Speckman Guerra Elisa y Fabiola Bailon V PDF

En las últimas décadas, la historia social ha ampliado su catálogo
de temas, personajes y fuentes. Ha cobrado importancia el estudio de
Vicio, prostitución y delito. Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX

grupos marginales y, dentro de ellos, de los sujetos que transgre-
den códigos legales o morales, quienes resultan accesibles al histo-
riador a través de diversas y novedosas fuentes, como los archivos e
informes policiales, judiciales o sanitarios; las revistas y las seccio-
nes de nota roja; la literatura o el cine.
De este cambio da cuenta Vicio, prostitución y delito. Mujeres trans-

gresoras en los siglos XIX y XX. Meseras, cabareteras, prostitutas,
madames, criminales, criminalizadas, delatoras, seductoras y
asesinas son las protagonistas de los doce capítulos que integran
la obra, cuyos autores, a partir de múltiples testimonios e inquie-
tudes de investigación, analizan experiencias y espacios de trans-
gresión en México.
Vicio, prostitución y delito

Portada: "Marcelina Pérez", Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Oaxaca, Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX
Registros Fotográficos, Registros de prostitución, caja 1, registro n. 159.
Coordinación
Elisa Speckman Guerra y Fabiola Bailón Vásquez
www.historicas.unam.mx
UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

DR© 2017. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas
Disponible en: www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/vicio/mujeres_transgresoras.html
VICIO_FINAL.indd 1 22/11/2016 10:57:43 a.m.


VICIO, PROSTITUCIÓN Y DELITO
MUJERES TRANSGRESORAS EN LOS SIGLOS XIX Y XX


INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS
Serie Historia Moderna y Contemporánea / 68


VICIO, PROSTITUCIÓN Y DELITO
MUJERES TRANSGRESORAS
EN LOS SIGLOS XIX Y XX
Coordinación
ELISA SPECKMAN GUERRA
FABIOLA BAILÓN VÁSQUEZ
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MÉXICO 2016


Vicio, prostitución y delito : mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX /
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Diego Pulido Esteva [y otros once]
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ISBN UNAM 978-607-02-8342-0
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Primera edición: 2016
D. R. © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n
Ciudad Universitaria, Coyoacán, 04510, Ciudad de México
ISBN 978-607-02-8342-0
Portada: Ivonne Marlene Gutiérrez Cervantes
Imagen de portada: “Marcelina Pérez”, Archivo Histórico Municipal

de la Ciudad de Oaxaca, Registros Fotográficos, Registros de Prostitución,
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Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

sin la autorización escrita del titular de los derechos patrimoniales.
Impreso y hecho en México



ÍNDICE
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
PRIMERA PARTE
OFICIOS “PELIGROSOS” Y BAJOS FONDOS
Las meseras en la ciudad de México, 1875-1919

Diego Pulido Esteva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
º ÊL>ÊÕ`ÊìÊ«iV>`»°Ê6V]ÊVÀiÊÞÊL>ÃÊv`ÃÊ
en la ciudad de México, 1929-1944
Odette María Rojas Sosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 49
Cabareteras y pachucos en Magazine de Policía

Ciudad de México, 1940
Gabriela Pulido Llano. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
SEGUNDA PARTE
PROSTITUCIÓN Y PROXENETISMO
Perdición, enganche y seducción. Prostitución y lenocinio

en Jalisco, 1866-1885
Laura Benítez Barba . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 135
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El inicio de un debate y sus primeras consecuencias
legales, 1929-1956
Fabiola Bailón Vásquez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171


410 VICIO, PROSTITUCIÓN Y DELITO
La trata de blancas y su diferente atención: Buenos Aires

ÞÊ6iÀ>VÀÕâ]Ê«ÕiÀÌÃÊìÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃÊvÀ>ViÃ>ÃÊ
en las primeras décadas del siglo XX
Rosalina Estrada Urroz . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
Burdeles, prostitución y género a través de los procesos

por lenocinio. Ciudad de México, década de 1940
Pamela J. Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227
ÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊÞÊVÃÕ`ÀiÃÊ«ÀÛ>`ÃÊ
Los clientes, esos desconocidos
Fernanda Núñez Becerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257
TERCERA PARTE
CRIMEN Y DELITO
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de México en la década de 1940
Martha Santillán Esqueda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
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1920-1930
Rocío Corona Azanza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309

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involucradas en homicidios pasionales en Michoacán,
1900-1920
Lisette G. Rivera Reynaldos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 345
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Elisa Speckman Guerra . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371


PRESENTACIÓN
Vicio, prostitución y delito iÃÊ«À`ÕVÌÊìÊÌÀ>L>ÊViVÌÛÊìÊÕÊ

grupo de investigadores interesado en la historia sociocultural
de la transgresión —algunos de ellos miembros del Seminario
Permanente de Historia Sociocultural de la Transgresión dirigido
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desarrollado de forma más amplia los temas que tratan en los
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res—, otros estudian la prostitución —tanto la explotación de las
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dan en la criminalidad femenina —sobre todo las lesiones y el
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res que transgredieron las normas morales o las leyes penales.
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el hogar o las labores femeninas tradicionalmente aceptadas para
laborar en salones de baile, cabarets, restaurantes, bares o can-
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se convirtieron en delincuentes violentas u homicidas pasionales.
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fondos”, “Prostitución y proxenetismo” y “Violencia y crimen”.
Los autores de la primera parte retratan la vida nocturna en la
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cuarto del siglo XIX se dio un reacomodo laboral que llevó a la

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cómo las autoridades mostraron una férrea resistencia a aceptar
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hacer pasar su presencia como “inmoral”— mientras que otro
grupo mostró posturas mediadoras y paternalistas en las que
subrayaba su vulnerabilidad. El resultado de ello, de acuerdo con
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presencia femenina en los mismos, fueron temas que obsesiona-
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siglo XIX, sino también durante la primera mitad del XX. A estos
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sumo de alcohol, los llamados “centros de vicio”, la prostitución
y el crimen. La autora encuentra que las representaciones de la
vida nocturna contribuyeron a difundir y generalizar una imagen
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dad, pues la convivencia que se creaba al interior de espacios
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a provocar serias fricciones.
Los cabarets fueron, sin duda, los espacios que más caracte-
rizaron la vida nocturna de la ciudad de México en la primera
mitad del siglo XX°ÊÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>Ê«ÀiÃ>]ÊiÃ«iVwV>iÌiÊìÊ>ÃÊ
revistas Magazine de Policía y Suplemento Magazine de Policía, en
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tadas en 1940 contra la prostitución para corroborar cómo la
imposición de este nuevo régimen llevó a las prostitutas a “mudar
sus escenarios” de la calle al cabaret, convirtiendo a éste en el
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originalmente en el coloquio Prostitución, Lenocinio y Trata de


PRESENTACIÓN 9
Personas con Fines de Explotación Sexual en la Historia de Mé-

xico, organizado por Fabiola Bailón Vásquez en el Instituto de
Investigaciones Históricas de la Universidad Nacional Autónoma
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ÞÊiÊÃÕÊÛVÕÊVÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ]ÊÃÊ«ÀÝiiÌ>ÃÊÞÊÃÊºViÌiÃ»°Ê
De igual forma, reflexionan sobre el fenómeno de la explotación
sexual y buscan sus conexiones con el tema de la trata de blancas.
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ìÊìÕV>ÃÊVÌÀ>ÊÃÊiÝ«Ì>`ÀiÃÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>Ê>ÃÊ
como las prácticas que éstos utilizaron para enganchar y seducir
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adentra en el tema de la explotación sexual y corrobora cómo si
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explotadores que utilizaron el enamoramiento, la seducción, el
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iÊÛVÕÊiÌÀiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊiÊiVÊÞÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊÕiÀiÃÊ
son dos de los pendientes de la historia. En él se adentra Fabiola
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sabilidad y el castigo de los llamados “padrotes” —o proxenetas
varones—. En un esfuerzo de largo aliento, Bailón Vásquez aborda
los antecedentes de la tipificación del delito de lenocinio y
su castigo, la tolerancia reglamentarista hacia la prostitución
y su explotación, además de los cuestionamientos hacia dicha
tolerancia derivados de las exigencias abolicionistas y del interés
europeo por la llamada “trata de blancas”.
La negativa del gobierno mexicano a aceptar la existencia de
la trata de blancas durante la primeras décadas del siglo XX es
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diante un estudio comparativo, Rosalina evidencia el escaso in-
terés que tuvieron las autoridades mexicanas, en comparación
con las autoridades argentinas, en incorporarse a las iniciativas
internacionales relacionadas con la trata. Para ello, da cuenta de


la presencia de este fenómeno en dos puertos: Buenos Aires y

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jÝVÊÊÀiVVÊiÊ«ÀLi>ÊìÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊÊ}iiÀÊ«Ì-
cas al respecto sino hasta muy entrado el siglo XX]Ê«iÀÊÃÊÊâÊ
iÊiÊV>ÃÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃ«i°Ê>V>Ê£{ä]Ê>ÊV>«Ì>ÊìÊ«>ÃÊ
entró en una nueva etapa como resultado de la derogación de los
reglamentos de prostitución. Las primeras consecuencias y el im-
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V>«ÌÕÊ«ÀÊ*>i>Ê°ÊÕiÌiÃ]ÊµÕiÊìÊÃÊiviVÌÃÊ`viÀiV>-
dos que tuvo este proceso en el caso de la persecución de hombres
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realidad las más afectadas a pesar de que el cambio implicó una
mayor consignación de explotadores en general.
Los hombres no sólo estuvieron ausentes en la impartición
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la prostitución, sino que además su responsabilidad fue minimi-
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“clientes” de la prostitución. La autora se pregunta por el papel
de la masculinidad y la virilidad, por lo que, al enfrentar las di-
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directamente esa cara oculta de la prostitución, recurre a algunas
percepciones que se construyeron en torno a ellos. Asimismo,
recurre a la novela para intentar describir el tipo de clientela que
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Finalmente, en la tercera parte se aborda la criminalidad fe-
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`ÃÌ>V>ÊìÊ>ÃÊÃ>ÃÊp>ÞÀÊÊiÀÊÃi}ÖÊiÊìÌÊÞÊiÊÌ«Ê
de delincuente— respecto del modelo de conducta aceptado o de
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violencia femenina en los centros nocturnos de la ciudad de Mé-
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PRESENTACIÓN 11
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actitudes violentas— que formaron parte del mundo de margi-
nación, del consumo de bebidas o drogas y de las dinámicas
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chadoras, cantantes o prostitutas.
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de infanticidio, adulterio, homicidio, embriaguez habitual, aban-
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ÃÕÊiÝV>ÀVi>V°Ê,VÊiÝ>>ÊVÊ`V>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>ÊVÌÀ>-
corriente de la conducta transgresora que las llevó a la cárcel,
utilizaron concepciones y discursos tradicionales en torno al de-
LiÀÊÃiÀÊìÊ>ÊÕiÀÊ>ÃÊVÊÃÕÊV`VÊìÊÛÕiÀ>L`>`Ê«>À>Ê
lograr su propósito.
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propósito de destacar aspectos de las prácticas amorosas y de las
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ciones sociales, lazos de comunidad y vivencias cotidianas.
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cabaretera, prostituta, drogadicta, delincuente y asesina “por
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femenina que fue sumamente célebre en el México posrevolucio-
nario. La autora nos adentra en los detalles de este caso con el
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tes en cuanto a temas, épocas —los estudios se ubican entre el


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Revolución no representa necesariamente un corte y los autores
utilizan delimitaciones propias de su tema de estudio— y esce-
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iÀiÃÊµÕiÊÌÀ>Ã}ÀiìÀÊ>ÃÊ«>ÕÌ>ÃÊÀ>iÃÊÊ>ÃÊiÞiÃÊ«i>iÃpÊ
y comparten un mismo enfoque —un acercamiento que no sólo
es propio de la historia social, sino también del ámbito cultural,
ya que se ocupa de discursos, ideas, mentalidades e imaginarios.
Agradecemos a las autoras y a los autores por su colaboración,
>ÃÊVÊ>ÊÃÌÌÕÌÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÃÌÀV>ÃÊ«ÀÊiÊ>«ÞÊ
tanto en la organización del coloquio como en la edición del li-
bro. Damos las gracias también a la anterior directora de dicho
instituto, la doctora Alicia Mayer González, y a su secretario
académico, Iván Escamilla, por el apoyo brindado para llevar a
cabo todas las actividades relacionadas con el proyecto de pos-
doctorado de Fabiola Bailón Vásquez titulado “Cuerpos forzados
ÞÊi``>ÃÊi}>iÃ\ÊiVÊÞÊÌÀ>Ì>ÊìÊ«iÀÃ>ÃÊVÊwiÃÊìÊiÝ-
plotación sexual en la Ciudad de México, 1929-2007” —entre las
cuales estuvo el coloquio citado—. Asimismo, queremos agra-
decer a su actual directora, la doctora Ana Carolina Ibarra, por
iÊÀiÃ«>`ÊiÊ>Ê«ÕLV>VÊìÊiÃÌ>ÊLÀ>°Ê*ÀÊÖÌ]Ê>}À>ìVi-
mos a los miembros del Seminario Permanente de Historia Socio-
cultural de la Transgresión por el continuo y enriquecedor diá-
logo que ha dado lugar a varias colaboraciones, entre las que se
encuentra la presente obra.


PRIMERA PARTE
OFICIOS “PELIGROSOS” Y BAJOS FONDOS



LAS MESERAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO
1875-1919
DIEGO PULIDO ESTEVA

ÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>
Dirección de Estudios Históricos
La “mesera” es un tipo nuevo. Nació en la épo-

ca del Progreso, quiero decir cuando el café de
este nombre (ya difunto) resolvió desterrar a
sus tradicionales jugadores de dominó, y
atraer a los parroquianos con el aliciente del
eterno femenino.
>ÕiÊÕÌjÀÀiâÊ ?iÀ>]Ê£nnx°
Las impresiones citadas, escritas una década después de haber

sido introducido el servicio de meseras, representan a éstas como
una estampa nueva ligada a cambios sociales en la capital mexi-
V>>°Ê ÊiÊÖÌÊVÕ>ÀÌÊìÊÃ}ÊXIX, la sociedad de la ciudad
de México experimentó cambios vinculados con la expansión de
>ÊÌÀ>â>ÊÕÀL>>]ÊiÊVÀiViÌÊì}À?wVÊÞÊ>Ê`ÛiÀÃwV>VÊ
comercial.1 A todo ello deben sumarse reacomodos laborales que
transformaron y, sobre todo, tensaron las relaciones de género.
Inscrito en la vertiente costumbrista del Modernismo, el Duque
Job consignaba con nostalgia la sustitución de la horchatera
—vendedora de aguas frescas— por la mesera, ese “tipo nuevo”
µÕiÊ>ÀV>À>ÊiÊÃiÀÛVÊiÊiÃÌ>LiViÌÃÊ`ìÊÃiÊ>VÕ`>Ê>Ê
1
Ê*>À>ÊiÊVÀiViÌÊvÃVÊÞÊì}À?wVÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊiÊiÊÖÌÊVÕ>ÀÌÊ
del siglo XIX, véanse Dolores Morales, “La expansión de la traza de la ciudad de
México en el siglo XIX. El caso de los fraccionamientos”, en Ensayos urbanos
de la ciudad de México en el siglo XIX, México, Universidad Autónoma Metro-
«Ì>>8VV]ÊÓä££]Ê«°ÊÓÎÓÓxxÆÊÞÊ>ÀÊ >ÀLÃ>]Êº>ÊVÕ`>`°Ê
ÀiV-
miento urbano y poblacional”, en Problemas de la urbanización en el valle de
México, 1810-1910. Un homenaje visual en la celebración de los centenarios,
jÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊÕÌ>ÊiÌÀ«Ì>>
Õ>>«>]ÊÓää]Ê«°Ê£ÇÎ£ä°


16 DIEGO PULIDO ESTEVA
comer, beber y desplegar distintas culturas de ocio. Dicho des-

plazamiento fue asociado al cosmopolitismo, pero también a la
ÃÕ«ÕiÃÌ>ÊÀi>>VÊÀ>ÊVÃìÀ>`>ÊVÃÕÃÌ>V>Ê>ÊÃÊ>ÀiÃÊ
progresistas.
ì?ÃÊìÊ>Ê>À>â>ÊìÊ>ÃÊÀV>ÌiÀ>ÃÊÊ>ÊÛi>ÊVÕ`>`]Ê
iÊiÊÖÌÊVÕ>ÀÌÊìÊÃ}ÊXIX existió una virulenta oposición
>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>À>ÊVÊiÃiÀ>Ã°ÊV>iÌi]Ê`VÊ
discurso tuvo poca influencia en las regulaciones, pero con el
Ìi«ÊÃiÊ>wÀ>À>Ê>ÃÌ>Êi}>ÀÊ>ÊyÕÀÊ>ÀV>`>iÌiÊiÊÃÊ
reglamentos de expendios de bebidas embriagantes redactados
después de la Revolución. Inspirados en la legislación laboral,
jÃÌÃÊ«ÀLiÀÊiÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊìÃ«>VÃÊìÊLiL`>Ã°Ê
Desde luego, al igual que varias medidas prohibicionistas, esta
À>Ê ÀiÃÕÌÊ iwViÌiÊ «>À>Ê ìÌiiÀÊ iÀV>Ã]Ê ÌÀ>`ViÃÊ ÞÊ
«À?VÌV>ÃÊÃV>iÃ]Ê«iÀÊÃÕwViÌiÊ«>À>Ê`Ì>ÀÊ>Ê>ÊLÕÀVÀ>V>ÊìÊ
L>µÕiÌ>Êp«V>ÃÊiÊÃ«iVÌÀiÃpÊìÊiÀÀ>iÌ>ÃÊ«>À>ÊÕÌ>À]Ê
extorsionar y controlar tal presencia, lo que recrudeció las rela-
ViÃÊiÌÀiÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÞÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊiÊÃÊ?LÌÃÊ
ìÊÃV>L`>`ÊiÌV>°
ÃÌiÊÌÀ>L>ÊÃiÊViÊ>ÊÕÊ>ÀVÊÌi«À>ÊµÕiÊ>ÌiìÊiÊ>-
lestar —generalmente masculino y pretendidamente “decente”—
V>Ã>`Ê«ÀÊiÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊiÃ«>VÃÊµÕiÊÃiÊVÃì-
raban poco adecuados para su sexo.2 El primer corte, 1875,
obedece a un dato bien preciso: se atribuye al Café Progreso
haber introducido por primera vez el servicio de meseras. Si bien
>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>L>ÊìÃìÊÌi«Ê>ÌÀ?ÃÊiÊiÝ«i`ÃÊìÊLiL-
`>ÃÊìÊÌÀ>Êì]ÊiÃ>ÊÛi`>`ÊiÃÊÃ}wV>ÌÛ>Ê«ÀµÕiÊÃiÊ>L>-
ba abiertamente de las meseras como labor femenina a la usan-
â>ÊvÀ>ViÃ>°Ê ÊÃÊ>ÃÊÃ}ÕiÌiÃ]ÊÃÕÊ«ÀiÃiV>ÊÃiÊiÝÌi`Ê>Ê
otros establecimientos, desestabilizando ciertas fronteras que
buscaban separar los géneros masculino y femenino en cantinas,
ÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃ]ÊV>vjÃÊÞÊÌÀÃÊìÃ«>VÃÊ`ìÊÃiÊiÝ«i`>ÊLiL`>ÃÊ
2
Ê ÃÊvÕ`>iÌ>Ê«iÃ>ÀÊ>ÊV>Ìi}À>ÊìÊ}jiÀÊ«>À>ÊiÌiìÀÊ>ÊiÝ«iÀi-
cia laboral de las meseras y el conflicto sociocultural asequible en las represen-
Ì>ViÃ]ÊÃÊÛ>ÀiÃÊÞÊÃÊ>}>ÀÃ°Ê*>À>ÊiÊ}jiÀÊiÊiÃÌiÊÌ«ÊìÊÌÀ>L>]Ê
Ûj>ÃiÊ >iÊ°Ê>]Êº7>ÌiÀ}É7>ÌÀiÃÃ}°Ê }iìÀ}ÊÌiÊ7ÀÊvÊ/>LiÊ
Servers”, Gender and Society, v. VII, n. 3, septiembre de 1993, p. 329-346.


LAS MESERAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO, 1875-1919 17
embriagantes. Aunque debe tomarse con laxitud, el segundo cor-

te corresponde a una regulación que de manera abierta prohibió
i«i>ÀÊÕiÀiÃÊiÊìÃ«>VÃÊìÊLiL`>ÃÊ>VV>Ã°Ê/>Êi`-
`>ÊÊÃÊ>viVÌÊ>Ê>ÃÊiÃiÀ>Ã]ÊÃÊÌ>LjÊ>ÊÕ>Ê>i>ÊÞÊ-
toria presencia femenina representada por empleadas o propie-
tarias de giros comerciales diversos. A partir de entonces, aquellas
ÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊ«ÕµÕiÀ>Ã]Êv`>ÃÊÞÊw}iÃÊÌÕÛiÀÊ
µÕiÊi}V>ÀÊÌ`>Û>Ê?ÃÊVÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ]ÊvÕ`>iÌ>i-
ÌiÊ«V>ÃÊiÊÃ«iVÌÀiÃ]Ê«>À>Ê«iÀ>ÀÊÃÕÃÊiÃÌ>LiViÌÃ°
Trabajo femenino en despachos de bebidas
>ÃÊÕiÀiÃÊiÀ>ÊÌÀ>ÃÊiÊiÊViÀVÊ>ÊiÕìÊìÊ>i-
ÌÃÊÞÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊiÊ`ÛiÀÃÃÊ}ÀÃ]ÊìÃìÊ«ÕµÕiÀ>Ã]Ê
v`>ÃÊÞÊw}iÃÊ>ÃÌ>ÊV>vjÃ]ÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃÊÞÊiÛiÀ>Ã°3 Sin em-
L>À}]Ê >ÃÊ ÌÀ>L>>`À>ÃÊ vÕiÀÊ LiÌÊ ìÊ >Ì>µÕiÃÊ `ÃVÕÀÃÛÃ]Ê
«ÀiÃiÃÊÛiV>iÃÊiÊiÀiV>ÃÊìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ°ÊÕÀ>ÌiÊ>Ê
década revolucionaria, algunas manifestaron una serie de re-
clamos, peticiones y negociaciones para neutralizar el acoso,
iÃÌ>LiViÀÊ>>â>ÃÊ}Ài>iÃÊÞÊ>wÀ>ÀÊ>ÊÀiÃ«iÌ>L`>`ÊìÊÃÕÃÊ
actividades.
-ÊV«ÃÃÊÃÊÌiÃÌÃÊÌiÀ>ÀÃ]Ê«iÀ`ÃÌVÃÊÞÊ«-
pulares que estereotiparon a las meseras. Las crónicas, los ar-
ÌVÕÃÊÞÊ>ÊÌiÀ>ÌÕÀ>Ê««Õ>ÀÊiâV>ÊÕVÃÊÞÊÀiyiÝiÃÊÃLÀiÊ
la situación laboral femenina. Como puede constatarse en la
documentación administrativa, generada en lo fundamental por
iÊ>ÞÕÌ>iÌÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]Ê>ÃÊVÊiÊ>ÊìÊÛi-
cinos y comerciantes de esta ciudad, la proliferación de opinio-
iÃÊVÌÀ>ÃÌ>ÊVÊ>ÊiÀÊ>ÌiVÊµÕiÊÀiVLiÀÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ
µÕiÊ Ài}iÌi>L>]Ê VV>L>Ê i]Ê VÕÃ]Ê «Ãi>Ê ìÃ«>VÃÊ ìÊ
LiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃ]ÊÃLÀiÊÌ`ÊiÊÃÊµÕiÊÌ>LjÊÃiÊÛi`>Ê
alimentos.
3
Ê*ÀÊVÌ>ÀÊÕÊii«]Ê>ÊºiV>ìÀ>»ÊvÕiÊÕÊìÊÃÊÌ«ÃÊ««Õ>ÀiÃÊv-
Ì}À>w>`ÃÊ «ÀÊ ÌÊ
ÀÕViÃÊ ÞÊ
>«>Ê ìÃìÊ >Ê `jV>`>Ê ìÊ £nÇä°Ê ÃÌ>Ê ÃiÊ
>«ÃÌ>L>ÊiÊ>Ê«ÕiÀÌ>ÊìÊ>ÃÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊVÕÞ>Ê`ÛÃÊiÌÀiÊÌiÀÀÊÞÊiÝÌiÀÀÊ
era bastante elástica.


ÊiÃÌiÊÌiÝÌ]ÊiÃÌÕ`Ê>ÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊÊÃÊ«>À>Ê>«>ÀÊiÊ
universo social reducido por la estampa realizada en torno a la
mesera, sino también, y sobre todo, por su interés, ya que los
VÀÌiÀÃÊÃLÀiÊ>Ê«>ÀÌV«>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÊÃÌÃÊ`ìÊÃiÊ
ÃiÀÛ>ÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊÀiÃÕÌ>ÊÃÕ>iÌiÊ`ÃLÃ°
Ê«iÃ>ÀÊìÊÃÕÊ«ÀiÃiV>ÊÃV>]Ê>ÊÕiÀÊiÊÃÊìÃ«>VÃÊìÊ
LiL`>ÃÊ>ÊÃ`ÊìÃ>Ìi``>Ê«ÀÊ>ÊÃÌÀ}À>v>ÊVÊ«iÀÃ«iVÌ-
va de género.4 Predomina una idea que tiene sustento pero que
ÀiÃÕÌ>ÊVÀ?ÌV>\Ê>Ê`ÛÃÊì>ÊìÊiÃviÀ>ÃÊ«ÖLV>ÊÞÊ«À-
vada como mundos masculino y femenino, respectivamente. Pare-
ce innecesario cuestionar esa manera de analizar históricamente
>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«>À>ÊiÊV>ÃÊµÕiÊÃÊVÕ«>°Ê-ÊiL>À}]ÊÃiÊ>`ÛiÀ-
te una distancia insalvable entre los comentarios vertidos en la
«ÀiÃ>ÊwÃiVÕ>À]ÊÃÊ>Õ>iÃÊÞÊ>ÃÊì?ÃÊiÝ«ÀiÃiÃÊÌiÀ>À>ÃÊ
de carácter prescriptivo y las prácticas sociales y los cambios de-
}À?wVÊ ÞÊ ÕÀL>°Ê ÃÊ >ÌViÃÊ }iiÀ>`ÃÊ «ÀÊ iÃ>Ê ÌiÃÊ
pueden entenderse, como lo ha advertido Lucrecia Infante,
dentro del proceso de “resignificación cultural de la división
establecida entre el ámbito de lo interior o privado, como es-
«>VÊ ÃLVÊìÊÊvii]ÊÞÊÊiÝÌiÀÀÊÊ«ÖLVÊVÊ
propio de lo masculino”.5
ÌiÃÊìÊ>Ê>«>ÀVÊìÊ>ÃÊiÃiÀ>Ã]Ê>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊÕiÀiÃÊ
iÊ«ÕµÕiÀ>Ã]Êv`>Ã]Êw}iÃÊÞÊ«ÕiÃÌÃÊìÊ>ÃÊìÊvÕÃÊVÊ
>VÊiÀ>ÊÌÀ>°Ê9>ÊiÊiÊ«>`ÀÊìÊ£n{nÊw}ÕÀ>L>ÊÕÊ«ÀVi-
Ì>iÊ«ÀÌ>ÌiÊìÊi>Ã°6Ê À>ÊÕÊÌÀ>L>Ê`}]Ê>ÊÛiViÃÊiiÀV`Ê
4
Un primer acercamiento a este tema lo hice en ¡A su salud! Sociabilidades,
libaciones y prácticas populares en la ciudad de México a principios del siglo XX,
México, El Colegio de México [en prensa]. No obstante, varios cabos quedaron
ÃÕiÌÃÊiÊÀi>VÊVÊ>ÊÕiÀÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊìÃ«>VÃÊìÊLiL`>ÃÊÞ]ÊV-
cretamente, con el caso de las meseras.
5
ÊÕVÀiV>Êv>Ìi]ÊºÕiÀiÃÊiÊ>ÊVÕ`>`°Ê Ã«>V]Ê}jiÀÊÞÊVÕÌÕÀ>ÊiÊiÊ
iÃVi>ÀÊÕÀL>ÊìÊjÝVÊwÃiVÕ>ÀÊ£nnÎ£nn{®»]ÊiÊV>Ê->iÀÊÞÊ
iÀ>`Ê}Õ>ÞÊi`Ã°®]Ê“Instantáneas” de la ciudad de México. Un álbum de
1883-1884, t. I]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÀ°ÊÃjÊ>À>ÊÕÃÊÀ>É
1ÛiÀÃ`>`ÊÕÌ>ÊìÊjÝV
Õ>>«>É
ÌjÊiÝV>ÊìÊ
iV>ÃÊ
Históricas/Fomento Cultural Banamex, 2013, p. 265-280.
6
Ê*>À>ÊiÃÌiÊ«>`À]ÊÛj>ÃiÊ>À>Ê>ÞÊ
À`Û>]Ê1848. Una ciudad de gran-
des contrastes. La vivienda en el censo de población levantado durante la ocupa-
ción militar norteamericana]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃ-
toria, 2013, 340 p.


por viudas o madres solteras, en el que, dependiendo de la na-

ÌÕÀ>iâ>ÊÞÊÌ>>ÊìÊi}V]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÃV>L>ÊiÌÀiÊÃÕL-
sistir y ser empresarias.7 En general, era un nicho económico
L>ÃÌ>ÌiÊ>LiÀÌÊµÕiÊÃiÊViÀÀ>À>]Ê«ÃLiiÌi]Ê>ÊÀ>âÊìÊ>ÃÊ>}Ài-
siones que resultaron de la ansiedad ocasionada por algunos
V>LÃÊ>ÃV>`ÃÊ>Ê>ÊìÀ`>`Ê>ÃÊVÊ>Ê>VÃÊ>ÃVÕ°
>L>ÊÀ>Ã]ÊVÊiÊìÊ>ÃÊv`>ÃÊÞÊÃÊw}iÃ]ÊiÊÃÊµÕiÊ
>ÃÊÕiÀiÃÊiÃÌ>L>ÊiÃÊìÊVÃìÀ>ÀÃiÊÌÀ>Ã}ÀiÃÀ>Ã°ÊiÊi-
cho, se tendió sobre ellas una mirada comprensiva que aprobó
ÃÕÃÊ>VÌÛ`>ìÃÊiÊ>Êi``>ÊiÊµÕiÊVÊjÃÌ>ÃÊÃÃÌi>Êv>>ÃÊ
µÕi]Ê>ÊÊÌiiÀÊÊLiÊ>LiÀÊ«iÀ``Ê>Êw}ÕÀ>Ê«>ÌiÀ>]ÊivÀi-
taban condiciones económicas adversas. Una carta dirigida al
>ÞÕÌ>iÌÊÃi>>L>\Êº>Ê}À>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊ«À«iÌ>ÀÃÊìÊ
ÕiÃÌÀÃÊi}VÃÊÃÊìÊiÃV>ÃÃÊÀiVÕÀÃÃÊÞÊÃLÀiÊÌ`ÊÕiÀiÃ]Ê
cuyos elementos de subsistir son de tal modo conocidos en nues-
tra sociedad que no necesitamos precisarlos”.8 Esta conciencia
de agravio, vulnerabilidad y precariedad nutrió el reclamo de los
integrantes del ramo de fondas, quienes se organizaron y redac-
Ì>ÀÊV>ÀÌ>ÃÊ>ÃÊVÊÕÊ«ÀÞiVÌÊìÊÀi}>iÌÊ«>À>Êi}Ì>ÀÊ
ÃÕÃÊi`ÃÊìÊÌÀ>L>°ÊÀ>L>Ê`V>ÃÊ«iÌViÃÊ>Àiì`ÀÊìÊ
ÎxäÊ «iÀÃ>Ã]ÊìÊ >ÃÊVÕ>iÃÊ >Ê ÌiÀViÀ>Ê «>ÀÌiÊ iÀ>Ê ÕiÀiÃ°Ê Ê
i>ÃÊÃiÊiÝ«>ÊµÕiÊiÊiÊÀ>]ÊiÊiviVÌ]ÊÃiÊiVÌÀ>L>Êº}À>Ê
ÖiÀÊìÊÕiÀiÃÊìÃÛ>`>ÃÊµÕiÊÃÃÌiQ>RÊVÊÕV>Ê`w-
cultad a sus familias”.9 Se manifestaba, asimismo, que en épocas
>ÌiÀÀiÃÊÃÕÊViÀV]ÊVÌÊ ÞÊ iViÃ>ÀÊ «>À>Ê ÃÃÌiiÀÊ >Ê ÃÕÃÊ
hogares lo mismo que “para la comodidad de la clase proletaria
QoRÊìÊiÃÌ>ÊV>«Ì>»]Ê>L>ÊÃ`ÊLiÌÊìÊ>VÃÊ«V>]ÊìÊ>Ê
iÝÌÀÃÊÞÊìÊ>ÊV«iÌiV>ÊìÃÛiÌ>Ã>ÊìÊ>ÃÊ«ÕµÕiÀ>Ã]ÊV>ÃÊ
7
ÊÕÀi>Ê/ÝµÕ]Êº Ài>`ÜiÀÃÊÀÊ ÌÀi«ÀiiÕÀÃ¶Ê7i½ÃÊÛÛiiÌÊ
in the Pulquería World of Mexico City, 1850-1910”, en Gretchen Pierce y Áurea
/ÝµÕÊi`Ã°®]ÊAlcohol in Latin America. A Social and Cultural History, Tucson,
University of Arizona Press, 2014, p. 104-130.
8
Êº6>ÀÃÊ`ÕiÃÊìÊiÃÌ>LiViÌÃÊìÊÀ>Ê«ìÊÃiÊìÀ}ÕiÊiÊ>ÀÌVÕÊ
£nÊìÊ,i}>iÌÊìÊ*ÕµÕiÀ>Ã»]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓäÊìÊiiÀÊìÊ£äÓ]Ê AHDF,
Gobierno del Distrito Federal, Fondas y Figones, v. 1620, exp. 33, f. 7.
9
Proyecto de Reglamento de Fondas presentado por Varios Comerciantes
del Ramo, México, D. F., 3 de enero de 1912, AHDF, Gobierno del Distrito Federal,
Fondas y Figones, v. 1628, exp. 400, f. 1.


Ì`>ÃÊìÊ>Ê
«>>Ê Ý«iì`À>ÊìÊ*ÕµÕiÃ]Ê>ÊVÕ>Ê`Ê
iÊViÀVÊ>ÊiÕìÊìÊ`V>ÊLiL`>ÊiÊÃÊÖÌÃÊ>ÃÊìÊ
*ÀwÀ>Ì°10
Posiblemente debido a la contracción económica y a la ines-
Ì>L`>`Ê«ÌV>ÊµÕiÊV>À>VÌiÀâ>ÀÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ££ä]Ê>ÃÊ«iÌ-
ViÃÊÃiÊVÀiiÌ>ÀÊiÊÖiÀ]ÊÀ>`V>â>ÀÊÃÕÊi}Õ>iÊÞÊ
pretendieron apuntalarse en el comercio de bebidas embriagan-
ÌiÃÊ>ÊiÕì°ÊiÊ>ÊV«iÌiÊÀ}>â>VÊÀiÃÕÌ>À>Ê>Ê1Ê
de Comerciantes de Fondas y Pulques, cuyos miembros interpe-
laban a las autoridades como un actor colectivo decidido a equi-
«>À>ÀÊ>ÃÊVÌÀLÕViÃÊ«ÀÊViV>ÃÊVÊ>ÃÊ«ÕµÕiÀ>Ã°ÊiÊ>ÃÊ
ÕiÀiÃÊµÕiÊ«>ÀÌV«>L>ÊiÊiÃ>Ê1]Ê>ÊiÃÊÓ£ÊìÊÇÊwÀ-
mantes argumentaron la legalidad, necesidad y respetabilidad de
ÃÕÃÊ>VÌÛ`>ìÃ]ÊViÀÀ>`Êw>ÃÊiÊÌÀÊ>ÊvÀ>ÃÊìÊÌÀ>L>ÊiÊ
cantinas, restaurantes y cafés.11
Las meseras, en cambio, se mantuvieron al margen de las
Ã`>À`>ìÃÊiV>`>Ã°Ê/À>ÃVÕÀÀÀ>ÊÕ>Ê`jV>`>Ê«>À>ÊµÕiÊ
éstas articularan una red de apoyo propia. Está claro, entonces,
µÕiÊÃÊ>âÃÊiÌÀiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÛVÕ>`>ÃÊ>Ê>ÊÃV>L`>`ÊiÌ-
V>ÊÃiÊwV>L>ÊiÃÊiÊìÌ`>ìÃÊìÊ}jiÀÊµÕiÊ}Ài>iÃ°Ê>Ê
«ÀiÀ>Ê>ÃV>VÊìÊiÃiÀ>Ã]ÊµÕiÊ«>Ã>L>ÊìÊ>ÃÊ£ÊäääÊ>w>`>Ã]Ê
ÃiÊvÀÊiÊ>ÃÊ>viÃÌ>ViÃÊìÊ>ÊìÊ/À>L>ÊiÊ£Óx°ÊÃÌ>Ê
ì>`>L>ÊÕ>ÊÀ>`>Ê>LÀ>ÊìÊVÊÀ>ÃÊ`>À>Ã]ÊÕÊÃ>>ÀÊ
ÊìÊÕÊ«iÃÊ>ÃÊVÊÕÊÌÀ>ÌÊÀiÃ«iÌÕÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊÃÊ
empleados.12
10
Idem. Sobre las tendencias monopólicas de la industria pulquera, véase
>ÀÊ,>ÀiâÊ,>V>]ÊEl rey del pulque. Ignacio Torres Adalid y la industria
pulquera, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de
Investigaciones Sociales/Quinta Chilla, 2012, p. 87-120.
11
“Se niega permiso a la Sociedad Unión de Comerciantes de Fondas y
*ÕµÕiÃÊ«>À>ÊµÕiÊÃiÊiÃÊV>LiÊ>Ê«>ÌiÌiÊìÊv`>ÃÊ«ÀÊ«ÕµÕiÀ>Ã»]ÊjÝV]Ê
D. F., 1913, AHDF, Gobierno del Distrito Federal, Fondas y Figones, v. 1634,
exp. 812, 20 f.
12
Susie S. Porter, Working Women in Mexico City. Public Discourses and
Material Conditions, 1879-1931, Tucson, University of Arizona Press, 2000,
p. 116.


Meseras, empleadores, clientes y doble moral
>ÊÀi«ÀiÃiÌ>VÊìÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊiÃ«>VÃÊìÊÃV>L-
`>`ÊVÃìÀ>`ÃÊVÊ>ÃVÕÃÊ>iÌÊ>Ê>wÀ>VÊìÊ`Ã-
VÕÀÃÃÊ«>ÌÀ>ÀV>iÃÊÃLÀiÊ«À?VÌV>ÃÊµÕi]ÊL>ÊÌÀ>ÃÊ`>`>ìÃÊ
ÞÊÌjÀÃ]Ê>L>ÊÃ`ÊL>ÃÌ>ÌiÊVÃiÌ`>ÃÊìÃìÊ>V>Ê`jV>-
das. Madres solteras y viudas, principalmente, eran propietarias,
administradoras o empleadas —en la cocina, la limpieza o la
atención— de esos espacios.
Ê£nÇx]ÊiÊ
>vjÊ*À}ÀiÃÊÌÀ`ÕÊ>ÃÊiÃiÀ>Ã°Ê-iÊVÃì-
ró a éstas “sangre regeneradora” y se celebró que el llamado “sexo
`jL»ÊVÌ>L>Ê«ÀÊwÊVÊÕiÛ>ÃÊvÀ>ÃÊ«>À>ÊÃÕLÃÃÌÀ\ÊºÊV>LiÊ
duda que el más a propósito es el servicio de esa clase de esta-
blecimientos, el de las tiendas y aun el de los escritorios”, se
apuntó.13 Es decir, servir a los parroquianos café u otro trago
—también se despachaban bebidas alcohólicas en esos estable-
ViÌÃpÊvÕiÊÛÃÌÊ«ÀÊ>}ÕÃÊVÊÕÊÌÀ>L>ÊµÕiÊ«`>Ê
viâ>ÀÃiÊ ÃÊ }À>ìÃÊ Ài«>ÀÃ°Ê -i}ÖÊ
iiÌ>Ê >âÊ ÞÊ ìÊ
Ovando, el cambio de sexo en ese servicio fue visto como un sig-
no de renovación.14
Lo cierto es que las reacciones a la novedad del Café Progre-
ÃÊiÃÌÕÛiÀÊiÃÊìÊÃiÀÊÕÛV>Ã°Ê ÊÌiÀÀiÊ«>ÀiViÊ>LiÀÊÃ`Ê
bastante sinuoso, ya que la aparición de meseras en la ciudad
de México ocasionó desasosiego en los voceros de las llamadas
ºLÕi>ÃÊVViV>Ã»°ÊÊÃÊ«VÃÊ`>ÃÊìÊiÃÌ>LiViÀÃiÊiÊÃiÀÛVÊ
de meseras en el Café Progreso, circuló en diversos periódicos
un rumor: los meseros, indignados por la introducción de mu-
iÀiÃ]Ê>i>â>ÀÊVÊ>«i`Ài>ÀÊiÊiÃÌ>LiViÌ°15 La ver-
ÃÊÃiÀ>ÊìÃiÌ`>]Ê«iÀÊ>Ê1ÊìÊi«iìÌiÃÊìÊ,iÃ-
taurantes presionó esporádica pero decididamente con el ánimo,
13
Ê >Ì>iÊQÕ>Ê*>LÊìÊÃÊ,ÃR]ÊºÃ>V»]ÊEl Eco de Ambos Mundos,
jÝV]Ê°Ê°]ÊÓxÊìÊÕÊìÊ£nÇx]ÊVÌ>`ÊiÊ
iiÌ>Ê>âÊÞÊìÊ"Û>`]ÊLos
cafés en México en el siglo XIX, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2000, p. 75-77.
14
Ibidem, p. 75-78.
15
“Los meseros y el Café del Progreso”, El Socialista, México, D. F., 25 de
ÕÊìÊ£nÇx]Ê«°ÊÎ°


primero, de limitar y, después, de prohibir la incursión de mu-

iÀiÃÊiÊÕ>ÊvÕiÌiÊìÊÌÀ>L>Ê>ÃÌ>ÊiÌViÃÊ«â>`>Ê«ÀÊ
hombres. La rivalidad se expresó a través de peticiones para
suprimir el servicio de meseras, pues los propietarios de canti-
>Ã]ÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃÊÞÊV>vjÃÊ«ÀiviÀ>ÊVÌÀ>Ì>ÀÊ>ÊjÃÌ>Ã°ÊV>ÃÊ-
presiones se exacerbaron hasta encontrar en la coyuntura revo-
lucionaria el momento para expresarse: “Los que suscribimos
ÃÕ«V>ÃÊ>ÌiÊÕÃÌi`Ê>ÌiÌ>iÌiÊµÕiÊÌi}>Ê>ÊLiÊw>ÀÃiÊiÊ
ÃÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃ]ÊV>vjÃÊÞÊV>Ì>ÃÊ`ìÊ>L>ÊµÕi`>`Ê>L`Ê
iÊÃiÀÛVÊìÊÕiÀiÃÊìÊ>>ÊÊLÕi>ÊÌ>]Ê«ÀÊÃÊvÀiVÕiÌiÃÊ
iÃV?`>ÃÊµÕiÊiÊiÃÊÃiÊViÌ>»°16 Ese recordatorio a un
decreto de 1903 alegaba que mientras hubiera meseros vacantes
ÊìL>Êi«i>ÀÃiÊÕiÀiÃ°
Ê>À}iÊìÊiÃÌ>ÊÀ}>â>V]ÊVÀVÕÊÕ>Ê>ÊÃÕiÌ>ÊµÕiÊ
resume con bastante precisión el aparente sentir de quienes com-
«iÌ>ÊVÌÀ>ÊiÃ>ÊvÀ>ÊìÊÌÀ>L>°17 “Ya la raza masculina / Está
que le arde el copete, / De ver que en todo se mete / La falange
vii>»]ÊÃi>>L>ÊÕ>Ê`jV>ÃÊì`V>`>ÃÊ>Ê>ÃÊiÃiÀ>Ã°18
Esta manifestación de ansiedad, miedo y repudio masculinos
Ûi>ÊVÊÕ>ÊÛ>ÃÊ>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊÕiÀiÃÊiÊÕÊ?LÌÊ
µÕiÊÃÊLÀiÃÊ>V>ÊÃÕÞÊ>?`ÊºÕiÃÌÀÊÌiÀÀi»°ÊÃÌÃÊ
ìw>ÊìÊiÃ>ÊvÀ>ÊÕ>ÊiÃ«iViÊìÊìÃ«]Ê>`ÛÀÌi`ÊÕÊ
proceso de feminización de las esferas laborales: “Hoy comienzan
«ÀÊiÃiÀ>ÃÊÉÊ9ÊÞ>Ê>ÞÊiVÕ>ìÀ>`À>Ã]ÊÉÊ>>>Ê>LÀ?ÊV>À}>-
doras / Y también remendonas y cocheras”.19
ì?ÃÊìÊÃÊLÀiÃÊµÕiÊV«iÌ>ÊiÊiÊÃiÀÛVÊiÊÀiÃ-
taurantes, cafés y cantinas, se abrieron otros ataques discursivos
que estigmatizaron a las meseras. Tal vez debido a la aparición
ìÊÛViÃÊÀ}iÀ>`>ÃÊÊ>ÊµÕiÊÃiÊiÝÌi`Ê>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊÕiÀiÃÊ
iÊiÃÌ>LiViÌÃÊ`ìÊÃiÊiÝ«i`>Ê>iÌÃÊÞÊLiL`>Ã]ÊÃiÊ
16
“Corporación de Dependientes de Restaurant pide se suprima el servicio
de meseras”, México, D. F., 1913, AHDF, Gobierno del Distrito Federal, Fondas y
Figones, v. 1632, exp. 713.
17
“La Isla de San Balandrán y décimas de las meseras”, AGN, Fondo Teixidor,
siglo XIX.
18
Idem.
19
Idem.


incrementaron las expresiones que tendieron un signo negativo

sobre la mesera. Se abandonó entonces la aceptación, conside-
À?`ÃiÊìÃi>LiÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÃiÊ}>>À>Ê>ÊÛ`>ÊìÊiÃ>Ê
forma. A esta actitud se sumó una posición mediadora, postrada
en la comprensión o condescendencia masculinas —una suerte
de mea culpapÊ>V>Ê>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>ÊÕiÀ°
En tal sentido, hubo reflexiones que lamentaron los presuntos
rezagos de la oferta laboral considerada femenina. Preocupado
«ÀÊiÊ«>«iÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÊ>ÊÃVi`>`ÊiÝV>>]Ê>Ê>ÊVÕ>Ê
observaba sumamente transformada por los efectos de la moder-
â>V]ÊÀiiÊ*>âÊ«>ÀÌÊìÊµÕiÊ>ÊÕiÀÊV>ÀiV>ÊìÊLiiÃÊÞÊ
vÀÌÕ>°Ê-ÊLiÊiÀ>ÊVÀÀiVÌ>]ÊÃÕÊ>«ÀiV>VÊìÃiÌÀ>Ê>}Õ-
nos problemas que resultaban de la dependencia femenina. “Im-
«ÕiÃÌ>Ê«ÀÊÕ>Êv>Ì>`>`Ê>ÊÃiÀÊ«À`ÕVÌÛ>]Ê>ÊÛÛÀÊìÊÌÀ>L>Ê
del hombre, a ser siempre una carga en la familia, cuando repen-
Ì>iÌiÊÃiÊiVÕiÌÀ>Êv>Ì>ÊìÊ>«ÞÃ]Ê`vViÌiÊ«ÕiìÊi-
contrar una solución que la salve”.20 De ese modo, Paz conside-
raba necesario interrumpir la inercia que durante varios siglos
ìÊºVÃ`>`ÊÞÊ}>âiÀ>»Ê>L>ÊÌ>`Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>Ê>Ê
ìÛVÊÀi}Ã>ÊÞÊ`jÃÌV>°Ê-i}ÖÊiÊ`ÀiVÌÀÊìÊ`>ÀÊLa
Patria, era deseable abrirse a las costumbres de la sociedad esta-
`ÕìÃiÊpÃÕ«iÃÊµÕiÊ>Ê>ÊiÞÀ>p]Ê`ìÊÃÊÌ>-
ÌÃÊ«ÀLi>ÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«`>ÊÃiÀÊi«i>`>ÃÊ«ÖLV>Ã]Êi-
ÃiÀ>ÃÊÞÊwVÃÌ>Ã°Ê ÊÌ>ÊÃiÌ`]Ê*>âÊ«iÃ>L>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ
«`>ÊÌÀ>L>>ÀÊiÊÃÊViÀVÃ]Ê>ÃÊ«ÀiÌ>Ã]ÊÃÊÌij}À>vÃ]Ê
ÃÊ}>ÀiÃÊÞ]ÊiÊ}iiÀ>]ÊiÊÃÊÕ}>ÀiÃÊ`ì]ÊÃi}ÖÊj]ÊºÊÃiÊ
iViÃÌ>ÊÛ}ÀÊÊ}À>ÊÌi}iV>»°ÊÃÃÌ>ÊiÊµÕiÊìL>Ê>-
cerlo para “formar su dote” y casarse.21 Como puede verse, abrir
iÊìL>ÌiÊÃLÀiÊiÊÌÀ>L>ÊviiÊ`ÃÌ>L>ÊìÊìÃ>w>ÀÊÀiÃÊìÊ
}jiÀ°Ê ÊÕ}>ÀÊìÊi>V«>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÃiÊÃÕLÀ>Þ>L>ÊÃÕÊ
carácter complementario, cuando no circunstancial, ante la pér-
dida del esposo o las redes familiares.
20
ÊÀiiÊ*>â]Êº Ê«ÀÛiÀÊìÊ>ÊÕiÀ»]ÊLa Patria, México, D. F., 11 de
septiembre de 1894, p. 1.
21
Idem.


>ÊiÃiÀ>Ê>wÀ>L>ÊViÀÌ>ÃÊÕÃiÃÊìÊViÌiÊ>ÃVÕ°Ê
Al igual que en otros contextos, en sus labores diarias estaba
>>`>Ê>ÊVÕ}>ÀÊ>ÃÊ>ÌÀLÕViÃÊìÊVÕ>`ÊiÃÊÌÀiÃÊiÃÌi-
ÀiÌ«ÃÊviiÃ\Ê>ÃÊ>ÌiViÃÊìÊ>ÊiÃ«Ã>]ÊiÊV>ÀÊÃiÀÛV>Ê
de la madre y la dulzura de la amante.22 Cabe pensar, en todo
V>Ã]ÊµÕiÊiÊjÝVÊwÃiVÕ>ÀÊÊ«>ÀiV>ÊLÃiÀÛ>ÀÊ>ÃÊV`V-
nes necesarias para su aceptación.
Si bien era previsible que los exponentes de la prensa cató-
lica —principalmente El Tiempo y El País— se opusieran a las
meseras, las voces inyectadas de tradicionalismo se expresaron
lo mismo a través de los periódicos con tendencia liberal, como
el Diario del Hogar, que de los modernos, como El Imparcial. En
iÃÊÃiÊ«ÀÌiÃÌ>L>ÊµÕiÊ>ÃÊiÃiÀ>ÃÊºV>`>Ê`>ÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>QL>RÊ
VÊÛ>À>`ÃÊÞÊÕÃÃÊÌÀ>iÃÊìÊv>Ì>Ã>»°23 Su proliferación se
entendió, entonces, en términos de un “contagio inmoral”, ya
que al Café Progreso se sumaron establecimientos como el Ful-
ViÀÊÞÊ>Ê
VÀ`>°Ê Êi«ÕiÊìÊÕ>ÊvÕiÀâ>ÊìÊÌÀ>L>Êj`-
ta fue visto como una amenaza, pero al mismo tiempo como una
demanda de los comerciantes para imprimir un aspecto glamo-
roso a sus negocios. Es notorio cómo las peticiones de licencia
«>À>Ê«iÀÌÀÊiÊÃiÀÛVÊìÊiÃiÀ>ÃÊwÌÀ>ÀÊÃÊÀiviÀiÌiÃÊVÕ-
ÌÕÀ>iÃÊìÌwV>`ÃÊVÊiÊÕ`ÊVÛâ>`]ÊiÊÕÊÞÊ>ÊìÀ-
â>VÊìÊ>ÊV>«Ì>ÊiÝV>>°Ê1ÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÀ]Ê«ÀÊii«]Ê
«i`>Êº«iÀÃÊ«>À>ÊÕÌâ>ÀÊÃÊÃiÀÛVÃÊìÊÃiÀ>ÃÊiÊV>`>`Ê
22
Dorothy S. Cobble, Dishing it Out. Waitresses and their Unions in the
Twentieth Century, Urbana, University of Illinois Press, 1991, p. 3. Es posible
leer en la literatura popular algunos de los rasgos mencionados: “Mi lira, qué
loca es, / siente hoy ansias verdaderas / por cantar a las meseras / que sirven en
ÃÊV>vjÃÆÊÉÊ>ÊiÃ>ÃÊìÃÌ>ÃÊÕV>V>ÃÊÉÊµÕi]ÊVÊ}À>V>ÊÊw}`>]ÊÉÊÃÊÃÀÛiÊ
Õ>Ê¼VÀÀ`>½ÊÉÊ>i}ÀiÃÊÞÊÛÛ>À>V>Ã°ÊÉÊ
>ÀÃ>Ã]ÊÃÀiÌiÃ]ÊÉÊ`ÕViÃ]ÊV>ÕÌ>ÃÊÞÊ
sumisas, / van repartiendo sonrisas / y café, entre los clientes: / y si un piropo
Ã>}ÀÊÉÊ>ÊÃiÀÛÀÊÃiÊ>ÃÊVV>]ÊÉÊuiÊiV>Ê>ÊÕÊiÊÀVÊ>ÊÉÊiV>ÊìÊ
pantalón […] No hay una que no nos eche una mirada melosa, / cuando pre-
}ÕÌ>ÊÃ>ÊÉÊ¼·ÊµÕiÀiÊÃÊÊVÊiVi¶½ÊÉÊ9Ê>Vi`Ê>LÕÀÊìÊV>vj]ÊÉÊ>}ÕiÊ
iÃÊ>Ê`VÊÞ>\Ê¼«ÕiÃÊÞ]ÊÀi]Ê>ÊÛiÀ`?]ÊÊµÕiÀÀ>ÊVÊÕÃÌj½ÊÉÊ¼·
VÊÊ}À>ì]Ê
µÕiÀiÊiÊÛ>Ã¶½ÊÉÊ9ÊiÊLÀi]Ê>ÌiÊ>µÕiÊ>«ÕÀ]ÊÉÊVÌiÃÌÊiÊvÀ>ÊÀÃÕi>\ÊÉÊ
¼}À>ì]Ê>ÃÊÃÊÕÃÌi`ÊÃiÊi«i>]ÊÉÊÛ>Ê>ÊÃiÀÊVV]ÊìÊÃi}ÕÀt½Ê»°Ê6j>ÃiÊº,«ÃÊ
ìÊ`>»]ÊEl Demócrata, México, D. F., 22 de enero de 1921, p. 3.
23
Êº>`ÌÊvÀ»]ÊEl Monitor Republicano, México, D. F., 9 de enero de 1876,
p. 3.


de meseras como se efect[uaba] en casas similares de Europa y

Estados Unidos”.24
Es decir, se mantuvo una impresión que asociaba a las mese-
ras con el cosmopolitismo de una modernidad anhelada, con las
costumbres observadas en las ciudades que eran vistas como
matrices de la civilización. Sin embargo, los elitistas no fueron
ÃÊÖVÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊiÊVÀ«À>ÀÊÕiÀiÃÊ«>À>Êì`V>À-
se al servicio. Hay varios indicios para documentar el uso de
meseras en espacios de sociabilidad populares, el cual aumentó
el cuestionamiento sobre la respetabilidad de esta forma de tra-
L>°Ê
ÊìÃ`j]Ê>ÃÊÌ>ÃÊÃiÃ>V>ÃÌ>ÃÊ>ÌÀLÕ>ÊÃÊÀi«>ÀÃÊ
ÃÊìÃÀìiÃÊÞÊVÀiiÃÊ>ÊÃÊº>ÀiÃÊìÊÕ>ÊiÃiÀ>ÊìÊV>viÌ»Ê
ÊºìÊÕÊv`ÕV»]Ê>ÃV?`>]ÊìÊiÃiÊ`]Ê>ÊìÃ«>À«>]Ê>Ê
À>`>`ÊÞÊ>ÃÊÀ>ÃÊÌÛ>`>ÃÊ«ÀÊViÃ°25
ÃµÕi>Ìâ>`]ÊÕLÊ`ÃÊ«ÃViÃÊµÕiÊìÃÛ>iViÀ>Ê>ÃÊ
primeras impresiones en torno a las meseras, es decir, las que
ViiLÀ>L>Ê>ÊVÕÃÊìÊÕiÀiÃÊiÊiÊ
>vjÊ*À}ÀiÃ°ÊÃÌ>ÃÊ
fueron la condenatoria —que consideraba inmoral la presencia
femenina en cafés, restaurantes, fondas y cantinas— y la pater-
>ÃÌ>Ê pµÕiÊ ÃÕLÀ>Þ>L>Ê >Ê ÛÕiÀ>L`>`Ê ìÊ >ÃÊ ÕiÀiÃÊ µÕiÊ
ÌÀ>L>>L>ÊVÊiÃiÀ>Ã°
Antes de que el estigma cobrara vigor, se minó la respetabili-
dad de las meseras apelando de manera abierta a las tradiciones.
En 1885, apenas una década después de haberse introducido el
ÃiÀÛVÊviiÊiÊV>vjÃ]Ê>ÕiÊÕÌjÀÀiâÊ ?iÀ>ÊÃi>ÊµÕiÊ
>ÃÊiÃiÀ>ÃÊ>L>ÊìÃ«>â>`Ê>Ê>ÃÊÀV>ÌiÀ>ÃÊÊÛiì`À>ÃÊ
ìÊ>}Õ>ÃÊvÀiÃV>Ã°Ê ÃVÀLÊVÊÃÌ>}>Ê>ViÀV>ÊìÊiÃÌ>ÃÊÖÌ>ÃÊ
y vilipendió a las primeras especulando sobre las situaciones que
>ÃÊV`ÕiÀÊ>Ê}>>ÀÃiÊ>ÊÛ`>ÊìÊÕ>ÊvÀ>ÊÃÕ«ÕiÃÌ>iÌiÊ
ìVÀÃ>°ÊÃ]ÊÃLÀiÊ>ÃÊiÃiÀ>ÃÊiÃVÀLÊÊÃ}ÕiÌi\
24
“Alfredo J. M. Ontandon pide el servicio de meseras en su Restaurante
ìÊ*>ÀÃÊiÃÌ>LiV`ÊiÊ>ÊÛ°Ê£ÈÊìÊ-i«ÌiLÀi]Ê{Ç»]Ê££Î]ÊAHDF, Gobierno del
Distrito Federal, Fondas y Figones, v. 1632, exp. 699, 6 f.
25
Entre otras notas, véanse “Conato de suicidio”, El País, México, D. F., 26
ìÊ>ÞÊìÊ££Î]Ê«°ÊnÆÊº/À>L>ÊLÀi»]ÊLa Patria, México, D. F., 2 de septiem-
LÀiÊìÊ£äÎ]Ê«°Ê£ÆÊÞÊº1>ÊÛiÊÀ?ÌV>»]ÊEl Popular, México, D. F., 24 de
febrero de 1903, p. 4.


Éstas son de otra casta y de otra castidad que las antiguas vende-
`À>ÃÊìÊ>}Õ>ÃÊvÀiÃV>Ã°Ê-Ê`Vi>ÃÊµÕiÊì>ÀÊiÊÃiÀÛVÊ«ÀÊ
iÀi`ÃÊVÊiÊÃiÀÌÆÊVÃÌÕÀiÀ>ÃÊ`Ã}ÕÃÌ>`>ÃÊìÊwV]ÊVÀ>`>ÃÊ
ìÊ>}ÖÊV>vjÊV>Ì>Ìi]ÊìÊiÃÃÊµÕiÊìiÌ>ÊÌ`>ÃÊ>ÃÊViÃÊ>ÊÃÊ
ÛiVÃÊìÊ>VÌÀÆÊ`>ÃÊ«ÀÌ>`>ÃÊad hoc o cosas peores. Algu-
nas tienen entrada libre al teatro Hidalgo, por haber servido antes
a alguna cómica. Casi todas, tal vez por su continuo trato con el
>}Õ>]Ê ÌiiÊ >ÀÀ>}>`>Ê >ÛiÀÃÊ >Ê iÃÌiÊ «ÀiVÃÊ µÕ`Ê µÕiÊ ÃÊ
«À«ÀVÊiÊÕÛÊ1ÛiÀÃ>]ÊÞÊiÌÀ>>LiÊV>ÀÊ>ÊÃÊfósforos,
al catalán con anisete y al cognac […] Los mozos de café se trans-
vÀ>ÀÊiÊâ>Ã]ÊÞÊÊLÕi>Ã°Ê ÃÌ>ÊÛ>VÊVÌÖ>Ê«À}Ài-
sando en los fonduchos del Barómetro y otros.26
Por si fuera poco, las meseras usaban corsé, que Gutiérrez Ná-
iÀ>ÊVÃìÀ>L>ÊºÃ}ÊiµÕÛVÊìÊì}À>`>VÊvÃV>ÊiÊ>ÊÀ>â>Ê
orchateril”.27 Contrapunto de la “china orchatera” —una referencia
>ÊÃÊ«iÀÃ>iÃÊLÃiÀÛ>`ÃÊ«ÀÊÕiÀÊ*ÀiÌp]Ê>ÃÊ«>>LÀ>ÃÊ
ìÊÕµÕiÊLÊ>`ÛiÀÌiÊÕ>Ê`LiÊÀ>]Ê«ÕiÃÊ>ÃÊVÀÌV>ÃÊViÝÃ-
Ì>ÊVÊ>Êì>`>Ê«>À>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊvÕiÃiÊVÌÀ>Ì>`>Ã°Ê1>Ê
muestra bastante convincente de ello resulta la publicación de
anuncios para emplear meseras.28 En contraste, los comentarios
iÊÌÀÊ>ÊjÃÌ>ÃÊiÀ>]ÊV>ÃÊìÊ>iÀ>ÊÕÛV>]Êi}>ÌÛÃ°
Desplazamientos: del café a los bajos fondos
Êi«iÊìÊÕiÀiÃÊìÌÀ?ÃÊìÊ>ÊL>ÀÀ>ÊÞÊiÊiÊÃiÀÛVÊìÃiÃÌ>-
LâÊvÀÌiÀ>ÃÊiÃ«>V>iÃÊµÕiÊ«ÀiÌi`>Ê>wÀ>ÀÊ>Ê`viÀiV>Ê
sexual. Su presencia en un espacio que estaba pensado como
>ÃVÕÊ«>ÌiÊÕÊ«ÀLi>ÊiÌÀiÊµÕiiÃÊÃÃÌi>ÊµÕiÊ>Ê
26
ÊÕµÕiÊLÊQ>ÕiÊÕÌjÀÀiâÊ ?iÀ>R]ÊLa Patria, México, D. F., 11 de
septiembre de 1894, p. 2-3.
27
Ibidem, p. 3.
28
ÊÃÊ>ÕVÃÊµÕiÊÀiµÕiÀ>ÊiÃiÀ>ÃÊÃiÊÕÌ«V>L>°Ê6j>ÃiÊEl Imparcial,
jÝV]Ê°Ê°]Ê£ÎÊìÊ>ÞÊìÊ£ä£]Ê«°Ê{ÆÊÞÊEl Nacional, México, D. F., 28 de mar-
âÊìÊ££n]Ê«°ÊÇÊ«°ÊÈn®°Ê>ÊVÕ«>VÊìÊ> barmaid, especialmente cuando era
«À«iÌ>À>ÊìÊÕÊL>ÀÊ«ÀÛ>`]ÊìÃ>wÊÌ`>ÊìwVÊìÊÀiÃ«iÌ>L`>`°Ê ÊiÊ
V>LÊìÊÃ}]Ê>ÃÊiÃiÀ>ÃÊiÌÀ>ÀÊL>ÊiÃVÀÕÌÊ«ÖLVÊiÊÕ>ÊvÀ>ÊµÕiÊ
iÃVÕ«Ê>ÊìwVÊìÊ>ÊVÕ«>VÊiÊÃÊÃ>°Ê6j>ÃiÊ>iÊ °ÊÀLÞ]ÊBar-
maids. A History of Women’s Work in Pubs, Cambridge, Cambridge University
Press, 1998, p. 68.


ÕiÀÊ«iÀÌiiV>Ê>Ê>ÊiÃviÀ>Ê`jÃÌV>°29 Esto estaba alimentado

«ÀÊ>Ê>}>VÊ«ÖLV>ÊÞÊ>ÃÊ>Ãi`>ìÃÊ««Õ>ÀiÃÊÃLÀiÊ>Ê
relación cercana entre la prostitución y la expansión de sitios
`ìÊÃiÊ«`>ÊLiLiÀ°
En La ciudad de las pasiones terribles, Judith Walcowitz su-
giere que en el Londres victoriano se formularon las narrativas
del “peligro sexual”, propuesta a veces empleada en los estudios
sobre criminalidad y prostitución femeninas. Aunque en menor
i``>]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ«>ÀÌV«>L>ÊìÊViÀVÊÞÊìÊÌÀ>L>Ê
iÊ?LÌÃÊìÊÃV>L`>`ÊiÌV>ÊvÕiÀÊ«>ÀÌiÊìÊiÃiÊVyVÌ°Ê
-ÊLiÊÊÃiÊìV>ÊìÊ>iÀ>Ê>LiÀÌ>]ÊÃiÊVÃiÌ>Ê>Ê>ÃÊVVi-
À>ÃÊiÊ>ÃÊv`>ÃÊÊw}iÃÊ«ÀµÕiÊÃÕÊ>LÀÊ«>ÀiV>ÊiÝÌiìÀÊ>Ê
domesticidad a un establecimiento comercial. En cambio, no se
i`>ÊVÊiÊÃÊÀ>ÃiÀÊiÊÃiÀÛVÊµÕiÊ«ÀÛi>Ê>ÃÊiÃiÀ>Ã°Ê
De cualquier modo, dicha tensión se resolvió de manera poco
v>ÛÀ>LiÊ>Ê«ÀLÀÃiÊiÊÌÀ>L>ÊVÌÕÀÊÞÊV`V>ÀÃi]Ê«ÀÊ
>Êi}Ã>VÊÀiÛÕV>À>]Ê>Ê>ÊÀ>ÊìÊi`>`°
iÃVViÃÊiÊÖiÀÊìÊÕiÀiÃÊi«i>`>ÃÊVÊiÃi-
ras. En todo caso, parece innecesario saberlo con exactitud, pues
queda claro que, al menos en la percepción comunicada por di-
ferentes exponentes de la prensa capitalina, la presencia de las
meseras se incrementó y, sobre todo, se extendió a espacios de
ocio que las élites consideraban menos encomiables que el peque-
ÊV>vjÊLÕÀ}ÕjÃ°Ê
Ê>ì>Ìj]ÊiÊ>Ê`jV>`>ÊÃ}ÕiÌiÊ>ÊÃÕÊ>«>-
ÀV]Ê>ÃÊiÃiÀ>ÃÊw}ÕÀ>L>ÊÞ>ÊiÊV>vjÃÊV>Ì>ÌiÃÊÞÊiÊÀiÃÌ>Õ-
À>ÌiÃ]ÊìÃÛÀÌÕ?`ÃiÊ>ÃÊÃÕÊÌÀ>L>]Ê«ÕiÃÊÃiÊìV>ÊµÕiÊº}iÌiÊìÊ
>>ÊÛ`>ÊÞÊÀi}Õ>ÀiÃÊÛVÃ»ÊVVÕÀÀ>Ê>ÊiÃÃÊiÃ«>VÃ°30
>ÊVÕÃÊìÊiÃiÀ>ÃÊvÕiÊ«jV>]Ê«iÀÊÊvÕiÊ?ÃÊ>ÖÊ>Ê
medida que los despachos asociados a las clases populares se
apropiaron de esta nueva forma de servicio. De hecho, se resigni-
wV>À>Ê`>`>ìÃÊìÊìÃ«>V>ÀÊLiL`>Ã]ÊVÊiÊV>vjÊV>Ì>-
te, relacionado originalmente con la bohemia literaria. Es com-
plicado fechar el momento en que se reinventaron popularmente
29
Ê ÃÌiÊ«ÀLi>Ê«>ÀÌV«>ÊìÊÕÊ«ÀViÃÊ}iiÀ>°Ê6j>Ãi]Ê«ÀÊii«]Êibi-
dem, p. 19-21.
30
“Gacetilla”, El Partido Liberal]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÊìÊÕÊìÊ£nnÈ]Ê«°Ên°


iÃÌÃÊiÃ«>VÃÊìÊÃV>L`>`]Ê«iÀÊÃiÊÃ>LiÊµÕi]Ê>V>Êw>iÃÊìÊ
siglo XIX]ÊiÊV>vjÊV>Ì>ÌiÊÌiiVÌÕ>ÊViÝÃÌ>ÊVÊÛiÀÃiÃÊ««Õ-
>ÀiÃÊìÊÃÊp«ÀÊii«]ÊiÊÃÊL>ÃÊìÊÌiÊÌÕÀLìp°31
De estos sitios que se encontraban diseminados en los barrios de
la ciudad, Ciro B. Ceballos recordaba que el café pasaba a se-
gundo término, mientras que el canto era en realidad un escán-
dalo “prodigado por las gargantas afónicas de los alcoholi-
zados asistentes”. En general, se conformaban de un salón o una
}>iÀ>]ÊiÃÌ>L>ÊiÃV>Ã>iÌiÊÕ>`Ã]ÊÌi>ÊÕÊÃÌÀ>`ÀÊ
«>À>ÊìÃ«>V>ÀÊ>ÃÊLiL`>ÃÊÞÊÕÊÌ>«>VÊVÕ«>`Ê«ÀÊÃÊÖÃVÃÊ
y empleaban meseras “con el rostro cargado de coloretes”. Su-
puestamente, éstas eran la atracción principal de una clientela
V«ÕiÃÌ>ÊìÊi«i>`ÃÊìÃÌÃÊÞÊÛiiÃ°Ê>Ê>ÌÃviÀ>]ÊìV>Ê
Ceballos, estaba saturada “por los gritos de los hombres, interca-
>`ÃÊìÊ«>>LÀÌ>Ã]Ê«ÀÊ>Ì«>`>ÃÊÛViÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊVÕ>`Ê
>L>L>ÊQoRÊÊÀi>ÊV>V>Ài>`ÊVÊVÕiV>ÃÊ«>Ã]ÊÞÊ«ÀÊÃÊ
>VÀìÃÊ¼ìÃ>VÀìÃ½ÊìÊÃÊw>ÀVÃ»°32
Ã]ÊVÕÃÊ«>À>ÊÃÊìÀÃÌ>ÃÊLiÃ]ÊÃÊV>vjÃÊV>Ì>-
ÌiÃÊ iÝÌÀ>Û>L>Ê >Ê >ÃÊ ÕiÀiÃÊ ìÊ ìLiÀÊ ÃiÀÊ ÞÊ ìÃ`LÕ>L>Ê >Ê
supuesta elegancia para la cual estaba pensada su presencia, pues
«iÀVL>ÊµÕiÊiÊ>Ê«À?VÌV>ÊÃÊV>vjÃÊ««Õ>ÀiÃÊÃiÊ>Ãii>L>Ê
más a cantinas de barrio. El Barómetro, en particular, era concu-
ÀÀ`Ê«ÀÊºV>ÃÊÃ»ÊµÕiÊLÕÃV>L>ÊiÊVÌ>VÌÊVÊ>ÃÊºiÃ>-
>Ã»°ÊVÕÃÊVÕ>`Ê>L>Ê>}ÖÊ>}iÌiÊìÊ>Ê«V>ÊÀiÃiÀÛ>`>]Ê
ÃiÊìV>ÊµÕiÊºiÊÌ>Ê>}iÌiÊiQÀ>RÊv?VÊìÊÃLÀ>ÀÊÞÊ`ÃÕ>QL>RÊ
>ÃÊvÀ>VViÃÊµÕiÊ>ÊÃiÊViÌQ>R»ÆÊÌiÀ>V>ÊÌ`>Û>Ê?ÃÊ
>ÀV>`>ÊºVÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>Ã]Ê>ÊVÕÞ>ÃÊV>ÀV>ÃÊÊiQÀ>RÊ-
sensible el guardián del orden”.33Ê
ÊÌ`]ÊiÃÃÊìÃ«>VÃÊÌi>Ê
ViV>Ê«>À>ÊÌV>ÀÊÖÃV>Ê>Ê}Õ>ÊµÕiÊiÃÌ>LiViÌÃÊVÊiÊ
->Ê >V]ÊÕLV>`ÊiÊ->ÊÀ>VÃVÆÊ Ê>À`]ÊiÊ->ÊÕ>ÊìÊ
31
Para conocer la descripción de un café cantante en la calle de Manzana-
ÀiÃ]ÊÛj>Ãi]Ê«ÀÊii«]ÊºjÝVÊ>ÊÛÕi»]ÊEl Mundo, México, D. F., 30 de oc-
tubre de 1890, p. 3.
32
Ciro B. Ceballos, Panorama mexicano, 1890-1910. Memorias, México,
Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 241-242.
33
Êº>ÊÀ>`>`ÊÞÊiÊÀìÊ«ÖLVÃ»]ÊLa Patria, México, D. F., 21 de octubre
de 1882, p. 1.


iÌÀ?ÆÊiÊ/i>ÌÀÊ*ÀV«>ÊÞÊjÝVÊ ÕiÛ]ÊiÊ Û>ÀÆÊ>Ê*L>-

>]ÊiÊ->Ì>Ê/iÀiÃ>ÆÊiÌÀiÊÌÀÃ°ÊÃ«iVÌÀiÃ]Ê«V>ÃÊÞÊÛiVÃÊ
ÃÃÌiÀÊiÊµÕiÊìL>ÊÌ>ÀÃiÊiÃiÊÌ«ÊìÊViV>Ã°Ê ÊV-
Ã>ÀÊìÊ>Ê«ÀiÀ>Êì>ÀV>V]Ê«ÀÊii«]ÊìÃVÀLÊiÊ>-
biente sonoro y social de los despachos de bebidas populares:
Acerca de los inconvenientes que haya para conceder esas licencias

>ÊÃÊ`ÕiÃÊìÊv`>Ã]ÊÀi«ÃÌiÀ>ÃÊÞÊV>vjÃ]ÊìLÊ>viÃÌ>ÀÊ>ÊÕÃÌi`Ê
que aquéllos pueden consistir en que no siempre dichas orquestas
están formadas con instrumentos de cuerda y poco sonoros, sino
µÕi]ÊVÖiÌi]ÊVÊÃÌÀÕiÌÃÊìÊ>ìÀ>ÊÞÊìÊ>ÌÊµÕiÊ«À-
`ÕViÊÃ`ÃÊ>}Õ`ÃÊiÊÌiÃÃ]ÊVÊiÊwÊìÊ>>ÀÊ>Ê>ÌiVÊ
ìÊÃÊÌÀ>ÃiÖÌiÃÊÞÊLÌiiÀÊ«ÀÊiÃÌiÊi`Ê«>ÀÀµÕ>ÃÊ«>À>ÊÃÕÊ
iÃÌ>LiViÌÆÊ«iÀÊµÕiÊiÃÌÊÊÃÊÃiÊÀi`ÕViÊ>ÊiÃÌiÊ«À«ÃÌ]Ê
sino que redunda en molestias para los vecinos inmediatos quienes
no pueden entregarse tranquilamente a su descanso en las primeras
horas de la noche.34
A dichas perturbaciones de la tranquilidad se sumaba una pre-

ÃiV>Êvii>ÊµÕiÊÃ>ÊiÌiìÀÃiÊVÊ>ÌiÃ>>ÊìÊViÀVÊ
sexual. Desde su aparición, ese espacio de sociabilidad fue proli-
>iÌiÊìÃVÀÌ°ÊÃÊV>vjÃÊV>Ì>ÌiÃ]ÊiÌViÃ]ÊÃiÊÀi«ÀiÃiÌ>L>Ê
como sitios donde “meseras, mesalinas y trovadores” supuesta-
mente protagonizaban desmanes.35Êº1ÊV>vjÊµÕiÊÊiÃÊV>vj»]ÊìV>Ê
Õ>ÊVÀV>ÊµÕiÊìÌ>>L>ÊVÊ>ÊiâV>ÊìÊÖÃV>]ÊiÃiÀ>Ã]Ê
LiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊÞÊÕi}ÃÊV>Ã>L>ÊºiÃV>Ê`>ÌÃ»°36 Entre
ÃÊÃÌÃÊìÊiÃ>ÊìÊw}ÕÀ>L>Ê ÊÀiÊìÊ>ÃÊÛiÃ]ÊiÊ>ÊV>iÊ
ìÊ6iÀì>ÆÊÃÊ
>â>`ÀiÃ]ÊiÊ>Ê«>âÕi>ÊìÊ >À>ÌÆÊ ÊìÊ/ÕÀ-
co, en Estampa de San Lorenzo, donde la “gente de trueno” se
ÀiÕ>Ê>ÌÀ>`>Ê«ÀÊ>ÃÊiÃiÀ>Ã]ÊiÊL>ÀÊÞÊ>ÃÊLiL`>ÃÆÊvÃÊ8]Ê
iÊ*ÕiÌiÊìÊ/iâÌ>iÆÊ Ê
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34
Êº+ÕiÊvÀiÊÃÊVÃ>ÀÃÊ>ViÀV>ÊìÊ>ÃÊv`>Ã]ÊÀi«ÃÌiÀ>Ã]ÊiÌV°]ÊµÕiÊ
Ìi}>ÊViV>Ê«>À>ÊÖÃV>»]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓxÊìÊÛiLÀiÊìÊ£££]Ê AHDF,
Gobierno del Distrito Federal, Fondas y Figones, v. 1627, exp. 387, 10 f.
35
Ê*ÀÊii«]ÊiÊiÃiÃ°Êº ÃV?`>ÃÊ>ÞÖÃVÕÃ»] Diario del Hogar,
jÝV]Ê°Ê°]ÊÎÊìÊÕÊìÊ£nnÈ]Ê«°ÊÎ°Ê
36
“Un café que no es café”, El Tiempo, México, D. F., 9 de octubre de 1887,
p. 4.


Santa Ana y San Ramón. Todos ellos organizaban bailes clandes-

ÌÃ]ÊVÌ>L>ÊVÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃiÀÛ>ÊÞÊ«iÀ>iV>Ê>LiÀÌÃÊ
>ÃÌ>Ê>Û>â>`>Ê>ÊViÊ>Ê}Õ>ÊµÕiÊÃÊw}iÃ]ÊìÊÃÊVÕ>iÃÊÃiÊ
ìV>ÊµÕiÊiÀ>ÊºÛiÀ`>ìÀ>ÃÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊVÌÕÀ>Ã»°37 En efecto, el
repertorio de expendios de bebidas embriagantes a veces contra-
Ûi>Ê>ÃÊ`Ã«ÃViÃÊÀi}>iÌ>À>Ã°Ê ÊiÃÌiÊÃiÌ`]ÊiÃÌ>LiV-
mientos como El Gran Turco se representaban lo mismo como
V>vjÃÊµÕiÊVÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊº`ÃvÀ>â>`>QÃR»\Êº>ÃÊiÃiÀ>ÃÊìÊiÃiÊ
gran Turco son unas turcas que procuran […] a los parroquianos
µÕiÊÛ>Ê>ÊiÊ«ÃÊìÊ«ÕµÕi]ÊìÊÀÕ`ÊìÊ>ÊV>À>}>ÊÞÊìÊ>ÊV-
ÛiÀÃ>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃÀÛiÊ>ÃÊiÃ>Ã»°38
Algunas notas sensacionalistas contribuyeron de manera deci-
dida en la representación negativa de las meseras, para lo cual
contaron con una incipiente estructura melodramática que inscri-
L>ÊiÊÌÀ>}i`>ÃÊÃÊiÃÌÃÊìÊÛ`>ÊìÊjÃÌ>Ã°Ê*ÀÊVÌ>ÀÊÕÊV>Ã]ÊÃiÊ
Ài>Ì>L>ÊVÊÕÊÛiÊiÌÀÊìÊ>`ÀÕ}>`>Ê>ÊÕÊV>vjÊV>Ì>Ìi]Ê
donde al ver a su esposa entre las meseras se sorprendió y desen-
V>ìÊºÕ>ÊiÃVi>ÊìÊViÃÊÞÊ?}À>Ã»°Ê>ÃÊ`viÀiV>ÃÊµÕiÊ>L>Ê
iÛ>`Ê>Ê>ÊÃi«>À>VÊìÊ>LÃÊvÕiÀÊÃÕwViÌiÃÊ«>À>ÊµÕiÊÌ>Ê
encuentro desestabilizara al marido, quien supuestamente se vio
º>ÃÌ>`Ê>ÊÛiÀÊ>ÊÃÕÊÕiÀÊiÊÌ>ÊÌÀÃÌiÊV`V»°Ê/À>ÃÊÀiVV-
>ÀÃi]ÊÌiÌ>ÀÊÀÃiÊÕÌÃ]Ê«iÀÊiÊ`ÕiÊìÊiÃÌ>LiViÌÊÃiÊ
«ÕÃÊÞÊÃÊâÊV`ÕVÀÊ>Ê>ÊÌiÀViÀ>ÊVÃ>À>°39 Tal como apa-
ÀiViÊiÊiÃiÊÀi>Ì]Ê>Êw}ÕÀ>Ê«iÀVÃ>ÊìÊ«À«iÌ>ÀÊvÕiÊÃVÀÀ`>Ê
«>À>ÊÀi`ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊVÊiÃiÀ>Ã°
Los explotadores: el abuso de la mesera
“Los propietarios han optado, como medida de lucro, por poner

>ÊvÀiÌiÊìÊÃiÀÛVÊÕiÀiÃÊìÊÊÕÞÊLÕi>ÊV`ÕVÌ>»]ÊÃi>-
37
“Cafés denunciados”, El Nacional, México, D. F., 17 de febrero de 1888,
p. 2.
“Escándalos”, El Nacional, México, D. F., 23 de mayo de 1888, p. 2.
38
“Un escándalo en un café cantante”, El Imparcial, México, D. F., 9 de

39
VÌÕLÀiÊìÊ£ää]Ê«°ÊÓÆÊº ÃVi>ÊVÞÕ}>ÊiÊÕÊV>vjÊV>Ì>Ìi»]ÊEl Universal,

México, D. F., 10 de octubre de 1900, p. 2.


laba el informe del comisario ya citado. El desplazamiento de la

mesera a espacios que se consideraban prosaicos detonó reac-
ciones diversas. En su relato, el responsable de la sexta demar-
V>VÊìÊ«V>ÊÃi>>L>ÊµÕiÊºiÊQiÃ>ÃRÊV>Ã>ÃÊÃiÊ>QL>RÊiVÊ
una costumbre, como un recurso de explotación, emplear mese-
ras para atender a su clientela”. Agravaba la situación el hecho
ìÊµÕiÊ>ÊVVÕÀÀ>Ê}iÌiÊºVÊ>>ÃÊVÃÌÕLÀiÃÊQoR]ÊV`ÕV-
ta inconveniente e inmoral […] más remarcable si para ello [eran]
instigadas por las meseras que las más [eran] de antecedentes
dudosos si no es que algunas prostitutas clandestinas o prófugas”.40
Independientemente de la reputación, se denostaban los percan-
ces con los clientes. En uno de ellos, se menciona cómo unos
militares “se llevaron” a una mesera de un café en la calle de
iÃÖÃ°41ÊÕiÊiµÕ«>À>LiÊiÊÃiVÕiÃÌÀÊìÊÕ>ÊÛiÊìÊ£ÈÊ>ÃÊµÕiÊ
fue obligada a subir a un coche “y a fuerza viva [conducida] a
una casa de huéspedes inmediata a la catedral”.42
De ese modo, el servicio femenino en espacios de sociabilidad
«Ài`>ÌiiÌiÊ >ÃVÕÃÊ iÃÌ>L>Ê iÃÊ ìÊ ìÌwV>ÀÃiÊ
VÊ Õ>Ê vÀ>Ê ìÊ ÌÀ>L>Ê À>`>°Ê -Ê LiÊ ÃiÊ ìÃVViÊ iÊ
Ã>>ÀÊµÕiÊÀiVL>]ÊiÊÌÊìÊjÃÌiÊ«>ÀiV>Êì«iìÀÊìÊ`Õi-
ÊìÊiÃÌ>LiViÌ°Ê}ÕÃÊ>ÕVÃÊ`V>L>ÊµÕiÊÃiÊ«>-
gaban doce centavos a las cocineras, pero nada precisaban res-
pecto a las meseras.43 Las menciones a fuentes de ingreso alternas
Ì>«VÊÃÊVÃÃÌiÌiÃ]Ê«iÀÊÃÊÃÕwViÌiÃÊ«>À>ÊÃ>LiÀÊµÕiÊÌ>-
ÌÊLÀiÃÊVÊÕiÀiÃÊÀiVL>Ê«À«>°44
ÊViÀÌÊiÃÊµÕiÊ>L>ÊÕÊ`LiÊÀ>ÃiÀÊ«>À>ÊVÃìÀ>ÀÊ>Ê>ÃÊ
iÃiÀ>Ã°Ê-Ê>LÀ>L>ÊiÊV>vjÃÊ Ê Ài«ÃÌiÀ>ÃÊ VVÕÀÀ`ÃÊ «ÀÊ
«iÀÃ>ÃÊµÕiÊÃiÊVÃìÀ>L>ÊºìViÌiÃ»]ÊÃiÊiÃÊÌi>Ê«ÀÊ«iÀÃ-
>ÃÊµÕiÊLÕÃV>L>Ê«À}ÀiÃ>À°Ê ÊV>L]ÊÃÊÌÀ>L>>L>ÊiÊiÝ«i-
dios populares, se les tildaba de “prostitutas clandestinas”. Si-
guiendo esa tendencia, tal parece que la aplicación de los
40
“Que informen los comisarios...”, f. 5.
41
“Hechos diversos”, El Foro, México, D. F., 24 de abril de 1877, p. 3.
42
“Un seductor acusado”, La Iberia, México, D. F., 1 de marzo de 1908, p. 5.
43
El País, México, D. F., 5 de febrero de 1913, p. 4.
44
Êº*>}>ÃÊìÊ`>°ÊÃÊiÃiÀÃ»]ÊDiario del Hogar, México, D. F., 15 de fe-
brero de 1900.


Ài}>iÌÃÊÌ>«VÊiÀ>Ê«>Ài>°Ê*ÀÊii«]ÊiÊVÃ>ÀÊìÊ>Ê
sexta demarcación exigió a los propietarios de los restaurantes
La Aurora y El Bosque que retiraran el servicio de meseras. Los
`ÕiÃÊ ìÊ iÃÌÃÊ iÃÌ>LiViÌÃÊ ÃiÊ `À}iÀÊ >Ê }LiÀ>`ÀÊ
ìÊÃÌÀÌÊiìÀ>Ê>i}>`ÊµÕiÊÃ>iÌiÊÃiÊ>L>ÊiLÀ>-
gado una de sus empleadas. Sus peticiones fueron atendidas,
pues sólo se les amonestó.45 En cambio, por menos que eso fue-
ron suprimidas las meseras en una fonda, donde, como las auto-
À`>ìÃÊÕ`V>iÃÊ«ÀL>À]ÊiÊiÃV?`>Ê>L>ÊÃ`ÊV>Ã>`Ê
por un parroquiano.46
Por su parte, la Gaceta de Policía, que era una de las publica-
ViÃÊÌiÀiÃ>`>ÃÊiÊiÊÀìÊÕÀL>]ÊÃiÊiÝÌÀ>>L>ÊìÊÛiÀwV>ÀÊ
supuestas inconsistencias del gobierno del Distrito Federal rela-
tivas a lo que denominaron “la servidumbre femenina”. Concre-
Ì>iÌi]ÊV>wV>L>ÊìÊV}ÀÕiÌi]Ê«ÀÊÕÊ>`]Ê«iÀÃi}ÕÀÊ>Ê>ÃÊ
ÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊºV>vjÃÊV>Ì>ÌiÃ»Ê«ÀÊÃÊÃÕ«ÕiÃÌÃÊ
iÃV?`>ÃÊµÕiÊV>Ã>L>ÊÞ]Ê«ÀÊiÊÌÀ]Ê«iÀÌÀÊµÕiÊÌÀ>L>>À>Ê
en giros dedicados casi de manera exclusiva a la venta y consumo
de bebidas embriagantes. Responsabilizaba de este hecho a los
ºV>ÌiÀÃÊìÃ>>`Ã»ÊµÕiÊÃÕÃÌÌÕ>Ê>ÊâÊÕvÀ>`ÊVÊ
ºÛiVÌ>ÃÊìÃÛ>`>Ã»ÊµÕiÊÊ>L>ÊVVÕ`ÊºÃÕÊi`ÕV>VÊ
elemental”. En la cantina High Life, ubicada en la esquina de
Cinco de Mayo y San José del Real, las meseras ganaban “mise-
À>LiÃÊÃÕi`Ã»Ê«ÀÊiÝ«iÀÃi]ÊÃi}ÖÊ>}ÕÃÊÌiÃÌ}Ã]Êº>ÊÌ`Ê
}jiÀÊìÊÕÌÀ>iÃ]ÊÀ>`>ÃÊ>ÃVÛ>ÃÊÞÊ«>>LÀ>ÃÊÌiV>`>Ã»°47
iÊiV]ÊÃiÊìV>ÊµÕiÊiÀ>ÊvVÃÊìÊiÃ«iVÕ>VÊÃÊÕ}>ÀiÃÊ
µÕiÊi«i>L>ÊºVµÕ>Ã»ÊµÕiÊÊÃµÕiÀ>Ê>L>ÊVVÕ`ÊÃÕÊ
i`ÕV>VÊiiiÌ>°ÊiÊiÃ>ÃÊº>>>Ã»ÊÃiÊÀiÃ«Ã>Lâ>L>Ê>Ê
45
“Escándalos originados por las meseras de servicio en El Bosque, se
previene que se le retirará la licencia en el próximo”, México, D. F., 11 de sep-
tiembre de 1903, AHDF, Gobierno del Distrito Federal, Fondas y Figones, v. 1621,
exp. 83, f. 1-2. También véase “Gran escándalo en una cantina”, El Tiempo,
México, D. F., 6 de septiembre de 1906, p. 4.
46
“Se manda retirar las meseras de la fonda situada en Santa Catarina”,
jÝV]Ê°Ê°]ÊÈÊìÊÕÊìÊ£ä]ÊAHDF, Gobierno del Distrito Federal, Fondas y
Figones, v. 1625, exp. 288, f. 1.
47
“Explotación inicua. Una grave infracción”, Diario del Hogar, México, D. F.,
£ÊìÊÕÊìÊ£nn{]Ê«°ÊÈ°


ÃÊ«À«iÌ>ÀÃÊµÕiÊÃÕ«ÕiÃÌ>iÌiÊÌi>Ê>ÃÌ>`ÊVÊiÊÃ«iVÌÀÊ
ìÊ«V>°Ê/>ÊiÀ>ÊiÊV>ÃÊìÊV>vjÊ Ê/ÕÀV]Ê`ì]Ê>ì?ÃÊìÊi-
plearse a menores, los parroquianos, en estado de ebriedad, acari-
V>L>ÊÞÊ>V>ÊºÀiµÕiLÀÃ»Ê>Ê>ÃÊiÃiÀ>Ã°48Ê->ÀÊ>ÊiÃÌÊÖÌÊ
era lo que se mencionaba sobre un café —o “cantina simulada”—
ì>`Ê>ÊÞ>]Ê`ìÊÃiÊ>V>ÊLiLiÀÊ>Ê>ÃÊiÃiÀ>ÃÊVÊiÊ
«ÖLV°49Ê ÊÕ>ÊV>ÀÌ>Ê`À}`>Ê>Ê}LiÀ>`À]ÊÃiÊÃi>>L>ÊµÕiÊiÊ
ÃÊL>ÃÊìÊÌiÊÜÊÃÊ«>ÀÀµÕ>ÃÊiÀ>ÊÃiÀÛ`ÃÊ«ÀÊÃi-
ÀÌ>Ã]ÊiÌÀiÊ>ÃÊVÕ>iÃÊºw}ÕÀ>QL>RÊÕ>ÊµÕiÊ«ÀÊÃÕÊi`>`]Ê?ÃÊi-
ÀiV>ÊiÃÌ>ÀÊiÊÕ>ÊiÃVÕi>»°Ê-iÊÀiÃ«Ã>Lâ>L>ÊìÊiÊ>ÊÃÊº`-
Û`ÕÃÊµÕi]ÊÊVvÀiÃÊVÊiÝ«Ì>ÀÊiÊÛVÊìÊ>V]ÊÃiÊÛ>>Ê
de criaturas para atraer clientela en conducta altamente inmoral”.50
Ã]Ê>ÊÀi>Ì>ÀÃiÊi«Ã`ÃÊVÃìÀ>`ÃÊiÃV>`>ÃÃ]ÊÃiÊÃÕL
rayaban rasgos moralistas y sensacionalistas.51 En éstos, se ad-
ÛiÀÌ>ÊµÕiÊÃÊ`ÕiÃÊV>ÀiV>Ê ìÊ iÃVÀÖ«ÕÃ]Ê Þ>Ê µÕiÊ >}ÕÃÊ
VÕÃÊiÃÌ>LiV>ÊÛVÕÃÊ>ÀÃÃÊVÊ>ÃÊiÃiÀ>Ã°52 La pren-
sa particularizaba los casos de explotación, denunciaba los apa-
ÀiÌiÃÊVÌÕLiÀÃÊµÕiÊ«ÀÌi}>Ê>ÊÃÊi«i>`ÀiÃÊÞÊ>>L>Ê
>ÊVì>ÀÊ>ÊÃÊÌi«ÊµÕiÊV«>ìViÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ
laboraban en despachos de bebidas.53 Esa representación ambi-
gua circuló también en expresiones populares, como las siguien-
ÌiÃÊ`jV>ÃÊÀi«À`ÕV`>ÃÊiÊ>Ê«ÀiÃ>ÊÃ>ÌÀV>]ÊiÊ>ÃÊVÕ>iÃÊÃiÊ
neutralizaban los ataques elitistas a los despachos populares: las
meseras eran moneda corriente en salones elegantes, cantinas de
L>ÀÀ]ÊV>vjÃÊÞÊV>viÌiÃÊpiÃÊ«ÀÌ>ÌiÊiV>ÀÊµÕiÊ>Ê>Ê
iÃiÀ>Ê>«>ÀiV>ÊVÊÕÊº«LÀiÊÃiÀ»ÊµÕiÊÕV>L>Ê«>À>Ê}>>ÀÃiÊ
la vida “de modo digno y honrado”—:
48
ÊºÊ>ÊÃ«iVVÊìÊ«V>»]ÊEl Universal, México, D. F., 10 de octubre de
1900.
49
Êº1>ÊÞ>»] Diario del Hogar, México, D. F., 26 de febrero de 1888, p. 3.
50
ÊºÊÃiÀÊLiÀ>`ÀÊìÊÃÌÀÌ°Ê>ÃÊÃiÀÌ>ÃÊiÊ>ÃÊV>Ì>Ã»]ÊGaceta
de Policía, México, D. F., 18 de febrero de 1906.
51
Êº ÝÌÀ>ÛÊìÊÕÊViµÕiÊìÊfÓ]xääÊiÊ«ìÀÊìÊÕ>ÊiÃiÀ>»]ÊEl Tiempo,
México, D. F., 4 de enero de 1906, p. 4. Al restituirse un cheque extraviado, se
ìÃÌ>V>L>ÊVÊÕ>ÊiÃiÀ>Ê«`>ÊÃiÀÊºiÃÌ>»°
52
Êº ÃV?`>ÊiÊÕÊV>vjÊV>Ì>Ìi°Ê Ê`ÕiÊÞÊÕ>ÊiÃiÀ>Ê}«i>`Ã»]ÊEl
Popular, México, D. F., 14 de febrero de 1901, p. 2.
53
Êº*LÀiÃÊÕiÀiÃ»]ÊLa Patria, México, D. F., 19 de febrero de 1882, p. 3.


La mesera lava, vende, / cobra, bebe con borrachos, / recibe inno-

LiÃÊ«À«>ÃÊÉÊÞÊÞiÊÀiµÕiLÀÃÊìÊ¼}Õ>«Ã½°ÊÉÊ>ÊiÃiÀ>ÊiÌÀ>Ê>Ê
V>vj]ÊÉÊ>Ê>ÊV>Ì>ÊÊV>}>ÀÀ]ÊÉÊ>ÌiÃÊìÊµÕiÊ¼`jÊ>ÃÊÃiÌi½ÊÉÊiÊ
ÀiiÃÊ¼>ÀÀi}>`Ã½]ÊÉÊÞÊÃ>iÊVÕ>`ÊiÊ>ÕÀ>ÊÉÊÞ>ÊÌiÌ>ÊiÃ«>ÀVÀÊÃÕÃÊ
À>ÞÃÊÉÊ«ÀÊiV>ÊìÊi`wVÃÊÉÊÞÊìÊV>iÃÊÞÊìÊL>ÀÀÃ°ÊÉÊ>ÊiÃi-
À>]Ê«LÀiÊÃiÀÊÉÊµÕiÊÃÊ}>>ÊÃÕÊ¼`>À½ÊÉÊiÛÕiÌ>ÊiÊÕ>ÊìÃ>Ê
LÀÕ>ÊÉÊìÊV>Ì>ÃÊÞÊV>}>ÀÀÃÆÊÉÊ>ÊiÃiÀ>]ÊµÕiÊÃiÊ«>Ã>ÊÉÊViÃÊ
ÞÊViÃÊÀ>`ÊÉÊ>Ê}iÌiÃÊµÕiÊÃÕÊìÀÊÉÊ«iÊ>ÊÃÊ«iÃÊìÊ >VÆÊ
/ este ser mal comprendido, / este ser desventurado […] merece que
se le aprecie, / merece que cuando vamos / en bulliciosa parvada /
LÕÃV>`ÊÀÃ>ÃÊÞÊ¼ÌÀ>}Ã½ÊÉÊÊÀiÃÊiÊi>Ê>Ê«LÀiÊÉÊÃ>ViÀ`Ì-
sa de Baco.54
>Ê«ÀiÃ>ÊÃ>ÌÀV>Ê>«ÀÌ>L>ÊÕ>ÊÃiÃL`>`Ê`ÃÌÌ>Ê>ÊÕ-
do laboral en los despachos de bebidas. Llamaba a pensar que
ìÌÀ?ÃÊìÊÃiÀÛVÊviiÊ>L>ÊºÛÕ`>ÃÊÀ>`>ÃÊVÊÃÊ
ìÃ>«>À>`Ã»ÊiÊ>ÃÊÞÊiÀ>>ÃÊµÕiÊìL>ÊÃiÀÊÀiÃ«iÌ>`>Ã°Ê
ÃÌÊiÊ>`>ÊiÝVÕ>ÊµÕiÊiÌÀiÊ>ÃÊiÃiÀ>ÃÊ«ÕìÀ>Ê>LiÀÊÕi-
ÀiÃÊºv>Ì>iÃ»]ÊÊµÕiÊVV`>ÊVÊiÊ`ÃVÕÀÃÊiÌÃÌ>°
*ÀÊÖÌ]ÊìLiÊìVÀÃiÊµÕiÊvÕiÀÊiÝ}ÕÃÊÃÊÀi}ÃÌÀÃÊì-
ÌwV>LiÃÊVÊÕ>Ê«iÀÃ«iVÌÛ>Êvii>°Ê ÊÃiÊÌiiÊÌV>ÊìÊ
µÕiÊ>Êw>iÃÊìÊÃ}ÊXIX alguna organización, liga o publicación
`À}`>Ê«ÀÊÕiÀiÃÊ>Þ>ÊÌiÀÛi`Ê«>À>ÊìviìÀÊ>Ê>ÃÊiÃi-
ras en la ciudad de México. Si bien esta situación se mantuvo al
menos hasta la década de 1920, hay indicios para sostener que
esas voces apenas se diferenciaron del discurso masculino, com-
«>ÀÌi`ÊVÊjÃÌiÊ«ÀiÕVÃ]Ê>À}ÕiÌÃÊÞÊÕ>Ê«ÀiÃÕÌ>ÊÃÕ«i-
ÀÀ`>`ÊÀ>°Ê>Ê-Vi`>`Ê1ÊÞÊ
VÀ`>]Ê«ÀÊii«]Ê
consideró un ataque a su “decencia” el hecho de que se mencio-
>À>ÊµÕiÊiÌÀiÊÃÕÃÊiLÀÃÊ>L>ÊiÃiÀ>Ã]ÊÃÕ>`ÊiÌ-
ViÃÊµÕiÊ>ÊvÀ>ÊìÊÛ`>ÊìÊjÃÌ>ÃÊ>`>ÊÌi>ÊµÕiÊÛiÀÊVÊ>ÊÀi«Õ-
tación intachable de sus correligionarias.55
54
Êº,>ViÃÊV>iiÀÃ°Ê>ÊiÃiÀ>»]ÊEl Hijo del Ahuizote, México, D. F., 7
de febrero de 1914.
55
Êº>Ê-Vi`>`Ê1ÊÞÊ
VÀ`>ÊìÊ-iÀ>Ã»]ÊLa Libertad, México, D. F.,
28 de octubre de 1879, p. 3.


Vicios, criminalidad y pasiones
Si bien se exhortaba a comprenderlas en razón a su debilidad y

exposición a rituales masculinos como beber, las meseras fueron
inscritas en imaginarios más amplios que las relacionaron con el
«i}ÀÊÃiÝÕ>ÊÞÊVÊìÌÃÊVÊÀLÃ]ÊVÀiiÃÊ«>Ã>iÃÊÞÊ
suicidios.56Ê ÊÀi>`>`]Ê>Ê«ÀV«>ÊiVV>ÀÊµÕiÊ«ÀiÌi`>Ê
`>ÀÊiÃ>ÃÊ>ÀÀ>ÌÛ>ÃÊiÀ>ÊÃiV>\Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊìL>ÊÌiÀÛiÀÊ
en los espacios de sociabilidad eminentemente masculinos, menos
>ÖÊVÕ>`ÊjÃÌÃÊiÌÀ>>L>ÊVÃÕÊìÊiLÀ>}>ÌiÃ]ÊìÃ«>À-
«>ÊVÌÕÀ]ÊÕi}ÃÊìÊ>â>ÀÊÞ]ÊV>Ã>iÌi]ÊÛiV>ÃÊVÌ-
`>>Ã°Ê *ÀÊ ii«]Ê iÊ iÊ ÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÊ Ê iÌÀ«Ì>]Ê Õ>Ê
iÃiÀ>ÊvÕiÊiÃ>`>Ê«ÀÊÃÕÃÊV«>iÀ>ÃÊìÃ«ÕjÃÊìÊ>LiÀÃiÊ
involucrado amorosamente con uno de los parroquianos.57 La
violencia interpersonal muestra también que las meseras enfren-
taban abusos. En un café cantante ubicado en la primera calle
ìÊ,>ÃÌÀ]ÊÃiÀÛ>ÊVÊiÃiÀ>ÃÊÛ>À>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊìÃ«iÀÌ>ÀÊ
“una pasión de las edades más primitivas en el corazón” de un
parroquiano que “requebró” a una de ellas, la cual, al negarse,
fue atacada por éste con un cuchillo.58 De igual modo, en una
fonda de barrio un militar mató al propietario porque ambos
iÃÌ>L>Ê>ÌÀ>`ÃÊ«ÀÊ>ÊÃ>ÊiÃiÀ>°59

ÊÃiÊÃi>]Ê>ÊÃÕ«ÕiÃÌ>ÊvÀ>}`>`ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÀ>ÊÕÊ
tema recurrente en los discursos que consideraban abusivo su
empleo como meseras. En ese sentido, se mencionaban violencias,
insultos y decepciones amorosas, como la de una “pobre infortu-
>`>ÊÕiÀÊµÕiÊQoRÊÌÕÛÊµÕiÊ«Ã>ÀÊÃÊ>ÌÀÃÊìÊÕÊV>viÌÊìÊ>Ê
56
Los tópicos, las formas de relatar y las sentencias morales tuvieron se-
i>â>ÃÊVÊÃÊ`ÃVÕÀÃÃÊÃLÀiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞ]ÊiÊ«>ÀÌVÕ>À]ÊVÊ>µÕjÃÊ
Ài>V>`ÃÊVÊÃÊ>ÃiÃ>ÌÃÊ>ÌÀLÕ`ÃÊ>Ê>VÊiÊiÃÌÀ«>`À°Ê6j>ÃiÊÕ`ÌÊ
R. Walcowitz, La ciudad de las pasiones terribles. Narraciones sobre peligro sexual
en el Londres victoriano]ÊÌÀ>`°ÊìÊ>À>Ê°Ê,`À}Õiâ]Ê6>iV>]Ê1ÛiÀÃÌ>ÌÊìÊ
València, 1995, p. 17-41.
57
“Escándalo en un restaurant”, El País, México, D. F., 4 de febrero de 1905,
p. 2.
58
“Tragedia de café cantante”, Diario del Hogar, México, D. F., 28 de agosto
de 1904, p. 3.
59
“Produce malos resultados flirtear de sobremesa con meseras”, El Nacio-
nal, México, D. F., 16 de marzo de 1917, p. 1.


peor clase” y, tras no ser correspondida por un parroquiano, in-

tentó suicidarse.60Ê>ÊÃiÃL`>`ÊiÝ>ViÀL>`>]Ê«ÀÊii«]ÊV>-
sionó un “ataque nervioso a una linda mesera que escuchaba con
atención historias de enamorados, aparecidos y fantasmas”.61 En
ÃÊÀi>ÌÃÊ«iÀ`ÃÌVÃÊ>yÀ>L>ÊÃÊiÃÌiÀiÌ«ÃÊviiÃ°Ê--
LÀ>ÊìVÀÊµÕiÊ>ÃÊiÃiÀ>ÃÊÌÀ>Ã}Ài`>ÊiÊìÊìÊºÃiÀÌ>Ê
«ÀwÀ>>»°Ê
Ê>ÊÃÌÀ}À>v>ÊìÊ«iÀ`Ê>ÊÃi>>`]Ê>Ê
división de espacios lo mismo que de actividades se fundamenta-
ba en discursos médicos, biológicos y criminológicos.62
Las representaciones de la mesera revelan, entonces, la ten-
ÃÊiÌÀiÊ>Ê«ÀiÃÕÌ>ÊìL`>`ÊiV>ÊÞÊvÃV>Ê>ÃV>`>Ê>Ê>Ê
ÕiÀÊÞÊ>ÊÌÀ>Ã}ÀiÃÊÊÀÕ«ÌÕÀ>ÃÊìÊV«ÀÌ>iÌÊ«ÀiÃVÀÌ>ÃÊ
a su género.63 Con algunos rasgos de tramposa o embaucadora,
se denunciaban los atentados contra la propiedad atribuidos
a las meseras.64 Sin embargo, si predominó un tópico, ése fue el
ìÊ>ÃÊ«>ÃiÃÊìÃLV>`>Ã°Ê ÊiÊV>ÃÊìÊÃÕV`ÊìÊÕÊºÛiÊìÊ
buena presencia”, se especuló que la causa fue su enamoramien-
to de la mesera de la fonda El Cisne, quien supuestamente co-
µÕiÌi>L>Ê VÊ jÊ «iÀÊ iÊ i}>L>Ê ÃÕÊ V>À°65 Esta conducta la
>Ãii>L>Ê>ÊiÃÌiÀiÌ«ÊìÊÕiÀÊv>Ì>°
En el restaurante-cantina El Suizo, situado en Salto del Agua,
`ÃÊiÃiÀ>ÃÊÀiÀÊ«ÀµÕiÊÕ>ÊìÊi>Ã]ÊiÝi«i>`>ÊìÊÕ}>À]Ê
60
“Los amores de una mesera”, El País, México, D. F., 5 de agosto de 1904,
p. 4.
61
Êº1>ÊÛiÊÀ?ÌV>»]ÊEl Popular, México, D. F., 24 de febrero de 1903,
p. 4.
Ê Ã>Ê-«iV>]Êº>ÃÊyÀiÃÊìÊ>°ÊÕiÀiÃÊVÀ>iÃÊiÊiÊ*ÀwÀ>Ì»]Ê
62
Historia Mexicana, El Colegio de México, México, v. XLVII]Ê°Ê£]ÊÕÃi«ÌiLÀiÊ

de 1997, p. 192.
63
Sobre los estereotipos femeninos vigentes en este periodo, véanse Françoi-
se Carner, “Estereotipos mexicanos en el siglo XIX”, en Carmen Ramos Escandón
i`°®]ÊPresencia y transparencia. La mujer en la historia de México, México, El

i}ÊìÊjÝV]Ê£nÇ]Ê«°Êx£äÆÊ
>ÀiÊ,>ÃÊ ÃV>`]Êº-iÀÌ>ÃÊ«À-
wÀ>>Ã°ÊÕiÀÊiÊì}>ÊiÊiÊjÝVÊ«À}ÀiÃÃÌ>]Ê£nnä££ä»]ÊiÊPresencia y
transparencia…]Ê«°Ê£{Î£È£ÆÊÞÊ>Ê->>]ÊºiÊ>ÊÕiÀÊì>Ê>Ê>ÊÕiÀÊÀi>°Ê
Las contradicciones del estereotipo femenino en el siglo XIX”, Cuicuilco, Escue-
>Ê >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÛ°ÊVII, n. 18, enero-abril de 2000, p. 1-18.
64
“Robo a un americano”, Diario del Hogar, México, D. F., 28 de abril de
1894, p. 3.
65
“Gacetilla”, Diario del Hogar, México, D. F., 15 de mayo de 1895, p. 2.


