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FILOSOFIA

Trabajo Practico: Eje 4


Docente: Anahi Mazzoni
Estudiante: Lisa Martinez
LO PERSONAL ES POLITICO

Introducción:
Por alguna extraña razón sentí la necesidad de comenzar la introducción
al siguiente texto, que no deja de ser un trabajo para la asignatura Filosofía,
con algunos datos de mi vida personal que me llevaron al feminismo.
Por empezar, mi nombre es Lisa (como Lisa Presley, hija de Elvis, no como
Lisa Simpson), nací en 1994 y hoy me identifico orgullosamente feminista.
Durante mi infancia, más precisamente en el Jardín y primeros años de
primario, me sentí diferente al resto de mis compañeritxs siempre, mas allá de
haber sido siempre más “rápida” en aprendizajes escolares y venir de una
familia muy particular, me costaba hacer amigos, hablar, levantar la mano (a
pesar de que la mayoría de las veces sabia las respuestas), relacionarme con
la gente y sobretodo jamás permitía que ningún compañero se me pare atrás.
Años más adelante, note que los varones no me causaban lo mismo que a mis
compañeras, pero no me sentía diferente por esto, era más una cuestión
interna, como de no poder ser autentica, ser YO misma. Al entrar al secundario,
mi hermana me hizo entrar en un grupo de una iglesia evangélica (al que le
tenía desconfianza porque ya había intentado ir a catequesis y no había
funcionado) en donde un día común y corriente me di cuenta que la mayoría de
las veces me aburría o no accedía a las actividades por que era “tímida”.
Durante toda mi adolescencia luche contra mi timidez e intente siempre ser lo
más auténtica que pude. En estos tiempos, también descubrí que me gustaban
las chicas pero no me sentía mal por esto, solo en mi casa donde “estaba mal”,
obviamente para esta época ya había dejado de ir al grupo de la iglesia.
A los 17 un día mi viejo llego con un folleto y me dijo “te anote en guitarra en el
conservatorio, a la tarde tienes que ir vos”, lo cual dio un giro inmenso en mi
vida, allí conocí a mi mejor amiga y a su familia en donde me empecé a sentir
mas parte de algo, como nunca en mi vida.
A mis 18 años, en mi primer noviazgo “serio” con un varón, comencé a tener
ataques de pánico por cualquier mínima situación de estrés, al principio solo
parecían nervios pero cada vez se fueron haciendo más frecuentes. Por
decisión propia y como ya era mayor, busque un numero de una psicóloga y
empecé terapia. Es en este preciso momento en que ella me enseña a
autoevaluarme y me doy cuenta sola que había sido abusada durante casi toda
mi infancia por un miembro de mi familia, y en otras dos ocasiones por un
primo. Entendí el porqué de mi comportamiento y también mi pánico, pero no
podía controlarlo. Mi relación seria duro un año más en donde el mismo estrés
me consumió hasta que se notaron los huesos y en ese preciso instante, un día
me vi al espejo y no me reconocí, y entendí que lo que tenía no era amor. Fue
en ese preciso instante en donde me di cuenta que tenía que luchar por mí, esa
relación término y yo seguí adelante defendiendo las diferencias que siempre
había tenido, pero que eran mías.
En esos tiempos difíciles, me aferre a mi mejor amiga y a su familia, quienes
me adoptaron sin problema, y fue ella quien me enseño los primeros pasos del
feminismo. A partir de acá, todo cambio. Note que había sido abusada más de
las veces que creía y fue a mi amiga a la única que se lo conté, pero por sobre
todo no volví a estar sola.
Hoy, con mis 24 años y habiendo leído todo lo que leí para el presente texto, le
agradezco a ella y a su familia que me presentaron el feminismo y la militancia
que no creo abandonar nunca.

Breve historia de feminismos:


