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Introducción:
Por alguna extraña razón sentí la necesidad de comenzar la introducción
al siguiente texto, que no deja de ser un trabajo para la asignatura Filosofía,
con algunos datos de mi vida personal que me llevaron al feminismo.
Por empezar, mi nombre es Lisa (como Lisa Presley, hija de Elvis, no como
Lisa Simpson), nací en 1994 y hoy me identifico orgullosamente feminista.
Durante mi infancia, más precisamente en el Jardín y primeros años de
primario, me sentí diferente al resto de mis compañeritxs siempre, mas allá de
haber sido siempre más “rápida” en aprendizajes escolares y venir de una
familia muy particular, me costaba hacer amigos, hablar, levantar la mano (a
pesar de que la mayoría de las veces sabia las respuestas), relacionarme con
la gente y sobretodo jamás permitía que ningún compañero se me pare atrás.
Años más adelante, note que los varones no me causaban lo mismo que a mis
compañeras, pero no me sentía diferente por esto, era más una cuestión
interna, como de no poder ser autentica, ser YO misma. Al entrar al secundario,
mi hermana me hizo entrar en un grupo de una iglesia evangélica (al que le
tenía desconfianza porque ya había intentado ir a catequesis y no había
funcionado) en donde un día común y corriente me di cuenta que la mayoría de
las veces me aburría o no accedía a las actividades por que era “tímida”.
Durante toda mi adolescencia luche contra mi timidez e intente siempre ser lo
más auténtica que pude. En estos tiempos, también descubrí que me gustaban
las chicas pero no me sentía mal por esto, solo en mi casa donde “estaba mal”,
obviamente para esta época ya había dejado de ir al grupo de la iglesia.
A los 17 un día mi viejo llego con un folleto y me dijo “te anote en guitarra en el
conservatorio, a la tarde tienes que ir vos”, lo cual dio un giro inmenso en mi
vida, allí conocí a mi mejor amiga y a su familia en donde me empecé a sentir
mas parte de algo, como nunca en mi vida.
A mis 18 años, en mi primer noviazgo “serio” con un varón, comencé a tener
ataques de pánico por cualquier mínima situación de estrés, al principio solo
parecían nervios pero cada vez se fueron haciendo más frecuentes. Por
decisión propia y como ya era mayor, busque un numero de una psicóloga y
empecé terapia. Es en este preciso momento en que ella me enseña a
autoevaluarme y me doy cuenta sola que había sido abusada durante casi toda
mi infancia por un miembro de mi familia, y en otras dos ocasiones por un
primo. Entendí el porqué de mi comportamiento y también mi pánico, pero no
podía controlarlo. Mi relación seria duro un año más en donde el mismo estrés
me consumió hasta que se notaron los huesos y en ese preciso instante, un día
me vi al espejo y no me reconocí, y entendí que lo que tenía no era amor. Fue
en ese preciso instante en donde me di cuenta que tenía que luchar por mí, esa
relación término y yo seguí adelante defendiendo las diferencias que siempre
había tenido, pero que eran mías.
En esos tiempos difíciles, me aferre a mi mejor amiga y a su familia, quienes
me adoptaron sin problema, y fue ella quien me enseño los primeros pasos del
feminismo. A partir de acá, todo cambio. Note que había sido abusada más de
las veces que creía y fue a mi amiga a la única que se lo conté, pero por sobre
todo no volví a estar sola.
Hoy, con mis 24 años y habiendo leído todo lo que leí para el presente texto, le
agradezco a ella y a su familia que me presentaron el feminismo y la militancia
que no creo abandonar nunca.
