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Sentencia T-200/07Carga de la prueba en acción de tutela

En varias ocasiones esta Corporación se ha pronunciado sobre el alcance del


principio de la carga de la prueba en sede de tutela. Al respecto, ha señalado
que el principio rector que orienta el resto de estatutos procesales, según el
cual la acreditación de los hechos sobre los cuales debe apoyarse el
convencimiento del juez corresponde al sujeto procesal que los alegue en su
defensa, es igualmente aplicable al proceso de tutela.

Así, en sentencia T-298 de 1993 la Corte sostuvo que si bien el artículo 22 del Decreto
2591 de 1991 concede al juez la facultad de emitir sentencia tan pronto ha alcanzado un
grado suficiente de convencimiento sobre la situación litigiosa, lo cual supone la
posibilidad de omitir la práctica de pruebas adicionales, en todo caso las sentencias de
tutela deben descansar sobre la debida acreditación de los hechos que han sido materia
del proceso[8]. Una consideración en contrario, supondría la concesión de atribuciones
omnímodas al juez de tutela, lo cual amenazaría de manera grave los derechos
fundamentales, dado que supondría la posibilidad de formular cualquier oposición
fáctica a la prueba certera que de cuenta de la vulneración o amenaza de éstos.

No obstante, el rigor de esta consideración ha sido atemperado en ocasiones en las


cuales resulta desproporcionada la exigencia de semejante actividad probatoria. Así, en
sentencia T-327 de 2001 la Corte indicó que en determinados supuestos opera una
inversión de la carga de la prueba, que surge a partir de las especiales circunstancias de
indefensión en las que puede encontrarse el sujeto que solicita el amparo de sus
derechos fundamentales. De tal manera, en aquellos eventos basta con la afirmación
realizada por el accionante para que un hecho sea tenido por cierto, de tal suerte que se
traslada al demandado la carga de desvirtuarlo. Esta consideración encuentra pleno
respaldo constitucional en el artículo 83 superior, el cual dispone que “Las actuaciones
de los particulares y de las autoridades públicas deberán ceñirse a los postulados de la
buena fe, la cual se presumirá en todas las gestiones que aquéllos adelante ante éstos”.

En materia de salud se ha reconocido especial importancia a la aplicación de tal


inversión de la carga de la prueba. Así, en sentencia T-447 de 2002 la Corte revisó un
fallo de tutela que negaba la protección del derecho a la salud de un mayor de edad con
VIH positivo. La decisión objeto de revisión que negaba el amparo se basaba en que, a
juicio del fallador de instancia, el ciudadano no había acreditado la incapacidad
económica que le impedía asumir por su cuenta los costos de los tratamientos excluidos
del POS que demandaba. En el caso concreto, la Sala de revisión de la Corte contaba
exclusivamente con la declaración, hecha bajo juramento, del ciudadano en la cual
afirmaba no contar con los recursos para pagar el tratamiento. En esta ocasión la Corte
consideró que tal afirmación constituía prueba suficiente de la incapacidad económica
del accionante dado que ésta no había sido controvertida dentro del proceso de tutela y a
[
que a favor de él pesaba la presunción de buena fe[9].

Para concluir, resultan pertinentes las consideraciones realizadas por esta Corporación
en sentencia T-1066 de 2006, providencia en la cual se adelantó un juicioso análisis de
la jurisprudencia constitucional a propósito de la carga de la prueba en sede de tutela
en los eventos en los cuales el derecho en litigio es el derecho a la salud. Al respecto
señaló la Corte lo siguiente:

“Precisamente en los casos aludidos, para despejar cualquier interrogante referido a la


capacidad de pago del usuario del sistema de salud, esta Corporación ha establecido las
siguientes reglas probatorias: (i) sin perjuicio de las demás reglas, es aplicable la regla
general en materia probatoria, según la cual, incumbe al actor probar el supuesto de
hecho que permite obtener la consecuencia jurídica que persigue; (ii) ante la afirmación
de ausencia de recursos económicos por parte del actor (negación indefinida), se
invierte la carga de la prueba correspondiendo en ese caso a la entidad demandada
demostrar lo contrario; (iii) no existe tarifa legal para demostrar la ausencia de recursos
económicos, la misma se puede intentar mediante negaciones indefinidas, certificados
de ingresos, formularios de afiliación al sistema, extractos bancarios, declaración de
renta, balances contables, testimonios, indicios o cualquier otro medio de prueba; (iv)
corresponde al juez de tutela ejercer activamente sus poderes inquisitivos en materia
probatoria, con el fin de establecer la verdad real en cada caso, proteger los derechos
fundamentales de las personas y garantizar la corrección del manejo de los recursos del
sistema de seguridad social en salud, haciendo prevalecer el principio de solidaridad
cuando el peticionario cuenta con recursos económicos que le permitan sufragar el costo
de las intervenciones, procedimientos o medicamentos excluidos del POS; (v) en el caso
de la afirmación indefinida del solicitante respecto de la ausencia de recursos
económicos, o de afirmaciones semejantes, se presume su buena fe en los términos del
artículo 83 de la Constitución, sin perjuicio de la responsabilidad civil o penal que le
quepa, si se llega a establecer que tal afirmación es falsa o contraria a la realidad

 El derecho fundamental al mínimo vital solo es reconocido en casos de


urgencia en los que las subsistencia de la persona o de su familia se ve
comprometida. La jurisdicción social de la tutela no es una de máximos,
donde se garantice la justicia plena, sino una de mínimos, que impide que la
persona caiga por debajo del nivel de vida que le permite reconocerse y ser
reconocida como una persona digna de igual consideración y respeto por los
demás”. ARANGO, Rodolfo. Derechos, Constitucionalismo y Democracia.
Serie de Teoría Jurídica y Filosofía del Derecho N.33, Universidad
Externado de Colombia, Bogotá, 2004. Págs. 59-93, 193-218.

MÍNIMO VITAL

[
Uno de los mas completos libros que trata el tema del mínimo vital es “Jurisprudencia
Constitucional sobre el derecho al mínimo vital” de Rodolfo Arango y Julieta Lemaitre
(et.al.) en el cual se revisan las subreglas contenidas en las sentencias mas relevantes
entre 1992-2000. Según los autores, “las subreglas constitucionales son formulaciones
que permiten aplicar el derecho abstracto a un caso concreto a través de reglas jurídicas
prescriptivas, generales y abstractas”1. Para Diego López por su parte, las subreglas son
aquellas que marcan y reafirman el derecho constitucional2. La función esencial de las
subreglas en la jurisdicción constitucional es “permitir que el juez de tutela proteja los
derechos fundamentales de una manera uniforme, sin violar el derecho a la igualdad”3.
Según el libro, se pueden identificar subreglas consolidadas y no consolidadas en el
sentido en que la aplicación de estas - en casos fácticamente similares - por parte de la
Corte no ha sido uniforme, y ha aparecido a los ojos de la opinión pública como
contradictorias. En este ensayo se tratarán las subreglas consolidadas, aquellas que han
sido aplicadas repetidamente por la Corte, para fallar casos sobre el mínimo vital.

El mínimo vital es un concepto de creación jurisprudencial que ha dado herramientas


hermenéuticas a los jueces para lograr fundamentalizar los DESC. Esta noción sirve
“para proteger a personas frente a un perjuicio irremediable causado por la falta de
atención a un derecho social”4. Cabe señalar que si bien intuitivamente el concepto de
mínimo vital pareciera apuntar hacia la protección de los DESC frente a las omisiones
del Estado, esta noción ha sido construida con efectos tanto verticales como
horizontales, es decir, contra el poder estatal y contra particulares. Vale la pena
mencionar que la masa total de jurisprudencia sobre mínimo vital carece ante todo de
coherencia y uniformidad. Existen grandes vacíos dentro de la línea jurisprudencial
“sobre todo en la decisión de que debe y que puede ordenar el juez constitucional
frente a la violación urgente del derecho al MV”. A su vez, otro vacío que se presenta es
la carencia de una subregla clara sobre ponderación, carga y procesamiento de la
prueba para casos que involucren en MV.

