¿Prohibela Biblia

LEROY E. BESKOW

B. Houssay 283, 3103,

Libertador San Martín,
Entre Ríos.
E-mail: lebeskow@yahoo.com.ar
Cuatro jóvenes llenos de vida y con grandes
ilusiones habían llegado al “país del norte”, como ellos
le llamaban. Nunca habían visto tanto lujo. El anfitrión
los invitó para que se sirvieran de todo lo que veían en
la mesa. Uno de ellos probó de la bebida, y dijo
preocupado a sus compañeros: “Está fermentada”.
Los jóvenes hebreos Daniel, Ananías, Misael y
Azarías, nunca habían bebido algo con alcohol. Y
arriesgando sus vidas, decidieron”no contaminarse” con
la comida y el vino que el rey de Babilonia había
ofrecido (Dan. 1:8). ¿Por qué estos jóvenes eran
abstemios, cuando muchos de sus conciudadanos no lo
eran? Esta costumbre estaba tan generalizada en el
pueblo hebreo, que el Señor la permitió en algunos ritos
del santuario.
Si examinamos la Palabra de Dios, nos
encontraremos con siete palabras que identifican algún
tipo de bebida.
Shekar: Es siempre una bebida embriagante de uva o
de manzana Y aunque el consejo divino fue que no
bebieran de ella (Prov. 20:1; 23:31-33; Isa. 5:22; Miq.
2:11), se la permitió en las ofrendas de la ley de los
diezmos (Deut. 14:26), y ciertas ofrendas que ofrecían
los mismos sacerdotes (Núm. 28: 7,14), aunque ellos no
podían beber nada de ella (Deut. 18:4). El que lo hacía
era separado del pueblo de Dios (Lev. 10:9).
Yayín y Chama: Son bebidas con o sin alcohol. Por
eso el abstemio Daniel no se contradijo cuando
después dijo que no iba a beber “vino” por algunos días
de ayuno (comparar Daniel 1:5,8 con 10:3). Cuando
yayín se relaciona con shekar, es siempre un vino que
Dios desaprueba (Lev. 10:9; Prov. 20:1). Y en este caso
la prohibición es tan clara, que la Biblia aconseja que
cuando su atrayente color en la copa nos tiente, que
miremos a otro lado (Prov. 23:31-33). En cambio,
cuando yayín no contiene alcohol, está presente en las
promesas de mundo celestial (Isa. 55:1; Zac. 10:7).
Tirosh: Es el jugo puro de la uva sin fermento; el único
vino que podían beber los levitas y sacerdotes (Núm.
28:12; Deut. 18:4; Neh. 10:37,39; 13:5; Ose. 9:4; Lev.
10:9). Este es el vino que alegra al Señor (Jue. 9:13) y
al hombre santo (Sal. 4:7). Este es el “mosto” o jugo
fresco que se encuentra en el “racimo” que Dios
recomienda, diciendo: “No lo desperdicies, porque
bendición hay en él” (Isa. 65:8); y ésta será la bebida
eterna del cielo (Gén. 27:28; Deut. 33:28; Isa. 62:8,9;
65:8; Jer. 31:12; Ose. 14:7; Joel 2:19,24; Zac. 9:16, 17).
Éste es el vino que debía ofrecerse cuando
representaba la sangre de Cristo (Núm. 28:9,12; Deut.
18:4; Ose. 9:4), pues el fermento era el símbolo del
pecado (Lev. 23:5,6; Mat. 16:6; Luc. 12:1; 1 Cor. 5:7,8).
Por lo tanto, es incorrecto beber vino con alcohol en los
ritos de la iglesia.
En el Nuevo Testamento la palabra griega
Síkera corresponde con la hebrea secar (sidra) . Por lo
tanto, es una bebida alcohólica (Lucas 1:15). En cambio
Gleukós es el jugo fresco de uva (Hech. 2: 13). Y
Oinos es como el chámar y yayín del
AntiguoTestamento.
Los pasajes que hablan claramente del vino
embriagante, son Mateo 11:19; Lucas 1:15; 7:33,34;
10:34; Romanos 14:21; Efesios 5: 18; 1 Timoteo 3:3,8;
Tito 1:7; 2:3; Apocalipsis 14:8,10; 16:19; 17:2; 18:3 y
19:15. El vino agrio o vinagre, en Mateo 27:34 y en
Marcos 15:23.
