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ESCUELA POLITÉCNICA NACIONAL

FACULTAD DE INGENIERÍA CIVIL Y AMBIENTAL

MAESTRÍA EN HIDRÁULICA

ASIGNATURA: INGENIERÍA DE RÍOS

NOMBRE:

TRABAJO No: 01

TEMA: RESUMEN DE ENCAUZAMIENTOS

PROFESOR: DR. ING. KHALED HAMAD

FECHA DE ENTREGA: 27-07-2018

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TABLA DE CONTENIDO
1. INTRODUCCIÓN .................................................................................................... 2

2. OBJETIVOS ............................................................................................................ 2

2.1 Objetivos Generales .......................................... Error! Bookmark not defined.

2.2 Objetivos Específicos......................................... Error! Bookmark not defined.

3. METODOLOGÍA ...................................................... Error! Bookmark not defined.


4. INFORMACIÓN DISPONIBLE ................................ Error! Bookmark not defined.
5. CONTENIDO ........................................................... Error! Bookmark not defined.
5.1 Consultar al menos 2 fuentes para el coeficiente de escurrimiento. .......... Error!
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5.2 Generar las relaciones intensidad – duración – período de retorno para la


cuenca. .................................................................... Error! Bookmark not defined.

5.3 Generar los caudales máximos con períodos de retorno de 5, 10, 25, 50 y 100
años. ........................................................................ Error! Bookmark not defined.

5.3.1 Método Racional ........................................ Error! Bookmark not defined.

5.3.2 Intensidad máxima de precipitación ........... Error! Bookmark not defined.

5.3.3 Tiempo de Concentración (tc) .................... Error! Bookmark not defined.

5.3.4 Coeficiente de escorrentía ......................... Error! Bookmark not defined.

5.4 Métodos empíricos regionales o mundiales para la determinación de caudales


máximos. ................................................................. Error! Bookmark not defined.

5.4.1 En función del área de la cuenca ............... Error! Bookmark not defined.

5.4.2 En función del periodo de retorno .............. Error! Bookmark not defined.

5.5 Presentar los resultados de forma comparativa. Error! Bookmark not defined.

6. CONCLUSIONES ................................................................................................ 6

7. BIBLIOGRAFÍA .................................................................................................. 26

8. ANEXOS

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Encauzamientos: concepción y proyecto
4.1 Introducción
La estabilización, la defensa ante inundaciones y la restauración son los objetivos tratados con más extensión.
Abunda también el contenido descriptivo o informativo pues se presentan elementos como diques de avenida,
espigones o traviesas, desde el punto de vista funcional. Creemos que es omnipresente la preocupación por deducir
o adivinar los efectos de los encauzamientos (estrechando, reuniendo cauces, perdiendo capacidad de laminación,
acortando la longitud, etc.), como impactos físicos y ambientales. También se tocan aspectos legales y el
dimensionamiento económico. La constitución de un cauce compuesto se lleva hasta un gran detalle en cuanto al
trazado en planta.

4.2 Objetivos de un encauzamiento

El cauce es el espacio ocupado por el río, en sentido natural, o el espacio destinado al río tras una intervención
del hombre. La palabra canalización nos parece limitativa, como se desprende fácilmente de su etimología.

Un encauzamiento, en sentido amplio, es cualquier arreglo o intervención que toma un tramo de río (un tramo de
cauce) como su objeto de actuación primordial. Los objetivos posibles de un encauzamiento son:

1. La protección frente a las inundaciones, es decir, impedir o dificultar que el territorio se inunde. Este
es un objetivo dictado por la presión del daño económico y sobre la vida humana que causa la
inundación.

2. La protección de las márgenes del río, es decir, impedir la destrucción de terreno, especialmente los
límites del cauce. Este objetivo se aviene bien con el término de defensa.

3. La fijación de un cauce estable para el río, lo cual significa poder asegurar que el río discurrirá en el
futuro de modo permanente por dicho cauce. Este objetivo, tan amplio, puede englobar intervenciones
con el objetivo 2. También se describe este objetivo con el término estabilización.

4. La mejora de las condiciones de desagüe, en particular el aumento de la capacidad de desagüe, es


decir, asegurar que el mayor caudal de agua pase en las condiciones deseadas. Este objetivo puede
estar muy relacionado con el primero, pues es normal que aumentando la capacidad de desagüe se
persiga hacer más improbable la inundación.

5. La formación o fijación de un canal navegable, es decir, garantizar una profundidad de agua suficiente
para la navegación fluvial. Estrictamente, la navegación es un aprovechamiento del río, concretamente
del calado de agua.

4.3 Efectos de un encauzamiento

Los cambios son posibles porque los contornos aluviales no son fijos sino móviles tanto en sentido vertical
(cambio de fondo) como horizontal (cambio de la planta). Funcionalmente, un cauce o encauzamiento es la vía de
circulación de un caudal de agua, acompañado de material sólido. Cuando éste último no circula "en equilibrio"
tienen lugar sedimentaciones o erosiones que van produciendo los cambios del contorno.

Es preciso estar informado de los efectos de los encauzamientos sobre todo cuando son inconvenientes y así en
tal caso tratar de mitigarlos. Pondremos dos ejemplos destacados y dinámicamente opuestos:

 Proteger frente a las inundaciones en regiones llanas próximas a la desembocadura del río puede dar lugar a
extraños efectos. La disminución de la pendiente que esto implica explica la tendencia a la sedimentación en
el propio cauce y esta subida del fondo del cauce principal activa el desbordamiento y la sedimentación en
toda la llanura de inundación, que sube por tanto al mismo ritmo que el cauce principal. Cuando se encauza
el río protegiendo frente a la inundación, se reduce de tal manera la superficie para sedimentación que la
acreción de los fondos se acelera.

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Fig. 4.1 Planta, perfilm longitudinal y sección transversal de un río encauzado en vías de sedimentación y
formación de un cauce colgado.

 Estabilizar y hacer navegable un cauce trenzado ha conducido a efectos dañinos. Para estabilizar el río y
aumentar su calado se fuerza al agrupamiento o concentración de los brazos.
 pérdida de la inundación de las llanuras, que se hace más infrecuente;
 descenso del nivel freático;
 pérdida del ecosistema ribereño, como consecuencia de lo anterior;
 fragilización de las orillas del cauce.

Fig. 4.2 Proceso de incisión de un cauce por erosión del lecho al reunir los brazos de un cauce trenzado.

4.4 Condicionantes de un cauce estable: aguas bajas, aguas altas y avenidas

Los factores físicos a los que hay que prestar atención al concebir un encauzamiento son dos: el régimen
hidrológico y la sinuosidad. Con respecto al régimen hidrológico, el caudal de un río es siempre variable. La
mayor parte del año se da un caudal pequeño o mediano en una franja de variación relativamente estrecha mientras
que un reducido número de días se observan caudales elevados. Este hecho se refleja en la forma característica de
la curva de caudales clasificados o curva de frecuencia de caudales de muchos ríos (fig.4.3). Por otra parte existen
los caudales extraordinarios de avenida.

Fig. 4.3 Curva de caudales clasificados y curva de caudales máximos (papel probabilístico)

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Las aguas bajas y las aguas altas tienen en común presentarse todos los años. Según los conceptos de morfología
fluvial, su circulación es responsable de la forma del cauce principal. Por ello es interesante que un encauzamiento
mantenga, respete o recree las características de un cauce principal para las aguas bajas y altas.