Luego de este corto panorama ofrecido se puede decir, que la gran tendencia, más no
subregla, que se ha mantenido a lo largo de los ocho en la Corte apunta a “proteger
consistentemente la subsistencia de personas en casos limite, cuando la urgencia de la
vulneración del derecho permite predecir un perjuicio irremediable de no intervenir el
juez de tutela”5. La subregla más general, y sin tener en cuenta los escenarios
constitucionales, ha sido planteada en las sentencias T-426/92 y SU-111/97, ambas
del Magistrado Eduardo Cifuentes: “la tutela procede por violación al derecho
fundamental al mínimo vital cuando está en peligro el mínimo vital de las personas, y
el Estado pudiendo prestar el apoyo material mínimo, no lo hace”6. En la primera
sentencia, “la Corte ordenó por primera vez una acreencia pensional por vía de
tutela. Fundamenta esta decisión en el Estado Social de Derecho, del cual deriva un
derecho fundamental al mínimo vital que el Estado debe garantizar cuando esta en
capacidad de hacerlo”7. Para Diego López, en la segunda sentencia, se “denuncia
este estado de cosas y trata de redefinir y sistematizar la justiciabilidad del derecho a
la salud. Con esta sentencia la Corte en pleno abandona la indisciplinada e
impredecible jurisprudencia de la equidad y opta ahora por tecnificar la línea
jurisprudencial, ocasionando así una sustancial restricción del derecho a la salud. La
jurisprudencia de la equidad se había basado sobre una lectura amplia de la
conexidad de la salud con la vida, la integridad personal y la vida humana. Bajo esta
lectura, el criterio de conexidad ofrecía un amplio puente para la fundamentalización
de reclamos de salud. En la SU-111, este criterio de conexidad es visto como
demasiado amplio y, además, anti-técnico. Las premisas de la nueva posición son
claras: la salud es ciertamente un derecho fundamental por conexidad, pero no con
las nociones abiertas e imprecisas de vida, integridad personal o dignidad humana
sino con el criterio, más exigente, de mínimo vital. El nuevo criterio8 es una forma de
cerrar la fundamentalización indiscriminada de costosos reclamos de salud y
reducirla a casos donde la pretensión es absolutamente imprescindible para la
conservación de la vida”9. Contrario a esta interpretación esta Rodolfo Arango,
quien considera que la justiciabilidad de los derechos sociales fundamentales aún es
posible. Para Arango la noción de mínimo vital liga, de manera todavía vigorosa, la
idea de subsistencia (por debilidades de salud o de dinero) con la noción de
fundamentalidad tutelable. En este contexto, y siguiendo el libro base se estudiarán
cinco temas donde este derecho al MV ha estado involucrado, que son: pensiones,
salarios y prestaciones sociales, salud, mujeres embarazadas y personas en estados de
grave indefensión. === 1. PENSIONES === La mayor parte de las sentencias de MV
son sentencias “en casos de incumplimiento en el pago de pensiones, sea por mora en
el pago, o por demora en su asignación”10. La regla general que aplica la Corte es:
“El derecho a la seguridad social es fundamental en el caso de las personas que
presenten alguna circunstancia de debilidad manifiesta, en razón de su conexidad
con el derecho fundamental al mínimo vital y, por tanto, su vulneración puede ser
conocida a través de la acción de tutela”11. Esta afectación al mínimo vital se
presume cuando el accionante pertenece a la tercera edad o esta incapacitado para
trabajar (invalido). La presunción se desvirtúa cuando se prueba que tiene otra
fuente de ingresos. La carga de probar que existe otra fuente de ingresos corresponde
al demandado. Sin embargo, cuando el accionante no es de la tercera edad o no está
inválido, debe entonces probar que se afecto su mínimo vital por la falta de pago de
pensión.12 En el primer escenario donde existe mora en el pago de mesadas
pensiónales por jubilación o vejez, la primera subregla aplicable es: Procede la tutela
por mora en el pago de mesadas pensiónales cuando el demandante es de la tercera
edad, ya que se presume de hecho la vulneración del mínimo vital cuando no se paga
la pensión. Inversamente, la otra subregla aplicable es: “no es procedente la tutela
por no pago de pensiones de personas que no son de la tercera edad a menos que se
viole su mínimo vital”13. Otra subregla aplicable en este escenario esta formulada
así: “procede la tutela por mora en el pago de pensiones de personas que no son de la
tercera edad cuando queda comprobado que no tienen otros medios de subsistencia o
que están en situaciones de vulnerabilidad donde la mora pone en peligro su mínimo
vital”. En los casos donde no se sabe de dónde saldrán los recursos para pagar dichas
pensiones en mora la Corte ha sido especialmente celosa. En estos casos la Corte ha
insistido en que deben pagar, de manera que ordena la prelación de los créditos de los
accionantes, la creación de las partidas presupuéstales, o en algunos casos la
asistencia del gobierno nacional o departamental14. Ha planteado una subregla de la
cual pueden inducirse otras. La subreglas general señala que: “si los pensionados
cotizaron sus pensiones, la falta de disponibilidad de recursos no exime a la entidad
del pago de la misma”. De esta subreglas se pueden derivar las siguientes: 1). “no se
puede afectar el pago de pensiones por estar la empresa en huelga”, 2). “No se puede
afectar el pago de las pensiones por estar en concordato preventivo obligatorio. En tal
caso, prevalecen los créditos laborales de los pensionados (que hayan cumplido la
tercera edad o que estén incapacitados para trabajar)”15. En el segundo escenario
donde existe mora en el pago de pensión de invalidez es similar al primer escenario.
La subregla desarrollada dice así: “cuando hay mora en el pago de la pensión de
invalidez y ello pone en peligro el derecho al mínimo vital, se concede la tutela”16. En
el tercer escenario, donde lo que se busca es la protección constitucional al
reconocimiento de pensión la Corte ha dicho: “En principio, el reconocimiento de la
pensión no procede por tutela, salvo si hay una afectación del mínimo vital”17.
Además, para la Corte, tampoco se puede negar la pensión de incapacidad por no
haberse informado de una enfermedad previa. Por el contrario, para dejar de prestar el
servicio la EPS debe acudir a la justicia ordinaria y demostrar la veracidad del hecho.
Es decir: “la EPS no puede negar unilateralmente el pago de incapacidad laboral
permanente que constituye el mínimo vital de una persona aduciendo que no informo
de una enfermedad previa”18. El cuarto escenario en este tema de las pensiones esta
constituido por la reliquidación pensional. De forma consistente, la Corte deniega la
tutela cuando se pide el reajuste o reliquidación por considerar que no hay una
afectación del mínimo vital. La subregla aplicables es: “Solo procede la tutela por
solicitud de reajuste o reliquidación de pensión cuando se afecta el mínimo vital”19.
=== 2. SALARIOS Y PRESTACIONES === Los escenarios presentes en este tema
incluyen la mora en el pago de salarios y prestaciones y la negativa de pago de
cesantías parciales. Según la Corte, “no obstante que la jurisprudencia de la Corte ha
señalado la improcedencia de la tutela en asuntos laborales, ha admitido su
procedencia excepcional, en situaciones en las que el mínimo vital esta
comprometido”20. La subregla aplicada por la Corte establece que: “si existe mora en
el pago del salario adeudado a un trabajador y el salario constituye su único medio de
subsistencia, entonces se viola su derecho fundamental al mínimo vital”21. El
trabajador no tiene que probar que el salario adeudado es su única fuente de ingreso;
la afectación del mínimo vital se presume cuando la mora se prolonga en el tiempo. Es
el demandado quien tiene la carga de la prueba. Otra subregla que se puede extraer es
la siguiente: “se concede la tutela cuando hay mora en el pago del salario y este es la
única fuente de ingreso familiar o del trabajador”22, además, “la tutela prospera
porque la falta de pago del salario llegó a afectar el mínimo vital de los trabajadores y
sus familias, en particular a los niños”_23. En cuanto al pago de prestaciones la Corte
ha sido más restrictiva: “El no pago de vacaciones y de la prima de vacaciones no
vulnera el mínimo vital, por lo que la tutela no procede para el cobro de estas
acreencias laborales”24. Es decir, “en principio no se conceden las cesantías parciales
por tutela, salvo que se vea afectado el mínimo vital por el no pago de las mismas”25.
=== 3. SALUD === La Corte ha establecido que la concesión del derecho a la salud
no puede hacerse por fuera de los marcos legales y contractuales establecidos para las
E.P.S.’s. Por ello, “entonces, las pretensiones de salud deben ser estudiadas con
referencia a las normas sub-constitucionales que regulan la materia. Así, una persona
usualmente debe mostrar algún incumplimiento grave de un derecho legal o
contractual ya existente a la salud para que la Corte le tutele ese derecho. El mínimo
vital-salud se convierte así en la protección constitucional de pretensiones urgentes de
salud cuando es posible demostrar, de alguna manera, el incumplimiento parcial o total
de al menos la apariencia de un derecho subjetivo nacido bajo la reglamentación sub-
constitucional (legal o contractual). En ese sentido, la noción de mínimo vital-salud