Son, sobre todo, las mujeres de letras quienes llevan adelante la lucha, y es el
aspecto moral del problema el que les interesa ante todo; después, agrupadas
en poderosas asociaciones, se captan a los liberales, pero tropiezan con la
hostilidad de los conservadores. (Beauvoir, 1949, p. 62)
Ha sido una evolución de la ética masculina lo que ha determinado la
reducción de las familias numerosas mediante el birth control y ha liberado
parcialmente a la mujer de las servidumbres de la maternidad. (Beauvoir, 1949,
p. 64)
Ya se ha visto por qué causas han tenido ellos, al principio, junto con la fuerza
física, el prestigio moral; ellos han creado los valores, las costumbres, las
religiones, y jamás las mujeres les han disputado ese imperio. Algunas mujeres
aisladas -Safo, Christine de Pisan, Mary Wollstonescraft,
Olympe de Gouges- han protestado contra la dureza de su destino, y a veces
se han producido manifestaciones colectivas… (Beauvoir, 1949, p. 64)
A menudo tiene tanto prestigio moral o más que su marido, pero su condición
concreta es mucho más dura. (Beauvoir, 1949, p. 67)
Pero la mujer no solo halaga la vanidad social del hombre; le permite también
un orgullo más íntimo; le encanta el dominio que ejerce sobre ella; a las
imágenes naturalistas de la reja del arado abriendo el surco, se superponen
símbolos más espirituales cuando la mujer es una persona; no solo
eróticamente, sino moral e intelectualmente, es como el marido «forma» a su
esposa; la educa, la marca, le impone su impronta. (Beauvoir, 1949, p. 94)
Hay una doble exigencia del hombre que destina a la mujer a la duplicidad:
quiere que la mujer sea suya y que permanezca extraña; la sueña sirviente y
hechicera a la vez. Pero públicamente solo asume el primero de estos deseos;
el otro es una reivindicación hipócrita que disimula en lo más recóndito de su
corazón y su carne; ella se opone a la moral y a la sociedad; es mala como lo
Otro, como la Naturaleza rebelde, como la «mala mujer». (Beauvoir, 1949, p.
103)
Jugaba así a la mujer libre. Pero, en verdad, era esclava de la moral, como
toda su familia. (Beauvoir, 1949, p. 186)
El hombre sabe que puede reconstruir otras instituciones, otra ética, otro
código; captándose como trascendencia, encara también la Historia como un
devenir; el más conservador de los hombres sabe que cierta evolución es
ineluctable y que a ello debe amoldar su acción y su pensamiento; la mujer,
que no participa en la Historia, no comprende las necesidades de la misma;
desconfía del porvenir y desea detener el tiempo. (Beauvoir, 1949, p. 340)
Como se puede notar, en todos los fragmentos extraídos del libro de Beauvoir,
se destacaron intencionalmente las palabras “ética” y “moral”.
Para comenzar, se define a la Ética como una rama de la filosofía que se
encarga de estudiar la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el “buen vivir”. La
ética se ocupa de las acciones humanas, más precisamente acciones morales,
es decir las buenas y malas acciones humanas.
La moral son reglas y normas de convivencia y de conductas de los sujetos en
la sociedad, es una consciencia social a cerca de todas las actitudes. La moral,
puede ser distinta en cada grupo social, en cada generación, en cada cultura y
va cambiando constantemente a medida que los tiempos van cambiando, más
allá que las leyes no lo abalen.
A diferencia de la moral, la ética, se ocupa de las acciones morales siguiendo
un procedimiento metodológico determinado, teniendo como fin, llegar a
resultados científicos. Esta, tiene dos tipos de métodos:
Método descriptivo: consiste en los modos efectivos de acción y de
comportamiento en una sociedad o comunidad determinada a fin de
establecer normas y valores vigentes en ellas. Dichas normas y valores
configuran el código moral en la comunidad cuya acción se investiga.
(Pipper, s.f.)
Método normativo: en ética, los métodos normativos solo son aceptables
como métodos críticos, es decir como métodos que no den indicaciones
directas de acción (ej., en la situación X debes hacer Y). una etica que
proceda normativamente tendrá que desarrollar criterios que posibiliten
la formulación de un juicio moral a cerca de una acción, sin anticiparlo.
Estos deben ser criticables. (Pipper, s.f.)
Entonces, por ejemplo, nos ponemos en un contexto de 8 de marzo de 2018,
en la marcha del “día de la mujer” (en conmemoración a los eventos sucedidos
ese mismo día en 1857, en una fábrica de camisas en NYC).
