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EL JEFAZO

Carlos Crespo Flores*

UNO. Existe una tradición caudillista en la construcción del


Estado boliviano, desde el Tata Belzu, pasando por el
dictador Melgarejo, Víctor Paz, Rene Barrientos, y hoy Evo
Morales. Octavio Paz decía que el culto al caudillo y el mito
revolucionario han dominado la historia de América Latina.

DOS. El 2014, durante una concentración en Sacaca, el


Vicepresidente se dirigía a la multitud: “Si (el presidente)
Evo Morales hubiera gobernado antes” del 2006, Bolivia
“sería una potencia” en el mundo; “el presidente Evo
Morales trabaja día y noche por todos y por eso estoy aquí
trabajando a favor de ustedes”; “cuando estaban los k’aras,
los patrones, para Sacaca, apenas habían 6 millones de
bolivianos (…) Ha llegado el presidente Evo Morales, que
sabe de las necesidades de los pobres, y ha aumentado a
35 millones de bolivianos los recursos, seis veces más (…)
Ha puesto en orden la casa y ahora la plata es para las
comunidades y el municipio”. Por todo esto, García Linera
pedía a la población “cuidemos al presidente Evo Morales y
al proceso de cambio”.

Las connotaciones pastorales de la exaltación a Evo son


evidentes: Evo trabaja por nosotros incansablemente,
conoce nuestras penas/necesidades, cuida de nosotros, por
eso nosotros debemos cuidar de él. De esta manera, la
revolución, el “proceso de cambio” se va encarnando en el
líder, el “Jefazo”. De ahí a comparar al presidente indígena
con Jesucristo, estamos a un paso, como efectivamente lo
hace el sociólogo vicepresidente: en un evento de la Cidob
afín al Gobierno, afirmó que el presidente Evo Morales “es
la resurrección del pueblo indígena, (el) presidente Evo es
como Cristo resucitado, es como el pueblo indígena que
resucita”. Por tanto, si el “Jefazo” no sólo es
imprescindible, sino que es nuestro pastor (…) como Cristo,
entonces debemos reelegirlo permanentemente.

Lea: En pico de gallinazo

TRES. Durante el régimen estalinista, paralelo al culto a


Joseph y su entronización como el nuevo zar, corrían las
purgas, periódicas acciones de eliminación, no sólo de
individuos o poblaciones consideradas opositoras,
disidentes al régimen, sino también la limpieza de
potenciales competidores al líder supremo, Stalin; de esta
manera fueron ejecutados Grigori Zinóviev, Lev Kámenev,
Nikolái Bujarin, León Trotsky y todo el comité central que
liderizó la revolución bolchevique. Es típico de ideologías
autoritarias, organizadas alrededor de caudillos: sólo puede
existir una fe, por tanto un solo líder protector de la
creencia. En el caso del MAS, potenciales competidores al
liderazgo de Evo Morales han sido neutralizados, aislados,
perseguidos, a medida que estos emergían; Abel Mamani,
Félix Patzi, Román Loayza, Alejandro Almaraz, Filemón
Escobar, Rebeca Delgado… Como en el partido leninista, el
“Jefazo” no permite que haya alguien pensando por cuenta
propia, fuera de la línea oficial. Todo ello, en nombre de un
“reino de mil años”, llámese comunismo, socialismo
comunitario o Vivir Bien, al cual nunca se llega, pero se lo
promete.

*Sociólogo e investigador del CESU-UMSS

Los Tiempos – Cochabamba

Publicado por: Emilio Martínez

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