo-Tedesco,
banquero también, era un hombre rígido, racional y reservado, pero amaba a su familia y a
ella dedicaba todos sus esfuerzos. Su madre, Noemi Senigaglia era fantasiosa y exuberante,
alegraba su hogar jugando tiernamente con sus hijos, tocaba el piano y cantaba para ellos.
Mario tenía dos hermanos mayores que eran fuertes y robustos: Ugo, enérgico y
con una viva inteligencia y Guido, quieto, reflexivo, con una apacible y dulce bondad.
Mario era un niño frágil y delgado, de temperamento tranquilo, tenía frente amplia,
cabellos rizados y castaños, ojos profundos y soñadores.
Habitaban en el segundo piso de un bello edificio del Renacimiento florentino que
se encontraba a pocos pasos de la catedral de Santa María de las Flores, en la calle Martelli
número 4. Las estancias del departamento eran enormes; con techos altos y estaban
comunicadas por estrechos corredores, húmedos y oscuros. En conjunto daba una
impresión de frialdad.
El padre decidió que Mario realizara en su casa los estudios de la escuela primaria,
como lo habían hecho sus otros hijos. Decía que con la mala higiene que había en los
colegios temía que los contagiaran de las enfermedades infantiles.
Del tío Tedesco, además del apellido, heredaron una villa en Giramonte. La casa
estaba construida con habitaciones en fila una tras otra, que hacían pensar en un pequeño
convento; inspiraba un aire monástico. Se hallaba situada en una de las colinas que rodean
la ciudad de Florencia; desde la parte del frente, se podía gozar de un magnífico escenario;
en la cercanía había pequeños cerros y más atrás las montañas de Vallombrosa; a la
izquierda, se encontraba un pequeño valle y cerca de la puerta lucía una gran cantidad de
rosas; en el jardín se podía descansar en una pequeña banca semicircular con tres cipreses
detrás. Todo en Giramonte estaba envuelto en una deliciosas sensación de calma. El
abuelo había sembrado tres nísperos para celebrar el nacimiento de cada uno de sus nietos.
Allí, en esa villa, pasaban los meses de primavera y otoño. Para Mario, Giramonte
significaba luz, aire fresco, libertad. Podía correr y refugiarse en el campo.
Durante el verano, toda la familia iba de vacaciones a la montaña y al mar en
Marina de Pisa. El prefería el mar, siempre en movimiento, cambiante, sonoro, musical.

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Apenas tenía cinco años de edad cuando su padre dispuso que una maestra le
enseñara alemán y, poco más tarde, inglés. Su madre, que le enseñaba francés, era su
confidente.
Ella siempre hacía lo posible para que todo
fuera fácil y agradable para mí.

Desde muy pequeño, ella le trasmitió su amor a la música.


Mario tenía buena voz, una perfecta entonación y un preciso sentido del ritmo;
antes de saber música, cantaba ya óperas enteras, una de sus preferidas era la Bohemia.
Su abuelo materno se llamaba Bruto, gustaba particularmente de la música italiana
y todo el tiempo cantaba óperas.

¡Mi abuelo cantaba siempre!

Quizá por eso, gozaba con la facilidad musical del nieto y constantemente insistía a
su hija para que le enseñara a tocar el piano. Mario lo deseaba con ansiedad.
La madre titubeaba porque su esposo se oponía: decía que de ninguna manera
deseaba que su hijo dedicara su tiempo a “actividades” de señoritas.

Mi padre tenía cierta frialdad exterior y algunos


tratos irónicos que me molestaban y me herían.

Un día, cuando apenas contaba con seis años de edad, su madre le dio la sorpresa.
Le dijo:
—Vas a ver a dónde te voy a llevar.
Peinó sus rizados cabellos y sus pequeños ojos brillaban de gozo.
Mario no sabía a donde iría, pero se contentaba con sólo ver:

Esa sonrisa luminosa de mi madre.

Entraron al teatro de la ópera y Mario vio por primera vez un escenario. Cuando el
telón se levantó, apareció un mundo fascinante y durante toda Carmen, el niño permaneció
en un estado de éxtasis.
Desde entonces y para siempre Carmen sería una de sus óperas predilectas.
Cuando su abuelo lo escuchaba cantar, lo abrazaba amorosamente y decía;
—Este pequeñito, pequeñito, pequeñito sabe todo.
Seguía insistiendo para que estudiara música y su madre, al fin, se decidió a darle
clases de piano a escondidas del padre. Ella se sentía inquieta y angustiada, pero
recompensada al escuchar a Mario cuando tocaba el piano lleno de entusiasmo o cuando
tocaban juntos a cuatro manos.
Por aquella época empezó la temporada de conciertos en los Jardines de Bóboli y
su madre le dio la segunda sorpresa; esta vez lo llevó a escuchar la Quinta Sinfonía de
Beethoven, que dirigía Mascagni. Vestido muy elegante, con sombrero para atajar los
rayos del sol del verano, Mario se sentó en la primera fila para poder escuchar mejor sin

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perderse de nada. Los fortes de la orquesta le hacían vibrar el corazón. Al terminar el
concierto, el niño se sintió feliz, eufórico.
Estas dos experiencias, la de Carmen y la Quinta, fueron fundamentales para
consolidar su vocación musical.
A la edad de nueve años, Mario le dio a su padre, como regalo de aniversario, la
“desagradable sorpresa” de tocarle al piano una Mazurka y un Nocturno de Chopin y de
ofrecerle su primera composición Piccolo Valser op. 1.
Cuando el niño se sentó al piano, las manos le temblaban por la emoción y el
nerviosismo, al terminar se volvió a verlo: su padre le respondió con una mirada grave y,
sin demostrar ningún contento, le dijo que podía estudiar música, siempre y cuando lo
tomara sólo como un pasatiempo.

Durante el invierno, las grandes habitaciones de su casa eran heladas: en la época


en que había sido construido el edificio eran muy escasos los medios de calefacción.
Mario, durante la estación invernal, sufría enormemente. No obstante que se arropaba bien
y se ponía medios guantes de lana para poder tocar el piano; aún así, el dolor que sentía en
los dedos hacía que se le salieran las lágrimas; pero continuaba estudiando, llevado por esa
gran necesidad de hacer música.
Edgardo del Valle era quien le impartía las clases de piano, él le enseñó la técnica y
el solfeo.
Cuando tenía diez años, Castelnuovo-Tedesco escribió un Nocturno y una Berceuse
para dárselas a sus padres de cumpleaños; ambos lo celebraban en el mes de noviembre.
En una revista juvenil llamada Il Passerotto, imprimieron las dos piezas colocando
al lado su fotografía; como era la primera vez que una obra suya se publicaba, se sintió muy
importante al verla.

Su tío Graziano lo comprendía y lo ayudaba, sabía que su anhelo era el de estudiar


música formalmente. Por eso, cuando el sobrino terminó la primaria, le prometió
convencer a su padre para que le permitiera continuar sus estudios de secundaria de forma
privada y así poder frecuentar el Conservatorio de Música.
El padre se mostraba renuente a la idea, pero finalmente aceptó, esta vez con la
condición de que cada año Mario presentara los exámenes en el escuela pública para
demostrarle que estudiaba seriamente.
El maestro Del Valle lo preparó para el examen de admisión. Castelnuovo-Tedesco
lo presentó sin problemas y a los doce años de edad pudo realizar una de sus máximas
aspiraciones: entrar al Conservatorio de Música Luigi Cherubini de Florencia.
Cada año, como había prometido a su padre, presentaba los exámenes en la
Secundaria Galileo y siempre obtenía buenas notas, pudiendo así continuar con sus estudios
de música.

En la religión judía, al llegar los jóvenes a la pubertad, o sea, a los trece años, se les
prepara para el “Bar Mitzva”. La entrada del joven en la comunidad se simboliza con la
lectura pública de la Torá en la sinagoga, el sábado que sigue a su cumpleaños. El padre
debe cuidar al hijo hasta la edad de trece años y en la ceremonia dice esta bendición:
“Bendito sea El que me libra de la responsabilidad por este muchacho”. El rito del
“Bar Mitzva” se ha combinado desde la edad media con un banquete y un discurso.
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Generalmente el joven dedica su “dresdhá” o discurso a sus nuevos deberes y los relaciona
con la “Haftará” sección de otros libros de la Biblia, que corresponda a la semana.
La madre de Mario lo preparó enseñándole con paciencia y amor todo lo necesario:

¡qué no me enseñó mi madre!

Los regalos que Mario recibió en esa ocasión, fueron altamente significativos: las
obras completas de todos los músicos que amaba, y su padre, persuadido al fin por el
profesor Del Valle, que quería hacer de él un concertista, le regaló un piano Steinway de
media cola.

Mario Castelnuovo-Tedesco

2- PRIMAVERA FLORENTINA

Por esos días, la familia se cambió a la casa de enfrente, esto es, a la calle Martelli
número 7. La nueva casa era también un edificio antiguo, pero había sido modernizado y
tenía buena calefacción; Mario ya no padeció de frío en el invierno.
En esta nueva casa, el joven estrenó su flamante piano que colocaron en su estudio;
él dispuso en fila los bustos de terracota de algunos compositores clásicos y llenó las
paredes con estampas que representaban a otros músicos. Junto al piano estaba una mesita
negra donde escribía sus composiciones.

En 1909 compuso tres suites para piano: Suite nello stile Italiano, English Suite y
Suite Francese. Para el joven compositor de catorce años, escuchar por primera vez una

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obra suya en concierto fue, además de una satisfacción invaluable, la confirmación de que
sus pasos musicales iban por el camino correcto.
En su segundo año de estudios, siguiendo el ejemplo de los franceses, empezó a
escribir música descriptiva.

Castelnuovo-Tedesco era un enamorado de su Florencia, con frecuencia se le veía


deambulando por sus calles. Su delgada figura se detenía a observar las grandes obras de
arte que lo conmovían hasta en sus mínimos detalles; los aldabones, los porta-antorchas,
algún pequeño bajorrelieve. Se paraba frente a las Puertas del Paraíso, en el Bautisterio, a
descubrir la cantidad de figuras que Ghiberti esculpiera durante veinte años de su vida.
Sentía gran placer al observar la catedral desde el mismo sitio en donde se sentara el Dante,
siete siglos atrás, a ver su construcción y a meditar en su Divina Comedia.
Mario caminaba despacio para gozar de todo lo que lo rodeaba. A veces seguía
hasta las colinas circundantes: San Domenico, Fiésole, Settignano...
Al inicio del otoño, el cielo de Florencia se pinta con tonalidades que van del
tierno lila hasta el bermellón más intenso, pasando por toda la gama de rosas y naranjas.
De estos paseos nacieron varias de sus obras: Cielo de Settembre, Primavera Fiorentina y
otras más.
El placer de la composición colmaba su espíritu. Un día último del año, toda su
familia salió a festejar. El prefirió quedarse a trabajar en la soledad de la casa, deseaba
terminar las últimas páginas de una composición para piano. En ella narraba, paso a paso,
la primavera florentina. Con esta composición se dio cuenta que se empezaba a liberar del
impresionismo francés con trazos vivos y directos, con ritmo fresco y seguro.
Cuando la enorme campana del Palacio Viejo anunció el año nuevo, vibrando de
emoción, Mario escribió al final del manuscrito su firma y la fecha: 1 de enero de 1911. La
llamó: Primavera Florentina:
Era realmente la primavera de Florencia,
¡la primavera de mi vida!

En esos años juveniles vivía en un estado de euforia, le parecía poder expresar con
su música el mundo, y verdaderamente todas las impresiones que recibía; los libros que
leía, los cuadros y las esculturas que aprendía a conocer, los paisajes que admiraba y lo
dejaban conmovido y meditabundo, todo, en fin, se traducía para él en sonidos y melodías
acariciantes, en ritmos y armonías cada vez más preciosas.

Al terminar sus estudios de secundaria, su padre expresó el deseo de que


frecuentara el Liceo. Una vez más, su tío Graziano convenció al padre para que lo dejara
seguir estudiando en su casa. Entre las materias del Liceo estaban el latín y el griego y su
tío Graziano se brindó a enseñárselos y le sugirió a algunos maestros para que le
impartieran las otras materias.
Mario pasaba horas felices con su tío, que era un hombre culto. Con él platicaba y
aprendía, recitaban de memoria versos antiguos y modernos y leían libros de todo tipo. Su
tío Graziano era un verdadero amigo para él.
El maestro Del Valle, que era conservador, había estado contento con sus suites,
pero se disgustó frente a su música impresionista. Indignado, le dijo que era extravagante y

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le aconsejó que estudiara una disciplina más seria de composición en el Conservatorio, bajo
la guía del maestro Scontrino.
La relación de Castelnuovo-Tedesco con Scontrino no fue buena, ya que este
último desaprobaba todo lo que Mario escribía y detestaba a Debussy, a quien llamaba
“corruptor”.
Como ese año se habían inscrito más alumnos en composición, el Conservatorio
contrató a otro profesor para impartir esa disciplina: Ildebrando Pizzetti, de Parma, quien
no sólo aceptaba, sino que gustaba de la música moderna. Castelnuovo-Tedesco luchó para
cambiarse a su clase y, gracias a la petición del mismo Pizzetti, la dirección del
Conservatorio aceptó el cambio, con el terrible enojo de Del Valle y Scontrino.
Pizzetti sería su maestro por excelencia, aprobó inmediatamente sus composiciones
y lo hizo trabajar con absoluto rigor la Armonía, el Contrapunto y la Fuga.
Pizzetti era sumamente exigente en la enseñanza del contrapunto, pero dejaba
libertad para la composición.
Pronto se hicieron grandes amigos; cuando salían del Conservatorio, Mario
acompañaba al maestro hasta su casa y éste le mostraba sus nuevos trabajos y le permitía
opinar sobre ellos, aceptando sus críticas.
Durante muchos años, Castelnuovo-Tedesco siguió muy de cerca las
composiciones de Pizzetti.
En 1913 terminó sus estudios de Liceo y obtuvo como premio por su brillante
examen, además del diploma, un viaje a España.
Con su familia había viajado a Holanda, Inglaterra, Bélgica y otros países europeos;
pero era la primera vez que estaba en España y en ella, como en ninguna otra parte, se
sintió muy a gusto. Aun sin conocer el idioma se identificó con todo lo que vio y ese viaje
dejaría impresiones profundas que florecerían periódicamente en su música.
Le faltaba sólo un año para terminar la carrera de pianista y le pidió permiso a su
padre para hacer solamente sus estudios musicales durante ese período.
Por las noches, Castelnuovo-Tedesco tenía la costumbre de pasear por la orilla del
Arno, en el tramo que va del Puente Viejo al Puente de Santa Trinidad, uno de los lugares
mas armoniosos de Florencia. Allí hacía la “prueba general” de su música; se sentaba de
espaldas al río a repasar en el pensamiento las páginas que había escrito durante el día:

Si mi música resiste a repasarla en un ambiente tan


bello, vale la pena conservarla, si no, la destruyo.

Todo el año de 1914 lo pudo dedicar exclusivamente a sus estudios de piano y


composición. Llegó el examen final; en esos días, Castelnuovo-Tedesco tenía que dirigir
la Orquesta del Conservatorio y al salir del ensayo, mientras caminaba la empinada cuesta
que lo llevaba a su casa en Giramonte, comenzó a soplar el viento “Tramontano”, cortante,
helado, que lo caló hasta los huesos y lo tiró en cama con una fiebre muy alta. El médico
opinó que no debía levantarse; sin embargo, Castelnuovo-Tedesco, a pesar de sentirse muy
mal, y en contra del médico, se presentó al examen de piano y aprobó con las más altas
calificaciones.
El precio que pagó por éstas fue una pleuritis. Su estado fue empeorando cada día y
llegó el momento en que se encontraba grave.

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Mientras él se hallaba en cama, delirante, tuvo lugar el atentado de Sarajevo con el
que estalló la primera guerra mundial.
Al cabo de varias semanas de gravedad, la salud de Mario empezó a mejorar. Un
mes más tarde pudo levantarse para empezar una larga convalecencia, en la que tenía
prohibidos toda clase de ejercicios.
El médico aconsejó que lo llevaran al mar, de modo que toda la familia partió para
Castiglioncello, un pequeño lugar a pocos kilómetros de Livorno, sobre la antigua “via
Aurelia”.
El noble florentino, Diego Martelli, había sido dueño del terreno donde se creó
Castiglioncello y había regalado a pintores y literatos famosos, los terrenos que se
encontraban a lo largo de un promontorio verde que llegaba hasta el mar, para que hicieran
sus casas, con el fin de crear una colonia artística de verano. En este pequeño pueblo,
reinaba un ambiente restringido, “selecto”, en donde era difícil entrar. La familia
Castelnuovo-Tedesco fue bien acogida, gracias a que eran amigos de algunos de los
moradores del lugar.
Mario se encontró contento en ese ambiente; los muchachos eran inteligentes,
simpáticos y abiertos a cualquier forma de cultura. Allí llevó una vida casi de recluso, no
le permitían nadar, ni ir en barca, ni hacer largos paseos. Por las tardes, los amigos se
reunían en su casa y él tocaba el piano para que bailaran. También componía melodías
improvisando con su hermano Ugo, que escribía la letra; después las cantaban a coro.
Todos querían tener la suya y una pequeña de seis años, llamada Giuliana, pidió que le
cantaran una:
—Toda entera para mi.
Castelnuovo-Tedesco compuso Ninna Nanna, una canción de cuna con los tiernos
versos de Ugo. Nunca imaginó que más tarde se la publicarían tal cual y sería la más
cantada de sus líricas.
En otoño regresaron a Florencia y aun cuando estaba muy débil, retomó sus
estudios de composición y entró, como su padre deseaba, a la Universidad a estudiar
medicina.
Mario aún no lograba reponerse totalmente de salud, pero acompañaba a su
hermano Ugo al club de tenis y aunque no podía jugar, disfrutaba conversando con los
amigos.
Fue allí, en el año de 1915, donde conoció a Clara Forti. A partir de entonces,
ambos se reunían para hacer música, ella cantaba con una voz pequeña pero graciosa y bien
modulada. Castelnuovo-Tedesco la acompañaba al piano y le enseñaba canciones suyas y
de otros compositores.

Ildebrando Pizzetti dirigió la obra sinfónica Cielo di Settembre. Era la prima vez
que Castelnuovo-Tedesco escuchaba una obra suya para orquesta en concierto.
De pie, en el palco, con los brazos cruzados en la espalda, iba imaginando todo
aquello que lo había inspirado a componerla. Con gran placer escuchó esa melancólica
poesía envuelta en una atmósfera crepuscular.

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3- FUORI I BARBARI

Con motivo de la guerra, Castelnuovo-Tedesco sentía la necesidad de contribuir


con un canto patriótico y le pidió a su hermano Ugo que escribiera la letra de un himno.
Una mañana surgió Fuori i Barbari, esa misma tarde sus amigos se reunieron en su casa y
la tocó suscitando el entusiasmo de todos ellos, al grado, que lo arrastraron hasta la Plaza
Vittorio Emanuele y en el café Gambrinus quitaron a la orquestita que estaba tocando y
sentaron a Castelnuovo-Tedesco al piano para que diera a conocer su himno a la multitud
que allí se encontraba.
Era el 23 de mayo de 1915, al día siguiente, se escucharía el grave e imponente
sonar de la campana del palacio Bargello anunciando la entrada de Italia a la gran batalla.
Esta campana se toca únicamente en caso de guerra o de catástrofe, los florentinos se
estremecen con su tañer.
Pocas semanas después, los soldados marchaban hacia las trincheras cantando el
himno de Castelnuovo-Tedesco, Fuori i Barbari alcanzó cada día mayor popularidad.
La guerra había estallado y se anunciaba larga, dura y difícil. Castelnuovo-Tedesco
esperaba ser incorporado a las filas; sus amigos ya empezaban a partir, ¡cuántos de ellos no
habrían de regresar!
Llegó el otoño y lo llamaron a las armas; no obstante su mala condición de salud,
fue aceptado. Lo asignaron al servicio sedentario y como era estudiante de medicina, lo
enviaron al sector de sanidad.
En el centro de la ciudad, cerca de la casa del Dante, se encontraba instalado el
cuartel, en una escuela primaria que estaba completamente desmantelada. Como todos los
recién llegados, Mario tuvo que acarrear paja húmeda y polvorienta del sótano al piso más
alto para hacer el lecho donde dormiría. Este trabajo, aunado al viento helado que se colaba
por los vidrios rotos y faltantes de las ventanas, que lo enfriaba todo, fue la causa de que
amaneciera víctima de su segunda pleuritis.
Tuvieron que enviarlo al hospital militar de donde salió al cabo de unas semanas.
Su estado general era tan delicado, que le dieron un año de permiso, durante el cual, a pesar
de lo precario de su salud, continuó sus estudios de composición.
La vida era difícil; escaseaba la comida y todos los artículos de primera necesidad;
reinaba un ambiente de tristeza e inquietud.
Su regreso al servicio lo hizo como enfermero en un hospital para mutilados que se
encontraba instalado en la Villa Pisana, en la colina de Fiésole.
El lugar era muy bello, rodeado de verde; no obstante la tristeza del ambiente,
Mario no se encontraba tan mal; le permitían bajar a la ciudad en sus horas libres, durante
las cuales veía a sus amigos o iba a su casa para estar con sus padres y para hacer un poco
de música.
En una de esas ocasiones, debido a un intenso frío y a su propia debilidad, volvió a
caer en cama a causa de su tercera pleuritis. En esta ocasión, sus padres lo llevaron a un
hospital civil del que salió al cabo de un mes; se encontraba tan débil que le dieron licencia
ilimitada.
Padeció una larga convalecencia y pasó casi todo el tiempo en el mar; en Viareggio
en invierno y en Castiglioncello en verano. Su madre lo cuidaba con dulzura y amor.

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El médico que lo atendía opinó que no debía seguir con dobles estudios y que el
contacto con los enfermos no era recomendable. Para alegría de Mario y disgusto de su
padre, tuvo que abandonar la carrera de medicina.
Castelnuovo-Tedesco se dedicó libre y exclusivamente a sus estudios de
composición; su meta era la de obtener el diploma para poder ejercer sin problemas la
profesión que había elegido.
Seguía débil y decaído y eso se reflejaba en sus creaciones, que eran tenues y
vacías; la búsqueda se le hacía afanosa y estéril. Eran más las piezas que dejaba
incompletas que las que terminaba. Tenía gran dificultad para conciliar los conocimientos
académicos y las formas tradicionales con su creatividad, que hasta ese momento, había
sido libre y espontánea.
Su producción de los años 1917 y 1918 fue decisivamente secundaria.
No obstante que se sentía extenuado, en 1918 presentó su examen en el
Conservatorio de Música de Bolonia, el director Franco Alfano le dio una buena acogida;
lo condujo a la pequeña habitación en donde haría el examen que consistía en una serie de
pruebas, que debía realizar en un número limitado de horas durante varios días
consecutivos, en los que no se le permitía salir de su habitación ni para comer.
Debía escribir una fuga, un tiempo de sonata con temas dados, escena lírica,
instrumentación, además de lectura de partitura a primera vista, historia de la música,
etcétera.
Castelnuovo-Tedesco realizó cada una de las pruebas de manera rápida y
profesional. Al final, cuando le dieron el examen de lectura a primera vista, el primer
tiempo de la Sinfonía en Sol menor de Mozart, declaró que lo ¡sabía de memoria! Obtuvo
así su diploma de Compositor.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

4- VIDA NUEVA

Al año siguiente cambió el panorama de Castelnuovo-Tedesco y del mundo. La


guerra había terminado.
Ese verano, Mario lo pasó en Castiglioncello. Entre los conocidos que allí se
reunían estaba Clara, su mejor amiga: juntos se dedicaron a hacer largos paseos por la playa
y fue en ese lugar, que los dos comprendieron que se amaban.

Por aquella época, Castelnuovo-Tedesco tocó varios conciertos a dúo con la


violinista húngara Edith Lorand. Recibió un telegrama de ella donde lo llamaba con
urgencia para dar un concierto en la Villa Savoia, residencia de los reyes de Italia. Le decía
que debían hacer un programa sencillo con alguna obra de Beethoven y de Brahms. No

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había tiempo para ensayarlas, pero los dos las tenían en su repertorio de modo que
confiaron en su instinto musical.
Cuando se encontraron, la violinista estaba nerviosa y excitada. Castelnuovo-
Tedesco se sentía tranquilo, sólo tenía cierta curiosidad.
Llegaron por la noche a la Villa Savoia; los centinelas los detuvieron pero al ver el
salvoconducto que llevaban, los dejaron entrar.
El concierto se llevaría a cabo en la casa de los príncipes de Assia, que vivían en
una villa situada dentro del parque de la Savoia. A los dos músicos les pareció simple y
modesta, amueblada con un gusto anónimo de “Grand Hotel”.
Castelnuovo-Tedesco probó el piano, un regalo de bodas de los duques de Aosta a
los príncipes, lo encontró viejo y desafinado.
Se presentó el príncipe Filippo, quien conociendo los gustos de la reina Elena
excluyó del programa a Beethoven y Brahms. Se pusieron de acuerdo en tocar una Sonata
de Mozart, una Sonatina de Schubert y un grupo de piezas breves.
Llegaron los invitados; unos cuantos familiares, se hicieron las presentaciones y la
reina tomó asiento, sacó de una amplia bolsa su tejido y algunas fotografías tomadas
durante el verano en San Rossore que hizo circular entre los asistentes. La conversación se
desarrolló en francés, idioma favorito de la familia real.
Después de esperar unos minutos, dio principio el concierto; la primera parte se
llevó a cabo entre la más absoluta indiferencia, Mozart y Schubert pasaron mientras la reina
continuaba tejiendo; cuando tocaron las piecesitas, el ambiente se calentó y, al terminar un
vals vienés, la reina pidió ancore. Los intérpretes se quedaron perplejos durante un
momento sin saber si, según la etiqueta de la corte, deberían repetir la misma pieza o tocar
algo diferente; se lo preguntaron a la princesa Mafalda, quien era la que gentilmente le
pasaba las páginas a Castelnuovo-Tedesco; ella les respondió en francés:
—Toquen la misma pieza, es muy raro que mamá exprese cualquier cosa.
Tocaron de nuevo el valsecito y de esta manera terminó el concierto.
Se abrieron los batientes del comedor y un mayordomo anunció que todo estaba
listo; el príncipe Filippo le preguntó a la reina si deseaba tomar un té a lo que ella declinó,
en honor a la etiqueta, todos siguieron inmóviles y, hasta después de algunos minutos de
conversación, la reina se levantó y salió acompañada de las dos princesas; entonces los
invitados pasaron al comedor.
Esta sería la fría experiencia que Mario tuvo en la corte de Italia.

Castelnuovo-Tedesco escribió un ensayo crítico para una revista musical sobre


algunas obras del compositor español Manuel De Falla, quien quedó satisfecho con el
cuidadoso análisis que el compositor italiano había hecho de sus obras, así como de la
forma en que expresaba sus opiniones.
Unos meses después, De Falla debía viajar a Roma para poner en escena su
Sombrero de Tres Picos y, con el deseo de conocer a Castelnuovo-Tedesco, le escribió
diciéndole que se detendría en Florencia.
Mario, feliz, no llegaba a comprender cómo un compositor consagrado, tuviera
interés en verlo.
De Falla llegó a Florencia una tarde de primavera. Se hospedó en un hotel de los
que están ubicados en el Lungarno.
A la mañana siguiente, los dos músicos se reunieron.
16
Castelnuovo-Tedesco quedó sorprendido al ver la delgada y fina figura de De Falla,
su voz calmada y serena, su tez pálida como de cera; era tímido y reservado, un asceta, un
místico, una personalidad en “tono menor”, que no correspondía a su música: fogosa,
rítmica, exuberante.
De Falla le platicó que la noche anterior había salido a pasear por las calles
cercanas al hotel. Caminando, se había perdido y había regresado hasta las dos de la
madrugada. Florencia le parecía una ciudad maravillosa.
Castelnuovo-Tedesco, a su vez, le platicó cuánto le había gustado Granada cuando
hizo su viaje a España. Llevó a De Falla al Piazzale Miachelangelo, un mirador que se
encuentra cerca de Giramonte. Allí se dieron cuenta de que la vista, aun cuando era muy
distinta, tenía un sorprendente parecido a la de Granada desde la Alhambra.
De Falla le dijo:
—Somos los dos compositores más afortunados del mundo, tú por tener como
ciudad a Florencia y yo a Granada.
A partir de ese momento, el amor por sus respectivas ciudades los unió.
Recorrieron las calles de Florencia, admirando cada rincón, cada obra de arte y
platicando de sus composiciones y de música en general.

Castelnuovo-Tedesco empezó a escribir su primera ópera, escogió la Mandrágora


de Maquiavelo, en ella quiso dar la imagen de su Florencia en la época del Renacimiento.
Trabajó en esta obra desde el 18 de junio de 1920 hasta el 14 de enero de 1923.
En ninguna otra obra había trabajado con tanto ardor, estaba enamorado de sus
personajes, sobre todo, estaba enamorado de aquella atmósfera florentina.
Como era un admirador de Shakespeare, más tarde le puso música a todas sus
tragedias y comedias. Hizo un total de treinta y tres composiciones que fueron publicadas
en doce volúmenes por el editor Chester de Londres.

Mario Castelnuovo-Tedesco
17
5- MATRIMONIO

La gentileza y la ternura de Clara, fueron las cualidades que lo atrajeron a ella.


Decidieron casarse.
En virtud de que Mario no quería dejar solos a sus padres, ya que sus hermanos
Ugo y Guido también se habían casado, decidió alquilar una casa más amplia en Piazza
d’Aseglio 14 donde vivirían los cuatro juntos. En marzo de 1924 tuvo lugar la boda y
salieron de luna de miel a Amalfi. Allí los sorprendió un fuerte temporal que los obligó a
regresar a Nápoles donde Mario compuso su Rapsodia Napoletana para piano.
Las obras que le parecían mejores se las dedicaba a Clara, decía:

Toda mi música está realmente dedicada a ella porque sin su


afecto y sin el ambiente sereno y conciliador que ella sabe
crearme, no habría podido realizar lo que he realizado.

Ella hacía siempre las críticas que creía necesarias de los trabajos de su esposo y a
él le parecían justas:

Confío en ella, porque es una mujer con el instinto


de lo bueno y de lo bello.

En julio de ese mismo año, pasaron un mes en Viareggio. Castelnuovo-Tedesco se


encontraba paseando a lo largo de la playa cuando se encontró con Giacomo Puccini,
platicaron por unos momentos y el gran compositor de óperas lo invitó para que fuera a su
casa en Torre del Lago, manifestándole su deseo de conocer la Mandragola.
Mario llegó al estudio de Puccini; se encontraba en el sótano de la casa, iluminado
apenas por pequeñas ventanas situadas en lo alto; reinaba una gran calma. Castelnuovo-
Tedesco le fue mostrando su Mandragola en diferentes sesiones. Puccini se interesó en
cada detalle escénico y musical, gustándole de manera particular el tercer acto. En ese
momento, Puccini estaba escribiendo su ópera Turandot, la que a su vez, le mostraba a él.
El último día que se reunieron, Castelnuovo-Tedesco, al despedirse, le deseó a Puccini
verlo pronto en la Scala de Milán en el estreno de su Turandot. Nunca lo volvería a ver,
Puccini murió dos meses más tarde dejando incompleta su ópera.