Este cauce puede desempeñar un papel importante durante la circulación de las avenidas, es decir, de los sucesos
extraordinarios con caudales que desbordan el cauce principal (y son un punto en el papel probabilístico, fig.4.3).
Como zona más profunda, puede ser donde se dé una mayor velocidad y así constituirse en una especie de "brazo
vivo" o "eje" del río (fig.4.4). Para entender esta transformación pueden aportarse varios argumentos:

• La dirección del agua en una avenida, que desborda el cauce de aguas altas, es más recta que este
cauce. En efecto, las aguas "extraordinarias" (avenidas) que tienden a circular en dirección más recta
(fig. 4.4) entran en "colisión" con el cauce preexistente y pueden transformarlo. La circulación
secundaria en las curvas del cauce principal se trastoca y así probablemente la forma de su sección
transversal. El cauce puede resultar destruido.

Fig, 4.4 "Brazo vivo" que condiciona el flujo en avenida (izquierda) y cauce principal que pierde el
papel de brazo vivo en una gran avenida (derecha).

• La crecida tiene una capacidad de transporte sólido de fondo, con la posible consecuencia de unos
movimientos transitorios generales del fondo que representen una erosión general y acaben, en la
fase de descenso, en un relleno del cauce de aguas altas.
• Si la crecida, en virtud del mecanismo anterior, llega a anular la diferencia entre el cauce principal
preexistente y el resto (antes llanura de inundación), la bajada de las aguas puede traer la incisión de
otro u otros pequeños cauces preferentes en lugares distintos (fig.4.5), aparentemente a su capricho.
Uno de ellos puede pasar a ser el cauce de aguas altas y en el futuro el brazo vivo o cauce principal
del río.

Fig. 4.5 Cambios de cauce principal tras una avenida (izquierda) y fijación de un cauce principal
permanente (derecha).

• Si no se llega a anular la diferencia entre cauce y llanuras, no obstante el flujo desbordado y también
el descenso de la crecida, cuando vuelve a quedar contenida en el cauce, pueden causar, por erosión
lateral, la evolución de las morfologías fluviales, particularmente la progresión de los meandros.

4.5 Condicionantes de un cauce estable: sinuosidad

La sinuosidad es el segundo factor importante para la concepción de un encauzamiento. Es importante por cuanto
la obra aspira a definir un cauce estable y, en la medida de lo posible, respetuoso con el medio. Para esta cuestión
al ingeniero le conviene observar los ríos en estado natural.

Un encauzamiento de planta recta o de pequeña curvatura (y fondo móvil) no es capaz de conducir las aguas en
línea recta sino que desarrolla una inestabilidad lateral, cuyas consecuencias son: la formación de barras

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alternadas, el ataque alternativo a las orillas del encauzamiento, etc. Este fenómeno se ha descrito ya en el estado
natural de un río, pues se trata de la tendencia a la formación de meandros.

Fig. 4.6 Circulación del agua y formación de barras alternadas en un encauzamiento demasiado recto.

Las aguas altas y las aguas bajas, que tienen en común su presencia en el río cada año, se diferencian en primer
lugar por su permanencia o persistencia y en segundo lugar por sus condiciones de equilibrio y sinuosidad. Todas
ellas se diferencian de las avenidas por la ocurrencia y también de nuevo por sus condiciones de equilibrio y
sinuosidad.

La morfología fluvial nos dice, por medio de la geometría hidráulica y la analogía de la balanza, que al crecer el
caudal de agua por causa hidrológica permanente, y consiguientemente crecer también el caudal sólido, las formas
sinuosas se hacen mayores, sin variar la sinuosidad, y por otro lado la pendiente resultante se haría siempre menor.

Fig. 4.7 Incisión de un cauce de aguas bajas.

4.6 Modificación de la sinuosidad: cortas

Algunos de los problemas que mueven a la necesidad de encauzar provienen precisamente de las curvas de los
ríos. En la figura 4.8 se dibuja un cauce de aguas altas en una llanura aluvial. Los ríos de gran sinuosidad tienen
mayor longitud (y por tanto menor pendiente) al cubrir la distancia entre dos puntos de un valle AB. Las curvas
significan también una resistencia al flujo (o pérdida de carga) de tipo local. Como consecuencia de ambas cosas,
la capacidad hidráulica o de desagüe es menor y la propensión al desbordamiento e inundación es mayor. La
avenida fluye más recta entre A y B. Finalmente si las orillas no son resistentes, el ataque en las curvas puede
causar erosión en las márgenes.

Fig. 4.8 Proyecto y efectos de un encauzamiento para suprimir curvas.

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Así, como principios generales, un encauzamiento no debería seguir alineaciones rectas sino curvas, y en segundo
lugar es preciso ser cuidadoso cuando un encauzamiento haya de reducir la longitud de cauce apreciablemente.
Los encauzamientos que acortan la longitud se llaman a veces cortas. Más específicamente se reserva el nombre
de corta para un cauce artificial a modo de atajo entre dos puntos, y como caso típico se tiene la corta de un
meandro (fig.4.9).

Fig.4.9 Corta de un meandro.

4.7 Consideraciones de trazado de un encauzamiento

Los dos condicionantes anteriores (el régimen de aguas y la sinuosidad) se combinan para deducir algunos
principios de trazado de un encauzamiento. Las plantas en curva se pueden inspirar en las características
geométricas de las curvas de los ríos.

4.7.1 Trazado de la planta de un cauce principal

Podemos encontrar una aplicación de las leyes de Fargue al proyecto de un encauzamiento, y en primer lugar al
proyecto de un cauce de aguas altas. Reconociendo su tendencia a la sinuosidad proyectaríamos un cauce no recto.
El interés de esta medida es muy claro cuando un objetivo del encauzamiento es tener un cauce navegable en el
periodo de aguas bajas, pues en ese caso los calados y(s) son una variable decisiva.

De las leyes de Fargue se deduce que el arco de círculo no es una curva apropiada para un cauce (de cualquier
clase) pues su curvatura es constante y cambiaría bruscamente de signo en el punto de tangencia (punto de
inflexión, fig.4.10). De ahí dc/ds=0 y, por tanto, dy/ds=0 en todo punto, excepto en el de tangencia, donde la
función no es continua.

Fig.4.10 Alineaciones circulares alterados y función de curvatura c(s).

Una posibilidad interesante deducible de la ecuación dc/ds=k-(dy/ds) es que la curvatura varíe linealmente con s
(la función c(s) sea triangular). Entonces el perfil teórico del fondo por el thalweg estaría formado por segmentos
rectos (fig.4.11).

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Fig. 4.11 Alineación curva gradualmente variable (clotoide). Planta, perfil y función c(s).

Un problema práctico es el trazado de un cauce principal de anchura b dentro de uno de avenidas, en principio
rectilíneo, de anchura B* (fig.4.12).

Fig. 4.12 Problema de inscribir un cauce principal entre dos límites paralelos (arbitrarios o de un cauce de
avenidas).

La semiamplitud A es A=(B-b)/2. Puede plantearse por ejemplo la curva Y=A sen(27πx/A.), con A la
semiamplitud y λ la longitud de onda. La longitud 1 se calcula integrando el diferencial de arco 𝑑𝑠 =
𝑑𝑦
√[1 − ( )2 ] 𝑑𝑥. Una aproximación de la longitud, por defecto, se obtiene mediante la cuerda; resulta entonces
𝑑𝑥

1 1 2
≈ √[1 + (4𝐴/𝜆)2 ]. Operando se obtiene una longitud de onda 𝜆 ≈ √[( ) − 4(𝑛 − 1)2 ]b y una amplitud 2-A
𝜆 𝑏

= (n-l)-b, siendo n=B/b. Fargue recomienda que el desarrollo de la curva (longitud 1/2) sea del orden de 8 veces
la anchura b.

Otra recomendación* es que el radio de curvatura medio de las curvas fluviales sea del orden de 5 a 8 veces la
anchura del río, es decir, r=5b a r=8b.