A lo largo de la historia, se ha construido un concepto errado de la mujer como
el sexo débil y el hombre como el sexo fuerte. Este concepto se ha naturalizado
y ha sido el causante de que los hombres tomaran todas las decisiones
políticas, sociales y culturales de nuestra historia como sociedad. Incluso la
decisión de dejar a la mujer la labor de la maternidad, la “economía doméstica”
y el servicio sexual hacia el hombre (hasta en contra de la voluntad de la
mujer).
Durante muchos años, varias mujeres se han sentido incomodas con estas
labores, o han sido juzgadas por tomar decisiones distintas o tener vidas
distintas, inclusive se han manifestado. Pero no es hasta el siglo XVIII que se
genera una consciencia colectiva de esta situación, y se desarrolla un
movimiento ideológico social que luchará por terminar con esta situación.
Siglo XVIII – Renacimiento: contextualmente, la labor de las mujeres es cuidar
de la casa, criar a los/as hijos/as y mantener satisfecho sexualmente a su
marido. No podía estudia, votar, ni tomar decisiones familiares, ni siquiera con
quien se casaban.
Entonces surge la ilustración, principalmente en Francia, un movimiento
intelectual que defiende la igualdad social de las personas sin importar las
clases sociales, lo cual llega a la revolución francesa y con ello, “la declaración
de los derechos del hombre y del ciudadano”. En esta declaración, no incluyen
a las mujeres, aun habiendo un cambio social-político, la igualdad sigue siendo
una utopía para las mujeres.
 PRIMERA OLA:
Aquí surgen dos mujeres fundamentales en el feminismo, Olympe de
Gouges, quien copia el texto de la declaración y lo reescribe haciendo “la
declaración de los derechos de la mujer y la ciudadana” siendo este el primer
documento que promueve la igualdad jurídica y legal de las mujeres. Y por otro
lado, Mary Wollstonecraft, que escribió “vindicación de los derechos de la
mujer”, considerado el texto que fundó el feminismo. En dicho escrito, ella
plantea que la problemática de la desigualdad entre el hombre y la mujer no es
algo “natural”, como se decía en un principio (la mujer considerada como sexo
débil, frágil, etc), sino que es una construcción cultural, que se produce a través
de la educación, por esto plantea una “Educación Igualitaria” como solución al
problema.
A partir de este momento, muchas mujeres en todo el mundo empiezan a
plantearse el hecho de estar en sus casas por obligación. A lo que la sociedad
con dura represión. Por ejemplo, Gouges fue guillotinada, muchas otras
mujeres encarceladas y se prohibió que se junten más de 5 mujeres en un
mismo lugar. Además, a principios de siglo, el código francés, que se extiende
por Europa, obliga a las mujeres a hacer lo que digan sus maridos y las declara
sin derechos civiles, ni políticos.
 SEGUNDA OLA:
Sufragismo: es un movimiento de acción social, que surge en los dos países
anglosajones y de ahí se va expandiendo hacia los demás países. En EE.UU.
las mujeres se agrupan por la defensa de los derechos de los esclavos. Cuatro
de estas mujeres, viajan a Londres al “congreso antiesclavista”, en donde no
las dejan participar por el solo hecho de ser mujeres, luego de varias
discusiones, les permiten hacerlo desde atrás de una cortina, así es como
toman conciencia de su desigualdad como mujeres.
Dos de estas mujeres, Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, dan por iniciada
su lucha a favor de los derechos de las mujeres. En 1948, en Seneca Falls,
exponen la “declaración de sentimientos”, queriendo llegar a reivindicar todos
los derechos civiles, como la educación y el voto, haciendo hincapié en este
último, porque piensan que una vez que puedan votar, los demás derechos
vendrán solos. Este es el inicio del Sufragismo en EE.UU., con marchas y
manifestaciones de muchos tipos, a lo que por muchos años fueron reprimidas
y violentadas por esto hasta conseguirlo.
En Inglaterra pasaba aproximadamente lo mismo. Luego de medio siglo de
lucha moderada, pasan a mayores haciendo huelgas de hambre,
encadenamientos, sabotajes a líderes políticos, además de bombas e
incendios, lo cual da inicio a estos métodos de lucha.
De esta manera logran conseguirlo. Luego, fueron adquiriendo el derecho a
votar en diferentes países, en algunos para mayores de 30 y en otros solo para
mujeres blancas.
En argentina, el 16 de febrero de 1906, se funda el primer centro feminista.
Su fundadora es Alicia Moreau de Justo, quien convocó a un grupo de mujeres
profesionales y universitarias a encontrarse durante la celebración del congreso
internacional de “libre pensamiento”. Son estas las mujeres que no bajaron los
brazos en la lucha por la igualdad derechos para estudiar, trabajar y participar
en la toma de decisiones del país.
Como el movimiento sufragista era solo para burguesas blancas, empiezan a
surgir otras mujeres con distintas realidades de feminismo. Como por ejemplo,
Sojourner Truth quien habla de la doble exclusión, por negra y por mujer. O
Flora Tristan, quien habla de la doble represión que sufren las mujeres obreras,
de clase y por ser mujer. Es ella quien se considera la precursora del
feminismo socialista, que considera que para que la mujer se libere, se debe
cambiar el sistema capitalista jerárquico piramidal establecido.
Aquí es en donde se dividen dos grandes ramas del feminismo, uno que
pretende la igualdad y el otro cambiar todo el sistema.
En el periodo entre la 1ra y la 2da gerra mundial, las mujeres han logrado el
voto y el derecho a estudiar en muchos países. Es entonces cuando surge una
de las principales referentes del feminismo, Simone de Beavoir.
En Francia, 1949, escribe “el segundo sexo”, en donde hace un estudio
completo sobre la condición de la mujer en la sociedad y el rol que se ve
obligada a cumplir. Ella manifiesta la desigualdad de sexo-género, explicitando
que el concepto de mujer como “sexo débil” e inferior al hombre, es un
concepto construido culturalmente, es una imagen del imaginario social que
responde a esta construcción. También propone eliminar la diferencia de sexo
y género, construyendo un nuevo concepto de mujer, porque:
No se nace mujer: se llega a serlo. Ningún destino biológico, psíquico o
económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la
hembra humana; es el conjunto de la civilización el que elabora ese
producto intermedio entre el macho y el castrado al que se califica de
femenino. (Beauvoir, 1949, p. 109)
Además, habla del Androcentrismo, es decir que el hombre es el centro o la
norma y la mujer es “lo otro”, así es como impide que la mujer se asuma a si
misma como sujeto y hace que se identifique con lo que el hombre espera de
ella, o cree que ella debería hacer.
 TERCERA OLA:
Luego de la 2da guerra mundial, en EE.UU., pareciera que todo está donde
debería, pero muchas mujeres empiezan a enfermarse, deprimirse y hasta caer
en el alcohol. Aquí es donde aparece Betty Friedan, socióloga que escribe
“Mística de la feminidad”, en donde plantea que estas mujeres viven
insatisfechas, ya que consideran que están priorizando el cuidado de otros, al
propio. Gracias a este libro, muchas de ellas comienzan a reconstruir su estilo
de vida.
Sin embargo, sin conformarse con esto, funda junto con otras mujeres el
movimiento “NOW” (National Organization for Women), que tienen como
objetivo mejorar el estilo de vida de las mujeres centrándose en el ámbito
personal. Aquí comienza el feminismo liberal, que describe la situación de las
mujeres como una situación de desigualdad, a lo que propone crear situaciones
para generar igualdad de los sexos, como inserción en el mercado laboral, o
incluir mujeres en la toma de decisiones. (Años 60’s)
Ahora, dentro de las casas y diferentes familias, se repite lo que hasta ahora se
había logrado deconstruir en la sociedad, esta relación de poder desigual entre
los sexos; hay violencia, desigualdad en el reparto de tareas y explotación.
Pero cada vez se genera más consciencia de esto. Aquí es donde surge otra
corriente feminista: el feminismo radical, que pretende cambiar esta situación,
es decir, acabar con el problema de raíz. La raíz de este problema es el
sistema patriarcal, la dominación del hombre sobre la mujer que se produce en
todos los ámbitos de la vida de cualquier persona.
De esta forma, se obtienen dos grandes corrientes dentro del feminismo, el
feminismo liberal y el feminismo radical, esto genera dos posturas respecto a
todas las situaciones de la vida cotidiana de las mujeres.
Años 90’s: surgen muchas otras ramas de feminismos, teniendo en cuenta que
todas las mujeres son distintas y viven diversas situaciones en su
cotidianeidad. Así es como se empieza a generar mayor consciencia de la
desigualdad de género en todas partes del mundo.
Hoy en día, se generan movimientos alrededor del mundo entero a través de
las redes sociales como “#metoo” en donde se hacen denuncias públicas del
abuso de los hombres hacia las mujeres, “#tecreo” en donde se repostean las
denuncias públicas de abusos sexuales, o “#cuentalo” en donde se relatan
femicidios, finalizando el post con la frase “lo cuento yo porque ella no puede”.