Usigliano de Lari era un pequeño pueblo donde Clara tenía una gran villa. A partir
de que se casaron, la pareja pasaba allí el verano. La propiedad estaba situada en lo alto de
una colina y se le podía mirar de todas partes, con sus dos filas de hermosos cipreses
centenarios y detrás, un bosque de pinos. La casa era espaciosa, tenía unas treinta
habitaciones, algunas de ellas con frescos del setecientos y del ochocientos. La vista que se
dominaba desde ese lugar era extraordinaria; el campo que la circundaba, completamente
fértil de olivos, vides y castaños. Detrás de estas colinas, dulcemente onduladas, se podía
ver la costa que va de Livorno a la Spezia. En ese lugar Mario pasaba semanas en absoluto
éxtasis. Con la frescura matinal salía al jardín, se sentaba en una banca a imaginar la
música que más tarde escribiría. Allí compuso I Cipressi, que llegó a ser su pieza para
piano más famosa.
18
El violinista Mario Corti gustaba de la música de Castelnuovo-Tedesco y
continuamente la incluía en sus programas. Le expresó su deseo de que le escribiera un
concierto para violín y orquesta.
En Italia no se había compuesto un concierto para este instrumento desde Paganini,
un siglo atrás, o por lo menos, nadie lo había puesto en repertorio.
Para realizar su concierto, Mario recordó a los antiguos italianos, en particular a
Vivaldi, dado que éste había concebido al violín como un instrumento esencialmente lírico
y lineal; después de maduras reflexiones, nació su Concierto Italiano para violín y
orquesta. Con su concierto, Castelnuovo-Tedesco inició una nueva época para el violín en
Italia, pues a partir de ese momento, otros compositores siguieron su ejemplo.

Los recién casados llevaban una vida tranquila, esperaban a su primer hijo y antes
de nacer ya lo llamaban Petrucchio.
Mario se inspiró en el personaje de La Fierecilla Domada, que era la comedia de
Shakespeare que más amaba, para darle este nombre. En tal obra existe la única frase en
italiano en todo el teatro de Shekaspeare; cuando Petrucchio llega a Padua, el viejo Giovan
Battista lo acoge con estas palabras:
Alla nostra casa benvenuto, molto onorato sinior mio Petrucchio.

Y, en verdad, bienvenido a nuestra casa fue Petrucchio, que nació el 5 de


enero de 1925; la familia estaba dichosa, la abuela lo llevaba a pasear en su
cochecito a un parque cercano; todos lo mimaban y era la alegría del hogar.

Clara, Pietro y Mario Castelnuovo-Tedesco

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6- GIESEKING, TOSCANINI, CONSOLO,
HEIFETZ, D’ANNUNZIO

Ese mismo año, el pianista alemán Walter Gieseking tocaría en Florencia


incluyendo en su programa “Alt Wien” de Castelnuovo-Tedesco. En esa ocasión, ambos se
encontraron por primera vez.
Cuando llegó Gieseking a Florencia fue a visitarlo y le preguntó si después de Alt
Wien había escrito alguna otra obra para piano. Castelnuovo-Tedesco le mostró su
Rapsodia Napoletana, así como una serie de piezas breves.
La rapsodia inicia con una Tarantella dificilísima que Gieseking empezó a tocar
con increíble ímpetu y a una velocidad vertiginosa, sin fallar una sola nota; al terminar, con
toda simplicidad le preguntó si prefería que tocara en su concierto, que sería tres días más
tarde, la Rapsodia Napoletana en lugar de Alt Wien. Castelnuovo-Tedesco le respondió
que no dudaba que lo pudiera hacer, pero que siendo la primera vez que Gieseking visitaba
Florencia, prefería que conociera su hermosa ciudad en lugar de ponerse a estudiar la obra.
Gieseking aceptó, aunque no de muy buena gana y estrenó la Rapsodia cinco días
más tarde en Berlín.

El gobierno italiano instituyó un concurso lírico nacional para óperas nuevas: el


premio no venía dado al compositor sino a la compañía de teatro que la presentara.
El empresario del Teatro La Fenice de Venecia concursó con la Mandragola y le
pidieron a Castelnuovo-Tedesco que les sugiriera la escenografía.
Mario caminó por toda Florencia, feliz, en busca de los panoramas e hizo preparar
un hermoso boceto para la escenografía.
La ópera se presentó magníficamente y les concedieron el Primer Premio.

Ernesto Consolo era un virtuoso del piano, Castelnuovo-Tedesco lo admiraba como


solista y aún más acompañado de otros instrumentos y en las audiciones con orquesta.
Fue a través de Consolo que empezó a amar la música de cámara y escribió para él
su primer Concerto per pianoforte e Orchestra.
Ernesto Consolo debía tocarlo en Florencia el 17 de enero de 1928. El pianista
enfermó durante los ensayos y, en el último momento, lo sustituyó el propio Castelnuovo-
Tedesco.
El hubiera preferido escuchar su concierto tocado por el pianista que tanto
admiraba, pero como lo había estado estudiando, lo interpretó con tranquilidad.
El público estaba encantado, pocas veces se tiene la oportunidad de escuchar una
obra interpretada por el propio autor, quien le imprime la emoción que lo llevó a crearla.

Ese mismo año, Mario encontró por primera vez, en Florencia, a Jasha Heifetz. El
gran violinista estuvo muy atento con él, le dijo que le gustaba su música y le preguntó si
había escrito algo nuevo para violín. Castelnuovo-Tedesco le informó del Concierto
Italiano y Heifetz se mostró muy interesado; sin embargo, debía partir de inmediato para

20
Roma, por lo que le pidió que se lo enviara a su hotel en esa ciudad, donde permanecería
únicamente un par de días.
Mario así lo hizo, pero poco después le fue devuelto. Sintió gran disgusto al darse
cuenta de que no le había llegado a tiempo al violinista y, tal vez para contentarse un poco,
pensó que una gran estrella como ésta no se interesaría en tocar su concierto.
Dos meses más tarde le llegó una carta de Heifetz donde le decía que sentía mucho
no haber recibido la música, que por favor se la enviara a Nueva York.
Castelnuovo-Tedesco se la envió entusiasmado, pero pasó el tiempo sin que
volviera a tener noticias.

Clara sentía la necesidad de tener una vida con mayor independencia; Pietro había
crecido y requería de más espacio; por lo tanto, de nuevo se cambiaron de casa, esta vez, a
via Emanuele Repetti 4.
Los padres de Mario estaban tristes por la separación, pero eran comprensivos y los
apoyaron en la idea.
Ese verano Castelnuovo-Tedesco lo dedicó a leer a Proust. Decía que este gran
literato había sido para él una gran lección, más que nada, por su significado musical, que
está, decía, en su método de “composición”, el cual es puramente musical:

Y en ese sentido, he aprendido más de él que de muchos compositores.


Proust llega a través de un juego sutil y habilísimo de los “temas” a la
“reconstrucción” de un organismo vasto y poderoso, sólido de arquitectura y
denso de significado; en ese sentido, A la richerche du temps perdu, es para mi una
de las más bellas sinfonías. A Marcel Proust va todo mi reconocimiento, como a
uno de mis maestros, es más, a uno de mis maestros de música.

En 1929 Mario se enteró, por un amigo, que Heifetz tocaría su concierto en Nueva
York y se llenó de alegría.
Más tarde, el violinista le envió el programa de esa noche y Mario le escribió
agradeciéndole la interpretación de su concierto.
Después recibió un telegrama en el que Heifetz le pedía permiso para que la casa
editora Ricordi le alquilara las partes de la orquesta por tiempo indefinido, ya que tenía la
intención de tocar el concierto en lo sucesivo.
Castelnuovo-Tedesco le estaba muy agradecido y, para demostrárselo, le escribió a
París, en donde se encontraba el violinista en ese momento; en su carta le anunciaba que
compondría un concierto dedicado a él.
Heifetz le contestó:
“No es necesario un nuevo concierto, porque yo quiero tocar el viejo. Quisiera
tener una pieza para violín y piano, con el fin de tocarla en los últimos quince minutos de
mis programas”.
Mario se quedó perplejo, sin saber que era exactamente lo que deseaba el violinista.
Heifetz lo invitó a París para que lo escuchara tocar su concierto. Cuando llegó
Castelnuovo-Tedesco le preguntó que tipo de obra quería. El violinista deseaba una pieza
brillante, que incluyera todas las posibilidades técnicas de expresión, de agilidad y canto a
las que se presta el violín, una obra importante.

21
Castelnuovo-Tedesco seguía incierto.
Heifetz le informó:
—Sólo escuchándome tocar tu concierto te darás cuenta de lo que quiero.
Al día siguiente, la ejecución del violinista fue estupenda, lo que más impresionó a
Mario fue su absoluta pureza de sonido.
Después del concierto, ya lo tenía bien pensado: le escribiría un Rondó, que es la
forma musical en la que podía incluir toda la variedad de efectos que Heifetz deseaba.
En corto tiempo escribió The Lark, que Heifetz interpretó innumerables veces con
virtuosismo y brillantez.
En otra ocasión, el violinista invitó a Castelnuovo-Tedesco a París con el propósito
de que le escuchara tocar la pieza.
Al salir del hotel, Heifetz se desgarró el frac y tuvo que regresar a su habitación
para cambiarse. Llegó al teatro unos minutos tarde, nervioso, porque era sumamente
puntual.
The Lark era la primera pieza del programa, no obstante que cuando la solicitó
había expresado que la incluiría en la parte final de sus programas.
Esa noche, Heifetz la tocó a una velocidad vertiginosa, casi como para reponer el
tiempo perdido.
Castelnuovo-Tedesco, paralizado en su asiento, sudaba frío y se preguntaba cómo
llegaría al final.
Heifetz no falló ni una sola nota y terminó fresco como una rosa. Durante el fuerte
aplauso del público, el violinista hizo que Mario se levantara y éste agradeció, con un nudo
en la garganta por la emoción.

Clara esperaba a su segundo hijo y nuevamente buscaron otro nombre


“Shakespereano”; escogieron Lorenzo, el joven Lorenzo de El Mercader de Venecia.
Nombre además muy florentino; desde el Magnífico en adelante.
Lorenzo nació el 17 de noviembre de 1930. Era un niño precioso, con cabellos
rubios y ondulados, de tez sonrosada, sano, rollizo.
Toda la familia le dio una gran acogida y Pietro estaba feliz de tener un hermanito.
La casa era pequeña para poder alojar a los cuatro y se mudaron de nuevo, ahora a
via della Robbia 54, a un departamento espacioso y asoleado, el más bello de todos lo que
habían tenido.

Luisa Baccara, magnífica pianista y compañera fiel del poeta D’Annunzio, se


enteró que Castelnuovo-Tedesco estaba ofreciendo unos conciertos con la cantante
Madeleine Grey y los invitó, en nombre del “Comandante”, que era como D’Annunzio
amaba hacerse llamar.
Los dos músicos aceptaron gustosos la invitación para tocar en la fastuosa villa del
Vittoriale en Gardone, donde el gobierno fascista había más o menos confinado al poeta.
Madeleine iba radiante y Mario se regocijaba con la idea de conocer al gran
hombre.
Cuando descendieron del tren en la estación de Brescia, los esperaba un magnífico
automóvil rojo y azul; los conductores lucían uniforme con los mismo colores.
Al llegar al Vittoriale, los recibió Luisa Baccara; bella, dulce, atractiva, que los
condujo por una serie de recovecos, salitas y corredores, hasta la gran sala de música.
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En aquella sala, Mario sintió la desagradable impresión de una catacumba, donde la
luz exterior apenas se filtraba a través de grandes placas de alabastro. Estaba iluminada
apenas, por lámparas de cristal de Murano, rojas, verdes y amarillas. Bajo esta luz
espectral, había un extraño revoltijo de muebles y objetos disparatados; el piano de Liszt,
por ejemplo o reproducciones de yeso de esculturas griegas con los cabellos pintados de
dorado.
En la sala se encontraban algunas damas admiradoras del poeta y varios periodistas
extranjeros.
Como era su costumbre, D’Annunzio se hizo esperar. Finalmente apareció:
pequeño, completamente calvo, arrugado, tenía el aspecto de una vieja tortuga, su voz era
ronca y estridente, pero su conversación fascinante, rica, colorida de imágenes, llena de
espíritu y de imprevistos.
Mario y Madeleine tocaron un breve programa con música de Debussy y un grupo
de canciones Shakespereanas de Castelnuovo-Tedesco, en las que D’Annunzio se interesó
vivamente.
Después del concierto ofrecieron la cena.
Fue una noche encantadora para Castelnuovo-Tedesco, triunfando entre los
intelectuales como compositor e intérprete.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

7- PRESENCIA DE ANDRÉS SEGOVIA

Durante los años de 1927 a 1932 Castelnuovo-Tedesco cultivó su música de


Cámara y consideraba su mejor trabajo de todo ese período el Quintetto per Pianoforte e
Archi.
En 1932, lo interpretaría él mismo con el Quintetto Poltronieri en el Festival
Internacional de Venecia.
Este festival era punto de reunión de las grandes figuras de la música. De Falla
presentaría también una de sus obras y lo acompañaba su buen amigo el guitarrista Andrés
Segovia. Durante el Festival se encontraron varias veces con Castelnuovo-Tedesco y ellos
asistieron a escuchar su quinteto, composición emotiva y robusta que admiraron y elogiaron
los dos músicos españoles. A pesar de que Mario vio en diversas ocasiones a Segovia, no
tuvieron la oportunidad de platicar sobre la guitarra.
El último día del festival, Clara iba en el “vaporetto” que conduce de Venecia a
Lido. Allí se encontró con Segovia que le dijo:
—Yo nunca he osado pedirle algo a su marido, pero me daría mucho gusto si él
quisiera escribir una pieza para mí, dígaselo usted de mi parte.
Le dio su dirección en Ginebra donde vivía en ese momento.

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Cuando regresaron a Usigliano, Castelnuovo-Tedesco le escribió una carta a
Segovia en la que le decía:
“Querido Segovia: tendré un gran placer en escribir algo para usted porque muchas
veces he tenido la ocasión de admirarlo, pero debo confesarle que no conozco su
instrumento y no tengo ni la más remota idea de cómo se componga para la guitarra...”
Segovia le contestó con una nota en donde le mostraba la afinación de la guitarra y
le incluyó dos piezas: las Variaciones sobre un tema de Mozart de Fernando Sor y las
Variaciones sobre la Folía de España de Manuel M. Ponce. Le decía que en estas piezas
podría darse cuenta de las mayores dificultades técnicas que se pueden afrontar en la
guitarra.
Castelnuovo-Tedesco estudió concienzudamente estas obras y decidió hacer una
del mismo género basándose en los modelos que le había dado Segovia.
Compuso Variazioni attraverso i secoli. Primero trató a la guitarra a la manera del
laúd, como en la época de Bach, con una Chaconne y un Preludio, después a la manera
romántica, como en la época de Schubert, con dos Walzer y al final a la manera moderna,
tipo jazz, con un Fox-Trot.
Cuando terminó la Chaconne y el Preludio se los envió a Segovia, preguntándole si
era posible tocarlos en la guitarra, pero antes de que le llegara la respuesta ya había escrito
toda la pieza.

Segovia, le escribió maravillado:


“Es la primera vez que encuentro un músico que entiende inmediatamente cómo se
escribe para la guitarra”.

Castelnuovo-Tedesco compuso su segundo concierto para violín y orquesta I


Profeti y se lo dedicó a Heifetz.
Escogió temas musicales hebreos como un acto de solidaridad al pueblo oprimido.
En Alemania, Hitler había comenzado la campaña de difamación y persecución en contra
de los judíos.
Más adelante recibió una carta en la que el editor Ricordi le decía:
“Sabrá ya la bella noticia de que Heifetz y Toscanini harán juntos en Nueva York
la primera ejecución de I Profeti y Toscanini por medio nuestro le ruega que le dé
información sobre el material temático de las melodías hebreas”.

Castelnuovo-Tedesco escribió inmediatamente al maestro todo lo referente a su


obra. Toscanini le envió una carta donde le agradecía la información y le pedía que fuera a
Milán para que vieran juntos la partitura.
Este encuentro con el gran director fue el comienzo de su amistad.

Andrés Segovia viajó a Florencia y en su concierto del 3 de abril de 1934 hizo el


estreno en Italia de dos obras: Variazioni attraverso i secoli de Castelnuovo-Tedesco y la
Sonatina Meridional de Manuel M. Ponce.
Después del concierto Castelnuovo-Tedesco fue a saludar al guitarrista y todos los
que se encontraban en el camerino lo felicitaron a él también por sus Variaciones.

24
Al día siguiente se reunió con Andrés Segovia quien le recordó que el compositor
italiano Boccherini era un gran admirador de la guitarra y le sugirió que compusiera una
obra en su honor, le dijo:
—Me gustaría que hicieras un trabajo importante, una sonata en cuatro tiempos.

A Mario le gustó la idea y compuso su Sonata Omaggio a Boccherini para guitarra.


La empezó con un Allegro con spirito, después un Andantino quasi canzone, lo
sigue un Tempo di Minuetto (cerimonioso con grazia) y termina con un Vivo ed enérgico.

Benito Mussolini expresó su deseo de que se presentara en Florencia la obra


Savonarola de Rino Alessi. Quería que se representara en la Plaza de la Señoría (el lugar
del suplicio del fraile ferrarese).
Contrataron al mejor director de teatro del momento, el francés Jacques Copeau. La
parte del protagonista la haría el gran actor italo-alemán Alessandro Moisi, para seleccionar
al compositor, le dieron a Mussolini una lista de ocho o nueve nombres entre los que se
encontraban Respighi, Zandonai y Castelnuovo-Tedesco, a quien escogió.
Mario se avocó en la composición de la obra; el director alteraba continuamente
sus planes y Castelnuovo-Tedesco tenía que iniciar de nuevo el trabajo musical. En dos
meses debía completar una partitura de más de trescientas páginas; y ¡qué partitura!,
debiendo usar una orquesta enorme y dos coros, no encontraba ni siquiera papel pautado
suficientemente grande para escribirla. Después vino la fatiga de los ensayos con la
dificultad de poner en escena a quinientas personas a seguir los movimientos de la música,
para lo cual, el mismo Castelnuovo-Tedesco tenía que tocar el piano. Los ensayos se
llevaban a cabo en el claustro de Santa María Novella. Él salía extenuado y acostumbraba
sentarse a descansar en un café ubicado en la esquina de la plaza de la Catedral. El
propietario se presentó como Aldo Bruzzichelli, un muchacho rubio, elegante, distinguido
que se interesó en su música, Mario le preguntó:
—¿Toca usted un instrumento?
Él le respondió:
—Toco la guitarra.
Mario le dijo:
—Yo conozco a Segovia y le he dedicado algunas de mis obras. Cuando venga a
Florencia se lo presento.
Aldo, agradecido, se portó con él atento y generoso; más adelante Castelnuovo-
Tedesco le dedicó su obra: Aranci in Fiori, para guitarra.

Llegó el estreno del Savonarola; escenario más bello no se podía imaginar; frente al
Palacio de la Señoría, la orquesta de ciento veinte músicos estaba en la Loggia dei Lazi en
la arcada central, cerrada con un espléndido gobelino, a sus lados estaban dispuestos en dos
gradas, con trajes de la época, dos coros de doscientas personas. Castelnuovo-Tedesco pudo
disponer también de una fanfarria en la terraza del Palacio y hasta de la histórica campana
en lo alto de la torre: así, sonidos y toques llegaron a todas partes. La obra terminaba con
gran emoción, pues Savonarola se encaminaba al suplicio (como había sido en realidad)
saliendo en cepos de la baja puertecilla de la prisión del palacio Viejo.

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Representación del Savonarola en la Plaza de la Señoría

Durante la representación Castelnuovo-Tedesco experimentó:

La felicidad de ‘sentir vivir’ mi música


entre las viejas piedras de mi ciudad.

La composición de esta obra realizada en un corto plazo y bajo una gran presión,
constituyó para Castelnuovo-Tedesco un enorme esfuerzo. A mediados de 1935 sufrió un
terrible agotamiento y durante seis meses no compuso absolutamente nada, actitud insólita
en un compositor tan activo como él. Experimentaba un gran descontento con lo que
componía, con él mismo y con la vida en general; en apariencia, no tenía razones ya que
todo le sonreía a su alrededor: el éxito, su familia, los amigos. Estaba consciente de esto,
pero no era dueño de sus nervios. Ese sería el período más oscuro de su vida.
Con el fin de remediar su angustia, buscó refugio en sus lugares amados;
Giramonte, Usigliano, Castiglioncello, pero todo fue en vano. Los medicamentos no le
hacían ningún efecto y sufría sin encontrar salida.
En una ocasión, su médico le regaló un libro con las poesías de Walt Whitman y lo
que no pudieron hacer las medicinas lo hizo la poesía, al leerlas se enamoró súbitamente de
ellas y fueron las que lo llevaron de nuevo a trabajar. De inmediato compuso música para
algunas: las llamó con el título del libro: Leaves of Grass.
Entonces empezó a trabajar febrilmente; también le puso música a Trois Fragments
de Marcel Proust y a Feeries e Charmes de Paul Valéry. A partir de ese momento sanó por
completo.

Andrés Segovia llegó entonces con otra sugerencia, le escribió:


“También Paganini era un admirador de la guitarra, ¿porqué no escribes un
homenaje a Paganini?”
Castelnuovo-Tedesco se apasionó con la idea y a esta obra le puso aún más empeño
que a las anteriores. El Capricho Diabólico, es una larga e intrincadísima pieza de
verdadero virtuosismo, en ella utiliza el conocido tema de la Campanella del segundo
concierto para violín de Paganini.

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Toscanini dirigiría en Viena el estreno mundial de la Overture per il Racconto
d’Inverno de Castelnuovo-Tedesco, inspirada en la obra de Shakespeare. Como Mario no
había tenido la oportunidad de ver a Toscanini dirigiendo una obra suya, se entusiasmó con
la idea de ir a Viena.
Pensaba salir con Clara unos días antes para poder asistir a los ensayos, pero su hijo
Pietro enfermó y como no quisieron dejarlo solo, esperaron a que mejorara. Partieron el día
anterior al concierto; viajaron en tren durante toda la noche y llegaron con el tiempo justo
para ir al teatro. Toscanini mostró su alegría al verlo. La ejecución de su obra fue
magnífica, inolvidable por su claridad, animación y poesía.
Después del concierto Toscanini, con su esposa y su hija, los invitó a comer. En el
restorán el famoso director le preguntó su opinión sobre el concierto y, en especial, acerca
de su obra. Castelnuovo-Tedesco le manifestó su entusiasmo, repasaron paso por paso la
música escuchada; Toscanini le preguntó si había escuchado cierto pasaje del segundo fagot
a lo que Mario respondió:
—Pero maestro, era la primera vez que escuchaba mi obra tocada con orquesta y la
primera vez que escuchaba mi música dirigida por usted, ¿cómo puede pretender que
prestara atención a un segundo fagot?
Toscanini lo amonestó diciendo:
—¿Pero qué clase de músico es usted?
Continuaron hasta llegar al final de la obra que termina con los sonidos de una
campana.
—Y ¿la campana?
Preguntó el director.
Castelnuovo-Tedesco titubeó por un momento, sentía que no debía hacerle ni la
más mínima crítica, aunque también sabía que no podía mentir, de modo que le confesó que
la campana le había parecido un poco fuerte.
Toscanini hizo una tremenda escena en contra de su esposa y su hija y contra las
mujeres en general, en las que, dijo, no se podía confiar.
Después le explicó que en la prueba general, no conociendo la acústica de la sala,
les había preguntado a su esposa e hija si la campana se escuchaba bien y ellas le habían
dicho que no se oía, de manera que el campanero tocó más fuerte.
Le dijo a Castelnuovo-Tedesco:
—Mire, la semana que viene haré el mismo concierto en Budapest, venga usted y
escuchará que la campana sonará correctamente.
Partieron todos para Budapest. La orquesta de Viena llegaba el martes a las cinco
de la tarde y el concierto sería a las ocho. A las seis la orquesta fue llamada para un ensayo
extraordinario. Todos los músicos se preguntaban el porqué. Era para probar la famosa
campana.
Faltaba más de una hora para que empezara la función. Toscanini se retiró al
camerino para cambiarse de ropa. Los músicos mataban el tiempo platicando en los
corredores. Uno de ellos, el primer violín de la segunda fila, se acercó a Castelnuovo-
Tedesco para pedirle que le aclarara una duda: En la parte central de la obra, dos trombas
con sordina y los segundos violines tocaban al unísono; pero en un compás los violines
tenían sólo una nota superior mientras que las trombas tenían dos. Mario estaba seguro de
que se trataba de un error de imprenta en las partes, por lo que quiso consular la partitura
general. Entró discretamente en el camerino de Toscanini, quien se estaba vistiendo y, sin
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decir nada para no molestarlo, tomó la partitura y salió. Pocos segundos después apareció
el director, semidesnudo en la antecámara del camerino y barboteó:
—Tres compases antes del número dieciocho, a los segundos violines les falta una
nota.
Castelnuovo-Tedesco y el violinista se miraron anonadados.
La ejecución de la obra volvió a ser magnífica y esta vez, las vibraciones de la
campana se sintieron casi disueltas en lo etéreo:

Fue el sonido de campana más bello que haya escuchado.

Durante el verano se reunía un grupo de intelectuales en Castiglioncello, entre ellos


se encontraba Luigi Pirandello; hombre sencillo, calmado y bonachón.
Cuando Castelnuovo-Tedesco paseaba frente a la pequeña villa del escritor,
siempre escuchaba el incansable tintineo de su máquina de escribir.
Por las tardes los amigos se sentaban en torno a Pirandello para leer sus dramas y
hablar de sus proyectos. El hablaba constantemente de Los Gigantes de la Montaña.
El Maggio Musicale Fiorentino representaría esta obra en los jardines del Bóboli.
Pirandello le expresó a Castelnuovo-Tedesco su deseo de que escribiera la música
para su obra. Le dijo:
—Me gustaría que compusiera un vasto discurso musical para completar la
atmósfera mítica y fabulosa de Los gigantes de la montaña.
Pirandello le leyó los dos primeros actos que tenía terminados y juntos decidieron
que partes deberían llevar música.
Poco tiempo después, Pirandello murió, dejando incompleta la última parte de su
obra.
Castelnuovo-Tedesco se conmovió con tan enorme pérdida, sentía por el literato
gran admiración y respeto.
Compuso a modo de homenaje póstumo, la música para los dos primeros actos de
la última obra del escritor.

En el verano de 1936, los padres de Castelnuovo-Tedesco lo invitaron para que


fuera con ellos a Grecia.
Él aceptó; durante el viaje sintió como si volviera a su juventud, cuando solía ir de
vacaciones con ellos. El convivir con sus amados padres durante esos días, fue una
experiencia muy agradable para él. Además, quedó sumamente impresionado por la
Acrópolis y el Olimpo.

Mientras tanto, Andrés Segovia tocó en Ginebra la Sonata Omaggio a Boccherini.


El crítico J. Guilloux, del “Journal de Geneve”, hizo un artículo agridulce en el que
reconocía que la pieza era graciosa y bien hecha, pero también decía que Segovia era un
artista tan grande, que aunque hubiera tocado J’ai du bon tabac (una canción banal
popular), habría hecho de ella una obra maestra.
Segovia le escribió a Castelnuovo-Tedesco contándole lo de la crítica y furioso le
dijo:
“...¿Pero qué cosa pretenden estos críticos?”

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Mario le contestó pidiéndole que se calmara, que a los críticos no se les debe tomar
en serio y, para que se le bajara el coraje, le solicitara al señor Guilloux la música de la
canción y le aseguraba que después se arrepentiría de lo que había escrito.
Divertido, Castelnuovo-Tedesco compuso una elaboradísima serie de variaciones
con una fuga final, para guitarra: Variations Plaisantes sur un Petit Air Populaire. Se la
dedicó y envió al crítico, que no volvió a hablar mal de él.

Por esa misma época, Andrés Segovia le pidió a Castelnuovo-Tedesco algo que lo
dejó perplejo; un concierto para guitarra y orquesta.
Como él no conocía ningún precedente del género, no podía imaginar la asociación
de la guitarra con los otros instrumentos. Era un trabajo tanto de “cantidad” como de
“calidad” de sonido, que lo espantaba y no osaba afrontar decía:
Jamás se puede estar seguro de la técnica de la guitarra porque es un
instrumento misterioso.
Prefirió componer otra obra para guitarra sola, la Tarantella, una pieza ágil y
brillante con sabor levemente “Rossiniano”, que más tarde llegaría a ser su pieza para
guitarra más conocida.

Mario Castelnuovo-Tedesco

8- PERSECUCIÓN ANTISEMITA

En los primeros días de enero de 1938, el joven violinista Bignami debía tocar en la
radio italiana de Turín, I Profetti de Castelnuovo-Tedesco. El violinista se presentó en la
casa del compositor con cara abatida y confusa, le dijo que había recibido un telefonema de
Florencia para hablar con la dirección general de Roma acerca de la petición de la
sustitución del concierto, el violinista temía que él no estuviera satisfecho con su ejecución
y que habría sido quien había pedido el cambio.

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Castelnuovo-Tedesco le aseguró que estaba muy complacido con su interpretación
y le preguntó quien era el director de la orquesta. Supo entonces que se trataba de un
alemán nazi, así que pensó que habría sido el mismo director, quien fiel a la doctrina de su
partido había rehusado dirigir el trabajo de un compositor judío, ya que al regresar a su país
podría tener problemas. Aconsejó al violinista aceptar la sustitución de la obra.
Castelnuovo-Tedesco quedó disgustado, pero no hizo mucho caso.
Quince días más tarde, recibió una carta que le enviaba un músico, judío también,
que trabajaba en la sociedad de autores. Le advertía preocupadísimo de otra prohibición
hecha telefónicamente. Esta vez se trataba del concierto de Mendelssohn, siendo el mismo
autor con el cual se había empezado el “boicot” de la música judía en Alemania.
Entonces Castelnuovo-Tedesco empezó a llenarse de angustia. Se encendía la
campaña nazi y gran número de sus colegas le volvieron la espalda y lo evitaron.
A fines de marzo, Marinuzzi, director del Maggio Musicale Fiorentino, tuvo un acto de
valentía; había programado, un año antes, tocar I Giganti della Montagna y no obstante la
campaña antisemita, la dejó en el programa y tuvo un triunfante estreno.
Castelnuovo-Tedesco comentó:
“La ejecución fue estupenda, Marinuzzi dirigió con amor y los coros cantaron
admirablemente. El primer episodio con carácter vago y enigmático dejó al público un
poco perplejo, yo me preguntaba cual sería al final la acogida de mi obra. El segundo
tiempo que termina con la arrolladora “Cavalcata”, de hacer temblar los muros, como
había escrito Pirandello en su acotación, era de un efecto irresistible y, como me lo
esperaba, eso determinó el éxito. Esa sería la última pieza que se escuchara en mi ciudad
durante muchos años”.

Castelnuovo-Tedesco se encontraba deprimido y le pidió a Clara su consentimiento


para retirarse a Usigliano y poder componer en paz y calma su ópera Aucassin et Nicolette.
Desde 1919 había tenido la intención de ponerle música a esta obra de teatro y fue hasta ese
momento que la realizó.
Se encontraba en Usigliano, el lugar que más amaba, lejos de la vida mundana y
doméstica.
Allí me pertenecía sólo a mí mismo y a la música.