4.7.2 Otras características del cauce principal

Hay un concepto implícito en los apartados anteriores: el cauce de aguas altas es de fondo móvil, pero al mismo
tiempo es un cauce permanente. Si el problema que motiva el encauzamiento es la inestabilidad, es importante
hacer resistentes las orillas del cauce principal para garantizar que el brazo vivo no cambia de posición, incluso
para mantener el concepto mismo de cauce de aguas altas.

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No puede ignorarse además que un cauce sinuoso inscrito en otro cauce de avenidas tendrá sus orillas colocadas
oblicuamente a la dirección principal de la corriente en avenida y por ello estará más expuesto que uno recto a la
erosión de las márgenes. El fondo en cambio no tiene que ser, en absoluto, resistente, sino todo lo contrario, para
respetar los procesos físicos del río, que son el substrato material para la riqueza biológica de un río.

4.7.3 Trazado de los cauces de aguas altas y avenidas

Las aguas altas son los caudales de baja frecuencia en el año y las avenidas los caudales extraordinarios (es decir,
con una cierta recurrencia interanual medida por el periodo de retorno en años). El concepto de caudal dominante
sirve para diferenciar el cauce principal o de aguas altas de otro mayor o cauce de avenidas. Para ambos tienen
sentido trazas que no sean rectas sino sinuosas.

Por otra parte, ocurre que la longitud de onda y la amplitud de las curvas debería crecer ambas correlativamente
con el caudal (con √𝑄 ), si han de guardar un parecido con los meandros naturales. Así por ejemplo es imposible
inscribir en general una curva sinusoidal en otra mayor (fig. 4.13). Los cauces de esta figura tienen la misma
sinuosidad s=lA., aunque distinta curvatura c= 1/r.

Fig. 4.13 Ejes o líneas medias de tres cauces de caudales crecientes.

En la práctica* es común que el cauce de aguas bajas se haga más sinuoso que el de aguas altas, pero con la misma
longitud de onda, y este último más sinuoso que el de avenidas, pero también con la misma longitud de onda
(fig,4.14). En la tipología de encauzamiento compuesto de la fig.4.14, sin embargo, pueden mantenerse curvaturas
de los cauces semejantes a las de la fig.4.13. En cambio, el cauce más grande pierde desarrollo o longitud: no
cumple l/b=16 (criterio de Fargue) o bien tampoco cumple un ángulo mínimo (50°) de desarrollo.

Fig. 4.14 Planta y secciones de un encauzamiento compuesto por tres cauces (aguas bajas, aguas altas y
avenidas) trazados con la misma longitud de onda.

Es interesante destacar de nuevo la diferencia entre el cauce de aguas altas y el de avenidas. Siguiendo el concepto
geomorfológico, el primero es un verdadero cauce, ya sea un cauce natural arreglado o uno nuevo que pretende

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cumplir sus funciones. El de avenidas es más bien un área inundable que un cauce, en la que el agua puede llevar
escasa velocidad.

Fig. 4.15 Constitución de un cauce de avenidas

Cuando el cauce de avenidas es concebido por sí mismo geométricamente, es conveniente un trazado ligeramente
sinuoso. Sin embargo, al ser el cauce "exterior" del encauzamiento y el que ocupa más espacio, es el que con
frecuencia está sujeto a las restricciones o condicionamientos del uso del territorio.

El estrechamiento del río en avenida explica una erosión del lecho. Este es un típico problema en ríos que han sido
muy confinados por la presión del hombre, sobre el que volveremos más adelante (cf.4.16). Este efecto puede
quedar compensado si la sedimentación del río en el tramo es muy intensa (cf.4.3).

Fig. 4.16. Sección de un río sin encauzar y sección típica de un río encauzado con el objetivo de estabilizar y
defender de la inundación.

4.8 Caudal de proyecto: consideraciones económicas

Como en otras obras de ingeniería hidráulica, nos preguntamos ahora qué caudal de proyecto debemos considerar
para un encauzamiento. No se puede responder a esta pregunta sin tener en cuenta aspectos económicos y legales.

El sentido económico de un encauzamiento es que el valor añadido o el daño evitado con la intervención
compensen por su coste. En principio, cuanto mayor es la magnitud de la intervención es mayor el beneficio y
mayor también el coste, pero uno y otro pueden crecer de manera muy distinta. La determinación de la magnitud
óptima sería un problema característico de dimensionamiento económico.

Fig. 4.17 Razonamiento del dimensionamiento económico de la altura H

Una vez estimadas las funciones D(H) y C(H) el máximo de la diferencia se puede encontrar determinando el valor
de H tal que dD=dC . En términos incrementales, antes de ese valor óptimo AD)AC para un AH , es decir, recrecer
los diques supondría mayor incremento de beneficio que de coste. Por el contrario, después del óptimo AD(AC ,
o sea elevar los diques incrementaría más los costes que los daños evitados (fig.4.18).

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Fig. 4.18 Funciones de daño y coste para el dimensionamiento de la altura de diques.

4.9 Caudal de proyecto e inundación: consideraciones legales

La ley de aguas de 1985 y sus reglamentos definen el cauce como el espacio ocupado por la máxima crecida
ordinaria (definida como la "media de los máximos caudales anuales durante diez años consecutivos
representativos") y la zona inundable como el área ocupada por las aguas en la avenida de periodo de retorno 500
años (fig.4.19). Además define dos franjas de 5 y 100 m (de servidumbre y policía del cauce) a ambos lados del
cauce.

Fig. 4.19 Cauce y zonas adyacentes según la ley de aguas.

La definición legal de cauce puede asociarse a la definición técnica de cauce principal, determinado por el caudal
dominante o formativo (o caudal de desbordamiento del mismo), es decir, aquél con periodo de retorno entre 1,5
y 7 años, cauce que contiene las aguas bajas y las aguas altas. Con un criterio como este puede realizarse la
delimitación del cauce como dominio público.

El sentido de la zona de policía es el de una franja con limitación al uso del suelo para no dificultar o impedir el
flujo (así, podría ser suelo destinado a horticultura, pastos, jardines, estacionamientos, etc.). Esta limitación la dicta
la administración hidráulica, la cual puede modificar también la anchura de 100 m, pues las características de
distintos ríos pueden ser muy diferentes.

Fig. 4.20 Definición de vía de intenso desagüe

4.10 Otros efectos de los diques de avenida o inundación

Los diques son las obras lineales que defienden el territorio de la inundación y definen un cauce de avenidas.

Las obras de defensa frente a la inundación pueden ser motas en una sola margen fluvial, estar limitadas a cierta
longitud y dibujar, como un cerco, el perímetro de una población. En el caso extremo, una ciudad se rodea de una
mota en todo su perímetro. La idea dominante es un nivel de inundación más que un caudal circulante.

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Fig. 4.21 Concepto de laminación de avenidas y su explicación física por el almacenamiento en las llanuras de
inundación.

Los diques de inundación, como recrecimientos del terreno, implican el problema de desagüe de las zonas
defendidas*. Las zonas defendidas son espacios "cerrados": están a cota interior al dique y con salida al río
impedida, o al menos restringida, para evitar que entre la inundación. Hay dos alternativas principales:

• interceptar y reunir los afluentes a la cota de la mota (cota 0) con lo que se recogen las aguas de las
cuencas excepto la de la zona bajo la cota 0, y recoger estas últimas mediante otro colector junto al
dique;
• recoger todas las aguas en este último colector (más grande).

Fig. 4.22 Esquema de desagüe en presencia de diques de avenida.

El desagüe del colector junto al dique debe hacerse por bombeo al río* o con compuertas de un solo sentido de
apertura, del colector hacia el río.
Los terrenos protegidos de la inundación permanecen sin agua cuando el río crece por encima de la cota del terreno,
gracias a la protección de los diques, mientras que antes de realizar el encauzamiento tal cosa no ocurría. Si el
suelo es impermeable pueden producirse roturas del suelo y surgencias de agua.