ETICA vs. MORAL


Fragmentos del libro “El segundo sexo” de Simone de Beauvoir.
En efecto, al lado de la pretensión de todo individuo de afirmarse como sujeto,
que es una pretensión ética, también hay en él la tentación de huir de su
libertad para constituirse en cosa; es ese un camino nefasto, en cuanto que
pasivo, alienado y perdido; resulta entonces presa de voluntades extrañas,
cercenado de su trascendencia, frustrado de todo valor. Pero es un camino
fácil: así se evitan la angustia y la tensión de una existencia auténticamente
asumida. El hombre que constituye a la mujer en un Otro, hallará siempre en
ella profundas complicidades. Así, pues, la mujer no se reivindica como sujeto,
porque carece de los medios concretos para ello, porque experimenta el lazo
necesario que la une al hombre sin plantearse reciprocidad alguna, y porque a
menudo se complace en su papel de Otro. (Beauvoir, 1949, p7)

En el siglo XIX, la cuestión del feminismo se convierte nuevamente en una


cuestión de partidos; una de las consecuencias de la Revolución Industrial fue
la participación de la mujer en el trabajo productor: en ese momento las
reivindicaciones feministas se salen del dominio teórico, encuentran bases
económicas; sus adversarios se vuelven más agresivos; aunque la propiedad
de bienes raíces fuera en parte destronada, la burguesía se aferra a la vieja
moral, que ve en la solidez de la familia la garantía de la propiedad privada, y
reclama a la mujer en el hogar… (Beauvoir, 1949, p. 8)

La burguesía conservadora sigue viendo en la emancipación de la mujer un


peligro que amenaza su moral y sus intereses. Ciertos varones temen la
competencia femenina. (Beauvoir, 1949, p. 9)
La perspectiva que adoptamos es la de la moral existencialista. (…) Cada vez
que la trascendencia recae en inmanencia, hay degradación de la existencia en
«en sí», de la libertad en facticidad; esta caída es una falta moral si es
consentida por el sujeto; si le es infligida, toma la figura de una frustración y de
una opresión; en ambos casos es un mal absoluto. (Beauvoir, 1949, p. 11)

Una ética verdaderamente socialista, es decir, que busque la justicia sin


suprimir la libertad, que imponga cargas a los individuos, pero sin abolir la
individualidad, se hallará en grave aprieto por los problemas que plantea la
condición de la mujer. Es imposible asimilar lisa y llanamente la gestación a un
trabajo o a un servicio, tal como el servicio militar, por ejemplo. Se produce una
fractura más profunda en la vida de una mujer al exigirle hijos que al
reglamentar las ocupaciones de los ciudadanos: jamás ha habido ningún
Estado que osase instituir el coito obligatorio. En el acto sexual, en la
maternidad, la mujer no compromete solamente tiempo y energías, sino
también valores esenciales. (…) No se podría obligar directamente a la mujer a
dar a luz: todo cuanto se puede hacer es encerrarla en situaciones donde la
maternidad sea para ella la única salida; la ley o las costumbres le imponen el
matrimonio, se prohíben los procedimientos anticonceptivos y el aborto, se
prohíbe el divorcio. Es imposible considerar a la mujer exclusivamente como
una fuerza productiva: para el hombre es una compañera sexual, una
reproductora, un objeto erótico, una Otra a través de la cual se busca a sí
mismo. (Beauvoir, 1949, p. 26)

Siéndoles inasequibles la vida y las virtudes públicas, cuando la disolución de


la familia hace inútiles y caducas las virtudes privadas de antaño, ya no queda
ninguna moral que proponer a las mujeres. Estas tienen que elegir entre dos
soluciones: u obstinarse en respetar los mismos valores que sus abuelos o no
reconocer ya ningún otro. (Beauvoir, 1949, p. 39)

Aunque su incapacidad tenía sus raíces en su debilidad física, no se


consideraba que expresase una inferioridad moral. (Beauvoir, 1949, p. 41)

La mujer norteamericana se había hallado al principio más emancipada que la


europea. Al comienzo del siglo XIX las mujeres tuvieron que participar en el
duro trabajo de pionero emprendido por los hombres; lucharon a su lado; eran
mucho menos numerosas que ellos, y este hecho determinó que alcanzasen un
valor muy elevado. Sin embargo, poco a poco, su situación se ha ido
acercando a la de las mujeres del Viejo Continente; se ha conservado la
galantería con respecto a ellas; han conservado privilegios culturales y una
posición dominante en el seno de la familia; las leyes les concedían de buen
grado un papel religioso y moral; sin embargo, no por ello dejaban de estar
todos los mandos de la sociedad en manos masculinas. (Beauvoir, 1949, p. 61)