Trabajaba desde muy temprano hasta la noche, incansablemente.


Por las mañanas caminaba entre los cipreses, meditando sobre la música que
escribiría durante la tarde. Compuso Aucassin et Nicolette en sólo seis semanas. Este
trabajo marcaba la conclusión de todo un período de su vida, que se había iniciado en 1914
con La Batalla del Le Roi Loys.

Cuando regresó a Florencia, la campaña antisemita había sido lanzada oficialmente


con un tamborileo en la prensa que iba en “crescendo” bien concentrado de insulsas
acusaciones e insinuaciones insensatas y crueles.
Clara y él se sintieron desamparados, sin saber como ni cuando llegaría el golpe
final, inciertos de a donde buscar reparo. Toda la familia se trasladó a Castiglioncello
donde su hijo Lorenzo se repondría de una grave enfermedad padecida poco antes. Para
distraer a Pietro, su hijo mayor, lo llevó a la isla de Elba y después lo envió a Suiza a una

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escuela de verano donde podría pasar una temporada feliz en un clima libre, entre
muchachos de su edad.
En el mes de septiembre, Castelnuovo-Tedesco lo fue a recoger, viajaron por
algunas ciudades suizas y de regreso a Italia, hicieron escala en Milán. En un periódico
vieron la llamada “Ley racial” en contra de los jóvenes, prohibiendo a los niños judíos
asistir a las escuelas; se colocaba así a la infancia fuera de la ley. Fue un golpe horrible
para él:
Nunca olvidaré la expresión desesperada en la cara
de mi hijo cuando leyó la condena.

Llegando a Florencia habló con Clara y le dijo:


—Cualquier acusación en contra de los adultos podría estar justificada, pero no se
puede ni se debe acusar y hacer sufrir a los inocentes, a los niños. No nos resta nada que
hacer, sólo una cosa: Partir.

Mario Castelnuovo-Tedesco con sus hijos Lorenzo y Pietro

El pianista Gieseking, sumiso a la línea del partido nazi, cesó de tocar la música
hebrea; Castelnuovo-Tedesco sintió el tener que interrumpir su correspondencia con el
amigo pianista y, que por causas políticas, el gran intérprete suprimiera de su repertorio sus
obras.
Después, cuando le publicaron unas piezas para piano, se las envió con una carta
que decía:
“Mi querido Gieseking, yo sé que usted no tocará más mi música y conozco
perfectamente las razones, pero como usted la tocó por tanto tiempo, quiero mostrarle mis
últimas piezas para piano”.
Castelnuovo-Tedesco no esperaba respuesta, se sorprendió cuando unos días más
tarde le llegó la siguiente nota:
“Mi querido Mario: cuando el cartero me trajo sus últimas piezas, estaba
justamente por tocar, para mi placer, sus tres Chorales Ebraiques, que siempre encuentro
magníficos...”

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Fue este un hermoso acto de sinceridad que conmovió a Castelnuovo-Tedesco, ya
que Gieseking podía haber tenido problemas pues la correspondencia estaba censurada.
Esto lo hizo apreciarlo y admirarlo más y compensarlo de la actitud un tanto cobarde de sus
propios paisanos que le habían vuelto la espalda.

Los amigos judíos de Castelnuovo-Tedesco, prófugos primero de Alemania y


después de Austria, narraban las injusticias y las crueldades de la persecución nazi.
Mussolini estrechaba cada vez más las relaciones entre Italia y Alemania. Y no obstante la
pomposa etiqueta pacifista no se presagiaba nada bueno.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

9- ADIÓS A FLORENCIA

Clara y Mario estaban indecisos en la meta que debían escoger, ningún lugar
europeo les parecía seguro. Después de mucho pensarlo, decidieron partir a Los Estados
Unidos, país libre, fuerte, lleno de recursos, donde además tenían amigos que los esperaban
y los ayudarían. Castelnuovo-Tedesco decidió no escribirles desde Italia porque la
correspondencia estaba censurada. Viajó a Suiza y desde allí les escribió a Toscanini,
Heifetz y Spalding, refiriéndoles su situación. De ellos recibió una conmovedora prueba
de amistad y solidaridad. Toscanini le envió inmediatamente un telegrama diciéndole que
Heifetz, Spalding y él le aseguraban que le proveerían de habitación y le buscarían trabajo.
Mario regresó a Florencia optimista y confortado. Siguieron escribiéndose, pero
en clave. Más tarde, Heifetz le escribió diciéndole que le encontraría trabajo en la industria
cinematográfica y que para la habitación eran necesarios más trámites. Seguramente el
censor se habrá sorprendido al leer la carta en la que le decía que el editor para poder
publicar su música, necesitaba saber la edad de su esposa y de sus hijos.

Andrés Segovia tuvo entonces un gesto exquisito que Mario nunca olvidaría: viajó
a Florencia para pasar la Navidad con él y animarlo a tener esperanzas en un mejor
porvenir. Lo aconsejó diciéndole que no debía desesperarse, que con su talento saldría
adelante en América empezando una vida nueva. Sus palabras y su solidaridad lo
confortaron enormemente. Castelnuovo-Tedesco quedó conmovido con esa prueba de
amistad sincera y le prometió que la primera obra que escribiera sería el concierto para
guitarra y orquesta que tantas veces le prometiera. Andrés Segovia, entusiasmado, siguió
animándolo.
Castelnuovo-Tedesco escribió de un tirón el primer tiempo del concierto y juntos lo
revisaron. Segovia, satisfecho, partió para El Uruguay donde radicaba en ese momento.
En enero de 1939 terminó los otros dos tiempos del concierto para guitarra y se los
envió a Segovia.

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El Concierto en Re para guitarra y orquesta consta de tres movimientos: Allegretto
giusto, con carácter neoclásico, simple y agradecido, casi Boccheriniano, el segundo
Andantino a la Romanza, es dulce y cantable, una especie de tierno adiós al campo Toscano
que Castelnuovo-Tedesco estaba por dejar. El tercero Rítimico y cavalleresco, es
típicamente ibérico. La guitarra ocupa, naturalmente, una parte en primer plano, con largas
cadencias en cada tiempo y zonas en las que Castelnuovo-Tedesco buscaba que la orquesta
“apareciera” pero no “pesara”, para lo que utilizó un número muy limitado de instrumentos:
flauta, oboe, fagot, corno, dos clarinetes, tímpanos (que siempre tocan muy quedo) y un
pequeño grupo de cuerdas: 2 violines primeros, 2 violines segundos, 2 violas, 2
violonchelos y un contrabajo. Indicando la posición de los instrumentos en el escenario.

Castelnuovo-Tedesco no quería salir de su patria como fugitivo y fue a solicitar el


consentimiento de las autoridades. Le informaron que a los judíos no les estaban otorgando
el permiso migratorio. Su amigo Heifetz le dio una carta de recomendación y con ella fue
Roma, allí le dijeron que le darían la autorización a él, pero no a su familia; al escuchar esto
se rebeló, les dijo que precisamente lo que quería era llevarse a sus hijos lejos de las
crueldades.
Se encontraba exasperado, abatido: consiguió más recomendaciones y, después de
dar mil vueltas, al fin, como obsequio de cumpleaños, el 3 de abril recibió el permiso
migratorio para toda la familia.

El último regalo de mi patria.

El día de la partida estaba cercano, lo embargaba un desgaste moral tremendo así


como un insoportable tormento sentimental. Clara se encontraba igualmente desolada; pero
siempre fuerte, trataba de dar ánimos a su marido y a sus hijos. Lorenzo era tan pequeño
que la idea de un largo viaje a un país nuevo le atraía. Pietro en cambio, estaba desesperado
ante la idea de dejar no sólo su patria, sino también a sus abuelos que tanto quería, a sus
primos y, asimismo, sus estudios que amaba.

Castelnuovo-Tedesco hizo un peregrinaje por sus “lugares santos”. Primero fue a


Usigliano, acarició los troncos de sus queridos cipreses y los despidió uno por uno. Sobre la
mesita de su estudio dejó un trozo de papel pautado con un tema que le vino a la mente en
ese instante y escribió estas palabras:

Adiós, adiós felicidad pasada.

Miró largamente el jardín de la villa con sus cuatro pinos gigantescos.


La última visita la hizo a Giramonte, donde se despidió de sus padres, quienes en
apariencia estaban calmados, al final, sin embargo, corrieron muchas lágrimas. Les tocó en
el viejo piano, por última vez, la segunda Romanza de Schubert que su madre tanto amaba
y su Cipressi.
Entre sollozos, caminó por la estrecha callecita flanqueada por dos muros y
llegando al recodo de la avenida de Colli miró, por última vez, su Florencia.
Salieron hacia Trieste donde se embarcarían en el Saturnia.

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10- LA TIERRA PROMETIDA

A la mañana siguiente, el 13 de julio de 1939, zarparon. Lo que Mario sintió en ese


momento era inexplicable; no era dolor de añoranza, de sufrimiento moral, sino casi un
desgarro físico, una mutilación:

Algo había muerto en mí; no la esperanza, sino la ilusión.

La travesía la pasó corriendo detrás de los pensamientos que lo asaltaban, tratando


de adivinar el incierto porvenir que les esperaba.
Al cabo de quince días llegaron a Nueva York. De entre la neblina iban
apareciendo los rascacielos, el perfil de la ciudad: espectáculo imponente de la tierra
prometida, en verdad un nuevo mundo para ellos. Desde el primer momento le pareció
fascinante, aunque un poco terrorífica Acostumbrado a su pequeña Florencia, se sintió
tímido y provinciano. Él había viajado continuamente por Europa, pero Nueva York le
ofrecía un aspecto diferente, era una ciudad realmente moderna y no podía sustraerse a su
seducción.
Llegaron en medio de un verano caliente, sofocante, que no los dejaba dormir por
las noches. Castelnuovo-Tedesco decidió ir a buscar un lugar en el campo, donde si no
menos calor, al menos habría un aire más puro y verde en lugar del implacable asfalto.
Rentó una casita en Larchmont, en medio del bosque. Este sería su primer
domicilio norteamericano.
El tren empleaba media hora para llegar a la metrópoli, podía trasladarse con
facilidad a la ciudad para buscar trabajo. Pietro y Lorenzo, estaban felices de encontrarse
libremente entre los muchachos, sin aquellas constricciones que habían sufrido en los
últimos tiempos en Italia.
Cuando Castelnuovo-Tedesco se encontró con Heifetz se abrazaron emocionados,
sin decir nada: eran tan diferentes las condiciones en que se encontraban ahora, de aquellas
cuando se vieron por última vez en Italia.
Heifetz, con el generoso sentimiento de ayudarlo, le encargó que le escribiera un
concierto para violín y piano. Él lo compuso inmediatamente.
En septiembre Alemania agredió Polonia con lo que se desató la segunda guerra
mundial: Castelnuovo-Tedesco sintió una gran ansiedad por sus seres queridos, por Italia.
Con esfuerzo y poco a poco, fueron organizando su mundo a la vida americana.
Otros “prófugos” italianos de la Toscana se les habían unido y eso los hacía sentirse menos
solos. Los domingos, los amigos y parientes se reunían en su casa, Clara cocinaba pasta y
parecía como si hubieran transportado a Larchmont una pequeña parte del ambiente de
Florencia.
Con el otoño dio inicio la vida musical en Nueva York, regresaron de sus
vacaciones el director John Barbirolli con quien tocaría Castelnuovo-Tedesco; su agente
Morini y su querido amigo Tostanini. También llegaron Heifetz, Spalding y muchos de sus
amigos que se portaron con exquisita gentileza. Gracias a ellos, Mario se sintió confortado
en esos momentos de angustia e incertidumbre.

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El 2 de noviembre hizo su debut americano con el director John Barbirolli. Mario
había preparado concienzudamente su Segundo Concerto per Pianoforte, sin embargo
cuando se presentó al ensayo, se sintió intimidado frente a una orquesta tan famosa como
era la New York Symphony. Los músicos lo acogieron con afecto y el día del concierto en
el Carnegie Hall, tocó tranquilo. El concierto tuvo un éxito caluroso. Al final del primer
movimiento el público aplaudió espontáneamente y al terminar le ofrecieron una fuerte
ovación.

Mario Castelnuovo-Tedesco

Castelnuovo-Tedesco tuvo otras dos presentaciones del mismo concierto y más


tarde lo tocó en New Haven y en Chicago tocó su Quintetto para piano y cuerdas.
Ese invierno Toscanini interpretó con la orquesta sinfónica de la N.B.C. su
Overture per la Bisbetica Domata:

Tan admirablemente como yo no la había escuchado jamás.

En diferentes ciudades se tocaron varias de sus obras. También se cantaron algunas


de sus líricas.
No obstante todas estas presentaciones, Castelnuovo-Tedesco no sentía seguro su
porvenir; como pianista tenía que competir con otros más expertos y maduros. Como
compositor, comprendía que su arte tranquilo, ajeno a las extravagancias de la moda, no
podía inspirar simpatía ni cosquilleaba la curiosidad del público norteamericano, siempre
en busca de lo insólito y lo sensacional.
Esperaba que le dieran el trabajo prometido en el campo cinematográfico, pero no
se concretaba. Pensó en dar clases de piano y se dirigió a las agencias, sin embargo, en ese
momento había una onda nacionalista y nadie quería estudiar con extranjeros. El porvenir
se le presentaba lleno de problemas.
Se encontró con su amigo Albert Spalding, platicaron largamente y, con el gusto de
ayudarlo, Spalding le encargó un poema para violín y orquesta. Castelnuovo-Tedesco tomó
nuevos ánimos y se puso a trabajar de inmediato. Cuando le entregó la obra al violinista,
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éste se mostró satisfecho, tanto como Heifetz lo había estado con el suyo; no obstante, para
tristeza de Mario, ninguno de los dos fue interpretado y quedaron inéditos.
Una mañana, Castelnuovo-Tedesco recibió un telegrama de Florencia
comunicándole la noticia de que su madre había muerto. Fue un golpe terrible, inesperado.
El 26 de julio de 1940 sería uno de los días más amargos para él.

Por la noche, se encontraba en medio de un gran desasosiego, cuando recibió una


llamada telefónica desde California, era Heifetz para preguntarle si aceptaría un contrato
con una casa cinematográfica. A pesar de lo deprimido que se encontraba, aceptó sin
titubear.

Mario pasó días en un estado de estupor; los lazos de unión tan fuertes que había
tenido con su madre, hacían que nada lo consolara.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

11- HOLLYWOOD

Pasaron dos meses sin que Mario volviera a tener ninguna noticia del ofrecimiento
de trabajo. Su situación económica se hacía cada vez más difícil. Los ahorros que había
llevado se agotaban. Al fin, en octubre, lo llamaron de la Metro Goldwin Mayer para
comunicarle que el contrato estaba listo.
El ya había incursionado en este campo. En Florencia había compuesto dos piezas
para piano: Films Studies; Charlot (Charles Claplin) y Mickey Mouse, publicadas por la
casa Ricordi No obstante, en Italia había pocas oportunidades para que los “músicos
serios” pudieran trabajar en este medio, solamente Pizzetti y Malimpiero habían escrito
música para el cine.

Castelnuovo-Tedesco decidió que el traslado a Los Ángeles, California, lo haría


primero él solo. Después, y según se desarrollaran las cosas, llevaría consigo a su familia;
sus hijos estaban en la escuela y no quería interrumpir sus estudios. Clara, siempre fuerte e
inteligente, se resignó a la separación. Era una situación difícil pero la tenían que afrontar.
El 30 de octubre, Mario debía volar a Los Ángeles. La despedida fue triste, pero se
refugiaron en la esperanza.

Llegando a Los Ángeles se instaló en el hotel Roosevelt, en el Hollywood


Boulevard, donde permanecería durante seis meses.

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Se sentía solo, en un ambiente frío e impersonal, aunque excitado por la nueva
experiencia. Salió a dar unos pasos. En el mismo Hollywood Boulevard se encontraba la
“población de las películas”;

Era una extraña humanidad, pintoresca, excéntrica y a


veces equívoca. Jóvenes en busca de suerte o viejos
artistas en decadencia, mujeres en trajes extravagantes,
efebos empolvados, hombres atléticos con sombrero de
“cow boy”, parecían arrastrarse por aquellas
banquetas llenas de esperanzas o de ilusiones perdidas...

En comparación con la actividad febril de Nueva York, allí la gente parecía tomar
la vida con mayor alegría, con menos prisa y más optimismo, contenta del sol, de las flores
y del cielo azul; con todo esto, Mario se sintió más tranquilo.

Al día siguiente empezó a trabajar; lo recibieron con cortesía y aparente


cordialidad.
Rápidamente fue rebautizado: su nombre: Castelnuovo-Tedesco era largo y difícil
de pronunciar para los norteamericanos. Empezaron a llamarlo “Mister Tedesco”, pero
pronto, con la manía que tienen de acortarlo todo (a la ciudad de Nuestra señora Reina de
los Ángeles, le dicen L.A.), terminaron por decirle a él, simplemente: ¡“Teddy”!

Una ciudad que crece muy rápido y en abundancia, da a veces un sentido penoso de
“provisorio”, esto sucedía en Los Ángeles, en donde algunas zonas eran francamente feas.
Mario tenía que cruzar por ellas cuando iba en autobús del hotel a los estudios de la
M.G.M.:
Por lo que decidí cerrar los ojos mientras viajaba.

En compensación, gozaba de las zonas bellas: Beverly Hills, Westwood, Santa


Mónica, que le parecían pequeñas ciudades jardín, llenas de naturaleza alrededor de las
casas.
Las colinas al fondo de Hollywood me hacían soñar
con Fiésole y San Doménico.

En la M.G.M. su relación con los músicos y actores era cordial, pronto se dio
cuenta de que todos tenían grandes ambiciones musicales, aporreaban en el piano
exuberantes interpretaciones, soñando en componer y hasta Mickey Rooney le dijo que
¡quería escribir una sinfonía!
Era la época de Clark Gable, Roberto Taylor, James Stewart, Red Skelton, Hedy
Lamar, Joan Crawford, Katherine Hepburn, Judy Garland, Greta Garbo, entre otros.
Castelnuovo-Tedesco no estaba acostumbrado a la deshumanización
norteamericana, donde se convirtió en un número de tantos, el empleado 11694. Esto lo
hizo sentirse como parte de una inmensa maquinaria.
No pasó mucho tiempo para que advirtiera que en el cine, para escribir música, no
era necesario el talento, sino tener un buen cronómetro.
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En los estudios se hallaban preparando la película When Ladies Meet, con Joan
Crawford y Robert Taylor, había una escena en donde un violinista tocaba un concierto y
en la sala contigua se llevaba a cabo el primer flirt entre los protagonistas; le dijeron:
─Sabemos que usted es experto en música de concierto, queremos que escriba una
Sonata para violín y piano que corresponda en sincronización exacta con la escena y con el
carácter del diálogo. Escriba una Sonata en cuatro tiempos.
Sorprendido, Mario investigó cuanto duraba la escena, después de medirla le
comunicaron que solamente tres minutos y medio. Divertido les preguntó:
─¿En qué estilo desean que componga la Sonata?
La respuesta fue textualmente:
─Oh, usted sabe, Brahms, Frank y tal vez un poco Debussy.
En ese momento, Castelnuovo-Tedesco supo en qué aguas navegaba.
Sus compañeros pronto empezaron a envidiarlo debido a su facilidad y seguridad
técnicas. Sorprendía a todos por su rapidez en el trabajo y lo que los ponía más nerviosos
era que escribía con pluma, mientras los demás usaban lápiz con el que borroneaban a cada
momento.
A pesar de todo, el trabajo no le era fácil ni placentero, no lo dejaban hacer la
música para una película completa, sino que cada compositor escribía una parte de ella, sin
conocer siquiera el trabajo de los demás. Después, uno o más arreglistas lo orquestaban,
dando un resultado musicalmente híbrido. El nombre que aparecía al final en la pantalla
era el del old timer.
Él y sus colegas eran llamados “compositores fantasmas”.
Además, los derechos de autor de la música que componía no le pertenecían.
En compensación tenía la ventaja de escuchar de inmediato sus realizaciones y esto
era valioso para él. Además, el componer en todo tipo de ritmos y temas era un buen
ejercicio.

Mario Castelnuovo-Tedesco, los Hermanos Marx y Lorenzo su hijo

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Mario deseaba orquestar su música pero la dirección se lo negó, en Hollywood
había el puesto de compositor y el de orquestador y no se podían tener los dos.
Más adelante se dio cuenta, que esta división se debía a que los compositores no
sabían orquestar. En los Estados Unidos era tan común la diferencia de orquestador y de
compositor, que cuando llegó Rachmaninoff a Nueva York una señora le preguntó quien le
hacía sus arreglos. Un colega interrogó a Mario preguntándole si realmente creía que
Beethoven, Brahms y Berlioz, habían orquestado su música.

Sus mejores amigos eran los integrantes de la orquesta, sumamente profesionales y


artistas, ellos le decían que siempre reconocían su música de entre la de los demás.
En una ocasión en que no había suficientes orquestadores y tenían prisa por sacar
una película: le comunicaron a Castelnuovo-Tedesco que si deseaba, podía orquestar su
propia música y él aceptó encantado. Inmediatamente se dieron cuenta de la diferencia;
debido a la meticulosas precisión de Mario, no había que hacer correcciones durante el
ensayo, así que la grabación se hacía más rápido, ahorrando tiempo y por lo tanto dinero:
como el aspecto económico era importante, cuando le renovaron su contrato, le pidieron
también que orquestara su música.
En los estudios se perdía mucho el tiempo: jugaban a las cartas, se reunían a contar
chismes, tomaban café, etcétera. Mario era poco sociable y lo único que le interesaba era
componer su música. Pidió permiso para trabajar en su casa, donde podría componer
tranquilo y el tiempo le rendiría más. Gracias a su seriedad y profesionalismo se lo
concedieron. A partir de entonces se sintió más libre y a gusto.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

12- BEVERLY HILLS

Pasados los seis meses y viendo que su situación en la M.G.M. era segura, Mario
decidió instalarse en una casa y llamar a su familia. Encontró una pequeña en Beverly
Hills, lugar con la eterna primavera donde podía disfrutar de la cortina verde formada por
las altísimas plantas de los jardines, ricos de flores en todas las estaciones del año.
Su casa era igual a tantas otras, limpia, cómoda, con muebles convencionales al
estilo inglés, tenía un pequeño prado al frente y un jardín en la parte de atrás, desde el cual
alcanzaba a distinguir algunas torres, aunque no tenían campanas. Esta carencia lo llevaba
a añorar:
Las campanas de mi Florencia, donde solía escucharlas
cada hora por las noches cuando no podía dormir.
Me distraían de día cuando estudiaba el piano;
me molestaban cuando componía; entonces cerraba
las ventanas rápidamente. Ahora en América no escucho
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más las campanas, eran la voz de mi ciudad, la voz
de mi patria lejana...

Clara y su hijo Lorenzo llegaron a Los Ángeles el 21 de abril. Pietro viajaría más
tarde, en junio, después de haber terminado sus estudios de secundaria. El viaje había sido
largo, tres días en tren, no obstante, Clara y Lorenzo llegaron felices por estar nuevamente
juntos. La casa les pareció maravillosa.
Castelnuovo-Tedesco estaba contento y tranquilo teniéndolos a su lado. No
tardaron en hacer amistades, el clima era maravilloso, todos estaban dichosos.

En la música de Castelnuovo-Tedesco afloraba de vez en cuando el “lado español”.


Andrés Segovia y De Falla lo alentaban a cultivarlo. Siempre admiró al compositor
español, lo consideraba como a uno de los grandes maestros de su generación, junto con
Debussy, Ravel, Stravinski y Pizzetti. Mantenía con él una constante correspondencia y le
dedicó algunas de sus Baladas del Romancero Español.
Mario recordaba aquel día en que De Falla lo había visitado en Florencia y cómo
habían disfrutado hablando y alabando sus ciudades, Ahora De Falla se encontraba en
Argentina donde había buscado refugio durante la guerra civil española:

Los dos músicos más afortunados del mundo, estamos


lejos cada uno de nuestras bellas ciudades: Granada
y Florencia.

El 7 de diciembre de 1941, domingo por la mañana, Mario escuchaba en la radio


un concierto de Brahms tocado por Rubinstein, cuando una voz grave y turbada interrumpió
la transmisión para anunciar el ataque japonés a Pearl Harbor. Con la declaración de guerra
a las tres potencias del “Eje”, todos los italianos caían automáticamente en la categoría de
los “aliados enemigos”; Castelnuovo-Tedesco sintió gran pena y humillación ya que había
llegado como prófugo a buscar refugio y ahora él y su familia eran sometidos a inevitables
restricciones; no podían salir de noche, ni reunirse con otros compatriotas; no les permitían
alejarse más de quince millas de su domicilio. Ésta última disposición era impracticable
debido a las enormes distancias de Los Ángeles, felizmente la policía no era muy estricta
para su cumplimiento.
Recibieron en cambio una prueba de simpatía, gentileza y comprensión de parte de
todos sus amigos; los compañeros del club de músicos, sabiendo que Mario no podía salir
de noche, transfirieron las reuniones y los pequeños conciertos a su casa. Un grupo de
estudiantes, de la universidad que frecuentaba Pietro, lo visitaban para hacer lecturas y
discusiones.
Durante esta temporada, las cartas que escribieron a Italia les fueron devueltas y no
les llegaban noticias, vivían en la completa oscuridad, iluminada apenas con algún mensaje
de la cruz roja y siempre con el temor de recibir malas noticias.
Mario sintió tranquilidad cuando meses más tarde, terminaron las restricciones para
los italianos, mientras que para los japoneses seguían con rigor.

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Andrés Segovia impulsaba a Castelnuovo-Tedesco con su afectuosa insistencia,
estimulándolo a componer para la guitarra, de manera que su producción para este
instrumento era continua, casi ininterrumpida. Solía decir:

Segovia es un gran artista y el más fiel de mis


intérpretes. Cuando parece que los demás han
olvidado mi música, Segovia continua tocándola.
Por ello siempre le he estado agradecido.

Cuando Segovia vivía en El Uruguay, en 1943, Castelnuovo-Tedesco le compuso


la Serenade para guitarra y orquesta de cámara. No se trata de un concierto sino de una
pieza concertante, donde el instrumento solista tiene una parte importante con cadencias.
La guitarra está siempre, en cierto sentido, subordinada a la estructura sinfónica de la pieza.
Es una Serenata al estilo de Mozart y de Brahms, es decir, una Suite con piezas breves,
basadas en movimientos de danzas. Como Castelnuovo-Tedesco las trató libremente, les
agregó al título de cada una un quasi: Quasi Minuetto, Quasi Scherzo, Quasi Marcia.
Utilizó una orquesta de tamaño parecido a la de su concierto para guitarra, pero por consejo
de Segovia aumentó levemente el número de ejecutantes, con una tromba más, un triángulo
y un tamburello; en el último tiempo, también platillos y tambor.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

13- ACTIVIDAD PEDAGÓGICA

Castelnuovo-Tedesco trabajó durante tres años en la M.G.M., años a los que en


broma llamaba de “esclavitud babilónica”. El 16 de octubre de 1943 terminó su contrato y
como prefirió trabajar libremente, no lo quiso renovar. Entonces empezó a trabajar como
free lance para las compañías cinematográficas: Columbia, Universal, 20th Century Fox y
también para la misma M.G.M.
Estas experiencias fueron más agradables ya que no dependía de una sola empresa
y tenía la oportunidad de tratar con diferentes músicos y directores que lo hacían participar
más en las filmaciones para las que debía componer música.
Durante el tiempo que había trabajado para la M.G.M. hizo más de doscientas
piezas por año: él mismo opinaba que el resultado de éstas era fatalmente mediocre.
Siempre estuvo insatisfecho con su trabajo cinematográfico, decía que para Hollywood la
música era sólo un mal necesario o un rellenador, el músico no participaba en la concepción
de la película: cuantas veces escribió música que después no se escuchó por el vuelo de un
avión o por el ruido de un automóvil.

Llegue a Hollywood a ofrecer lo mejor de mi arte,


pero me fue pedido que dieras solamente lo peor.

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No obstante todo esto, no guardaba rencor a la industria cinematográfica, por el
contrario, sentía agradecimiento, ya que le había permitido sostener a su familia y realizar
su principal objetivo, que era el de que sus hijos pudiesen continuar sus estudios.
En su música para el cine encontraba muy poco que le diera satisfacción, por eso la
tuvo siempre separada de la demás. Sólo con una película se había sentido complacido, ya
que ésta se acercaba más a lo que él deseaba hacer And then they were none, basada en la
novela policíaca de Agata Christie, la dirigió el francés Rene Clair, con quien trabajó en
perfecto acuerdo. Le permitieron hacer la música para toda la película y en ella apareció su
nombre en los créditos.
En New Haven tocó su segundo Concerto per Pianoforte e Orchestra, cerrando
con esto su carrera de concertista. Castelnuovo-Tedesco prefirió emplear el poco tiempo
que le quedaba libre en hacer sus propias composiciones, por lo que decidió dejar de
mantener y estudiar su repertorio para piano.
El joven director de orquesta André Previn le pidió que le diera lecciones de
armonía y de los rudimentos de composición; Mario nunca había enseñado, pero deseando
darle gusto a su amigo, aceptó. El alumno se entusiasmó tanto con las clases que corrió la
voz y, sin buscarlos, uno a uno empezaron a fluir los discípulos, en tal número, que Clara
decía:
−Nuestra casa parece haberse convertido en un consultorio dental.

Y prácticamente todos los músicos profesionales de Los Ángeles, tarde o temprano


estudiaron con él.
Sus alumnos variaban entre los nueve y los cincuenta años de edad y algunos de
ellos estaban singularmente dotados. Castelnuovo-Tedesco trataba de impartir sus
lecciones con la mayor claridad y simplicidad posibles. Personal en cuanto al alumno,
impersonal en cuanto al maestro. No utilizaba libros de método y sólo como referencia les
sugería el libro de armonía de Hindemith y para la orquestación el tratado de Widor. Él
mismo les escribía los ejercicios y las explicaciones y junto con el alumno hacía el
contrapunto, los cánones, las inversiones, las fugas y las orquestaciones. No le daba mucho
peso a la armonía, sólo explicaba su función; la formación de acordes, para lo que le
bastaban pocas lecciones.
Decía a sus discípulos:

Para encontrar la propia armonía, se necesitaban años


de práctica personal.

Era, sin embargo, muy estricto en el contrapunto ya que, decía:

Generalmente no es un acto instintivo sino un fenómeno


de adquisición, que requiere una larga y metódica disciplina.
La música es el arte de asociar los sonidos de un modo
lógico, armonioso, imaginativo y expresivo, aunque también
racional y científico, porque la música antes de ser un arte,
es una ciencia basada en las leyes físicas, que hay que conocer.
Las vibraciones acústicas, como las pulsaciones rítmicas,
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pueden venir expresadas numéricamente en fórmulas y
ecuaciones y bajo este aspecto la música se acerca más que
cualquier otra disciplina del pensamiento, a las matemáticas
puras o tal vez a la astronomía. Naturalmente no todo se
puede expresar numéricamente y ese es el error de tantos
sistemas musicales modernos. La música debe ser, primero
que nada, expresión de sentimientos.