El “vino” que Pablo recomendó a Timoteo por
causa de su enfermedad del estómago, fue, como
vimos, el jugo de uva sin fermentación (1 Tim. 5:23). Si
no hubiera sido así el apóstol se habría contradicho en
forma notable (3:2,3). Y el “vino” del milagro de Jesús
en la boda de Caná (Juan 2:3,9,10; 4:46), fue “el jugo
puro de uva. A esto se refiere Isaías cuando habla del
‘mosto en un racimo”.1
Si Jesús les hubiera dado el vino fermentado,
después que los invitados terminaron el que ya había;
más seis tinajas con capacidad de “dos o tres cántaros”
(metretes)cada una, es decir de 80 a 120 litros, dando
un total de, por lo menos, 480 litros (Juan 2:6), es lógico
suponer que Jesús hubiera sido el responsable de llevar
1
, El Deseado de Todas las Gentes, (Mountain View, California,
Pub. Inter., 1966), p. 123.
a los presentes a un estado de ebriedad. Y los fariseos
le habrían reprendido leyéndole Habacuc 2:15: “¡Ay del
que da de beber a su prójimo!” (Hab. 2:15). Pero Cristo
pudo decir: “¿Quién de vosotros me redarguye de
pecado?” (Juan 8:46).
Por eso la escritora Elena G. de White dijo que
“fue el vino del que nuestro Salvador hizo uso con sus
discípulos en la primera comunión”, 2 es decir sin
fermento alguno. Aún el vino agrio o vinagre que
ofrecieron a Jesús en la cruz, él “no quiso beberlo” (Mat.
27:34), aunque le hubiera calmado un poco su dolor.
Así que la Biblia prohíbe el consumo de bebidas
con alcohol (Lev. 10:9; Prov. 20:1; 21:17; 23:30-31; Isa.
5:22; Eze. 44:21; Miq. 2:11; Hab. 2:5; Rom. 14:21; 1
Tim. 3:3; Tito 2:3). La prohibición es clara no sólo para
los dirigentes del pueblo de Israel y de la iglesia
cristiana (Lev. 10:9; Eze. 44:21; Miq. 2:11; 1 Tim. 3:3;
Tito 2:3), sino para todo el pueblo de Dios (Prov. 23:31-
33). Pero, entonces, ¿por qué Dios permitió en algunos
casos el vino con alcohol?
LA PALABRA DE DIOS EN UNA ANTORCHA
QUE SE PUEDE CONVERTIR EN ESPADA
Cierta Vez le preguntaron a Jesús por qué
prohibía hacer lo que el Antiguo Testamento permitía. Y
“él les dijo: Por la dureza de vuestro corazón Moisés
os permitió repudiar a vuestras mujeres; mas al principio
no fue así” (Mateo 19:8). “Si fuerais ciegos, no tendríais
pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro
pecado permanece” (Juan 9:41).
Cuando Dios llamó a Israel, éste se encontraba
en un estado deplorable y lleno de ideas paganas.
Entonces su Palabra fue como “una antorcha” en la
noche, hasta que llegó el amanecer del conocimiento (1
Ped. 1:19). Por eso al principio tuvo que permitir la
poligamia, la esclavitud, la ley de ojo por ojo y el empleo
de bebidas alcohólicas. Pero una vez que
comprendieron las enseñanzas del cristianismo, su
2
, La Temperancia, (Bs. As., ACES, 1969), p. 86.
Palabra dejó de ser una antorcha, y se transformó en
una “espada de dos filos” (Heb. 4:12). Porque “al que
sabe hacer lo bueno, y no lo hace, le es pecado” (Sant.
4:17).
¿Cree que es correcto que un cristiano se case
con más de una mujer, porque Dios lo permitió al
principio? Por supuesto que no. Lo mismo ocurre con
las bebidas alcohólicas:
“No es de los reyes beber vino, ni de los
príncipes la sidra; no sea que bebiendo olviden la ley”
(Prov. 31:4,5). La prohibición para el sacerdocio era aun
más clara: “Tú, y tus hijos contigo, no beberéis vino ni
sidra... para que no muráis; estatuto perpetuo será
para todas vuestra generaciones” (Lev. 10:9).
Nosotros, los adventistas, no somos de la familia
real hebrea ni sacerdotes del antiguo pacto. Entonces,
¿por qué la prohibición? Porque la Biblia dice que los
“hijos de Israel” incluye a todos los creyentes de todas
las naciones hasta el fin (Ose. 1:10; Rom. 9:8; 11:11-
26). Y por eso Pablo escribió: “No sabéis que sois
templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en
vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios
le destruirá a él” (1 Cor. 3:16,17). Isaías profetizó que
nosotros somos los restauradores de la verdad,
llamando al sábado “delicia, santo, glorioso de Jehová”
(Isa. 58:12,13). Y añade: “Y vosotros seréis llamados
sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios”
(61:4-6). También Pedro escribió que somos “linaje
escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo
adquirido por Dios” (1 Ped. 2:9). Así que Juan concluye
que Jesucristo “nos hizo reyes y sacerdotes para
Dios... He aquí que viene con las nubes...” (Apoc. 1:6).
La Iglesia Adventista del 7º Día, santifica el sábado; es
“real sacerdocio” por la sangre de Cristo; espera la
venida del Señor, y por esta “esperanza en él, se
purifica” (1 Juan 3:3).