Son, sobre todo, las mujeres de letras quienes llevan adelante la lucha, y es el
aspecto moral del problema el que les interesa ante todo; después, agrupadas
en poderosas asociaciones, se captan a los liberales, pero tropiezan con la
hostilidad de los conservadores. (Beauvoir, 1949, p. 62)
Ha sido una evolución de la ética masculina lo que ha determinado la
reducción de las familias numerosas mediante el birth control y ha liberado
parcialmente a la mujer de las servidumbres de la maternidad. (Beauvoir, 1949,
p. 64)

Ya se ha visto por qué causas han tenido ellos, al principio, junto con la fuerza
física, el prestigio moral; ellos han creado los valores, las costumbres, las
religiones, y jamás las mujeres les han disputado ese imperio. Algunas mujeres
aisladas -Safo, Christine de Pisan, Mary Wollstonescraft,
Olympe de Gouges- han protestado contra la dureza de su destino, y a veces
se han producido manifestaciones colectivas… (Beauvoir, 1949, p. 64)

A menudo tiene tanto prestigio moral o más que su marido, pero su condición
concreta es mucho más dura. (Beauvoir, 1949, p. 67)

Pero la mujer no solo halaga la vanidad social del hombre; le permite también
un orgullo más íntimo; le encanta el dominio que ejerce sobre ella; a las
imágenes naturalistas de la reja del arado abriendo el surco, se superponen
símbolos más espirituales cuando la mujer es una persona; no solo
eróticamente, sino moral e intelectualmente, es como el marido «forma» a su
esposa; la educa, la marca, le impone su impronta. (Beauvoir, 1949, p. 94)

Hay una doble exigencia del hombre que destina a la mujer a la duplicidad:
quiere que la mujer sea suya y que permanezca extraña; la sueña sirviente y
hechicera a la vez. Pero públicamente solo asume el primero de estos deseos;
el otro es una reivindicación hipócrita que disimula en lo más recóndito de su
corazón y su carne; ella se opone a la moral y a la sociedad; es mala como lo
Otro, como la Naturaleza rebelde, como la «mala mujer». (Beauvoir, 1949, p.
103)

Jugaba así a la mujer libre. Pero, en verdad, era esclava de la moral, como
toda su familia. (Beauvoir, 1949, p. 186)

En todo caso, tiene derecho a dejarse mantener, e incluso la moral tradicional


la exhorta a ello. Es natural que se sienta tentada por esta facilidad, tanto más
cuanto que los oficios femeninos son frecuentemente ingratos y están mal
remunerados; el matrimonio es una carrera más ventajosa que otras muchas.
(Beauvoir, 1949, p. 209)

La distinción entre la vida ética de la mujer y la del hombre consiste justamente


en que la mujer, en su distinción por la singularidad y en su placer, permanece
inmediatamente universal y extraña a la singularidad del deseo. En el hombre,
por el contrario, esos dos aspectos se separan uno del otro, y, puesto que el
hombre posee como ciudadano la fuerza consciente de sí y la universalidad, se
compra así el derecho del deseo y preserva al mismo tiempo su libertad con
respecto a ese deseo. (Beauvoir, 1949, p. 213)

Por otra parte, ya se ha visto que la unión entre lo general y lo singular es


biológicamente diferente en el varón y en la hembra: al realizar su tarea
específica de esposo y de reproductor, el primero encuentra con toda
seguridad su placer; en la mujer, por el contrario, hay con mucha frecuencia
disociación entre la función genital y la voluptuosidad. Hasta el punto de que,
pretendiendo dar a su vida erótica una dignidad ética, el matrimonio en
realidad se propone suprimirla. (Beauvoir, 1949, p. 214)

La ética paternalista exige imperiosamente que la novia sea entregada virgen


al esposo; este quiere estar seguro de que ella no lleva en su seno un germen
extraño; quiere la propiedad íntegra y exclusiva de esa carne que hace suya; la
virginidad ha revestido un valor moral, religioso y místico, y ese valor está
todavía muy generalmente reconocido hoy día. (Beauvoir, 1949, p. 219)

Es un semidiós dotado de prestigio viril y destinado a reemplazar al padre:


protector, proveedor, tutor, guía; a su sombra es donde la vida de la esposa
debe desarrollarse; es ostentador de todos los valores, garante de la verdad,
justificación ética de la pareja. Pero también es un macho con quien hay que
compartir una experiencia a menudo vergonzosa, extravagante, odiosa o
trastornadora, y, en cualquier caso, contingente; invita a la mujer a revolcarse
con él en la bestialidad, a pesar de que la dirige con paso firme hacia el ideal.
(Beauvoir, 1949, p. 243)

Por el hecho de que el marido es frecuentemente mayor que ella y, en todo


caso, posee un prestigio viril y es el «cabeza de familia», según la ley, ostenta
una superioridad moral y social; muy a menudo posee también -al menos en
apariencia- una superioridad intelectual. Tiene sobre la mujer la ventaja de la
cultura… (Beauvoir, 1949, p. 245)

La mujer está destinada a la inmoralidad, porque la moral consiste para ella


en encarnar una entidad inhumana: la mujer fuerte, la madre admirable, la
mujer honesta, etc. Tan pronto como piensa, o sueña, o duerme, o desea, o
respira sin consigna, traiciona el ideal masculino. (Beauvoir, 1949, p. 256)

Las razones prácticas invocadas contra el aborto legal carecen de peso; en


cuanto a las razones morales, se reducen al viejo argumento católico de que el
feto posee un alma a la cual se le cierra el paraíso al suprimirlo sin bautismo.
Es notable que la Iglesia autorice, en ocasiones, el homicidio de hombres
hechos: en las guerras, o cuando se trata de condenados a muerte; pero, en
cambio, reserva para el feto un humanitarismo intransigente. (Beauvoir, 1949,
p. 264)