Fig. 4.23 Esquema del problema de las surgencias.

4.11 Análisis del riesgo en llanura de inundación

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La inundación es uno de los desastres naturales más grandes, de mayor impacto económico y humano, que afecta
tanto a países desarrollados como no desarrollados.

Por ello, el concepto de riesgo* se ha definido de manera muy específica como la conjunción de un factor natural
aleatorio y un factor socioeconómico llamado vulnerabilidad. El primero sería como la solicitación hidráulica, en
principio invariable salvo por los cambios físicos de la cuenca y últimamente por el cambio climático. El segundo
sería como la sensibilidad ante el suceso de la inundación, en cuanto afecta a bienes y personas.

El calado y la velocidad sirven para caracterizar en buena parte la solicitación. Se llama inundación peligrosa la
que atenta a la vida de las personas. Mediante experimentos sobre la resistencia y estabilidad de personas ante el
flujo de agua, se ha propuesto* considerar peligrosas las condiciones hidráulicas (calado y velocidad) del diagrama
(fig.4.24)

Fig. 4.24 Condiciones de calado (y) y velocidad (v) peligrosas para las personas (izquierda) y para vehículos y
edificaciones (derecha).

4.12 Otras medidas de lucha contra la inundación

La medida puede verse contrarrestada por la tendencia del río a recuperar su sinuosidad "natural", especialmente
en grandes ríos. En una corta, además del efecto de erosión general, son destacables dos efectos sobre la
propagación de avenidas. Primero, si el río no desborda donde antes desbordaba se pierde una laminación natural
y aumenta el caudal aguas abajo. Segundo, el acortamiento de longitud trae como consecuencia que la onda de
avenida se presente antes y se sume de manera diferente a las ondas de los afluentes y otros ríos.

Fig.4.25 Ejemplo de recuperación de zonas húmedas para laminación de avenidas con aliviaderos laterales
desde un río totalmente encauzado con motas (línea continua).
La excavación o el dragado de los materiales aluviales depositados en el encauzamiento se hace en ríos que están
perdiendo capacidad por sedimentación, pero es viable sólo donde el volumen de sedimento por extraer sea
asequible. Otra medida es levantar la cota del terreno mediante terraplén.

Fig. 4.26 Motas en regiones deltaicas para proteger de la inundación (A es Hanoi-Vietnam, delta de 7000 km2 y
unos 5 millones de personas)* y para facilitar la evacuación.

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4.13 Encauzamiento de un río trenzado: reunión de brazos

Los ríos trenzados plantean al ingeniero problemas particulares. Por un lado sus cauces de aguas altas son muy
anchos, con una multiplicidad de cursos o brazos menores que se reparten el caudal durante las aguas bajas. Toda
esta configuración es inestable o cambiante.

Fig. 4.27 Bosquejo de un pequeño río trenzado (sección del cauce principal)

Las ideas que siguen podrían llamarse "principio de gradualidad" en la ingeniería fluvial. Estas ideas no son
exclusivas del encauzamiento de ríos trenzados, aunque en ellos es más fácil entenderlas. El principio podría
enunciarse así:

• con pequeñas medidas que modifican el flujo pueden alcanzarse cambios o correcciones de
considerable magnitud;
• estas medidas pueden aplicarse gradualmente a medida que se comprueban sus efectos;
• las medidas producen efectos en virtud de principios de la hidráulica fluvial y toda la gracia consiste
en hacer trabajar al río en el mismo sentido de nuestros objetivos.

Para reunir los dos brazos puede hacerse un cierre (un tapón) en uno de ellos. El otro deberá transportar Q y Qs, lo
que desequilibra la balanza en el sentido de la erosión y establece un nuevo equilibrio en la pendiente i (con la
misma evolución que en el caso de una corta, ver fig.4.8). La erosión hacia aguas arriba hará más honda la
aproximación a la boca del brazo con flujo.

Fig. 4.28 Equilibrio de los dos brazos en una isla (planta, esquema y perfil longitudinal).

4.14 Uso de espigones en el encauzamiento de ríos

Los espigones son diques no longitudinales sino transversales a la corriente, implantados en la orilla y con una
ligera pendiente de su coronación hacia el eje o centro del cauce. Su efecto es desplazar las aguas y el cauce más
hondo hacia el centro (fig.4.29). Pueden ser permeables ("'abiertos") o impermeables ("cerrados"). La circulación
de las aguas altas es un tanto dificultada por los espigones. Por ello puede haber una cierta pérdida de capacidad
hidráulica, pero al mismo tiempo se tiene como beneficio la tendencia a la sedimentación de linos en los espacios
entre espigones, que reduce poco a poco la anchura del río y forma un cauce principal estable y único.

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Fig. 4.29 Planta y sección de la implantación de espigones en el cauce principal de un río trenzado.

Mediante espigones puede conseguirse también formar un cauce de aguas bajas inscrito en uno de aguas altas más
ancho y uno de aguas altas inscrito en uno de avenidas más ancho (fig.4.30).

Fig. 4.30 Fijación de un cauce menor inscrito en uno mayor por medio de espigones.

Fig. 4.30 Fijación de un cauce menor inscrito en uno mayor por medio de espigones.

Al definir un cauce principal como en la figura 4.30 se busca darle al río un trazado de suaves curvas alternadas.
Si se acierta con estas curvas, las obras en la orilla interior o convexa no son necesarias (pueden ahorrarse).

Fig. 4.32 Uso de espigones y diques longitudinales para formar suaves curvas alternadas

Los espigones a modo de deflectores se usan también en general para dirigir el flujo (fig.4.33). Esta acción tiene
consecuencias aguas abajo, que son las deseadas con la construcción del deflector. Es necesario un buen
conocimiento de la corriente y de la dinámica sedimentaria del río para acertar con las consecuencias. Se puede
buscar aumentar la curvatura del thalweg para mejorar las condiciones de navegación, promover la erosión de unas
partes del cauce donde es preciso más calado a costa de sedimentar en otras, etc.

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Fig. 4.33 Espigón con función de deflector de la corriente.

4.15 Defensa de márgenes


Hay otros beneficios de la estabilización como la mejora de las posibilidades de navegación y la reducción de los
niveles de avenida, como consecuencia de afianzar un cauce central o suavizar una curva.

Es preciso hacer una observación previa sobre defensa de orillas: la necesidad de defender parte del supuesto de
que la orilla es inestable o se va a volver inestable conforme avancen los procesos lluviales.
La casuística de obras de defensa es muy variada. En ríos meandriformes la defensa de márgenes se aplica
principalmente para impedir la erosión en la orilla exterior (cóncava), la más expuesta a la erosión por la
naturaleza de la corriente y del flujo en curva.

Fig. 4.34 Defensa y corrección de márgenes.

La protección o defensa se realiza mediante dos tipos de obra: obras longitudinales de revestimiento de la orilla,
que en algún caso pueden ser también diques longitudinales (fig.4.34), y en segundo lugar mediante obras
transversales (espigones), así como tipos mixtos.

Los espigones pueden estar solos para la función de rectificación de curvas y recuperación de terreno, orientados
hacia aguas arriba (espigón inclinante), hacia aguas abajo (declinante) o perpendiculares a la orilla. La línea que
une sus extremos o cabezas es la orilla "virtual". En los espacios entre espigones se dan corrientes de retorno y
en los extremos erosiones locales (fig.4.35).

Fig. 4.35 Recirculación y erosión local en espigones (planta) Fig. 4.36 Elemento híbrido de espigón y dique.

