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jamás se ha dejado confundir seriamente por la cláusula
general de la relatividad de todo conocimiento humano.
Cuando Popper critica la asimilación de la objetividad
de la ciencia a la del científico, está haciendo blanco en
el concepto de ideología tal y como éste viene degradado
en su formulación total, pero no en la versión autén-
tica del mismo. Éste incide en la determinación objetiva
- h a r t o independiente de los sujetos individuales y de su
tantas veces invocada situación— de la falsa conscieneia,
aprehensible mediante el adecuado análisis de la estruc-
tura social; una idea que se retrotrae, por lo demás, hasta
Helvetius, por no decir hasta Bacon. El énfasis constante
en la determinación situacional de los pensadores, indi-
vidualmente considerados, surge de la impotencia para
retener firmemente la, en otro tiempo alcanzada, certi-
dumbre de la desfiguración objetiva de la verdad. Con los
pensadores y su psicología no guarda excesiva relación.
Abreviando: estoy de acuerdo con la crítica popperiana
de la sociología del conocimiento. La no diluida teoría de
las ideologías también está, no obstante, decididamente
de acuerdo con ella.
El problema de la objetividad de las ciencias sociales se
relacionaba, en Popper, al igual que otrora en el famoso
ensayo de Max Weber, con el de la neutralidad valora-
tiva-(Wertfreiheit). No se le ha escapado que esta cate-
goría - t a n dogmatizada-, excesivamente compatible, sin
duda, con el negocio pragmatista de la ciencia, ha de ser
nuevamente reelaborada. La escisión entre objetividad y
valor no es tan rotunda como leemos en Max Weber, en
cuyos textos resulta, no obstante, mucho más cualificada
de lo que su grito de guerra podría hacer esperar. Po-
pper considera que la imposición de una incondicional
neutralidad valorativa es paradójica, en la medida en que
tanto la objetividad científica como la propia n e u t r a l i -
dad valorativa son, a su vez, valores; esta constatación,
sin embargo, no es tan importante como Popper cree.
También de ella podrían extraerse consecuencias teórico-
científicas. Popper subraya la imposibilidad de prohibir
o anular al científico sus valoraciones sin anularlo como
hombre y también como científico. Con ello queda di-
cho, no obstante, algo que no es de orden exclusivamen-
te práctico-cognoscitivo; "anularlo como científico" en-
vuelve el concepto objetivo de ciencia en cuanto a tal.
La separación entre conducta valorativa y avalorista es
falsa, en la medida en que el valor, y con él la neutralidad
valorativa, son cosificaciones; es justa, en la medida en
que el proceder del espíritu no puede evadirse a voluntad
del estadio de la cosificación. El llamado problema de los
valores sólo viene a constituirse en una fase en la que
los fines y los medios son, a causa de un dominio sin
fricciones de la naturaleza, desgajados unos de otros; en
la racionalidad el medio avanza al lado de una irraciona-
lidad mitigada - o puede incluso que creciente— de los fi-
nes. En Kant y Hegel aún no encontramos el concepto de
valor, un concepto que tiene su morada en la economía
política. Hasta Lotze no toma carta de naturaleza en la

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