También enseñaba a sus alumnos la historia de la música desde los griegos hasta el
sistema dodecafónico.
Castelnuovo-Tedesco era un hombre sumamente generoso y esto se reflejaba en
todas sus actitudes; las lecciones de sus alumnos debían ser de una hora, pero él les
dedicaba a veces hasta dos horas.
Por aquella época los nombres más reconocidos del arte musical, fueron a radicar a
Hollywood: Heifetz, Piatigorski, Rachmaninov, Rubisntein, Tansman, Iturbi, Horowitz,
Schönberg, Stravinski y tantos otros. Todos ellos eran amigos de Castelnuovo-Tedesco,
pero se veían rara vez porque cada uno estaba ocupado con sus composiciones, giras,
conciertos...
En el año de 1944 el compositor Nathaniel Schilkret tuvo la idea de escribir la suite
Génesis, para narrador, orquesta y coro; ilustrando los principales episodios de la Biblia,
como una serie de frescos musicales. Schilkret empezó la obra con la Creación, pero más
tarde, no sintiéndose capaz de cumplir él solo la difícil empresa, le pidió a Castelnuovo-
Tedesco su colaboración para que escribiera el Diluvio. Después decidió extender el
proyecto y les pidió su colaboración a otros notables compositores: a Toch le pasó la última
parte de la historia de Noé, el Arcoiris y lo puso en contacto con Tansman quien hizo el
Paraíso Terrenal, Tansman, a su vez, invitó a Milhaud quien escribió Caín y Abel, éste se
dirigió a Stravinski quien escogió la Torre de Babel; finalmente, Shilkret mismo pidió la
contribución de Shönberg quien decidió dar a la Suite un Preludio que describiera el Caos.
La obra fue presentada con gran publicidad en Los Ángeles: Werner Jansen dirigió
la orquesta y Edward Arnold actuó como narrador. Inmediatamente después se grabó el
disco.
Para Castelnuovo-Tedesco fue una experiencia agradable de trabajo en conjunto
con sus amigos compositores.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

14- RESIDENCIA NORTEAMERICANA

En el mes de abril de ese mismo año, terminó el contrato de alquiler de la casa que
habitaba Mario con su familia. De modo que buscaron un departamento. Todos estaban o
muy caros o demasiado lejos de la zona de sus actividades. Por fin encontraron una casita
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que les gustó, ubicada en el 2269 de South Clark Drive, en el mismo Beverly Hills, que
estaba en venta. Castelnuovo-Tedesco se aterrorizaba ante la idea de ser propietario,
siempre había considerado su estancia en ese país como pasajera y soñaba con regresar a su
amada Florencia; la sola idea le parecía:

Como comprar un lugar en el cementerio.

A pesar de todo Clara y él pensaron que era conveniente adquirirla. Tomaron


posesión de ella el 4 de marzo. La propiedad era de un piso, con un prado verde al frente y
un jardín en la parte de atrás; la amueblaron con la máxima economía.
Pronto Clara le dio los toques de buen gusto y en la casa se sentía la personalidad
de toda la familia.
Una de las cosas que habían animado a Mario a comprarla fue el jardín de atrás, en él había
un árbol de aguacate, un durazno y geranios rojos, más tarde plantó un limón.
Descansaba y trabajaba “cultivando su jardín”, no en la realidad sino de forma
metafórica;
En mi jardín crece hortaliza; mi música para las películas
y flores en abundancia; la música que escribo para mi.

Casa de los Castelnuovo-Tedesco en Beverly Hills

Por necesidad de trabajo adquirió un viejo piano Stenway, anterior a la primera


guerra mundial, pero bien conservado y con un sonido dulcísimo.
Castelnuovo-Tedesco compuso gran cantidad de música coral, litúrgica y seglar,
puesto que en los Estados Unidos había demanda tanto de parte de los editores como de las
sociedades corales, quienes con frecuencia le solicitaban obras de este tipo.

A la caída de Mussolini, Italia fue ocupada por los alemanes. Castelnuovo-Tedesco


sintió gran preocupación por sus parientes, ya que conocía las condiciones a las que eran
sometidos los judíos: los campos de concentración, los exterminios en masa. Pasó meses y

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años de angustia indecible. En ese año de 1944 tuvo, al fin, un respiro de alivio cuando
recibió una felicitación de Pascua con las firmas de los refugiados en Suiza: su hermano
Ugo con toda su familia y los hermanos de Clara. Faltaban en ella las firmas de su padre y
de su hermano Guido. Fue un tiempo después cuando supo que se habían refugiado en un
pueblito en el campo de Aretina.
Unos meses más tarde, empezaron a llegarle las narraciones de las “fugas”: algunos
se habían salvado a través de las montañas con nieve, seguidos por perros de la policía.
Supo que su padre, quien estaba ya viejo, durante la retirada de los alemanes había
transcurrido varias noches en el campo, escondido en un foso, sintiendo los proyectiles que
le pasaban por encima de la cabeza:

Lloré amargamente de la pena.

Aunque en condiciones miserables, todos estaban milagrosamente incólumes,


dependiendo de la caridad del gobierno Suizo.
Sin embargo, su ansiedad no terminaba, día a día escuchaba por la radio los
comunicados de la lenta marcha de los aliados, para la reconquista de la península, dejando
una horrenda estela de destrucciones. Cuando leyó que los alemanes habían hecho saltar
los puentes de su Florencia:

Fue como una herida para mi.

Y cuando en un boletín de radio escuchó que Usigliano de Lari (precisamente tenía


que haber sido mencionado ese pueblito pequeñísimo), había sido convertido en un campo
minado:
Se me oprimió el corazón al imaginar nuestra villa
en ruinas y los cipreses desarraigados.

Ese período de guerra fue para él oscuro, vacío, silencioso.

En el año de 1945, Andrés Segovia fue a radicar a los Estados Unidos. Estando más
cerca de Castelnuovo-Tedesco, se veían y comunicaban con frecuencia. En una ocasión,
Segovia le pidió que hiciera el arreglo para orquesta y guitarra del Capricho Diabolico.
Mario le dio gusto y dejó a la guitarra tal cual adjuntando solamente un fondo orquestal;
sabía que la guitarra quedaría un poco confusa, pero pensaba que esto tenía su
compensación en el hecho de que el efecto general de toda la orquesta, era como el de una
gran guitarra.

La guerra había terminado y Castelnuovo-Tedesco se sintió tranquilo; le escribió a


su hermano Guido el 2 de julio de 1945:

“Querido Guidino: ...La idea de que la pobre Europa ensangrentada puede tener un
poco de respiro y empezar a recobrarse nos ha quitado una verdadera pesadilla... En cuanto
a nuestro regreso, es mucho menos fácil de lo que ustedes piensan,,, aparte de otras
consideraciones, por ahora los medios de comunicación están lejos de ser normales (es

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difícil viajar en América, figúrate, al menos como civil, atravesar el océano). Por lo tanto,
no se hagan ilusiones, se necesitará tener mucha paciencia, no obstante que mi corazón
llore al hacer esperar a papá.
Para pasar a argumentos más alegres, hablaremos de música, me pides que te
platique de mi trabajo, por lo menos del que más me interesa, verdaderamente me interesan
muy poco todos y menos aun la música que escribo para las películas, ésta (por fortuna) la
olvido apenas la he escrito (o después de que la he orquestado y grabado), para que por lo
menos no estorbe mucho en mi cerebro. Sin embargo, me ha sido útil, además de como
medio de subsistencia por la enorme práctica de orquestación que he hecho...”

Al año siguiente, Castelnuovo-Tedesco compuso su Rondó para guitarra sola; una


composición muy desarrollada, de carácter gentil y agradable; por razones de forma lo
consideraba, entre tantos que escribió, como un Rondó modelo, del tipo de los de
Stravinski. La forma del rondó, analizada en sus secciones, es, como se sabe: “A-B-A-C-
A”, pero la particularidad de éste de Castelnuovo-Tedesco es que cada una de sus
secciones, analizada en fragmentos más breves, es, a su vez, una forma de rondó,
resultando una especie de rondó múltiple.

Por esa época, la familia Castelnuovo-Tedesco tuvo que tomar una decisión muy
difícil: hacerse ciudadanos norteamericanos. Cuando habían llegado en 1939, tomaron los
llamados “primeros papeles”, haciendo la declaración de que tenían intenciones de
nacionalizarse. En aquel tiempo, era ésta la única solución lógica, debido al mal modo con
que habían sido “excluidos” como judíos de la vida italiana. Ahora, vencido el plazo,
tenían que resolver su nacionalidad. El 23 de julio de 1946 se convirtieron en ciudadanos
norteamericanos.
Su padre se disgustó enormemente con la noticia, Mario le escribió una larga carta
en la que le explicaba el porqué:

“...Me siento orgulloso por haber nacido en Italia, en ese país tan hermoso que me
educó a lo bello, en medio de un pueblo bueno que me enseñó la bondad; pero el gobierno
declaró a los judíos como ciudadanos de segunda clase, quitándonos el derecho al trabajo y
a la educación de nuestros hijos, y aunque la responsabilidad no era del pueblo, éste no hizo
tampoco ninguna protesta. No obstante, por mis compatriotas no siento ningún rencor, pero
no olvido, ni puedo tener fe en el gobierno. En estos años de confusión posteriores a la
guerra, nadie puede saber qué forma seguirá la vida política del país. Por otro lado, tengo
por los Estados Unidos un deber de reconocimiento, porque fui acogido con perfecta
igualdad de derechos, pude seguir trabajando, me concedieron educar libremente a mis
hijos, quienes ahora prefieren seguir su vida en Los Estados Unidos en lugar de regresar a
su país por el que no guardan bellos recuerdos, y ni Clara ni yo nos separaríamos de ellos.
Además, es singularmente notorio cómo en Norteamérica los grupos de diferentes
procedencias étnicas conservan intacta su unión con el país de origen...”

Con estas líneas, su padre comprendió y aceptó su decisión.


En la primavera del año anterior Castelnuovo-Tedesco había recibido una
invitación para regresar a su patria, asumiendo la dirección de uno de los Conservatorios de
Música. Primero se habló de Nápoles, después de Roma:
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Tal vez si me hubieran propuesto el de Florencia,
no hubiera podido resistir a la tentación.

Este ofrecimiento lo hizo feliz; con él le demostraban reconocimiento, siendo


también éste un símbolo de reconciliación. Pero era una decisión que no debía tomar a la
ligera. No podía truncar su trabajo ni los estudios de sus hijos. Por otra parte no había
medios de comunicación; con los movimientos militares de la post-guerra, a los civiles les
era muy difícil conseguir un pasaje, había que apartarlo cuando menos con doce meses de
anticipación, así que tuvo que posponerlo para un año más tarde.
Mario planeaba su viaje a Italia para el verano de 1947. Deseaba ver a su padre,
quien lo esperaba con impaciencia. Para que Clara y él pudieran ir con sus hijos, tenían que
esperar hasta el mes de junio, que era cuando terminaba el período escolar.
Su padre tenía ya 87 años, no resistió más y murió el 8 de marzo.

Debería yo haberlo previsto, y por esa mi imprevisión, fue


un golpe más fuerte, me causó un profundo remordimiento.

Mario no tenía ánimos para ir a Italia ese año, así que prefirió esperar.
La bailarina Katherine Dunhan quería renovar su repertorio y le pidió que le
escribiera un ballet. Le pagaba el viaje con toda su familia a México, donde se encontraba
ella en ese momento.
Castelnuovo-Tedesco aceptó inmediatamente, pues era un óptimo pretexto para
distraer el espíritu deprimido que reinaba en la familia. Además, le atraía la idea de
conocer un país nuevo, al que siempre había deseado visitar.
Llegaron a la Ciudad de México y se instalaron en la Posada San Ángel, allí realizó
la música para el ballet, siguiendo las indicaciones de la bailarina Dunhan.
Castelnuovo-Tedesco le escribió a su hermano Guido desde México el 30 de julio
de 1947:
“Queridísimo Guido, Adriana y todos: ...estos días, mientras Katherine estaba
aquí, estuvimos viviendo en un barrio que se llama San Ángel que es verdaderamente un
sueño. Nosotros nos hospedábamos en la Posada San Ángel, que es un antiguo convento
transformado en hotel. Ahora que Katherine se fue, nos trasladamos al centro de la ciudad,
al hotel de Cortés, que tiene en medio un grandísimo claustro, al que dan todas las
habitaciones y aunque está en el centro de la ciudad hay mucha calma. Hemos visitado
varios lugares; el convento de Acolman es muy interesante, es el convento más antiguo de
América. Las iglesias son todas bellas por fuera, pero inadecuadamente repletas de adornos
por dentro. La parte más impresionante son las ruinas paganas y hoy mismo vimos las
pirámides de Teotihuacan, lugar misteriosísimo. Las comidas son óptimas y
abundantísimas... Los abraza su Mario.”

Después de su feliz y reparadora estancia en México, regresaron a Los Ángeles,


Castelnuovo-Tedesco se encontraba más sereno y optimista, el viaje a México le había
hecho mucho bien.

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Ese mismo año compuso la Suite para guitarra. Es una suite muy heterogénea. El
primer tiempo es un Preludio, casi una improvisación con el carácter de la música para
laúd del 1500; el segundo es una Balada escocesa, en la que la guitarra, sobre un insistente
pedal, tiene curiosos efectos de cornamusa; el tercero es un Capriccio violentamente
sincopado y de carácter americano, por lo que se puede tocar también por separado.

En esos días Andrés Segovia interpretó por primera vez en Los Ángeles, el
Concerto in Re para guitarra y orquesta. Tuvo un éxito en verdad extraordinario.
Mientras Castelnuovo-Tedesco lo escuchaba:

Sentía un extraño efecto al pensar en esta criatura mía,


que había estado en gira por el mundo sin mi bendición.

El sonido profundo de la guitarra de Segovia en contraste con la orquesta, revivía


esa música clara y serena que Castelnuovo-Tedesco compusiera en la víspera de dejar su
Florencia. Sentimientos muy diversos se agolpaban en su mente.

Mario continuaba trabajando para las compañías cinematográficas y, como


siempre, sin grandes satisfacciones. El 22 de noviembre de 1947 le escribió una carta a su
hermano:

“Querido Guidino: ...la única cosa que he hecho (para una escena que debe
prepararse rápido) es una marchita para violín y guitarra, de dos músicos ambulantes que
acompañan a un matrimonio. Está bonita y valdría la pena hacérselas tocar a Heifetz y
Segovia, pero naturalmente me tengo que contentar con mucho menos...”

El pianista Walter Gieseking volvió a interpretar en público la música de


Castelnuovo-Tedesco. En Florencia tocó I Cipressi. Más tarde, cuando Mario se enteró, le
escribió a Gieseking demostrándole su alegría.

Walter Gieseking y Castelnuovo-Tedesco

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15- ENCUENTRO CON ITALIA

Después de nueve años, en la primavera de 1948, Mario, con su familia, regresó a


Italia. Viajó en barco y era indescriptible la emoción, la ansiedad que agitaba su corazón.
Se preguntaba ¿Cómo encontraría a los parientes, a los amigos, a Italia, después de tantos
años y tan desastrosos episodios.
Sus amigos de Nápoles le habían vuelto a insistir para que ocupara el puesto de
director del Conservatorio de Música en esa ciudad y para su llegada, le organizaron varios
conciertos con algunas de sus composiciones. En uno lo incluían a él como solista al piano.
Al alba del 28 de mayo, el Vulcania penetraba en el golfo de Nápoles. Cuando el
barco esperaba que le dieran la entrada oficial al puerto, el camarero tocó en la cabina de
Castelnuovo-Tedesco y le entregó un paquete de telegramas de bienvenida. Los tomó con
mano temblorosa y, después de leerlos, emocionado, subió a cubierta.

Mario Castelnuovo-Tedesco

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Mario volvió a mirar aquella tierra sonriente, espléndida, bajo el sol del
Mediterráneo y se dijo:

Dios mío, ¡cómo es bella Italia!, más bella


de lo que recordaba.

Cuando la nave entró al puerto y vio las horrendas destrucciones causadas por la
guerra y en las bancas decenas de niños mutilados y lacerados mendigando, se dijo:
¡Dios mío, ¿qué han hecho con esta ciudad martirizada?

Al bajar del barco los estaban esperando sus amigos de Nápoles, así como algunos
parientes que habían viajado para recibirlos. Los recibieron con música y no terminaban los
abrazos, besos y lágrimas.

Mario pasó los primeros días en suculentas comidas y cenas, saboreando sus ricos
platillos. Los amigos le hacían comentarios de todo tipo; narraciones que le hacían girar la
cabeza. Su hijo Lorenzo enfermó y él tenía que ir de aquí para allá del sanatorio a los
ensayos de los conciertos que ofrecería. Cuando terminaron los compromisos estaba
extenuado y decidió que toda la familia viajara a Anacapri para pasar allí unos días. Quería
descansar y su hijo Lorenzo se repondría en ese lugar.
Después de unos días de reposo viajaron directamente a Florencia. Desde la
ventanilla del tren, Mario veía horrorizado las trazas de destrucción que había desde
Nápoles hasta Roma, pero de allí en adelante, había cada vez menos destrozos y ya
empezaban la reconstrucción. La Umbria y la Toscana eran indudablemente el jardín de
Italia. Al llegar a Florencia, en la estación del tren los esperaban los parientes que no
habían podido ir a Nápoles; de nuevo lo sacudió la emoción, aumentada ahora por el placer
de pisar su ciudad natal. Se instalaron en el hotel de Santa María Novella; desde la ventana
del cuarto, en el último piso, Mario dio la primera mirada a su Florencia: los campanarios,
cúpulas y techos característicos de su hermosa ciudad.
La primera visita que hizo fue al cementerio donde se encontraban sepultados sus
padres y tantos otros seres queridos. Las dos lápidas de sus amados padres se habían
salvado milagrosamente de un bombardamento del que todavía se podían ver las trazas:

Me paré en medio de las dos sepulturas


y lloré lágrimas de añoranza.

Su hermano Ugo lo llevó a Por Santa María y al Lungarno: cuando vio las bárbaras
destrucciones, se sintió turbado. No obstante, conservaban su belleza las torres medievales
que habían resistido a los estragos y a la furia de las minas y que habían quedado allí
aisladas, más parecidas a San Gimignano que a Florencia.

A la mañana siguiente, Mario empezó a recorrer su ciudad en un estado de éxtasis,


reencontrando cada punto. Gozó, sobre todo, al moverse en esos espacios armónicos y
perfectos. Probó una sensación de supremo bienestar. Era una ciudad hecha para él, a su

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medida. Mientras caminaba, lo detenían a cada momento para saludarlo y darle la
bienvenida:

Estaba conmovido con la acogida que


me daban mis queridos florentinos.

Con sus hermanos Ugo y Guido pasó ratos de verdadera alegría; estar a su lado,
platicar los tres juntos, lo llenó de una felicidad indescriptible.
Para Mario, regresar a Usigliano había sido un continuo sueño durante todos los
años de ausencia; la única propiedad que les quedaba en Italia. La alegre belleza la
austeridad pura de ese campo, lo cautivó una vez más. La villa se encontraba en buen
estado y cada uno tomó posesión de sus habitaciones. En su estudio, motivado por el
lugar, se sentó a componer inmediatamente, escribió su segundo Quartetto en Fa para
cuerdas.
Pronto se dio cuenta de que la villa presentaba grandes problemas; durante la
guerra había estado descuidada y ya no producía. Toda esa tierra representaba una carga,
puesto que el grano y el vino que sus campos daban en una época, ahora era difícil
obtenerlos. A pesar de la gran pena que representaba para toda la familia, decidieron
venderla: Usigliano era el último vínculo que tenían con la tierra italiana.

Permanecieron allí hasta el 3 de noviembre de 1948 en que regresaron a América.


Durante el viaje en barco, Castelnuovo-Tedesco se sentía triste, angustiado,
convencido de que, de ahora en adelante, no sería feliz en Italia ni en Los Estados Unidos,
no pertenecía a ninguno de los dos, comprendió justamente, por primera vez, lo que ya
había intuido antes, lo que sería la verdadera tragedia de su vida:

De ahora en adelante, seré para los norteamericanos


un italiano y para los italianos el norteamericano,
ahora y para siempre, ‘suspendido entre dos mundos’.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

51
SEGUNDA PARTE

16- EPISTOLARIO CON ANDRÉS SEGOVIA

Castelnuovo-Tedesco sufrió ataques de cálculos hepáticos y llegó a estar tan mal


que los médicos opinaron que no quedaba otra alternativa que la intervención quirúrgica.
Antes de entrar al sanatorio, Mario tuvo el deseo de terminar su oratorio La historia de
Ruth; al día siguiente de haber escrito la última nota, fue operado. Tuvo una larga y penosa
convalecencia, recuperándose hasta tres meses después.
Andrés Segovia estaba entusiasmado con la Suite de Castelnuovo-Tedesco y le
escribió una carta desde Nueva York el 6 de febrero de 1950:

“Mi querido Mario: hacía mucho tiempo que no trabajaba una obra con el placer
con el que he trabajado tu Suite. Es difícil, aunque después de limpiar los obstáculos, su
dificultad se ha vuelto lógica y se trata ya nada más de persistir en el estudio. Sobre todo
en lo que concierne a los dos primeros movimientos. Estoy en vías de poner en dedos el
Prelude quasi una improvisazione, así como también la Ballata. Tengo miedo de la última
pieza, todos la consideran, y yo también, muy hermosa, más no me parece propia del
carácter de la guitarra. Después de las tentativas que he hecho, te ruego que hagas otro
último tiempo, te pido que te pongas a trabajar, convencido de que yo he puesto todas mis
posibilidades. El Prelude y la Ballata son deliciosas a la guitarra: sin embargo, creo que
tiene un mucho de piano el tercero y por consecuencia quedará entonces fuera de la
guitarra. Pero no puedo decir todavía la decisión final, espera un poco... Andrés”.

Ese mismo año, Castelnuovo-Tedesco compuso la Fantasía per chitarra e


pianoforte, se la dedicó a Andrés Segovia y a su esposa Paquita Madriguera, quien era una
de sus más fieles intérpretes al piano y había sido alumna de Granados. A Mario no le
parecía muy justa la combinación de estos dos instrumentos, pero trató de eliminar los
inconvenientes manteniendo la parte del piano siempre ligerísima, casi clavichembalística.
La Fantasía consta de dos tiempos: Nocturno y Danza. Tiene, en general, carácter español.

El musicólogo alemán Alfred Leonard, le pidió a Andrés Segovia que participara


en un concierto de música de cámara. Segovia respondió que sólo tocaría si Castelnuovo-
Tedesco suplía la parte moderna del programa con un quinteto para guitarra y cuerdas.
Mario aceptó con gusto y, con la velocidad que lo caracterizaba, empezó a componer la
obra. En cuanto tuvo listos los dos primeros tiempos se los envió a Andrés Segovia quien
le escribió en una carta:

“Mi querido Mario: he recorrido los dos movimientos de tu Quintetto y los


encuentro extremadamente bellos, creo que sonará magníficamente. Espero con
impaciencia los otros tiempos. De todas formas, me he puesto ya a trabajarlo. Ayer por la
noche te envié un telegrama para comunicarte el verdadero y espontáneo éxito de tu Suite el

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domingo pasado en Town Hall. En forma unánime, con un gran entusiasmo, el publico
respondió a la belleza de tu obra; Yo hubiera tocado como bis el último movimiento si no
es porque tuve miedo de no tocarlo tan bien como lo había hecho. En cuanto a la crítica,
estuvo menos mala que lo habitual. El calor del público ciertamente le impuso respeto...
Estaría muy contento si tú hicieras cualquier cosa sobre el tema de Blas de la Serna (siglo
XVII ó XVIII) que te adjunto. Como podrás ver es delicioso, bien tratado, tal como tú
puedes hacerlo, sería un bis fulminante... Andrés.”

El año siguiente el Quintetto per chitarra ed archi tuvo su primera y estupenda


ejecución, tanto de parte de Segovia como del Quintetto Paganini. Es una obra clara,
limpia, de un lirismo casi Schubertiano, en especial el primer tiempo, Allegro vivo e
schietto; Mario tenía preferencia por el segundo, Andante mesto; que contiene una larga y
conmovedora frase melódica, en la parte central aflora un tema típicamente español, por lo
que escribió en la parte superior: Souvenir d’Espagne. Después le sigue un Scherzo alla
marcia y la obra termina con un fogoso Finale en 6/8 lleno de contrapunto, interrumpido al
centro por un lánguido ritmo de habanera.
Ese año de 1951, Castelnuovo-Tedesco compuso su Romancero Gitano. Escogió
algunos poemas de García Lorca, conservando el texto original en español. En este trabajo
recordó la España que había visto en 1913 y que lo había fascinado. Su recuerdo español
aflora en su Romancero a cada paso. Escogió siete poemas de diversos caracteres y les
puso música a la manera madrigalista, para un cuarteto de voces con acompañamiento de
guitarra. A cada canción le incluyó un breve Preludio y Postludio que los une formando
así un verdadero ciclo.

Andrés Segovia continuaba tocando con entusiasmo las obras de Castelnuovo-


Tedesco y le escribió una carta desde Siena, Italia, informándole:

“Querido Mario: hoy comí con tu hermano y esposa, yo les había telefoneado para
informarles que tocaría tu Quintetto en Siena. Tu bella obra se tocó con amor por los Archi
del Quintetto Chigiano y por mi. Fue escuchado con delicia por una sala colmada y
entusiasta. Hablé con el conde Chigi acerca de pedirte que des unas conferencias el año
próximo en la Academia y él ha tomado la idea con placer. He estado aquí con tus amigos
y hemos hablado de ti hasta hacerte zumbar los oídos. Los resultados de los concursos de la
Academia Chigiana de obras para guitarra y orquesta, guitarra y cuarteto de cuerdas y
guitarra sola, han sido los siguientes: Primer premio del primer grupo: un Concertino de un
músico suizo que yo no conocía: Hans Haug. El premio al segundo grupo fue declarado
desierto. En el de guitarra sola, el primer premio le fue concedido a Tansman por una
Cavatina en cuatro tiempos; la suma puesta a su disposición: 100 mil liras, le ha servido
para asistir a la ópera de Stravinski en Venecia, de la que habla maravillas. Tocaré tu
Quintetto en Londres y, a mi regreso en América comenzaré a trabajar los poemas de
García Lorca. La atmósfera artística en Siena es enormemente simpática, el año próximo
tocaré tu concierto. Saludos cariñosos de tu Andrés.”

La cantante belga Suzanne Danco visitó Los Angeles y Castelnuovo-Tedesco fue a


escucharla a su concierto. Quedó muy bien impresionado por la pureza de su voz, por su
técnica perfecta y por su musicalidad. Mientras la escuchaba pensó:
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Sería una intérprete ideal para Aucassin et Nicolette.

Al terminar el concierto, Mario fue al camerino a felicitarla y con cierta timidez le


preguntó si al día siguiente tendría una media hora, porque le quería mostrar una obra suya.
La cantante aceptó con gusto.
Cuando llegó a la casa del compositor, Castelnuovo-Tedesco sacó Aucassin et
Nicolette del cajón donde había estado dormida durante más de trece años y Suzanne Danco
leyó el primer acto. Al terminar, le dijo:

─Esta composición está hecha para mí. Si me la confía, la presentaré en Florencia.


Más adelante, le escribieron a Mario del Maggio Musicale Fiorentino para
anunciarle que presentaría su obra el siguiente año.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

17- FLORENCIA UNA VEZ MÁS

Clara y Mario se prepararon para hacer su segundo viaje a Italia con ánimo
particularmente feliz. Aunque sentían que sus hijos no pudieran acompañarlos por estar
ocupados en sus respectivas escuelas.
Esta vez viajaron en el barco Queen Mary. Llegaron a Florencia justo a tiempo
para los ensayos de Aucassin et Nicolette. La ópera se presentó el 2 de junio de 1952, tal y
como estaba escrita, para marionetas y narradora (canta-historias) que era Suzanne Danco.
La representación tuvo un éxito unánime tanto del público como de la crítica. Para
Castelnuovo-Tedesco fue un enorme gozo. Un gozo que trascendía al simple hecho del
éxito. De pie, al fondo de la platea, escuchaba su música.
Se trata de una pequeña ópera:

Una creatura simple y modesta.

Mario encontró su música fresca y sincera, como era quince años atrás, cuando la
escribió:
Está aquí, está viva... con vida propia, que no tiene nada
que ver conmigo. La vida pasa, los cuerpos envejecen,
pero la música permanece joven... extraño destino de
esta operita. Ha dormido durante tantos años y mientras
cuántas cosas han sucedido: guerras, revoluciones, exilio
y cuántos dolores y sufrimientos. Pero a ella nada la ha tocado.
Ni Hitler ni Mussolini lograron anularla, destruirla.
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Regresó a Florencia, donde había nacido, igual, ¡como si
nada hubiera pasado! El tiempo no existe más, el presente es
igual al pasado. Tal vez la verdad está en una simple y
modesta fábula de amor... como ésta, medieval pero eterna,
que se desarrolla ante mis ojos... es como ha sido en el fondo,
toda mi vida, ‘vida de música’.

Castelnuovo-Tedesco regresó a Los Ángeles con la dicha de que su pequeña ópera


hubiera sido dada a conocer.

Su amistad con Andrés Segovia se reafirmaba cada día, aunque en algunas


ocasiones pasaba tiempo sin que supieran uno del otro debido al intenso trabajo de los dos
músicos. Segovia le escribió después de una de esas pausas:

“Mi querido Mario, te pido perdón por mi largo silencio, me encuentro trabajando
como esclavo, repentinamente he firmado con DECCA para hacer cada año cuatro long
playing records, tarea que devorará todo mi repertorio y para lo cual realmente no estoy
preparado. Imagínate que dos discos se han comido ya dieciséis piezas. He grabado
veintitrés y todavía no he completado tres discos. El plan general a seguir, comprende tu
Quintetto, el Concierto de Ponce, tus siete canciones de García Lorca, el Concierto de
Villa-Lobos, la Chacona de Bach, tu Capriccio Diabolico, tu Suite, Tres sonatas de Ponce,
sus Variaciones sobre la Folía de España y más tarde tu Omaggio a Boccherini.
Recibí una carta del conde Chigi en la que me pide que adelante mi estancia en
Siena, parece que tiene cinco alumnos que ya están allá y que no tienen dinero para
permanecer hasta el fin del curso. La noticia que tú me diste de los impuestos que le han
puesto a la fortuna del conde debe ser verdad y tal situación se deja sentir ya sobre la
organización, o desorganización, de la Academia, porque la primera vez que anuncié mi
curso, yo vine a Siena con gran retraso y, para aligerar la situación de los alumnos y porque
había sido mi culpa, yo había dado la orden a Clara Camus de enviar al conde 100,000 liras
escribiéndole a él que las distribuyera entre los más necesitados, en espera de mi llegada.
Él las rehusó, me envió un cable diciendo que él pagaría todos los gastos de los alumnos
pobres y que yo viniera lo más rápido que pudiese. ...Cosa bien diferente de lo que me
dejó entender este año. De todas formas, le he prometido llegar hacia el 8 en lugar del 16 y
eso cambia mis planes terriblemente. En el concierto que di ayer por la noche, tu Quintetto
salió muy bien. Mis colaboradores han trabajado llenos de entusiasmo, todavía muy
motivados por la posibilidad de tu presencia... Fue un gran éxito. Aplaudieron mucho.
...Andrés.”