Quiere que el aborto sea considerado como un crimen y no como un delito; y


desea que sea prohibido hasta en su forma terapéutica, es decir, cuando el
embarazo pone en peligro la vida o la salud de la madre: es inmoral elegir
entre una vida y otra, declara; se atrinchera en ese argumento y aconseja
sacrificar a la madre. (Beauvoir, 1949, p. 265)

La mujer reniega de los valores de la feminidad, sus valores, en el momento en


que la ética varonil se contradice de la manera más radical. Todo su porvenir
moral resulta zarandeado.
En efecto, desde la infancia se le repite a la mujer que está hecha para
engendrar y se le canta el esplendor de la maternidad; los inconvenientes de su
condición-reglas, enfermedades, etc.-, el tedio de las faenas domésticas, todo
es justificado por ese maravilloso privilegio que ostenta de traer hijos al mundo.
(Beauvoir, 1949, p. 268)

No hay que asombrarse de lo que se ha dado en llamar la «inmoralidad» de


las mujeres, tema favorito de los misóginos. ¿Cómo no experimentarían estas
una íntima desconfianza con respecto a principios arrogantes que los hombres
proclaman públicamente y denuncian en secreto? (Beauvoir, 1949, p. 269)

La mujer sabe que el código masculino no es el suyo, que el hombre mismo da


por descontado que ella no lo observará, puesto que es él quien la empuja al
aborto, al adulterio, a cometer faltas, traiciones y mentiras que condena
oficialmente; por tanto, pide a las otras mujeres que la ayuden a definir una
suerte de «ley del medio», un código moral específicamente femenino.
(Beauvoir, 1949, p.303)

El hombre sabe que puede reconstruir otras instituciones, otra ética, otro
código; captándose como trascendencia, encara también la Historia como un
devenir; el más conservador de los hombres sabe que cierta evolución es
ineluctable y que a ello debe amoldar su acción y su pensamiento; la mujer,
que no participa en la Historia, no comprende las necesidades de la misma;
desconfía del porvenir y desea detener el tiempo. (Beauvoir, 1949, p. 340)

Un señor condecorado con la Legión de Honor sigue siendo un hombre


honrado, aunque desflore a una niña; tiene sus flaquezas, cierto; pero ¿quién
no las tiene? En cambio, la pequeña que no accede a la región ética de lo
universal -que no es un magistrado, ni un general, ni un gran francés, que solo
es una niña- representa su valor moral en la región contingente de la
sexualidad: es una perversa, una extraviada, una viciosa, digna del
correccional. (Beauvoir, 1949, p. 347)

