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L’OFFICIEL ARTE

UNA CIERTA
MIRADA
Gaspar Libedinsky es un artista capaz de encontrar
en los textiles cualidades sorprendentes para sus
obras. Visita guiada.

Por FERNANDO GARCIA

A
hora vamos a ver Chernobyl…”, dice Gaspar
Libedinsky (Buenos Aires, 1976) y gira la llave
de la puerta de un edificio modernista cercano a
la cancha de River. Avanzamos sobre un gigante
dormido desde hace ocho años que supo ser un
gran laboratorio farmacéutico y ahora es una rui-
na industrial con una superficie descubierta donde
hasta creció maleza. En este lugar montó su ate-
lier este arquitecto recibido en Londres que formó parte del equipo del
estudio neoyorquino Diller Scofidio + Renfro, uno de los diseñadores
del High Line Park de Chelsea, el parque lineal montado en las alturas
de un ferrocarril abandonado. Libedinsky, todo de jean y gorra ver-
de, comenta que esa fue su última contribución como arquitecto y que
luego regresó a Buenos Aires decidido a ser artista. Eligió instalarse en
el barrio donde creció, muy distinto entonces, cuando la villa del Bajo
Belgrano estaba incrustada entre las casas bajas. El entraba y salía de la
villa y algo de eso tiene esta especie de edificio “tomado”, donde de la
planta baja al segundo piso hay una pila interminable de cajones de ver-
dulería. “Admiro la arquitectura villera. El diseño en la no posibilidad.
Hacer todo con nada”, asegura.
Nos sentamos en una mesa precaria, como de obra. Trae un bidón lleno
de agua para tomar y trata de acertar en los vasos. Esta es la nave central
de su estudio, cuyo material es el de un artista contemporáneo: la realidad
misma. Hay otra área que él llama “renacentista” (pues de aquí salieron
desde unas pantuflas para la tienda del museo Malba hasta un proyecto
trunco para escalar el Obelisco) y que podría pasar por un local de venta
al por mayor del barrio de Once. En lugar de buscar pigmentos fuera de
FOTO: FLAVIA CANELO.

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L’OFFICIEL ARTE

“Mi objetivo busca que materiales despreciados se vuelvan


deseables”. Gaspar Libedinsky

serie, Libedinsky se obsesiona con distintos tipos con esos trapos iba a hacer una escultura.
de franelas, repasadores, trapos de piso, cerdas. — ¿Para vos qué significaban?
“¿Querés llevarte uno de estos?”, pregunta y abre — Es el uniforme más minimalista de la historia.
una caja con escobillones. Se los envió un fabrican- Agitarlo y que eso alcance para que te identifiquen…
te para ver si quería utilizarlos en una obra, luego En otro ambiente de ese piso enorme, Libedins-
de su muestra a partir de la combinación de cerdas ky muestra una instalación que recorrió el mundo:
aprisionadas entre planchas de acrílico. “Mi objetivo “Míster Trapo”, una colección de doce unifor-
busca que materiales despreciados se vuelvan desea- mes diseñados a partir de distintos paños y luego
bles”, dice y obliga a pensar en una transformación confeccionados por un sastre maestro. “Si hubiera
de cuento de hadas, en la que algo tan rudimentario mandado a hacer mil de cada uno, sería diseño de
como el cepillo que quita la basura del piso pueda moda; pero al ser una pieza única se convierte en
ocupar el lugar de una creación de autor. Una suerte arte. Ese límite también me interesa”. De forma
de inversión surrealista, de operación duchampiana poética, asegura haber interpretado el deseo de sus
entre lo doméstico y lo extraordinario. texturas: la franela que quería ser cárdigan; el rejilla
A Libedinsky no le gusta bailar la danza de que soñó ser un conjunto vintage de tenis. Y así.
los siete velos con sus obras. Lo que se ve es. “Míster Trapo” se presentó primero en la ga-
“Vitraux” (2011), por ejemplo, es un tapiz de lería Praxis, que lo representa, y luego en París,
2.5 x 5 metros hecho a partir de 64 trapos re- Milán, Nueva York y Madrid. De hecho, el ar-
colectados en arduas negociaciones con “trapi- tista intervino la vidriera de las Galerías Lafaye-
tos” (cuidacoches sin lugar en el sistema formal tte con diseños de uniformes de trabajo hechos
de trabajo). Durante ocho meses, cada vez que con paños amarillos. En su estudio esos modelos
alguien lo abordaba agitando uno de estos para exclusivos están cubiertos por fundas de Pierre
estacionar su auto, él ofrecía comprárselo. Cardin que le llegaron, casi por casualidad, luego
—¿Qué les decías? del cierre del primer local de la marca en Buenos
FOTO: JEANNETTE MAY.

—Que les pagaba el valor de mercado. Algunos Aires. Como si fueran objetos de lujo, carísimos.
se negaban porque era su elemento de trabajo, Quizás lo sean, a causa del ojo peculiar de un
otros aceptaban, otros no entendían y querían artista y del extraño efecto transformador del
saber por qué. Les explicaba que era artista y que arte contemporáneo. n

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