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ANGELELLI
Enrique Ángel Angelelli nació en Córdoba en 1923. Entró al seminario en
1938. Ordenado sacerdote en 1949, en Roma. Llegó como Obispo de La Rioja en
1968 hasta 1976, año del asesinato.
1. FUENTES DE INSPIRACIÓN
Hemos de notar que todos estos textos del Evangelio eran citados y
comentados con mucha frecuencia por Monseñor Angelelli, y que le marcaban el
camino a seguir en la tarea pastoral. Solía decir que nunca hay que apagar la
“mecha humeante” (Isaías), ni echarle agua a un poquito de “rescoldo” que
puede quedar en un corazón y que sea un signo de esperanza.
2. AMOR A LA IGLESIA
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El tema de la Iglesia fue estudiado y reflexionado magistralmente por el
Concilio Vaticano II (1.962- 1.965), del que Monseñor Angelelli fue Padre
conciliar.
Angelelli tenía en alta estima el rol de los tres sectores de la iglesia:
sacerdotes, religiosos/as, y laicos valorando el aporte de cada sector al servicio
de la evangelización y con amplitud de criterio.
Amó a la iglesia y sintió preocupación por la misma. Era consciente de la
verdad sobre la iglesia, que es “santa y pecadora al mismo tiempo” (Concilio
Vaticano II). “La iglesia es santa” en su origen por que procede de la Santísima
Trinidad, y es “pecadora” en sus miembros, que somos nosotros que en forma
permanente, tenemos que convertirnos y creer en el evangelio” (ver Marcos 1,
15).
Sin embargo, ésta iglesia “santa y pecadora” es portadora de gracia y de
perdón, y ha sido constituida por Cristo en “Sacramento universal de salvación”
(Concilio Vaticano II).
Angelelli tenía una fina sensibilidad para escuchar a Dios. Era un hombre
de oración. En la meditación y oración frecuente fue profundizando en el misterio
de la iglesia con sus numerosos problemas.
Le ayudaron mucho las dos Cartas de San Pablo a los Corintios, que
reflejan los conflictos de esa comunidad joven venida del mundo griego y que
ayudaron al Apóstol a tener una profunda comprensión del misterio de la Iglesia.
Corinto era una comunidad muy conflictuada. Se sabe que el obispo Angelelli
leía y rezaba con esas cartas en el camarín de la Catedral aprovechando la
experiencia y sabiduría de San Pablo para lograr una mayor comprensión del
misterio de la iglesia, “santa” en su origen, y “pecadora” en sus miembros. Este
era un fuerte y sólido alimento espiritual.
Al referirse al ministerio sacerdotal, Angelelli decía con frecuencia:
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A los catequistas les recordaba siempre un pensamiento común de toda la
iglesia, a saber: al transmitir el mensaje del Evangelio tenemos que ser “fieles a
Dios y fieles al hombre”.
Así mostraba que el anuncio del Evangelio debía señalar los caminos de Dios
por medio del amor fraterno, corrigiendo las injusticias, que ofenden a Dios
porque ofenden a los hombres. “El pecado ofende a Dios porque ofende al
hombre” (Sto. Tomás de Aquino).
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hombre llegue a ser el artífice de su propio desarrollo” (Pablo VI). Hay que
entregar los grandes valores que apuntalan la vida, y nunca olvidar que “la razón
más alta de la dignidad humana consiste en la vocación del hombre a la comunión
con Dios” (Concilio Vaticano II- Gozo y esperanza, N° 19).
4. PASTORAL DE CONJUNTO
Y las fuentes que inspiraban estas búsquedas son el Evangelio, las grandes
Encíclicas sociales de los Papas, el Concilio Vaticano II (1962-1965), los
documentos de Medelín (1968) y San Miguel del Episcopado Argentino (1969),
que señalan directivas y el esfuerzo de la iglesia para presentar el Evangelio a los
hombres de hoy, con atención a los signos de los tiempos a fin de rastrear las
huellas de Dios, y lo que el Espíritu Santo va indicando a las Iglesias.
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El hombre no olvidaba que una pastoral de conjunto debe contar con la
permanente consulta al pueblo de Dios y a todos los agentes pastorales. Se busca
caminar “con el pueblo y desde el pueblo”. Y todo esto hacerlo:
Aquí entra con fuerza el tema de la religiosidad popular, que son modos de
relacionarse con Dios e interpretar toda la realidad según la cultura e idiosincrasia
de cada pueblo. Son vivencias fuertes y muy arraigadas. Se trata de formas,
estilos y experiencias propias de vivir y expresar la fe que tienen los pueblos. La
Rioja abunda en esas expresiones arraigadas desde los orígenes, y en algunos
aspectos hasta de los pueblos precolombinos.
A veces partía de las más simples realidades, por ejemplo miraba la imagen
de San Nicolás que lleva un libro en su mano, y decía: “El Santo nos está
mostrando el Evangelio y nos invita a seguir a Jesucristo; miraba a Santa Rita
con el Crucifijo en la mano, y decía: “la Santa nos invita a compartir la pasión de
Cristo”. Hay muchos ejemplos.