>ÃÃÌÊVÊÛ>ÀÃÊ>}ÃÊµÕi]ÊÃi}ÖÊ>ÊÛiÀÃÊìÊ>ÊÛVÌ>]Ê
«i`>ÊVÊ>Ì>iÀ>ÊÕ>ÊV«>ÊÌÀ>ÃÊÌÀ>°Ê
Õ>`Ê>ÊiÝi«i>`>Ê
de la cantina golpeó la mesa con una copa, se le suplicó que de-
>À>ÊìÊ>ViÀ]ÊÌÛÊ«ÀÊiÊVÕ>Ê«iÀ`ÊiÊVÌÀÊÞÊÃ>VÊÕ>Ê
>Û>>ÊVÊ>ÊµÕiÊÀÊ>ÊÃÕÊiÝV«>iÀ>ÊìÊÌÀ>L>°66
El tono condenatorio se incrementó hasta el punto de exigir-
ÃiÊ>ÊÃÕ«ÀiÃÊìÊÌÀ>L>Êvii°Ê}ÕÃÊViÀV>ÌiÃÊÌ-
maron esa iniciativa por voluntad propia, como el propietario
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ÃÌÌÕV]Ê
µÕiÊº«ÀÊÀiÃ«iÌÊ>Ê>ÊÀ>Ê«ÖLV>»ÊìÊìÊi«i>ÀÊ>Ê>ÃÊÕ-
V>V>ÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>Ê>ÊiÊV>`>`ÊìÊiÃiÀ>Ã]Ê«ÕiÃÊÃÕ«ÕiÃ-
tamente éstas no se comportaban “con absoluta corrección” con
los clientes.67
*ÀÊÌ`Êi]ÊÊÀiÃÕÌ>L>ÊiÝÌÀ>ÊµÕiÊEl País, diario inyec-
tado del catolicismo social de su director, Trinidad Sánchez San-
tos, fuera el ariete en la “cruzada” contra las meseras. El perió-
dico celebraba varias disposiciones de Landa y Escandón,
entonces gobernador del Distrito Federal, encaminadas a mora-
lizar la sociedad capitalina, entre las que destacaba la clausura
de varios establecimientos. Además, respaldaba con particular
vehemencia la supresión de las meseras en cantinas y restauran-
ÌiÃ°Ê1ÃÊ>ÃÊ>ÌÀ?ÃÊÃiÊ>L>Ê«ÕiÃÌÊÌÀ>L>ÃÊ>ÊÃiÀÛVÊÀi>â>`Ê
«ÀÊÕiÀiÃ]ÊÊLÃÌ>ÌiÊÊVÕ>ÊÃÊ`ÕiÃÊÃÀÌi>L>Ê>ÃÊÀiÃÌÀV-
ciones. El comisario de la tercera demarcación, auxiliado por la
*V>Ê,iÃiÀÛ>`>]Ê«ÀÌ>}âÊ>ÃÊ«ÀiÀ>ÃÊÀi`>`>Ã\
Anoche a las nueve, el infatigable Ramón Castro […] seguido de tres

«V>ÃÊÛiÃÌ`ÃÊìÊ«>Ã>Ã]ÊÃ>ÊìÊÃÕÊwV>ÊiV>?`ÃiÊ>Ê
café y restaurante “El Nuevo Continente” en la 1ª de Santa Catarina.
Sin esperarlo penetró sorprendiendo a un grupo de meseras, senta-
das a la mesa con algunos clientes, libando vasos de cerveza sin que
hubiera preparativos que estuvieran cenando. Se levantó infracción,
iÝ«ÕÃ>`Ê>ÊÃiÃÊiÃiÀ>ÃÊÞÊÀì>`ÊV>ÕÃÕÀ>ÀÊv`>°ÊÃÊ`ÕiÃ]Ê
>VÊÞÊi`â>]ÊvÕiÀÊÌwV>`Ã°Ê
>ÃÌÀÊVÌÕ°Êi}Ê>Ê
66
“Escándalo en un restaurant. Mesera que hiere a otra”, El Popular, Mé-
xico, D. F., 13 de septiembre de 1900, p. 1.
67
“Supresión de meseras”, Diario del Hogar, México, D. F., 15 de mayo de
1913, p. 7.


restaurante “El Recreo Veracruzano” en donde encontró dos mese-

ras y un cliente con un platillo con restos de ensalada, una cerveza
ÞÊ`ÃÊV«>ÃÊìÊV}>V°Ê/ÊÌ>ÊìÊvÀ>VV]ÊÌwVÊìÊV>Õ-
ÃÕÀ>Ê>Ê`ÕiÊÌÊÀi>Ã]ÊiÝ«ÕÃ>`ÊÌÀ>ÃÊÃiÃÊiÃiÀ>Ã°68
-ÊLiÊiÃÊ`vVÊV«ÀL>ÀÊµÕiÊ>ÃÊvÀ>VViÃ]ÊiÊ>VÃÊ«-
V>ÊÞÊ>ÃÊiÀiV>ÃÊìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊ>ÕiÌ>ÀÊiÊ>Ê«Ài-
ra década del siglo XX, lo cierto es que tales se sustentaban en el
propósito de regular y controlar la presencia femenina en los des-
pachos de bebidas. Ese repertorio de intervenciones tuvo un no-
torio aliciente en el estigma contra las meseras.69ÊÃ]Ê>ÌiÃÊìÊ>Ê
legislación laboral posrevolucionaria, los discursos con rasgos
«>ÌiÀ>ÃÌ>ÃÊiÊÌÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊiÝ«i`ÃÊ
ìÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊÌi>Ê>ÊÃ>ÊvÕiÀâ>ÊµÕiÊÃÊVì>-
ÌÀÃ]Ê>Ã«iVÌÊµÕiÊ«>ÀiViÀ>ÊV>L>ÀÊiÊÃÊ>LÀiÃÊìÊ>Ê«À-
LVÊµÕiÊ«ÀiÌi`ÊÃi}Ài}>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìÊ`VÃÊiÃ«>VÃ°
Prohibición del trabajo femenino en las noches

Õ>`ÊÃiÊ`ÃVÕÌiÀÊ>ÃÊiÞiÃÊìÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊiÊ
Ã-
ÌÌÕÞiÌiÊìÊ££È]ÊiÝÃÌ>ÊÕ>ÊiÃÌ>«>ÊVì>ÌÀ>ÊìÊ>ÃÊì-
pendientes en despachos de bebidas, como se ha demostrado. En
Los piratas del boulevard]ÊiÀLiÀÌÊÀ>ÃÊÛVÕÊ>ÊÕ>ÊiÀÊ
ìÊi`>`ÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊÕ>ÊViÀÛiViÀ>ÊVÊ>ÊÃiÀ>]ÊiÊViÀ-
cio sexual y la depravación social. “En vano los pudibundos re-
glamentos del Gobierno del Distrito amontonan prohibiciones
µÕiÊÌiìÊ>ÊìÃÌiÀÀ>ÀÊ>Ê>Ê6iÕÃÊ ÀL>ÊÞÊ>Ê >VÊ-iâÆÊÞÊiÊ
Û>ÊVjÀÀ>ÃiÊ>ÃÊV>Ì>Ã»]ÊÃi>ÊiÊiÃVÀÌÀ°70 Queda claro que
esta percepción era ya un tema de interés en los comentarios
sociales ventilados en la prensa.
68
“Cruzada contra la inmoralidad”, El País, México, D. F., 4 de febrero de
1905, p. 1.
69
Véase cap. 3 de Diego Pulido Esteva, ¡A su salud! Sociabilidades, libacio-
nes y prácticas populares en la ciudad de México a principios del siglo XX, México,
El Colegio de México [en prensa].
70
ÊiÀLiÀÌÊÀ>Ã]ÊLos piratas del boulevard. Desfile de zánganos y víboras
sociales y políticas en México, México, Andrés Botas y Miguel, [1905], p. 85.


Desde esa perspectiva, las meseras formaban parte de un pro-

blema más amplio. El componente moral de los constituyentes
parece explicar el hecho de que se haya desestimado la partici-
«>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÊÃÊ?LÌÃÊ«ÌV]ÊÃV>ÊÞÊÌ>ÀÊìÊ
>ÊÕV>Ê>À>`>°Ê-«wV>`Ê`VÃÊìL>ÌiÃ]Ê«ÕiìÊìVÀÃiÊ
µÕiÊiÊÀi>`>`ÊÃiÊ>wÀ>À>ÊÕ>ÊÀi>ÃVÕâ>VÊìÊ?LÌÊ
«ÖLV]ÊiV>À>`>ÊiÊ}LiÀÃÊµÕiÊÃiÊ>ÀÀ}>ÀÊ>ÊÌ>Ài>ÊìÊ
«ÀÌi}iÀÊi`>ÌiÊ}>À>Ì>ÃÊ>Ê>VÌÀiÃÊÃV>iÃÊµÕiÊ>L>Ê«iÀ-
>iV`Ê>Ê>À}iÊìÊVLÊÕÀ`V°Ê
Los diputados convinieron en “prohibir las labores insalubres
Ê«i}ÀÃ>ÃÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊÃÊÃ]Ê>ÃÊVÊiÊÌÀ>L>ÊV-
turno en establecimientos comerciales a unas y otros”.71 En tal
ÃiÌ`]Ê«`À>Ê«iÃ>ÀÃiÊµÕiÊiÃiÊ«ÀViÃÊÕÀ`VÊÌÀÕVÊiÀV>ÃÊ
ìÊV>À?VÌiÀÊi>V«>ÌÀ]ÊÕ>ÊìÊ>ÃÊVÕ>iÃÊVViÀ>Ê>Ê>ÃÊÕ-
iÀiÃÊÌÀ>L>>`À>Ã°Ê-Ê`ÃÊ>ÃÊìÃ«ÕjÃ]ÊiÊ,i}>iÌÊìÊ Ý-
«i`ÃÊìÊ iL`>ÃÊ«ÀÃVÀLÊµÕiÊÃiÊi«i>À>ÊÕiÀiÃ°72
Sin que pueda probarse una conexión directa con las nuevas
`Ã«ÃViÃ]Ê>ÃÊiÃiÀ>ÃÊÌiÌ>ÀÊvÀ>ÀÊÕ>ÊÕÌ>ÊìÊìviÃ>]Ê
mostrando con ello una incipiente organización independiente de
>ÃÊÀ}>â>ViÃÊ>ÃVÕ>ÃÊµÕiÊ>L>Ê>viÃÌ>`ÊÀÛ>`>`Ê
y abierta oposición a la competencia femenina en el ramo.73
ÊV>L]Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÃiÊÀi}VÊìÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÊ«`>Ê
servir “más de carnaza a los especuladores de esos centros del
wiÀ]Ê`ÃvÀ>â>`ÃÊVÊÃÊLÀiÃÊìÊv`>Ã]ÊVi>`ÕÀ>ÃÊÞÊÀiÃ-
taurantes nocturnos y que extienden su locación desde el centro
hasta extramuros de la urbe”.74 Las opiniones se dividieron du-
À>ÌiÊ>Ê`ÃVÕÃÊiÊÌÀÊ>Ê>Ê«ÀLVÊìÊÌÀ>L>ÊviiÊ
71
ÊÃÊ`VÌ>>ÀÊiÊÓÎÊìÊiiÀÊìÊ££ÇÊÃÊ`«ÕÌ>`ÃÊÀ>VÃVÊÖV>]Ê
Enrique Recio, Alberto Román y L. G. Monzón. La fracción IIÊìÊ>ÀÌVÕÊ£ÓÎÊ
`Vi\Êº+Õi`>Ê«ÀL`>ÃÊ>ÃÊ>LÀiÃÊÃ>ÕLÀiÃÊÊ«i}ÀÃ>ÃÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
iÊ}iiÀ>ÊÞÊ«>À>ÊÃÊÛiiÃÊiÀiÃÊìÊìâÊÞÊÃiÃÊ>Ã»°Ê6j>ÃiÊ}>VÊ>À-
ván Laborde, Nueva edición del Diario de Debates del Congreso Constituyente de
1916-1917, t. III, México, Suprema Corte de Justicia de la Nación, 2006, p. 2457,
2498.
72
Reglamento de Expendios de Bebidas Alcohólicas, Diario Oficial de la
Federación, México, D. F., 26 de mayo de 1919, p. 385.
73
El Nacional, México, D. F., 30 de agosto de 1917, p. 3.
74
Êº«ÀL>`>Ê>ÊiÞÊìÊÌÀ>L>]ÊÊ>LÀ?Ê?ÃÊÕiÀiÃÊiÊ>ÃÊÌ>LiÀ>ÃÊìÊ>Ê
Ài«ÖLV>»]ÊEl Demócrata, México, D. F., 13 de mayo de 1919, p. 3.


en expendios de bebidas embriagantes “de consumo inmediato”:

ÕÃÊVÃìÀ>ÀÊµÕiÊ>Êi``>ÊiÀ>ÊÀ>â>`À>ÆÊÌÀÃ]ÊÃÊ
iÃ]ÊµÕiÊiÀ>ÊVÃÌÌÕV>°Ê ÃÌ>ÊÖÌ>Ê«ÊvÕiÊ>À-
}ÕiÌ>`>Ê«ÀÊiÊ`«ÕÌ>`ÊÕ?Ê6>ÃiÀÊi>]ÊµÕiÊÃÃÌÕ-
ÛÊµÕiÊ>ìÊ«`>ÊÃiÀÊ«ÀÛ>`ÊìÊìÀiVÊìÊÌÀ>L>>À]ÊÃi«ÀiÊ
µÕiÊ`VÊÌÀ>L>ÊvÕiÃiÊÖÌÊ>Ê>ÊÃVi`>`]ÊiÃÌÊÞÊVVÀ`>À>Ê
con la ley. Por el contrario, los argumentos patriarcales se impu-
ÃiÀÊÛ«i`>`ÊÃÊiÃ«>VÃÊìÊÃV>L`>`ÊiÌV>\Êº ÊÃiÊ
>ÊiVÊV>«jÊ«ÀiVÃ>iÌiÊiÊµÕiÊiÊÌÀ>L>ÊìÊiÃ>ÃÊ«LÀiÃÊ
ÕiÀiÃ]Ê¼V>ÀiÊÛÛiÌi½ÊQoRÊÃi>ÊÖÌÊÞÊÀ>»°75 Para reforzar la
Vì>]ÊÃiÊ`ÊµÕiÊiÊºViÀVÊv>iÊVÌÕÀÊìÊ>ViÃ]Ê
Q°°°RÊVÌÀLÕQ>RÊÌ>ÌÊ>Ê>Êì}iiÀ>VÊìÊ>ÊÀ>â>»]ÊÊµÕiÊÃiÊ
Ài>V>L>ÊVÊ>ÊiÕ}iiÃ>°Ê*ÀÊÖÌ]ÊÃÊV>ÌiÀÃÊvÕiÀÊ
el blanco de los ataques:
u ÃÃÊÛ>«ÀÃÊÃÊ>L>LiÃtÊÌÀ>iÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊVÊiÊ«Ài-
ÌiÝÌÊìÊÌÀ>L>]Ê«>À>ÊiÝ«Ì>À>ÃÊÞÊiÀµÕiViÀÃiÊ>ÊVÃÌ>ÊìÊÃÕÊ-
À>`>`°Ê>ÊÕiÀÊµÕiÊÌÀ>L>>ÊiÊÕ>ÊV>Ì>ÊiÃÊiÊÃiLÊ«>À>ÊµÕiÊ
ÀiÃL>iÊ>ÊÕÛiÌÕ`ÊÀÃ>Ã]ÊÛViÃ\Êu>]Ê>]Ê>t®°ÊÃÊµÕiÊiÌÀ>ÊiÊ
iÃ>ÃÊV>Ì>Ã]ÊÊÊ>ViÊ«ÀÊLiLiÀ\ÊÊÃiÀiÃÆÊ«iiÌÀ>Ê>Êi>ÃÊ
«ÀµÕiÊÛiÊ>ÊÃÕiÌ>ÊìÊÕ>ÊÕiÀÊ?ÃÊÀÃ>Ã]Ê«ÀvÕ`>ÃÊ>`À>-
ViÃÊÞÊV>«>>Ê«ÀiÃìV>®°Ê ÃÊÀ>ÊµÕiÊÃÊ`«ÕÌ>`ÃÊ
gasten su dinero en las cantinas. (Más risas, más campanilla. El
>LiÌiÊÃiÊÛÕiÛiÊ>}À>`>Li®°Êi}>Ê>ÊÌ>Ê}À>`Ê>ÊÀ>`>`ÊìÊ
iÃÃÊÀÕw>iÃ]Ê«À«iÌ>ÀÃÊìÊÌ>LiÀ>Ã]ÊµÕiÊ}iiÀ>iÌiÊÛiìÊ
iÊÃiLÊiÊ`«ÕÌ>`Êi]ÊìÃìÊÃÕÊVÕÀÕ\Êu«ÕiÀVt®ÊÞÊVÊiÊ«À-
ducto de esa venta, se enriquecen.76
La mayor parte de las participaciones se opusieron, de ma-

nera vehemente, al empleo femenino en expendios nocturnos de
LiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃ°Ê1>Ê«>ÀÌV«>VÊÃ}wV>ÌÛ>ÊvÕiÊ>ÊìÊÃjÊ
-ÕÀL]ÊµÕiÊVÊÀi}iÌiÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>Ê«ÕÃ>À>Ê>Ê
prohibición de la prostitución durante el cardenismo.
Aunque debe desecharse toda presunción conspiratoria, los
«ÀV«>iÃÊLiiwV>ÀÃÊ«>ÀiV>ÊÃiÀÊÃÊÛ>ÀiÃÊì`V>`ÃÊ>Ê
75
Idem.
76
Ibidem, p. 6. En cambio, el diputado Trigo se opuso a coartar el derecho
ìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÌÀ>L>>ÀÊ`ìÊµÕÃiÀ>°Ê
VÀ`ÊVÊ>ÊÃÕ«ÕiÃÌ>ÊiViÃ`>`Ê
de moralizarla siempre y cuando se respetara la Constitución.


servicio en restaurantes y cafés. Poco más de un lustro antes de

µÕiÊiÌÀ>À>ÊiÊÛ}ÀÊiÊÀi}>iÌÊìÊ££]ÊiÃÊ>L>Ê>-
festado su malestar al ayuntamiento y al gobernador del Distrito
iìÀ>°Ê*ÀÊii«]ÊiÊÕ>ÊV>ÀÌ>ÊÃi>>L>ÊÊÃ}ÕiÌi\
Los que subscribimos suplicamos ante ud. atentamente que tenga

>ÊLiÊw>ÀÃiÊiÊÃÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃ]ÊV>vjÃÊÞÊV>Ì>Ã]ÊQ`ìRÊ>L>Ê
µÕi`>`Ê>L`ÊiÊÃiÀÛVÊìÊÕiÀiÃÊìÊ>>ÊÊLÕi>ÊÌ>]Ê«ÀÊ
ÃÊvÀiVÕiÌiÃÊiÃV?`>ÃÊµÕiÊiÊiÃÊÃiÊViÌ>]ÊÞÊ>À>ÊÛiÃÊ
que [...] se ocupa esa clase de servidumbre, quedando vacantes va-
rios dependientes de restaurante. Por lo expuesto, suplican que libre
ÀìiÃÊ>ÊwÊìÊµÕiÊÃi>ÊÃÕ«À`>ÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊìÊLÕi>ÊÊ>>Ê
Ì>Ê«ÀÊVÀiiÀÊ>ÃÊìÊÕÃÌV>°77
V>ÊÀÛ>`>`ÊÃiÊÀi«À`ÕÊiÊ>ÃÊÀ}>â>ViÃ]Ê«ÕiÃÊÃÊ
ÃÊLÀiÃÊ«iÀÌiiV>Ê>Ê>ÃÊÕiÃÊìÊì«iìÌiÃÊìÊÀiÃÌ>Õ-
À>ÌiÃ°Ê-ÊiL>À}]ÊìÊ>iÀ>ÊÛÕÌ>À>Ê`vViÌiÊÃiÊvÀi>À>Ê
inercias sociales, mucho menos durante una década con bastantes
ÌÀ>ÃviÀiV>ÃÊVÕÌÕÀ>iÃÊµÕiÊ>À>Ê?ÃÊÛÃLiÃÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
modernas en la capital, proceso que no estuvo exento de violencias
cotidianas.78ÊÕµÕiÊVÕÀÀiÀÊ>ÊÀ>âÊìÊ£ÊìÊ>ÞÊìÊ£ÓxÊpiÃÌÊ
iÃ]ÊVVÊ>ÃÊìÃ«ÕjÃÊìÊÀi}>iÌÊ«ÀLVÃÌ>p]Ê>ÃÊ>-
viÃÌ>ViÃÊ«ÖLV>ÃÊìÊiÃiÀ>ÃÊÛiÃÌ`>ÃÊVÊv>`>ÃÊi}À>ÃÊÞÊ
V>Ã>ÃÊÀ>ÃÊÌÕÛiÀÊiÌÀiÊÃÕÃÊÀ}iiÃÊ>ÊiÝVÕÃÊìÊ>ÊµÕiÊ
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ÌÀ>L>>`ÀiÃÊÞÊ>ÃÊViÌÀ>iÃÊLÀiÀ>Ã°Ê-iÊ«ÀiÃÕiÊµÕiÊvÕiÀÊ?ÃÊ
ìÊÕÊ>ÀÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃ>iÀÊ>Ê>ÃÊV>iÃÊÞ]Ê>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊÃÕÃÊ
VÃ}>Ã]ÊºÀiÀiÌ>ÀÊ>ÃÊ>VÕÃ>ViÃÊìÊÀ>`>`ÊìÊ>ÊÛV-
Ì>Ê >Ê >Ê ìÊ iÝ«Ì>`À»Ê ÞÊ ÃiÊ ìÌwV>ÀÊ >Ê ÃÊ Ã>ÃÊ VÊ
parte del “proletariado”, reclamando, de ese modo, honorabili-
77
“Corporación de Dependientes de Restaurant pide se suprima el servicio
de meseras”, México, D. F., 1913, AHDF, Gobierno del Distrito Federal, Fondas y
Figones, v. 1632, exp. 713, f. 1.
78
ÊiÊ,ÕLiÃÌi]Êº>Ê}ÕiÀÀ>ÊVÌÀ>Ê¼>ÃÊ«i>Ã½°Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìÀ>ÃÊÞÊ
sus enemigos. Ciudad de México, 1924”, en Gabriela Cano, Mary Kay Vaughan
ÞÊViÞÊ"VÌÌÊV«Ã°®]ÊGénero, poder y política en el México posrevoluciona-
rio, México, Fondo de Cultura Económica/Universidad Autónoma Metropoli-
tana-Iztapalapa, 2009, p. 91-126.


dad.79ÊiÊ>Ê>ÊìÊViÀÌ>Ê>«iÀÌÕÀ>]ÊÃÊ>Êw>â>ÀÊ>Ê`jV>`>Ê
ìÊ£ÓäÊÃiÊÛÛiÀ>Ê>Ê«ÀiÃ>ÀÊ«>À>ÊÀiÃÌÀ}ÀÊ>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊ
ÕiÀiÃÊiÊÕ}>ÀiÃÊìÊiÃ«>ÀViÌÊ`ìÊÃiÊLiL>°80
Consideraciones finales
>ÊÃi«>À>VÊìÊ>ÃÊiÃviÀ>ÃÊ«ÖLV>Êp>ÃVÕ>pÊÞÊ«ÀÛ>`>Ê
—femenina— permite entender los estereotipos, la literatura
prescriptiva y, en ciertos casos, las leyes. La espacialización del
ìLiÀÊÃiÀÊiÃÌ>LiVÊiÊiÊ`ÃVÕÀÃÊvÀÌiÀ>ÃÊµÕiÊÃiÊìÃ`LÕ>ÀÊ
iÊ>Ê«À?VÌV>]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>Ê«>ÀÌÀÊìÊÖÌÊVÕ>ÀÌÊìÊÃ}ÊXIX.
>Ê`ÛÃÊ«ÖLV«ÀÛ>`]ÊìLiÊìVÀÃi]Ê«VÊiÃV>ÀiViÊ>ÃÊ«À?V-
ticas sociales, aunque es cierto que ese binomio sustentaba dis-
cusiones con una importante proyección en la prensa.
En las crónicas, las notas y los comentarios vertidos en la pren-
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VÕ>`ÊiÊÀi>`>`Ê>L>Ê>Ìi``ÊÃÌÃÊÃ>ÀiÃÊVÊ>ÌiÀ-
ridad, particularmente en el servicio de establecimientos comer-
V>iÃÊµÕiÊ«ÀiÌi`>ÊìÀâ>ÀÃi°Ê]Ê>}Ài}>L>ÊÕÊÌµÕiÊVÃ-
mopolita a los hasta entonces morigerados cafés, provocando
diversas reacciones. Algunos celebraron que la modernidad, con
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>ÃÊìÊvÕÃÊ«ÀÊÊiÃÊìÃìÊi`>`ÃÊìÊÃ}ÊXIX.
A pesar de la condena, el empleo de servicio femenino se
extendió de los cafés concurridos por sectores medios o elitistas,
ubicados en las calles glamorosas, a los expendios vinculados con
clases populares, desperdigados por los barrios de la ciudad. En
«>ÀÌVÕ>À]ÊÃÊV>vjÃÊV>Ì>ÌiÃÊvÕiÀÊLiÌÊìÊìÕV>ÃÊÀ>-
listas y clasistas, lo que provocó que surgieran claras contradic-
Susie S. Porter, Working Women…, p. 114.

79
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80
de meseras en los cabarets”, México, D. F., 1929, AHSSA, Salubridad Pública,

-iVVÊ-iÀÛVÊÕÀ`V]ÊV>>Ê£n]ÊiÝ«°ÊÓ°Ê


ciones, sobre todo si se atiende la creciente demanda de meseras

lo mismo en avisos comerciales que en peticiones de licencias al
ayuntamiento de México.
La tensión se incrementó cuando los principales interesados,
los empleados del ramo de restaurantes, presionaron para pros-
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De manera paralela al acoso discursivo contra las meseras,
hubo expresiones que llamaron a la comprensión al vincularlas
con las clases desvalidas. En general, ése era el principal argu-
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expresada en coplas dedicadas a las meseras, se exhibieron de
manera sutil las contradicciones en la cultura masculina, la cual
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Tal vez por ello hubo posiciones que consideraron que los
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nutrió la condena contra los cantineros y los restauranteros.
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discrecionalidad. De hecho, planteó un problema a la tradicional
presencia femenina —principal mas no exclusivamente— en el
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patriarcal de la legislación laboral revolucionaria. Se ha dicho que

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la Revolución fue una afrenta a “la moral victoriana y las reglas de
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vÕi]ÊìÊ>iÀ>ÊVÌÀ>ÃÌ>ÌiÊÞÊVÊV>LÃÊi}>LiÃ]ÊÕÊÀi>ÕÃ-
te de dicha moral. Tal es el caso de la reglamentación y el posterior
acoso discrecional contra las propietarias, empleadas e, incluso,
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LÃ°Ê>ÃÊv`>Ã]Ê«iÃ>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊVÊº«ÕµÕiÀ>ÃÊ
`ÃvÀ>â>`>Ã»]ÊÃiÀ>ÊÌiÀÛi`>ÃÊìÊ>iÀ>ÊVÌÕ>°ÊvVi-
te las prohibiciones desarticulaban espacios ganados por las mu-
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soras resulta exagerado e inexacto, pero también lo es que su apa-
rición movió la sensibilidad de las élites y los sectores medios lo
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sideraba que eran una atracción comercial conveniente.
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81
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`À}Õiâ]Ê6>iV>]Ê1ÛiÀÃÌ>ÌÊìÊ6>mV>]Ê£x]ÊxäÈÊ«°



“EL BAJO MUNDO DEL PECADO”
VICIO, CRIMEN Y BAJOS FONDOS EN LA CIUDAD DE MÉXICO
1929-1944
ODETTE MARÍA ROJAS SOSA

Universidad Nacional Autónoma de México
ÕÃÊ,iÀÊ
>ÀÀ>ÃV]ÊÌ>LjÊVV`ÊVÊº>ÊwiÀ>ÊÕ>-
na”, era un asiduo visitante de academias y salones de baile. A
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mover el disco”.1Ê-ÊiL>À}]Ê>ÌiÃÊìÊµÕiÊ«ÕìÀ>ÊiiVÕÌ>ÀÊÃÕÃÊ
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El 17 de abril de 1929, las cuatro personas que habitaban en
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ÌÀ>Ì>L>ÊìÊ/ÌÊ >ÃÕÀÌ]Ê`ÕiÊìÊÛ>À>ÃÊ«ÕµÕiÀ>ÃÆÊÛÌ>Ê6i-
>ÃV]ÊÃÕÊ>>Ã>ÆÊÞÊ`ÃÊi«i>`>ÃÊ`jÃÌV>Ã°Ê Ê>L>ÊÌÀ>Ã-
currido una semana cuando las pesquisas policiales permitieron
descubrir al culpable: Luis Romero Carrasco, sobrino de Basur-
to. La celeridad y el sigilo con que se realizaron las diligencias
facilitaron su aprehensión. Al principio, Romero Carrasco negó
cualquier participación en el crimen, pero ante las evidencias que
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`>`]Ê>i}>`ÊµÕiÊ`>L>Ê>ÊÃÕÊÌÊìL`Ê>ÊÛi>ÃÊÀiV>Ã°Ê*Ã-
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ÊÕ>ÊìÊ>ÃÊ`}iV>Ã]ÊiÊÕiâÊÃÌÀÕVÌÀÊìÊ«ÀViÃ]Ê,>-
ro Estrada, interrogó a Romero Carrasco acerca de sus presuntos
1
Êº ÃV>vÀ>ÊiÊVÃÊìÊ>ÃiÃ»]ÊEl Nacional, México, D. F., 8 de agosto
de 1929. Citado en Patricia Ortega, Crimen, terror y páginas. Antología, México,
El Nacional, 1990, p. 154.


50 ODETTE MARÍA ROJAS SOSA
cómplices. Éste respondió que ignoraba sus apellidos, pero que

otros amigos suyos que frecuentaban la academia de baile de “la
iLi»Ê«`>Ê`>ÀiÊvÀ>V°Ê ÌViÃ]Ê,iÀÊ«Ài}ÕÌÊ>Ê
ÃÌÀ>`>ÊÃÊjÊÕV>Ê>L>Ê>ÃÃÌ`Ê>ÊiÃiÊÕ}>À°Ê ÊÕiâ]ÊìÊº>ÕÃÌi-
ra vida”, se “sobresaltó” ante tal cuestionamiento y sólo atinó a
VÌiÃÌ>ÀÊºÊÃiÀ]ÊµÕjÊÛ>»°2
iÌÀ>ÃÊiÃ«iÀ>L>ÊÃÕÊÕV]ÊÕÃÊ,iÀÊvÕiÊÀiVÕ`ÊiÊ>Ê
cárcel de Belem. Sin embargo, con la colaboración de algunos
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pensa a quien diera informes de su paradero, por lo que hizo
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lares: “masca chicle, frecuenta cabarets y le gusta mucho bailar”.3
iÃ«ÕjÃÊìÊÃiÀÊÀi>«Àii``ÊiÊÓ{ÊìÊÕÊìÊ£Ó]Ê,iÀÊ
Carrasco ofreció datos concretos de sus cómplices, con lo cual
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L>i°Ê,iÀÊìÃi>L>Ê>Ì>ÀÊ>ÊÃÕÊÌÊ«ÀÊÌÛÃÊ«iÀÃ>iÃ]Ê
pero convenció a Mares y Tovar para que participaran en su plan
VÊ>Ê«ÀiÃ>ÊìÊLÌiiÀÊÕÊVÕ>ÌÃÊLÌ°Ê
º>ÊwiÀ>ÊÕ>>»Ê>`ÌÊiÊÛ>À>ÃÊV>ÃiÃÊÃÕÊ}ÕÃÌÊ«ÀÊ
la marihuana, el baile y la vida nocturna. Al ser interrogado sobre
sus movimientos posteriores al crimen, manifestó que esa misma
noche bailó y se embriagó en el cabaret “Cuba”. También decla-
ró que visitaba de manera asidua ese tipo de establecimientos.
Algunos diarios capitalinos subrayaron los ambientes “sórdi-
`Ã»ÊiÊÃÊµÕiÊ>L>ÊÌÀ>ÃVÕÀÀ`Ê>ÊÛ`>ÊìÊ,iÀÊ
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mientos—, cabarets y academias y salones de baile, espacios que
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,>ÀÊ ÃÌÀ>`>p]ÊÃÊìÊº>«iÃ»ÊìÊÃÕÊV>>>°ÊVÕÃÊÕÊ
2
“Luis Romero Carrasco, el asesino, asegura haber tenido varios cómpli-
ces en su crimen”, El Universal, México, D. F., 8 de mayo de 1929, 2a. sección,
p. 1.
3
“No se encuentran ni huellas del asesino”, Excélsior, México, D. F., 3 de
ÕÊìÊ£Ó]ÊÎ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£°Ê


“EL BAJO MUNDO DEL PECADO” 51
editorialista lo llamó “dandy de los cabarets del mundo

subterráneo”.4
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consigo un cuestionamiento por parte de la prensa respecto a los
salones y las academias de baile e, incluso, demandas de que éstos
fueran clausurados, pues se consideraba que casi todos ellos, por
un lado, eran “escuelas del crimen” donde “vagos y desocupados”
planeaban toda clase de delitos y, por el otro, propiciaban la perdi-
VÊìÊÕiÀiÃÊÛiiÃÊiÊºiÝ«iÀÌ>Ã»ÊµÕi]ÊVÊiÊ«ÀiÌiÝÌÊìÊÌÀ>-
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criminólogos— y de “profanos”6ÊiÊÛVÕÊiÌÀiÊVÃÕÊìÊ>-
cohol, “centros de vicio”, prostitución y crimen durante el periodo
µÕiÊÛ>ÊìÊ£ÓÊ>Ê£{{°Ê ÃÌÃÊµÕViÊ>ÃÊiÃÌÕÛiÀÊ>ÀV>`ÃÊ«ÀÊ
la lucha que emprendieron los gobiernos posrevolucionarios para
VL>ÌÀÊiÊ>VÃÊ«ÀÊÃÊº}À>ÛiÃÊ`>Ã»ÊpVÕÀ>]ÊVÀi]Ê
miseria— que causaba al pueblo mexicano. Al mismo tiempo, la
prensa y otros medios hicieron visible el temor, tanto de autorida-
des como de diversos sectores de la sociedad civil, que provocaba
la existencia de cabarets y salones de baile, pues se les asociaba
con la prostitución y el consumo de alcohol. Esta inquietud se
incrementó cada vez más hasta alcanzar su punto culminante con
la realización del Congreso contra el vicio en febrero de 1944.
Las fuentes analizadas en el texto son publicaciones de con-
Ìi`Êj`VÊÞÊVÀ}V]ÊÀiÛÃÌ>ÃÊ«V>V>ÃÊÞÊÀiÛÃÌ>ÃÊìÊ
4
José Luis Velasco, “Al margen del suceso”, Excélsior, México, D. F., 7 de
agosto de 1929, 1a. sección, p. 5.
5
Êº>ÃÊiÃiÀ>ÃÊÊLiLiÀ?Ê>ÊÌÀ>L>>À»]ÊEl Universal Gráfico, México, D. F.,
6
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>>ÀÊV«°®]ÊLa ley de los profanos. Delito, justi-
cia y cultura en Buenos Aires (1870-1940), Buenos Aires, Universidad de San
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historietas —conocidas como “pepines”—, literatura y cine. A

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casos criminales que ocurrieron en expendios de bebidas embria-
gantes, cabarets o salones de baile. Asimismo, a lo largo del texto
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j«V>ÊÀiÃ«iVÌÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÛÃÌ>L>]ÊÌÀ>L>>L>ÊÊì-
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“El colegio de Baco”: expendios de bebidas, cabarets

y salones de baile en la ciudad de México
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ÖiÀÊìÊÛViÃÊµÕiÊVì>L>ÊiÊ«ÕµÕiÊ«ÀÊÃÕÃÊºiviVÌÃÊ«iÀ-
niciosos”, los expendios de dicha bebida eran los más numerosos
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L>iÊÞÊÃÊV>L>ÀiÌÃ]ÊiÊVÕÌ]ÊÊÃÕ>L>ÊÊÈäÊiÃÌ>LiVi-
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calles de Allende, Libertad y Órgano, zonas que, además, se carac-
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se crearon nuevos gravámenes a los expendios de bebidas em-
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la década de 1930, sobre todo en el sexenio de Lázaro Cárdenas
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7
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pues la cerveza fue considerada como bebida no embriagante e incluso como
un posible sustituto aceptable del pulque.


VICIO_FINAL.indd 53
CUADRO 1
NÚMERO DE CANTINAS, PULQUERÍAS, CERVECERÍAS, CABARETS, SALONES Y ACADEMIAS DE BAILE EXISTENTES
EN EL DISTRITO FEDERAL ENTRE 1930 Y 1944
Año Cantina Pulquería Cervecería Cabarets, salones,

academias de baile
1930 759 1 105 481 36
1931 612 861 278 40
1932 651 1 004 224 31
1933 580 919 277 24
1934 531 1 020 507 26
1935 486 1 003 254 23
1936 361 920 251 35
1937 389 889 238 24
1938 345 888 289 31
1939 341 912 509 23
1940 519 951 498 36
1941 358 955 495 68
1942 344 993 618 20
1943 334 1 001 610 19
1944 315 1 052 528 146
22/11/2016 10:57:46 a.m.
Fuente: Anuario estadístico de los Estados Unidos Mexicanos]Ê>ÃÊ£Î]Ê£{ÓÊÞÊ£{Î£{x°

ÊÖiÀÊìÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃÊÛÛÊ>ÊiiÛ>ÀÃiÊ>Ê«>ÀÌÀÊ
de 1941, sobre todo en 1944, cuando se registró un aumento bas-
Ì>ÌiÊVÃìÀ>LiÊiÊiÊÖiÀÊìÊV>L>ÀiÌÃÊÞÊÃ>iÃÊìÊL>i°Ê
Existen dos posibles explicaciones para esto: por una parte, las
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provocados por la Segunda Guerra Mundial— pudieron haber
aumentado la oferta y la demanda de diversiones en la capital.
Además, la abolición en 1940 de la prostitución reglamentada dio
«iÊ>ÊµÕiÊÕiÀÃ>ÃÊº>`ÀÌ>Ã»ÊÊ>Ì}Õ>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊV>Ã>ÃÊìÊ
citas y burdeles abrieran cabarets donde continuaban con sus ac-
ÌÛ`>ìÃÊìÊ>iÀ>ÊiVÕLiÀÌ>ÊÞÊL>ÊÕÊÛiÊìÊi}>`>`°8
La cruzada contra el vicio
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j«V>ÊÛÀÀi>]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ>ÃÊV>Ì>ÃÊÌi>ÊÃÕÃÊÀ}iiÃÊ>Ê
mediados del siglo XIX —con antecedentes en las antiguas taber-
>ÃÊÞÊÛ>ÌiÀ>Ãp°Ê ÊV>L]Ê>ÃÊViÀÛiViÀ>Ã]ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÞÊÃÊ
salones de baile eran espacios de creación mucho más reciente
—primeras décadas del siglo XX.9
Desde sus inicios, las autoridades consideraron los salones
de baile y los cabarets como lugares peligrosos donde se realiza-
8
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cheo, El club de medianoche Waikikí. Un cabaret de época en la ciudad de México,
1935-1954, ÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊjÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊÕÌ-
>ÊìÊjÝV]ÊÓä£ä]Ê«°Ê{x{ÈÆÊ>LÀi>Ê*Õ`Ê>]ÊEl mapa del pecado.
Representaciones de la vida nocturna en la ciudad de México, 1940-1950, tesis
de doctorado en Historia y Etnohistoria, México, Escuela Nacional de Antro-
«}>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÓä£{]Ê«°Ê££x£Óä°
9
Ê-ÊLiÊiÃÊViÀÌÊµÕiÊÃÊÀ}iiÃÊìÊV>L>ÀiÌÊÞÊìÊÃÊÃ>iÃÊìÊL>iÊ
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XIX]ÊjÃÌÃÊÊ>`µÕÀiÀÊÃÕÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊ?ÃÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÃÊÃÊ>ÃÌ>Ê«À-
cipios de la década de 1920.


ban diversas actividades antisociales: la prostitución y el consu-

mo de alcohol10 y de enervantes. Algunos “inspectores de autori-
dad” —encargados de la vigilancia de dichos lugares— reportaron
ÃÊºiÝViÃÃ»ÊÞÊ>ÃÊºÀ>`>ìÃ»ÊµÕiÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃÊV-
iÌ>ÊiÊÃÊ>ÃiÌÃÊVV`ÃÊVÊºÀiÃiÀÛ>`Ã»ÊÊVÕÃÊ
`ÕÀ>ÌiÊiÊL>i]ÊVÊVÕÀÀ>ÊVÊiÊ>>`Êshimmy, el cual
fue motivo de censura en 1921 a causa de los movimientos “las-
VÛÃ»ÊµÕiÊ>ÃÊ«>Ài>ÃÊiiVÕÌ>L>°11
En 1929, el caso de Romero Carrasco, aunado al discurso
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cabarets y a las academias y los salones de baile. Las autoridades
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>ÊÊiÊÖiÀÊìÊV>L>ÀiÌÃ°Ê>Ê?ÃÊ«ÀÌ>ÌiÊVÃÃÌ>Ê
en aumentar, de manera “desmesurada”, las tarifas que se co-
LÀ>L>Ê>ÊÃÊ`ÕiÃ]ÊìÊ`ÊµÕiÊiÃÊÀiÃÕÌ>À>Ê«ÃLiÊ«>}>À-
las y optaran por cerrar sus establecimientos.12 Sin embargo, no
es posible saber si la medida se llevó a cabo tras la renuncia de
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Ortiz Rubio.13
10
ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊÃÊÀi}>iÌÃÊìÊ£Î£ÊÞÊ£{{]ÊiÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊ«`>Ê
venderse todo tipo de bebidas, mientras que en los salones de baile, sólo cerve-
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ÞÊÀi«ÃÌiÀ>]Ê«iÀÊiÊÕÊV>Êì«iìÌiÊ>ÊiÃ«>VÊ`ìÊÃiÊL>>À>°Ê
11
Êº-iÊ`>ÊiÊV>ÃÊiÊµÕiÊÕ>ÊÕiÀÊ>ìÊÌ>`>ÊiÊÕ>Ê«iÀ>ÊìÊÕÊ
hombre y empiece a hacer movimientos de los más inmorales y ponerse a
mover los hombros y pechos macho y hembra”, México, D. F., AHDF, Fondo
Ayuntamiento]ÊÛiÀÃiÃÊ*ÖLV>Ã]ÊÛ°ÊnÓÎ]ÊiÝ«°Ê{x]ÊQÃ°Êv°R°ÊÃÊÃ«iVÌÀiÃÊ
ìÊ>ÕÌÀ`>`Ê«>ÀiV>ÊVÌÀ>«iÀÊ>ÊÛi`>`ÊìÊshimmy con los tradiciona-
iÃÊ`>âiÃ]Ê>ÕµÕiÊiÊ>}Õ>ÊV>ÃÊÃiÊ`ÊµÕiÊjÃÌÃÊÌ>LjÊ«`>ÊÃiÀÊ
“lascivos”.
12
“Golpe a muerte a los cabarets y academias de baile”, El Nacional, México,
°Ê°]Ê£ÎÊìÊÕÊìÊ£Îä°
13
El cargo de “Jefe del Departamento del Distrito Federal” fue una inno-
vación implementada gracias a la Ley Orgánica del Distrito y de los Territorios
FederalesÊìÊÎ£ÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£Ón]Ê>ÊVÕ>Ê`wVÊiÊÃÃÌi>Ê«ÌV>`-
ÃÌÀ>ÌÛÊìÊ>ÊV>«Ì>ÊìÊ«>Ã°Ê*«Õ>ÀiÌi]Ê>ÊiÃiÊvÕV>ÀÊÃiÊiÊVVÊ
VÊºÀi}iÌi»°Ê ÌÀiÊÕÊìÊ£ÎäÊÞÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£ÎÓ]ÊiÊV>À}ÊÊìÃi-
«i>ÀÊ ÃiÌiÊ «iÀÃ>ÃÊ «ÀÊ >«ÃÃÊ ìÊ iÃiÃÊ iÊ VÕÃÊ Ãi>>Ã]Ê «ÀÊ Ê µÕiÊ
«ÕiìÊviÀÀÃiÊµÕiÊÊ}À>ÀÊìÃ>ÀÀ>ÀÊÕ>Ê«ÌV>Ê>Ì>VV>Ê«À«>°Ê


Por su parte, el Comité Nacional de Lucha contra el Alcoho-

lismo, creado en mayo de 1929, recomendó la prohibición del
ÌÀ>L>ÊviiÊiÊV>L>ÀiÌÃ]ÊV>Ì>ÃÊÞÊÃ>iÃÊìÊL>iÊ«ÀÊÃiÀÊ
º«ÖLVÊÞÊÌÀÊµÕiÊiÊiÃÌÃÊÕ}>ÀiÃÊ>ÊÕiÀÊÃiÊQiVÌÀ>L>RÊ
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VÊìÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊÞÊ>ÖÊìÊVÃÕÊìÊLiL`>ÃÊiLÀ>-
gantes, que llega[ban] a formarle el vicio del alcoholismo”. Ade-
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µÕiÊiÃÌ>LiV>Ê>Ê
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>ÕµÕiÊ>ÃÊiÃiÀ>ÃÊÊiÝ«>Ê>ÊÛ`>]ÊÌi>Ê>ÞÀÊ«ÃL`>`Ê
de contraer el vicio del alcoholismo, que atentaba contra su salud
y su “condición moral y social”.14
ÌÀiÊ£ÎäÊÞÊ£Î{]Ê>ÊV>«>>Ê>Ì>VV>ÊÃÕvÀÊ>}ÕÃÊ
vaivenes tanto por la crisis económica como por la situación
«ÌV>ÊìÊ«>Ã]ÊiVÃÊµÕiÊ«ìÀÊÃÕÊ«iÊìÃ>ÀÀ°Ê Ê
obstante, en 1931 el presidente Pascual Ortiz Rubio promulgó
nuevos reglamentos para los expendios de pulque y de cerveza.
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regir a los “cafés-cantantes” —cabarets— y a los salones de baile
para evitar “que se convi[rtieran] en sitios de escándalo, de vicio
o de inmoderada explotación”. En todos estos reglamentos se
«ÀLÊiÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊÃÊ`viÀiÌiÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊ
y se impusieron restricciones a su estancia en calidad de parro-
µÕ>>Ã°Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÃÊiL>À}]ÊÊ«iÀ>iViÀÊ«?Û`>ÃÊ
ante la posibilidad de perder su fuente de empleo. Más de un
centenar de “cabareteras” decidió interponer un amparo, pues
consideraban que la prohibición atentaba contra la libertad de
ìÃi«i>ÀÊVÕ>µÕiÀÊi«i]ÊÃi`ÊjÃÌiÊVÌ]ÊVÃ>}À>`>ÊiÊ
iÊ>ÀÌVÕÊ{¨ÊVÃÌÌÕV>°15 El recurso fue denegado.
14
“Memorándum al presidente del Departamento de Salubridad, Dr. Rafael
-Û>]ÊiviÊìÊi«>ÀÌ>iÌ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓxÊìÊÕÊìÊ£Îä]ÊAHSSA, Salu-
bridad Pública]Ê-iÀÛVÊÕÀ`V]Êi}>Ê£n]ÊiÝ«°Ê£ä°Ê
15
“No fueron amparadas las meseras de los cabarets”, El Nacional, México,
°Ê°]ÊÎÊìÊÕÊìÊ£Î£]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£°Ê ÊÕiâÊVÕ>ÀÌÊìÊVÀVÕÌÊVÃìÀÊ
µÕiÊiÊÀiVÕÀÃÊÃiÊÌiÀ«ÕÃÊìÊ>iÀ>ÊºiÝÌi«À?i>»°Ê>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>ì?Ã]Ê
>À}ÕiÌ>L>ÊµÕiÊÊÌi>Êº«>ÌÀÊ>}ÕÊÊi`Ê«>À>ÊÛÛÀÊVÊÊ
sea el que han adoptado”. Idem.


Êw>iÃÊìÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£Óä]ÊiÊ}ÕÃÌÊ«ÀÊiÊ`>â]ÊiÊÌ>}Ê
o el fox trot rebasó el espacio de las academias, los salones y los
V>L>ÀiÌÃ°Ê}Õ>ÃÊViÀÛiViÀ>ÃÊLÌÕÛiÀÊViV>ÃÊ«>À>ÊÌÀ`ÕVÀÊ
Ãv>ÃÊVÊiÊwÊìÊµÕiÊ>ÊViÌi>Ê«ÕìÀ>ÊL>>À]ÊìÊ`Ê
que se convirtieron prácticamente en cabarets. Los reglamentos
de 1931 pretendieron eliminar este tipo de negocios imponiendo
i>iÌÃÊV>ÀÃÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊÃÊÃiÀÛVÃÊµÕiÊ«`>ÊvÀiViÀÊÞÊ
>Ê>ÃÊÕÌ>ÃÊµÕiÊÃiÊ«`À>Ê>ÊÃÊi}VÃÊvÀ>VÌÀiÃ°Ê Ê
LÃÌ>Ìi]Ê>ÃÊViÀÛiViÀ>ÃV>L>ÀiÌÃ]ÊVV`>ÃÊVÊºÀiV>iÃ»]Ê
siguieron funcionando, por lo que en 1934 las autoridades deci-
dieron reconocer su existencia e integrarlas a la legalidad —aun-
µÕiÊVÊ>}Õ>ÃÊ`wV>ViÃÊiÊÃÕÊL>ÀpÊL>ÊiÊLÀiÊ
de cabarets de segunda. Un acuerdo de 1936 permitió que en ellos
ÌÀ>L>>À>ÊiÃiÀ>Ã]Ê«iÀÊÃÊºiÊiÊÃiÀÛVÊ`ÕÀÊìÊÀiÃÌ>ÕÀ>Ì»°16
Ê«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£ÎäÊ>ÃÊiÃÌ>`ÃÌV>ÃÊÀiyi>ÀÊ
Õ>Ê`ÃÕVÊiÊiÊÖiÀÊìÊiÝ«i`ÃÊìÊLiL`>Ã]ÊìÊV>-
barets y de salones de baile,17Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÊìÊìÊÃÃÌÀÊiÊiÊ
«i}ÀÊµÕiÊjÃÌÃÊVÃÌÌÕ>Ê«>À>Ê>ÊÃVi`>`°Ê/>LjÊÕLÊ
grupos de madres de familia y asociaciones vecinales que solici-
taron a las autoridades el cierre de varios establecimientos por
encontrarse próximos a escuelas o fábricas y, por tanto, incitar
al vicio a menores de edad y obreros.
El gobierno de Lázaro Cárdenas puso en práctica algunas
i``>ÃÊ«>À>ÊÀi}Õ>ÀÊÞÊ`ÃÕÀÊiÊÖiÀÊìÊiÝ«i`ÃÊìÊ
pulque y de bebidas embriagantes, aunque no se hizo énfasis
particular en los cabarets y los salones de baile. Sin embargo, en
16
“Acuerdo que contiene las disposiciones que norman el funcionamiento
de los cabarets de segunda clase”, Gaceta Oficial, 11 de marzo de 1936. Publi-
cado en Codificación de las disposiciones administrativas vigentes cuya aplicación
corresponde al Departamento del Distrito Federal, t. I, México, Departamento del
Distrito Federal, 1943, p. 509-512.
17
Ê>ÃÊiÃÌ>`ÃÌV>ÃÊìLiÊÌ>ÀÃiÊVÊViÀÌ>ÊV>ÕÌi>]ÊÃLÀiÊÌ`ÊiÊiÊV>ÃÊ
de los cabarets, pues no siempre se utilizaron los mismos parámetros para
considerar a ciertos negocios dentro de ese rubro. Además, se desconocen las
vÕiÌiÃÊµÕiÊi«iÊ>ÊÀiVVÊiiÀ>ÊìÊ ÃÌ>`ÃÌV>Ê«>À>ÊÀi>â>ÀÊ>ÊiÃÌ>-
`ÃÌV>°ÊÊÀiÃ«iVÌ]ÊEl Universal iÝ«>ÊiÊ£ÎxÊµÕiÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊiÊÖiÀÊ
ìÊV>L>ÀiÌÃÊ>L>Ê>ÕiÌ>`Ê>ÊÛiÊ>V>]ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝVÊjÃÌiÊ
>L>Ê`ÃÕ`°Ê6j>ÃiÊº>Ê>ÕiÌ>`ÊÃÊV>L>ÀiÌÃ»]ÊEl Universal, México,
D. F., 3 de octubre de 1935, 1a. sección, p. 5.


1937 la Dirección Antialcohólica —dependiente del Departamen-

to de Salubridad— propuso a varios propietarios de cabarets que
«ìÀ>Ê>ÊiÌÀ>`>ÊìÊÕiÀiÃÊÃ>ÃÊ>ÊÃÕÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊ>ÃÊ
VÊ>Ê«À?VÌV>ÊìÊºwVi»ÊpiÊ>ÊµÕiÊ>ÊÕiÀÊ}>>L>ÊÕ>Ê
comisión por cada copa vendida—. La iniciativa no prosperó.18
Ê>Ê`jV>`>ÊÃ}ÕiÌi]ÊiÊ>ÕiÌÊiÊiÊÖiÀÊìÊV>L>ÀiÌÃÊ
>}Õ`âÊ>Ê«ÀiVÕ«>VÊ«ÀÊºiÊVÀiiÌÊìÊÛV»°ÊÊw>iÃÊ
de 1943, el diario Excélsior publicó una serie de notas en las que
ÃiÊìÕV>L>ÊµÕiÊ>ÊVÕ`>`ÊÃiÊ>L>ÊVÛiÀÌ`ÊiÊÕÊº}}>ÌiÃ-
co antro”.19 Diversos funcionarios declararon que se estaban
poniendo en marcha medidas para revertir tal situación. Final-
mente, el presidente Manuel Ávila Camacho convocó a la realiza-
ción de un “Congreso contra el vicio”, organizado por el Departa-
mento del Distrito Federal, para combatir el “desarrollo acelerado
[de] las actividades consagradas a la explotación del vicio”.20
ÊÊ>À}ÊìÊÌÀiÃÊ`>ÃÊìÊ£xÊ>Ê£ÇÊìÊviLÀiÀÊìÊ£{{®]ÊVÀ-
minólogos, médicos, sociedades de padres de familia y otros per-
Ã>iÃÊìL>ÌiÀÊÃLÀiÊÌi>ÃÊÀi>ÌÛÃÊ>Ê>VÃ]Ê>ÃÊÌ-
ÝV>>ÃÊÞÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê Ê>ÃÊVVÕÃiÃÊÃiÊiÝ«ÀiÃ>L>Ê
«À«ÃÌÃÊVÊ>i>ÀÊ>ÊÃÊLÀiÀÃÊìÊÛVÆÊVÃÌÀÕÀÊì«ÀÌ-
ÛÃÆÊÀiÃÌÀ}ÀÊiÊÖiÀÊìÊV>Ì>Ã]Ê«ÕµÕiÀ>ÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃÆÊ-
«i`ÀÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>À>ÊiÊiÃÃÊÕ}>ÀiÃÆÊÞÊì?ÃÊ«À-
ÞiVÌÃÊµÕiÊÃiÊÛi>ÊÀi«Ìi`ÊVÊvÀiVÕiV>ÊìÃìÊ£ÓÊ«iÀÊ
µÕiÊÊÃi«ÀiÊÃiÊiÛ>L>Ê>Ê>Ê«À?VÌV>ÊÊLiÊÃiÊÛi>ÊÀiL>Ã>`ÃÊ
rápidamente. Uno de los resultados inmediatos del congreso fue
la creación de nuevos reglamentos en mayo de 1944. Las inno-
vaciones respecto a los reglamentos anteriores fueron escasas.
Sin embargo, se incluyeron en la “legislación de emergencia”
—cuerpo de leyes emitidas para la defensa nacional tras la
entrada de México en la Segunda Guerra Mundial—, pues era
18
“Notas de salubridad”, El Nacional, México, D. F., 14 de octubre de 1937.
Al respecto, véase Eduardo Delhumeau, Los mil y un pecados, México, Omega,
1939, p. 156-157.
19
“La ciudad de México es un gigantesco antro de vicio”, Excélsior, México,
D. F., 30 de octubre de 1943, 1a. sección, p. 1.
20
Manuel Ávila Camacho, “Convocatoria para el Congreso”, Criminalia.
Revista de Sociología Criminal, Academia Mexicana de Ciencias Penales, México,
v. X, abril de 1944, p. 450.


necesario combatir el vicio “de todas las maneras posibles” para

>Ãi}ÕÀ>ÀÊiÊìÃ>ÀÀÊìÊº«>ÊìÊÌÀ>L>ÊÞÊ«À`ÕVV»ÊÌÀ>â>`Ê
por el gobierno durante el estado de guerra.21
La visión de los especialistas
Desde mediados del siglo XIX, el consumo excesivo de alcohol fue

considerado una enfermedad, a la que se denominó alcoholismo.
Los médicos empezaron a investigar sobre los efectos nocivos del
>VÊiÊiÊÀ}>Ã]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>ÊÛiÊiÌ>°Ê Ê«VÃÊ>ÃÊ
ÃiÊ«ÕÃ]Ê«>ÀÌVÕ>ÀiÌiÊiÊÀ>V>]Ê>ÊÌiÀ>Êºì}iiÀ>V-
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>VVÃÊ«>ìV>ÊÌ`ÊÌ«ÊìÊÌ>À>ÃÊÞÊiviÀi`>ìÃÊpi«i«-
sia, imbecilidad, impotencia, esterilidad— que minaban a las
generaciones sucesivas hasta el punto de la extinción.22 Los pos-
tulados de Morel se popularizaron. Incluso el italiano Cesare
Lombroso adoptó varios de ellos para dar forma a su propuesta
ìÊ>ÌÀ«}>ÊVÀ>°Ê
ÕÀ>ÌiÊiÊ*ÀwÀ>Ì]ÊÃÊj`VÃÊÞÊVÀ}ÃÊiÝV>ÃÊ
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iÊi>Ã]ÊiÃVÀLiÀÊ«ÀvÕÃ>iÌiÊ>ViÀV>ÊìÊÃÊ«iÀÕVÃÊµÕiÊ
causaba el consumo de alcohol, sobre todo el pulque, en las cla-
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ÞÊ>}ÕÃÊj`VÃpÊµÕiÊÃÕÀ}Ê>Êw>iÃÊìÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£ÓäÊ
también abordó el tema del alcoholismo y, aunque no abandonó
completamente el enfoque biologicista, dio cabida a una perspec-
tiva más social. De tal modo, se consideraba que factores como
>Ê«LÀiâ>]ÊiÊiÌÀÊÞÊÃÊ>ÃÊii«ÃÊiÀ>ÊV>ÕÃ>ÌiÃ]ÊiÊ
LÕi>Êi``>]ÊìÊÃÊ?LÌÃÊiÌVÃÊìÊÕ>Ê«>ÀÌiÊVÃìÀ>LiÊ
de la población.
21
Diario Oficial de la Federación]ÊjÝV]ÊÓÈÊìÊÕÊìÊ£{{]Ê£>°ÊÃiVV]Ê
p. 11.
22
Ê,V>À`Ê
>«ÃÊ>À]ÊAlcoholismo, medicina y sociedad en España,
1876-1923, >`À`]Ê
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Asimismo, los criminólogos posrevolucionarios subrayaron

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como en la descendencia de los bebedores consuetudinarios. José
Ángel Ceniceros y Luis Garrido, en un estudio sobre el Tutelar de
iÀiÃ]Ê>wÀ>ÀÊµÕiÊ?ÃÊìÊ>ÊÌ>`ÊìÊÃÊÛiiÃÊvÀ>VÌ-
res que se encontraban internados en esa institución eran heredo-
>VVÃ]ÊiÃÊìVÀ]ÊÃÊìÊ>VVÃ°Ê*ÀÊÃÕÊ«>ÀÌi]ÊÕÃÊ-
jiâÊìÊÃÖ>ÊÞÊvÃÊ+ÕÀâÊ
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>ÃÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊVÃÌÌÕ>ÊÕÊv>VÌÀÊVÀ}iÊìÊ
consideración.23
De acuerdo con investigaciones realizadas por José Gómez
,Li`>]Ê i>ÊÀ}ØiiÃÊÞÊ+ÕÀâÊ
Õ>À]Ê>ÃÊiÃÌ>`ÃÌV>ÃÊ
mostraban que factores como la ingesta de bebidas, la producción
ìÊ«ÕµÕiÊÞÊìÊViÀÛiâ>Ê>ÃÊVÊiÊÖiÀÊìÊV>Ì>ÃÊÞÊ«ÕµÕi-
À>ÃÊÌi>ÊÕ>ÊÀi>VÊ`ÀiVÌ>iÌiÊ«À«ÀV>ÊVÊÃÊìÌÃÊ
de sangre.24 Sin embargo, no se mencionaba nada respecto a otros
establecimientos como cabarets o salones de baile.
Otros autores consideraban que los “centros de vicio” en ge-
iÀ>ÊÀiÃÕÌ>L>Ê«i}ÀÃÃÊ«>À>Ê>ÊÃVi`>`°Ê,>Ê*À`>Ê>wÀÊ
µÕiÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊìÌÃÊÃiÊvÀ>}Õ>L>ÊiÊºÌ>LiÀ>Ã]ÊV>Ì>Ã]Ê
«ÕµÕiÀ>ÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃ»°25 Por su parte, Francisco Valencia Rangel
vÕiÊiv?ÌVÊiÊVÕ>ÌÊ>ÊÃÊ«i}ÀÃÊµÕiÊ>ViV>L>Ê>ÊÃÊÛiiÃÊ
µÕiÊ>ÃÃÌ>Ê>Ê>ÃÊ>V>ì>ÃÊìÊL>i\Êº`Û`ÕÃÊÕÞÊiV>-
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`À}>]Ê>ÊÃÊìÌÃÊÞ]ÊiÊiÊV>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°26
23
Ê6j>ÃiÊÕÃÊjiâÊìÊÃÖ>]ÊºVÃÊÞÊVÀ>`>`»]ÊCriminalia.
>Ê VII]Ê>LÀÊìÊ£{£]Ê«°Ê{Ç£{ÇÆÊÞÊvÃÊ+ÕÀâÊ
Õ>À]ÊºVÃÊÞÊ
delincuencia”, Criminalia. Revista de Sociología Criminal, Academia Mexica-
na de Ciencias Penales, México, >ÊVII, n. 8, octubre de 1941, p. 485.
24
Ê6j>ÃiÊvÃÊ+ÕÀâÊ
Õ>À]ÊÃjÊiâÊ,Li`>ÊÞÊ i>ÊÀ}Øi-
lles Medina, Tendencia y ritmo de la criminalidad en México, D. F., México,
ÃÌÌÕÌÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊ ÃÌ>`ÃÌV>Ã]Ê£Î]Ê«°Ê£Î£°
25
Ramón Prida, La criminalidad en México en los últimos años, México,
Cultura, 1933, p. 720.
26
Francisco Valencia Rangel, El crimen, el hombre y el medio. Principios
de geografía criminal para la República Mexicana, México, Cicerón, 1938, p. 211.


Los criminólogos consideraban que para disminuir, y a la

>À}>ÊiÀÀ>`V>À]ÊiÊ>VÃÊÞÊÃÊÛVÃÊiÀ>ÊiViÃ>ÀÊiÀ>ÀÊ
>ÃÊV`ViÃÊìÊÛ`>ÊìÊ>ÃÊV>ÃiÃÊL>>Ã]Ê«À«ÀV>ÀiÃÊÛ-
viendas dignas y construir bibliotecas, centros de cultura y
deportivos donde pudieran recrearse de manera sana en vez de
VVÕÀÀÀÊ>Ê>ÃÊV>Ì>Ã]Ê«ÕµÕiÀ>ÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃÊµÕiÊ>LÕ`>L>Ê
en los barrios populosos. Ceniceros opinaba incluso que las au-
ÌÀ`>ìÃÊìL>ÊÌ>ÀÊ>Ê>«iÀÌÕÀ>ÊìÊºÌ>LiÀ>Ã»Êp«>À>ÊÃÕÊiÛi-
tual desaparición— y restringir la venta de bebidas embriagantes
sólo a botellas cerradas.27
Ante el aumento de los “centros de vicio” a principios de la
década de 1940, los criminólogos ofrecieron diversas explicacio-
iÃ°Ê
iViÀÃÊVÃìÀ>L>ÊµÕiÊÃiÊìL>Ê>ÊºìÃµÕV>iÌÊìÊ
la vida moderna” y al debilitamiento de los frenos morales, situa-
ción que se observaba no sólo en México sino en todo el mundo
a causa de la guerra.
+ÕÀâÊ
Õ>ÀÊÃÃÌ>ÊiÊµÕiÊ>ÃÊV>ÃiÃÊL>>ÃÊÃiÊÀivÕ}>L>Ê
en las cantinas y los cabarets debido a las condiciones miserables
de su existencia, mientras que Gómez Robleda cuestionaba el
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ÞÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃi«ÀiÊ>L>ÊiÝÃÌ`]Ê>ÕµÕiÊVV`>ÊVÊ
+ÕÀâÊiÊµÕiÊLÕi>Ê«>ÀÌiÊìÊ«ÀLi>ÊÃiÊìL>Ê>Ê>ÊiViÃ`>`Ê
de los obreros de evadir su dura realidad.
Mujeres citadinas, ¿tan cerca del vicio, tan lejos de la virtud?:

la visión de los “profanos”
Un chofer patibulario
Retuerce a una mesera entre los brazos,
Dibujando un danzón
Con cada ritmo subrayado
Por los gritos de un ebrio saxofón.
Luis Octavio Madero, “Cantina” 28
27
José Ángel Ceniceros, El problema social de la insalubridad, México,
Botas, 1935, p. 73.
28
Luis Octavio Madero, “Cantina”, Alerta, México, D. F., >ÊI, n. 2, mayo
ÞÊÕÊìÊ£Îä]Ê«°ÊÓä°Ê


Ê>Ê«>ÀÊìÊ`ÃVÕÀÃÊºiÃ«iV>â>`»ÊµÕiÊ«ÀiÌi`>ÊÌiiÀÊÕÊvÕ-
`>iÌÊViÌwVÊL>Ã>`ÊiÊiÃÌ>`ÃÌV>ÃÊiÊÛiÃÌ}>ViÃÊj-
dicas, otros grupos y actores sociales también expresaron su vi-
ÃÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊVÃÕÊìÊ>V]ÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊÞÊiÊÛVÊ
«ÀÊ`ÛiÀÃ>ÃÊÛ>Ã\Ê«ÕLV>ViÃÊ«V>V>Ã]ÊÀiÛÃÌ>ÃÊìÊÃÌÀiÌ>Ã]Ê
el cine y la literatura, entre otros medios.
>ÃÊ«ÀiÀ>ÃÊÀiÛÃÌ>ÃÊ«V>V>ÃÊÃÕÀ}iÀÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ*Àw-
riato a iniciativa de la propia corporación policial, que buscaba
informar a la sociedad sobre sus actividades y ofrecer a los uni-
vÀ>`ÃÊÌi>ÃÊµÕiÊiÃÊÀiÃÕÌ>À>ÊìÊÕÌ`>`Ê«>À>ÊiÊìÃi«iÊ
de sus labores. Durante la Revolución, estas publicaciones se
extinguieron, y sólo volvieron a publicarse hasta la segunda mitad
de la década de 1920. Sin embargo, no lograron sobrevivir más
>?ÊìÊÃÊ«ÀiÀÃÊìâÊÊ`ViÊÖiÀÃ°Ê
Algunas revistas editadas por particulares en la década de
1930 —Detectives, Magazine de Policía— gozaron de un éxito con-
ÃìÀ>LiÊÞÊ>V>â>ÀÊÌÀ>iÃÊL>ÃÌ>ÌiÊiiÛ>`ÃÊ`ÕÀ>ÌiÊV>ÃÊÌ`>Ê
esa década y la siguiente. Se caracterizaron por publicar imáge-
iÃÊÃ>}ÀiÌ>ÃÊpvÌ}À>v>ÃÊÞÊ}À>L>`Ãp]ÊÌ>ÃÊÃLÀiÊVÀiiÃÊ
ìÊÌ`>ÃÊ>ÃÊj«V>Ã]ÊÀi>ÌÃÊìÌiVÌÛiÃVÃÊÞÊÀi«ÀÌ>iÃÊÃLÀiÊ>ÃÕ-
ÌÃÊìÊ>VÌÕ>`>`°Ê Ê>ÃÊi`ÌÀ>iÃÊÃ>ÊÕÃÌwV>ÀÊÃÕÊiÝÃÌiV>Ê
>viÃÌ>`ÊµÕiÊÃÕÊ«À«ÃÌÊ«ÀV«>ÊiÀ>ÊiÝ«iÀÊ>Ê«ÖLVÊ
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iÃV?`>Ã]ÊVÀiiÃÊìÊÃ>}ÀiÊÞÊVÃÕÊìÊ`À}>ÃÊp>ÊÌ>Ê}À>-
`ÊµÕiÊi}Ê>Ê>wÀ>ÀÃiÊºÊiÝÃÌiÊV>L>ÀiÌÊÃÊ`À}>»p°29 Con
frecuencia, las revistas denunciaban que se permitiera el acceso
>Ê iÀiÃÊ ìÊ i`>`]Ê iÃ«iV>iÌiÊ ÛiVÌ>Ã]Ê «ÕiÃÊ µÕi`>L>Ê
iÝ«ÕiÃÌ>ÃÊ>Ê>ÊÃi`ÕVVÊìÊºÌ>Àâ>iÃ»ÊìÊµÕÌÊ«>ÌÊVÕÞÊÖ-
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`ÃÕ>`>ÃÊµÕiÊÌÀ>ÃÌ>ÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>Ã]ÊVÌ>L>Ê
29
Lord Flop, “No existe cabaret sin droga”, Magazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊV, n. 297, 11 de septiembre de 1944.


>Ê>VÃÊ>ÊÃÊLÀiÃÊÞÊÃiÊiÛV>L>Ê>ÊÃÊÃ>ÃÊ>ÊV>Õ-
Ã>ÊìÊÃÃÌi>ÊìÊºwVi»°30
"ÌÀÊ«iÀÃ>iÊ«ÀiÃiÌiÊiÊiÊV>L>ÀiÌÊÞÊ>ÃV>`Ê>ÊºV-
mercio carnal” era el “cinturita”, conocido también como “tar-
zán”, “apache”, “padrote”, “chulo” o proxeneta. Se le caracte-
Àâ>L>ÊVÊÕÊÃÕiÌÊºiÛ>Ãi>`»]ÊÊiViÃ>À>iÌiÊLiÊ
parecido, pero siempre verboso, vestido con ropa llamativa y, por
Ê}iiÀ>]ÊLÕiÊL>>À°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊÕÊ>ÕÌÀ]Ê>Ê>ÞÀ>Ê
ìÊÃÊºVÕÃ»ÊV>ÀiV>ÊìÊwV]Ê«iÀÊÕVÃÊìÊiÃÊiÀ>ÊpÊ
>L>ÊÃ`pÊVviÀiÃ°31Ê ÊVÕ>µÕiÀÊV>Ã]ÊiÊVÌÕÀÌ>ÊÛÛ>Ê>Ê
VÃÌ>ÊìÊÃÕÊÕiÀÊÞÊÃiÊì`V>L>Ê>Ê>}Õ>ÃÊÌÀ>ÃÊ>VÌÛ`>ìÃÊì-
lictivas: “siempre es timador, fullero y ratero”.32
>ÃÊÀiÛÃÌ>ÃÊ«V>V>ÃÊÀiviÀ>ÊµÕiÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÌ>LjÊiÀ>Ê
frecuentados por gángstersÊÊ>«iÃÊìÊÌ`>ÊV>Ãi°Ê-i>>L>Ê
µÕiÊ`VÃÊÕ}>ÀiÃÊÃiÀÛ>ÊVÊÀivÕ}ÊÞÊViÌÀÊìÊ«iÀ>ViÃÊ
lo mismo para bandas criminales de gran escala que para ladro-
iÃÊìÊ«V>ÊÌ>°ÊVÕÃÊi}Ê>ÊÃi>>ÀÃiÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊi-
«i>`>ÃÊ`jÃÌV>Ã]Ê>LÌÕ>iÃÊ ìÊ ÃÊ Ã>iÃÊ ìÊ L>i]Ê Ã>Ê
ÀiÛi>ÀÊ>ÊÃÕÃÊ«>Ài>Ã]ÊìÊ>iÀ>ÊViÌiÊÊVÊ«i>ÊVÃVi-
V>ÊìÊÃÕÊV«V`>`]ÊvÀ>VÊÖÌÊ«>À>ÊÀL>ÀÊiÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊ
donde laboraban.33
30
Véase Rip-Rip, “El batallón femenino de la muerte”, Detectives. El Mejor
Semanario de México, México, >ÊI, n. 30, 25 de abril de 1932, p. 2.
31
Ê `Õ>À`ÊiÕi>Õ]Êº
Õ>ÀiÌ>ÊViÃÊVÊ>À>Ê>}`>i>»]ÊDetec-
tives. El Mejor Semanario de México, México, >ÊIV, n. 196, 11 de mayo de 1936,
«°ÊÓä°Ê}ÀÊ>ÊÀ>âÊ«ÀÊ>ÊVÕ>ÊiÝÃÌ>Ê«ÀiÕVÃÊ>V>ÊÃÊÃÕiÌÃÊµÕiÊÃiÊ
ìÃi«i>L>ÊVÊVviÀiÃ]Ê>ÊµÕiiÃÊV>ÃÊÃi«ÀiÊÃiÊiV>L>Ê>Ê>L>ÀÊ
ÃLÀiÊ>ÊVVÕÀÀiV>ÊìÊÃÊÃ>iÃÊìÊL>i°Ê1Êii«ÊìÊÌ>iÃÊ«ÀiÕVÃÊ
puede hallarse en el poema citado al principio de este apartado, donde se llama
al chofer “patibulario”.
32
J. F. Gutiérrez, “La carrera del cinturita”, Alerta, México, D. F., n. 528,
12 de octubre de 1942, p. 6, 14. También véase Rhub Zelaz Nog [A. González
Bhur], “Siluetas de Medianoche”, Alerta, México, D. F., Ó>°Êj«V>]Ê>ÊIX, n. 506,
4 de mayo de 1942, p. 6.
33
“Lucha contra el vicio”, Excélsior, México, D. F., 31 de octubre, 1a. sec-
ción, p. 4. Esta editorial lamentaba que cada vez existieran menos “criadas de
«ÀÛV>»ÊµÕiÊÃiÊ>V«>L>Ê>Ê>Êv>>ÊºVÊÕÊiLÀÊ?Ã»]Ê«ÕiÃÊ>L>Ê
Ã`ÊÃÕÃÌÌÕ`>ÃÊ«ÀÊºÃÀÛiÌ>Ã»ÊµÕiÊÃiÊ>VV>>L>ÊÞÊVVÕÀÀ>Ê>ÊÃÊÃ>iÃÊ
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del rendez-vous sea bien distinto, sobre todo en el precio”.


ì?ÃÊìÊ>ÃÊÀiÛÃÌ>ÃÊ«V>V>Ã]ÊiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£{äÊ}â>-
ron de gran popularidad los llamados “pepines” o “revistas de
monitos”, es decir, revistas con historietas tanto cómicas como
dramáticas. En un principio, estas publicaciones estaban dirigi-
`>ÃÊ>ÊÃÊÞÊÛiiÃ]Ê«iÀÊ«VÊ>Ê«VÊÃiÊivV>ÀÊiÊÃÊiVÌ-
res adultos. Varias de las tramas seriadas abordaron el tema de la
muchacha inocente que daba un “mal paso” —por ligereza o inge-
nuidad—, terminaba en las garras de un hombre malvado y se
ÛÛ>ÊV>L>ÀiÌiÀ>°Ê ÊÕ>ÊìÊi>Ã]ÊÌÌÕ>`>ÊDancing, se alertaba a
ÃÊ«>`ÀiÃÊìÊv>>ÊÃLÀiÊÃÊ«i}ÀÃÊµÕiÊ>ViV>L>Ê>ÊÃÕÃÊÃÊ
iÊÃÊÃ>iÃÊìÊL>i]Ê`ìÊº>ÊÕÛiÌÕ`Ê>>VÃi>`>Ê>QV>RÊ
su carrera de crimen y malvivencia”.34 Al igual que en las revistas
«V>V>Ã]ÊiÊÃÊ«i«iÃÊ>ÃÊºÌ>LiÀ>Ã»]Ê>ÃÊViÀÛiViÀ>ÃÊÞÊÃÊL>ÀiÃÊ
ÃiÊÀi«ÀiÃiÌ>ÀÊVÊÕ}>ÀiÃÊ`ìÊÃiÊÀiÕ>ÊÊÃÊÃÊ
gángsters de barrio que la “flor y nata de los vagos y malvivientes”.35
>ÃÊìÃÛiÌÕÀ>ÃÊµÕiÊ«>ìV>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìÊºiÀ>ÃÊ«ÀvÕ-
das” también fueron recurrentes en la literatura. A pesar de que
los cabarets eran sitios de esparcimiento, se les caracterizaba
VÊÕ}>ÀiÃÊÃLÀÃÊº`ìÊÃiÊ`>QL>RÊVÌ>Ê>ÊV>Õ>]Ê>Ê
iÌÀ>]Ê>ÊÌÀ>V]ÊÃiÊ>ÌiÌ>QL>RÊVÌÀ>Ê>ÊÛ`>ÊÕ>>ÊiÊÀ>ÃÊ
ÞÊiÃV?`>ÃÊQÞRÊÃiÊvÀ>}Õ>QL>RÊìÌÃ»]ÊÃi}ÖÊ,}iÊ >ÀÀ}>Ê
Rivas, autor de Río humano.36 iÃVÀ«ViÃÊÃii>ÌiÃÊìÊV>-
baret se encuentran en otras novelas del periodo, como Rosa de
cabaret, donde se le representa como un ámbito de prostitución
pero también como un espacio peligroso: en una mesa están
ÃiÌ>`ÃÊºÌ«>ÃÊìÊ>«iÃ»ÆÊiÊÌÀ>]ÊºÕÊ«Õ>`ÊìÊV>ÀiÊ
de paredón”.37
Ê>ÃÊÌÀ>>ÃÊìÊ>ÊÛi>Ã]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÛiiÃÊ«`>Êº«i-
ligrar” con sólo poner un pie en el cabaret. Ya en 1927, el escritor
>À>ÊâÕi>Ê>`ÛiÀÌ>ÊìÊÃÊ«i}ÀÃÊµÕiÊ>ViV>L>Ê>Ê>ÃÊV-
34
Pepín fue el nombre de la revista de historietas más popular de la épo-
ca, por lo que se adoptó como nombre genérico para ese tipo de publicaciones,
tales como Chamaco, Paquín y Paquito. Pepín, México, n. 4061, 2 de mayo de
1950, p. 3.
35
Pepín, México, n. 2728, 5 de septiembre de 1946, p. 12.
36
Rogelio Barriga Rivas, Río humano, México, Botas, 1949, p. 189.
37
Juan Francisco Vereo Guzmán, Rosa de cabaret, México, Antorcha, [s.
f.], p. 28-29.


V>ÃÊ«ÀÛV>>Ã°Ê
ÀÃÌ>]Ê«iÀÃ>iÊìÊLa luciérnaga, comienza
>ÊÌÀ>L>>ÀÊVÊiV>}À>v>Ê«>À>Ê>ÞÕ`>ÀÊ>ÊÃÕÊv>>°ÊÕi}]Ê
>ÌiÊ>ÊÃÕwViV>ÊìÊÃÕÊÃÕi`]ÊÃiÊì`V>Ê>ÊÀi>â>ÀÊ«iµÕi>ÃÊ
iÃÌ>v>ÃÊiÊÃÕÊwV>. Finalmente, se vuelve asidua de los cabarets,
se prostituye y termina muerta en un “centro de perdición”.38
Rosa de cabaret, de Juan Francisco Vereo Guzmán, es una
novela poco conocida pero interesante, pues en su trama apare-
cen buena parte de los tópicos que posteriormente el melodrama
V>L>ÀiÌÊVi>Ì}À?wVÊiÝ«Ì>À>°Ê ÊÕ>ÃÊ«V>ÃÊi>Ã]ÊiÊ
autor sintetizó el drama de Rosa, la protagonista, que fue el de
ÕVÃÊÌÀÃÊ«iÀÃ>iÃÊìÊViÊÞÊ>ÊÌiÀ>ÌÕÀ>ÊìÊ>ÃÊ`jV>`>ÃÊ
ìÊ£ÎäÊÞÊ£{ä\ÊºÕjÀv>>]Ê>ÀÀ>`>]Ê«LÀi]ÊVÕ>ÀÌÕÊÛiVìÀ]Ê
Ãi`ÕVVÊiÛÌ>Li]ÊÕÊLÀiÊv>Ì>]Ê¼VÕiÃÌ>Ê>L>ÊiÊ>ÊÀ`>`>½Ê
y el cabaret, que es, en cierto modo, la catedral de la prostitución”.39
No obstante su “mala vida”, Rosa preserva el resto de sus
virtudes. En contra de su voluntad, se ve involucrada en el cri-
men, pues “Torruco”, su padrote, además de explotarla, forma
parte de una banda de ladrones. Rosa tiene la posibilidad de
“regenerarse” gracias al amor de un hombre bueno, pero el “ham-
pa” no perdona y Rosa termina asesinada por el temible “Gorra
prieta”, cómplice de su antiguo proxeneta.
En el cine, el género “cabaretil” gozó de gran auge a partir de
la década de 1940. Ya en 1937, la cinta La mancha de sangre pre-
ÃiÌ>L>ÊÕÊÛÛ`ÊÀiÌÀ>ÌÊìÊ>LiÌiÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊìÊL>ÀÀ\Ê
ÕiÀiÃÊwV>`]ÊÀ>ÃÊVÀVÕÃÌ>V>iÃÊìÊiLÀÃÊpÞÊiLÀ>ÃpÊÞÊ
un par de ladrones que planea sus próximos golpes al calor de
las copas. Sin embargo, a diferencia de lo sucedido en muchas
otras cintas, en La mancha de sangre ÊÃiÊ>ViÊiÝ«VÌÃÊÃÊ
ÌÛÃÊµÕiÊÀ>ÀÊ>Ê>Ê«ÀÌ>}ÃÌ>]Ê
>i>]Ê>ÊÌÀ>L>>ÀÊiÊiÊ
V>L>ÀiÌ°Ê ÊVÕ>µÕiÀÊV>Ã]Êi>ÊiÃÊÕ>ÊLÕi>ÊÕiÀÊiÝ«Ì>`>Ê«ÀÊ
el proxeneta Gastón, quien representa el modelo de padrote per-
ÛiÀÃÊµÕiÊÃiÀ?ÊÀiVÕÀÀiÌiÊiÊ«iVÕ>ÃÊ«ÃÌiÀÀiÃÊìÊÃÊVÀ-
te —Ledo, el Tuerto, en Ustedes los ricosÆÊ*>V]ÊiÊSalón MéxicoÆ
38
Mariano Azuela, La luciérnaga, en Obras completas, 3a. reimpr., t. I,
México, Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 645.
39
Juan Francisco Vereo Guzmán, Rosa de cabaret…, p. 64.


y Rodolfo, en Víctimas del pecadop\ÊÛÛ`ÀÊÞÊ>wÃÊÛÕ-

crado en diversos delitos, como compraventa de “chueco” y robos
de alto calibre.
iÊiÃÌiÊ`]ÊÃiÊ>`ÛiÀÌiÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊ
V>L>ÀiÌÃÊiÀ>ÊÛÃÌ>ÃÊVÊºÛVÌ>Ã»°Ê ÊLÃÌ>Ìi]ÊÌ>LjÊiÃÊ
posible advertir que pocas veces se analizaban todas las aristas del
«ÀLi>°Ê->Ê>Õ`ÀÃiÊ>Ê>Ê>À}>VÊÃV>ÊµÕiÊÃÕvÀ>Ê>ÃÊ
ÕiÀiÃÊµÕiÊ«iÀ`>ÊÃÕÊºÀ>»]Ê«iÀÊÊÃiÊ>L>L>ÊìÊ>ÃÊìÃ}Õ>
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ÀiVL>ÊiÃ>ÊV>Ì`>`]41 muchas de ellas siendo el principal —o
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En Salón México £{n®]Ê>Ê«ÀÌ>}ÃÌ>ÊÊÃÊwV>]ÊÃÊµÕiÊ
también roba con tal de pagar los estudios de su hermana en una
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cerÊ£{Î®]Ê`ìÊ>Ê«ÀÌ>}ÃÌ>ÊìLiÊ>ViÀÃiÊV>À}ÊìÊÃÕÊiÃ«-
so enfermo y de su hermano menor de edad. Ella, ante los apremios
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un empleo “decente” y bien remunerado pese a contar con estu-
dios universitarios.
A pesar de la “comprensión” hacia las cabareteras, invaria-
blemente se les asociaba a la prostitución y se criticaba su acción
40
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Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina. Representación, prácticas y
negociación judicial. Distrito Federal (1940-1954), tesis de doctorado en Historia,
México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013, p. 131.
41
Citado en Susie S. Porter, “Espacios burocráticos, normas de femineidad
iÊìÌ`>`ÊìÊ>ÊV>ÃiÊi`>ÊiÊjÝVÊ`ÕÀ>ÌiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£Îä»]ÊiÊ>À>Ê
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Orden social e identidad de género. México, siglos XIX y XX, México, Universidad
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tanto al alcoholismo de los hombres como a la pobreza en los
hogares de éstos y contagiaban enfermedades que luego se trans-
ÌÀ>Ê>ÊÕiÀiÃÊiÃÌ>ÃÊÞÊiÀiÃÊìviÃÃ°Ê ÊV>ÃiÃ]Ê
incluso se les acusó de robar a parroquianos ingenuos, de sedu-
cirlos con atenciones, caricias y bebidas alcohólicas para luego
ìÃ«>ÀÃÊìÊÃÕÃÊ«iÀÌiiV>Ã°42 Los proxenetas, por otro lado,
iÀ>ÊÀi«ÀL>`ÃÊÊÌ>ÌÊ«ÀÊiÊ`>ÊµÕiÊ«`>ÊV>ÕÃ>ÀÊ>Ê>ÃÊ
ÕiÀiÃÊµÕiÊiÝ«Ì>L>]ÊÃÊ«ÀÊÊÃiÀÊiLÀÃÊ«À`ÕVÌÛÃÊ
de la sociedad —en virtud de que se dedicaban a la vagancia o a
la delincuencia.
ÊVÌÀ>ÃÌiÊVÊ>ÃÊÖÌ«iÃÊÀi«ÀiÃiÌ>ViÃÊi}>ÌÛ>ÃÊìÊ
los cabarets de barriada, el cronista de la ciudad Salvador Novo
ofreció una perspectiva menos estigmatizadora. Novo conside-
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`À>ÃÊÌi>ÊìÀiVÊ>ÊLÕÃV>ÀÊiÃ«>ÀViÌÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊL>i°Ê
De acuerdo con él, aunque era cierta la posibilidad de que algu-
ÃÊV>L>ÀiÌÃÊìÊL>ÀÀÊºì}iiÀ>À>ÊiÊ>ÌÀÃ»Ê`ìÊVÕÀÀ>Ê
ºiÝViÃÃÊÞÊVÀiiÃ»]ÊjÃÌÃÊºVÃÌÌÕÀ>Ê>ÊiÝVi«V»°43
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ÕV>À»ÆÊiÊViÊÞÊÃÊ«i«iÃ]ÊiÌÀiÌiiÀp]ÊÃÕÃÊÀi«ÀiÃiÌ>ViÃÊ
42
Si bien las notas sobre este tipo de delitos fueron escasas en la prensa,
en 1940 aparecieron dos con algunos meses de diferencia. En noviembre de
1940, El Nacional dio cuenta del asalto que sufrió un ingeniero, “que pasaba
À>ÃÊìÊiviÀÊÞÊ«i}ÀÃÊ«>ViÀ»]ÊiÊiÊV>L>ÀiÌÊÀÌiÀ>°Ê Ê`V>ÊÌ>ÊÃiÊ
ÀiwÀÊÌ>LjÊµÕiÊ`ÃÊiÃiÀ>ÃÊìÊV>L>ÀiÌÊÌâL>ÊìÃ«>ÀÊìÊ£xääÊ«iÃÃÊ
a un cliente. “Los cabarets de barrio son peligrosos en esta metrópoli”, El Na-
cional, México, D. F., 2 de noviembre de 1940, 2a. sección, p. 1. Ocho meses
antes, El Universal dio a conocer el caso de unos turistas de Querétaro que
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ret para auxiliarlos, pero en vez de eso fueron nuevamente asaltados por otros
LÀiÃ°Ê>iÌi]Ê>Ê«V>Ê«>ÃÊ«ÀÊiÊÃÌÊÞÊ}ÀÊ>«ÀiiìÀÊ>ÊÕÊìÊ
los delincuentes y a la cabaretera. “Parranda que termina en asalto”, El Univer-
sal, México, D. F., 14 de marzo de 1940, 2a. sección, p. 1, 8. Se advierte que los
tres cabarets eran “de barrio”.
43
Salvador Novo, Nueva grandeza mexicana]ÊÓ>°Êi`°]ÊjÝV]Ê
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de la vida nocturna contribuyeron a difundir y generalizar una

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espeta a Yolanda, la prostituta arrepentida de ¿Qué te ha dado
esa mujer?: º >`>ÊLÕiÊì>Ê>ÊÛ`>ÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃ»°44
Unos cuantos “piquetitos”: casos criminales
[…] es posible pensar que si en los cabarets ele-

gantes no se registran crímenes, ni nadie mata a
nadie, sea porque —como ya lo descubrió Wilde
en un doloroso De profundis desde su cárcel
de Reading— “The coward does it with a kiss,
the brave man with a sword”. Y a los de barrio
sólo concurren los valientes.
Salvador Novo, Nueva grandeza mexicana.45
Todas las visiones —especializadas o profanas— coincidieron en

ÛVÕ>ÀÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊVÊiÊVÀiÊÞÊiÊÛV°Ê*ÀÊÌ>ÊÌÛ]Ê
en este apartado se analiza una serie de casos criminales que
VÕÀÀiÀÊiÊV>L>ÀiÌÃ]ÊViÀÛiViÀ>ÃÊÊÃ>iÃÊìÊL>i°ÊiÊiÃÌiÊ
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iÊiÃ]ÊÞ>ÊvÕiÀ>ÊVÊÛVÌ>ÃÊÊVÊÛVÌ>ÀÃ°Ê
De manera constante, la prensa destacó los “males” que con-
llevaba la existencia de “centros de vicio”. En 1929, El Gráfico y
44
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intenta convencer a Pedro, su amigo, de que la olvide, porque el pasado y sus
ÖÌ«iÃÊºVV`Ã»ÊÊiÃÊ«iÀÌÀ>ÊÃiÀÊviViÃ°Ê*i`À]ÊÀiÃ}>`]ÊiÊV-
cede la razón: “El pasado, mal que bien, se olvida, pero los conocidos, pues
·VÕ?`¶»°
45
Salvador Novo, Nueva grandeza mexicana…, p. 48. La cita proviene de
“La balada de la cárcel de Reading”, de Oscar Wilde.


El NacionalÊÀi>â>ÀÊÕ>ÊºV>«>>»ÊVÌÀ>ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÞÊ>ÃÊ
>V>ì>ÃÊìÊL>i]ÊiÃ>ÊºiâV>ÊìÊÌ>LiÀ>ÃÊÞÊ«ÀÃÌLÕÃ»°46 En
1940, Excélsior >wÀÊiÊÕ>Êi`ÌÀ>ÊµÕiÊºiÊiÃÌÃÊV>L>Ài-
tuchos se alberga[ba] la hez de nuestro pueblo”,47 y a partir de
octubre de 1943 «ÕLVÊ«À?VÌV>iÌiÊÌ`ÃÊÃÊ`>ÃÊ>}Õ>ÊÌ>Ê
relacionada con el “aumento del vicio” en la capital. Este perió-
dico, de tendencia conservadora, se autoproclamó “portavoz del
«ÖLV»Ê«>À>ÊiÝ}ÀÊ>Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊµÕiÊÌ>À>Êi``>ÃÊ«>À>Ê
refrenar tal situación.48
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«iÀ`VÃÊvÀiV>ÊÌV>ÃÊµÕiÊ>>À>Ê>Ê>ÌiVÊìÊÃÕÃÊiV-
tores. Si bien las columnas principales se reservaban para los
grandes temas del momento, las notas sobre personas alcoholi-
â>`>ÃÊµÕiÊViÌ>ÊÕÊìÌÊpÕV>ÃÊÛiViÃÊiÊV>Ì>Ã]Ê«Õ-
µÕiÀ>ÃÊÊV>L>ÀiÌÃpÊiÀ>ÊL>ÃÌ>ÌiÊvÀiVÕiÌiÃ°ÊExcélsior llegó a
asegurar respecto a los cabarets de barrio que “no pasa[ba] una
semana, dentro de un cálculo conservador de probabilidades, sin
que [hubiera] un hecho de sangre en estos prostíbulos”.49 En oca-
ÃiÃ]ÊÃÊìÌÃÊ«`>ÊÌiiÀÊÌÛÃÊÃ«iÃ]Ê>ÊiÃÊiÊ
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ÃÕiÊ*>ÌÊLiL>ÊiÊÕÊiÝ«i`ÊìÊViÀÛiâ>Ê
cuando su amasio intentó llevársela, a lo que ella respondió con
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ìÊ>iÀ>ÊÃii>ÌiÊVÕ>`ÊiÊ`ÕiÊiÊ«`ÊL>>À°51 No
obstante, las notas de Excélsior sólo reproducen la versión de los
46
“Se combatirá el vicio en los cabarets”, El Universal Gráfico, México, D. F.,
47
“Dos pesas y dos medidas”, Excélsior, México, D. F., 16 de agosto de 1940,
1a. sección, p. 5.
48
Êº>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊ>ÊVÀ`>`ÊÃÕÊV>«>>ÊVÌÀ>Ê>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ
vicio en México”, Excélsior, México, D. F., 30 de noviembre de 1943, 1a. sección,
p. 1.
49
Ê>ÃÊVÕÀÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°ÊºÃÊ«iÃ>ÃÊÞÊ`ÃÊi``>Ã»]ÊExcélsior, México, D. F.,
16 de agosto de 1940, 1a. sección, p. 5.
50
“Quiso sacarla de la taberna y fue herido”, Excélsior, México, D. F., 9 de
noviembre de 1943, 2a. sección, p. 12.
51
ÊºÊÀÊ«ÀµÕiÊÊ>ÊìÊµÕiÊL>>À>»]ÊExcélsior, México, D. F., 8 de
noviembre de 1943, 2a. sección, p. 1.


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reyertas” entre ebrios. En noviembre de 1943, El Nacional reportó
un homicidio ocurrido al interior de una “taberna”. De acuerdo
con la declaración del acusado, Antonio Carrillo, en el lugar surgió
Õ>ÊÀ>ÊiÊ>ÊµÕiÊ«>ÀÌV«>ÀÊÛ>ÀÃÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃ°ÊÊÃ>ÀÊ
del establecimiento para continuar peleando —costumbre bastan-
ÌiÊ}iiÀ>â>`>p]ÊjÊÌiÀV>LÊºLviÌiÃ»ÊVÊÕÊÃÕiÌÊìÊ
LÀiÊ ÃÌ>Ã>Ê>>À`Ê>ÃÌ>ÊµÕiÊw>iÌiÊÃ>VÊÕÊ«Õ>Ê
e hirió en el pecho a su contrincante, causándole la muerte.52
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µÕiÊ ÌiÀÊ iÊ >ÃiÃ>Ì°Ê ÕiÀÃÃÊ iÝ«iìÌiÃÊ Õ`V>iÃÊ
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ro de lesionados.
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intentaba pasar un rato de esparcimiento y terminó con un golpe
en la cabeza. Comerciante originario de Monterrey, decidió beber
Õ>ÃÊV«>ÃÊ>V«>>`ÊìÊÕ>ÊiÃiÀ>ÊiÊiÊV>L>ÀiÌÊ
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ÌiÃÊìÊ,`À}ÕiâÊ>À>ÀÊLÕ>]Ê«ÀÊÊµÕiÊÕÊiÃiÀÊÌiÀÛÊ
para calmar los ánimos, pero en la confusión recibió un golpe en
la cara. El caso no pasó a mayores, pues el mesero quedó libre
«ÀÊv>Ì>ÊìÊjÀÌÃ]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ,`À}ÕiâÊ->`>ÊÀi}ÀiÃÊ>Ê-
ÌiÀÀiÞÊÞÊÃiÊÃÕÃÌÀ>ÊìÊ>Ê>VVÊìÊ>ÊÕÃÌV>°53
52
Êº >Ê>ÊÃ>VÊìÊÃÊV`}Ã°Ê1ÊÕiÀÌÊvÕiÊiÊÀiÃÕÌ>`ÊìÊÕ>ÊÀ>»]Ê
El Nacional, México, D. F., 10 de noviembre de 1943, 2a. sección, p. 4.
53
AGN, Fondo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal]ÊV>>ÊÓÈ£Ç]Ê
f. 544053. En Hasta no verte, Jesús mío, la protagonista, Jesusa Palancares,


En este caso, el honor de dos hombres se vio ofendido. Faus-

ÌÊ ,`À}ÕiâÊ >ÃÕ>Ê µÕiÊ iÊ iVÊ ìÊ V«À>ÀiÊ V«>ÃÊ >Ê >Ê
iÃiÀ>ÊÞÊLiLiÀ>ÃÊVÊi>ÊiÊ`>L>ÊìÀiVÊ>ÊVÌÀ>À>]ÊìÊ>Ê
que considerara que no estaba en obligación de pagar su consu-
ÊVÕ>`Ê>ÊÕiÀÊvÀ}Ê>Ê`?V>Ê>LÌÕ>Ê>ÊL>>ÀÊVÊ
ÌÀ°Ê ÊLÀiÊ>ÊµÕiÊ,`À}ÕiâÊ>Êº«>`ÀÌi»ÊÊÀ`Êì-
claración, por lo que se ignora su versión de los hechos, pero
ÀiÃÕÌ>Ê`Õ`>LiÊµÕiÊiÊ>ìÌÛÊiÊ«>ÀiVÊÕÀÃ]Ê>ÃÊVÊ
la actitud de quien le llamó de tal forma.
ÊiÀ>ÊiÝÌÀ>ÊµÕiÊ`ÃÊViÌiÃÊÃiÊ`Ã«ÕÌ>À>Ê>Ê}«iÃÊiÊ>ÀÊ
o las atenciones de una “cabaretera”. Sin embargo, los “hechos
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ÃÃ»Ê ìÊ >ÃÊ iÃiÀ>Ã]Ê iÊ ÕÊ >ÀÀ>µÕiÊ ìÊ ViÃ]Ê >}Ài`>Ê >Ê ÃÊ
hombres que bailaban con ellas, incluso sin mediar palabra de
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>ÊViÀV>>ÊvÃV>]ÊÊµÕiÊìLÊìÃ«iÀÌ>ÀÊÃÊViÃÊìÊÃÊ>}ÀiÃ-
res a pesar de que las meseras de los cabarets de segunda cate-
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entre sus ropas y lo amenazó, aunque el pleito no tuvo consecuencias gracias
>Ê >Ê ÌiÀÛiVÊ ìÊ iÃÕÃ>°Ê i>Ê *>ÌÜÃ>]ÊHasta no verte, Jesús mío,
México, Era, 2013, p. 190.
54
“Nadie sabe cómo fue herido de muerte un muchacho”, Excélsior, México,
D. F., 3 de marzo de 1944, 2a. sección, p. 1.


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volver al cabaret, salieron dos personas. Una de ellas era Manuel

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tales. Cuando Enrique Juárez vio a su amante, Agustina Corona,
bebiendo copas con varios clientes, comenzó a discutir con uno
ìÊiÃ]Êi}Ê>Ê>ÃÊ>ÃÊVÊjÊÞÊw>iÌiÊÃ>VÊÃÕÊ>Û>>°Ê

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nota resaltó que no fue por accidente, sino de manera “intencio-
nal” por defender al cliente.56 En el caso de Consuelo Torres, la
violencia era un elemento habitual de la relación con su amante,
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µÕiÊiÃ«iÀ>À>ÊÕÊ«VÊ?ÃÊìÊÌi«Ê>VÃÌÕLÀ>`pÆÊ>Ê`Ã-
cusión terminó sólo hasta que él le disparó con su pistola.57
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ÌÕ>ÀÊºL>ÊiÊ«iÀÊìÊÃÊViÃ»°ÊÃiw>Ê
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una invitación para tomar cerveza, sin imaginar que por ello
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Erazo, encontró a un amigo que la convidó a entrar al Salón
Sandino. Ambos pidieron un vaso de cerveza, pero la mesera
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µÕiÊºi>ÊÊ«iÀÌ>ÊµÕiÊÃiÊLÕÀ>À>ÊÞÊiÊµÕÌ>À>Ê>ÊÃÕÃÊ>>ÌiÃ»°Ê
55
AGN, Fondo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal]ÊV>>ÊÓnÎä]Ê
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presentara lesiones.
56
“Cabaretera herida y muerta por su hombre”, Excélsior, México, D. F.,
£ÊìÊÕÊìÊ£Îx]Ê£>°ÊÃiVV]Ê«°Ê°
57
“Otra tragedia por celos”, Excélsior, México, D. F., 18 de mayo de 1940,
2a. sección, p. 1.


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provocación y como un agravio a su dignidad.58
En una época en que las “matadoras” ocupaban las primeras
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El acta consignó que “era un simple piquetito […] pero le penetró
>ÃÌ>Ê >ÃÊ ÛÃViÀ>Ã»°Ê *>iµÕiÊ >V>âÊ >Ê ìÕV>À>Ê VÊ ÕÊ
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quiero con toda mi alma”.59 La nota no abunda más en cuanto
a las razones concretas que propiciaron la agresión o el motivo
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>ÊVÛÛiV>ÊVÌ`>>ÊµÕiÊÃiÊVÀi>L>ÊiÌÀiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>Ê
ÌiÀÀÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÌ>LjÊ«`>Ê«ÀÛV>ÀÊvÀVViÃ°Ê
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cepción Valdés y Rosa Hernández, meseras del cabaret Agua Azul,
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quien luego declaró a las autoridades “la Negra [Valdés] me
pegó”. Excélsior V>wV>L>Ê>Ê>Ê«ÀiÃÕÌ>ÊVÕ«>LiÊVÊºÕiÀÊ
de pelo en pecho”.60 Con frecuencia, la prensa utilizaba este
>ìÌÛÊ«>À>ÊìÃ}>ÀÊ>ÊÕiÀiÃÊµÕiÊÊÃiÊV«ÀÌ>L>ÊVvÀ-
me a los parámetros de lo femenino que predominaban en la
j«V>]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>Ê>ÃÊµÕiÊÃiÊÛi>ÊÛÕVÀ>`>ÃÊiÊÀ>ÃÊÕÊÌÀÃÊ
delitos, lo que subrayaba la “virilidad” de la acción.61
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58
Êº1>Ê`>ÊÕV>V>ÊÛVÌ>ÊìÊ>Ê>ÛiÌÕÀ>ÊµÕiÊvÕiÊÌÀ?}V>»]ÊEl Nacio-
nal, México, D. F., 20 de abril de 1931, 2a. sección, p. 1.
59
“Doloroso descenso. De dama a mesera”, El Universal, México, D. F., 19
de enero de 1930, 2a. sección, p. 1.
60
“Tiros entre cabareteras”, Excélsior, México, D. F., 6 de marzo de 1936,
2a. sección, p. 5.
61
Al respecto, véase Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina...,
p. 78.


Õ>ÊÀ>`>ÊÃÌÊÊ>}ÖÊViÌ>ÀÊ?Ã«iÀ°62 Concepción Ávi-

la y Cristina Barrera, ambas meseras del cabaret Clave Azul, se
acusaron mutuamente de haberse herido durante una pelea. Cada
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«ÀÊ¼iÌ>ÀÃiÊ>Ê>`Ài½Ê»63 y comenzaron los golpes. Otras mu-
iÀiÃÊÃiÊÕiÀÊ>Ê>ÊÌÀvÕV>]Ê«ÀL>LiiÌiÊ«>À>Ê>«Þ>ÀÊ>Ê
-
cepción. Los meseros del lugar las separaron y la calma regresó,
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Julia salieron Cristina las esperaba para volver a pelear. En medio
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llevaba, aunque ella no quedó indemne, pues resultó con varias
VÌÕÃiÃÊÞÊÕ>ÊÀì`ÕÀ>ÊiÊiÊì`Ê`Vi°Ê
Cristina Barrera ofreció una versión de los hechos bastante
Ã>ÀÆÊÃÊiL>À}]Ê>i}ÊµÕiÊ>Ê«ÀÛV>`À>Ê>L>ÊÃ`Ê
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cepción, quien, al verla departir con un “cliente o amante suyo”,
iÊ}ÀÌÊµÕiÊºiÀ>ÊÕ>Ê¼>}>V>½ÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊVÊÃÕÊµÕiÀ`»°64
L>ÃÊiÃÌ>L>ÊÌiÀiÃ>`>ÃÊiÊìÃÌÀ>ÀÊµÕiÊÊ>L>ÊÃ`Ê>ÃÊ
V>ÕÃ>ÌiÃÊìÊ>ÊÀ>]Ê«ÕiÃÊiÊ«ÀÛV>`ÀÉ>}ÀiÃÀÊÀiVL>ÊÕ>ÊÃ>-
ción mayor que el provocado/agredido.65 Se ignora qué ocurrió
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debido a la escasa gravedad de las lesiones.66
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iÃiÀ>ÊìÊV>L>ÀiÌÊ}Õ>ÊâÕ]Ê`ÕÀÊÛ>ÀÃÊ>ÃÊiÊVÕÃÊi}Ê>Ê
62
Ê Ê>Ê«iVÕ>ÊLa mancha de sangre, una cabaretera cuenta que sólo es-
«iÀ>L>Ê>ÊV>ÃÊ«À«V>Ê«>À>Ê«ii>ÀÊ>Ê}«iÃÊVÊÌÀ>ÊÕiÀ°Ê«i>ÃÊÕÊ«>ÀÊ
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desde tiempo atrás.
63
AGN, Fondo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal]ÊV>>ÊÎn£]Ê
f. 672915, f. 1.
64
Ibidem, f. 2.
65
Ê6j>ÃiÊiÊLÀÊ]ÊÌÌÕÊ88]ÊV>«ÌÕÊ]Ê>ÀÌVÕÊÓÇÊìÊ
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£Î£]ÊiÊVÕ>ÊiÃÌ>LiViÊµÕiÊºÃÊ>ÃÊiÃiÃÊvÕiÀ>ÊviÀ`>ÃÊiÊÀ>ÊÊiÊ`Õi]ÊÃiÊ
impondrá al responsable hasta la mitad o hasta cinco sextos de las sanciones
Ãi>>`>ÃÊiÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊµÕiÊ>ÌiViì]ÊÃi}ÖÊÃi>ÊiÊ«ÀÛV>`ÊÊiÊ«ÀÛV>`À»°
66
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ÛÕVÀ>`ÃÊÃiÊÌÕÀ>L>Ê>ÊÕâ}>`ÊìÊ«>â]ÊìÊ`ÊµÕiÊ>ÊÃiÌiV>ÊiÀ>ÊiÛi°Ê


la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Hernández fue acusa-

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ÀÃÌÀ°Ê Õ>>Ê`ÃVÕÌ>ÊVÊ>ÀÌ>ÊiÀ?ìâÊ«ÀÊºÕÊ`Ã}ÕÃÌÊÃÊ
«ÀÌ>V>»ÊiÊiÊÌiÀÀÊìÊV>L>ÀiÌÊ>ÃÌ>ÊµÕiÊiÊ`ÕiÊ>ÃÊÃ>VÊ
a la calle. La discusión siguió sin que éstas llegaran a las manos.
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«ÕiÃÊÌÀÃÊÌiÃÌ}ÃÊÊ«ÕìÀÊ>wÀ>ÀÊVÊÌÌ>ÊViÀÌiâ>ÊµÕiÊi>Ê
hubiera sido la responsable debido a la gran cantidad de personas
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Õi}ÊìÊÃiÀÊÃiÌiV>`>Ê>Ê`ÃÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÊp«ÀµÕiÊ>Ê
cicatriz de Eulalia era “perpetuamente notable”, circunstancia
µÕiÊ>ÕiÌ>L>Ê>Ê«i>`>`p]ÊiÊìviÃÀÊìÊ>À>ÊìÊ
>ÀiÊ
ÃVÌÊ>ÊÀiÛV>VÊìÊ>ÊÃiÌiV>]ÊÞ>ÊµÕiÊiÊ«>ÀiV>ÊÃÕw-
cientes las pruebas para declararla responsable del delito, o en
su defecto concederle el carácter de condicional a la sanción y
reducir la multa de 100 pesos. En adición, presentó dos testimo-
ÃÊìÊÃÕÊLÕi>ÊV`ÕVÌ>]Ê«ÕiÃÊiÊÕiâÊ«`>Ê}À>`Õ>ÀÊ>Ê«i>Ê
de acuerdo con las circunstancias personales del acusado —ins-
trucción, buena conducta, situación económica—.67Ê ÊÕiâÊ«-
iÌiÊìÊ>Ê>«i>VÊ>À}ÕiÌÊµÕiÊÃÊÌiÃÌ}ÃÊ«ÀiÃÕ>ÊµÕiÊ
>ÊVÕ«>LiÊ«`>ÊÃiÀÊ>À>ÊìÊ
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provenir de su amante.
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Ì>ÊiÊiviVÌÊ«`>ÊViÀÌwV>À>ÊiÊiÊÌi«Ê>ÌiÀÀÊ>ÊìÌ]Ê
pero no en cuanto al “modo honesto de vivir” de la acusada, pues
jÃÌ>ÊÌÀ>L>>L>ÊVÊºiÃiÀ>ÊìÊV>L>ÀiÌ»°ÊÊ«À«ÃÌÊìÊiÃÌiÊ
«ÕÌ]ÊiÊÕiâÊvÀÕÊÕ>Ê`ÃiÀÌ>VÊ>ViÀV>ÊìÊ>Ê`viÀiV>Ê
iÌÀiÊÊºi}>»ÊÞÊÊºiÃÌ»°ÊÃÊ«ÕiÃ]Ê>ÊiÞÊ«`>Ê«iÀÌÀÊiÊ
VÕÃÊÀi}>iÌ>ÀÊiÊÌÀ>L>ÊìÊiÃiÀ>ÊìÊV>L>ÀiÌ]Ê«iÀÊ>Ê-
iÃÌ`>`ÊÊÃiÊÛ>À>L>ÊÃi}ÖÊ>ÃÊÀ>ÃÊÕÀ`V>Ã]ÊÃÊºiÊÀi-
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67
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«ÕiÃÊiÊÕiâÊ«iÌiÊµÕi]ÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊº>ÃÊVÃÌÕLÀiÃÊiÝ-
V>>Ã»]Ê>ÊÕiÀÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊÕÊV>L>ÀiÌÊiÀ>ÊºìÃiÃÌ>»°Ê
De tal modo, ante un concepto —el “modo honesto de vivir”—
VÕÞ>ÊìwVÊiÀ>ÊÕÊÌ>ÌÊ`vÕÃ>]ÊiÊÕiâÊ«iÌiÊiVÊ>Ê
de las “costumbres mexicanas” para imponer su criterio, conside-
rando que la “mesera de cabaret” realizaba actividades “desho-
iÃÌ>Ã»Êp>ÃÊVÕ>iÃ]Ê>LÀ?ÊviÀ`ÊiÊÕiâ]ÊL>Ê?ÃÊ>?ÊìÊÃiÀÛÀÊ
copas—. Los otros dos miembros de la sala votaron de manera
Õ?iÊÞÊ>ÊÃiÌiV>ÊÀ}>ÊÃiÊÀ>ÌwVÊÃÊ«ÃL`>`ÊìÊV-
dena condicional.
ÊLÃÌ>Ìi]Ê>À>ÊìÊ
>ÀiÊÊÃiÊ`Ê«ÀÊÛiV`>°ÊiV`Ê
solicitar un amparo ante la Suprema Corte de Justicia de la Na-
VÊiÊiÊµÕiÊiÝ«>ÊiÊ>}À>ÛÊµÕiÊÃiÊiÊ>V>Ê«ÀÊÊVVi-
ìÀiÊ>ÊVì>ÊV`V>°Ê Ý«VÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊVÊVÃ-
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Ì>LjÊìvi`Ê>ÊÀ>`>`ÊìÊi«iÊµÕiÊìÃi«i>L>ÊiÊ
el cabaret, primero, por vivir “en una sociedad sin clases” y, se-
}Õ`]Ê«ÀµÕiÊÃÊ«>ÀÀµÕ>ÃÊÊ>ÃÃÌ>ÊÃÊºVÊw>`>ìÃÊ
de obtener una hembra, sino para un momento de esparcimien-
to, tomar unas cervezas, bailar y deleitarse”.68 Es probable que
ÃÕÊ>L}>`ÊìviÃÀÊ>Ê>VÃi>À>ÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊÃÊ>À}ÕiÌÃÊ
µÕiÊìL>ÊiÃ}ÀÀ°Ê>iÌi]ÊLÌÕÛÊÕÊÕiÛÊÀiÛjÃÊVÕ>`Ê
la Primera Sala de la Corte aprobó la actuación del Tribunal
Superior de Justicia del Distrito Federal y reiteró que “la hones-
tidad es un sentimiento vinculado y dependiente de la moral”,
además de que los ámbitos que abarcan la ley y la moralidad no
necesariamente se superponen.69
Un amparo de 1943 suscribió una postura diferente, pues los
ÕiViÃÊìÌiÀ>ÀÊµÕiÊºiÊÃ«iÊiV»ÊìÊµÕiÊÕ>ÊÕiÀÊ
68
AGN, Fondo Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal]ÊV>>ÊÎ£xn]Ê
f. 586754, f. 16r-16v. Véase también “Resolución de la corte”, El Universal,
México, D. F., 12 de marzo de 1940, 2a. sección, p. 1.
69
Semanario Judicial de la Federación, 5a. época, t. LXIII, p. 3006. Amparo
«i>Ê`ÀiVÌÊnä£ÎÉÎ°ÊiÀ?ìâÊ
ÀÕâÊ>À>ÊìÊ
>Ài°ÊÊìÊ>ÀâÊìÊ£{ä°Ê
Unanimidad de cuatro votos. Ausente: Alonso Aznar Mendoza. La publicación
ÊiV>ÊiÊLÀiÊìÊ«iÌi°ÊÊ>ÊÃ}ÕiÌi]ÊÌÀ>ÊÕiÀÊµÕiÊÃiÊìÃ-
i«i>L>ÊVÊiÃiÀ>ÊìÊV>L>ÀiÌÊÃVÌÊÕÊ>«>À]Ê«iÀÊÀiVLÊ>ÊÃ>Ê
respuesta de parte de la Suprema Corte.


prestara sus servicios en un cabaret no implicaba por fuerza que

ÌÕÛiÀ>Êº>>ÊV`ÕVÌ>»]Ê?ÃÊ>ÖÊÃÊÃiÊÌ>L>ÊiÊVÕiÌ>ÊµÕiÊº>Ê
ÕiÀÊÌiiÊiÊ>}Õ>ÃÊV>ÃiÃÊiViÃ`>`ÊìÊÕV>ÀÊ«>À>ÊÃÕL-
sistir”. Esto era válido siempre y cuando no se demostrara que
iÊiÊV>L>ÀiÌÊÃiÊiiÀV>ÊºÛi>`>iÌi»Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÊµÕiÊ>Ê
acusada realizaba actividades sexuales como parte de su labor
de mesera.70
Desde la década anterior, en la prensa se enfatizó el aspecto
ºÀ>»ÊìÊÌÀ>L>ÊviiÊiÊÃÊV>L>ÀiÌÃ°ÊEl UniversalÊÀiw-
ÀÊµÕiÊ ÃÌi>Ê6?âµÕiâ]Ê>ÊÕiÀÊµÕiÊÀÊ>Ê«V>Ê*>iµÕi]Ê
>L>ÊÃ`ÊÕ>ÊºÕV>V>ÊìÊLÕi>Êv>>»ÊµÕiÊº>V>LÊiÊiÃi-
ra”. De acuerdo con Estela, su nombre real era Librada Pacheco
—pariente del general Carlos Pacheco, importante funcionario
ìÊ}>LiÌiÊìÊ*ÀwÀÊ>âp]Ê«iÀÊ>L>ÊìV``ÊÕÃ>ÀÊÌÀÊ
nombre para “dedicarse a la mala vida»°ÊVÕÃÊiÊÌÌÕÊìÊ>ÊÌ>Ê
ÃÌÀ>L>Ê>Ê«iÀVi«VÊi}>ÌÛ>ÊµÕiÊÃiÊÌi>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ
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-ÊiL>À}]ÊVÊÃiÊÛiÊiÊiÊV>ÃÊìÊ>À>ÊìÊ
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ÃìÀ>L>ÊµÕiÊÃÕÊwVÊvÕiÀ>ÊÀ>]Ê«ÀÊÊµÕiÊÃiÊÀiÃÃÌiÀÊ>Ê
ser tomadas a priori como prostitutas. En septiembre de 1935,
se llevó a cabo una redada contra las “cantoneras […] que hacen
del amor una explotación”. Por tal motivo, los agentes de la po-
V>ÊÃ>Ì>À>ÊÃ«iVV>ÀÊºV>iÃÊìÊ>>Êv>>ÊÞÊViÌÀÃÊìÊ
vicio”. Cuando el agente Enrique Armenta ingresó a la cervece-
À>Ê >Û>À>]Ê>ÃÊiÃiÀ>ÃÊÃiÊÀiÃÃÌiÀÊ>ÊÃiÀÊiÛ>`>Ã]ÊÊµÕiÊV>-
ÃÊµÕiÊViâ>À>ÊÃÊvÀViiÃÊÞÊÃÊ}«iÃ°Ê1>ÊìÊi>Ã]Ê
ìÊLÀiÊ-v>Ê>ÀV>]ÊÃ>VÊìÊiÌÀiÊÃÕÃÊi`>ÃÊÕ>Ê>Û>>ÊiÊ
hirió al agente.72 La nota de Excélsior no indica si fue aprehen-
70
Semanario Judicial de la Federación, t. LXXVII, p. 3935. Amparo penal
`ÀiVÌÊÓ£ÓäÉÓÎ°Ê,`À}ÕiâÊiÀ?ìâÊ}i>°Ê£ÓÊìÊ>}ÃÌÊìÊ£{Î°Ê1>-
dad de cuatro votos. Ausente: José Rebolledo. La publicación no menciona el
nombre del ponente.
71
“Doloroso descenso. De dama a mesera”, El Universal, México, D. F., 19
de enero de 1930, 2a. sección, p. 1.
72
Êº}iÌiÊìÊ>Ê«V>ÊÃ>Ì>À>ÊiÃ>`ÊVÊÕÊ«Õ>ÊìÌÀÊìÊÕ>Ê
ViÀÛiViÀ>ÊìÊ>ÊiÀVi`»]ÊExcélsior, México, D. F., 5 de septiembre de 1935, 2a.
sección, p. 1, 6.


dida —ahora no sólo por ser considerada prostituta, sino por ser
la presunta agresora de una autoridad— o si consiguió escapar
ÞÊÛÛiÀÊ>ÊìÃi«i>ÀÊÃÕÊÌÀ>L>ÊiÊ>ÊViÀÛiViÀ>°Ê
Consideraciones finales
Durante la década de 1920, comenzaron a popularizarse estable-

ViÌÃÊ`ìÊÃÊVVÕÀÀiÌiÃÊ«`>ÊL>>ÀÊÞÊLiLiÀ\ÊÃÊV>-
L>ÀiÌÃÊÞÊÃÊÃ>iÃÊìÊL>i°ÊÕiÊÌ>LjÊiÊiÃÃÊ>ÃÊVÕ>`Ê
las autoridades emprendieron la lucha antialcohólica como parte
ìÊì>ÀÊìÊÕÃÌV>ÊÃV>ÊÀiÛÕV>À>]ÊÃÌÕ>VÊµÕiÊ«>À>Ê£ÓÊ
ìÀÛ>À>ÊiÊÕ>ÊvÕiÀÌiÊV>«>>ÊìÊ«À«>}>`>ÊVÌÀ>ÊiÊVÃÕ-
mo de bebidas embriagantes.
A través de conferencias, folletos y programas radiales, el
ÃÌ>`ÊiÝV>Êiv>ÌâÊÃÊ>iÃÊµÕiÊÃÕvÀ>ÊÃÊ>VVÃÊ
y su descendencia. De manera especial, se subrayó el “estrecho”
ÛVÕÊiÌÀiÊiÊVÃÕÊìÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃÊÞÊiÊVÀi°Ê
*ÀÊVÃ}ÕiÌi]ÊiÊiÊ`ÃVÕÀÃÊwV>Ê>ÃÊV>Ì>Ã]Ê>ÃÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊ
y los cabarets eran la contraparte de las escuelas, las bibliotecas y
los deportivos.

