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¨¿Con la sangre de quien se crearon mis ojos?

¨ Se pregunta Donna Haraway en su texto


¨ciencia, cyborgs y mujeres¨ y así nos interpela hacia una serie de conceptos íntimamente
ligados: El problema de que significa lo objetivo y de cómo construir nuevos esquemas
epistemológicos, éticos y políticos, para aprehender ¨lo real¨.

La búsqueda de ¨un¨ universal como base epistemológica de la ciencia moderna tiene su


principal raíz en la construcción de la oposición de La Razón -estableciendo que esta se
constituye por el pensamiento puro, el ejercicio de lo mental- con El Cuerpo, aquel que
acarrea los ¨problemas¨ del deseo, de las múltiples maneras de habitar el mundo, y con
esto, desde una mirada cristiana, entorpece el ejercicio de la búsqueda de la pureza del
pensamiento. Esto se denomina el dualismo cartesiano, que además de establecer una
diferencia entre mente y cuerpo, plantea un programa para las ciencias y sus formas de
conocimiento ¨realmente objetivo¨ que busca, por un lado, diferenciar y por otro, en la
misma operación, jerarquizar, transformando a la mente en un elemento omnipresente
capaz de todo, y al cuerpo en un simple objeto al servicio de ser maleable a los imperativos
de La Razon. Bajo este paradigma de la ciencia moderna, se crea también todo un nuevo
orden de mundo que influencia directamente en la forma de verlo y por ende de
aprehenderlo. La mirada científica buscara jerarquizar, diferenciar y buscar las ¨funciones¨
de eso que se está viendo para sus respectivos sistemas a través de la ¨distancia¨ que
otorgaría supuestamente la mirada, separándola de su conjunción con los otros sentidos
del cuerpo (como el olfato, el tacto y la audición)

Pero este intento de binomio diferencial entre mente y cuerpo no se puso en marcha sobre
una hoja en blanco o sobre la nada misma. Sino que se construyo y se impuso sobre otras
cosmogonías, es decir, sobre otras maneras de entender el mundo y las relaciones que en
el habitan. Por esto es que la operación de la construcción del mundo cartesiano como un
universal que habla desde ninguna parte, a utilizado a la violencia como su principal insumo.
Porque ha aplicado una fuerza exterior para dar forma a sujetos quienes no entendían el
mundo y sus formas de vivirlo bajo la vivisección mente/cuerpo u naturaleza/cultura.
Esa pregunta de Haraway denuncia de alguna manera que lo que hoy entendemos por
¨conocimiento objetivo¨ se a construido a fuerza de sangre, es decir, de violencias dirigidas
a quienes el conocimiento universal constituyo como sus diferentes y por ende los
transformo en sus subyugados y al mismo tiempo, utilizo la idea de distancia a través del
ejercicio del mirar para no hacerse cargo de sus consecuencias. De esta manera, los
dispositivos creados sobre el binomio mente/cuerpo -que también valen para
naturaleza/cultura- se levantaron sobre el supuesto de que la búsqueda de la objetividad
se basaba en producir sentido desde ninguna parte. Es decir, la garantía de la construcción
del conocimiento valido suponía que quien ¨construya¨ esos saberes lo debían hacer desde
el abandono de la particularidad de su cuerpo, su lugar en el mundo y su historia, por tanto,
de sus preconceptos, tomando una ¨distancia¨ de lo material, para así garantizar La Verdad
del fenómeno que se decida estudiar. Partiendo de este a priori los hombres de ciencia
salieron al mundo a buscar clasificar, medir, jerarquizar, oponer, diferenciar y establecer
funciones de todo lo que a su paso se encuentren: Desde las células y las partes del cuerpo,
hasta la clasificación de distintas fisonomías en ¨razas¨. Lo que no pudieron ver es que
aquello que salieron a buscar, ya se encontraba allí, en sus preconceptos ontológicos.

Pero este cambio de paradigma de aprehensión de la realidad, que jerarquizaba a la vez que
diferenciaba y establecía lo externo de lo interno, no se daría solamente a través de una
violencia si se quiere simbólica al establecer una sola forma de conocimiento valido por
sobre todas las otras. Sino que también se expresaría en sus formas materiales de las
maneras más crueles posibles. Lo que hoy entendemos y conocemos como ¨el cuerpo¨
mismo seria la obra máxima de este proyecto universal.

Silvia Federici nos permite reconstruir ¨la acumulación originaria¨ de esta nueva concepción
del cuerpo, bajo el establecimiento del binomio mente/cuerpo. Retomando a Foucault con
su concepto de ¨disciplina miento de los cuerpos¨ en el capitulo tercero del ¨Caliban y la
Bruja¨ explica el proceso histórico de como a partir del ejercicio de diferentes tipos de
violencias se fueron moldeando los cuerpos del proletariado para transfórmalos en
verdaderas maquinas de producción. Tal es asi que la autora afirmara que el primer gran
invento del capitalismo moderno no fueron las máquinas de vapor o los telares, sino que,
mucho antes, serán los propios cuerpos de los proletarios - sus brazos, sus piernas, sus
fuerzas y su moral- la primer gran maquina inventada por la modernidad.

Primero estableciendo, de la mano con lo que veníamos reconstruyendo, una filosofía que
no solamente diferencia el cuerpo de la mente sino que tambien contrapone La Razon del
Deseo. Así, constituye al cuerpo en un objeto ¨maldito¨ contra el cual hay que luchar a
través del pensamiento objetivo para sobreponerse a los ¨bajos instintos¨ y conseguir la
máxima eficiencia a la hora de poner ese cuerpo a producir bienes. Una suerte de
¨gobierno¨ del cuerpo. Metáfora con la que otros proyectos políticos se constituirán, como
el proyecto del Estado mismo, entendiendo a la función del gobierno como ese órgano
iluminador y al pueblo como lo impuro, el objeto al cual disciplinar.