Daniel y sus compañeros decidieron mantenerse
puros. Pero no eran fanáticos que arriesgaban sus
vidas sólo para probar que conocían mejor las leyes de
la salud que los sabios de Babilonia. El motivo principal
era que estaban esperando el reino de Dios como
príncipes del Rey celestial (Heb. 11:13-16).
¿QUÉ DICE LA CIENCIA AL RESPECTO?
A mediados del siglo XIX surgieron las primeras
sociedades que señalaron los peligros del consumo de
bebidas alcohólicas; y un siglo después la
recomendación de abstención completa de parte de la
Organización Mundial de la Salud, debido a que es un
veneno, que en las listas farmacológicas está entre el
cloroformo y el éter; y es un peligro para todos los
órganos de nuestro cuerpo. 3 Hoy también se sabe que
se relaciona estrechamente con la religiosidad de la
población; 4 y porque “aun el beber en pequeñas
cantidades contribuye al encogimiento del lóbulo
frontal”;5 el centro de las emociones, y del
razonamiento.
Pero algunos, como el Dr. Walter Willett,
científico de la Universidad de Harvard, creen que beber
moderadamente puede ser bueno, por los antioxidantes
que posee para combatir el colesterol malo y las
enfermedades cardiovasculares. Sin embargo,
concluye diciendo que los beneficios, comparados con
los males que produce, son tan pobres, que es mejor
buscar “otras formas de obtener los mismos
beneficios”.6 ¿Dónde? En el mismo vino, pero sin
fermentar. Es decir, en la uva fresca y el jugo de uva.
Se sabe también, que el alcohol diluye las
grasas que se depositan en las paredes de las arterias.
Pero hace lo mismo con las grasas que llegan al
estómago, obligando al hígado a trabajar con una
cantidad de ácidos grasos que el organismo no está
preparado para asimilar, provocando así un círculo
vicioso.
3
Salud Mundial, (noviembre-diciembre de 1987), p. 19.
4 7
Salud, (Madrid, Safeliz, setiembre-octubre de 1987), p. 4.
5
Journal of Neurology, Neurosurgery y Psychiatry 2001, citado en Vida
Feliz, (Bs. As., ACES, noviembre 2001), p. 26.
6
Peter Jaret, “El poder curativo del vino”, Selecciones Reader’s Digest,
(Bs. As., Donnelley Cochrane Argentina, S.A., mayo de 2002), p. 119.
Las investigaciones realizadas desde 1950 por la
Universidad de Loma linda, California, probaron
claramente al mundo que la abstención del consumo del
alcohol en el 90% de los adventistas, fue uno de los
principales factores junto con la abstención del café,
el tabaco y el bajo consumo de carnes, del bajo nivel
de riesgo de muerte por enfermedades cardíacas. 7 Las
encuestas realizadas en otros países, como Holanda,
Noruega, Polonia y Canadá,confirmaron esos estudios
con un promedio de hasta 8,9 y 9,5 años más de vida
para los abstemios con relación a los demás. 8
Muchos creen que el “vino” que el apóstol Pablo
aconsejó al joven Timoteo, “por causa de su estómago y
de sus frecuentes enfermedades” (1 Tim. 5:23), fue el
fermentado, porque dicen que ayuda a la digestión. Lo
que sucede en realidad, es que el alcohol irrita toda la
mucosa del tubo digestivo. Y como respuesta, el
organismo se defiende enviando más sangre al
estómago; se acelera la secreción del ácido clorhídrico
para contrarrestar la acción del alcohol, y la persona
confunde ese “bienestar” que siente como “buena
digestión”. Cumplida la labor de defensa, el organismo
se detiene para descansar, retardando la digestión más
que lo normal. Esto produce la típica acidez del
bebedor, que incita a beber más.
Por eso los científicos de la Organización
Mundial de la Salud, informan que el resultado es la
gastritis crónica, y fomentan la formación de
hemorragias y úlceras pépticas. Es muy
contraproducente para los niños, para los inapetentes y
para los que tienen una actividad estomacal débil. 9 Así
que debemos tener cuidado, porque hay médicos que
apoyan ciertos productos para recibir algún beneficio
personal, en desmedro de la salud de la población.
Stoy Proctor, “¿Vale la pena seguir enseñando la reforma pro salud?”, El
Ministerio Adventista, (Bs. As., ACES, marzo -abril, 1988), p. 32.
8
K. Liwidjaja-Kuntaraf, “Alternativas saludables y opciones vitales”, UAP,
Diálogo, Nº 1, 2000, pp. 14,15.
9
Salud Mundial, (Bs. As., junio de 1987), p. 30.
 Así que el consejo del Creador es bien claro:
“No mires el vino cuando rojea, cuando
resplandece su color en la copa. Se entra
suavemente; mas al fin como serpiente
morderá, y como áspid dará dolor”.
(Proverbios 23:31,32)