sirve fundamentalmente como un proceso ejecutivo en salud (y no uno declarativo), en
donde la morosidad o inexacto cumplimiento de la EPS genera un riesgo inminente
para la vida del reclamante. Este nuevo esquema, además, sirve para fortalecer los
valores del control democrático y la predictibilidad financiera en el sistema”26: la
salud es ciertamente un derecho, pero uno que depende de la reglamentación que se le
dé en los escenarios de la democracia representativa y de la consensualidad
contractual entre EPS y usuario27. La expresión del derecho a la salud como un
reclamo dependiente de la ley o del contrato “puede ser interpretado como un retroceso
en la atención solidarista de las necesidades de los desposeídos. Pero esta conclusión,
sin embargo, es apresurada porque la Corte encontró un pequeño nicho dentro del
nuevo balance constitucional para expresar las preocupaciones solidaristas del Estado
Social de Derecho.28 Fue precisamente en esa masa de normas legales de salud que la
Corte Constitucional encontró que todavía continuaba existiendo algún tipo de
protección elemental para personas absoluta o parcialmente desposeídas. Así,
cumpliendo con el requisito de la existencia de una relación legal o contractual previa,
la Corte encontró que la ley consagraba, de una parte, el nivel mínimo popular de
cubrimiento en salud, el POS, y por el otro, el llamado “régimen subsidiado” de salud.
Estos dos conceptos del sistema de salud, cuya clientela fundamental son los
colombianos más desprotegidos y que constituyen el nivel básico de protección, le
dieron oportunidad a la Corte para continuar trabajando la idea de fundamentalidad
de la salud para los desposeídos, cargando al Fondo de Solidaridad y Garantías
(FOSYGA) (y así neutralizando la resistencia financiera de las E.P.S.’s privadas) los
costos de sus declaraciones protectoras. Esta obligación constitucional de las E.P.S.’s,
respaldadas por el FOSYGA, ha sido básicamente dirigida a ofrecer, en algunos casos,
protección médica a quienes no la tienen (SU-225/98), o a expandir la farmacopea y
los tratamientos ofrecidos por el Plan Obligatorio de Salud (quizá demasiado tacaño
en su concepción legal y en su administración por parte de las E.P.S.’s) a una idea un
tanto más ampliada de qué medicinas y qué tratamientos puede exigir un derecho-
habiente del común a su E.P.S. (SU-480/97, T-409/00, T-933/00)”29. La Corte ha
determinado que procede la tutela cuando se pone en peligro la vida o la integridad
física de una persona al no otorgarle un tratamiento o medicamento necesario porque
no esta en el POS (Plan Obligatorio de Salud). Para proteger este derecho ha sido la
Corte mucho más técnica y ha desarrollado un subregla mucho más compleja que se
parece mas a un test de procedibilidad de la tutela en casos de salud. La subregla
desarrollada es: “si (1) la falta de medicamento o tratamiento excluido por la
reglamentación legal o administrativa, amenaza los derechos constitucionales
fundamentales a la vida o a la integridad personal del interesado, y (2) el sustituto del
medicamento o tratamiento no obtiene el mismo nivel de efectividad necesario para
proteger el mínimo vital del paciente que si obtiene otro medicamento o tratamiento
excluido del plan de salud, y (3) el paciente realmente no puede sufragar el costo del
medicamento o tratamiento requerido, y (4) no puede acceder a el por ningún otro
sistema o plan de salud, y (5) el medicamento o tratamiento ha sido prescrito por un
medico adscrito a la EPS a la cual se halle afiliado el demandante, entonces el
medicamento o tratamiento requerido debe ser suministrado al interesado para impedir
la vulneración de sus derechos fundamentales a la vida y a la integridad personal”30.
=== 4. MUJERES EMBARAZADAS === Según Uprimny, la nueva carta estableció
mecanismos judiciales destinados a conferir una eficacia específica a los derechos
constitucionales en la vida cotidiana de los colombianos. La acción de tutela ha
acercado la constitución al común de las personas al dotarlas de un instrumento ágil
para la protección de sus derechos reconocidos en el nuevo texto. Así, gracias a la
tutela los derechos fundamentales han penetrado con fuerza en las relaciones capital-
trabajo, por ejemplo, su presencia limita el ejercicio del ius variandi del empleador,
esto es, la facultad que tiene el patrono de alterar las condiciones de trabajo en cuanto
al modo, lugar, cantidad o tiempo del mismo31. La CC en sucesivas sentencias ha
amparado los derechos al trabajo, a la igualdad y a la asociación sindical vulnerados
por el trato discriminatorio ejercido por los patronos contra los trabajadores
sindicalizados, bien mediante el aumento de salario exclusivamente a los trabajadores
no sindicalizados#_|32]]. (ST-230/94, ST-079/95, ST-143/95, ST-326/94)33. El sector
laboral ha experimentado importantes transformaciones jurídicas en la última década.
De un lado, y en consonancia con las estrategias de reestructuración neoliberal de la
economía colombiana como resultado de los procesos de globalización, varias
reformas normativas han tendido a flexibilizar la contratación y gestión de la fuerza de
trabajo (Ley 50 1990). Según los críticos de este proceso, el núcleo protector del
derecho laboral prácticamente ha desaparecido. Sin embargo, de otro lado, la
constitución de 1991 tendió a constitucionalizar muchos principios protectores del
derecho laboral clásico que eran precisamente negados por la legislación ordinaria.
Según esto, una ofensiva legal contra las reglas protectoras del derecho laboral clásico
ser ha acompañado de una importante constitucionalizacion de las principales
garantías laborales34. Por ejemplo, la sentencia T-015/95 fijo jurisprudencia acerca de
la relación secuestro y trabajo. En esa ocasión la Corte Constitucional expreso: “no se
puede olvidar que el secuestro de una persona no esta contemplado como causal legal
de terminación o suspensión de la relación laboral y más bien, los principios
enunciados que se fundan en la equidad y en los criterios del equilibrio social imponen
la obligación de pagar el salario a quien victima de una desaparición forzada que por
obra de terceras personas, se ve imposibilitado para prestar el servicio, queda en
estado de indefensión”35. Para algunos sindicalistas como Eduardo Garzón, la CC ha
cambiado la cultura política de los sindicatos a través de la acción de tutela. Antes de
la Constitución de 1991, la estrategia legal de los sindicatos se limitaba a la defensa de
sus derechos a través de la negociación de las convenciones colectivas de trabajo. Con
el deterioro creciente de la legislación laboral debido a las políticas neoliberales de
contratación y despido, esta estrategia quedó reducida a su mínima expresión. La
defensa jurídica tomó fuerza en este contexto fundamentalmente a través del uso de la
tutela36. En este tema existen dos escenarios relevantes. Por un lado, el no pago de la
licencia de maternidad; y por otro, el despido de mujeres embarazadas. En cuanto al
primer escenario la subregla desarrollada prescribe que: “si no hay pago de la licencia
de maternidad y se ve afectado el mínimo vital debe concederse la tutela durante el
periodo de descanso de maternidad a menos que no se tenga otro ingreso”37. En
cuanto al segundo escenario la subregla es: “es nulo todo despido injustificado de
mujer embarazada y por lo tanto de pie para un reintegro de la trabajadora”38. Otra
subregla presente en este escenario dice que: “procede la tutela para proteger a una
mujer despedida por estar embarazada sin justificación y el despido amenaza el
mínimo vital de la actora o que la arbitrariedad resulta evidente y el daño que apareja
es devastador39”. Para proceder a proteger a la mujer embarazada, la Corte aplica un
test similar al del tema de salud, que surge de la legislación laboral y que también es
subregla según la cual: “Los elementos fácticos que deben quedar demostrados para
que proceda el amparo transitorio del derecho a la estabilidad laboral reforzada son
los siguientes: (1) que el despido o la desvinculación se ocasiono durante el embarazo
o dentro de los tres meses siguientes al parto; (2) que la desvinculación se produjo sin
los requisitos legales pertinentes para cada caso; (3) que el empleador conocía o debía
conocer el estado de embarazo de la empleada o trabajadora; (4) que el despido
amenaza el mínimo vital de la actora o que la arbitrariedad resulta evidente y el daño
que apareja es devastador”. === 5. GRAVES ESTADOS DE INDEFENSION ===
Existen tres claros escenarios sobre este tema, a saber: las cárceles y las condiciones
de vida de los presos, la situación del secuestrado y los sindicatos. Sin embargo, en el
único escenario donde se puede decir que existen subreglas consolidadas es el
carcelario. En cuanto a la situación carcelaria la subregla es la siguiente: “si la
administración carcelaria (el Estado) no satisface el mínimo vital de las personas
recluidas en las cárceles se vulneran sus derechos fundamentales. El Estado debe
garantizar a los presos las condiciones mínimas de subsistencia requeridas, entre las
cuales se incluye la debida alimentación con las características mínimas de higiene,
valor nutricional, calidad y cantidad que permitan una sana y completa
alimentación”40