Como se puede notar, en todos los fragmentos extraídos del libro de Beauvoir,
se destacaron intencionalmente las palabras “ética” y “moral”.
Para comenzar, se define a la Ética como una rama de la filosofía que se
encarga de estudiar la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el “buen vivir”. La
ética se ocupa de las acciones humanas, más precisamente acciones morales,
es decir las buenas y malas acciones humanas.
La moral son reglas y normas de convivencia y de conductas de los sujetos en
la sociedad, es una consciencia social a cerca de todas las actitudes. La moral,
puede ser distinta en cada grupo social, en cada generación, en cada cultura y
va cambiando constantemente a medida que los tiempos van cambiando, más
allá que las leyes no lo abalen.
A diferencia de la moral, la ética, se ocupa de las acciones morales siguiendo
un procedimiento metodológico determinado, teniendo como fin, llegar a
resultados científicos. Esta, tiene dos tipos de métodos:
 Método descriptivo: consiste en los modos efectivos de acción y de
comportamiento en una sociedad o comunidad determinada a fin de
establecer normas y valores vigentes en ellas. Dichas normas y valores
configuran el código moral en la comunidad cuya acción se investiga.
(Pipper, s.f.)
 Método normativo: en ética, los métodos normativos solo son aceptables
como métodos críticos, es decir como métodos que no den indicaciones
directas de acción (ej., en la situación X debes hacer Y). una etica que
proceda normativamente tendrá que desarrollar criterios que posibiliten
la formulación de un juicio moral a cerca de una acción, sin anticiparlo.
Estos deben ser criticables. (Pipper, s.f.)
Entonces, por ejemplo, nos ponemos en un contexto de 8 de marzo de 2018,
en la marcha del “día de la mujer” (en conmemoración a los eventos sucedidos
ese mismo día en 1857, en una fábrica de camisas en NYC).
Ahora, en la marcha, muchas mujeres decidieron marchar sin remera,
mostrando sus senos llenos de “gliters”, algunas con mensajes escritos en el
cuerpo, otras disfrazadas, etc. Muchas personas consideran estos actos como
una aberración, lo encuentran inadecuado, inmoral. Pero como podemos saber
si es o no algo que esté mal. La ética es quien debería hacerse este tipo de
preguntas y analizar los datos en el contexto dado. La moral es lo que el resto
de las personas piensan acerca de la situación, más allá de la capacidad de
analizar situaciones como esta. En general, la moral de las personas, esta
influida por su religión o sus creencias, pero por sobre todas las cosas, es una
construcción cultural.
Como Simone de Beauvoir escribe en “el segundo sexo”, hace cientos de años
que las personas se rigen por una moral casi puramente religiosa, en donde la
mujer debe obedecer a las órdenes de su padre en primera instancia, y luego,
al casarse, a su marido. Esto es “el patriarcado”, el dominio del hombre por
sobre la mujer.
Según Gerda Lerner, el patriarcado es una creación histórica elaborada e un
proceso que tardo casi 2500 años en completarse. La primera forma del
patriarcado apareció en el estado arcaico. La unidad básica de su organización
era la familia patriarcal, que expresaba y generaba constantemente sus normas
y valores. (Lerner, s.f.).
Entonces, nuestra moralidad es puramente patriarcal, ya que es una
construcción, social y cultural. Por este mismo motivo, es algunas personas
encuentran atroz el solo hecho de que una mujer muestre sus senos o “partes
íntimas” a otra persona que no sea su marido, incluso cuando no están
casadas o no tengan pareja, les resulta inmoral. Pero, no era que “la libertad de
uno empieza donde termina la del otro” (¿?). Si somos tan libres como
pretendemos, ¿Por qué no podemos hacer todo lo que se nos plazca como
seres humanos? ¿Qué es el libre albedrío? De haber un dios, ¿le conviene que
seamos libres?
No por pura casualidad Simone de Beauvoir era existencialista. A su lado tenía
como compañero a Sartre, yo prefiero creer que el humanismo era algo que
construían juntos. Ya que, al leerles, se les puede encontrar las influencias de
uno en el otro y viceversa.
Sartre por su parte, habla de existencialismo, por un lado el cristiano, en donde
todo se le debe al dios. Y por otra parte el ateo, en donde plantea que si dios
no existe, el hombre empieza por no ser nada. Entonces, el hombre depende
de sí mismo. Por esto, el primer principio es que el hombre no es otra cosa que
lo que él se hace y será ante todo lo que habrá proyectado ser.
Por otra parte, explicita que el hombre está condenado a ser libre. Condenado,
porque no se ha creado a sí mismo, sin embargo libre, porque una vez que
está en el mundo, es responsable de todos sus actos. Por lo tanto, debería, a
mi parecer, cada mujer ser responsable de sus actos como personas libres,
tranquilamente declarándose atea, así dios ya no tendría que ver en la moral
que la juzgue. Porque como antes decía, la moral construida con una base
patriarcal religiosa, no tendría que juzgar a una mujer que se declara no
creyente. Solo las personas ateas, construidas desde esta perspectiva,
tendrían la libertad de tomarse el atrevimiento de decidir si dicha mujer está
actuando correctamente o no.
Si seguimos al pie de la letra, la teoría de Sartre, no podemos decir que algo
está bien o está mal. Ya que, la ética de Sartre es de la total libertad. Como
nada está hecho, nada es bueno o malo. Es el hombre el que decide qué es
bueno o malo. No descubre los valores, sino que los crea. Se puede hablar de
normas morales, pero sólo en un terreno abstracto: la realidad es tan concreta
como imprevisible.
De esta manera, ¿realmente está mal la protesta de las feministas de la
manera que han optado hacerla? ¿Será que la moral patriarcal no deja ver a
las demás personas que no nos encontramos en igualdad de condiciones, ni
aun hoy en el 2018? ¿Pretenderá la iglesia que las mujeres sigan siendo
“felices” con un casamiento y un par de hijos, solo obedeciendo a los hombres?
¿O esto es lo que le conviene como institución?
¿FELICIDAD?
“El ama de casa ¿no es más feliz que la obrera?”, se pregunta Beauvoir (1949,
p. 11) y continua, “No se sabe demasiado bien lo que significa la palabra dicha,
y aún menos qué valores auténticos recubre; no hay ninguna posibilidad de
medir la dicha de otro, y siempre resulta fácil declarar dichosa la situación que
se le quiere imponer: aquellos a quienes se condena al estancamiento, en
particular, son declarados felices, con pretexto de que la dicha es inmovilidad.
Se trata, pues, de una noción a la que no nos referiremos. La perspectiva que
adoptamos es la de la moral existencialista.”
Asimismo, se sigue pretendiendo en la actualidad complacer a una mujer con la
“dicha” de casarse y tener hijos, como si este último fuera un privilegio y
tomándolo como tal.
Una frase muy conocida de Sartre es “Felicidad no es hacer lo que uno quiere,
sino querer lo que uno hace” y esta frase es a menudo usada fuera de contexto
y utilizada para justificar ciertas obligaciones. Por ejemplo, una mujer es
obligada a permanecer en un embarazo no deseado, porque el aborto es
inmoral, además de ilegal (aun). Utilizando esta frase para justificar esta
situación tediosa, se le estaría diciendo a una mujer que para ser feliz tiene que
querer al hijo/a que está engendrando.
Pero en realidad, a lo que se refiere Sartre es al mismo existencialismo, a la
misma libertad a la que estamos condenados y de la cual somos responsables.
Entonces, no es querer lo que “hacemos” por falta de opciones, sino tomar
consciencia de cuan responsable somos al tomar decisiones para nuestra vida
y querer tomarlas y vivir con ello. La libertad a la que estamos condenados, nos
da opciones, y es eso lo que las mujeres están reclamando hoy en día. El
derecho de decidir, más allá de qué, solo el hecho de tener la libertad plena y
poder tener infinita cantidad de opciones para ser conscientes de esta libertad,
que a su vez asumir con responsabilidad la toma de decisiones.
Por consiguiente, ¿podríamos pensarnos desde la ética, tomando como pilar la
felicidad?, teniendo en cuenta la mirada existencialista por sobre todo. Si al fin
y al cabo, lo que todas las personas están deseando es la felicidad.
En consecuencia, en el ámbito educativo, podríamos encontrar niños felices
que son responsables de sus propios actos. Es decir, no construir un aula en
donde se diga que “no hacer”, sino, cambiar el discurso y dejar que estos
pequeños sujetos, desde su primera infancia experimenten las consecuencias
de hacer un acto, tomando el compromiso de decidir sobre uno mismo. Así,
todas las personas crecerían construyendo una sociedad libre y a su vez
“condenada” a ser responsables de sus actos.

¿QUE DESEO PARA SER FELIZ?