Se ha visto la función de los espigones en el encauzamiento de ríos trenzados y en la defensa de márgenes en


ríos meandriformes. En todos los casos, un aspecto muy importante en el proyecto de un sistema de espigones
es su implantación en la orilla de la que parten. La longitud de empotramiento de los espigones en la orilla es
su única provisión para evitar que el río flanquee el sistema.

15
Fig.4.37 Fracaso de espigones por falta de empotramiento (flanqueo por el río)

Es frecuente que al transformar una orilla crosionable en dura con una obra de revestimiento se induzca una
erosión del fondo al pie del revestimiento (fig.4.38a). También a la inversa, si se inmoviliza el fondo de un río se
induce una erosión de la orilla. Es como si orilla y fondo estuvieran en una relación de complementariedad en la
que la inmovilidad que uno gana sea a costa de una erosión del otro.

Fig.4.38 Complementariedad en la sección transversal y la planta de una curva fluvial

4.16 Comportamiento de los cauces estrechos o estrechados

El estrechamiento del cauce es una consecuencia frecuente en muchas obras de encauzamiento.

La erosión en el tramo estrecho se puede propagar como erosión regresiva. Pero lo más interesante es que el perfil
hidráulico se modifica, desapareciendo en la superficie libre el efecto de depresión de la lámina, propio del flujo
sobre fondo fijo (paso de 1 a 2 en la superficie libre). El flujo en fondo móvil es semejante a una doble transición
(en anchura y fondo). Esta descripción corresponde a acciones duraderas y cambios morfológicos a largo plazo
en un río que ha sufrido un estrechamiento.

Fig. 4.39 Explicación del comportamiento de un cauce estrechado (planta y petftl longitudinal)

Un efecto semejante al de estrechamiento se presenta en un río con cauce principal y llanuras de inundación
cuando se dan circunstancias como (fig.4.40): revegetación de la llanura o aumento de su rugosidad, reducción de
anchura de la llanura o elevación de la cota de llanura.

16
Fig. 4.40 Circunstancias con efecto de estrechamiento en caso de un río con cauce principal y llanuras de
inundación (cauce compuesto) (c.4.3).

En resumen, un cauce estrecho en exceso puede originar problemas de erosión y con ello descalce de muros, etc.
En un cauce ancho en exceso, por el contrario, se formarán barras por depósito de material, que el río no es capaz
de transportar, y con ello se perderá capacidad hidráulica.

Fig. 4.41 Erosión del fondo por estrechamiento (planta y perfd).

4.17 Encauzamiento de ramblas y ríos de montaña

Como casos particulares de encauzamientos conviene destacar el caso de las ramblas, especialmente importantes
en la vertiente mediterránea y el de los ríos de montaña en sus cabeceras.

La razón más frecuente para encauzar una rambla sobre un abanico aluvial es su radical inestabilidad' 15' (cf.2.8).
Es preciso crearle un cauce seguro para la circulación esporádica del agua (si existen caudales de cierta persistencia
se puede disponer también un cauce principal). Por tanto, la medida más necesaria para la estabilización de un
rambla es la formación de orillas resistentes. El fondo, en cambio, debería dejarse tal cual, respetando así los
fenómenos de filtración y transporte sólido (c.2.11).

En cuanto al trazado, el punto clave del encauzamiento de una rambla es su anchura, pues una alineación sinuosa
no es tan importante debido a la naturaleza del flujo: efímero y quizá rápido. El equilibrio del fondo puede
depender de una relación anchura/calado (B/y) suficientemente grande. Si el cauce creado representa un
estrechamiento, el aumento del caudal unitario producirá una erosión general del lecho (cf.5.15). Como los
caudales sólidos (los agentes de los cambios) son grandes, la erosión puede manifestarse rápida y agudamente. La
medida para controlar la erosión (las traviesas, cf.4.19) representa una intervención dura de fijación local del lecho.
Esta evolución de ramblas y ríos (primero estrechar, luego fijar el lecho) ha sido por desgracia frecuente en nuestro
país, sea por ignorancia o negligencia, ya que los cauces parecen a primera vista más grandes de lo necesario
porque casi siempre están secos, sea por interés, ya que el suelo ganado al realizar el encauzamiento puede cobrar
mucho valor.

Los ríos torrenciales de montaña, en sus cabeceras, no transportan de manera permanente un caudal sólido. Por el
contrario, las fuentes de sedimento irrumpen en puntos concretos y repentinamente (c.2.8). Así, aguas abajo de
una fuente de sedimentos, crecerá el fondo del río, quizá se ensanche y se trence y localmente tendrá mayor
pendiente (fig.4.42). Un encauzamiento con "predominio longitudinal" (cauce prismático, o sea, sección

17
transversal constante) tiene poco sentido en ríos de montaña si pensamos en una adaptación a la generación y
transporte de sedimentos. En cambio un trazado con tramos anchos para el depósito y almacenamiento temporal
de sedimentos puede ser una buena idea. Posiblemente un encauzamiento prismático tiene suficiente capacidad
hidráulica y capacidad para transportar el volumen medio anual de acarreos pero estos materiales se presentan
"espasmódicamente"; por ejemplo, si una avenida fuerte en el torrente y menos fuerte en el río (ver fig.4.42)
aporta mucho sedimento al tramo encauzado, la acreción del fondo aumentará drásticamente el peligro de
inundación. Esta es una problemática real en zona alpin¿ u>) y pirenaica.

En los encauzamientos de ramblas y ríos torrenciales es de temer la acreción, por depósito de gran volumen de
sedimentos, aún más en el caso de avenidas torrenciales. Probablemente los problemas de acreción masiva o
continua de los lechos de los ríos son más difíciles de resolver que los problemas de erosión (i7) .

Fig. 4.42 Ejemplo de acreción del fondo de un río torrencial por causa de un torrente, con peligro para una
población, agudizado en caso de encauzamiento prismático <l6).

4.18 Ingeniería torrencial: diques transversales

La necesidad de obras de encauzamiento en ríos torrenciales y torrentes proviene también de su capacidad de


erosión del fondo y las orillas, asi como de problemas relacionados: inestabilidad de laderas, acarcavamiento y
pérdida de suelo en pequeños cursos de agua, etc.; todos son intereses ligados al objetivo 2o de un encauzamiento
(cf.4.2). En los cursos más pequeños, es decir, de más pendiente o más torrenciales, donde la erosión es más activa
se proyectan diques transversales (pequeñas presas). El ingeniero de montes y el ingeniero forestal son
especialistas en esta clase de trabajos, llamados de corrección de torrente^18'. Las funciones de los diques
transversales son varias (fig.4.43):

• retener los sólidos transportados para impedir que abandonen la cuenca, es decir, conservar el
terreno; esta función, contra lo que pudiera parecer, raramente es importante porque el volumen de
retención suele ser menor comparado con el volumen de sólidos en una gran crecida y porque
mantener esta función requeriría el vaciado del sedimento, cosa generalmente antieconómica.

• reducir la pendiente al crear un escalón en el perfil longitudinal; la reducción de pendiente ocurre


precisamente gracias a la retención de sólidos en el dique y con ella se consigue rebajar la velocidad
del agua y disminuir así mucho la capacidad de transporte sólido (ver c.3.8). La crecida transportará
menos sólidos (será menos torrencial).