Sentencia No. T-422/92


La equiparación del principio de igualdad con la interdicción de la
arbitrariedad supone necesariamente un problema procesal
respecto de quién tiene la carga de la prueba sobre la razonabilidad
o no de una diferenciación. Si la desigualdad aducida resulta de una
distinción hecha por el legislador y cuya validez se niega, la carga
de probar la razonabilidad de la diferencia incumbe a quien defiende
la ley; por su parte, quién impugna una ley por considerar que
desatiende diferencias significativas, debe aportar las razones por
las que debió atribuirse relevancia jurídica a tales diferencias.
Sentencia No. T-427/92

La especial protección de ciertos grupos y personas por parte del


Estado tiene como consecuencia la inversión de la carga de la
prueba cuando la constitucionalidad de una medida administrativa
sea cuestionada por afectar los derechos fundamentales de la
persona directamente perjudicada. En dicho evento, es a la
administración a quien corresponde demostrar porqué la
circunstancia o condición de desventaja de la persona protegida por
el Estado no ha sido desconocida como consecuencia de su
decisión.
Sentencia No. T-050/93
El principio de oro de derecho procesal de la carga de la prueba,
contemplado en el artículo 177 del C. de P.C. conserva toda su
vigencia, es decir, que corresponde a quien pretenda desvirtuar una
afirmación y amparar su derecho en una norma que lo subsuma
(derecho a la rectificación en el evento subexamine), presentar las
probanzas que enerven tal aseveración.
Sentencia No. T-326/95

Los actos discriminatorios suelen ser de difícil prueba. De ahí que sea
apropiado que la carga de probar la inexistencia de discriminación
recaiga en cabeza de la autoridad que expide o aplica una
disposición jurídica, no así en quien alega la violación a su derecho a
la igualdad, especialmente cuando la clasificación que se hace de
una persona es sospechosa por tener relación con los elementos
expresamente señalados como discriminatorios a la luz del derecho
constitucional" (Sentencia No. T-098 de 1994. M.P. Dr. Eduardo
Cifuentes Muñoz).

Sentencia T-601/06

En concreto, la Corte señaló que cuando en un proceso de restitución se le


ha presentado al juez una prueba relevante que haga surgir una duda grave
sobre la existencia del contrato de arrendamiento y de la deuda por
concepto de mensualidades en mora, tal duda afecta los presupuestos de
aplicación de la norma que exige al arrendatario probar que se han
cancelado los cánones que se denuncian en mora, de tal modo que si el
juez, sin sopesar ese elemento de convicción, aplica la norma, puede
incurrir en grave violación de los derechos constitucionales del
demandado. De acuerdo con la doctrina constitucional vertida en esa
sentencia, la violación de los derechos fundamentales del demandado se
materializa, cuando existiendo grave duda sobre los presupuestos de
aplicación de la norma que establece la aludida carga procesal, la misma
es aplicada y de ello resulta un gravamen desproporcionado para el
demandado, gravamen que consistiría en la necesidad de acreditar el pago
de lo que de acuerdo con el demandante estaría debiendo, como requisito
previo para que la prueba relativa a la inexistencia del contrato sea tenida
en cuenta. “Es decir, el derecho de acceso a la justicia se condiciona al
pago de una relevante suma de dinero, a pesar de obrar en poder del juez
una prueba grave relativa a la inexistencia de tal deuda y de la causa
jurídica de la misma, esto es el contrato de arriendo.”1

Sentencia T-765/98

"Para esta Corte es de meridiana claridad que la exigencia


hecha al demandado de presentar una prueba que
solamente él puede aportar con el fin de dar continuidad y
eficacia al proceso, en nada desconoce el núcleo esencial
de su derecho al debido proceso, pudiendo éste
fácilmente cumplir con la carga respectiva para de esa
forma poder hacer efectivos sus derechos a ser oído,
presentar y controvertir pruebas. La inversión de la carga
de la prueba, cuando se trata de la causal de no pago del
arrendamiento, no implica la negación de los derechos del
1 Ibid.
demandado. Este podrá ser oído y actuar eficazmente en
el proceso, en el momento que cumpla con los requisitos
legales, objetivos y razonables, que permiten conciliar los
derechos subjetivos de las partes con la finalidad última
del derecho procesal: permitir la resolución oportuna, en
condiciones de igualdad, de los conflictos que se
presentan en la sociedad. Le asiste en este sentido razón
al señor Procurador General de la Nación cuando sostiene
que el demandado será oído en cualquier etapa del
proceso si consigna los cánones adeudados.

Sentencia T-063/06
Con relación a la nombrada presunción, la Corte ha señalado que es de
naturaleza legal, de manera que puede ser desvirtuada por el empleador con la
demostración del hecho contrario al presumido, esto es, probando que el
servicio personal del trabajador no se prestó con el ánimo de que le fuera
retribuido, o en cumplimiento de una obligación que le impusiera dependencia
o subordinación sin que para ese efecto probatorio sea suficiente la sola
exhibición del contrato correspondiente. En consecuencia, al empleador se le
traslada la carga de la prueba, caso en el cual el juez con fundamento en el
principio constitucional de la primacía de la realidad sobre las formalidades
establecidas por los sujetos de las relaciones laborales (art. 53 CP.), tendrá
que examinar el “conjunto de los hechos, por los diferentes medios probatorios,
para verificar que ello es así y que, en consecuencia, queda desvirtuada la
presunción

Sentencia T-162/05
Esta Corporación ha encontrado que no resulta contrario a la Constitución
Política el que la ley procesal imponga una carga probatoria a los demandados
en proceso de restitución de inmueble arrendado, carga sin cuyo cumplimiento
no pueden ser oídos en el juicio, y que cosiste en acreditar el pago de los
canones de arrendamiento, cuando el demandante alega como causal de
restitución la mora en el pago de los mismos, o de los servicios cosas o usos
conexos que haya asumido la obligación de pagar, cuando la causal alegada
en la demanda es la falta de pago de estos conceptos