Castelnuovo-Tedesco le escribió a su alumno André Previn, como tarjeta de


felicitación, un Tango para piano basándose en su nombre, dándole a cada letra una nota de
la escala musical. Después se divirtió haciendo otras obras breves de esa manera, para
enviárselas a sus amigos, utilizando con sus nombres las series al modo Schönberguiano.

Lorenzo, su hijo menor, estudiaba arquitectura y junto con su novia y compañera


Laura Spaulding, decidieron casarse el 20 de diciembre de 1952. Para Castelnuovo-

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Tedesco y Clara representó una gran alegría, pero también, con el matrimonio de Lorenzo,
se quedaron solos, pues su hijo Pietro estudiaba en otra ciudad. A partir de ese momento
llevaron una vida solitaria y retirada.

Andrés Segovia continuaba su comunicación epistolar con Castelnuovo-Tedesco a


quien le escribió una carta el 24 de enero de 1953:

“Mi querido Mario: ¡Tengo tantas cosas que decirte! Tocamos tu Concerto in Re
en el Royal Festival Hall y en la BBC de una manera incomparable. La crítica ha hablado
muy bien... Mi recital en Nueva York ha sido, este año, el mejor que jamás haya dado, a tal
punto, que Hurok anunció seis para la temporada 1954. Regresaré a Granada este verano y
allí daré la primera audición de varias de tus canciones de García Lorca. Pienso que el
ambiente será propicio.
Quisiera instarte a escribirme un Concertino ligero, gracioso, melódico, donde tú
vertieras a manos llenas tu espíritu y tu ternura. Joaquín Rodrigo está por componerme una
Fantasía para guitarra y orquesta, porque yo le dije que no tocaré su Concierto de
Aranjuez. Contéstame rápido. Si estás dispuesto a aceptar mi idea, ponte a componer
pronto para tener tiempo de trabajarlo y poder modificar lo que sea necesario.
Saludos a Clara y un abrazo de tu Andrés.”

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

18- SEGUNDO CONCIERTO PARA GUITARRA Y ORQUESTA

Al recibir el encargo de Andrés Segovia para que escribiera un segundo concierto


para guitarra y orquesta, Castelnuovo-Tedesco, si había titubeado para componer el
primero, con el segundo se negó rotundamente; dado que la primera experiencia había
salido bien, le parecía peligroso repetirla. No obstante, las ideas le vinieron casi sin
desearlo y terminó la obra con una rapidez increíble, entre el 9 de febrero y el 23 de marzo
de 1953. Es similar al primero en muchos aspectos: pero bajo otros, fundamentalmente
distinto. Mientras en el primero la sucesión de los tiempos es de carácter Clásico,
Romántico, Popular, en el segundo el episodio Clásico está en medio y el Romántico al
inicio. En el primer concierto los tres tiempos son de igual duración y casi de igual
importancia. En el segundo, el primero y el último tiempos son realmente breves; 7
minutos cada uno, siendo el segundo de una duración doble, 14 minutos, de proporciones
casi monumentales, propiamente el centro de la composición, una Sarabanda con
Variaciones en forma de Suite que se desarrolla según el esquema ya adoptado por él en
varias composiciones de cámara. De la Sarabanda, expuesta primero por la guitarra sola,

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se pasa a través de varias formas rítmicas a una Pavana, a un Minuetto con Trío, a una
Giga, a un Aria, para concluir con una elaborada Fuga final que lleva triunfalmente a
retomar la Sarabanda inicial. El primer tiempo tiene la indicación de Allegretto y el
último, en forma de rondó, lleva el título de Fiesta, con carácter popular. Está basado en
un tema aparentemente inocente al inicio del ottavino, pero después se presta a las más
diabólicas combinaciones contrapuntísticas (canones dobles, triples, cuádruples), además
de combinarse en forma sucesiva con todos los temas secundarios. La orquesta es más rica
que en el primer concierto y tal vez más activa, utiliza dos flautas y dos cornos en lugar de
uno y, en el último tiempo, también una tromba y un gran número de instrumentos de
percusión. En el último movimiento hay un resumen con una larga cadencia de la guitarra
sola, acompañada sucesivamente de todos los instrumentos posibles de percusión:
tímpanos, castañuelas, tamburello, triángulo, platillos y una campana que continúa sus
toques en Si bemol hasta el final de la pieza mientras toda la obra está en Do.
Cuando terminó el concierto, Castelnuovo-Tedesco se lo envió a Segovia quien le
escribió:

“Mi querido Mario: Mi primer telegrama ha sido para tranquilizarte con motivo de
que llegó la “Fiesta”. El segundo fue después de una atenta lectura de la partitura. Ese
movimiento corona la obra, y cada día estoy más contento de haberte instado a escribir este
nuevo concierto. Sin embargo, estoy un poco inquieto sobre la sonoridad de la guitarra
dentro de ese final brillante. La orquestación es muy clara y de una vivacidad muy
ingeniosa, es auténtico, mas yo me pregunto si cada vez que la guitarra intervenga dentro
de esa lluvia de colores, se escuchará bien. La simultaneidad no matará su voz, pero ¿crees
tú que su “presencia” se notará con interés entre esa deslumbrante sucesión sonora y que
ella podrá conservar su papel de solista? Ya lo veremos pronto... Te aseguro, Mario, que
esta obra tendrá un porvenir magnífico, paso todo el tiempo de que dispongo en trabajarla.
El primer movimiento está casi listo, en el segundo todo se puede tocar sin tener
dificultades que no sean lógicas para el instrumento, con excepción de ciertos pasajes de la
Giga. Pero no oso todavía pedirte los cambios hasta que piense lo que será mejor...
Andrés.”

Castelnuovo-Tedesco solía decir, que por el amor que tenía a la guitarra y a


España, podía hacer suyo esa especie de epitafio que García Lorca escribió con tanta
melancólica dulzura, en Memento, la más breve de las poesías del Romancero Gitano:

Cuando yo me muera, enterradme con mi guitarra,


bajo la arena, entre los naranjos y la hierbabuena.

Mario enfermó y en ocasiones tenía que interrumpir su trabajo para descansar.


Clara, siempre a su lado, lo cuidaba y atendía amorosa.

Andrés Segovia nunca estuvo de acuerdo con el título del Capriccio Diabolico de
Castelnuovo-Tedesco y se lo hizo ver en una carta que le escribió el 21 de enero de 1954,
desde Kansas City:

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“Mi querido Mario: Siento mucho que en estos días no goces más de tu buena
salud. Espero que esas pequeñas molestias pasen pronto y que te restablezcas enteramente,
sin una prolongada espera.
Trata de no entrar en el sanatorio.
El Capriccio que toqué en Nueva York estuvo muy “diabólico”. Hace mucho
tiempo que te pedí permiso para suprimir el adjetivo, conservando, como es natural, el sub-
título explicativo de “Omaggio a Paganini”. De esa manera se imprimió en el programa de
Town Hall. La razón de la supresión del término diabolico, es que la crítica, así como el
público que asiste a la audición, espera más una pieza de “fuegos artificiales” que lo que
realmente es. Ni uno ni otro pueden entender que el “diabolismo” pueda estar entre las
tentaciones de las dulces e insinuantes melodías, sino en trayectos rápidos y ágiles que
jamás en la guitarra parecerán tan satánicos como en el piano o en el violín Cuando he
incluido el nombre completo de la pieza, la crítica ha hecho alusión de una manera
humorística; en Londres, por ejemplo, en la crítica del Times, hablaron mucho de la
benignidad del diablo que te había inspirado... Todo el mundo ama tu pieza, anunciada sin
el título de “diabolico” y en Nueva York (Aldo tendrá el gusto de comunicarte), la reacción
del auditorio fue sumamente entusiasta... Andrés”.

Castelnuovo-Tedesco tuvo una gran mejoría en su salud y compuso Rondel, otra de


sus greeting cards, con el nombre de Siegfried Behrend, el guitarrista alemán, quien
gustaba de su música y la interpretaba de continuo. Castelnuovo-Tedesco lo llamaba de
cariño il mio biondo Sigfrido chitarrista. Rondel es un preludio en forma de habanera.

Siegfried Behrend y Castelnuovo-Tedesco

Castelnuovo-Tedesco deseaba también, hacerle una pieza de felicitación a Andrés


Segovia. Y esa sería de entre sus Greeting cards, la que le daría mas trabajo. Quería que
fuera una pieza digna del gran guitarrista, pues lo apreciaba como amigo y como intérprete.
Castelnuovo-Tedesco distribuyó el nombre de Andrés Segovia en la escala cromática según
el alfabeto inglés, resultando tan anti musical que no supo qué hacer. Decidió entonces
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utilizar el alfabeto español donde el nombre resultó muy musical y compuso la pieza a la
que nombró: Tonadilla.
El 19 de julio de ese mismo año, Andrés Segovia le escribió a Castelnuovo-
Tedesco desde el Escorial haciéndole algunos comentarios sobre su segundo concierto así
como del de Aranjuez:
“Mi Querido Mario: Me he consagrado enteramente a tu segundo concierto, va por
buen camino, solamente la variación del segundo movimiento en forma de Giga, me da
algunos dolores de cabeza, pero espero lograrlo. No tienes idea de la sonoridad tan bella
que se desprende de la primera frase de la Sarabanda. Estoy muy ufano de la digitación que
le he encontrado. Melodía y armonía forman un todo extremadamente poético.
Joaquín Rodrigo, el autor del concierto de Aranjuez, compuesto durante la guerra,
quiere que yo haga otra versión para la guitarra y me ha dejado en libertad de cambiar el
tono, si lo creo necesario, sin tener que transportar o modificar la orquestación. El quiere
que yo lo toque en Los Estados Unidos y que lo grabe, Creo que tendrá un gran éxito. Si
yo antes nunca lo he tocado, es porque la guitarra suena mucho a mandolina, a causa de la
orientación tan aguda de la presente versión. Tocaré también la primera audición de tu
Tonadilla, es muy ingeniosa e interesante, gracias por la dedicatoria... Andrés.”

Andrés Segovia

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

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19- APARTAMENTO EN FLORENCIA

En el verano de 1954, Mario y Clara regresaron a Florencia. Tener que vivir en


hoteles en su ciudad, siempre les resultó desagradable y decidieron comprar un apartamento
en via dei Bardi 52 para cuando viajaran a Florencia:

Nadie se puede imaginar mi gozo al tener ahora una casa


en mi ciudad, ubicada propiamente en el corazón de la
vieja Florencia, con una vista estupenda.

La amueblaron con las pocas cosas que les habían sobrevivido después de la
guerra. Gracias a que su cuñada Adriana había visto sus muebles en unas oficinas del
gobierno y los había recobrado. También, en la bodega de una Sinagoga, había encontrado
todos los libros y cuadros que les habían pertenecido y los había rescatado entrando por una
ventana.
El apartamento se encontraba en un edificio a la orilla del Arno y desde las
ventanas de la sala se podía admirar el Puente Viejo, el Palacio de la Señoría, la catedral y
todas las torres de Florencia, más atrás, se veían las colinas de Fiésole y Settignano, todo un
resumen de belleza. Delante de esas ventanas, Mario pasaba horas y horas embelesado.
Cuando en los días de fiesta alumbraban el Palacio de la Señoría con antorchas:

Me quedaba mirando mi ciudad en un estado de éxtasis.

De regreso en Los Ángeles, Castelnuovo-Tedesco enfermó y en el invierno fue


sometido a dos operaciones que lo dejaron sumamente débil. Tardó varios meses en
recuperarse.
Mientras se encontraba convaleciente leyó a Cervantes, le gustaron especialmente
sus Novelas Ejemplares y los Entremeses. Cuando se sintió con más fuerzas empezó a
componer; escribió sus Entremeses de Cervantes a los que llamó Escarramán. Se trata de
una suite con danzas españolas para guitarra. Como su amigo Arturo Loria fue quien lo
animó a leer a Cervantes, la obra se la dedicó a él.
Escarramán consta de seis danzas: Gallarda, El Canario, El Villano, Pésame dello
amor, El rey don Alonso el Bueno y la Guarda Cuydadosa.
Como solía hacer con todas las obras que componía para la guitarra, se la envió a
Andrés Segovia quien le escribió en una carta desde Milán, Italia el 14 de julio de 1955:

“Mi querido Mario: Acabo de terminar la grabación de tu Quintetto, con las


cuerdas del Quintetto Chigiano; Brengola, Benvenuti, Leone y Filippini. Yo creo, así como
ellos, que el disco ha sido un acierto, pero esperamos tu opinión... Hablemos ahora de tu
nueva obra, Escarramán, me gusta mucho y ya la empecé a trabajar. Haré hasta lo
imposible para dar la primera audición en Nueva York. Ella hace que renueve mi
repertorio, también el de los discos. Cada año doy tres recitales en Nueva York, dos en
Londres, etcétera y ya no sé que más tocar. Dentro de los diferentes número de
Escarramán tú empleas una escritura mucho más cerca de la técnica de la guitarra que en
tus obras anteriores, por lo que el trabajo de adaptación es menor, te felicito. En cuanto esté

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hecha la digitación te enviaré una copia. La Gallarde está casi terminada, mañana
empezaré con El Canario. Piensa que yo también destino cada día un poco de tiempo a tu
Segundo Concierto, a la Fantasía de Rodrigo y a sus tres piezas para guitarra, al Concierto
de Villa-Lobos en el que debo retocar una cadencia y a las obras nuevas de Tansman.
Agrega a todo esto, mantener el repertorio que estoy en vías de tocar en mis conciertos, los
viajes, las gentes, la presencia de mi hija, etcétera, (aparta de tu pensamiento “las mujeres”)
y tu comprenderás que mi vida está saturada... Estoy contento de que tu salud haya
mejorado. Cuídate y sigue los consejos de Clara. Espero los preludios, envíamelos rápido
para que los reciba aquí. Tocaré tu Concierto en el Festival de Argenta... Andrés.”

Ese mismo año, Castelnuovo-Tedesco compuso Tre Preludi Mediterranei para


guitarra, a la memoria de su amigo Renato Bellenghi. Los llamo Serenatella, Nenia y
Danza.
Al siguiente año, en 1956, a Mario le llegó un telegrama de Segovia en el que le
pedía con urgencia que le escribiera una Passacaglia. Castelnuovo-Tedesco compuso la
pieza sin saber porqué se la había solicitado con tanta prisa. Más tarde, cuando lo vio,
Segovia le comentó que un compositor le había enviado una Passacaglia que estaba muy
fea e inmediatamente había pensado: “Cómo la hubiera hecho bien Mario”, y no pudo
resistir la tentación de telegrafiarle.
Castelnuovo-Tedesco le dio a la Passacaglia el nombre de Omaggio a Roncalli,
quien fuera un famoso guitarrista del siglo XVII. Es una pieza extensa con Fuga y Finale.
Andrés Segovia quedó contento con la obra y agradecido con Castelnuovo-Tedesco
le escribió desde Nueva York el 23 de abril de 1956:

“Querido Mario: Acabo de leer la Passacaglia y te felicito de todo corazón, es muy


bella, las Variaciones muy ingeniosas, la Fuga noble y hábil. Ésta presenta dificultades, la
más dolorosas son los grandes acordes después del stretto en 3/2. El problema está en
sacrificar la amplitud de la posición abierta en que están y el apretar, porque los dedos del
guitarrista no tienen la elasticidad necesaria para llegar del Sol grave al Re agudo. No
podrá tener la impresión pesada y sonora que tú deseas en los arpegios. Esta Variación XV,
prepara muy bien el Final de la obra. ¿Quisiste empezar la Variación II por el sexto grado
de la base o bien es un lapsus calami? todas las otras tú las empiezas por la Tónica. Todas
ellas son muy bellas y, te repito, que estoy muy contento de haberte sugerido esta obra.
Distribuiré todo mi tiempo entre el Concierto, Escarramán, que amo mucho, y esta
última... ¡Estoy en pleno festival Castelnuovo! A medida que yo la trabaje te diré si los
ossia que pones en lápiz son preferibles o no. El último concierto con orquesta de la
estación fue en Virginia, donde toqué el tuyo. También lo he tocado en esta temporada
aquí seis o siete veces y otro tanto o más en Europa. Tu concierto se está volviendo clásico.
Recibirás noticias de mi trabajo con frecuencia. ...Andrés.”

La cantante Marya Freud cumplió ochenta años y como regalo, Castelnuovo-


Tedesco le compuso una Ballata, canción para voz y guitarra. La llamó Ballata dall’Esilio,
tomada de la poesía en italiano antiguo del poeta florentino Guido Cavalcanti (1255-1300).
La parte de la guitarra es prácticamente sólo un acompañamiento de acordes.

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Andrés Segovia interpretaba y promovía de continuo la música de Castelnuovo-
Tedesco, le escribió desde Siena, Italia una carta el 17 de agosto de 1956:

“Mi querido Mario: Con gran retraso recibí tu última misiva. Tú sabes o te
imaginas cómo está Siena durante el Palio y que en consecuencia, cualquiera que se respete
se va de la ciudad y regresa solamente cuando la confusión ha pasado. Es lo que yo hice y
ahora, regresando, recibí tu carta. Me pondré a hacer inmediatamente la digitación de
Escarramán y te la enviaré. Prefiero que tú la tengas primero, antes de enviarla a la Casa
Ricordi. La Passacaglia camina muy bien. Estoy en vías de hacer algunas modificaciones
necesarias para que las someta a tu juicio. En cuanto las tenga completas te las envío. El
problema de dar mi nombre a otra casa editorial está en boga todos los días. Yo podría
firmar “Ansetonius”, que contiene la primer sílaba de mis tres nombres -Andrés Segovia
Torres- y una declinación latina. Será al mismo tiempo una prueba de respeto a Schott y de
afecto a ti, ya que no figurará abiertamente mi nombre en la edición. Strecker no me podrá
censurar y yo colaboraré contigo en poner la digitación correcta a la pieza, que la hará
accesible para los guitarristas. De todas formas el pseudónimo es tan transparente...
Le he dado a mi alumno John Williams, que cada día hace grandes progresos, tu
Concierto en Re para que lo toque en el saggio del curso de la Academia Chigiana el 28 de
este mes, será en el teatro Rinnovati y tiene un carácter de concierto serio más que de
examen. Hasta la vista Mario. Tengo este año en mi clase alumnos muy buenos que
continuarán tocando tus bellas obras cuando yo esté muerto. La guitarra no zozobrará
dentro del olvido de novedades y mi trabajo no se perderá. ...Andrés.”

En el año de 1957 Castelnuovo-Tedesco compuso su obra Lullaby, ninna nanna


para guitarra, tomada de la canción de cuna para voz y piano que había escrito en su
juventud.
En el verano de ese año, Mario viajó a Europa con Clara. Empezaron por España y
después fueron a Milán para presenciar el Concurso de Ópera al que Castelnuovo-Tedesco
se había inscrito con su obra Il Mercante di Venezia, bajo el pseudónimo de Sem. En un
periódico leyó que el concurso se había pospuesto hasta el mes de diciembre debido al gran
número de obras presentadas y por la imposibilidad de parte de los jurados para
examinarlas. Así que Mario decidió pasar el verano en un lugar tranquilo. Viajaron al
Circeo por estar junto al mar.

Entonces, Mario recibió una invitación para formar parte del jurado del Concurso
Bussoni para piano en Bolsano a finales de agosto. Con gusto aceptó. Pasó unos días muy
agradables al convivir con sus colegas. Fue allí que compuso un ciclo de diez líricas para
barítono y guitarra: Die Vogelweide, con el texto de Walter Von der Vogelweide (1156-
1230) poeta, cantante y compositor austríaco.

Mario recibió una carta de su hijo Pietro en la que le anunciaba que se casaría con
una señorita de Boston, Lisbeth Stone, en los primeros días de octubre.
A finales de septiembre Mario y Clara regresaron a Los Ángeles para dirigirse a
Boston y asistir a la boda:

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Tuve el enorme gozo de tocar, yo mismo, para la joven
pareja, mis Songs and Processionals for a Jewish
Wedding, dándoles de esa manera mi bendición musical.

Al año siguiente, Castelnuovo-Tedesco escribió otra de sus greeting cards: Song of


the Azores, sobre el nombre de Joseph Enos, nativo de las islas Azores.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

20- EL PREMIO

El 11 de abril de 1958 fue un día feliz para Castelnuovo-Tedesco; se encontraba


dando una lección cuando le comunicaron que había ganado el Concurso Campari de la
Scala di Milano, con su ópera Il Mercante di Venezia. Debido a la cantidad de participantes
(64) era un triunfo importante para él. Su alumno saltó de alegría y Mario estaba radiante.
Le anunciaban también, que su ópera se representaría en la Scala de Milán en la
siguiente temporada.

El día en que los Estados Unidos festeja el Columbus Day, le otorgaron a


Castelnuovo-Tedesco el Columbus Award of Distinguished Merit, que está reservado a los
italo-americanos que se han forjado el honor de merecerlo. Le ofrecieron un fastuoso
banquete y al final le fue entregado un pergamino que decía: “A Mario Castelnuovo-
Tedesco, por toda la vida de logros sobresalientes en el mundo de la música, con clímax en
1958, al ganar el primer premio en un concurso internacional con su ópera Shakespereana Il
Mercante di Venezia, dando honor, estima y crédito a los millones de italo-americanos que
viven en el país.
Castelnuovo-Tedesco se sintió satisfecho; sus dos patrias lo reconocían y
premiaban.
En abril de 1959 Mario y Clara viajaron a Milán para recibir el premio. La
ceremonia se llevó a cabo en la Sala del Palacio Serbelloni y fue precedida por un concierto
de música suya. Él mismo tocó las Danze del Re David y su Quintetto per pianoforte e
archi. No obstante que él ya no ofrecía conciertos, se preparó para esa ocasión con cuidado
y cariño.
Castelnuovo-Tedesco se conmovió por la acogida del público; triunfaba de nuevo
en su patria y eso hizo que se sintiera feliz. Su éxito fue difundido por la prensa.
Aunada al triunfo, Mario tuvo también una desilusión cuando le anunciaron que en
el teatro de La Scala de Milán no se presentaría su ópera como habían prometido.
Lo que más lo entristeció, fue el enterarse que su propio maestro Pizzetti, quien
había fungido como presidente del jurado en el concurso, era el que había boicoteado la
presentación. Castelnuovo-Tedesco estaba desconcertado y dolorido. Para serenarse, viajó
con Clara al Monte Pilli, además, porque se sentía enfermo. Allí se repuso moral y
físicamente. Entonces viajaron a Florencia, donde Mario tuvo la satisfacción de tocar su

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Segundo Concerto per pianoforte ed orchestra en el hermoso claustro de la Santísima
Annunziata, bajo la dirección de William Steinberg, con la emotiva acogida de parte de sus
queridos florentinos.
Castelnuovo-Tedesco volvió a sentirse mal tanto física como emocionalmente y
renunciando a otros compromisos, anticipó su regreso a América.
Llegó a Los Ángeles cansado por el viaje que aunado al trabajo y a las fuertes
emociones hicieron que todo repercutiera en su salud.

Andrés Segovia se enteró de su mal estado físico y le escribió en una carta:

“Mi querido Mario: ---Recibí tu carta con el artículo que has destinado al álbum
Decca y que me parece excelente. Horowitz ya me lo había dado a conocer. Te lo
agradezco mucho. Está muy bien escrito, muy justo en lo que concierne a la guitarra,
demasiado generoso para mi. Pero lo que me ha hecho más impresión de tu carta es la
novedad del estado delicado de tu corazón. No le des mucha importancia a los avisos
pesimistas de los doctores. Ellos te aconsejan una excesiva precaución, despertando en tu
casa un estado de alarma peor que la que hay en su clínica. Hace dos años, el doctor
Wallis, de Nueva York, encontró también que mi corazón estaba fatigado y que debía
abandonar toda mi actividad de conciertos, viajes, etcétera y reposar... Yo no hice nada de
eso. Acepté otro tanto de compromisos que antes del descubrimiento del doctor Wallis,
hice los viajes y toqué. En el resto de mis hábitos no metí más freno que el que cada día
consideré razonable. Deja tu vida fluir, no como un torrente, sino con tranquilidad y
alegría... Dentro de dos o tres días te expediré el Canario digitado. Su adaptación estuvo
más fácil que la del movimiento precedente.
Abraza a Clara y que no te mime mucho por causa del electrocardiograma...
Un abrazo terapéutico de tu viejo, Andrés”.

Castelnuovo-Tedesco pasó una temporada en reposo, hasta que poco a poco volvió
a hacer su vida normal, aunque siempre teniendo algunos cuidados.
Por esos días, se empezó a interesar en componer piezas sobre animales; escribió la
Sonatina Zoológica para piano, después Il Bestiario: ciclo de líricas para canto y piano. El
tercer trabajo fue Platero y yo del gran poeta español Juan Ramón Jiménez, para guitarra y
narrador. Comprende una serie de 138 cuadros que tratan de una persona que platica con
su burro en sentido filosófico. Mario escogió 28 a los que les puso música. Las piezas son
en su mayor parte bien definidas y musicalmente completas. Muchas de ellas se pueden
tocar en concierto sin narrador. Como eran demasiadas para poder tocarlas todas en un solo
programa, las dividió en cuatro grupos de siete piezas cada uno. Para Mario Platero y yo y
El Romancero gitano, le parecían sus obras para guitarra más poéticas, decía:

Tal vez se deba a los poemas de


Juan Ramón Jiménez y de García Lorca.

Le envió la obra a Segovia quien le escribió:


“Querido Mario: Has hecho una obra magnífica, con la cual se podrá confiar en la
guitarra. Te prometo que me pondré a trabajarla sin tregua ni reposo hasta que toda entera

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esté dentro de mi repertorio. Ha sido una feliz idea la de hacer eso con Platero y Yo y la
realización musical es una obra maestra. Mientras tanto, te pido que no abandones tu
proyecto de Goya. Serán las obras más originales y las más importantes en la historia de la
guitarra. Te repito que no cesaré de trabajar Platero y Yo hasta que esté lista para los discos
y los conciertos.
Yo sé de antemano que los músicos de la Decca están muy entusiasmados desde
que les comuniqué la nueva. José Ferrer sería el hombre a propósito para la narración
porque su voz es dulce, habla inglés y español y es muy inteligente. Pero creo que estas
obras pueden salir solas, sin narrador, en los programas de los conciertos, haciendo
imprimir el texto en el programa, divididos en cada pieza. Porque daré cada año tres o
cuatro conciertos en Nueva York y podré tocar la obra completa. A medida que yo las
trabaje tú recibirás noticias de las modificaciones necesarias. Mil cosas a Clara y un cordial
abrazo de tu amigo, Andrés. “

En octubre de ese mismo año, Mario recibió la grata noticia de que en el Maggio
Musicale Fiorentino se presentaría su ópera Il Mercante di Venezia. Se sintió feliz, al fin se
realizaría su deseo de que su ópera se diera a conocer.

Castelnuovo-Tedesco compuso su Sonatina Canonica para dos guitarras, consta de


tres movimientos: Mosso, Tempo di Siciliane y Fandango e Rondeau. Se la envió al dúo
Presti-Lagoya con una carta:

“Beverly Hills, Calif., 9 de octubre de 1961. Queridos amigos: Hoy les envié por
correo aéreo la música que les prometí, confío en que la recibirán pronto. Es una pequeña
obra “sin pretensiones”: una Sonatina Canonica para dos guitarras en tres movimientos,
espero que sea “tocable” y que también sea ¡agradable de tocar!, probablemente serán
necesarios algunos “ajustes”, pero para eso me remito al juicio y a la paciencia de
Alexandre y cuando ustedes estén aquí, podremos hacer todos los cambios que deseen. (O
ustedes mismos los pueden hacer sin consultarme)... Mario Castelnuovo-Tedesco.”

Más tarde compuso Tre Preludi al Circeo para guitarra sola, dedicados al joven
compositor italiano Carlo Napoli. Los escribió en recuerdo del monte Circeo que se
encuentra al sur de Roma en la costa del mar Tirreno. Se inspiró en la mitología: La Grotta
di Circe, Il Parto di Ulisse, La Tomba di Elpenore. Tienen una secuencia de: Allegretto
mosso, Andantino ondulato, Lento lamentoso.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

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21- LID Y CONCILIACIÓN

Castelnuovo-Tedesco recibió una carta de Andrés Segovia que lo dejó perplejo y


molesto, en ella le decía:
“Querido Mario: ...Te agradezco nuevamente el artículo tan generoso que me
escribiste para el disco Golden Jubilee, sobre la guitarra y sobre mi. Ya has visto el bello
álbum que sacó la Decca. Tu artículo ha contribuido enormemente a la dignidad artística de
la presentación y espero que la Decca te haya enviado un ejemplar.
Esto que voy a decir, no cambiará el grado de amistad que tengo por ti ni mi
admiración por tu gran talento. Todos mis sentimientos quedarán intactos, pero tengo la
pena de no continuar tocando tu música. En Italia y en Alemania algunas personas, que no
se conocen entre ellas, me han dicho que ya no te hace feliz escucharme ejecutar tus obras.
Que tú desapruebas mi interpretación, pero que no osas hacerme observaciones por miedo a
irritar la enorme vanidad que el éxito ha desarrollado en mí. Francamente, eso me ha
entristecido mucho. Algunos amigos no han encontrado que yo haya cambiado por el éxito.
En cuanto a la interpretación de tus obras tienes razón al quejarte; cuando tú las escuchas
directamente de mí, trato de tocarlas lo mejor y lo más íntegras. Por fuerza, a menudo
caigo en algún error. En cuanto a las grabaciones de discos, en caso de una segunda
impresión, pienso suprimir tus piezas y tocaré otras en su lugar. En el primer programa de
los conciertos que ofreceré esta temporada en Los Ángeles, no tocaré nada tuyo. En el
segundo, creo que he puesto la Ballata para que no crean, en el ambiente musical de esa
ciudad, que soy negligente con tu obra dedicada a mí.
La diferencia entre tu criterio artístico y mi trabajo, no disminuirá jamás mi amistad
y mi admiración por ti, te lo repito, pero no tendré ya el placer de tocar tus obras puesto que
no estás satisfecho de la forma en que yo las interpreto.
Mis cordiales recuerdos a Clara y mi abrazo musical para ti, Andrés.”

Castelnuovo-Tedesco, turbado con la carta de Segovia, meditó con calma y decidió


contestar con otra a su amigo:

“Florencia 3 de mayo de 1959. Querido Andrés; ...El tono de tu carta me ha


sorprendido francamente, sobre todo por los chismes y cuentos que has recogido, de los que
yo no creo nada y tú debes hacer lo mismo.
De las acusaciones, principiaré por decirte que hace dos años que no estaba en
Italia y desde los años veinte ¡que no voy a Alemania! Yo respondo a todas simplemente:
1- Que yo jamás he criticado tu arte en general, que es (como todo mundo sabe)
fuera de serie.
2- Que yo encuentro tus ejecuciones de mi música excelentes y tus discos
magníficos, con excepción del Capriccio Diabolico, que tú ya lo sabes. En él amo la
sonoridad aunque menos la interpretación. Del Quintetto la interpretación es perfecta y la
grabación es menos buena; pero eso no es tu culpa. A propósito de discos, siento mucho
que en Los Estados Unidos tu disco del Concerto in Re (que creo es uno de tus mejores) no
esté más a la venta, yo mismo lo he pedido a Aldo que te pida interesarte en su distribución
o de grabarlo de nuevo.