Ahora, en la marcha, muchas mujeres decidieron marchar sin remera,
mostrando sus senos llenos de “gliters”, algunas con mensajes escritos en el
cuerpo, otras disfrazadas, etc. Muchas personas consideran estos actos como
una aberración, lo encuentran inadecuado, inmoral. Pero como podemos saber
si es o no algo que esté mal. La ética es quien debería hacerse este tipo de
preguntas y analizar los datos en el contexto dado. La moral es lo que el resto
de las personas piensan acerca de la situación, más allá de la capacidad de
analizar situaciones como esta. En general, la moral de las personas, esta
influida por su religión o sus creencias, pero por sobre todas las cosas, es una
construcción cultural.
Como Simone de Beauvoir escribe en “el segundo sexo”, hace cientos de años
que las personas se rigen por una moral casi puramente religiosa, en donde la
mujer debe obedecer a las órdenes de su padre en primera instancia, y luego,
al casarse, a su marido. Esto es “el patriarcado”, el dominio del hombre por
sobre la mujer.
Según Gerda Lerner, el patriarcado es una creación histórica elaborada e un
proceso que tardo casi 2500 años en completarse. La primera forma del
patriarcado apareció en el estado arcaico. La unidad básica de su organización
era la familia patriarcal, que expresaba y generaba constantemente sus normas
y valores. (Lerner, s.f.).
Entonces, nuestra moralidad es puramente patriarcal, ya que es una
construcción, social y cultural. Por este mismo motivo, es algunas personas
encuentran atroz el solo hecho de que una mujer muestre sus senos o “partes
íntimas” a otra persona que no sea su marido, incluso cuando no están
casadas o no tengan pareja, les resulta inmoral. Pero, no era que “la libertad de
uno empieza donde termina la del otro” (¿?). Si somos tan libres como
pretendemos, ¿Por qué no podemos hacer todo lo que se nos plazca como
seres humanos? ¿Qué es el libre albedrío? De haber un dios, ¿le conviene que
seamos libres?
No por pura casualidad Simone de Beauvoir era existencialista. A su lado tenía
como compañero a Sartre, yo prefiero creer que el humanismo era algo que
construían juntos. Ya que, al leerles, se les puede encontrar las influencias de
uno en el otro y viceversa.
Sartre por su parte, habla de existencialismo, por un lado el cristiano, en donde
todo se le debe al dios. Y por otra parte el ateo, en donde plantea que si dios
no existe, el hombre empieza por no ser nada. Entonces, el hombre depende
de sí mismo. Por esto, el primer principio es que el hombre no es otra cosa que
lo que él se hace y será ante todo lo que habrá proyectado ser.
Por otra parte, explicita que el hombre está condenado a ser libre. Condenado,
porque no se ha creado a sí mismo, sin embargo libre, porque una vez que
está en el mundo, es responsable de todos sus actos. Por lo tanto, debería, a
mi parecer, cada mujer ser responsable de sus actos como personas libres,
tranquilamente declarándose atea, así dios ya no tendría que ver en la moral
que la juzgue. Porque como antes decía, la moral construida con una base
patriarcal religiosa, no tendría que juzgar a una mujer que se declara no
creyente. Solo las personas ateas, construidas desde esta perspectiva,
tendrían la libertad de tomarse el atrevimiento de decidir si dicha mujer está
actuando correctamente o no.
Si seguimos al pie de la letra, la teoría de Sartre, no podemos decir que algo
está bien o está mal. Ya que, la ética de Sartre es de la total libertad. Como
nada está hecho, nada es bueno o malo. Es el hombre el que decide qué es
bueno o malo. No descubre los valores, sino que los crea. Se puede hablar de
normas morales, pero sólo en un terreno abstracto: la realidad es tan concreta
como imprevisible.
De esta manera, ¿realmente está mal la protesta de las feministas de la
manera que han optado hacerla? ¿Será que la moral patriarcal no deja ver a
las demás personas que no nos encontramos en igualdad de condiciones, ni
aun hoy en el 2018? ¿Pretenderá la iglesia que las mujeres sigan siendo
“felices” con un casamiento y un par de hijos, solo obedeciendo a los hombres?
¿O esto es lo que le conviene como institución?
¿FELICIDAD?
