Sei sulla pagina 1di 3

UNIVERSIDAD SANTO TOMAS

ECLESIOLOGIA
Nombre: Diego José Rentería Lascano

PROPIEDADES O NOTAS ESENCIALES DE LA IGLESIA: UNA, SANTA,


CATÓLICA Y APOSTÓLICA
Desde el Símbolo Niceno-constantinopolitano (381), se califica a la Iglesia como una, santa,
católica, y apostólica. Y el Concilio Vaticano II, hace referencia a estas cuatro notas en la
Constitución Lumen Gentium y en el catecismo de la Iglesia Católica, afirmando que estas son
inseparables entre sí, y que son rasgos esenciales de su naturaleza y misión. “Esta es la única
Iglesia de Cristo, que en el Símbolo confesamos una, santa, católica y apostólica, la que nuestro
Salvador confió después de su resurrección a Pedro para que la apacentara (Jn 24,17), confiándole
a él y a los demás apóstoles su difusión y gobierno (Mt 28,18), y la erigió para siempre como
columna y fundamento de la verdad (1Tim 3,15).” (cf. LG 8) Luego, para aclarar que estas
propiedades no son otorgadas por la Iglesia misma, el catecismo de la Iglesia Católica, confirma
que: “… es Cristo, quien, por medio del Espíritu Santo, da a la iglesia el ser una, santa, católica y
apostólica, y Él es quien la llama a ejercitar cada una de estas cualidades.” (cf. CIC 811) Y de esta
manera, solo mediante la fe se podrá reconocer que la Iglesia posee estos cuatro tributos por su
origen divino. Su unidad se fundamenta en la Comunión trinitaria, es decir, en la unidad de la tres
personas de la divinidad, y sobre todo en su único origen que es Dios padre, y así su unidad
eclesial yace en el Espíritu de Cristo. También Yves Congar, nos dice que la unidad de la Iglesia se
puede abarcar desde dos realidades, la unidad confesional: que se concreta en una unidad triple:
unidad de fe, en celebración común del servicio divino, y de convivencia armoniosa; y la unidad
interconfesional: que se centra en buscar una unidad de la Iglesia y de la cristiandad que concilie
una unidad en la fe con una pluralidad y diversidad de formas de vida eclesiástica. Además, en la
unidad de la Iglesia se pueden distinguir dos elementos, unos externos y otros internos, estando
los segundos al servicio de la unidad interna. En los elementos externos de la unidad, tenemos, la
predicación del evangelio, la administración de los sacramentos, el ministerio eclesiástico. Y la
unidad interna, es la unidad en el Espíritu de Cristo o en el amor (cf. LG 14). Luego que, la unidad
de la Iglesia, se apoye sobre un doble fundamento teológico o dos determinaciones básicas que
son, la unidad trinitaria de Dios y la soteriología, en tanto que la Iglesia es el comienzo de la
reconciliación de la humanidad en la acogida incondicional por Dios en Jesucristo y en el Espíritu
Santo. En el Nuevo Testamento, también se hacen referencias de esta unidad, tal como: Jesús es el
único pastor del único rebaño (Jn 10, 14-16); Un cuerpo de Cristo (1 Cor 10,17); Un único templo
del Espíritu (1 Cor, 3,16-17). Además, en el nuevo testamento, se utiliza para expresar esta unidad
la palabra Koinonia: unidad por medio de la eucaristía (1 Cor 10, 16-17), en las labores apostólicas
y en la doctrina (Gal 2,2). También, se hace alusión a varios escritos apostólicos como por ejemplo
la Didaje, la cual pide dos veces que la Iglesia se congregue desde todas la partes en el Reino. en
definitiva en los evangelios, todo se centra en solo principio, el cual es: “Que todos sean uno.
Como tú, Padre, en mí y yo en ti, que ellos sean también uno en nosotros, para que el mundo crea
que tú me has enviado” (Jn 17, 21)
Y con el Concilio Vaticano II, se abre la prioridad de una apertura a otras Iglesias Cristianas y no
cristianas, con el fin de respetar también lo que es sagrado. Por esto se invita a que se dé una