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De lo que me quejo y creo que tengo razón es:
1- Que en 1953 me pediste con urgencia que te escribiera un segundo concierto que
yo realicé muy pronto; tú te declaraste entusiasta (al punto de decir que era superior al
primer Concierto, cosa que tal vez no sea verdad...), pero no lo has trabajado ni tocado
jamás, aunque algunas veces me anunciaste que lo presentarías con Barbirolli y después
con Ormandy.
2- Que en 1956 me pediste también con urgencia que te escribiera la Passacaglia.
Yo la hice, tú te mostraste satisfecho, pero no la has tocado.
3- Que en 1955, cuando yo te escribí Escarramán, por petición de Ricordi, tú me
prometiste hacer la digitación y fue hasta 1957, cuando viniste a Los Ángeles, que hiciste la
digitación del primer movimiento la Gagliarda en medio día y me prometiste que cuando
regresaras a Nueva York le enviarías los otros movimientos a Ricordi: no lo hiciste jamás.
En 1958 me habías prometido digitarlos durante tu estancia en Siena, no lo hiciste.
En tu última carta de julio pasado, me habías asegurado que meterías Escarramán
en tus programas de ese año; después vi con pena, que tocabas otra vez las mismas viejas
pequeñas piezas...
Por eso recientemente, con gran pena, he tenido que autorizar a Ricordi la
publicación de las otras piezas de Escarramán sin tu digitación, ¡no se puede hacer esperar
a los editores durante años!
4- Por otra parte, también Schott publicará el Concierto, la Suite, la Fantasía, el
Rondó, el Quintetto, la Tonadilla, sin digitación. Parece que no le regresaste las pruebas
corregidas (y como son obras que tú tocas, seguramente las tienes digitadas...) Sé que es
lamentable publicarlas en esa forma.
Esas mi querido amigo, son las faltas y no los cuentos... Naturalmente, si tú no
quieres tocar más mi música, yo lo lamentaría mucho, pero no puedo hacer nada, tú eres el
que decides. ...Saludos cariñosos de Mario.”

Los dos músicos se reconciliaron y comprendieron que se admiraban mutuamente


como artistas y se querían como amigos. A partir de ese momento su relación llegó a ser
más estrecha y cálida, continuando su relación epistolar.
Andrés Segovia le escribió:

“Querido Mario:... He propuesto en Ginebra que te pidan que participes en el


jurado del Concurso de guitarra que van a establecer a sugerencia mía. Será un gran paso en
favor del presente y del porvenir de la guitarra, voy a hacer que mis mejores alumnos, un
grupo de más de doce buenos guitarristas, se inscriban. Tres de entre ellos serán capaces de
disputarse el primer premio: el español Narciso Yepes, el venezolano Alirio Díaz y el
uruguayo Abel Carlevaro. He metido, naturalmente, tu Sonata entre las piezas de ejecución
obligatoria.
Es difícil contestar a la pregunta que tú me haces de porqué te pido que escribas
más música, si sé que no podré trabajarla más. He tenido el deseo de un segundo concierto,
sin embargo, no podía yo adivinar que justo en el momento en que estaba por empezar a
trabajarlo, tendría un desprendimiento de retina que me haría perder esa buena ocasión. Y
de esa forma, Dios mío, he pasado 24 días acostado sobre mi costado derecho, sin poder
tocar una sola nota en la guitarra, sin moverme y con los ojos vendados, con anteojos
negros provistos de un pequeño agujero en medio, a través del cual, yo no podía ver ni la
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mancha entera de la guitarra; y después, estuve forzado a prepara rápido los programas de
los conciertos que debía dar a partir del 15 de octubre en Ginebra y que terminaron el 23 de
abril, cubriendo una parte de Europa y casi todo Estados Unidos. Acuérdate también, que
cuando me enviaste tus partituras yo estaba en camino de un país de América del Sur a otro.
Y además, cuando he tenido un momento libre, lo he consagrado a estudiar tu obra. Por
otra parte, y tú lo sabes, la adaptación de una pieza nueva en la guitarra requiere de un
trabajo continuo y no interrumpido.
Te he pedido y te pido todos los días que escribas, porque amo mucho tu música y
creo probártelo. Si por un lado hay algunas piezas tuyas que esperan la primera audición,
del otro tú figuras todos los días en mis programas y lo prueban los 116 conciertos que he
dado el año pasado y los 75 de esta temporada. No creo ser presuntuoso al asegurar que
ningún otro artista te toque tanto como yo. Tú has escrito cosas para otros; pianistas,
violonchelistas, cantantes, orquesta, etcétera. Si no toco tus obras nuevas es en contra de
mi corazón, parece que se debe al carácter complicado de mi vida, cosa de lo que soy
menos responsable de lo que tú crees, hace tiempo que no tengo tiempo para estar tranquilo
y estudiar. No acepto dar tantos conciertos por el placer de sentirme aplaudir ni por amor al
dinero. Sino para hacer frente a mis numerosas obligaciones familiares. Créeme, querido
Mario, soy mucho menos egoísta de lo que crees. Si lo fuera, no haría publicar jamás las
obras que no están dedicadas a mi sino que las habría guardado. Desde hace largo tiempo
he querido crear un repertorio para mi instrumento.
Para terminar te diré, que estás equivocado al no querer escribir más para la
guitarra. Escribe y publica, como lo has hecho con la Fantasía, el Concierto, la Suite,
etcétera. Si Dios prolonga mi vida, ya encontraré algún día el tiempo para tocarlas, tu
verás... Pero no prives a la guitarra de tu talento ni, ¡qué diablos! a tus obras del encanto de
la guitarra.
Hasta pronto, mi querido Mario. Más que nunca yo tocaré tus obras y trabajaré las
nuevas. En París voy a tocar la Tonadilla en el segundo concierto y el Capriccio en el
primero y creo que tocaré quince veces tu Concierto en Re en los Estados Unidos en la
próxima temporada... Abraza a Clara con afecto, saludos de tu viejo Andrés”.

A finales de marzo de 1961, Castelnuovo-Tedesco viajó a Italia para asistir a la


presentación de su ópera Il Mercante di Venezia. En el primer ensayo, a causa de la
humedad del teatro, sufrió un fuerte ataque de artritis y tuvo que permanecer en cama por
una semana: cuando al fin pudo asistir a los ensayos, apoyándose penosamente en un
bastón, el espectáculo estaba ya completamente maduro; a pesar de su estado físico, Mario
sintió un gran placer al verlo y escucharlo. Se presentó dos noches con un éxito
extraordinario.
Diario La Nazione, Florencia, 26 de mayo de 1961:

“Il Maggio Musicale Fiorentino. Éxito del Mercante di Venezia de Mario


Castelnuovo-Tedesco. El éxito ha sido genuino, sin reservas, representado por prolongados
aplausos después de los tres actos, con repetidas llamadas a los artistas y también al autor,
quien ha tenido que comparecer en escena junto con los intérpretes, el director, el
escenógrafo, la coreógrafa y el maestro del coro Andrea Morosini.”

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De regreso en América, Castelnuovo-Tedesco compuso sus 24 Caprichos de Goya
en recuerdo de las obras que tanto admiró en el museo del Prado de Madrid. Se los dedicó
a su hijo menor, Lorenzo, quien era estudiante de pintura.
Probablemente es su obra guitarrística más ambiciosa y por ser demasiado larga la
dividió en cuatro grupos como lo hizo con Platero y Yo.
Escribió los Caprichos sobre ritmos y danzas populares españolas: Fandango,
Habanera, Tango, Jota, Vito, Zorzico y de otros países, pero que habían sido aceptadas en
la corte de España: Minueto, Gavotta, Bourée, Rigodón, etcétera. En uno de los Caprichos
se basó sobre el grabado titulado: Si sabrá más el discípulo. En él, Goya representó a un
gran asno que enseña a un asnillo a deletrear. En la música, el maestro escribe al inicio una
serie dodecafónica y el discípulo compone sobre ella una vivaz Gavotta, con todas las
reglas de la música serial. jugando así una broma y dejando ver que Castelnuovo-Tedesco
aunque lo dominaba, no aceptaba ese sistema de composición.

Andrés Segovia tocaría el Concierto in Re para guitarra y orquesta en la ciudad de


San Diego. Castelnuovo-Tedesco viajó a esa ciudad en tren para escucharlo. Disfrutó de
la bella interpretación y del entusiasmo del público. Después del concierto, Andrés
Segovia, Amparo Iturbi y él regresaron a Los Ángeles en automóvil: Segovia y Amparo
hablaban en español con el chofer, que era mexicano, para mantenerlo despierto. A la
mitad del camino los sorprendió un fuerte huracán de los que suelen asediar a California;
tal vez el chofer se durmió a pesar de la plática o tal vez, como la carretera era casi invisible
bajo los estragos del agua, la perdió; el caso es que fueron a caer en un pantano de donde
les fue imposible salir. El agua iba entrando en el automóvil y les llegó hasta las rodillas.
Por turno levantaban la guitarra de Segovia para que no se mojara. Pidieron ayuda a las
personas que pasaban en coches o camiones, pero nadie quiso detenerse. En esa incómoda
posición pasaron toda la noche. Finalmente, al alba, ayudados por un camionero entraron
de nueva cuenta en la carretera. Después de todas las peripecias que habían pasado,
llegaron agotados a su casa hasta el siguiente día.

Alexandre Lagoya, Andrés Segovia e Ida Presti

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22- NUEVOS VALORES DE LA GUITARRA

Castelnuovo-Tedesco continuaba con su constante creación. Complacía todas las


solicitudes que le hacían y pasaba el tiempo trabajando intensamente.
Les escribió al dúo Presti-Lagoya el 7 de mayo de 1962:

“Queridos amigos: gracias por su encantadora carta que recibí esta mañana. Me da
gusto que la Sonatina suene bien y que ustedes la amen tanto, naturalmente que me hará
feliz tener una copia del programa del Festival de Menton donde la tocaron. Espero con
impaciencia su venida a Los Ángeles para ¡escucharla yo mismo! ¿Debo decirles que me
sorprendió vuestro nuevo requerimiento? ¡para nada!- justamente ayer, mientras escribía mi
14a Fugue, ya empecé el tercer cuaderno de los Preludes et Fugues bien Tempérées, pensé:
dentro de poco ellos me pedirán que les escriba un concierto para dos guitarras, (ha sido la
misma rutina con Segovia) y les digo rápidamente que lo haré con mucho gusto. Por cierto
Segovia estuvo en Los Ángeles y tocó (de una manera exquisita naturalmente) algunas de
las piezas de Platero y Yo. Ustedes las escucharán porque sé que tocará en París
próximamente. Reciban mis recuerdos más amigables, Mario Castelnuovo-Tedesco.”

Castelnuovo-Tedesco escribió otra de sus Greeting cards, Canzone Siciliana, sobre


el nombre del guitarrista italiano Mario Gangi. También hizo el arreglo de cuatro
canciones para voz y guitarra, se las dedicó a la cantante Olga Coelho y a Andrés Segovia.
Dos de ellas sobre antiguos romances españoles, las tomó de sus cinco canciones para voz y
piano del Romance del Conde Arnaldos y de la Ermita de San Simón. Las otras dos sobre
Shakespeare número 11 de Measure for Measure, Seals of Love y número 17 de Symbeline
Songs, Arise.

Castelnuovo-Tedesco terminó de escribir su Concierto para dos guitarras y


orquesta, en él utiliza 2 flautas, 2 clarinetes, 2 cornos, oboe, fagot, trompeta, percusión,
tímpanos y cuerdas. El concierto consta de tres tiempos: Un poco moderato e pomposo,
Andante y el último Molto Vivace, es un Rondó con un tema popular mexicano.
Lo estrenó el dúo Presti-Lagoya con la Toronto Symphony Orchestra, causando
verdadera sensación.

El guitarrista norteamericano Christopher Parkening era alumno de Castelnuovo-


Tedesco, que inmediatamente reconoció su talento. Parkening se interesaba por la música
de su maestro y la tocaba de continuo. El 10 de marzo de 1963 interpretó en Los Ángeles,
el Concerto in Re para guitarra y orquesta. Mario gustó enormemente de la interpretación
del joven guitarrista. Al terminar el concierto lo felicitó y le obsequió una pieza:
Melancolía, con la siguiente dedicatoria: “A Christopher Parkening, quien tocó tan bien mi
concierto hoy. Con profundo agradecimiento, Mario Castelnuovo-Tedesco.”
En noviembre de ese mismo año compuso otra de sus greeting cards, Ballatella,
sobre el nombre del mismo Christopher Parkening.

El guitarrista italiano Oscar Ghiglia viajó a Los Ángeles en 1964; su amigo Ronald
Purcell, quien era alumno de Castelnuovo-Tedesco, lo llevó a casa del maestro para

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presentárselo. Oscar iba acompañado por su padre y encontraron a Castelnuovo-Tedesco
rodeado de su familia, de sus alumnos y amigos. Era una tarde a finales del verano y una
discreta luz pasaba a través de las ventanas. Oscar Ghiglia se sentó en el estudio del
maestro y observó algunas pinturas y fotografías que pendían de las paredes; había varios
libreros, unas cuantas sillas y un sofá. Estos muebles compartían el reducido espacio con el
piano, sobre el cual estaba un manuscrito que esperaba los toques finales. Clara les ofreció
café y su voz en italiano le recordó en seguida aquel acento que Oscar había escuchado en
su niñez cuando vivía en Florencia. Recordaron nombres, lugares y tiempos relacionados
con su ciudad amada. Oscar tocó algunas obras de Castelnuovo-Tedesco, sentía una
ferviente necesidad de dar vida a la expresividad de sus líneas. Mientras el maestro
escuchaba, el padre de Oscar sacó su cuaderno de dibujo y un lápiz y empezó a capturar en
el papel la atmósfera indescriptible que se iba creando en la reunión. Al terminar, Mario
quedó muy bien impresionado con el joven guitarrista y le pidió a Oscar que tocara alguna
obra de otro compositor; él escogió la Sonata III de Manuel M. Ponce que Castelnuovo-
Tedesco no conocía; se conmovió tanto que le dijo:

−−He aquí una obra que gozaría mucho escuchándola de nuevo”.

Oscar Ghiglia y Castelnuovo-Tedesco

Oscar Ghiglia ofreció un recital la noche siguiente; Castelnuovo-Tedesco asistió.


En el programa se incluían obras suyas y la Sonata III de Ponce. Al terminar, fue al
camerino a felicitar al intérprete y, con la generosidad de siempre, le ofreció como regalo
una de sus greeting cards sobre su nombre: Romanza.
Ese mismo año, Mario compuso otra de estas piezas: Sarabande, sobre el nombre
de Rey de la Torre.

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Castelnuovo-Tedesco le envió a Andrés Segovia una cinta grabada durante el
concierto que tocó Christopher Parkening, con el objeto de que lo escuchara y lo tomara
como alumno.
Andrés Segovia le escribió desde Madrid, el 15 de junio de 1964:

“Mi querido Mario: vengo de recibir la cinta del muchacho que ha tocado tu
concierto y de recomendarle inmediatamente a la Universidad de California, en Berckeley,
de reservar una beca para él y de ponerlo entre los alumnos que serán admitidos. Ese
muchacho es realmente de talento y de una facilidad técnica que me recuerda a la de John
Williams. Haré todo lo posible para darle la experiencia que le falta debido a su juventud.
Estoy muy pesimista sobre el valor artístico de Berckeley y me pregunto si el
número restringido de alumnos que voy a admitir y la calidad mediocre de los que estarán,
justificarán el enorme esfuerzo que la Universidad está en vías de hacer, así como el mío.
Además de Parkening, dos italianos podrían salvar la situación: Minella de Milán y Ghiglia
de Roma. En fin, ya veremos. Haré esas consideraciones a la Universidad y en última
instancia ellos decidirán... Andrés.”

Castelnuovo-Tedesco compuso su Sonatina per flauto e chitarra y se la dedicó a


Werner Tripp y Konrad Ragossning. Consta de tres tiempos: Allegretto grazioso, Tempo di
Siciliana y Scherzo-Rondó. La combinación de la flauta y la guitarra es compatible y
melodiosa y el compositor supo hermanarlos de una manera ideal aprovechando las
cualidades de cada instrumento.
Ese mismo año de 1965 compuso otra de sus greeting cards para su amigo Héctor
García, Canción Cubana.
En homenaje al compositor Henry Purcell (1659-1695), Castelnuovo-Tedesco
escribió su Homage to Purcell y se la dedicó a su alumno Ronald Purcell. Es una pieza
escrita también a la manera serial utilizando los nombres de Ronald y Henry Purcell.
Empieza con un Andante con el nombre de Ronald y continúa con Purcell, sigue un poco
piú mosso con Henry y vuelve al Andante con Ronald y así continúa toda la pieza
combinando estos dos nombres con el mismo apellido.

En enero de 1966, el guitarrista Christopher Parkening estrenó el Segundo


Concerto per chitarra e orchestra de Castelnuovo-Tedesco en los Ángeles, con la
California Chamber Symphony dirigida por Henry Temianka. Este concierto había
esperado trece años para ver la luz, Parkening lo sacó de la oscuridad en que se encontraba,
obteniendo el éxito que se merecía. Para Castelnuovo-Tedesco fue el renacimiento de su
obra, compuesta tantos años atrás. Al fin escuchó, por primera vez, su concierto. Estaba
feliz con la interpretación del joven guitarrista que admiraba.

Los Ángeles Times, 11 de enero de 1966:

“OBRA MAESTRA TOCADA MAGISTRALMENTE. Una pieza para guitarra


tuvo su estreno mundial en el Royal Hall, UCLA, el domingo en la noche. Concierto
número dos en sol mayor de Mario Castelnuovo-Tedesco, tocado por Christopher
Parkening y la California Chamber Symphony, bajo la dirección de Herni Temianka. El
72
continuo éxito del primer Concierto dejó poco espacio para el también rico segundo
concierto, el que tuvo que esperar desde 1953. La ovación que fue otorgada, de pie, al
maestro de setenta años, al concluir el concierto fue un espontáneo tributo a la belleza de la
obra. Tres movimientos, cada uno con su propia fragancia, expuso la guitarra a través de su
recorrido. La orquesta comentó las ricas texturas de las armonía y las deliciosas y
sorprendentes modulaciones con exquisitas sonoridades. El movimiento central,
Sarabanda con Variazioni, es una completa Suite diestramente manejada. Es música de un
virtuoso para un virtuoso y Parkening, con una habilidad más allá de su juventud, lo llevó a
cabo sugiriendo que había sido dedicada a otro virtuoso: Andrés Segovia. “

Mario Castelnuovo-Tedesco

La conocida guitarrista Ida Presti, murió en plena juventud y en medio de grandes


éxitos profesionales. Para Castelnuovo-Tedesco, así como para el mundo musical,
representó una enorme pérdida.
Con ese motivo le escribió Andrés Segovia a Castelnuovo-Tedesco desde Ginebra,
el 28 de abril de 1966:

“Querido Mario: He quedado profundamente impresionado al enterarme de la


muerte de la pobre Ida Presti... ¡Inesperada! ¡Es espantoso!.. Su marido nos telefoneó ayer
desde París y nos enteró de la causa de esa tragedia. Para él es la pérdida de su mujer y de
su compañera... También pobre Cassadó... en fin, es triste ver desaparecer los seres que uno
ama... Nada más por ahora. Trabaja sin mucho esfuerzo... Yo tocaré tu Concierto el año
próximo con Ormandy. Nuestros más afectuosos pensamientos para ustedes dos, Andrés.”

Día a día surgían más guitarristas que tocaban y grababan las obras de
Castelnuovo-Tedesco, su música se escuchaba por todo el mundo.

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Mario le escribió al guitarrista venezolano Alirio Díaz el 8 de junio de ese mismo
año después de haber escuchado el disco con la grabación de su Concerto in Re.

“Querido Alirio: Conseguí hace poco su disco de mi primer concierto y quiero


decirle de inmediato que he quedado encantado. Es una ejecución refinadísima, llena de
sensibilidad y de espíritu y técnicamente perfecta. Está también magníficamente
coadyuvado por la orquesta de los Virtuosos de Zagreb.. Quisiera que me diera la dirección
de Janigro para poder escribirle también unas palabras de agradecimiento. He escrito como
le había dicho, una breve pieza sobre su nombre en la serie de mis greeting cards: Canción
Venezuolana, se la enviaré dentro de pocos días. Mientras tanto, gracias otra vez y mil
cordialidades de su Mario Castelnuovo-Tedesco.”

Castelnuovo-Tedesco escribió otras de estas obras para dos guitarristas argentinos:


Canción Argentina sobre el nombre de Ernesto Bitetti y Estudio sobre el de Manuel López
Ramos.
El 25 de junio de 1966 le escribió una carta a Manuel López Ramos quien le había
enviado dos discos que incluían algunas de sus obras.

“Querido Manuel: Gracias por enviarme el disco del Quintetto para guitarra.
¡Bravo, bravísimo! Es realmente excelente Me es muy grato que se interese en mi música
de cámara, con mucho gusto le enviaré la que he escrito hasta la fecha. También recibí
su bellísimo disco: bellísimo de sonoridad, sensibilidad y de seguridad técnica. Le diré que
en mi Sonata el primer tiempo está un poco rápido y nervioso y el segundo tiempo está
muy lento y sentimental. (Aunque así están también en el disco de Segovia). Pero están
compensados en el primero, por el espíritu muy vivaz y en el segundo, por la poesía sonora.
Los otros tiempos están perfectos. De cualquier modo, gracias por el regalo,
agradabilísimo!.. Mario.”

Andrés Segovia gustaba más del primer concierto para guitarra y orquesta de
Castelnuovo-Tedesco que del segundo. Seguramente porque la guitarra tiene una
participación más importante en el primero, mismo que tocaba casi sin interrupción.
Segovia le escribió a Castelnuovo-Tedesco desde Londres, en mayo de ese mismo
año:
“Querido Mario: ...En paquete separado te reenvío la cinta de tu segundo
concierto, a fin de que seas tan amable de regresársela en mi nombre a Parkening. A su
tiempo, yo te había dicho que tu obra era muy bella, pero escuchándola con la orquesta y la
guitarra, me parece aún más bella todavía. He notado en esta audición que hay muchas
cosas que se pierden, tanto en la guitarra como en la orquesta. La cinta tomada en la sala
donde ha sido tocada la obra, está lejos de ser buena. Parkening toca con la destreza digital
que le es propia y el escucharlo produce placer. Me parece que la orquesta todavía, en
ciertos pasajes, está un poco cargada, en detrimento de la guitarra. En general, el grupo de
músicos que estaban conmigo para escuchar la cinta, ha estado de acuerdo en que la
guitarra no tiene un rol tan preponderante dentro de la obra como en tu primer concierto, en
el que la guitarra es la protagonista indiscutible. Dentro de éste, ella está tratada con menos
interés. Me voy a poner a trabajarla, a estas alturas y te informaré las modificaciones que el

74
estudio me sugerirá. En cuanto regrese a casa comenzaré a enviarte las copias de la
digitación de Platero y Yo. Un saludo cariñosos de Andrés.”

El guitarrista y compositor Angelo Gilardino era admirador de Castelnuovo-


Tedesco y escribió unas palabras sobre la estrecha relación que tuvo con el compositor:

“En 1966, interpretaba en mis conciertos algunas composiciones de Mario


Castelnuovo-Tedesco. La belleza de las ideas melódicas, la perfección formal y de estilo,
así como su originalidad instrumental, me fascinaron y decidí emprender la búsqueda de
toda la producción musical del autor, más allá de su música para guitarra. Seguidamente,
nacieron mis contactos con el Maestro. Él, no sólo me proporcionó la forma de conocer
mucha de su música, enviándome partituras, cintas, discos, sino que tomó a su cuidado mi
formación artística con una generosidad, a mi ver, sublime. Sabiendo que mi gran proyecto
(que yo retenía irrealizable) era el de reunir gran cantidad de composiciones nuevas,
originales para guitarra, comisionándoselas a los compositores; él le recomendó a un editor
italiano que secundara mi propósito y que me confiara la dirección artística de una serie
nueva de música para guitarra, gracias a lo cual, su intervención providencial me parece
ahora como un milagro, ya que algunos cientos de nuevas composiciones han sido
agregadas al repertorio guitarrístico. En el plano más estrictamente personal, él ha sido mi
amigo y maestro, y la sutil obra pedagógica por él desarrollada, ha tenido siempre el
aspecto -de vez en vez bondadoso, irónico, cuidadoso, alentador- de una forma amigable,
nunca de una lección. Sus cartas han sido y continúan siendo uno de mis breviarios: él ha
sido un gran maestro, un extraordinario humanista que escogió expresarse en música, pero
su inteligencia no tiene límites. La sabiduría contenida en sus cartas es idéntica a aquellas
de los grandes filósofos, pero el lenguaje es simple y sin pretensiones.”

Castelnuovo-Tedesco era un hombre culto, con él se podía conversar sobre casi


todos los temas y tratándose de música, era un verdadero erudito, sabía contestar a
cualquier pregunta por extraña, difícil o sutil que se le hiciera.

El guitarrista italiano Ruggero Chiesa deseaba publicar una serie de estudios para
guitarra y pensó en Castelnuovo-Tedesco para llevar a cabo su proyecto.

Castelnuovo-Tedesco le escribió en una carta el 27 de abril de 1967:

“Mi querido Chiesa: Gracias por su carta, me da gusto que la pieza le haya gustado
y que lo haya reconciliado conmigo. En cuanto a su propuesta, gracias también por eso. Le
diré que la petición no me es nueva, me la hizo hace años Segovia para una serie de
Estudios Fáciles, en el que apareciera como apéndice de un método que él debía escribir;
sin embargo, el método no lo escribió nunca y, entonces, yo no hice los estudios. Primero
que nada, ¿cree que yo sea capaz? Recuerde que no toco para nada la guitarra y que
escribo todo por intuición, sin preocuparme de problemas técnicos. Pero si usted piensa
que yo puedo hacerlo, estaré muy feliz de tener su colaboración. No solamente tendré la
necesidad de ser guiado, sino que le digo desde ahora que usted está autorizado a descartar
todo aquello que le parezca “inadecuado” para su fin. Dígame entonces cuales serían sus
criterios didácticos: yo, como ya había pensado en las dificultades con anterioridad, había
75
contemplado una serie de apuntes, (porque el título de Preludios o Estudios Fáciles para
Guitarra no me gusta). Dígame también si me “permitiría” (si se presentara la ocasión)
afinar la sexta cuerda en Re. Y también cuales “límites” me daría en el registro superior.
(¿Los armónicos están permitidos?) En fin, ¡instrúyame! Dígale, pues, a la Suvini Zerboni
que estoy dispuesto a emprender el trabajo para ellos. Espero sus “instrucciones”. Y
contando con una frecuente y provechosa correspondencia con usted, le envío mil
cordialidades, su Mario.”

La correspondencia entre los dos músicos continuó y Castelnuovo-Tedesco


compuso once piezas breves para formar el primer cuaderno.

El dúo de guitarristas italianos Company-Paolini se interesó en tocar la música de


Castelnuovo-Tedesco y le escribieron solicitándole su Concerto per due Chitarre e
Orchestra. Castelnuovo-Tedesco siempre amable y pronto a realizar las peticiones que le
solicitaban, les respondió en una carta:

“Mi querido Company: ...El Concerto per due chitarre, no está publicado todavía.
Lo escribí en 1962 por encargo del dúo Presti-Lagoya (quienes lo tocaron muchas veces) y
estaba reservado a ellos por tres años, ahora los tres años han pasado ya y, por desgracia, ha
“pasado” también la querida Ida Presti; ¡que era tan buena, inteligente y virtuosa! En fin,
estaré feliz de mandárselo y le estaré muy agradecido si lo quieren tocar (especialmente con
el querido Paolini)... También le mandaré la Sonatina per due Chitarre (que debe salir
pronto de Eschig) y los 24 Preludios y Fugas: Les guitares bien tempérées. Este es mi
magnum opus y deberá publicarse por Aldo. Mil cordialidades de su Mario”.

Castelnuovo-Tedesco escribió un artículo sobre Andrés Segovia:

“Como artista todos conocen su música refinada, fantasiosa y perfecta, él


verdaderamente ha hecho de la guitarra un instrumento expresivo como nunca ha sido y tal
vez nunca será, que contiene la virginidad del laúd, el espíritu del clavicémbalo, la suavidad
del arpa, es un instrumento que se libra “casi fuera del tiempo”. Yo no habría escrito para
la guitarra si no hubiera conocido a Segovia, fue él quien me la reveló y es “su culpa”, si
ahora mi música para guitarra forma una de las secciones más notables de mi producción y
si en el futuro fuera poco o nada tocada, estoy contento y orgulloso de haber escrito para él.
Como amigo está en mi, como aquellos pocos que han tenido la fortuna de tratarlo de cerca,
decir cuanto él sea, noble, fino, generoso, caballeresco... “español” en fin, en el mejor
sentido de la palabra.”

La relación entre Castelnuovo-Tedesco y Angelo Gilardino era cercana y su


correspondencia continua. El 16 de octubre de 1967 le escribió en una carta:

“Mi querido Angelo: ...Muchas veces me has preguntado cómo es que no considero
la Sonata entre mis “obras maestras”. Primero que nada, ¿qué cosa es una obra maestra?
No sé si he escrito puntos... o he escrito demasiadas. Considero entre mis mejores trabajos
el I Concerto (tal vez la única obra maestra); el Quintetto; el Romancero Gitano; el II
Concerto; Platero y Yo; Los Caprichos de Goya; y Les Guitares bien Temperées. Entre los
76
trabajos “buenos”: La Sonatina per Flauto e Chitarra y el Concerto per due Chitarre.
Entre los trabajos “menores” (definitivamente): Aranci in Fiori; Le Variazioni; la Serenata;
la Fantasía; Escarramán; Le Ecloghe y (naturalmente) todas las greeting cards. Difícil
juzgar las líricas, que recibirás dentro de poco, porque habría que compararlas con las otras
líricas más que con las obras guitarrísticas. ¿Concordamos? Mil cosas afectuosas del
abuelo Mario”.

Ese año, Castelnuovo-Tedesco escribió seis piezas más para regalárselas a sus
amigos guitarristas utilizando sus nombres: Aria di chiesa para Ruggero Chiesa; Brasileira
para Laurindo Almeida; Japanese Print para Jiro Matsuda; Volo d’angeli para Angelo
Gilardino; Canzone Calabrese para Ernest Calabria; Tarantella Campana para Eugene di
Novi.
Castelnuovo-Tedesco llamaba a la guitarra:

Ese hermoso y misterioso instrumento.


Decía:
La guitarra es el instrumento favorito de los
románticos y acompaña sus sueños, espero que
la guitarra acompañe los sueños de nuestros
contemporáneos como sucede conmigo.