ÊiÊwÊìÊÀi`ÕVÀÊiÊÖiÀÊìÊiÃÌ>LiViÌÃÊì`V>`ÃÊ
a la venta de alcohol y de regular de manera estricta su funcio-
namiento, los gobiernos locales y el federal aplicaron diversas
medidas: nuevos impuestos a las bebidas, creación de nuevos
reglamentos, endurecimiento de las normativas e incremento a
las multas por infracciones. Probablemente esto contribuyó a que
iÊÖiÀÊìÊiÃÌ>LiViÌÃÊÃiÊ>ÌÕÛiÀ>Ê>Ê>ÊL>>Ê`ÕÀ>ÌiÊ
>Ê`jV>`>ÊìÊ£Îä°Ê-Ê>ÃÌ>Ê£{{ÊiÊÖiÀÊÌÌ>ÊìÊiÃÌÃÊi-
}VÃÊ>V>âÊiÊÛiÊµÕiÊ>L>ÊÌi`ÊiÊ£ÓnÊp>ÕµÕiÊ>Ê
población de la ciudad era considerablemente mayor a mediados
de la década de 1940.
iÊÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊ`ìÊÃiÊÛi`>ÊLiL`>ÃÊ>VV>Ã]Ê
los cabarets y los salones de baile fueron los que enfrentaron
>ÞÀiÃÊVÀÌV>ÃÊÞÊÃi>>iÌÃ]Ê«ÕiÃÊ>ì?ÃÊìÊVÃÕÊìÊ
>VÊ>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊÕiÀiÃÊVÊiÃiÀ>ÃÊÃiÊ>ÃVÊ`ÀiVÌ>-
mente con el comercio sexual. A partir de la década de 1930 y


sobre todo durante la de 1940 —tras la supresión de la prostitu-

ción reglamentada—, esos giros fueron evaluados negativamen-
te de manera casi unánime. Autoridades, criminólogos y profanos
coincidieron en describirlos como lugares donde predominaban
el crimen y los vicios —alcoholismo, drogadicción, prostitución.
La visión de los especialistas —criminólogos y médicos— pre-
tendió un equilibrio entre el enfoque biologicista y el ambiental-
social para explicar las causas y las consecuencias del alcoholismo
y el delito. Sin embargo, los especialistas no estuvieron exentos
ìÊÌÀ`ÕVÀÊiiiÌÃÊìÊìÊÀ>ÊiÊÃÕÊ`ÃVÕÀÃ]ÊÌ>ÊVÊ
lo hicieron otros actores sociales. En la década de 1940, varios
criminólogos opinaron que la “proliferación del vicio” era el re-
ÃÕÌ>`ÊìÊÕÊºìÃViÃÊìÊ>ÊÀ>»ÊÊìÊÕÊºÀi>>iÌÊìÊÃÊ
valores” producto, por un lado, de la modernidad que el creci-
iÌÊìÊ>ÊiÌÀ«ÊÌÀ>>ÊVÃ}ÊÞ]Ê«ÀÊiÊÌÀ]ÊìÊ>ÊÃÌÕ>VÊ
ìÊiÃÌ>L`>`ÊµÕiÊ>L>ÊVÀi>`Ê>Ê}ÕiÀÀ>Ê>ÊÛiÊÕ`>°Ê
>ÃÊvÕiÌiÃÊ«Àv>>ÃÊp>ÃÊÀiÛÃÌ>ÃÊ«V>V>Ã]ÊÃÊ«i«iÃ]Ê>Ê
literatura y el cine— oscilaron entre el tono melodramático y el
À>ÃÌ>°Ê*ÀÊÃÕÊ«À«>Ê>ÌÕÀ>iâ>ÊpiÃ«iV>iÌiÊÃÊÌÀiÃÊÖ-
timos—, explotaban aquellos tópicos que se prestaban más al
ìÃ>ÀÀÊìÊÃÌÀ>ÃÊVÊÌÌiÃÊÌÀ?}VÃ\ÊÕiÀiÃÊLiÃÊµÕiÊÃiÊ
dedicaban a la prostitución por haber perdido su honra, padrotes
malvados y criminales a gran escala —gángsters— que planeaban
en las mesas del cabaret asaltos estratosféricos. Todas estas pu-
LV>ViÃÊ«ÀiÌi`>ÊìÕV>ÀÊÊµÕiÊVÕÀÀ>ÊiÊÃÊL>ÃÊv-
`Ã]Ê«iÀÊÌ>LjÊºi`wV>À»Ê>ÊÃÊiVÌÀiÃÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊii«ÃÊ
para evitar que cayeran en el “fango” y la perdición.
El sesgo clasista estuvo siempre presente. Las tragedias pa-
Ã>iÃÊÞÊ>ÃÊÀ>ÃÊºÛÕ}>ÀiÃ»ÊiÌÀiÊiLÀÃÊVÕÀÀ>ÊiÊÃÊºV>L>-
ÀiÌÕVÃ»ÊìÊL>ÀÀ]Ê>ÊÃÊµÕiÊVVÕÀÀ>ÊºLÀiÀÃ]ÊVviÀiÃ]ÊQoRÊ
LÀ>ÛÕViÃ]Ê LÕÃV>«iÌÃ»Æ73 pero rara vez se habló de lo que
VÕÀÀ>Ê>ÊÌiÀÀÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊºii}>ÌiÃ»°
La “cabaretera” era representada, por lo general, como una
ÛVÌ>ÊìÊÃÕÃÊVÀVÕÃÌ>V>ÃÊÞÊìÊ>ÊÃVi`>`ÊÞÊ«À?VÌV>iÌiÊ
73
L. F. Bustamante, “El Salón México tiene clases”, Magazine de Policía,
n. 17, 25 de abril de 1939.


VÃìÀ>`>ÊÕ>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>°Ê ÊLÃÌ>Ìi]ÊÀ>À>ÊÛiâÊÃiÊ>V>Ê«À-
puestas concretas para que saliera de su “condición”. En 1943, el
iviÊìÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊ*ÀiÛiVÊ-V>Êi}Ê>ÊìV>À>ÀÊµÕiÊ
>Ê>ÞÀ>ÊìÊ>ÃÊºiÀiÃÊQìÊi`>`RÊìÃV>ÀÀ>`>Ã»ÊiÀ>Êº`jLiÃÊ
mentales, incapaces, por lo tanto, de decidir su suerte sin el au-
ÝÊìÊiÝÌÀ>ÃÊQiÊÀiviÀiV>Ê>ÊÃÊ«ÀÝiiÌ>ÃR»°74 Sin embargo,
>À>ÊìÊ
>ÀiÊiÀ?ìâ]ÊìÊ£nÊ>Ã]ÊÃiÊÃÌÀÊìV``>Ê>Ê
defender su medio de subsistencia —mesera de cabaret— como
ÕÊÌÀ>L>ÊÀ>`ÊìÌÀÊìÊÕ>ÊºÃVi`>`ÊÃÊV>ÃiÃ»°75
Los casos criminales analizados dan cuenta de un amplio
abanico de situaciones que iban más allá de los estereotipos ha-
LÌÕ>iÃ°Ê Ê>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊV>ÃÃ]ÊÃÊ«ÀÌ>}ÃÌ>ÃÊìÊ>ÃÊÀ>ÃÊ
vÕiÀÊÃÕiÌÃÊiÝ>Ì>`ÃÊ«ÀÊiÊ>V°ÊÊ«iÃ>ÀÊìÊi]ÊÃÊºi-
VÃÊìÊÃ>}Ài»ÊÊiÀ>Ê«À`ÕVÌÊÖV>iÌiÊìÊ?ÃÊV>ì>-
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>ÃÊÃi«ÀiÊ>L>ÊìÊ«ÀÊi`ÊviÃ>ÃÊ
>ÊÀ]ÊÛi>ÃÊÀiV>ÃÊÊ>ÌiÀV>`ÃÊ«ÀÊiÊ>ÀÊìÊ>}ÖÊLÀiÊ
Ê>}Õ>ÊÕiÀ°Ê
}Õ>ÃÊºV>L>ÀiÌiÀ>Ã»ÊvÕiÀÊÛVÌ>ÃÊìÊÃÕÃÊ>>ÌiÃ]Êi-
ÌÀ>ÃÊµÕiÊÌÀ>ÃÊÀiÀÊ>ÊÃÕÃÊ«>Ài>ÃÊ«ÀÊViÃÊÊ«ÀÊ`Ã«ÕÌ>Ã°ÊÃÊ
iÝ«iìÌiÃÊÕ`V>iÃÊÃÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÌiÊÀVÃÊiÊ«iÀÃ«iVÌÛ>ÃÊ
p>ÃÊìÊÛVÌ>Ã]Ê>}ÀiÃÀiÃÊÞÊÌiÃÌ}ÃpÊÃLÀiÊÕÊÃÊiV°Ê
De tal modo, las fuentes documentales permiten matizar y dar
V«i`>`Ê>Ê>ÊºiÃÌ>«>ÊvÕiÃÌ>ÊìÊjÝVÊVÌÕÀ»76 y a
>ÊìÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊV>«Ì>ÃÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊÛ>À>ÃÊ`jV>`>ÃÊ
autoridades, especialistas y profanos se encargaron de construir
y reproducir.
74
ÊiV>À>ViÃÊìÊ`VÌÀÊi«`Ê
?Ûiâ]ÊiviÊìÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊ
Prevención Social, a Luis Spota para Excélsior. Véase “Enormes trabas encuen-
ÌÀ>Ê>ÊV>«>>ÊVÌÀ>ÊiÊÛV»]ÊExcélsior, México, D. F., 5 de noviembre de 1943,
1a. sección, p. 1, 7.
75
Si bien es cierto que el abogado defensor fue, probablemente, quien
Ài`>VÌÊ>ÊÃVÌÕ`ÊìÊ>«>À]ÊìÃÌ>V>ÊiÊiVÊìÊµÕiÊ>À>ÊìÊ
>ÀiÊ>Þ>Ê
insistido en pedir la condena condicional a pesar de lo dilatado del proceso y
ìÊµÕiÊÞ>Ê>L>ÊÌÀ>ÃVÕÀÀ`ÊV>ÃÊ>ÊÌ>`ÊìÊÌi«ÊìÊ>ÊÃiÌiV>°Ê
76
ÊÀ>ÃiÊ«ÕLVÌ>À>ÊiÊiÊV>ÀÌiÊìÊ>Ê«iVÕ>ÊSalón MéxicoÊ£{n®]Ê`À}-
da por Emilio “Indio” Fernández.


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CABARETERAS Y PACHUCOS EN MAGAZINE DE POLICÍA
CIUDAD DE MÉXICO, 1940
GABRIELA PULIDO LLANO

Dirección de Estudios Históricos
Durante la década de 1940, la ciudad de México fue el escenario

ìÊ>Ê«ÕiÃÌ>ÊiÊ>ÀV>ÊìÊ«ÌV>ÃÊ}iÃÌ>ÃÊÀ>â>ÌiÃ°Ê ÃÌÊ
«iÀÌÊVV>ÀÊ>Ê>ÊiÌÀ«ÊVÊ}Õ>ÊìÊ>ÃÊiÃÌÀ>Ìi}>ÃÊ«Ö-
blicas encaminadas al control social y, a su vez, situarla en un rol
ÀiVÌÀ]ÊVÊÕÊºii«Ê>ÊÃi}ÕÀ»Ê«>À>ÊiÊÀiÃÌÊìÊ>ÃÊ}À>ìÃÊ
VÕ`>ìÃÊ>ÊÊ>À}ÊìÊÌiÀÀÌÀ°ÊÃÊiviVÌÃÊìÊiÃÌ>ÃÊ«ÌV>ÃÊÃiÊ
vieron en la “limpieza” de las calles, en particular las de la zona
centro y el futuro Paseo de la Reforma. Una de las caras de dicha
“limpieza” consistió en tomar las medidas administrativas nece-
Ã>À>ÃÊ«>À>ÊiÊ>iÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>iiÀ>]ÊÞÊ`>`ÊµÕiÊÃÊ
cabarets y los salones de baile eran escenarios idóneos para las
prácticas relacionadas con la prostitución, los gobiernos de la
ciudad de México optaron por tener una vigilancia más estricta
en la apertura de esta clase de establecimientos.
Por otro lado, la prensa en el México del siglo XXÊÊvÕiÊ>i>Ê
a las intenciones moralizantes y educativas del propio Estado
posrevolucionario. Los medios de comunicación fueron las he-
ÀÀ>iÌ>ÃÊ?ÃÊ>VViÃLiÃÊ«>À>ÊiÃi>ÀÊ>Ê>Ê«L>VÊÃÊÛ>ÀiÃÊ
«>ÌÀÃÊÞÊìÀÃ]ÊÃi`Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÀ>ÊÕÊiV>ÃÊì>Ê
«ÀÊÃÕÊL>Ê«ÀiVÊÞÊÃÕÃÊ`ÃVÕÀÃÃÊÀ>â>ÌiÃ°Ê ÊiÃÌiÊ«ÀViÃÊ
ÞÊiÊiÊVÌiÝÌÊÃi>>`ÊLÀiÛiiÌi]ÊiiÀ}iÊ>ÃÊw}ÕÀ>ÃÊìÊ
“pachuco” y la “cabaretera”.
ÕÀ>ÌiÊÃÊ>ÃÊiÃÌÕ`>`Ã]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊvÕiÊLiÌÊìÊiÃ-
VÀÕÌÊ«ÖLVÊìÊ>iÀ>ÊVÃÌ>ÌiÊiÊ>ÊiÌÀ«ÊiÝV>>°Ê
Legisladores, periodistas, publicistas y voces en otros medios plas-
maron la polémica que el tema suscitó. Este asunto quedó inscrito


86 GABRIELA PULIDO LLANO
iÊ>ÊV>«>>ÊìÊº}iiÊÀ>»ÊµÕiÊvÕiÊiiÊìÊ`ÃVÕÀÃÊìÊ>ÃÊ
autoridades capitalinas. Entre prohibiciones y aperturas y siguien-
do la frecuencia de la polémica, las prostitutas debieron mudar sus
escenarios. El cabaret fue uno de ellos, y fuentes de naturaleza muy
diversa ofrecen la posibilidad de rastrear sus prácticas, discursos,
«ÀiÕVÃÊÞÊiÃÌiÀiÌ«Ã]Ê>ì?ÃÊìÊÃÕÃÊV>LÃ°
Por tratarse de un colectivo en el que prevaleció el analfabetis-
mo, no hay escritos redactados por las cabareteras-prostitutas. Sin
iL>À}]ÊÃÊ>ÞÊÌiÃÌÃÊµÕiÊvÕiÀÊÀiVÕ«iÀ>`ÃÊìÊÌÀ>ÃÊvÕi-
ÌiÃÊÞÊVÊ`ÛiÀÃÃÊLiÌÛÃ]Ê«ÀÊii«]ÊÃÊ>À}ÕiÌÃÊìÊiÃÌ>ÃÊ
ÕiÀiÃÊLÌi`ÃÊìÊÃÊÀi>ÌÃÊÕ`V>iÃÊÞÊÃÊ>À}ÕiÌÃÊìÊ>ÃÊ
madames, quienes en una decena de ocasiones se organizaron
sindicalmente para exigir que se respetaran sus espacios de tra-
L>°ÊÃÊÌiÝÌÃÊÊvÀ>}iÌÃÊÃÕÃÌÀ>`ÃÊìÊ>ÃÊìV>À>ViÃÊ
ministeriales y de las proclamas sindicales crearon relatos com-
«ÕiÃÌÃ]ÊÃLÀiÊÌ`ÊiÊ>ÊÌ>ÊÀ>ÊìÊ>Êj«V>Êp«>ÀÌiÃÊìÊ`VÕ-
iÌÃ]ÊVÀV>ÃÊìÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊÞÊvÌ}À>v>Ãp]ÊµÕiÊÃiÊÃiÀÌ>ÀÊ
iÊÕ>Ê>ÀÀ>VÊVÃÌÀÕ`>]Ê«>À>ÊÃÕÊ>ÞÀÊiwV>V>]ÊiÊvÌÀÀi-
«ÀÌ>iÃ°Ê>ÊÌ>ÊÀ>ÊiÃ]ÊiÊiÃÌiÊÃiÌ`]ÊÕÊÀiVÕÀÃÊ«>À>ÊÀiVÃ-
ÌÀÕÀÊ>ÊÃÌÀ>ÊìÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>ÃÊÞÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>ÃÊVÊ
la vida de las prostitutas, en adelante cabareteras. Además, con
frecuencia recupera episodios dramáticos de este sector. Nos he-
ÃÊViÌÀ>`ÊiÊ>ÊÌ>ÊÀ>ÊÞ>ÊµÕiÊiÊi>ÊÃiÊ>`ÛiÀÌiÊÌ>LjÊÕ>Ê
ÃÌiÃÃÊìÊ>ÃÊÌiÃiÃÊìÀÛ>`>ÃÊìÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ
y del control de la misma, cuando el planteamiento de las autori-
dades locales no fue precisamente su exterminio.
No era una novedad asociar el espacio del cabaret a la pros-
ÌÌÕVÊÞÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã°ÊiÃìÊiÊ*ÀwÀ>Ì]ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊ
proliferaron en la gran urbe mexicana, siempre relacionados con
>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê-iÀ}Êâ?iâÊ,`À}Õiâ]ÊiÊÃÕÊLÀÊLos bajos
fondos. El antro, la bohemia y el café, reconstruye las imágenes
ìÊV>L>ÀiÌÊµÕiÊì>ÀÊ>ÃÊjÌiÃÊ>ÀÌÃÌV>ÃÊÞÊÌiÀ>À>ÃÊìÊwiÃÊìÊ
siglo XIX y principios del XX. En su interpretación encontramos
>Êi>ÊìÊ>ÊÛ`>ÊVÌÕÀ>Ê>ÃV>`>Ê>ÊÛVÊÞÊ>Ê«iV>`°1
1
Ê-iÀ}Êâ?iâÊ,`À}Õiâ]ÊLos bajos fondos. El antro, la bohemia y el
café, México, Cal y Arena, 1988.


CABARETERAS Y PACHUCOS EN MAGAZINE DE POLICÍA 87
ÃÊ«ÀiÀÃÊV>L>ÀiÌÃÊv>ÃÃÊÃÕÀ}iÀÊiÊ*>ÀÃÊiÊ>Ê`j-
V>`>ÊìÊ£nnäÊÞÊiÊ iÀÊ`ÕÀ>ÌiÊ>Ê«ÀiÀ>Ê«Ã}ÕiÀÀ>ÊÕ`>°Ê
À>ÊÕ}>ÀiÃÊÀi`ÕV`ÃÊ`ìÊ>«i>ÃÊV>L>ÊÕ>Ê«iµÕi>ÊÀµÕiÃ-
Ì>ÊìÊ>ââÊÊÕÊ«>ÆÊ>VÌÕ>L>ÊÌÀ>ÛiÃÌÃÊÊL>>À>ÃÊìÊcan-can
iÊÌjÀ«ÀiÌiÃÊìÊÖÃV>ÊÀ?ÌV>ÆÊÞÊ>L>Ê«V>ÃÊiÃ>Ã]Êi`>ÃÊ
ÕViÃÊÞÊÕV>ÊÌ`>`°ÊÕLÊLÕÀìiÃÊìÊÕÊµÕiÊÌ>ÀÊ
esta apariencia. En México, primero se copió la versión parisina
ìÊV>L>ÀiÌÆÊÕi}]Ê>ÊiÃÌ>`ÕìÃi]ÊµÕiÊÃiÊV>L>Ê?ÃÊ«ÀÊ
los espectáculos llamativos y no por los ambientes reservados,
ocultos y secretos. Más adelante, se distinguieron por ampliar
ÃÕÃÊìÃiÃÊpÃiÊi}Ê>ÊVV>ÀÊÕÊ>ÞÀÊÖiÀÊìÊiÃ>ÃÊ
y hasta una tramoya en la que se presentaban los artistas con
orquestas más amplias.2
Ê«>Ã>ÀÊÃÊ>ÃÊVÀÕiÌÃÊìÊ>Ê,iÛÕV]ÊÃÊiÃ«iVÌ?VÕÃÊ
Ìi>ÌÀ>iÃÊìÊÌi?ÌV>Ê«V>À>ÊÞÊVÌi`ÊÃiÝÕ>]Ê`À}`ÃÊiÃ«i-
V>iÌiÊ>Ê«ÖLVÊ>ÃVÕ]ÊµÕiÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>ÀÊiÊ>ÃÊV>À«>ÃÊ
y los teatros de revista de la ciudad de México de 1910 a 1920
ocasionaron una crisis en la oferta cabaretil. Ésta pudo recupe-
rarse en la década de 1930, cuando se incorporaron combinados
en un mismo ámbito la actuación, el baile y la propuesta erótica,
>}ÊÃii>ÌiÊ>Êmusic hall ya explorado en la década de 1920
iÊÃÊ ÃÌ>`ÃÊ1`Ã°Ê*iµÕiÃÊÊ>«>`Ã]ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÃi-
pre contaron con el servicio de prostitutas en su interior, donde
ÃiÊÀiVL>Ê>Ê>ÀÌÃÌ>Ã]ÊÌiiVÌÕ>iÃ]Ê«iÀ`ÃÌ>ÃÊÞÊ>ÊV>ÃiÊ«ÌV>°Ê
El cabaret mexicano de la década de 1940 fue un espacio muy
ecléctico que incorporó nociones de aquellos antiguos espacios,
como la atmósfera un tanto decadente generada por las medias
luces y la presencia de prostitutas, y de los espectáculos en boga
Ài«ÀiÃiÌ>`ÃÊiÊÌi>ÌÀÃÊÞÊV>À«>Ã°Ê ÊjÊÃiÊìÊÕÊiÃ«>VÊÃÕw-
ViÌiÊ«>À>ÊµÕiÊ>ÃÊ«>Ài>ÃÊ«ÕìÀ>ÊL>>ÀÊÕÊ`>â]ÊÕÊÌ>}]Ê
Õ>ÊÀÕL>ÊÊ>}ÖÊ}jiÀÊÀÌi>iÀV>]ÊÃÊµÕiÊ«ÀÊiÊi-
gara a tener la capacidad y la extensión de un salón de baile ni
mucho menos la intención de serlo. Es decir, las dimensiones de
2
Ê*>À>ÊVViÀÊ?ÃÊ>ViÀV>ÊìÊV>L>ÀiÌÊiÊÌÀ>ÃÊ>ÌÌÕìÃÊ>ÃÊVÊÃÕÃÊV>-
bios, véanse Peter Jelavich, Berlin Cabaret, Estados Unidos de América, Harvard
1ÛiÀÃÌÞÊ*ÀiÃÃ]Ê£È]Ê£xÓÊ«°ÆÊÞÊÃ>Ê««}>iÃ]ÊThe Cabaret. Revised and
Expanded Edition, New Haven, Yale University Press, 2004, 265 p.


ÃÊV>iÃÊÌÕÛiÀÊµÕiÊ>ìVÕ>ÀÃiÊ>ÊiÃÌ>Ê«À«ÕiÃÌ>°ÊÃ]ÊÞ>ÊvÕiÀ>Ê
ìÊ«ÀiÀ>ÊÊìÊÌiÀViÀ>ÊV>Ìi}À>]ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊvÕiÀ]Ê«ÀÊiÝVi-
lencia, los territorios más célebres en las historias de la vida noc-
turna metropolitana, pues los hubo para todas las clases sociales.3
Este y otros procesos, de los cuales hablaremos con detalle
?ÃÊ>ì>Ìi]Êì>ÊÛiÀÊVÊ>ÊV>L>ÀiÌiÀ>ÊvÕi]Ê«ÀÊÕÊ>`]Ê>Ê
«ÀÃÌÌÕÌ>ÊµÕiÊÌÀ>L>>L>Ê>ÊÌiÀÀÊìÊV>L>ÀiÌÊpÞÊµÕiÊiÃÊiÊ
ÃÕiÌÊìÊ>?ÃÃÊiÊiÃÌiÊiÃ>ÞÊÕÌÊVÊiÊº«>VÕV»]ÊiÊ«>-
drote y victimario de la misma— y, por el otro, la actriz que
Ài>â>L>ÊÃÕÃÊÀi«ÀiÃiÌ>ViÃÊ>ÀÌÃÌV>ÃÊiÊiÃÌÃÊÃÌÃ°Ê>ÃÊ-
térpretes de los bailes afrocubanos y las bailarinas exóticas, quie-
nes ofrecieron algunos de los espectáculos con mayor demanda
en aquella década, fueron denominadas cabareteras por la prensa.
>L>ÊiÊ`VÊÌÌÕÊÕÊÌÊìÃ«iVÌÛÊVÊiÊµÕiÊÃiÊ`V>L>Ê
µÕiÊiÀ>ÊÕiÀiÃÊµÕiÊv>Ì>L>Ê>ÊÃÕÊºìLiÀÊÃiÀ»°Ê-ÊiL>À}]Ê
también se les consideró artistas, con lo que se les distinguió de
>ÃÊÌÀ>ÃÊV>L>ÀiÌiÀ>Ã]Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>Ã°ÊÊÊ>À}ÊìÊiÃÌ>ÃÊi>Ã]Ê
utilizaremos el apelativo de cabaretera, simple y llano, para des-
cribir la condición de las prostitutas en el cabaret. En este senti-
do, vemos el espacio cabaretil como un lugar de transgresión en
iÊµÕiÊÃiÊÀi>VÊ>Ê>}iÊìÊ>ÊÕiÀÊVÊiÊ«iV>`ÊÞÊiÊÛV]Ê
VÊÕÊÕ}>ÀÊµÕiÊiÌÀ>>L>ÊÕÊ}À>Ê«i}ÀÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃ°
Como veremos a continuación, un acontecimiento clave en
>Ê«iÀVi«VÊµÕiÊ>Ê«ÀiÃ>ÊìÊÌ>ÊÀ>ÊÌÕÛÊ>ViÀV>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌ-
tución al interior del cabaret fue el de la prohibición de la pros-
titución en la calle. Coincide con esta reglamentación la apertu-
À>ÊìÊÕÊÖiÀÊVÃìÀ>LiÊìÊiÃÌ>LiViÌÃÊì>`ÃÊ
cabarets. La noción de cabaretera para referirse a las prostitutas
data de esta época y es un dispositivo ideológico que nutrió el
imaginario urbano durante las décadas de 1940 y 1950.
En Magazine de Policía y Suplemento Magazine de Policía,
encontramos datos para caracterizar a las cabareteras y a los
3
Para ampliar esta información, véase Gabriela Pulido Llano, “El espec-
Ì?VÕÊ¼ÃV>«ÌV½ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]Ê£{ä£xä»]Êi ,`vÊ*>>Ê,]Ê
>LÀi>Ê*Õ`Ê>ÊÞÊ >Ê9>iÃÊ,âÊVÀ`Ã°®]ÊRumberas, boxeadores y
mártires. El ocio en el siglo XX]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊ
Historia, 2014, 92 p. (Colección Claves para la Historia del Siglo XXÊiÝV>®°


pachucos, sus padrotes. Magazine de Policía fue una revista edi-

tada de 1934 a 1969 en la ciudad de México como suplemento de
Excélsior.4 Carlos Monsiváis escribió que la revista era “un se-
manario discreto o, por lo menos, no buscaba violentar las emo-
ciones del lector, ni consolidar el escaparate de la infamia”.5 Su
director, de nombre Demetrio Medina Estrella, era un periodista
experimentado con una carrera exitosa en el periodismo metro-
politano.6Ê*ÀÊiÊ«iÀwÊìÊ>}ÕÃÊìÊÃÊV>LÀ>`ÀiÃÊìÊMa-
gazine, creemos que Medina Estrella estuvo bien relacionado con
miembros del cuerpo policiaco y mandos de este sector, aunque
>Êi>Êi`ÌÀ>ÊÃiÊ>ÌÕÛÊÕÞÊVÀÌV>Ê>V>Ê>ÃÊ«À?VÌV>ÃÊìÊ>Ê
«V>ÊÌ>ÌÊiÌÀ«Ì>>ÊVÊ>V>°7
Reformismo y explotación sexual
Los relatos publicados en Magazine de Policía —que repito van

más allá de la noticia— ilustran cómo a partir de 1934 se dio el
cambio de escenario de la prostitución de la calle al cabaret.
ÛiÌÃÊ>ÃV>`ÃÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃÌ>ÃÊviV>ÃÊìwi-
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Û`>ÊVÌÕÀ>ÊV>«Ì>>°ÊÊwiÃÊìÊÃiÝiÊV>ÀìÃÌ>]ÊÃiÊiÝ«-
dió un decreto conocido como la Reforma Cárdenas-Siurob, cuyos
resultados se vieron a mediados de la década de 1940.8
4
Carlos Monsiváis, Los mil y un velorios. Crónica de la nota roja, México,

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ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊÀÌiÃÉ>â>]Ê£{]Ê«°ÊÎ£°
5
Idem.
6
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À>ÊiÊ>ÊÀiÛÃÌ>ÊTodo. Véase Rebeca Monroy, “La revista Todo, de Félix Fulgen-
VÊ*>>ÛVÊÞÊ>ÊÌ>ÊÀ>»]ÊiÊNota roja. Lo anormal y lo criminal en la historia
de México]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>ÊQiÊ«ÀiÃ>R°
7
Ê*>À>ÊÃ>LiÀÊ?ÃÊ>ViÀV>ÊìÊ«iÀwÊìÊMagazine de Policía, véase Gabriela
Pulido Llano, El mapa del pecado. Representaciones de la vida nocturna en la
ciudad de México, 1940-1950, tesis de doctorado en Historia y Etnohistoria,
jÝV]Ê ÃVÕi>Ê >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÓä£{]Ê«°ÊÇ£ä£°
8
Ê Ê }iiÀ>Ê ÃjÊ -ÕÀLÊ ,>ÀiâÊ «>ÀÌV«Ê iÊ >Ê ,iÛÕVÊ iÝV>>Ê
apoyando primero a los maderistas y más tarde a los constitucionalistas. Nació
en la ciudad de Querétaro en 1886. Fue electo diputado federal y gobernador
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ÕÀÃÊ>ÊV>ÀÀiÀ>ÊìÊj`VÊiÊ>Ê ÃVÕi>Ê >V-
nal de Medicina. Fue fundador y presidente del Partido Liberal Constituciona-


El 1 de agosto de 1946, Magazine de Policía publicó un foto-

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?Àì>Ã
Siurob”9ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê£®°Ê°Ê°Ê ÕÃÌ>>Ìi]ÊÃÕÊ>ÕÌÀ]ÊÃiÊ«À«Õ-
so examinar “con absoluta imparcialidad” los resultados de esta
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µÕiÊvÕiÀ>ÊVÃ>`Ê«ÀÊ*ÀwÀÊ>âÊ«>À>ÊvÕ`>ÀÊiÊi«>À-
tamento de Salubridad y pusiera énfasis en la creación de un
departamento encargado de prevenir la propagación de enferme-
dades venéreas. Un debate importante en torno a la prostitución
surgió tras la propuesta del doctor Liceaga de supervisarla. Mé-
dicos como el doctor Luis Lara y Pardo opinaron que el gobierno
iÝV>]Ê>Ê}Õ>ÊµÕiÊÌÀÃÊ«>ÃiÃÊVÊÃÊiÃV>`>ÛÃ]ÊÊ
ìL>ÊViÃÕÀ>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ«Ì>L>Ê«ÀÊViÀV>ÀÊVÊÃÕÊ
cuerpo ni mucho menos exigirles el pago de un impuesto por
iiÀViÀÊ`V>Ê>VÌÛ`>`°
Desde entonces hubo intenciones de crear reglamentos que
regularan la prostitución. Sin embargo, no fue sino hasta la lle-
}>`>ÊìÊ}iiÀ>ÊÃjÊ-ÕÀLÊ>Ê>Êiv>ÌÕÀ>ÊìÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊ
Salubridad —de 1939 a 1940— durante el gobierno de Lázaro
Cárdenas que los postulados del doctor Liceaga tuvieron eco en
>Ê«À?VÌV>°Ê-ÕÀL]ÊµÕiÊÃiÊiÀ}À>ÊVÊiÊ«iÀÃ>iÊV>ÛiÊiÊ>Ê
ºìÃ>«>ÀV»ÊìÊ«ÀÃÌLÕÃÊÞÊ>VViÃÀ>Ã]Ê«ÕÃÊºLÃÌ?VÕÃÊ>Ê
ÀìÊÞ]Êw>iÌi]Ê`Ã«ÕÃÊµÕiÊ>ÃÊv>i>ÃÊVÕ`>ÃiÊìÊ>>ÀÃiÊ
siempre sanas y limpias, a través de sus médicos, lo que a la pos-
ÌÀiÊÀiÃÕÌÊÕÊvÀ>V>ÃÊV«iÌ»°Ê-i}ÖÊ ÕÃÌ>>Ìi]Ê>Àiì`ÀÊ
ìÊÓäÊäääÊÕiÀiÃÊì`V>`>ÃÊ>ÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>VÕ-
`>ÊVÊvÀiVÕiV>Ê>ÊÃ«Ì>ÊÀiÃÊ«ÀÊ>>ÀÃiÊiviÀ>Ã°10
Al aplicarse la reglamentación propuesta por Siurob, la cual
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obviamente afectadas, lo que impulsó la creación inmediata de
ÃÌ>°ÊiÃÌ>VÊVÊÃiVÀiÌ>ÀÊìÊ->ÕLÀ`>`ÊÞÊÃÃÌiV>ÊÞÊVÊiviÊìÊi-
partamento Central del Distrito Federal. Por causas de salud, se retiró de la
«ÌV>ÊiÊ£{x]ÊVÕ>`ÊiÀ>Ê`ÀiVÌÀÊìÊ-iÀÛVÃÊ-V>iÃÊìÊ jÀVÌ°ÊÕÀÊ
en la ciudad de México en 1965.
9
L. F. Bustamante, “Resultado práctico de la Reforma Cárdenas-Siurob”,
Magazine de Policía]ÊjÝVÊ°Ê°]Ê>ÊVIII, n. 396, 1 de agosto de 1946, p. 7-8.
10
Idem.


ÕÊÃ`V>ÌÊìÊVÕ>ÊµÕi`ÊVÊÃiVÀiÌ>À>Ê}iiÀ>Ê>ÊÃiÀ>Ê
Leonor de la Fuente, propietaria de un burdel en la calle de Que-
ÀjÌ>À]ÊÖiÀÊ£ÎÈ°ÊÊÌÀ>ÛjÃÊìÊÃ`V>Ì]Ê>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊ
de citas defendieron sus intereses y buscaron la forma de que se
derogara la Ley Orgánica de Salubridad, nombre real de la Refor-
ma Cárdenas-Siurob. Comenzaron por gestionar amparos para
mantener abiertos sus negocios, los cuales les fueron negados.
Para ello, relataba Bustamante, dirigieron un comunicado a
los diputados en el que explicaban las razones por las cuales pe-
`>ÊµÕiÊÃiÊìÀ}>À>ÊÊÃÕ>Ûâ>À>Ê>ÊiV>`>ÊiÞ°Ê«>ÕìÀÊ
iÊViÀÀiÊìÊ«ÀÃÌLÕÃÊÞÊ>VViÃÀ>ÃÊiÊ>ÃÊâ>ÃÊÀ>ÃÊìÊ>ÊVÕ`>`Ê
—Cuauhtmotzin, Rayón, Órgano y Rivero— por tratarse de ne-
}VÃÊiÊÃÊµÕiÊÃiÊiÝ«Ì>L>ÊìÊ>iÀ>Êì«À>LiÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
ÞÊÃiÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊìÊ>iÀ>ÊºLiÀ>»11ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>ÊÓ®°
L. F. Bustamante explica el funcionamiento de las accesorias:
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«iÀÌiiViÌiÃÊ>ÊÊµÕiÊvÕiÊ>Ê>ÀÃÌVÀ?ÌV>Êj«V>ÊìÊ}iiÀ>Ê*Àw-
ÀÊ >âÊ ÞÊ ìÊ ÃÊ ÕiÛÃÊ >ÀÃÊ ìÊ >Ê ,iÛÕV]Ê iÀ>Ê ÃÊ
`ÕiÃÊìÊÃÊi`wVÃ°Ê ÃÌ>ÃÊV>Ã>ÃÊiÀ>ÊÀiÌ>`>ÃÊ>ÊÕ>ÃÊÕiÀiÃÊ
que les llaman mayoras, las que, por un cuarto redondo, pagaban
ìÊ`ÃÊ>ÊVVÊ«iÃÃÊ`>ÀÃ]ÊÃi}ÖÊ>ÊÕLV>VÊìÊ>Ê«iâ>]ÊÞÊìÊV-
co a diez pesos por unas viviendas que contaban con un par de
piezas y cocina. Se entiende sin muebles, pues el mobiliario era
propiedad de la mayora, la que a su vez subarrendaba las accesorias
iÊVVÊ«iÃÃÊ`>ÀÃÊ>ÊÕ>Êv>i>ÊµÕiÊÌi>ÊìÀiVÊÌ>ÊÃÊ>Ê
ÕÃ>À>Ê`ÕÀ>ÌiÊVÊÀ>ÃÆÊ«ÀÊ>ÊÃ>ÊÃÕ>Ê>ÊÀiÌ>L>Ê>ÊÌÀ>Ê
horizontal que gozaba de igual prerrogativa por el mismo espacio
ìÊÌi«ÊÞ]Êw>iÌi]ÊiÊÌÀiÃÊ«iÃÃ]Ê>ÊÌÀ>ÊiÌ>À>ÊµÕiÊVÕ«>L>Ê
la habitación de cuatro a cinco horas, las menos comerciales por
ViÀÌ°Ê ÊVÕ>ÌÊ>Ê>ÃÊ«iµÕi>ÃÊÛÛi`>Ã]ÊiÀ>ÊiÝ«Ì>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊ
>ÞÀ>ÃÊiÊvÀ>ÊìÊ«ÀÃÌLÕÃÊÊLiÊ>ÃÊÃÕL>ÀÀi`>L>Ê>ÊÌÀiÃÊÊ
VÕ>ÌÀÊÕiÀiÃ]ÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>ÊiÝÌÀ>iÀ>Ã]ÊµÕiÊi}V>L>ÊÞÊÛÛ>Ê
iÊi>Ã°ÊQoRÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÀiÌ>L>ÊiÃÌ>ÃÊ>VViÃÀ>ÃÊÌi>ÊÃÊ
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ìÊiÃ>ÊÀ>Ê>Ê>ÃÊ`ÃÊìÊ>Ê>>>ÊÞÊìÊjÃÌ>Ê>Ê>ÃÊìâÊìÊ`>ÊÃ-
}ÕiÌi]ÊiÊÌÕÀÊ?ÃÊ>ÊÞÊµÕiÊ«>}>L>ÊÃÊ?ÃÊL>ÃÊ>µÕiÀiÃ]Ê
11
L. F. Bustamante, “Volvieron las accesorias”, Magazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊVIII, n. 399, 19 de agosto de 1946, p. 7-8.


«ÀÊiÃV>Ãi>ÀÊÃÊViÌiÃ°Ê>ÃÊv>i>ÃÊìÊ>ÃÊ>VViÃÀ>ÃÊÌi>ÊµÕiÊ
ÌÀ>L>>ÀÊÕV]ÊÌ`>ÊÛiâÊµÕiÊÃ>iÌiÊ>ÊÀiÌ>ÊìÊVÕ>ÀÌÊiÀ>ÊìÊ
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iÊ`ìÊÀiÃ`>ÊÃÕÃÊv>>ÀiÃÊÊiÊVÕ>ÀÌÊìÊÌi]ÊiÊìviVÌÊìÊ
aquélla, alimentos, vestidos, médico y medicinas, se llega a la con-
VÕÃÊìÊµÕiÊÃÕÃÊ}>ÃÌÃÊÊ«`>ÊÃiÀÊ?ÃÊVÀiV`Ã°Ê>ÃÊiÌÀ>`>ÃÊ
`>À>ÃÊVLÀ>`Ê`ÃÊ«iÃÃÊ«ÀÊÛÃÌ>ÊÞÊÌÀiÃÊVÕ>`Ê>V>Ê>Êminet,
eran aproximadamente quince pesos diarios y de veinte a veinticin-
VÊÃÊÃ?L>`ÃÊÞÊ`}Ã]ÊiÊµÕiÊÌi>ÊµÕiÊ>ÌiìÀÊ>ÊìâÊÊ`ViÊ
clientes y en ocasiones hasta quince o veinte.12
-ÊiL>À}]Ê>Ê«ÀLÀÊ«ÀÊV«iÌÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV]Ê>V>Ê
ÛiÀÊ>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>ÃÊiÊÃÕÊ`VÕiÌ]ÊÃiÊì>L>Ê
a las prostitutas sin los servicios de salud ofrecidos por el Estado.
ì?Ã]ÊÃi>>ÀÊiÊ}«iÊ>ÊÃÕÃÊLÃÃÊµÕiÊÌ>Ê«ÀLVÊ
ViÛ>À>ÊÞÊ«ÀiÛiÀÊÃÊ}À>ÛiÃÊÀiÃÕÌ>`ÃÊ>ÊvÕÌÕÀÊ«ÀÊiÊiiÀ-
cicio clandestino de esta práctica.13
Bustamante daba algunas cifras: en el estimado de 2 000 000
de habitantes en el Distrito Federal, se contemplaba la existencia de
ÈäÊäääÊ«ÀÃÌÌÕÌ>Ã]Ê«ÖLV>ÃÊÞÊV>ìÃÌ>Ã°ÊiÊjÃÌ>Ã]ÊiÃÌ>L>ÊÀi-
}ÃÌÀ>`>ÃÊÓäÊäää]Ê>ÃÊVÕ>iÃÊìL>Ê>VÕ`ÀÊÃi>>iÌiÊ>ÊÃ-
pital Morelos para su revisión y anuencia en el respectivo carnet
ìÊÃ>Õ`ÊµÕiÊìL>Ê«ÀiÃiÌ>ÀÊ«>À>Ê«ìÀÊÌÀ>L>>À°ÊiÊjÃÌ>Ã]Ê>ÊÃÕÊ
vez, alrededor de 7 000 eran retiradas “del mercado del amor” e
internadas por enfermedades diversas.14
ÊÕÊvÌÀÀi«ÀÌ>iÊ>]Ê«ÕLV>`ÊiÊMagazine de Po-
licíaÊiÊ{ÊìÊviLÀiÀÊìÊ£{È]ÊÃiÊâÊÕ>ÊÃÕiÀÌiÊìÊ}À>v>ÊÞÊ
descripción de las actividades del Hospital Morelos.15 Éste fue un
12
Idem.
13
Idem.
14
Idem°ÊÊÃ]ÊiÊ>ÕÌÀÊ`V>L>ÊµÕi]ÊºÃi`ÊiviÊìÊi«>ÀÌ>iÌÊ
ìÊ->ÕLÀ`>`Ê«ÖLV>ÊiÊ}iiÀ>ÊÃjÊ-ÕÀLÊÞÊ*ÀiÃìÌiÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊiÊ
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?Àì>Ã]ÊÃiÊ«ÕÃÊiÊÛ}ÀÊÕ>ÊiÞÊµÕiÊ>V>LÊVÊÃÊ«ÀÃÌLÕ-
Ã]ÊVÊ>ÃÊ>VViÃÀ>ÃÊÞÊVÊiÊÀì]ÊVÕ>`ÊiÃÊiÊÌiÀ>°Ê*ÀÊ>Êj«V>Ê
pasaban registro 22 500 falenas, de las cuales no menos de 6 000 eran halladas
iviÀ>ÃÊÞÊiÊÀiÃÌÊÀiVL>ÊÃÕÊLÀiÌ>ÊìÊÃ>`>`]ÊiÃ«iVwV?`ÃiÊµÕiÊ>ÊiÌ>À>Ê
gozaba de buena salud”.
15
“Asiladas del Hospital Morelos”, Magazine de Policía, México, D. F., 4 de
febrero de 1946, p. 7.


VÛiÌÊìÊÃÊiÀ>ÃÊÕ>Ã]ÊµÕiiÃÊÃiÊì`V>ÀÊ>ÊVÕ`>ÀÊ
enfermos. Fue primero hospicio y después hospital, y desde me-
diados del siglo XIX se especializó en la atención a prostitutas. El
doctor Alfonso Ortiz Tirado asumió la dirección de este hospital
iÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£Îä]ÊÞÊL>ÊÃÕÊV>À}ÊÕLÊÕ>ÊÌÀ>ÃvÀ>VÊ
vÃV>ÊìÊiÃ«>V\ÊÃiÊ«Ì>ÀÊ>ÃÊÃ>>ÃÊìÊL>V]ÊÃiÊV>L>ÀÊ
los pisos y se modernizaron la aplicación de medicamentos y los
ÃÌÀÕiÌÃÊìÊVÀÕ}>°Ê-i}ÖÊiÊÀi«ÀÌ>i]ÊiÊ`VÌÀÊ"ÀÌâÊ/À>`Ê
«>ÀÌ>ÊìÊ>Êì>ÊìÊµÕiÊ>ÊÕiÀÊÃiÊ«ÀÃÌÌÕ>Ê«ÀÊÊÌiiÀÊiÊV-
ViÌÊìÊÕÊwV°Ê*ÀÊi]Ê«ÕÃÊiÊiÃÌ>LiViÌÊìÊ
talleres —fabricación de medias y de muebles de mimbre, borda-
`Ã]ÊVviVVÊìÊÀ«>ÃpÊ>ÃÊVÊ>Ê>«iÀÌÕÀ>ÊìÊÕ>ÊiÃVÕi>Ê
para la instrucción en aspectos elementales. El doctor Ortiz Tirado
iÃÌÕÛÊ>ÊV>À}ÊìÊÃ«Ì>Ê`ÕÀ>ÌiÊµÕViÊ>Ã°Ê
ÊÃÕÊÃ>`>]ÊiÊ
hospital perdió el lustre, aunque continuaron vigentes las activida-
ìÃÊiÊÌÀÊ>Ê>ÊVÕÀ>VÊìÊ>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>Ã°Ê >ÊÃÕÊ>`ÃÌÀ>-
ción, se calculó que el cupo era de alrededor de 400 enfermas.
En 1946, se calculó que la población diaria del hospital, la
que iba a consulta y la que se quedaba internada, era de alrededor
ìÊÈääÊiviÀ>Ã°Ê/`>ÃÊiÀ>ÊÕiÀiÃÊµÕiÊ«ÀiÃiÌ>L>Ê>}Õ>Ê
enfermedad venérea con distinto nivel de gravedad. Incluso lle-
}>ÀÊ>ÊÃiÀÊvÀiVÕiÌiÃÊÃÊV>ÃÃÊìÊÕiÀiÃÊìÊ`ViÊ>ÃÊÞÊiÃÊ
que presentaban alguno de estos padecimientos.16
Un reportero relató cómo llegaban las prostitutas al hospital:
ÊÕÊVÃÌ>`ÊìÊ>À`ÊµÕiÊiÊVÛÃÊwV>Êì`VÊ>Ê}À>ÊÀi-
Ã]ÊiÊ>Ê>Ûi`>Ê`>}]ÊÃiÊ>>ÊvÀ>`Ê«>ÀÌiÊìÊÀVÊÌ«-
camente colonial el hospital Morelos, el centro donde la prostitu-
VÊ>ÀÀ>Ê>ÊV>ÀiÊìÊ>ÊÕiÀÊ>ViÀ>`>Ê«ÀÊ>ÊVVÕ«ÃViV>Ê
humana, llagada por las enfermedades y vilipendiada por la sociedad
entera. La carga, triste, perseguida por el desprecio social, llega
durante las noches en una camioneta amarilla. La camioneta se
estaciona frente a los cabarets, a las puertas de las casas de placer y
recorre las calles en que las irregulares se esconden en los zaguanes
LÃVÕÀÃ]Ê>ViV>`ÊiÊ«>ÃÊìÊLÀiÊµÕiÊiÊ>ÀÀ>À?ÊÕ>ÃÊ-
nedas en su mano después de simular un amor ardiente. A la me-
`>ViÊi}>ÊiÊV>Ê>ÊV>L>ÀiÌÊµÕiÊw}ÕÀ>ÊìÊÌÕÀÊiÊ>ÊÃÌ>ÊìÊ
16
Idem.


>Ê«V>ÊÃ>Ì>À>°ÊÕµÕiÊ>ÊÖÃV>ÊiÃÌ?ÊÌV>`ÊÊiÀÊìÊÃÕÊ
Ài«iÀÌÀ]Ê«iiÌÀ>ÊÃÊ>}iÌiÃÊiÊÌiÀÀÕ«iÊ>ÊwiÃÌ>°Ê>ÃÊÕi-
ÀiÃÊVÀÀiÊVÊÃÊvÕiÀ>ÊiÊVÕÀÊìÊ>}ÖÊv>Ì>Ã>ÊÊÕÞi`Ê
ìÊ>}ÖÊ}À>ÛiÊ«i}À°ÊÃÊ>}iÌiÃÊ>ÀÀiÃÌ>Ê«>V>LiÃÊ>Ê>ÃÊµÕiÊ
no llevan en los carnets sanitarios de que son provistas el sello de
la más reciente visita en el dispensario del hospital Morelos. Aunque
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los hombres de sanidad las conducen hasta el camión. Y estas es-
Vi>ÃÊÃiÊ«À`ÕViÊiÊÌ`ÃÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊÃÊ«ÀÌ>ÀÊ>ÊV>Ìi}À>ÆÊ
a las puertas de los dancingsÆÊiÊ>ÃÊV>iÃÊVjÌÀV>ÃÊ`ìÊ>LÕ`>Ê
las pecadoras vergonzantes, las clandestinas. Y para las primeras
À>ÃÊìÊ`>ÊÃ}ÕiÌi]ÊiÊ>>`Êì«ÃÌÊiÊiÊÀiÃÊiÃÌ?Ê«i-
ÌÀVÊìÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÛ>ÊÛiÃÌ`ÃÊìÊÀiVi«V]ÊÌÀ>iÃÊìÊL>i]Ê
modestos sastres, ropas de percal, elegantes vestidos de telas cos-
tosas y calzadas con los modelos de la caprichosa moda. Alguien
VÀiiÀ>ÊµÕiÊÃiÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊ}iÌiÊµÕiÊ>V>L>ÊìÊÃ>ÀÊìÊ>}Õ>Ê>Ã-
carada o un baile de disfraces.17
ÕµÕiÊ >Ê Ài>`>`Ê iÀ>Ê `ÛiÀÃ>Ê ÞÊ ÕVÊ ?ÃÊ V«i>]Ê >Ê

asociación entre la prostitución y los cabarets, imagen construi-
da por la prensa, era innegable. Los disfraces de la vida nocturna
VÕÌ>L>ÊÕ>ÊÛiÀ`>`ÊµÕiÊÃiÊ«>ÊiÊiÛìV>Ê>Ê«>Ã>ÀÊiÊVÕiÀ-
po por un examen médico. El procedimiento en el Hospital Mo-
relos —después de la recepción de las prostitutas— iniciaba con
ÕÊL>Ê>Ê>ÃÊVVÊìÊ>Ê>>>]ÊÌÀ>ÃÊiÊVÕ>ÊµÕi`>L>ÊÌ`>ÃÊ
VÊÃÕÃÊ>ÌÕi`ÃÊìÊL>i]Ê>ÕµÕiÊÃÊiÊ>µÕ>iÊÊÃÊ«i>-
`Ã°ÊiÃ«ÕjÃÊìÊL>]Ê«>Ã>L>Ê>Ê>ÊÀiÛÃÊj`V>]Ê`ìÊÃiÊ
ìV`>ÊµÕjÊÃiÊµÕi`>L>ÊÞÊµÕjÊ«`>Ê>ÀV>ÀÃi°Ê ÊÃ«Ì>Ê
vÕV>L>ÊVÊÕ>ÊiÃ«iViÊìÊV?ÀVi]ÊÞ>ÊµÕiÊÊÃiÊ«iÀÌ>Ê>Ê
>ÃÊÕiÀiÃÊÀiÌÀ>ÀÃiÊÃÊ>ÃÌ>Ê>LiÀÊÌÀ>ÃÌ>`Ê«>ÃÊ«ÀÊ«>ÃÊ
por todo el procedimiento. Sumado a esto, se contaba con la
ayuda de una “celadora” que vigilaba que no escaparan. Este
«iÀÃ>iÊiÀ>ÊÌi`Ê«ÀÊ>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃV>L>ÀiÌiÀ>Ã]Ê«ÕiÃÊVÊ
vÀiVÕiV>ÊViÌ>Ê>LÕÃÃÊVÊL}>À>ÃÊ>Ê>Û>ÀÊL>ÃÊÞÊ«ÃÃ]Ê
solicitarles dinero para turnar sus casos, etcétera.
Ê>ÕÌÀÊìÊ>ÀÌVÕÊiV>`ÊÛÊiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÀ>Ê
llevadas al Hospital Morelos las réplicas de Santa]Ê«iÀÃ>iÊìÊ
17
Idem.


iìÀVÊ>L>]Ê>ÕµÕiÊÃÊ>ÊÃÕiÀÌiÊìÊÃiÀÊiÀ>ÃÊìÊÛi>°Ê
Santa,
QoRÊ>ÊÕiÀÊµÕiÊ«iÀ`ÊÃÕÊÛÀÌÕ`ÊiÊ
>ÃÌ>V]Ê>Ê>ÃÊìÊÕÊ
wV>ÊìÊijÀVÌ]ÊÞÊµÕiÊ«ÕÃ>`>Ê«ÀÊ>ÊÛiÀ}Øiâ>ÊV>ÞÊiÊ>ÃÊ
de un tratante de blancas, de esos que andan por pueblos y ferias
en busca de corazones inquietos que anhelan otros horizontes, que
se encargó de conducirla a un lugar de las calles de Aranda. La
ascensión en la escala de la sexualidad, que la hizo famosa entre
ÌÀiÀÃ]Ê«ÌVÃÊÞÊÀV>ViÃ]Ê«>À>ÊV>iÀÊiÊÊ?ÃÊ«ÀvÕ`ÊìÊ>Ê
Ã>ÊiÊÀÊ>ÊÀÀÊ>ÊÃ«Ì>ÊìÊ,i}>Êp·ÃiÀ>ÊÕ>Ê>ÕÃÊ>Ê-
relos?— seguida por la amistad que le profesaba el ciego pianista,
VÃiiÀÊìÊiÃ>ÃÊ«LÀiÃÊ>>ÃÊµÕiÊÃiÊVÃÕ>ÊiÊiÊÛV°18
La pobreza, la sordidez, el dolor, los abusos y las enfermeda-

ìÃÊìÊ>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÌÕÛiÀÊÃÕÊi«}Ê«iÀ`ÃÌVÊiÊ>ÊvÌÊ
µÕiÊ>V«>Ê>ÊÀi«ÀÌ>i°Ê Êi>ÊÃiÊÛiÊ>ÊÕ>ÊÕiÀÊ>>ÀÀ>`>Ê
a una silla, tirada y vestida con ropa interior. Al pie de la foto se
ii\Êº6VÌ>ÊìÊ>ÀÊV«À>`»ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>ÊÎ®°
-i}ÖÊ ÕÃÌ>>Ìi]ÊVÊ>Ê«ÀLVÊiÃÌ>LiV`>Ê«ÀÊ>Ê,i-
forma Cárdenas-Siurob, aumentaron los niveles de explotación
ÞÊÛiV>ÊiÊiÊiÀV>`ÊÃiÝÕ>Ê>ÃÊVÊ>ÃÊiviÀi`>ìÃ°ÊiÊ
este modo, la realidad que en el terreno de la salud experimen-
Ì>L>Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ>V>ÊÀi«>À>ÀÊiÊiÊ}À>ÛiÊiÃÌ>`ÊìÊÛÕiÀ>-
L`>`ÊìÊ>ÊÕiÀÊvÀiÌiÊ>ÊiÀV>`ÊìÊiÝ«Ì>VÊÃiÝÕ>ÊÞÊ>Ê
trata de blancas. Bustamante indicaba cómo al cerrarse las casas
de citas
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rodeo clandestino y en la congestión de cocotas en cabarets, caba-
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calles adyacentes al Correo, San Juan de Letrán, Hidalgo, 16 de sep-
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V>iV>ÃÊìÊ>Ê>i`>]Ê>À`ÊÞÊV>iÃÊìÊÕiÀÀiÀ]ÊiÌV°]ÊÞÊ>ÃÊµÕi]Ê
18
Idem.


Ã>>ÃÊÊiviÀ>Ã]Ê«iÀÊÌ`>ÃÊ>}Õi>`>ÃÊ«ÀÊiÊ>LÀi]ÊLÕÃV>Ê
hasta la fecha marchante por todo el epicentro de la ciudad.19
En el documento dirigido a los diputados, las “madames”

comentaban cómo muchas casas continuaron con sus activida-
des, vendiendo incluso bebidas alcohólicas sin los respectivos
permisos y valiéndose de actos de corrupción con autoridades
>Vi`>À>ÃÊÞÊ«V>V>Ã°ÊÊ«iÃ>ÀÊìÊiÃÌÃÊiÃvÕiÀâÃ]Ê>Ê>ÃÊ`Õi>ÃÊ
de las casas de citas —las que no estaban bien relacionadas, cla-
ro— se les aplicó el rigor de la ley. Una de las consecuencias
determinantes en el espectro de la vida nocturna fue lo comen-
Ì>`ÊiÊ>ÊVÌ>Ê>ÌiÀÀ°ÊÃ]ÊÃÊÃ>iÃÊìÊL>iÊÞÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊ
albergaron a las prostitutas.
Bustamante hizo notar cómo, a imitación de lo ocurrido en
Estados Unidos, los restaurant-bar se multiplicaron desde la Glo-
rieta de los Insurgentes hasta el centro de la ciudad de México:
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se convirtió en el restaurant-bar Tip Top. Ruth fundó el suyo, Las
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conocida en el mundo galante metropolitano hizo su casa de citas
de tres pisos, ubicada en las calles de Tampico, un palacio del amor,
también con la mampara de restaurant-bar y más tarde apareció
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etc., y para atraer clientes, unas y otras utilizaron avisos económi-
cos y hasta los de ocasión.20
A través de la descripción de Bustamante, vemos la transfor-

>VÊìÊ«>Ã>iÊÕÀL>ÊÞÊ>Ê>«>ÀVÊìÊÕiÛÃÊV«iÌiÃÊ
para esta historia. Para obtener la representación completa, el
vÌÀÀi«ÀÌ>iÊiÃÌÕÛÊ>V«>>`ÊìÊÃiÃÊ?}iiÃÊìÊvÌ}À>vÊ
19
L. F. Bustamante, “Resultado práctico...”.
20
Idem.


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to de la ahora calle 7ª de Mesones donde estuvo en México la
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los resultados de la Reforma Cárdenas-Siurob durante el sexenio
de Manuel Ávila Camacho.21 Además, la constancia del reportero
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plano de estas actividades a mediados de la década de 1940.
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la cabeza de la nación, la controvertida reforma continuó con
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Prado, Las Delicias, El Pavo Real— y los hoteles de paso, en los
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negocios pudieron continuar con sus actividades. Relataba Bus-
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bulos y accesorias de las calles de Órgano y Cuauhtemotzin con-
tinuaron funcionando a puerta cerrada, mientras que en otras
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µÕiÊÃiÊ>Ìi>ÊÃÕÃÊ«ÕiÀÌ>ÃÊ>LiÀÌ>ÃÊ`ÕÀ>ÌiÊÌ`>Ê>ÊVi°Ê
21
Ê°Ê°Ê ÕÃÌ>>Ìi]Êº-iÀÌ>ÃÊìÊV«>>»]ÊMagazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊVIII, n. 398, 12 de agosto de 1946, p. 15-16.


Los periodistas de Magazine de Policía mantuvieron vigilancia

sobre los asuntos relativos a la trata de blancas y al procedimien-
to seguido por los criminales.22 En lugares de esparcimiento
como los cines, detectaron el funcionamiento de grupos crimi-
>iÃÊµÕiÊ>V>ÊìÊiÃÌÃÊÃÌÃÊÃÕÃÊViÌÀÃÊìÊ«iÀ>ViÃ\Ê
Leemos en nuestro colega “Excélsior”: “Existen datos para creer

que en determinados salones de cine han establecido su centro de
operaciones algunas tratantes de blancas que tiene en su haber
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tomóvil, en el cine Edén y, hasta la fecha, no han sido localizadas ni
«ÀÊÃÕÃÊ>}ÕÃÌÃÃÊ«>`ÀiÃÊÊ«ÀÊ>Ê«V>»°Êº>Ê
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concreto es muy frecuente en México, como en todas las grandes
ciudades, cambiando sólo, de tiempo en tiempo, la forma en que las
alcahuetas conquistan a las flores del fango. La celestina que hizo
v>Ã>ÊÃjÊ<ÀÀ>ÊVÊ>Ê À}`>ÊìÊDon Juan Tenorio y que pri-
vó durante los tres siglos del virreinato, es uno de los muchos tipos
`ÃÊìÊ>Ê}À>Ê/iÝÌÌ?°Ê ÊiviVÌ]Ê>ÊViiÃÌ>ÊìÊÕiÃÌÀÃÊ`>ÃÊ
ÊiÃÊ>ÊLi>Ì>ÊìÊ>Ì>ÊµÕiÊÃiÊiVi`>L>Ê>ÊÌ`ÃÊÃÊÃ>ÌÃÊÃÊ
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ÕÃ>iÌiÊ >ÕiL>`]Ê ÛÃÌiÊ >ÃÌ>Ê >Ê À`>Ê ÞÊ >ViÊ ÕÃÊ ìÊ ÃÊ
avisos económicos, “para reclutar muchachas que quieran dedicar-
ÃiÊ>ÊÌi>ÌÀÊÊ>ÊVi»°Ê"Ê>L>`ÊiÊVÀÌ]Ê>Ê À}`>ÊìÀ>ÊiÃÊ
mucho más peligrosa que la aliada de Don Juan cuando se trató de
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ÌÀ>ìÀ>ÊµÕiÊ«ÃiiÊÕÊÕÃÊ>«>ÀÌ>iÌÊiÊ>ÊV>Ê,>]Ê
y una vez a la semana rifa muchachitas doncellas a diez pesos el
ÖiÀ°ÊÊVÕÀÃÊìÊV>ÃÊiÃÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊVV>ÃÊÃÊÀv>`>ÃÊVÕ>`Ê
menos media docena de veces sin que la trampa sea descubierta
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µÕiÊiÃÊÕ>ÊL>ÀL>À`>`°Ê ÊÀiÀÊÞÊiÊ>ÕLÀi]ÊVÊ>Ê À}`>ÊìÊ
Zorrilla, han pasado a la historia.23
22
Ê/iÝÌÃÊìÊÊÕ>ÊìÊ «>ÊÞÊvÌ}À>v>ÃÊìÊ>i]Êº·
ÊÀiVÕÌ>Ê
las celestinas a Las Flores del Fango?”, Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊVIII,
n. 398, 12 de agosto de 1946, p. 9-10.
23
Idem.


Ê`VÊ>ÃÌ>Ê>µÕÊ`>ÊVÕiÌ>ÊìÊiÀV>`ÊÃiÝÕ>ÊiÊÕÊÌiÀÀ-
torio delimitado de la ciudad de México e integrado por zonas
controvertidas del centro. Se ve también la participación de distin-
ÌÃÊÌ«ÃÊìÊÃÕiÌÃ]ÊiÌÀiÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÞÊVÀ>iÃ]ÊiÊVÕÞÃÊ«iÀ-
wiÃ]ÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>Ê«ÀiÃ>]ÊÀ>`V>Ê>ÊV«i`>`ÊìÊ>ÊÌi?Ì-
ca y la cadena de relaciones que participaron en la trata de blancas.
Prohibición y trata

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Ã>iÀÊ}>>`ÊVÊ>Ê«ÀLV]ÊÞ>ÊµÕiÊÕÊLÕiÊÖiÀÊìÊ
prostitutas se ubicó al interior de estos establecimientos, donde se
les llamó cabareteras y se convirtieron en las protagonistas de las
ÃÌÀ>ÃÊVÌ>`>ÃÊiÊ>ÊÌ>ÊÀ>ÊìÊMagazine de Policía:
En efecto, las falenas han hallado su acomodo en el rodeo, en los

cabaretuchos, en los restaurantes bar y se divierten y ganan tanto
dinero como antes, pero sin control sanitario para mayor peligro
de los clientes. Por otra parte, la reforma provocó una marcada
intensidad en la vida de noche, pues todos estos centros de vicio
cierran al rayar el sol en el horizonte y el negocio se hace en grande
escala, pues se calcula que en los 4,500 centros de vicio nocturnos
que existen en el D. F., hay un movimiento diario de un millón y
cuatrocientos mil pesos, de los cuales viven 40,000 personas entre
iÌ>À>Ã]Êi«ÀiÃ>ÀÃ]ÊV>ÌiÀÃ]ÊÖÃVÃ]ÊÃiÀÛ`ÕLÀi]ÊiÌV°24
24
Idem°ÊViÀV>ÊìÊ>ÃÊ>VViÃÀ>Ã]Ê ÕÃÌ>>ÌiÊÃi>ÊµÕi]Êº>ÃÊ>ÃÊVÃ>Ã]Ê
>ÃÊ>ÞÀ>ÃÊÛi>Ê«>Ã>`Ê>Ê«i>Êi}À>]Ê«ÕiÃÊiÊ>Êi`>`ÊìÊÀÊìÊ >ÀÀÊ
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y comerciales y en Rayón y Órgano casi todas las accesorias fueron adquiridas
por Juan Lenier, derribadas en gran parte y puestas a la venta en forma de lotes.
ÊÃiÊ>ÊiÛ>Ì>`ÊÞ>ÊìÀÃÊÀ>ÃV>ViÃÊiÊVÕÞÃÊL>ÃÊ>LÕ`>ÊÃÊV-
mercios y talleres. En cambio, las accesorias de las calles de Rivero, Esperanza,
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“vecinos” de esos barrios, siempre listos a la mordida”. L. F. Bustamante, “Vol-
vieron las accesorias...”.


ÃÊ«V>ÃÊÌ>LjÊViÀÊÃÕÊ>}ÃÌ]ÊÞ>ÊµÕiÊì>L>ÊLÀiÃÊ
a las prostitutas a cambio de dinero. Ante ello, hubo de expedirse
ÕÊìVÀiÌÊ«ÀiÃìV>ÊiÊiÊµÕiÊÃiÊ`VÊµÕiÊÃÊ>Ê«V>Ê
Ã>Ì>À>Ê«`>Ê>«ÀiiìÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÊiÊiiÀVVÊìÊ>Ê
prostitución. Con todo, la vida nocturna continuó vigente como
recipiente del vicio y la corrupción, además de convertirse en un
proveedor importante de “empleos” y un facilitador del “movi-
miento” de dinero.25
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por una agencia que se encargaba de negociar con los clientes la
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“de embriagarse, entregarse, bailar, y desvelarse con el cliente
por veinte pesos diarios, todos los gastos pagados”.
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iÊ>ÌâÊVÊiÊµÕiÊÃiÊiÝ>ÊiÊÌi>Ê«ÀÊ>µÕiÃÊ>ÃÊiÊiÃÌ>Ê
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a una agencia especializada al precio de veinte pesos diarios y
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L>>ÀÊÞÊiLÀ>}>ÀÃiÊVÊÃÕÊ>µÕ>`ÀÆÊÎ®Ê ÃÊVÕÀÃÊVÊ>Ê
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V>ÃÊVÊjÃÌ>Ê>µÕ>ÊiÊ ÃÌ>`ÃÊ1`ÃÊ>ÃÊ>}i-
cias por diez dólares diarios y todos los gastos pagados.
25
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>VViÃÀ>ÃÊìÊ>ÃÊVÕ>ÌÀÊâ>ÃÊÀ>ÃÊìÊ>ÊVÕ`>`Êp*>>ÀÌÃ]Ê,>Þ]Ê$À}>Ê
y Rivero— que funcionaban antes de la aparición de la Reforma Cárdenas-
-ÕÀLÊÞÊµÕi]Ê«>À>Ê£{È]Ê>L>Êì>`ÊìÊiÝÃÌÀÊÊÃiÊ>L>ÊÌÀ>ÃvÀ>`ÊiÊ
restaurant-bars°Ê°Ê°Ê ÕÃÌ>>Ìi]Êº-iÀÌ>ÃÊìÊV«>>°°°»°


"ÌÀÊvÌÀÀi«ÀÌ>i]ÊºÕiÀiÃÊ}>}ÃÌiÀÃ»]Ê«ÕLV>`ÊiÊÓÈÊìÊ
viLÀiÀÊìÊ£{xÊÞÊwÀ>`Ê«ÀÊ>À>]ÊÃÊ>L>ÊìÊ>ÃÊV>L>Ài-
ÌiÀ>ÃÊiÊÃÕÊv>ViÌ>Ê?ÃÊ>ÃÌÕÌ>]Ê>ÊìÊiiVÕÌÀ>ÃÊìÊ>ÊÛiV>]Ê>Ê
VÕ>ÊiÀ>Ê«>ÀÌiÊìÊ>ÊVÌ`>`>`ÊìÊ>Ê>ÞÀ>°Ê ÊiÃÌiÊÌiÝÌÊÃiÊ
describe cómo26
QiRÃ>ÃÊÕiÀiÃÊìÊ>ÊViÊ>ÊVÀi>`ÊÕÊ}À>ÛiÊ«ÀLi>Ê«>À>ÊÃÊ
>LÌ>ÌiÃ°ÊÌiÃ]ÊÌ`ÊiÊÕ`ÊÃ>L>ÊVÕ?iÃÊiÀ>Ê>ÃÊV>iÃÊ«ÀÊ>ÃÊ
VÕ>iÃÊÊìL>ÊÌÀ>ÃÌ>ÀÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÃÌ>Ã]Ê«iÀÊ>À>ÊÃiÊiâ-
V>Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊVÊ>ÃÊi«i>`>ÃÊµÕiÊÃ>iÊìÊÃÕÃÊwV>Ã]ÊVÊ
À>`>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊµÕiÊÃiÊÛiÊ«ÀiVÃ>`>ÃÊ>ÊV>>ÀÊ«ÀÊ>ÃÊV>iÃÊ
de San Juan de Letrán, Aquiles Serdán, Donceles, Marconi, Xico-
ÌjV>Ì]Ê
ìÃ>]Ê->Ì>Ê6iÀ>VÀÕâ]Ê->Ì>Ê>À>Ê>Ê,i``>]Ê$À}>]Ê
Dos de Abril, Avenida Hidalgo, Guerrero, Cinco de Mayo, Madero,
£ÈÊìÊ-i«ÌiLÀi]Ê1ÀÕ}Õ>Þ]Ê«iâ]ÊÞÕÌ>iÌ]Ê6âV>>Ã]Ê*iÀi`]Ê
Mesones, Pino Suárez, Fray Servando Teresa de Mier y no continua-
ÃÊVÊ>ÊÃÌ>Ê«ÀµÕiÊÊÃÊ>V>â>À>ÊiÊ«>«i°Ê9ÊiÃ>ÃÊ«iÀÃ>ÃÊ
de buena conducta sufren bochornos sin cuento porque muchos
hombres las abordan al suponer que son unas de tantas aventureras.
>ÃÊiÃVi>ÃÊµÕiÊÛiÃÊÊÃÊ>`>Êi`wV>ÌiÃ°Ê>ÊÀ>ÊL>ÀÀiÊÃÊ
ÃÕiÃ]Ê>ÃÊÛiVÌ>ÃÊìÊVÀÌ>Êi`>`ÊµÕiÊÛiÊ>Ê>ÃÊ>À«Ã>ÃÊÛiÃÌÀÊ
VÊÌ`ÊÕ]ÊÃiÌiÊiÛ`>ÊÞÊÕV>ÃÊìÊi>ÃÊ`>ÊiÊ«>ÃÊv>Ì>Ê
que las lleva, irremisiblemente, a convertirse en una de tantas.27
Prosigue el autor de este relato contando cómo eran los có-

`}ÃÊÞÊ>ÊvÀ>ÊìÊ«iÀ>ÀÊµÕiÊ>Ê«>`>Ê>Ìi>°Ê*ÀÊ«iÀÊ
ÕÊii«]ÊìÃVÀLiÊµÕjÊ«`>ÊÃÕViìÀÊiÊV>ÃÊìÊµÕiÊÕ>ÊÕiÀÊ
de la misma pandilla intentara conquistar al padrote de otra.

ÊÃiÊÃ>L>]Êº>ÃÊ>À«Ã>ÃÊiÌÀi}>ÊiÊìÀÊµÕiÊ}>>Ê
VÊÃÕÊVÕiÀ«]Ê>Ê`Û`ÕÃÊÃÊiÃVÀÖ«ÕÃÊµÕiÊÛÛiÊìÊ>ÊiÝ«-
Ì>VÊìÊÃÕÊÕiÀ°Ê-ÕiÌÃÊµÕiÊ>VÕìÊ>ÊÃÊV>L>ÀiÌÃ]ÊÃ>iÃÊìÊ
baile, cantinas, etcétera, a gastar el dinero de sus amantes. Y
ÛÃÌiÊLi]Ê«ÕiÃÊiÊÀ}ÕÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÃÊÌÀ>iÀÊLiÊÌÀ>i>`Ê
a su hombre y con muchos pesos en la bolsa”. Si éste era sorpren-
``Ê«>ÌV>`ÊVÊÌÀ>ÊÕiÀ]Êi>ÊiÀ>ÊiÛ>`>Ê>ÊvÀiÌiÊìÊ>ÊºÀ}>-
nización criminal” y puesta sobre aviso de represalias más seve-
ras en caso de continuar con dicha actitud. También comentaba
26
Ê>À>]ÊºÕiÀiÃÊ}>}ÃÌiÀÃ»]ÊMagazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊVI,
n. 322, 26 de febrero de 1945, p. 5.
27
Idem.


cómo al prohibirse las zonas de tolerancia la prostitución invadió

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L>ÊÃÕÊVÃ°Ê*>À>ÊÃ>LiÀÊVÕ?ÌÊìL>ÊÀiVLÀÊiÊwV>]ÊÃiÊ
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iÊ«V>ÊVÀÕViÀÊiÀ>ÊVÕiÌ>Ê>«>ÀÌi]Ê«ÕiÃÊVÊÃiÊiV>À}>L>ÊìÊ
dar aviso en el momento en que se aproximaba la camioneta
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ÌiÕVÃ]ÊÀiVL>ÊÃÕÊìÀÊ>«>ÀÌi»°28
El cambio de escenario de la calle al cabaret fue analizado de
>iÀ>Ê«>V>LiÊiÊ£ÇÊìÊ>ÀâÊìÊ£{ÇÊiÊÕÊÀi«ÀÌ>iÊiÝVÕ-
sivo para Magazine de Policía escrito por El Duende de Bucareli.
-ÕÃÊÃÕLÌÌÕÃÊìV>ÊÊÃ}ÕiÌi\ÊºÃÊ>>`ÃÊV>L>ÀiÌÃÊÊÃÊ
?ÃÊµÕiÊiVÃÊ`ÃÕ>`ÃÊpÊ*jÃÊii«Ê«>À>Ê>ÊÕ-
ventud — No se hallan a la distancia reglamentaria — Que se
cierren centros de vicio y se abran escuelas”.29 La transformación
ìÊÃÊiÃ«>VÃÊÕ}ÊÕÊ«>«iÊìVÃÛÊiÊiÃÌ>ÊÃÌÀ>\
No son menos de dos mil los lenocinios disfrazados de cabaret que

hay en la capital, mucho en lugares céntricos y cerca de las escuelas.
>ViÊ>}ÕÃÊ>ÃÊiÃÃÊÕ}>ÀiÃÊiÀ>ÊV>Ì>ÃÊVÊiÃiÀ>ÃÊµÕiÊÌi-
>Êì>Ã>`>ÃÊLiÀÌ>ìÃÊiÊÃÕÊÌÀ?wVÊVÊÃÊ«>ÀÀµÕ>Ã°ÊiÃ-
pués esos centros de vicio adquirieron “ruidolas” con lo que se
VÊ>}ÊìÊL>i°ÊÊw]ÊÃiÊiÃÊ`ÊiÊ««ÃÊLÀiÊìÊV>L>ÀiÌ°Ê
El ambiente de disipación, embriaguez y perversión de los sentidos,
se completó con el baile, y ya con orquestas, “ruidolas” o mariachis,
ÕiÀiÃÊ«Ì>ÀÀ>i>`>ÃÊÞÊLÀiÃÊìÊ«VÃÊiÃVÀÖ«ÕÃÊÃiÊV«i-
tó el ambiente. Como en toda esa clase de lugares hay también
comercio subrepticio de drogas heroicas, a ciencia y paciencia de
ÃÊÃ«iVÌÀiÃÊµÕiÊÃÊÃÃÊ`ÕiÃÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊ«>}>Ê«ÀÊ
orden de las autoridades del Distrito y el que paga, manda.30
28
Idem.
Ê ÊÕiìÊìÊ ÕV>Ài]Êº>ÊV>«Ì>ÊiÌÀiÊÃÊÌiÌ?VÕÃÊìÊÛV°Ê,i«ÀÌ>iÊ
29
iÝVÕÃÛÊ«>À>Ê*V>°ÊÃÊ>>`ÃÊV>L>ÀiÌÃÊÊÃÊ?ÃÊµÕiÊiVÃÊ`ÃÕ-
lados”, Magazine de Policía, México, D. F., 17 de marzo de 1947, p. 3-4. Otro re-
«ÀÌ>iÊµÕiÊ>«>ÀiVÊÕÃÊiÃiÃÊìÃ«ÕjÃÊÞÊ>`>L>ÊiÊ>ÊÃ>Ê«ÀLi?ÌV>Ê
vÕiÊiÊìÊ ÀµÕiÊjÝ]Êº*ÀÃÌÌÕV°Ê i}ÊÖiÀÊ£°Ê1À}iV>ÊìÊ«>Ì>ÀÊ
en México una verdadera zona de tolerancia para evitarlo”, Suplemento Magazine
de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIII]Ê°ÊÓ{È]ÊÓ{ÊìÊÕÊìÊ£{Ç]Ê«°ÊÎ{°ÊµÕÊÕÃÌÀ>ÃÊ
iÃÌiÊÌ«ÊìÊÌV>ÃÊVÊiÊvÌÀÀi«ÀÌ>iÊÃi>>`ÊVÊw}ÕÀ>Ê{°
30
El Duende de Bucareli, “La capital entre los tentáculos...”.


Sin tomar en cuenta la buena dosis de moralismo que nos

entrega este otro periodista, su nota ilustra la adaptación del
cabaret al escenario social planteado por la comentada reforma
>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>ÃÊVÊ>ÃÊVÃiVÕiV>ÃÊìÊiÃÌ>ÊÖÌ>ÊiÊ
ÕÊVÀÌÊ>«ÃÊìÊÌi«°Ê-i}ÖÊ ÊÕiìÊìÊ ÕV>ÀiÊÞÊÃÕÃÊ
colegas de Magazine de Policía]Ê>L>ÊÃ`ÊÕÊiÀÀÀÊ>LÀÊ>Êâ>Ê
ìÊÌiÀ>V>ÊiÌÀ«Ì>>]ÊÞ>ÊµÕiÊiÃÌÊ>L>ÊV>Ã>`ÊµÕiÊ
las prostitutas se diseminaran por las calles, “confundiéndose
VÊ>ÃÊÃiÀ>ÃÊìViÌiÃÊÞÊi>`ÊV>iÃÊVjÌÀV>Ã»°31
Para dar énfasis a su relato, el Duende retomó el caso de una
ÌÀ>L>>`À>ÊµÕiÊÃiÊµÕiÊìÊ>ÊÀ>`>`ÊìÀÛ>`>ÊìÊiÃÌÃÊ
ÃÌÃ°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>ÊÕiÀ]ÊVÕ>`ÊÃÕÊ>ÊìÊÓäÊ>ÃÊÛÛ>Ê
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>Ê ÃÕÊ V>Ã>]Ê «ÀÃi}Õ>Ê >Ê ÃiÀ>]Ê ºÌ`>Ê >Ê Vi]Ê iÊ ÕÊ V>L>ÀiÌÊ
ubicado cerca se producen escándalos, ruidos estrepitosos, es-
«iVÌ?VÕÃÊìÃiÃÌÃÊÞÊÌ`Ê>µÕiÊµÕiÊ«iÀÕ`V>Ê>ÊÀ>ÊÞÊ
las buenas costumbres”.32
El Duende de Bucareli se dio a la tarea de recorrer las zonas
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V>iÃÊìÊâ>â>}>]ÊÕiÀÀiÀÊÞÊ6âV>>Ã]ÊiÊiÊViÌÀÊìÊ>ÊV>«Ì>°Ê
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µÕiÊÃiÊViÀÀ>À>ÊÃÊ>ÌÀÃ°Ê/>LjÊÃiÊiÌÀiÛÃÌÊVÊÕÊÕÀÃÌ>]Ê
el licenciado Francisco del Valle, para que le explicara —legiti-
>À>]ÊiÊÌÀÃÊÌjÀÃpÊ>Ê«ÀLi?ÌV>°Ê ÊÕÀÃÌ>ÊÃiÊiÝ«ÀiÃÊ
de la siguiente manera:
ÃÌiÊ«ÀLi>ÊiÃÊµÕâ?ÃÊÌ>ÊÛiÊVÊ>ÊÕ>`>`ÊVÛâ>`>ÊÞÊ
ÕV>ÊÃiÊ>Ê«iÃ>`ÊiÊ>LÀÊ>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊiÃ>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÃÊ
que siempre se ha reglamentado y lo que debe abolirse es la explo-
tación de ellas por otras personas. Ahora que parece que el nuevo
}LiÀÊiÃÌ?ÊÀiVÌwV?`ÃiÊÞÊ>µÕ>Ì>`ÊÛ>ÀiÃÊÀ>iÃ]ÊÃiÀ>Ê
VÛiiÌiÊµÕiÊiÊÕ}>ÀÊL>ÃÌ>ÌiÊi>ÊìÊ>ÊVÕ`>`]ÊÃiÊVÀi>À>ÊÕ>Ê
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µÕiÊÊÃÊ?ÃÊµÕiÊViÌÀÃÊìÊviVVÊÀ>ÊÞÊvÃV>°Ê-i«ÀiÊ
31
Idem.
32
Idem.


iÃÊVÀi`ÊÊÃÊµÕiÊ>wÀ>ÊiÊÃiÀÊViV>`ÊìÊ6>iÊÞÊ
esperamos que las autoridades atiendan los deseos de personas
honestas que son expuestos por medio de nuestro semanario.33
Observamos la reiterada alusión a la higiene y la moral

pºViÌÀÃÊìÊviVVÊÀ>ÊÞÊvÃV>»pÊiÊV>`>ÊÕ>ÊìÊ>ÃÊÌ>ÃÊ
«iÀ`ÃÌV>ÃÊVÌ>`>ÃÊVÊ«>ÀÌiÊìÊ>?ÃÃÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊ
ÃiÝÕ>°Ê"ÌÀÃÊÌ>ÌÃÊÀi«ÀÌ>iÃÊìÃVÀLiÀÊÃÌÀ>ÃÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÃÊ
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V>L>ÀiÌiÀ>ÊÕ}>L>ÊÃi«ÀiÊÕÊ«>«iÊ«ÀÌ>}V°34
ÊiÊÀi>ÌÊÃiÊVVÕ>\ÊºiÃÌ>ÊÕiÛ>ÊÌÀ>}i`>ÊiÃÊÃÊÕ>Ê?ÃÊ
de las ocurridas en la misma forma en otros cabaretuchos re-
vÕ}ÊìÊ>«iÃÊÞÊÕiÀâÕi>ÃÊìÃÛiÀ}â>`>Ã°°°ÊìÊÌ>Àâ>iÃÊ
ÞÊ«V>ÃÊÀ>iÃ»°Ê9ÊiÃÊµÕi]ÊÀi«>À>L>ÊiÊiÃVÀÌÀ]Ê
[l]os sórdidos cabaretuchos de barriada han sido siempre teatro

de las más tenebrosas tragedias. En el interior de esos antros as-
µÕiÀÃÃ]Ê«iÌÀVÃÊìÊ>Ã>ÃÊÞÊVÕÞÊ>LiÌiÊìÊ«ÀÊÃÊ«iÃ>`Ê
ÃiÊÛiÊÕL>`ÊìÊÕÊìÊÃÊV}>ÀÀÃÊÞÊiÊÕVÃ>ÃÊV>ÃiÃÊ
hasta de olor inconfundible de mariguana, se planean robos, asaltos,
VÀiiÃÊµÕiÊÕV>ÃÊÛiViÃÊÌiiÊVÊiÃVi>ÀÊÕÊÃÕVÊ}>L-
nete del establecimiento. Los cantineros o encargados de estos cen-
ÌÀÃÊìÊÛVÊÃÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>Ê}iÌiÊÃÊiÃVÀÖ«ÕÃ]Ê`Û`ÕÃÊ
con los más sangrientos antecedentes que ya tienen en su “debe”
ÕV>ÃÊÛ`>Ã°Ê ÃÌÃÊÃÕiÌÃÊV>ÃÊÃi«ÀiÊÃÊìVÕiÌiÃ]ÊiÝÊ«Ài-
sidiarios o matones que huyen de su pueblo natal y han encontrado
refugio en esta capital que les escuda y les protege con su turbia
vida nocturna.35
>ÃÊV>L>ÀiÌiÀ>ÃÊìÛiÀÊiÊºÕiÀâÕi>ÃÊ>ÀÀ>ÃÌÀ>`>ÃÊ«ÀÊ
sus vicios, hembras del arroyo que lo mismo bailan con un hom-
bre y le brindan sus caricias en un hotel barato, asesinan a
ÌÀ>VÊ>Ê>}]Ê`À}`>ÃÊÊ>VÃi>`>ÃÊ«ÀÊÃÕÃÊ«VÃÊÊÌ>À-
â>iÃÆÊ Ì>Ê ÛiâÊ «ÀÊ Ê ÀiÌÀ>`Ê ìÊ ÃÕÊ ÕLV>V]Ê V>ÃÊ ÕV>Ê iÃÊ
molestan las autoridades policiacas”.36 Sin embargo, la imagen
33
Idem.
34
Tenebario, “Crimen en un cabaretucho”, Magazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊXI, n. 430, 24 de marzo de 1947, p. 2.
35
Idem.
36
Idem.


se queda corta si no se menciona al “imperio del hampa”, el cual

está constituido por
[…] hampones, ebrios consuetudinarios, chulos y asesinos bravu-

ViÃ]ÊÞÊìÊÕiÀiÃÊVÕÞ>ÊÛiÀ}Øiâ>Ê>ÊìÃVi``Ê>Ê?ÃÊL>ÊìÊ
los niveles, si es que el vicio puede catalogarse por etapas, reina la
iÞÊìÊ>«>°ÊÊÃiÊÕi}>Ê>ÊÛ`>ÊÃÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃÊ«ÀÊ}Õ>Ê
sin que haya o pueda haber quien delate al que segó una vida con
iÊwÊìÊÕÊVÕV]ÊìÊÕÊL>>âÊÊìÊÕÊ}«iÊìÊLÌi>°Ê Ê
ÕV>ÃÊÛiViÃÊ>ÃÊiLÀ>ÃÊÃiÊÀ>>Ê>ÊV>À>ÊÕ>ÃÊ>ÊÌÀ>Ã]ÊVÀÀiÊ>Ê
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llegan a saberlo en las delegaciones, pues cuando no se oculta todo
iÌÀiÊiÃ>Ê}iÌi]ÊÃiÊVÕiÌ>ÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>ÊìÊV>ÃÃÊVÊ>ÊV«V`>`Ê
ìÊ>Ê«V>]ÊµÕiÀÊìVÀÊVÊÃÊ}i`>ÀiÃÊìÊÃÊVÀÕViÀÃ]ÊV>ÃÊ
siempre sobornados o pagados por el mismo tabernero.37
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ÃÊ«V>ÃÊµÕiÊ>VÕ`>Ê>Ê>ÃÊV>Ì>ÃÊ>ÊÀiVLÀÊÃÕÊVÕÌ>ÊìÊ>ÃÊ
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Õ``ÃÊVÊiÃÌÃÊÖÌÃ]ÊÃÃ>-
caban a los borrachos y, como en la historia anterior, la noche
terminaba en sangre. En ocasiones ellos mismos eran los encar-
gados de sacar el cadáver para no provocar la clausura del antro.
A las restricciones en los espectáculos y a la aplicación de la
ÀivÀ>ÊµÕiÊ«iÀÃi}Õ>Ê>LÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊÃiÊÃÕÊÕ>ÊºV>-
«>>ÊÀ>â>`À>»Ê«>Ìi>`>Ê«ÀÊiÀ>`Ê
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ìÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>Ê£{È£x£®]ÊÞÊiiVÕÌ>`>Ê
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>ÕÃÕÀ>`ÊÕÊÌi>ÌÀÊ«À}À?wV°ÊÕi-
ÌÊ¼ Ê,ì½Ê»]Ê«ÕLV>`>ÊiÊ£ÊìÊÕÊìÊ£{n°38Ê-i}ÖÊiÊ«iÀ-
`ÃÌ>Ê ÕÃÌ>>Ìi]Ê>ÊV>«>>
[…] dispuso que el rodeo fuese suspendido en toda la ciudad y ce-

rradas las accesorias, bien bastan los cabaretuchos para cumplir la
misión que la falena tiene ante la sociedad civilizada de occidente.
En el fondo, lo que el general Lobato fue buscando, fue evitar la
37
Idem.
38
Ê°Ê°Ê ÕÃÌ>>Ìi]Êº
>ÕÃÕÀ>`ÊÕÊÌi>ÌÀÊ«À}À?wV°ÊÕiÌÊ¼ Ê,-
ì½»]ÊSuplemento Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIII]Ê°ÊÓx]Ê£ÊìÊÕÊìÊ
1948, p. 14.


bárbara mordida que algunos de sus subordinados daban a las

v>i>ÃÊÞÊ>Ê>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊìÊiV°Ê-ÊµÕi]Ê>«i>ÃÊ
nos estábamos acostumbrando a ver las calles libres de mariposillas
del amor y cerradas las accesorias del Órgano, Rivero, Jiménez,
i>Ûi]ÊiÌV°]ÊÞÊ>LiÀÌÃÊ`>ÊÞÊViÊÃÊÌiÕVÃÊìÊVÕ>ÀÌÃÊ«ÀÊ
i`>ÊÀ>ÊìÊ->ÊÕ>ÊìÊiÌÀ?]Ê Û>À]ÊViiÃ]Êiì]ÊiÌV°]Ê
VÕ>`ÊiÊViÀVÊVÌÊìÊV>ÀiÊL>V>ÊvÕiÊÀi>Õ`>`ÊiÊ}À>-
de escala. Con profundo disgusto del general Lobato, que no puede
pelear con todo mundo, sobre todo cuando, de por medio hay gran-
des intereses de influyentes. Ahora bien, como el licenciado Casas
Alemán, la autoridad máxima del Distrito federal, ha declarado que
iÃÊ>ÕÌÀÊÞÊÃi}ÕÀ?Ê>ÃÌ>ÊVVÕÀÊÃÕÊV>«>>ÊÀ>â>`À>]Ê«iÃiÊ>Ê
quien pese, tiene la palabra.39
ÊiÊÌ>iÊÀi«ÀiÃiÌ>`ÊiÊiÃÌiÊvÌÀÀi«ÀÌ>i]ÊÃiÊ«ÕÃÊ
énfasis en las propuestas escénicas mediante las que se exhibie-
ÀÊ>ÊìViV>ÊìÊV>ìÀ>ÃÊÞÊVÕiÀ«ÃÊVÊvÌ}À>v>ÃÊìÊ>ÃÊ
>VÌÀViÃÊiÝÌV>Ã]ÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>ÃÊi>ÃÊÌÀ>â>`>ÃÊ«ÀÊ>ÊV>-
«>>ÊìÊº}iiÊÀ>»°40
Pachucos desalmados
En una caricatura de Manuel Morán publicada en la revista Vea,

ÛiÃÊ>Ê>}iÊìÊ}À>ÌiÊiÝV>ÊµÕi]ÊÃi}ÖÊÕÊÃiVÌÀ]ÊÃiÊ
ºVÀÀ«>»Ê`ÕÀ>ÌiÊÃÕÊiÃÌ>V>Ê}À>ÌÀ>ÊiÊÃÊ ÃÌ>`ÃÊ1-
`ÃÊÞÊÃiÊÛÛ>Êº«>VÕV»°Ê ÊÌÀ>ÊV>ÀV>ÌÕÀ>ÊìÊÃÊÀ?]Ê
vemos en un salón de baile mexicano a un individuo que no
ÌiiÊwVÊÊLiiwV]ÊL>>ÊÕÞÊLi]ÊiÝ«Ì>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊ
ÛÛiÊ iÊ Õ>Ê «V}>°Ê ÃÌiÊ ÖÌÊ ÃiÊ ìÌwV>Ê VÊ iÊ «>VÕVÊ
norteamericano nada más por el atuendo.41 Sobre el “pachuco”
ÃV>L>ÊÃ}ÃÊìÊÝivL>ÊÞÊÀiV>â°Ê-ÕÊw}ÕÀ>ÊÃiÊ«iÀVL>Ê
como una pérdida de la supuesta esencia de lo mexicano frente
39
Idem.
40
Idem.
41
Ê
>ÀV>ÌÕÀ>ÊìÊ>ÕiÊÀ?]Êº À>ViÀ>Ã»]ÊVea, México, D. F., 20 de abril
ìÊ£{x]Ê«°Ê£äÆÊÞÊ>ÕiÊÀ?]Êº«ÕÌiÃÊV>iiÀÃ»]ÊVea, México, D. F., 2 de
>ÀâÊìÊ£{x]Ê«°Ê£ä°Ê6j>ÃiÊw}ÕÀ>ÃÊxÊÞÊÈ°


>ÊLÀ`ÃÊVV>]ÊÊµÕiÊ>Ê>V>ÊVÀÀÕ«ÌÀ>ÊìÊ>ÊÃVi`>`Ê
ÞÊìÊ>ÊÕiÀÊiÝV>>°
Ya vimos que en las historias de la vida nocturna el protago-
nista masculino por excelencia era el “pachuco” o “cinturita”,
también conocido como padrote. Para la prensa mexicana de
Ì>ÊÀ>]ÊºÃiÊÌÀ>Ì>QL>RÊìÊ`Û`ÕÃÊìÊ>>ÊV`ÕVÌ>ÊµÕiÊ>-
Li`Ê iVÌÀ>`Ê ÕÊ jÌ`Ê v?VÊ «>À>Ê ÛÛÀÊ ÃÊ ÌÀ>L>>ÀÊ ÃiÊ
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manos”.42Ê/>LjÊÃiÊ>V>ÊÀiviÀiV>Ê>ÊiÃÊ`Vi`ÊµÕi]Ê
QoRÊiÊÃÊL>ÀiÃÊìÊ->Ì>Ê>À>Ê>Ê,i``>]Ê>LÀiÊiÞÛ>]Ê*i-
ralvillo, San Miguel, Guerrero, etcétera, abunda[ban] tipos de esta
iÃ«iVi]ÊµÕiÊÃÊÛiÀ`>ìÀÃÊw}ÕÀiÃÊÞÊÃiÊ`ÃÌ}ÕiÊ«ÀÊÃÕÊiÝÌV>Ê
>iÀ>ÊìÊÛiÃÌÀ°Ê ÊÃÕÊ>ÞÀ>ÊÕViÊ}À>ìÃÊV«iÌiÃÆÊ>ÕÊVÕ>`Ê
ya lo han abolido los “pachucos” profesionales y solamente se dis-
tinguen por sus zapatos blancos y corbatas de chillantes colores.43
Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÃiÊìÌwVÊ>Ê«>`ÀÌi]Ê>ÊºVÌÕÀÌ>»]ÊVÊiÊº«>-
VÕV»]Ê«ÀÊiÊÃiÊiÊ`LÕÊìÊiÃÌ>ÊvÀ>ÊiÊ>ÃÊÃÌÀiÌ>Ã°Ê Ê
mencionado vestuario fue utilizado por los actores en las fotos
Ì>`>ÃÊ«>À>Ê>ÃÊvÌÃÌÀ>Ã°ÊÃÊÃiÊiÊÛÊÌ>LjÊiÊÃÕÊV>À>V-
terización como estereotipo de la cultura popular metropolitana:
sin muchos de los componentes ideológicos —mantuvo el vestua-
rio y el spanglishpÊµÕiÊiÃÌiÊ«iÀÃ>iÊÃÕ}iÀ>Ê>ViÀV>ÊìÊ>Ê«ÀLi-
mática en la frontera norte mexicana. En Magazine de Policía, el
“pachuco” estuvo relacionado con el entorno del vicio por ser tam-
bién intermediario y proveedor de drogas y alcohol en los antros.
Los “cinturitas” o “pachucos” tuvieron en su entorno domés-
ÌVÊÕÊ«ÀiÀÊÖViÊìÊ>VVÊ>Êì`V>ÀÃiÊ>Ê>ÊiÝ«Ì>VÊ
ÃiÝÕ>ÊìÊÕiÀiÃÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊiV°Ê}Õ>ÃÊìÊ>ÃÊÃÌÀ>ÃÊ
?ÃÊÀi«iÌ`>ÃÊiÊ>ÊÌ>ÊÀ>ÊvÕiÀÊ>µÕj>ÃÊµÕiÊìÃVÀLiÀ]Ê
o bien las golpizas y los homicidios perpetrados en contra de
ÕiÀiÃÊ«ÀÊÊ>LiÀÊLÌi`Ê>ÃÊ}>>V>ÃÊiÃ«iÀ>`>ÃÊ«ÀÊÃÕÊ
iÝ«Ì>`À]ÊÊLiÊÃÊVÀiiÃÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊÌiÀ>L>Ê
cometiendo ante tales abusos.
42
Ê-iÀ}Ê ÀµÕiÊiÀ?ìâ]ÊºÃ>V>LiÃÊ¼«>VÕVÃ½»]ÊMagazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIII, n. 261, 13 de noviembre de 1947, p. 11-12.
43
Idem.


La siguiente historieta cuenta un relato muy frecuente. Iden-

ÌwV>`>ÊVÊ>ÊV`VÊÛÕiÀ>LiÊìÊ>ÊÕiÀÊÞÊÃÕÊÃÌÕ>VÊ
>ÌiÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>À`ÊÊ>>ÌiÊ`ÕÀ>ÌiÊ>µÕiÃÊ>Ã]Ê
sirvió para reforzar la propaganda del miedo a la vida nocturna
en la ciudad de México. La historieta, publicada el 19 de agosto
ìÊ£{n]ÊiÛ>Ê«ÀÊÌÌÕÊº Ý«Ì>L>Ê>Ê>ÊÕiÀ»°Ê-ÕÊV«ÃVÊ
nos permite subrayar algunos detalles de la representación del
pachuquismo. En primer lugar estaba el ámbito doméstico y la
Ài>VÊìÊÛiV>ÊiÊ>Ê«>Ài>Ê>ÃÊVÊ>Ê>«>ÀiÌiÊ«ÃL-
`>`ÊìÊ>ÊÕiÀÊìÊìÃi«i>ÀÊÌÀÊÌÀ>L>°Ê ÃÌÊiÃÊÊµÕiÊÃiÊ
consideraba como el trágico sino de las cabareteras.
ÊÀi>ÌÊVÌ>L>ÊVÊiÊÃiÀÊ/À`>`Êâ?iâÊìÊ`>Ê
“tuvo la suerte de encontrar una mina de oro en la persona de la
ÛiÊ,Ã>Ê>ÀÌiâÊ«iâ°ÊÃÊ`ÃÊÃ«>Ìâ>ÀÊÞÊ,ÃÌ>ÊvÕiÊ
mandada a la calle de Órgano, para que se convirtiera en ven-
dedora de caricias. La muchacha aceptó y comenzó su vida de
depravación”. González de Anda se quedaba en casa a cuidar del
Ê ìÊ >Ê ÛiÊ iÌÀ>ÃÊ jÃÌ>Ê ÌÀ>L>>L>ÆÊ >Ê w>Ê ìÊ `>Ê i>Ê
i}>L>ÊVÊ>ÃÊ}>>V>ÃÊìÊ>ÊÀ>`>°Ê-ÊiL>À}]Ê«ÀÌÊ
Viâ>ÀÊÃÊ}«iÃÊÞÊ>LÕÃÃÊ>V>Ê>ÀÌiâÊ«iâÊ«ÀµÕiÊ
ÊiÛ>L>ÊÃÕwViÌiÊìÀ]Ê>ÃÊµÕiÊjÃÌ>ÊÃiÊ`Ã«ÕÃÊ>Êì>ÀÊ>Ê
â?iâÊìÊ`>°ÊÊ>L>`ÊVÊ>Êì>ÊìÊÃVÀLÀÊ>ÊÃÕÊÊ
en un internado “con lo que ganaba en el comercio vil en que se
>L>ÊiÌ`»°Ê]Ê«ÀÊÃÕÊ«>ÀÌi]Ê>ÊLÕÃV]ÊiVÌÀÊÞÊ>i>âÊìÊ
ÕiÀÌiÊVÊÕÊ«Õ>°ÊÌiÊiÃÌ]Êi>ÊÊìÕV]Ê«ÀÊÊµÕiÊÃiÊ
le acusó del delito de lenocinio,44ÊiÊVÕ>ÊiÃÌÕÛÊÌ«wV>`ÊVÊ
tal en el Código Penal de 193145Ê Ûj>ÃiÊ w}ÕÀ>Ê Ç®°Ê ÃÊ `LÕÃÊ
ÕiÃÌÀ>]ÊL>Ê>Ê«ÌV>ÊìÊºÀi>ÃÊ>Ê>ÊiÝV>>»]Ê>ÊLiÀ>-
VÊìÊ>ÊÕiÀÊÊÃÊìÊ>ÊV`VÊìÊ>LÕÃ]ÊÃÊÌ>LjÊ
de la condición de prostituta.46 En el primer cuadro se ve el ros-
Ê°ÊÛ>ÊÀ°]Êº Ý«Ì>L>Ê>Ê>ÊÕiÀ»]ÊMagazine de Policía, México, D. F.,

44
>ÊIII, n. 302, 19 de agosto de 1948, p. 13.

45
Código Penal Federal]Ê/>iÀiÃÊÀ?wVÃÊìÊ>Ê >VÉ/Ã>ÊÞÊ ÀVÊ>À-
Ìiâ]Ê£Î£]Ê«°Ê{Î°
46
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Aurrecoechea y Armando Bartra, Puros cuentos II. Historia de la historieta en
México, 1934-1950]ÊjÝV]ÊÀ>LÉ
ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊ
Artes, 1993, p. 192.


tro feliz del explotador. Conforme avanza el relato, se ven caras

sin expresión, el movimiento del brazo del abusador al darle un
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>ÊÃÌÀiÌ>Êº->Û>iÊ}«â>ÊiÊ«À«ÊÕÊ>L>LiÊV-
turita”, publicada el 18 de abril de 1849, contaba la historia de
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timo, muy conocido en “todos los cabaretuchos de mala muerte”,
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ro modus vivendi»°Ê>Ê>ÀÀ>VÊVÌÖ>\
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con un cliente cuando entró Enrique y sin decirle agua va, la empren-
`Ê>ÊLÌi>âÃÊVÊi>°ÊÃÊ«V>ÃÊµÕiÊìÊÛiâÊiÊVÕ>`Ê>ÀÀiÃ-
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Las imágenes revelan los hechos a través de los claroscuros

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ilustraciones mostraban al “pachuco” en el acto de golpear en la
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47
Êº->Û>iÊ}«â>ÊiÊ«À«Ê>L>LiÊVÌÕÀÌ>»]ÊMagazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊII, n. 537, 18 de abril de 1949, p. 7.
48
Idem.


del maltrato “a pesar de ser ramera”, y del antro, “foco vergon-

zante de toda clase de delincuencia”.49
En la fotohistoria de Nico Medina y Adrián Devars Jr. titu-
>`>Êº Ê¼*V½ÊÃiÊÛi}ÊìÊ>Ê>»ÊÞÊ«ÕLV>`>ÊiÊÓäÊìÊÃi«Ìi-
bre de 1948, la caracterización del “cinturita” como un pocho
ÀiVjÊi}>`Ê>Ê>ÊV>«Ì>ÊÞÊ«iÀÃi}Õ`Ê«ÀÊ>Ê«V>ÊÀivÕiÀâ>Ê>Ê
imagen estereotipada del “pachuco”:
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comenzó de nuevo en las andadas buscando alguna incauta caba-
retera para que lo mantuviera y viviera sabrosamente.
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nuela no aceptó.
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siguió instándola a que aceptara sus proposiciones. “Mira darling”
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Ì`ÊºÞÊi>ÀÌ»°Ê>ÊÛiÊÃ}ÕÊ«iÀÌjÀÀÌ>ÊÃÕÊV>ÊÃÊ>ViÀÊ
V>ÃÊ>Ê«VÊµÕiÊìÊÌ`>ÃÊ>iÀ>ÃÊµÕiÀ>ÊµÕiÊ>Õi>ÊiÊVÀÀiÃ-
pondiera.
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Ê>Õi>ÊiÀ>ÊiÃÌ>`>Ê«ÀÊ*iÌiÀÊÃiÊV>LÊìÊ
cabaret y fue a “La Falena Inquietante”, donde bailaba “Kosentina”,
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Ì}À>v>Êx°Ê*iÌiÀÊ*>ViÃÊ`}>`Ê«ÀÊ>LiÀÊÃ`ÊÀiV>â>`Ê«ÀÊ
Manuela, se lo fue a contar a Eduviges Cantalauva, que era enemi-
ga irreconciliable de Manuela y entre los dos maduraron un plan
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iÌiÊiÊLÕÃV>À>ÊV>ÀÀ>ÊVÕ>`ÊÃiÊiVÌÀ>ÃiÊiÊ>ÊL>ÀÀ>ÊìÊ
cabaretucho.
49
Idem.