“El ama de casa ¿no es más feliz que la obrera?”, se pregunta Beauvoir (1949,
p. 11) y continua, “No se sabe demasiado bien lo que significa la palabra dicha,
y aún menos qué valores auténticos recubre; no hay ninguna posibilidad de
medir la dicha de otro, y siempre resulta fácil declarar dichosa la situación que
se le quiere imponer: aquellos a quienes se condena al estancamiento, en
particular, son declarados felices, con pretexto de que la dicha es inmovilidad.
Se trata, pues, de una noción a la que no nos referiremos. La perspectiva que
adoptamos es la de la moral existencialista.”
Asimismo, se sigue pretendiendo en la actualidad complacer a una mujer con la
“dicha” de casarse y tener hijos, como si este último fuera un privilegio y
tomándolo como tal.
Una frase muy conocida de Sartre es “Felicidad no es hacer lo que uno quiere,
sino querer lo que uno hace” y esta frase es a menudo usada fuera de contexto
y utilizada para justificar ciertas obligaciones. Por ejemplo, una mujer es
obligada a permanecer en un embarazo no deseado, porque el aborto es
inmoral, además de ilegal (aun). Utilizando esta frase para justificar esta
situación tediosa, se le estaría diciendo a una mujer que para ser feliz tiene que
querer al hijo/a que está engendrando.
Pero en realidad, a lo que se refiere Sartre es al mismo existencialismo, a la
misma libertad a la que estamos condenados y de la cual somos responsables.
Entonces, no es querer lo que “hacemos” por falta de opciones, sino tomar
consciencia de cuan responsable somos al tomar decisiones para nuestra vida
y querer tomarlas y vivir con ello. La libertad a la que estamos condenados, nos
da opciones, y es eso lo que las mujeres están reclamando hoy en día. El
derecho de decidir, más allá de qué, solo el hecho de tener la libertad plena y
poder tener infinita cantidad de opciones para ser conscientes de esta libertad,
que a su vez asumir con responsabilidad la toma de decisiones.
Por consiguiente, ¿podríamos pensarnos desde la ética, tomando como pilar la
felicidad?, teniendo en cuenta la mirada existencialista por sobre todo. Si al fin
y al cabo, lo que todas las personas están deseando es la felicidad.
En consecuencia, en el ámbito educativo, podríamos encontrar niños felices
que son responsables de sus propios actos. Es decir, no construir un aula en
donde se diga que “no hacer”, sino, cambiar el discurso y dejar que estos
pequeños sujetos, desde su primera infancia experimenten las consecuencias
de hacer un acto, tomando el compromiso de decidir sobre uno mismo. Así,
todas las personas crecerían construyendo una sociedad libre y a su vez
“condenada” a ser responsables de sus actos.
Para Deleuze, la moral remite a un conjunto de reglas coactivas que juzga a las
acciones de acuerdo con los valores trascendentes. Y la ética, no tiene que ver
con un código estable implica en el reto de forjarse uno mismo las reglas
facultativas que orienten las acciones y permitan discernir entre lo bueno y lo
malo. La ética es la práctica de la libertad. Y la libertad, condición de la ética.
Estas definiciones utiliza Deleuze para hablar de los procesos de subjetivación.
Estos últimos son proceso que debería implementar una persona para crear
una manera de vivir diferente y hacer de ella la más alta expresión de la ética.
Podríamos pensar el feminismo como un proceso de subjetivación, no solo
para las mujeres, sino para toda la sociedad en conjunto.
El problema de la sociedad, es que hoy es una “sociedad de control”, en donde
se trata de tener a las personas encerradas en un pensamiento, se trata de
endeudarlas con un Dios o guiando los flujos de deseo hacia un marketing
innecesario. Pero el feminismo logrará vencer este sistema patriarcal.
#SeVaCaer
Para finalizar mi trabajo, que no pretende llegar a ningún lado, pero si lo escribí
pensando en que lo lean esas chicas que aun no logran definirse a sí mismas
como feministas, dejo este fragmento de una página del porqué del título de mi
trabajo:
Lo personal es político porque no se puede aislar la política, el poder de
organizar y decidir el destino de una sociedad, de las circunstancias,
problemas y conflictos de los individuos que conviven en ella, porque
precisamente, esos conflictos, esos problemas, esas circunstancias vitales
deben ser el objeto de la política dirigida por los valores democráticos de la
igualdad, la libertad, la solidaridad, la justicia...