Angelo Gilardino animaba a Castelnuovo-Tedesco para que siguiera componiendo


para la guitarra y éste le contestó en una carta:

“Mi querido y “fantástico” Gilardino: ... No excluyo el intentar el apareamiento


entre el arpa y la guitarra, como no excluyo el hacer el “binomio” con el contrabajo...
Quisiera utilizar la guitarra en “todas las salsas”, del resto todo esto está en estado de
proyecto (es más, de soñar despierto). Pero en una cosa te debo contradecir, en que no
cuesta fatiga meter “esas rueditas negras” en el pentagrama. Para mi es fácil imaginar, pero
no es fácil “realizar” (porque quisiera que todo fuera impecable) y en estos últimos
tiempos, es precisamente la fatiga física que me detiene y me obstaculiza (dificultad de
respirar, la vida que se debilita, las manos que se me han oxidado); es solamente este
“cerebrillo” que continúa fresco, fresco... Todo va bien hasta los 70 años... pero después,
sería mejor parase, y solamente “soñar”... Me preguntas en qué estoy trabajando ahora: en
tantas cosas... y en ¡en nada! Debería responderte con esa trágica frase que le escuché decir
a Ravel (la última vez que lo vi) en Santa Cecilia en Roma. Alfano le preguntó: “En qué
está usted trabajando ahora, señor Ravel?” y Ravel, con cara impasible, le respondió:
“Estoy vacío”. Otra frase trágica de Ravel, la menciona Honneger en un libro suyo; parece
que Ravel le dijo una vez; “Yo no he escrito más que una obra maestra en mi vida: “El
Bolero”, desafortunadamente, ¡no tiene música dentro!”
Y con estas citaciones dignas de un eclesiástico te abraza el abuelo Mario.”

Por aquellos días, Castelnuovo-Tedesco solía sentarse en su jardín a meditar, decía:

77
Si miro al pasado de mi vida, puedo ver muchas cosas bellas,
y también muchas tristes (pero estas las trato de olvidar);
he cometido, como todos, muchos errores; pero ha sido
en conjunto una vida honesta y de trabajo, siempre
en busca de lo bello y no la cambiaría. Si miro el presente,
lo veo aquí, encerrado en mi “jardín”, con Clara siempre
a mi lado y de vez en cuando (no cuanto quisiera), mis hijos...
Pienso que cuando me encuentre de frente a Dios Padre me
hincaré delante de él y le diré: Dios mío he trabajado
siempre, he cultivado mi jardín y si se han asomado
algunas modestas florecitas y si alguna todavía conserva
un perfume que pueda serte grato, te ruego Señor ¡acéptalo!

Mario Castelnuovo-Tedesco

Castelnuovo-Tedesco era un hombre ordenado y buen corresponsal; por las noches


disponía en su escritorio el papel de la correspondencia que escribiría al día siguiente y
dejaba rotulados los sobres. También preparaba el papel pautado de la música que estaba
por componer.
No obstante que se sentía débil y cansado, seguía siendo ordenado y, aunque con
esfuerzo, continuaba componiendo.
Para él era un placer la comunicación epistolar con sus amigos y en una carta del
29 de octubre de ese año le escribió a Angelo Gilardino:

“Querido Angelo ...te confieso que por muchos años me he considerado más que un
“compositor”, un “narrador” (sea pues, un narrador de notas). En la música yo parto del
“contenido poético” y del “valor expresivo”. Te diré también, que durante cierto tiempo
he “soñado” con música sin formas preestablecidas en “continuidad” y sin “regresiones”...
¡pero no lo he logrado! Así, he aceptado, sin añoranza, ciertos principios de “forma
tradicional”, aunque en sentido muy amplio y modificándolos (caso por caso y
continuamente) y así he tratado de “conciliar” los dos elementos, el arquitectónico y el
78
práctico y creo (al menos en algunos casos) haberlo logrado. Estoy contento que hayas
puesto a la cabeza de mi música para guitarra el primer Concerto (del que podría decir
como Ravel: “Yo sólo he escrito una obra maestra en mi vida...”) El segundo concierto es
mucho más bello musicalmente, aunque no es igualmente “perfecto”... En cuanto a escribir
un tercero, te diré que estaba ya proyectado, lo quería dedicar a la memoria de De Falla e
intitularlo Elogio de la Guitarra. En tu clasificación no has nominado el Capriccio
Diabolico, ¿en donde lo pones? No sé si te dije que de éste hice (por petición de Segovia,
que después no lo ha tocado nunca en esta forma) una versión para guitarra y orquesta; o
más bien, un acompañamiento orquestal a la versión original para guitarra, que ha quedado
idéntica, (salvo por la última Variación, donde los dos temas están confiados a la orquesta).
Te la enviaré, así tendrás toda mi música escrita para guitarra ¡hasta ahora!... Mario”.

♩♪♫ ♬ ♫♪♩

23- FINALE

Castelnuovo-Tedesco decía que había genios de la música de los que podía


prescindir, pero también había genios de los que no podía abstenerse, decía que éstos
últimos eran muchísimos, pero los cuatro que eran más queridos a su corazón y que podía
escuchar en cualquier momento del día y de la noche eran: Mozart, Schubert, Chopin y
Debussy.

El compositor inglés John Duarte le pidió a Castelnuovo-Tedesco que escribiera


una pieza en memoria de la guitarrista Ida Presti. Él aceptó de inmediato debido a la
amistad y admiración que había tenido con la guitarrista, a ese propósito le escribió a John
Duarte;

“Querido Duarte: Muchas gracias por su amable carta de septiembre 13, le diré
que estoy dispuesto y honrado, de escribir una pieza para dos guitarras en memoria de Ida
Presti a quien yo apreciaba como artista y como persona. Usted probablemente sabrá ya,
que he compuesto para el dúo, además de la Sonatina y el Concerto, una serie de 24
preludios y fugas que he llamado Les Guitares Bien Tempérées (de las que ellos grabaron
una o dos). Así que planeo escribir un 25avo preludio y fuga, al que llamaré Fuga Elegíaca
y creo que se la enviaré muy pronto...”

A principios de 1968 Castelnuovo-Tedesco terminó de escribir el segundo


cuaderno de los Appunti, Preludi e Studi facili per chitarra. El primer cuaderno lo formó
con 11 piezas y el segundo consta de 16.
Por esos días Andrés Segovia le sugirió a John Duarte que le enviara un tema de su
inspiración a Castelnuovo-Tedesco para que él compusiera una pieza y que, a su vez,
Castelnuovo-Tedesco le mandara un tema suyo a Duarte para que escribiera una.
Castelnuovo-Tedesco le envió su tema al compositor inglés con una carta que decía:

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“Querido Duarte: ....Por alguna razón (tal vez estaba yo muy absorto en mi propio
trabajo) ningún tema vino a mi mente durante las últimas semanas; de improviso, anoche
llegó; desafortunadamente, de una manera confidencial en mi memoria y no lo escribí; esta
mañana lo había olvidado, pero traté de reconstruirlo y espero que no haya quedado muy
mal. Pensé hacerlo simple y directo. Sé que usted lo quería para Alirio, si usted llama a su
pieza Alirissimo, yo podría llamar a la mía Diazzone!!! ...Mario.”

Cada día, Castelnuovo-Tedesco se sentía más cansado y débil; su salud no era


buena; Clara trataba de reanimarlo, cuidándolo con ternura. Él pasaba largas horas sentado
en su pequeño jardín meditando, tal vez, en una música que nunca escribiría.

Andrés Segovia tocaría en Nueva Orleans el Concerto in Re de Castelnuovo-


Tedesco, el 18 de marzo de 1968. Pocos minutos antes de que saliera a interpretarlo, entró
a su camerino el guitarrista Elias Barreiro y le dijo:

−Maestro, le recuerdo que después del concierto ofrecen una cena en su honor.
Andrés Segovia lo miró con los ojos inundados y se disculpó:

−Dígale a todos que no asistiré a la recepción. Mi querido amigo, Mario


Castelnuovo-Tedesco acaba de morir.

Tomó su guitarra y se encaminó al escenario para tocar el concierto de su


entrañable amigo.

Mario Castelnuovo-Tedesco

80
EPÍLOGO

Mario Castelnuovo-Tedesco fue un compositor sumamente prolífico; escribió 7


óperas, 8 oratorios y cantatas, 4 ballets, 21 piezas para orquesta, obras corales y para arpa,
órgano, piano, violín, viola, violonchelo y para guitarra, además de música para películas.

La guitarra abarca una parte importante en su repertorio. Compuso más de 100


obras para este instrumento; 5 para guitarra y orquesta, 1 cuarteto para guitarra y cuerdas
además de dúos para guitarra y voz, guitarra y piano, guitarra y flauta y para dos guitarras.
Sus composiciones aparecen en el repertorio de la mayoría de los guitarristas,
siendo Andrés Segovia su principal inspirador e intérprete.

La música de Castelnuovo-Tedesco es descriptiva, escuchándola podemos seguir


sus pasos, sus pensamientos, su vida.
Con personalidad marcada, cada pieza combina la inspiración de su melodía con su
gran técnica de composición, creando obras de grandes o pequeñas dimensiones, pero todas
con fuerza y carácter propios, con pasajes dulces y acariciantes.

Escuchar una pieza de Mario Castelnuovo-Tedesco emociona, hace vibrar, hace


soñar.

Corazón Otero

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REPERTORIO DE OBRAS PARA Y CON GUITARRA

VARIAZIONI ATTRAVERSO I SECOLI, op.71, Schott-GA-137 1932


Chaconne - Walzer I - Walzer II - Tempo del Walzer I - Fox Trot
SONATA omaggio a Boccherini, op. 77, Schott-GA-1149 1934
Allegro con spirito - Andantino quasi canzone, Tempo di Minuetto,
(cerimonioso con grazia) - Vivo ed energico
CAPRICCIO DIABOLICO, omaggio a Paganini, op.85, Ricordi-124371 1935
TARANTELLA, op. 87a, Ricordi-124372 1936
ARANCI IN FIORI, op.87b, Ricordi124346 1936
VARIATIONS PLAISANTES, sur un petit air populaire, op.95 1937
Bérben-E1351B
Introdution - Théme - Variation I - II - III - IV -V
CONCERTO I in Re M para guitarra y orquesta, op 99, Schott, Score de 1939
estudio G-166 Score completo BSS-35928, recuducción piano GA-166
Allegretto - Andantino alla romanza - Rítmico e cavalleresco. Primera
audición, Andrés Segovia en Montevideo.
Guitarra, flauta, oboe, fagot, corno, 2 clarinetes, tímpanos, 2 violines 1,
2 violines 2, 2 violoncellos, 1 contrabajo.
SERENADE, para guitarra y orquesta, op.118, Schott, renta material 1943
reducción con piano GA-167.
Quasi Minuetto - Quasi Romanza, - Quasi Scherzo - Quasi Marciam.
Guitarra, flauta, oboe, 2 clarinetes, fagot, corno, tímpanos, percusión, cuerdas.
CAPRICCIO DIABOLICO, para guitarra y orquesta, op85b, Ricordi, renta 1945
RONDO, op.129, Schott-GA-168 1946
SUITE, op 133, Schott-GA-169 1947
Preludio - Ballata Scozzese - Capriccio
QUINTETTO, para guitarra y cuerdas, op. 143, score estudio Schott-4578, 1950
Allegro - Andante - Scherzo - Finale
FANTASÍA para guitarra y piano, op.145, Schott-GA-170 1950
Andantino - Vivacissimo
ROMANCERO GITANO, para guitarra y cuarteto de voces, op.152 1951
Sobre poemas de García Lorca. Verlag Bote & Bock, B&B21617
Baladilla de los tres ríos - La guitarra - Puñal - Procesión - Memento -
Baile - Critalo
CONCERTO II, en Do M. para guitarra y orquesta op. 160 1953
Schott renta material, Schott-GA-240, reducción con piano.
Allegretto, Sarabanda, Fiesta
Guitarra, 2 flautas, oboe, 2 clarinetes, fagot, 2 cornos, tímpanos, percusión,
piano y cuerdas.
MINSTRELS, de Claude Debussy (transcripción para guitarra), inédita 1953
PAVANE POUR UNE INFANTE DIFUNTE, de Maurice Ravel 1953
(transcripción para guitarra)
TONADILLA sobre el nombre de Andrés Segovia, op.170-5, Schott-GA-191 1954

82
RONDEL sobre el nombre de S. Behrend, op.170-6, Bote&G Bock-12334 1954
PRELUDIO IN FORMA DI HABANERA, sobre el nombre de Bruno 1954
Tonazzi, op.170-7, A. Forlivesi&C-12334
TRE PRELUDI MEDITERRANEI, op.176, A. Forlivesi& C-12277 1955
Serenatella, Nenia, Danza
ESCARRAMAN, Skuite de danzas españolas del siglo XVI 1955
(después de Cervantes) op.177, Bérben-E2250-B, Gallarda, mosso e deciso.
El Canario, semplice e gaio. El Villano, un poco animato. Pésame dello,
andantino malinconico. El Rey don Alonso el Bueno, allegretto moderato. Alla
Marcia, Var. I, II, II, IV, Finale, Tempo I. La Guarda Cuydadosa, alla marcha
TANKA, canción japonesa sobre el nombre de Isao Takahashi 1955
op.170-10, Farfisa-E660F
PASSACAGLIA, omaggio a Roncalli, op.180 Bérben-E-1452B 1956
BALLATA DALL’ESILIO, omaggio a Roncalli, op.180, Bérben-E1452B 1956
LULLABY, sobre el nombre de Eugene, op.170-14, 1957
Ninna Nanna, Forlivesi-12338
CANTO DELLE AZZORRE, Sobre el nombre de Joseph Enos, 1958
op.170-15, Forlivesi-12339
DIE VOGELWEIDE, lírica para varítono y guitarra, B. Simrock 1959
texto de Walter Von Der Vogelweide, alemán.
Ich sass auf einen Steine; Es sing, des fages alsunser Herre; Ah, wie
christenlich zum der Pabt; Mächtiger Gott, du bist so lang; Ummasse
mineur dich beide an; Das ist wake, Reismar; Ihr solt sprechen Franchius;
Herziliebes Fraulein; Nekint, Fraue diesen Kranz; Unter der Linde;
op. 186, Benjamin Simrock, Hamburgo
PLATERO Y YO, para narrador y guitarra, op. 190, Bérben-E1701B 1960
-Libro I: Platero, Angelus, Retorno, La Primavera, El Pozo, Gorriones,
Melancolia.
-Libro II: Bérben-E1702B: Amistad, La Luna, Juegos del anochecer,
Ronsard, El Loco, La Tísica, Nostalgia.
-Libro III: Bérben-E1703BMariposas blancas, El Canario vuela, La Arrulladora,
El Canario muere, Idilio de Noviembre, La Muerte.
-Libro IV: Bérben-E1704B, Convalecencia, Golondrinas, La Flor del camino
Domingo, Los Gitanos, A Platero en el Cielo de Moguer.
Texto de Juan Ramón Jiménez, español.
TRE PRELUDI AL CIRCEO, op. 194, Farfisa-E666F 1961
La Grotta di Circe, Il Porto di Ulisse, La Tomba di Elpenore
24 CAPRICHOS DE GOYA, op.195, Bérben-E1427B 1961
-Libro I: Francisco Goya y Lucientes, pintor; Tal para cual, Nadie se conoce,
Ni así la distingue, Muchachos al avío, El amor y la muerte.
-Libro II, Bérben-E1428B; Están calientes, Dios la perdone, Bien tirada está,
Al Conde Palatino, Y se le quema la casa, No hubo remedio.
-Libro III: Bérben-E1429B: ¿Quién más rendido?, Porque fue sensible,
¿Si sabrá más el discípulo?, ¡Bravísimo!, ¿De qué mal morirá?, El sueño de
la razón produce monstruos,
Libro IV: Bérben-E1430B; Hilan delgado, Obseqkuio a el maestro, ¡Qué pico
83
de oro!, Volavernut, Linda Maestra, Sueño de la mentira e inconstancia
SONATINA CANONICA, para 2 guitarras, op.196, Max Eschig-7727 1961
Mosso, Tempo di Siciliane, Fandango e Rondeau.
ARISE, de Cymbaline de W. Shekespeare, inglés, para voz y guitarra 1962
op.R24d, inédito
SEALS OF LOVE, de Measure for Measure de W. Shedespeare, para voz 1962
y guitarra, op.R24e, inédito
CANZONE SICILIANA, sobre el nombre de Mario Gangi, op.170-33 1962
Bérben-E1208B
LES GUITARES BIEN TEMPEREES, 24 Preludios y Fugas para dos 1962
guitarras, op. 199, Aldo Bruzzichelli
-Libro I: Prélude et Fugue: en Sol minor, Re Mayor, La menor, Mi Mayor,
Si menor, Fa sostenido Mayor.
-Libro II: Prélude et Fugue; en Do sostenido menor, La bemol Mayor,
Mi bemol Mayor, Si bemol Mayor, Fa menor, Do Mayor
-Libro III: Prélude et Fugue, en Sol Mayor, Re Menor, La Mayor, Mi menor
Si Mayor, Fa sostenido menor.
-Libro IV: Prélude et Fugue en Do sostenido Mayor, Sol sostenido menor,
Mi bemol menor, Si bemol menor, Fa Mayor, Do menor.
CONCERTO IN MI MAGGIORE, para dos guitarras y orquesta 1962
op.201, Bñerben, renta material, reducción con piano Bérben-E-1890B
Primera audición por Toronto Symphony, Presti-Lagoya, guitarras (1962)
2 guitarras, 2 flautas, oboe, fagot, 2 cornos, tímpanos, percusión y cuerdas.
Un poco Moderato e Pomposo, Andante, Molto Vivace.
BALLATELLA, sobre el nombre de Christopher Parkening 1963
op.170-34,farfisa-E661F
ARIA, del Concierto para oboe, transcripción para oboe, violoncello y 1964
guitarra, op.R202a, inédito
SARABANDE, sobre el nombre de Rey de la Torre, op.170-36, Farfisa E659F 1964
ROMANZA, sobre el nombre de Oscar Ghiglia, op.170-37, Farfisa-E664F 1964
SONATINA, para flauta y guitarra, op.205, Max Eschig-7728 1965
Allegretto grazioso, Tempo di Siciliana, Scherzo-Rondó
CANCIÓN CUBANA, sobre el nombre de Héctor García, op.170-39 1965
Bérben-E1174B
OMAGE TO PURCELL, Fantasía sobre el nombre de Ronald (1932) 1966
y Henry 1659-1695) Purcell, op.170-38, Bérben-E1231B
CANCIÓN VENEZUELANA, sobre el nombre de Alirio Díaz, op.170-40 1966
Bérben-E1186B
CANCIÓN ARGENTINA, sobre el nombre de Ernesto Bitetti, 1966
op.170-41, Bérben-E1185B
ESTUDIO, sobre el nombre de Manuel López Ramos, op.170-42 1966
Bérben-E1187B
ECLOGUES, para flauta, corno inglés y guitarra, op.206, 1966
General Musica, NY: Andantino Quieto, Allegro con Spirito,
Lento Elegiaco, Allegretto Vivace, con spirito.
THE DIVAN OF MOSES-IBN-EZRA, para voz y guitarra 1966
84
Bérben-EB609, de Moses-Ibn-Ezra, inglés
-Parte I: Songs of Wandering, When the morning of life has passed, The
dove that nests in the tree-top, Wrung with anguish,
-Parte II, Songs of Friendship, Sowwor Shatterns my heart, Fate has
blocked the way, O brook.
-Parte III, Of wine, and of the delights of the sons of men, Drink deep, my
friend, Dull and sad is the sky, The garden dons a coat of many.
-Parte IV, The world and its vicissitudes, Men and children of this world,
The world is like a woman of folly, Only in God I trust.
-Parte V, The transience of this world, Where are the graves, Let man
remember all his days, I have seen upon the earth, Come now to the court
of death, Peace upon them, I behold ancient graves.
Epilogue, Woulds thou look upon me in my grave?
ARIA DA CHIESA, sobre el nombre de Ruggero Chiesa, op.170-43 1967
Bérben-E1237B
BRASILEIRA, sobre el nombre de Laurindo Almeida, op.170-44 1967
Bérben-E1237B
JAPANESE PRINT, sobre el nombre de Jiro Mirsuda, op.170-46 1967
Bérben-E1231B
VOLO D’ANGELI, sobre el nombre de Angelo Gilardino, op.170-47 1967
Bérben-E1223B
CANZONE CALABRESE, sobre el nombre de Ernest Calabria 1967
op.170-48, Bérben-E1230B
TARANTELLA CAMPANA, sobre el nombre de Eugene di Novi, 1967
op.170-50, Bérben-E1232B
FUGA ELEGIACA, a la memoria de Ida Presti, para dos guitarras 1967
op.R210a, Guitar Review (No.31, mayo 1969)
APUNTI, Preludi e Studi facili per chitarra, op.210, Suvini Zervoni S6725Z 1967
-Cuaderno Primero, Gli Intervalli: Marinaresca, Preghiera, Bolle di sapone,
Canto di mietitori, Campane e Valle, Il Ballo dell’Orso, Stornellatrice, Serenatella
Marcia funebre per una marionetta, La Pioggia nel roseto, Ave María.
-Cuaderno II, Parte I Danze del 800, Suvini Zerboni-S6978Z
I Ritmi: Polka, Mazurka, Polonaise, Valse francaise, Wiener walzer, Quadrille.
-Cuaderno II, Parte II: Danze del 600 e 700: Pavana, Gagliarda, Sarabanda,
Rigaudon, Allemanda, Corrente, Minuetto, Gavotta, Siciliana, Giga.
-Cuaderno II, Parte III, Danze del 900: Two Step, Blues, Fox Trot, Tango
Rumba, Samba.
-Cuaderno III, Le Figurazioni: La Macchina da cucire, La Filatrice.
-Cuaderno IV, Sei studi seriali: L’Ostinato, Il Malinconico, Il Capriccioso.

85
EDITORAS MUSICALES

A. Forlivesi & C. - Via Roma 4 - 50123 Firenze, Italia


Aldo Bruzzichelli editore,Chiasso Baronicelli, 11 R, Firenze, Italia
Benjamin Simrock, Werderstr. 44, 2000 Hamburg 13, Alemania
Bote & G. Bock, Hardenbergstrasse 9, Berlin-Charlottenberg, Alemania
B. Schott’s Söhne, Weihergarten 1-11, Mainz, Alemania
Edizioni Musicali Berben, Via Redipuglia 65, 60100 Ancona, Italia
Edizioni Suvini Zerboni, Corso Europa, 5, Milano, Italia
Editions Max Eschig, 48 rue de Rome, París 8, Francia.
Farfisa, Via redipuglia 65, 60100, Ancona, Italia
General Music Publishing Company, P.O. Box 267, Hastings-on-Hudson,
New York, 10706, U.S. A.
Ricordi, via Berchet 2, Milán, Italia.

DISCOGRAFIA CON OBRAS PARA GUITARRA

Guitarra sola:
Variazioni Attraverso I Secoli, op. 71
Dick Hoogeveen, Etcetera KTC 1150 Holanda
Susanne Mebes, Léman Classics LC 42501 Suiza
Giulio Tampalini, Antes Concerto BM-CD 971041 Italia
Sonata Omaggio a Boccherini, op.77
Andrés Segovia. EMI CDH-7 61048 2 UK, Angel ZB-3896
Julian Bream, EMI Classics 7243 5 55362 2 8 Reino Unido
Frank Bungarte, MD+G L 3407, Alemania
Guillermo Fierens, ASV CD DCA 685 UK
Josef Holecek, BIS CD 203 Suecia
Norbert Kraft, Chandos CHAN 9033 UK
Paulo Martelli, Doremi DRH 4
Susanne Mebes, Léman Classics LC42501cd Suiza
Stephen Robinson, Centaur CRC 2056
Silvina Strano, Walsingham Classics 2WAL80282
Ana Vidovic, Bath Guitar Series Records BGCD 103 UK
Capriccio Diabolico, Omaggio a Paganini, op.85
Andrés Segovia, MCA Classics MCAD42069 USA: Stylus SMD 734 UK
Carlos Barbosa Lima, Concord Concerto CCD 42048-2 USA
Remi Boucher, Analekta N2 8775 Canada, Analekta Fleur de Lys FL2 3057
Guillermo Fierens, ASV CD DCA 685 UK

86
Eliot Fisk, Music Masters Classics 01612-67079-2 USA
Norbert Kraft. Chandos CHAN 9033 UK
Susanne Mebes, Léman Classics LC 42501cd Suiza
Tarantella, op.87a
Umberto Cafagna, Phoenix Classics PH 97315
Susanne Mebes, Léman Classics LC 42501cd Suiza
Stein-Erik Olsen, Simax PSC 1084 Noruega
Variations Plaisantes sur un petit air populaire, op.95
Rondo, op.129
Umberto Cafagna. Phoenix Classics PH 97315
Suite op.133
Capriccio, Jorge Oraison, Etcetera ETC 1001 Holanda
Tonadilla, on the name of Andrés Segovia, op. 170-5
Catherine Strano. Walsingham Classics 2WAL80282
Tre Preludi Mediterranei, op. 176
Dick Hoogeveen. Etcetera KTC 1150 Holanda
Escarraman, op177
CLAUDIO PIASTRA. MONDO MUSICA MM 96034
Passacaglia Omaggio a Roncalli. op.180
Claudio Piastra. Mondo Musica MM 9634
Tre Prelludi al Circeo op.194
Umberto Cafagna. Phoenix Classics PH 97315
24 Caprichos de Goya, op.105
Lily Afshar. Summit DCD 167 USA
Frank Bungarten. MDG Gold 05 0725 2 Alemania
Susanne Mebes. Leman Classics LC 42501cd Suiza
Eduardo Isaac. GHA 126.019 Bélgica
Appunti, op.210
Preghiera, Emanuele Segre. Claves CD50-9704 Suiza
Sonatina Canonica, op.196. 1961
Fabio Shiro Mori Monteiro - Gen Hasegawa, RBMCD63111 Alemania
Susanna Mabes - Joaquim Freire. Léman Classics LC4401 Suiza
Les guitares bien tempérées, op.199
Duo Tedesco. Koch-Schwann 312242 Y7x02 (CD60)
Duo Favori. Tacet 57, Tacet 63, Alemania
Claudio Piastra and? Fonit Cetra FCT NFCD 2022
Nos.2-3-4-7-10-13-14-15-16-17-20-21-22-23-24 Duo Batendo, EtceteraKTC1057 Holanda
Nos.3-4-5 Susanna Mebes-Joaquim Freire. Léman Classics LC 44401, Suiza
No. 4 Silvina and Catherine Strano. Walsingham Classics WAL8015-2 Australia
No. 7-17 Eden Stell Duo. Docker Records DR228/277 UK
No. 10-23 Michel Burton-Miren Burton. Zephyr Z 24 Bélgica
Fuga Elegiaca, op.210a
Susanna Mebes-Joaquim Freire, Léman Classics LC44401 Suiza
Fabio Shiro Mori Monteiro-Gen Hasegawa. RBM CD 63111 Alemania
Concerto No. I en Re para guitarra y orquesta. op.99
Andrés Segovia. New London Orchestra (Sherman). Testament SBT 1043
87
Alirio Díaz. I Solisti di Zagreb. Vanguard Classics 089003 72 UK
Eduardo Fernández. Decca 414 199 1 USA. London 417 199-2 UK
Nicola Hall. London Mozart Players (Litton) Decca 440 293-2 UK
Norbert Kraft. Northern Chamber Orchestra (Ward). Naxos 8.550729 UK
Pepe Romero. Philips 416 357-2 USA
Marcos Tsessos. St. Petersburg Chamber Orchestra (Altschuler) Infinity Digital QK 64335
USA
Wolfgang Weigel. Prague Virtuosi (Schmelzer). Koch Schwann SCH310392
John Williams. English Chamber ORchestra (Groves) CBS M2K 44791 (SA).
Kazuhito Yamashita. London Philarmonic Orchestra (Slatkin) RCAVictor RD60355
Milan Zelenka. Prague Chamber Orchestra. Supraphon SU 0038-2 031 República Checa
Allegretto, Andantino alla Romanza:
Andrés Segovia. Relief CR 1881 Suiza
Seremade para guitarra y orquesta op.118
Michael Tröster, Warsaw Syphony Orchestra (Pzrybylski) Thorofon CTH2171 Alemania
Concerto No. 2 en Do. para guitarra y orquesta op.160
Kazuhito Yamashita. London Philharmonic Orchestra (Slatkin) RCAVictor RD60255
Milan Zelenka, Prague Chamber Orchestra. Supraphon SU 0038-2 031. República Checa
Concerto in Mi, para 2 guitarras y orquesta, op.201
Sergio-Odair Assad. St Gallen Symphony Orchestra (Neschiling) GHA 126 018 Bélgica
Kazuhito Yamashita. Naoko Yamashita, London Philharmonic Orchestra (Slatkin) RCA
Victor RD 60355
Quintetto para guitarra y cuerdas op. 143
Andrés Segovia. Quintetto Chigiano. MCA Classics. The Segovia Collection Vol.8
MCAD10056
Mats Bergström. The Tale Quartet. Proprius PRCD 9124 Suecia
Gregg Nestor. Cambria CD 1049
Claudio Piastra. Accademia Farnese. Mondo Musica MM9689 Francia
Stephan Schmidt. Quatuour Parisii. Auvidis Valois V 4789 Francia
Arturo Tallini. I Solisti di Roma. Musikstrasse MC 2113.1 Italia
Kazuhito Yamashita. Tokyo Strings Quartet. RCA VIctor RD604321.
Romancero Gitano, op. 152para guitarra y coro
Mats Bergström, Gustaf Sjokvist’s Chamber Choir. Proprius PRCD9124
Ulrich Busch, Pro Musica Bremen. FSM FCD 97251 Alemania
Gregory Newton, Los Angeles Chamber Singers. Rubedo Canis RCM 19802
Steven Novacek, Pacific Northwest Chamber Orchestra, Conlon, Ambasador
ARC 1015 USA
Arturo Tallini, Ensamble Vocalise. Musikstrasse MC 2113.1 Italia
Sonatina para flauta y guitarra, op. 205
Domenico Ascione, guitarra: Romolo Balzani, Flauta. La BOttega Discantica DISC05
Mats Bergström guitarra, Anna Norberg Flauta. Proprius PRCD 9124 Suecia
Stephan Schmidt guitarra, Michael Moraguès flauta. Auvidis Valois V 4789, Francia
Arturo Tallini guitarra, Carlo Morena flauta. Musikstrase MC 2112.1 Italia
Timoty Walker guitarra, Judith Hall flauta, ASV CD DCA 692 UK
Simon Wynberg guitarra, William Bennett flauta. ASV CD DCA 692 UK
Josef Zsapka guitarra, Opus 9111 1294 República Checa.
88
Fantasia para guitarra y piano, op.145
Mats Bergström guitarra, Donna Lee piano. Proprius PRCD 9124 Suecia
Franz Halász guitarra, Débora Halász piano. BIS CD 717 Suecia
Tilman Hoppstock guitarra, Werner Hoppstock piano. Signum SIG X71-00 Alemania
M.M. Drüger guitarra, K. Schilde piano. Calig CAL 50912
Stephan Schmidt guitarra, Danielle Laval piano. Auvidis Valois V 4789, Francia
Arturo Tallini guitarra, Tiziana Liermattei piano. Musikstrasse MC 2113.1, Italia
Ballata dall’Esilio, op.180a para guitarra y voz
Wonjung Kim, soprano, Marco de Santi guitarra. Guitart Abril/Junio 1998
Platero y yo, para narrador y guitarra, op.190
Angelus, Retorno, La Primavera, El Canario Vuela, Melancolía, La Arrulladora,
Golondrinas, A Patero en el Cielo de Moguer Andrés Segovia, MCA-Decca MCAD4
11124 USA. MCA Classics, The Segovia Collection Vol. 8 MCAD10056
El Pozo Andrés Segovia MCA Classics. The Segovia Collection VOl. 8 EMI SAM 35077.
Decca DL 710093
La Primavera, Melancolía, La Arrulladora, Susanne Mebes guit, Isao Kimura narr..
Léman Classics LC42501cd Suiza
La Arrulladora, Vladimir Mikulka, Lotus LT-0042 131
Arise, Wonjung Kim, soprano, Marco de Santi guitarra. Guitart Abril/Junio 1998
Romance del Conde Arnaldos Wonjung Kim, soprano, Marco de Santi guitarra. Guitart
Abril/Junio 1998
La Ermita de San Simon Wonjung Kim, soprano, Marco de Santi guitarra. Guitart
Abril/Junio 1998

The Divan of Moses-IBN-EZRA, op. 207


Josef Holecek guitarra, Märta Schéle soprano. BIS CD 34 Suecia
Dick Hoogeveen guitarra, Roberta Alexander soprano. Etcetera KTC 1150 Holanda

Nota: La mayor parte de esta recopilación fue realizada por Byron Fogo.