renovación permanente de la Iglesia hacia la fidelidad de su vocación; la conversión del corazón
para llevar una vida según el evangelio, la oración en común por la unidad de los cristianos, el
fraterno conocimiento recíproco, la formación ecuménica de los files y sacerdotes, el dialogo entre
teólogos y cristianos de diferentes Iglesias, la colaboración entre cristianos. (CIC 820). Con la
Constitución Lumen Gentium, se menciona por ejemplo que “esta única Iglesia, establecida y
organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el
sucesor de Pedro y los obispos en comunión con él” (LG 8). Finalmente, para el catecismo de la
Iglesia católica, la Iglesia es una, porque tiene un solo Señor, confiesa una sola fe, nace de un solo
Bautismo, no forma más que un solo Cuerpo, vivificado por un solo Espíritu, orientado a una única
esperanza (Ef 4, 3-5) a cuyo término se superarán todas las divisiones. (CIC 866) Yves Congar a su
vez, nos menciona que “La Iglesia es plenitud, es a la vez unidad y diversidad. En ella la plenitud de
Cristo se extiende en cierta manera en la humanidad que se ofrece a recibirla y a vivirla, pero
cuyos miembros la reciben y la viven cada cual por su parte y según lo que cada uno es.” (Yves
Congar, pág. 114), pues aunque, existan formas de vivir la unidad de fe, la Iglesia misma se
enriquece con la diversidad de carismas y dones que cada creyente o cristiano tiene.
En cuanto a la santidad podemos, afirmar que en el Antiguo Testamento, Dios es el Único Santo,
pero dado que Dios esta me medio del pueblo (Os 11,9), el pueblo es también santo. Mientras que
en el nuevo testamento, Jesús es el Santo de Dios (Mc 1,24). Por su parte el Concilio Vaticano II, en
la constitución sobre la Iglesia habla de la vocación universal a la santidad de todos los miembros
de la Iglesia, y marca así, una iniciativa por el respeto y dignidad de los fieles (c.5) La Lumen
Gentium, da claridad de como la Iglesia es santa, por la palabra de Dios y por los dones concedidos
a sus miembros (LG 12), por su consagración y por ser el pueblo sacerdotal de Dios (LG 9.10), y por
la gracia, las virtudes y las obras de sus miembros (santidad personal de sus miembros, siempre
bajo o como respuesta a la acción del Espíritu Santo). (LG 40) También habría que considerar que
la Iglesia como dones y promesas de Dios, participan de su infalibilidad, tales dones recae sobre
los hombres y a veces e han sido dados por medio de otros hombres (profetas y apóstoles). Pero
aquí no se consideran los dones en manos de los hombres sino los dones en sí mismos. Aun
cuando realizado o transmitidos por hombres, esos dones mantiene en si la infalibilidad de Dios.
La fe y los sacramentos de la Iglesia no pueden desviarse en tanto que Jesucristo está en ellos.
Puede que los hombres se desvíen de estas cosas, pero ellas mismas no pueden corromperse ni en
Dios, ni en la Iglesia donde Él las dio. La Iglesia esta unidad a Dios, y en virtud de esa unión
indisoluble es pura. Solo Dios no puede fallar y la Iglesia está exenta de flaquezas solo en tanto
está unida y junta a Dios. Por ello Shneider dirá: “Pese al pecado, la Iglesia continua siendo un
signo fiable de la gracia divina en el mundo; sus sacramentos no dependen de la dignidad de quien
los confiere; son de una validez y eficacia objetivas.” (Shneider, pág. 740). También, en los
documentos de la Iglesia, se resalta la importancia del fruto de esta santidad, así pues, si Dios
santifica por medio de su Espíritu, a la humanidad y a la Iglesia, por consiguiente es natural de la
comunidad santa, santificar, aunque lleve en su seno pecadores, “La Iglesia encierra en su propio
seno a pecadores y siendo al mismo tiempo santa y necesita de purificación, avanza