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µÕiÌ>Ìi»ÊÞÊiVÌÀ>ÀÊ>Ê>Õi>ÊiÊ>ÊL>ÀÀ>Ê>«ÕÀ>`ÊÕÊ>Ã]Ê
Ìi}À>`ÊVÊ>}Õ>ÊÞÊ>âÖV>À°Ê1ÊÃÕÌÊìÊ `ÕÛ}iÃÊvÕiÊ>ÊVÃ«>Ê
para el pleito. Peter agarró a Manuela para que no le fuera a pegar
>ÊÃÕÊV«Vi°Ê Ê«ìÃÊ«ÕLV>ÀÊÃÊÃÕÌÃÊµÕiÊÃiÊìÀÊ
ambas cabareteras. No se pudieron agarrar de lleno porque Peter
lo impidió.
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se citaron para un duelo a muerte en los llanos de la Escuela de
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nuela. Cosa que aprovechó Eduviges para rayarle la cara a la pobre
maniatada. Luego fue secundada por el pocho que también quiso
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ÊÌ>ÌÊ>Ê«V>ÊLÕÃV>Ê>Ê*iÌiÀ]ÊiÊ«VÊÞÊ>ÊÃÕÊV«ViÊ«>À>ÊµÕiÊ
respondan a este grave delito50ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê®°
Las claves, como marcas de la representación de la vida noc-

ÌÕÀ>]ÊÌiiÊiÊiÃÌiÊÀi>ÌÊÕÊ>«ÞÊV}À?wVÊÌÀ°Ê>Ê
secuencia de fotos permite apreciar a un individuo muy galán,
con un gorro de marinero, saco y camiseta polo, tratando de
convencer a la muchacha, quien lo rechaza en tres escenas con
diversos gestos con la mano y adelantando el paso. En la siguien-
te secuencia, vemos a la muchacha bailando “danzón” con un
hombre también con atuendo de marinero, lo que ubica la ima-
gen del hombre fronterizo enfrentándose a su “enemiga” en el
«>ÊìÃVÀÌ°Ê>ÊÖÌ>ÊÃiVÕiV>ÊÕiÃÌÀ>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊVÊÃÕÃÊ
>LÀ}ÃÊÞÊLÃÃÊ«ii>`Ê>vÕiÀ>ÊìÊ>ÌÀÊÞÊ>Ê>ÊÛVÌ>ÊÀiVLi-
50
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°ÊxäÇ]ÊÓäÊìÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£{n]ÊVÌÀ>«ÀÌ>`>°Ê-iÊVÃiÀÛÊ>ÊÀÌ}À>v>Ê
original.


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sición de este imaginario: las frases en spanglishÆÊiÊLÀiÊìÊ
ÌÕ}ÕÀ\Ê¼>Ê>i>ÊµÕiÌ>Ìi½ÊpiÃÊìVÀ]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>Ê>i>-
â>`À>]ÊiÊÌjÀÃÊiÀÌVÃpÆÊ>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊ>Êvedette rusa
Kosentina, “que tiene un cuerpo bien formado y cuando se mue-
ÛiÊ«>ÀiViÊÕÊ}ÕÃ>À>«ÊiÊ>}Õ>Ê«ÖÌÀ`>»Êp«ÀiÀ>ÊÛiâÊµÕiÊi-
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ìÊ>Û>>ÊiÊ>ÊV>À>°Ê Ê>Ê«ÀiÀ>Ê«>ÀÌiÊìÊiÃÌiÊÌÀ>L>]Ê>L>-
mos visto cómo se fue presentando el “cinturita” como persona-
iÊìÊ>ÊÛ`>ÊVÌÕÀ>°ÊÀ>]ÊiÊiÃÌ>ÊÃi}Õ`>Ê«>ÀÌi]ÊiÃÌ>ÃÊvÀi-
te a la estilización de un modo de actuar que la prensa denominó
pachuquismo y que mostraba el impacto de la práctica en la vida
urbana, en particular en las zonas marginales.51 Es interesante
VÊÃiÊÀiÌiÀ>ÊiÊÃi>>iÌÊ>ÊiÝÌÀ>iÀ°
>ÊvÌÃÌÀ>ÊÌÌÕ>`>Êº¼*>VÕV½ÊV>ÛiÀ>À»]Ê«ÕLV>`>ÊiÊ
ÓxÊìÊVÌÕLÀiÊìÊ£{n]Ê>>ìÊÌÀÃÊiiiÌÃ]ÊVÊ>ÊÕV>-
cha provinciana, quien vive tranquila y cuida de su hermanito,
y el tipo clásico del “pachuco barato”, “pachuco cavernario”,
quien la convence de seguirlo a la capital para luego explotarla
>«V>`ÊÃÕÊº>ÀÌi»°Ê ÃÌiÊÛ>iÊiÃÊiÊìÊ>Ê}iÕ`>`Ê>Ê>ÊÃÀ`ìâÊ
de la vida nocturna. La imagen de la ciudad de México como foco
ÊiÌÀ>>ÊìÊÛVÊiÃÌÕÛÊÕÌÀ`>Ê«ÀÊiÃÌÃÊÛ>iÃÊìÊ>Ê«ÀÛV>Ê
>ÊViÌÀÊìÊ«>Ã°ÊÀiÞ>ÊÕÌjÀÀiâÊÛ>Ê>Ê>ÊV>«Ì>ÊVÊ `Õ>À-
`ÊìÊ,]ÊµÕi]Ê«>À>Ê}À>i>ÀÃiÊ>ÊVw>â>ÊìÊ>ÊVV>]ÊâÊ
migas con el hermanito de ésta, a quien prometió volver con
Õ}ÕiÌiÃÊÞÊ`ÕViÃÆÊºiÊÊÊÛi>ÊVÊÃÕÊiÀ>Ê>ÞÀ»°Ê1>Ê
vez en la capital, el hombre llevó a la muchacha a los centros
VÌÕÀÃÊÞÊiÊ`ÊìÊLiLiÀÊVÀiÃÊ>`ÕÌiÀ>`ÃÊºµÕiÊÛi`Q>RÊiÊ
esos antros de vicio” sin que ella sospechara sus intenciones:
“Mireya tomaba con gusto, porque estaba lo que se llamaba
enamorada de su hombre, sin imaginar la trampa que Eduar-
dito le estaba tendiendo con aquellas invitaciones”. Cuando el
“pachuco” no tuvo dinero para pagar la droga, le pidió a la
ÕV>V>ÊµÕiÊÊ>ÞÕ`>À>ÊL>>`ÊVÊLÀiÃÊµÕiÊiÊ«>}>À>Ê
51
Idem.


por hacerlo. Esto le permitió obtener buenas ganancias. Los

>ÌÀ>ÌÃÊLÀÕÌ>iÃÊp>Ê}«i>L>ÊVÊÕÊwiÀÀÊºìÊ}À>ìÃÊ`-
mensiones”— comenzaron cuando ella no llegaba con la canti-
dad de dinero esperada: “entonces el enamorado galán que ella
VVÊiÊÕ>`>>>À>ÊÃiÊÌÀ>ÃvÀ>L>ÊiÊÀ>ÃVLiÊÃÕiÌÊ`Ã-
puesto a todo”. Cuando la vida se volvió insoportable para la
chica, y tras haber recibido varias amenazas de muerte, ésta
>VÕ`Ê>Ê>Ê«V>°Ê ÊÃÕiÌÊvÕiÊìÌi`ÊÞÊiÛ>`Ê>Ê>ÊV?ÀVi52
Ûj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê£ä®°
>ÊÃiVÕiV>ÊvÌ}À?wV>ÊÕiÃÌÀ>Ê>ÊÕÊ`Û`ÕÊVÊÕÊÃ>VÊ
y sombrero de ala ancha abrazando a una muchacha con un
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«>ÀÌiÊÌÀ>ÃiÀ>ÊìÊÕÊ>ÕÌLÖÃ]ÊÃÕ}Ài`Ê>ÊÃ>`>ÆÊ>ÊÃÊ>>ÌiÃÊ
LiLi`ÊiÊÕÊ>ÌÀÊiÊ«ÃVÊìÊLÀ`>ÀÆÊ>ÊÌ«Ê>i>â>Ìi]Ê
con un cigarrillo en la mano y de pie, solicitando a la muchacha
µÕiÊiÊ>ÞÕìÊ>ÊVÃi}ÕÀÊìÀÆÊ>ÊÌ«ÊÃiÌ>`ÊiÊÕÊV`Ê
sofá contando los billetes, con la chica sentada en el brazo del
ÕiLiÊÞÊiÛ>`ÊÕÊ>LÀ}ÊÞÊ>ÊV>Liâ>ÊVÕLiÀÌ>ÆÊ>ÊÃÕiÌÊ>?`-
>ÊìÊV>LiÊÞÊ}«i?`>ÊVÊÕÊÌÕLÆÊ>Êº«>VÕV»ÊiÊ>ÊÃ>Ê
>VÌÌÕ`Ê>i>â>ÌiÊÞÊ>Ê>ÊÕiÀÊìÕV>`ÊÃÊiVÃÊvÀiÌiÊ
>Ê>Ê«V>°Ê>ÞÊÌ`>ÊÕ>ÊiÃÌjÌV>Ê>ÀÀ>ÌÛ>°ÊÃÊV«iÌiÃÊìÊ
esta fotohistoria subrayan la propaganda del pachuquismo como
una práctica “depravada” y ligada a la trata de blancas que con-
`ÕV>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>Ê>ÌÀ>ÌÊÞÊ>ÊÛiV>]Ê«iÀÊÌ>LjÊÃÕLÀ>-
Þ>Ê>Ê>}iÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊVÊÕÊÌiÀÀÌÀÊµÕiÊvÀiV>ÊiÊÃÕÃÊ
márgenes sociales espacios para el desarrollo de dichas acciones
VÃìÀ>`>ÃÊVÀ>iÃ°Ê>ÊÌiVÊ``?VÌV>ÊÞÊ>ÊÀ>i>ÊÃÊ
«iV>LiÃ°Ê ÊiÃÌ>ÊvÌÃÌÀ>]ÊiVÌÀ>ÃÊ>ÊÌ>ÊÀ>Ê>ÀÀ>-
`>ÊiÊÌÊìÊwVV]ÊÛV>`>ÊiÊÕ>Ê>ÀÀ>VÊÛÃÕ>ÊiÛìÌiÊ
que la acerca al territorio de las fotonovelas. En ella se sintetiza
>ÊÀ>i>ÊÞÊÃiÊ`À}iÊÕÊiÃ>iÊÛÃÕ>ÊìÊ}«i°
La prensa registró de manera cotidiana la violencia domésti-
ca cometida contra las cabareteras por parte de los “pachucos”.
52
Ê/iÝÌÃÊìÊ VÊi`>ÊÞÊvÌ}À>v>ÃÊìÊ`À?ÊiÛ>ÀÃÊÀ°ÊÊiÛ>ÀÃ®]Ê
“Pachuco cavernario”, Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIX, n. 512, 25 de
octubre de 1948, contraportada.


>ÃÊÃÌÀiÌ>Ã]ÊVÊiÃÊÛÃÌ]ÊÀivÀâ>ÀÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÊwV-
VÊìÊ`LÕÊ>ÊÛiÀÃÌÕ`ÊìÊ>ÊvÌ}À>v>ÊiÊiÃÌÃÊÀi>ÌÃÊ
visuales actuados. La historieta “Le hundió un picahielo a su
¼«V½»]Ê«ÕLV>`>ÊiÊÓÎÊìÊ>}ÃÌÊìÊ£{nÊiÊMagazine de Policía,
VÌ>L>Ê>ÊÃÌÀ>ÊìÊÕ>ÊÕiÀÊµÕiÊÀÊ>ÊÃÕÊiÝ«Ì>`ÀÊÕ-
diéndole un picahielo después de una fuerte discusión y de las
>i>â>ÃÊìÊÕiÀÌiÊµÕiÊjÃÌiÊiÊ«ÀviÀ>ÊiÊiÃÌ>`ÊìÊiLÀi`>`53
Ûj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê££®°Ê Ý«ÕiÃÌ>ÃÊVÊiÃÌÃÊi`ÃÊµÕiÊÃV>ÊiÌÀiÊ
>ÊÀi>`>`ÊìÊ>ÊvÌ}À>v>Ê«Ã>`>ÊÞÊ>ÊwVVÊìÊÃÊ`LÕÃ]Ê>ÃÊ
ÃÌÀ>ÃÊ>µÕÊVÌ>`>ÃÊV«iÌ>ÊÕÊ«ÀiÀÊ«>À?iÌÀÊ«>À>Ê
>«ÀiV>ÀÊiÊV«ÀÌ>iÌÊÃV>ÊìÊÃÊiÝ«Ì>`ÀiÃÊìÊÕi-
res, ya sean “pachucos” o “cinturitas”, los cuales estaban muy
iÃ]Ê«ÀÊÃÕ«ÕiÃÌ]ÊìÊÃÊiÃiV>ÃÃÊiÊ>ÊìÌ`>`ÊiÝV>-
>ÊµÕiÊiÊ>ÌÀLÕÀ>Ê"VÌ>ÛÊ*>âÊ>Ê«iÀÃ>i°54
9>ÊiV>ÃÊV]ÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>ÊÌ>ÊÀ>]ÊÃÊÖ-
sicos que tocaban en los centros nocturnos y salones de baile
iiÀV>ÊÌ>LjÊVÊº«>VÕVÃ»55ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê£Ó®°Ê-ÕÊ>VÌÕ>-
VÊiÃÌ>L>ÊÀi}ÃÌÀ>`>ÊìÌÀÊìÊ«iÀiÌÀÊìÊViÌÀÊìÊ>Êi-
ÌÀ«ÊpiÊiÊµÕiÊiÃÊÃÃÌ`ÊÌ>Ìp]ÊiÊVÕ>ÊìÌwV>Ê>Ê>Ê
pobreza y la marginalidad urbana con los cabarets más sórdidos:
>ÞÊ`>ÌÃÊ«ÀiVÃÃÊµÕiÊ«iÀÌiÊ>Ãi}ÕÀ>ÀÊµÕiÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊÖ-
ÃVÃÊ µÕiÊ ÌÀ>L>>Ê iÊ V>L>ÀiÌÃÊ ìÊ ÌiÀViÀ>Ê Ê VÕ>ÀÌ>Ê V>ÃiÊ ÃÊ ÃÊ
principales instigadores de hechos delictuosos que son conocidos
«ÀÊ>ÃÊìi}>ViÃÊ«V>V>ÃÊìÊiÃÌ>ÊV>«Ì>°ÊÃÊÖÃVÃÊµÕiÊÃÊ
VÌÀ>`ÃÊ«ÀÊiÊÃ`V>ÌÊ8ÊµÕiÊ«ÀÊViÀÌÊÌiiÊÃÕÃÊÌjÌÀV>ÃÊw-
cinas en la calle de Pensador Mexicano y cuenta con la dirección
ìÊÕÊìÀÊ«ÀviÃ>ÊÞ]Ê«ÀÊVÃ}ÕiÌi]Ê«i}ÀÃÊV>Ì>ÃÌ>]ÊìÊ
>«i`ÊÀiÃ]ÊÛ>Ê>ÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊìÊ>ÊV>iÊìÊÊ,]Ê*>-
Ì>Ã]Ê}Õ>ÊâÕ]Ê/À>Ê*>>Vi]Ê}Õ>Ê,>]ÊiÌV°]ÊVÊ>Êì>ÊÕÞÊ
adentrada de conseguir pronto un “barco” y obligar a la chica que
53
Ê°ÊÛ>ÊÀ°]ÊºiÊÕ`ÊÕÊ«V>iÊ>ÊÃÕÊ¼«V½»]ÊMagazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXI, n. 503, 23 de agosto de 1948, p. 7.
54
Octavio Paz, “El pachuco y otros extremos”, en El laberinto de la soledad,
México, Fondo de Cultura Económica, 1950. Hay una construcción de un per-
wÊÃV>Êi>LÀ>`Ê«ÀÊ>Ê«ÀiÃ>°Ê}ÊÃ>ÀÊ>ÊìÊ«>VÕV]ÊiÊiÃiÊÃiÌ`]Ê
vÕiÊiÊìÊÃÊº>«>ViÃ»ÊiÊiÊ*>ÀÃÊìÊ>ÊÃi}Õ`>ÊÌ>`ÊìÊÃ}ÊXIX.
55
Ê ÀµÕiÊjÝÊ VÃ]ÊºÖÃVÃÊ«>VÕVÃ»]ÊMagazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊIII, n. 311, 21 de octubre de 1948, p. 7-8. Se ilustra esto con el foto-
ÀÀi«ÀÌ>iÊìÊ-iÀ}Ê ÀµÕiÊiÀ?ìâ]ÊºÃ>V>LiÃÊ¼«>VÕVÃ½°°°»°Ê


merece ese nombre a que le pase hasta cincuenta pesos diarios.

Cuando la mariposilla no accede tiene que pagar cara su negativa,
«ÀµÕiÊÀiVLiÊÕ>Ê«>â>ÊìÊÀ`>}ÊÞÊ«LÀiÊìÊi>ÊÃÊÛ>Ê>ÊµÕi>ÀÃiÊ
a la delegación […] No hay explicación posible, pero es el caso que
ÃÊÖÃVÃÊìÊV>L>ÀiÌÃÊÊìÊÃ>ÊìÊL>i]ÊÌiiÊÌ>ÌÊ>ÌÀ>VÌÛÊ
«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊVÊÃÊLÀiÃÊµÕiÊÛÃÌiÊÕvÀi°56
Enrique Félix Enciso, el periodista que escribió lo anterior,

aseguraba haber realizado “una recopilación con datos precisos”
ÃLÀiÊVÊ>VÌÕ>L>ÊÃÊÖÃVÃÊº«>VÕVÃ»ÊiÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊìÊ
Ãi}Õ`>]ÊÌiÀViÀ>ÊÞÊVÕ>ÀÌ>ÊV>Ìi}À>Ã°Ê*>ÊìÊii«ÊÕ}>ÀiÃÊ
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ÃÊVÕ>iÃÊìÃVÀL>ÊºiÃÊìÊÖÃVÃÊµÕiÊÌiiÊiÊÃÌÀÕi-
to como un pretexto y que no son otra cosa que “pachucos” des-
carados que no pudiendo permanecer toda la noche en el centro
ìÊ ÛVÊ iÊ `ìÊ ÌÀ>L>>Ê ÀiVÕÀÀiÊ >Ê iÃiÊ ÃÕLÌiÀvÕ}»°57 La
«ÀiÃ>ÊìÃVÀLiÊL>ÊiÊÃ}ÊìÊ>ÊVì>°Ê,iÃÕÌ>ÊV>ÃÊ«-
ÃLiÊÀiÃÌÌÕÀÊ>ÊÀ>`>ÊìÃìÊ>L>°Ê>Ê>}iÊ«ÀiÃiÌ>`>ÊiÊ
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concluyente.
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µÕiÊÊ«>Ã>L>ÊìÊÃÊÓxÊ>ÃÊìÊi`>`ÊÞÊµÕiÊ>VÕ`>Ê>ÊViÌÀÊ
nocturno a exigir que se les pagara con bebida. El modus operan-
di]ÊÃi}ÖÊiÊÀi«ÀÌiÀ]ÊiÀ>ÊiÊÃ}ÕiÌi\Ê
QoRÊiÊiviÊìÊ}ÀÕ«Ê>â>Ê>ÊiÃ«>VÊÕÊiÃÌiÌÀi\ÊºiÞÊv>>]Ê
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D. F. El aludido se pavonea y se siente orgulloso. Y no nota que su
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}ÕÊÃ}wV>ÌÛÊ>ÊiviÊìÊ}ÀÕ«ÊµÕiÊiÃÌ?ÊÌÀi«>`ÊiÊiÊÌ>«>VÊ
iÊ`ìÊÃÊÖÃVÃÊÀ>ÃV>ÊÃÊiÌ>iÃÊìÊÃÕÊÃÌÀÕiÌ°58
56
Idem.
57
Idem.
58
Idem.


ÃÌ>ÊVÀV>Ê«ÀiÌi`>Ê>«i}>ÀÃiÊ>ÊÃÊiVÃÊVVÀiÌÃ]ÊµÕiÊ
Ãi>>L>Ê>ÊÃÊÖÃVÃÊº«>VÕVÃ»ÊVÊ`Û`ÕÃÊµÕi]Ê>ì?ÃÊ
de percibir su sueldo en los cabarets “de la zona galante de
jÝV»]ÊÛÛ>ÊVÊÕÊ}À>V>ÃÊ>Ê>ÃÊ}>>V>ÃÊLÌi`>ÃÊ«ÀÊ
cabareteras. Las denuncias por robo fueron las más frecuentes y
sirvieron como materia prima para los periodistas. Entre ellas
iÃÌ?ÊiÊV>ÃÊìÊÀLÊ>ÊÕÊiV?VÊµÕiÊ>L>ÊiÃÌ>`ÊÌ>`Ê
ViÀÛiâ>ÃÊÞÊwV>`ÊVÊÕ>ÊVµÕ>ÊìÊµÕViÊ>ÃÊiÊiÊV>L>-
ÀiÌÊ i>]ÊºÕÊ>ÌÀÊìÊÛVÊÌjÌÀVÊ>Ê`ìÊ>VÕìÊÀÕw>iÃÊ
de la peor especie”. La muchacha lo llevó después al Agua Azul
VÊ>ÊÌiV]ÊÃi}ÖÊi>]ÊìÊiÃÌ>ÀÊ>ÊÃÕÊº«>VÕV»°Ê Û>-
iÌ>`Ê«ÀÊ>ÃÊV«>ÃÊÞÊÃÌÀ>`ÊiÊìÀÊÞÊ>Ê>Û>>]ÊiÊ
iV?VÊiÊ`ÊµÕiÊvÕiÀ>Ê>ÊiÃiÊV>L>ÀiÌ]Ê`ìÊ>Ê«>Ài>ÊìÊ>Ê
muchacha era trombonista. Siguiendo la práctica, el “pachuco”
y el mecánico se liaron en una discusión que decidieron terminar.
La muchacha los convenció de irse a un lugar más apartado, para
lo cual se subieron a un coche. El mecánico resultó golpeado y
ÀL>`°Ê ÊvÕiÊ«ÃLiÊ`>ÀÊVÊiÊÖÃV]ÊÞ>ÊµÕiÊÃÊÖÃVÃÊ
º«>VÕVÃ»ÊÃiÊ>L>ÊVÛiÀÌ`ÊiÊÕÃÊºyÕÞiÌ>âÃ»°59 Dicha
forma de dirimir las diferencias entre individuos formó parte de
la sociabilidad popular en diferentes periodos.
ì?ÃÊìÊÃÊ«ÀViìÌÃÊÌÀ>`V>iÃ]ÊÃÊÖÃVÃÊº«>-
VÕVÃ»Ê>i>â>L>Ê>ÊÃÊ`ÕiÃÊìÊÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊVÊ
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V>L>ÀiÌiÀ>°ÊÃÊ«Õ`ÊÛiÀwV>ÀÊjÝÊ VÃÊiÊÃÊV>L>ÀiÌÃÊìÊ

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Enciso también denunció las corruptelas de diversas delegaciones
«V>V>Ã]Ê`ìÊÊiÃÊ«>Ã>L>Ê>`>Ê>ÊiÃÌÃÊ«iÀÃ>iÃÊìL`Ê>Ê
µÕiÊÃ>L>ÊÃÌÀ>ÃÊÃLÀiÊÃÊ«V>Ã°Ê*`>ÊViÌiÀÊ>LÕÃÃÊ
}À>ÛiÃÊÊ}«i>ÀÊÃ>Û>iiÌiÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊÃi}ÕÀÊºÌV>`Ê
swings y danzones” sin que nadie se atreviera a molestarlos. Por
ÃÕÊ«>ÀÌi]ÊÃÊÖÃVÃÊìÊ*iÀ>ÛÊpÌ>LjÊÃÊÖÃVÃÊÌi>Ê
ÃÕÃÊÌiÀÀÌÀÃpÊÃiÊ>L>ÊÌÀ>ÃvÀ>`ÊiÊºVÌÕÀÌ>Ã»°ÊiÊiÃÌiÊ
modo, el reportero consignó la violencia de un saxofonista hacia
una cabaretera, a quien golpeó, torció del brazo y pegó con una
59
Idem.


LÌi>ÊiÊ>ÊV>Liâ>Ê«ÀÊÊiÌÀi}>ÀiÊiÊìÀÊµÕiÊ>L>Ê}>>`Ê
complaciendo a un militar. Otro caso registró el abuso y trata de
L>V>ÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊÕÊ«>ÃÌ>ÊµÕiÊÌÀ>L>ÊiÊÕÊV>L>ÀiÌÊViÀ-
V>Ê>Ê/i>ÌÀÊÀV°Ê
"ÌÀÊV>ÃÊ?ÃÊ>L>L>ÊìÊ>ÊÀ}>â>VÊìÊÖÃVÃÊiÊÕ>Ê
banda criminal que iba más allá de la práctica local e individual.
Se trataba de
QoRÊÕÊ}ÀÕ«ÊìÊÀÕw>iÃÊµÕiÊ>ÊÃiLÀ>`ÊiÊ«>ÛÀÊiÊÃÊViÌÀÃÊ
nocturnos, porque son peligrosos cinturitas e insaciables “pachucos”,
µÕiÊÃiÊÃ>â>ÊiÊ}«i>ÀÊÀÕ`>iÌiÊ>Ê>ÃÊÛiVÌ>ÃÊµÕiÊÊiÃÊ`>Ê
iÊìÀÊµÕiÊiÃÊ«ìÊ«ÀÊºÃÕÃÊ>ÀÃÊiÝVÕÃÛÃ»°Ê/>ÊVÃ>ÊVÃ-
tituye una lacra más que agregar a las ya muchas que tienen los
ÖÃVÃÊìÊiÃÌ>ÊV>«Ì>]ÊÕVÃÊìÊiÃÊ>V>«>À>`ÀiÃÊìÊV>L>ÃÊ
iÊÀ>ìÃÀ>ÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃ]ÊÃÊµÕiÊìiÊ>`>]ÊÊÕ>Êº«>>»]Ê
ÃµÕiÀ>Ê«>À>ÊÃÊÛiÀ`>ìÀÃÊ>ÀÌÃÌ>Ã\ÊÖÃVÃÊµÕiÊ>ÊiÃÌÕ`>`ÊiÊ
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ÃiÀÛ>ÌÀÊÊiÊ>Ê ÃVÕi>ÊLÀiÊìÊÖÃV>]ÊLÌii`ÊÃÊ
VViÌÃÊÃÕwViÌiÃÊ«>À>Êw}ÕÀ>ÀÊiÊVÕ>µÕiÀÊ}ÀÕ«ÊÀ}>â>-
`°Ê">?ÊµÕiÊiÃÌiÊÀi«ÀÌ>iÊìÊPOLICIA, fundado en hechos concretos,
merezca alguna atención y se ordene una investigación que se tra-
`ÕâV>ÊiÊ>ÊV>«ÌÕÀ>ÊÞÊiV>ÀVi>iÌÊìÊÃÊÖÃVÃº«>VÕVÃ»°60
Desde el inicio de la crónica, descubrimos las pretensiones

de verosimilitud del reportero y la expectativa de que los hechos
concretos valieran no sólo para hacer propaganda del miedo, sino
Ì>LjÊ«>À>ÊµÕiÊ«ÕìÀ>ÊiiÀViÀÃiÊ>Ê>ÕÌÀ`>`°Ê
Ê`ÃVÕÀÃÊ}À?wVÊìÃVÀL]ÊìÊvÀ>Ê«>À>i>ÊiÊÕ>ÊvÌ-
}À>v>ÊiÊ>ÊµÕiÊÊÃiÊÛiÊÃÊÖÃVÃÊÊÕVÊiÃÊ>ÊµÕjÊ
están mirando, una escena en la que un supuesto saxofonista no
«iÀ`>ÊìÊÛÃÌ>Ê>Ê>VÌÛ`>`ÊìÊÃÕÊÕiÀ°Ê ÃÌÊÀiÃ«>`>Ê>Ê>ÀÀ>-
ción en cuanto a la invención de una práctica recurrente, que
puede observarse si se mira el cuadro con detenimiento. La ima-
}i]ÊÃiÊìV>ÊiÊiÊ«iÊìÊvÌ]ÊiÀ>Ê>ÊºV?ÃV>ÊiÃVi>ÊVÌÕÀ>»Ê
en la que una muchacha “indefensa” atiende a sus clientes para
obtener dinero, mismo que entregará al “pachuco”. En otra foto,
ÃiÊÕiÃÌÀ>Ê>ÊÕÊ`Û`ÕÊìÊµÕiÊìÃÌ>V>ÊÃÕÃÊVÕ>`>ìÃÊvÃV>Ã°Ê
1>ÊÖÌ>ÊiÃÊ>ÊÌ>ÊìÊÕ>Ê«>Ài>ÊµÕiÊiÃ«iÀ>ÊiÊÕ>Êìi}>VÊ
60
Idem.


ìÊ«V>°Ê ÊÌiÝÌÊ«ÕÃÊjv>ÃÃÊiÊµÕiÊº>ÊÕiÀÊÌiiÊiVÌÀ>ÀÃiÊ
VÊÃÕÊ¼ÖÃV½»°61Ê ÊÌ>iÊÞÊ>ÊV«ÃVÊìÊiÃÌiÊvÌÀÀi-
«ÀÌ>iÊÃÕLÀ>Þ>Ê>ÊÃÊ«À«>}>`ÃÌV>ÊìÊMagazine de Policía:
«À«V>ÀÊiÊÌiÀÊ>Ê>ÊÛ`>ÊVÌÕÀ>°Ê>ÃÊvÌÃÊ«ÀÊÃÊÃ>ÃÊÊ
ÀiÛi>ÊÃÊºiVÃÊVVÀiÌÃ»ÊìÃVÀÌÃÊiÊ>ÊVÀV>Ê«iÀ`Ã-
ÌV>°Ê>ÞÊÕÊÀi>ÌÊ«>À>iÊ>ÊÌiÝÌÊiÛ>`Ê>ÊÌiÊiÊ>ÊvÌ°Ê
La primera foto —no posada— muestra el ambiente festivo
del baile en pleno al interior de un centro nocturno, con las pa-
Ài>ÃÊ L>>`Ê ÞÊ ÃÊ ÖÃVÃÊ ÌiÀ«ÀiÌ>`°Ê >Ê Ãi}Õ`>Ê vÌÊ
muestra a un hombre comiendo, mientras que la tercera muestra
>ÊÕ>Ê«>Ài>Ê>LÀ>â>`>ÆÊiÊÀi«ÀÌiÀÊvÀiViÊ>ÊiÝ«V>VÊìÊ>-
L>Ã°Ê>ÊVÕ>ÀÌ>ÊvÌÊiÃÊìÊÕ>ÊÕiÀÊµÕiÊÃÀiÊÞÊÕiÃÌÀ>Ê>ÃÊ
«iÀ>ÃÆÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÊÀi«ÀÌiÀ]ÊÊ>ViÊ«>À>ÊVÀiiÌ>ÀÊ
>Ê}>>V>ÊìÊÃÕÊÖÃVÊº«>VÕV»°Ê*ÀÊÖÌ]ÊÃiÊiVÕiÌÀ>Ê
las imágenes del terror: en una de ellas se ven las piernas de una
ÕiÀÊÃLÀiÃ>i`ÊìÊÕÊÕiV]ÊÊµÕiÊ`V>ÊµÕiÊiÃÌ?ÊÃi`Ê
enterrada por su asesino, mientras que en la otra se ve a una
«>Ài>ÊÌÀ>ÃÊ>ÃÊÀi>Ã°62ÊiÊÕiÛ]ÊÃÊiVÌÀ>ÃÊ>ÌiÊiÊÕi}Ê
iÌÀiÊ>ÊÀi>`>`ÊÞÊ>ÊwVV]ÊiÊVÕ>ÊÕiÃÌÀ>ÊiÊ>Ã«iVÌÊ?ÃÊ`À>-
mático de estas historias hasta llegar al terror.

Ê`ÃÊ>ÊV]ÊiÊMagazine de Policía se caracterizó
a la cabaretera-prostituta, a quien se distinguió de la cabaretera-
>VÌÀâ]ÊÞÊ>Êº«>VÕV»]Ê>ÃÊVÊÃÕÊÀi>VÊVÊ>ÃÊÌiÃiÃÊÃ-
V>iÃÊìÀÛ>`>ÃÊìÊ>ÃÊV>«>>ÃÊìÊº}iiÊÀ>»ÊiÊ>ÊVÕ`>`Ê
de México, en particular con la temática de la trata de blancas. A
lo largo de estas páginas, se vio que a la imagen de la cabaretera-
prostituta se le asignó como origen la coyuntura de la Reforma
Cárdenas-Siurob, la cual se extendió a lo largo de tres décadas.
ÊÃÌÀ>ÀÊ>ÊiÝ«Ì>VÊÃiÝÕ>ÊµÕiÊÃÕvÀ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>Ê
>ÃÊìÊÃÕÃÊ>À`ÃÊÊ«>Ài>Ã]ÊÛÃÊÌ>LjÊµÕiÊ>ÊÛiV>Ê
iÀ>Ê}iiÀ>â>`>ÊiÊÃÊ?LÌÃÊ`jÃÌVÊÞÊ«ÖLV°Ê>ÊÌ>ÊÀ>Ê
ìÕV>L>ÊÃÊ«ÀViìÌÃÊìÊÃÊº«>VÕVÃ»Ê>ÃÊVÊìÊ
las bandas criminales con respecto a la trata de blancas. A través
de dichas denuncias, especialmente las que estaban presentes en
61
Idem.
62
Idem.


los medios visuales de las historietas y las fotohistorias, se buscó

>iVV>ÀÊ>Ê«ÖLVÊ>ViÀV>ÊìÊ>Ê>i>â>ÊVÌ`>>ÊµÕiÊ>Ã]Ê
ÛiVÌ>ÃÊÞÊÕiÀiÃÊ>`ÕÌ>ÃÊ«`>ÊÃÕvÀÀÊÃÊiÌÀ>L>ÊiÊVÌ>V-
ÌÊVÊ>}ÖÊiiiÌÊìÊiÃÌÃÊ}ÀÕ«ÃÊìÊìVÕiÌiÃ\Ê>Ê-
derna celestina, el novio agringado, el futuro esposo servicial, los
ÖÃVÃÊìÊV>L>ÀiÌ]Ê>ÃÌ>Ê>ÃÊÃ>ÃÊV>L>ÀiÌiÀ>ÃÊÞ]Ê«ÀÊÃÕ«ÕiÃÌ]Ê
ÃÊ`ÕiÃÊìÊÃÊV>L>ÀiÌÃ]Ê>ÃÊº>`>iÃ»ÊÞÊÃÊ«V>Ã°Ê>Êì-
nuncia a través de las páginas de Magazine de Policía sirvió tam-
bién para plasmar las posiciones moralistas y moralizantes de
los articulistas y del mismo suplemento. Sin embargo, para lo
µÕiÊ>µÕÊ>Ì>i]ÊiÃÌ>ÊiVÌÕÀ>ÊìÃìÊ>ÊiÌ>`>`Ê>ViÌÖ>Ê>ÃÊV>-
À>VÌiÀÃÌV>ÃÊìÊÃÊÀi>ÌÃÊ«V>VÃ]ÊiÊÃÊµÕiÊÃiÊ>«ÀiV>Ê>ÃÊ
altas dosis de violencia padecidas por un sector de la población,
>ÊÛÕiÀ>L`>`ÊìÊ>ÊÕiÀÊiÊiÊ?LÌÊ`jÃÌVÊÞÊiÊÀiÃ}Ê
permanente de caer en las trampas perversas de los tratantes,
sobre todo en los espacios de ocio.
Asuntos tan importantes como la transición de la calle al
V>L>ÀiÌÊìÊÃÊiÃVi>ÀÃÊ«>À>ÊiÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÆÊ>Ê
relación de las cabareteras con el hampa, lo sórdido y lo urbano
>ViÌÕ>`>ÊiÊ>ÊÛ`>ÊVÌÕÀ>ÆÊ>ÃÊiÝ«ÀiÃiÃÊÀ>â>ÌiÃÊÛiÀ-
tidas en Magazine de PolicíaÆÊ ÞÊ ÃÊ Ài>ÌÃÊ V«ÕiÃÌÃÊ iÊ ÃÊ
vÌÀÀi«ÀÌ>iÃÊìÊ`V>ÊÀiÛÃÌ>ÊÃÊVV>ÊvÀiÌiÊ>ÊÕ>ÊÌi?-
tica que hay que valorar desde diversos ángulos y enfoques, y
>ÌiÊ>ÊVÕ>Ê>ÞÊµÕiÊiVÌÀ>ÀÊ>ÊiÀÊ>iÀ>ÊìÊiÌÀiVÀÕâ>ÀÊ
estas aristas.
FUENTES CONSULTADAS
Hemerografía
Magazine de Policía, México, D. F., 1946-1948.

Suplemento Magazine de Policía, México, D. F., 1946-1948.


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ÞÊ >Ê9>iÃÊ,âÊVÀ`Ã°®]ÊRumberas, boxeadores y mártires. El
ocio en el siglo XX]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊ
Historia, 2014, 92 p. (Colección Claves para la Historia del Siglo XX
iÝV>®°
, El mapa del pecado. Representaciones de la vida nocturna en la
ciudad de México, 1940-1950, tesis de doctorado en Historia y Et-
ÃÌÀ>]ÊjÝV]Ê ÃVÕi>Ê >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]Ê
2014.


VICIO_FINAL.indd 121
22/11/2016 10:57:56 a.m.
Figura 1. L. F. Bustamante, “Resultado práctico de la Reforma Cárdenas-Siurob”, Magazine de Policía,

jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXVIII, n. 396, 1 de agosto de 1946, p. 7-8. Hemeroteca Nacional de México

Figura 2. L. F. Bustamante, “Volvieron las accesorias”, Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXVIII,

22/11/2016 10:58:04 a.m.
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Figura 3. Anónimo, “Asiladas del Hospital Morelos”, Magazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXVII, n. 371, 4 de febrero de 1946, p. 7. Hemeroteca
Nacional de México


22/11/2016 10:58:15 a.m.
}ÕÀ>Ê{°Ê-iÀ}ÊiÀ?ìâ]Êº
>L>ÀiÌÃ\Êu«ÀÃÌÌÕVÊ>Ê}À>ÊiÃV>>t»]ÊMagazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊIII, n. 286, 29 de abril de 1948, p. 3-4. Hemeroteca Nacional de México

}ÕÀ>Êx°Ê>ÕiÊÀ?Ê°]Êº À>ViÀ>Ã»]ÊVea, México, D. F., 20 de abril de 1945,
p. 10. Hemeroteca Nacional de México


}ÕÀ>ÊÈ°Ê>ÕiÊÀ?]Êº«ÕÌiÃÊV>iiÀÃ»]ÊVea, México, D. F., 2 de marzo de
1945, p. 10. Hemeroteca Nacional de México


}ÕÀ>ÊÇ°Ê°ÊÛ>ÊÀ°]Êº Ý«Ì>L>Ê>Ê>ÊÕiÀ»]ÊMagazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIII, n. 302, 19 de agosto de 1948, p. 13. Hemeroteca
Nacional de México


}ÕÀ>Ên°Êº->Û>iÊ}«â>ÊiÊ«À«Ê>L>LiÊ¼VÌÕÀÌ>½»]Ê
Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXI, n. 537, 18 de abril de 1949,
p. 7. Hemeroteca Nacional de México


}ÕÀ>Ê°Ê/iÝÌÃÊìÊ VÊi`>ÊÞÊvÌ}À>v>ÃÊìÊ`À?ÊiÛ>ÀÃÊÀ°ÊÊ
iÛ>ÀÃ®]Êº Ê¼«V½ÊÃiÊÛi}ÊìÊ>Ê>»]ÊMagazine de Policía,
jÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊXI, n. 507, 20 de septiembre de 1948,
contraportada. Hemeroteca Nacional de México


}ÕÀ>Ê£ä°Ê/iÝÌÃÊìÊ VÊi`>ÊÞÊvÌ}À>v>ÃÊìÊ`À?ÊiÛ>ÀÃÊÀ°Ê
ÊiÛ>ÀÃ®]Êº*>VÕVÊV>ÛiÀ>À»]ÊMagazine de Policía, México,
°Ê°]Ê>ÊIX, n. 512, 25 de octubre de 1948, contraportada.
Hemeroteca Nacional de México


}ÕÀ>Ê££°Ê°ÊÛ>ÊÀ°]ÊºiÊÕ`ÊÕÊ«V>iÊ>ÊÃÕÊ¼«V½»]Ê
Magazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊIX, n. 503, 23 de agosto de
1948, p. 7. Hemeroteca Nacional de México


Figura 12. Sergio Fernández, “Insaciables pachucos”, Suplemento Magazine de Policía, México,
22/11/2016 10:58:41 a.m.
°Ê°]Ê>ÊIII, n. 261, 13 de noviembre de 1947, p. 11-12. Hemeroteca Nacional de México

SEGUNDA PARTE
PROSTITUCIÓN Y PROXENETISMO
DR © 2017. Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas.


PERDICIÓN, ENGANCHE Y SEDUCCIÓN
PROSTITUCIÓN Y LENOCINIO EN JALISCO
1866-1885*
LAURA BENÍTEZ BARBA

1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>
LÌiV>Ê*ÖLV>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊ>ÃVÊºÕ>ÊÃjÊÀÀi>»
Varios son los estudios y análisis que se han hecho sobre la pros-
titución en México. Sin embargo, de los que van desde la época
prehispánica hasta la actualidad,1 no todos tratan un punto muy
«ÀÌ>Ìi\ÊiÊìÊÃÊiiÃ]ÊÀÕw>iÃÊÞÊ>V>ÕiÌiÃ]ÊµÕiiÃ]ÊÞ>Ê
vÕiÀ>ÊLÀiÃÊÊÕiÀiÃ]ÊiÊÕV>ÃÊV>ÃiÃÊiÀ>ÊÃÊiV>À-
}>`ÃÊ ìÊ ºÀ>À»Ê >Ê >ÃÊ ÞÊ ÃÊ ÛiiÃÊ >Ê Õ`Ê ViÀV>Ê ìÊ
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>ÀL>]Ê ºi>Ã]Ê ÀÕw>iÃÊ ÞÊ >V>ÕiÌiÃ°Ê Ê >iÊ ìÊ >Ê «ÀÃÌÌÕVÊ iÊ >Ê
Õ>`>>>À>Ê«ÀwÀ>>]Ê£nÈä£nnä»]ÊRevista del Seminario de Historia Mexicana,
v. IX]Ê°ÊÓ]ÊÛiÀ>ÊìÊÓää]Ê«°ÊÈxnÎ°Ê}À>ìâVÊ>Ê`VÌÀÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊÞÊ
>Ê>ÃÊ`VÌÀ>ÃÊ>ÕÀ>Ê
>Ì>>Ê>â]Ê Ã>Ê-«iV>ÊÞÊ>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâÊ
los comentarios y las sugerencias para la presente versión.
1
Ê}ÕÃÊìÊiÃÌÃÊÌÀ>L>ÃÊÃÊÕÃÊ>À>ÊÞÊ*>À`]ÊEstudios de higiene social.
La prostitución en México]ÊjÝV]ÊLÀiÀ>ÊìÊ>Ê6Õ`>ÊìÊ
°Ê ÕÀiÌ]Ê£änÆÊ
Carlos Roumagnac, La prostitución reglamentada. Sus inconvenientes, su inutili-
dad y sus peligros]ÊjÝV]Ê/«}À>v>Ê VV>]Ê£äÆÊ,>v>iÊ->}Ài`]ÊMaría
Villa (a) La chiquita, n. 4002]ÊjÝV]Ê
>ÊÞÊÀi>]Ê£ÈÆÊ>ÀVi>Ê>}>ÀìÊÞÊìÊ
ÃÊ,Ã]ÊLos cautiverios de las mujeres. Madresposas, monjas, putas, presas y
locas, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investi-
}>ViÃÊÌiÀ`ÃV«>À>ÃÊiÊ
iV>ÊÞÊÕ>`>ìÃ]ÊÓää£ÆÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ
Becerra, La prostitución y su represión en la ciudad de México (siglo XIX). Prác-
ticas y representaciones]Ê >ÀVi>]Êi`Ã>]ÊÓääÓÆÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌ]Ê
La prostitución en Guadalajara durante la crisis del porfiriato (1894-1911), tesis
ìÊViV>ÌÕÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÕ>`>>>À>]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>]Ê£{ÆÊ
Fidelina González Llerenas, La reglamentación de la prostitución en Guadalaja-
ra, 1866-1900]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÕ>`>>>À>]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>-
`>>>À>]ÊÓääxÆÊ>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâ]ÊTrabajadoras domésticas y sexuales en
la ciudad de Oaxaca durante el Porfiriato. Sobrevivencia, control y vida cotidiana,
ÌiÃÃÊìÊ`VÌÀ>`ÊiÊÃÌÀ>]ÊjÝV]Ê Ê
i}ÊìÊjÝV]ÊÓä£ÓÆÊiÌÀiÊÌÀÃ°

136 LAURA BENÍTEZ BARBA
sexo.2 Si bien la prostitución no estaba prohibida en México

—siempre y cuando las practicantes estuvieran registradas en
Õ>ÊV>Ã>ÊìÊÌiÀ>V>ÊÞÊÛ}>`>ÃÊ«ÀÊ>Ê«V>ÊÃ>Ì>À>p]ÊiÊ
iVÊÃÊvÕiÊÌ«wV>`Ê«ÀÊ>ÃÊiÞiÃÊìÊ ÃÌ>`]ÊÊVÕ>ÊV-
ÛiÀÌ>ÊiÊìVÕiÌiÃÊ>ÊµÕiiÃÊÊiÛ>L>Ê>ÊV>L°3
Ê«ÀiÀÊÀi}>iÌÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊìÊ«>ÃÊÃiÊiÌÊiÊ>Ê
ciudad de México en 1865, expedido por Maximiliano de Habs-
burgo,4ÊµÕiÊÌÀ>ÊVÃ}ÊÕV>ÃÊìÊ>ÃÊì>ÃÊ}iÃÌ>ÃÊµÕi]Ê
>Ê}Õ>ÊµÕiÊiÊÌiÀÊ>Ê>ÊÃwÃ]Ê«iÀ>L>ÊiÊ ÕÀ«>°Ê1Ê>Ê
después, en 1866, se publicó en Jalisco el Reglamento de las Ca-
Ã>ÃÊìÊ/iÀ>V>ÊìÊ>ÊÕV«>`>`ÊìÊÕ>`>>>À>]ÊiÊÃi}Õ-
miento de la lógica que en Francia buscaba proteger a los guar-
dias del contagio de enfermedades venéreas que las prostitutas
V>iÃÊÌÀ>ÃÌ>°Ê
LÕ`ÊViÛiÃ]Êj`VÊìÊÕ>`>>>À>]ÊV>wV>L>ÊiÊºÃwÃ-
mo” como el “vicio más asqueroso de la humanidad”, el que con-
ÛiÀÌ>Ê>ÊÃÊLÀiÃÊiÊºLiÌÃÊÀi«Õ}>ÌiÃ»ÊÞÊiÃÊ«ÃLÌ>-
ba vivir de buen grado en colectividad, el que era evidencia de
Õ>ÊiviÀi`>`ÊÃV>°Ê*ÀÊÌÛÃÊÃ>ÀiÃ]ÊìÃìÊ>V>ÊÕ-
VÊÌi«ÊÌ>ÌÊi}Ã>`ÀiÃÊVÊj`VÃÊÞ>Ê>L>ÊV«Ài-
dido la necesidad de intervenir para “atenuar los estragos que
V>ÕÃ>QL>RÊÃÊ>iÃÊÛijÀiÃÊÊÃwÌVÃ»ÊÞÊÀi}>iÌ>ÀÊ>Ê>ÃÊ
«ÀÃÌÌÕÌ>Ã]ÊÞ>ÊµÕiÊÃÊVÊ>ÊºÛ}>V>Ê>VÌÛ>»ÊÃiÊiÛÌ>À>ÊÃÕÊ
propagación.5ÊiÊiÃiÊ`]ÊiÊÀi}>iÌÊ>V>ÀÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ
«ÖLV>ÃÊµÕiÊVÌÀ>ÛiÀ>ÊÊiÃÌ>LiV`ÊiÊjÊÃiÀ>Ê>«Àii-
2
Ê ÊiÃÌ>ÊÛiÃÌ}>VÊiÊÀiviÀÀjÊÖV>iÌiÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊvii-
na, ya que la documentación localizada para el periodo no hace referencia a la
prostitución masculina.
3
“Prostituta”, “puta”, “meretriz”, “de la vida alegre”, “de la vida galante”,
º«ÖLV>»]Êº«ÀÕ>»]ÊºVÕÃV>»ÊÞÊºiÃ>>»ÊÃÊ>}ÕÃÊìÊÃÊLÀiÃÊµÕiÊÃiÊiÃÊ
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ÞÊµÕiiÃ]ÊÃÊiL>À}]ÊiÊÕV>ÃÊV>ÃiÃÊÊ«`>ÊVÃiÀÛ>ÀÊÌ`ÊiÊ`-
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madameÊiÀ>ÊµÕiÊÀi>iÌiÊLÌi>ÊÕ>ÊÛiÌ>>ÊiVV>°
4
Este reglamento de la prostitución de 1865 no fue el primer intento por
Ài}>iÌ>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>Ã]ÊÞ>ÊµÕiÊiÊ£nx£ÊÃiÊVÀiÊiÊ*ÀÞiVÌÊìÊiVÀi-
to y Reglamento sobre la Prostitución, aunque no entró en vigor. Fernanda
ÖiâÊ iViÀÀ>]ÊLa prostitución y su represión..., p. 62.
5
Abundio Aceves, médico y profesor en la Escuela de Medicina en Gua-
`>>>À>]ÊvÕiÊ«ÀiVÕÀÃÀÊp>ÃÌ>ÊÞÊÊÀiVV`pÊìÊ>Êi`V>ÊÃV>ÊiÊ

PERDICIÓN, ENGANCHE Y SEDUCCIÓN 137
didas y consignadas a los tribunales y, si hubiera motivo, arres-

Ì>`>ÃÊÊÕÌ>`>ÃÊ}ÕLiÀ>ÌÛ>iÌiÊ>ÊºÌÌÕÊìÊVÀÀiVV»°6
Durante el gobierno del licenciado Emeterio Robles Gil,7 la
legislación era el instrumento para hacer cumplir las normas de
conducta y la moral social.8ÊÃ]ÊiÊ
}ÀiÃÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊ>-
ÃVÊiÌÊiÊ£nÈnÊiÊìVÀiÌÊ£Î£]ÊiÊiÊVÕ>ÊÃiÊiÃ«iVwVÊµÕiÊ
ÊÃiÊ«ÀViìÀ>ÊìÊwVÊÊ>ÊÃÌ>V>ÊìÊÃÊÌÀLÕ>iÃÊìÊ
Estado en los casos relacionados con delitos contra la honestidad
—es decir, adulterio, violación, estupro, incesto y lenocinio—,
ÃÊµÕiÊjÃÌÃÊÃiÊ«iÀÃi}ÕÀ>Ê>ÃÌ>ÊµÕiÊÕLiÀ>ÊÕ>ÊìÕV>Ê
ìÊ«ÀÊi`°Ê-ÊiL>À}]ÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊiÃÌiÊÖÌÊìÌÊ>ÊiÞÊ
âÊÕ>ÊiÝVi«V]Ê«ÕiÃÊÊ«iÀÃ}ÕÊìÊwVÊÃi«ÀiÊÞÊVÕ>`Ê
la persona acusada lo practicara habitualmente o con abuso de
>ÕÌÀ`>`ÊÊVw>â>]ÊÊ«ÀÛiÀ>ÊÊv>VÌ>À>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ
de menores de edad para satisfacer los deseos de otro, ya que la
ley no privaba a las autoridades competentes del derecho a cas-
tigar “enérgicamente” a los que de cualquier modo ofendieran el
pudor o las buenas costumbres con hechos escandalosos.9
Siguiendo esta lógica, el primer código penal que tuvo el es-
Ì>`ÊìÊ>ÃVÊiÊ£nnx]Ê>ÕµÕiÊÌ«wVÊÃÊìÌÃÊVÌÀ>ÊiÊÀìÊ
ìÊ>ÃÊv>>Ã]Ê>ÊÀ>Ê«ÖLV>Ê ÞÊ >ÃÊ LÕi>ÃÊ VÃÌÕLÀiÃ]Ê Ê
castigó el lenocinio como tal, sino que criminalizó la corrupción
México. Abundio Aceves, Medicina social]ÊÕ>`>>>À>]Ê«ÀiÌ>ÊìÊÃ«V]Ê

1886, p. 88, 94-95.
6
Reglamento de las Casas de Tolerancia de la Municipalidad de Guadalajara,
Õ>`>>>À>]ÊÕÃÊ*°Ê6`>ÕÀÀ]Ê£nÈÈ]Ê«°Ê££°
7
El licenciado Emeterio Robles Gil gobernó el estado de Jalisco de 1868
a 1869, en sustitución de Antonio Gómez Cuervo, quien solicitó una licencia
«>À>ÊiÌ>L>ÀÊÕÊÕVÊ>ÊÃiÀÊ>VÕÃ>`ÊìÊÊ>V>Ì>ÀÊÕ>ÊÀìÊìÊ>Ê-Õ«Ài>Ê
Corte de Justicia. Manuel Cambre, Gobiernos y gobernantes de Jalisco, México,
*ÕLV>ViÃÊìÊ>Ê*ÀiÃìV>ÊÕV«>ÊìÊÕ>`>>>À>]Ê£È]Ê«°Ênn°
8
Carmen Ramos, “Legislación y representación de género en la nación
iÝV>>°Ê>ÊÕiÀÊÞÊ>Êv>>ÊiÊiÊ`ÃVÕÀÃÊÞÊ>ÊiÞ]Ê£nÇä£nä»]ÊiÊ->À>Ê
i>Ê*jÀiâÊ,ÊÞÊ*>ÌÀV>Ê,>ÛiÊ >V>ÃÊVÀ`Ã°®]ÊVoces disidentes.
Debates contemporáneos en los estudios de género en México, México, Centro de
ÛiÃÌ}>ViÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ«iÀÀiÃÊiÊÌÀ«}>Ê-V>É}ÕiÊ}iÊ
*ÀÀÖ>]ÊÓää{]Ê«°ÊÎ°
9
Colección de los decretos, circulares y órdenes de los poderes Legislativo y
Ejecutivo del Estado desde el 28 de agosto de 1867 al 31 de octubre de 1869, Gua-
`>>>À>]Ê/«}À>v>ÊìÊ-°Ê >`>]Ê£nÇÎ]Ê«°Ê{Èn°

ìÊiÀiÃÊÖV>iÌiÊVÕ>`ÊjÃÌ>ÊÃiÊÕLiÀ>ÊVÃÕ>`°10 La
Ì«wVÊ>ÃÊVÊiÊìÌÊiÊiÊµÕiÊ>LÌÕ>iÌiÊÃiÊ«ÀVÕÀ>L>Ê
ÊÃiÊv>VÌ>L>Ê>ÊVÀÀÕ«VÊìÊVÕ>µÕiÀÊiÀÊìÊ£nÊ>ÃÊìÊ
edad o, en su defecto, se le excitaba a ello para satisfacer las pa-
siones torpes de otro. El castigo correspondiente era una pena
de entre seis y 18 meses de arresto si el ofendido pasaba de los
ViÊ>ÃÊìÊi`>`°Ê-ÊiÀ>ÊiÀÊìÊiÃ>Êi`>`]Ê>ÊÃiÌiV>ÊÃiÊ`Õ-
«V>À>°Êì?Ã]ÊÃiÊÌi`À>ÊVÊ>LÌÕ>ÊVÕ>`ÊiÊ>VÕÃ>`Ê
hubiera cometido este delito más de tres veces.11
En 1923 el Estado emitió otro código penal. En él, excluyó de
nuevo el lenocinio, pero incluyó la corrupción de menores dentro
de los delitos contra el orden de las familias, la moral o las bue-
nas costumbres.12 Fue hasta 1933 que el lenocinio se consideró
ìÌÀÊìÊÕÊV`}Ê«i>ÊVÊÕÊìÌÊVÌÀ>Ê>ÊÀ>Ê«ÖLV>Ê
cometido por todo aquel que, sin autorización legal, habitual o
accidental, explotara el cuerpo de una persona por medio del
comercio carnal, se mantuviera de este comercio u obtuviera de
él un lucro cualquiera.13
*ÀÊi]ÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊV«ÀiìÀ?ÊiÊiÃÌ>`ÊìÊ>ÃVÊìÃìÊ
1866 hasta antes de que entrara en vigor el Código Penal del es-
tado en 1885, pues, aunque en 1868 el Gobierno local emitió un
decreto en contra del lenocinio, no fue sino desde 1866 que se
Ê Ê£näÊvÕiÊ>«Àii``>ÊiÊ*VÌ?]Ê>ÃV]Ê>À>Ê
>ÀiÊ/ÀÀiÃ]Ê>Ê
10
µÕiÊÃiÊ>VÕÃÊìÊiVÊ«ÀÊÌÀ>Ì>ÀÊìÊiÛ>ÀÃiÊ>ÊiÃÖÃÊ>À>Ê*>ÀÊ6`>ÕÀÀÊ
>ÊÕÊ«ÀÃÌLÕÊµÕiÊÌi>ÊiÊ->ÊÀ>VÃV]Ê ÃÌ>`ÃÊ1`Ã]ÊVÊ>ÊÌiVÊ
de pagarle cinco pesos mensuales. Torres fue arrestada en la estación de ferro-
V>ÀÀÊìÊ*VÌ?Êp>ÕµÕiÊÃ>iÀÊìÃìÊÕ>`>>>À>p]Ê«ÀµÕiÊÃiÊiÛÊ>Ê
iÃÖÃÊ>À>ÊVÊi}>Ã]Ê`VjìÊµÕiÊÀ>ÊVÊÃÀÛiÌ>°Êi}>iÌiÊvÕiÊ
>VÕÃ>`>ÊìÊVÀÀÕ«VÊìÊiÀiÃ]Ê«iÀÊÃiÊiÊìÊiÊLiÀÌ>`Ê«ÕiÃÊiÊìÌÊÊ
«Õ`ÊVÃÕ>ÀÃiÊÞÊ6`>ÕÀÀÊiÀ>Ê>ÞÀÊìÊ£nÊ>ÃÊìÊi`>`°Êº
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>ÀiÊ/ÀÀiÃ°Ê«i>VÊ>Ê>ÕÌÊìÊLiÊ«ÀiÃ>»]ÊÕ>-
`>>>À>]ÊV>>Ê£nän]ÊÛ°Ênxn°
11
Código Penal del Estado de Jalisco]ÊÕ>`>>>À>]Ê«ÀiÌ>ÊìÊLiÀÊ
a cargo de J. G. Montenegro, 1885, p. 186-187.
12
Código Penal del Estado de Jalisco]ÊÕ>`>>>À>]Ê/>iÀiÃÊ/«}À?wVÃÊìÊ
Gallardo y Álvarez del Castillo, 1923, p. 107.
13
Código Penal del Estado de Jalisco. Contiene la exposición de motivos y
la iniciativa del Supremo Tribunal de Justicia del Estado y todas las reformas
hasta la fecha,ÊÕ>`>>>À>]ÊLÀiÀ>ÊÌ]Ê£ÎÎ]Ê«°ÊnÓ°

reglamentaron las casas de tolerancia y, por ende, las prostitutas

ÞÊ>ÃÊ>ÌÀ>Ã°Ê-iÊ«ÀiÌiìÊÛiÀÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÀVÛÊÕ`V>ÊVÊ
es que en Jalisco los “auxiliares de Venus” fueron denunciados y
qué prácticas utilizaban para enganchar y/o seducir a las diversas
ÕiÀiÃÊÞÊ>ÃÊÀ>À>ÃÊ>Ê>ÊÛ`>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV°
El negocio de la carne
-i}ÖÊiÊ,i}>iÌÊìÊ>ÃÊ
>Ã>ÃÊìÊ/iÀ>V>ÊìÊ>ÊÕV«>-
`>`ÊìÊÕ>`>>>À>]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>ÊiÀ>ÊµÕiÊÃiÊ>L>`>L>ÊÃi-
xualmente con más de una persona mediante paga o recom-
pensa.14Ê ÊVÕ>ÌÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊjÃÌ>ÊvÕiÊìw`>ÊVÊiÊ
ºÌÀ?wVÊÛiÀ}âÃÊµÕiÊÕ>ÊÕiÀÊ>ViÊìÊÃÊÃ>»°15 Quienes
>Ê«À>VÌV>L>ÊÃiÊ`Û`>ÊiÊ«ÖLV>ÃÊÊ>Ã>`>Ã°16 Las primeras
ÛÛ>ÊºiÊÀiÕÊVÊÌÀ>ÃÊÕiÀiÃ»]ÊVÊiÊÕÊLÕÀìÊÊÕ>Ê
casa de tolerancia, de asignación o de citas. Se encontraban libres
ìÊ«>}>ÀÊ«ÕiÃÌÃ]ÊÞ>ÊµÕiÊµÕiÊÊ>V>Ê«ÀÊi>ÃÊiÀ>Ê>Ê>ÌÀ-
>Ê Ê `Õi>]Ê iÃÊ ìVÀ]Ê >Ê iV>À}>`>Ê ìÊ Û}>À>ÃÊ ÞÊ iÝ«Ì>À>Ã°Ê
/>LjÊ«`>ÊiiÀViÀÊÃÕÊwVÊiÊÌiiÃÊÞÊiÃiÃ]Ê`ìÊ
ÃÊìL>Ê>ViÀÊiÊ«>}ÊVÀÀiÃ«ìÌiÊ>ÊÃÕÊLÀiÌ>ÊÃ>Ì>À>°17
>ÃÊÕiÀiÃÊ>Ã>`>Ã]ÊiÊV>L]ÊiÀ>Ê>µÕi>ÃÊiÀiÌÀViÃÊµÕiÊ
14
Reglamento de las Casas…, p. 7.
15
ÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌ]ÊLa prostitución en Guadalajara..., p. 73.
16
En la ciudad de Oaxaca el Reglamento de Prostitución de 1881, aunque
iÌÀÊiÊÛ}ÀÊ>ÃÌ>Ê£nä]ÊVV`ÊiÊµÕiÊÃÊ>LÀ>Ê`ÃÊ}ÀÕ«ÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕ-
tas: las aisladas y las de comunidad. Sobre el Reglamento de las Casas de Tole-
rancia de la Municipalidad de Colima ìÊ£nÇä]Ê>À>ÊÀ>Ê«iâÊ>L>ÊìÊ
ÃVÀÌ>Ã]ÊV>ìÃÌ>ÃÊiÊì«iìÌiÃÊÞÊiV>ÊµÕiÊ>L>ÊÌÀiÃÊÌ«ÃÊ
ìÊV>Ã>ÃÊ`ìÊÃiÊ«`>ÊiiÀViÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV\Ê>®Ê«ÀÊ`ìÊÌÀ>L>>ÊpV>Ã>ÊìÊ
ÌiÀ>V>pÆÊL®Ê«ÀÊ`ìÊÌÀ>L>>ÊV>Ã>iÌiÊpV>Ã>ÊìÊVÌ>ÃpÆÊÞÊ>ÃÊµÕiÊ
ÛÛiÊÞÊiiÀViÊiÊÃÕÊ`VÊpV>Ã>Ê«À«>p°Ê>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâ]ÊTra-
bajadoras domésticas...]Ê«°Ê{]Ê£ä{ÆÊ>À>ÊÀ>Ê«iâÊ,>â}>`]ÊLas meretrices de
Colima durante el Porfiriato y la Revolución, 1876-1917,ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊ
Historia Regional, Colima, Universidad de Colima, 2002, p. 81-82.
17
Ê>ÊLÀiÌ>ÊÃ>Ì>À>ÊiÀ>ÊiÊÀi}ÃÌÀÊ`ìÊìL>ÊÃVÀLÀÃiÊÌ`>ÃÊ>ÃÊ
ÕiÀiÃÊ«ÖLV>Ã]ÊÊVÕ>Ê«`>Ê>ViÀÃiÊìÊwVÊÊ>Ê«iìÌÊìÊ>ÃÊÌiÀi-
Ã>`>Ã°Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊìL>Ê«>}>ÀÊ`ÃÊÀi>iÃÊ«ÀÊ>ÊLÀiÌ>ÊìÊÃVÀ«V]Ê
Þ>ÊvÕiÀ>Ê>Ê«ÀV«>ÊÊiÊ`Õ«V>`]ÊiÊVÕÃÊ«ÀÊiÊÀi}>iÌÆÊÀi>ÊÞÊi`Ê
«ÀÊV>`>ÊÛÃÌ>ÊVÀ«À>ÊìÊ«ÀiÀ>ÊV>ÃiÆÊÞÊÕÊÀi>Ê«ÀÊ>ÃÊìÊÃi}Õ`>ÊÞÊÌiÀVi-
ra. Reglamento de las Casas…, p. 7, 16-17.

ÛÛ>ÊÃ>ÃÊÞÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊÃÕÃÊ«À«>ÃÊV>Ã>Ã°ÊÃÌ>ÃÊ
Ìi>Ê>ÊL}>VÊìÊ«>}>ÀÊ«ÕiÃÌÃ°18
Las prostitutas fuera de la ley eran llamadas clandestinas, ya
µÕi]Ê>ÊÊiÃÌ>ÀÊÃVÀÌ>Ã]ÊÊ«>}>L>ÊÃÕÃÊVÕÌ>ÃÊÞÊÊÃiÊiÃÊ«`>Ê
vigilar. Por lo general, eran un problema para el Estado, pues
ìL`Ê>ÊµÕiÊÊ>L>ÊvÀ>ÊìÊL}>À>ÃÊ>Ê>ViÀÃiÊ>ÃÊÀiÛÃiÃÊ
médicas19 representaban un foco de infección que las autoridades
«iÀÃi}Õ>°Ê>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâÊÃÊ`ViÊµÕiÊºÌ`ÃÊÃÊÀi-
}>iÌÃÊÃÃÌ>ÊiÊµÕiÊ¼>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>ÊÊìL>ÊiÝÃÌÀÊvÕiÀ>Ê
del espacio regulado o fuera de la vigilancia y control higiéni-
V½Ê»°20 En 1881, el periódico local El Cascabel expuso que, si se
aplicara como era debido, el reglamento existente para la pros-
ÌÌÕV]ÊVÊÃÕÃÊ`Ã«ÃViÃÊÕÞÊ>ViÀÌ>`>Ã]ÊÃiÀ>ÊºÕÊ«>>Ì-
vo del mal que lamentamos”, aunque no fuera posible evitarlo
completamente. No obstante, cualquiera que fuera la causa por
la que se les toleraba,21Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊìL>ÊÃiÀÊºÛ}>`>ÃÊìÊÕÊ
modo estricto y acertado”, pues al descuidarlas “resulta[ban] ma-
les de funesto alcance”, entre los cuales estaba “la imperfección
progresiva de la raza”.22
18
ÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌ]ÊLa prostitución en Guadalajara..., p. 73.
19
Ê-i}ÖÊiÊÀi}>iÌ]ÊÌi>ÊL}>VÊÌ`>ÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊìÊ
concurrir los martes y sábados al lugar que se les indicara para ser registra-
`>ÃÊVÀ«À>iÌiÊ«ÀÊÃÊv>VÕÌ>ÌÛÃÊiV>À}>`ÃÊÞÊ>ÃÊ>ViÀÊVÃÌ>ÀÊÃÕÊiÃÌ>`Ê
sanitario. Reglamento de las Casas…, p. 10.
20
Ê>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâ]Êº>ÃÊ}>À>Ì>ÃÊ`Û`Õ>iÃÊvÀiÌiÊ>ÊÃÊìÀiVÃÊ
ÃV>iÃ°Ê1>Ê`ÃVÕÃÊ«ÀwÀ>>ÊiÊÌÀÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV»]ÊiÊÕ>Ê/ÕÊ
V«°®] Enjaular los cuerpos. Normativas decimonónicas y feminidad en México,
México, El Colegio de México, 2008, p. 336.
21
Además de ser considerada como un evidente sostenimiento del orden
«>ÌÀ>ÀV>ÊÞÊÕÊ«ÀLi>ÊÌ>ÌÊÃV>ÊVÊ}jV]ÊµÕiiÃÊÕÃÌwV>L>Ê>Ê
prostitución argumentaban que, de no existir ésta, los “desahogos carnales
>ÃVÕÃÊ«`À>ÊiV>ÕÃ>ÀÃiÊ«ÀÊi`ÃÊìVÌÛÃ»°Ê-ÊiL>À}]ÊÊ«`>Ê
i}>ÀÃiÊµÕiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊºÀi«ÀiÃiÌ>L>ÊÕÊ>}wVÊi}VÊ«>À>Ê>µÕjÃÊ
µÕiÊiÝ«Ì>L>Ê>Ê>ÃÊiÀiÌÀViÃ»]ÊVÊ>ÃÊ>ÌÀ>Ã]ÊÃÊ«V>ÃÊÞÊÃÊ>}iÌiÃÊ
Ã>Ì>ÀÃ°ÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌ]Êºi`>ViÊiÊÃÊÌÃ°Ê Êvii-
ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊÃÊÌÃÊìÊ>ÃV»]ÊiÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌÊ
ÞÊiìÀVÊìÊ>Ê/ÀÀiÊV«Ã°®]ÊSeminario de Estudios Regionales. Anuario 2003.
Los Altos de Jalisco. Pasado y Presente]ÊjÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>]Ê
Centro Universitario de los Altos, 2004, p. 143.
22
Pipo, “La prostitución”, El Cascabel]ÊÕ>`>>>À>]ÊÓÎÊìÊ>}ÃÌÊìÊ£nn£]Ê
p. 2.

A pesar de ser una actividad permitida por el Estado, la pros-

ÌÌÕVÊÊiÀ>ÊÕÊwVÊLiÊÛÃÌÊ«ÀÊ>ÊÃVi`>`ÊiÊ}iiÀ>]Ê
µÕiÊ>ÊÛi>ÊVÊÕÊi`ÊìÊVÀÀÕ«VÊìÊÃÕÃÊÛiiÃ]ÊÌ>ÌÊ
ÕiÀiÃÊVÊLÀiÃ]Ê«ÕiÃÊ>Ê>V>V>L>Ê>Ê}À>`ÊìÊìÃÀ>-
â>VÊ>ÊµÕiÊiÊ«>ÃÊ>L>Êi}>`\
>ÊiÞÊµÕiÊ«ÀLiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊÊ>Ê«ì]ÊÃÊµÕiÊ>Ê>ViÊ
?ÃÊ«iÀVÃ>ÆÊ«ÕiÃÊ>ÕiÌ>Ê>ÊVÀÀÕ«V]Ê«ÀiV«Ì>Ê>Ê>ÃÊvi-
ces que se entregan a ella en la crápula y en el exceso de los licores
vÕiÀÌiÃ]Ê>ÃÊ>ViÊÃiÃLiÃÊ>ÊvÀiÊìÊ>ÊÛiÀ}Øiâ>]Ê>}Ì>`ÊÃ-
bre la desgracia el oprobio debido a los delitos verdaderos, y estor-
L>Ê>ÃÊ«ÀiV>ÕViÃÊµÕiÊ«`À>Ê}À>ÀÊÃÊVÛiiÌiÃÊìÊiÃÌiÊ
desorden si fuera tolerado.23
ÊÕ>`>>>À>Êi}Ê>ÊÃÕViìÀÊµÕiÊ>ÊÃ«iÊìÃ>«>ÀVÊìÊ
Õ>ÊÛiÊ`ÕÀ>ÌiÊÕ>ÃÊVÕ>Ì>ÃÊÀ>ÃÊvÕiÊÃÕwViÌiÊ«>À>ÊµÕiÊÃiÊ
VÀiÞiÀ>ÊµÕiÊÕ>Ê>>ÊyÕiV>Ê>Ê>L>ÊºÃÃ>V>`»Ê«>À>ÊµÕiÊ
ÃiÊiÌÀi}>À>Êº>Ê>}ÖÊLÀi»°24 En opinión de El Cascabel, en
Ì`ÃÊÃÊ«>ÃiÃÊVÛâ>`ÃÊÃiÊ«À>VÌV>L>Ê>ÊÛ}>V>ÊÃLÀiÊ>ÃÊ
prostitutas tan acertadamente que la vida de éstas llegaba a ser
Õ>ÊºiÃV>ÛÌÕ`ÊÀÌwV>Ìi»]ÊÊµÕiÊÃiÀÛ>ÊìÊii«Ê«>À>ÊµÕiÊ
>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÊÃiÊiÃ«>ÀViÀ>Ê VÊ ÃÕVi`>Ê Ãi«ÀiÊ iÊ ÃÊ
Õ}>ÀiÃÊ`ìÊÌ>ÊºvÕiÃÌ>ÊV>ÀÀiÀ>ÊvÀiViÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÊ>Vi-
te de todo género de placeres por nadie restringidos”. El regla-
iÌÊiÊÕ>`>>>À>ÊÌi>ÊiÃiÊw]Ê«iÀÊ>ÃÌ>ÊiÌViÃÊÊÃiÊ
>L>Ê «ÀVÕÀ>`Ê `>ÀiÊ ÕÊ VÕ«iÌÊ ijÀ}V]Ê iVÊ µÕiÊ
permite asegurar que en las casas para las que fue redactado ni
ÃµÕiÀ>ÊÃiÊVV>°Ê
-i}ÖÊiÊÃi>>À]ÊiÊÕ>`>>>À>Ê>ÊV`ÕVÌ>ÊìÊ>}Õ>ÃÊ
ÕiÀiÃÊiÃÌ>L>ÊÌ>`Êº«À«ÀViÃÊ>>À>ÌiÃ»ÊÃÊµÕiÊ>-
ìÊViÀ>Ê>}Ê>ÊÀiÃ«iVÌ°Ê ÊiÀiÊijÀVÌÊìÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ
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23
Ê>µÕÊ ÃVÀVi]ÊDiccionario razonado de legislación y jurisprudencia.
Edición notablemente corregida y aumentada con nuevos artículos, notas y adi-
ciones sobre el derecho americano por Juan B. Gum, 3 t., Bogotá, Temis, [1842]
1998, p. 525.
24
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ÖiÀÊ>ÕiÌ>L>Ê`>Ê>Ê`>ÊìÊ>iÀ>ÊViÃ>Ìi]ÊVÊÕÊV?-
cer que amenazaba con “envolver del todo nuestra sociedad”. No
era raro, manifestó el periódico, que las familias que caminaban
por las aceras de la ciudad tuvieran que cederles el paso a cinco
o seis “rameras” que, andando también, las atropellaban o les
>â>L>Ê>}Õ>ÃÊº«Õ>ÃÊiÊ`>Ê«VÊi`wV>Ìi»°25
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en las iglesias.26 Se trataba de “grandes bandas de rameras, de
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avergonzaba con el simple contacto de “esas desventuradas”. La
ºLÕi>»ÊÃVi`>`ÊÌ>«>Ì>ÊÊiÃÌ>L>Ê>VÃÌÕLÀ>`>Ê>Êi>Ã°Ê-i}ÖÊ
se manifestó, era un fenómeno reciente que la estaba invadiendo.
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chas corrupciones. Sin embargo, con el aumento de las casas de
tolerancia ahora estaban atestados de esos “focos de inmundicia
ÞÊVÀÀÕ«VÊvÃV>ÊÞÊÀ>»°27
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cuartel 4° la agarró y metió a la casa de Merced López, una casa
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aquél le contestó “que al cabo era la muchacha una de tantas”.28
25
Pipo, “La prostitución...”, p. 2.
26
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estado de embriaguez por las calles, concurrir a la plaza principal, hablar con
palabras obscenas y presentarse en los cuarteles o cuerpos de guardia. Regla-
mento de las Casas…, p. 11.
27
28
A pesar de que se pudo comprobar que en la casa de Merced López
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vigilancia alguna, reinaba el desorden y con frecuencia se come-
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ÃÊìVÀÊVÊµÕiÊÃÕÃÊ>VÌÀiÃÊViÌ>ÊÃÕÃÊºÀ}>Ã»°29
Muy seguramente la prostitución tanto en Jalisco como en
cualquier otra entidad mexicana era un negocio. Por lo tanto,
para el reglamento era lógico que hubiera “un principal” —y en
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atrayente y deseable, ya que se trataba de una novedad en el
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ÀiÃÕÌ>L>]ÊÃiÊVÌâ>L>ÊÕVÊ?ÃÊV>À>ÃÊµÕiÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊ
regulares. De este modo se daba la “explotación de carne huma-
na”, lo cual no era posible sin “la voluptuosidad de ciertos ricos,
ÃÊ¼VÃ>`Ã½ÊìÊ->`>`]ÊÞÊ>ÃÊ>V>ÕiÌ>Ã»°31
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iÀ>ÊÕÊ«ÀLi>Ê>ÊiÌÊìÊÃVÀLÀÃiÊiÊiÊÀi}ÃÌÀÊ«ÖLVÊ
de prostitución.32Ê-i}ÖÊEl Cascabel, la idea de librarse del ham-
LÀiÊ>ÃÊ>À>ÊÃLÀiiÛ>ÀÊº>ÃÊÀÌwV>ViÃ»ÊìÊ>ÊÛiÀ}Øiâ>ÊµÕiÊ
lo que perdió su virginidad. Con ello, su padre retiró la acusación contra Trini-
dad N., quien fue puesta en libertad, pues en la casa de Merced no se cometió
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29
30
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31
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara. Higiene social y medicina
legal, tesis de medicina, v. II]ÊÕ>`>>>À>]Ê£än]Ê«°ÊÓ£È°
32
Fabiola Bailón nos dice que la prostitución no sólo fue una actividad
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era rentable y para otras apenas una forma de supervivencia. Fabiola Bailón
Vásquez, Trabajadoras domésticas..., p. 22, 96, 98.

Ã}wV>L>ÊÛiÀÃiÊVÌÕ>iÌiÊÛ}>`>Ã]33 “espiada[s] por la

autoridad que la[s] aparta de la vida social” y que las ve como
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libremente de “ciertos placeres”, viendo con “horror la vida de
privaciones pasadas del hogar [del] que [eran] desertoras”.34
-iÊ«`À>Ê«iÃ>ÀÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊÌÀ>ÃÊÃ«iiÌiÊìV`>ÊÊ
regresar más a sus casas, pues era preferible estar en otro lugar
que con su familia. Rodrigo Romero asusó a Cipriana y Máxima
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edad, para que la “usara” Plácido Arana, pero cuando se dio cuen-
Ì>ÊìÊµÕiÊ?Ý>ÊÞ>ÊÊiÀ>Êº>»]Ê«ÕiÃÊ>L>ÊÃ`Ê`ÃÊLÀiÃÊ
ÃÊµÕiÊ>ÌiÃÊ>L>ÊÕÃ>`ÊìÊi>]ÊÊÀi}ÀiÃÊ?ÃÊ>ÊÀ>ÌwV>ÀÊÃÕÊ
acusación. En este caso, con la declaración de Máxima podemos
conocer la razón que tuvo para salirse de su casa y acceder a los
deseos de Arana: su madre le pegaba tanto que al salirse con
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tener a dónde ir.35Ê·+ÕjÊÌÀ>Ê«VÊÌi>Ê?Ý>Ê>ÊÊµÕiÀiÀÊ
Ài}ÀiÃ>ÀÊ>ÊÃÕÊV>Ã>ÊÃÊÀiVÕÀÀÀÊ>Ê«ÀÃÌLÕ¶
La vida de la prostituta dentro del burdel, salvo raras excep-
ciones, era dura y autoritaria. Desde el punto de vista económico,
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33
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«ÖLV>°ÊReglamento de las Casas…, p. 8.
34
35
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47290.

Ãi«ÀiÊÃiÊiVÌÀ>L>Êi«i>`>ÊVÊ>Ê>ÌÀ>Ê«ÀÊÃÕÃÊVÀiV`>ÃÊ
ìÕ`>Ã]Ê>ÃÊVÕ>iÃÊÊ«`>ÊÃ>ÌÃv>ViÀÊ«ÀÊÃÊÃ>]Êº>?`Ãi]Ê
por consiguiente, encadenada”.36Ê>ÃÊ«V>ÃÊµÕiÊµÕiÀ>ÊÀi`À-
ÃiÊÊÌi>Ê>Ê`ìÊÀ°ÊEl Telegrama, otro periódico local, expuso
µÕiÊiÊLiÀÊìL>ÊÌiiÀÊVÕ>ÌÊ>ÌiÃÊÕÊiÃÌ>LiViÌÊ>Ã-
>`ÊÊìÃ}>ÀÊ>}ÖÊÌÀÊÕ}>ÀÊ«>À>ÊiÃiÊÃÖiÀÊìÊºÛiiÃÊ
>ÀÀi«iÌ`>ÃÊÛVÌ>ÃÊìÊv>>ÃÊµÕiÊ«ÀÊv>Ì>ÊìÊ`ìÊiÌiÀÃiÊ
vence obligadas a seguir la degradante carrera de la prostitución”.37
Las casas de tolerancia
-i}ÖÊiÊ,i}>iÌÊìÊ>ÃÊ
>Ã>ÃÊìÊ£nÈÈ]ÊÃiÊiÌiìÀ>ÊVÊ
casa de tolerancia a la vivienda donde habitaran o concurrieran
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Ì`>ÃÊiÃÌ>À>ÊL>Ê>Êì«iìV>ÊÞÊÛ}>V>ÊiÝVÕÃÛ>ÊìÊÌÀ>Ê
ÕiÀ]Ê>Ê>ÌÀ>]ÊµÕiÊ«ÀVÕÀ>À>ÊÊÃÊÃ>ÌÃv>ViÀÊ>ÊÃÕÊVi-
tela, sino también que fuera un “negocio redituable”.38Ê>Êiv>ÊìÊ
>ÊV>Ã>ÊÌi`À>Ê>ÊL}>VÊìÊÃÕiÌ>ÀÃiÊ>Ê>ÃÊ«ÀiÃVÀ«ViÃÊìÊ
Ài}>iÌÆÊiÃÊìVÀ]ÊìL>ÊÃVÌ>ÀÊ>Ê>V>ìÊiÊ«iÀÃÊVÀÀiÃ-
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>ÃÊ ÕiÀiÃÊ µÕiÊ ÛÛiÀ>Ê L>Ê ÃÕÊ ÌiV39Ê >ÃÊ VÊ ìÊ >ÃÊ µÕiÊ
ì>À>ÊìÊ>ViÀ°
Era innegable que tanto las prostitutas como las casas de
tolerancia generaban gastos —“impuestos, vestuario, alimenta-
VÊÞÊVÕ`>`ÃÊj`VÃ»p]Ê>ÃÊµÕiÊ>Ê>ÌÀ>ÊLÕÃV>L>ÊjÌ`ÃÊ
para hacerse de más dinero.40Ê *>À>Ê i]Ê Ê ÃÊ ÀiVÕÀÀ>Ê >Ê >Ê
36
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°Ê iÀ>`ÊìÊ+ÕÀÃÊÞÊÃjÊ>À>Ê>>ÃÊ}Õ>i`]ÊLa mala vida
en Madrid. Estudio psico-sociológico con dibujos y grabados del natural, Madrid,
°Ê,`À}ÕiâÊ-iÀÀ>]Ê£ä£]Ê«° 309.
37
El TelegramaÊÃiÊV>À>VÌiÀâÊiÊÕ>`>>>À>Ê«ÀÊÃiÀÊÕÊ«iÀ`VÊ«Ài-
ÃÊiÊÕÊvÀ>ÌÊ«iµÕi]Ê`ìÊÃiÊ«ÕLV>L>ÊÌV>ÃÊLÀiÛiÃ]Ê«ÀiVÃ>iÌi]Ê
como si se estuviera enviando un telegrama. El Telegrama. Periódico como otro
cualquiera, de noticias, variedades y anuncios]ÊÕ>`>>>À>]ÊÓ£ÊìÊviLÀiÀÊìÊ
1885, p. 1.
38
Fabiola Bailón Vásquez, Trabajadoras domésticas..., p. 98.
39
Ê-Ê>ÊV>Ã>ÊÊvÕiÀ>Ê«À«>]ÊìL>ÊÌiiÀÊiÊ«iÀÃÊìÊ«À«iÌ>ÀÊ«>À>Ê
convertirla en casa de tolerancia. Reglamento de las Casas…, p. 13.
40

explotación de la prostituta, sino también a la de algunas prohi-

LViÃÊµÕiÊ>V>À>L>ÊiÊÀi}>iÌ°Ê>Ê`Õi>ÊÌi>Ê>ÊL}>VÊ
de presentar las prostitutas a las visitas corporales y de reportar
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V>L>ÊVÌ>ÀÊVÊÕ>ÊÌÀ>L>>`À>ÊiÃ°ÊÃÃ]ÊìL>Ê«ÀiÛi-
nir cualquier desorden o escándalo y cerrar las puertas de la casa
>Ê>ÃÊViÊìÊ>ÊViÊÞÊÊ>LÀÀ>ÃÊL>Ê}ÖÊ«ÀiÌiÝÌ]ÊÊµÕiÊ
limitaba el ingreso de clientes.
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`>ÊÃ}ÕiÌiÊ«>À>ÊµÕiÊvÕiÀ>ÊÀiV>>`Ã]Ê«iÀÊÕV>ÃÊÛiViÃÊ>ÃÊ
matronas no los entregaban, lo que ocasionaba que después se
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VÊÛ`ÀÃÊ«>VÃÊÊVÊVÀÌ>ÃÊ }ÀÕiÃ>Ã]Ê Ê µÕiÊ ÃiÀÛ>Ê «>À>Ê
ocultar las actividades al interior de las casas o para evitar que
las prostitutas se asomaran por las ventanas, llamaran a posibles
ViÌiÃÊÞÊiÃV>`>â>À>Ê>ÊÃÊÌÀ>ÃiÖÌiÃ°Ê Ê«`>Ê>LiÀÊV>-
Ì>Ã]ÊÛiÌ>ÊìÊºLiL`>ÃÊiÃ«ÀÌÕÃ>Ã»]ÊL>iÃÊÊÕi}ÃÊìÊV>ÀÌ>Ã°Ê
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ÀiÃÊìÊÓ£Ê>ÃÊìÊi`>`ÊÊÕiÀiÃÊÃÊLÀiÌ>ÊìÊÃ«iVV°Ê
Todas estas actividades las prohibió el reglamento, pero su falta
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ÌÀ>Ã]ÊµÕiiÃÊVÀÀ>ÊiÊÀiÃ}ÊìÊÃiÀÊVÃ}>`>ÃÊ«ÀÊiV-
nio.41 El periódico El CascabelÊÃiÊµÕiÊìÊ>ÊÃ}ÕiÌiÊ>iÀ>\
Las calles más céntricas de la población están llenas de esos lupa-

nares, los cuales permanecen con sus puertas abiertas de par en par
«ÀÊiÊ`>ÊÞÊ«ÀÊ>ÊVi]Ê>ÃÊÀ>iÀ>ÃÊiÊÛiâÊìÊiÃÌ>ÀÊÀiVÕ`>Ã]ÊV>ÃÊ
desnudas y alharaqueando, se agolpan en las ventanas, se amonto-
nan por la acera y se esparcen por toda la cuadra abrazando y be-
Ã>`Ê>ÊÃÊV`ÀiÀÃÊÞÊ>Ê«iÀ`Õ>ÀÃ\ÊÃÊ«>Ã>ÊÕ>ÊÃiÀ>ÊViÀV>ÊìÊ
i>Ã]Ê>ÊÃÕÌ>ÆÊÃÊ«>Ã>ÊÕÊLÀi]ÊÊÀiµÕiLÀ>ÊÞÊÊ>>ÊÞÊ
VÊvÀiVÕiV>ÊÃiÊ`>ÊiÊV>ÃÊìÊµÕiÊ«iµÕi>ÃÊVÀ>ÌÕÀ>ÃÊÃi>ÊÌÀ-
ducidas a viva fuerza al interior de los inmundos antros […]42
En 1872, un robo fue la causa de que se descubriera un “lu-

«>>À»ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊ>}ÃÊìÊÀi]Ê>ÃV°ÊÕ>>Ê>À>Ê
41
Reglamento de las Casas..., p. 13-14.
42

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VÕÃÊº>VÃÌ>`ÊVÊÕ>ÊÕiÀ»ÊVÕ>`ÊÃiÊiÊ>«Àii`°ÊLÃÊ
hombres confesaron su delito, pero, una vez recuperados los
}Õ>ÌiÃ]ÊÃiÊiÊ`Ê?ÃÊ«iÃÊ>ÊiVÊìÊµÕiÊ>ÊV>Ã>ÊÊiÃÌ>L>Ê
registrada como lugar de prostitución y, por tanto, tampoco sus
VÕ«>ÌiÃ]ÊVÛÀÌj`ÃiÊÌ>ÌÊiâ>ÊVÊ>ÀV>ÊiÊÌiÃÌ}ÃÊ
de los servicios prestados.
Junto a Estéfana fueron aprehendidas Serapia Santoyo y Jo-
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ÌiÊÞÊ`VÊºµÕiÊÊÃÀÛiÀ>ÊiÃ>ÊVi»]ÊµÕiÊiÊì>L>ÊiÊ>>Ê
en prenda mientras le pagaba vendiéndolo. Por otro lado, Josefa
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ÞÊÃiÊiVÌÀ>L>Ê>Ê«ÀµÕiÊvÕiÊ>Ê`ÀÀÊVÊ>ÀV>ÊÃÊÃ>LiÀÊ
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quien originalmente fue acusada de lenocinio, la casa no le per-
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«ÃLiÊµÕiÊ>}ÕiÊÌ>ÊÛiÊÌÕÛiÀ>ÊÕ>ÊV>Ã>ÊVÊºiÃiÊÌÀ?wVÊ
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}ÊµÕiÊºi>ÊÞ>ÊÌi>ÊiÃ>ÊV>Ã>ÊQiRÊL>Ê>Ê>ÞÕ`>À>Ê«ÀµÕiÊiÃÌ>L>Ê
mala de una hinchazón en partes ocultas, [la ayudaba] en cosas
domésticas, como hacer la cocina”.43
El mismo reglamento aclaró que en ninguna casa de toleran-
V>ÊpÃVÀÌ>pÊ«`À>Ê>LiÀÊVÀ>`>ÃÊiÀiÃÊìÊ{äÊ>ÃÊÃÊµÕiÊ
tuvieran su respectiva libreta de inscripción,44 y como Estéfana
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ºÌÀ>L>ÃÊV«>ÌLiÃÊVÊÃÕÊÃiÝ»Ê«ÀÊiV]ÊµÕiÊiÀ>ÊÛÃÌÊ
como “un mal que desmoralizaba a la sociedad”. Serapia, quien
43
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ÌÀ>Ê ÃÌjv>>Ê«iâÊ>®Ê>Ê/iV>Ê«ÀÊiV»]ÊBPEJ, AHSTJ, Criminal,
V>>Ê£nÇÓx]ÊÛ°Ê{xÓÓ°
44
Reglamento de las Casas…, p. 15.

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Como lo indica el reglamento, la autoridad en las casas de
prostitución era femenina, y el marido o el amante era por lo
}iiÀ>ÊºÕ>ÊiÃ«iViÊìÊ«ÀV«iÊVÃÀÌi»°47 Ellos eran los se-
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cualidades. No obstante, una cosa eran las que llegaban por su
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ÌiÀ>]ÊÃi`Ê?ÃÊÀ>À>ÃÊ>ÃÊµÕiÊÊ>L>Ê«iÀ``ÊÃÕÊÛÀ}`>`Ê
antes de entrar al lupanar.48
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decidió “mezclarse carnalmente” con Luciano Arreola, “previa
45
Idem.
46
Ê
°Ê iÀ>`ÊìÊ+ÕÀÃÊÞÊÃjÊ>À>Ê>>ÃÊ}Õ>i`]ÊLa mala vida…,
p. 309.
47
Idem.
48
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara..., p. 316.

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virginidad recibió de aquél nada más dos pesos, “diciéndole
su estuprador que no le daba más por aquella vez y que en otra
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no hizo.49
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Ûi>Ê>ÊiÃÌ>LiViÌÊVÊÃÕÊÖVÊÀiVÕÀÃ]ÊÃLÀiÊÌ`ÊìÃ-
pués de haber perdido la honra a manos de un seductor que las
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das y después olvidadas por sus familiares, quienes no les perdo-
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a su cargo o emparentadas con ellos”.50
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ÊµÕiÊ>ÊwÊi}>Ê>ÊLÌiiÀÊÃÕÃÊv>ÛÀiÃÊÕ>ÊÊÛ>À>ÃÊÛiViÃÆÊ«iÀÊ
luego, temiendo las consecuencias del estupro, la delata a la auto-
À`>`ÊÀiÃ«iVÌÛ>ÊVÊV>ìÃÌ>]ÊÞÊ>ÃÊÃiÊiÛÌ>ÊiÃÌ>ÃÊÞÊV-
promisos. Otras veces esos compromisos no se presentan por el
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ces semi-loca por la decepción, y desesperada por la virginidad
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sirviendo de pasto a la voluptuosidad de todo el mundo, le da a ella
la momentánea ilusión de la venganza.51
49
“Contra Luciano Arreola por estupro y Francisca Herrera por lenocinio”,
Zapopan, BPEJ, AHSTJ, Criminal]ÊV>>Ê£nnä]ÊÛ°ÊÈnnÈn°
50
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iÊiÊ*ÀwÀ>Ì»]ÊiÊi«iÊ
>ÃÌÀÊÞÊ>ÀVi>Ê/iÀÀ>â>ÃÊVÀ`Ã°®]Ê Disidencia y
disidentes en la historia de México, México, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2003, p. 300.
51
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara..., p. 322-323.

Perder la virginidad antes del matrimonio era un temor cons-

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pero como ya no era virgen tuvo miedo y se salió de su casa para
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`ìÊ«ÕìÀ>ÊÌÀ>L>>ÀÊVÊÃÀÛiÌ>°52
}ÕiÊ>`ÊiÝ«ÕÃÊµÕiÊ>L>ÊV>ÃÃÊiÊÃÊµÕiÊÕiÀiÃÊ
“ignorantes” del pueblo iban por su propia voluntad a vender su
virginidad a cierto precio. En otras ocasiones, el alcahuete —o la
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diferencia por conservar o no la virginidad, que el explotar el
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iÝ«Ì>ÀÊiÊÌÀ>L>Ê>ÌÕÀ>ÊìÊÃÊÖÃVÕÃ»°54
ÕV>ÃÊÕiÀiÃÊìÊ«ÕiLÊL>]ÊiÃ«iV>iÌiÊ>ÃÊÛiiÃÊ
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i«iÊiÊÌÀ>L>ÃÊVÃìÀ>`ÃÊVÊviiÃ]ÊiÃÊìVÀ]Ê>-
vanderas, cocineras, planchadoras, floristas, etcétera.55 Conforme
se acercaba el siglo XX]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊÃiÊÌ>ÀÊ>ÊÃÊÌÀ>L>ÃÊ
52
Êº
ÌÀ>ÊÃiv>ÊÀ>ÃÊ«ÀÊ`VÃÊìÊiV»]ÊÕ>`>>>À>]ÊBPEJ, AHS-
TJ,Criminal]ÊV>>Ê£nÇ{Ç]ÊÛ°Êx£ÇÇÇ°
53
ÊÊiÃÊ«>À>ÊiÃÌ>ÊÛiÃÌ}>VÊÊÃiÊiVÌÀÊ}ÖÊ`VÊìÊÊ
contrario.
54
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara..., p. 318, 330.
55
ÊÕ>Ê/Õ]ÊMujeres en México. Recordando una historia, México, Con-
ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊÀÌiÃ]Ê£n]Ê«°Ê£ÓÊ
iVVÊ,i}iÃ®°

º`jÃÌVÃ»]Ê«ÕiÃÌÊµÕiÊiÊ>ÃÊV>ÃiÃÊi`>ÃÊÌ>LjÊiiÀViÀÊ
como maestras, secretarias y enfermeras.56
-Ê iL>À}]Ê iÊ ÌÀ>L>Ê ìÊ >ÃÊ ÕiÀiÃÊ ÃiÊ >ÃV>L>Ê «ÀÊ Ê
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ÕÊÛ>ÀÊiVVÊ>ÞÀ\Êº>ÃÊÕiÀiÃÊ}>>L>ÊiÃÊµÕiÊÃÊ
hombres no sólo porque producen menos, sino también porque
lo que ellas producen tiene en general un valor inferior en el
iÀV>`»°Ê-iÊVÃìÀ>L>ÊµÕiÊÊÌ`ÃÊÃÊÌÀ>L>ÃÊiÀ>Ê>ì-
VÕ>`ÃÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃ°ÊÃ]ÊÃÊÌÀ>L>ÃÊµÕiÊiÀ>Ê«VÊ«Õ`-
ÀÃÃÊÊÌi>ÊµÕiÊÛiÀÊVÊ>ÊvÕiÀâ>ÊvÃV>ÊÊiÊÌiiVÌÊiÃÌ>L>Ê
vedados para ellas. La “delicadeza, dedos ágiles, paciencia y
>}Õ>ÌiÊÃiÊ`ÃÌ}Õ>ÊVÊviiÃ]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊiÊÛ}ÀÊ
muscular, la velocidad y la habilidad eran signos de masculinidad”,
«ÀÊÊµÕiÊiÊÌÀ>L>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊiÊìÊÃÊLÀiÃÊÌi>Ê
diferentes valores: el salario femenino siempre era tomado como
suplementario.57
"ÌÀ>ÃÊÕiÀiÃÊÛi>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊVÊÕ>ÊiÃ«iViÊìÊVÕ-
«>VÊ>ÌiÀ>ÌÛ>°Ê/À>L>>L>Ê«ÀÊÕÊÌi«ÊiÊiÊ«ÀÃÌLÕÊ
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Ì>`»]Ê«iÀÊ>Êv>ÃÌ`>ÀÃiÊìÊÕ}>ÀÊÛÛ>Ê>ÊVÛiÀÌÀÃiÊiÊÃÀ-
vientas o se dedicaban a cualquier otra ocupación:
>`ÊiÃÌiÊ«>ÃÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃiÊiiÀViÊÃi«ÀiÊµÕiÊ>ÞÊV>ÃÊ
para ello y clandestinamente, mientras se tiene otra ocupación per-
>iÌi]ÊÃÀÛi`Ê>Ê>VÌÊÃiÝÕ>ÊÃÊVÊÕÊÌÀ>L>ÊiÝÌÀ>ÊµÕiÊ
«À«ÀV>ÊìÀÊÞÊ«>ViÀÊ>Ê>ÊÛiâÆÊ«iÀÊÃÊ>}Õ>ÊVÀVÕÃÌ>V>Ê
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>ÊÃiÀÛÀÊìÊ«ÀÃÌÌÕÌ>Ã]ÊVÊ>ÌiÃÊìÊVViÀ>ÃÊÊìÊ«>>ÃÆÊÃiÊ
56
ÊÃÊViÃÃÊwV>iÃÊìÊiÃÌ>`ÊìÊ>ÃVÊìÕiÃÌÀ>ÊµÕiÊ>ÃÊ>VÌÛ`>ìÃÊ
remuneradas y profesionales del sexo femenino fueron en aumento —como la
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iÀ>ÊxÊÓ££p]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊwVÃÊÌÀ>`V>iÌiÊVÃìÀ>`ÃÊviiÃ]Ê
como el de florista y cigarrera, fueron en descenso. Véanse Censo general de la
República Mexicana a cargo del Dr. Antonio Peñafiel, verificado el 20 de octubre
de 1895]ÊjÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£nnÆÊÞÊCenso de división territorial del
Estado de Jalisco verificado en 1900]ÊjÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£äx°
57
Ê>Ê7°Ê-VÌÌ]Êº>ÊÕiÀÊÌÀ>L>>`À>ÊiÊiÊÃ}ÊXIX”, en Georges Duby
y Michelle Perrot, Historia de las mujeres. El siglo XIX, t. IV]Ê Ã«>>]Ê/>ÕÀÕÃ]Ê
2001, p. 439-442.

fastidian de vivir en el lupanar, y vuelven a su antigua ocupación o

>ÊVÕ>µÕiÀ>ÊÌÀ>ÆÊÃiÊì>ÊjÃÌ>Ê«>À>ÊÛÛiÀÊ>Ê>ÊV>Ã>Ê«ÖLV>]ÊÞÊ>ÃÊ
sucesivamente.58
Se pensaba que la vida en el burdel era fácil, sobre todo en

los de primera clase,59Ê`ìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÛiÃÌ>ÊLiÊÞÊ«ÀÊÊ
Ài}Õ>ÀÊÃiÊÛi>Ê>i}ÀiÃ]Ê>ÊÖÃV>]ÊL>>L>ÊÞÊÃiÊ`ÛiÀÌ>ÊVÊ
los clientes. Sin embargo, no se tomaba en cuenta que tanto los
ÛiÃÌ`ÃÊVÊ>Ê>iÌ>VÊÞÊ>ÊiÃÌ>V>ÊiÊiÊLÕÀìÊ>L>Ê
µÕiÊ«>}>ÀÃ]ÊÃÊÊVÊìÀ]ÊÃÊVÊÌÀ>L>]ÊiÊVÕ>Ê>ÃÊiÝ«>Ê
a maltratos, embarazos, abortos y enfermedades.
En muchas ocasiones, los padres ni siquiera estaban entera-
`ÃÊìÊ>ÊV`ÕVÌ>ÊìÊÃÕÃÊ>Ã]ÊVÊiÊ«>ÃÊiÊÕÊìÊ£nÇÊ>Ê
Ãiv>ÊìÊÀ>Ã]ÊµÕiÊ>VÕÃÊ>Ê>À>ÊiÀVi`Ê«iâ60 de lenoci-
ÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÕÊ>]Ê-iÛ>Ê,V>°ÊÃiv>]ÊÛÕ`>ÊìÊÎäÊ>ÃÊ
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iÊµÕi]ÊÃi}ÖÊÃiv>]ÊÃÕÊ>ÊiÀ>ÊÀ>`>ÊÞÊÌÀ>L>>L>ÊVÊÃiÀ-
vidora doméstica.61
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VÊiÊLiÌÊìÊµÕiÊ>Êì>À>Ê«>Ã>ÀÊ>ÊiÊ`>]ÊÞ>ÊµÕiÊiÃÌ>L>Ê«ÀÊ
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ÛiiÌi]Ê«ÕiÃÊÃÕÊV>Ã>ÊiÀ>Ê«ÖLV>ÊÞÊ-iÛ>ÊÃiÊµÕi`>L>ÊÀi}Õ>À-
iÌiÊºVÊiÊLiÌÊìÊ«ÀiÃÌ>ÀÊÃÕÃÊÃiÀÛVÃ»°ÊÃ]Ê>ÊìÊ>LÀ>ÀÊ
58
Ibidem, p. 331.
59
Las casas de tolerancia, al igual que las prostitutas, estaban divididas
iÊÌÀiÃÊV>Ìi}À>Ã]ÊÞÊiÀ>Ê>Ê>V>`>Ê>ÊiV>À}>`>ÊìÊV>ÃwV>À>Ã°ÊReglamento de
las Casas…, p. 15.
60
Ê,iVÕjÀìÃiÊ µÕiÊ >À>Ê iÀVi`Ê «iâ]Ê VV`>Ê «ÖLV>iÌiÊ VÊ
`Õi>ÊìÊÕÊLÕÀì]ÊÞ>Ê>ÌiÃÊÃiÊÛÊiÛÕiÌ>ÊiÊÕÊ«ÀViÃÊÕ`V>°Ê Ê£nÇÓÊ
vÕiÊ>VÕÃ>`>Ê«ÀÊ`VÃÊìÊiVÊVÌÀ>ÊiÃÖÃÊi`>]ÊiVÊµÕiÊÃiÊVÌÊ
en el presente texto.
61
Êº
ÌÀ>Ê>À>ÊiÀVi`Ê«iâÊ«ÀÊiV»]ÊÕ>`>>>À>]Ê£nÇ]Ê BPEJ,
AHSTJ, Criminal.

con la condición de que sacara su cartilla de sanidad62 como el

Ài}>iÌÊiÊiÝ}>°Êì?Ã]Ê>ÛÃÊµÕiÊÌi>ÊÕ>ÊÕiÛ>Ê«ÀÃÌ-
ÌÕÌ>ÊiÊÃÕÊV>Ã>ÊÞÊ`Ê«>ÀÌiÊ>Ê`ÊÀiVÊÞ>]Ê«V>ÊìÊ>ÃÊ
casas de tolerancia.63Ê-Õ>`Ê>ÊiÃÌ]Ê>À>ÊiÀVi`Ê>wÀÊµÕi]Ê
VÕ>`ÊvÕiÊ>ÊÃÕÊV>Ã>]Ê-iÛ>ÊºÞ>Ê>V>ÊÕVÊÌi«ÊµÕiÊiÀ>Ê
ÕiÀÊ«ÖLV>»]Ê«ÕiÃÊ`>Ê`Ài>ÊÌiÃ]Ê`Õi>ÊìÊÌÀÊLÕÀì]Ê
iÊVÌÊµÕiÊ>V>Ê`ViÊ>ÃÊµÕiÊ-iÛ>ÊÌi>ÊiÃiÊ`ÊìÊÛ`>]Ê
À>âÊ«ÀÊ>ÊVÕ>]ÊÞÊiÊVÃiVÕiV>]ÊºÊiÀ>Ê>]ÊÊi>Ê>Ê>L>Ê
seducido”.
`Ài>ÊÌiÃÊVwÀÊµÕiÊVV>Ê>Ê-iÛ>ÊìÃìÊ>V>Ê
tiempo porque ésta le pidió que la recibiera en su casa, lo que
aceptó sólo con la condición de que ya no fuera doncella. Por
i]ÊÃ>L>ÊµÕiÊ-iÛ>Êº>L>ÊÌi`ÊÀi>ViÃÊVÊÕÊÖÃV»°Ê
En su establecimiento estuvo cerca de seis meses hasta que se
vÕiÊ>ÊÃ«Ì>ÊÞÊÃiÊÃi«>ÀÊÕÊÌi«°Êì?Ã]Ê`ÊÃ>LiÀÊµÕiÊ
-iÛ>ÊÌ>LjÊÌÀ>L>ÊVÊ`>ÊiÀVi`Ê«iâ]Ê«ÀÊÊµÕiÊºÞ>Ê
iÀ>ÊÕiÀÊ«ÖLV>ÊìÊÛâÊÞÊvÀ>»°64
Ê«V>ÊìÊÃ>`>`ÊÀiVÊÞ>ÊÌ>LjÊVwÀÊÊ
`VÊ«ÀÊ>À>ÊiÀVi`Ê«iâ]ÊiÃÊìVÀ]ÊµÕiÊVV>Ê>Ê-iÛ>Ê
porque primero la vio en la casa de tolerancia de Montes y des-
pués en la de López, de donde le avisaron que iban a sacar pape-
leta. De igual forma, aseguró que Senovia estaba inscrita como
62
El Reglamento de las Casas de Tolerancia de la Municipalidad de Gua-
`>>>À>]ÊiÊÃÕÃÊ«ÀiÀÃÊVÕ>ÌÀÊ>ÀÌVÕÃ]Ê>V>À>L>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊ
ìL>ÊÃVÀLÀÃiÊiÊÕÊÀi}ÃÌÀ°Ê>ÊÃVÀ«VÊÃiÀ>ÊìÊwVÊVÕ>`Êº>Ê-
V>`>Ê QÕLiÀ>RÊ >`µÕÀ`Ê >Ê ViÀÌ`ÕLÀiÊ ìÊ µÕiÊ Q>Ê ÕiÀRÊ ÃiÊ iÌÀi}>QL>RÊ
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>ÊºvÀiVÕiÌ>VÊ>LÌÕ>ÊVÊÕiÀiÃÊVV`>iÌiÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÆÊiÊiVÕiÌÀÊ
VÊÀiVìV>ÊiÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊìÊÌiÀ>V>ÆÊiÊ>ÀÀiÃÌÊVÊÀiVìV>ÊiÊÕ}>-
ÀiÃÊ«ÖLVÃ]Ê«ÀÊV`ÕVÌ>ÊVÌÀ>À>Ê>Ê>ÃÊLÕi>ÃÊVÃÌÕLÀiÃ]ÊVÊ«ÀÛV>-
ViÃ]Ê>VÌÃÊViVÃÃ]ÊiÌV°ÆÊ>ÊVÕV>VÊìÊ>ÊÛijÀiÆÊ>Ê>ÌÕÀ>iâ>Ê
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>ViÊ>ÊÃ>`>`Ê«ÖLV>»°ÊReglamento de las Casas…, p. 7-8.
63
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maneció hasta que se “fue al hospital a curar por estar llena de
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edad y ser vecina del quinto cuartel de la ciudad. Al rendir su
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tituta”, pues ya no era doncella al haber perdido su virginidad
con Félix Flores, con quien vivió alrededor de dos meses por el
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A pesar de que los padres no estaban completamente al tanto
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Prostitución..., p. 3, 17.
66
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casas estaban siempre ávidas de nuevas “pupilas”.67
Lenonas, rufianes y alcahuetas
Martha Santillán nos dice que, debido a la forma en la que esta-

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o desamparadas” para convencerlas de entrar en el negocio, aun-
que muchas veces las forzaban.69Ê>ÃÊi>Ã]ÊÃÊÀÕw>iÃÊÞÊÃÊ
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y a la seducción para lograr su cometido.
La venta de mujeres para las casas públicas
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67
68
Para la década de 1940 a 1950, Santillán nos dice que los especialistas
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delitos sexuales. Prácticas criminales en la ciudad de México, 1940-1950”, His-
toria Social, Universidad de Valencia, n. 76, 2013, p. 71.
69

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fornicio, sin ser sus medianeros ni sus cómplices.70
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deseos de quienes se las solicitaban y pagaban por ellas. Para
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prostituida”, lo que casi la “imposibilitaba para volver a la vida
honrada”.71Ê ÝÃÌ>ÊÌ>LjÊÃÊiiÃÊµÕi
[...] enamoran bellezas humildes, poco vigiladas por quienes ten-

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de cometieron su primera culpa. En cambio, abundan las mucha-
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corredoras de burdeles que frecuentan los sitios donde aquellas se
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las amas de establecimiento de prostitución, y cobran un tanto por
cada hallazgo.72
En diciembre de 1870, Loreto Castro denunció el estupro de

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71
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara..., p. 317, 323.
72
Ê
p. 308.

a las dos, por lo que aquéllas se resistieron y gritaron hasta que

Juana les ordenó que se callaran y no fueran “escandalosas”.
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“amores con la Calvillo”, se vio en el compromiso de salir a “bus-
V>ÀiÃÊV>Ã>ÊÊ>>iÌ»°ÊìâÊ>`ÌÊµÕiÊºÌÕÛÊÃ>i-
te un acto” con Catarina, pero que cuando la “usó no era donce-
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era. Tal parece que al no poder cometer el estupro con la que él
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defensor argumentó que el castigo era “demasiado denso” y logró
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sacara de su casa. Carrillo lo hizo y, aunque la estupró, no le dio
ninguna promesa de matrimonio al momento de llevarla a la casa
de Francisca Flores. Ésta, quien fue acusada de lenocinio, indicó
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lo fuera también. Tanto la madre de Victoria como su hermana
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perdido”, desistieron de toda acusación.74
Entre engaños y seducción
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ra de hembras hermosas, fáciles y ardientes”.75 Que Jalisco tu-
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casas de familias pobres en calidad de vendedoras de ropa o al-
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75
Rafael Sagredo, María Villa..., p. 22.
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77
Idem.