REPERTORIO DE LA MÚSICA DE MARIO CASTELNUOVO-TEDESCO

Oratorios y Cantatas:
The book of Esther, op.200. Soprano, tenor, barítono, bajo, narrador, coro mixto, instrumentos de
aliento, percusiones, xilófono, 2 arpas y cuerdas. Inédito
The book of Jonah op.151 Oratorio bíblico. Tenor, barítono, coro masculino, instr. de aliento,
percusión, 2 pianos, 2 vchelos, 2 violas. Belwin-Mille Publishers, sólo en renta.
The Book of Ruth op. 140 Oratorio bíblico. Soprano, mezzo soprano, tenor, 2 barítonos, coro
mixto, alientos, percusión, piano, arpa y cuerdas. Inédito
The Fiery Furnace, op. 183 Pequeña Cantata
Barítono, coro infantil, piano y percusión. Belwin-Mills Publishers

89
Naomi and Ruth, op. 137 Pequeña Cantata. Soprano, coro femenino. Belwin-Mills Pub.
The Queen of Sheba, op. 161. Pequeña Cantata. Soprano, Coro de voces femeninas, piano.
Belwin-Mills Publishers
The Song of Songs, op. 1172. Soprano, tenor, barítono, coro mixto, bailarines, instr. de aliento, arpa
y cuerdas. Inédito.
Tobías and the angel, op. 204 Soprano, 2 contraltos, tenor, barítono, 2 bajos, alientos, percusión,
arpa y cuerdas, Inédito.

Música incidental
I Giganti della Momntagna, op. 94 Música para la escena del drama de Pirandello. Instr. de
aliento, 2 arpas, piano, xilófono, saxofón y cuerdas. Galaxy Music COrporation, N.Y.
Morning in Iowa. op.158 Poema: Robert Nathan. Narrador, clarinete, acordeón, banjo, guit., viola,
percusión. Inédito
Savonarola. op. 81 Drama de Rino Alessi. soprano, coro doble de voces mixtas. A. Forlivesi & C.
Florencia

Ballets
Bas-Relief. op. R97a La Reina Nefertiti para orquesta. Inédito
The Birthday of the Infanta. op.115 Ballet-Suite por Oscar Wilde. VIII tiempos. alientos, piano y
cuerdas. MGM Film Library
The Octoroon Ball. op. 136 Coreografía por Katherine Dunham. XVII tiempos. alientos, 2 pianos y
cuerdas. Inédito
Pesce Turchino. op.R18c Alientos, 2 arpas, piano, xilófono y cuerdas. Inédito

Orquesta
An American Rhapsody, op.R117a Alientos, xilófono, piano, arpa y cuerdas. MGM Film
Cielo di Settembre. op. R1b Alientos, arpa, celesta y cuerdas. Inédito
Cipressi. op.R17a Alientos, percusión, arpa, celesta y cuerdas. A. Forlivesi&C. Florencia
Five Humoresques, op. 121 sobre temas de Foster. V tiempos. Alientos Xilófono, percusiones,
piano, arpa y cuerdas. MGM Film Library
Four Dances from “Love’s Labour’s Lost” op. 167 IV tiempos, alientos, percusión, xilófono,
arpa, piano y cuerdas. Belwin-Mills Publishers
I Giganti della Montagna, op.R94a 2 Episodios Sinfónicos. Alientos, 2 arpas, piano, xilófono,
saxofon y cuerdas. Galaxy Music Corp. N.Y.
Indian Songs and Dances. op.116 V tiempos. Alientos, percusión, xilófono, arpa, piano y cuerdas.
Inédito
The Flood op. R122c Alientos, percusión, arpa, piano y cuerdas. Inédito
Overture to Anthony and Cleopatra, op. 134 III tiempos. Alientos, percusion, xilófono, 2 arpas,
celesta y cuerdas. Inédito
Oberture to As You Like It op. 166 Alientos, piano, 2 arpas y cuerdas. General Music
Publishing Co. N.Y.
Oberture per La Bisbetica Domata, op. 61 Alientos, perckusión, xilófono, arpa, piano y cuerdas.
G. Ricordi, Milán
Overture per La Dodicesima Notte op. 73 Alientos, percusión, xilófono, celesta, arpa y cuerdas.
Ricordi. Milán
Overture al Giuglio Cesare op. 79 Alientos, percusión, celesta, arpa y cuerdas. Ricordi.
Overture per King John. op. 111 Alientos, piano, arpa y cuerdas. Carl Fischer, Inc. N.Y.
Overture per Il Mercante di Venezia. op. 76 Alientos, percusiones, piano, 2 arpas y cuerdas.
Ricordi. Milán Score de estudio 123062. material en renta.

90
Overture to A Midsummer Night’s Dream. op.108 Alientos, percusión, celesta, 2 arpas y
cuerdas. Ricordi, N.Y. material en renta.
Overture to Much ado About Nothing. op. 164 Alientos, percusión, piano arpa y cuerdas. General
Music Publishing.
Overture per Il Racconto d’Inverno op.80 Alientos, percusión, xilófono, celesta y cuerdas.
Ricordi, Milán, Score de estudio 123645
Overture to The Tragedy of Coriolanus op.135 Alientos, percusión, pno, cdas, inédito.
The Princess and the Pea Alientos, perc.n, xilófono, celesta, arpa y cdas. MGM Film
Serenatta e il pesce turchino op. R18a Alientos, percusión, 2 arpas, piano, xilófono y cuerdas.
Forlivesi, Florencia renta material

Conciertos
Capitan Fracassa op. R16a, para violín y orquesta. Forlivesi, Florencia, Renta material
Capriccio Diabolico op. 85b para guitarra y orquesta Ricordi, Milán Renta material
Concertino op.93 para arpa y orquesta de cámara. General Music Publishing, N.Y.
Concerto da camera op. 146b para oboe y orquesta de cámara, Belwin-Mille Publishers, N.Y.
Score 42010
Concerto Italiano op.31 para violín y orquesta. Ricordi, Milán. Score de estudio. 119977,
Completo 119976, reducción piano: 119998
Concerto No 1 op.46 para piano y orquesta. Universal Edition, Wien&Ieipzig. Reducción piano.
UE 8863
Concerto No. 2 op.92 para piano y orquesta. Forlivesi, Florencia. Reducción piano 12374. Renta
material
Concerto No. 3 op.102 para violín y piano Inédito
Concerto in G minor, op. 72 Para violonchelo y orquesta. Ricordi, Milán. Score de estudio
124059, completo 123248 Red. piano 123250
Concerto No.1 Re op.99 para guitarra y orquesta. Schott’s Sohn, Mainz. Score de estudio
GA166. Completo Bss35928 red.piano 166
Concerto No 2 en Do op.160 para guitarra y orquesta. Shott’s Söhne, Mainz. reducción piano
GA240, renta de material
Concerto en Mi op.201 para dos guitarras y orquesta. Edizioni Musicali Bérben, reducción piano: E
1890B, renta de material
Larchmont Woods, op.112 poema para violín y orquesta Inédito
Ninna Nanna, op. R4a para piano y orquesta. Forlivesi, Florencia, Renta de material
I Nottambulli, op. R47a para violonchelo y orquesta. Universal- Edition, Wien&Leipzig
I Profeti, op. 66 Para violín y orquesta. 2o. concierto para violín y orquesta. Ricordi Milán, Score de
estudio: 124019, completo: 122584 reduc. piano: 122584
Ritmi op.R15a para violín y orquesta. Forlivesi, Florencia, original violín y piano 10893
Serenade, OP 118 para guitarra y orquesta. Schott’s Söhne, Mainz reducc. piano 167, material en
renta
Variazioni sinfoniche op.48 para violín y orquesta. Universal-Edition, Wien&Leipzig. Reducción
para piano 9793

Música de Cámara
Aria op.R202a para oboe, violonchelo y piano Inédito
Choral with Variations op 162. 4 cornos en Fa. Henri Elkan Music Pub. Phil.- HE 86
Divertimento op. 119 para dos flautas. Weaner-Levant Pub. New York
Eclogues op.206 para flauta, corno inglés y guitarra. General Music Pub. Hasting-on-Hudson, New
York
Fantasía op.145 para guitarra y piano. Schott’s Söhne, Mainz GA 170

91
Der Handschuh op 193 melodrama Inédito
Die Kraniche Des Igykus op. 193 melodrama Inédito
Pastorale y Rondo op. 185 para clarinete, violín, violonchelo y piano Inédito
Ein Quartett-Satz op.170 para cuarteto de cuerdas Inédito
Quintetto op.69 para dos violinis, viola, violonchelo y piano.
Edizioni Forlivesi, Florencia 11751
QuintettoNo. 2 op 155 para piano y cuerdas Inédito
Quintetto op. 143 para guitarra y cuerdas. Schott’s Söhne, Mainz. Score de estudio 4578, Partes
Guitarre-Archiv 198
Sonata op. 208 para violonchelo y arpa Inédita
Sonata op. 128 para clarinete y piano. Ricordi Milán
Sonata op. 144 para viola y violonchello Belwin-Mills Publishers
Sonata op.148 para violín y violonchelo Inédita
Sonata op. 127 para violín y viola Mercury Music, N.Y.
Sonatina op. 130 para bassoon y piano General Music Pub. N.Y.
Sonatine op.205 para flauta y guitarra Max Eschig, París 7728
Cuarteto de cuerdas No. 1 op. 58 Ricordi, Milán Score miniatura 121925. Score con las partes
completas 121926
Cuarteto de cuerdas No. 2 op 139 . Mills Music , N.Y. AMI 4502
Cuarteto de cuerdas No. 3 op 203 Inédito
Trío No. 1 op. 49 para violín, violonchelo y piano. Ricordi, Milán, Score miniatura 121054 Score
partes completas 121053
2o Trío en Sol op. 70 Forlivesi, Florencia 11772
Trío No. 3 op. 147 Inédito
Dos Sonatas op. 179 para dos trompetas General Music Pub. N.Y.

Arpa
Arabesque op. 170 Inédito
Rhapsody op. 209 General Music Pub. N.Y. 657
Second Arabesque. op. 170 no. 45 General Music Pub. N.Y. 796

Órgano
Chorale-Prelude. op. 170 No. R18a Bérben, Italia E 1949B
Fanfare op. R152a The H.W. Gray Co. No. 28 Belwin-Mills
Fughe. op. 170 No. R18b McLaughlin&Reilly Boston No. 2881
Introduction, Aria y Fugue op. 159 Apogee Press, Cincinnati
Five Preludes op. R122a Leeds Music Co.- Belwin-Mills 145-149
Prayers my grandfather wrote op.R200a Berben, Italia EB1832
Prelude op. 170 No. 49 McLaughlin&Reilly Boston 2880
Prelude on the Twelve-Tone Row op. R152b Bérben, E 1949B

Piano
Alghe op.12 Forlivesi, 10821 -
Aldt Wien op. 30 Forlivesi, Florencia. 11014
Angelus op. 170-27 Ricordi Milán 121628
Calma opR1c Inédito
Candide op. 123 Delkas Music Pub. Los Ángeles.
A. Canon for Robin op. 170-13 Inédito
Cantico op. 19 Ricordi, Milan 118477
Canzonetta, op.170-35 Inédita

92
Cielo di Settembre op. 1 Forlivesi, Florencia
Cipressi op. 17 Forlivesi 10892
Crinoline op.59 Ricordi, Milán 121376
Le Danze del Re David op.37 Forlivesi, Florencia 11260
El Encanto op. 165 Inédito
English Suite op. R1a Belwin-Mills Pub. New York 20363
Epigrafe op. 25 Forlivesi, Florencia 11013
Etude, op.170-11 Inédito
Evangelion- The Story of Jesus, op. 141 Forlivesi, 12343-44-45-46
Fandango op.170 -9 General Music Pub. N.Y. 661
A Fandango for Escovado op. 170-16 Inédito
Fantasía y Fuga op.63 Ricordi, Milán 122041
Für Erna, op. 170-12 Inédito
Hommage á Paderewski op.R104b Boosey&Hawkes, N.Y.
Little March op.170-20 Inédito
Lucertolina op. R8a Ricordi Milán, 123981
Lullaby. op. 170 Inédito
Media Difficoltà op.65 A.&G. Carisch, Milán 16477
Melodia op.170-30
Mi-La op. R67a General Music Pub. N.Y. 660
I Naviganti op.13 Forlivesi, Florencia 10822
Ninna Nanna del Dopoguerra op.R157a Forlivesi, Florencia 12230
Notturne in Hollywood op. R104b Edition Weaner-Levant, N.Y.
Onde op86 Ricordi, Milan 123636
Passatempi op.54 Forlivesi, Florencia 11512
Piedigrotta 1924 op.32 Ricordi, Milán 110961
Prelude op R139a Edward Marks Corp. N.Y. 14627
Prelude and Fugue op. 170-31 Inédito
Preludio su L’Annkunciazione di Andrea della Robbia op.R78a Inédito
Primavera Fiorentina op.R1 d Inédita
Questo fu il carro della morte op.2 Forlivesi, Florencia 10750
Ricercare op.170-17 Forlivesi, Florencia 123348
La Sirenetta e il Pesce Tkurchino, op. 18 Forlivesi, Florencia 10940
Six Canons for Piano op.142 Leeds Music Co. N.Y.
Six Pieces in form of Canon op.156 Ricordi N.Y. 1623
Slow, with Variations. op. 170-22 General Music Pub. N.Y.
Sonata op.51 Universal Ed. Viena 10.070
Sonatina Zoologica op. 187 Ricordi, Milan 130266
Le Stagioni op.33 Forlivesi, Florencia 12222
Stars op. 104 Inédita
The Stories of Joseph op. 178 Inédita
Suite Nello Stile Italiano op. 138 Ricordi N.Y. 1670
Tango op. 170-1 General Music Pub. N.Y. 656
Terraze op.R90b Inédita
Toccata, op.170-32 Inédita
La Torre del Diavolo op. 170-36 Inédita
Tre Corali, op.43 Universal Editions, Vienna 8795
Tre Poemi Campestri op. 44 Forlivesi, Florencia 11354
Tre Preludi Alpestri op.84 Ricordi, Milán 123637
2 Films Studies op. 67 Ricordi Milán, 122608

93
Vitalba e Biancospino op.21 Forlivesi, Florencia 10958
Novellette op.R2a Inédito

2 Pianos
Alt Wien op. 30-2 Forlivesi, Florencia, 11426
Dúo-Pianism op. 170-19 Forlivesi, Florencia
Napolitana op. R127a Inédita
Notturno op. R32b Inédito
La Sirenetta e il Pesce Turchino op. R18b Inédito

Violin
Alghe op. R12a Forlivesi, Florencia 11583
Ballade op. 107 Inédita
Capitan Fracassa op. 16 Forlivesi, Florencia 10894
Due Danze op.30-3 Inédita
Exotica op. R77a Inédita
Fantasie op 110 Delkas Music Pub. Ls Ángeles
Humoresque op. 170-8 General Music Pub. N.Y.
Hungarian Serenade op. 170-25 Inédita
Intermezzo op. 170-23 Inédito
The Lark op.64 Carl Fischer, Inc. NY 02276
Notturno Adriatico op. 34 Forlivesi, Florencia 11188
Notturno e Tarantella op. 32 Ricordi, Milan 121291
Ritmi op. 15 Forlivesi, Florencia 10893
Ritmo di Tango op. R65a Carl Fischer Inc. N.Y. B2303
Sea Murmurs op. R24a Carl Fischer Inc. N.Y. B2303
Serenatella op 170-2 General Music Co. N.Y. 659
Signorine op 10 Forlivesi, Florencia 10908
Sonata op.56 Ricordi, Milan 121626
Tango op R24b Carl Fischer, Inc. N.Y. E2304
Tre Canti All’Aria Aperta para violín y piano op. R24b Inédito
The Vocalizzi op.55 Ricordi, Milan 121494
Varlse Bluette op. 170-24 General Music Pub. N.Y. 675
Chant Hébraique op. 58 Alphonse Leduc, Paris A.L.17.713

Viola
Suite 508 op 170-21 Inédita

Violonchelo
Chant Hébraique op. 53-3 Alpphonse Leduc, Paris - A.L. 17.596
Meditation op. R111a Inédito
I Nottambuli op.47 Universal-Edition, VIenna 8992
Notturna Sull’Acqua Op. 82a Ricordi, Milan 123535
Sonata op. 50 Forlivesi, Florencia 11517
Toccata op. 83 Ricordi, Milan, 123536
Valse op.170-3 General Music Pub. N.Y. 658

Bajo doble
Melodie Hébraique op. 53 Inédita

94
Coral sin acompañamiento
Amours de Ronsard op. 197 Inédito
Cherry RIpe op. R174a General Music Pub. N.Y. CH 768
Children’s Song op. R200a Inédita
2 Canti Greci op. R8b Inéditos
Madrigali a Galatea op. R3b Inédito
Endymion op. 184 Edward Marks Music Corp. N.Y. 14051-19
Lament of David op. 169 Inédito
Lauda In Honore Sanctae Birgittae op. 189a Inédito
Lecho Dodi op.90 Inédito
Processional song op. 96 Galaxy Music Corp. N.Y. 1096
Proverbs of Solomon op. 168 Inédito
The Seventh Day op. 202 Inédito
6 Carols on Early English Poems op. 175 General Music Pub. N.Y. CH 762-767
6 Keats Settings op. 157 Galaxy Music Corp. N.Y. 2060
Two Elegies for a Soldier op. R9c Inédito
2 Songs by Longfellow op. 149 Mills Music Inc. N.Y. 495
2 Motets op. 174 Belwin-Mills Pub. N.Y. GM1715
Venice Op.132 Galaxy Music Co. N.Y. G.M.1715

Corales con piano


Aubade op. 126a Birchard
Bitter Lemos op. R189a Inédito
Carol for Candelmas day op. 126b Birchard, Chicago CCB 1531
December op. 113-3 Delkas Music, Los Ángeles
Epilogue op. R181a Inédito
Pour Christina Rossetti Settings op. 153 Galaxy Music Co. N.Y. GM1916
Homer op. 113-1 Delkas Music Pub. Los Angeles D.1
Liberty, Mother of Exiles op. R122b Inédito
The Mermaid Tavern op. 113-2 Weaner-Levant Pub. N.Y. 113B
The Nightingale op. 117-2 Galaxi Music Co, N.Y.GM1485
On the Grasshopper and The Cricket, op.113-3 Galaxy Music Co. N.Y. GM2080
The Owl op. R125a Mills Music Inc. N.Y. 3017
Pschye op. 113-5 Galaxy Music Corp. N.Y. GM 2119
Scottish Songs op. 100 Delkas music, Los Angeles D8
Shakespeare Sonnets op. 125 Inédito
Songs of the Oceanides op. 171 Franco Columbo Inc. N.Y. 21116
Three Shelley Songs, op. 154 Leeds Music Corp. N.Y. L291
Three Shelley Songs op. 173 Ricordi, N.Y. 1745
To his son op.126c Birchard Co.
The Songs of Fraise op.R81b Galaxy Music, N.Y. GM1191
Upon Westminster Bridge op. 114a Galaxy Music Co. N.Y. GM 1410

Coral con órgano


Lecho Dodi, op.R90a Yibneh Edition, N.Y.
Memorial Service for the Departed op. 192 Mills Music Inc. N.Y. 456
Naaritz’Cho op. R155a Cantorial Anthology
Sacred Service for the Sabbath Eve op. 122 Inédito
Songs and Procession for a Jewish Wedding op. 150 Belwin-Mills Publ. N.Y. 60067

95
Coral con instrumentos
Kol Nidre op.R111a para coro mixto, cantor, órgano, ciononchelo. Loewe’s Inc.
Los Angeles 3885
A Lullaby op.R119a para coro mixto y orquesta. Metro-Goldwyn Mayer
Un Madrigale di Michelangelo op. R8c coro mixto y orquesta. Inédito
Romancero Gitano op. 152 para coro y guitarra. Verlag Bote/Bock, Berlin B&B21617
Songs of the Oceanides op. 171 2 coros femeninos. Franco Columbo N.Y. 2116

Vocal solo con piano


All Nigh Long op. R110d-1 Inédito
Aria of Ruth op. R137a Mills Music Inc. N.Y.
Ballade des plus Cêléebres Amants op.R76a Inédita
Ballata op. 27 Casa Editrice Musicale Flli Ckurci, Nápoles, 433
La Barba Biana op.28 Forlivesi, Florencia 11018
La Battaglia é Finita op. R8 Inédita
Il Bestiario op. 188 Inédito
Briciole op.8 Forlivesi, Florencia 10907
Cadix op.35 Ricordi, Milan, 120391
La Canzone della Tombola op. R19a Inédita
Chanson,, pour voix moyenne op. R42a Inédita
Chanson À Boire op. R86a Inédita
Le Chant Des Tenèbres op. R4a Inédita
Cera Vergine op. R8e Inédita
Charmes op. 91b Inédita
5 Poesiè Romanesche op. 131 Forlivesi, Florencia12031
Le Columbe op. R128a Inédita
Coplas op. 7 Forlivesi, Florencia 10752
The Daffodils op. 124b Galaxy Music, N.Y. GM1559
De Amico ad Amican op. R138a Inédito
Dret Heine Lieder Op. 40 Universal-Ed. Viena 9579
3 Heine Lieder op. 60 Forlivesi, Florencia 11750
3 Heine Lieder op. R60a Inédito
Due Liriche Dal Giardiniere di Raindranath Tagore op. 89a Inédito
Due Preghiere per i Bimbi d’Italia op. 29 Forlivesi, Florencia 11258
2 Rondes op. R76b Inédito
Due Sonetti del Petrarca op. 74a Ricordi, USA
Etoile Filante op. R16a Editions Maurice Senart, Paris
Féeries Op. 91a Inédito
Fuori i Barvari! op.5 Florlivesi, Florencia 116800
Girotondo dei Golosi op. 14 Forlivesi, Florencia 10854
Homer op. 113-4 Delkas Music Pub. Los Angeles
Indian Serenade op. 38 Forlivesi, Florencia 11259
In Praise of our Lady op. R81b Galaxy Music Co. NY
L’Infinito op. 22 Forlivesi, Florencia 10906
Leaves of Grass op. 89b Inédito
The Legend of Jonas Bronck, op. 106a Galaxy Music, N.Y. 1202
Il libro di Dolcina op. R9d Inédito
Jock of Hazeldean op. 100-R1a Galaxy Music, N.Y.
The Mermaid Tavern op. 113-2 Inédito
1830 op. 36 Ricordi, Milan 119983

96
My Love’s Like a Red Rose op. R110b Inédito
New York, op. 106b Delkas Music, Los Angeles
The Nightingale op. 117-1 Galaxy Music N.Y.
Ninna Nanna op. 4 Forlivesi, Florencia 10767
Ocean op. 89c Inédito
ozymandias op. 124a Inédito
Pansies op. 103 Inédito
Petrarca-Chipin op. 74b Ricordi, Milan, 123049
Piccino Picció op. 26 Inédito
Quattro Scherzi per musica, op. 35 Ricordi, Milan 119957
Quattro Sonetti da La Vita Nova op.41 Forlivesi, Florencia 11395
Recuerdo op. 105 Forlivesi, Florencia 10976
Dos Romances Viejos op. 75a Ricordi, Milan 123109
Sei Odi di Orazio op. 62 Ricordi, Milan 121908
Sera op. 23 Curci, Nápoles
The Shadow, op. 124c Carl Fischer Inc. N.Y. 1716
Shakespeare sonnets, op. 125 Inéditos
Un Sonnetto di Dante op. 101 Galaxy, N.Y. 1411
Songs and Processionals for & Jewish Wedding op. 150 Belwin-Mills
Stelle Cadenti op. 6 Forlivesi, Florencia 10751
Sweet Spring op. R110a Inédito
Tavern op R105a Inédito
33 Shakespeare Songs op. 24 J&W Chester, London
Three Little Songs op. R185a Inédito
Three Sephardic Songs Op. R186a Isreali Music Pub. Tel Aviv
Three Sonnets from the Portuguese op. 42 J&W Chester, London 3970
Fioretti di Santo Francesco op. 11 Forlivesi, Florencia 11081
The Poéms de la Pléïade op. 79 Ricordi, Milan 123814
Vocalizzi op. 55-1 Ricordi, Milan
Chansons Grises op. R1d Ricordi, Milán 123982
Two Byron Songs Op. R110c Inédito
Two Kipling Songs op.R112a Inédito
Upon his Blindness
Villa Sola op. R46a Revista Antologia Musicale Milán
Vocalise op. 53-1 Alphonse Leduc, Paris 17
Vos Toig Mir
Le Voyage op. R186a Inédito
When I Consider how my Light is Spent op. 109 Galaxy Music Co. NY

Duetos vocales
Farewell to the Farm op. 110d para 2 voces y piano Inédito
6 Scottish Songs op. 100 soprano, tenor, arpa y cuerdas. Inédito
3 Shakespeare Duets op. 97 soprano, tenor y piano Inédito

Voz con Orquesta


Aria di Porzia, op.R181b soprano, alientos, arpa, piano y cuerdas. Inédito
Aria of the Queen of Sheba op. R161a soprano, alientos, arpa y cuerdas
Belwin-Mills Pub.
Aria of RUth op. R137a soprano, alientos arpa y cuerdas, Mills Music
Ballade des Biens Immeubles op. R68a Ricordi, Milan

97
Coplas op. R7a Soprano, alientos, arpa, celesta y cuerdas, Forlivesi, Flo. 10752
Dalla Regina Giovanne op.R9a Inédita
2 Romances Viejos op.R75b Ricordi, Milan-123109 & 123110
Die Drei Konige op.R60d Forlivesi, Florencia 11747
Liriche dal Giardiniere op.R9b Inédita
Laude di Nostre Donna op. R81b Forlivesi, Florencia 11773
A Lullaby op. R119a Metro Goldwyn Mayer
Ninna Nanna op. R4a Forlivesi, Florencia 11450
Le Roi Loys op. R3a Forlivesi, Florencia 10976
3 Sephardic Songs op.R186b Israeli Music Pub., Tel Aviv
Three Shakespeare Duets op.R97a Inédito
Three Songs from As You Like It op.R24c Chester, Ltd. London
Fioretti di Santo Francesco op. R11a Forlivesi, Florencia 11081

Voz con instrumentos


Arise op. R24d voz y guitarra, Inédito
Ballata dall’Esilio op. R24d para voz y guitarra, Inédito
The Divan of Moses-IBN-Ezra op. 207 voz y guitarra, Ed. Musicali Bérben EB609
Der Handschuh op. 139-2 2 narradores, 2 pianos y percución, Inédito
Seal of Love op. R24e voz y guitarra, Inédita
La Sera Fiesolana, op.R30a Voz, violonchelo y piano Inédita
Songs of the Shulamite op. R163a Soprano, flauta, arpa y cuarteto de cuerdas.
Vogelweide op.186 barítonoy guitarra o pianoo. Benjamin Simrock, Hamburgo
Aria of the Queen of Sheba op. R161b voz y piano, Inédita

Nota: Además, Mario Castelnuovo-Tedesco compuso cantidad de obras para el


cine y realizó diversas transcripciones de obras de otros autores así como
artículos sobre la música y compositores. También escribió 3 libros que
permanecen inéditos.

98
NOTA BIOGRÁFICA DE LA AUTORA

CORAZÓN OTERO es reconocida a nivel mundial como investigadora musical,


escritora e intérprete de la guitarra clásica.
Es autora de los libros: Música a Dúo, En la penumbra del tapanco, Evocaciones,
Manual de los principios de la música, así como de las biografías de los músicos:
Alexandre Tansman, Guido Santórsola, Johann Sebastian Bach, Mario Castelnuovo-
Tedesco, Manuel M. Ponce y Nicolò Paganini. Algunos de ellos, traducidos al inglés,
francés, italiano y japonés. También ha escrito artículos para diferentes revistas
internacionales. Ha participado en talleres de narrativa con importantes escritores. Imparte
conferencias sobre sus libros en México y Europa.
Realizó sus estudios de música en México, Italia y Francia. A ofrecido conciertos
como solista de guitarra clásica y con violín, violonchelo, flauta, cuarteto de cuerdas y con
orquesta de cámara.
Ha sido invitada como Miembro del Jurado de concursos internacionales de guitarra
clásica en Francia, Italia, Inglaterra y México.
En reconocimiento a su arte, importantes compositores le han dedicado obras para su
instrumento: Alexandre Tansman, Angelo Gilardino, Guido Santórsola, Harold Gramadges,
John Duarte, Julio César Oliva, Leonardo Velásquez y Xavier Quiñones. Ha estrenado sus
obras en México y Europa.
En 1982 fundó el Concurso Internacional de Guitarra Manuel M. Ponce.
En 1983 creó las Ediciones Musicales Yólotl.
En 1997 fundó el Concurso Nacional Juvenil de Guitarra Clásica Yólotl.
En 1998 obtuvo el Premio Nacional del VI Magno Festival Palafoxiano en Puebla,
con su biografía de Manuel M. Ponce: Canto Obstinado.
En 1999 le otorgaron el Premio Ocho Columnas de Oro en el área de Bellas Artes
de la Universidad Autónoma de Guadalajara por su trayectoria Artística.
En 2003 obtuvo el Premio La Chitarra d’Oro, otorgado en Alessandria, Italia,
por su trayectoria en investigación musical.

99
ÍNDICE

Página

Palabras Preliminares por Andrés Segovia 3


Prólogo por Corazón Otero 4
Primera Parte, cápitulo 1- Florencia 7
Capítulo 2- Primavera Florentina 10
3- Fuori i Barbari 14
4- Vida Nueva 15
5- Matrimonio 18
6- Gieseking, Toscanini, Consolo, Héifetz, D’Anunzio 20
7- Presencia de Andrés Segovia 23
8- Persecución Antisemita 29
9- Adiós a Florencia 32
10- La Tierra Prometida 34
11- Hollywood 36
12- Beverly Hills 39
13- Actividad Pedagógica 41
14- Residencia Norteamericana 43
15- Encuentro con Italia 49
16- 2ª Parte - Epistolario con Andrés Segovia 52
17- Florencia una vez más 54
18- II Concierto para guitarra y orquesta 56
19- Apartamento en Florencia 60
20- El Premio 63
21- Lid y Conciliación 66
22- Nuevos valores de la guitarra 70
23- Finale 79
Epílogo 81
Repertorio para guitarra 82
Discografía para guitarra 86
Repertorio general de la obra de Castelnuovo-Tedesco 89
Nota biográfica de la autora 99

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