18
Fig. 4.43 Explicación de la función de los diques torrenciales

• laminar las avenidas moderando así el carácter torrencial y erosivo aguas abajo; esta función se
consigue en gran medida también si el dique se encuentra ya relleno de sedimento, porque la
corriente se extiende hasta una anchura de flujo B' mayor que la original. Los diques pueden tener
agujeros o ser permeables para esta función. La permeabilidad asegura también la ausencia de
empujes por presión intersticial en condiciones normales.
• consolidar las laderas inestables y evitar así deslizamientos, gracias al peso propio estabilizador del
relleno de sólidos en el dique (fig.4.43).
Una corrección de torrentes extensa y sistemática causa un déficit de sedimento grueso para el río,
con efectos previsibles de incisión que no deben olvidarse. La erosión aguas abajo es el principal
defecto de los diques transversales "tradicionales" y para combatirla se han desarrollado
modernamente diques con estas nuevas funciones*:
• retener los sólidos gruesos en grandes avenidas, pero permitiendo que avenidas ordinarias los vayan
transportando; el dique actuaría como "dosificador" o "laminador" de los sólidos. El tipo de dique
desarrollado tiene una ranura vertical (fig.4.44) de anchura adecuada para que las crecidas anuales
se vayan llevando los sólidos almacenados. Como variante, existen diques con ranuras horizontales
(fig.4.44) que pretenden retener sólo los sólidos muy gruesos, realizando una especie de "cribado"
del material sólido.
• detener, frenar o romper los frentes de onda de las avenidas torrenciales, mediante estructuras, a
modo de peines, resistentes al impacto dinámico (fig.4.44). Esta función es muy importante cuando
un río torrencial genera avenidas torrenciales con frecuencia.

Fig. 4.44 Diques transversales


con nuevas funciones

4.19 El papel de las traviesas en los encauzamientos

Hemos indicado que la erosión del fondo o incisión de un cauce, como resultado de distintas intervenciones, puede
remediarse mediante traviesas. En este apartado estudiamos con detalle las distintas funciones y limitaciones de
estas obras.

4.19.1. Protección frente a la erosión general

La traviesa es una pequeña obra transversal en el lecho, de orilla a orilla, de muy pequeña altura o incluso sin
sobresalir del fondo. Estas obras se encuentran por ejemplo en el extremo final de encauzamientos, revestimientos
y defensas y a todo lo largo de tramos encauzados, colocadas a cierta distancia entre sí. También se usan las
palabras umbral de fondo, riostra, rastrillo, correa, costilla o cadena para designar este tipo de obra. Pueden
encontrarse traviesas monolíticas de hormigón y traviesas de escollera.

19
La primera preocupación que lleva a proyectar traviesas en un encauzamiento es la erosión. La obra de
encauzamiento ha significado muchas veces ganar un espacio al río. El estrechamiento desencadena una tendencia
al descenso del fondo (cf.4.16), es decir, a la erosión dd lecho. Esto se puede manifestar a largo plazo y afectar a
la cimentación de las obras lineales del encauzamiento (fig.4.45). El mismo efecto perjudicial puede ocurrir en el
lapso de una avenida debido a la erosión general transitoria. También los caudales bajos de un río pueden
amenazar la cimentación de los diques de encauzamiento (fig.4.45). Éstos forman cauces sinuosos que pueden
desplazarse en el interior del cauce principal, acercándose a sus límites y descalzándolos.

Fig.4.45 Tres modalidades de erosión (a largo plazo, izquierda; transitoria, centro; lateral, derecha).

Podemos aceptar que una traviesa, siempre que resista, es un lugar no erosionable en el río. Cuando decimos que
una traviesa protege, implícitamente admitimos que el lecho contiguo a la traviesa se mantiene a cota fija, a la
misma de la traviesa. Así deducimos que la traviesa impide la erosión. Ahora bien, esto sólo es razonable aguas
arriba de la traviesa. Aguas abajo, muy al contrario, se desarrollará una erosión local inducida por la obra (fíg
4.46). Pero, además, la traviesa impide aguas arriba sólo la erosión a largo plazo y la de las aguas bajas. A largo
plazo, el perfil longitudinal de un río encauzado con tendencia a la erosión sería simplemente más bajo (fíg.4.47).
Los puntos fijos condicionarían el descenso, quedando poco a poco como puntos más sobresalientes, mientras
aguas abajo aparecerá un salto. Este descenso o erosión general aguas abajo es una amenaza directa a la traviesa y
también es una amenaza indirecta porque el mayor desnivel del salto de agua agravará la erosión local. En
definitiva, la traviesa limita la extensión de la erosión a largo plazo, más que impedirla, pero también se ve
amenazada por ella.

Fig4.46. Erosión local al pie de una traviesa

Fig.4.47. Papel desempeñado por las traviesas en un proceso de


erosión lenta (que llevaría el fondo a la línea discontinua).

20
La disminución de la pendiente del cauce entre traviesas con respecto a la pendiente del río parece ser un fenómeno
general* originado por el sólo hecho de interponer puntos duros no erosionables a ras de cauce, incluso si no hay
una tendencia a la erosión general. La pendiente entre tramos limitados por traviesas parece ser directamente
proporcional a la distancia entre traviesas (fig.4.48). Esta propiedad resta eficacia a poner las traviesas muy juntas
pues de todos modos el salto será mayor del esperado. Si está en marcha un proceso de erosión general por
desequilibrio (por ej. reducción de q¡) que llevaría a largo plazo a una pendiente de equilibrio menor que la inicial
(cf.2.11), está comprobado que las pendientes entre traviesas son menores que dicha pendiente de equilibrio
(fig.4.48). Todo lo explicado en este párrafo son inconvenientes o efectos adversos de esta clase de obras.

Fig.4.48 Transformación de la pendiente al intercalar puntos duros en un cauce.

El cauce de aguas bajas, por su parte, puede ser guiado al centro del cauce mayor si cada traviesa es un poco más
baja en el centro. Esto limita la posibilidad de alcance de los límites del encauzamiento por este cauce de aguas
bajas, es decir la erosión lateral (fig.4.49). El papel de una traviesa en situación de avenida, finalmente, no es claro:
la traviesa como punto fijo podría ser simplemente una coerción al descenso de fondo sobre todo si imaginamos
un grupo de traviesas (fig.4.50). La variable de más influencia en reducir la erosión sería la distancia entre
traviesas. Obsérvese que esto es también exactamente así en las erosiones discutidas anteriormente, pero teniendo
en cuenta el efecto adverso indicado, de modo que el espaciamiento de una serie de traviesas se convierte en el
parámetro ingenieril más importante (en la función y también en el coste).

Fig. 4.49 Papel de las traviesas frente a la erosión Fig. 4.50 Papel de las traviesas frente a la lateral
erosión general transitoria.

Como se ve, más que proteger de la erosión, podría decirse que la traviesa la limita, en las varias modalidades de
erosión. En otras palabras, realiza una limitación mayor o menor de los movimientos del fondo, es decir, una
especie de inmovilización parcial. El grado de estabilización es función del espaciamiento de las traviesas. La
inmovilización tiene otras consecuencias hidráulicas: cuanto menos se le permite al fondo descender durante una
avenida, menos contribuye ese espacio como área de flujo, es decir, la capacidad hidráulica del cauce es menor.
Asimismo la suavización de la pendiente a largo plazo reduce también la capacidad hidráulica del encauzamiento.
En otras palabras, los niveles de agua correspondientes a un cierto caudal serán más altos.

4.19.2 Corrección de la pendiente y otras funciones

21
Como se ha visto, las traviesas tienen un efecto involuntario sobre la pendiente. Sin embargo en otros casos, el
objetivo deliberado de una intervención es modificar (reducir) la pendiente. Esto ocurre en ríos de gran pendiente
(ríos torrenciales). En estos ríos el agua circula a gran velocidad, probablemente en régimen rápido (o supercrítico)
y tiene una gran capacidad de transporte sólido de fondo. Estos son verdaderos inconvenientes para una obra de
encauzamiento, ya que se incrementan fuertemente las acciones mecánicas de la corriente. Si las traviesas se
proyectan con una pequeña altura sobre el cauce, reducen la pendiente en sus cercanías (fig.4.51). Con un conjunto
de traviesas se consigue escalonar el río y disminuir la pendiente, y así finalmente moderar las acciones mecánicas.
No hay que olvidar la pérdida de capacidad hidráulica y el riesgo de erosión local al pie de las traviesas, como
efectos secundarios

Fig.4.51 Escalonamiento de un cauce torrencial mediante traviesas.