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}ÕÃÊÌÀ?ÌiÃÊÕ`V>iÃ»°78 Sin embargo, una forma de re-
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denuncia.
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acusadas de Lenocinio en contra de la menor Tomasa Hernández, a
quien sometieron “a usos lascivos con don Luis Coronado” pese
a que en un principio se negó. Aunque se comprobó que Luis
Coronado estupró a Tomasa Hernández y que tanto Eleuteria
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licitó la aprehensión del seductor.79
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tuvieron que ir a pasar la noche a un cuarto. Al ser examinada
por las parteras locales, se hizo evidente que su desfloración no
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gunda declaración Apolonia manifestó que era cierto que ya no
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usado antes de Semana Santa en un cerro, lugar a donde la llevó
78
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79
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>ÀVi>Ê iÛiÃ]ÊµÕiÊ>L>ÊÀiVL`Ê>ÊV>LÊÀi}>ÃÊÞÊ>}Õ-
nos préstamos de dinero.
Al ser interrogada sobre el cargo de lenocinio, Marcelina Nie-
ves lo negó todo. Sin embargo, aceptó que llevó a Apolonia al
cerro donde fue estuprada, pero no porque tuviera malas inten-
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µÕiÊVìÃVi`Ê>ÊµÕiÊºÌÕÛiÀ>ÊiÊ>VÌÊV>À>»°Ê-i}ÖÊ`]Ê
nunca recibió regalos ni préstamos de dinero, sólo unos favores
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iÊìÌÊìÊ«iÀÕÀÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ«>ÊVÊiÊÌi«ÊµÕiÊ
llevaba en prisión. A Eusebio se le condenó a casarse con ésta o
a dotarla con 25 pesos y pasar cuatro meses en prisión, mientras
que a Marcelina Nieves se le impuso la pena de dos meses de
ÌÀ>L>ÃÊV«>ÌLiÃÊVÊÃÕÊÃiÝÊ«ÀÊiÊìÌÊìÊiV°80
Una de las acciones que más repudiaban los padres de fami-
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Donasiana a la escuela de la iglesia de Mexicalzingo, pero cuan-
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80
“Contra Eusebio Rivas por estupro, Marcelina Nieves por lenocinio y
«>Ê->ÌÞÊ«ÀÊ«iÀÕÀ»]ÊÕ>`>>>À>]ÊBPEJ, AHSTJ, Criminal]ÊV>>Ê£nnä
64, inv. 90962.
81
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y con Leonardo Escoto sentado a sus pies en una silla. Como

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ÃÕÊ>Ê«>ìV>Ê>Ì>µÕiÃÊµÕiÊº>Ê«ÀÛ>L>ÊìÊÕÃÊìÊ>ÊÀ>â»°Ê
Además, cuando la encontró, Donasiana no la conoció, pues es-
Ì>L>ÊºVÊi>i>`>]ÊVÊÃÊÛiÀ`>ìÀ>iÌiÊ>V>L>À>ÊìÊÃÕvÀÀÊ
un acceso de dicho ataque”. Sin embargo, nunca sospechó lo que
ºÛiÀ`>ìÀ>iÌiÊ>L>Ê«>Ã>`»]ÊÊVÕ>Ê>Ã>>ÊÊiÊVÌÊ
sino hasta que se le notó el embarazo.
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ÛiViÃÊµÕiÊ i`>Ê>Ê>L>ÊÛÌ>`Ê>ÊÕ}>ÀÊ>ÊÃÕÊV>Ã>]Ê`ÊiÃÖÃÊ
le ofreció licor, el cual primero rechazó pero después aceptó:
Q°°°RÊiÊ«iÀ`ÊìÊÃÊÃiÌ`ÃÊÞÊiÊ>VÃÌ>ÀÊiÊ>ÊV>>ÊÞÊ>ÊÌÀÊ
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me intimidó, me lavó la ropa para que mi expresada madre nada
ÃÃ«iV>À>ÊÞÊiÊÀiVi`Ê>ÃÊVÕ>`>ìÃÊìÊÃiÀÊ ÃVÌ]Ê>Ê
grado de obligarme con mi silencio y condescender a seguir pres-
tando con el expresado Escoto por tres o cuatro veces cada mes
hasta el mes de noviembre que haciéndose muy sensible mi emba-
À>âÊiÊvÕiÊ«ÀiVÃÊÀiV>>ÀÊ>ÊÃiÀÊ ÃVÌÊÞÊ>ÊÊÀiviÀ`>Ê>`ÀiÊ
µÕiÊ>L>ÊÃ`ÊÛ>`>ÊQ°°°R82
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que se le estaba imputando era falso, pues Donasiana siempre
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“[andaba] sola en la calle y mostrando una conducta mala”. No
LÃÌ>Ìi]Ê>Ãi}ÕÀÊµÕiÊiÊÃÕÊV>Ã>Ê>`>Ê>L>Ê«>Ã>`°Ê*>À>ÊV-
probar la “mala conducta” de Donasiana, se mandó llamar al
ÌiÃÌ}ÊiÀÊ
?Ûiâ]ÊµÕiÊ>viÃÌÊµÕiÊiÊ`>ÊìÊVÕ«i>-
82
Idem.

ÃÊìÊ>Ã>>ÊÊÛÌ>ÀÊ>ÊÕÊL>iÊ«>À>ÊviÃÌi>À>]ÊiÊVÕ>Ê
`ÕÀÊ>ÃÌ>Ê>ÃÊÃiÃÊÊÃiÌiÊìÊ>Ê>>>]ÊVÕ>`ÊÞ>Ê>L>ÊÃÊ
unos cuantos, sin que hubiera desorden alguno. Con respecto a
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sola en la calle y en ocasiones hasta como a las ocho de la noche
por los Gigantes, rumbo de la Plaza de Venegas y San Francisco”.
Finalmente, Donasiana admitió que debido a que se encon-
ÌÀ>L>ÊiLÀ>ÊÊÃ>L>ÊµÕjÊ>Ê>L>ÊiÃÌÕ«À>`°Ê-ÊiL>À}]Ê>Ê
declaración que más peso tuvo para que no se pudiera comprobar
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El comercio de la virginidad
A las y los alcahuetes se les consideró seres infames, ya que eran

«iÀÃ>ÃÊµÕiÊºÃVÌ>L>ÊÊÃÃ>V>L>Ê>Ê>}Õ>ÊÕiÀÊ«>À>ÊQiRÊ
ÌÀ>ÌÊ>ÃVÛÊVÊ>}ÖÊLÀi»°Êì?Ã]ÊiVÕLÀ>]ÊVViÀÌ>-
L>ÊÊ«iÀÌ>Ê`VÊÌÀ>ÌÊiÊÃÕÃÊV>Ã>Ã°84 Quirós y Aguilaniedo
explicaron que la alcahueta se trataba por lo general de “alguna
«ÀÃÌÌÕÌ>ÊiÛiiV`>»]ÊµÕiÊ>ÊÞ>ÊÊÛiÀÃiÊv>ÛÀiV`>Ê«ÀÊÃÕÃÊ
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>}Õ>ÃÊV>ÃiÃ]ÊÃiÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊÕ>ÊÕiÀÊìÊLÕiÊÀ}iÊºÀi-
ducida por la desgracia a estos extremos”.85Ê ÊÕ>`>>>À>]Ê>ÃÊ
alcahuetas por lo regular no eran de mucha edad. Sin embargo,
demostraban cierta experiencia comerciando con la virginidad
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hueta de rostro alegre, de poco pelo y nariz regular, quien lucien-
83
Idem.
Ê>µÕÊ ÃVÀVi]ÊDiccionario razonado..., p. 242.
84
85
Ê
p. 298-299.

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«>À>ÊvÀiViÀ>ÃÊ>ÊiÀiÃÊ«ÀiVÃÊ>ÊÃÊwV>iÃÊµÕiÊÀ`>L>Ê«ÀÊ
esos lugares”.86
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moraban para “perderlas” después. Las alcahuetas, en cambio,
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ocupan, no sólo están enteradas de todo lo concerniente a pros-
titución, sino que hacen y deshacen en esta materia, abusando
ìÊV>À}ÊµÕiÊìÃi«i>°ÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊìLiÊiÊÃiÀÊ«ÀÃÌ-
tutas a esos abusos”.87
Para Adrián Romo fue muy fácil enamorar a Merced Torres,
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ÕÀÀ>]ÊiÊÌ?]Ê`ìÊ>Êv>>ÊìÊiÀVi`ÊÌÀ>L>>L>°Ê Õ-
ca pretendió casarse con ella. Cuando mucho, pensaba conver-
tirla en su amasia. Sin embargo, al darse cuenta de lo sucedido,
el padre de ésta, Abad Torres, pidió su aprehensión. Como Romo
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iÌÊìÊ>Ê>`ÀiÊÞÊ>ÊÌ>ÊìÊ iÀVi`]Ê >À>Ê iÃÖÃÊ "ÀÌi}>Ê ÞÊ
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acusaba, sobre todo cuando les ofreció a éstas que si retiraban
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rechazaron la oferta, trató de darle diez pesos a Abad Torres,
quien tampoco aceptó el ofrecimiento.
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>Vi`>°Ê-ÕÊÌ>ÊÕ>`>Õ«iÊ>ÊiÛ>L>ÊÞÊ>Êì>L>ÊiÊ>ÊV>Ã>]Êi-
VÊµÕiÊ,Ê>«ÀÛiVÊ«>À>ÊiÌ>L>ÀÊÀi>ViÃÊVÌ>ÃÊVÊ
86
Ê>À>ÊÀ>Ê«iâÊ,>â}>`]ÊLas meretrices de Colima..., p. 98, 101.
87
Miguel Galindo, La higiene en Guadalajara..., p. 317.

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wÀÊµÕiÊVÕ>`ÊÃÕÊÌ>ÊÊ«`>ÊiÛ>À>Ê,>ÃÊ>Ê>`>L>Ê>-
mar con una criada. Finalmente, Romo llegó a un acuerdo con
la parte ofendida, con lo que se retiró la acusación y él quedó
libre. No obstante, a Guadalupe, acusada de lenocinio, se le con-
denó a seis meses de prisión.88
En 1870, Matiana Franco denunció en la ciudad de Guadala-
>À>ÊµÕiÊÃÕÊ>ÊÃ`À>ÊÕÌjÀÀiâ]ÊÕ>Ê`Vi>ÊìÊViÊ>ÃÊìÊ
edad, fue llevada por Narcisa Huerta a Antonio Valadez, quien la
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amarró de pies y manos con su reboso y se la llevó para la salida
a Zapopan, donde en un vallado Antonio hizo uso de su persona,
“habiendo quemado Valadez la frazada que tendió para cometer
el delito, que sin duda fue, porque ésta quedó manchada o sucia
de sangre”. Una vez concluido el acto, se regresó sola a Guada-
>>À>°Ê?ÃÊÌ>Àì]ÊÃÊiL>À}]ÊÃiÊÛÛÊ>ÊiVÌÀ>ÀÊVÊÕiÀÌ>]Ê
µÕiÊÃiÊ>ÊiÛÊ>ÊÌÀ>L>>ÀÊVÊÃÀÛiÌ>Ê>ÊÕ>ÊV>Ã>Ê`ìÊV-
braba seis reales. Respecto al dinero que Isidora llevaba en un
principio cuando fue raptada, Narcisa se los “quitó y gastó por
su cuenta”.
6>>ìâ]ÊÕÊâÊìÊÓÈÊ>ÃÊìÊi`>`]Êi}ÊÌ`ÊÊÃÕVi``]Ê
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una casa donde entregaba carne se la iba a llevar a Atotonilco.
ÕiÀÌ>Ê>}Ài}ÊµÕiÊÃ`À>Ê>Ê>V«>Ê«ÀÊÃÕÊ«À«>ÊÛÕÌ>`Ê
y que, aunque al principio gritó “ven acá hermana, que este hom-
LÀiÊiÊÌÕLÊ«>À>ÊiÃÌiÊÃ>»]Êw>iÌiÊVìÃVi`ÊÃÊ
`wVÕÌ>ìÃÊVÊ6>>ìâÊÞÊÃÊVVÊÀi>iÃÊÃiÊÃÊ}>ÃÌÊV«À>-
do zapatos. Después de los careos y las averiguaciones necesarias,
Êº
ÌÀ>Ê`À?Ê,Ê«ÀÊÀ>«ÌÊÞÊiÃÌÕ«ÀÊÞÊ>À>ÊÕ>`>Õ«iÊ/ÀÀiÃÊ
88
por lenocinio”, Jololotlán, BPEJ, AHSTJ, Criminal]ÊV>>Ê£nÇäÎä]ÊÛ°ÊÎnÈÇ°

se condenó a Antonio Valadez a sufrir seis meses de prisión por

el delito de estupro además de indemnizar a Isidora con 20 pesos
«ÀÊÛ>ÊìÊ`Ìi]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊÃiÊ>LÃÛÊ>Ê >ÀVÃ>ÊÕiÀÌ>ÊìÊÃÊ
indicios de lenocinio de que fue acusada.89
Por lo general, se asociaba la prostitución al comportamien-
to escandaloso, pues al vivir en el “mundo de vicio” era más fácil
µÕiÊ>ÃÊiÀiÌÀViÃÊViÌiÀ>ÊVÀiiÃÊÊvÕiÀ>Ê«À«iÃ>ÃÊ>Ê
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"ÀÌâ]ÊÀiVÌÀ>ÊìÊ>ÊV>Ã>ÊìÊÀiV}`>Ã]ÊÌi>ÊÃÊÃ}ÕiÌiÃÊV>À}Ã\
[...] 5 Noviembre 1872 por golpes./ 17 enero 1873 por escándalo./

Ó£Ê>LÀÊ£nÇÎÊ«ÀÊv>Ì>Ã°ÉÊ£ÎÊ ÛiLÀiÊ£nÇ{Ê«ÀÊiÀ`>ÃÊ>Ê>À>Ê

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ÃiÌiV>\ÊnÊ`>Ã°ÉÊÓÊiiÀÊ£nÇÇÊ«ÀÊÀ>°ÉÊ££ÊviLÀiÀÊÊ`Vi]ÊÃi-
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iLÀ>°ÉÊnÊÕÊ£nÇÇÊ«ÀÊÀ>ÌiÀ>°90
El 4 de marzo de 1878, Ahumada volvió a ser aprehendida

por el delito de heridas leves. Al parecer, fue llevada ante el Mi-
ÃÌiÀÊ*ÖLVÊìL`Ê>ÊµÕiÊiÊ>}iÌiÊìÊ«V>Ê}ÕiÊ Ã«>À-
za observó por el barrio de San Juan de Dios una “reunión de
gente y luego se dirigió al lugar”. Éste se trataba de una cantina
en la cual se encontraba un herido. La sospechosa de la agresión,
>À>Ê,ivÕ}ÊÕ>`>]ÊiÀ>ÊÕ>ÊÛiÊìÊÓÈÊ>ÃÊìÊi`>`]ÊÃ-
ÌiÀ>ÊÞÊÛiV>ÊìÊVÕ>ÀÌiÊVÌ>ÛÊìÊÕ>`>>>À>]ÊµÕiÊ>ÊÃiÀÊ-
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frente del mercado de San Juan de Dios y en la misma cuadra
ìÊiÃÊìÊ>Ê*ÕÀÃ>°
89
“Contra Antonio Valadez por estupro y Narcisa Huerta por indicios de
iV»]ÊÕ>`>>>À>]ÊBPEJ, AHSTJ, Criminal]ÊV>>Ê£nÇä{Î]ÊÛ°Ê{äÎÎ£°
90
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BPEJ, AHSTJ, Criminal.

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del resultado de la pelea. Agregó que, una vez instalada en sus
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«`jìÊìÊViÀ°ÊÃÃ]ÊÃi>ÊµÕiÊÕÊLÀi]Ê>ÊµÕiÊ
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iÃiÊiÌÊ>ìÊ>L>ÊÀiÃÕÌ>`ÊiÀ`°
El agredido, José Ignacio Aguirre, fue revisado en el Hospital
Civil de Belén para dar fe de la herida. Se pudo comprobar que
Ìi>ÊiÊ>Ê>}>ÊÕ>ÊiÃÊìÊ`ÃÊViÌiÌÀÃÊìÊiÝÌiÃ]Ê-
rada y hecha con un instrumento punzocortante. Al ser interro-
}>`]Ê`ÊµÕiÊÌi>ÊÎ£Ê>ÃÊìÊi`>`]ÊµÕiÊiÀ>ÊV>Ã>`]ÊìÊwVÊ
zapatero y vecino del tercer cuartel de la ciudad. Manifestó que
como “andaba ebrio no supo quién lo hirió, ni con qué arma, ni
«ÀÊµÕjÊÌÛÆÊÌ>«VÊÃÕ«ÊµÕjÊ«iÀÃ>ÃÊ«ÀiÃiV>ÀÊiÊi-
V»°ÊÊµÕiÊÊVV>Ê>Ê>Ê>VÕÃ>`>]ÊµÕiÊÊÃÕ«ÊÃÊi>ÊÊ
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L>ÀÊiÊiV]Ê>Ê>À>Ê,ivÕ}ÊÕ>`>ÊÃiÊiÊìÊiÊLiÀÌ>`°91
Conclusiones
El Estado, la Iglesia y la misma sociedad condenaban la prosti-

ÌÕV°Ê-ÊiL>À}]Ê>ÊÃÊÌi«Ê>ÊÀi}>iÌ>L>]Ê>ÊÕÃ-
ÌwV>L>ÊiÊVÕÃÊ>ÊviÌ>L>°Ê ÊÕV>ÃÊV>ÃiÃ]Ê>Ê«ÀÃ-
ÌÌÕVÊÃiÊVÛÀÌÊiÊiÊÖVÊi`Ê«ÀÊiÊVÕ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
«`>Ê}>>ÀÃiÊ>ÊÛ`>]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>ÃÊµÕiÊÛÛ>ÊiÊiÊLÕÀì]Ê
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iÃÊÃ}wV>À>ÊÛÛÀÊiÊiÊiÃV?`>ÊÞÊÃ«ÀÌ>ÀÊÕV>ÃÊÛiViÃÊV>-
91
Idem.

sos de violencia, enfermedades venéreas y los abusos de las ma-

ÌÀ>Ã]ÊÃÊViÌiÃ]ÊÃÊj`VÃÊÞÊÃÊ>}iÌiÃÊìÊ«V>°
Ê>iÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊÕ>`>>>À>ÊiÃÌ>L>ÊiÊ>ÃÊ
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ÀÕw>iÃ°ÊÃÌÃÊÊÃÊiÝ«Ì>L>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÃÊµÕiÊÌ>-
bién eran el medio por el cual éstas llegaban a los burdeles: las
Ãi`ÕV>Ê>VjìÃÊ«iÀìÀÊÃÕÊÛÀ}`>`]Ê>ÃÊi}>>L>ÊVÊ
«ÀiÃ>ÃÊìÊÕ>ÊiÀÊÛ`>ÊpV>Ã>ÊÞÊÃÕÃÌiÌpÊÊÃ«iiÌiÊ
esperaban a que ellas solas se vieran deshonradas y que no les
µÕi`>À>Ê?ÃÊÀii`ÊµÕiÊ>ÊÛ`>ÊiÊiÊ«ÀÃÌLÕ°Ê
>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊ>ÕÌÀiÃÊÌÀ>L>>`ÃÊÃÊ`V>ÊµÕiÊ>ÃÊi-
>ÃÊÞÊ>V>ÕiÌ>ÃÊiÀ>ÊÛi>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊµÕi]Ê>ÊÛiÀÃiÊiÛiiV`>ÃÊ
o rechazadas por sus clientes habituales, se dedicaban a explotar
>ÊÌÀ>ÃÊ?ÃÊÛiiÃ°Ê-ÊiL>À}]ÊiÊ>ÃVÊÃiÊÌÀ>Ì>L>Ê>}Õ>ÃÊ
ÛiViÃÊìÊÕiÀiÃÊÛiiÃÊµÕiÊÊÃµÕiÀ>ÊiiÀViÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕ-
V°Ê ÝÃÌ>ÊÕ>ÊÃiÀiÊìÊi>Ã]ÊÞÊiÊiÀÊi``>ÊiiÃ]Ê
“no profesionales”, que sin dedicarse necesariamente a este ne-
}VÊ «iÀÌ>]Ê >Ê V>LÊ ìÊ Õ>Ê >Ê V>Ì`>`]Ê Ài}>Ê Ê
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ÛÀ}iiÃ]Ê«>Ã>À>Ê>ÊViÊiÊÃÕÃÊV>Ã>Ã]ÊÊµÕiÊv>VÌ>L>ÊÃÊi-
VÕiÌÀÃÊÃiÝÕ>iÃÊÞ]ÊiÊVÃiVÕiV>]ÊÌÀ>>Ê«ÀLi>ÃÊÕ`V>iÃÊ
cuando el delito de estupro era denunciado. No obstante, se
castigaba con mucha más severidad el lenocinio, el hecho de
ì>ÀÃÊ«>Ã>ÀÊ>ÊViÊiÊÃÕÊV>Ã>]ÊµÕiÊiÊiÃÌÕ«ÀÊiÊÃ°
FUENTES CONSULTADAS
Archivos
Archivo Histórico del Supremo Tribunal de Justicia del Estado de Ja-

lisco, México (AHSTJ)
LÌiV>Ê*ÖLV>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊ>ÃVÊºÕ>ÊÃjÊÀÀi>»]ÊjÝVÊ
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Censo de división territorial del Estado de Jalisco verificado en 1900,
jÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£äx]ÊÎÎÓÊ«°
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a cargo de J. G. Montenegro, 1885, 263 p.
Código Penal del Estado de Jalisco]ÊÕ>`>>>À>]Ê/>iÀiÃÊ/«}À?wVÃÊ
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Código Penal del Estado de Jalisco. Contiene la exposición de motivos y
la iniciativa del Supremo Tribunal de Justicia del Estado y todas las
reformas hasta la fecha,ÊÕ>`>>>À>]ÊLÀiÀ>ÊÌ]Ê£ÎÎ]Ê£{Ê«°

Colección de los decretos, circulares y órdenes de los poderes Legislativo

y Ejecutivo del Estado desde el 28 de agosto de 1867 al 31 de octubre
de 1869,ÊÕ>`>>>À>]Ê/«}À>v>ÊìÊ-°Ê >`>]Ê£nÇÎ]ÊÈÊ«°
ESCRICHE]Ê>µÕ]ÊDiccionario razonado de legislación y jurisprudencia.
Edición notablemente corregida y aumentada con nuevos artículos,
notas y adiciones sobre el derecho americano por Juan B. Gum, 3 t.,
Bogotá, Temis, [1842] 1998, 811 p.
GALINDO, Miguel, La higiene en Guadalajara. Higiene social y medicina
legal, tesis de medicina, v. II]ÊÕ>`>>>À>]Ê£än]ÊÎÇÓÊ«°
LÓPEZ RAZGADO]Ê>À>ÊÀ>]ÊLas meretrices de Colima durante el Porfi-
riato y la Revolución, 1876-1917,ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>Ê,i-
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en Madrid. Estudio psico-sociológico con dibujos y grabados del na-
tural]Ê>`À`]Ê °Ê,`À}ÕiâÊ-iÀÀ>]Ê£ä£]ÊÎÈÎÊ«°
RAMOS, Carmen, “Legislación y representación de género en la nación
iÝV>>°Ê>ÊÕiÀÊÞÊ>Êv>>ÊiÊiÊ`ÃVÕÀÃÊÞÊ>ÊiÞ]Ê£nÇä£nä»]Ê
iÊ->À>Ê i>Ê*jÀiâÊ,ÊÞÊ*>ÌÀV>Ê,>ÛiÊ >V>ÃÊVÀ`Ã°®]Ê
Voces disidentes. Debates contemporáneos en los estudios de género
en México, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores
iÊÌÀ«}>Ê-V>É}ÕiÊ}iÊ*ÀÀÖ>]ÊÓää{]Ê«°ÊÎ££Ó°
, “Cuerpos construidos, cuerpos legislados. Ley y cuerpo en el
jÝVÊìÊ¼wÊìÊÃmVi½»]ÊiÊÕ>Ê/ÕÊV«°®]ÊEnjaular los cuer-
pos. Normativas decimonónicas y feminidad en México, México, El
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jara]ÊÕ>`>>>À>]ÊÕÃÊ*°Ê6`>ÕÀÀ]Ê£nÈÈ]Ê£Ê«°
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ÃÊÌÃÊìÊ>ÃV»]ÊiÊÀ}iÊLiÀÌÊ/ÀÕÊ ÀiÌÊÞÊiìÀVÊìÊ
>Ê/ÀÀiÊV«Ã°®]ÊSeminario de Estudios Regionales. Anuario 2003.
Los Altos de Jalisco. Pasado y Presente, México, Universidad de Gua-
`>>>À>]Ê
iÌÀÊ1ÛiÀÃÌ>ÀÊìÊÃÊÌÃ]ÊÓää{]Ê«°Ê£Î£ÈÓ°
TUÑÓN, Julia, Mujeres en México. Recordando una historia, México, Con-
ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊÀÌiÃ]Ê£n]ÊÓ£{Ê«°Ê
iVVÊ
,i}iÃ®°
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feminidad en México, México, El Colegio de México, 2008, 469 p.

LA EXPLOTACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN
AJENA EN MÉXICO
EL INICIO DE UN DEBATE
Y SUS PRIMERAS CONSECUENCIAS LEGALES, 1929-1956
FABIOLA BAILÓN VÁSQUEZ

Instituto de Investigaciones Históricas
En 1929, los legistas mexicanos incluyeron por primera vez el

delito de lenocinio dentro del Código Penal del Distrito Federal,
µÕiÊ>Ê>ÊiÌÀ>ÊìV>\Êº
iÌiÊìÌÊìÊiVÊÌ`>Ê«iÀÃ>ÊµÕiÊ
>LÌÕ>ÊÊ>VVìÌ>iÌiÊiÝ«Ì>ÊiÊVÕiÀ«ÊìÊ>ÊÕiÀÊ«ÀÊ
medio del comercio carnal, se mantiene de este comercio u ob-
tiene de él lucro cualquiera”.1Ê
Êi]Ê`>L>ÊÃÕÃÌiÌÊÕÀ`VÊ
ÞÊ}jiÊ>Ê>ÊìÌwV>VÊÞÊiÊV>ÃÌ}ÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ
>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>]ÊviiÊµÕiÊìÃ«ÕjÃÊìÊÛÀÀi>ÌÊ>L>Ê
sido ignorado o poco considerado2Êp>ÕµÕiÊÃÊÕiViÃÊi}>ÀÊ
a consignar algunos casos a lo largo del siglo XIX.3 El relativo
ºÛ>V»ÊÌÕÛÊµÕiÊÛiÀÊVÊÕÊ«ÀViÃÊiÊiÊµÕiÊjÝVÊÃiÊÃiÀÌÊ
desde 1862, cuando se puso en práctica el llamado “sistema fran-
cés”. Con dicho sistema, el comercio sexual fue tolerado y regulado
1
Ê6j>ÃiÊÀÌVÕÊÓä£ÊìÊCódigo Penal para el Distrito y Territorios Federales,
jÝV]Ê/>iÀiÃÊÀ?wVÃÊìÊ>Ê >V]Ê£Ó°
2
El delito de lenocinio no fue incluido en el Código Penal de 1871 —que
cristalizó el anhelo de poseer un solo cuerpo legal que erradicara los existentes
ÞÊi`wV>À>ÊÕÊ`µÕiÊ>Ê>ÀLÌÀÊÕ`V>pÆÊÃÊÃiÊi}Ê>ÊÌ«wV>ÀÊÞÊÃ>V>ÀÊiÊ
delito de corrupción de menores.
3
Ê ÊiÊV>ÃÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]Ê>}ÕÃÊii«ÃÊÃiÊ«ÕiìÊVÃÕ-
tar en AGN, Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal]ÊV>>ÊÓx£]Ê£n{nÆÊEl
Siglo XIX]Ê££ÊìÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£{ÊÞÊ£ÇÊìÊ>LÀÊìÊ£nÈnÆÊEl Monitor Republi-
cano]ÊÓäÊìÊ>ÀâÊìÊ£nxäÆÊEl Universal]Ê{ÊìÊ>LÀÊìÊ£nxxÆÊLa Sociedad, 2 de
VÌÕLÀiÊìÊ£nxnÆÊEl Ferrocarril]ÊÓxÊìÊ>ÀâÊìÊ£nÇ£ÆÊÞÊLa Patria, 15 de enero
ìÊ£nä°Ê
>LiÊÃi>>À]ÊÃÊiL>À}]ÊµÕiÊ>Ê«ÀiÃ>Ê`>ÊVÕiÌ>ÊìÊ>ÊVÃ}>V]Ê
mas no de la sentencia.


172 FABIOLA BAILÓN VÁSQUEZ
«ÀÊiÊ ÃÌ>`Ê>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊÀi}>iÌÃ]ÊìÊÌ>ÊÃÕiÀÌiÊµÕiÊÖV>-
iÌiÊÀiVLÀ>ÊV>ÃÌ}ÃÊº>`ÃÌÀ>ÌÛÃ»ÊpÞÊiÝVi«V>i-
ÌiÊÕ`V>iÃpÊ>µÕi>ÃÊ«À?VÌV>ÃÊÊ«iÀÃ>ÃÊµÕiÊÃiÊÃ>iÀ>ÊìÊ
las normas establecidas.
Tal situación se mantuvo igual en la ciudad de México y en
`ÛiÀÃ>ÃÊ«>ÀÌiÃÊìÊ«>ÃÊ>ÃÌ>ÊµÕiÊi«iâÊ>ÊÃiÀÊVÕiÃÌ>`>Ê>Ê
principios del siglo XX. El cuestionamiento llevó a poner de lleno
iÊ>ÊiÃVi>Ê«ÖLV>ÊiÊ«ÀLi>ÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌ-
ÌÕVÊ>i>]ÊÃLÀiÊÌ`ÊiÊVViÀiÌiÊ>Ê>ÊìÌwV>V]Ê>Ê
responsabilidad y el castigo de los llamados “padrotes” —o proxe-
iÌ>ÃÊÛ>ÀiÃp]Ê«ÕiÃÊ>ÃÊº>ÌÀ>Ã»ÊÞÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÀÃÌÌÕ`>ÃÊ
iÃÌ>L>ÊÃÕwViÌiiÌiÊìÌwV>`>Ã]ÊÛ}>`>ÃÊÞÊVÌÀ>`>Ã°
Qué originó este cuestionamiento, cuáles fueron los princi-
pales argumentos esgrimidos, qué actores participaron en él y
cuáles fueron sus consecuencias inmediatas son algunas de las
«Ài}ÕÌ>ÃÊµÕiÊìÀÊÕ}>ÀÊ>Ê«ÀiÃiÌiÊÌÀ>L>]ÊiÊVÕ>]ÊiÊ«ÀiÀÊ
Õ}>À]ÊÀiÛÃ>ÊÃÊ>ÌiViìÌiÃÊìÊ`VÊ«ÀViÃÊ>ÃÊVÊ>Ê-
fluencia del pensamiento abolicionista y, posteriormente, analiza
el inicio del debate en torno a la explotación de la prostitución
>i>ÊiÊjÝVÊÞÊ>Ê«iiÌ>VÊìÊ>ÃÊ«ÀiÀ>ÃÊi``>ÃÊ
legales. La intención es evidenciar cómo en México la atención
de la simple “prostitución” y de su explotación como asuntos de
“moral e higiene”, donde la prostituta es concebida como victi-
>À>]Ê`Ê«>ÃÊ>Ê>Ê>ÌiVÊìÊjÃÌ>ÃÊVÊ>ÃÕÌÃÊÕÀ`VÃ]ÊìÊ
ºìÀiVÃ»ÊÞÊº}>À>Ì>Ã»Ê`Û`Õ>iÃ]Ê`ìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>ÊiÃÊV-
Vi«ÌÕ>â>`>ÊVÊÛVÌ>]ÊÊµÕiÊ>LÀÊiÊ«>À>>Ê>ÊÌi>ÊìÊ
>ÊºÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã»°Ê
>LiÊÃi>>ÀÊµÕiÊiÃÌiÊÌiÝÌÊvÀ>Ê«>ÀÌiÊìÊÕ>Ê
investigación más amplia sobre prostitución, lenocinio y trata de
«iÀÃ>ÃÊVÊwiÃÊìÊiÝ«Ì>VÊÃiÝÕ>ÊiÊ>ÊÃÌÀ>ÊìÊjÝV]4
en la cual analizo los cambios y las continuidades en los dis-
cursos y las medidas legales implementadas por el Estado para
ivÀiÌ>ÀÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊiÊÕÊ«iÀ`Ê
más amplio de tiempo que va de 1929 a 2007 y los comparo con
4
Esta investigación se inició en el Instituto de Investigaciones Históri-
V>ÃÊ ìÊ>Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊÕÌ>ÊìÊjÝVÊiÊÓä£ÓÊÞÊVÌÖ>ÊiÊ
proceso.


LA EXPLOTACIÓN DE LA PROSTITUCIÓN AJENA EN MÉXICO 173
el desarrollo del proceso de proxenetización.5 Por limitaciones de

espacio, en esta ocasión me enfoco solamente en los inicios de ese
largo proceso. Asimismo, no considero las prácticas del fenóme-
ÊÊ>Ê>«V>VÊìÊ>ÃÊi``>ÃÊi}>iÃ]ÊÃÊÖV>iÌiÊÃÕÊ
}iiÀ>V]ÊÃÊ`ÃVÕÀÃÃÊÞÊ>ÃÊÕÃÌwV>ViÃÊiÃ}À`>Ã°6
Del castigo a la invisibilización: algunos antecedentes
Si bien el delito de lenocinio fue incluido dentro de la legislación

mexicana hasta el siglo XX, con lo que la explotación de la pros-
ÌÌÕVÊ>i>Ê«>ÃÊ>ÊÃiÀÊÕÊÌi>ÊìÊ>«ÊìL>Ìi]ÊiÊÊÃ}-
wV>ÊµÕiÊ>ÌiÃÊìÊ`V>ÊVÕÃÊÊiÝÃÌiÀ>Ê>}ÊÃ>ÀÊVÊ
práctica o que tal delito no hubiera sido castigado aunque su
ìwVÊÊvÕiÀ>Ê>ÊÃ>°
ÊìÀiVÊÀ>Ê>V>ÊÀiviÀiV>Ê>Êlenocinium —o alca-
ÕiÌiÀ>— como la práctica de ayudar o ser cómplice en un adul-
terio y al leno maritusÊ VÊ iÊ >À`Ê µÕiÊ VÕÀÀ>Ê iÊ `VÊ
ìÌ°Ê-ÊÊ>VÌÕ>L>ÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÕÊÕiÀÊÞÊiÊV«ViÊìÊjÃÌ>]Ê
ÃÊ>V>ÊÌÀ>ÌÃÊVÊiÊ>`ÕÌiÀ>`ÀÊÊÃÊÃiÊLiiwV>L>Ê«iVÕ>À>-
iÌiÊìÊ>`ÕÌiÀÊìÊÃÕÊÕiÀ]ÊiÊ>À`ÊiÀ>Ê>VÕÃ>`ÊìÊºi-
cinio”. El leno maritus ÀiVL>ÊÕÊV>ÃÌ}ÊìÊ>ÊÃ>Ê>iÀ>Ê
µÕiÊÊÀiVL>ÊµÕiÊÃÊÃiÀÊiÊ>À`ÊÕLiÀ>ÊVLÀ>`Ê«ÀÊiVÕ-
LÀÀÊiÊ>`ÕÌiÀ°ÊÃÃ]ÊÃiÊV>ÃÌ}>L>Êº>ÊµÕiÊì>À>ÊÃÕÊV>Ã>Ê
para que se cometiera adulterio o [a] la persona que cobrara por
5
Se entiende por “proceso de proxenetización” el desarrollo de las accio-
iÃÊÞÊÃÊ`ÃVÕÀÃÃÊ}iiÀ>`Ã]ÊÀi«À`ÕV`ÃÊÞÊÃwÃÌV>`ÃÊ>ÊÊ>À}ÊìÊÌi«Ê
«ÀÊiÊVÕÌÊìÊ>VÌÀiÃÊµÕiÊÕiÛiÊiÊViÀVÊÃiÝÕ>\Ê«>`ÀÌiÃ]Ê>ÌÀ>Ã]Ê
i}>V>`ÀiÃ]Ê«V>Ã]ÊiÃiÀÃ]ÊÌ>ÝÃÌ>Ã]Ê`ÕiÃÊìÊL>ÀiÃ]ÊiÌVjÌiÀ>°
6
Ê
>LiÊÃi>>ÀÊµÕi]Ê>ÕµÕiÊ>ÊLL}À>v>ÊÃLÀiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÃÊ>«>Ê
«>À>ÊiÊ*ÀwÀ>Ì]ÊjÃÌ>ÊiÃV>Ãi>Ê«>À>ÊÃÊ«iÀ`ÃÊÃ}ÕiÌiÃ°ÊiÊiÃÌiÊ`]ÊÃÊ
VÌ>ÃÊVÊ`ÃÊiÃÌÕ`ÃÊµÕiÊ>L>ÀV>Ê>ÃÌ>ÊiÊ>ÊìÊ£{äÊÞÊµÕiÊÃiÊViÌÀ>Ê
iÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV\ÊiÊìÊ,Ý>>Ê,`À}ÕiâÊ À>Û]ÊLa prostitución feme-
nina en la ciudad de México (1929-1940). Un sistema de imágenes y representa-
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ÌÀ«}>Ê iÊ ÃÌÀ>]Ê ÓääÓÆÊ ÞÊ iÊ ìÊ >ÌiÀiÊ >iÊ ÃÃ]Ê Compromised
Positions. Prostitution, Public Health and Gender Politics in Revolutionary Mex-
ico City]Ê*iÃÛ>>]Ê*iÃÞÛ>>Ê-Ì>ÌiÊ1ÛiÀÃÌÞÊ*ÀiÃÃ]ÊÓää£°Ê/>iÃÊÌÀ>L>Ã]Ê
ÃÊiL>À}]ÊÌiiÊVÊiiÊViÌÀ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê
«ÀÃÌÌÕVÊ>i>°


el adulterium]ÊVÃiÌ`ÊìÊÃÕÊÕiÀ»°7Ê>Ê>V>ÕiÌiÀ>ÊpÊle-
nociniumpÊVÃÃÌ>ÊiÌViÃÊiÊviÌ>ÀÊÞÊv>VÌ>ÀÊ>Ê«À?VÌV>Ê
ìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ`>`Ê>>iÌÊ>Êº«ÀÃÌÌÕÌ>Ã»ÊÞÊ>`Ã-
trando sus asuntos o buscándoles “clientes”.8 Esta manera de con-
cebir el lenocinio y de actuar en su contra persistió prácticamente
ÃÊV>LÃÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊÌi«ÊÞÊvÕiÊiÀi`>`>Ê>Ê>Ê ÕiÛ>Ê Ã«>>Ê
i`>ÌiÊiÊìÀiVÊV>ÃÌi>]ÊiÃÌÊÖÌÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊiÊÀìÊ
impuesto por las autoridades civiles y el derecho en el territorio
americano se fue conformando poco a poco a partir de las costum-
bres, el derecho castellano y las leyes reales.9 En todo caso, lo que
interesa destacar es que la práctica más cercana a lo que después
ÃiÀ>ÊìÌwV>`ÊVÊºiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>»ÊvÕiÊ
reconocida como un problema y, al parecer, atendida por las
>ÕÌÀ`>ìÃÊiÃ«>>Ã]Ê«i>`>ÊiÊ>ÊiÌÀ>ÊÞÊV>ÃÌ}>`>°
En Las Siete Partidas,ÊÃÊVÌ>`ÀiÃÊiÀ>Êìw`ÃÊVÊ
“una manera de gente, de que viene mucho mal a la tierra, ça por
ÃÕÃÊ «>>LÀ>ÃÊ `>>Ê >Ê ÃÊ µÕiÊ VÀiiÊ iÊ ÃÊ ÌÀ>iÊ >Ê «iV>`Ê ìÊ
luxuria”.10ÊÃÃ]ÊiÃÌ>L>Ê`Û``ÃÊiÊVVÊV>ÃiÃ\Ê£®ÊºÃÊ
Li>VÃ]ÊµÕiÊ}Õ>À`>ÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊÌ>`Ê«>ÀÌiÊìÊÃÕÃÊ
}>>V>Ã»ÆÊÓ®ÊºÃÊV>>iÃ]ÊVÀÀi`ÀiÃÊÊi`>`ÀiÃÊµÕiÊ>`>Ê
ÃVÌ>`Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÃÌ?ÊiÊÃÕÃÊ«À«>ÃÊV>Ã>ÃÊ«>À>ÊÃÊ
LÀiÃÊµÕiÊiÃÊ`>Ê>}ÖÊÌiÀjÃÊVÊ«ÀiVÊìÊÃÕÊÛiâ>»ÆÊÎ®Ê
7
Eugenia Maldonado de Lizalde, “Lex iulia de adulteris coercendis del
i«iÀ>`ÀÊ
iÃ>ÀÊÕ}ÕÃÌÊÞÊÌÀÃÊìÌÃÊÃiÝÕ>iÃÊ>ÃV>`Ã®»]ÊAnuario Mexi-
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8
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9
ÊÀ}iÊ /À>ÃÃiÀÃ]Ê º"ÀìÊ Õ`V>Ê ÞÊ iÀiV>Ê iìÛ>Ê iÊ >Ê ÕiÛ>Ê
Ã«>>»]ÊHistoria Mexicana, México, v. LV]Ê°Ê{]Ê>LÀÕÊìÊÓääÈ]Ê«°Ê£££Ç°Ê Ê
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«ÕÀ>ÃÊÀ>ÌÛÊÞÊ«ÀÊÕÊ>«Ê>ÀLÌÀÊìÊÃÊÕiViÃ]ÊµÕiÊÊÃÊ>«-
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Ã°ÊÃÌÌÕViÃÊÕ`V>iÃÊiÊiÊÃÌÀÌÊiìÀ>Ê£n£ä£Ó®»]ÊiÊV>Ê>ÞiÀÊ
VÀ`°®]ÊMéxico en tres momentos, 1810-1910–2010. Hacia la conmemoración
del bicentenario de la Independencia y del centenario de la Revolución mexicana.
Retos y perspectivas, t. I, México, Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Históricas, 2009, p. 190-191.
10
Ê6j>ÃiÊ>Ê«>ÀÌ`>Ê6]ÊÌÌÕÊ88]ÊiÞÊÊìÊvÃÊ8ÊºiÊ->L»]ÊLas Siete
Partidas, versión de José Sánchez-Arcilla Bernal, Madrid, Reus, 2004, p. 958

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VÕÀÀiV>ÊìÊÕiÀÊV>Ã>`>ÊÕÊÌÀ>Ê«>À>ÊvÀV>À»°11
>ÃÊÛiÃÌ}>ViÃÊÀi>â>`>ÃÊ«ÀÊ>Ê>À>ÊÌ`ÊÞÊ>À-
cela Suárez sobre la prostitución en el virreinato muestran cómo
el castigo estaba dirigido fundamentalmente al alcahuete o a la
>V>ÕiÌ>ÊÞÊÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÀÃÌÌÕ`>Ã]ÊµÕiiÃÊ>«>ÀiÌii-
ÌiÊ ÀiVL>Ê Ã>ViÃÊ iÀiÃÊ iÊ V>ÃÃÊ iÝVi«V>iÃ°12 Esto
V>L>À>ÊVÊiÊ«>ÃÊìÊÌi«]Ê«ÕiÃÊ«VÊ>Ê«VÊ>Ê>ÌiVÊ
y la sanción comenzaron a estar dirigidas a ellas, aunque sin
ì>ÀÊ ìÊ VÃìÀ>ÀÊ >Ê ÃÊ ÃÃ>V>`ÀiÃÊ ìÊ >Ê «ÀÃÌÌÕV°Ê iÊ
iV]Ê`ÕÀ>ÌiÊÕÊÌi«ÊiÊiÊ«>ÃÊÃiÊÛ>Ê>ÊVÀ>â>ÀÊÞÊV>ÃÌ}>ÀÊ
a ambos grupos.
Hacia el siglo XVIII,ÊiÊÃÃÌi>ÊÕÀ`VÊ`>ÊiÌÀÊiÊÕ>Ê
etapa de cambios profundos encaminados hacia la sistematiza-
VÊÞÊ>ÊV`wV>VÊVÊ«>ÀÌiÊìÊÕÊLiÌÛÊ?ÃÊ}À>ì\Ê-
}À>ÀÊiÊÀìÊ«ÖLVÊVÊÃÊìÊLÕiÊ}LiÀÊÞÊ«V>°13
Ê>ÌiÀÀÊV`ÕÊ>ÊµÕiÊÃiÊVÃìÀ>À>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊVÊÕÊ
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ÕiÀiÃÊµÕiÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°ÊiÊiÃÌiÊ`]ÊVÊiÊ«ÀVi-
so de independencia y el surgimiento del nuevo Estado-nación,
11
Citado en Leovigildo Figueroa Guerrero, La prostitución y el delito de
lenocinio en México y los artículos 207 y 339 del Código Penal del Distrito y
Territorios Federales, tesis de licenciatura en Derecho, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1946, p. 11.
12
Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÀ>Ê>Vi«Ì>`>ÊÃi«ÀiÊÞÊVÕ>`Ê>ÃÊÕiÀiÃÊvÕiÀ>ÊÕjÀ-
v>>ÃÊÊÕLiÀ>ÊÃ`Ê>L>`>`>ÃÊ«ÀÊÃÕÃÊ«>`ÀiÃ°Ê ÊÃiÊ«ÀL>]Ê«iÀÊÃiÊ
buscaba la “redención”. En este sentido, sólo eran castigadas —con el destierro,
«ÀÊii«pÊVÕ>`ÊÃiÊºÃiÌ>»Ê>ÊÕÊ«ÀÝiiÌ>ÊÊVÕ>`ÊV>ÕÃ>L>ÊìÃÀ-
den o escándalo. Para los lenones y las sonsacadoras, en cambio, los castigos
iÀ>ÊÃiÛiÀÃÊiÊL>ÊìÃìÊ>âÌiÃ]ÊiÝÊÞÊÌÀ>L>ÃÊiÊ}>iÀ>Ê>ÃÌ>Ê>ÊÕiÀÌi°Ê
6j>ÃiÊ>Ê>À>ÊÌ`Ê,`À}Õiâ]ÊEl amor venal y la condición femenina en
el México colonial]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]Ê£Ó]Ê
«°ÊxnÆÊÞÊ>ÀVi>Ê-Õ?ÀiâÊ ÃVL>À]Ê Sexualidad y norma sobre lo prohibido. La
ciudad de México y las postrimerías del virreinato, México, Universidad Autóno-
>ÊiÌÀ«Ì>>]Ê£]ÊÓnnÊ«°Ê
iVVÊ
ÕÌÕÀ>Ê1ÛiÀÃÌ>À>]ÊÈn®°
13
Ê6VÌÀÊ/>ÕÊâ?Ìi}Õ]ÊCasuismo y sistema. Indagación histórica sobre el
espíritu del derecho indiano, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones de His-
toria del Derecho, 1992, p. 58.


>ÃÊVÊVÊiÊìÃ>ÀÀÊìÊÕÊÃÃÌi>ÊV>«Ì>ÃÌ>]Ê>Ê>V>Õi-
ÌiÀ>]ÊÊÊµÕiÊÞ>ÊÃiÊiÃÌ>L>ÊVÛÀÌi`ÊiÊÕÊÃÃÌi>ÊìÊiÝ«-
Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>]ÊìÊìÊÃiÀÊÕÊÌi>ÊìÊ`ÃVÕÃ°Ê
Aunque se mantuvo la inercia del “castigo” para el delito de le-
V]Ê>ÊÃ>VÊvÕiÊÃ}wV>ÌÛ>iÌiÊÃÕ>Ûâ>`>ÊÞÊ>«V>`>Ê
iÃiV>iÌiÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÊL>ÃiÊ>Ê>«Ê>ÀLÌÀÊÕ`V>°14
El proceso de relativa invisibilización de la participación
>ÃVÕ>ÊiÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊÌÕÛÊÃÕÊ>Õ}iÊ
durante el llamado periodo “reglamentarista”, en el que el go-
bierno mexicano reguló y normó el comercio sexual y a las mu-
iÀiÃÊÛÕVÀ>`>ÃÊiÊiÊÃ°ÊVÊ«iÀ`]ÊµÕiÊiÊiÊV>ÃÊ
concreto de la capital mexicana duró de 1865 a 1940, se caracte-
ÀâÊ«ÀÊ>ÊÕÃÌwV>V]Ê>Ê«iiÌ>VÊÞÊiÊìÃ>ÀÀÊìÊÌ`Ê
un sistema médico-legal-administrativo de vigilancia y control
de la prostitución por parte del Estado.
Desde mediados del siglo XIX]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃiÊ>L>ÊV-
vertido en una preocupación directa de las autoridades guberna-
mentales a partir de su reconocimiento como problema médico,
social y moral en el contexto de la creación de un nuevo Estado-
>V°Ê Ã]Ê iÊ ÃÃÌi>Ê j`Vi}>>`ÃÌÀ>ÌÛÊ vÕiÊ ÀiV-
nocido fundamentalmente a partir de un discurso en torno a la
ÃwÃÊµÕiÊìÃìÊiÊÃ}Ê>ÌiÀÀÊ>L>Êi«iâ>`Ê>ÊÃi>>ÀÊ>Ê>ÃÊ
ÕiÀiÃÊµÕiÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊVÊ>ÃÊ«ÀV«>iÃÊ«À«>-
gadoras de las enfermedades venéreas.15
-ÊiL>À}]ÊìÃìÊÕ>Ê«iÀÃ«iVÌÛ>Ê?ÃÊVÀÌV>]ÊiÃÊ«ÃLiÊ
encontrar en los cimientos de dicho sistema un discurso patriar-
V>ÊµÕiÊìvi`>Ê>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊÕ>Ê`LiÊÀ>ÊÞÊÕÃÌwV>L>Ê>Ê
14
Los pensadores ilustrados clamaron por la “humanización” del proceso
penal y la eliminación del tormento, por lo que poco a poco se fue imponiendo
el castigo de cárcel en lugar de los azotes y el destierro. En este caso, como la
>ÞÀ>ÊìÊÃÊ>VÕÃ>`ÃÊiÀ>ÊÕiÀiÃ]ÊµÕiÊiÃÊ>ÊµÕiiÃÊvÕ`>iÌ>iÌiÊÃiÊ
iÃÊìÌwV>L>ÊVÊiÝ«Ì>`À>ÃÊ«ÀÊµÕi`>ÀÊ>ÊV>À}ÊìÊÃÊLÕÀìiÃ]ÊiÊV>Ã-
Ì}ÊµÕiÊÀiVL>ÊiÀ>ÊìÊÃiÀÛVÃÊìÌÀÊìÊ>ÊV?ÀViÊ`ÕÀ>ÌiÊ`>ÃÊÊiÃiÃ°Ê
Véase El Siglo XIX, 11 de septiembre de 1849.
15
Véase Fabiola Bailón Vásquez, La prostitución femenina en la ciudad de
México durante el periodo del Porfiriato. Discurso médico, reglamentación y re-
sistencia, ÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊjÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊÕÌ-


«ÀÃÌÌÕVÊVÊÕÊº>ÊiViÃ>À»ÊµÕiÊÊìL>ÊiÀÀ>`V>ÀÃiÊ
«ÕiÃ]ÊìÊ>ViÀ]ÊÃÊ>iÃÊ«>À>Ê>ÊÃVi`>`Ê«`>ÊÃiÀÊ>ÞÀiÃ°Ê
-iÊ>À}ÕiÌÊµÕiÊÃÊÛ>ÀiÃÊÌi>ÊµÕiÊVÌ>ÀÊVÊiÃiÊi`Ê
para desahogar sus “inevitables instintos genésicos masculinos”,
Þ>ÊµÕiÊìÊÊVÌ>ÀÊVÊjÊÃiÊVÀiiÌ>À>Ê«À?VÌV>ÃÊVÊ>Ê
violación o la homosexualidad.16 No obstante, al mismo tiempo
se consideró que la prostitución era altamente peligrosa debido
>Ê>ÃÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>ÃÊµÕiÊViÛ>L>°Ê*ÀÊi]Ê>ÊÖV>Ê
solución que se encontró fue la de su vigilancia y control.
La tolerancia y la protección de los “clientes” —que en térmi-
nos generales se traduce en la protección de los privilegios mas-
VÕÃÊìÊ>VViÃÊÃiÝÕ>Ê>ÊÕÊ}ÀÕ«ÊiÃ«iVwVÊìÊÕiÀiÃpÊvÕi-
ron, en este sentido, dos de los elementos que permanecieron en
el sistema desde la imposición del primer reglamento en la ciudad
ìÊjÝV]ÊiÊ£nÈÓ]Ê>ÃÌ>Ê>ÊìÊÖÌ]ÊiÊ£ÓÈ°ÊÊ«>ÀÌÀÊìÊ
«ÀiÀÊÃÌÀÕiÌ]ÊÃiÊÌiÌÊÀ>ÀÊ>ÊÌ`>ÃÊ>ÃÊºÕiÀiÃÊ«Ö-
blicas” a través de medidas y obligaciones, como hacerlas regis-
trarse ante las autoridades, pagar un impuesto, realizarse un
chequeo médico semanal, mantenerse dentro de los espacios
asignados, entre otras.17 Además, se incluyeron medidas para las
llamadas “matronas”, quienes fueron reguladas y reconocidas
wV>iÌiÊ«ÀÊiÊ ÃÌ>`ÊVÊ>ÃÊÛ}>ÌiÃÊÞÊºVÕ`>`À>Ã»ÊìÊ
que las “pupilas” cumplieran con el reglamento más que como
pieza clave del sistema prostitucional.18
16
Ê6j>ÃiÊÀ>VÃVÊØiiÃ]ÊAlgunas consideraciones sobre la prostitución
pública en México, disertación inaugural de la Facultad de Medicina de México,
jÝV]Ê"wV>ÊìÊ>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£nnn]Ê«°ÊnÈÆÊÞÊÕ>Ê,>ÀiâÊÀi-
>]Êº>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊjÝV°ÊiÞiÃÊÞÊÀi}>iÌÃÊ>ÊµÕiÊìLiÊÃÕiÌ>ÀÃiÊiÊ
LiiwVÊìÊ>ÊÃ>ÕLÀ`>`Ê«ÖLV>»]ÊiÀ>Êi`>ÊiÊ>ÊÃiÃÊìÊ`>ÊÓÊìÊ
ÕÊìÊ£nx]ÊConcurso científico, sociedad médica Pedro Escobedo, México,
"wV>ÊÌ«}À?wV>ÊìÊ>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£nx]Ê«°Êx°
17
“Primer reglamento sobre la prostitución en México del 20 de abril de
£nÈÓ»]ÊiÊ >ÃÊÃjÊÕÌjÀÀiâÊÀiÃÊ>ÌÀÀiÊV«°®]ÊLeyes de reforma. Colec-
ción de disposiciones que se conocen con ese nombre, publicadas desde el año de
1855 al de 1870, t. II, México, Miguel Zornoza, 1870, p. 108-112.
18
Algunas de estas medidas fueron pagar las cuotas de su burdel y de las
ÕiÀiÃÊ>ÊÃÕÊV>À}]Ê`>ÀÊ>ÛÃÊ>Ê>Ê>ÕÌÀ`>`ÊìÊ>ÃÊµÕiÊÊÃiÊÃiÌiÀ>]Êi-
cargarse del cumplimiento de las normas, cuidar el aseo, entre otras. Véase
“Reglamento de Prostitución de 1898”, en Leovigildo Figueroa Guerrero, La
prostitución..., p. 22-23.


ÊiÊ«iÀ`ÊµÕiÊÛ>ÊìÊ£nÈxÊ>Ê£{ä]ÊÃiÊÕÃÌwVÊiÊ>VViÃÊ
>ÃVÕÊ>ÊÕÊ}ÀÕ«ÊìÊÕiÀiÃÊ>ÃÊVÊ>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊ«ÀÃ-
ÌLÕÃÊÞÊ>ÌÀ>Ã°ÊÃÃ]ÊÃiÊLÀÀÊÊìÃ`LÕÊÌ`ÊÀi}ÃÌÀ]Ê
mención o imagen de los proxenetas varones, lo que permitió su
iÝÃÌiV>ÊìÊ>iÀ>ÊÛi>`>ÊÊ«ÀÌi}`>°Ê Ê«À`ÕÊÕÊiviVÌÊ
que yo he llamado de “incubación” de la explotación masculina
ìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>]ÊiÊVÕ>ÊÃiÊìÃ>ÀÀÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃ>ÃÊ`jV>-
das prácticamente sin la atención de las autoridades. En este
lapso de tiempo, no hubo normas para los proxenetas varones
como las que hubo para las matronas ni tampoco un sistema de
vigilancia del estado higiénico de los “clientes” como el que hubo
«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊì`V>`>ÃÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê
Si bien en el Proyecto de Decreto y Reglamento sobre Pros-
titución de 1851 se llegaron a plantear, en continuidad con el
«iÀ`ÊÛÀÀi>ÊÞÊiÊìÀiVÊiÃ«>]Êi``>ÃÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÊ
ºÃÃ>V>`ÀiÃ»ÊÛ>ÀiÃÊpÌ>LjÊ>>`ÃÊºÀÕw>iÃ»pÊ«ì-
do que se les “persiguiera tenazmente”,19 lo cierto es que en la
práctica no se le dio continuidad a dichas propuestas.
ÊÌi>ÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊ>ÃVÕ>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>Ê
pÞÊiÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊiÊ}iiÀ>pÊÃiÊìÊìÊ>`Ê`ÕÀ>ÌiÊÌ`Ê
el periodo reglamentarista, pues se asumió que, gracias al con-
trol de las matronas y a la prohibición del registro a las menores,
jÃÌ>Êì>À>ÊìÊiÝÃÌÀÊ«>À>ÊVÛiÀÌÀÃiÊiÊÕÊºViÀVÊiÃÌÀV-
tamente regulado y controlado por el Estado”, lo cual era un
LiÌÛÊì>ÃÌ>Ê>i>`ÊìÊ>ÊÀi>`>`°20 El tema ya no se reto-
mó en los posteriores reglamentos y no generó estudios ni me-
didas legales, por lo cual fue incrementando su magnitud con el
paso del tiempo.21
19
“Proyecto de Decreto y Reglamento sobre Prostitución, 1851”, Boletín del
Archivo General de la Nación, serie 3, t. III]Ê°ÊÎ®]ÊÕÃi«ÌiLÀiÊìÊ£Ç]Ê
p. 10-12.
20
Véase Fabiola Bailón Vásquez, Mujeres en el servicio doméstico y en la
prostitución. Sobrevivencia, control y vida cotidiana en la Oaxaca porfiriana,
México, El Colegio de México, 2014, 325 p.
21
Ê
>LiÊÃi>>À]ÊÃÊiL>À}]ÊµÕiÊ>ÊVÀÀÕ«VÊìÊiÀiÃÊÃÊ}iiÀÊÕ>Ê
`ÃVÕÃÊ>Êw>iÃÊìÊÃ}ÊXIX, la cual iÛÊ>ÊÌ«wV>À>ÊVÊìÌÊìÌÀÊìÊ
Código Penal de 1871 y a plantear su castigo siempre y cuando la conducta
ºiÃÌÕÛiÀ>ÊVÃÕ>`>»°Ê*ÀÊÃÕ«ÕiÃÌ]ÊìÌÀÊìÊiÃÌ>ÊÌ«wV>VÊiÌÀ>À>Ê>Ê


>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊiÊjÝVÊÀi>«>ÀiVi-
À>ÊiÊiÊ`ÃVÕÀÃÊ>ÃÌ>Ê«ÀV«ÃÊìÊÃ}ÊXX, cuando se le em-
pezó a ver como un problema importante y se cuestionó la utili-
dad del sistema reglamentarista y el papel del Estado como
iÝ«Ì>`À]ÊÞ>ÊµÕiÊjÃÌiÊÊÃÊÀiVL>Ê`Ûì`ÃÊìÊViÀVÊ
ÃiÝÕ>]ÊÃÊµÕiÊÌ>LjÊvÕ}>ÊVÊÛ}>ÌiÊÞÊVÌÀ>`ÀÊìÊ
>ÃÊÕiÀiÃ°Ê/>ÊVÕiÃÌ>iÌÊi>>À>ÊìÊÌÀÊ«ÀViÃÊµÕiÊ
empezó a desarrollarse en Europa y que llevó a conformar todo
ÕÊÛiÌÊ«ÌV\ÊiÊ>>`ÊºÛiÌÊ>LVÃÌ>»°
Abolicionismo y explotación de la prostitución ajena
iÌÀ>ÃÊµÕiÊiÊjÝVÊÃiÊVÃ`>L>ÊÞÊiÝ«>`>ÊiÊÃÃÌi>Ê
Ài}>iÌ>ÀÃÌ>ÊiÊÌ`ÊiÊ«>Ã]22 en Inglaterra daba inicio des-
de mediados del siglo XIX una gran discusión sobre la viabili-
dad de las leyes a partir de las cuales el Estado instauró todo un
sistema de inspección médica y policiaca de la prostitución. La
`ÃVÕÃÊÃÕÀ}Ê«ÀµÕiÊÃiÊ«ÀiÌi`>ÊiÝ«>`ÀÊ>V>ÊiÊÀÌiÊìÊ
}>ÌiÀÀ>Ê`V>ÃÊiÞiÃÊÌÀ`ÕV`>ÃÊiÊ£nÈäÊiÊVÕ`>ìÃÊvÀÌw-
V>`>ÃÊÞÊ«ÕiÀÌÃÊìÊÃÕÀÊìÊ«>Ã]ÊÊVÕ>Ê«ÀÛVÊ>ÊÀi>VVÊìÊ
ÕiÀÃÃÊ>VÌÀiÃÊÞÊ>ÊVÀi>VÊìÊÌ`>ÊÕ>ÊVÀÀiÌiÊ«ÌV>Ê
en contra del Estado.23
El movimiento nació de las iniciativas feministas y fue im-
«ÕÃ>`Ê «ÀÊ Ãi«iÊ â>LiÌÊ ÀiÞÊ ÕÌiÀÊ ÕÌÊ VÊ Õ>Ê
V>VÊìÊÀivÀ>`ÀiÃÊìÊV>ÃiÊi`>ÊÞÊÌÀ>L>>`ÀiÃÊÀ>`V>-
les que se unieron en 1869 para exigir la revocación de dichas
iÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊìÊiÀiÃÊµÕi]ÊìÊiÌÀ>`>]ÊÞ>ÊiÃÌ>L>Ê
prohibida en el mismo reglamento. No obstante, si bien las autoridades sani-
tarias encontraron reprobable que las menores se prostituyeran o fueran pros-
ÌÌÕ`>Ã]ÊÊÃÕVi`ÊÊÃÊVÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÞÀiÃÊìÊi`>`°Ê ÊiÃÌiÊV>Ã]Ê
ÃiÊ«À`ÕiÀÊµÕi>ÃÊÊ>>`>ÃÊìÊ>ÌiVÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊÃÊj`VÃ]Ê«iÀÊ
ninguna medida legal fue tomada.
22
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«À?VÌV>ÊÃÕÃÊ«À«ÃÊÀi}>iÌÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊiÊ>ÃÊ`ÃÊÖÌ>ÃÊ`jV>`>ÃÊ
del siglo XIX y las dos primeras del XX.
23
ÊÕ`ÌÊ7>ÜÌâ]Êº-iÝÕ>`>ìÃÊ«i}ÀÃ>Ã»]ÊiÊiÀ}iÊÕLÞÊÞÊVi-
iÊ*iÀÀÌÊi`Ã°®]ÊHistoria de las mujeres, t. IV, trad. de Marco Aurelio Galmarini,
Ã«>>]Ê/>ÕÀÕÃ]ÊÓää£]Ê«°Ê{ä£°


leyes.24 Las feministas abolicionistas lograron motivar a miles de

ÕiÀiÃÊ}iÃ>ÃÊ>ÊìÃ>w>ÀÊ>Ê`LiÊÀ>ÊiÊ>ÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊL>-
sados el reglamentarismo y los centros masculinos de poder —la
«V>]ÊiÊ«>À>iÌ]ÊÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊ j`VÃÊ ÞÊ Ì>-
res—. Asimismo, fueron las primeras en denunciar la regulación
de la prostitución como una “invasión corporal” y una “violación a
>ÃÊ}>À>Ì>ÃÊVÃÌÌÕV>iÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ»Ê«iÀ«iÌÕ>`>Ê«ÀÊiÊ
Estado al permitir la existencia de casas de prostitución y de
>ÌÀ>ÃÊL>ÊÀ>ÃÊµÕiÊiÊÕVÃÊV>ÃÃÊÊÃiÊVÕ«>°25
>ÃÊÌiÀ«ÀiÌ>À>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊVÊÕ>ÊºiÃV>ÛÌÕ`ÊÃiÝÕ>»Ê
y como el resultado de las limitaciones a la actividad social y
iVV>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°
Desde una postura realmente innovadora, las abolicionistas
analizaron y desestructuraron la doble moral victoriana. Impug-
naron los privilegios de acceso sexual de los varones, pues consi-
ìÀ>L>ÊÕÃÌÊµÕiÊÃiÊVÌÀ>À>ÊÃÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊÃiÊì>À>Ê
libres a los clientes. De igual forma, denunciaron la corrupción de
>Ê«V>ÊÞÊ>Êv>V`>`ÊVÊ>ÊVÕ>ÊiÊ ÃÌ>`Ê«iÀÌ>ÊiÊÀi}ÃÌÀÊ
ìÊ>ÃÊ«>À>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊÃÊLÕÀìiÃ°Ê ÃÌÊ>ÃÊiÛÊ>Ê«À-
fundizar en el fenómeno del carácter forzado, o coacción, y en la
iÝ«Ì>VÊìÊÕiÀiÃÊiÝÌÀ>iÀ>ÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ«ÀÝiiÌ>ÃÊÛ>À-
iÃÊÛÕVÀ>`ÃÊÊVÕ``ÃÊVÊ>Ê«V>°Ê>ÃÊ>LVÃÌ>ÃÊ
vÕiÀÊ>ÃÊ«ÀiÀ>ÃÊiÊ«ÃV>ÀÊiÊ>Ê«Ê«ÖLV>Êp>ÊÌÀ>ÛjÃÊ
de la prensa, reuniones, panfletos, conferencias, etcétera— los
temas concernientes a la explotación masculina de la prostitución
>i>]Ê>ÊVìÃViìV>ÊìÊ ÃÌ>`Ê«>À>Ê>VÌÕ>ÀÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÊ
explotadores y el papel de las autoridades en el sostenimiento de
“redes” de comercio sexual. Además, fueron las primeras en ana-
â>ÀÊiÊ«ÀLi>ÊìÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃÊÞÊiÊÕÌâ>ÀÊiÊVVi«ÌÊ
de “trata de blancas”, término que posicionaron poco a poco a
À>âÊìÊ>ÊÃÌÕ`ÊµÕiÊÛiÀÊVÊiÊÌÀ?wVÊìÊiÃV>ÛÃÊi}ÀÃÊÞÊ
µÕiÊ«À`ÕÊÕÊV>LÊvÕ`>iÌ>ÊiÊ>Ê>iÀ>ÊìÊ«iÀVLÀÊiÊ
24
Josephine E. Butler, Josephine E. Butler. An Autobiographical Memoir,
Bristol, J. W. Arrowsmith, 1909, 352 p.
25
Véase Ana de Miguel Álvarez, “Los inicios de la lucha feminista contra
>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê*ÌV>ÃÊìÊÀiìwVÊÞÊ«ÌV>ÃÊ>VÌÛÃÌ>ÃÊiÊiÊÃÕvÀ>}ÃÊ
inglés”, Revista Brocar]Ê Ã«>>]Ê°ÊÎx]ÊÓä££]Ê«°ÊÎ£xÎÎ{°


fenómeno. A partir del uso de este término, la discusión sobre la

simple prostitución y la explotación se centró cada vez más en
la movilidad, en el establecimiento de redes de explotación y en la
participación y organización de los “tratantes de blancas”. Más
«ÀÌ>ÌiÊ>ÖÊiÃÊiÊiVÊìÊµÕiÊÃÊÞÊ>ÃÊ>LVÃÌ>ÃÊ}iÃiÃÊ
erigieron este fenómeno como un problema social “internacional”,
lograron “institucionalizarlo” y desarrollaron y participaron en
una variedad de acuerdos internacionales.26
La importancia del movimiento resulta vital para entender la
introducción en México, primero, de la discusión abolicionista
y, después, de la relativa a la “trata de blancas”. La primera en
«>ÀÌVÕ>ÀÊ}iiÀÊ«ÃÌÕÀ>ÃÊiVÌÀ>`>Ã]Ê«À«ÕiÃÌ>Ã]ÊÛVÕÃÊÞ]Ê
w>iÌi]Ê i``>ÃÊ i}>iÃÊ iÊ VÌÀ>Ê ìÊ >Ê iÝ«Ì>VÊ ìÊ >Ê
«ÀÃÌÌÕVÊ>i>°Ê-ÊiL>À}]ÊiÃÌ>ÃÊÌÀ>ÃvÀ>ViÃÊÊÃiÊ
`>À>ÊìÊ>iÀ>Êi`>Ì>ÊiÊÕiÃÌÀÊ«>Ã]Ê«ÀµÕiÊjÝV]Ê>Ê
diferencia de Inglaterra, no contó desde un inicio con un grupo
fuerte y consolidado de feministas que cuestionara directamente
>ÊÀi}>iÌ>V°ÊÃ]ÊiÌÀ>ÃÊiÊ ÕÀ«>ÊÃiÊiÛ>L>Ê>ÊV>LÊ>Ê
`ÃVÕÃÊÃLÀiÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃÊiÊVÕÃÊÃiÊiÃÌ>L>Ê}ii-
rando y poniendo en práctica diversas medidas, en México las
>ÕÌÀ`>ìÃÊÃi}Õ>ÊiÊ>Ê}V>ÊìÊÀi}>iÌ>ÀÃ]ÊiÊVÕ>ÊÃÊ
i«iâ>À>Ê >Ê VÕiÃÌ>ÀÊ >ÃÌ>Ê iÊ «iÀ`Ê «ÃÀiÛÕV>À°Ê

iÀÌ>iÌi]ÊìÃìÊw>iÃÊìÊÃ}ÊXIX algunos médicos comen-
â>ÀÊ>ÊµÕi>ÀÃiÊÞÊ>ÊÃi>>ÀÊµÕiÊ>ÊÀ>ÌÛ`>`ÊVÀi>L>Ê>ÃÊV-
`ViÃÊ«>À>ÊiÛ>`ÀÊÃÕÊ>«V>VÆÊÊLÃÌ>Ìi]ÊiÃÌÃÊj`VÃÊ
apenas si hicieron referencia al abolicionismo feminista, pues se
limitaron a desaprobar los planteamientos más elementales de
la normatividad.27
26
Las abolicionistas fundaron lo que eventualmente se convirtió en la Fe-
deración Abolicionista Internacional —originalmente denominada Federación
General y Continental para la Abolición de la Regulación de la Prostitución—,
que les permitió internacionalizar su perspectiva y seguir enfrentando los
Ì>LÖÃÊµÕiÊÃiV>L>ÊÊÀi>ÌÛÊ>Ê>ÊÃiÝÕ>`>`°Ê6j>ÃiÊiÊ-ÕiÀÃ]Êº7VÊ
women? What Europe? Josephine Butler and the International Abolitionist
Federation”, History Workshop Journal, Oxford, v. LXII, n. 1, 2006, p. 215-231.
27
Ê6j>Ãi]Ê«ÀÊii«]ÊÀ>VÃVÊÌii}À] Ligeros apuntes sobre por-
nografía de la capital, tesis de Medicina, México, Escuela Nacional de Medicina,
£nnäÆÊÞÊÀ>VÃVÊØiiÃ]ÊAlgunas consideraciones....


-iÀ>ÊiÊ«iÀ`ÃÌ>]ÊVÀ}ÊiÊÃ«iVÌÀÊìÊ«V>Ê
>ÀÃÊ
Roumagnac quien a través de su estudio titulado La prostitución
reglamentada. Sus inconvenientes, su inutilidad y sus peligros
i«iâ>À>Ê>ÊìviìÀÊìÃìÊ£äÊÃÊ«>Ìi>iÌÃÊÃÃÌi`ÃÊ
por dicha corriente y a luchar por la derogación de los regla-
iÌÃ°Ê*>À>Ê,Õ>}>V]Ê>ÊÀi}>iÌ>VÊ>L>ÊÌÀ>`ÊV-
ÃiVÕiV>ÃÊÕÃÌ>Ã]Ê«ÀµÕiÊ>L>ÊVÀi>`ÊÕ>ÊV>ÃiÊiÃ«iV>ÊºìÊ
ìVÕiÌiÃÊ >ÕÌÀiÃÊ ìÊ ÕÊ ìÌÊ QoRÊ µÕiÊ Ê iÝÃÌi»Ê ÞÊ >L>Ê
suprimido la libertad individual, a la cual consideraba un de-
recho inalienable por encima de cualquier otro.28 Sin duda,
Roumagnac representó un parteaguas, porque posicionó los
«ÃÌÕ>`ÃÊ>LVÃÌ>ÃÊiÊ>ÊiÃviÀ>Ê«ÖLV>]ÊÃiÊ>ÃÕÊ>LiÀ-
Ì>iÌiÊÃi}Õ`ÀÊìÊiÃ>ÊVÀÀiÌiÊÞÊVÃ}ÕÊìÃÛi>ÀÊº«ÀiÕ-
cios arraigados”. Sin embargo, su participación en el tema no
fue un hecho fortuito, ya que derivó de la invitación que le hi-
ciera la Sociedad Mexicana Sanitaria y Moral contra las Enfer-
medades Venéreas para abrir un debate sobre “la conveniencia
o inconveniencia de la reglamentación de la prostitución”. No
obstante, debido a que Roumagnac se declaró en contra del
viÃÊµÕiÊ«ÀiÌi`>ÊºÛi>ÀÊ>Ê>ÊÕiÀÊVÊiÊLÀiÊiÊ
todo y por todo despreciando las inflexibles leyes biológicas que
>ÀV>Ê>ÊÕÊÞÊ>ÊÌÀ>ÊÃi`>ÃÊLiÊìw`>Ã»]29 su discusión se
ViÌÀÊiÊiÊÀiÃ«iÌÊ>Ê>ÃÊº}>À>Ì>ÃÊ`Û`Õ>iÃ»ÊìÊÌ`>ÃÊ>ÃÊ
«iÀÃ>ÃÊÞÊiÊ>ÊV`VÊÕÀ`V>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊÃÕÊiÝ«-
Ì>VÊ?ÃÊµÕiÊiÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ°Ê ÊÌ`ÊV>Ã]ÊiÃÌiÊ>ÕÌÀÊ
>LÀÊ>Ê«ÕiÀÌ>Ê>ÊÕÊìL>ÌiÊ«ÖLVÊµÕiÊ«VÊ>Ê«VÊvÕiÊÌ>-
28
ÊÊÀiÃ«iVÌÊÃi>>À>\ÊºQoRÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊÌ`>ÃÊ>ÃÊVµÕÃÌ>ÃÊ>V>â>`>ÃÊ
VÊ>ÊiÝ«iÀiV>ÊìÊÃÊÃ}Ã]Ê>`ÌÃÊÌ`>Û>ÊµÕiÊÃiÊÛÕiÀiÊiÊLiÊÞÊ
trascendental principio de no atentar contra la libertad del individuo en tan-
to éste no cometa un acto previsto y penado por las leyes a él exactamente
aplicables […] El sistema de reglamentación es inmoral e ilegal […] porque
crea dentro de la sociedad una clase especial para la que se suspenden garantías
que debe disfrutar todo ser humanoÆÊÞÊ«ÀµÕiÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊÊÃ>ÌÃv>ViÊ-
guna necesidad individual ni social, atenta en un solo sexo y a favor del otro”.
Véase Carlos Roumagnac, La prostitución reglamentada. Sus inconvenientes,
su inutilidad y sus peligros]ÊjÝV]Ê/«}À>v>Ê VV>]Ê£ä]Ê«°ÊÈ]ÊÓ°Ê>ÃÊ
VÕÀÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°
29
Ibidem, p. 17.


do fuerza y que a la larga derivó en medidas en contra del sis-

tema normativo. De hecho, como resultado de la promulgación
de la Constitución de 1917 y de los planteamientos sobre el res-
«iÌÊ>Ê>ÃÊº}>À>Ì>ÃÊ`Û`Õ>iÃ»]ÊiÊÌi>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊ
su explotación ocupó un lugar en las sesiones que se llevaron a
cabo en la Cámara de Diputados de 1917 a 1921, en las cuales
ÃiÊìL>ÌÊVÊÃiÊ«`>Ê>ìVÕ>ÀÊÃÊ«ÀV«ÃÊÀiÛÕV>-
ÀÃÊ>Ê>ÊÀi>`>`ÊiÊiÃÌ>Ê>ÌiÀ>°ÊÃ]Ê>}ÕÃÊ`«ÕÌ>`Ã]ÊVÊ
i«iÊ/À}]Ê}ÕÃÌÊ6`>iÃÊÊ+ÕiÀ`Êi]Ê«ÕÃiÀÊiÃ«i-
V>Ê>ÌiVÊ>ÊÌi>ÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÃi>>ÀÊ
µÕiÊjÃÌ>ÃÊiÀ>ÊÛVÌ>ÃÊìÊº>Ê>ÌÀ>»]ÊiÊºViÌi]ÊiÊ`VÌÀÊÞÊ
el gobierno” y empezaron a vincular la prostitución reglamen-
tada con la “esclavitud”.30
/>LjÊ«ÀÊiÃÃÊ>Ã]Ê>ÃÊviÃÌ>ÃÊiÝV>>ÃÊi«iâ>ÀÊ
>Ê`ÃVÕÌÀÊiÊÌi>ÊÞÊ>ÊVvÀ>ÀÊÌ`>ÊÕ>Êi>ÊìÊìL>Ìi°Ê Ê
cuestionaron directamente las bases del sistema reglamentarista,
«iÀÊ«ÕÃiÀÊiÃ«iV>Ê>ViÌÊiÊÌÀÃÊv>VÌÀiÃÊµÕiÊ«ÀÛ>Ê
la prostitución y su explotación. Estos debates derivaron en una
serie de demandas que se plantearon dentro del Primer Congre-
so Panamericano, celebrado en 1923. En él, pidieron a las auto-
À`>ìÃÊÊÃ}ÕiÌi\Ê£®ÊµÕiÊÊ«iÀÌiÀ>ÊiÊi«iÊìÊÕiÀiÃÊ
en los llamados “cafés-cantantes” que en ese momento estaban en
>Õ}iÊÞÊiÊÃÊVÕ>iÃÊÃiÊViÌÛ>L>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊÓ®ÊµÕiÊº«ÀiÛ>Ê
una investigación sobre los códigos y leyes de prostitución del
Estado se pi[diera] a quien correspon[diera] la supresión de las
V>Ã>ÃÊìÊ>Ã}>V»ÊÞÊÎ®ÊµÕiÊiÊÃÊÕ}>ÀiÃÊìÊìÃiL>ÀµÕiÊ
ìÊÕiÀiÃÊÃ>ÃÊÊìÊi}>`>ÊìÊºV>«iÃ>ÃÊ>Ê>ÊVÕ`>`»ÊÃiÊ
garantizara su seguridad “a fin de contrarrestar la actividad
ìÊÃÊiÝ«Ì>`ÀiÃÊìÊÕiÀiÃ»°31 Con ello, las feministas mexi-
V>>ÃÊ`>À>ÊÕiÃÌÀ>ÊìÊÃÕÊVViÌÊÃLÀiÊiÊìL>ÌiÊÌiÀ-
nacional de la “trata de blancas” y el abolicionismo. De hecho,
30
Katherine Elaine Bliss, Compromised Positions..., p. 81.
31
Resoluciones tomadas por el Primer Congreso Feminista, convocado por
>Ê-iVVÊiÝV>>ÊìÊ>Ê}>Ê*>>iÀV>>Ê«>À>Ê>Ê iÛ>VÊìÊ>ÊÕiÀÊìÊ
20 al 30 de mayo de 1923, y reproducidas en Gabriela Cano, “México 1923.
Primer Congreso Feminista Panamericano”, Debate Feminista]ÊjÝV]Ê>ÊI,
v. I, marzo de 1991, p. 309-323.


VÊÀiÃÕÌ>`ÊìÊiÃÌÃÊÞÊÌÀÃÊÌ>ÌÃÊìL>ÌiÃÊ«ÖLVÃÊpVÊ
el celebrado en la 7ª Conferencia Panamericana que tuvo lugar
en la Habana, Cuba, en 192432p]Êw>iÌiÊÃiÊìV`ÊVÕÀÊ
dentro del Código Penal de 1929 el delito de lenocinio, lo que
ìÃ«ÕjÃÊìÊÕVÃÊ>ÃÊVÃ`ÊiÊiÊ«>«iÊÕ>Êi``>Êi}>Ê
ÌiìÌiÊ>ÊVL>ÌÀÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊìÊ
ÕiÀiÃÊ>`ÕÌ>Ã°Ê Ê}iiÀÊÕÊV>LÊiÊ>Ê`ÃVÕÃÊÞÊ>Ê>Ìi-
ción al problema, pero no representó una transformación en
términos prácticos, porque, primero, su implementación no fue
i`>Ì>ÊÞ]ÊÃi}Õ`]Êi}Ê>ÊVÕÀÊÕ>ÊiÝVi«VÊµÕiÊìÊ>Ê
«ÕiÀÌ>Ê>LiÀÌ>Ê>Ê>ÊVÌÕ`>`ÊìÊ>Ê>VÌÕ>VÊºwV>»ÊìÊÃÊ
explotadores. El delito de lenocinio se castigaba siempre y cuan-
`ÊÃiÊìÀ>ÊìÊ>iÀ>ÊV>ìÃÌ>]ÊÞ>ÊµÕiÊÊV«Ài`>Ê>ÊºÃÊ
`ÕiÃÊÊiV>À}>`ÃÊìÊV>Ã>ÃÊìÊ>Ã}>VÊ«iÀÌ`>ÃÊ«ÀÊ>Ê
ley”,33 es decir, a quienes se encontraban registrados y pagaban
«ÕiÃÌÃ°ÊÊÀiÃ«iVÌ]ÊiÃÊ«ÀÌ>ÌiÊÃi>>ÀÊµÕiÊ>ÃÌ>ÊiÃiÊ-
iÌÊÃi}Õ>ÊÛ}iÌiÊiÊÀi}>iÌÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊìÊ£ÓÈ]ÊVÕÞ>Ê
ÀivÀ>ÊìÊ>«i>ÃÊÌÀiÃÊ>ÃÊ>ÌÀ?ÃÊ>L>Ê>ÕiÌ>`Ê>ÃÊL}>-
ViÃÊÞÊ«i>ÃÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÊVÕ`ÊV>`>ÊÛiâÊ?ÃÊ>Ê>VÌÀiÃÊ
del desarrollo del comercio sexual, como los hoteleros, quienes
anteriormente no eran considerados.
>ÊVÕÃÊìÊìÌÊìÊiVÊÃiÀ>]ÊiÊÀi>`>`]ÊiÊVÊ
ìÊÕÊ>À}ÊV>ÊìÊìâÊ>ÃÊµÕiÊw>iÌiÊiÛ>À>Ê>Ê>ÊìÀ-
}>VÊìÊÃÃÌi>ÊÀi}>iÌ>ÀÃÌ>]Ê«>À>Ê>ÊVÕ>Ê>LÀ>ÊìÊÃÕ-
ViìÀÃiÊÕÊÃvÊìÊiVÕiÌÀÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ`viÀiÌiÃÊ}ÀÕ«Ã°Ê
Uno de dichos grupos fue el de los eugenistas, quienes se asumie-
ron abiertamente a favor del abolicionismo y, en un congreso
organizado en coordinación con el Ateneo de Ciencias y Artes,
i}>ÀÊ>Ê«>Ìi>ÀÊ>ÊiViÃ`>`ÊìÊÀivÀ>ÀÊiÊV`}Ê«i>Ê>ÊwÊ
de que se comprendiera “en toda su amplitud” no sólo el delito de
32
Ê Ê>ÊVÕ>]ÊiÊÀi«ÀiÃiÌ>ÌiÊìÊjÝVÊwÀÊad referendum la Conven-
ción contra la Trata de Blancas. Véase Ricardo Franco Guzmán, “El régimen
ÕÀ`VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊjÝV»]ÊRevista de la Facultad de Derecho de
México, Universidad Nacional Autónoma de México, México, t. XXII, n. 85-86,
iiÀÕÊìÊ£ÇÓ]Ê«°Ên°
33
Documento citado en Leovigildo Figueroa Guerrero, La prostitución...,
p. 97.


lenocinio, sino también el de “proxenetismo” y el de “trata de

L>V>ÃÊÞÊìÊÃ»°ÊÃÃ]Ê«ìÀÊµÕiÊÃiÊÃÕ}ÀiÀ>Ê>Ê>ÃÊ
legislaturas de los estados reformas similares.
ÕÀ>ÌiÊÃÊ>ÃÊÃ}ÕiÌiÃ]Ê>«>ÀiViÀÊ`ÛiÀÃÃÊ>ÀÌVÕÃÊ
en periódicos, se dictaron conferencias y, en general, se movilizó
>Ê>Ê«Ê«ÖLV>Ê«>À>ÊÕV>ÀÊiÊVÌÀ>ÊìÊºÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃ»°Ê

ÊÀiÃÕÌ>`ÊìÊiÃÌ>Ê«ÀiÃÊÞÊìÊ>ÊµÕiÊÃiÊÛi>Ê}iiÀ>`Ê
desde la década de 1920, en octubre de 1937 se llevó a cabo en el
palacio de Bellas Artes una reunión más, pero en esta ocasión
dedicada a la implementación del Proyecto para la Reglamenta-
VÊìÊ>Ê
>«>>ÊÌÛijÀi>ÊµÕiÊÃÕÃÌÌÕÀ>Ê>ÊÀi}>iÌÊìÊ
prostitución, para lo cual fueron convocados miembros del Poder
Legislativo.34 Ello se complementó con otras medidas de carácter
práctico, de las cuales dos fueron esenciales. La primera fue la
delimitación espacial o prohibición de la prostitución en deter-
minadas zonas de la ciudad de México, la cual dio lugar a diversas
Ài>VViÃ]ÊVyVÌÃÊÞÊi}V>ViÃÊiÌÀiÊ>ÃÊ`Õi>ÃÊÊiV>À-
gadas de los burdeles y las autoridades médicas, administrativas
y policiales, lo que retrasó la consolidación de la misma.35 La
Ãi}Õ`>ÊvÕiÊ>ÊìVÃÊìÊViÀÀ>ÀÊìwÌÛ>iÌiÊ`V>Êâ>ÊiÊ
1937,36ÊÊµÕiÊÊ«Õ`ÊVVÀiÌ>ÀÃiÊÃÊ>ÃÌ>ÊÕÊ«>ÀÊìÊ>ÃÊ
ìÃ«ÕjÃÊìL`ÊÕiÛ>iÌiÊ>Ê>ÊÀiÃÃÌiV>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]ÊµÕi-
iÃÊÀiVÕÀÀiÀÊ>Ê>ÊÕÃÌV>ÊviìÀ>]ÊÌiÀ«ÕÃiÀÊ>«>ÀÃÊ37 y
34
Ê,V>À`ÊÀ>VÊÕâ?]Êº ÊÀj}iÊÕÀ`Vo»]Ê«°Ê££{°
35
Hasta bien entrado el siglo XXÊÊ>L>ÊiÝÃÌ`Ê?Ài>ÃÊiÃ«iVwV>ÃÊ«>À>Ê
iÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]ÊÃÊÖV>iÌiÊ«À-
biciones para que se instalaran burdeles en determinados lugares. Posterior-
iÌi]ÊiÊÀi}>iÌÊìÊ£ÓÈÊVÕÞÊiÊV>«ÌÕÊ8]ÊÌÌÕ>`Êº<>ÃÊìÊ/i-
rancia”, que estipulaba el establecimiento de zonas para resguardar el orden
«ÖLV°Ê6j>ÃiÊ,i}>iÌÊ«>À>ÊiÊ iÀVVÊìÊ>Ê*ÀÃÌÌÕV]ÊDiario Oficial,
México, 14 de abril de 1926.
36
“Disolución de todos los centros de lenocinio”, La Prensa, 19 de enero
de 1937.
37
ASCJN]Ê«>ÀÊ>`ÃÌÀ>ÌÛÊiÊÀiÛÃÊ{££ÉÎnÊVÊxÓÊ>}À>Û>`>ÃÆÊ
ASCJN,Ê«>ÀÊ£££xÉÎnÊVÊ{äÊ>}À>Û>`>ÃÆÊASCJN, Amparo administrativo 949/38
VÊ{ÇÊ>}À>Û>`>ÃÆÊÛj>ÃiÊÌ>LjÊº>ÃÊÀâÌ>iÃÊÃiÊ`À}iÊ>ÊÕiâÊiÊì-
>`>ÊìÊ>«>À°Ê ÊµÕiÀiÊì>ÀÊÃÕÃÊ«V}>ÃÊìÊ>ÃÊV>iÃÊìÊ
Õ>ÕÌiÌâÊ
ÞÊ«ìÊµÕiÊ>ÃÊ«ÀÌi>ÊVÌÀ>Ê>ÊÀìÊìÊìÃVÕ«>V»]ÊLa Prensa, 21 de
diciembre de 1937.


conformaron un sindicato.38Ê ÊÀi>`>`]ÊiÊìÃ>ÊÃiÊ}À>À>Ê

>ÃÌ>Ê>ÞÊìÊ£Î]ÊiVÊµÕiÊ«À`ÕÊÖV>iÌiÊÕ>Ê`Ã«iÀ-
sión del fenómeno.39
ÊÌ`>ÃÊiÃ>ÃÊi``>ÃÊÃiÊÃÕÊÊÃ}ÕiÌi\Ê£®ÊiÊ£Î£]Ê>Êi-
ÌÀ>`>ÊìÊjÝVÊ>Ê>Ê-Vi`>`ÊìÊ >ViÃÆÊÓ®ÊiÊ£ÎÎ]Ê>Ê>ìÃÊ
ìÊ«>ÃÊ>Ê
ÛiÊÌiÀ>V>Ê«>À>Ê>Ê-Õ«ÀiÃÊìÊ>Ê/À>Ì>Ê
ìÊÕiÀiÃÊÞÊ ÃÆÊÎ®ÊiÊÎÊìÊ>ÞÊìÊ£În]ÊÃÕÊ>ìÃÊ>Ê>Ê
Convención Internacional relativa a la Represión de la Trata de
ÕiÀiÃÊ>ÞÀiÃÊìÊ `>`Ê££ÊìÊVÌÕLÀiÊìÊ£ÎÎ®°Ê
ÊÀiÃÕ-
tado de la presión internacional, en México la lucha abolicionista
tomó forma gradualmente y los discursos transitaron hacia la
ìwVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞ]ÊÃLÀiÊÌ`]ÊìÊÃÕÊiÝ«Ì>VÊVÊ
ÕÊ«ÀLi>Êºi}>»ÊµÕiÊÛi>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÝ«Ì>`>ÃÊVÊºÛV-
Ì>Ã»°Ê ÊiÃiÊÌiÀ]ÊiÊ-i>`ÊìÊ>Ê,i«ÖLV>Ê>«ÀL>À>Êw>-
mente en 1939 la abolición de los reglamentos de prostitución en
>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]Ê>ÕµÕiÊÃÕÊ>«V>VÊÊÃiÊ`>À>ÊÃÊ>ÃÌ>Ê
iÊ>ÊÃ}ÕiÌi°ÊÃÊ>ÃÊ>ÌiÃÊ>L>ÊiÌÀ>`ÊiÊÛ}ÀÊiÊ,i}>-
iÌÊ«>À>Ê>Ê
>«>>ÊVÌÀ>Ê>ÃÊ viÀi`>ìÃÊ6ijÀi>Ã]Ê«Õ-
blicado en el Diario Oficial el 8 de febrero de 1940.40
Todas esas medidas llevaron a consolidar reformas al Código
Sanitario y al Código Penal. En el caso del primero, se reforma-
ÀÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊ£ÎÇ]Ê£Èä]Ê£ÈÓ]Ê£ÈÈ]Ê£Èn]Ê£ÇäÊÞÊ£Ç{]ÊµÕiÊiÌÀiÊ
ÌÀ>ÃÊVÃ>ÃÊìV>À>L>ÊVÊìÊÌiÀjÃÊ«ÖLVÊ>ÊV>«>>ÊV-
tra las enfermedades venéreas. Tanto estas reformas hechas al

`}Ê->Ì>ÀÊVÊiÊ,i}>iÌÊ«>À>Ê>Ê
>«>>ÊVÌÀ>Ê
>ÃÊ viÀi`>ìÃÊ6ijÀi>ÃÊiÃÌ>À>ÊViÌÀ>`ÃÊV«iÌ>iÌiÊ
iÊ>ÃÊL}>ViÃÊìÊÃÊiviÀÃ]Ê>ÊìwVÊìÊÃÊ«>ìV-
iÌÃ]ÊiÊiÃÌ>LiViÌÊìÊ`Ã«iÃ>ÀÃ]ÊiÊViÀÌwV>`ÊÕ«V>]Ê
entre otras cosas. En cambio, las reformas realizadas al Código
38
Êº
ViìÊ>«>ÀÊ>ÊÓääÊÕiÀiÃÊìÊ>Êâ>ÊìÊÌiÀ>V>°ÊÃÌ>ÃÊÊiÃÌ?Ê
conformes con el Acuerdo de salir del primer cuadro”, El Excélsior, 8 de enero
de 1938.
39
Êº>ÃÊÕiÀiÃÊìÊ>ÊV>i°°°Ê>Ê>ÊV>i°Êu >`>Ê?ÃÊ>ÌÕÀ>tÊ>â>`>ÃÊiÊ
acatamiento de orden de Salubridad. Se calcula que mil quinientas de ellas se
dispersarán por la ciudad sin rumbo y sin control”, La Prensa, 19 de mayo de
1939.
40
Ê,i}>iÌÊ«>À>Ê>Ê
>«>>ÊVÌÀ>Ê>ÃÊ viÀi`>ìÃÊ6ijÀi>Ã]ÊDiario
Oficial, México, 8 de febrero de 1940.


*i>ÊiÃÌ>À>ÊiV>>`>ÃÊ>ÊVÃìÀ>ÀÊiÊVÌ>}ÊVÊÕÊ
ìÌÊÞÊ>Ê`wV>ÀÊiÊÞ>ÊiÝÃÌiÌiÊìÊiVÊi>`Ê>ÃÊ
iÝVi«ViÃÊµÕiÊ>ÃÌ>ÊiÃiÊiÌÊiÝÃÌ>]Ê«ÀÊÊVÕ>Ê>Êìw-
nición de este delito quedó de la siguiente manera:
Art. 207. Comete delito de lenocinio:

I. Toda persona que habitual o accidentalmente explote el cuerpo
de otra por medio del comercio carnal, se mantenga de este
comercio u obtenga de él un lucro cualquiera.
II. Al que induzca o solicite a una persona para que con otra co-
mercie sexualmente con su cuerpo o le facilite los medios para
que se entregue a la prostitución.
III. Al que regentee, administre o sostenga directa o indirectamen-
Ìi]Ê«ÀÃÌLÕÃ]ÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>ÊÊÕ}>ÀiÃÊìÊVVÕÀÀiV>ÊiÝ«Ài-
samente dedicados a explotar la prostitución, u obtenga cual-
µÕiÀÊLiiwVÊVÊÃÕÃÊ«À`ÕVÌÃ°41
Con ello, tanto la prostitución organizada —más no la indi-

vidual— como el establecimiento de burdeles, casas de asigna-
V]ÊìÊVÌ>Ã]ÊiÌVjÌiÀ>]ÊµÕi`>ÀÊw>iÌiÊ«ÀL`Ã]ÊiÌÀ>ÃÊ
que la explotación quedó penada pero sólo en la letra y en la
ciudad de México, porque en la práctica la historia fue otra.
El impacto de los discursos y las medidas

ÊLiÊÃi>>Ê>Û`Ê6>À}>Ã]ÊiÊ>LVÃÊVÊº«ÌV>Ê
ìÊ ÃÌ>`»ÊÊ«Õ`ÊVÊÇäÊ>ÃÊìÊ«À?VÌV>ÊÀi}>iÌ>À>]Ê«ÀÊ
lo que después de 1940 lo que se va a observar en la capital va a
ser una inercia del sistema y la reproducción de una serie de
?LÌÃÊL>ÃÌ>ÌiÊ>ÀÀ>}>`Ã]ÊVÊiÊºiiÀVVÊìÊiV»ÊÞÊ
la existencia de organizaciones de tratantes de blancas, de autori-
`>ìÃÊ«V>iÃÊÞÊÃ>Ì>À>ÃÊVÀÀÕ«Ì>Ã]ÊìÊ`ÕiÃÊìÊ«ÀÃÌLÕÃÊ
intocables y de encargadas de casas de tolerancia clandestinas.42
41
Citado en Leovigildo Figueroa Guerrero, La prostitución..., p. 97.
42
Ê
>ÀÃÊ>Û`Ê6>À}>ÃÊ"V>>]ÊEl Estado y la prostitución. El establecimien-
to del abolicionismo en la ciudad de México, 1937-1940]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊ
Historia Moderna y Contemporánea, México, Instituto de Investigaciones Dr.
ÃjÊ>À>ÊÕÃÊÀ>]ÊÓäää]Ê«°ÊÇÇ°


ÃÃ]Ê>Ê>«V>VÊìÊ>ÊÕiÛ>Ê«ÌV>Ê}iiÀÊÀi>VViÃÊ
V>ÃÊi`>Ì>ÃÊiÌÀiÊ>ÃÊ>ÌÀ>Ã]Ê>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>ÃÊ
y burdeles o las encargadas de los mismos, quienes presentaron
una férrea resistencia a abandonar los sitios que ocupaban. De
hecho, unas llegaron a organizarse a través de la Unión de De-
fensa de Propietarias y Encargadas de Casas de Asignación para
iÝ}ÀÊÃÕÃÊìÀiVÃÊÞÊ}>À>Ì>ÃÊ>ÌiÊiÊ«ÀiÃìÌiÊìÊ>Ê,i«ÖLV>]43
mientras que otras cambiaron el giro de sus negocios pero se
dedicaron a lo mismo. Finalmente y como era de esperarse, sin
la implementación de un programa de atención dirigido a las
ÕiÀiÃÊ«>À>Ê}À>ÀÊÃÕÊÀiÃiÀV]ÊjÃÌ>ÃÊÃiÊ`Ã«iÀÃ>À°ÊÕV>ÃÊ
terminaron en las calles, en manos de proxenetas o en las labores
de cabaret, con un consecuente agravamiento de su clandestini-
dad y su vulnerabilidad.
Los principales cambios se dieron en el terreno institucional.
De este modo, si bien antes todo el sistema era controlado por el
Estado mediante una instancia dedicada a ello, con la derogación
del reglamento las obligaciones se bifurcaron y lo médico quedó
Ãi«>À>`ÊìÊÊi}>°Ê*ÀÊÕÊ>`]ÊÞ>ÊÊÕLÊj`VÃÊiÃ«iVwVÃÊ
«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÆÊjÃÌ>ÃÊÌi>ÊµÕiÊ
acudir a los hospitales y dispensarios antivenéreos. Por otro lado,
ÊVÀ>ÊÞÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊiÊVÀÀiÃ«-
`ÊiÝVÕÃÛ>iÌiÊ>ÊÃÊÕiViÃ°ÊÊµÕiÊìÃ>«>ÀiV]ÊÀi>ÌÛ>i-
te, fue el entramado policiaco-administrativo. Las autoridades
>`ÃÌÀ>ÌÛ>Ã]ÊµÕiÊiÀ>Ê>ÃÊµÕiÊÃiÊiV>À}>L>]Ê«ÀÊii«]ÊìÊ
«iÀÃi}ÕÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊvÕiÀ>ÊìÊÀi}ÃÌÀ]ÊÃ}ÕiÀÊ
interviniendo, pero a través de la regulación del espacio y las
>VÌÛ`>ìÃÊµÕiÊÃLÀiÊjÃÌiÊÃiÊìÃ>ÀÀ>L>°ÊÃ]Ê>`µÕÀiÀÊÕ>Ê
facultad casi exclusiva para seguir vigilando y controlando el
iiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>«Ì>>]Ê>ÕµÕiÊÞ>ÊÊVÊiÃÌ«Õ-
>ViÃÊiÃ«iVwV>Ã°
Finalmente, en el terreno de los discursos y casi inmediata-
mente después de la derogación o al poco tiempo de sucedida
“Ardua persecución contra mordelones de lenocinio, fuerte unión de

43
defensa”, La Prensa, 5 de noviembre de 1940. Véase también AHSS, Salubridad

Pública]ÊÃ«iVVÊÌÛijÀi>]ÊV>>Êx{]ÊiÝ«°ÊÓÇ]Êv°Ê£ä£ÎÆÊÞÊAGN, Lázaro Cárde-
nas del Río, exp. 525.3/1.


ésta, surgieron voces que proclamaban el fracaso del abolicionis-

ÊÞÊ>i}>L>ÊµÕiÊ>ÊVìV>ÊìÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>ÃÊ>L>Ê
aumentado. De esta manera, durante toda la década de 1940 se
}iiÀ>ÀÊVviÀiV>Ã]Ê«ÀÞiVÌÃÊÞÊ>ÀÌVÕÃÊiÊÃÊµÕiÊÃiÊiÝ«Ài-
saron opiniones contrarias al abolicionismo, mientras que los par-
tidarios de dicha corriente continuaron defendiendo sus postula-
dos.44 De hecho, como una defensa al sistema y a su expansión, el
presidente Manuel Ávila Camacho presentó en 1942 una iniciativa
para que los estados también derogaran sus reglamentos. En ese
ÌiÀ]Ê`À}ÊÕÊwVÊ>ÊÌ`ÃÊÃÊ}LiÀ>`ÀiÃÊVÊiÊ«À«ÃÌÊ
de pedirles su apoyo para lograr la “represión de la prostitución”.
iÊÌiÀiÃ>L>ÊiÃ«iV>iÌiÊµÕiÊjÃÌÃÊÃ}ÕiÀ>ÊiÊii«ÊìÊ
Ciudad Juárez, Chihuahua, que después del Distrito Federal fue
iÊ«ÀiÀÊÕ}>ÀÊìÊ«>ÃÊiÊ>`«Ì>ÀÊiÊ>LVÃ°Ê
Ê«>ÀÌiÊ
ìÊiÃÌ>ÊV>ÌÛ>]ÊiÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊ->ÕLÀ`>`Ê*ÖLV>ÊìÊÃ-
trito Federal mandó un exhorto, pero la respuesta obtenida fue
casi nula, de tal suerte que “si algunos estados suprimieron la re-
glamentación, al poco tiempo volvieron a implantarla”.45
Posteriormente, en diciembre de 1943, se convocó una reu-
nión a la que se denominó Asamblea contra el Vicio,46 donde se
âÊiÛìÌiÊµÕiÊ>ÃÌ>ÊiÃiÊiÌÊºÊÃiÊ>L>ÊVÕ«`Ê
Ì`>ÃÊ>ÃÊ«ÌV>ÃÊ>LVÃÌ>Ã»Ê«iÀÊÃiÊi}Ê>Ê«ÃL`>`Ê
ìÊ Ài}ÀiÃ>ÀÊ >Ê Ài}>iÌ>ÀÃ°Ê Ã]Ê Ê iÃÊ iÝÌÀ>Ê µÕiÊ >V>Ê
1957, en el informe que solicitó la Organización de las Naciones
Unidas a los Estados miembros en torno a la situación de la
«ÀÃÌÌÕVÊiÊÃÕÃÊ«>ÃiÃ]ÊiÊViV>`Ê+ÕÀ}>]ÊiÊÀi«ÀiÃiÌ>-
VÊìÊ>Ê«>ÀÌiÊiÝV>>]ÊÃi>>À>ÊÊÃ}ÕiÌi\Ê
La situación existente respecto a la prostitución en México no es uni-

forme. En el Distrito Federal y en los Territorios Federales el sistema
vigente es el abolicionista conforme al Código Sanitario de 1955. Dicho
Código establece la obligación de comunicar a la autoridad sanitaria
44
Ê ÊìL>ÌiÊiÊ,V>À`ÊÀ>VÊÕâ?]Êº ÊÀj}iÊÕÀ`Vo»]Ê«°Ê£ÓÈ£Ó°
45
Citado en ibidem, p. 125.
46
Véanse sus principales planteamientos en Alfredo Saavedra, Prostitución
no reglamentada]ÊjÝV]Ê-Vi`>`ÊiÝV>>ÊìÊ Õ}iiÃ>]Ê£Èn]Ê«°Ê{xxäÆÊÞÊ
Concha Villareal, “La Asamblea contra el vicio debe ser eco de la opinión”, El
Excélsior, 15 de febrero de 1944.


los casos de enfermedades venéreas. Tienen dicha obligación los mé-

`VÃ]Ê`ÀiVÌÀiÃÊìÊÃ«Ì>iÃÊÞÊiÃVÕi>Ã]ÊiviÃÊìÊv?LÀV>Ã]ÊÌ>iÀiÃ]Ê
iÃVÕi>Ã]Ê>ÃÃ]ÊwV>Ã]ÊiÃÌ>LiViÌÃÊViÀV>iÃ]ÊiÌV°Ê/`Ê
«>ViÌiÊìÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>ÃÊìLiÊÃÕiÌ>ÀÃiÊ>ÊÌÀ>Ì>iÌÊ>ì-
VÕ>`ÊµÕiÊiÊ«ÕiìÊÃiÀÊÃÕÃÌÀ>`ÊiÊ>ÃÊÃÌÌÕViÃÊìÊLiiw-
ViV>Ê«ÖLV>ÊQ°°°RÊÕµÕiÊiÊCódigo Sanitario es de aplicación obli-
}>ÌÀ>ÊiÊÌ`ÊiÊ«>ÃÊV>LiÊiÝ«ÀiÃ>ÀÊViÀÌ>ÃÊ`Õ`>ÃÊiÊVÕ>ÌÊ>Ê
su observancia por todas las autoridades administrativas.47
-i}ÖÊ`VÊÀi«ÀÌi]ÊÓÇÊìÊÃÊÎÓÊiÃÌ>`ÃÊìÊ>Ê,i«ÖLV>Ê
Ãi}Õ>ÊÃi`ÊÀi}>iÌ>ÀÃÌ>Ã°Êì?ÃÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>ÊÞÊ

Õ>Õ>]ÊÖV>iÌiÊiÊ ÃÌ>`ÊìÊjÝV]ÊiÊìÊ*ÕiL>Êp«Ã-
ÌiÀÀiÌiÊÞÊÊiÊÌ`>ÃÊÃÕÃÊVÕ`>ìÃpÊÞÊiÊìÊÕ>>Õ>ÌÊpÞ>Ê
iÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£ÈäpÊìÀ}>À>ÊÃÕÃÊÀi}>iÌÃ°Ê ÊvÀiÊ
VVÕ>ÊµÕiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃiÊiVÌÀ>L>ÊÕVÊ?ÃÊiÝÌi``>Ê
iÊ>ÃÊVÕ`>ìÃÊÞÊiÊÕ}>ÀiÃÊvÀÌiÀâÃÊVÊ/Õ>>]Ê
Õ`>`Ê
Õ?ÀiâÊÞÊ>Ì>ÀÃ]Ê>ì?ÃÊìÊµÕiÊÃiÊ>L>ÊÌiÃwV>`ÊiÊ>Ê
V>«Ì>ÊÞÊiÊ>ÃÊVÕ`>ìÃÊìÊÕ>`>>>À>ÊÞÊÌiÀÀiÞ°ÊÃÃ]Ê
daba cuenta de que se estaba manifestando “cierta tendencia a
una prostitución organizada que abarcaba la trata de mujeres y
iÊ«ÀÃiÌÃ»°Ê ÃÌÊÖÌÊÊiÃÊiÝÌÀ>ÊÃÊÃiÊVÃìÀ>ÊµÕi]Ê
pese a la reforma de los códigos penales de los estados y la inclu-
sión en éstos del delito de lenocinio, tanto la persecución como
iÊV>ÃÌ}ÊìÊÃÊiÝ«Ì>`ÀiÃÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊÊÃiÊi-
Û>ÀÊ>ÊV>LÊVÊÃiÊ>ÀV>L>Ê«ÀµÕiÊiÊÕVÃÊÕ}>ÀiÃÊÃi}Õ>Ê
vigentes los reglamentos. Incluso en la ciudad de México, donde
ÃiÊÃÕ«iÊµÕiÊÞ>ÊÊiÝÃÌ>ÊÌ>Ê«iìÌ]Ê>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ
>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊÃiÊ«iÀÃi}Õ>Ê`jLiÌi°ÊÃ]ÊÌ>«VÊiÃÊ
iÝÌÀ>ÊµÕiÊ>Ê>>`>ÊºÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã»ÊÃiÊ«iÀÃ}ÕiÀ>ÊìÊvÀ>Ê
>ÖÊ?ÃÊ`jL°48 Sin embargo, el tema apareció en diversos dis-
cursos como un tópico al cual ciertos actores empezaron a hacer
referencia para vincularlo a la explotación y a la movilidad de
ÕiÀiÃ]Ê>ÕµÕiÊÃÊ>ÞÀÊ«>VÌÊiÊ>Ê}iiÀ>VÊìÊi``>ÃÊ
47
“La prostitución en México”, Revista Internacional de Política Criminal,
"À}>â>VÊìÊ>ÃÊ >ViÃÊ1`>Ã]Ê ÕiÛ>Ê9À]Ê°Ê£Î]ÊVÌÕLÀiÊìÊ£xn]Ê«°ÊÎx°Ê
48
Como bien ilustra Rosalina Estrada, México negó durante mucho tiem-
«Ê>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊ«ÀLi>°Ê6j>ÃiÊÃÕÊ>ÀÌVÕÊº>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>ÃÊÞÊÃÕÊ`vi-
rente atención...” dentro de este libro.