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Una vez, por el año 1975, visitando los Llanos con la imagen de San Nicolás
vio en una velada de oración a un hombre campesino que leía el Martín Fierro
delante de la imagen, y le preguntó qué hacía, y el paisano respondió: Padre
Obispo: “ahora comprendo lo que dice el Martín Fierro, cuando afirma:
Otra vez, y esto fue en Villa Unión en 1.975, iba con la imagen de San
Nicolás. Advierte que una viejita se acercaba con dificultad apoyándose en una
silla para tomar gracia de la imagen. Angelelli la tomó en los brazos y la acercó
a la imagen. Y después la mostró al pueblo y dijo: “aquí está Jesucristo”. Hubo
aplausos, emociones, cantos y vivas al Santo. Y la peregrinación siguió hacia la
Banda Florida. Andando un tiempo esa viejita que se llamaba: “Niña Elodia” donó
al Obispado su caserón y su terreno y se levantó un hogar de anciano que lleva
el nombre: “Niña Elodia”.
Para valorar estas cosas hay que tener un corazón humilde y despojado de
todo orgullo y vanidad.
Pasa que Angelelli entendió y tomó muy en serio la cuestión de los pobres,
de los humildes y abandonados porque Jesús dice:
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Bajo ciertos aspectos esa tendencia estuvo influenciada por posturas
filosóficas como el Racionalismo, el Iluminismo, el Liberalismo, cierto Positivismo,
y el Secularismo que consideran a Dios como algo supérfluo, y a veces como un
estorbo para la libertad del hombre. Parte de esas ideas llegaron a entrar hasta
en algunos seminarios; y el resultado fue que algunos curas se hacían pasar por
“modernos”. Hubo algo de eso en la Iglesia Argentina. Pienso que San Pablo les
diría muy afectuosamente: muchachos, “no quieran sobresalir, pónganse a la
altura de los más humildes, no se crean sabios” (Romanos 12, 16).
Por su parte, Angelelli procuró corregir esa tendencia falsa, y ayudó mucho
al Episcopado y a los curas a descubrir la riqueza de la religiosidad popular, a
valorarla, iluminarla con la Palabra de Dios y asumirla como Dios y el sentido
común mandan hacerlo.
Es muy seguro que este talante y estas cualidades NO las vamos a encontrar
en un guerrillero y matón…
Brindar lugar, hacer espacio a otros es lo propio del cristiano. Como Dios
nos recibe a nosotros y nos da todo. Como Abraham recibió a tres personajes
misteriosos que lo visitaron (Génesis 18). Como la Virgen María recibió al Verbo
de Dios en su Encarnación. Como San José recibió a María y al Niño que venía
en camino. Como Santa Isabel recibió la visita de María. Como Lázaro y sus
hermanas alojaban a Jesús en Betania. Como Pedro hacía lugar al Maestro en
Cafarnaúm. Como el centurión Cornelio recibió a Pedro en su casa, en Cesarea
(Hechos 10).
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Debemos destacar que Angelelli tenía motivaciones hondamente
espirituales en su actuar, rastreando las huellas de Dios.
DESPRENDIMIENTO Y POBREZA
Angelelli no tenía nada. Solamente una Fiat multicarga para andar. También
tenía una manta marrón, una boina y un sobretodo de invierno que lo obtuvo en
un ropero de Cáritas. Y la mercadería y donaciones que traía de Córdoba las
compartía en la Catedral, que de alguna manera, era la casa de todos.
En los últimos meses de su vida (por el año 1.976) nos dijo a los sacerdotes
reunidos en Sañogasta: “Somos pobres y dependemos de todo: dependemos de
Dios, de la Sede Apostólica, del Poder Ejecutivo Nacional (P.E.N.), del III Cuerpo
de Ejército con asiento en Córdoba, y de nuestra gente que nos busca por tantas
cosas y a cuyo servicio debemos estar disponibles”.
Precisamente Jesús nos enseñó a decir: “danos hoy nuestro pan de cada
día”, para que aprendamos a depender y confiar en Dios, sin acaparar nada, y
que no andemos buscando apoyarnos en falsas seguridades que arruinan la vida.
AMISTAD
Amigo sincero y fiel. Se interesaba por los demás, preguntaba por las
dificultades, cuidaba y defendía a los curas, los veía con frecuencia y los visitaba.
Consideraba que no hay que renunciar a la amistad porque es algo sagrado.
JUSTICIA Y PAZ
Era el lema de su escudo episcopal. Justicia que deba asegurar el pan para
todos, que pueda responder a las necesidades fundamentales de la vida y nos
lleve a la convicción que los bienes de la tierra tienen un sentido universal, y que
están al servicio “de todos los hombres y de todo el hombre” (Pablo VI). Defendió
con fortaleza la justicia en contra de la explotación y opresión, para favorecer a
los pobres, los carentes de recursos y que no tienen voz.