En la antigüedad, Simone de Beauvoir escribe en su libro “el segundo sexo”


sobre varias formas de deseo, como el deseo de libertad y el deseo sexual, y
explica cómo se da en mujeres y en hombres por separado, haciendo notar la
desigualdad en ellos.
Empecemos por el deseo sexual:
El muchacho reivindica sus tendencias eróticas, porque asume gozosamente
su virilidad; el deseo sexual, en él, es agresivo, aprehensivo; ve en el mismo una
afirmación de su subjetividad y de su trascendencia; se jacta de ello con sus
camaradas; su sexo es para él una turbación de la que se enorgullece; el impulso que
le lleva hacia la hembra es de la misma naturaleza que el que le lanza hacia el mundo,
y en él se reconoce. Por el contrario, la vida sexual de la muchacha siempre ha sido
clandestina; cuando su erotismo se transforma e invade toda su carne, el misterio que
lo rodea se hace angustioso: experimenta su turbación como una enfermedad
vergonzosa; no es activo, es un estado, y ni siquiera imaginariamente puede librarse
de él mediante una decisión autónoma; ella no sueña con tomar, amasar, violar: ella
es espera y llamada; se prueba como dependiente; se siente en peligro en su carne
enajenada. (Beauvoir, 1949, p. 143)
Así como esta cita, describe en muchas otras, como para la mujer siempre es
un tabú el deseo sexual o el erotismo, hasta incluso su cuerpo.
Para los hombres, su “debut” es como una fiesta y para el resto de los suyos es
un festejo que pueda tener relaciones sexuales. Para ellos, todo gira en torno a
su miembro viril (falocentrismo), y pueden hablar libremente de ello, sin
ninguna inseguridad.
Aun que alguien alguna vez, tuvo la brillante idea de hacerles creer que el
tamaño tenía mucho que ver en la calidad de una relación sexual, y tal vez
desde ahí, esa es la inseguridad más importante para un hombre.
En cambio, para las mujeres, todo resulta más difícil. Se crean mitos todo el
tiempo para que la mujer nunca hable de su cuerpo y de las cosas que
suceden en él, a pesar de que la mitad de la población sean mujeres y les
ocurra lo mismo. Incluso en el deseo sexual, la mujer no puede explicitar nada,
a no ser que alimente el ego de un hombre. Una mujer, libre de su sexualidad,
que habla libremente de su cuerpo, hasta el día de hoy es “mal vista” por el
resto de las personas. Aquí es en donde entra en juego otra vez la moral, las
personas no pueden romper con estas “leyes” de consciencia social, para
entender la libertad que las mujeres han ido adquiriendo.
Además de todo esto, el deseo sexual en el hombre representa todo lo que el
sistema patriarcal le genera, agresión, opresión. De ahí es que cada vez que
un hombre ve una mujer bella, quiere romperla, quiere violarla, quiere
secuestrarla y violentarla, por más fuerte y/o exagerado que esto suene, es
realmente así. Es hasta hoy que se encuentran cuerpos de niñas, en pleno
desarrollo, violadas, empaladas, cortadas, mutiladas, y si no murieron de dolor,
finalmente asesinadas. Y aun en los casos en donde se descubre a el o los
culpables, la mayoría de los casos no alcanza la condena o se disuelven,
poniendo de excusas la libre sexualidad de una chica de 16 años, o el largo de
la pollera de una de 12, o la cantidad de salidas a fiestas de una de 15 o 18.
Por otro lado, el deseo de libertad de la mujer empieza fuertemente con
la segunda oleada del feminismo. Aquí, donde después de la segunda guerra
mundial, se creía que las mujeres deseaban ser felices y esa felicidad provenía
del hogar, de ser ama de casa, de tener un marido al cual obedecer y unos
hijos que cuidar. Pero lo que no se dieron cuenta, es que muchas mujeres, se
quedaron sin maridos. Ellas tuvieron que hacerse cargo de sus casas solas,
hasta incluso teniendo salarios más bajos que los hombres por el mismo
empleo. Ellas fueron un gran ejemplo de que las mujeres pueden solas y
siempre pudieron. El problema es que al sistema no le conviene.

Hablemos de la política del deseo de Deleuze.


“el inconsciente es infinitamente creativo y productivo. Todo lo que vemos fue
fabricado por flujos de deseo.” (Deleuze, s.f., p. 52)
A lo que Deleuze se refiere con esto, es que “nuestros deseos producen
realidades”, digamos, cualquier cosa que imaginemos, se puede hacer
realidad. A su vez, el hecho de que no exista todo lo que podemos imaginar,
tiene que ver con que cada sociedad regula y dirige los flujos de deseo de una
manera en particular. Genera en el sujeto, una insatisfacción constante para
que el sujeto desee lo que al sistema le conviene. Por ejemplo, el modelo de
producción social capitalista, o el marketing y toda la publicidad.
Para el sistema, es conveniente, que cada persona desee tener una posición
económica, una clase social, que desee cumplir un rol asignado en la sociedad.
Entonces actúa como aparato represivo, para que cada persona llegue hasta
donde “debe” y no mas allá.
Si lo vemos desde el lado feminista, a medida que las mujeres fueron
organizándose y manifestándose en contra del sistema patriarcal, este las fue
devorando y acomodándose a las cosas nuevas, para que el flujo de deseo no
se le vaya de las manos. (¡No vaya ser que las mujeres deseen ser libres!)
Por otro lado, plantea Deleuze, que los revolucionarios “no saben desear”,
refiriéndose a que copian un modelo jerárquico piramidal de Estado, para hacer
una revolución. Entonces para el sistema es fácil reprimirlos.
En cambio, supongamos el movimiento feminista como revolución, no copia un
modelo de Estado. Tampoco hay una líder, ni un solo movimiento, sino que son
muchos, no existen representantes ni delegados que se carguen toda la
mochila del feminismo, entonces para el sistema es mucho más difícil de
reprender. Además, entre otras cosas, esto es un poco lo que busca el
feminismo, la igualdad, que no haya una jerarquía piramidal. A esto Deleuze lo
llama “línea de fuga”, en donde al sistema se le empieza a escapar un poco el
flujo del deseo.
De esta manera, plantea que los flujos de deseo también son una construcción.
Es decir, que todo lo que deseamos es porque alguien lo construyo en
nosotros, alguien deseo que deseemos. Pero, ¿Qué pasa en casos de familias
patriarcales con hijas feministas?, esta es la línea de fuga.
Luego de la Revolución de Mayo, todas las personas tomaron consciencia de
que todos tenían derecho a hablar. Esto contribuyo a la 3ra oleada del
feminismo. Es entonces que Deleuze plantea
“las minorías son todo lo que difiere de la mayoría como patrón abstracto. Lo
que define a la mayoría no es el número, sino un patrón abstracto con el que
hay que conformarse. En occidente, el modelo de la mayoría es el adulto,
macho, blanco, cristiano y ciudadano de a urbe”
“SER DE IZQUIERDA ES SABER QUE LA MAYORIA ES NADIE Y LA
MINORIA TODO EL MUNDO”. (Deleuze, s.f., p. 142)
A consideración personal, esa frase se explica por sí misma. Las mujeres
siempre formaron parte de las minorías.