ÊìÊ«ÌV>ÃÊ«ÖLV>Ã°ÊiÊiÃÌ>Ê>iÀ>]ÊVÕ>`ÊjÝVÊi«iâÊ
seriamente a discutirlo y aceptarlo como un problema social y
i}>ÊµÕiÊÀiµÕiÀ>ÊViÀÌ>Ê>ÌiV]ÊÕVÃÊìL>ÌiÃÊÞÊ«ÌV>ÃÊÃiÊ
encontraban ya en curso en otras regiones.
La “trata de blancas” y los acuerdos internacionales
>ÞÊµÕiÊÀiVÀ`>ÀÊµÕiÊìÃìÊw>iÃÊìÊÃ}Ê XIX las feministas

}iÃ>ÃÊ>L>Ê«ÕiÃÌÊiÊÌi>ÊiÊ>ÊiÃVi>Ê«ÖLV>°Ê-ÊiL>À-
go, además de ellas, otro grupo importante de ingleses —“puri-
tanos”— empezó a involucrarse en el asunto. La influencia de
iÃÌÃÊÖÌÃÊvÕiÊÕVÊ?ÃÊiviVÌÛ>ÊµÕiÊ>ÊìÊ>ÃÊ«ÀiÀ>Ã]Ê«ÀÊ
lo que pronto lograron establecer acuerdos con algunos gobiernos.
Dichos acuerdos se cristalizaron en los primeros instrumentos
legales internacionales para la supresión de la “trata de blancas”.
Ê£ä{]ÊÃÕÀ}À>]Ê«ÀÊii«]ÊiÊ«ÀiÀÊVÕiÀ`ÊÌiÀ>V>Ê
«>À>Ê>Ê-Õ«ÀiÃÊìÊ/À?wVÊìÊ/À>Ì>ÊìÊ >V>Ã]ÊµÕiÊÃiÊViÌÀ>-
L>ÊÃÊiÊ>ÊÀi«>ÌÀ>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊºÛVÌ>ÃÊìÊÕÊÌÀ?wVÊ
criminal” y en la concentración de datos de las declaraciones de
>ÃÊÕiÀiÃÊºVÊiÊwÊìÊiÃÌ>LiViÀÊµÕjÊ>ÃÊâÊÌ>ÀÊ>Êì-
ÌiÀ>VÊìÊì>ÀÊÃÕÊ«>Ã»°Ê ÃÌiÊ`VÕiÌÊÃÌ>L>Ê>ÊÃÊ}-
LiÀÃÊ>ÊiiÀViÀÊÕ>ÊÛ}>V>ÊVÊiÊLiÌÊìÊÛiÃÌ}>ÀÊiÊ>ÃÊ
estaciones ferroviarias, en los puertos de embarque y “en el tra-
ÞiVÌ]Ê>ÊÃÊµÕiÊV`ÕViÊ>ÊÕiÀiÃÊÞÊÕV>V>ÃÊìÃÌ>`>ÃÊ>Ê
la vida depravada”.49Ê>ÊÌÀ>Ì>ÊÀiµÕiÀ>ÊiÊVÀÕViÊìÊvÀÌiÀ>ÃÊÞÊiÀ>Ê
asociada a la esclavitud, pero también ligada estrechamente a
wiÃÊºÀ>iÃ»ÊpÌjÀÊVÊiÊVÕ>ÊÃiÊ>V>ÊÀiviÀiV>Ê>Ê>Ê
prostitución—. Posteriormente, en 1910, se aprobó el Convenio
ÌiÀ>V>Ê«>À>Ê>Ê-Õ«ÀiÃÊìÊ/À?wVÊìÊ/À>Ì>ÊìÊ >V>Ã]50
µÕiÊL}Ê>ÊÃÊ«>ÃiÃÊwrmantes a castigar a cualquiera que “para
49
Acuerdo Internacional para la Supresión del Tráfico de Trata de Blancas,
iÊÌÌ«\ÉÉÜÜÜ°ìÀiV°Õ>°ÝÉVÕÌÕÀ>ÕÀ`V>É«`vÉÕ£°«`v]ÊVÃÕÌ>`Ê
el 11 de octubre de 2013.
50
Convenio Internacional para la Supresión del Tráfico de Trata de Blancas,
iÊ ÌÌ«Ã\ÉÉÜÜÜ°ÃV°}L°ÝÉLÀÉÃÌÀÕiÌÃ
ÛiÉ*£äÈx°«`v]Ê
consultado el 11 de octubre de 2013.


satisfacer sus pasiones haya contratado, secuestrado o seducido

mediante fraude o con ayuda de violencias, abuso de autoridad
o cualquier otro medio de coacción, o aun con su consenti-
iÌ»]Ê>ÊÕ>ÊÕiÀÊÊ>ÊÕ>ÊÛiÊiÀÊÊ>ÞÀÊìÊi`>`ÊºVÊ
propósitos licenciosos”.
"ViÊ>ÃÊìÃ«ÕjÃ]ÊiÊ£Ó£]ÊÃiÊwÀÊiÊ
ÛiÊÌiÀ>V-
>Ê«>À>Ê>Ê-Õ«ÀiÃÊìÊ>Ê/À>Ì>ÊìÊÕiÀiÃÊÞÊ Ã]51 que plan-
teaba la persecución y el castigo de “los individuos que se dedica-
L>Ê>Ê>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊÃÊìÊÕÊÞÊÌÀÊÃiÝ»Ê>ÃÊVÊi``>ÃÊìÊ
protección para los migrantes. Más tarde, en 1933, se aprobó la
Convención Internacional relativa a la Represión de la Trata de
ÕiÀiÃÊ>ÞÀiÃÊìÊ `>`]ÊµÕiÊL}>L>Ê>ÊÃÊ ÃÌ>`ÃÊ>ÊV>ÃÌ}>ÀÊ
a las personas que hubieran “arrastrado o seducido”, aun con su
VÃiÌiÌ]Ê>ÊÕ>ÊÕiÀÊÊÕV>V>Ê>ÞÀÊìÊi`>`Êº«>À>Ê
iiÀViÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊÌÀÊQoRÊ>ÕÊVÕ>`ÊÃÊ`ÛiÀÃÃÊ>VÌÃÊ
que sean los elementos constitutivos del delito se hayan realiza-
`ÊiÊ`ÃÌÌÃÊ«>ÃiÃ»°52
Entre uno y otro documento se amplió el concepto de “trata”
«>À>ÊVÕÀÊ>ÊV>`>ÊÛiâÊ?ÃÊ>VÌÀiÃÊpÕiÀiÃÊÛiiÃ]ÊÃ]Ê
ÕiÀiÃÊ>`ÕÌ>ÃpÊÞÊÃiÊìÊ>ÌÀ?ÃÊiÊÌjÀÊºÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã»]Ê
que aparentemente ya estaba rebasado por el nuevo contexto de
ìÃ«>â>iÌÊÞÊÌÀ?wVÊìÊ«iÀÃ>Ã
Los resultados de las cuatro convenciones quedaron integra-
dos en 1949 en la Convención para la Represión de la Trata de
Personas y de la Explotación diÊ>Ê*ÀÃÌÌÕVÊi>]53 la cual
planteaba el castigo para quien concertara o explotara la prosti-
tución de otra persona “aun con su consentimiento” o mantuvie-
51
Convenio Internacional para la Supresión de la Trata de Mujeres y Niños,
en <http://www.oas.org/dil/esp/Convencion_Internacional_para_la_Preven-
VÚìÚ>Ú/À>Ì>ÚìÚÕiÀiÃÚÞÚ Ã°«`v]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊ££ÊìÊVÌÕLÀiÊìÊ
2013.
52
Convención Internacional relativa a la Represión de la Trata de Mujeres
Mayores de Edad]Ê iÊ ÌÌ«\ÉÉÜÜÜ°>Ã°À}ÉÕÀ`VÉÃ«>ÃÉÌÀ>Ì>`ÃÉÃ«Ú
ViÛiÚÌiÀÚÀi>ÌÚÀi«ÀiÃÚÌÀ>ÌÚÕÚ>ÞÚi`>`°«`v]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊ££ÊìÊVÌÕLÀiÊ
de 2013.
53
Convención para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación
de la Prostitución Ajena]ÊiÊÌÌ«\ÉÉÜÜÜ°ÀìÕÀ`V°}L°ÝÉ/À>ÌÌÉiÀi-
VÃ¯ÓäÕ>ÃÉ{È°«`v]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊÓäÊìÊ>ÞÊìÊÓä£{°


À>Ê Õ>Ê V>Ã>Ê ÊÕÊi`wVÊ ÕÊÌÀÊ Õ}>ÀÊ «>À>Ê >Ê iÝ«Ì>V°Ê Ê

VÛiÊVÕ>ÊÌ>LjÊ>}Õ>ÃÊÀiVi`>ViÃÊ«>À>Ê«ÀiÛi-
ÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊ«>À>ÊºÀi>LÌ>À»Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÀÃÌÌÕ`>Ã°
Hasta 1933, el centro de la discusión y de las medidas adop-
tadas se encontraba en la persecución de la trata internacional.
Sin embargo, hacia 1949 esta tendencia empezó a cambiar, por
lo que se puso atención a la llamada trata “local”. Un elemento
fundamental de la Convención para la Represión ìÊiÃiÊ>ÊvÕiÊ
µÕiÊiÊÃÕÊ«Ài?LÕÊìwÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊVÊÕ>Ê«À?VÌV>Ê
“incompatible con la dignidad y el valor de la persona humana
que pone en peligro el bienestar del individuo, de la familia y de
la comunidad”.54 Es decir, dirigió la atención a la persona, a su
LiÀÌ>`Ê ÞÊ >Ê ÃÕÊ `}`>`Ê VÊ LiiÃÊ ÕÀ`VÃÊ >Ê «ÀÌi}iÀÊ Ê
disponibles para las propias personas, poniéndolas al mismo
nivel de los intereses del Estado y de la “moral social”. Esto no
es una casualidad, pues el tema de los “derechos humanos” em-
«iâÊ>ÊÃiÀÊÕÊÀiviÀiÌiÊVÖÊ>Ê«>ÀÌÀÊìÊ>Ê«ÀÕ}>VÊiÊ
£{xÊìÊ>Ê
>ÀÌ>ÊìÊ>ÃÊ >ViÃÊ1`>Ã]Ê>ÊVÕ>ÊÃiÀ>ÊiÊ«ÀiÀÊ
ÃÌÀÕiÌÊÕÀ`VÊiÊiÊ?LÌÊÌiÀ>V>ÊiÊiÊµÕiÊÃiÊÀi-
VViÀ>ÊiÊVVi«ÌÊìÊº`}`>`ÊÕ>>»Ê>ÊÃi>>ÀÊÊÃ}Õi-
te: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas, resueltos [...]
>ÊÀi>wÀ>ÀÊ>ÊviÊiÊÃÊìÀiVÃÊvÕ`>iÌ>iÃÊìÊLÀi]Êen
la dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de los
ìÀiVÃÊìÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃÊQ°°°R»°55ÊÃÃ]ÊÌÀiÃÊ>ÃÊìÃ-
pués, en 1948, la Declaración Americana de los Derechos y De-
LiÀiÃÊìÊLÀiÊ>viÃÌ>À>ÊiÊÃÕÊ«Ài?LÕ\Êº/`ÃÊÃÊ-
bres nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como
están por naturaleza de razón y consciencia, deben conducirse
fraternalmente los unos con los otros”.56 Además, meses más
Ì>ÀìÊÃiÊ>«ÀL>À>Ê>ÊiV>À>VÊ1ÛiÀÃ>ÊìÊÃÊiÀiVÃÊÕ-
54
David Weissbrodt, La abolición de la esclavitud y sus formas contemporá-
neas]Ê ÕiÛ>Ê9ÀiLÀ>]Ê"À}>â>VÊìÊ >ViÃÊ1`>Ã]ÊÓääÓ]Ê«°ÊÓ£°
55
Carta de las Naciones Unidas y estatuto de la Corte Internacional de Jus-
ticia, iÊÌÌ«\ÉÉÜÜÜ°Õ°À}ÉiÃÉ`VÕiÌÃÉV>ÀÌiÀÉ]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊÓÊìÊÕÊìÊ
2014.
56
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, en <http://
ÜÜÜ°>Ã°À}ÉiÃÉV`É>`>ÌÉ >ÃVÃÉìV>À>V°>Ã«]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊÓÊìÊÕ-
lio de 2014.


>Ã]ÊVÕÞÊ«Ài?LÕÊiÊ`ÃÊV>ÃiÃÊ>V>ÊÀiviÀiV>ÊÕÃÌ>-
iÌiÊ>Ê>Ê`}`>`ÊÕ>>ÊÞÊ>Ê>ÊLiÀÌ>`ÊVÊLiiÃÊÕÀ`VÃÊ
no disponibles para las propias personas.57
Sin embargo, pese a los cambios incluidos en el documento
y al desplazamiento de la atención hacia tópicos que hasta ese
iÌÊÊ>L>ÊÃ`ÊVÃìÀ>`Ã]ÊÃÕÊ«>VÌÊiÊÃÊ}LiÀ-
ÃÊvÕiÊÀi>iÌiÊ°Ê>ÃÌ>Ê£xä]ÊÕÞÊ«VÃÊ«>ÃiÃÊ>L>Ê
À>ÌwV>`ÊÊÃiÊ>L>Ê>ìÀ`Ê>ÊiÃÌiÊVÛi para comprome-
ÌiÀÃiÊ>ÊÀi«ÀÀÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊ«iÀÃ>ÃÊìÊ>LÃÊÃiÝÃÊVÊwiÃÊìÊ
iÝ«Ì>VÊÃiÝÕ>Ê>ÃÊVÊ>ÊÃÕ«ÀÀÊ>ÃÊºiÞiÃ]ÊÀi}>iÌÃ]Ê
registros especiales y otras disposiciones impuestas a las perso-
nas que practican, o de quienes se sospecha que practican, la
«ÀÃÌÌÕV»°ÊiÊiV]Ê>ÊÕV>Ê«ÀÊiÊÀiÃ«iÌÊ>Ê>ÊÃLiÀ>>ÊìÊ
cada uno de los Estados en esta materia hizo que, independien-
temente de la incorporación del tema de la trata en la Sociedad
ìÊ >ViÃ]Ê}À>Ê«>ÀÌiÊìÊiÃÊVÌÕ>À>ÊL>ÊiÊÀj}iÊìÊ
tolerancia.58
En el caso de México, el convenio pasó por una etapa de dis-
VÕÃÊµÕiÊw>iÌiÊiÛ]Ê«ÀiÀ]Ê>ÊÃÕÊ>«ÀL>VÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊ
del Senado el 29 de diciembre de 1954 y, después, a su publicación
en el Diario OficialÊiÊ£ÊìÊÕÊìÊ£xÈ°ÊÀ>iÌi]ÊjÝVÊ
se adhirió a la Convención para la Represión de la Trata de Per-
Ã>ÃÊÞÊìÊ>Ê Ý«Ì>VÊìÊ>Ê*ÀÃÌÌÕVÊi>ÊiÊÓ£ÊìÊviLÀi-
ÀÊìÊ£xÈ]ÊÕÃÌÊVÕ>`Ê>Ê"À}>â>VÊìÊ>ÃÊ >ViÃÊ1`>ÃÊ
obligaba a los Estados miembros a adoptar la Convención Suple-
mentaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de Esclavos
y las Instituciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud.59 Con todo,
vÕiÀ>ÊìÊ>ÃÊ>ìÃiÃÊÞÊ>ÃÊwÀ>ÃÊìÊÃÊVÛiÃ]Ê«V>ÃÊi-
didas fueron implementadas. Más allá de la derogación de los
reglamentos y de los cambios en el Código Penal en el Distrito
Declaración Universal de Derechos Humanos, en <http://www.un.org/es/

57
`VÕiÌÃÉÕ`ÀÉ]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊÓÊìÊÕÊìÊÓä£{°
58
Ê*>À>Ê£ä]ÊÃi}Õ>ÊÃi`Ê>«i>ÃÊÈäÊÃÊ«>ÃiÃÊ>ìÀ`ÃÊ>ÊiÃÌiÊ
Ûi°
59
Convención Suplementaria sobre la Abolición de la Esclavitud, la Trata de
Esclavos y las Instituciones y Prácticas Análogas a la Esclavitud, en <http://www.
ÀìÕÀ`V°}L°ÝÉ/À>ÌÌÉiÀiVÃ¯ÓäÕ>ÃÉÓx°«`v]ÊVÃÕÌ>`ÊiÊ
££ÊìÊVÌÕLÀiÊìÊÓä£Î°ÊjÝVÊÀ>ÌwV>À?ÊiÃÌ>ÊVÛiVÊ>ÃÌ>ÊiÊÎäÊìÊÕÊ
de 1959.


Federal, ya no hubo otras acciones tendientes a reprimir o atender

iÊÌÀ?wVÊÌiÀÊÞÊ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>°
A manera de conclusión
Las autoridades mexicanas negaron la existencia de la trata de

ÕiÀiÃÊiÊiÊ«>ÃÊVÊÊ>L>ÊÛi`Ê>Vi`ÊìÃìÊw>iÃÊ
del siglo XIX. De esta manera, no se desarrolló una discusión
«ÖLV>ÊÞÊ>ÃÛ>ÊVÊ>ÊµÕiÊÃiÊ`ÊiÊÌÀÃÊÕ}>ÀiÃ°Ê Ê}LiÀ-
ÊwÀÊÃÊÌÀ>Ì>`ÃÊÞÊVÛiÃÊÌiÀ>V>iÃ]Ê«iÀÊiÊÊ
ÃiÊÌÀ>`ÕÊiÊi``>ÃÊi}>iÃÊÊiÊ«ÌV>ÃÊVVÀiÌ>Ã°
Ciertamente, los médicos reglamentaristas hicieron referen-
cia al término “trata de blancas” dentro de sus discusiones sobre
el abolicionismo. Sin embargo, en la medida en la que desapro-
L>L>ÊÃÊ«ÀV«>iÃÊ«>Ìi>iÌÃÊìÊiÃÌiÊÖÌ]Êâ>-
ron la atención y la discusión en torno a la explotación de la
«ÀÃÌÌÕVÊ>i>ÊÞÊiÊÌÀ?wVÊìÊ«iÀÃ>Ã°Ê*ÃÌiÀÀiÌi]ÊiÊ
tema pasó a la agenda de las discusiones que se llevaron a cabo
en los diferentes congresos durante la década de 1930 en la ciu-
dad de México, pero el debate se centró más en la derogación del
sistema normativo que en la generación e implementación de
medidas preventivas, de atención o legales.
Si bien es cierto que hubo propuestas para incluir el delito de
ºÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã»ÊÊºÌÀ>Ì>ÊìÊÃ»ÊìÌÀÊìÊV`}Ê«i>]60
también lo es que a la larga esto no se llevó a cabo, de tal suerte
µÕiÊiÊÖVÊV>LÊÃ}wV>ÌÛÊiÊÌjÀÃÊi}>iÃÊvÕiÊ>ÊÌ«-
wV>VÊìÊìÌÊìÊiV°Ê>Ê`?V>ÊiÝV>>ÊiÃÌÕÛÊ
Ài>ÌÛ>iÌiÊ>i>`>ÊìÊ>ÃÊi``>ÃÊÞÊ>ÃÊ`ÃVÕÃiÃÊÌiÀ>-
cionales sobre este fenómeno hasta la década de 1980, cuando el
«>Ã]Ê L}>`Ê «ÀÊ >Ê «ÀiÃÊ ÌiÀ>V>]Ê iÌÀÊ ìÊ iÊ >Ê
ìL>ÌiÊ ÞÊ >Ê >Ê }iiÀ>VÊ ìÊ «À«ÕiÃÌ>Ã°Ê Ê Ê Ã}wV]Ê ÃÊ
embargo, que no se diera un cambio en la manera de pensar
y en el discurso.
60
Ê,V>À`ÊÀ>VÊÕâ?]Êº ÊÀj}iÊÕÀ`Vo»]Ê«°Ê£äÈ°


Como se vio, a lo largo de la primera mitad del siglo XX, Mé-

xico —y particularmente su capital— transitó gradualmente de
una visión de la prostitución como un problema de higiene y
À>Ê«ÖLV>ÃÊ>ÊÕ>ÊÛÃÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊÞÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ
VÊ>ÃÕÌÃÊìÊÌiÀjÃÊÕÀ`VÊìÊºìÀiVÃ»ÊÞÊº}>À>Ì>Ã»Ê-
`Û`Õ>iÃ]ÊÊµÕiÊ«VÊÕ>ÊÕiÛ>Ê>iÀ>ÊìÊÛiÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
µÕiÊ>ÊiiÀV>°Ê ÊiÊÌÀ>ÃVÕÀÃÊìÊÕ>ÃÊ`jV>`>Ã]Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ
pasaron de ser consideradas las principales culpables del conta-
}ÊìÊ>ÃÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>Ã]Ê>ÃÊVÊÕÊ«ÀLi>ÊÀ>Ê
ÞÊÃV>ÊµÕiÊiÊ ÃÌ>`ÊìL>ÊVÌÀ>À]Ê>ÊÃiÀÊVÃìÀ>`>ÃÊÃÕiÌÃÊ
VÊìÀiVÃÊÞ]ÊiÊiÊV>ÃÊìÊ>}Õ>ÃÊìÊi>Ã]ÊÛVÌ>ÃÊµÕiÊiÊ
ÃÌ>`ÊìL>Ê«ÀÌi}iÀÊìÊÃÊiÝ«Ì>`ÀiÃÊi`>ÌiÊ>ÊÌ«wV>VÊ
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el 11 de octubre de 2013.
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en ÌÌ«\ÉÉÜÜÜ°ÀìÕÀ`V°}L°ÝÉ/À>ÌÌÉiÀiVÃ¯ÓäÕ>-
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Carta de las Naciones Unidas y estatuto de la Corte Internacional de Jus-
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Rosalina Estrada Urroz
“La trata de blancas y su diferente atención: Buenos
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p. 201-226

Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX

(coordinación)
México
2016
412 p.
Figuras y cuadros
(Serie Historia Moderna y Contemporánea, 68)
ISBN 978-607-02-8342-0
Formato: PDF
Publicado en línea: 8 de mayo de 2017
Disponible en:
http://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital
/libros/vicio/mujeres_transgresoras.html
DR © 2017, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de

Investigaciones Históricas. Se autoriza la reproducción sin fines lucrativos,
siempre y cuando no se mutile o altere; se debe citar la fuente completa y su
dirección electrónica. De otra forma, se requiere permiso previo por escrito
de la institución. Dirección: Circuito Mtro. Mario de la Cueva s/n, Ciudad
Universitaria, Coyoacán, 04510. Ciudad de México
LA TRATA DE BLANCAS Y SU DIFERENTE ATENCIÓN:
BUENOS AIRES Y VERACRUZ, PUERTOS DE TRÁFICO DE MUJERES
FRANCESAS EN LAS PRIMERAS DÉCADAS DEL SIGLO XX*
ROSALINA ESTRADA URROZ

Benemérita Universidad Autónoma de Puebla
Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades
“Alfonso Vélez Pliego”
En 1909 tuvo lugar en Austria una reunión preparatoria con el

wÊìÊ`ÃVÕÌÀÊ>}ÕÃÊ«ÕÌÃÊ>ÊÌÀ>Ì>ÀÊiÊiÊ
}ÀiÃÊÌiÀ>V-
nal contra la Trata de Blancas a celebrarse en Madrid en 1910.
El gobierno mexicano, convidado al evento, rechazó la invitación.
Su secretario de Gobernación, a través del hombre de letras y
subsecretario de Relaciones Exteriores Federico Gamboa, sostu-
ÛÊµÕiÊjÝVÊÊÃiÊ>ìÀ>Ê>ÊÃÊ>VÕiÀ`ÃÊÀi>ÌÛÃÊ>ÊÌi>]ÊiÊ
iÃ«iVwVÊ>ÊVÛiÊìÊ£nÊìÊ>ÞÊìÊ£ä{]Êº«ÀÊÊÌiÀiÃ>ÀÊ
este asunto a México”.1Ê ÕÀ>ÌiÊ iÃÌÃÊ >Ã]Ê iÌÀ>ÃÊ µÕiÊ iÊ
«>ÃiÃÊVÊ À>Ã]Ê1ÀÕ}Õ>ÞÊÞÊÀ}iÌ>ÊiÝÃÌ>ÊÕ>ÊVÀiViÌiÊ
preocupación por enfrentar el problema, en México las medidas
tomadas y las acciones emprendidas para que éste se resolviera
fueron escasas. Las diferencias migratorias pueden explicar las
`ÃÌÌ>ÃÊvÀ>ÃÊiÊµÕiÊ>ÃÊÃVi`>ìÃÊìÊiÃÌÃÊ«>ÃiÃÊ>LÀ`>ÀÊ
iÊÌi>°ÊÃ]Ê>Ê«ÃÌÕÀ>ÊiÝV>>ÊµÕâ?ÊÃi>ÊV«ÀiÃLiÊ`>`>ÊÃÕÊ
ÃÌÀV>ÊÞÊLiÊ>w>â>`>Ê«ÃVÊÀi}>iÌ>ÀÃÌ>ÊL>Ã>`>ÊiÊiÊ
sistema francés.2
IÊ1>Ê«ÀiÀ>ÊÛiÀÃÊìÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊvÕiÊ«ÕLV>`>ÊiÊ->Û>`ÀÊ iÀ>LjÕÊ
ÞÊÀj`jÀµÕiÊ>}ÕiÊVÀ`Ã°®]ÊFronteras y sensibilidades en las Américas, Ma-
drid, Doce Calles, 2011, p. 283-304.
1
Memoria de la Conferencia para la Represión de la Trata de Blancas cele-
brada en Viena el 14 de diciembre de 1909, en AHGE, Secretaría de Relaciones
Exteriores]Ê ÕÀ«>]Ê°Ê£xäÎÈ]ÊVÃiVÕÌÛÊ£{Îxn]ÊÃiVVÊÇ]ÊV>>ÊÇ]ÊiÝ«°Ê£ÎÈ]Êv°ÊÇ°
2
Rosalina Estrada Urroz, “Entre la tolerancia y la prohibición. El pensa-
miento del higienista Prent Duchatelet”, en >ÛiÀÊ*jÀiâÊ-iÀÊÞÊ>Û`Ê-iÀÀÌÌÊ


202 ROSALINA ESTRADA URROZ
No hay que olvidar que desde el medio protestante suizo e

inglés, “esencialmente supresor y prohibicionista”,3 el sistema
francés tuvo detractores, entre ellos Josephine Butler, quien, como
fundadora de la Ladies National Association, ya desde 1869-1870
ÃiÊ«ÀÕV>L>Ê«ÀÊiÊ>LVÃÊÞÊÃiÊ«>Ê>ÊÃÊContagious
Diseases Acts]Ê«ÕiÃÊjÃÌÃÊÃ}wV>L>ÊÕÊ«ÀV«ÊìÊÀi}>i-
tación de la prostitución y un atentado contra los derechos indi-
viduales. Los argumentos sustentados por Butler se centraban en
>ÊìviÃ>ÊìÊ>ÃÊÛVÌ>ÃÊìÊÛVÊÞÊiÊiÊV>À?VÌiÀÊÛi>ÌÀÊìÊ>ÃÊ
`Ã«ÃViÃÊµÕiÊ«>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ«LÀiÃÊiÊÕ>ÊÃÌÕ>VÊ
de inferioridad debido a los exámenes médicos y a la vigilancia
«V>ÊµÕiÊ«>ìV>°4Ê>ÌiÀiÊ ÃÃÊÃi>>ÊµÕiÊiÊjÝVÊ>Ê
controversia entre abolicionistas y reglamentaristas se desarrolló
en la tercera década del siglo pasado.5 Sin embargo, con anterio-
À`>`ÊÃiÊ>L>Ê}iiÀ>`Ê`ÃVÕÃiÃÊiÊiÊÃiÊìÊ`viÀiÌiÃÊ
organizaciones médicas y de otras abocadas a la moralidad sin
que la vigencia de tal sistema se hubiera visto afectada.
Aun sin haber sido predominante, el abolicionismo provocó
Õ>Ê>ÞÀÊ«ÀiVÕ«>VÊ«ÀÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ°ÊÊÀiviÀÀÃiÊ
al reporte del comité especial de expertos encargado por la So-
ciedad de Naciones para supervisar la encuesta sobre la trata de
ÕiÀiÃÊÞÊÃÊiÌÀiÊ£Ó{ÊÞÊ£ÓÇ]Êi>ÊViÊ
>ÕÌÊÃÃ-
ÌiiÊµÕiÊÃÊiÝ«iÀÌÃÊ«>ÀiViÊ>LiÀÊVwÀ>`Ê>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊ
la “epidemia”, culpabilizando de ello a la prostitución reglamen-
tada.6 El autor considera que existe una distancia entre las “re-
VÀ`Ã°®]ÊMéxico Francia. Memoria de una sensibilidad común, siglos XIX-XX,

México, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla/Centro de Estudios Mexi-
V>ÃÊÞÊ
iÌÀ>iÀV>ÃÉ
iÌÀiÊ >Ì>ÊìÊ>Ê,iViÀViÊ-ViÌwµÕiÉ ]Ê
2010, p. 307-329.
3
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siècle]ÊÓ>°Êi`°]Ê*>ÀÃ]Ê>>À]Ê£nÓ]Ê«°ÊÎ£È°
4
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5
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6
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fabrication d’ un fléau, *>ÀÃ]Ê>ÊjVÕÛiÀÌi]ÊÓää]Ê«°ÊÈÇ°


LA TRATA DE BLANCAS Y SU DIFERENTE ATENCIÓN 203
presentaciones militantes o mediáticas y las representaciones

Õ`V>iÃÊìÊvii»]Ê«ÕiÃÊVÀiiÊµÕiÊ>ÃÊ«ÀiÀ>ÃÊÃÊºVÃ-
derablemente exageradas y dramatizadas”.7 En México, los dife-
ÀiÌiÃÊÀi}ÃÌÀÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÀiÛi>ÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊÕiÀiÃÊ«À-
Ûi>ÊìÊ`ÃÌÌ>ÃÊ«>ÀÌiÃÊìÊÕ`°8 A pesar de ello, este tipo
de inmigración no fue masiva. Llama la atención el escaso inte-
rés de las autoridades por incorporarse a las diferentes iniciativas
ÌiÀ>V>iÃÊµÕiÊ>LÀ`>L>ÊiÊvii]ÊÊVÕ>Ê«`À>ÊiÝ-
plicarse también por las pocas organizaciones civiles que se pre-
ocupaban por el asunto.
>ÃÊÀÕÌ>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊVÕ>iÃÊÕiÀiÃÊ«ÀÛiiÌiÃÊìÊ ÕÀ«>Êi-
gaban al Atlántico Sur durante las primeras décadas del siglo XX
han sido bien trazadas por Yvette Trochon.9 La autora sostiene
µÕiÊÃÊÌÀ>wV>ÌiÃÊiÕÀ«iÃÊÃiÊ>L>ÃÌiViÀÊiÊ>ÃÊâ>ÃÊ?ÃÊ
«LÀiÃÊìÊVÌiÌi]Ê`ìÊ>ÃÊÛiiÃÊVÊL>ÃÊÃ>>ÀÃÊì-
LiÀÊ V«iÌ>ÀÊ ÃÕÃÊ }ÀiÃÃÊ VÊ iÊ iiÀVVÊ ìÊ >Ê «ÀÃÌÌÕ-
ción.10Ê-LÀiÊiÊV>ÃÊìÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃÊvÀ>ViÃ>ÃÊ`ÕÀ>ÌiÊÃÊ
ÃÃÊ>Ã]Ê>Ê
ÀLÊ>wÀ>ÊµÕiÊ>ÊV>`>ÊìÊÃÃÌi>Ê}>Ê
y de las casas de tolerancia en todo el occidente europeo, ocasio-
nada por una mutación de la sensibilidad sexual masculina y por
Õ>Ê >VÌÌÕ`Ê iÃÊ ÌiÀ>ÌiÊ «ÀÊ «>ÀÌiÊ ìÊ >Ê «Ê «ÖLV>]Ê
ÌÀ>ÊVÊVÃiVÕiV>ÊµÕiÊÕÊVÕÌÊìÊÌÀ>wV>ÌiÃ]ÊVÊiÊ
wÊ ìÊ >L>ÃÌiViÀÊ ÕiÀÃÃÊ LÕÀìiÃÊ iÊ iÊ Õ`]Ê «ÀVÕÀ>À>Ê
entrar en el mercado de la prostitución.11Ê Ê£äÓ]ÊiÊÛÃ«iÀ>ÃÊ
ìÊ>Ê
viÀiV>ÊìÊ*>ÀÃ]Ê>Ê«V>ÊvÀ>ViÃ>ÊÀi>âÊÕÊViÃÊ
7
Ibidem, p. 23.
8
Rosalina Estrada Urroz, “El sistema francés y el registro de prostitutas.
El caso de Puebla, 1880-1929”, en México Francia. Memoria..., «°Ê{Ó{ÈÈÆÊÀ-
turo Aguilar Ochoa, La fotografía durante el Imperio de Maximiliano, México,
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ÌV>Ã]Ê£È]Ê«°ÊnxÆÊÝViÊi}>`ÊÀ`?]ÊMujeres públicas bajo el Imperio. La
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1867]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊV>V?]Ê Ê
i}ÊìÊV>V?]Ê£n]Ê
«°Ê£ÈÇÆÊ>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâ]ÊMujeres en el servicio doméstico y en la prosti-
tución. Sobrevivencia, control y vida cotidiana en la Oaxaca porfiriana, México,
El Colegio de México, 2014, p. 89-90.
9
Yvette Trochon, Las rutas de Eros. La trata de blancas en el Atlántico Sur.
Argentina, Brasil y Uruguay (1880-1932), Montevideo, Taurus, 2006.
10
Ibidem, p. 22.
11
Alain Corbin, Les filles de noce..., p. 413.


secreto de los individuos que se dedicaban a la trata de blancas.

}ÕÀ>ÊiÊiÊwViÀÊn£Ê`Û`ÕÃ°12 México, Argentina, Brasil
y Uruguay se insertaron en el fenómeno que las autoridades ar-
gentinas aceptaron pero las mexicanas no. Sin embargo, si hay
ÕÊÕ}>ÀÊ`ìÊiVÌÀ>ÃÊÕÊÌiÀÀiÊVÖ]ÊjÃiÊiÃÊiÊ>}-
>ÀÊµÕiÊ«ÀÛ>L>ÊÃLÀiÊ>ÊÕiÀÊV>`>°13
ÃÊ`vVÊÃi}ÕÀÊiÊVÕÀÃÊìÊ>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>ÃÊ?ÃÊ>?ÊìÊ>Ê
documentación institucional. No obstante, en los archivos repa-
triados de los consulados franceses ubicados en Nantes, encon-
tramos un rubro revelador dedicado a este tema en las primeras
décadas del siglo XX. De este modo, se hace evidente lo dispar de
las iniciativas y los esfuerzos de los gobiernos y las sociedades
VÛiÃÊìÊ«>ÃiÃÊVÊ À>Ã]ÊÀ}iÌ>ÊÞÊjÝVÊ«>À>Ê>ÌiìÀÊ
la cuestión. Si bien poseemos algunos datos relativos al problema
a nivel internacional, el engancheÊìÊÕiÀiÃÊiÝV>>ÃÊÃÊiÃÊ
posible detectarlo mediante las denuncias individuales de los
familiares que reclamaron la intervención de las autoridades.
VÌÀ>ÀÊ>ÃÊÃi>iÃÊìÊ«ÀLi>ÊìÊ>ÊÌÀ>Ì>Ê«>À>Ê>ÃÊ«ìÀÊ
referirnos a él y a las diferentes maneras en que se le ha enfren-
tado no es una cuestión sencilla. Alrededor de 1910 se mostró
Õ>ÊVÀiViÌiÊ«ÀiVÕ«>VÊÌiÀ>V>Ê«ÀÊVL>ÌÀÊiÊÌÀ?w-
VÊìÊÕiÀiÃ]ÊÊµÕiÊµÕâ?Ê«ÀÛVÊµÕiÊ>ÃÊìi}>ViÃÊvÀ>ViÃ>ÃÊ
de Buenos Aires y Veracruz siguieran el asunto de manera dili-
gente. Los expedientes nos ofrecen tres tipos de información:
ÃLÀiÊ >ÃÊ ÃÌÌÕViÃÊ µÕiÊ VL>Ì>Ê iÊ vii]Ê ÃLÀiÊ iÊ
ÌÀ?wVÊ ÞÊ ÃLÀiÊ >ÃÊ >>`>ÃÊ ìÊ >ÕÝÊ ìÊ >ÃÊ ÕiÀiÃÊ µÕiÊ ÃiÊ
encontraban atrapadas en estas redes. Con la intención de apre-
hender la diferente atención que se dio al problema durante las
primeras décadas del siglo XX, en este estudio abordamos de
manera puntual los casos de Buenos Aires y Veracruz, puertos
>Ì?ÌVÃÊìÊiÌÀ>`>ÊìÊÕiÀiÃ°ÊÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÊÛ>Ã>ÊvÀ>-
ción que nos ofrecen dichos expedientes, hemos podido constatar
Ibidem, p. 415-416.
12
Francine Masiello, Between Civilization & Barbarism. Women, Nation,

13
and Literary Culture in Modern Argentina]ÊV]Ê1ÛiÀÃÌÞÊvÊ iLÀ>Ã>Ê*ÀiÃÃ]Ê

£Ó]Ê«°Ê££££ÎÈÊ-iÀiÊ }iìÀ}Ê>ÌÊiÀV>®°


la presencia indiscutible del fenómeno en ambos puertos, lo cual

contradice la visión de las autoridades mexicanas que lo consi-
deraban inexistente.
Ê«iÃ>ÀÊìÊ>ÃÊ`viÀiV>Ã]ÊjÝVÊÞÊÀ}iÌ>ÊV«>ÀÌ>Ê
VVi«ViÃÊiÊ>}>ÀÃÊÃLÀiÊ>ÊÕiÀÊV>`>]ÊÃÊVÕ>iÃÊÃiÊ
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>ÀÊµÕiÊ«ÀiÛ>iV>ÊÊiÃÊV«ÀiÃLiÊÃÊiÊ>ÌÕÀ>ÃÊµÕiÊ
buscaba en el comportamiento femenino las razones escondidas
que explicaban su actuar y que se sustentaba en la visión fatalis-
Ì>ÊiÝ«ÀiÃ>`>ÊiÊ>ÊViV>]Ê`ìÊVV`>Êì}iiÀ>VÊÀ}?-
nica y social. Los argentinos Eugenio Cambaceres y Julián Mar-
tel y los mexicanos Federico Gamboa y Ángel del Campo no
pudieron sustraerse de la obra de Émile Zola en sus aproxima-
ciones a la prostituta.14 Zola utilizó el naturalismo para explicar
su propia corriente, pero reconoció que no era el primero en
aplicarlo y confesó haberlo tomado de los rusos. Su manera de
proceder ha sido comparada con el método realista de Honoré
de Balzac, el cual también padece la convicción de que el mundo
iÃÌ?Êº`>`Ê«ÀÊiÊìÌiÀÃ»°Ê-i}ÖÊ
iÛ>iÀÊÀiÃ«iVÌÊ
al caso de Francia, los letrados estaban imbuidos en una litera-
ÌÕÀ>ÊºViÌwV>»]Ê`ìÊiÊìÌiÀÃÊÃiÊiÝ«ÀiÃ>L>ÊiÊì>ÃÊ
L}V>ÃÊ?ÃÊµÕiÊÃV>iÃ]Ê>ÕµÕiÊÃiÊiÃÌ>LiV>ÊiÌÀiÊi>ÃÊÕ>Ê
simbiosis muy particular, como lo comprueba la abundante lite-
ratura en la cual lo social también estaba presente: Lavater, Franz
Gall y más tarde Lombroso.15 Estudios recientes revelan que el
naturalismo latinoamericano se construyó con intermitencias.

>`>Ê«>ÃÊÊ>LÀ>Ê>«Àii``ÊìÊ>iÀ>Ê«>ÀÌVÕ>À]ÊÃLÀiÊÌ`Ê
VÃìÀ>`ÊµÕiÊÃÕÊyÕiV>ÊÊÃiÊÃÌ>>À>ÊiÊiÊÛ>VÊìÊ>ÃÊ
VÃÌÀÕVViÃÊV>iÃÊiÃ«>>ÃÊÞÊ«ÀÌÕ}ÕiÃ>ÃÊµÕiÊÊ>V>-
baban de desaparecer. De todas maneras, la francesa no parece
ÃiÀÊ>ÊÖV>Ê«ÀiÃiV>Ê«Ài«ìÀ>Ìi°16
14
Ibidem, p. 111-136.
15
Rita Gnutzmann, La novela naturalista en Argentina, 1880-1900, Ámster-
dam-Atlanta, Rodopi, 1998, p. 12-14.
16
Claire Solomon, Fictions of the Bad Life. The Naturalist Prostitute and
Her Avatars in Latin American Literature, 1880-2010, Columbus, Ohio State
University Press, 2014, p. 16-20.


En este texto pretendemos seguir el curso de la trata de blan-

V>ÃÊiÊÕÊ«ÕiÀÌÊiÝV>ÊÞÊiÊÌÀÊ>À}iÌÊ>ÃÊVÊ`ÕV`>ÀÊ
las razones del diferente tratamiento que se otorgó al problema.
Mientras que en México el tema no pareció haber sido una preo-
cupación de las autoridades, en Argentina recibió una mayor
atención. Dicho fenómeno no puede comprenderse sin antes so-
pesar las diferencias cuantitativas y culturales que muestran
>LÃÊ«>ÃiÃÊVÊÀiÃ«iVÌÊ>Ê>Ê}À>V°Ê
La trata de blancas y la atención al problema en el siglo XX
La trata de blancas operaba con métodos tradicionales por medio

de una red bien constituida que no se apartaba de la prostitución.
Por ello, sensibilizar sobre el problema no era fácil. En el Con-
}ÀiÃÊ*iÌiV>ÀÊÌiÀ>V>ÊìÊ*>ÀÃ]ÊµÕiÊÃiÊiÛÊ>ÊV>LÊiÊ
1895, se abordó el tema, aunque algunos congresistas rehuyeron
tocarlo debido a la presencia de religiosas en la sala. Con todo,
ÃiÊ }ÀÊ >VÀ`>ÀÊ >Ê Ài>â>VÊ ìÊ ÕÊ iVÕiÌÀÊ iÃ«iVwVÊ iÊ
ÛÃÌ>ÊìÊÀiVÕÌ>iÌÊìÊÕiÀiÃÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÕVÃÊÞÊ>ÛÃÃÊ
«ÖLVÃ°Ê Ê£n]ÊÃiÊiviVÌÕÊiÊ`ÀiÃÊiÊ«ÀiÀÊV}ÀiÃÊVÕÞÊ
propósito era abordar la represión de la trata de blancas. La ini-
V>ÌÛ>ÊÃiÊìLÊ>Ê>Ê >Ì>Ê6}>ViÊÃÃV>Ì]ÊÃVi`>`Êw-
>ÌÀ«V>Êì`V>`>Ê>Ê>Ê«ÀÌiVVÊìÊ>ÊÕiÀ°Ê ÊLiÌÛÊiÀ>Ê
Ài>â>ÀÊÕ>ÊÛiÃÌ}>VÊVÕÌ>ÊÃLÀiÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ]Ê
«ÕiÃÊÛ>ÀÃÊ«>ÃiÃÊiÃÌ>L>ÊÛÕVÀ>`Ã°Ê*ÀÊÌ>Ì]ÊÃiÊÌÀ>ÀÊ
iViÃ>À>ÃÊ>Ê«>ÀÌV«>VÊìÊÃÊ}LiÀÃÊ>ÃÊVÊ>ÊÀiÛÃÊ
ìÊ>ÃÊ«i>ÃÊ«>À>ÊÃÊ«ÀÌÀiÃÊìÊ`VÊÌÀ?wV°Ê*iÃiÊ>Êi]ÊiÊ
problema era visto con escepticismo.17
En marzo de 1902, el ministro de Relaciones Exteriores fran-
cés, M. Delcassé, invitó a los gobiernos europeos y de Argentina
y Brasil a hacerse presentes en la conferencia a celebrarse en
*>ÀÃ°Ê>ÊÀiÕÊÌi>ÊVÊLiÌÛÊÀiÌ>ÀÊÃÊ>VÕiÀ`ÃÊìÊ
la convención de Londres, entre los que se encontraban los
siguientes: la aplicación de castigos similares en los diferentes
17


«>ÃiÃÊ«ÀÊ`ÕVÀÊ>ÊÕiÀiÃÊÊÛiiÃÊ>ÊÛVÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊÛi-
V>]ÊvÀ>Õì]Ê>LÕÃÊìÊ>ÕÌÀ`>`]ÊÊ«ÀÊVÕ>µÕiÀÊÌÀÊÛiVÕÆÊ>Ê
ìÌiÀ>VÊ ìÊ >iÀ>Ê «ÀiVÃ>Ê ìÊ Õ}>ÀÊ `ìÊ ìL>Ê ÃiÀÊ
Õâ}>`ÃÊÃÊVÕ«>LiÃÆÊÞÊ>ÊViiLÀ>VÊìÊÌÀ>Ì>`ÃÊÌiÀ>V-
nales que permitieran la extradición de los involucrados. También
ÃiÊ«iÀÃ}ÕÊ>ÊÀivÀ>ÊìÊÃÊV`}ÃÊ«i>iÃÊVÊiÊwÊìÊiÃÌ-
«Õ>ÀÊÃ>ViÃÊ«ÕÌÕ>iÃÊ>ÊµÕiiÃÊiiÀV>ÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕi-
res.18 Los acuerdos logrados en la conferencia explican el papel
de las diversas representaciones diplomáticas francesas en Amé-
rica Latina en el control y la solución de los problemas prostibu-
>ÀÃÊìÊÃÕÃÊV«>ÌÀÌ>Ã°Ê VÌÀ>ÃÊ>ÃÊ>Ê>LÀÊ>VÌÛ>ÊìÊ
ÃÊVÃÕiÃ]ÊÃLÀiÊÌ`ÊVÕ>`Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>À}Ø>Ê>LiÀÊÃ`Ê
LiÌÊìÊi}>Ã°ÊiÃìÊ>Ê«ÀiÀ>Ê`jV>`>ÊìÊÃ}ÊXX, Argen-
tina mostró un importante movimiento contra la trata, el cual se
explica por la existencia y el dinamismo de sus asociaciones, la
activa participación de la delegación francesa y la respuesta po-
sitiva de las iniciativas ciudadanas. En 1902, se fundó con amplia
convocatoria la Asociación Nacional Argentina contra la Trata
de Blancas. Por su parte, aunque México participaba activamen-
te en los congresos internacionales referentes a la prostitución y
>ÃÊiviÀi`>ìÃÊÛijÀi>Ã]ÊÊÊ>V>ÊiÊ>µÕjÃÊì`V>`ÃÊ>Ê
ViÀVÊÌiÀ>V>ÊìÊÕiÀiÃ°Ê
Entre el 22 y el 25 de octubre de 1906, se desarrolló el Tercer
Congreso Internacional para la Represión de la Trata de Blancas.
Ê}LiÀÊiÝV>Ê>}À>ìVÊ>ÊÃiÀÊÃÌÀÊìÊ i}VÃÊ
ÝÌÀ>iÀÃÊiÊ*>ÀÃÊ>ÊÛÌ>VÊ«>À>Ê«>ÀÌV«>ÀÊiÊ`VÊ>V-
ÌiViÌ]ÊiÊVÕ>ÊÃiÊÀi>âÊVÊºiÊ>ÌÊ«>ÌÀVÊìÊ-iÀÊ
*ÀiÃìÌiÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊÀ>ViÃ>»°Ê Ê>ÊÃÛ>ÊiÛ>`>Ê«>À>Ê
Ì>Êw]ÊÃiÊiÝ>Ì>L>ÊiÊÛ>ÀÊµÕiÊiÊ}LiÀÊvÀ>VjÃÊ`>À>Ê>Ê>Ê«>À-
ticipación de México a través de las autoridades y las persona-
`>ìÃÊì`V>`>ÃÊ>ÊiÃÌÕ`ÊìÊ>ÃÊVÕiÃÌiÃÊÃV>iÃÊ>ÃÊVÊ
ìÊ>ÃÊ>ÃV>ViÃÊw>ÌÀ«V>Ã°Ê>ÊÃV>VÊÀ>ViÃ>Ê«>À>Ê
la Represión de la Trata de Blancas y la Protección de la Joven
18
Conférence internationale pour la répression de la traite des blanches. Con-
férence intergouvernementale]Ê*>ÀÃ]Ê«ÀiÀiÊ >Ì>iÃ]Ê£äÓ°


envió el programa y varias invitaciones.19Ê>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ-

bernación, a través de Relaciones Exteriores, reiteró su negativa
>Ê«>ÀÌV«>ÀÊiÊiÃÌ>ÃÊÀiÕiÃ]ÊÃi>>`ÊºµÕiÊÊiÝÃÌQ>RÊiÊ
jÝVÊiÊÌÀ?wVÊiÊiÃV>>Ê«ÀÌ>ÌiÊìÊÕiÀiÃÊ«>À>Ê>Ê«ÀÃ-
titución, y que por lo mismo, no se considera[ba] [que hubiera]
ÌiÀjÃÊÃÕwViÌiÊ«>À>ÊiÊLÀ>iÌÊìÊìi}>`Ã]Ê«iÀÊQµÕiRÊ
se ac[ordaba] que se distribuy[eran] las invitaciones, por si algu-
nas personas desea[ban] concurrir al Congreso”.20
Ê£ä]ÊiÊ}LiÀÊ>À}iÌÊ>ÖÊÊÃiÊ>ìÀ>Ê>Ê
ÛiÊ
ÌiÀ>V>ÊÃLÀiÊ,i«ÀiÃÊìÊ>Ê/À>Ì>ÊìÊ >V>ÃÊwÀ>`ÊiÊ
*>ÀÃÊiÊ£nÊìÊ>ÞÊìÊ£ä{°21 Sin embargo, las cartas del Mi-
nisterio de Relaciones Exteriores, dirigidas al encargado de Ne-
gocios de Francia, dan fe de los trámites burocráticos que se
Ài>â>L>Ê>ÌiÊ>ÃÊìÕV>ÃÊìÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ°ÊÊ«>ÀÌÀÊìÊ
££ä]ÊiÊjÝVÊ«>ÀiV>Ê>LiÀÊÕ>Ê>ÞÀÊÌiÀÛiVÊìÊ«>ÀÌiÊ
ìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ°Ê ÊLÃÌ>Ìi]ÊjÃÌ>ÊÌi>ÊÕÊV>À?VÌiÀÊÌ>`]Ê
pues se expresaba puntualmente en acciones policiales para re-
solver casos concretos.

ÊiÊwÊìÊ`ÃVÕÌÀÊ>}ÕÃÊ«ÕÌÃÊµÕiÊÃiÊÌÀ>Ì>À>ÊiÊiÊ
Congreso Internacional contra la Trata de Blancas a celebrarse
iÊ>`À`ÊiÊ££ä]ÊÕÊ>Ê>ÌiÃÊÃiÊÀi>âÊiÊÕÃÌÀ>ÊÕ>ÊÀiÕ-
nión preparatoria organizada por el Comité especial. En el even-
to participaron representantes gubernamentales y delegados de
diferentes asociaciones o comités. La misiva subrayaba los bue-
nos resultados logrados mediante las acciones. A pesar de tener
ÃÊìâÊ>ÃÊìÊiÝÃÌiV>ÊìÃìÊiÊ«ÀiÀÊV}ÀiÃÊViiLÀ>`Ê
en Londres en 1899, la acción internacional contaba con el apoyo
19
Memoria del Congreso contra la Trata de Blancas, México, 9 de agosto
de 1906, AHGE, Francia]Êi}>VÊìÊÀ>V>]ÊVÃiVÕÌÛÊ£{ä£]ÊÃiVVÊÇ]ÊV>>Ê
4, exp. 9, f. 4.
20
Ê
>ÀÌ>ÊìÊ>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊLiÀ>VÊ>Ê,i>ViÃÊ ÝÌiÀÀiÃ]Ê£ä]Ê
AHGE, Secretaría de Gobernación, sección 1a., n. 1568, consecutivo 14358, sec-
VÊÇ]ÊV>>ÊÇ]ÊiÝ«°Ê£ÎÈ]Êv°ÊÓ£°
21
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÃÌiÀÊìÊ,i>ViÃÊ ÝÌiÀÀiÃÊÞÊ
ÕÌÊ>ÊÃiÀÊÃÌÀÊ
francés, en el que se le informa que el Congreso no ha autorizado al Poder
iVÕÌÛÊ«>À>Ê>ìÀÀÊ>ÊConvenio Internacional sobre la Represión de la Trata
de Blancas]ÊìÊ£nÊìÊ>ÞÊìÊ£ä{]ÊwÀ>`ÊiÊ*>ÀÃ]Ê ÕiÃÊÀiÃ]Ê£nÊìÊ
octubre de 1909, CADN, Buenos Aires (Embajada)]Ê£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê
dossier 278.


ìÊ£ÇÊ}LiÀÃ°Ê-iÊ«iÀÃi}Õ>ÊµÕiÊÃÊ`viÀiÌiÃÊ«>ÃiÃÊÃiÊÃÕÃVÀ-
LiÀ>ÊiÊ
ÛiÊìÊ*>ÀÃÊìÊ£ä{ÊÞ]Ê>ì?Ã]ÊµÕiÊÃiÊÌÀ}>À>Ê
una subvención presupuestaria con el propósito de apoyar la
acción de los comités de combate en contra de la trata de blancas.

ÊÞ>ÊÃi>>Ã]ÊiÊ}LiÀÊiÝV>ÊVÃìÀÊiÊ>ÃÕÌÊ
de poco interés. En 1910, se aceptó la invitación al Congreso para
>Ê,i«ÀiÃÊìÊ>Ê/À>Ì>ÊìÊ >V>ÃÊ>ÊViiLÀ>ÀÃiÊiÊ>`À`ÆÊÃÊ
iL>À}]ÊÃiÊÃi>ÊµÕiÊiÊìi}>`ÊL>Ê>ÊLÀ>ÀÃiÊ«ÃÌiÀÀ-
mente, sin que exista en documentos posteriores evidencia de su
asistencia a dicho encuentro.22
Lugares de embarque y desembarque
ÃÊ«ÕiÀÌÃ]ÊÕ}>ÀiÃÊìÊiÌÀ>`>ÊÞÊÃ>`>ÊìÊiÀV>V>Ã]ÊiÀ>ÊÌ>-
LjÊiÃ«>VÃÊìÊVÀVÕ>VÊìÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃ°Ê ÊìÀiVÊ
ìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÌiÀ>ÀÃiÊÃ>ÃÊiÊjÝVÊÊÀ}iÌ>ÊiÀ>Ê-
Ì>`]Ê«ÕiÃÊÃiÊÃÃ«iV>L>ÊµÕiÊÊ>V>ÊVÊiÊ«À«ÃÌÊìÊiiÀViÀÊ
la prostitución. Buenos Aires y Veracruz eran lugares estratégicos
«>À>Ê>ÊV>VÊÊÃiÀVÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÊiÊwVÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊ
de redes ya constituidas o por medio del apoyo de matronas es-
Ì>LiV`>Ã°ÊiÊiÃÌiÊ`]ÊÃÊ«ÕiÀÌÃÊVÃÌÌÕ>ÊiÊVÊìÊ
>À}ÊV>ÊìÊ>ÃÊÛ>iÀ>ÃÊiÊiÊÕ`ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê
Después de 1880, Buenos Aires se constituyó de manera de-
wÌÛ>ÊVÊ>ÊV>«Ì>ÊìÊ>Ê>VÊ>À}iÌ>]Ê«ÀÊÊµÕiÊiÃÌÕÛÊ
ÃÕiÌ>Ê >Ê ÕÊ ÛiÌÊ ìÊ ìÀâ>V°Ê *ÀÊ iÃÃÊ ÃÃÊ
>Ã]ÊÕiÛÃÊÌÀ>âÃÊV>À>VÌiÀâ>ÀÊ>Ê>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]ÊV-
virtiéndola en una capital próspera a la europea.23 Incluso se
ìV>ÊµÕiÊjÝVÊiÀ>ÊÕÊìÊÃÊ«>ÃiÃÊµÕiÊ?ÃÊ>L>Ê}>>`Ê
en civilización.24 Francine Masiello comenta que en La Babel
22
Memoria de la Conferencia para la Represión de la Trata de Blancas
celebrada en Viena, 1910, AHGE]ÊVÃiVÕÌÛÊ£{Îxn]ÊÃiVVÊÇ]ÊV>>ÊÇ]ÊiÝ«°Ê£ÎÈ]Ê
v°Ê£ÓÆÊibidem]ÊVÃiVÕÌÛÊ£{{{{]ÊÃiVVÊÇ]ÊV>>Ên]ÊiÝ«°ÊÇn°
23
Federico Fernández Christlieb, Europa y el urbanismo neoclásico en la
ciudad de México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, Insti-
ÌÕÌÊìÊi}À>v>É*>â>ÊÞÊ6>ìâ]ÊÓäää]Ê£{Ê«°
24
Jules Claretie, “Art et Littérature”, en Roland Napoléon Bonaparte et al., Le
Mexique au debut du XXe siècle, t. II]Ê*>ÀÃ]ÊLÀ>ÀiÊ
°Êi>}À>Ûi]Ê£äx]Ê«°ÊÓÓ{°


argentina Francisco Dávila proporcionaba una visión idealizada

de Buenos Aires como una ciudad bella y elegante. En ese mundo
ÕÀL>]Ê`ÃÊÌ«ÃÊìÊÕiÀiÃÊ}iiÀ>L>Ê«ÀiVÕ«>V\Ê>ÃÊÕi-
ÀiÃÊµÕiÊ«iÀÌiiV>Ê>Ê>ÊjÌi]ÊµÕiiÃÊ«ÀiÌ>Ê>ÊÀ>â>Ê«iÀviVÌ>Ê
«>À>ÊÀi«À`ÕVÀÊÕ>Ê>VÊiÕÀ«i>]ÊÞÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ«iÀÌii-
V>Ê>Ê>ÊV>ÃiÊÌÀ>L>>`À>]ÊµÕiiÃÊÃÃÌi>Ê>ÊiV>ÊÞÊiÃÌ>-
L>ÊiÊVÃÌ>ÌiÊÀiÃ}ÊìÊVÀ«À>ÀÃiÊ>ÊÌÀ?wV°25 Por su par-
te, Veracruz, aunque sin contar con el esplendor y la población
de la ciudad de Buenos Aires, era el principal puerto de México
desde el siglo XVIII.
Arribar a Veracruz en la primera mitad del siglo XIXÊÃ}w-
V>L>Ê Õ>Ê >ÛiÌÕÀ>°Ê Ê £nÎ£]Ê ÃÊ vÀ>ViÃiÃÊ Ã>Ê >LÀ`>ÀÊ iÊ
->Ì >â>ÀiÊiÊLiÀ}>ÌÊ*iÌÌÊ Õ}miÊ«>À>Ê`À}ÀÃiÊ>ÊjÝV°Ê

ÊÃiÀÛVÃÊÃi>>iÃÊÊiÃÕ>iÃ]ÊiÃÌiÊ«ÕiÀÌÊÃiÊ>L>ÊVÃ-
tituido en el lugar de salida para quienes buscaban desembarcar
en Veracruz, aunque Hamburgo, Amberes, El Havre, Marsella y
ÕiÛ>Ê 9ÀÊ Ì>LjÊ iÀ>Ê «ÕÌÃÊ ìÊ Ã>`>Ê >V>Ê iÃÌiÊ «ÕiÀÌÊ
iÝV>°Ê*ÀÊÃÕÊ«>ÀÌi]ÊÃÊL>ÀVÃÊµÕiÊÛi>ÊìÊ->ÊÀ>VÃVÊ
atracaban en Acapulco.26ÊÕÀ>ÌiÊiÊ*ÀwÀ>Ì]ÊiÊ«ÕiÀÌÊìÊ6i-
À>VÀÕâÊiÀ>Ê«>ÀÌV«iÊìÊ>LiÌiÊìÊìÀâ>VÊµÕiÊÃiÊì-
Ã>ÀÀ>L>ÊiÊiÊ«>ÃÊÞÊ}â>L>ÊìÊ«ÀÛi}ÊìÊiÃÌ>ÀÊVÕV>`Ê
VÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV°Ê ÊÃiÊ>LÃÌÀ>>ÊìÊ>ÃÊÌiìV>ÃÊ«Àw-
rianas que propiciaban el orden y el progreso, sobre todo en lo
que respecta a la higiene y al comportamiento moral de la pobla-
V°Ê-ÊiL>À}]Ê>ÕµÕiÊiÊ>LiÌiÊ«>ÀiV>ÊÀi>>`]Ê>ÃÊ«>-
â>ÃÊ«ÖLV>ÃÊiÀ>ÊÕ}>ÀiÃÊ`ìÊÃiÊ>«ÃÌ>L>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ
iiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê>ÃÊ«ÀÌiÃÌ>ÃÊìÊ>Ê«L>VÊ«ÀÊ>Ê«Ài-
sencia de estas damas muestran el afán de las élites de moverse
VÊLiÀÌ>`]ÊÊVÕ>ÊÊ«`>Ê>ViÀÊ«ÕiÃÊ>Êw}ÕÀ>Êvii>ÊÃiÊ
ÃÌÀ>L>ÊÃÊÀiV>ÌÊ>ÌiÊÃÊÃÊìÊ>ÃÊv>>ÃÊ`ÃÌ}Õ`>Ã°27
25
Francine Masiello, Between Civilization…, p. 111-136.
26
Armand Dupin de Saint-André, Le Mexique Aujourd´hui. Impresions et
souvenirs de voyage]Ê*>ÀÃ]Ê*É ÕÀÀÌ]Ê£nn{]Ê«°ÊÓ£{Ç°
27
Ê,Ã>>Ê ÃÌÀ>`>Ê 1ÀÀâ]Ê º ÌÀiÊ iÊìÃ>vÊÞÊ>ÊÀiLi`>°Ê?}iiÃÊìÊ
«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÛiÀ>VÀÕâ>>Ã»]ÊiÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ iViÀÀ>ÊÞÊ,Ã>Ê>À>Ê-«ÃÊ
ÀVV>ÊVÀ`Ã°®]ÊMujeres en Veracruz. Fragmentos de una historia, México,
Gobierno del Estado de Veracruz, 2008, p. 104-121.


Ê«ÕiÀÌÊìÊ ÕiÃÊÀiÃÊÌi>ÊÕ>Ê>VÌÛ`>`ÊviLÀ°Ê>ÊV>-
Ì`>`ÊìÊÛ>«ÀiÃÊµÕiÊiÌÀ>L>Ê«ÀÊ`>ÊÀiL>Ã>L>]ÊiÊÕVÃÊV>-
sos, la unidad. Decenas de miles de migrantes se instalaban en
À}iÌ>ÊVÊ`ÛiÀÃÃÊwiÃ°Ê ÊÃÊ«ÀiÀÃÊ>ÃÊìÊÃ}ÊXX,
iÊÛiÌÊ}À>ÌÀÊìÃìÊ Ã«>>ÊiÊÌ>>ÊÃiÊÌiÃwV]Ê
iÊiÃ«iV>ÊìÃìÊiÃÌiÊÖÌÊ«>Ã]ÊiÊVÕ>Êv>ÛÀiV>Ê>Ê>ÃÊV«>-
>ÃÊ Ì>>>ÃÊ µÕiÊ ÌÀ>Ã«ÀÌ>L>Ê >Ê ÃÊ >>`ÃÊ º}À>ÌiÃÊ
}`À>Ã»°ÊÃÌÃÊiÀ>Ê>}ÀVÕÌÀiÃÊ>ÌÀ>`ÃÊ«ÀÊ>ÃÊj«V>ÃÊìÊ
cosecha de granos. Se embarcaban en Italia con billetes de ter-
cera clase, arribaban entre noviembre y diciembre y, luego de
iÛ>Ì>`ÊiÊÌÀ}ÊÞÊiÊ>â]ÊÀi}ÀiÃ>L>Ê>ÊÃÕÊ«>ÃÊ>ÊwiÃÊìÊ>LÀÊ
o mayo, con el tiempo necesario para ubicarse en las mismas
tareas en las regiones de donde eran oriundos.28
>ÃÌ>Ê££{]ÊÃÊ}À>ìÃÊiÀV>`ÃÊìÊÕiÀiÃÊÃiÊVViÌÀ>L>Ê
iÊ ÕiÃÊÀiÃÊÞÊÌiÛì°Ê Ê«>`ÀÊ>À}iÌÊVÕ>ÊÈÊ{£ÎÊ
prostitutas inscritas entre enero de 1889 y el 31 de diciembre de
£ä£°ÊiÊiÃ>ÊVvÀ>]ÊiÃÊìÊÓx¯ÊiÀ>Ê>À}iÌ>ÃÆÊiÊÀiÃÌÊ«À-
Ûi>ÊìÊ`viÀiÌiÃÊ«>ÃiÃÊìÊ ÕÀ«>°ÊiÊÕÊÌÌ>ÊìÊ{Ê{ÎnÊÕiÀiÃÊ
iÕÀ«i>Ã]ÊÈäÈÊpiÊ¯pÊiÀ>ÊvÀ>ViÃ>Ã°ÊÃÌ>ÃÊV«iÌ>ÊVÊ
Ì>>>Ã]Ê>ÕÃÌÀÖ}>À>Ã]ÊÀÕÃ>ÃÊÞ]ÊiÊiÀÊi``>]ÊVÊ>i>-
>Ã]ÊiÃ«>>Ã]ÊÃÕâ>ÃÊÞÊLi}>Ã°29Ê*iÃiÊ>Êi]ÊiÃÌ>L>ÊiÀÊVÌ-
zadas en el mercado, pues se les pagaba el doble o el triple que a
las argentinas o de otras nacionalidades.30 En el caso de México,
ÃÊLiÊÊÌiiÃÊÕ>ÊiÃÌ>`ÃÌV>Ê«ÀiVÃ>]ÊiÊ«ÀViÌ>iÊ«>ÀiViÊ
ÕVÊ?ÃÊL>°ÊiÊÌ`>ÃÊ>iÀ>Ã]ÊÃiÊÌiiÊiÊÖiÀÊìÊÕi-
ÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊÃÊLÕÀìiÃÊìÊ?ÃÊ>Ì>ÊV>Ìi}À>ÊÞÊiÃÌ>L>Ê
incorporadas al registro de prostitutas.31Ê*ÀÊii«]ÊiÌÀiÊ£nÇ£Ê
ÞÊ£ääÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊ*ÕiL>ÊÃÊiÊÓ¯ÊiÀ>ÊìÊiÝÌÀ>iÀ>Ã°32

ÊÃi>>Ê>Ê°ÊÕÞ]Ê >Ê w>iÃÊ ìÊ Ã}Ê XIX Buenos
Aires “era conocida internacionalmente como un tenebroso
«ÕiÀÌÊìÊÕiÀiÃÊìÃ>«>ÀiV`>ÃÊÞÊÛÀ}iiÃÊiÕÀ«i>ÃÊÃiVÕiÃÌÀ>-
`>ÃÊµÕiÊÃiÊÛi>ÊL}>`>ÃÊ>ÊÛiìÀÊÃÕÊVÕiÀ«ÊÞÊ>ÊL>>ÀÊiÊÌ>}»°Ê
28
Jean Michel Chaumont, Le mythe..., p. 41.
29
Ibidem, p. 421.
30
Ibidem, p. 423.
31
Rosalina Estrada Urroz, “El sistema francés...”, p. 429-466.
32
Idem.


Aunque los casos comprobados de trata de blancas eran conta-

`Ã]Ê >}ÕÃÊ VìÌiÃÊ vÕiÀÊ ÃÕwViÌiÃÊ º«>À>Ê VÛiViÀÊ >Ê
«ÖLVÊiÕÀ«iÊ>ViÀV>ÊìÊ«i}ÀÊµÕiÊ>i>â>L>Ê>ÊÃÕÃÊÕiÀiÃÊ
iÊÌiÀÀ>ÃÊiÝÌÀ>iÀ>Ã»]Ê«ÕiÃÊÃÕ«>Ê>ÊÌÀ`ÕVVÊiÊiÃÌiÊ
Õ`ÊìÊ>ÃÊ}À>ÌiÃÊµÕiÊÃiÊ>L>ÊÛÃÌÊvÀâ>`>ÃÊ«ÀÊº>>-
tes, novios, maridos y proxenetas profesionales”.33
Veracruz parece ofrecer un panorama plagado de burdeles y
prostitutas. Una descripción anónima del ambiente en 1913
muestra la existencia en el puerto de un mundo prostibulario
LiÊ VÃÌÌÕ`°Ê Ê iÃVÀÌÊ Ãi>>Ê µÕiÊ 6iÀ>VÀÕâÊ Þ>Ê Ê iÀ>Ê iÊ
lugar de antes y destaca el papel de los proxenetas, quienes man-
Ìi>Ê>Ê>ÃÊ«Õ«>ÃÊ>«ÀÃ>`>ÃÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊi}>ÃÊÞÊ>Ê«À-
mesa de regalos. El francés que dirigió la misiva al consulado se
lamentaba de ver el estado en que se encontraba el puerto, pues
iÊ«>ÀiV>ÊÌiÀÀLiÊÛiÀÊiÊìÃ>ÀÀÊìÊwVÊiÊiÃiÊLiÊÕ}>À°34
Esta descripción no es muy distinta a las diferentes crónicas que
ofrecen los periódicos de la época. En ese ambiente se ubicaban
ÕiÀiÃÊvÀ>ViÃ>ÃÊµÕiÊÌÀ>Ã«>Ã>ÀÊiÊLÃÌ?VÕÊìÊiÃÊ>ÀÊ
para encontrarse con una vida distinta, algunas veces afortunada
y otras miserable.
La prostitución, el tráfico y sus promotores
ÊÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃÊ>L>ÊÃ`Ê«ÕiÃÌÊiÊV>ÃÊÌ`ÃÊÃÊ«>ÃiÃÊìÊ
América Latina, por lo que tanto en Argentina como en México la
«ÀÃÌÌÕVÊÃiÊiVÌÀ>L>ÊÀi}>iÌ>`>°Ê>ÃÊiÝÌÀ>iÀ>ÃÊµÕiÊÃiÊ
VÀ«À>L>Ê>ÊÃÊ«>`ÀiÃÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊìÊ>iÀ>Ê
i}>ÊÞÊiÀ>ÊÃiÌ`>ÃÊ>Ê>ÊÛ}>V>ÊÃ>Ì>À>°Ê-iÊVL>Ì>ÊÃLÀiÊ
Ì`ÊiÊiiÀVVÊi}>]ÊiÊVÕ>ÊVÕÀÀ>ÊVÕ>`Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÃiÊ
desvinculaban de la obligación de someterse a los exámenes mé-
dicos y de contribuir de manera monetaria con las municipalida-
des mediante cuotas de diferentes montos. Las matronas y las
Donna J. Guy, El sexo peligroso. La prostitución legal en Buenos Aires,

33
1875-1955, Buenos Aires, Sudamericana, 1991, p. 18.

34
“Trata de Blancas”, 14 de febrero de 1913, CADN, Veracruz, Trata de Blancas,
V>>ÊÓÈ°Ê


«Õ«>ÃÊ«>}>L>Ê>ÊiÀ>ÀÊÃÕÊìÀiVÊ>ÊiiÀViÀ]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊjÃÌiÊ
ÃiÊÛi>Ê>iÌ>`Ê«ÀÊ>ÃÊVÕÌ>ÃÊµÕi]ÊiÊ>}ÕÃÊV>ÃÃ]ÊL>ÊiÊ
>ÃViÃ°Ê-ÊLiÊiÊÀ}iÌ>ÊÃiÊÌiÀ>L>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV]Ê>L>Ê
restricciones para las personas que facilitaban la incorporación
ìÊÕiÀiÃÊ>ÊiÃÌiÊÕ`°Ê Ê}LiÀÊÃiÊ«À«>ÊÌ>ÀÊ>Êi-
ÌÀ>`>Ê>Ê«>ÃÊÞÊ«iÀÃi}ÕÀÊìÊwVÊ>ÊµÕiiÃÊÃiÊVÕ«>L>ÊìÊÌÀ?-
wVÊìÊÕiÀiÃ°Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊ>ÀÌ>Ã]Ê«V>V>Ã]ÊÕV«>-
iÃÊ ÞÊ Õ`V>iÃÊ Ìi>Ê >Ê L}>VÊ ìÊ «ÀiÃÌ>ÀÊ >ÞÕ`>Ê ÃÊ iÀ>Ê
requeridas por la comuna y las asociaciones designadas.35
Ê jÝV]Ê >ÃÊ ÕiÀiÃÊ µÕiÊ iiÀV>Ê >Ê «ÀÃÌÌÕVÊ Ê ÃiÊ
LÀ>L>Ê ìÊ >ÃÊ iviÀi`>ìÃÊ ÃiÝÕ>iÃ°Ê ÕÀ>ÌiÊ ÃÊ >ÃÊ ìÊ
*ÀwÀ>ÌÊÞÊ>Ê,iÛÕV]Ê>ÃÊ}À>ìÃÊV>«>>ÃÊìÊÃ>Õ`Ê«ÖL-
V>ÊÃiÊÀi>â>L>ÊìÃìÊÕ>Ê«iÀÃ«iVÌÛ>ÊViÌwV>]Ê«iÀÊ>ÃÊV-
cepciones que las animaban estaban inmersas en una visión
j`V>]ÊÃV>ÊÞÊÀ>°Ê-iÊVV>Ê>ÊvÕiÀÌiÊÛVÕ>VÊìÊÃÊ
padecimientos venéreos con la tuberculosis. Diego Armus, en su
>}wVÊLÀÊ La ciudad impura, ofrece una visión del triste
camino de “costureritas y milonguitas” que dieron un mal paso
para conseguir un ascenso rápido, donde en el imaginario litera-
ÀÊ>ÊÕiÀÊiÀ>Ê>ÊiviÀ>Ê«ÀÊiÝViiV>]Ê>ÊÊµÕiÊÃiÊiÊ>Õ>L>Ê
el vicio.36
A lo largo del siglo XX, y después de dos guerras mundiales,
iÊ ÌÀ?wVÊ ìÊ «iÀÃ>ÃÊ ìÊ ÃiÝÊ viiÊ VÌÕÊ }iiÀ>`Ê
ÛVÌ>Ã]Ê«ÀV«>iÌiÊÕiÀiÃÊiÕÀ«i>ÃÊµÕiÊÕ>ÊìÊ>LÀiÊ
y del horror provocados por las mencionadas conflagraciones y
µÕiÊÃiÊVÛiÀÌ>ÊiÊ«ÀiÃ>Êv?VÊìÊÃÊÌÀ>wV>ÌiÃ°ÊiÊ>VÕiÀ`Ê
VÊ>ÊÕÞ]ÊiÊÀ}iÌ>ÊiÊ«ÀLi>Ê>`µÕÀ>ÊÛiiÃÊ>>À-
mantes provocados más por el escándalo que por la cantidad de
involucradas.
>ÃÊÕiÀiÃÊiÕÀ«i>ÃÊ«L>ÀÊÃÊLÕÀìiÃÊìÊ ÕiÃÊ-
ÀiÃÊ `ÕÀ>ÌiÊ iÊ «iÀ`Ê VÕ>ÌiÊ ìÊ >Ê i}À>VÊ ìÊ 6iÊ
Continente, es decir, entre 1870 y la Primera Guerra Mundial. Si
ÃiÊÌiiÊiÊVÕiÌ>Ê>ÊVvÀ>ÊÌÌ>ÊìÊÕiÀiÃÊ}À>ÌiÃÊiÊ>ÊVÕ-
35
Boletín Oficial Argentino, 4 de octubre de 1913, CADN, Buenos Aires (Em-
bajada), £nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê`ÃÃiÀÊÓÇn°
36
Diego Armus, La ciudad impura. Salud, tuberculosis y cultura en Buenos
Aires, 1870-1950, Buenos Aires, Edhasa, 2007, p. 107-135.


`>`]ÊÃiÊ«ÕiìÊ>`ÛiÀÌÀÊµÕiÊjÃÌ>ÃÊVÃÌÌÕ>ÊÕ>Ê«iµÕi>Êp>Õ-
µÕiÊ«iÀÌÕÀL>`À>pÊÀ>°Ê-ÕÊ>V>`>`ÊÃiÊVÛÀÌÊiÊÕÊ
Ìi>Ê«ÀµÕiÊ>ÊiÞÊÕV«>ÊiÃÊ«iÀÌ>ÊÌÀ>L>>ÀÊÃÊÃÊÃiÊÀi-
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`ÃÌV>ÃÊLÌi`>ÃÊìÊÃÊÀi}ÃÌÀÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊ«À«ÀVÊ
los “hechos” y los “testimonios” utilizados para promover histo-
rias sobre la trata de blancas.37 En 1889, El Havre era uno de los
«ÕiÀÌÃÊ?ÃÊÕÌâ>`ÃÊ«>À>ÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃÆÊ>ÌÀ>V>L>Ê>Ê
numerosos barcos norteamericanos. En su primera página, los
estatutos reformados de la Asociación Nacional Argentina contra
la Trata de Blancas de 1904-190538 caracterizaban el problema
ìÊ>ÊÃ}ÕiÌiÊ>iÀ>\ÊºÃÊÌÀ>wV>ÌiÃÊvÀ>Êi}iÃ]ÊÞÊiÃÌ?Ê
diseminados y perfectamente organizados en todo el mundo ci-
Ûâ>`°Ê
ÕiÌ>ÊVÊ>}iÌiÃÊÛ>iÀÃ]Ê>}iÌiÃÊV>iÃ]ÊL>µÕi-
ÀÃÊÞÊwV>ÃÊiÊ>ÃÊVÕ`>ìÃÊ«ÀV«>iÃ]ÊµÕiÊÃÊÛiÀ`>ìÀÃÊ
ViÌÀÃÊìÊ«ÀÌ>VÊÞÊiÝ«ÀÌ>VÊìÊÛiiÃ]ÊµÕiÊV«À>Ê
y venden para dedicarlas a la prostitución”.39 En 1920, en Buenos
ÀiÃÊ>L>Ê>Àiì`ÀÊìÊÓxäÊiLÀÃÊìÊ>Ê>w>ÊìÊÌÀ>wV>ÌiÃÊ
de origen francés.40Ê ÊiÃiÊÃÊ>]Ê>Ê}>ÊìÊ>ÃÊ >ViÃÊ
comprobó que los franceses estaban enganchados de manera sis-
Ìi?ÌV>Ê>ÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ°41
Un informe de 1904 del Comité Nacional Francés declaraba
que las muchachas provenientes de Francia eran las preferidas
en los harenes. Sin embargo, investigaciones posteriores revela-
ron que no sólo ellas estaban bien cotizadas. Los franceses ma-
i>L>ÊÕ>ÊìÊ>ÃÊ>ÞÀiÃÊÀiìÃÊÀ}>â>`>ÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕV°Ê
/>ÌÊiÊÀ}iÌ>ÊVÊiÊjÝV]Ê>Ê}À>VÊìÊÕiÀiÃÊÃiÊ
observaba con cierta sospecha: “el racismo, el nacionalismo, [y]
la intolerancia religiosa”42Ê>L>Ê>ÕiÌ>`Ê>ÃÊÌiÃiÃÊÞÊ>Ê
`ÃVÕÃÊÃLÀiÊiÊìÃÌÊviiÊÌi>Ê«ÀvÕ`>ÃÊVÌ>V-
Donna J. Guy, El sexo peligroso..., p. 19.

37
Tercera Memoria de la Asociación Nacional Argentina contra la Trata

38
de Blancas, 1904-1905, Buenos Aires, 1906, CADN, Buenos Aires (Embajada),

£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê`ÃÃiÀÊÓÇn°Ê
39
Idem.
40
41
Idem.
42


nes morales. A partir del siglo XX, en Buenos Aires se dio un

cambio en la sensibilidad hacia el comercio sexual: las grandes
À>`>ÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊìÃ>«>ÀiViÀÊÞÊiÊwVÊÃiÊiiÀVÊiÊ
ÛÛi`>ÃÊìÊÌÀiÃÊÕiÀiÃ°ÊiÊiÃÌ>ÊvÀ>ÊÃiÊ>viÃÌ>L>Ê>ÊVÀÃÃÊ
europea de las casas de tolerancia.43 En las primeras décadas de
este mismo siglo, México mostraba otro panorama: los burdeles
al estilo de la anterior centuria permanecieron y tuvieron gran
actividad.
>Êi}>`>ÊìÊÌÀ>wV>ÌiÃÊvÀ>ViÃiÃÊ>ÊÃÊ«ÕiÀÌÃÊìÊ ÕiÃÊ
ÀiÃÊÞÊ6iÀ>VÀÕâÊ«>ÀiV>ÊÃiÀÊVÃÌ>Ìi°Ê ÊiÃÌiÊÖÌÊÕ}>À]ÊiÊ
consulado francés indagó sobre los “sostenedores” Gowe o Gor-
vé Luis y su amante Gabrielle, quienes explotaban una casa de
tolerancia. El diplomático francés informó a su homólogo en
México que dos muchachas sumisas, inscritas en el registro, de-
>L>Ê>ÊVÕ`>`Ê>V«>>`>ÃÊ«ÀÊLÀiÃÊµÕiÊLiÊ«`>ÊÃiÀÊ
los buscados Gowe o Gorvé y Albert Maurice Trenchant, origina-
ÀÊìÊ*>ÀÃÊÞÊÌÀ>wV>ÌiÊìÊL>V>ÃÊ«ÀviÃ>°Ê"LÌiiÀÊvÀ>-
VÊÃLÀiÊiÊ«>À>ìÀÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊÃÊÃÃÌii`ÀiÃÊÊiÀ>Ê
Ì>Ài>Êv?V°Ê ÊiÃiÊÕ`ÊÃiÊVÃÌÀÕ>ÊÃ`>À`>ìÃÊµÕiÊ>V>Ê
«ÃLiÊÛ>ÀÊ>ÊÃiVÀiV>]Ê>}ÊµÕiÊ>Ê«V>ÊÊ}À>L>]Ê«ÕiÃÊ
conocemos sus diferentes acciones para mantener un mundo de
ÌiÀ>V>ÊiÊ6iÀ>VÀÕâ°ÊÃ]ÊiÊVÃÕÊvÀÊÊÃ}ÕiÌiÊ>ÊÃÕÊ
par en la ciudad de México:

ÊÃÕÊiÝViiV>ÊÊÃ>Li]ÊiÃÊÕÞÊ`vVÊ>ViÀÊ>L>ÀÊ>Ê>Ê}iÌiÊ
que pertenece a este mundo especial. Sobre todo cuando se trata
de obtener informaciones sobre individuos que son sus amigos y
µÕiÊÀi>â>ÊViÀVÊVÌ°Ê>Ê«V>ÊiÃ«iV>Ê«`À>Ê`>ÀÊ`>ÌÃÊ
«iÀ]ÊVÊÊiÃVÀL>Ê>ÌiÃ]Ê>Ê«V>ÊiÃÌ?ÊÕÞÊ>ÊiÊ6iÀ>VÀÕâ°
Mi impresión es que Gorvé y Trenchant son dos individuos di-
ferentes que se casaron con dos hermanas.
Lo que parece cierto es que los dos se ligan a la trata de blancas.44
,i>L>]Ê«ÕiÃ]Ê>ÊVvÕÃ]ÊÞ>ÊµÕiÊÊÃiÊÃ>L>ÊVÊViÀÌiâ>Ê
quién era quién en el mundo de la prostitución. El cónsul criticaba
iÊ«>«iÊìÊ>Ê«V>ÊìÊ6iÀ>VÀÕâÊ«ÀµÕiÊjÃÌ>ÊÊiÛ>L>ÊÕÊÀi-
43
44
Idem.


}ÃÌÀÊ«ÀiVÃÊìÊµÕiiÃÊ«iÀÌiiV>Ê>Ê`VÊ>LiÌi°Ê>Ê-
ÌiÀÛiVÊìÊ`«?ÌVÊvÕiÊ`ÀiVÌ>\ÊÛÌÊ>ÊÃiÀÊÀÛjÊ>Ê
ir al Consulado, aunque fue Trenchant quien se presentó en su
Õ}>ÀÊÃi>>`ÊµÕiÊÀÛjÊÃiÊiVÌÀ>L>ÊiÊ ÃÌ>`ÃÊ1`Ã°Ê
Ê £ÎÊ ìÊ ÕÊ ìÊ ££Î]Ê iÊ Ài«ÀiÃiÌ>ÌiÊ `«?ÌVÊ ÃVÌÊ
informes a las autoridades del puerto sobre un hombre llama-
do X y apodado Papillon, quien se dedicaba a la trata de blancas
iÊ6iÀ>VÀÕâ°Ê>Ê«V>ÊvÀÊµÕiÊ`VÊ`Û`ÕÊÊÃiÊ>>-
L>ÊiÊiÊ«ÕiÀÌÊÞÊµÕiÊÃiÊìÃVV>ÊÃÕÊ«>À>ìÀ°45Ê>L>Ê`wVÕ-
Ì>ìÃÊ«>À>ÊÕLV>ÀÊ>ÊiÃÌÃÊ«iÀÃ>iÃÊÊÃÊ«ÀµÕiÊÃiÊÛ>Ê
VÊÀ>«ìâÊÞÊ«ÀµÕiÊÃiÊìÃVV>ÊiÊi`ÊiÊiÊµÕiÊÌÀ>L>>L>]Ê
ÃÊÌ>LjÊ«ÀµÕiÊ>Ê«V>ÊÃiÊÀiÃiÀÛ>L>ÊVÕV>ÀÊÃÕÃÊ-
bres y su paradero.
ÊVÃÕÊvÀ>VjÃÊiÊ ÕiÃÊÀiÃÊÃiÊ`À}Ê>ÊiL>>`ÀÊ
«>À>Ê`>ÀiÊ>ÊVViÀÊiÊvÀiÊìÊiviÊìÊ«V>]ÊiÊiÊVÕ>ÊÃiÊ
asentaba que nadie estaba autorizado a dirigir casas de prostitu-
VÊÞÊµÕiÊµÕiiÃÊÊ>L>ÊiVÊ>L>ÊÃ`ÊiÝ«ÕÃ>`ÃÊìÊ
«>ÃÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>ÊiÞÊìÊ££ÎÊµÕiÊ>ÃÊÊiÃÌ«Õ>L>°Ê>ÊÃÌ>Ê
VÊÃÊLÀiÃÊìÊiÃÌÃÊ«iÀÃ>iÃÊÃÊ«À«ÀV>ÊÕ>Êì>Ê
ìÊ>Ê«ÀÌ>V>ÊìÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ°Ê-iÊÌÀ>Ì>ÊìÊÎ£ÊLÀiÃÊ
>V`ÃÊiÌÀiÊ£nÇÓÊÞÊ£nnnÊpiÃÊìVÀ]ÊìÊiÌÀiÊÓxÊÞÊ{£Ê>ÃÊìÊ
i`>`pÊÞÊ«ÀÛiiÌiÃÊÃLÀiÊÌ`ÊìÊ*>ÀÃ]Ê >ÌiÃÊÞÊ>ÀÃi>°46
ÃÌ>ÊvÀ>VÊÊ«V>Ê>Ê>ÕÃiV>ÊìÊÌÀ?wV°
El 31 de mayo de 1913, el cónsul de Francia en Rosario envió
Õ>ÊÃÛ>Ê>ÊÃÌÀÊìÊÃÕÊ«>ÃÊiÊÀ}iÌ>ÊvÀ?ìÊµÕiÊ
ÃÕÊ>}iÌiÊVÃÕ>ÀÊiÊ,iÃÃÌiV>]Ê
>V]ÊiÊ>L>ÊVÕV>`Ê
µÕiÊÕÊ`Û`ÕÊìÊ>V>`>`ÊvÀ>ViÃ>ÊµÕiÊÃiÊ>V>Ê>>ÀÊ
Joseph Polidon —nombre aparentemente falso— se dedicaba a
ese tipo de comercio. Además, hizo llegar a ese funcionario una
lista de personas poco recomendables.47Ê ÊÓÎÊìÊÕÊìÊiÃiÊ
45
Idem.
46
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÛViVÃÕÊvÀ>VjÃÊiÊ ÕiÃÊÀiÃÊ>ÊiL>>`ÀÊvÀ>VjÃ]Êi-
viándole la lista de sostenedores expulsados de Argentina en meses anteriores,
4 de mayo de 1913, CADN, Buenos Aires (Embajada)]Ê£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê
dossier 278.
47
Ê
>ÀÌ>ÊìÊ>}iÌiÊVÃÕ>ÀÊiÊ,Ã>ÀÊ`À}`>Ê>ÊÃÌÀÊìÊ>Ê,i«ÖL-
ca francesa en Argentina, 31 de mayo de 1913, CADN, Buenos Aires (Embajada),


ÃÊ>]ÊiÊVÃÕÊìÊÀ>V>ÊiÊ
À`L>ÊÃiÊ`À}Ê>ÊiÀÊ
Jullemier, enviado extraordinario y ministro plenipotenciario
de esa nación en Argentina, para remitirle una lista de los encar-
gados de casas de tolerancia de nacionalidad francesa. A través
ìÊ
ÃÕ>`ÊÃiÊÀi>âÊÕ>ÊV>«>>Ê«>À>ÊÌiÀ>ÀÊVÊiÃÌ>Ê
situación en las ciudades de Córdoba y Tucumán. La lista pro-
Ûi`>Ê«ÀÊiÃ>ÊÀi«ÀiÃiÌ>VÊÀiÛi>ÊµÕiÊÃiÊÌÀ>ÌÊìÊÕÊ«ÀLi>Ê
µÕiÊi}Ê>ÊÃÕÊw°Ê ÊVÃÕÊÀi«À`ÕÊÕÊ«>Ã>iÊìÊÕ>ÊV>ÀÌ>Ê
recibida de Tucumán que muestra la situación:
>ViÊ>}ÕÃÊiÃiÃÊiÃÃÊ«iÀÃ>iÃÊiÀ>ÊÕÞÊÕiÀÃÃÊÞÊÃiÊiÃÊ
Ûi>ÊiÊ}ÀÕ«ÃÊìÊVVÊÊÃiÃÊiÊÃÊV>vjÃÊÊÕ}>ÀiÃÊìÊL>V°Ê
iÃ«ÕjÃÊìÊ«iÀÃÊìÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>Ê«V>]ÊL>ÊÃÕÃÊÃÌÀÕV-
ciones, he llegado a librar a Tucumán de esta gente, algunos partie-
ron para Buenos Aires, otros para los Estados Unidos y Europa.
Después de cierto tiempo dos o tres retornaron. Pero mal les fue,
pues fueron deportados a Ushuaia, como lo indica el recorte de
periódico del Diario del Norte del 12 de mayo de 1913.48
*ÀÊÃÕÊ>`]ÊiÊ
ÃÕ>`ÊìÊÀ>V>ÊiÊ >>Ê >V>ÊvÀÊ
acerca de una encuesta sobre la verdadera identidad de los en-
cargados de las casas de tolerancia. En esa circunscripción con-
ÃÕ>À]Ê}ÖÊvÀ>VjÃÊiiÀV>ÊiÃ>ÊÌ>Ài>]Ê>ÊVÕ>ÊÃiÊiVÌÀ>L>ÊiÊ
manos alemanas.49 A su vez, el encargado del Consulado de
À>V>ÊiÊ,Ã>ÀÊiÛÊÕÊvÀiÊ>ÊÃiÀÊÕiiÀÊÃLÀiÊiÊ
ÃÊ Ìi>°Ê iÊ >VÕiÀ`Ê VÊ >Ê «V>Ê ìÊ iÃÌiÊ Õ}>À]Ê }ÖÊ
hombre se ubicó a la cabeza de este tipo de negocio. El informe
da a conocer que trece casas se hallaban en poder de franceses:
dos en Corrientes, una en San Cristóbal y dos en Santa Fe. En
iÃÌ>ÊÖÌ>ÊV>`>`]Ê>}Õ>ÃÊ«>Ài>ÃÊÃiÊiV>À}>L>ÊìÊiÃ>Ê>VÌ-
48
Ê
>ÀÌ>ÊìÊVÃÕÊvÀ>VjÃÊiÊ
À`L>]Ê>ÊÃiÀÊiÀÊÕiiÀ]ÊiÛ>`Ê
iÝÌÀ>À`>ÀÊÞÊÃÌÀÊ«i«ÌiV>ÀÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊvÀ>ViÃ>ÊiÊÀ}i-
tina, informándole del problema de los encargados franceses de casas de tole-
À>V>ÊiÊiÃ>Êâ>ÊìÊ«>Ã]ÊÓÎÊìÊÕÊìÊ££Î]ÊCADN, Buenos Aires (Embajada),
49
Ê
>ÀÌ>ÊìÊiV>À}>`ÊìÊ
ÃÕ>`ÊvÀ>VjÃÊiÊ >>Ê >V>]Ê>ÊÃiÀÊ
iÀÞÊÕiiÀ]ÊÃÌÀÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊvÀ>ViÃ>ÊiÊÀ}iÌ>]Ê ÕiÃÊÀiÃ]Ê
23 de abril de 1913, CADN, Buenos Aires (Embajada), £nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê
dossier 278.


vidad: Clery de Chaçay estaba ligada maritalmente a un hombre

nacido en Francia, mientras que Lucienne Delarac era esposa de

jÃ>ÀÊÀÌi]ÊÕÊÌ>>ÊìÌi`ÊiÊ*>ÀÃÊ«ÀÊ>LiÀÊÌiÌ>`Ê
iL>ÀV>ÀÊiÀiÃ°Ê/>LjÊÃiÊ Ãi>Ê µÕiÊ iÊ >Ê V>`>`Ê ìÊ

Vi«VÊìÊ1ÀÕ}Õ>ÞÊÊiÝÃÌ>ÊiV>À}>`ÃÊvÀ>ViÃiÃ°50
>ÃÊ`}iV>ÃÊìÊ}LiÀÊvÀ>VjÃÊ«>À>ÊÕLV>ÀÊ>ÊÃÊÌÀ>w-
V>ÌiÃÊ«>ÀiV>ÊÃiÀÊVÃÌ>ÌiÃ°Ê ÊÃÌiÀÊìÊÃÕÌÃÊ ÝÌÀ>-
iÀÃÊ`Ê>ÊVViÀÊ>ÊÃÌÀÊìÊÀ>V>ÊiÊ ÕiÃÊÀiÃÊµÕiÊ
un individuo llamado Lambel —también Daroux y Charlot des
>iÃp]Ê>V`ÊiÊxÊìÊviLÀiÀÊìÊ£n£ÊiÊ*>ÀÃÊÞÊÃÃ«iVÃÊ
ìÊì`V>ÀÃiÊ>Ê>ÊÌÀ>Ì>ÊìÊL>V>Ã]ÊÃiÊ>L>Ê`À}`Ê>Ê«ÕiÀÌÊ
L>iÀiÃi°ÊÊ«>ÀiViÀ]ÊiÃÌiÊ`Û`ÕÊ>L>ÊÌi`ÊjÝÌÊiÊiÊ
iÛÊ ìÊ ÛiVÌ>ÃÊ iÀiÃÊ ìÊ i`>`Ê >Ê V>Ã>ÃÊ ìÊ ÌiÀ>V>]Ê >Ê
quienes embarcaba en Génova y Barcelona para desviar la aten-
ción. Se solicitó entonces informar a las autoridades argentinas
del hecho.51 Asimismo, en 1912 se dio a conocer que el hombre
>>`ÊiÛÞÊ->ÕiÊÊ-ÕÌÊ}iÊ>L>ÊV>`Ê>ÊÃ>Ê
trayectoria el 12 de mayo de 1912.52Ê ÃÌiÊÃÕiÌÊiÀ>Ê>ÞÕ`>`Ê«ÀÊ
ÃÕÊiÀ>ÊiÛÞÊLiÀÌ]ÊìÊÓxÊ>ÃÊìÊi`>`ÊÞÊÀ}>ÀÊìÊ"À>]Ê
quien adoptó el nombre de Chambly Albert.53 En 1909, se denun-
ció que en el vapor Santa Elena se trasladaban a dicha capital 20
ÛiiÃ]Ê>}Õ>ÃÊìÊ>V>`>`ÊvÀ>ViÃ>°Ê-iÊÃÃ«iVÊµÕiÊÃÊ
ÌÀ>wV>ÌiÃÊiÀ>ÊÀÌâÊ`]Ê/iÊ`]Ê>ÀL]ÊiÀÃViÊÞÊ->Ài°54
50
Lista proporcionada por la representación consular de Rosario, al mi-
nistro plenipotenciario, 1913, CADN, Buenos Aires (Embajada), 1888-1925, ar-
ÌVÕÊÈn Ã]Ê`ÃÃiÀÊÓÇn°Ê
51
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÃÌiÀÊìÊÃÕÌÃÊ ÝÌÀ>iÀÃÊ>ÊÃÌÀÊvÀ>VjÃÊiÊ Õi-
nos Aires, informándole del embarque rumbo a Buenos Aires de un tratante de
blancas, 19 de abril de 1913, CADN, Buenos Aires (Embajada),Ê£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕ-
lo 68-Bis, dossier 278.
52
ÊÃÛ>ÊìÊÃÌiÀÊìÊ,i>ViÃÊ ÝÌiÀÀiÃÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊÀ}i-
tina, dirigida al encargado de negocios de Francia, informando del embarque
de Levy Samuel, desde Marsella, individuo dedicado a la trata de blancas,
21 de agosto de 1912, CADN, Buenos Aires (Embajada)]Ê£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn
Bis, dossier 278.
53
Idem.
54
Carta del Ministerio de Relaciones Exteriores Argentino, al encargado
ìÊi}VÃÊìÊÀ>V>]Ê>}À>ìViÊiÊ>ÛÃÊìÊÌ>ÊiÛ]Ê ÕiÃÊÀiÃ]ÊÓÓÊìÊ
enero de 1910, CADN, Buenos Aires (Embajada)]Ê £nnn£Óx]Ê >ÀÌVÕÊ Èn Ã]Ê
dossier 278.


Estos datos se obtuvieron gracias a la intervención de la Jewish

Association for the Protection of Girls and Women, que se comu-
nicó con el senador y presidente de la Sociedad para la Represión
de la Trata de Blancas, M. Bérenger, para darle a conocer el alar-
mante hecho.55
¿Gritos inaudibles?
De manera repetida, en diferentes registros de prostitutas mexi-

V>>ÃÊiVÌÀ>ÃÊÕiÀiÃÊvÀ>ViÃ>ÃÊiiÀVi`Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°Ê
,iÃÕÌ>Ê `vVÊ Ã>LiÀÊ ÃÊ iÃÌ>ÃÊ ÕiÀiÃÊ µÕiÊ >ÀÀL>ÀÊ >Ê «ÕiÀÌÊ
iÝV>ÊÞÊÃiÊì`V>ÀÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÌi>ÊÞ>ÊiÃiÊìÃÌÊ
iÊ iÌiÊ >Ê «>i>ÀÊ iÊ Û>i°Ê -Ê ÌiiÃÊ VViÌÊ ìÊ ÃÊ
intentos de varias de ellas de salir de ese mundo donde estaban
atrapadas. A través de esporádicas misivas, nos apropiamos de
las angustias del secuestro y de ese deseo de retorno para restau-
À>ÀÊÕ>ÊÛ`>Ê«iÀ``>°Ê>Ê«V>ÊÌi>Ê>ÊV>«>V`>`Ê«>À>ÊÀiÃÛiÀÊ
iÊ«ÀLi>°Ê*ÀÊ>Êi`>`ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>ÊÃÌÕ>VÊ«>ÀiV>ÊÊ
ì>ÀÊÕ}>ÀÊ>Ê`Õ`>Ã\Ê>ÊiÃ«iÀ>â>ÊÃiÊÃÌÕ>L>ÊiÊiÊVÃÕÊÊiÊÃÊ
representantes migratorios.
El 28 de noviembre de 1911, la menor Marie Roux dirigió una
carta al ministro de la legación francesa, monsieur Lefaivre, en
>ÊVÕ>ÊÃi>>L>ÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊ>}ÃÌÊìÊÃÊ>]ÊVÕ>`ÊÌÀ>-
L>>L>ÊVÊiV>À}>`>ÊìÊÛÃÊiÊÕÊV>vjÊìÊ
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µÕiÊ«ÀiÀÊ«>ÀÌÊ>ÊV>«Ê«ÀÊÃiÃÊ`>ÃÊÞÊÕi}ÊÃiÊÌÀ>Ã>`Ê
a Saint-Nazaire para embarcarse con rumbo a México en el bote
iÊ
>«>}i°ÊÃÃ]ÊÃÃÌi>ÊµÕiÊ>LÃÊÛ>>ÀÊÕÌâ>-
do los nombres de monsieur y madame Landon y que, al llegar
a Veracruz, fue presentada a la francesa Rosa Lefèvre, quien a
ÃÊÌÀiÃÊ`>ÃÊìÊVViÀ>ÊiÊ«À«uso que se dedicara a la prosti-
tución, prometiéndole satisfacer sus necesidades de dinero y de
55
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÃÌiÀÊìÊÃÕÌÃÊ ÝÌÀ>iÀÃÊìÊÀ>V>]Ê`À}`>Ê>Ê-
ÃÌÀÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊvÀ>ViÃ>ÊiÊ ÕiÃÊÀiÃ]Ê£ÈÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£ä]ÊCADN,
Buenos Aires (Embajada),Ê£nnn£Óx]Ê>ÀÌVÕÊÈn Ã]Ê`ÃÃiÀÊÓÇn°


regalos. Continuaba su testimonio argumentando que no le que-

`Ê?ÃÊµÕiÊ«ÀÃÌÌÕÀÃi]Ê«ÕiÃÊV>ÀiV>ÊìÊ«ÀÌiVV]Ê«iÀÊµÕi]Ê
una vez recuperada después de haberse enfermado, huyó. Rela-
taba que un agente policial la encontró y le preguntó si deseaba
ÛÛiÀÊ>ÊwV]Ê>ÊÊµÕiÊi>ÊÀiÃ«`ÊµÕiÊ]ÊµÕiÊµÕiÀ>ÊÃiÀÊ
repatriada.56 Historias como ésa se repitieron, y las representa-
ViÃÊ`«?ÌV>ÃÊÃ>L>ÊìÊi>Ã°Ê ÊjÝVÊÊ«>ÀiV>ÊiÝÃÌÀÊ
en ese momento alguna asociación que pudiera proteger a mu-
iÀiÃÊVÊ>ÀiÊ,ÕÝ]ÊVÕÞÊV>ÃÊiÀ>ÊÃ>ÀÊ>ÊìÊÕViÊiLÀÕ]Ê
µÕiÊ>ÃÊÌ>LjÊ«À>L>\
14 de febrero de 1913
-iÀÊiviÊìÊ}À>V\
6iÃÊ>Ê«À>ÀiÊÕiÃÌÀ>Êì>`>ÊìÊLiÀÌ>`ÊÃÃÊ`ÃÊ>ÃÊ
iÃ®ÊÞÊÊÌiiÃÊ?ÃÊµÕiÊ£Ê>ÃÊÞÊÃÊÌ«ÃÊµÕiÊÃÊÃiVÕiÃ-
traron donde no podemos huir, yo me llamo Lucie Lebrun y no soy
ÞÊÊLÀiÊiÃÊ-Õâ>iÊµÕiÀ]ÊÞÊÌi}Ê£Ê>ÃÊÞÊ>Ê«iµÕi>ÊµÕiÊ
iÃÌ?ÊV}ÊÌiiÊ£ÇÊ>ÃÊÞÊìÃìÊ>ViÊÕÊiÃÊi>ÊiÃÌ?ÊiviÀ>Ê
ÞÊiÃ>ÊÕiÀÊµÕiÊiÊÛi`Ê«ÀµÕiÊÞÊÊ«Õi`ÊVÕÃÊÀÊ>Ê>ÀÊÊ
LiÊLÕÃV>ÀÊÃÊVÃ>Ã]ÊÃiÀÊ>}>ÊÌ`ÊÊ«ÃLiÊ«ÀÊ>ViÀÃÊ
salir y repatriarnos.
En espera de verlo.
Reciba mi agradecimiento.
1>ÊìÃ}À>V>`>ÊµÕiÊÀ>ÊÌ`ÃÊÃÊ`>Ã°
Lucie Lebrun57
Ê«>ÀiViÀ]ÊiÃÌ>ÊÃÌÕ>VÊÊiÀ>ÊÌ>ÊiÝÌÀ>>°Ê ÊiÊiÝ«iì-
te aparece también el caso de una muchacha secuestrada que
ÃiÀ>ÊLiÀ>`>Ê«ÀÊ>Ê«V>°ÊÃÊVÃÕiÃÊìÊÀ>V>ÊiÊ6iÀ>VÀÕâÊ
y en la ciudad de México intervinieron para que la repatriación
se efectuara. Sin embargo, las medidas tomadas no parecen ha-
ber tenido éxito. Las escasas cartas de las secuestradas nos dan
Carta de Marie Roux al ministro Lefaivre, México, 28 de noviembre de

56
1911, CADN, Controlles de Chancellerie, primer semestre de 1911.

57
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÕViÊiLÀÕÊ>ÊiviÊìÊ}À>V]Ê6iÀ>VÀÕâ]Ê£{ÊìÊviLÀiÀÊìÊ
1913, CADN, Trata de Blancas, Veracruz, exp. 26.


Õ>Êì>ÊìÊ`vVÊV>ÊµÕiÊÌÀ>ÃÌ>L>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕi]Ê«ÀÊ
ÛÕÌ>`Ê«À«>ÊÊ«ÀÊi}>Ã]ÊVÀÕâ>L>ÊiÊVj>ÊÌ?ÌVÊÞÊ
entraban en el mundo de la prostitución. Francine Junet, a quien
llamaban Paulette, lanzó un grito doloroso a través de una carta
que hizo llegar al Consulado de Francia en México. En ella, soli-
VÌ>L>ÊÃiÀÊLiÀ>`>ÊìÊÞÕ}ÊìÊÕÊLÀiÊµÕiÊ>Ê>L>ÊÌÀ>Ã>`>-
`Ê>Ê>ÊVÕ`>`ÊìÊ6iÀ>VÀÕâ°Ê-i>>L>ÊµÕiÊjÃÌiÊÛÛ>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌ-
ÌÕVÊÞÊ«ÀiÌi`>ÊµÕiÊi>ÊÃiÊÃÌ>>À>ÊiÊ>ÊV>Ã>ÊìÊÃÕÊÕiÀ°Ê

iÌ>L>Ê µÕiÊ Ìi>Ê £ÇÊ >ÃÊ ìÊ i`>`Ê ÞÊ µÕiÊ VÃÌ>ÌiiÌiÊ
ÀiVL>Ê}«iÃ°Ê*ÀÊi]ÊÃÕ«V>L>ÊµÕiÊÃiÊiÊ«ÀiÃÌ>À>Ê>ÌiVÊÞÊ
que la buscaran en el mencionado puerto, en la dirección Hidal-
go 18.58 El 19 de abril de 1913, el cónsul francés en la ciudad de
México envió a su similar en Veracruz una carta donde le encar-
gaba la seguridad de Francine, quien iba a ser conducida al puer-
ÌÊÞÊiL>ÀV>`>ÊiÊiÊLÌiÊ Ã«>>Ê«>À>ÊÃiÀÊÀi«>ÌÀ>`>Ê>ÊÀ>V>°59
Ê«ìÃÊ>wÀ>ÀÊµÕiÊiÊìÃiÊìÊÀiÌÀÊ>Þ>ÊÃ`ÊÊ?ÃÊ
frecuente, pues los casos encontrados son solamente una peque-
>ÊÕiÃÌÀ>°Ê ÊÃÕÊLÀÊLe Chemin de Buenos Aires, Albert Lon-
`ÀiÃÊ ÀiÃi>Ê >Ê ÃÌÀ>Ê ìÊ iÀ>iÊ ìÊ À>V>]Ê µÕiÊ «>ÀÌÊ
bruscamente de su casa para embarcarse rumbo a Buenos Aires.
>ÊVV>ÊiiÀV>ÊiÊwVÊL>ÊiÊLÀiÊìÊ>ìÃiiÊ,ÕLÃ°Ê
Sus padres lo sospecharon y le suplicaron que regresara, a lo que
i>ÊÀiÃ«`ÊµÕiÊiÀ>ÊºviâÊiÊ>ÊÃÌÕ>VÊiÊ>ÊµÕiÊÛÛQ>R»]Ê«ÀÊ
lo que les rogó que no se ocuparan más de ella, pues su deseo era
permanecer en el puerto y después abrir en Francia una boutique
para que su familia no sufriera más.60
Para concluir
Al estudiar la migración, encontramos innumerables cartas de

madres, padres y hermanos preocupados por el destino de sus
58
Ê
>ÀÌ>ÊìÊÀ>ViÊÕiÌÊ>Ê>ÊiL>>`>ÊvÀ>ViÃ>ÊiÊjÝV]ÊiÊ>ÊVÕ>Ê
solicita ser liberada de un hombre, 1913, CADN, Veracruz, exp. 26.
59
“Tratado de Blancas”, CADN, Veracruz, exp. 26.
60
Albert Londres, Le Chemin de Buenos Aires. (La traite des blanches)]Ê*>ÀÃ]Ê
Albin Michel, 1927, p. 145-155.


v>>ÀiÃÊÕiÀiÃ]Ê>ÊµÕiiÃÊÃÊ>ÃÊ«>ÃÃÊ«>ÀiV>Ê>ViV>À°Ê
ÊÌÀÊiÃÌÕ`ÊÃi>jÊiÊV>ÃÊìÊÕÊLÀiÊµÕiÊÃVÌÊ>Ê>Ê
ìÊÕ>ÊÃiÀÌ>ÊìÊ>ÃViìV>ÊvÀ>ViÃ>ÊÀiÃìÌiÊiÊjÝV]Ê
ante lo cual los hermanos de ésta, desde Francia, tomaron sus
precauciones y exigieron pruebas de las buenas intenciones del
aspirante antes de ceder. En ese momento presté especial aten-
VÊ>ÊiVÆÊ>À>]Ê>Ê>V>ÊÃiÃ}>ÊÊÌiÀ«ÀiÌ>V\ÊµÕâ?Ê
i>ÊiÀ>ÊÕ>ÊìÊ>ÃÊÌ>Ì>ÃÊÕiÀiÃÊµÕi]Ê>ÊÃ>Li`>ÃÊÊi}>>`>]Ê
entraba en el mundo de la prostitución. La historia de la prosti-
tución femenina estaba ligada a la migración y también a la an-
gustia sufrida por los parientes de quienes migraban y cuyo para-
dero o porvenir no era claro o cierto. A esto se sumaban las
«ÀiVÕ«>ViÃÊìÊ>ÃÊ>`ÀiÃÊµÕiÊÌi>Ê>ÃÊÃ>ÃÊiÊjÝV]Ê
>ÃÊVÕ>iÃÊ«Ãi>Ê>ÊV`VÊìÊÛÕìâ]Ê«ÕiÃÊÃiÊVÃìÀ>L>Ê
ìÃ>«>À>`>Ã°Ê ÃÌ>Ê«ÀiVÕ«>VÊÌi>ÊÕ>Ê>À}>ÊÃÌÀ>°Ê Ê
noviembre de 1863, la viuda Dussain partió hacia Francia. En abril
ìÊÃ}ÕiÌiÊ>]Ê>Ê>`ÀiÊ«Ài}ÕÌÊ«ÀÊÃÕÊ>ÊµÕiÊ>L>ÊÛ>-
>`ÊVÊ>ÀÌÃÌ>ÊìÊ>Ê/ÀÕ«iÊÀ>X>ÃiÊÞÊÀiÃ`>ÊiÊjÝV°Ê Ê
>L>ÊÌi`ÊÌV>ÃÊìÊi>ÊìÃìÊÃÕÊ«>ÀÌ`>ÊÞÊiÊ«ÀiVÕ«>L>ÊÃÕÊ
situación, ya que “[era] viuda y como consecuencia sola”. Por
ello, se dirigió al cónsul pidiéndole que comprendiera las zozo-
LÀ>ÃÊìÊÕ>Ê>`ÀiÊÞÊ>ÊiViÃ`>`ÊµÕiÊÌi>ÊìÊÃ>LiÀÊìÊi>°61
La lucha para combatir la trata de blancas ha sido larga y si-
nuosa. Las diferentes iniciativas tomadas en Europa y secundadas
«ÀÊÛ>ÀÃÊ«>ÃiÃÊÊÃiÊVÃÌÌÕÞiÀ]ÊÃÊÌ>À`>iÌi]ÊiÊiÞiÃÊ
ìÊ«ÀÌiVVÊVÌÀ>ÊiÊÌÀ?wVÊìÊÕiÀiÃ]Ê>ÃÊVÕ>iÃÊÃiÊiÝÌiìÀÊ
?ÃÊÌ>ÀìÊ>ÊÃÊÞÊ>ÊÌÀ>ÃÊ«iÀÃ>Ã°Ê>Ê>ÌiVÊ>Ê«ÀLi>ÊÃ}ÕÊ
diferentes ritmos en los espacios estudiados. Mientras en 1915 el Con-
greso de la Nación de Argentina aprobó y promulgó la Ley Contra
>Ê/À>Ì>ÊìÊ >V>Ã]ÊÊvÕiÊÃÊ>ÃÌ>Ê£În]ÊL>Ê>Ê«ÀiÃìV>ÊìÊ
Lázaro Cárdenas, que el Diario Oficial de la Federación de México,
iÊÃÕÊÖiÀÊìÊÓ£ÊìÊÕ]ÊVÃ}Ê>ÊÃÕÃVÀ«VÊ>Ê>VÕiÀ`ÊiÊ
el que se recapitulaban las diferentes iniciativas al respecto toma-
61
Carta de la madre de la viuda Dussain, para solicitar informaciones de
ÃÕÊ>ÊµÕiÊ«>ÀÌiÊVÊ>ÀÌÃÌ>ÊìÊ>Ê/ÀÕ«iÊÀ>X>Ãi]Ê>LÀÊìÊ£nÈ{]Ê CADN,
México, serie A, exp. A-12.


das desde 1898. El decreto promulgó la Convención Internacional

Ài>ÌÛ>Ê>Ê>Ê,i«ÀiÃÊìÊ>Ê/À>Ì>ÊìÊÕiÀiÃÊ>ÞÀiÃÊìÊ `>`ÊÞÊ
tomó en consideración las recomendaciones contenidas en el in-
vÀiÊ«ÀiÃiÌ>`Ê>Ê
ÃiÊìÊ>Ê-Vi`>`ÊìÊ >ViÃÊ«ÀÊ>Ê

ÃÊìÊ>Ê/À>Ì>ÊìÊÕiÀiÃÊÞÊ Ã]ÊµÕiÊV«iÌÊ>ÃÊVÛi-
ciones de las siguientes fechas: 18 de mayo de 1904, 4 de mayo de
££äÊÞÊÎäÊìÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£Ó£°Ê Ê iVÕÌÛÊiÝV>ÊÃiÊ>`ÀÊ
a tal convención, la cual primero fue sometida a la aprobación de
la Cámara de Senadores del Congreso de la Unión, que dio su apro-
L>VÊiÊÓnÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£ÎÇ]ÊÞÊìÃ«ÕjÃÊvÕiÊÀ>ÌwV>`>Ê«ÀÊiÊ
presidente Cárdenas el 29 de marzo de 1938.62Ê*ìÃÊVwÀ>ÀÊ
>ÃÊÃÊÀÌÃÊ`Ã«>ÀiÃÊVÊÃÊµÕiÊÃiÊ>Ìi`ÊiÊ«ÀLi>°ÊÊ«>ÀÌÀÊ
de la década de 1920 hubo en México un interés por la trata de
blancas desde una concepción doméstica, la cual mostraba una
preocupación práctica de las autoridades por perseguir a los tra-
Ì>ÌiÃÊµÕiÊ«ÀÊÌ`>ÃÊ«>ÀÌiÃÊìÊ«>ÃÊi}>>L>ÊÞÊi}>V>L>Ê
ÕiÀiÃÊ«>À>ÊµÕiÊiiÀViÀ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°
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BURDELES, PROSTITUCIÓN Y GÉNERO
A TRAVÉS DE LOS PROCESOS POR LENOCINIO
CIUDAD DE MÉXICO, DÉCADA DE 1940
PAMELA J. FUENTES
9ÀÊ1ÛiÀÃÌÞ
ÕÀ>ÌiÊ>ÃÊÖÌ>ÃÊ`jV>`>ÃÊìÊÃ}ÊXIX y las primeras del XX,

médicos y especialistas se dividieron en dos grupos para discutir
la pertinencia del sistema de reglamentación francés, instaurado
en México hacia 1865. Las leyes de dicho sistema ordenaban el
registro, la inspección médica y el internamiento —en caso de
ÃiÀÊiViÃ>ÀpÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÃÌÕÛiÀ>ÊVÌ>}>`>ÃÊìÊ>-
}ÖÊ>ÊÛijÀi°Ê Ê}À>Êi``>]Ê>ÊÀiÃ«Ã>L`>`Êi}>ÊÃLÀiÊ
el cumplimiento del reglamento por parte de las prostitutas re-
V>ÞÊiÊ>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>Ã]ÊV>Ã>ÃÊìÊ>Ã}>V]Ê
LÕÀìiÃÊÞÊ>VViÃÀ>ÃÊµÕiÊiÝÃÌ>ÊiÊ>ÊVÕ`>`]ÊÃ>ÃÊµÕiÊì-
L>Ê«>}>ÀÊVÌÀLÕViÃÊ>Ê ÃÌ>`°1 Con el paso del tiempo,
particularmente durante las décadas inmediatas a 1910, el voca-
bulario entre regulacionistas y abolicionistas cambió, pues se
incorporaron a las discusiones tanto la retórica revolucionaria
como las conclusiones dictadas por la Liga de Naciones, que
1
En torno a la instauración del sistema de reglamentación francés, cuyos
principios básicos eran registro, inspección y encierro, y de sus principales
VÃiVÕiV>ÃÊÃV>iÃÊiÊiÊjÝVÊìVV]ÊÛj>ÃiÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ
Becerra, La prostitución y su represión en la ciudad de México (siglo XIX). Prác-
ticas y representaciones]Ê >ÀVi>]Êi`Ã>]ÊÓääÓÆÊÝViÊi}>`ÊÀ`?]ÊMujeres
públicas bajo el Imperio. La prostitución en la ciudad de México durante el Im-
perio de Maximiliano, 1864-1867]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊV>V?]Ê Ê

i}ÊìÊV>V?]Ê£nÆÊ
ÀÃÌ>Ê,ÛiÀ>Ê>Àâ>]ÊThe Masters of the Streets.
Bodies, Power, and Modernity in Mexico, 1867-1930, tesis de doctorado en His-
ÌÀ>]ÊÕÃÌ]Ê1ÛiÀÃÌÞÊvÊÕÃÌ]Ê£xÆÊÞÊÀÌÕÀÊ}Õ>ÀÊ"V>]ÊLa foto-
grafía durante el Imperio de Maximiliano, México, Universidad Nacional Autó-
noma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas, 1996.