El escalonamiento puede producirse rápidamente (a diferencia de la evolución lenta de la fig.4.47), simplemente


por relleno de las traviesas, con caudales normales. En avenida, sin embargo, el fondo de estos ríos torrenciales
tiende a adoptar una pendiente mayor que la de las aguas bajas y altas (cf.4.5). La línea del fondo en avenida
puede ser la que une las coronaciones de las traviesas recuperando quizá la pendiente original. La avenida puede
dejar ese fondo tras su paso, mientras que los caudales normales (escasos en sólidos) van erosionando los espacios
entre traviesas volviendo a establecer el perfil escalonado del encarnamiento. Así pues, las traviesas sirven
también como corrección de la pendiente de un río (como puntos fijos del perfil que determinan pendientes
parciales) y en este aspecto su función es diferente a la de protección frente a la erosión. Cuando la traviesa
sobresale del cauce no debe confundirse con una presa de retención de sólidos o dique torrencial (cf.4.18), ya que
el volumen de sólidos contenido por la traviesa es insignificante. Para las otras funciones conviene que la traviesa
no sobresalga del cauce, o incluso que esté enterrada, de modo que limite la erosión suficientemente pero al tiempo
permita un cierto descenso transitorio del fondo.

En ocasiones, se usan las traviesas para evitar la meandrificación de un río. En efecto, cuando un cauce recto o
moderadamente sinuoso sufre un desequilibrio erosivo que llevaría a un nuevo equilibrio con menos pendiente, la
reacción puede ser el aumento de la sinuosidad (que reduce la pendiente) en lugar de la incisión del cauce (caso
de la presa, cf.3.5). Este proceso se frena haciendo perder parte del desnivel localizadamente en estas obras
(fig.4,52).

Fig.4.52 Proceso A-B-C de meandrificaión reduciendo pendiente, frenado con una traviesa

Los umbrales de fondo o barrera sumergidas en ríos grandes se usan contra la erosión del lecho y también para
modificar o regularizar la posición de los fondos (cf.4.15).

4.20 El problema de las desembocaduras

La desembocadura de un afluente en el río mayor causa algunos típicos problemas de ingeniería fluvial. Lo que
sucede es que el afluente no desemboca necesariamente con dirección paralela a la del río, sino que, por el

22
contrario, con frecuencia desemboca casi en perpendicular, e incluso a contracorriente (fig.4.53). Para el afluente
el problema es el brusco cambio de dirección y el repentino frenado de las aguas para incorporarse a la corriente
principal. Para el río el problema es la dificultad al flujo creada por la dirección de la corriente afluente.

Fig. 4.53 Desembocadura de un afluente en un río

Las consecuencias son por un lado hidráulicas, ya que pierden capacidad de desagüe tanto el afluente como el río
y es por ello más probable la inundación causada por uno u otro. En segundo lugar la corriente del afluente puede
atacar y erosionar la orilla del río enfrentada a su desembocadura, especialmente cuando una avenida por aquél
no coincide en el tiempo con la del río. En tercer lugar el frenado del afluente creará las condiciones para el
depósito de su material sólido de fondo a modo de barra, la cual puede ir "empujando" y desplazando el cauce del
río (además de ser un obstáculo al desagüe del río).

En las desembocaduras se realizan tramos de cauce para que la confluencia de las aguas sea más paralela (p.4.10).
Esto significa un desvío y en ocasiones una corta. El ángulo agudo, a modo de península, entre uno y otro cauce
debe ser muy bien protegido frente a cualquier erosión. De hecho el río desembocaba probablemente de otro modo
porque tal orilla no resistió la erosión.

Las erosiones que remontan los ríos (erosiones regresivas) se propagan a través de los afluentes en las confluencias
y pueden alcanzar a toda la red hidrográfica. Esto se puede remediar mediante una traviesa en la sección de
desembocadura del afluente al río.

Otros problemas suceden en las desembocaduras al mar en regiones de delta. Los cauces emisarios en que un río
suele dividirse pueden cambiar rápidamente su importancia relativa y traer el afianzamiento de tino a costa del
"encogimiento" de otro.

4.21 Ingeniería fluvial en estuarios y en la salida al mar

Los estuarios* son normalmente, gracias a su morfología (cf.2.10), lugares con mejores condiciones de
navegación que otras formas de desembocadura en el mar. La frecuencia con que los puertos se sitúan en estuarios
y rías (que son buenos abrigos) o en los tramos bajos de los ríos (puertos fluviales) hace que las obras fluviales
más frecuentes tengan como objetivo asegurar o mejorar las condiciones de navegación (asegurar los calados). El
enemigo de este objetivo es siempre la sedimentación del material sólido transportado por el río y en segundo
lugar el desarrollo de barras modeladas por la corriente y el transporte sólido litoral.

Los tipos de obras con este objetivo son dragados, por un lado, y obras permanentes de encauzamiento, por otro.
En los estuarios con influencia de la marea se desea que la corriente de llenado y vaciado discurra por el mismo
camino, para que la capacidad erosiva de una y otra colaboren a mantener un solo cauce. Es posible que para ello
haya que cerrar brazos con espigones: éstos serían perpendiculares, porque la corriente tiene dos sentidos
contrarios (cf.4.15). En todos los casos convienen curvas (aunque muy suaves, más que en los ríos), con sus orillas
cóncavas con función de guiado (cf. 4.14) y, en el caso de estuarios con mareas, dar primacía en el
dimensionamiento del cauce al régimen de vaciado del estuario. El trazado de las obras longitudinales de
encauzamiento suele hacerse de modo que se vaya ganando anchura en dirección ai mar: por ejemplo se
recomienda* un ensanchamiento de 1 m en cada 80 m (ñg.4.54). Estos diques longitudinales pueden ser
sumergibles por la marea alta. Tras obras de encauzamiento como éstas, la marea se puede sentir más debido al
cambio del funcionamiento hidráulico del estuario.

23
En grandes ríos, las barras litorales, probablemente
sumergidas, puede ser un obstáculo para la navegación120'. Se encuentran en todo tipo de desembocaduras, también
en deltas y estuarios. Para combatir su desarrollo, el tipo de obra más efectivo es la construcción de unos diques
que penetren en el mar (fig.4.54) (en su caso como prolongación de diques tierra adentro), de manera que la
concentración del flujo de salida del río erosione la barra. También se aplican dragados, más bien como medida
de mantenimiento.

4.22 Conceptos de restauración*

La recuperación ambiental del cauce y del río se ha convertido hoy en un objetivo de las intervenciones en los
países más desarrollados, además de ser un poderoso condicionante para muchas obras de encauzamiento con
otros objetivos. Es útil distinguir el alcance de estas intervenciones respondiendo a preguntas como las siguientes:
1) ¿se busca una mejora ecológica o estética?; 2) con restauración, ¿se quiere decir renaturalización o simplemente
naturalización? (lo primero significa la vuelta al estado inicial anterior a la perturbación que ha degradado el río,
lo segundo significa restablecer procesos naturales aunque no sean los originales); 3) la mejora, ¿exige una
intervención completa o puede esperarse una recuperación natural a partir de una intervención menor, aunque el
objetivo se alcance a más largo plazo?

