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teorías: la del estímulo es importante, y también la de la sis-

te má tica_pbtención y mediación de informaciones. De to-


dos modos, ambos ponentes han subrayado, no sin razón,
una y otra vez que semejantes tareas de la investigación em-
pírica en modo alguno pueden fundamentar un concepto
de sociología como ciencia. En su intención la sociología
sigue siendo teorética, por mucho que el tráfico de la inves-
tigación sea eminentemente empírico.

En las diversas contribuciones a la discusión que fueron


produciéndose hicieron acto de presencia diversos moti-
vos secundarios, de los cuales algunos ni siquiera volvie-
ron a ser citados, en tanto que otros no dejaron de atraer
la atención repetidas veces. Figuran, entre ellos, la proble-
mática de la enciclopedia de las ciencias sociales (Hans L.
Stoltenberg), la coordinación de los diversos métodos del
conocimiento científico-social, especialmente del método
comparativo (Weippert), el problema de la justificación
de las observaciones de Popper acerca de los cambios ha-
bidos en la relación entre sociología y etnología (Wilhelm
E. Mühlmann). Entre estos motivos secundarios figura,
sin embargo, uno que irrumpió tan a menudo y despertó
un interés tan evidente que obligó a sospechar que cons-
tituye una de las cuestiones clave de la sociología alemana
y, en todo caso, un objeto verdaderamente necesario de la
discusión en el seno de la misma: el problema de los jui-
cios de valor. Una serie de oradores, entre ellos los señores
Hofmann, Mühlmann, Rosenmayr y Weippert, pidieron
una nueva consideración a fondo del concepto de neutra-
lidad valorativa, o sea, la prosecución y profundización de
la disputa de los juicios de valor de los años anteriores ada
Primera Guerra Mundial. En sus observaciones finales los
ponentes apenas se refirieron a esta petición. Pudo inclu-
so tenerse la impresión de que ni a Popper ni a Adorno les
parece tan urgente e imperiosa la cuestión de los juicios
de valor como a algunos de los partícipes en la discusión.
En la medida en que pudiera ocurrir así, ambos ponen-
tes evadieron uno de los problemas más declaradamente
inexcusables para el resto de los congresistas. Puede, in-
cluso, que una dilucidación de la ética de la investigación
y de la teoría científico-sociales resulte más adecuada para
iluminar y especificar las concepciones básicas que hoy
se contraponen en la sociología alemana de lo que pueda
serlo la de la lógica de la investigación. Han transcurri-
do 50 años y los frentes se han incluso trastocado, y, sin
embargo, la disputa de los juicios de valor parece haber
perdido muy poco de su explosividad en el ámbito de la
sociología alemana.

Ya en su primera intervención en la discusión Adorno


caracterizó la relación existente entre sus reflexiones y las
de Popper insistiendo en que lo que está en juego no es

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