228 PAMELA J. FUENTES
durante el periodo de entreguerras concentró muchos de sus es-

fuerzos en la lucha contra la entonces llamada trata de blancas.2
Apoyados en este importante organismo internacional y en los
ì>iÃÊìÊ>Ê,iÛÕV]ÊÃÊ>LVÃÌ>ÃÊiÝV>ÃÊìwiÀÊ
ÃÊ>À}ÕiÌÃÊµÕiÊiÛiÌÕ>iÌiÊiÛ>À>Ê>Ê>Êi>VÊìÊÃÊ
reglamentos. A lo largo de la década, en los debates se mezclaron
los ecos del feminismo europeo, los derechos tanto individuales
como colectivos y el papel del Estado en el cumplimiento de esos
derechos. Además, aunque la lucha contra las enfermedades ve-
jÀi>ÃÊÃi}Õ>ÊÌii`ÊÕÊ«iÃÊ«ÀÌ>Ìi]Ê>ÊV>«>>ÊiÊVÌÀ>Ê
de la explotación de personas fue ganando terreno.3
De acuerdo con abolicionistas nacionales e internacionales, la
explotación sexual en los burdeles era la condición sine qua non
de la prostitución reglamentada, de tal manera que para combatir
iÊÌÀ?wVÊìÊ«iÀÃ>ÃÊiÀ>ÊiViÃ>ÀÊìÀ}>ÀÊÃÊÀi}>iÌÃÊÞÊ«iÀ-
Ãi}ÕÀÊ>ÊµÕiiÃÊÃiÊLiiwV>À>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>i>°ÊÃÃ-
]ÊÃiÊVÀÌVÊiÊ«>«iÊìÊ ÃÌ>`ÊVÊ«>ÀÌV«iÊìÊ>ÊiÝ«Ì>VÊ
ìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê*>À>ÊÃÊ>LVÃÌ>Ã]ÊiÊ«ÀLi>ÊÀ>`V>L>ÊiÊ
cómo estaba redactado el Código Penal, pues en 1931 éste sólo
contempló el castigo para las personas que “sin autorización” per-
VLiÀ>Ê>}ÖÊLiiwVÊìÊViÀVÊÃiÝÕ>Ê>i°Ê
ÊVÃi-
VÕiV>]ÊiÊ}LiÀÊÀi}ÃÌÀ>L>]ÊÛ}>L>ÊÞÊiViÀÀ>L>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
>ÊÃÊÌi«ÊµÕiÊÀiVL>ÊÃÊ«ÕiÃÌÃÊµÕiÊ>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊÃÊ
2
Ê1Ê>?ÃÃÊìÌ>>`ÊÃLÀiÊ>ÃÊ`ÃVÕÃiÃÊiÊÌÀÊ>ÊÌÀ?wVÊìÊ«iÀÃ-
nas en el seno de la Liga de Naciones se puede encontrar en Jessica R. Pliley,
“Claims to Protection. The Rise and Fall of Feminist Abolitionism in the League
vÊ >ÌÃ½Ê
ÌÌiiÊ Ê ÌiÊ /À>vwVÊ Ê 7iÊ >`Ê
`Ài]Ê £££ÎÈ»]Ê
Journal of Women´s History, Baltimore, v. XXII]Ê°ÊÓ]ÊÛiÀÊìÊÓä£ä]Ê«°Êä££ÎÆÊ
ÞÊ>}>ÞÊ,`À}ÕiâÊ>ÀV>]Êº/iÊi>}ÕiÊvÊ >ÌÃÊ>`ÊÌiÊÀ>Ê,iVÀÕÌiÌÊ
of Women”, International Review of Social History, Ámsterdam, v. LVII, suple-
mento especial n. 20, diciembre de 2012, p. 97-128.
3
Sobre los debates concernientes al comercio sexual y a los derechos
`Û`Õ>iÃÊÞÊViVÌÛÃ]ÊÛj>ÃiÊ>L>Ê >Ê6?ÃµÕiâ]Êº>ÃÊ}>À>Ì>ÃÊ`Û-
`Õ>iÃÊvÀiÌiÊ>ÊÃÊìÀiVÃÊÃV>iÃ°Ê1>Ê`ÃVÕÃÊ«ÀwÀ>>ÊiÊÌÀÊ>Ê>Ê
«ÀÃÌÌÕV»]ÊiÊÕ>Ê/ÕÊV«°®]ÊEnjaular los cuerpos. Normativas deci-
monónicas y feminidad en México, México, El Colegio de México, 2008, p. 327-
374. Una de las investigaciones más influyentes sobre la regulación de la pros-
ÌÌÕV]Ê iÊ viÃÊ ÞÊ iÊ ÃÌ>`Ê iÊ ÕÀ«>Ê iÃÊ >Ê ìÊ Õ`ÌÊ 7>ÜÌâ]Ê
Prostitution and Victorian Society. Women, Class, and the State, Cambridge,
Cambridge University Press, 1982, 347 p.


BURDELES, PROSTITUCIÓN Y GÉNERO 229
«ÀÃÌLÕÃÊiÊiÌÀi}>L>°Ê Ê ÃÌ>`ÊÃiÊVÛiÀÌ>ÊiÌViÃÊºiÊ
tratante de blancas [al aceptar] la contribución y en proxeneta
i`>ÌiÊ>ÊÛ}>V>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«>À>ÊµÕiÊÃÊLÀiÃÊQÌÕÛi-
ran] un lugar seguro”.4 Ambas actividades, por supuesto, se con-
sideraban indignas de un gobierno revolucionario, mismo que no
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mostrado en repetidas ocasiones su fracaso en la lucha contra las
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>ÀÃiÊìÊ>ÀÌVÕÊ>ÊvÀ>ÃiÊºVÕ>µÕiÀ>ÊµÕiÊÃÊ>ÕÌÀâ>VÊi-
gal”, se agregó la cláusula “Comete el delito de lenocinio […] el
que regentee, administre o sostenga directa o indirectamente pros-
ÌLÕÃ]ÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>ÃÊÊÕ}>ÀiÃÊìÊVVÕÀÀiV>ÊiÝ«ÀiÃ>iÌiÊ
ì`V>`ÃÊ>ÊiÝ«Ì>ÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊLÌi}>ÊLiiwVÊìÊÃÕÃÊ
productos”.5
La ley, que comenzó a aplicarse durante los meses de febrero
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tas en general. Sin embargo, las matronas fueron las más afectadas
por los cambios, pues las casas de prostitución se convirtieron en
el blanco inmediato debido a que las autoridades contaban con
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se consignó a 138 personas acusadas de lenocinio, de las cuales 101
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4
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las enfermedades venéreas”, Boletín de Salubridad e Higiene III, Departamento
de Salubridad, México, n. 1, 1940, p. 383-384.
5
“Reformas al Código Penal”, Boletín de Salubridad e Higiene III, Departa-
mento de Salubridad, México, n. 1, 1940, p. 231-232.


ìÊìÌi`ÃÊ`ÕÀ>ÌiÊÃÊÃiÃÊ>ÃÊi`>ÌÃÊ>Ê>ÊìÀ}>VÊìÊ
dichos reglamentos, de 1940 a 1945, notaremos que en el primer
periodo se detuvo a 71 personas por lenocinio, mientras que en el
segundo se procesó a 715 por el mismo delito. Es decir, hubo un
incremento de poco más de 900%.6
Por decreto, comenzaron a clausurarse burdeles, casas de
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VÊi>ÃÊÃiÊÀiÌ>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊiÊÃÕÃÊiÃÌ>Li-
cimientos. En ocasiones, incluso los clientes terminaron frente
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ÌÀ>ÊVÃ}ÊiÊwÊìÊV>ÃÊnäÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊÀi}>iÌ>`>Ê
en México. Me centraré particularmente en los elementos de
género que caracterizaron estos cambios y en cómo éstos trans-
vÀ>ÀÊ>Ê`?V>ÊìÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊiÊ>ÊV>«Ì>ÊìÊ«>Ã°Ê
En el caso de los administradores del comercio sexual, el género
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la forma en la que las autoridades mexicanas decidieron enfren-
tarlos durante la década de 1940. Tomando como fuente prin-
V«>ÊÃÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊµÕiÊÃiÊV>ÀÊ«ÀÊiVÊiÊ
la ciudad de México, delinearé las principales diferencias entre
los casos donde los acusados por este delito son hombres y los
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LiÌÛÊ ìÊ iÃÌ>LiViÀÊ >ÃÊ «ÀV«>iÃÊ V>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊ ìÊ >ÃÊ
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>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊµÕiÊÌi`À>ÊiÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊiÊ>ÊVÕ`>`Ê
durante las décadas siguientes.
6
Estas cifras corresponden a la revisión que hice de los expedientes con-
tenidos en el AHCM, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]Êi-
nocinio, de 1934 a 1952.


Las lenonas y la transformación de los espacios
>ÃÊÌV>ÃÊiÊÌÀÊ>Ê>ÊÌiÃ>ÊV>«>>ÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÊLÕÀ-
deles de la capital se difundieron rápidamente a otras partes del
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V>`>Ê>ÊV>ÃÊÇäÊiÌÀÃÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>]ÊÕÊ}ÀÕ«ÊìÊÕiÛiÊ
prostitutas decidió redactar una carta dirigida al presidente Ma-
nuel Ávila Camacho. Su intención era comunicarle sus miedos
>ÃÊVÊ«i`ÀiÊµÕiÊiÊiÊ ÃÌ>`ÊìÊjÝVÊÊÃiÊ>«V>À>Ê>ÃÊ
mismas medidas:
SE TRATA DE ESTO SEÑOR PRESIDENTE: SOMOS MUJERES GALANTES […]

el doctor Mariano Olibera nos puso en conocimiento de que muy
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Ãi}ÖÊÕ>ÊÕiÛ>ÊiÞÊQoRÊVÊiÃÌÊÃiÀÊ*ÀiÃìÌiÊÃiÌÃÊÊµÕiÊ
no se puede imaginar porque sabemos bien de las penalidades
tan grandes que están pasando todas esas personas a quienes en
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ìÃ>>`ÃÊµÕiÊiÃÊìÊÀiÃ«iÌ>ÀÃÊÞÊÀiÌÀLÕÀÊiÊ«ÀiVÊìÊÕiÃÌÀÃÊ
servicios harán de nosotras […] lo que les venga en gana por otra
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À>LiÃÊ>ÊµÕiiÃÊVvÕìÊVÊÕ>ÊÕiÀÊ}>>ÌiÊVÊiÃÌ?Ê
pasando en Méx[ico] […] no creemos que Ud. […] consienta que se
lleve a efecto esto que es anticonstitucional e inmoral […] compren-
`>ÊQoRÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊ>Ã>`>ÃÊiÊÕ>ÊV>Ã>ÊQoRÊÖV>iÌiÊ«ÀÊÕiÃ-
tra propia voluntad y sin que haya nadie que nos obligue a estar por
la fuerza y mucho menos que se nos explote […] la Sra. donde es-
Ì>ÃÊ>>`>ÃÊiÃÊL>ÃÌ>ÌiÊVÃViÌiÊÞÊVÃìÀ>`>ÊQoRÊ«ÕiÃÊiÃÊ
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capaces de pagar un bien con un mal […]7
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7
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México, D. F., 1940, AGN, Presidentes, Manuel Ávila Camacho]ÊQ£nÇRÊV>>ÊäÓ£nÊ
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sitios de prostitución en la ciudad de México. En su defensa, las

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}ÃÊ>ÊÃÊµÕiÊiÃÌ>À>ÊiÝ«ÕiÃÌ>Ê>ÊÃVi`>`ÊÞÊÃÕÃÊºÃiÀÌ>ÃÊ-
norables” a consecuencia de la falta de leyes que regularan la
«ÀÃÌÌÕV°ÊVi«Ì>ÊÃÕÊ«ÀviÃÊpVÊjv>ÃÃÊÞÊiÌÀ>ÃÊ>ÞÖÃVÕ
las— y refuerzan la idea de ésta como un mal necesario. Muestran
su temor ante “la voluntad de hombres desalmados” que, sean
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que les venga en gana”. En el fondo, en dicha petición está con-
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Ìi>ÊiÊÕÊiÃ«>VÊViÀÀ>`ÊÞÊVÌÀ>`Ê«ÀÊ>Ê>ÌÀ>]ÊiÃÊ
decir, la seguridad dentro del burdel.
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ÌÀ>L>]Ê«>À>ÊÕiÀÃÃÊ`VÌÀiÃÊÞÊLÕÀVÀ>Ì>ÃÊµÕiÊÃ}ÕiÀÊÃÊ
lineamientos de la Liga de Naciones representaba un sitio de
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µÕiÊiiÀV>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ«ÀÊÛÕÌ>`Ê«À«>]ÊµÕiÊ>ìÊÕ-
craba con su cuerpo y que no les era impuesta una tarifa por
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conocer clientes o divertirse con amigos. Si estos hombres reque-
À>ÊÃÕÃÊÃiÀÛVÃ]ÊiÌViÃÊÃÊiÛ>L>Ê>ÊÌiiÃÊìÊ«>ÃÊViÀV>-
Ã°ÊÃÃ]ÊÕV>ÃÊÛiViÃÊìV>À>ÀÊµÕiÊi}>L>Ê>ÊÌÀ>L>>ÀÊ
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incitando a los parroquianos a consumir alcohol dentro de la
casa, pero que nadie las obligaba a tener relaciones sexuales con
ellos y que si pagaban algo era por concepto de renta, pues no
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burdel en enero de 1940. Sin embargo, agregó que, debido a las
complicaciones originadas por las nuevas leyes, se vio obligada
a cerrar la casa “con la esperanza siempre de volverla a abrir”.
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>ÀÀi`>iÌÊ«ÀÊÕÊ>]Ê«iÀÊµÕiÊÞ>ÊÊÃiÊì`V>L>Ê>Êi}VÊ
de la prostitución y que un amigo se encargaba de todos sus
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amigas que eran”.8
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Libertad, donde encontró entre doce y quince hombres, algunos
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se encontraba manteniendo relaciones sexuales con un cliente.
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al mismo tiempo les proporciona[ba] abrigo y les da[ba] la opor-
ÌÕ`>`ÊìÊµÕiÊ}>Q>À>RÊ>}ÖÊìÀ]ÊÌ>`ÊiÊ>ÊV>Ã>]Ê«iÀÊ
[que] nadie las obliga[ba] [y que] algunas de ellas paga[ban] su
VÕ>ÀÌÊÞÊÌÀ>ÃÊÛQÛ>RÊ>ÊiÝ«iÃ>ÃÊìÊ>ÊìV>À>Ìi»°Ê/>LjÊV-
fesó que estaba permitido que hombres las visitaran y se quedaran
con ellas, pero agregó que éstas no le daban “un sólo centavo”
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VÊiÀ>Ê«À`ÕVÌÊìÊ«>}ÊìÊÃÊVÕ>ÀÌÃÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÀi>â>-
ban en calidad de inquilinas y de la venta de bebidas alcohólicas
8
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ÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>Êx]ÊiÝ«°Êxx{£°


a los clientes.9ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÃÌ>Ê}V>]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊiÀ>Ê

explotadas, puesto que nadie las obligaba a vender sus cuerpos.
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V>ÃiÃ]Ê>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊìV>À>ÀÊµÕiÊL>Ê>ÊV>Ã>ÃÊµÕiÊvÕ-
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Ã>ÊµÕiÊÌi>ÊµÕiÊ«ÀiÃiÌ>ÀÊ>Ê>`ÃÌÀ>`À]ÊµÕiÊ>ÊÃÕÊÛiâÊ
les daba cierta cantidad de dinero.10
En ninguna ocasión estos gestos solidarios las salvaron de las
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ÌÃÊwÀ>`ÃÊ«ÀÊÃÊ>}iÌiÃÊìÊ>Ê«V>ÊÃiVÀiÌ>°Ê1>ÊÞÊ
otra vez los agentes repitieron la fórmula de hacerse pasar por
clientes de las casas que se les ordenaba inspeccionar. En sus
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ÃÊÌi>ÊVÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>Ã]Ê>Ê>ÃÊµÕiÊiÃÊ«Ài}ÕÌ>L>Ê«ÀÊiÊ
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acto sexual, o incluso muebles, bebidas alcohólicas, instrumentos
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teniendo relaciones sexuales. Pese a ello y a la declaración en la
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>»]ÊiÊÕiâÊìV`ÊìV>À>ÀÊ>ÊVÕ«>L`>`ÊìÊ>Ê>ÌÀ>Ê«ÀÊ
considerar que el lenocinio era “un delito continuo”. De acuerdo
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µÕiÊi>ÊÞÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>ÊÛÛ>Ê>Ãi}ÕÀ>ÀÊµÕiÊiÊÕ}>ÀÊÞ>Ê
no funcionaba como centro de prostitución, la autoridad decidió
aplicar un severo criterio gramatical:
ÊºiÊ ÃµÕiÊìÊ,Ê L>»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{ä]Ê AHDF, Cárceles, sección

9
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10
Êº>ÀÌiâÊ*jÀiâÊ,ivÕ}»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]Ê AHDF, Cárceles, sección
*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>Ênä]ÊiÝ«°ÊÎÈÇÎ°



ÊÃiÊÛi]ÊÌ>Ê>wÀ>VÊiÃÌ?ÊiV>ÊiÊÌi«Ê«ÀiÃiÌi]ÊÞÊVÊ
ìÌÀÊìÊÕiÃÌÀÊi}Õ>iÊV>Ã>ÊìÊ>Ã}>VÊiÃÊÕ«>>À]ÊÞÊÌ`Ê
lupanar es una empresa dedicada a explotar el comercio carnal […]
esta actividad constituye el delito de lenocinio […] el hecho de que
haya manifestado que actualmente no se dedica a explotar dicho
negocio, aun suponiéndolo cierto […] no destruye la culpabilidad
[…] porque queda viva la habitualidad de que habla la ley.11
Como consecuencia de las redadas y del fracaso de las estra-

Ìi}>ÃÊìÊìviÃ>ÊìÊ>ÃÊ>ÌÀ>ÃÊÞÊÃÕÃÊÌÀ>L>>`À>Ã]ÊÃiÊVÀii-
ÌÊìÊ>iÀ>Ê«ÀÌ>ÌiÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>iiÀ>ÊÞÊiÊÖiÀÊìÊ
«ÀÃÌLÕÃÊV>ìÃÌÃ°ÊÀ>`Õ>iÌi]Ê>ÃÊ>ÌÀ>ÃÊViâ>-
ron a cambiar el giro de sus negocios convirtiéndolos en restau-
À>ÌiÃ]ÊViÌÀÃÊìÊ>Ã>iÃ]ÊiÊVÕÃÊÃVi?i>Ã]ÊÃÊVÕ>iÃÊvÕ-
cionaron como centros de prostitución encubiertos. La mecánica
era la siguiente. El cliente llegaba, solicitaba alguno de los pro-
`ÕVÌÃÊµÕiÊi}>iÌiÊÃiÊvÀiV>ÊÞÊÕi}ÊiÊÃÕ>L>Ê>Ê>ÊiV>À-
}>`>ÊÃÊÌi>Ê>}Õ>ÊVV>Ê`Ã«Li°Ê ÌViÃ]Êi>ÊiÊViÌ>-
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cuarto del inmueble acondicionado como recámara.
Al cambiar la naturaleza de los espacios, la forma en la que
se comerciaba con el sexo también se transformó. El teléfono o
los anuncios en los periódicos comenzaron a tener mayor utili-
`>`]Ê«ÕiÃÌÊµÕiÊ>ÊÕLV>VÊìÊÃÊ«ÀÃÌLÕÃÊìL>Ê>ÌiiÀ-
se en secreto y la nueva distribución de los negocios no siempre
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ella haciendo el aseo, de utilizar un estanquillo como pantalla
para el comercio sexual. En el negocio que daba a la calle, Mar-
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11
Êº"ÀÌâÊ-?ViâÊ>À>ÊÕ>`>Õ«i°°°»°Êv>ÃÃÊiÊiÊÀ}>°


chica por teléfono, quien llegaba en taxi para atender al cliente

en una recámara ubicada al lado del comedor.

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después de acordar el precio, les pidió a los supuestos clientes
que volvieran por la tarde. Horas después, éstos se encontraron
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puso que se turnaran para tener contacto sexual con ella. Sin
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provocar un delito en lugar de investigarlo y de que varios testigos
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comerciaba con comida, limonadas y cervezas, Martha fue encon-
trada culpable y tuvo que pagar una multa de 600 pesos y enfrentar
ÕÊ«ÀViÃÊL>ÊLiÀÌ>`ÊV`V>°12
"ÌÀÊV>ÃÊµÕiÊÕÃÌÀ>Ê>ÊiV?V>ÊìÌÀÊìÊÃÊ«ÀÃÌLÕÃÊ
V>ìÃÌÃÊiÃÊiÊìÊ>ÊV>Ã>ÊÕLV>`>ÊiÊiÊÖiÀÊ£ÊìÊ>ÊV>iÊ
de Tenango, propiedad de Rebeca Hernández Hernández. En
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agente Jorge Villalobos Moguel, se tomó declaración a dos clien-
ÌiÃÊÞÊ>Ê`ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>Ã°ÊÃÊ«ÀiÀÃÊÃi>>ÀÊµÕiÊ>L>ÊÛÃÌÊ
un anuncio de venta de “camisas internacionales” o “camisas
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a la casa negoció una tarifa de 25 pesos y tuvo relaciones sexua-
iÃÊVÊÕ>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÃÌ>L>Ê>]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊiÊÌÀÊ
fue detenido cuando tocaba a la puerta de la casa. Por su parte,
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`>`Ê>ÊÀiviÀiV>ÊìÊÕ}>À]Ê>wÀÊµÕiÊiÌÀ>ÃÊLÕÃV>L>ÊvÀ-
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acceso a ella: “no se asuste”. Cuando logró ingresar, se encontró
“Moreno Karam Martha”, México, D. F., 1943, AHDF, Cárceles, sección

12
*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>ÊÇÎÈ]ÊiÝ«°ÊÎÈ£Î°


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en tener regularmente de tres a siete “tratos sexuales” con los
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«`>Ê>ÊÌ>`ÊìÊÃÊÓäÊ>ÊÓxÊ«iÃÃÊµÕiÊÃiÊVLÀ>L>Êº«ÀÊÌÀ>Ì»°Ê
En el momento en que Álvarez Sevilla estaba con el agente
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veces le daba a Rebeca de cinco a diez pesos, “aunque cuando
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`>ÊÌÀ>ÌÊìÊìviìÀÃiÊ>À}ÕiÌ>`ÊµÕiÊi>ÊÞÊÃÕÃÊV«>iÀ>ÃÊ
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nadie a la prostitución. Tras evaluar las pruebas en su contra, el
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Historias como ésta se repitieron una y otra vez. Conforme
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LÕÀìiÃ]ÊV>Ã>ÃÊìÊVÌ>ÃÊÞÊ>VViÃÀ>ÃÊi}ÀÃ>ÀÊ>ÃÊw>ÃÊìÊV-
iÀVÊÃiÝÕ>ÊµÕiÊÃiÊiiÀV>ÊiÊ>ÃÊV>iÃ]Ê>ÃÊV>Ì>Ã]ÊÃÊViÌÀÃÊ
nocturnos y los hoteles de paso. El negocio era demasiado redi-
ÌÕ>LiÊVÊ«>À>ÊìÃ>«>ÀiViÀÊ>ÊÃÊÀÌÊVÊµÕiÊÊ>V>Ê
las antiguas casas de prostitución. El rango de precios variaba:
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Graciela Olmos, la Bandida14—, lo cual representaba una ga-
nancia de hasta 25 pesos para las matronas—, hasta tres pesos
«ÀÊÀi>VÊÃiÝÕ>ÊiÊ>ÃÊ>VViÃÀ>ÃÊìÊ
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13
“Rebeca Hernández Hernández”, México, D. F., 1947, AHDF, Cárceles,
ÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>Ê£äxx]ÊiÝ«°ÊÇÇÈ°
14
“Graciela Olmos González”, México, D. F., 1947, AHDF, Cárceles, sección
*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>Ê£äx{]ÊiÝ«°ÊÇÈÈÈ°


nas.15ÊVÕÃÊVÕ>`ÊÌ>ÌÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊVÊi>ÃÊÌi>ÊÕÊ
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>âÖV>ÀÊÌÕÛiÀÊ>ÕiÌÃÊìÊiÌÀiÊiÊÎääÊÞÊiÊ{ää¯Ê`ÕÀ>ÌiÊiÊÃ-
mo periodo.16 En este contexto, las relaciones económicas y de
poder dentro del mundo de la prostitución, más que extinguirse,
se fueron transformando.
iÀÊìÊ>ÊÕiÌi]Ê`Õi>ÊìÊÕ>ÊV>Ã>ÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊiÊ
la colonia Roma, fue entrevistada por el periódico La Crítica
VVÊ>ÃÊìÃ«ÕjÃÊìÊ>ÃÊÀivÀ>ÃÊ>Ê>ÃÊiÞiÃÊµÕiÊ`VÌ>ÀÊ>Ê
iÝÌVÊìÊÃÊLÕÀìiÃÊÞÊ>Ê«iÀÃiVÕVÊìÊÃÕÃÊ`Õi>ÃÊÞÊi-
V>À}>`>Ã°Ê Ê iÃiÊ iÃ«>V]Ê >wÀÊ µÕiÊ ÃÊ LiÊ >ÃÊ >ÕÌÀ`>ìÃÊ
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>ÌÀ>ÃÊµÕiÊiÝ«Ì>L>Ê>ÊÃÕÃÊÌÀ>L>>`À>Ã]ÊÃÊiÀÀÀiÃÊµÕiÊÃiÊ
cometieron en la aplicación de la legislación tuvieron consecuen-
cias que la sociedad estaba pagando. Los más afectados eran los
ÛiiÃ]ÊºÃÊLÀiÃÊµÕiÊ>>>ÊiÃÌ?Ê>>`ÃÊ>ÊÃiÀÊÃÊ`-
À}iÌiÃÊìÊ>Ê«ÌV>ÊÞÊ>ÊiV>ÊìÊ>Ê >V»°17 Además, la
«ÀLVÊìÊÃÊÃÌÃÊ«>À>ÊiiÀViÀÊiÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊìÊ>-
iÀ>Êi}>ÊÊÃÊÊ>L>ÊìÌi`Ê>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]Ê
ÃÊµÕiÊÌ>LjÊ>ÃÊ>L>Êì>`Ê?ÃÊÛÕiÀ>LiÃ°ÊiÃìÊiÃÌ>Ê
perspectiva, ellas y el resto de la sociedad se encontraban indefensos
ante la falta de control de las enfermedades venéreas, la corrupción
y la falta de ética con la que operaban los sitios a los que se ha-
L>ÊÌÀ>Ã>`>`Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°
iÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÊ>ÊÕiÌi]ÊiÊÃ«Ì>ÊÀiÃÊ>Ìi`>Ê
V>`>ÊÛiâÊ>ÊiÃÊÕiÀiÃÊVÌ>}>`>ÃÊ«ÀÊ>}ÖÊ>ÊÛijÀi]Ê
pues éstas ya no estaban obligadas a atenderse. Sumado a esto,
15
“Alcázar Cervantes Natalia”, México, D. F., 1944, AHDF, Cárceles, sección
*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊV>>Ên£Î]ÊiÝ«°Ê{Ó{°
16
Ricardo Pérez Montfort, Cotidianidades, imaginarios y contextos. Ensa-
yos de historia y cultura en México, 1850-1950, México, Centro de Investigacio-
iÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ«iÀÀiÃÊiÊÌÀ«}>Ê-V>]ÊÓään]Ê«°Ê{xÓ°
17
Êº·iLiÊÃiÀÊÀiiÃÌ>LiV`ÊiÊ-iÀÛVÊìÊ->`>`¶»]ÊLa Crítica, México, D.
F., 1 de marzo de 1945, p. 1.


VÊ>Êi>VÊìÊ>Êâ>ÊìÊÌiÀ>V>Ê>Êw>iÃÊìÊ>Ê`jV>-
da de 1930 y la clausura de las casas de prostitución a partir de
1940, “aconteció exactamente lo contrario de lo que, con buena
ÌiV]Ê ÃÊ i}Ã>`ÀiÃÊ >L>Ê ÌÀ>Ì>`Ê ìÊ Àii`>À»\Ê >ÃÊ
prostitutas comenzaron a deambular por las principales calles
ìÊViÌÀÊìÊ>ÊVÕ`>`Ê>ÊVÕ>µÕiÀÊÀ>ÊìÊ`>]Ê«>À>ÊÊVÕ>Ê
iViÃÌ>L>Ê«>}>ÀÊ>ÊÃÊ«V>ÃÊVÕÌ>ÃÊw>ÃÊµÕiÊjÃÌÃÊiÃÊVLÀ>-
L>Ê«>À>Êì>À>ÃÊÌÀ>L>>ÀÊLÀiiÌiÊiÊ>ÃÊV>iÃ°Ê ÊiÃÌiÊ«À-
ViÃ]ÊìÕVÊ>Ê>ÌÀ>]ÊÃÊ`ÕiÃÊìÊÃÊÌiiÃÊÌi>ÊÕ>Ê
participación importante, pues sus ganancias se incrementaron
>Ê«>ÀÌÀÊìÊ>ÊÕÌ«V>VÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>iiÀ>]Ê>ì?ÃÊ
de que lograron establecer una relación de cooperación con los
«V>ÃÊìÊ>Êâ>Ê«>À>Ê>ÊiÝ«Ì>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°18 A esta
`?V>Ê ÃiÊ ÃÕ>ÀÊ `ÕiÃÊ ìÊ V>L>ÀiÌÃÊ ÞÊ ìÊ V>Ì>Ã]Ê >ÃÊ
como padrotes, quienes comenzaron a dominar con más fuerza
las calles de la ciudad.
Ê>Ê«Ài}ÕÌ>ÊiÝ«ÀiÃ>ÊìÊÃÊÀi«ÀÌiÀÃÊ>ViÀV>ÊìÊVÊìL>Ê
resolverse el problema de la prostitución, De la Fuente sugirió
µÕiÊÌ>ÌÊ>ÃÊ`Õi>ÃÊìÊÃÊ«VÃÊLÕÀìiÃÊµÕiÊÃi}Õ>Ê«iÀ>`Ê
como los propietarios de cabarets y restaurantes-bar —que no
iÀ>ÊÃÊ«ÀÃÌLÕÃÊ`ÃvÀ>â>`ÃpÊìL>ÊV«ÀiÌiÀÃiÊ>ÊÃi-
}ÕÀÊiÞiÃÊµÕiÊ«ìÀ>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>Ê«>À>Ê
ellos fueran explotadas ya sea por ellos mismos, cuando las obli-
}>L>Ê>ÊLiLiÀÊ>VÊ«ÀÊVÃ]ÊÊ«ÀÊÃÊ«V>Ã]ÊVÕ>`Ê
éstos les cobraban cuotas al salir de los centros nocturnos o al
vÀiViÀÊÃÕÊVÕiÀ«ÊiÊ>ÃÊV>iÃ°ÊÃÃ]Ê>wÀÊ>Ê>ÌÀ>]Ê
era necesario que el Estado reconociera las organizaciones for-
>`>ÃÊ«ÀÊ`Õi>ÃÊìÊ«ÀÃÌLÕÃÊÞÊ`ÕiÃÊìÊV>L>ÀiÌÃÊ«>À>ÊµÕiÊ
«ÕìÀ>ÊL}>ÀÃÊ>ÊvÀiViÀÊÃi}ÕÀÃÊìÊÛ`>Ê>Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ>ÃÊ
como talleres o clases de alfabetización que les ayudaran a des-
i«i>ÀÃiÊiÊÌÀÃÊwVÃ°Ê ÃÌ]Ê>Ãi}ÕÀ>L>ÊiÊÀi«ÀÌ>i]ÊÀi«iÀ-
VÕÌÀ>ÊiÊiÊÌÕÀÃ]ÊÕ>Ê`ÕÃÌÀ>ÊµÕiÊìL>ÊÃiÀÊ«ÀÌi}`>Ê«ÀÊ
el gobierno pero “sobre bases morales”. Si bien los centros noc-
turnos y los cabarets pagaban impuestos, lo cierto es que inver-
Ì>Ê ?ÃÊ ìÀÊ iÊ ÃLÀÃ°Ê ì?Ã]Ê i«i>L>Ê >ÊÕÊLÕiÊ
18
Idem.


ÖiÀÊìÊÕiÀiÃÊpiÃiÀ>Ã]ÊV>L>ÌiÀ>ÃÊÞÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃpÊµÕiÊÃiÊ
encontraban enfermas.19
La situación que La CríticaÊìÃVÀL>Êi`>ÌiÊ>ÊiÌÀiÛÃÌ>Ê
>Ê>ÊÃiÀ>ÊiÊ>ÊÕiÌiÊÀiÃÕ>ÊÃÊÌiÀiÃÊµÕiÊiÊ}ÀÕ«ÊìÊ
prostitutas de Toluca expresó en su carta dirigida al presidente
Û>Ê
>>V\Ê>ÃÊ`wVÕÌ>ìÃÊìÊÌÀ>L>ÊiÊ>ÃÊV>iÃ°Ê*ÃLi-
iÌiÊ>ÊÀiÌÀV>ÊÕÌâ>`>ÊiÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊ`VÕiÌÃÊ«À-
`ÕV`ÃÊ«ÀÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊìÌÀÊìÊÃÊLÕÀìiÃÊ
oculte los defectos de ese sistema. A pesar de que las condiciones
iÊ>ÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>Ê«ÕìÀÊÃiÀÊÕÞÊÛ>À>`>ÃÊÞÊìÊµÕiÊÃi}Õ-
À>iÌiÊ iÊ i>ÃÊ ÕLÊ ÕÃÌV>Ê ÞÊ iÝ«Ì>V]Ê >Ê «>ÀÌÀÊ ìÊ >Ê
ìÃ>«>ÀVÊìÊºÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃ»Ê>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊi-
frentaron mayores niveles de corrupción, coerción y violencia.
>ÃÊvÕiÌiÃÊ>ÀÀ>ÊµÕiÊìÊ£{ÈÊ>Ê£xÓÊiÊÖiÀÊìÊLÀiÃÊ
ìÌi`ÃÊ«ÀÊiVÊÃÕ«iÀÊ>ÊÖiÀÊìÊÕiÀiÃÊìÌi`>ÃÊ
por el mismo delito. Del total de procesados, más de la mitad
iÃÌÕÛÊ«V>`>ÊiÊVÀiiÃÊÀi>V>`ÃÊVÊÛiV>ÊÛiÀL>Ê
ÊvÃV>ÊiÊVÕÃÊV`°Ê
Los lenones y el dominio de las calles
Ê ÃiiVÌÊ }ÀÕ«Ê ìÊ «>Ài>ÃÊ ÃiÊ iVÕiÌÀ>Ê ÃÌ°Ê Ê v`Ê ìÊ >Ê
«ÃÌ>ÊìÊL>i]ÊÕÊiÌÀiÀÊìÊiÊì>ÊV>ÀÊµÕiÊÃiÊÌÀ>Ì>ÊìÊÕ>Ê
ocasión especial: “Gran Concurso de Danzón”. Aprovechando
que la orquesta toca a todo volumen, un hombre se inclina hacia
la audiencia para decir a su cómplice que debe asegurarse que
ÃÊÕiViÃÊÛÌiÊ«ÀÊ>Ê«>Ài>ÊÖiÀÊÌÀiViÊÞÊµÕiÊµÕiÊÊµÕi-
À>ÊLiìViÀÊìLiÊÃiÀÊ}«i>`]Êº«iÀÊ>vÕiÀ>»°ÊiÌÀ>ÃÊ>ÊÖÃ-
ca sigue, es posible apreciar los zapatos de charol de uno o dos
ÌÃÊÞÊ>ÃÊìi>`>ÃÊ«>ÌÀÀ>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊL>>ÊV>-
zando delicadas zapatillas. La pieza termina y la audiencia corea
ÕÊÃÊLÀi\Êºu*>V]Ê*>V]Ê*>Vt»Ê ÊÕiâÊ«ÀV«>ÊÌ>Ê>Ê
palabra para declarar triunfadores a Mercedes y a Paco, inscritos
Êº>Ê«ÀÃÌÌÕVÊiÊjÝV°Ê·iLiÊÃiÀÊÀiiÃÌ>LiV`ÊiÊ-iÀÛVÊìÊ->-
19
dad?”, La Crítica, México, D. F., 1 de mayo de 1945, p. 5.


VÊiÊÖiÀÊÌÀiVi°Ê Ê«>ÊvÕV]Ê«ÀÊÊµÕiÊ>LÃÊÃiÊ>ViÊ
acreedores a un trofeo y a 500 pesos en efectivo. Momentos des-
«ÕjÃ]Ê >LÃÊ >L>`>Ê >Ê «ÃÌ>Ê iÌÀiÊ ÛÌÀiÃÊ ìÊ >Ê ÕÌÌÕ`°Ê
Paco, quien lleva el premio en sus manos, es perseguido por una
desesperada Mercedes que le recuerda que el trato entre ellos
>L>ÊÃ`ÊµÕiÊiÊìÀÊÃiÀ>Ê«>À>Êi>]Ê«ÕiÃÊÊiViÃÌ>Ê«>À>Ê
pagar el internado de su hermana menor. Paco le contesta que si
tiene mucha necesidad que vaya a ver si puede robar unos dóla-
ÀiÃÊ>ÊÕÃÊÌÕÀÃÌ>ÃÊµÕiÊ>`>Ê«ÀÊ>°ÊÊi}>ÀÊ>Ê>ÊiÌÀ>`>Ê«À-
V«>ÊìÊÀiVÌ]ÊiÀViìÃÊÊ>>ÊìÊLÀ>âÊ«>À>ÊÃÕ«V>ÀiÊµÕiÊ
por lo menos le dé la mitad. Él le dice que ya no lo moleste más
ÊµÕiÊìÊÊVÌÀ>ÀÊ>Ê}«i>À?Ê>ÊÃ°ÊVÌÊÃi}Õ`]ÊÃiÊ>Ê
µÕÌ>ÊìÊiV>ÊVÊÕÊvÕiÀÌiÊi«Õ°Ê Ê«V>ÊµÕi]ÊÛÊ
ÞÊÕ`]Ê>ÌiÃÌ}ÕÊiÊw>ÊìÊ>Ê`ÃVÕÃ]ÊÃÃÌiiÊ>ÊiÀViìÃÊ
para que no caiga al piso. Paco cruza la calle, donde lo espera
una prostituta con la que entra a un hotel de paso.
Los primeros cinco minutos de Salón México]Ê«iVÕ>ÊiÃÌÀi-
nada en 1948, retratan brevemente los distintos tipos de abusos
µÕiÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊìÊ>Êj«V>ÊÃÕvÀ>Ê>Ê>ÃÊìÊÃÕÃÊ
«ÀÝiiÌ>Ã°ÊÊ}Õ>ÊµÕiÊiÊÌÀÃÊwiÃÊìÊ}jiÀÊìÊV>L>ÀiÌiÀ>Ã]Ê
las prostitutas se resignan a estas circunstancias a causa de los
LiÃÊwiÃÊµÕiÊ«iÀÃ}Õi°Ê Ê>ÌÀ>ÌÊiÃÊ«>ÀÌiÊìÊÃÕÊÃ>VÀwV]Ê
y lo sufren a la vista de todo el mundo. Es interesante notar que
iÊiÃÌ>ÊVÌ>Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊpiV>À>`>ÃÊiÊ>Êw}ÕÀ>ÊìÊÕ«iÊ
«iâ]ÊiÊiÃÌÊ«V>ÊµÕiÊVÕ`>ÊiÊ->ÊjÝVpÊÊ>ViÊ
>`>Ê«>À>ÊìÌiiÀÊ>ÊÃÊ«ÀÝiiÌ>ÃÊ>ÕÊVÕ>`ÊÃÊìÌwV>Ê
«i>iÌiÊ>Ê}Õ>ÊµÕiÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÝ«Ì>`>ÃÊ«ÀÊiÃ°ÊÊ
pesar de que la ley que castigaba a quienes vivieran de la prosti-
ÌÕVÊ>i>ÊºÃÊ>ÕÌÀâ>VÊi}>»Ê>L>ÊiÌÀ>`ÊiÊÛ}ÀÊìÃ-
de 1929 y de que a partir de 1940 se prohibió el lenocinio en todas
sus formas, las fuentes indican que los hombres que se dedicaban
a este negocio fueron aparentemente menos afectados por las
i``>ÃÊi}>iÃÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê ÊÕÊ«ÀiÀÊiÌ]ÊiÊ«À-
cipal blanco de las autoridades fueron los burdeles y las casas de
VÌ>Ã]ÊÕ}>ÀiÃÊ>`ÃÌÀ>`ÃÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>Ê«ÀÊ>ÌÀ>Ã°Ê >ÃÊ
y sus ayudantes, entre los que se encontraban algunos hombres,
vÕiÀÊ«iÀÃi}Õ`ÃÊ>ÕÊVÕ>`ÊÊiÝÃÌ>ÊìÕV>Ê>}Õ>ÊìÊ


ÃÊ«ÀiÃÕÌÃÊ>viVÌ>`Ã°Ê ÊLÃÌ>Ìi]Ê ÃÊ LÀiÃÊ µÕiÊ ÛÛ>Ê

directamente de las prostitutas, particularmente de las que tra-
L>>L>ÊiÊ>ÃÊV>iÃ]ÊÊi}>ÀÊ>Ê>ÃÊiv>ÌÕÀ>ÃÊìÊ«V>Ê«ÀÊ
medio de las numerosas redadas que se llevaron a cabo —sobre
todo de 1940 a 1945.
iÊiV]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>iiÀ>]ÊµÕiÊ>L>ÊÃ`ÊÃi>>`>Ê
por las matronas como competencia desleal antes de la clausura
de numerosos burdeles, se incrementó después de la supresión de
la zona de tolerancia y de los cambios legislativos de 1940.20 Aun-
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durante los primeros meses se realizaron redadas mediante las
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ÃÃÊìÊwV>iÃÊÃÕ«iÀÀiÃ°21 Una comisión de doce representan-
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caban al comercio sexual las afectaba económicamente. En res-
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de explotación, ya que la multa para que salieran de la delegación
era cubierta por padrotes que aprovechaban la situación para pos-
teriormente cobrarles hasta tres veces más del importe original.22
20
Êº-iÊµÕi>ÊVÌÀ>Ê>ÊÃ«iVVÊiiÀ>ÊìÊ->`>`ÊÞÊiÊiviÊìÊ>Ê*V>Ê
Sanitaria y piden se establezca una zona de tolerancia”, México, D. F., 1926,
AGN, Dirección General de Gobierno]Êä£{Ó®]ÊV>>Ê£]ÊiÝ«°ÊÓ°
21
Eduardo Delhumeau, “Los mil y un pecados de la capital. Sálvese quien
pueda”, La Prensa, México, D. F., 19 de marzo de 1940, p. 7, 9.
22
“La cuestión de la tolerancia en México”, El Nacional, México, D. F., 17
de febrero de 1940, p. 1.


A pesar de las promesas, durante la década de 1940 siguieron

apareciendo reportes sobre redadas llevadas a cabo por las auto-
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truir [sus] actividades”. El hecho de que estos hombres contaban
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aplicaran faltas administrativas.23ÊÕÀ>ÌiÊÃÊÖÌÃÊ>ÃÊìÊ
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da del mismo —o de mayor— valor para que no las llevaran a la
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también implicaba pérdidas económicas.24
23
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24
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D. F., 1948, AGN, Presidentes, Miguel Alemán Valdés]ÊV>>ÊäÈ£ÇÊxx£°£ÉxÇxxÎÉÓÈ®ÆÊ
Carta de R. Silva al procurador, AGN, Presidentes, Miguel Alemán Valdés]ÊV>>Ê
äÈ£ÇÊxx£°£ÉxÇxxÎÉÓÈ®ÆÊÞÊ
>ÀÌ>ÊÃÊwÀ>Ê>Ê«ÀVÕÀ>`ÀÊ-Û>]ÊAGN, Presidentes,
Miguel Alemán Valdés]ÊV>>ÊäÈ£ÇÊxx£°£ÉxÇxxÎÉÓÈ®°ÊÊ«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊiÃÌiÊÖÌÊ
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el autor la presenta permiten inferir que se trata del doctor R. Silva. Si se toma
como base el documento fechado, se puede teorizar que las cartas sin fecha
fueron escritas entre 1946 y 1952 —periodo en el que Miguel Alemán Valdés
fue presidente de México—, probablemente alrededor de 1948.


En una de sus cartas, Silva cuestiona directamente al procu-

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del documento, el doctor ofrece su propia hipótesis, asegurando
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que era el negocio de la prostitución incluso para las autoridades,
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localizadas en sus propiedades y procesadas a causa de éstas o
por denuncias externas, los lenones en general fueron llevados
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denuncia como un mecanismo para defenderse de sus proxene-
tas, lo cual ocurrió con más frecuencia a partir de 1946, es muy
probable que el temor a sufrir represalias, aunado a la relativa
facilidad con que los proxenetas lograban su libertad o absolu-
ción, las haya llevado a desistir del proceso. Como consecuencia,
ÃiÊÌi}À>L>Ê>ÊÕÊVÀVÕÊÛVÃ]Ê«ÕiÃÊ>ÊÊÀ>ÌwV>ÀÊ>ÊìÕ-
cia muchos de estos hombres quedaban libres. Aunque con sus
particularidades obvias, las denuncias presentadas de 1934 a
1952 por lenocinio nos permiten establecer algunas generaliza-
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25
Idem.
26
Idem.


un papel determinante en la supuesta sumisión o complicidad

de las prostitutas hacia sus lenones.
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ciones sexuales por un corto periodo de tiempo, y después obli-
gadas por éstos a prostituirse. En 1942, se registró el caso de una
menor de edad que aseguró haber sido raptada, abusada sexual-
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tuvo cautiva.27 El método de enganche tuvo en general dos va-
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se iban a vivir con él y éste comenzaba a exigirles parte de sus
ganancias. En todos los casos, cuando ellas dudaban prostituirse,
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periodo de estudio ilustran esta dinámica. El primero es el de
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con Tomás González Arias en 1929 o 1930. Una vez casados,
Tomás llevó a Guadalupe al salón de baile La Simer, donde ella
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27
“Fausto Rangel Luna”, México, D. F., 1942, AHDF, Cárceles, sección Peni-
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de los muchos casos de corrupción de menores que se denunciaron ante la
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ÌÀ>L>>`À>ÊÃiÝÕ>ÊºVÊViV>ÊìÊi«>ÀÌ>iÌÊìÊ->Õ`Ê*Ö-
blica”, quien en 1941 conoció a Ángel Torreblanca Corona, con
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trario, comenzó a pedirle a ella lo que ganaba. A causa de esto,
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para insultarla. En uno de esos enfrentamientos verbales ocurri-
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detuviera a Torreblanca, pues éste la estaba insultando. Al mo-
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toridades a Arturo Bravo Serrano por haber golpeado a Carmen
Pacheco Flores. Ambos, Arturo y Carmen, llevaban viviendo
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vez que ella no llevaba la cantidad exigida, Arturo la golpeaba.

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fue detenido, Arturo golpeó a Carmen por llegar a su casa “con
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tos por parte de Arturo.28
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“Tomás González Arias”, México, D. F., 1935, AHDF, Cárceles, sección

28
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Corona Torreblanca”, México, D. F., 1941, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê
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México, D. F., 1945, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]Ê
iV]ÊV>>Ênx]ÊiÝ«°ÊÇx°Ê


mente por lenocinio, los hombres generalmente estuvieron invo-

lucrados en procesos legales que incluyeron otras faltas, como
amenazas, lesiones, robo, rapto e incluso homicidio. Las decla-
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heridas o cicatrices producidas por cinturones, diferentes armas
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más frecuentes, aunque no resultaban menos graves por el hecho
de ser producidas con las manos. Existen registrados, por lo me-
nos, dos casos de homicidio causados por golpes.29 En algunas
ocasiones, los proxenetas también estuvieron envueltos en actos
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29
“Carlos Hernández Estrada”, México, D. F., 1936, AHDF, Cárceles, sección
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bles Robles”, México, D. F., 1937, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«i-
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xico, D. F., 1937, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]Ê
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como consecuencia de los golpes que le dieron Manuel Campos Castorena y su
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guez Cano, declaró en su contra asegurando que “también a ella, para obligar-
la a comerciar con su cuerpo, la golpeó Manuel”. El segundo caso, aunque
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bebé, de seis meses de edad, fue golpeado por Alfredo Lona por llorar a las
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D. F., 1944, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]Êi-
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Cárceles]Ê ÃiVVÊ *iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ê£ÎäÎ]Ê
exp. 3472.


acaecida el 2 de mayo de 1952 hirió a otro preso en el pecho, las

manos y la cabeza con un arma hecha “de hueso”.30
A pesar de la frecuencia y la gravedad de muchas de las heri-
das, en varias ocasiones los procesados no negaron los hechos e
VÕÃÊÃÊÕÃÌwV>À°ÊÀ}ÕiÌ>`ÊµÕiÊ>L>Ê«iÀ``Ê>Ê
«>ViV>ÊìL`Ê>ÊV«ÀÌ>iÌÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊVÊ>ÃÊµÕiÊ
ÛÛ>]ÊVviÃ>ÀÊVÊViÀÌ>Ê>ÌÕÀ>`>`Ê>ÃÊÀ>âiÃÊµÕiÊÃÊi-
Û>ÀÊ>Ê>ÃÌ>À>Ã°ÊÃÊvÕV>ÀÃÊÀi«À`ÕiÀÊiÊ>ÃÊ>VÌ>ÃÊ
de proceso algunas de las declaraciones de los lenones: “encontró
>VÃÌ>`>Ê>Ê6VÌÀ>ÊQoRÊÞÊjÃÌ>ÊÊ>L>Ê«Ài«>À>`Ê>`>Ê«>À>Ê
ViÀ]ÊiÊiÊ`ÊVÀ>i]Ê>ÊL}Ê>ÊµÕiÊÃiÊiÛ>Ì>À>]ÊÞÊiÊÃi}Õ-
`>ÊiÊ«i}ÊVÕ>ÌÀÊÊVVÊ}«iÃÊVÊiÊVÌÕÀÊµÕiÊÕÃ>»ÆÊºiÃÊ
ViÀÌÊµÕiÊiÊ>}Õ>ÃÊÛiViÃÊQoRÊiÊ«i}Ê>Ê>Ê>ÀV>Ê«iâ]Ê«iÀÊ
esto fue porque ella le faltaba [el respeto], y no porque no le daba
iÊìÀ»ÆÊº
Vi«VÊÊìÃLiìVÊ«ÀÊ>LiÀÃiÊÃ>`ÊìÊ
Ìi]ÊÃiÊµÕÌÊiÊVÌÕÀÊÞÊiÊ`ÊÛ>ÀÃÊ}«iÃ»ÆÊºÊiÊiÝ}iÊ
ìÀÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊÃ>LiÊµÕiÊiÀÊiÃÊÀ>iÀ>ÆÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊ
ÛiViÃÊ>Ê>Ê}«i>`ÊÞÊµÕiÊ>À>Ê>Ê}«iÊ«ÀµÕiÊi>ÊiÊiÝ}>Ê
ìÀÊµÕiÊÊ«`>ÊVÃi}ÕÀ»°31 Los argumentos que algunos
ÕiViÃÊìÀÊ«>À>ÊiÝ«V>ÀÊÃÕÃÊÀ>âiÃÊ«>À>Ê>LÃÛiÀÊÊ`>ÀÊÃi-
tencias reducidas a los hombres acusados de lenocinio siguen la
i>ÊìÊÀ>â>VÊìÊ>ÊÛiV>Ê>V>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃiÊ
dio durante la época. Algunas veces, las denuncias de las traba-
>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊ«iÀ`>ÊvÕiÀâ>]ÊÃLÀiÊÌ`ÊVÕ>`Ê>ÃÊ>ÕÌÀ-
dades correspondientes consideraban cuestiones como las si-
}ÕiÌiÃ\ÊµÕiÊ>ÃÊìV>À>ViÃÊìÊÕ>ÊÕiÀÊº}«i>`>ÊQoRÊÞÊ
por lo tanto resentida, pierde[n] el poco valor que puede tener al
v>Ì>ÀiÊiÊ>«ÞÊìÊ>ÊÌiÃÌ}»ÆÊºÊÃiÊV«ÀLÊ>ÊVÕ«>L`>`Ê
penal del procesado, pues si bien es cierto que en su primera
declaración se asentó que […] le propinó un golpe, tal frase es
30
Êº,>ÖÊ iÀÖìâÊ}Õ>À»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£xä]Ê AHDF, Cárceles, sección
*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ê£Î{Ç]ÊiÝ«°Ê£ÓÈÓÇÆÊÞÊº>ÀV>Ê
Guzmán Rodolfo”, México, D. F., 1952, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê
Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ê£{ÓÈ]ÊiÝ«°Ê£ÇxÓ°
31
Êº
>ÀÃÊiÀ?ìâÊ ÃÌÀ>`>°°°»ÆÊº6>iÌiÊVÃÌ>Ê,iÀ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê
1938, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ê
398, iÝ«°ÊÇÎÎÆÊÞÊºÃjÊÕ>`>Õ«iÊ-iÀÀ>ÊÀiÃ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]ÊAHDF, Cár-
celes]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ên{Ç]ÊiÝ«°Ê{ÇÇ°Ê


ÕÊÌ>ÌÊVvÕÃ>»ÆÊºÌii`ÊiÊVÕiÌ>ÊµÕiÊÃiÊÌÀ>Ì>ÊìÊÕÊ`-
Û`ÕÊÕìÊìÊ«ÕiLÊQoRÊµÕiÊVÕÀÃÊ>ÃÌ>ÊiÊÃiÝÌÊ>ÊìÊ
primaria y […] por lo tanto no tiene la cultura para conocer toda
la licitud del hecho que conoció […] creen equitativo imponerle
seis meses de prisión”.32
>ÊÀ>â>VÊìÊ>ÊÛiV>ÊµÕiÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>-
iÃÊÃÕvÀ>Ê>Ê>ÃÊìÊÃÕÃÊ«ÀÝiiÌ>ÃÊÞÊ>Ê«V>Ê«ÀÌiVVÊµÕiÊ
éstas recibieron por parte de las autoridades fueron el resultado
de diversos factores sociales, culturales y legales, entre los que
ìÃÌ>V>\Ê>ÊÀi>VÊÌÀÃiV>ÊiÌÀiÊÛiV>ÊÞÊLÀ>ÊµÕiÊ«Ài-
Û>iVÊ`ÕÀ>ÌiÊ>µÕiÃÊ>Ã]Ê>ÃÊVÃiVÕiV>ÃÊvÃV>ÃÊµÕiÊ«`>Ê
>V>ÀÀi>ÀÊ>ÊÀ>ÌwV>VÊìÊ>ÃÊìÕV>ÃÊÞÊ>ÊÌiÀ«ÀiÌ>VÊµÕiÊ
las autoridades hicieron de las faltas en las que incurrieron los
iiÃ]Ê«ÕiÃ]Ê>ÊVÃìÀ>ÀÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊìÕV>ÃÊ«iÀÌiiV>Ê>Ê
ámbito doméstico o al reducirlas a pleitos entre particulares, las
condenas tuvieron un efecto diferente a las dictadas a las ma-
tronas, quienes, al igual que los burdeles, fueron consideradas
«iÀÕ`V>iÃÊ«>À>Ê>ÊÃVi`>`ÊiÊVÕÃÊ«>À>Ê>Ê>V°Ê
Los testimonios que el antropólogo estadounidense Oscar
Lewis recabó para su estudio sobre la cultura de la pobreza en
la ciudad de México durante la década de 1950 dan cuenta del
«>«iÊViÌÀ>ÊµÕiÊìÃi«i>L>Ê>ÊÛiV>ÊvÃV>ÊÞÊÛiÀL>ÊiÊ>Ê
vida cotidiana de los habitantes de las vecindades en la ciudad.
La relación entre violencia, comercio sexual y masculinidad es
patente en el testimonio de Manuel Sánchez, el primogénito de
la familia que Lewis entrevistó para su estudio. Durante la déca-
da de 1940, Manuel, quien nació alrededor de 1928, era un ado-
lescente que aprendió a través de sus amigos muchos de los có-
digos culturales relacionados con el género y la sexualidad. Uno
ìÊiÃÃÊ>}Ã]ÊÕÊL>>ÀÊ?LÊÞÊ>ÌÀ>VÌÛÊ>«`>`ÊiÊ,>Ì>,
µÕiÀ>ÊiÃi>ÀiÊ>ÊÃiÀÊ«>`ÀÌi]Ê«ÀÊÊµÕiÊiÊiÝ«VÊiÊjÌ`Ê
32
ÊºÀ>VÃVÊ ÀÃiÊ->`Û>»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{£]Ê AHDF, Cárceles, sec-
VÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>ÊÈÓÎ]ÊiÝ«°ÊÓÎxÆÊºÃjÊ
ìÊiÃÖÃÊ*jÀiâÊ->ÌÃ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]ÊAHDF, Cárceles, sección Penitencia-
À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>ÊnÓä]ÊiÝ«°ÊxÓÇÆÊºiÀ>`ÊiâÊ
Jiménez”, México, D. F., 1947, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iì-
ÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ê£äÎÇ]ÊiÝ«°ÊxxÓÓÇ°Ê


de enganche: conocer a una chica, enamorarla, tener relaciones

ÃiÝÕ>iÃÊVÊi>ÊÞ]Êw>iÌi]Ê«iÀ>Ê>ÊÌÀ>L>>ÀÊiÊÕÊV>L>ÀiÌ°Ê
Otros de sus amigos, algunos más grandes que él, cuestionaron
>ÊÛÀ`>`ÊìÊ>ÕiÊìÃìÊµÕiÊjÃÌiÊÃiÊi}Ê>ÊÃÊÌÀiViÊ>Ã]Ê
por temor a contagiarse de alguna enfermedad venérea, a perder
su virginidad con las prostitutas que ellos frecuentaban: “bueno,
QoRÊ·ÌÖÊiÀiÃÊÌÊÊµÕjÊVÃ>¶ÊÀÌ>ÊÌiÊÛ>ÃÊ>Ê«>}>ÀÊÕ>ÊÛi>Ê
y te la vas a coger”, le contestaron los chicos mayores a Manuel.
Como consecuencia, Manuel cedió a la presión y tuvo su primera
relación sexual con una prostituta mientras sus amigos atesti-
guaron el encuentro: “bueno, pues pasó aquella cosa y los mu-
V>VÃÊÃ>iÀÊÕÞÊVÌiÌÃÊìÊµÕiÊ>ÊÊiÊ}ÕÃÌ>L>Ê>ÃÊ
Ûi>ÃÊÞÊiÃÊVÀi>ÊµÕiÊ»°33 Mediante las relaciones de amis-
Ì>`ÊVÊÌÀÃÊÛiiÃ]Ê>Ê>ÕiÊiÊµÕi`ÊV>ÀÊµÕiÊ>ÊÛiV>Ê
vÃV>ÊiÀ>ÊÕÊ«>ÀÊìÊ>ÊÛÀ`>`ÊÞÊìÊÀiÃ«iÌÊµÕiÊÕÊLÀiÊ
«`>Ê}>>ÀÊiÊ>ÃÊV>iÃÊìÊ>ÊVÕ`>`\Ê
El mexicano —y yo creo que en todas partes del mundo— admira

ÕVÊÃÊ¼}ØiÛÃ½]ÊVÊ>ÃÊìVÃ°Ê1ÊÌ«ÊµÕiÊi}>Ê>ÛiÌ>`Ê
«>Ì>`>Ã]Ê>ÛiÌ>`ÊÌÀ«iÃ]ÊÃÊw>ÀÃiÊÊ>ÊµÕj]ÊiÃÊÕÊÌ«ÊµÕiÊ
¼ÃiÊ>ÊÃ>LiÊÀv>À½]ÊiÃÊÕÊÌ«ÊµÕiÊÌiiÊ¼}ØiÛÃ½°Ê-ÊÕÊ>}>ÀÀ>Ê>Ê?ÃÊ
grande, al más fuerte, aun a costa de que le ponga a uno una patiza
de perro, le respetan a uno porque tuvo el valor de enfrentarlo.34
ÊiÃÌiÊVÌiÝÌ]ÊiÊÃiÌiÌÊvÃVÊÞÊÃiÝÕ>ÊìÊ>ÃÊ«ÀÃÌ-
tutas debió interpretarse como una extensión natural del dominio
µÕiÊÕÊLÀiÊ«`>ÊiiÀViÀÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÊÛiV>°ÊÕµÕiÊÃÊ
lenones establecieron relaciones de tipo sentimental con algunas
ìÊ>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊµÕiÊÌÀ>L>>L>Ê«>À>ÊiÃ]ÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊvÕiÀÊ
consideradas un medio para ganar dinero y reconocimiento más
µÕiÊV«>iÀ>ÃÊìÊÛ`>ÊÊìÊi}V°ÊiÊiÃÌiÊ`]ÊÃÊ>ÃÊÌÀ>L>>-
`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊÊVÕ«>ÊVÊ>ÃÊiÝ«iVÌ>ÌÛ>ÃÊiVV>ÃÊìÊ
los lenones, eran castigadas. Esto debió haber repercutido en los
procesos legales que algunas veces se iniciaron en su contra. En
numerosas ocasiones, los acusados quedaron en libertad por “falta
33
Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez. Autobiografía de una familia mexicana,
México, Fondo de Cultura Económica, 1968, p. 37-40.
34
Ibidem, p. 36.


ìÊjÀÌÃ»]ÊÕ>ÊÃiÌiV>ÊµÕiÊÊ>wÀ>ÊÊìÃV>ÀÌ>Ê>ÊiÝÃÌiV>Ê
del delito, pero que permite que el individuo no pise la cárcel en
V>ÃÊìÊµÕiÊiÊ«ÀViÃÊVÌÖi°Ê ÊÌÀ>Ã]ÊiÊ>VÕÃ>`ÊµÕi`ÊLÀiÊ
º«ÀÊ«iÀ`ÊìÊ>Êvi``>»°ÊÊÛiViÃ]Ê>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊÃiÊ
retractaron de las acusaciones originales argumentando que ha-
L>Ê>VÕÃ>`ÊìÊiÝ«Ì>VÊ>ÊÃÕÃÊ«>Ài>ÃÊ«ÀµÕiÊ>L>Ê«iÀ``Ê
el control a causa de los celos y/o el alcohol —consumido por él,
ella o ambos—. Otras veces, simplemente ni ellas ni los testigos,
VÕ`ÃÊwV>iÃÊìÊ«V>]ÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>ÀÊ>ÊÀ>ÌwV>ÀÊ>ÊìÕ-
cia.35 Si bien existieron algunos casos en que los procesados fueron
condenados a cumplir penas de prisión por lenocinio y/o algunos
ìÊÃÊÌÀÃÊVÀiiÃÊÛiÌÃÊµÕiÊViÌiÀ]ÊiÊ}iiÀ>ÊiÃÌÃÊ
hombres pudieron salir de la cárcel con relativa facilidad debido
>Ê>Ê`ÕÀ>VÊìÊ>ÃÊVì>ÃÊÊ>Ê«>}ÊìÊw>â>Ã°
De acuerdo con la evidencia, se puede sugerir que los cambios
legislativos de 1940, los cuales condenaron cualquier forma de
lenocinio, afectaron poco a los hombres que se dedicaron a la
>`ÃÌÀ>VÊìÊ>ÃÊ}>>V>ÃÊìÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃ°Ê
iÊ>VÕiÀ`ÊVÊÃÊV>ÃÃÊÕ`V>iÃ]ÊiÊÖVÊV>LÊµÕiÊVi-
zó a delinearse, de mediados de la década de 1940 a principios
de la de 1950, fue la utilización del argumento del “hombre tra-
L>>`À»Ê«>À>ÊìviìÀÃiÊìÊ>ÃÊ>VÕÃ>ViÃÊìÊiV°Ê Ê
obstante, hubo muchos lenones que durante la década de 1930 y
>ÃÌ>ÊÃÊÖÌÃÊ>ÃÊìÊ>ÊìÊ£{äÊ>Vi«Ì>ÀÊ>LiÀÌ>ÊÊÛi>`>-
iÌiÊµÕiÊÛÛ>ÊìÊ>ÃÊ}>>V>ÃÊµÕiÊÃÕÃÊ«>Ài>ÃÊLÌi>ÊìÊ>Ê
prostitución permanente o temporal. Debido a que los involucra-
dos sostuvieron relaciones de matrimonio o amasiato entre ellos,
«ÀL>LiiÌiÊÃÊÕiViÃÊVÃìÀ>ÀÊµÕiÊÃÊ}«iÃ]Ê>ÃÊ>i>-
â>ÃÊiÊVÕÃÊiÊiVÊiÀ>ÊìÌÃÊµÕiÊÀiV>>ÊiÊ>ÊiÃviÀ>Ê
`jÃÌV>]ÊµÕiÊÃiÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊ`ÃVÕÃiÃÊìÊ«>Ài>ÊiÊ>ÃÊµÕiÊ>L>Ê
>}ÖÊÌ«ÊìÊ>VÕiÀ`Êi`>ÌiÊiÊVÕ>Ê>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊ
>L>Ê>Vi«Ì>`]Ê>ÌÕÀ>iÌi o con cierto grado de voluntad,
35
ÊºÀ>VÃVÊ ÀÃiÊ->`Û>°°°»ÆÊºjVÌÀÊ6>LÃÊÕiÌiÃ»]ÊjÝV]Ê
D. F., 1944, AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]Êi-
V]ÊV>>Ên{ä]ÊiÝ«°ÊnÓÈ{ÆÊºÃjÊÕ>`>Õ«iÊ-iÀÀ>ÊÀiÃ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]Ê
AHDF, Cárceles]ÊÃiVVÊ*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃ]ÊiV]ÊV>>Ên{Ç]Ê
iÝ«°Ê{ÇÇÆÊºiÀ>`ÊjiâÊiâ°°°»°Ê


ÌÀ>L>>ÀÊ«>À>ÊÃÕÃÊiiÃ°Ê
ÊVÃiVÕiV>]ÊÃiÊÃÕLiÃÌ>ÀÊ
las acusaciones por explotación.
Reflexiones finales
ÕµÕiÊ«>À>Ê>Ê`jV>`>ÊìÊ£xäÊ>}ÕÃÊ«ÀÃÌLÕÃÊÃ}ÕiÀÊ
vÕV>`ÊL>Ê>Ê«ÀÌiVVÊìÊ«ÌVÃÊÞÊ«iÀÃ>iÃÊyÕ-
ÞiÌiÃ]Ê>ÊV>«>>ÊiÊÃÕÊVÌÀ>Ê>L>ÊÀiÃÕÌ>`ÊiÊ>Ê`À>?ÌV>Ê
`ÃÕVÊìÊÖiÀÊìÊiÃÌÃÊÕ}>ÀiÃ°Ê/À>ÃÊ«iÀìÀÊ`viÀiÌiÃÊ
L>Ì>>Ã]Ê>Ê>ÞÀ>ÊìÊ>ÃÊ>ÌÀ>ÃÊÃiÊÀi«i}Ê>ÊÕ}>ÀiÃÊV>ìÃ-
ÌÃ]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ>ÃÊµÕiÊÌi>ÊÃÕwViÌiÃÊÀiVÕÀÃÃÊiÊyÕi-
cias negociaron su permanencia en el escenario urbano. Si bien
iÃÊViÀÌÊµÕiÊ«iÀÃ>iÃÊVÊ>Ê >``>ÊÌÀ>L>>ÀÊ>ÃÌ>Ê£ÈÓ]Ê
burdeles como el suyo fueron la excepción más que la regla. Los
ViÌÀÃÊVÌÕÀÃÊÞÊ>Êw}ÕÀ>ÊìÊ>ÊV>L>ÀiÌiÀ>Êi>ÀÊiÊÕ}>ÀÊ
µÕiÊ>ÃÊV>Ã>ÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊì>ÀÊÌ>ÌÊiÊiÊ«>Ã>iÊÕÀL>Ê
como en el imaginario de los habitantes de la ciudad de México.
ÊÃÊÌi«]ÊiÊ>ÕiÌÊìÊÃÊ«>`ÀÌiÃ]Ê>ÊµÕiiÃÊ>ÊÕÃÌ-
V>ÊÊ«iÀÃ}ÕÊìÊ>ÊÃ>Ê>iÀ>]ÊÌÀ>ÊVÃ}ÊÕiÛ>ÃÊÀi}>ÃÊ
ìÊ«iÀ>V°Ê>ÊVw}ÕÀ>VÊµÕiÊiÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊÌi`À>Ê`Õ-
À>ÌiÊ>ÃÊ«ÀÝ>ÃÊ`jV>`>ÃÊiÊ>ÊV>«Ì>ÊiÝV>>Ê>L>ÊVi-
zado a tomar forma: las extorsiones, los hombres encargados de
la administración del comercio sexual y el aumento de la pros-
titución tanto en la calle como en sitios clandestinos se estable-
ViÀÊVÊÃÕÃÊ«ÀV«>iÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>Ã°Ê
En 1940, cuando, en aras de combatir el lenocinio, el Estado
i«Ài`ÊÕ>ÊijÀ}V>ÊV>«>>ÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÊLÕÀìiÃÊìÊ
la ciudad, la mayor parte de sus fuerzas se concentraron en la
V>ÕÃÕÀ>ÊìÊÃÊiÃÌ>LiViÌÃÊì`V>`ÃÊ>ÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃ-
ÌÌÕVÊµÕiÊ>L>ÊiÃÌ>`ÊÀi}ÃÌÀ>`ÃÊ>ÌiÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊ`Õ-
rante la época de la prostitución reglamentada. El burdel fue
considerado sinónimo de explotación y, como tal, el principal
blanco de las autoridades. Debido al cierre de dichos estableci-
iÌÃ]ÊiÊViÀVÊÃiÝÕ>ÊiÊ>ÃÊV>iÃÊ>ÕiÌÊ>ÃÊVÊiÊ
ÖiÀÊìÊV>Ì>Ã]ÊV>L>ÀiÌÃÊÊLÕÀìiÃÊV>ìÃÌÃ°ÊÃÃ]Ê
debido a que las redadas afectaron mayormente a matronas y


prostitutas, los padrotes encontraron un contexto favorable para

el aumento de su poder. A la experiencia que estos hombres
Ìi>ÊiÊiÊVÌÀÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊV>iiÀ>]ÊÃiÊÃÕ>ÀÊ>Ê
VÀÀÕ«V]Ê>Ê«Õ`>`ÊÞÊ>Ê>VVÊ`viÀiV>`>ÊìÊ>ÊÕÃÌV>]Ê
mismas que permitieron que los castigos que recibieron los
proxenetas fueran menos severos para los padrotes que para las
matronas: ellas cimentaron su poder en sitios que fueron com-
batidos por las autoridades, mientras que ellos fortalecieron su
`Êi`>ÌiÊiÊVÌÀÊìÊÕiÀiÃÊµÕiÊÊ}â>ÀÊìÊ>Ê
«ÀÌiVVÊìÊ>ÊÕÃÌV>°ÊÊiÃÌÊÃiÊÃÕ>ÊµÕiÊ>ÊìÕV>ÊÃiÊV-
sideraba un requisito indispensable para que se iniciara un pro-
ViÃÊÕ`V>ÊiÊVÌÀ>ÊìÊÃÊ«>`ÀÌiÃ°Ê-ÊiL>À}]Ê>ÊÛiV>]Ê
elemento central de la relación padrote-prostituta, ocasionó que
>ÌiÊiÊÌiÀÊìÊÀi«ÀiÃ>>ÃÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊÃiÊÀiÌÀ>V-
Ì>À>ÊìÊÃÕÃÊ>VÕÃ>ViÃÊÊìÃÃÌiÀ>ÊìÊÕV]ÊÊµÕiÊ«iÀÌÊ
que los lenones permanecieran poco tiempo en la cárcel o salie-
À>ÊiÊLiÀÌ>`ÊìÊvÀ>Êi`>Ì>°Ê>ÊVÕVÊìÊiÃÌÃÊv>V-
tores permitió el fortalecimiento del modus operandi de los pa-
`ÀÌiÃ]ÊVÃ`>`ÊÃÕÊ«ìÀÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃÃÊ>ÃÊi`>ÌiÊ>Ê
coerción, la impunidad y las redes de complicidad que, paradó-
V>iÌi]ÊÃÊv>ÛÀiViÀÊVÕ>`Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊìVìÀÊ
combatir el lenocinio en la ciudad de México.
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MUJERES PÚBLICAS Y CONSUMIDORES PRIVADOS
LOS CLIENTES, ESOS DESCONOCIDOS
FERNANDA NÚÑEZ BECERRA

“La mujer [pública] ha sido hasta aquí el pun-

to de mira de la autoridad: la vigilancia, la
secuestración, el hospital, la cárcel, todo para
la mujer… ¿por ventura acaso el hombre es
inocente en la propagación de la sífilis?, ¿aca-
so su chancro no trasmite el virus sifilítico?
¿qué la igualdad ante la ley es sólo relativa al
sexo masculino? ¡Cuán cierto es que los hom-
bres hacen las leyes!”.1
ÃÌiÊ«iµÕiÊ«?ÀÀ>v]ÊiÃVÀÌÊiÊ£nÇÎÊ«ÀÊiÊiviÊìÊ>ÊÃ«iVVÊ
de Sanidad del Distrito Federal, el doctor Alfaro, al goberna-
dor de la ciudad de México explicándole la importancia de incluir
>ÊÃÊViÌiÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊiÊ>ÃÊÀiÛÃiÃÊj`V>ÃÊ
que su sector realizaba periódicamente, me permite mostrar
cómo el género marcó claramente las diferencias y desigualdades
entre los sexos en el tema del comercio sexual. Las prostitutas
fueron estigmatizadas por su vida sexual venal y promiscua y
L}>`>ÃÊ>ÊÃÕiÌ>ÀÃiÊ>ÊVÌÀÊìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÌ>ÌÊÃ>Ì>À>ÃÊ
como policiacas, mientras que los consumidores, sus clientes,
iÃÌÕÛiÀÊÃi«ÀiÊ«ÀÌi}`ÃÊ«ÀÊiÊ>>ÌÊÞÊ>?ÃÊÃiÊÃÕi-
Ì>ÀÊ>Ê}ÖÊÌ«ÊìÊVÌÀÊÃ>Ì>À°Ê
-ÊÞÊ«ìÃÊ>ViÀV>ÀÃÊ>ÊÕ`ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊiiÀ-
cieron la prostitución en la segunda mitad del siglo XIX, esto se
debe a la vasta documentación generada por las autoridades en-
V>À}>`>ÃÊìÊÀi}ÃÌÀ>À>ÃÊpiÊ>ÊwV>ÊµÕiÊÃiÊVÀiÊ«>À>ÊiÛ>ÀÊÕÊ
Ê À>ÛÊÞÊi}Ài]ÊºvÀiÊ>Ê
ÃiÊ-Õ«iÀÀÊìÊ->ÕLÀ`>`»]ÊÛ°Êx]ÊjÝV]Ê
1
mayo de 1873, p. 70-77, en AHSS.


258 FERNANDA NÚÑEZ BECERRA
VÌÀÊÃi>>ÊìÊÃÕÃÊÀiÛÃiÃÊj`V>ÃpÊ>ÃÊVÊìÊÛ}>À>ÃÊ
«>À>ÊµÕiÊVÕ«iÀ>ÊVÊ>ÃÊ`Ã«ÃViÃÊÀi}>iÌ>À>Ã°Ê*`À>-
ÃÊVÕÃÊ>wÀ>ÀÊµÕiÊiÊÌi>ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÃiÊ«ÕÃÊìÊ`>Ê
y que desde diversos lugares los observadores sociales escribieron
bastante sobre “eso” que irrumpió en lo cotidiano y se volvió, para
algunos higienistas, un verdadero “problema social”.2
-ÊiL>À}]ÊVÊÃÌÀ>ÀiÃÊ>ÊÊ>À}ÊìÊiÃÌiÊ>ÀÌVÕ]Ê
lo que podemos saber de quienes solicitaron los servicios de las
prostitutas es poco, pues el propio sistema que las regulaba fue
contrario a desvelar las identidades de sus clientes. La cita del
VÊÌ>LjÊiÊ«>ÀiVÊ«iÀÌiÌiÊ«>À>ÊÕÃÌÀ>ÀÊ>Ê`wVÕÌ>`Ê
de aprehender históricamente esa otra cara tan importante pero
tan enmascarada de la prostitución. Resulta pues importante
—como lo sugirió Fabiola Bailón— reflexionar sobre la percep-
ción que se elaboró del cliente de la prostitución en la época re-
glamentarista, la cual comenzó en el Segundo Imperio, cuando
se echó a andar el flamante “sistema francés”, y terminó hasta
w>iÃÊìÊ*ÀwÀ>Ì°ÊVÊ>?ÃÃÊÃiÀ?ÊiÊLiÌÊìÊiÃÌiÊiÃ>Þ°
ÊiVÊìÊµÕiÊ>ÃÌ>ÊiÊ`>ÊìÊÞÊÃÊÛ>ÀiÃÊVÃÌÌÕÞ>Ê
el 99% de los clientes de la prostitución —o del sexo servicio,
como se le denomina actualmente haciendo hincapié en los de-
ÀiVÃÊÞÊL}>ViÃÊ>LÀ>iÃÊµÕiÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊViÛ>p]ÊÞÊµÕiÊ
del total de quienes prestan este servicio el 85% lo constituyan
ÕiÀiÃÊÞÊiÊ£x¯ÊÀiÃÌ>ÌiÊLÀiÃ]3 nos indica que para com-
«ÀiìÀÊ iÀÊ >Ê `Ã«>À`>`Ê }ijÀV>Ê ìÊ viiÊ ìLiÃÊ
acercarnos a lo que constituye la esencia de las prácticas de lo
masculino, pues pareciera que para los hombres dicho consumo
es una práctica “natural”.
En México, desde tiempos remotos “ir de putas” ha sido
sinónimo de virilidad. El reciente escándalo provocado por el
2
Todo lo relativo a la prostitución en el siglo XIX proviene de mi investi-
}>VÊ`VÕiÌ>Ê«>À>ÊÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>]ÊµÕiÊìÃ«ÕjÃÊÃiÊVÛÀÌÊiÊiÊ
libro La prostitución y su represión en la segunda mitad del siglo XIX.
3
Si bien estas cifras son francesas y están citadas por los autores que
elaboraron la Proposition de loi visant a pénaliser les clients en 2011, creemos
µÕiÊ«ÕiìÊÃiÀÛÀÊìÊii«Ê«>À>ÊÕÃÌÀ>ÀÊiÃ>Ê`Ã«>À`>`ÊiÌÀiÊÃÊ}jiÀÃ°Ê

ÃÕÌ>`ÊiÊvÀ°Ü«i`>°À}


MUJERES PÚBLICAS Y CONSUMIDORES PRIVADOS 259
“descubrimiento” de una amplia red de prostitución dentro de la

VÖ«Õ>ÊV>«Ì>>ÊìÊ«À«Ê«>ÀÌ`ÊiÊiÊ«ìÀÊ>ÊÛiÊ>V>]Ê
controlada por el “rey de la basura”, Cuauhtémoc Gutiérrez, nos
permite dimensionar la magnitud y actualidad del problema.
ÕÌjÀÀiâ]Ê>«Þ>`Ê«ÀÊÕ>ÊiwViÌiÊi}>V>`À>]ÊL}>À>Ê>Ê
ÛiiÃÊìÃi«i>`>ÃÊ>Ê«ÀÃÌÌÕÀÃi]ÊÌ>ÌÊVÊjÊVÊVÊÌÀÃÊ
º«ÀiÌiÃ»ÊiLÀÃÊìÊÃÕÊ«>ÀÌ`]Ê>ÊV>LÊìÊÌÀ>L>ÊÊ
iÀ>ÃÊÃ>>À>iÃ°ÊÊ«>ÀiViÀ]ÊiÃ>ÊÀi`ÊÞ>Ê>L>ÊÃ`ÊìÕV>`>Ê
anteriormente, pero no fue sino hasta que una periodista encu-
LiÀÌ>Ê«Õ`Êw>ÀÊiÊ«ÀViìÀÊìÊiÃÃÊ«ÀÝiiÌ>ÃÊµÕiÊiÊ>ÃÕÌÊ
«Õ`Ê Ã>ÀÊ >Ê >Ê Õâ]Ê VwÀ>`Ê >ÃÊ Ê µÕiÊ ÕVÃÊ >VÌÛÃÌ>ÃÊ
>L>ÊÛi`ÊìÕV>`ÊìÃìÊ>ViÊÌi«°ÊÃÊLÀiÃ]ÊÃÊ
clientes, siguen consumiendo sexo, aunque no ignoren la realidad
de la vida de las personas que se venden, quienes son dominadas
«ÀÊ>ÊÛiV>ÊvÃV>ÊÞÊ>Ê«ÀiÃÊ«ÃV}V>ÊµÕiÊ>ViÊµÕiÊÃiÊ
asimilen a una especie de esclavas modernas. Ese tipo de clien-
tela se siente con el derecho absoluto de disponer del cuerpo de
ÕiÀiÃÊÞÊÃÊ«ÀÊiÊÃÊiVÊìÊ«>}>ÀÊ«ÀÊj]ÊÊµÕiÊÃÊ
introduce a la manera miserable en la cual ciertos hombres viven
su masculinidad en general y su sexualidad en particular.
Un recorrido por la historia
Como lo ha demostrado Jacques Rossiaud en un estudio pionero

sobre la prostitución medieval, desde muy temprano en la his-
toria del occidente cristiano se intentó canalizar la sexualidad
masculina, la cual era considerada una fuerza natural irrepri-
mible, explosiva y peligrosa para el consenso social.4 En una
ÃVi`>`Ê«ÀiìÀ>ÊìÊÀìiÃÊiÃÌ>iÌ>iÃ]ÊiÊ«iÌÕÊìÊ>Ê
ÃiÝÕ>`>`Ê Û>ÀÊ ÕÛiÊ >ÀÀiÃ}>L>Ê Ãi«ÀiÊ VÊ À«iÀÊ iÊ
orden establecido por la violencia de las pasiones desatadas.
Ese peligro potencial nos permite comprender la referencia agus-
tina, tantas veces repetida, que predicaba lo siguiente: “suprime
4
Jacques Rossiaud, La prostitution médiévale,Ê*>ÀÃ]Ê>>À]Ê£nn]Ê
286 p.


a las prostitutas y las pasiones revolucionarán el mundo”. Tam-

bién nos permite entender por qué en ese mundo dominado por
iÊi`Ê>Ê«iV>`Ê>ÃÊV>Ã>ÃÊ«ÖLV>ÃÊÊLÕÀìiÃÊi}>ÀÊ>ÊÃiÀÊ
verdaderas instituciones sociales controladas por los ayunta-
mientos o incluso por la Iglesia.
La reflexión teológica nos permite comprender perfectamen-
te cómo en la sociedad occidental católica el orden conyugal,
ÀiVjÊ VÌÀ>`Ê «ÀÊ >Ê }iÃ>]Ê Ê «`>Ê VViLÀÃiÊ ÃÊ Õ>Ê
«ÀÃÌÌÕVÊ«ÖLV>ÊLiÊÀi}Õ>`>]Ê>ÊVÕ>ÊiÀ>ÊÛÃÌ>ÊVÊÕÊº>Ê
menor”. Incluso, la fornicación con meretrices era tenida como
ÕÊ«iV>`ÊÃ«i]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ>ÊvÕVÊìÊiÃ>ÃÊÕiÀiÃÊiÀ>Ê
VÃìÀ>`>ÊÌ>ÊÖÌÊ>ÊLiÊVÖÊµÕiÊ«VÊÌiÀiÃ>L>ÊiÊV>-
ÊµÕiÊ>ÃÊ>L>ÊÀ>`Ê>Êi«ÀiìÀÊiÊwV°Ê,ÃÃ>Õ`ÊÃÌÀÊ
que por estar solas o por ser pobres o migrantes —y por ello estar
ìÃ«ÀÌi}`>ÃpÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊÃiÊÛÛ>ÊÛVÌ>ÃÊìÊÛ>V-
nes colectivas y en muchas ocasiones terminaban como receptá-
VÕÊ«>À>ÊiÊiÛÌ>LiÊ>À`ÀÊìÊÃÊÛiiÃÊÃÌiÀÃ°Ê
Los gobiernos de las ciudades pensaban que al favorecer ese
Ì«ÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊVÌÀ>`>ÊÃiÊVL>ÌÀ>ÊÌ>LjÊÕÊ>Ê
considerado más grave moral y socialmente: la homosexualidad
masculina, el terrible “pecado nefando”. La existencia de prosti-
ÌÕÌ>ÃÊìL>Ê>ÃÊ«ÀÌi}iÀÊ>Ê>ÃÊì?ÃÊÕiÀiÃÊìÊ>Ì>µÕiÊìÊ-
LÀiÃÊÕÕÀÃÃ]Ê«iÀÊÌ>LjÊ>i>ÀÊ>ÊjÃÌÃÊìÊÃÊÛiVÌÃ°ÊÊ
ÃÊLÕÀìiÃÊÃ>Ê>ÃÃÌÀÊÕ>ÊÕÌÀ`>ÊViÌi>ÊÌ>ÌÊìÊvÀ?iÃÊ
VÊìÊV>iÃ°ÊÀÊ>Ê>ÊV>Ã>Ê«ÖLV>ÊiÊ}ÀÕ«ÊvÕiÊÕ>ÊVÃÌÕLÀiÊ
ìÊÛiiÃ]ÊìÊwV>iÃÊÞÊìÊ>«Ài`ViÃ]Ê«ÕiÃÊ>Ê«À?VÌV>ÊìÊ>Ê
fornicación era una evidente prueba de normalidad y de acceso
>Ê>ÊLÀ>°Ê-ÊiÊÌiÀ>ÊÃÊLÀiÃÊV>Ã>`ÃÊÞÊÃÊÀi}ÃÃÊ
ÊìL>Ê>ÃÃÌÀÊ>Ê`VÃÊÕ}>ÀiÃ]ÊiÊ>Ê«À?VÌV>ÊiÃ>ÃÊ«ÀLV-
iÃÊ>?ÃÊvÕiÀÊÀiÃ«iÌ>`>Ã°Ê,iVÀìÃÊµÕiÊÌ>ÌÊÃÊ>ÌÀ-
monios como la entrada a las órdenes no eran decisiones indivi-
duales, sino de las familias. Por el contrario, el escándalo social
iÃÌ>>L>ÊVÕ>`Ê>}ÖÊVjÀ}ÊÃi`ÕV>Ê>Ê`Vi>ÃÊÊV>Ã>`>ÃÊ>«À-
vechando su influencia en el confesionario, cuando un casado
iÃÌ>L>ÊÊ>}Ài`>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>i>Ã]ÊÊVÕ>`Ê>}ÖÊÛiÊ
Û>L>Ê>ÊÕ>ÊÛÀ}iÊìÊLÕi>Êv>>]Ê>ÊVÕ>Ê«`>ÊVÃÌi>ÀÊÃÊ
altos gastos de un proceso o encontrar una solución consensuada


>ÊiÃiÊ>VÌÊìÊÛiV>°Ê ÃÊÖÌÊÀi«iÌÀÊµÕiÊ>ÊÛâÊìÊ>ÃÊÛVÌ>ÃÊ
ÊÌi>Ê}ÖÊ«iÃÊ>]ÊÞ>ÊµÕiÊÊµÕiÊÃiÊ>V>L>Ê>ÊÛ>ÀÊ>Ê
Õ>ÊÕiÀÊiÀ>ÊiÊÀÊìÊV>Êv>>À°Ê*ÀÊi]ÊÕV>ÃÊÛiViÃÊ
ÃiÊvÀâ>L>Ê>ÊÛ>`ÀÊ>ÊìÃ«Ã>ÀÃiÊVÊÃÕÊÛVÌ>]ÊÊµÕiÊÀi«Ài-
ÃiÌ>L>Ê>ÊìviÃÊ>LÃÕÌ>ÊìÊViÀÌ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê
Si bien a lo largo de la historia hubo épocas y ciudades más
Ài«ÀiÃÛ>ÃÊµÕiÊÌÀ>ÃÊÞÊiÊiÃ«ÀÌÕÊÀivÀÃÌ>ÊìÊ ÕÀ«>ÊìÊÀÌiÊ
}>ÊÌiÀÀiÊ}À>`Õ>iÌiÊiÊÌÀ`ÕÊ>Ê«ÀVÊìÊ>ÊV>ÃÌ-
`>`]ÊìÊ>ÊVÌiVÊÞÊìÊÕÊÌiÀV>LÊÌÊ?ÃÊVÃi-
suado entre los esposos, a partir del siglo XVII se comenzaron a
difundir en las regiones protestantes prohibiciones y órdenes de
V>ÕÃÕÀ>ÊÌ>ÌÊìÊLÕÀìiÃÊVÊìÊL>ÃÊÞÊÌ>LiÀ>ÃÊ`ìÊÌ>-
bién se practicaba ampliamente la prostitución. No obstante, en
el mundo católico, y a pesar de las predicaciones de la Iglesia, la
idea de que la prostitución era un “mal necesario” permeó las
mentalidades y trascendió épocas.
>Ê ÕiÛ>Ê Ã«>>ÊÃ}ÕÊ>Ê«ÌV>ÊwV>ÊìÊÃÕÊiÌÀ«]Ê
por lo que a petición de algunos notables de la ciudad la autori-
â>VÊ«>À>Ê>LÀÀÊ>Ê«ÀiÀ>ÊV>Ã>ÊìÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊvÕiÊ`>`>Ê
ÕÞÊÌi«À>ÊÛ>ÊÀi>ÊVj`Õ>Ê>ÊÞÕÌ>iÌÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊ
jÝV°ÊÕµÕiÊÊÃ>LiÃÊÃÊiÃ>ÊV>Ã>ÊwV>ÊiÊiviVÌÊ>LÀÊ
ÃÕÃÊ«ÕiÀÌ>Ã]ÊÃÊÃ>LiÃ]ÊiÊV>L]ÊµÕiÊiÊ>ÀÊÛi>ÊiÃÌÕÛÊ>Ê
>ÊÀìÊìÊ`>]ÊµÕiÊyÀiVÊÞÊÃiÊiÝÌi`Ê>«>iÌiÊ«ÀÊ>Ê
ciudad en manos de particulares, lo que era normal en una so-
Vi`>`ÊV«ÕiÃÌ>ÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>ÊìÊÛiiÃÊÃÌiÀÃ°5
Êv>Ì>ÊìÊvÕiÌiÃÊiÃ«iVwV>ÃÊµÕiÊìÕiÃÌÀiÊ>ÊiÝÃÌiV>Ê
cotidiana de esas casas, su funcionamiento y la calidad de su
ViÌi>]ÊÃÊV>ÃÃÊÕ`V>iÃÊiVÌÀ>`ÃÊiÊÃÊ>ÀVÛÃÊÞÊ>>-
â>`ÃÊ «ÀÊ >Ê >À>Ê Ì`Ê ÕiÃÌÀ>Ê µÕiÊ `ÕÀ>ÌiÊ ÃÊ ÌÀiÃÊ
siglos coloniales hombres de todas las condiciones sociales recu-
ÀÀiÀÊ>ÊÃÊÃiÀÛVÃÊìÊ>ÃÊÕVÃ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕi]Ê«iÀÌii-
cientes también a los diferentes estamentos, se dedicaron a la
venta de sus encantos. Asimismo, dichos casos muestran una socia-
L`>`Ê>ÃVÕ>ÊiÝ«ÃÛ>ÊÞÊ«>ÀÀ>ìÀ>ÊµÕiÊ>ÃÃÌ>Ê>Ê«ÕµÕiÀ>Ã]Ê
5
Ê>Ê>À>ÊÌ`]ÊEl amor venal y la condición femenina en el México
colonial]ÊÌiÃÃÊìÊ`VÌÀ>`]Ê*>ÀÃ]Ê-ÀL>]Ê£nÈ]Ê«°Ê£nÓÓÓ°


Ì>LiÀ>Ã]ÊiÃiÃ]ÊV>Ã>ÃÊìÊÕi}ÊV>ìÃÌ>Ã]ÊL>ÃÊÞÊÌi>â-
cales, donde hombres “del pueblo” se gastaban sus pocos ingresos
VÊÕiÀiÃÊÛi>iÃ°Ê/>LjÊÃÊLÀiÃÊìÊÃÊ>ÌÃÊiÃÌÀ>ÌÃÊ
de la sociedad colonial frecuentaban las casas de conocidas mu-
iÀiÃÊ«ÖLV>Ã]Ê>ÊµÕiiÃÊ«>}>L>ÊiÃ«j``>iÌi°Ê Ê}iiÀ>]Ê
nunca se respetaron las disposiciones represivas que a partir del
siglo XVII llegaban desde la metrópoli ordenando que se prohi-
LiÀ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊµÕiÊÃiÊViÀÀ>À>Ê>ÃÊV>Ã>ÃÊ«ÖLV>ÃÊÊÃÊ
v>ÃÃÊÌi>âV>iÃ°Ê}ÖÊÃ>`ÊiÃV?`>ÊÃÊ«iÀÌiÊÛiÀÊ
µÕiÊÃÊLÀiÃÊìÊ}iÃ>]ÊVÕÃÊÃÊìÊ>Ê>Ì>ÊiÀ>ÀµÕ>]Ê>ÃÊ
VÊÃÊvÕV>ÀÃÊìÊ ÃÌ>`ÊÃÃÌi>ÊÀi>ViÃÊVÊÕ-
iÀiÃÊLiÊVV`>ÃÊ«ÀÊiÊ«ÖLV]ÊiÊVÕ>ÊVÕÃÊiÃÊ>«>Õ`>Ê
VÕ>`Ê>V>ÊÃÕÊiÌÀ>`>ÊºÌÀÕv>»Ê>ÊÃÊiÃ«iVÌ?VÕÃÊ««Õ>ÀiÃÊ
como las corridas de toros o las funciones teatrales aunque las
i}Ì>ÃÊiÃ«Ã>ÃÊÃiÊ«ÕÃiÀ>ÊvÕÀÃ>ÃÊVÊ>ÊÃ>`>ÊÞÊiÊìÃV>ÀÊ
ìÊ>ÃÊìÊº«ÖLV>Êv>>»°6

Ê«ìÃÊÛiÀÊVÊ>Ê>Ã`Õ>ÊvÀiVÕiÌ>VÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
«ÖLV>Ã]Ê>Êw}ÕÀ>ÊìÊÃÊViÌiÃÊÃiÊ«iÀVLÊVÊÃV>iÌiÊ
«ÃÌÛ>]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÃiÊÛÊìÊ>iÀ>Ê?ÃÊ
>L}Õ>°Ê*ÀÊÕÊ>`]ÊjÃÌ>ÃÊiÀ>ÊV>wV>`>ÃÊìÊº>>Ã»]ÊºÀ>i-
ras” o “putas”. Por el otro, si eran bonitas e inteligentes y llega-
ban a “triunfar” tanto en el escenario como en la vida mundana,
ÃiÊiÃÊi}>L>Ê>Êº«iÀ`>À»ÊÕÊ«>Ã>`Ê`Õ`ÃÆÊÊVÕÃÊÃiÊ«`>Ê
casar o salir de la “mala vida”. Esta posible reinserción social es
un indicador de que el pueblo en general no condenaba tanto a
iÃ>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊìÊµÕiÊÃÊÌiÀÀLiÃÊ>>Ìi>ÃÊµÕiÊiVÌÀ>ÃÊ
VÌÀ>Ê i>ÃÊ «iÀÌiiV>Ê ?ÃÊ LiÊ >Ê ÕÊ `ÃVÕÀÃÊ À>ÌÛÊ ÞÊ
ViÀV>ÊµÕiÊiÊÌi«ÃÊÀ>iÃÊÌi>Ê«VÊiviVÌÊiÌÀiÊ>ÊÃ-
Vi`>`°Ê/>LjÊ«ìÃÊÛiÀÊVÊ>ÃÊÕiÀiÃÊºìViÌiÃ»ÊÃiÊ
µÕi>ÀÊÃi«ÀiÊìÊµÕiÊÃÊLÀiÃÊV`V>À>ÊÞÊÀiÌÀLÕÞiÀ>Ê
tan generosamente a las prostitutas, de que despilfarraran la
iÀiV>ÊìÊÃÕÃÊÃÊiÊÕ>ÊiÃ«iViÊìÊV«iÌiV>ÊiÌÀiÊ>VÃÊ
por un mismo bien, considerado por los pares como excelso y
escaso.
6
Ibidem, p. 202.


El surgimiento de un “problema social”
>Ê`wVÕÌ>`ÊìÊiÃLâ>ÀÊÕÊÀiÌÀ>ÌÊ«ÀiVÃÊìÊ>Ã`ÕÊVÃÕ-
dor de carne tarifada en nuestro México decimonónico radica-
À>]ÊiÊÕ>Ê«ÀiÀ>Ê>«ÀÝ>V]ÊiÊiÊ`ÃiÊìÊ«À«ÊºÃÃ-
tema francés”, que hizo todo para mantenerlo en el anonimato.
Recordemos rápidamente que la tolerancia de la prostitución
«ÖLV>ÊÃiÊâÊwV>Ê«ÀÊiÊÌiÀÊ>ÊµÕiÊ>ÃÊiviÀi`>ìÃÊÛi-
jÀi>Ã]ÊiÃ«iV>iÌiÊ>ÊÃwÃ]ÊÃiÊiÝÌiìÀ>Ê«ÀÊ>ÊVÕ`>`ÊÞÊ
se volvieran una peste moderna que carcomiera los cimientos
ìÊ>Êv>>]ÊVÊÊ>wÀ>L>Ê>Êi`V>ÊìÊiÃÃÊiÌÃ°Ê
ÃÊ j`VÃÊ iÝV>ÃÊ µÕiÊ }À>`Õ>iÌiÊ >L>Ê >`µÕÀ`Ê
prestigio y poder entre la sociedad y que trataron de implemen-
tar el “sistema francés” en la ciudad estaban convencidos de que
>ÃÊ «ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ iÀ>Ê ÃÊ ºL>µÕiÀÃÊ ìÊ >Ê ÃwÃ»Ê ÞÊ ìÊ µÕiÊ ÃÊ
hombres nunca eran los que las contagiaban. La “ruta de con-
Ì>}»ÊiÀ>ÊLiÊVV`>\ÊÃÊv}ÃÃÊÛ>ÀiÃÊÀ>Ê>ÊÃi`ÕVÀÊ>Ê
ÕV>V>ÃÊìÊÀ}iiÃÊÃV>iÃÊ?ÃÊL>ÃÊµÕiÊÃÊÃÕÞÃ]ÊiÌÀiÊ
el servicio doméstico de sus propios hogares o fuera de ellos, e
ÀÀii`>LiiÌiÊÃiÊVÌ>}>À>]ÊiÛ>À>Ê>ÊiviÀi`>`Ê>Ê
ÃÕÃÊ}>ÀiÃ]ÊVÌ>}>À>Ê>Ê>ÊvÕÌÕÀ>ÊiÃ«Ã>ÊÊ>ÊÌÀ>ÃÊÕiÀiÃÊ
ìÊÃÕÊiÌÀ]ÊÛÛiÀ>ÊÃiÀ>LiÊ>ÊÛ`>Ê>ÀÌ>ÊÞÊVÀÀiÀ>Ê
el riesgo de contagiar también a su descendencia, si es que lle-
gaban a tenerla.7
En esos momentos se discutió también la sexualidad y la
>iÀ>ÊiÊµÕiÊjÃÌ>ÊiÀ>ÊÛÛ`>ÊÃi}ÖÊÃiÊiÀ>ÊLÀiÊÊÕiÀ°Ê-iÊ
VÀi>ÊµÕiÊ>ÃÊVÊÃÊLÀiÃÊÌi>ÊiÃ>Êº>ÌÕÀ>iâ>»Ê«i-
ÌÕÃ>ÊÞÊ`vVÊìÊVÌiiÀ]Ê>ÊÀiÃ}ÊVÕÃÊìÊiviÀ>À]Ê>ÃÊÕ-
iÀiÃ]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>ÃÊìÊ>ÃÊjÌiÃ]ÊiÀ>Êº>ÌÕÀ>iÌi»ÊV>ÃÌ>ÃÊÞÊ
mucho menos inclinadas a los “ardores de la Venus”. Las que
Ìi>ÊiÃ>ÊiviÀâ>Ê«Ài`Ã«ÃVÊ >Ê >Ê ÕÕÀ>Ê iÀ>Ê ÃÊ >ÃÊ
“malas”, las ninfómanas, las histéricas, las que después se dedi-
V>À>ÊV>ÃÊ>ÌÕÀ>iÌiÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°ÊÊw>iÃÊìÊÃ}]ÊÃiÊ
ÊÃjÊ >À>Ê ,iÞiÃ]Ê º}iiÊ «ÖLV>°Ê ÃÌÕ`Ê ÃLÀiÊ >Ê «ÀÃÌÌÕVÊ iÊ
7
México”, Gaceta Médica de México, t. IX, n. 23, 1874.


vio en ellas incluso “una predisposición innata” al vicio, muy al

estilo lombrosiano, que las convirtió en criminales.8
ÊºÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃ»Ê«ÀiÌi`>ÊiÌViÃÊì>ÀÊvÕiÀ>ÊìÊ>ÊÀ>]Ê
tanto policiaca como médica, al hombre, que en el fondo, como
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clientes en potencia. ºÃiÕÀÊÌÕÌÊiÊì»]ÊìV>ÊiÊÀ>-
V>ÊVÕ>`ÊÃiÊÀiviÀ>Ê>ÊiÃ°Ê1ÊÃiVÌÀÊìÊ>Ê«Ê«ÖLV>Ê
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iÃÊ>ÊÃi}ÕÀÊ>ÌiÃÊÞÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ>ÌÀ]Ê«iÀÊÌ>LjÊÃ>L>Ê
perfectamente que era una quimera el que los varones pudieran
>«V>ÀÊÌ>ÊÃiÛiÀ>ÃÊÀi}>ÃÊìÊÛ`>°ÊÃÊV>Ã>`Ã]Ê«ÀÊii«]ÊÌi-
>ÊÕVÃÊÞÊ>À}ÃÊ«iÀ`ÃÊìÊ>LÃÌiV>ÊÃiÝÕ>ÊL}>ÌÀ>Ê
ÃÊÀiÃ«iÌ>L>ÊÃÊÌi«ÃÊiÊÃÊµÕiÊÃÕÃÊÕiÀiÃÊÌi>ÊiÊìÀiVÊ
de abstraerse del débito marital: embarazos, partos, puerperios,
lactancias, menstruaciones y dolencias diversas, sin hablar de los
«iÀ`ÃÊ iÊ µÕiÊ >Ê }iÃ>Ê >VÃi>L>Ê >ÞÕÊ ÞÊ V>ÃÌ`>`°Ê *>À>Ê
«>>ÀÊÃii>ÌiÊV>ÀiV>]Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊìL>ÊiÃÌ>ÀÊ`Ã«LiÃÊ
ÞÊìL`>iÌiÊVÌÀ>`>ÃÊ«ÀÊ>ÊwV>ÊÃ>Ì>À>°Ê,iVÀìÃ]Ê
además, que en la segunda mitad del siglo se dio de manera ma-
siva la llegada a la ciudad de migrantes provenientes del interior
ìÊ>Ê,i«ÖLV>]ÊµÕiiÃÊiÊÃÕÊ}À>Ê>ÞÀ>Êi}>L>ÊÃÌiÀÃ°Ê
ÃÌÕ`>ÌiÃ]ÊÌÀ>L>>`ÀiÃ]Êi«i>`Ã]ÊºÛ>}ÃÊÞÊVÃÃ»Ê«ÕÕ>-
ÀÊ«ÀÊ>ÃÊV>iÃ°ÊÃÃ]Êi}>ÀÊÕVÃ>ÃÊÕV>V>ÃÊ
µÕiÊÃiÊi«i>À>ÊÕÃÌ>iÌiÊiÊiÊÃiÀÛVÊ`jÃÌV]ÊiÊVÕ>Ê
durante mucho tiempo fue uno de los pocos sectores que les
vÀiV>ÊÌÀ>L>Ê>ÃÊVÊiÊ«ÀiÀÊwVÊìÊ>ÊvÕÌÕÀ>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>°
-ÊiÊºÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃ»ÊÀiÃÕÌÊÃiÀÊÕ>ÊÕÌ«>Ê«>À>Ê>}ÕÃÊÊ
una quimera para otros, eso fue porque en el sistema siempre
ÕLÊ?ÃÊÕiÀiÃÊºV>ìÃÌ>Ã»ÊµÕiÊÃÕÃ>Ã°Ê>?ÃÊÃiÊ}ÀÊ
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VÊvÕiÀÊ`Û``>ÃÊÞÊV>ÃwV>`>Ãp°Ê6}>À>ÃÊÞÊVÌÀ>À>ÃÊ
Luis Lara y Pardo, Estudios de higiene social. La prostitución en México,

8
jÝV]ÊLÀiÀ>ÊìÊ>Ê6Õ`>ÊìÊ
°Ê ÕÀiÌ]Ê£än]Ê«°Ê£n°


sanitariamente tuvo como motivo proteger a los clientes para

devolverlos a sus esposas y al seno de sus familias lo más intactos
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gicas de todos ellos.
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ìÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÌÕÛiÀÊVÊwÊÊÃÊLiÀ>ÀÊ>ÊÃÊLÀiÃÊìÊ
llevar una libreta sanitaria y sufrir revisiones periódicas, sino
también, y sobre todo, mantenerlos en el anonimato. Ellas eran
«ÖLV>Ã]ÊÃÕÊw>VÊÞÊÃÕÃÊiviÀi`>ìÃÊiÃÌ>L>ÊV>À>iÌiÊÀi-
gistradas, pero de “monsieur tout le monde” no sabemos mucho
?Ã°ÊÃÊViÌiÃÊiÀ>ÊVÃìÀ>`ÃÊ«iÀÃ>ÃÊ«ÀÛ>`>ÃÊÞÊìL>Ê
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«ìÀÆÊ>µÕj>ÃÊ>ÊµÕiiÃÊ«ÀiÀÊÃi`ÕV>ÊÃÊiÊiÀÊÀiÀ-
dimiento, con o sin violencia, y luego abandonaban ya embara-
â>`>ÃÊ ÊVÊÃÆÊ>µÕj>ÃÊµÕi]ÊÃÊÊ}À>L>ÊLÌiiÀÊ>ÞÕ`>Ê
iVV>Ê>}Õ>ÊìÊÃÊÃi`ÕVÌÀiÃ]ÊV>iÀ>ÊÀÀii`>LiiÌiÊ
en la prostitución, como se puede corroborar en los informes que
periódicamente la Inspección de Sanidad mandaba tanto al Con-
ÃiÊ-Õ«iÀÀÊìÊ->ÕLÀ`>`ÊVÊ>ÊLiÀ>V°9
Los médicos e higienistas se preocuparon por cumplir bien
su función de garantes de la civilización. Para lograrlo, necesita-
L>ÊVViÀÊiÀÊ>ÊµÕiiÃÊìL>Ê VÌÀ>À]Ê «ÀÊ Ê µÕiÊ iÃÊ
«>ÀiVÊ«ÀÌ>ÌiÊVViÀÊ>ÃÊV>ÕÃ>ÃÊµÕiÊÀ>L>Ê>Ê>ÃÊÕi-
ÀiÃÊ>ÊiiÀViÀÊiÃiÊºì}À>`>Ìi»ÊwVÊ>ÃÊVÊiÊÌ«ÊìÊViÌiÃÊ
µÕiÊÌi>°ÊÀ>V>ÃÊ>ÊÃÕÊViÊÞÊ>ÊÃÊìÌ>>`ÃÊvÀiÃÊµÕiÊiÃ-
cribieron a las autoridades, hoy podemos saber que, a diferencia
ìÊÊµÕiÊÃiÊ«iÃ>L>ÊVÖiÌiÊpVÊ>V>L>ÃÊìÊÛiÀp]Ê
>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊiÝV>>ÃÊV>L>ÊÃÕÊºvÕiÃÌ>ÊV>`>»Ê«VÊ>Ê
«VÊÞÊÃi«ÀiÊVÊÃÊìÊÃÕÊÃ>ÊV>ÃiÊÃV>°Ê
iÌ>ÊÃÕÊ
ÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ iViÀÀ>]ÊLa prostitución y su represión en la ciudad de

9
México (siglo XIX). Prácticas y representaciones, Barcelona, Gedisa, 2002, p. 127.


primer desliz con el pretendiente, con quien se iban a vivir en

VÕ>ÌÊ«`>ÊiÊiÃ«iÀ>ÊìÊ«ÀiÌ`Ê>ÌÀÊµÕiÊV>ÃÊÕ-
V>ÊÛi>ÊVÕ«`°Ê1>ÊÛiâÊ>L>`>`>Ã]ÊÃiÊÛi>Ê«i`>ÃÊ>Ê
ÛiìÀÃiÊV>ìÃÌ>iÌiÊ>ÃÌ>ÊµÕiÊ>Ê«V>Ê>ÃÊìÌi>ÊÞÊ>ÃÊ
forzaba a registrarse.
Todas las prostitutas se vendieron a hombres de su misma
V`VÊÃV>]Ê>ÕµÕiÊ>ÃÊÛiiÃÊÞÊLÌ>ÃÊÌÕÛiÀÊÃi«ÀiÊ
>Ê«ÀÌÕ`>`ÊìÊºiÃVìÀ»ÊÃÕÃÊºL>Ã»ÊÀ}iiÃÊÞÊÌÀ>L>>ÀÊiÊ
ÃÊ iÃÌ>LiViÌÃÊ ìÊ «ÀiÀ>Ê V>Ìi}À>]Ê ÌÀ>ÃvÀ?`ÃiÊ
en las cocotas de moda.
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ÌÀ>L>Ê>ÃÊ«iµÕi>ÃÊ>VViÃÀ>ÃÊµÕiÊvÕ}>ÊÊÃÊVÊ«ÀÃ-
ÌLÕÃÊµÕiÊVÊ«ÕµÕiÀ>ÃÊÊw}iÃ°Ê ÊiÃÃÊÕ}>ÀiÃÊpºìÊ>Ê
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V>À}>`>ÃÊìÊ>ÃÊÞÊìÊÃ]ÊµÕiÊÌ>LjÊ«ÕÕ>L>Ê«ÀÊ>ÃÊV>iÃÊ
vendiéndose por un vaso de pulque y algunas tortillas.
ÊiiÀVVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>ÊÛiViÃÊVV`>ÊVÊiÊÀLÊÞÊ
el asalto violento. A veces, entre los papeles administrativos, surge
ÕÊV>ÃÊVÊiÊìÊÕ>Ê>`ÀiÊLÀiÀ>ÊµÕiÊÃiÊµÕiÊìÊµÕiÊÃÕÊÊ
ìÊ£ÇÊ>Ã]ÊìÃi«i>`]Ê>L>ÊÃ`ÊLÕÀ>`Ê«ÀÊÕ>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>Ê
µÕiÊiÊÀLÊiÊÀi]Ê>Ê«ÃÌ>ÊÞÊ>ÃÌ>Ê«Ài`>ÃÊìÊÀ«>ÊiÊiÊ-
iÌÊiÊµÕiÊÌi>ÊÃiÝÊiÊÕÊÌiÀÀiÊL>`°Ê Ê>ÌiÀÀÊiÃÊÕÊ
«iµÕiÊii«]ÊÃ>`ÊìÊÃÊ>ÀVÛÃ]ÊµÕiÊÃÊ>L>ÊìÊ>«Ê
iÃ«iVÌÀÊÃV>ÊµÕiÊVÕLÀ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÛi>iÃÊÞÊÃÕÃÊViÌiÃÊiÊ
la ciudad de México.10
1Ê«VÊ?ÃÊ>L>ÊiÊ>ÊiÃV>>ÊÃV>]ÊÞÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊ>Ê«À-
bición de abrir burdeles en patios de vecindad, nos encontramos
patios enteros dedicados al comercio venal, viviendas ocupadas
«ÀÊÕiÀiÃÊÀi}ÃÌÀ>`>ÃÊÊV>ìÃÌ>ÃÊµÕiÊ«>}>L>Ê>ÊÀiÌ>Êi-
ÌÀiÊ`ÃÊÊ?Ã]ÊVÃ>ÊÌ>LjÊ«ÀL`>ÊÌ>>ÌiiÌiÊ«ÀÊiÊÀi}>-
iÌ°ÊÊÃiÊ>Ìi`>Ê>ÊLÀiÀÃ]Ê>ÀÌiÃ>Ã]ÊwVÃÌ>ÃÊÞÊi«i>-
dos de tiendas o estanquillos. En otros cuartos de la misma
vecindad, podemos observar, a través de los mismos documentos,
10
Ibidem, p. 131.