continuamente por la senda de la penitencia y de la renovación” (LG 8). “Todas las obras de la
Iglesia se esfuerzan en conseguir “la santificación de los hombres en cristo y la glorificación de
Dios” (SC 10). Finalmente, se podría decir que la Iglesia es santa, porque su autor es Dios mismo, y
por participación esta queda santificada, y con capacidad para santificar según la intervención del
Espíritu. Y por ello, es importante, la devoción y comunión con los santos, pues por medio de ellos,
la Iglesia como tal, puede comunicar el evangelio, la buena noticia a aquellos que aún no conocen
a Cristo. “La Iglesia es santa: Dios santísimo es su autor; Cristo, su Esposo, se entregó por ella para
santificarla; el Espíritu de santidad la vivifica. Aunque comprenda pecadores, ella es ex maculatis
immaculata (inmaculada aunque compuesta de pecadores). En los santos brilla su santidad; en
María es ya la enteramente santa.” (CIC 867)
La palabra católico viene del griego kath’ holon o según la totalidad. Aparece en la literatura
cristiana en Ignacio de Antioquia “Donde está presente Jesucristo, allí está la Iglesia católica”.
(Diccionario de Eclesiología, pág. 150). Sin embargo, con el tiempo tomo el sentido de universal,
tal como lo veía Cirilo de Jerusalén (386) al contemplar la Iglesia como católica o universal, pues
estaba extendida por todo el mundo, enseñaba en plenitud, y era remedio universal para el
pecado, poseyendo todo tipo de virtud. La catolicidad de la Iglesia, que se expresa en la misión,
significa la universalidad del testimonio y del signo eclesiástico del ilimitado amor de Dios, tal
como se ha manifestado en el signo de impotencia de la cruz de Cristo y en la acción histórica de
su Espíritu, a fin de reconciliar la unidad rota de la creación y consumarla en la unidad universal de
un cielo nuevo y de una nueva tierra.” (Shneider pág. 745) finalmente, el catecismo nos menciona
que: “La Iglesia es católica: Anuncia la totalidad de la fe; lleva en sí y administra la plenitud de los
medios de salvación; es enviada a todos los pueblos; se dirige a todos los hombres; abarca todos
los tiempos; es, por su propia naturaleza, misionera.” (CIC 868).
La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles. Esta apostolicidad es un don de
Dios dado de una vez para siempre, su contenido no depende de los que nosotros hagamos. “Esta
misión divina confiada por Cristo a los apóstoles tiene que durar hasta el fin del mundo pues el
Evangelio que tiene que transmitir es el principio de toda la vida el a Iglesia. (Jn 20,21) “la
apostolicidad de la Iglesia significa aquella identidad de los procesos eclesiásticos fundamentales,
identidad que se salvaguarda mediante la vinculación a los primeros testigos apostólicos de la
revelación de Dios en Jesucristo.” (Congar) La Iglesia es apostólica: Esta edificada sobre sólidos
cimientos: los doce apóstoles del Cordero (Ap 21,14); es indestructible (Mt 16,18); se mantiene
infaliblemente en la verdad: Cristo la gobierna por medio de Pedro y los demás apóstoles,
presentes en sus sucesores, el Papa y el colegio de los obispos. (CIC 869) La Iglesia es una, santa,
católica y apostólica en su identidad profunda y ultima, porque en ella existe ya y será consumado
al fin de los tiempos “el Reino de los cielos”, “el Reino de Dios” (Ap 19,6) Entonces todos los
hombres rescatados por él, serán reunidos como el único Pueblo de Dios (Ap 21, 9).

Bibliografía:
Congar, Y.M. (1965). Santa Iglesia, Barcelona: Estella.
Schneider, T., Hilberath, B., Gancho, C. (1996). Manual de teología dogmática, Barcelona:
Herder, pp. 665-772
Villar Saldaña, José Ramón, (2016). Diccionario de Eclesiología, BAC.
Catecismo de la Iglesia Católica. Asociación de Editores del Catecismo.

Potrebbero piacerti anche