Teniendo en cuenta la dificultad de conocer la ecología de un río y por otro lado la fuerza de la demanda social,
que percibe más fácilmente la mejora estética que la ecológica, no es extraño que la mejora estética sea
predominante, sobretodo en entornos urbanos. La renaturalización, por su parte, es un concepto problemático
porque el estado inicial, "natural", puede no conocerse sino sólo conjeturarse. Además, pueden haber ocurrido
cambios irreversibles que impidan la renaturalización, entre los que dos son destacados: 1) cambio en los usos del
suelo de la cuenca (por ejemplo el desarrollo agropecuario o la urbanización) y 2) regulación artificial de los
caudales por medio de embalses. Restaurar el cauce según cómo fue quizá en el pasado, sin tener en cuenta estos
cambios, no es sensato. Es preferible naturalizar los ríos de manera compatible con las nuevas circunstancias. Un
hecho que en la práctica dificulta la restauración es la ocupación de las llanuras de inundación por vías de
comunicación. Otros usos del espacio o del agua restringen las posibilidades; otros objetivos y expectativas (por
ej. recreativas, estéticas, etc.) matizan el objetivo de ¡a restauración y los riesgos fluviales (inestabilidad, erosión
e inundación) ponen límites lógicos, dictados por la seguridad de las personas, a la iniciativa de restauración. Con
todo, en los países más avanzados se empiezan a demoler presas y a cambiar vías de comunicación para la
renaturalización de ríos.

Las obras de encauzamiento para la restauración ecológica se proyectan con una suposición implícita: que la
restauración del medio físico trae la recuperación biótica. Hay otra condición implícita evidente: una calidad de
las aguas adecuada, eliminando la contaminación (agrícola, urbana). Sin embargo, cumplidas estas condiciones,
unas veces se tiene éxito y otras no porque aún no se ha desarrollado lo bastante el conocimiento en ecología
fluvial.

La restauración se encuentra limitada todavía a ríos pequeños, "manejables". El medio físico buscado con las obras
ha sido hasta ahora invariablemente el de un río meandriforme, cuya variedad de velocidades, profundidades y
materiales de fondo promueve la diversidad física. En ríos de montaña se busca la misma morfología por medio
de rápidos y remansos (cf.3.9). No hay experiencia de restauración de morfologías trenzadas. En ocasiones, una
morfología original trenzada de gran anchura desapareció por la presión agrícola o urbana sobre el espacio,
desencadenando una incisión y una pendiente más suave. En ese lugar hoy es posible una naturalización del río
como morfología meandriforme que es compatible con el menor espacio disponible, quizá tras operaciones
menores de compra de suelo. Otra situación frecuente es la de un cauce rectificado por su interés como espacio
agrícola o urbano, que se desea devolver a una morfología sinuosa. En este caso, si la potencia de la corriente por

24
unidad de longitud y anchura W (cf.2.11) es mayor que 40 w/nf, puede esperarse un proceso natural de
meandrificación, quizá lento pero más económico que una intervención completa.
En ríos con abundante transporte sólido de fondo, una condición importante de la restauración es respetar la
circulación de los sólidos. Ellos alimentan y renuevan las formas fluviales como las barras alternadas, muy
apreciadas como asiento de invertebrados y para la cría de peces (freza). Impedir la erosión de orillas es
indirectamente recortar el dinamismo de las barras, pues las orillas son una fuente importante de sedimento. Sin
un cauce móvil en fondo y orillas no es posible la restauración (cf.4.7.2). En ríos de montaña la lucha contra la
erosión en torrentes tiene el mismo efecto sobre los depósitos fluviales que la defensa de orillas. La merma del
transporte sólido produce la colmatación por finos, con lo que se pierden por ej. las cualidades de un substrato
para la freza, y eventualmente el crecimiento de una vegetación que la ñja. Hoy se reconoce, en este sentido, el
papel "restaurador" de las avenidas que avivan el transporte y dinamizan los depósitos sólidos. Tímidamente, se
empieza a pedir a la explotación de presas en ríos regulados la "creación" de estas avenidas con sus órganos de
desagüe'21'.

4.23 Impacto ambiental de los encauzamientos

Las regiones pantanosas en ríos de llanura son sistemas ecológicos complejo, caracterizados por una interrelación
fuerte del cauce principal con las llanuras de inundación, ocupadas frecuentemente por aguas someras o
permanentemente por lagunas.

La llanura del Skjern ha sufrido descensos por consolidación del suelo de hasta 1 m, la carga de nutrientes en el
agua que llega al río es muy elevada (falta la función de filtro de nutrientes del humedal), ha desaparecido la fauna
fluvial y la laguna litoral en la que desemboca el río se está eutrofizando. Las aguas estancadas en los pantanos
del río Kissimmec han experimentado un crecimiento anormal de vegetación acuática y depósito de materia
orgánica. El flujo en el propio cauce se llega a estratificar y se dan condiciones anaerobias en el fondo, ya que el
cauce es muy hondo y el flujo muy lento.

En España, los estudios de impacto ambiental deben analizar y valorar los impactos, prever medidas protectoras
y correctoras y planear un seguimiento de estas medidas en la construcción y explotación. Son objeto de
información pública y finalmente de una declaración (positiva o negativa) de impacto.

4.24 Sobre encauzamientos urbanos

En los tramos urbanos de los ríos la necesidad de encauzar proviene frecuentemente del peligro de inundación
para la población. Por otra parte el crecimiento de 1a ciudad suele restar espacio al río y confinarlo. Los
encauzamientos urbanos pueden estar ya muy consolidados dentro de la ciudad de modo que no sea fácil mejorar
la protección frente a las avenidas.

El aumento de la capacidad de desagüe de un encauzamiento urbano consolidado puede conseguirse con una
atención a la limpieza del cauce para no restarle área o no crearle resistencia al flujo. También existe la tentación
de excavar el fondo dejándolo a una cota inferior para tener mayor área de flujo. Esta medida debe analizarse
cuidadosamente pues puede ocurrir que el fondo recupere su cota anterior a corto plazo, y que desaparezca el
efecto deseado, o bien que el cambio de fondo signifique un cambio de pendiente con otros efectos sobre el
equilibrio del río.

En ocasiones se cubren los ríos urbanos pequeños o medianos, con el aliciente del nuevo espacio urbano
conseguido y por culpa del escaso aprecio por el río, posiblemente seco o deteriorado (mala calidad del agua o del
medio físico). Estas intervenciones plantean algunas delicadas preguntas.

1. El río deja de verse y seguramente deja de ser atendido, de manera que una obstrucción o una pérdida de
capacidad será menos detectable.
2. La sección de flujo puede hacerse de igual capacidad con cauce cerrado y con cauce abierto (conservando
un cierto resguardo), no es igual la capacidad si se supera el caudal de proyecto.
3. No dar oportunidad a los cuerpos flotantes a obstruir la boca del encauzamiento (los troncos de árboles
pueden tener 20 m de longitud), pero también hay que evitar la entrada de personas.

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4. La obra de cubrir el cauce implica también una solera no erosionable, no se da oportunidad al fondo del
cauce a descender transitoriamente por erosión general y así se cambian las condiciones de circulación
del caudal máximo.

Es frecuente realzar el valor estético del río remansando su cauce principal por medio de pequeños azudes o
compuertas, de manera que las aguas bajas llenen también el cauce. Si se evita que el agua parezca estancada, el
río, en efecto, parece magnificado, deberían analizarse cuestiones como:

• el efecto de los azudes o compuertas sobre la capacidad de desagüe del cauce en avenidas,
• la posibilidad de entarquinamiento progresivo o súbito (en una avenida) de estos remansos antrópicos,
• el riesgo de que la baja velocidad favorezca procesos químicos en el agua o en los sedimentos, con
consecuencias desfavorables (falta de oxígeno, malos olores, mosquitos). Esta es una amenaza grave en
ríos contaminado y con fuertes estiajes.

7. BIBLIOGRAFÍA

 Martin Vide, Juan P. (2009). Ingeniería de ríos. Ediciones UPC, S.L.,


Universidad Politécnica de Catalunya. España-Barcelona, 302p.

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