PENSAR (y modos de subjetivación)


“pensar es ocupar la brecha entre lo que se dice y lo que se ve, pues nunca
hay coincidencia entre una cosa y otra”.
“es tratar de superar el límite de lo visible y lo enunciable” “se hace en el
intervalo entre ver y decir” (Deleuze, s.f.)
Deleuze, hablaba de la filosofía de la acción. Consideraba que no había que
quedarse quieto, sino pensar todo. En sus textos habla de cómo las
instituciones pueden hacerles creer a las personas cosas que no son, a pesar
de que las personas tengan la capacidad de verlo y notoriamente esto sea de
otra manera. Supongamos la legalización del aborto, es en 1949 cuando
Beauvoir escribe sobre esto y cuan necesario es.

Las razones prácticas invocadas contra el aborto legal carecen de peso; en


cuanto a las razones morales, se reducen al viejo argumento católico de que el
feto posee un alma a la cual se le cierra el paraíso al suprimirlo sin bautismo.
Es notable que la Iglesia autorice, en ocasiones, el homicidio de hombres
hechos: en las guerras, o cuando se trata de condenados a muerte; pero, en
cambio, reserva para el feto un humanitarismo intransigente. (Beauvoir, 1949,
p. 264)

Quiere que el aborto sea considerado como un crimen y no como un delito; y


desea que sea prohibido hasta en su forma terapéutica, es decir, cuando el
embarazo pone en peligro la vida o la salud de la madre: es inmoral elegir
entre una vida y otra, declara; se atrinchera en ese argumento y aconseja
sacrificar a la madre. (Beauvoir, 1949, p. 265)
En la actualidad (2018), todos los días se pueden ver en los noticieros, diarios,
páginas de internet y redes sociales, las denuncias de abortos clandestinos, de
muertes de mujeres por practicar abortos en la clandestinidad por las razones
que sean e ignorantes acerca del tema. Hoy, cuando todos podemos abrir una
página de Facebook en nuestro celular y leer acerca del cuerpo de la mujer
sigue siendo tabú el cuerpo y todo lo que pasa en él.
En cuanto a la institución (iglesia), pretende seguir con el mismo argumento de
hace 70 años o más, diciendo que es inmoral abortar, que las mujeres no
deben hacerlo, que hay una alma en un cigoto, excusando el sistema patriarcal.
Entonces, aquí es donde se puede ver la venda del patriarcado en los ojos de
las “creyentes”. Haciéndoles creer, con su argumento de “salvemos las dos
vidas” que nadie va a morir si no se legaliza. Y todos podemos ver todos los
días como lamentablemente muchas se desangran en abortos clandestinos. Y
al final se pierden “las dos vidas” y nada queda.

Para Deleuze, la moral remite a un conjunto de reglas coactivas que juzga a las
acciones de acuerdo con los valores trascendentes. Y la ética, no tiene que ver
con un código estable implica en el reto de forjarse uno mismo las reglas
facultativas que orienten las acciones y permitan discernir entre lo bueno y lo
malo. La ética es la práctica de la libertad. Y la libertad, condición de la ética.
Estas definiciones utiliza Deleuze para hablar de los procesos de subjetivación.
Estos últimos son proceso que debería implementar una persona para crear
una manera de vivir diferente y hacer de ella la más alta expresión de la ética.
Podríamos pensar el feminismo como un proceso de subjetivación, no solo
para las mujeres, sino para toda la sociedad en conjunto.
El problema de la sociedad, es que hoy es una “sociedad de control”, en donde
se trata de tener a las personas encerradas en un pensamiento, se trata de
endeudarlas con un Dios o guiando los flujos de deseo hacia un marketing
innecesario. Pero el feminismo logrará vencer este sistema patriarcal.
#SeVaCaer
Para finalizar mi trabajo, que no pretende llegar a ningún lado, pero si lo escribí
pensando en que lo lean esas chicas que aun no logran definirse a sí mismas
como feministas, dejo este fragmento de una página del porqué del título de mi
trabajo:
Lo personal es político porque no se puede aislar la política, el poder de
organizar y decidir el destino de una sociedad, de las circunstancias,
problemas y conflictos de los individuos que conviven en ella, porque
precisamente, esos conflictos, esos problemas, esas circunstancias vitales
deben ser el objeto de la política dirigida por los valores democráticos de la
igualdad, la libertad, la solidaridad, la justicia...

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