Segundo, ligado a esta filosofía y de la mano de sus consecuencias ¨metafóricas¨ en los


proyectos políticos, la puesta en práctica que del modelo universal se baso en un intento
de construir esta nueva masa obrera que necesitaba el modelo capitalista del SXVII para
empezar la producción a gran escala. Entonces, por un lado, se instala una moral basada
fuertemente en los postulados judeocristianos, donde el deseo y el disfrute de los placeres
inmediatos se debían no solo sacrificar, sino que penar u ocultar en pos del fin material de
producir y acumular bienes. Y, por otro, a quienes no aceptaban este nuevo modelo, se los
perseguiría y aplicaría distintos tipos de torturas y/o directamente eliminarlos en
ahorcamientos públicos.

Vale la pena mencionar que de la mano de la implementación de métodos de tortura y de


la recolección de los cuerpos que dejaban atrás los ahorcamientos públicos que se
realizaban cotidianamente en distintos puntos de Europa, la medicina moderna tuvo sus
primeros grandes avances, donde los médicos de aquella época aprovechaban la gran
cantidad de ¨oferta¨ de cuerpos para poner en práctica su ¨mirada cartesiana¨.

Asi, esta objetividad universal no solo se institucionalizo a través de grandes construcciones


filosóficas, epistemológicas, políticas, etc. sino también de la puesta en practica de grandes
matanzas a lo largo de la historia de la cual Federici nos ofrece un particular y rico panorama
ubicado en la Europa del Siglo XVII. Dicho proceso, culmino con lo que hoy entendemos
como ¨cuerpo¨, conociendo sus extensiones, sus partes, sabiendo sus funciones y sus
potencialidades, pero también lo que es ¨normal¨ y ¨patologico¨, lo ¨sano¨ y lo ¨enfermo¨,
estableciendo todo lo diferente al universal ¨hombre¨ (blanco, adulto y europeo) -las
mujeres, les niñez, las distintas culturas y pueblos del mundo- como inferiores y por ende
perfeccionables a través del modelo científico cartesiano para que cumplan un rol dentro
de la producción capitalista. Es decir, a través del ejercicio de la violencia a niveles
simbólicos pero también prácticos.

Quizás este planteo dualista- mente/cuerpo, naturaleza/cultura- y los conocimientos


científicos con sus tecnologías discursivas sobre qué área del saber universal tiene la
autoridad para hablar sobre cada cosa en un mundo cortado en pedazos, nos pueden
parecer lejanas en tiempos posmodernos, donde parecieran ¨aceptarse¨ o mas bien,
¨tolerarse¨ las diferencias entre los modos de habitar el mundo y los distintos ¨cuerpos¨.
Pero no es asi, Haraway advierte que dentro de este giro ¨relativista¨ se esconde
nuevamente la intención de hablar desde ningun lugar, aplicando el mismo mecanismo
violento que establece unas pocas validas formas de habitar el mundo y unas pocas formas
de lo que entendemos y percibimos como cuerpos. Por ejemplo, en el debate por la
despenalización total del Aborto en la Argentina, en la cámara de diputados y de senadores,
en las diferentes jornadas de debate del proyecto de ley, se expusieron distintos
argumentos a favor o en contra de la misma. En esta discusión primaron los argumentos
que se referían a las ¨verdades¨ producidas por la medicina sobre un tema de carácter
estrictamente político. Es decir, podemos notar como aun hoy los discursos que pretenden
legislar o regular los cuerpos de las mujeres y las distintas practicas que pueden o no realizar
sobre ellas mismas, son producidos bajo este paradigma de cuerpo universal, sin historia,
sin conocimiento propio violentando así la autonomía de las mujeres en su derecho a
interrumpir un embarazo cuando lo deseen por múltiples motivos.

Pero Haraway no nos deja solamente con la denuncia de todo este orden de mundo
basando en la ¨acumulación de sangre¨ , sino que propone un modelo de objetividad
alternativo: ¨Así, creo que mi problema y «nuestro» problema es cómo lograr
simultáneamente una versión de la contingencia histórica radical para todas las
afirmaciones del conocimiento y los sujetos conocedores, una práctica crítica capaz de
reconocer nuestras propias «tecnologías semi-óticas» para lograr significados y un
compromiso con sentido que consiga versiones fidedignas de un mundo «real», que pueda
ser parcialmente compartido y que sea favorable a los proyectos globales de libertad finita,
de abundancia material adecuada, de modesto significado en el sufrimiento y de felicidad
limitada.¨ (Haraway;1991:8)

De esta manera, no abandona la pretensión de objetividad que tienen las ciencias en sus
proyectos originarios, sino que a través de las teorías feministas busca resignificar como
construir saberes que se pretenden objetivos. Propone que sea a partir del reconocer la
parcialidad de los saberes como garantía de la construcción de una verdad. Así, desarrolla
una teoría del conocimiento que denominara ¨conocimiento situado¨ revalorizando la vista
no ya como elemento de separación sino como el elemento de reconocimiento de la
diferencia proponiendo que sea considerada nuevamente dentro del conjunto de los
sentidos. Es asi que hablando desde un lugar particular, claramente identificable, y con un
saber que se sabe limitado, es como Haraway propone un nuevo modelo de ciencia que no
se base en la acumulacion de violencias.

¿Como se ha pensado la formación de lo que hoy llamamos un cuerpo? ¿Bajo qué procesos
históricos y bajo que paradigmas aún vigentes?

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