4.4 Así pues, esta Corporación ha encontrado que no resulta contrario a la Constitución Política el
que la ley procesal imponga una carga probatoria a los demandados en proceso de restitución de
inmueble arrendado, carga sin cuyo cumplimiento no pueden ser oídos en el juicio, y que cosiste en
acreditar el pago de los canones de arrendamiento, cuando el demandante alega como causal de
restitución la mora en el pago de los mismos, o de los servicios cosas o usos conexos que haya
asumido la obligación de pagar, cuando la causal alegada en la demanda es la falta de pago de
estos conceptos.
Se pregunta entonces la Sala si esta circunstancia hace en todos los procesos de restitución de
inmueble arrendado en los que el demandante alegue una de estas dos causales debe exigirse
irrestrictamente esta carga procesal al demandado. Al respecto encuentra que la respuesta es
positiva, y que la solución legal consagrada en las normas procesales civiles, que busca dar
proyección normativa al principio de eficiencia que debe presidir la administración de justicia, no
sólo persigue la protección de los arrendadores, sino que tiene un soporte lógico en claros
principios de derecho probatorio acuñados de vieja data, que fueron explicados en la Sentencia C-
070 de 19932, arriba comentada. En efecto, al respecto se dijo en aquella ocasión lo siguiente:

“Luego de una prolongada evolución, las reglas de la


carga de la prueba en materia civil han decantado hasta el
punto que es posible resumir su doctrina en tres principios
jurídicos fundamentales: "onus probandi incumbit actori", al
demandante le corresponde probar los hechos en que
funda su acción; "reus, in excipiendo, fit actor", el
demandado, cuando excepciona, funge de actor y debe
probar los hechos en que funda su defensa; y, "actore non
probante, reus absolvitur", según el cual el demandado
debe ser absuelto de los cargos si el demandante no logra
probar los hechos fundamento de su acción.

“Las reglas generales de la carga de la prueba admiten


excepciones si se trata de hechos indefinidos o si el hecho
objeto de prueba está respaldado por presunciones
legales o de derecho.

“En el primer evento, se trata de aquellos hechos que por


su carácter fáctico ilimitado hacen imposible su prueba
para la parte que los aduce. Las negaciones o
afirmaciones indefinidas no envuelven proposiciones que
puedan ser determinadas por circunstancias de tiempo,
modo o lugar. La imposibilidad lógica de probar un evento
o suceso indefinido - bien sea positivo o negativo - radica
en que no habría límites a la materia o tema a demostrar.
Ello no sucede cuando se trata de negaciones que
implican una o varias afirmaciones contrarias, de cuya
probanza no está eximida la parte que las aduce. A este
respecto establece el inciso 2 del artículo 177 del C.P.C.:

2 M.P Eduardo Cifuentes Muñoz


"Los hechos notorios y las afirmaciones o negaciones
indefinidas no requieren prueba".

“Las excepciones al principio general de "quien alega,


prueba", obedecen corrientemente a circunstancias
prácticas que hacen más fácil para una de las partes
demostrar la verdad o falsedad de ciertos hechos. En
estos casos, el traslado o la inversión de la carga de
prueba hace que el adversario de la parte favorecida con
la presunción o que funda su pretensión en hechos
indefinidos es quien debe desvirtuarlos. En uno y otro
evento el reparto de las cargas probatorias obedece a
factores razonables, bien por tratarse de una necesidad
lógica o por expresa voluntad del legislador, para agilizar o
hacer más efectivo el trámite de los procesos o la
protección de los derechos subjetivos de la persona.

“La exigencia impuesta por el legislador al arrendatario


demandado responde a las reglas generales que regulan
la distribución de la carga de la prueba, se muestra
razonable con respecto a los fines buscados por el
legislador y no es contraria a las garantías judiciales del
debido proceso consagradas en la Constitución y los
tratados internacionales que guían la interpretación de los
derechos fundamentales.”

Sentencia T-1082/07

El desplazamiento de la carga probatoria hacia el


demandado cuando la causal es la falta de pago del canon
de arrendamiento es razonable atendida la finalidad buscada
por el legislador. En efecto, la norma acusada impone un
requisito a una de las partes para darle celeridad y eficacia
al proceso, el cual es de fácil cumplimiento para el obligado
de conformidad con la costumbre y la razón práctica. Según
la costumbre más extendida, el arrendatario al realizar el
pago del canon de arrendamiento exige del arrendador el
recibo correspondiente. Esto responde a la necesidad
práctica de contar con pruebas que le permitan demostrar en
caso de duda o conflicto el cumplimiento de sus
obligaciones.

(…)

Para esta Corte es de meridiana claridad que la exigencia


hecha al demandado de presentar una prueba que
solamente él puede aportar con el fin de dar continuidad y
eficacia al proceso, en nada desconoce el núcleo esencial
de su derecho al debido proceso, pudiendo éste fácilmente
cumplir con la carga respectiva para de esa forma poder
hacer efectivos sus derechos a ser oído, presentar y
controvertir pruebas. La inversión de la carga de la prueba,
cuando se trata de la causal de no pago del arrendamiento,
no implica la negación de los derechos del demandado. Este
podrá ser oído y actuar eficazmente en el proceso, en el
momento que cumpla con los requisitos legales, objetivos y
razonables, que permiten conciliar los derechos subjetivos
de las partes con la finalidad última del derecho procesal:
permitir la resolución oportuna, en condiciones de igualdad,
de los conflictos que se presentan en la sociedad. Le asiste
en este sentido razón al señor Procurador General de la
Nación cuando sostiene que el demandado será oído en
cualquier etapa del proceso si consigna los cánones
adeudados.

Lo anterior permite deducir que la aplicación de la regla que


establece la carga procesal en cabeza de los demandados
presupone de entrada la verificación de la existencia real del
contrato de arrendamiento, prueba que se torna fundamental
para otorgar las consecuencias jurídicas que contiene la
norma que se pretende aplicar, esto es, limitar el derecho de
defensa del demandado hasta tanto no cumpla con las
cargas establecidas en la respectiva disposición
Así mismo, se expreso que en este tipo de procesos “la violación de
los derechos fundamentales del demandado se materializa, cuando
existiendo grave duda sobre los presupuestos de aplicación de la
norma que establece la aludida carga procesal, la misma es
aplicada y de ello resulta un gravamen desproporcionado para el
demandado, gravamen que consistiría en la necesidad de acreditar
el pago de lo que de acuerdo con el demandante estaría debiendo,
como requisito previo para que la prueba relativa a la inexistencia
del contrato sea tenida en cuenta. Es decir, el derecho de acceso a
la justicia se condiciona al pago de una relevante suma de dinero, a
pesar de obrar en poder del juez una prueba grave relativa a la
inexistencia de tal deuda y de la causa jurídica de la misma, esto es
el contrato de arriendo.”3

Sentencia T-326/06
Para esta Corte es de meridiana claridad que la exigencia hecha
al demandado de presentar una prueba que solamente él puede
aportar con el fin de dar continuidad y eficacia al proceso, en
nada desconoce el núcleo esencial de su derecho al debido
proceso, pudiendo éste fácilmente cumplir con la carga respectiva
para de esa forma poder hacer efectivos sus derechos a ser oído,
presentar y controvertir pruebas. La inversión de la carga de la
prueba, cuando se trata de la causal de no pago del
arrendamiento, no implica la negación de los derechos del
demandado. Este podrá ser oído y actuar eficazmente en el
proceso, en el momento que cumpla con los requisitos legales,
objetivos y razonables, que permiten conciliar los derechos
subjetivos de las partes con la finalidad última del derecho
procesal: permitir la resolución oportuna, en condiciones de
igualdad, de los conflictos que se presentan en la sociedad.”