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FIEL A SU PUEBLO, A SU HISTORIA, A SU IDENTIDAD
Esto no ha sido un verso sino una gran realidad en la vida de Angelelli. Esto
yo lo he visto y experimentado muy de cerca. Hay que conocer y entender estas
cosas para estar en la verdad acerca de la persona en cuestión. Ahora bien, los
que mintieron y lo difamaron ignoran esta realidad o se “hacen los locos” y no lo
quieren reconocer. Tenemos que ser honestos, no hay que buscarle sombra al
sol, ni cinco patas al gato.
Angelelli era un tipo inteligente, con ideas precisas, claras y distintas. Poseía
una gran capacidad para escuchar a Dios y a la gente. La cuestión de “un oído al
Evangelio y otro al pueblo” es una expresión muy feliz y acertada para entender
con sabiduría el designio del Creador, y entrar por los caminos de Dios. Así, la
vida puede centrarse en el amor a Dios y el amor a los hermanos, y avanzar
pacientemente, realizando el altísimo ideal cristiano: imitar a la Santísima
Trinidad. Angelelli era un hombre creyente y sabio, de un gran sentido común
para pensar, discurrir, entender y darse cuenta de las cosas.
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“A mí me dijo un muchacho que sabe” que, en el dicho: “un oído al
Evangelio y otro al pueblo”, Angelelli resumía su pensar y actuar en el servicio
pastoral de la iglesia. Y debe de ser que esto vale para el anuncio del Evangelio
en todo tiempo y lugar, y sirve para captar con humildad y sabiduría los “signos
de los tiempos”, y lo que Dios anda queriendo decir a cada generación humana.
Recordemos que la palabra “escuchar” en la Biblia, también significa obedecer,
prestar a Dios “la obediencia de la fe” (Ver Romanos 16, 26).
GENEROSIDAD
DEVOCIONES PERSONALES
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Este modo de ser y de actuar del Obispo Angelelli ha sido muy notable y
causa admiración. Es bueno que lo podamos imitar.
6. CAUSAS DE SU MARTIRIO
SIGNO DE CONTRADICCION
Así las cosas y, motivados por la situación y las enseñanzas del Concilio
Vaticano II, muchos predicadores del Evangelio, hablando desde el púlpito,
denunciaron las injusticias y las faltas de caridad con los pobres y marginados de
la sociedad y los atropellos contra la vida.
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preocupan de los peligros que amenazan al pueblo. Angelelli a veces toreaba
fuerte.
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MENTIRA Y DIFAMACIÓN
En ese tiempo en La Rioja salía el diario “El Sol” que le tiraba tierra en forma
permanente. Cuando hay intereses de por medio y el hombre no ordena su
corazón y orienta bien sus deseos, lo atrapan la ambición y la codicia y se vuelve
violento. Recordemos que “la codicia y la violencia andan siempre acollaradas”.
En lo que hace al diario “El Sol” y a otros confabulados en contra del Obispo,
da la impresión que se hubieran impuesto como lema: “mentir-mentir- mentir”,
porque cuando hay mucha mentira, siempre queda algo…
De todos modos, de nada sirve estar en el error. ¿Qué hacer en este caso?
Simplemente buscar una buena información en fuentes fidedignas y corregir el
error. Seamos inteligentes, hagamos funcionar bien el sentido común, sintamos
aprecio por la verdad y no nos dejemos engañar.
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Lamentablemente los militares no estuvieron suficientemente
evangelizados; faltó la enseñanza del Concilio Vaticano II y la Doctrina Social de
la Iglesia; hubo mucha confusión en ideas y palabras, por ejemplo: los que
hablaban de los “pobres”, de la “justicia”, de la “promoción de la dignidad de la
persona humana”, de la necesidad de “compartir el pan” eran considerados
comunistas y subversivos; el temor del comunismo caló hondo en la mente de
muchos.
MARTIRIO
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Los estudiosos de estos temas afirman: “El hombre es un lugar teológico”,
vale decir, la persona humana es la clave para el encuentro con Dios. Jesucristo
se identifica con los hambrientos, sedientos, enfermos, etc.
Dios quiere que todos los hombres podamos estar sentados a una misma
mesa compartiendo los bienes de la creación. Y que, al salir de éste mundo,
habiendo vivido en la verdad, en la justicia y el amor fraterno, podamos compartir
la feliz mesa de la vida eterna. No olvidemos nunca que “se entra al cielo a través
de la solidaridad con el que sufre” (Mons. Osvaldo Santagada).
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creciendo en la fe, la esperanza y la caridad. Habremos cooperado en la
formación del hombre nuevo venciendo el “fantasma del sin sentido”, y no nos
dejaremos aturdir por la necedad del mundo presente que pretende vivir “como
si Dios no existiera”.
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pregunta se prolonga a lo largo de la historia. Y hay que decir que todos los
crímenes quedan registrado en el Libro de Dios. De hecho, Dios sigue
preguntando: “¿Dónde está tu hermano?”. Y nadie puede hacerse el loco y
responder a Dios como Caín: “No lo sé, ¿soy yo, acaso guardián de mi hermano?
(Génesis 4, 9).
Y es que, “la vida me han prestao y tengo que devolverla”. (Los Carabajal)
¿A quién hay que devolver la vida?, al Creador, pues.
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