La Corte Constitucional ha encontrado que no resulta contrario a la


Constitución Política, el que la ley procesal imponga algunas cargas
probatorias a los demandados en proceso de restitución de inmueble
arrendado, cargas sin cuyo cumplimiento no pueden ser oídos en el juicio. Se
ha consierado además que como regla general, en todos los procesos de
restitución de inmueble arrendado en los que el demandante alegue una mora
3 Ver sentencia T-601 de 2006 que a su vez remite a la sentencia T- 162 de 2005
en el pago de cánones, debe exigirse la carga procesal al arrendatario
demandado, consistente en acreditar su satisfacción.

“Luego de una prolongada evolución, las reglas de la carga


de la prueba en materia civil han decantado hasta el punto
que es posible resumir su doctrina en tres principios
jurídicos fundamentales: "onus probandi incumbit actori", al
demandante le corresponde probar los hechos en que
funda su acción; "reus, in excipiendo, fit actor", el
demandado, cuando excepciona, funge de actor y debe
probar los hechos en que funda su defensa; y, "actore non
probante, reus absolvitur", según el cual el demandado
debe ser absuelto de los cargos si el demandante no logra
probar los hechos fundamento de su acción.

“...

“Las reglas generales de la carga de la prueba admiten


excepciones si se trata de hechos indefinidos o si el hecho
objeto de prueba está respaldado por presunciones legales
o de derecho.

“En el primer evento, se trata de aquellos hechos que por


su carácter fáctico ilimitado hacen imposible su prueba para
la parte que los aduce. Las negaciones o afirmaciones
indefinidas no envuelven proposiciones que puedan ser
determinadas por circunstancias de tiempo, modo o lugar.
La imposibilidad lógica de probar un evento o suceso
indefinido - bien sea positivo o negativo - radica en que no
habría límites a la materia o tema a demostrar. Ello no
sucede cuando se trata de negaciones que implican una o
varias afirmaciones contrarias, de cuya probanza no está
eximida la parte que las aduce. A este respecto establece el
inciso 2 del artículo 177 del C.P.C.: "Los hechos notorios y
las afirmaciones o negaciones indefinidas no requieren
prueba".

“Las excepciones al principio general de "quien alega,


prueba", obedecen corrientemente a circunstancias
prácticas que hacen más fácil para una de las partes
demostrar la verdad o falsedad de ciertos hechos. En estos
casos, el traslado o la inversión de la carga de prueba hace
que el adversario de la parte favorecida con la presunción o
que funda su pretensión en hechos indefinidos es quien
debe desvirtuarlos. En uno y otro evento el reparto de las
cargas probatorias obedece a factores razonables, bien por
tratarse de una necesidad lógica o por expresa voluntad del
legislador, para agilizar o hacer más efectivo el trámite de
los procesos o la protección de los derechos subjetivos de
la persona.

“...

“La exigencia impuesta por el legislador al arrendatario


demandado responde a las reglas generales que regulan la
distribución de la carga de la prueba, se muestra razonable
con respecto a los fines buscados por el legislador y no es
contraria a las garantías judiciales del debido proceso
consagradas en la Constitución y los tratados
internacionales que guían la interpretación de los derechos
fundamentales.”

“Es decir, en el concreto y particular caso de autos, la


inaplicación de la norma que exige que para ser oído en juicio el
demandado debe probar que se han cancelado los cánones que
se denuncian en mora, no obedece a la inconstitucionalidad de
la disposición, sino a que se ha puesto en manos del juez una
prueba relevante que hacer surgir una duda grave sobre la
existencia del contrato de arriendo y de la deuda por concepto
de mensualidades en mora. Así pues la inaplicación de la
disposición obedece a tal grave duda respecto del presupuesto
fáctico de aplicación de la misma.”

), también es cierto que tal inversión de la carga de la prueba, en el caso en


que el demandante alega la mora en el pago del canon de arrendamiento,
presupone la demostración así sea sumaria de la existencia del contrato de
arrendamiento que daría lugar a la mora en los cánones. Por lo tanto,
existiendo estas dudas graves y serias sobre este punto, el supuesto práctico
de aplicación de la regla contenida en el numeral segundo del parágrafo
segundo del artículo 424 del C.P.C. queda en entre dicho.
Sentencia T-835/0

CARGA DE LA PRUEBA-Corresponde a quien alega la


vulneración o amenaza

Una vez el actor alegue los hechos y haya precisado el término


de comparación, le corresponde probarlos. No obstante, ello no
significa que la prueba para el amparo de los derechos
fundamentales y, específicamente, del derecho a la igualdad
debe provenir exclusivamente del actor, pues el juez puede
decretar la práctica oficiosa de pruebas. Sin embargo, tampoco
podría sostenerse que la potestad probatoria del juez invierte la
carga de demostración en el juicio de igualdad, pues la
oficiosidad de la prueba es un elemento de apoyo con que
cuenta el juez para esclarecer los hechos y averiguar la verdad
procesal, pero no puede convertirse en una carga imputable a
quien debe resolver imparcialmente un problema constitucional.
Por lo tanto, en principio, el funcionario judicial puede requerir
pruebas cuando existen dudas razonables derivadas de los
hechos y de las pruebas aportadas por las partes, pero la carga
probatoria de los supuestos fácticos sigue correspondiendo a quien
alega la vulneración o amenaza del derecho a la igualdad.

. Para responder a la anterior pregunta la Sala recuerda que, en


relación con la carga procesal, la doctrina internacional
especializada4 ha distinguido: la carga de alegación y la carga de
demostración o de la prueba; lo cual es perfectamente aplicable en
el juicio de igualdad. La primera, se refiere a la necesidad de
fundamentar o explicar los hechos que constituyen el presupuesto
de la pretensión, esto es, la descripción de la situación fáctica que
origina el trato diferente y, especialmente, la manifestación del
término de comparación con que el actor pretende se pronuncie el
juez, puesto que no es posible alegar la transgresión del derecho a

4 Al respecto, pueden consultarse las obras de Francesco Carnelutti “Sistema de Derecho


Procesal Civil”. Tomo I. Buenos Aires. 1944; de Leonardo Prieto-Castro y Ferrándiz “Tratado de
Derecho Procesal Civil”. Tomo I. Pamplona. 1985; Manuel Goged Miranda “Igualdad ante la Ley
y Carga Procesal” en “XI Jornadas de Estudio. El principio de igualdad en la Constitución
Española. Volumen II. Dirección General del Servicio Jurídico del Estado. Madrid. 1991.
Páginas 1803 y ss.
la igualdad sin aducir el tertium comparationis”. Por lo tanto, el
parámetro con que se analiza una situación fáctica, debe ser
alegado y aportado por quien pretende la protección, pues la carga
de argumentación corresponde al actor.

Por su parte, la carga de demostración se refiere a la necesidad de


probar la situación fáctica, puesto que “facta non praesummuntur,
sed probantur”. Así pues, los hechos que originan la diferencia o
aquella actuación idéntica que pretende se aplique no puede
suponerse sino que debe demostrarse. En este sentido, esta Sala
ha sostenido que “quien pretende la protección judicial de un
derecho fundamental debe demostrar los supuestos fácticos en
que se funda su pretensión, como quiera que es razonable
sostener que quien conoce la manera exacta como se presentan
los hechos y las consecuencias de los mismos, es quien padece
el daño o la amenaza de afectación” 5. De igual manera, en otro
pronunciamiento esta Corporación expresó:

"La acción de tutela cabe únicamente cuando existe el hecho


cierto, indiscutible y probado de una violación al derecho
fundamental alegado por quien la ejerce, o una amenaza contra
el mismo, fehaciente y concreta, cuya configuración también
debe acreditarse.

No puede el juez conceder la protección pedida basándose tan


solo en las afirmaciones del demandante. Por el contrario, si los
hechos alegados no se prueban de modo claro y convincente, su
deber es negarla, por cuanto, así planteadas las cosas, no tiene
lugar ni justificación”6

5 Sentencia T-864 de 1999. M.P. Alejandro Martínez Caballero.


6 Sentencia T-298 de 1993. M. P. José Gregorio Hernández Galindo.
Específicamente en el tema de igualdad, la Corte dijo que para que
“proceda la acción de tutela, como garantía del derecho a la
igualdad, se requiere que el actor, además de demostrar el trato
diferenciado, señale y acredite, por lo menos indiciariamente, las
razones por las cuales considera que se trata de una actuación
discriminatoria, vale decir de un trato diferenciado que no encuentra
justificación objetiva y razonable”7.

5. En síntesis, una vez el actor alegue los hechos y haya


precisado el término de comparación, le corresponde probarlos.
No obstante, ello no significa que la prueba para el amparo de los
derechos fundamentales y, específicamente, del derecho a la
igualdad debe provenir exclusivamente del actor, pues el juez
puede decretar la práctica oficiosa de pruebas(art. 179 del
Código de Procedimiento Civil y artículos 19, 21 y 32 del Decreto
2591 de 1991). Sin embargo, tampoco podría sostenerse que la
potestad probatoria del juez invierte la carga de demostración en
el juicio de igualdad, pues la oficiosidad de la prueba es un
elemento de apoyo con que cuenta el juez para esclarecer los
hechos y averiguar la verdad procesal, pero no puede convertirse
en una carga imputable a quien debe resolver imparcialmente un
problema constitucional. Por lo tanto, en principio, el funcionario
judicial puede requerir pruebas cuando existen dudas razonables
derivadas de los hechos y de las pruebas aportadas por las
partes, pero la carga probatoria de los supuestos fácticos sigue
correspondiendo a quien alega la vulneración o amenaza del
derecho a la igualdad.

6. Ahora bien, una vez alegada y probada la existencia de un


trato desigual para iguales o un trato igual para desiguales, la
carga probatoria se invierte, pues ahora corresponde probar la
razonabilidad y proporcionalidad del trato a quien lo otorga. En
efecto, un trato diferente sólo se convierte en discriminatorio
cuando aquel no obedece a causas objetivas y razonables que lo

7 Sentencia T-530 de 1995. M.P. Eduardo Cifuentes Muñoz.


justifiquen, mientras que el trato desigual es conforme a la Carta
cuando la razón de la diferencia se fundamenta en criterios
válidos constitucionalmente.

“En nuestra normatividad constitucional, esta apreciación sobre


la carga de la prueba tiene su asidero en el artículo 13 de la
C.P. que establece la igualdad y prohibe la discriminación,
sabio principio que es particularmente importante en el derecho
laboral, por eso en cualquier contrato de trabajo, sea escrito o
verbal va implícito el derecho fundamental que tienen todos los
trabajadores a recibir trato jurídico igual para condiciones
semejantes, salvo, como ya se dijo, que la diferenciación
busque un fin constitucionalmente lícito, tenga respaldo
razonable y esté objetivamente demostrado, en otras palabras:
que la distinción no se convierta en discriminación.

“En conclusión. Quienes tienen la carga de probar la


inexistencia de la desigualdad o la razonabilidad y objetividad
del trato diferente son los empleadores a quienes se les
imputa la violación al principio de igualdad. El afectado con el
real o presunto trato desigual sólo debe aportar el término de
comparación.” 8

Sentencia T-448/06
En jurisprudencia de esta Corte se ha dicho que la capacidad económica
es una negación indefinida que no requiere ser probada y que, por tanto,
invierte la carga de la prueba en el demandado, quien deberá, entonces,
probar en contrario. Lo anterior, en razón de la codificación procesal civil
colombiana que expresa que incumbe al actor probar el supuesto de
hecho que permite la consecuencia jurídica de la norma aplicable al caso,
excepto los hechos notorios y las afirmaciones o negaciones indefinidas,
las cuales no requieren prueba. Dicho esto, se puede concluir que al no
haber el demandado hecho ninguna alusión respecto de la situación
económica del accionante, la afirmación hecha por éste se tendrá por
cierta. Descrito lo anterior, se puede concluir que la decisión del Juez de
8 Sentencia T-079 de 1995. M.P. Alejandro Martínez Caballero
embargar la pensión del señor se hace aún más gravosa, pues con esta
imprevisión vulnera el derecho fundamental al mínimo vital del
demandante y de su familia.

Sentencia T-601/99

“En nuestra normatividad constitucional, esta apreciación sobre


la carga de la prueba tiene su asidero en el artículo 13 de la C.P.
que establece la igualdad y prohibe la discriminación, sabio
principio que es particularmente importante en el derecho laboral,
por eso en cualquier contrato de trabajo, sea escrito o verbal va
implícito el derecho fundamental que tienen todos los
trabajadores a recibir trato jurídico igual para condiciones
semejantes, salvo, como ya se dijo, que la diferenciación busque
un fin constitucionalmente lícito, tenga respaldo razonable y esté
objetivamente demostrado, en otras palabras: que la distinción
no se convierta en discriminación.

“En conclusión. Quienes tienen la carga de probar la


inexistencia de la desigualdad o la razonabilidad y
objetividad del trato diferente son los empleadores a
quienes se les imputa la violación al principio de igualdad. El
afectado con el real o presunto trato desigual sólo debe
aportar el término de comparación.” (Subraya y negrilla fuera
del texto original) (sentencia T-079 del 28 de febrero de 1995,
Magistrado Ponente Alejandro Martínez Caballero). 9

Sentencia T-739/04
DERECHO A LA SALUD-Falta de recursos para asumir costos de
transporte no fue acreditada/ACCION DE TUTELA-Carga de la prueba

9 En igual sentido ver la sentencia T-079 del 28 de febrero de 1995, Magistrado Ponente
Alejandro Martínez Caballero.
En las acciones de tutela acumuladas en el presente trámite, si bien resulta claro que
el tratamiento de hemodiálisis es necesario para la conservación de la vida y la
integridad física de los pacientes, la falta de recursos para asumir los costos del
transporte es un asunto que no fue debidamente acreditado, pues el único respaldo
probatorio de este hecho fue la simple afirmación por parte de los demandantes,
quienes no hicieron referencia alguna al monto de sus ingresos y los de los
pacientes, sus condiciones socio económicas, la composición de su patrimonio u
otro hecho indicador que permitiera sustentar debidamente la presunta ausencia de
recursos para asumir los costos propios del transporte a la ciudad de Santa Marta.
Sobre este particular, decisiones anteriores de la Corte han señalado que las
facultades que tiene el juez constitucional para decretar y practicar pruebas durante
el trámite de la acción de tutela no invierten la carga de las mismas, que en todos los
casos reposa en quien alega la amenaza o vulneración del derecho fundamental.

Sentencia T-006/00

Se estima imprescindible dejar en claro que la carga de la prueba al


respecto no corresponde al usuario sino a la entidad -en este caso
el Seguro Social-, que tiene, o debe tener, en sus archivos el récord
exacto de semanas cotizadas, por lo cual no le es permitido
supeditar la atención que requiere el enfermo -menos todavía
cuando es urgente e inaplazable- a la presentación por parte de él o
de su familia de las certificaciones correspondientes. La falta de
información de la propia EPS, su desorden interno, las deficiencias
en sus archivos, el desconocimiento de la situación de cada
afiliado, no son circunstancias que aquél deba soportar en su
contra, ni tampoco sus allegados, que puedan requerir -como en
esta oportunidad- con carácter urgente los cuidados médicos. Tales
eventos sólo demuestran el incumplimiento de las obligaciones a
cargo de la administración de la EPS y repercuten de manera grave
en la salud de los usuarios y en el cabal ejercicio de sus derechos
fundamentales.

Sentencia T-255/04

El tutelante nunca desvirtuó en forma fehaciente dentro del proceso


ordinario la presunción legal de contrato de trabajo con la
trabajadora demandante, por lo que mal haría en pretender ahora
en el curso de la acción de tutela que se declare la vía de hecho por
defecto fáctico que nunca existió, ya que las pruebas aportadas a la
actuación fueron valoradas en forma razonable por los jueces de
instancia llegando a la conclusión de las existencia de un contrato
de trabajo. Al respecto conviene recordar una vez más que para
desvirtuar esta presunción se ha debido acreditar en el curso del
proceso ordinario laboral los elementos de juicio suficientes que le
hubieran permitido a los falladores llegar a un convencimiento
diferente en torno a la relación de trabajo existente con la
trabajadora demandante. Pero como no lo hizo, no puede mediante
el trámite de la acción de tutela cuestionar los juicios de valor de los
jueces de instancia realizados conforme a las reglas de la sana
crítica, en virtud de los cuales se formaron de manera razonable el
convencimiento acerca de la existencia de una presunción de
contrato de trabajo entre las partes, la cual nunca fue desvirtuada
por el tutelante.

Sentencia T-362/04

Debido a la importancia del concepto “mínimo vital”, la Corte ha sido cuidadosa


en identificar los criterios con los cuales puede establecerse, en el caso
concreto, su afectación. En este sentido, en la sentencia T-148 de 2002 planteó
como hipótesis mínima para establecer la vulneración de esta garantía, el
hecho de que exista un incumplimiento indefinido o prolongado en el pago del
salario, que permitiría en ciertos casos , presumir la afectación al mínimo vital.
Así, esta Corporación ha dicho que se entiende por incumplimiento prolongado
o indefinido, aquel que se extiende por mas de dos meses, con excepción de
aquella remuneración equivalente a un salario mínimo. En tal sentido, mediante
sentencia T-725 de 2001 consideró que el incumplimiento prolongado genera
para el trabajador y su núcleo familiar una situación de indefensión, que hace
procedente la acción de tutela. Es necesario aclarar que la presunción que se
deriva del incumplimiento prolongado e indefinido del pago de salarios no es
absoluta. Aún cuando se compruebe la anterior hipótesis, no se entiende
afectado el mínimo vital, cuando se demuestre que la persona posee otros
ingresos o recursos con los cuales pueda atender sus necesidades primarias
vitales y las de su familia. No obstante, si bien la persona interesada debe
demostrar que el no pago de las acreencias laborales compromete su mínimo
vital, la carga de probar que el afectado cuenta con otras retribuciones
económicas recae sobre el demandado o el juez.

Sentencia T-741/04
La regla general en materia de pruebas en los procesos de tutela consiste en
que quien alega la vulneración de un determinado derecho fundamental debe
probar los hechos que sustentan su acusación en la medida en que ello le sea
posible; por tal razón, en cierto tipo de casos, en los cuales quien alega la
violación de su derecho se encuentra en posición de debilidad o subordinación
frente a la persona o autoridad de quien proviene la violación, se ha dado un
alcance distinto a dicho deber probatorio, distribuyendo la carga de la prueba
en favor de la parte menos fuerte en la relación, de forma tal que ésta
únicamente se vea obligada a demostrar –con pruebas adicionales a su
declaración consistente y de buena fe-aquellos hechos que esté en la
posibilidad material de probar, correspondiéndole a la otra parte la prueba de
las circunstancias que alegue en su favor para desvirtuar lo alegado en su
contra. Así ha sucedido, por ejemplo, en múltiples casos relacionados con
discriminación en el ámbito laboral. La justificación de esta distribución de la
carga de la prueba radica en la dificultad con la que cuenta la parte débil de
una determinada relación para acceder a los documentos y demás materiales
probatorios necesarios para acreditar que cierta situación le es desfavorable y
constituye un desconocimiento de sus derechos; es de elemental justicia que
sea la parte privilegiada y fuerte, por su fácil acceso a los materiales
probatorios en cuestión, quien deba asumir dicha carga procesal. Por eso, en
materia de tutela, la regla no es “el que alega prueba”, sino “el que puede
probar debe probar”, lo cual redistribuye la carga probatoria en beneficio de la
protección de los derechos.

SERVICIO MILITAR-Carga de la prueba cuando se presenta vulneración


de derechos fundamentales

Para la Sala, esta misma regla probatoria debe ser aplicada en los casos de
las personas que prestan servicio militar y que alegan la existencia de una
determinada vulneración de sus derechos fundamentales por parte de sus
superiores, en particular cuando se trata de afirmaciones relativas a tratos
crueles, inhumanos o degradantes. La situación de subordinación de estos
individuos frente a un aparato militar estructurado en forma jerárquica, hace
virtualmente imposible para la persona que presta servicio militar obligatorio
acceder a los materiales probatorios pertinentes. Después de que las
supuestas víctimas hayan presentado una versión consistente y plausible de
los hechos, aportando las pruebas que estén a su alcance, en estos casos, en
virtud de la distribución de la carga de la prueba propia de la tutela,
corresponde a los funcionarios superiores contra quienes se formula la
alegación de maltrato aportar ante el juez o funcionario de conocimiento todas
las pruebas necesarias para acreditar la legalidad de su proceder
Sentencia T-1132/04
Si bien es cierto que de la formación de la convicción por parte de la autoridad
pública en torno a los supuestos de hecho constitutivos del riesgo excepcional,
depende la intervención directa del Estado, no puede exigirse que la carga
probatoria en cabeza del amenazado sea excesiva y dispendiosa, pues se
haría nugatorio el deber de protección que le compete al Estado. Para efectos
de otorgar una protección especial, es suficiente que la entidad competente
cuente con un mínimo de elementos de juicio que demuestren la violación
potencial al derecho a la vida, para que surja su obligación de tomar las
medidas necesarias tendientes a evitar la vulneración del derecho
fundamental.
Sentencia T-1222/05
Cuando se trata de la interposición de una tutela contra una
decisión judicial, corresponde al actor una carga especial que no le
corresponde a quien por otras razones acude a este mecanismo de
protección de sus derechos fundamentales. En efecto, en estos
casos el actor debe señalar claramente los hechos en los cuales se
fundamenta su petición y los derechos fundamentales que
considera violados. Si no lo hace y la violación no aparece de
manera evidente o manifiesta, el juez queda relevado de estudiar
en detalle el expediente judicial y puede proceder a declarar la
improcedencia de la acción. Así mismo, cuando el actor reduce el
cargo a un tipo de violación – por ejemplo violación de la
Constitución por tratarse de una vía de hecho material – el juez,
salvo evidencia en otro sentido, puede contraer su estudio a dicho
cargo, sin que resulte necesario que verifique en detalle si no existe
en el expediente respectivo algún otro vicio o defecto que pueda
comprometer la decisión judicial.

Sentencia T-131/07

“Quien pretende la protección judicial de un derecho fundamental


debe demostrar los supuestos fácticos en que se funda su
pretensión, como quiera que es razonable sostener que quien
conoce la manera exacta como se presentan los hechos y las
consecuencias de los mismos, es quien padece el daño o la
amenaza de afectación”.
“el directo afectado debe demostrar la afectación de su mínimo
vital, señalando qué necesidades básicas están quedando
insatisfechas, para lograr la protección y garantía por vía de
tutela, pues de no ser así, derechos de mayor entidad, como la
vida y la dignidad humana se pueden ver afectados de manera
irreparable.

“En este punto, es necesario enfatizar el hecho de que, no basta


hacer una afirmación llana respecto de la afectación del mínimo
vital, sino que dicha aseveración debe venir acompañada de
pruebas fehacientes y contundentes de tal afectación, que le
permitan al juez de tutela tener la certeza de tal situación

“Al presumirse la buena fe, se invierte la carga de la prueba y,


por ende, son las autoridades las que deben probar
plenamente que la persona respectiva no tiene la calidad de
desplazado. Por lo tanto, es a quien desea contradecir la
afirmación a quien corresponde probar la no ocurrencia del
hecho. El no conocimiento de la ocurrencia del hecho por
autoridad gubernamental alguna no es prueba de su no
ocurrencia. Es apenas prueba de la inmanejable dimensión
del problema que hace que en muchas ocasiones las
entidades gubernamentales sean desconocedoras del mismo.
En muchas ocasiones las causas del desplazamiento son
silenciosas y casi imperceptibles para la persona que no está
siendo víctima de este delito. Frente a este tipo de situaciones
es inminente la necesidad de la presunción de buena fe si se
le pretende dar protección al desplazado.

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