>Ê«>ÀÌiÀ>ÃÊÞÊVÕÀ>ìÀ>ÃÊ>ÞÕ`>`Ê>ÊÕiÀiÃÊìÊÌ`>ÃÊ>ÃÊV>ÃiÃÊ
sociales a restablecer esas “menstruaciones impuntuales”.11
El inspector Bravo y Alegre, en un largo informe de 1872, con-
wÀ>Ê>Ê«iÀ>iV>ÊìÊiÃ>ÃÊÃÌÕ>ViÃ]ÊVviÃ>`]Ê>ÊÃÕÊÛiâ]Ê
µÕiÊjÊÌi>ÊÛ>ÀÃÊ>}ÃÊp·vÕV>ÀÃÊVÊj¶pÊµÕiÊiÀ>Ê
asiduos clientes de bien conocidas habitantes de esos patios.12
VÌÀ>Ã]Ê>ÃÃ]Ê`ÛiÀÃ>ÃÊµÕi>ÃÊµÕiÊÃÊ>L>ÊÃ-
LÀiÊiÃiÊÃiVÌÀÊìÊViÌiÃ\ÊµÕi>ÃÊìÊj`VÃÊVÌÀ>ÊÃÕÃÊÃÕLÀ`-
nados y los agentes policiacos, quienes muy fácilmente se que-
daban a departir con las muchachas en los burdeles en vez de
VÌÀ>À>ÃÆÊÊVÌÀ>ÊµÕiiÃÊÃÕL>ÊìÃV>À>`>iÌiÊVÊi>ÃÊ
a sus cuartos o las visitaban en casas de asignación, que era como
entonces se llamaba a los moteles.13 También podemos conocer
ÃÊ}ÕÃÌÃÊìÊÕVÃÊÌ>ÀiÃ]ÊµÕiiÃÊ«iÀÃi}Õ>Ê>ÊV>ìÃÌ>ÃÊ
ÞÊÕi}Ê>wÀ>L>ÊµÕiÊiÀ>ÊÃÕÃÊµÕiÀ`>ÃÊ«>À>ÊiÛÌ>ÀÊµÕiÊvÕiÀ>Ê
dadas de alta en los registros cuando eran apresados in flagranti,
VÊìV>ÊÃÊ«V>ÃÊVÕ>`ÊÀi>â>L>ÊÃ«iVViÃÊiÊL>-
res y cantinas. Estos lugares eran frecuentados por uniformados,
µÕiiÃÊ VÃÌ>ÌiiÌiÊ V>ÕÃ>L>Ê iÃV?`>Ê VÊ ÕiÀiÃÊ ìÊ
v>>Ê«ÖLV>]Ê>Ê>ÃÊµÕiÊìÃ«ÕjÃÊÌiÌ>L>Ê«ÀÌi}iÀÊìÊÃiÀÊiÛ>-
`>ÃÊ>ÊÀi}ÃÌÀÊ>wÀ>`ÊµÕiÊiÀ>ÊÃÕÃÊ>>Ã>Ã°14
Gracias a sus amplios conocimientos en la materia, en febre-
ro de 1870 el gobierno del Distrito Federal encargó a Hilarión
À>ÃÊ-ÌÊ>ÃÊÀivÀ>ÃÊ>Ê,i}>iÌÊìÊ*ÀÃÌÌÕV]Ê«>À>ÊÊ
cual le ofrecieron 300 pesos. Uno de los autores de Los mexicanos
pintados por sí mismos ofrece un acercamiento bastante realista
de los amantes de las costureritas, grisetas y cocotas, esas habi-
Ì>ÌiÃÊìÊÛÛi`>ÃÊºÃiÀ>LiÃ»ÊµÕiÊÌi>ÊÀi``ÃÊ>ÊÃÕÃÊ«iÃÊ
a los muchos estudiantes, dependientes, vendedores, hombres
ÛiiÃÊÞÊÃÌiÀÃ]ÊÊÀiVjÊi}>`ÃÊìÊ>Ê«ÀÛV>]ÊµÕiiÃ]ÊìÊ
no poder pagar por los servicios sexuales obtenidos, las invitaban
a comer o les regalaban alguna prenda de vestir.15
11
Ibidem, p. 200-202.
12
Ãio»°
13
ÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ iViÀÀ>]ÊLa prostitución y su represión..., p. 142.
14
Ibidem, p. 139.
15
Ibidem, p. 63.


Más arriba en esa escala social, encontramos a las guapas

ÕiÀiÃÊ«ÖLV>Ã]ÊÌ>ÌÊiÝV>>ÃÊVÊiÝÌÀ>iÀ>Ã]ÊµÕiiÃÊiÊ
conocidos hoteles de la capital o en burdeles bien establecidos
ÀiVL>ÊÃÊv>ÛÀiÃÊìÊViÌiÃÊ?ÃÊ«ÕìÌiÃ°ÊÃÊ`VÌÀiÃÊÃiÊ
µÕi>L>ÊìÊµÕiÊ>ÃÊLi>ÃÊÞÊLiÊVV`>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊ>?ÃÊ
iÀ>ÊiÃÌ>`>ÃÊ«ÀÊ>Ê«V>Ê«ÀµÕiÊÃÕÃÊViÌiÃÊiÀ>ÊºìÊ>ÌÃÊ
ÛÕiÃ»]Ê«ÌVÃÊìÊÀiLÀi]ÊyÕÞiÌiÃ]ÊºìÊ}Õ>ÌiÊL>V»Ê
>ÃÊVÊÀiÃ«iÌ>LiÃÊ«>`ÀiÃÊìÊv>>ÊµÕiÊi}>L>Ê>Ê>ÊV>«Ì>Ê
por negocios y aprovechaban el anonimato de la ciudad para la
consabida “cana al aire”.16
ÊÃÕÃÊvÀiÃ]ÊiÊ«ÀwVÊÃ«iVÌÀÊ À>ÛÊÞÊi}ÀiÊì«-
À>L>Ê>ÃÊiÀiÃÊ`wVÕÌ>ìÃÊµÕiÊ>ÊÃ«iVVÊ->Ì>À>ÊÌi>Ê
«>À>ÊÃiÌiÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÃÊÀi}>iÌÃÊ>ÃÊVÊiÊiVÊ
ìÊµÕiÊ>ÃÊµÕiÊÀiÃÕÌ>L>ÊiviÀ>ÃÊìÊ>}ÖÊ>ÊÛijÀiÊ«iÀ>-
necieran “secuestradas” todo el tiempo de su curación en el hos-
pital. Por supuesto, culpaba a las propias prostitutas de que la
ÃwÃÊÃiÊiÝÌiìÀ>ÊÃÊVÌÀÊ«ÀÊ>ÊVÕ`>`]Ê«ÕiÃÊ>ÃÊVÃìÀ>-
ba la escoria de la sociedad, pero también a sus clientes y pro-
tectores, aunque a veces no vemos bien la diferencia entre unos
ÞÊÌÀÃ°ÊÃ]Ê`>L>ÊVÕiÌ>ÊìÊ>Ê>L}Øi`>`ÊìÊÃÕÊÃÊÞÊÀiV-
V>ÊµÕiÊÃÊ>ÊV«iÀ>VÊìÊiÃÃÊViÌiÃÊ>`>ÊÃiÊ«`À>ÊL-
ÌiiÀ\Êº`Õ`ÊµÕiÊ>Þ>ÊLÀiÃÊÀiVÌÃ]ÊÃLÀiÊÃÊVÕ>iÃÊÊiiÀâ>Ê
}ÖÊ«ìÀÊ>ÊyÕiV>ÊìÊ>ÃÊv>`>Ã]ÊÞÊìÊiÊì«iìÊÌÌ>-
mente el que se logren abatir las enfermedades venéreas”.17
-iÀ>Ê«ÀÌ>ÌiÊiÃLâ>ÀÊÕÊÀiÌÀ>ÌÊìÊÃÊ}ÕÃÌÃÊÞÊìÊ>ÃÊ
preferencias sexuales de los clientes de aquella época dorada del
reglamentarismo, pero una vez más sólo encontramos generali-
`>ìÃ]ÊVÊ>ÊµÕiÊÀiwiÀiÊµÕiÊÌ`ÃÊÃÊViÌiÃÊ«>}>L>]Ê>ÊÛiViÃÊ
sumas muy elevadas, por desvirgar, por ser los primeros en pro-
L>ÀÊ >Ê Õ>ÃÊ ÕV>V>ÃÊ µÕi]Ê Ãi}ÖÊ ÃÊ j`VÃ]Ê «`>Ê i}>ÀÊ
>ÃÌ>ÊÃÊÕiÛiÊ>ÃÊìÊi`>`°ÊÃÊwV>iÃÊÀi«ÀÌ>ÊµÕiÊiÃÌ>L>Ê
Ãi}ÕÀÃÊìÊµÕiÊÕV>ÃÊìÊ>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊÛiiÃÊµÕiÊ>wÀ>L>Ê
ÌiiÀÊÞ>Ê£nÊ>ÃÊ«>À>Ê«ìÀÊÃiÀÊÀi}ÃÌÀ>`>ÃÊÊi}>L>Ê>ÊiÃ>Ê
i`>`]ÊÊµÕiÊìÃìÊÃÕÊ«ÕÌÊìÊÛÃÌ>Ê>ÃÊVÛiÀÌ>ÊiÊÕÊ«i}À]Ê
16
Ibidem, p. 142.
17
Ãi°°°», p. 76.


Þ>ÊµÕiÊìL`Ê>ÊµÕiÊ>ÊÕÛiÌÕ`Ê `>L>Ê >Ê ÕÃÊ ìÊ ViV>Ê

«`>ÊiÃ«>ÀVÀÊÕVÊ?ÃÊv?ViÌiÊ>ÃÊiviÀi`>ìÃ°18 En
este sentido, parece haber un consenso universal y general sobre
>Ê«ÀiviÀiV>Ê>ÃVÕ>Ê«ÀÊ>ÊÕÛiÌÕ`Êvii>]Ê>ÊVÕ>ÊÛ>-
`À>Ê>Ê«i>Ê>>â>ÀÊ?ÃÊìÌi`>iÌi°
La diversidad en la oferta de muchachas también fue suma-
mente importante. Por ello, los enganchadores o las matronas de
burdeles buscaban ávidamente rostros nuevos, “carne fresca”.
En este sentido, constatamos que entre esos establecimientos se
rotaban las muchachas, por lo que muchas de ellas se quedaban
«VÊÌi«ÊiÊiÊÃÊÕ}>À°Ê}Õ>ÃÊ>ÌÀ>ÃÊìV>ÊµÕiÊ>L>Ê
ViÌiÃÊµÕiÊLÕÃV>L>ÊÕiÀiÃÊiL>À>â>`>ÃÊÊiÃÌÀÕ>`]Ê>Õ-
que las fuentes administrativas son muy parcas en este sentido.
No parece haber operado en la ciudad de México el cambio en las
«ÀiviÀiV>ÃÊÃiÝÕ>iÃÊìÊÃÊViÌiÃÊµÕiÊÃÊ«iÀÊiÊ>ÊÀ>V>Êw-
nisecular y que Alain Corbin describe tan bien en su paradigmá-
tico libro Les filles de noce°ÊÃÊ}À>ìÃÊLÕÀìiÃÊìÊ>Ì>ÊV-
menzaron a cerrar sus puertas o a transformarse en bares y
V>Ì>ÃÊìÊÕÊ>ÊÃÊÌi«ÊµÕiÊ>Ê«Ê«ÖLV>ÊVi-
âÊ>ÊVÕiÃÌ>ÀÊ>ÃÊÃÕ«ÕiÃÌ>ÃÊÛiÌ>>ÃÊìÊ>ÊÀi}>iÌ>VÊÞÊ>Ê
debatir intensamente alrededor de las ideas abolicionistas, las
cuales estaban influenciadas obviamente por los avances sociales
µÕiÊ>ÃÊ«À«>ÃÊÕiÀiÃ]Ê«ÕÃ>`>ÃÊ«ÀÊiÊ«Õ>ÌiÊviÃ]Ê
iÃÌ>L>Ê}À>`ÊiÊiÊÌiÀÀiÊìÊÊ«ÌV°Ê-i}ÖÊ
ÀL]ÊÕÊ
cambio en las mentalidades provocó que los franceses comenza-
À>Ê>ÊÃiÌÀÊ>ÊiViÃ`>`ÊìÊVµÕÃÌ>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊµÕiÊiÃÊ
}ÕÃÌ>À>Ê>}>ÀÊ«>À`>ÃÊìÊÃi`ÕVVÊ`ìÊÕiÀiÃÊ>«>Ài-
ÌiiÌiÊLÀiÃÊºÃiÊÀ>ÊìÊ}>>Ã»ÊìÊiÃÌ>ÀÊVÊiÃÊ>ÕµÕiÊ
después les tuvieran que pagar por esos servicios.19
ÊjÝV]ÊiÊÛiÊÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃÊViâÊ>ÊÃiÀÊVÕiÃÌ>-
do a comienzos del siglo XX tanto por algunos médicos como por
diversos observadores sociales que clamaban la abolición de la
Ài}>iÌ>VÊµÕi]ÊÃi}ÖÊiÃ]Ê}ÖÊLiiwVÊ>L>ÊÌÀ>`Ê
18
ÊiÀ>`>Ê ÖiâÊ iViÀÀ>]ÊLa prostitución y su represión..., p. 114.
19
Alain Corbin, Les filles de noce. Misère sexuelle et prostitution, XIXe et XXe
siècles]Ê*>ÀÃ]ÊÕLiÀÊÌ>}i]Ê£Çn]ÊxÇÎÊ«°


>Ê>ÊÃVi`>`ÊÞ]Ê>ÊVÌÀ>À]Ê>V>ÊÛiÀÊ>Ê ÃÌ>`ÊVÊÕÊ>ÕÌj-
tico padrote. Sin embargo, la Revolución mexicana no sólo obligó
a posponer esos debates, sino que reforzó el papel de los burdeles
como lugares idóneos para la sociabilidad masculina en toda la
,i«ÖLV>°Ê>ÛÀiVÊÃLÀiÊÌ`Ê>ÊiiÀ}iV>ÊìÊÕiÛÃÊ>VÌÀiÃÊ
«ÌVÃÊVÀÀÕ«ÌÃÊµÕi]Ê«>À>Êº`ÛiÀÃwV>À»ÊÃÕÃÊi}VÃ]Ê«ÕÃiÀÊ
LÕÀìiÃ]ÊVÕLÃÊÞÊV>L>ÀiÌÃ]Ê>ì?ÃÊìÊV>Ã>ÃÊìÊÕi}°Ê Ê ÃÌ>`Ê
}iÃÌÊ>ÊÃÕÊ>ÌÊÃÊ«iÀÃÃÊ«>À>ÊiÃÃÊÕ}>ÀiÃÊ>ÃÊVÊ«>À>Ê
las zonas de tolerancia, alargando con ello el periodo de regla-
iÌ>VÊ>ÃÌ>Êw>iÃÊìÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£Óä°ÊÕVÃÊ}iiÀ>iÃ]Ê
«ÌVÃÊÞÊÕiÛÃÊÀVÃÊvÕiÀÊViÌiÃÊ>Ã`ÕÃÊÊ«À«iÌ>ÀÃÊìÊ
esos lugares que se pusieron de moda, aunque siempre hubo otros
ìÊiÀÊºV>Ìi}À>»Ê«>À>ÊViÌi>ÊiÃÊ>ìÀ>`>°20
La situación de la prostitución en México fue tal que la Liga
ìÊ>ÃÊ >ViÃÊ«ÕÃÊ>Ê«>ÃÊiÊ>ÊÀ>ÊÌiÀ>V>ÊVÕ>`ÊiÊ
1927 lo declaró como uno de los principales destinos de las mu-
iÀiÃÊÛVÌ>ÃÊìÊÌÀ>Ì>ÊÃ>`>ÃÊìÊ ÕÀ«>°ÊÃ]ÊiÊ£ÓÊÃiÊVÕÞÊ
el delito de lenocinio en el Código Penal mexicano. Posteriormen-
te, en 1938, el Estado se adhirió a la Convención Internacional
«>À>Ê>Ê-Õ«ÀiÃÊìÊ/À?wVÊìÊÕiÀiÃ°Ê?ÃÊÌ>Àì]ÊiÊ£{ä]ÊÃiÊ
abolieron las leyes que regulaban la práctica de la prostitución.
Ê«>ÀÌÀÊìÊiÃiÊiÌ]ÊÃiÊìÃ>ÌÊÕ>ÊV>«>>Ê«>À>ÊViÀÀ>ÀÊ
burdeles y arrestar a las matronas que hasta ese momento se
>V>ÊV>À}ÊìÊiÃ°21
La literatura y los literatos
La época reglamentarista en México también estuvo marcada, a

nivel de las sensibilidades, por la admiración y emulación de lo
vÀ>VjÃ°ÊÃ]ÊiÀi`>ÃÊÊÃÊiÊÃÃÌi>Ê«>À>ÊÃÕiÌ>ÀÊ>Ê>ÃÊÕi-
ÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊ>ÊVÌÀÊÃ>Ì>À]ÊÃÊÌ>LjÊÌ`ÊiÊ>}>ÀÊ
20
Ê*>i>ÊÕiÌiÃÊÞÊiÀ>`>Ê Öiâ]ÊSelling Sex in Mexico City, ponencia
VÕÌ>Ê «ÀiÃiÌ>`>Ê iÊ iÊ
µÕÊ ÃLÀiÊ *ÀÃÌÌÕV]Ê À}>â>`Ê «ÀÊ iÊ
International Institute of Social History, el 25 de abril del 2013 en Amsterdam
[en prensa].
21
Idem.


iÀÌVÊÞÊÃiÃLiÊµÕiÊÊÀì°ÊÕµÕiÊ>ÖÊÃÊv>ÌiÊiÃÌÕ`ÃÊ
puntuales para conocer con certeza las prácticas sexuales y las
v>Ì>Ã>ÃÊiÀÌV>ÃÊÌ>ÌÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊìÊÃÊLÀiÃ]ÊiÊ}ii-
ral, como de los clientes decimonónicos mexicanos, en particular,
la literatura, sobre todo la francesa, contribuyó a poner de moda
iÊÌi>°Ê*ÀÊi]Ê>ÊÛiViÃÊiÃÊ`vVÊÃi«>À>ÀÊ>ÊwVVÊìÊ>ÊÀi>`>`Ê
cuando hablamos sobre la prostitución y su clientela, ya que
hasta los médicos reglamentaristas citaban párrafos enteros de
Ûi>ÃÊìÊ>Êj«V>Ê«>À>Êº`VÕiÌ>À»ÊÃÕÃÊiÃÌÕ`ÃÊViÌwVÃ°
Si bien en las novelas del siglo XIX y de principios del XX las
«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊiÊ}iiÀ>ÊÌiÀ>ÊÃÕÊÛ`>ÊÃiÀ>LiiÌi]Ê>µÕi>-
das por espantosos dolores en el hospital o fuera de él —como le
ÃÕVi`Ê>Ê->Ì>]Ê>ÊiÀ>ÊìÊiìÀVÊ>L>]ÊÊ>ÊÃÕÊ«>ÀÊvÀ>-
cés, Nana, de Émile Zola22—, es probable que esa representación
vÕiÀ>ÊÌ>ÊÃÊÕÊiÃ>iÊ«VÌÊìÃÌ>`Ê>Ê>iÀÌ>ÀÊ>Ê>ÃÊiV-
toras sobre el horrible y trágico destino que le esperaba a toda
>µÕi>ÊÕiÀÊµÕiÊÃiÊÀiL>>L>Ê>ÊÛiìÀÃi°
>L>ÊìÃVÀLiÊÛÛ`>iÌiÊiÊÌ«ÊìÊViÌi>ÊµÕiÊvÀiVÕi-
tó a Santa cuando ella reinó desde el pináculo de su fama: “lo
más conspicuo de la sociedad, calaveras profesionales, asiduos
a los lugares caros y de moda como la Maison Dorée, el Sport

ÕLÊÊiÊ/ÛÊViÌÀ>]Ê>Ê>ÞÀ>ÊìÊiÃÊV>Ã>`Ã]ÊiÊ>ÃÊ
matrimonios, como lo eran todos”.23 Asimismo, relata no sólo
el amor que Santa sintió por un torero de menor rango social,
ÃÊÃLÀiÊÌ`ÊÃÕÊiÌÊìÃViÃÊ>ÊwiÀ]ÊVÕ>`]ÊÞ>ÊiviÀ>Ê
y alcoholizada, se ve orillada a recibir clientes cada vez de menor
V>Ìi}À>°Ê ÊLÃÌ>Ìi]Ê>?ÃÊ>L>ÊÃLÀiÊ>Ê«ÃL`>`ÊìÊµÕiÊ
alguno de ellos la haya contagiado ni sobre a cuántos habrá ella
contagiado después.
Si bien es cierto que el miedo al contagio pudo haber disua-
``Ê>Ê>}ÕÃÊLÀiÃÊìÊÀÊVÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊÊViÌÛ>`Ê
>ÊÌÀÃÊ>ÊÃi`ÕVÀÊÕiÀiÃÊºiÃÌ>Ã»]ÊÌ>LjÊÊiÃÊµÕiÊiÊ>ÌÀ-
Ê«ÀÊ>ÀÊÞÊìÊLÀiÊiiVVÊ>ÃÊVÊiÊÀi>>iÌÊìÊ
22
Federico Gamboa, Santa]ÊjÝV]ÊÀ>L]Ê£ÇÊQ£äÎR]ÊÎÓÇÊ«°ÆÊiÊ
Zola, Nana]Ê*>ÀÃ]Ê
>À«iÌiÀ]Ê£nnä°
23
Federico Gamboa, Santa..., p. 74-110.


las costumbres sexuales que tuvo lugar después de la Primera

Guerra Mundial provocaron, por lo menos en las grandes capi-
Ì>iÃ]ÊµÕiÊ«>Ài>ÃÊiÀÊV«iiÌÀ>`>ÃÊvÕiÀ>Ê?ÃÊwiiÃÊ>Ê>-
trimonio y menos asiduas a la prostitución.
*iÌiÀÊ>ÞÊ>wÀ>ÊµÕi]Ê«>À>ÊÃÊµÕiÊÊ«`>ÊiÛÌ>ÀÊÀiVÕÀÀÀÊ
>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÊÌiiÀÊµÕiÀ`>Ã]ÊiÃ>ÃÊ«À?VÌV>ÃÊViâ>À>Ê>Ê
ser fuente de angustias y culpas, sobre todo entre los varones
protestantes.24 Nosotros creemos que, dados la doble moral de
los católicos y lo popular de tener una “casa chica” o visitar el
burdel, los mexicanos de todos los estratos sociales aprendieron
ÕÞÊLiÊ>ÊV«>}>ÀÊÃÕÊviÊVÊÃÕÊL`ÊÞÊ>Ê>ÌiiÀÊ>ÃÊ>Ê
culpa a raya.
De cualquier forma, tanto la literatura francesa como la mexi-
V>>ÊÃÊÕiÃÌÀ>ÊìÊµÕiÊiÊ>ÊiÌ>`>`Ê«>ÌÀ>ÀV>ÊÃi}Õ>ÊÃÕL-
Þ>ViÌiÊ>Ê>i>Êì>ÊìÊµÕiÊ>L>Ê`ÃÊÌ«ÃÊìÊÕiÀiÃ\Ê>ÃÊLÕi-
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ÕÃÌ>iÌiÊ«>À>ÊÃiÀÛÀÃ°
En algunas novelas de la época, se describió la prostitución
de altos vuelos y la competencia entre actrices y cocotas, quienes
iÀ>ÊiÊLiÌÊìÊìÃiÊìÊÃÊViÌiÃÊìÊ>Ê>Ì>ÊÃVi`>`ÊìV-
V>]Ê>ì?ÃÊìÊ>ÊVÀVÕ>VÊìÊiÃ>ÃÊÕiÀiÃÊiÌÀiÊÃÊ
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ÕiÀiÃÊ>«ÀÛiV>L>Ê«>À>ÊVÃÌÀÕÀÃiÊÕ>ÊÀ>L`>`°Ê ÃÌÊ
ÃÕVi`>ÊÊÃÊiÊ ÕÀ«>ÊÃÊÌ>LjÊiÊjÝV]ÊVÊLiÊ
lo describe José Tomás de Cuéllar en su novela Las Jamonas, la
cual se ubica en la segunda mitad del siglo XIX°Ê ÊVÀÌVÊÃV>Ê
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hombres ignorantes, trepadores y corruptos que adquieren poder
a partir del Segundo Imperio. Tanto para Cuéllar como para los
reglamentaristas del mismo periodo, la explicación sobre el com-
«ÀÌ>iÌÊº>À>»ÊìÊiÃiÊÌ«ÊìÊÕiÀiÃÊiÃÊµÕiÊjÃÌiÊiÃÌ>L>Ê
Peter Gay, La experiencia burguesa de Victoria a Freud, 2 v., México,

24
Fondo de Cultura Económica, 1992.


marcado desde su nacimiento, pues era una forma de predesti-

nación por ser bastardas, haber sido engendradas fuera del ma-
trimonio y haber tenido padres viciosos o madres prostitutas. En
>ÊÃ>ÊÛi>]Ê>ÊLi>ÊÞÊÀÕL>ÊVVÌ>ÊiÝÌÀ>iÀ>ÊìÊ>ÌÃÊÛÕiÃÊ
logra que los hombres, generalmente casados, se peleen por sus
v>ÛÀiÃ°ÊÃÊiÝ«ÀiÊÃÊ«i`>`Ê>ÃÌ>Êì>ÀÃÊÃÊÕÊViÌ>ÛÊ
para después irse con otros. Cuéllar describe esa pudiente clien-
Ìi>Ê>ÃVÕ>ÊiÝV>>ÊV«Ìi`ÊiÌÀiÊÃÊ«ÀÊÃÊv>ÛÀiÃÊìÊ
iÃ>ÃÊVVÌ>ÃÊ>ÃÊVÊ>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊÀ>iÃÊµÕiÊÃÕ«ÕiÃÌ>-
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iÊÛiÊÃjÊ6>ÃVViÃ]Ê>Ã`ÕÊvÀiVÕiÌ>`ÀÊìÊÃÊLÕÀìiÃÊ
de moda, nos permite vislumbrar quiénes se acercaban a esos
Õ}>ÀiÃÊÞÊVÕ?ÊV«>ÀÌiÌ>`>ÊÃi}Õ>ÊiÃÌ>`Ê>ÊÃiÝÕ>`>`Ê
por entonces: a las novias o esposas se les “respetaba”, mientras
que a las “fáciles” o libres se les acosaba sin mayores consecuen-
cias. El Ulises Criollo, si bien fue publicado en 1945 y escrito
VÕ>`Ê6>ÃVViÃÊÞ>ÊiÀ>ÊÛi]ÊÀiiÀ>ÊiÊìÃ«iÀÌ>ÀÊÃiÃÕ>Ê
ìÊ>ÕÌÀÊ>ÃÊVÊiÊìÊ>Ê}iiÀ>VÊìÊ«Ài«>À>ÌÀ>ÃÊi}>`ÃÊ
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ViÌiÊ«>À>Ê>ÃÃÌÀÊ>ÊÃÊLÕÀìiÃÊ`ì]ÊÃi}ÖÊj]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ?ÃÊ
Li>ÃÊÞÊÃwÃÌV>`>ÃÊ`>L>Ê«>ViÀÊ>Ê}À>i°Ê ÊVÕ>ÌÊÌÕÛÊÃÊ
i`ÃÊiVVÃ]ÊÊìÊìÊÛÃÌ>ÀÃÊÞÊìÊ«ÀL>ÀÊVÕ>µÕiÀÊ
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ÌÌÕÌ>ÊµÕiÊ`>Ê«>ViÀÊÞÊÊ>`>ÊV>À}>`Ê>Ê>ìÊVÊÃÊ«>À>Ê
retener lo que se va”.25
/`Ê«>ÀiViÊ`V>ÀÊµÕiÊ>Êw>iÃÊìÊÃ}Ê XIX y principios
del XXÊ>ÖÊÊiÝÃÌ>Ê>ÃÊ>w>ÃÊì`V>`>ÃÊ>Ê>ÊiÃV>Ûâ>VÊìÊ
ÕiÀiÃÊÞÊÃ°Ê-ÊiL>À}]ÊÌ`ÃÊÃÊj`VÃÊÞÊLÃiÀÛ>`ÀiÃÊ
ÃV>iÃÊiV>À}>`ÃÊìÊVÌÀÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÖLV>ÃÊÞÊìÊÃÕÊ
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ìÊ>Ê«iÀÊV>>>»]Ê>ÃÊVÊ>ÊLiÊVV`>Ê«À?VÌV>ÊìÊi-
ganche de las matronas de los burdeles: buscar en los pueblos
25
José Vasconcelos, Ulises criollo. La vida del autor escrita por él mismo,
9a. ed., México, Botas, 1945, p. 343.


VÀVÕÛiVÃÊ>Ê>ÃÊVÕ`>ìÃÊÛiVÌ>ÃÊ«LÀiÃÊ«iÀÊ>}À>V>`>Ã]Ê
µÕiiÃÊ«ÀiÀÊiÀ>Êi}>ÌÕÃ>`>ÃÊVÊ>Êì>ÊìÊÀÊ>ÊÌÀ>L>>ÀÊ>Ê
la capital como sirvientas y después, una vez desembarcadas,
eran vendidas caro por su virginidad hasta varias veces, tras lo
cual quedaban atadas a sus burdeles por medio de deudas impa-
}>LiÃÊÊìÊÌÀ>ÃÊ>ÀÌ>>ÃÊVÊiÊÃ>wÃ]ÊiÊ>VÃÊÊ>Ê
`À}>`VV]ÊVÊÃi>>ÊiÊ`VÌÀÊØiiÃ]ÊµÕiÊiÊ£nnäÊiÃ-
cribió un largo ensayo al respecto.26 A principios del siglo XX,
ÕiÃÌÀ>Ê->Ì>ÊVwÀ>À>ÊiÃ>ÊÃ>Ê«À?VÌV>ÊìÊi}>Vi°Ê
Muchas novelas francesas describieron de manera realista el
ÕÛiÀÃÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊµÕiÊÌ>ÌÃÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃÊV-
partieron en aquella época. Madame BovaryÊìÊ>ÕLiÀÌÆÊLa Mai-
son Tellier, Yvette o Boule de SuifÊìÊÕÞÊìÊ>Õ«>ÃÃ>ÌÆÊÊLa
dama de las cameliasÊìÊÕ>ÃÊÃÊÌ>ÊÃÊ>}ÕÃÊii«ÃÊ
que permiten ver la comprensión aguda de las pasiones humanas
ÞÊ>Ê>«>ÊiÝ«iÀiV>ÊiÊ>ÊÃiÀ>ÊÃiÝÕ>ÊÞÊÃÊºL>ÃÊv`Ã»Ê
que sus autores tan bien supieron relatar.
Algunas conclusiones
Los estudios sobre la prostitución en la época medieval describen

el burdel como una eminente institución de la sociabilidad mas-
VÕ>°ÊÃÊ}LiÀÃÊìÊ>ÃÊVÕ`>ìÃÊ«iÃ>ÀÊµÕiÊiÀ>ÊiÀÊ
«iÀÌÀÊÃÕÊiÝÃÌiV>]ÊÛ}>`ÊÞÊVÌÀ>`Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ
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«ÀÃÌÌÕVÊÕ}Ê>ÊÊ>À}ÊìÊÌi«ÊÃiÊÛÛ>Ê«ÀLi?ÌVÊiÊ
épocas y lugares más moralistas, donde los burdeles eran obliga-
`ÃÊ>ÊViÀÀ>ÀÊÞÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÃ>ÀÃiÊìÊ>Êº>>ÊÛ`>»°Ê-ÊiL>À-
}]ÊìÃìÊiÌViÃÊiÊ«ÀLi>ÊvÕiÊÕÞÊ`vVÊìÊÃÕV>À]Ê«ÕiÃÊ
al prohibir o tratar de abolir la prostitución ésta se tornaba clan-
ìÃÌ>ÊÞÊÃiÊiÝÌi`>Ê«ÀÊÌ`ÊiÊÌi`ÊÃV>]ÊÛÛi`ÊÕVÊ
26
ÊÀ>VÃVÊØiiÃ]ÊAlgunas consideraciones sobre la prostitución públi-
ca en México, disertación inaugural de la Facultad de Medicina de México,
jÝV]Ê"wV>ÊìÊ>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊiÌ]Ê£nnn]Ê«°ÊxxxÈ°


?ÃÊÛÕiÀ>LiÃÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>Ê«À>VÌV>L>ÊÞÊ>LÀi`Ê>Ê
«ÕiÀÌ>Ê>Ê>ÊVÀÀÕ«VÊÞÊ>ÊV>Ì>iÊ«V>V°Ê*>À>ÊVÌÀ>ÀÊ
la prostitución en la segunda mitad del siglo XIX, México decidió
>`«Ì>ÀÊiÊºÃÃÌi>ÊvÀ>VjÃ»]Ê«ÀÊÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊÕVÃÊ>ÃÊ
ÌiÌÊ«iiÌ>À]Ê>ÕµÕiÊÃÊ>?ÃÊ}À>ÀÊ«i>iÌi°Ê
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ÃÕÃÊViÌiÃÊ«iÀ>iV>ÊÃi«ÀiÊiÊiÊ>>Ì°
Para los hombres el comercio carnal con prostitutas fue sinó-
ÊìÊÀ>`>`]ÊiÌÀ>ÃÊ µÕiÊ «>À>Ê >Ê ÕiÀÊ Ûi>Ê `VÊ
ViÀVÊÃ}wVÊV>À}>ÀÊÃi«ÀiÊVÊiÊiÃÌ}>]ÊÊµÕiÊÊ-
«`ÊµÕiÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊÃÊÃiÊì`V>À>Ê>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕVÊìÊ
manera parcial, que otras pudieran salirse de ese mundo e irse a
vivir con sus amantes o que incluso algunas se casaran, en gene-
À>]ÊVÊLÀiÃÊìÊÃÕÊÃ>ÊV`VÊÃV>°Ê ÃÌÊÃiÀ>Ê`VÊ
de que las prostitutas no eran tan mal vistas por su entorno.
Sin embargo, me parece que el feminismo contemporáneo
ÃÊ«ìÊÃiÀÊLiÌÛ>ÃÊ«>À>Ê>«ÀiiìÀÊÀi>iÌiÊ>Êw}ÕÀ>ÊìÊ
cliente en la segunda mitad del siglo XIX, es decir, la época regla-
iÌ>ÀÃÌ>°Ê*>À>ÊiÌiìÀÊ>ÊiÃiÊÃiÀÊÃÊÀÃÌÀÊìÊµÕiÊÃÊ>L>Ê
>ÃÊvÕiÌiÃ]ÊìLiÀ>ÃÊÌiÌ>ÀÊiÌiÀÃÊiÊÃÕÊ«i]ÊÌÀ>Ì>ÀÊìÊ
VViÀÊÃÕÃÊìÃiÃ]ÊÃÕÃÊÌÛ>ViÃ]Ê ÃÕÃÊ iÃ«iÀ>â>ÃÆÊ iÊ w]Ê
ìLiÀ>ÃÊÌÀ>Ì>ÀÊìÊVViÀÊÊµÕiÊLÕÃV>L>Ê>ÊvÀ>µÕi>ÀÊ>ÃÊ
puertas de un burdel, por una parte, y lo que encontraba en éste
ÞÊ Ê >V>Ê Ài}ÀiÃ>ÀÊ ÞÊ VÛiÀÌÀÃiÊ iÊ ÃÕÊ >LÌÕ>]Ê «ÀÊ >Ê ÌÀ>°Ê
ÕVÃÊÌi>ÊÕ>Êº«ÀiviÀ`>»ÊÞ]ÊìÊ>LiÀÊ«``]ÊÃiÊ>ÊÕLi-
ran llevado a vivir con ellos. Encontraban en el burdel algo que
en sus casas no. Por otra parte, me parece que también nos hace
falta analizar con más detenimiento la miseria sexual de los con-
Ìi«À?iÃ]ÊÌ>ÌÊìÊLÀiÃÊVÊìÊÕiÀiÃÊiÊ}iiÀ>]Ê
«>À>Ê}À>ÀÊV«ÀiìÀÊiÀÊ>Ê>«ÌÕ`ÊìÊviiÊìÊ>Ê
prostitución.
·9ÊµÕjiÃÊÃÊiÃÃÊVÃÕ`ÀiÃÊÞ¶Ê>ÃÊiVÕiÃÌ>ÃÊi>L-
radas para “descubrirlos” dicen que los propios clientes no admi-
ÌiÊ>ÖÊÃiÀÊÀiVV`ÃÊVÊÌ>iÃ°27
27
Ê
>ÀÃÊ6ÛV]Êº½iÊµÕÊÛ>Ê>ÕÝÊ«ÕÌiÃ»]ÊiÊÜÜÜ°«>}>£Ó°V°
>À}°


ÊiVÊìÊµÕiÊiÊ>Ê>VÌÕ>`>`ÊÃÊÛiiÃÊ«Õi`>ÊÌiiÀÊ
sexo antes del matrimonio no ha ocasionado que desciendan las
cifras de la oferta y la demanda de la prostitución, pues, de acuer-
`Ê>ÊÌiÀiÌ]ÊjÃÌ>ÃÊVÀiViÊiÝ«iV>iÌi]Ê«ÀÊÊµÕiÊÌi`À>-
mos que elaborar un cuadro más preciso sobre las prácticas se-
xuales de nuestros contemporáneos mexicanos. La erotización
general de la cultura está probablemente en la base de ese mare-
ÌÊÃiÝÕ>°Ê>Ê«ÀiÃiV>ÊìÊ>Ê«À}À>v>ÊiÊ>ÊÌiiÛÃ]ÊiÊ
>ÊÀi`ÊÞÊiÊ>ÊÛ`>ÊVÌ`>>ÊiÃÊ>Ê>ÊÛiâÊÃÌ>ÊÞÊv>VÌÀÊìÊiÃiÊ
mismo fenómeno. Esperemos que la evolución de las costumbres
sobre los papeles de género tenga serias repercusiones en las
apetencias y las prácticas sexuales de las generaciones futuras.
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de la Asociación Larrey]ÊÓÊÛ°]ÊjÝV]Ê«ÀiÌ>ÊìÊÀ>VÃVÊ>âÊìÊ
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µÕÊÃLÀiÊ*ÀÃÌÌÕV]ÊÀ}>-
zado por el International Institute of Social History, el 25 de abril
del 2013 en Ámsterdam [en prensa].


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V°>À}°
ZOLA, Émile, Nana]Ê*>ÀÃ]Ê
>À«iÌiÀ]Ê£nnä°



TERCERA PARTE
CRIMEN Y DELITO



VIDA NOCTURNA, MUJERES Y VIOLENCIA
EN LA CIUDAD DE MÉXICO EN LA DÉCADA DE 1940*
MARTHA SANTILLÁN ESQUEDA

Instituto Nacional de Ciencias Penales
>VÕÌ>`ÊìÊÃv>ÊÞÊiÌÀ>Ã
>Ê`jV>`>ÊìÊ£{äÊÌÀ>Ê>Ê>ÊV>«Ì>ÊiÝV>>Ê>ÀiÃÊìÊìÀ-
`>`°Ê Ê>L>Ê`Õ`>]Ê>ÊÕÀLiÊViâ>L>Ê>ÊÃiÀÊÌÀ>°Ê
ÊVi-
ta José Emilio Pacheco, “por vez primera con Ávila Camacho,
jÝVÊiÃÊÕ>ÊVÕ`>`ÊÌiÀ>V>Êp]ÊVÊÃiÊìV>ÊiÊÃÊ
VÕ>ÀiÌ>]Ê¼VÃ«Ì>½p»°1 Ciertamente, como resultado de la
industrialización promovida por los gobiernos tras la Revolución,
>ÊV>«Ì>ÊÃiÊ>L>ÊVÛiÀÌ`ÊiÊiÊViÌÀÊiVV]Ê>LÀ>ÊÞÊ
VÕÌÕÀ>Ê?ÃÊ«ÀÌ>ÌiÊìÊ«>Ã°Ê>ÃÊÌÀ>ÃvÀ>ViÃÊÃiÊiÛ-
ìV>L>ÊiÊiÊ«>Ã>iÊVÌ>`]Ê>ÊiÝ«>ÃÊÕÀL>>]ÊiÊVÀiV-
miento poblacional y también en las formas de socialización y
de diversión.
>ÊÕÀLiÊÌÀ>Ã«>Ã>L>ÊÃÊÌiÃÊ}i}À?wVÃÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊ
México y comenzaba a ocupar gran parte del territorio del Dis-
ÌÀÌÊiìÀ>]Ê`ìÊÃiÊiÀ}>ÊÕiÛ>ÃÊV>ÃÊÞÊvÀ>VV>i-
tos para las clases medias y altas. Para 1950, el 73% de la pobla-
VÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>ÊÀiÃ`>ÊiÊ>Êì>ÀV>VÊìÊ>ÊVÕ`>`Ê
IÊ}À>ìâVÊ>ÃÊiVÌÕÀ>ÃÊìÊÃÊLÀÀ>`ÀiÃÊìÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊÀi>â>`>ÃÊ«ÀÊ
Ã>Ê-«iV>]Ê>ÕÃÌ>Ê>ÌÖÃÊÞÊÀiV>ÊÕÌjÀÀiâ]Ê>ÃÊVÊÃÊViÌ>ÀÃÊ
ÞÊÃÕ}iÀiV>ÃÊìÊ>Ê`>Ê>ÀV>Ê*i>ÊÞÊ
>À>Ê`>ÊÃLÀiÊÕ>ÊÛiÀÃÊìÊ
mismo presentada en el Seminario Permanente de Historia Social del Colegio
de México el 24 de noviembre de 2014. Asimismo, agradezco las valiosas y
detalladas observaciones de los dictaminadores.
1
José Emilio Pacheco, “Nota preliminar”, en Salvador Novo, La vida en
México en el periodo presidencial de Manuel Ávila Camacho]ÊjÝV]Ê
ÃiÊ
>V>Ê«>À>Ê>Ê
ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊÀÌiÃÉÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃ-
toria, 1993, p. 14.


282 MARTHA SANTILLÁN ESQUEDA
de México, que era la zona comercial más importante y la que

contaba con todos los servicios urbanos.
Esta región se poblaba básicamente con migrantes y gente
pobre, debido, entre otras cosas, al congelamiento de rentas de
1942.2ÊÊÃÊÃiÊV>â>L>]Ê«ÀV«>iÌiÊiÊiÊ«ÀiÀÊVÕ>-
`ÀÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊÞÊiÊ>ÊV>ÊÕiÀÀiÀ]Ê>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊÃÌÃÊ
de ocio y diversión, tales como restaurantes, teatros, salas de cine,
L>ÀiÃ]ÊÃ>iÃÊ ìÊ L>i]Ê V>L>ÀiÌÃ]Ê«ÀÃÌLÕÃ]ÊiÌVjÌiÀ>]3 todos
ellos lugares etiquetados como “centros de vicio”4 que generaban
fuentes de empleo para muchas capitalinas.
Tal reorganización del territorio urbano, conforme a la clase
social y a la actividad cotidiana en torno al ocio vinculado a los
L>ÃÊv`Ã]5Ê`wVÊiÊÌjÀÃÊ}L>iÃÊiÊ>«>ÊìÊVÀiÊ
V>«Ì>ÊµÕiÊÃiÊ>L>Ê«ÀiÃiÌ>`Ê`ÕÀ>ÌiÊiÊ*ÀwÀ>Ì]Ê`ìÊ
las periferias —hacia el noreste de la ciudad de México— eran
2
Ê>À>Ê
ÀÃÌ>Ê-?ViâiÀ>`>ÊiÀ?ìâ]ÊRezagos de la modernidad.
Memorias de una ciudad presente, México, Universidad Autónoma Metropoli-
tana, 2005, p. 171-186.
3
Gabriela Pulido, El mapa del pecado. Representaciones de la vida noctur-
na en la ciudad de México, 1940-1950, tesis de doctorado en Historia y Etnohis-
ÌÀ>]ÊjÝV]Ê ÃVÕi>Ê >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]ÊÓä£{]Ê«°ÊÓÇ°Ê6j>ÃiÊ
º Ê>«>ÊìÊ«iV>`»ÊÕÃÌÀ>VÊÓ®]Ê`ìÊÃiÊÕiÃÌÀ>ÊiÊÌ«ÊìÊÃÌÃÊÞÊÃÕÊ
ubicación en el ciudad de México en la década de 1940.
4
En la época se consideraban como viciosas aquellas actividades que,
L?ÃV>iÌi]Ê>ÌiÌ>L>ÊVÌÀ>Ê>ÊÃ>Õ`ÊvÃV>ÊÊVÌÀ>Ê>ÊÀ>ÊÞÊ>ÃÊLÕi>ÃÊ
costumbres, es decir, prácticas sexuales fuera de la norma —en el ámbito
conyugal monogámico heterosexual— y el consumo habitual de enervantes
p`À}>ÃÊÊ>Vp°ÊÃ]ÊÃiÊ>>L>ÊºViÌÀÃÊìÊÛV»Ê>ÊÃÊÃÌÃÊiÊÃÊ
que supuestamente se realizaban dichas actividades. Para tener una idea más
precisa al respecto, véanse Código Sanitario de los Estados Unidos Mexicanos
(1934),ÊjÝV]Êi«>ÀÌ>iÌÊìÊ->ÕLÀ`>`Ê*ÖLV>]Ê£Î{ÆÊÞÊº `VÊiÃ-
pecial dedicada al Congreso contra el Vicio”, Criminalia. Revista de Sociolo-
gía Criminal, V>ì>ÊiÝV>>ÊìÊ
iV>ÃÊ*i>iÃ]ÊjÝV]Ê>Ê X, n. 8,
abril de 1944.
5
Ê"ìÌÌiÊ,>ÃÊ-Ã>ÊiÃÌÕ`>ÊVÊÃiÊvÕiÊVvÀ>`ÊiÃiÊÌiÀÀÌÀÊÕÀL>-
ÊìÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊiÌÀiÊ£ÓäÊÞÊ£{äÆÊ>ÃÊÛÃiÃÊìÊiÃ«iV>ÃÌ>Ã]Ê«Ài-
Ã>ÊiÊÌiiVÌÕ>iÃÊ>ÊÀiÃ«iVÌÆÊ>ÃÊVÊÃÕÊÀi>VÊVÊiÊVÀiÊÞÊ>Êì}À>-
`>VÊ ìÊ >Ê ÕiÀ°Ê 6j>ÃiÊ "ìÌÌiÊ >À>Ê ,>ÃÊ -Ã>] “ ¼ Ê L>Ê Õ`Ê ìÊ
«iV>`½°Ê 6V]Ê VÀiÊ ÞÊ L>ÃÊ v`ÃÊ iÊ >Ê VÕ`>`Ê ìÊ jÝV]Ê £Ó£{{»]Ê
incluido en este libro.


VIDA NOCTURNA, MUJERES Y VIOLENCIA 283
las zonas consideradas de mayor peligro.6 Para la década de 1940,

iÊVÀiÊÃiÊÌÀ`ÕV>ÊiÊiÊVÀ>âÊìÊ>ÊÕÀLi°7
ÊiÃiÊiÃVi>À]ÊÞÊVÊiÊwÊìÊºÃ>i>À»ÊÞÊºÀ>â>À»Ê>Ê
capital mexicana, se emitió una serie de reglamentos. En febrero
ìÊ £{ä]Ê ÃiÊ ìÀ}Ê iÊ ,i}>iÌÊ «>À>Ê iÊ iÀVVÊ ìÊ >Ê
Prostitución,8 se emitió el Reglamento contra las Enfermedades
Venéreas y se presentó un nuevo Reglamento Federal de Toxico-
>>°9 Asimismo, se reformó el Código Penal en lo referente a
ÃÊìÌÃÊVÌÀ>Ê>ÊÃ>Õ`ÊÞÊ>ÊÌiiV>ÊÞÊiÊÌÀ?wVÊìÊiiÀÛ>ÌiÃ°Ê
6
Véase James Alex Garza, El lado oscuro del Porfiriato. Sexo, crímenes y
vicios en la ciudad de México,ÊjÝV]Ê}Õ>À]ÊÓäänÆÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]Ê
“Crimen y violencia en las calles de la ciudad”, en Alicia Salmerón y Fernando
}Õ>ÞÊi`Ã°®]ÊºInstantáneas” de la ciudad de México. Un álbum de 1883-1884,
jÝV]Ê ÃÌÌÕÌÊ ìÊ ÛiÃÌ}>ViÃÊ À°Ê ÃjÊ >À>Ê ÕÃÊ À>É1ÛiÀÃ`>`Ê
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Fomento Cultural Banamex, 2013.
7
Ê6j>ÃiÊV>«ÌÕÊÊìÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊDelincuencia femenina.
Representación, prácticas criminales y negociación judicial. Distrito Federal
(1940-1954), tesis de doctorado en Historia, México, Universidad Nacional
Autónoma de México, 2013.
8
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El Estado y la prostitución. El establecimiento del abolicionismo en la ciudad de
México, 1937-1940]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>]ÊjÝV]ÊÃÌÌÕÌÊìÊÛiÃÌ-
}>ViÃÊÀ°ÊÃjÊ>À>ÊÕÃÊÀ>]ÊÓäää°
9
Con este reglamento se facultaba a médicos “para prescribir narcóticos
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rios para su distribución entre los toxicómanos habituales en tratamiento y
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presiones internacionales hicieron que dicho reglamento fuera derogado unos
iÃiÃÊìÃ«ÕjÃ°Ê6j>ÃiÊ,i}>iÌÊiìÀ>ÊìÊ/ÝV>>]ÊDiario Oficial de
la Federación]Ê£ÇÊìÊviLÀiÀÊìÊ£{ä]Ê«°ÊxÈÆÊÞÊiVÀiÌÊµÕiÊÃÕÃ«iìÊ>ÊÛ}iV>Ê
ìÊ,i}>iÌÊiìÀ>ÊìÊ/ÝV>>Ã]ÊDiario Oficial de la Federación, 3 de
ÕÊìÊ£{ä°Ê*>À>Ê?ÃÊìÌ>iÃ]ÊÛj>ÃiÊÕ>ÊLiÀÌÊ
i`]ÊLa Cosa Nostra en
México (1938-1950). Los negocios de Lucky Luciano y la mujer que corrompió al
gobierno mexicano]ÊjÝV]ÊÀ>L]ÊÓä££]Ê£xÇÊ«°


En él, se incluyeron como delitos el peligro de contagio y la in-

VÌ>VÊ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV°Êì?Ã]ÊÃiÊ>ÕÃÌ>ÀÊÃÊVVi«ÌÃÊìÊ
iVÊÞÊìÊÕÌÀ>iÃÊ>Ê>ÊÀ>°10
ÃÊ?ÃÊÌ>Àì]ÊiÊviLÀiÀÊìÊ£{{]ÊÃiÊiÛÊ>ÊV>LÊiÊiÊÃ-
trito Federal la Asamblea contra el Vicio, convocada por el re-
}iÌiÊìÊ>ÊVÕ`>`]Ê>ÛiÀÊ,Êiâ]ÊVÊ>Êw>`>`ÊìÊµÕiÊ
especialistas de diversas áreas y disciplinas como la medicina, la
VÀ}>ÊÞÊiÊìÀiVÊvÀÕ>À>ÊiÃÌÀ>Ìi}>ÃÊ«>À>ÊV>`ÞÕÛ>ÀÊ
con “la protección de la familia y la consolidación del hogar sobre
bases sólidas y tradicionales, […] la integración del patrimonio
familiar y la conservación austera de las costumbres honestas en
>ÊÕiÀÊiÝV>>»°11
Como resultado de dicho congreso, se emitió al mes siguien-
te un nuevo Reglamento de Cafés-Cantantes o Cabarets y Salones
de Baile.12 Se esperaba que con la efectiva regulación de la vida
nocturna desapareciera el sexo comercial y disminuyera el cri-
i]Ê«>À>ÊÊVÕ>ÊiÀ>ÊiViÃ>ÀÊºìÃ«>â>ÀÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìÊÃÊ
V>L>ÀiÌÃ»°ÊÃ]ÊiÊÀi}>iÌÊ«ÀL>Ê>Ê>VÌÛ`>`ÊìÊ>ÃÊwViÀ>Ã]Ê
iÃÌÊiÃ]Ê>ÊiÃÌ>V>ÊìÊºÕiÀiÃÊÃ>ÃÊQ°°°RÊµÕiÊ«iÀVLiÊVÃÊ
por el consumo que haga el cliente”.13
No obstante los esfuerzos, poco se pudo hacer para controlar
ÞÊVÌiiÀÊ>Ê`Ã«iÀÃÊìÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»Ê>ÃÊVÊ«>À>Ê
Ài`ÕVÀÊ>ÊV>Ì`>`ÊìÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>LÀ>L>ÊiÊiÃÌÃÊÕ}>ÀiÃ°Ê
A este respecto, cabe destacar que en las resoluciones del Con-
greso no se puso énfasis en la posibilidad de crear mecanismos
«>À>Ê>Ê«ÀÌiVVÊìÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>Ã°Ê-«iiÌiÊÃiÊ«Ì>L>Ê
por prohibir su presencia en esos sitios para impedir, por un lado,
Ê6j>ÃiÊV>«ÌÕÊÊìÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊDelincuencia feme-

10
nina....
11
“Puntos de vista de la Dirección General de Acción Social”, Criminalia.
>ÊX, n. 8, abril de 1944, p. 503-504.
12
Ê ÃÌiÊÀi}>iÌÊ`wV>L>ÊiÊiÌ`ÊiÊÎ£Ê>ÀâÊìÊ£Î£°Ê*>À>ÊÕ>Ê
discusión sobre los reglamentos y acuerdos mencionados, véase Carlos Medina
Caracheo, La vida nocturna en la ciudad de México. Centros nocturnos, cabarets
y burdeles, 1935-1945, tesis de licenciatura en Historia, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 1999, 175 p.
13
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊnÊìÊ,i}>iÌÊìÊ
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>Ì>ÌiÃÊÊ
>L>ÀiÌÃÊÞÊ->-
lones de Bailes, Diario Oficial de la Federación, 22 de mayo de 1944, p. 15.


>Êºì}À>`>VÊÀ>»ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞ]Ê«ÀÊiÊÌÀ]Ê>Ê«ÀviÀ>-
ción de conductas perniciosas, entre las que se contaban el con-
sumo de alcohol, la violencia, el comercio sexual y el crimen.
ÊiÃÌiÊVÌiÝÌ]ÊiÊ«ÀiÃiÌiÊÌÀ>L>ÊÌiiÊVÊ«ÀV«>Ê
propósito analizar la violencia femenina en los llamados “centros
de vicio” de la década de 1940, poniendo atención a las dinámicas
y a las formas de socialización que, propias de estos lugares,
activaban y daban sentido a las conductas agresivas de las mu-
iÀiÃÊµÕiÊ>Ê>LÀ>L>°Ê*>À>Êi]ÊÕÌâÊVÊ«ÀV«>ÊvÕiÌiÊ
ìÊiÃÌÕ`ÊÃÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊ«ÀÊiÃiÃ°14 Asimismo, me
ocupo de estudiar las percepciones existentes sobre la violencia
vii>]Ê«>À>ÊÊVÕ>ÊiÊÃÀÛÊìÊ>ÊÃiVVÊìÊÌ>ÊÀ>ÊìÊÃÊ
diarios La Prensa, Excélsior y El UniversalÊ>ÃÊVÊìÊ>ÀÌVÕÃÊ
especializados del periodo.
El lado femenino de la noche
En la década de 1940, se “industrializ[ó] el cabaret”, lo que, en

opinión de Sergio González, brindó a la noche capitalina “un
aura mitológica”.15Ê ÊÌÀ>ÃÊ«>>LÀ>Ã]ÊiÊiÃÃÊ>ÃÊÃiÊVÃ`Ê
un importante ámbito comercial en torno a los sitios de ocio y
`ÛiÀÃÊÛVÕ>`ÃÊ>Ê>ÊÛ`>ÊVÌÕÀ>°Ê ÊÖiÀÊìÊV>Ì>Ã]Ê
«ÕµÕiÀ>Ã]ÊViÀÛiViÀ>Ã]ÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃ]Êv`>Ã]Êw}iÃ]ÊV>L>ÀiÌÃ]Ê
rechimales,16 salones y academias de baile, casinos, clubes y
centros recreativos registrados en el Distrito Federal en 1938 era
de 2 626. Para 1940, la cifra creció a 3 595 lugares y, para 1944,
14
Cuento con una muestra de 85 procesos por lesiones —que incluye tres
«ÀÊ}«iÃÊÃ«iÃp]ÊiÊÓÇÊìÊÃÊVÕ>iÃÊ>ÊÛVÌ>À>Ê«ÀiÃiÌÊiÃÌ>`ÊiÌV°Ê
De éstos, 16 tuvieron como escenario un “centro de vicio”. Igualmente, me
sirvo de causas penales acontecidas en aquel contexto en torno a delitos sexua-
les, contra la moral, contra la salud y por robo.
15
Ê-iÀ}Êâ?iâÊ,`À}Õiâ]ÊLos bajos fondos. El antro, la bohemia y el
café, México, Cal y Arena, 1988, p. 50-51.
16
Ê Ê>Ê`jV>`>ÊìÊ£Îä]ÊÕ>ÊÃiÀiÊìÊÀiÃÌ>ÕÀ>ÌiÃÊÞÊViÀÛiViÀ>Ã]ÊÌ>LjÊ
conocidos como “rechimales”, comenzó a vender licores y ofrecer diversiones
VÊL>iÊÞÊÖÃV>°Ê ÊiÝ}Ê>ÊiÃÊiÊ£Î£ÊìÊÕÊ>VÕiÀ`ÊµÕiÊÃÊ
catalogó como “cabarets de segunda clase”. Carlos Medina Caracheo, La vida
nocturna..., p. 39.


alcanzó los 4 618.17 Tras la emisión de un nuevo Reglamento de

Cafés-Cantantes y Salones de Baile, a partir de 1945 se controló
ÃÕÊ>ÕiÌ]Ê«ÀÊÊµÕiÊ>ÃÌ>Ê£xäÊiÊÖiÀÊÃiÊ>ÌÕÛÊiÊÎÊxääÊ
lugares en promedio.18 Sin embargo, tal incremento no era del
Ì`ÊìÃ«À«ÀV>`]ÊÞ>ÊµÕiÊ>Ê«L>VÊV>«Ì>>ÊVÀiV>ÊìÊ
manera considerable.19 Con todo, la existencia y la multiplica-
ción de ese tipo de establecimientos generaban preocupación y
>>À>ÊiÌÀiÊ`ÛiÀÃÃÊÃiVÌÀiÃÊìÊ>ÊÃVi`>`°Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÃ>Ê
«ÀiÃiÌ>ÀÃÊVÊiÃ«>VÃÊµÕiÊiÊÃÕÊVÕÌÊ«ÀÛ>ÊÕÊ>-
biente peligroso y decadente, aun cuando no todos ellos eran en
efecto moradas de “perdición moral” y violencia. Por su parte, el
recelo de las autoridades o de ciertos grupos sociales se cifraba
en que esos lugares llegaban a ser violentos centros delictivos,
dispensarios de drogas, focos propagadores de enfermedades
viVVÃ>Ã]Ê>ÃÊVÊiÃ«>VÃÊìÊiÝ«Ì>VÊÃiÝÕ>ÊÞÊìÊì}À>-
`>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê
Los atractivos principales de la “industria del cabaret” eran
>ÃÊÕiÀiÃ]ÊiÊÃiÝÊÞÊiÊ>V°ÊÊ«iÃ>ÀÊìÊµÕiÊ>ÊiÞÊìÊ/À>L>Ê
£Î£®Ê«ÀL>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ>LÀ>À>ÊiÊÕ}>ÀiÃÊ`ìÊÃiÊ
iÝ«i`>Ê>VÊp>ÀÌVÕÊÓäÇp]Êi>ÃÊiVÌÀ>L>Ê>Ê«Ài-
tedoras fuentes de empleo, ya que, como aseguró el represen-
tante de la Federación de Sindicados del Distrito Federal, “los ca-
L>ÀiÌÃÊ Ê «`À>Ê iÝÃÌÀÊ ÃÊ ÕiÀiÃÊ QoR°Ê Ê jÝV]Ê iÊ
V«iiÌÊìÊ>ÊÕiÀÊiÃÊ`Ã«iÃ>LiÊQoR»°20 Ellas se des-
i«i>L>ÊVÊV>Ì>ÌiÃ]ÊL>>À>Ã]Ê>V«>>ÌiÃ]ÊiÃiÀ>Ã]Ê
17
Ê>ÃÊVvÀ>ÃÊVÕÞiÊÌi`>Ã]ÊÌi`>iÃ]ÊiÃÌ>µÕÃ]Ê`ÕViÀ>Ã]Ê«>ÃÌii-
À>ÃÊÞÊÀi«ÃÌiÀ>ÃÊiÊ>ÃÊµÕiÊÃiÊiÝ«i`>ÊLiL`>ÃÊiLÀ>}>ÌiÃ°ÊAnuario Esta-
dístico de los Estados Unidos Mexicanos (1941),ÊjÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ V>Ê
>V>ÉÀiVVÊiiÀ>ÊìÊ ÃÌ>`ÃÌV>]Ê£{Î]Ê«°ÊänÆÊAnuario Estadístico de
los Estados Unidos Mexicanos (1943-1945),ÊjÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ V>Ê
>V>ÉÀiVVÊiiÀ>ÊìÊ ÃÌ>`ÃÌV>]Ê£xä]Ê«°ÊÇxÓ°
18
Anuario Estadístico de los Estados Unidos Mexicanos (1946-1950),
jÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ V>Ê >V>ÉÀiVVÊiiÀ>ÊìÊ ÃÌ>`ÃÌV>]Ê
1953, p. 539.
19
En 1930 la población del Distrito Federal era de 1 229 576 habitantes. En
£{äÊ>ÕiÌÊ>Ê£ÊÇxÇÊxÇÎÆÊÞÊiÊ£xä]Ê>ÊÎÊäxäÊ{{Ó°ÊiÊiÃÌ>ÃÊVvÀ>Ã]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
iÀ>ÊÈÇäÊÓä{ÆÊ{ÊxÆÊ£ÊÈÎÓÊ£ä£ÊÞÊÓÊx{ÓÊä£È]ÊÀiÃ«iVÌÛ>iÌi°ÊVIII Censo general
de población. Resumen general (1960)]ÊjÝV]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ`ÕÃÌÀ>ÊÞÊ
iÀ-
cio, 1962, p. 3.
20
Carlos Medina Caracheo, La vida nocturna..., p. 62.


wViÀ>Ã]Êºi}>V>`À>Ã»]Ê«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊiÊVÕÃÊi«ÀiÃ>À>Ã°Êì-
más, tras la abolición de la prostitución reglamentada en 1940,
ÕV>ÃÊÕiÀiÃÊì`V>`>ÃÊ>ÊiÃÌiÊwVÊiVÌÀ>ÀÊi«iÊiÊ
la creciente “industria del cabaret” y otros sitios de ocio.21
La presencia femenina en la industria del entretenimiento
VÌÕÀÊìÊiÃÌÃÊ>ÃÊiÀ>Ê`ÃVÕÌLi°Ê ÊLÃÌ>Ìi]ÊÃÊºViÌÀÃÊ
ìÊÛV»ÊvÀiV>ÊvÀ>ÃÊìÊÃÕLÃÃÌiV>ÊVÊiÃV>ÃÃÊiV>Ã-
ÃÊÃV>iÃÊÞÊi}>iÃÊìÊ«ÀÌiVVÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>`-
À>Ã°ÊÃÃ]ÊiÀ>Ê>LiÌiÃÊµÕiÊ«`>ÊÃiÀÊL>ÃÌ>ÌiÊ>`ÛiÀÃÃÊ
para ellas, pues en ocasiones las enfrentaban a situaciones de
explotación y abuso —cuando no eran ellas las abusadoras— por
parte de patrones, proxenetas, lenonas, autoridades, clientes e
VÕÃÊV«>iÀ>Ã°Ê*ÀÊÃÕ«ÕiÃÌ]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊi}>L>Ê>ÊV-
`ÕVÀÃiÊVÊ>VViÃÊÌ«wV>`>ÃÊVÊVÀ>iÃ\Ê«ÀÛiÀÊiÊ
ViÀVÊÃiÝÕ>]ÊÌÀ>wV>ÀÊVÊ«iÀÃ>Ã]ÊVÌ>}>ÀÊiviÀi`>ìÃÊ
ÛijÀi>Ã]ÊÛiìÀÊ`À}>Ã]ÊÀL>ÀÊÞÊ>}Ài`ÀÊvÃV>iÌi°
En ese contexto, y en lo que a la violencia femenina respecta,
>ÃÊºLÀiÀ>ÃÊìÊ>ÊVi»Ê«`>ÊìÃÌÀ>ÀÊÊÃiÀÊ`ViÃ]ÊvÀ?}iÃÊ
ni débiles como estipulaba el estereotipo de género imperante.22
*ÀÊii«]ÊÕâÊ-iÀÛÊ
>ÃÌÊvÕiÊ«ÀViÃ>`>ÊÕÌÊVÊ>`>Ê
->ÊÕ>Ê«ÀÊÀiÀÊìÌÀÊìÊ>ÊViÀÛiViÀ>Ê>Ê >LiÀ>°Ê>ÃÊ`ÃÊ
eran meseras del lugar, solteras y afectas a las bebidas alcohólicas.
Ê>Ê«ÀiÀ>]ÊìÊÓ{Ê>Ã]ÊÊ>ÊÃi}Õ`>]ÊìÊÓÈ]ÊÃ>L>ÊiiÀÊÊiÃ-
VÀLÀ°Ê-iÊiÃÊ«ÀiÃiÌÊiÊ>Êìi}>VÊìÊÃÌiÀÊ*ÖLVÊ>Ê
>ÃÊÌÀiÃÊìÊ>Ê>>>ÊiÊV«iÌÊiÃÌ>`ÊìÊiLÀi`>`°ÊÕâÊÌi>Ê
una herida en la parte izquierda de la cabeza hecha con un arma
punzocortante, mientras que Amada presentaba mordeduras en
>Ê«iÊµÕiÊiÊ>L>Ê>ÌÀ>ÛiÃ>`ÊiÊVÀ?i°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÊ`VÊ
de ambas, “Amada, estando ebria, buscó a la declarante [Luz] y
21
Ê>LÀi>Ê *Õ`Ê «ÀvÕ`â>Ê >Ê ÀiÃ«iVÌÊ iÊ iÊ V>«ÌÕÊ º
>L>ÀiÌiÀ>ÃÊ ÞÊ
pachucos en Magazine de Policía. Ciudad de México, 1940”, integrado en este
LÀ°Ê6j>ÃiÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊºÕiÀiÃÊnon sanctas. Prostitución y
delitos sexuales. Prácticas criminales en la ciudad de México, 1940-1950”, His-
toria Social]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊ6>iV>]Ê°ÊÇÈ]ÊÕÊìÊÓä£Î]Ê«°ÊÈÇnx°
22
Véase Martha Santillán Esqueda, “Discursos de redomesticación feme-
nina durante los procesos modernizadores en México, 1946-1958”, Historia y
Grafía, Universidad Iberoamericana, México, n. 31, diciembre de 2008, p. 103-
132.


fue a darle un bofetón en la cara reclamándole a la vez, que en la

À>Ê«>Ã>`>Ê>LÀ>ÊiÃÌ>`Ê«ÀiÃiÌiÊÞÊV>LÀÊQVÊ>Ê/>Ã?RÊ
«>À>Ê}«i>À>ÊQoRÆÊvi``>ÊQÕâRÊÃiÊiVÊiV>ÊìÊjÃÌ>ÊQ>-
da], pero con tan mala suerte, que Amada le ganó terreno”.23
·+ÕjÊÕÃÌwV>L>ÊiÊìÃ«i}ÕiÊìÊÛiV>Ê«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ>ÃÊ
ÕiÀiÃÊiÊ>µÕiÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»¶Ê>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊÌi>Ê
VÊwÊìÃ«>â>ÀÊ>ÊÌÀ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÀi«ÀiÃiÌ>L>ÊV«i-
tencia laboral o amorosa, cobrar deudas u ofensas o defenderse
de autoridades, extorsionadores y agresores o agresoras. Ahora
Li]Ê>LÀ?ÊµÕiÊìÃiÌÀ>>ÀÊVÕ?iÃÊiÀ>ÊiÊÃiÌ`ÊÞÊiÊÃ}wV>-
`ÊìÊÌ>iÃÊÌÛ>ViÃÊiÊiÊVÌiÝÌÊìÊÃÊL>ÃÊv`ÃÆÊiÃÊ
ìVÀ]Ê·«ÀÊµÕjÊÃÊViÃ]Ê>ÃÊÛi}>â>Ã]Ê>ÊV«iÌiV>Ê>LÀ>]Ê
iÌVjÌiÀ>]ÊÃÌ>L>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊiiÀViÀÊ>ÊÛiV>¶Ê
ÃÊ>ÃÕÌÃÊÀi>V>`ÃÊVÊìÀÊiÀ>ÊÕÊÌÛÊVÖÊ
detrás de pleitos violentos: eludir un pago, recuperar dinero pres-
tado, acaparar clientes, obtener la ganancia deseada, etcétera. Rosa
>ÀV>]ÊÕ>ÊiÃiÀ>ÊìÊV>L>ÀiÌÊÌâL>ÊµÕiÊº>L>ÊLiL`Ê?ÃÊ
ìÊ>ÊVÕiÌ>»]ÊìV`ÊVLÀ>ÀÊ>ÊÃÕÊV«>iÀ>Ê,ÕÌÊ>ÀV>ÊÃÊ`ÃÊ
«iÃÃÊµÕiÊjÃÌ>ÊiÊìL>°Ê-ÊiL>À}]Ê,ÕÌ]ÊµÕiÊÌ>LjÊº>L>Ê
LiL`Ê?ÃÊìÊ>ÊVÕiÌ>]ÊÃiÊiÃÌÊ}À>ìiÌi»ÊÞ]ÊÌÀ>ÃÊÕÀ>ÀÊ
>ÊÃÕÊVLÀ>`À>]ÊºÃ>VÊìÊ>Êi`>ÊÕ>Ê>Û>>ÊQoRÊ>V>â?`>ÊQ>Ê
,Ã>RÊVÊÕÊ>Û>>âÊµÕiÊV>ÃÊiÊiVÊÃÊÌiÃÌÃÊvÕiÀ>»°24
A pesar de que durante esa época se abrieron cada vez más
oportunidades de empleo en otros ámbitos, como el sector ter-
ciario,25ÊÃ>ÊÃiÀÊÕÞÊÀi`ÌÕ>LiÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÃLÀiÊÌ`Ê>ÃÊ
de los sectores populares, laborar en estos sitios —donde muchas
ÛiViÃÊÃiÊ}>L>Ê>ÊViÀVÊÃiÝÕ>pÊ >ÌiÃÊ µÕiÊ iÊ iÊ ÌÀ>L>Ê
23
“Amada San Juan, lesiones”, México, D. F., 1942, AGN-TSJDF, AH-Ó]ÊV>>Ê
362, exp. 4, f. 1-1v.
24
Êº*ÀÊÃiÀ>ÊìÕ`>]ÊV>L>ÀiÌiÀ>ÊÀiL>ÊiÊÛiÌÀi»]ÊExcélsior, 23 de sep-
tiembre de 1941, 2a. sección, p. 1.
25
En realidad estos puestos laborales eran ocupados principalmente por
ÕiÀiÃÊìÊV>ÃiÊi`>°Ê6j>ÃiÊ-ÕÃiÊ-°Ê*ÀÌiÀ]Êº Ã«>VÃÊLÕÀVÀ?ÌVÃ]ÊÀ>ÃÊ
de femineidad e identidad de la clase media en México durante la década de
£Îä»]ÊiÊ>À>Ê/iÀiÃ>ÊiÀ?ìâÊViÛiÃ]Ê
>ÀiÊ,>ÃÊ ÃV>`ÊÞÊ-ÕÃiÊ
-°Ê*ÀÌiÀÊVÀ`Ã°®]ÊOrden social e identidad de género. México, siglos XIX y XX,
jÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>É
iÌÀÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ-
«iÀÀiÃÊiÊÌÀ«}>Ê-V>]ÊÓääÈ]Ê«°Ê£nÓ£Î°


doméstico o fabril.26 En 1947, una empleada doméstica con un

buen sueldo —en Las Lomas de Chapultepec— declaró ganar 50
pesos mensuales, en tanto que una obrera de una fábrica de ve-
>`À>ÃÊ`ÊLÌiiÀÊ`ÃÊ«iÃÃÊ`>ÀÃ°27Ê6>À>ÃÊiÃiÀ>ÃwViÀ>ÃÊ
procesadas aseguraron percibir un ingreso de entre uno y tres
«iÃÃÊ«ÀÊ`>]28ÊÊVÕ>ÊÃiÊiVÌÀ>L>Ê>Àiì`ÀÊìÊÃ>>ÀÊ-
mo marcado para 1946-1947: 2. 48 pesos.29 Por su parte, una
«ÀÃÌÌÕÌ>ÊìÊ>ÊV>iÊìV>ÀÊLÌiiÀÊìâÊ«iÃÃÊ«ÀÊÀ>`>°30
Al comienzo de la década de 1950, las tarifas por encuentro
ÃiÝÕ>ÊÛ>À>L>ÊÃi}ÖÊiÊÕ}>ÀÊÞÊiÊÌ«ÊìÊÕiÀ°Ê Ê>ÃÊV>iÃÊìÊ
ÃÊL>ÀÀÃÊL>ÃÊìÊViÌÀÊìÊ>ÊVÕ`>`]ÊÃV>L>ÊiÌÀiÊÕÊÞÊ
ocho pesos: entre uno y tres en Manzanares, entre dos y cinco en
Rivero y entre cuatro y ocho en Órgano. Las prostitutas ambu-
lantes de la zona central o de las avenidas Tacubaya y Revolución
cobraban entre cinco y 20 pesos. Las que andaban en zonas de
V>ÃiÊ i`>]Ê >Àiì`ÀÊ ìÊ >ÃÊ V>iÃÊ ,ivÀ>]Ê /LiÀ]Ê ?«iÃ]Ê
iÌVjÌiÀ>]Ê«`>Ê«iÀVLÀÊiÌÀiÊµÕViÊÞÊÎäÊ«iÃÃ°ÊÃÊ«ÀÃÌLÕÃÊ
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«>V>L>>ÊÞÊ->ÛÞ]ÊÃiÊVLÀ>L>ÊiÌÀiÊÓäÊÞÊxäÊ«iÃÃ°Ê
En la casa de la Bandida y otros elegantes lupanares de la colo-
26
Ê ÃÌiÊviiÊÊiÃÊ«À«ÊìÊ«iÀ`°ÊiÀ>`>Ê ÖiâÊìÕiÃÌÀ>Ê
ÃÌÕ>ViÃÊÃ>ÀiÃÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ*ÀwÀ>Ì°ÊiÀ>`>Ê Öiâ]ÊLa prostitución y
su represión en la ciudad de México (siglo XIX). Prácticas y representaciones,
Barcelona, Gedisa, 2002, 224 p.
27
Êº,Õw>Êi`â>]Êv>ÌV`»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{Ç]Ê AGN-TSJDF, AH-1,
V>>ÊÎnnÓ]Êv°ÊÈnÓÈ£]Êv°Ê£äÛÆÊºiÀ`>Ê,>Þ]ÊVÀÀÕ«VÊìÊiÀiÃ»]ÊjÝV]Ê
D. F., 20 de abril de 1946, AGN-TSJDF, AH-1, V>>ÊÎÇnn]Êv°ÊÈÇäÓÓÎ]Êv°ÊÓ°
28
Ê}ÕÃÊii«ÃÊÃ\Êº>À>ÊÕ>`>Õ«iÊ,>Àiâ]ÊiÃiÃÊ«ÀÊVÌ>-
gio”, México, D. F., 1942, AGN-TSJDF, AH-2, V>>ÊÎÇÇ]ÊiÝ«°ÊÓ{]Êv°ÊnÆÊº>`>Ê->Ê
Juan Hernández, lesiones”, México, D. F., 1944, AGN-TSJDF, AH-2,ÊV>>Ê{£ä]ÊiÝ«°Ê
{]Êv°ÊnÆÊºÀ>Ê,iÞiÃÊ >Ã]ÊÀL»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]ÊAGN-TSJDF, AH-0,ÊV>>Ê
5987, exp. 19, f. 1.
29
50 años de Revolución mexicana en cifras, México, Presidencia de la
,i«ÖLV>É >V>Ê>ViÀ>, 1963, p. 112.
30
Êº>À>Ê i>ÊÃ`>`]ÊÀL»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{{]ÊAGN-TSJDF, AH-0, V>>Ê
6102, exp. 124, f. 34v.


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«`>Ê}>>ÀÊ«ÀÊiVÕiÌÀÊÃiÝÕ>ÊiÌÀiÊ£ÓxÊÞÊ£xäÊ«iÃÃ°31
En tal sentido, es importante destacar que ciertamente las
ÕiÀiÃÊµÕiÊ>LÀ>L>ÊiÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»Ê«Ãi>ÊV`-
ciones laborales y sociales distintas en función del establecimien-
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}ÀiÃÃÊµÕiÊ«iÀVL>ÊiÊVÕÃÊìÊÃÕÊiÌÀÊÃV>]ÊÊµÕiÊÃÊ
duda modulaba sus posibles respuestas violentas. De cualquier
>iÀ>]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊì`V>`>ÃÊ>ÊiÃÃÊwVÃÊÃ>ÊÛÛÀÊiÊV-
diciones sociales bastante adversas: desprotegidas por las leyes
laborales, explotadas y discriminadas social y moralmente, gene-
ralmente carentes de instrucción escolar, originarias de provincia
y sin más redes sociales que las establecidas en sus empleos.32
*ÀÊi]ÊÃÊ}«iÃÊÞÊÃÊ>Û>>âÃÊLiÊÛ>>Ê>Ê«i>Ê«>À>ÊÃ>-
vaguardar la clientela y el empleo.
Muchos de los clientes asiduos a esos lugares iban en busca
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baretucho, en virtud de que las dos [eran] guapas”.33 Por otra
parte, para los parroquianos las veladas no siempre resultaban
31
Jorge L. Jaidar de Torre et al., “Historia de la prostitución”, Criminalia.
>ÊXXI, n. 5, mayo de 1955, p. 318.
32
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«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊiVÕiÃÌ>`>Ã]ÊÌÀiÃÊViÌ>ÀÊµÕiÊ>ÌiÃÊ>L>ÊÌÀ>L>>`ÊVÊÃÀ-
vientas —con un sueldo de entre 40 y 100 pesos—, seis como meseras —con un
sueldo de entre 300 y 400 pesos—, una como tiple —con un sueldo de 400 a 450
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Idem°Ê Ê«ÊìÊ>À>Ê Õ}i>Ê-?ViâÊ
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>i>]ÊLa prostitución en menores de edad. Entre la prohibición y la
tolerancia. Ciudad de México 1920-1940]ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊÃÌÀ>ÊÞÊ ÌÃ-
toria, jÝV]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>]Ê2002, p. 187.
33
“Sangrienta reyerta entre cabareteras, por el Tarzán”, La Prensa, 28 de
`ViLÀiÊìÊ£{È]Ê«°Ê£Ó°Ê"ÌÀÃÊii«Ã\Êº V>`>ÊÀiÞiÀÌ>ÊiÌÀiÊ`ÃÊV>L>Ài-


agradables, pues en ocasiones eran victimados. Cuando esto ocu-

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presunta victimaria, a quien acusaban de haberlos asaltado, gol-
peado o contagiado de males venéreos.
Robar a los clientes era una buena oportunidad para obtener
recursos, sobre todo cuando aquéllos se embriagaban en exceso.
Además, castigar los hurtos penalmente no era tarea fácil, pues-
ÌÊµÕiÊ>ÊVÀÀLÀ>VÊìÊìÌÊ«`>ÊV«V>ÀÃi°ÊiiÀ>-
mente, las detenidas negaban todo tipo de acusación, mientras
µÕiÊ>ÊLiìâÊìÊÃÊViÌiÃÊÊÃi«ÀiÊ«iÀÌ>ÊµÕiÊÃÕÃÊìV>-
À>ViÃÊvÕiÀ>ÊVÃìÀ>`>ÃÊÛiÀ>ViÃ°Ê*ÀÊii«]ÊÕâÊÀ>`>Ê
Sánchez, mesera del cabaret Monte Albán, declaró que efectiva-
iÌiÊiÊÀLÊ>Ê6ViÌiÊ-?ViâÊ*V>â°Ê-i>ÊµÕiÊìÃ«ÕjÃÊìÊ
“cohabitar” aprovechó el completo estado de ebriedad de su clien-
Ìi]ÊµÕiÊÊÌi>ÊÃÊ«>Ì>iÃÊ«ÕiÃÌÃ]Ê«>À>ÊÃ>V>ÀiÊìÊLÃÊ
30 pesos, mas no los 205 que él aseguraba.34
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ìÊ>À}ÕV>ÊVÊÌ>ÊìÊLÌiiÀÊÕÊ}ÀiÃÊiÝÌÀ>°Ê i«ÊìÊiÊ
fue Margarita Flores, cabaretera del Siboney, quien después de
varias horas de beber con José Vigueras Acevedo se subió con
éste a un coche de alquiler para “dar un paseo”. Ella aprovechó
iÊiÃÌ>`ÊìÊiLÀi`>`ÊìÊÃÕÊ>V«>>ÌiÊ«>À>ÊÃ>V>ÀiÊ>ÊV>ÀÌiÀ>]Ê
tras lo cual se lanzó del auto mientras transitaba por las calles
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le impidió escapar.35
Por supuesto, los encuentros sexuales eran otra manera de
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iÃiÀ>ÊiÊÕ>ÊV>viÌiÀ>]Ê>Ãi}ÕÀÊµÕiÊÌÊ,iÀÊ>ÊÛÌÊ
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teras rivales”, La Prensa,ÊÊìÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£xÓ]Ê«°ÊÓÇÆÊºiÀâÊÀ>ÊiÌÀiÊÌÀiÃÊ

cabareteras”, La Prensa, 28 de noviembre de 1946, p. 12.
34
“Luz Miranda Sánchez, robo”, México, D. F., 1941, AGN-TSJDF, AH-0]ÊV>>Ê
xÈÇx]ÊiÝ«°ÊÎä°ÊÃÊ«iÀ`VÃÊiÝ«iÊÛ>ÀÃÊV>ÃÃÊìÊiÃÌiÊÌ«°Ê-ÀÛ>ÊìÊii-
plo: “Una cabaretera lo bolseaba y otra le sacaba la cartera”, El Universal, 5 de
ÛiLÀiÊìÊ£xÎ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°ÊÎÆÊÞÊº
>L>ÀiÌiÀ>Ê«ÀiÃ>Ê«ÀÊiÊÀLÊìÊ£ääÊ
pesillos”, El Universal, 5 de agosto de 1953, 1a. sección, p. 13.
35
Êº
>L>ÀiÌiÀ>ÊµÕiÊÌiÌ>L>ÊÀL>ÀÊ>ÊÃÕÊ>V«>>Ìi»]Ê La Prensa, 7 de
abril de 1947, p. 12, 22.


la “acostó por la fuerza en el suelo haciendo uso de ella”. Agregó

µÕiÊi>ÊÊ«>ìV>Ê}Õ>ÊiviÀi`>`ÊÛijÀi>]Ê«ÀÊÊµÕiÊÊ
pudo haber infectado a Antonio. No obstante, fue procesada —y
castigada— por el delito de contagio.36
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llenas de tensiones y de atropellos mutuos relacionados con los
>ÃÊÌÀ>ÌÃÊÞÊ>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊÃiÝÕ>iÃÊµÕiÊi>ÃÊÃÕvÀ>ÊÊVÊiÊ
>LÕÃ]ÊiÊÀLÊÞÊÃÊ>Ì>µÕiÃÊÛiÀL>iÃÊÊvÃVÃÊµÕiÊiÃÊÀiVL>°Ê
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iÝ}ÀÊÀiÃ«iÌÊÊìÃÌÀ>ÀÊµÕiÊÃiÊ«Ãi>Ê>ÊV>«>V`>`ÊìÊ«ÀÌi-
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Ì>ÃÊìÊ>}Õ>ÊÌÀ«i>Ê«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊÕÊViÌi]ÊiÊÀiÃ«ÕiÃÌ>Ê
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ÃÌ>ÊâÕÊpiÊ>Ê
calle de Corregidora, cerca del Zócalo—, Jorge Hernández invitó
>Ê>ÊiÃiÀ>Ê>À>ÊÕÀìÃÊ °Ê >Ê>ÊÌ>ÀÊÕ>ÃÊViÀÛiâ>Ã°Ê
Debido al consumo de alcohol, Jorge se puso impertinente y co-
iâÊ >Ê ÕÀ>À>]Ê >ÌiÊ Ê VÕ>Ê >À>Ê Ã>VÊ Õ>Ê >Û>>Ê ìÊ ÃÕÊ
bolsa y lo hirió en la cara.37Ê Ê>ÊViÀÛiViÀ>Ê>Ê
À>]Ê>ÊV>L>-
ÀiÌiÀ>ÊÕ>`>Õ«iÊ,`À}ÕiâÊ,>ÃÊV>ViÌiÊÞÊ`Êº`ÃÊ>Û>>âÃÊ
en la cara” a Alfonso Montiel González, pues se sintió insultada
cuando él le dio “diez centavos en lugar de veinte, por una pieza
ìÊL>iÊQoRÊ«ÕiÃÊ>ÃÊ¼«iâ>Ã½ÊÃiÊVÌâ>QL>RÊ>ÊÛiÌi]ÊìÊ>VÕiÀ`Ê
con el alto costo de la vida”, explicaba La Prensa.38
Ligado a lo anterior, está el hecho de que la violencia se
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VÊìÊ>ÊÀi«ÕÌ>V°Ê-Ê`Õ`>]ÊÕV>ÃÊìÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊi-
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Ã>ÃÊµÕiÊiÃÊiÝ}>ÊÕ>Ê>ÞÀÊ>}ÀiÃÛ`>`Ê«>À>ÊÃ>Û>}Õ>À`>ÀÃiÊ
de dichos atropellos. Dada la poca protección legal y la desa-
36
Êº>À>ÊÕ>`>Õ«iÊ,>ÀiâÊ>â]ÊiÃiÃÊ«ÀÊVÌ>}»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê
1942, AGN-TSJDF, AH-2,ÊV>>ÊÎÇÇ]ÊiÝ«°ÊÓ{°Ê,iÃ«iVÌÊ>Ê>ÃÊ`wVÕÌ>ìÃÊ«>À>ÊV>ÃÌ-
}>ÀÊiÃÌiÊìÌÊ>ÃÊVÊ>Ê>ÊÃiÛiÀ`>`ÊìÊÃÊÕâ}>`ÀiÃÊ>V>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>Ê
diferencia de cierta benevolencia presentada con los varones, véase Martha
Santillán Esqueda, Delincuencia femenina..., p. 152-157.
37
“Agresiva mesera lesiona al parroquiano del bar”, La Prensa, 2 de marzo
de 1947, p. 12.
38
Êº6VÌ>ÊìÊÕ>ÊLÀ>Û>]Ê«i}ÀÃ>ÊV>L>ÀiÌiÀ>»]ÊLa Prensa, 26 de abril de
1947, p. 2, 23.


«ÀL>VÊ ÃV>Ê iÊ µÕiÊ ÛÛ>]Ê ìLiÀÊ >LiÀÊ VÌ>`Ê VÊ

pocas herramientas y redes de apoyo para enfrentar tales ad-
versidades. En una nota, El Universal aseguraba lo siguiente:
“Tratan a las infelices meseras en los términos más groseros. La
empleada tiene que soportar todo. La vista del patrón está en-
cima de ella constantemente y ¡cuidado que provoque el dis-
}ÕÃÌÊìÊViÌiÊ«iÀÌiÌitÊ«ÀµÕiÊiÌViÃÊiÊ«À«iÌ>ÀÊ
ÛiÊ>i>â>`ÃÊÃÕÃÊÌiÀiÃiÃÊÞÊìÃÌÌÕÞiÊ>Ê>Êi«i>`>Ê«ÀÊ¼Ê
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ìÊ`ÛiÀÌiÌÊV>«Ì>Ã]ÊÃiÊÛÛ>ÊÃÌÕ>ViÃÊìÊÌÀ>L>ÊÃ-
tiles —marcadas por el descrédito, la persecución y el acoso—
>V>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÛÛ>ÊìÊ>ÊVi°Ê-ÊiL>À}]ÊÕV>ÃÊ
de ellas también participaban de aquellos rituales de violencia y
>LÕÃÊ>ÊÛVÌ>ÀÊ>ÊViÌiÃ]ÊV«>iÀ>ÃÊÊi«i>`ÀiÃ°ÊÃ]ÊÃÕÃÊ
V`ÕVÌ>Ã]ÊÃ}>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊìÊ>µÕiÊ>LiÌi]Ê
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v?ViÌiÊÞÊµÕiÊ«>À>ÊÕV>ÃÊìÊiÃ>ÃÊÕiÀiÃÊjÃÌiÊi}>L>Ê>ÊÃiÀÊ
inalcanzable o, quizás, ni siquiera era deseable.40
Las fuentes indican que la edad de las acusadas rondaba los
ÓxÊ>Ã°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÊiÃÌÕ`ÊìÊÀ}iÊ°Ê>`>ÀÊìÊ/ÀÀi]Ê
ìÊ>ÃÊ{xÊiVÕiÃÌ>`>Ã]ÊVÊÌi>ÊiÌÀiÊ£ÈÊÞÊÓäÊ>ÃÆÊÎ£]ÊiÌÀiÊ
Ó£ÊÞÊÓÆÊiÊÀiÃÌ]ÊiÌÀiÊÎäÊÞÊ{x°41Ê ÊÃiVÌÀÊÃV>ÊìÊµÕiÊ«ÀÛi>Ê
iÀ>Ê}iiÀ>iÌiÊL>ÊÞÊ>À}>°Ê ÊLÃÌ>Ìi]Ê>ÞÊ`VÃÊìÊ
ÌÀ>L>>`À>ÃÊ«ÀViìÌiÃÊìÊV>ÃiÃÊ?ÃÊ>V`>`>Ã°ÊÀ>VÃVÊ
González, guardaespaldas del presidente Miguel Alemán Valdés,
ViÌÊ>Ê >Ê9>iÃÊµÕiÊiÊiÊÕ`ÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊ>L>Ê
iÀ>ÀµÕ>Ã\Êº>ÃÊÕiÀiÃÊ«>À>ÊÃÊ«ÌVÃÊ>ÃÊVÌÀ>L>Ê¼>Ê >-
39
ÊºVÕ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊÕiÀiÃ»]ÊEl Universal, 13 de noviembre de 1942,
p. 1, 5.
40
Ê-i}ÖÊiÊiÃÌÕ`ÊìÊÀ}iÊ°Ê>`>À]ÊìÊ{xÊÕiÀiÃÊÓ{Ê>viÃÌ>ÀÊÃÕÊ
ìÃiÊ«ÀÊì>ÀÊ>Ê«ÀÃÌÌÕV]ÊìÊ>ÃÊVÕ>iÃÊÃÊÃiÌiÊìÃi>L>ÊvÀ>ÀÊÕÊ
hogar. Jorge L. Jaidar de Torre et al., “Historia de la prostitución...”, p. 319.
41
Ibidem, p. 316.


``>½ÊiÊ>ÊV>Ê,>ÊÞÊiÀ>ÊiÝÌÀ>iÀ>ÃÊÞÊniñas de la alta
sociedadÊµÕiÊ¼iiÀV>Ê«>À>ÊVÕÀÃi>À½Ê»°42
*ÀÊ ÌÀÊ >`]Ê >Ê ÛiV>Ê «iÀ«iÌÀ>`>Ê «ÀÊ ÕiÀiÃÊ Ê iÀ>Ê
«À«>ÊÃÊìÊ>ÃÊÌÀ>L>>`À>Ã]Ê«ÕiÃÊ>ÃÊµÕiÊ>VÕ`>Ê>ÊiÃÌÃÊÃÌÃÊ
Ì>LjÊÃÌÀ>L>ÊÃÕÊV>«>V`>`Ê>}ÀiÃÀ>°Ê/>Ã>Ê ViÛiÀÀ>Ê
Luna se encontraba en completo estado de ebriedad cuando en-
Ì>LÊÕ>ÊÀ>ÊVÊiÊÛÊìÊ>ÊÕiÀÊ>ÊµÕiÊÃÕ«ÕiÃÌ>iÌiÊ
i>ÊVÀÌi>L>°ÊÊÃiÀÊÀiÌ`>Ê>Ê>ÃÊwV>ÃÊìÊÃÌiÀÊ*Ö-
LV]ÊÃiÊiVÌÀÊVÊµÕiÊ>L>ÊÌÀ>Ê>VÕÃ>VÊiÊÃÕÊVÌÀ>]Ê
«ÕiÃÊÃjÊ >Û>ÀÀ]ÊVÊµÕiÊÀ>ÃÊ>ÌiÃÊ>L>ÊiÃÌ>`ÊLiLi`Ê
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ÕL>]ÊiÊ/>VÕL>Þ>]Ê>Ãi}ÕÀÊµÕiÊ/>Ã>ÊiÊ>L>Ê
ÃÕÃÌÀ>`Ê£ääÊ«iÃÃÊìÊ«>Ì>°43 Otro caso es el de Eulalia
Õi`>°Ê >ÊvÕiÊVÊÃ>LiÊ,Û>Ã]ÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊiL>À>â>`>]Ê>Ê
tomar pulque a La Princesa. Al calor de los tragos, Isabel reclamó
>ÊÃÕÊ>}>ÊÕÊÃÕjÌiÀÊµÕiÊiÊ>L>Ê«ÀiÃÌ>`]Ê«iÀÊjÃÌ>Ê>Ê}À°Ê
Isabel, enfurecida por la desatención —la cual consideró una
humillación— sacó un cuchillo, pero Eulalia se le anticipó dán-
ìÊÕ>ÊV>ViÌ>`>ÊÞÊ>?ìÊÃÊV>LiÃ]ÊÌÀ>ÃÊÊVÕ>Ê>L>ÃÊ
cayeron al suelo, donde Eulalia continuó golpeando a Isabel en
iÊiÃÌ>}°Ê1Ê«>ÀÊìÊ`>ÃÊ?ÃÊÌ>Àì]ÊÃ>LiÊvÕiÊÌiÀ>`>Ê>Ê
causa de una anemia aguda tras sufrir un “aborto extrauterino
ÀÌ»ÊµÕi]ÊÃi}ÖÊÃÊj`VÃ]Ê«ÀÛVÊÃÕÊÕiÀÌi°44
En una nota de El Universal, se aseguraba que la clientela de
iÃÃÊÕ}>ÀiÃÊiÃÌ>L>ÊºÌi}À>`>ÊiÊÃÕÊ>ÞÀ>Ê«ÀÊ}iÌiÊÃÊiÃVÀÖ-
pulos [...] que abusa[ba] de bebidas embriagantes y [...] gusta[ba]
de hacer el amor al estilo apachesco”.45 Sin embargo, a estos
L>ÃÊv`ÃÊ>ÃÃÌ>Ê«iÀÃ>ÃÊìÊ`ÃÌÌ>Ê«ÀViìV>ÊÃV>]Ê«ÀÊ
ÊµÕiÊiÊV>ÃiÃÊÌ>LjÊÃiÊÛi>Ê>Ê«>ÀÀµÕ>>ÃÊìÊÃiVÌÀiÃÊ
v>ÛÀiV`ÃÊ«>ÀÌV«>`ÊiÊÀ>ÃÊÞÊ«iÌÃ°ÊExcélsior publicó en
42
Emma Yanes, “Los cuarenta. Seductora ciudad”, Historias. Revista de la
Dirección de Estudios Históricos]ÊÃÌÌÕÌÊ >V>ÊìÊÌÀ«}>ÊiÊÃÌÀ>,
jÝV]Ê°ÊÓÇ]Ê>ÀâÊìÊ£äVÌÕLÀiÊìÊ££]Ê«°Ê£ÇÎ°Ê>ÃÊVÕÀÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°
43
Êº/>Ã>Ê ViÛiÀÀ>ÊÕ>]ÊÀLÊÞÊiÃiÃ»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{ä]Ê AGN-
TSJDF, AH-2,ÊV>>ÊÎ{Ó]ÊiÝ«°ÊÈÎ]Êv°ÊÎÈ°
44
Êº Õ>>Ê Õi`>Êjiâ]ÊV`»]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£{Ó]Ê AGN-TSJDF,
AHÓ]ÊV>>ÊÎÇn]ÊiÝ«°Ê££Ç°
45
ÊºVÕ>ÊiÝ«Ì>VÊìÊÕiÀiÃ»]ÊEl Universal, 13 de noviembre de 1942,
p. 1,5.


la primera plana del vespertino Últimas NoticiasÊÕ>ÊvÌ}À>v>Ê

ìÊ>Ê«iÌ>Ê*Ì>ÊÀÊ>ÃÌ>`>ÊìÊÀÃÌÀÊÞÊiÊV«>>ÊìÊ
Diego Rivera tras una trifulca en Leda.46 El diario Novedades
ViÌ>L>ÊµÕiÊ>Ê«iÌ>ÊÞÊÃÕÃÊV«>iÀÃÊµÕi`>ÀÊiÊLiÀÌ>`Ê
tras pagar una multa, aunque “las boletas no aparecieron por
}ÖÊ>`]ÊÊµÕiÊ«>ÀiViÊìÃÌÀ>ÀÊµÕiÊiÃiÊìÀÊìÊÃÊ`-
ciados no lle[gó] a las arcas municipales”.47
>ÃÊÛVÌ>ÃÊ?ÃÊVÕiÃÊìÊ>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊvii>ÃÊiÊÃÊ
ºViÌÀÃÊìÊÛV»ÊÃ>ÊÃiÀÊÕiÀiÃ°48Ê ÊÃiÊìL>Ê>ÊµÕiÊÃÊi-
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L>]ÊµÕiiÃÊÌÀ>ÃÊÕ>Ê«ii>ÊÃ>ÊÃiÀÊÀiÌ`>ÃÊ>Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ°Ê
No obstante, también es muy probable que ello se debiera a que
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ìÊ>iÀ>Êi`>Ì>ÊiÊÛiâÊìÊiÛ>Ì>ÀÊÕ>ÊµÕiÀi>ÊÕ`V>°Ê
ÃÌÊiÝ«V>ÊµÕiÊ>ÃÊ>VÕÃ>ViÃÊìÊÛ>ÀiÃÊVÌÀ>ÊÕiÀiÃÊiÊ
ese contexto se hallan dado más por robo o por el delito de con-
tagio que por agresiones.49
Hasta la década de 1950, las lesiones fueron el delito por el
µÕiÊ?ÃÊÃiÊ«ÀViÃÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊÃ}Ê XX. Sin em-
L>À}]Ê>ÃÊVvÀ>ÃÊ`ÃÕ>\ÊiÌÀiÊ£ÓÇÊÞÊ£ÎÇ]ÊiÊn£°£¯ÊìÊ>ÃÊ
ÃiÌiV>ÃÊ`VÌ>`>ÃÊVÌÀ>Ê>ÃÊV>«Ì>>ÃÊvÕiÊ«ÀÊiÃiÃÆÊiÌÀiÊ
£ÎÇÊ ÞÊ £{Ç]Ê iÊ «ÀViÌ>iÊ L>Ê ?ÃÊ ìÊ >Ê Ì>`Ê pÎÇ°{£¯pÆÊ
entre 1948 y 1955, el promedio anual fue de 30.87%, cediendo
el primer sitio al robo. En tanto, el homicidio se mantuvo en el
tercer lugar, aunque al alza: en el primer periodo, alcanzaba el 1.14%
>Õ>ÆÊiÊiÊÃi}Õ`]ÊiÊÎ°ÓÎ¯ÆÊiÊiÊÖÌ]ÊiÊ{°£Ç¯°50 De la
ÕiÃÌÀ>ÊÕ`V>Ê«ÀÊiÃiÃ]ÊiÊ£n°nÓ¯ÊìÊÃÊV>ÃÃÊp£ÈpÊ>V-
46
“Fue abofeteada por un desconocido la poetisa Lupita Amor”, Excélsior,
22 de agosto de 1949, 2a. sección, p. 1.
47
“Pita Amor en una bronca de cabaret”, Novedades, 23 de agosto de 1949, p. 1.
48
Ê ÊÈÓ°x¯ÊìÊ£ÈÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊ«ÀÊiÃiÃÊViÌ`>ÃÊiÊiÃÌÃÊÃÌÃ°
49
Ê ÊiÊ«iÀ`ÊiÃÌÕ`>`ÊiÀ>Ê?ÃÊVÖÊ>ÊÛiV>]ÊÌ>ÌÊvÃV>ÊVÊ
ÀÌ>]ÊiÌÀiÊÕiÀiÃÊµÕiÊiÌÀiÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃ°Ê ÊiÊV>ÃÊìÊV`]Ê
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V>«ÌÕÊ6ÊìÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊDelincuencia femenina....
50
Alfonso Quiroz Cuarón, La criminalidad en la República Mexicana, Mé-
xico, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones
Sociales, 1958, p. 37.


teció en establecimientos como cantinas, bares, cabarets, etcéte-

ra. Por su parte, los escenarios donde se originaban más querellas
Õ`V>iÃÊ«ÀÊÛiV>ÊÃ>ÊÃiÀÊ>ÃÊÛiV`>ìÃÊÞÊiÊ}>À°51 Ello
Ê«V>ÊiViÃ>À>iÌiÊµÕiÊiÃÌÃÊÖÌÃÊvÕiÀ>Ê?LÌÃÊ?ÃÊ
violentos. Simplemente muestra que las agresiones perpetradas
«ÀÊÕiÀiÃÊ>VÌiV>ÊiÊÃÊ`ÛiÀÃÃÊÌiÀÀiÃÊviiÃÊÞÊµÕiÊ
ÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»ÊÊiÀ>ÊÃÊÖVÃÊ`ìÊÃiÊ>VÌÕ>L>ÊìÊ
>iÀ>ÊÛiÌ>Ê«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê ÊÌ`ÊV>Ã]Ê>LÀ>Ê
µÕiÊVÃìÀ>ÀÊiÊÖiÀÊìÊ«ÀViÃÃÊ«i>iÃÊiÊÀi>VÊVÊ>Ê
población femenina de los distintos espacios sociales para tener
«ÀViÌ>iÃÊ?ÃÊw>LiÃÊ>ÊÀiÃ«iVÌ°52 Igualmente, la corrupción
existente —y denunciada constantemente por la prensa53— entre
ViÌiÃ]Ê«V>Ã]Ê`ÕiÃÊÞÊÌÀ>L>>`À>ÃÊiÀ>ÊÌÀÊv>VÌÀÊÛVÕ>`Ê
>Ê>ÃÊ«V>ÃÊìÕV>ÃÊÀi}ÃÌÀ>`>ÃÊiÊiÊÃÌiÀÊ*ÖLV°
Por otro lado, la violencia interpersonal, ya fuera verbal o
vÃV>]ÊiÀ>ÊÕÊÀ>Ã}ÊV>À>VÌiÀÃÌVÊìÊ>ÊÛ`>ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊj-
xico durante las décadas posteriores a la Revolución.54 Pablo
Piccato asegura que las formas de socialización violenta de aque-
ÃÊ>ÃÊVÀi>L>ÊÌ>ÌÊ«>À>ÊÃÊLÀiÃÊVÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
“un sentido de igualdad ya que demostraba[n] que todos mere-
V>Ê ÀiÃ«iÌÊ ÞÊ iÃÌ>L>Ê «ÀiÃÌÃÊ >Ê >VÌÕ>ÀÊ iÊ ÃÕÊ ìviÃ>»° 55 Por
ÃÕ«ÕiÃÌ]Ê>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊiÃÌ>L>Êi`>`>ÃÊ«ÀÊ>ÊV>ÃiÊÃV>Ê>ÃÊ
como por el género. En otras investigaciones, he demostrado que
>ÃÊÕiÀiÃÊìÊÃÊÃiVÌÀiÃÊi`ÃÊÞÊ>ÌÃÊÃ>Ê>}Ài`ÀÊÃLÀiÊ
Ì`ÊìÊ«>>LÀ>]ÊiÊÌ>ÌÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊìÊÃÊÃiVÌÀiÃÊ««Õ-
>ÀiÃÊÀiVÕÀÀ>Ê?ÃÊ>ÊÃÊ>Ì>µÕiÃÊvÃVÃ°56
51
Ê ÊÓä¯Ê£Ç®]ÊiÊ>ÊV>iÆÊiÊÓ£°£Ç¯Ê£n®]ÊiÊiÊ?LÌÊ`jÃÌVÆÊiÊÎÓ°{¯Ê
Ón®]ÊiÊÛiV`>ìÃÆÊiÊÇ°äx¯ÊÀiÃÌ>ÌiÊÈ®]ÊiÊÃÌÃÊ«ÖLVÃ°
52
Ê}À>ìâVÊ>Ê Ã>Ê-«iV>ÊiÃÌ>Ê«iÀÌiÌiÊLÃiÀÛ>V]Ê>ÊVÕ>Ê«ÀÊiÊ
iÌÊìÊ«iìÌiÊ«>À>ÊÕ>ÊvÕÌÕÀ>ÊÛiÃÌ}>V°
53
ÊÊÀiÃ«iVÌ]Ê>LÀi>Ê*Õ`ÊÀiyiÝ>Ê«ÕÌÕ>iÌiÊiÊiÊV>«ÌÕÊº
>-
bareteras y pachucos en Magazine de Policía. Ciudad de México, 1940”, incluido
en este libro.
54
Pablo Piccato, Ciudad de sospechosos. Crimen en la ciudad de México,
1900-1931, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antro-
«}>Ê-V>]ÊÓä£ä]Ê«°Ê£xÎ°
55
Ibidem, p. 139.
56
Ê Ê>ÊÕiÃÌÀ>ÊÕ`V>ÊìÊnxÊ«ÀViÃÃÊµÕiÊ>ÞÊìÊ{Ê>VÕÃ>`>Ã]ÊìÊjÃÌ>ÃÊ
Õ>Ê£°äÈ¯®Ê«iÀÌiiV>Ê>Ê>ÊV>ÃiÊ>Ì>ÆÊ`ViÊ£Ó°ÇÈ¯®]Ê>ÊÕÊÃiVÌÀÊi`ÆÊÞÊÇÊ


Ante la carencia de mecanismos diversos para la resolución

ìÊVyVÌÃÊp«ÀÊii«]ÊÕ>ÊiviVÌÛ>Ê>`ÃÌÀ>VÊìÊ>Ê
ÕÃÌV>p]Ê«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»ÊiÊiiÀVVÊ
ìÊ V`ÕVÌ>ÃÊ >}ÀiÃÛ>ÃÊ «`>Ê Ã}wV>ÀÊ Ê iViÃ>À>iÌiÊ >Ê
ÖV>ÊÛ>]ÊÃÊµÕâ?Ê>Ê?ÃÊ>«À«>`>ÊiÊi`>Ì>Ê«>À>ÊÃÛi-
tar determinado tipo de situaciones sociales y personales.
Violencia femenina. Visiones generales
>ÊÛiV>Êvii>Ê}iiÀ>`>ÊiÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊiÀ>Ê>Ì>i-
ÌiÊVÀÌV>`>ÊiÊ>ÃÊ>ÀÀ>ViÃÊ«iÀ`ÃÌV>Ã]Ê`ìÊÃiÊÃi>>L>Ê
>ÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊVÊº>>ÌiÃÊìÊLÕÃV>ÀÃiÊV«V>ViÃÊ«ÀÊ
ÃÕÊiÃ«ÀÌÕÊLiVÃ]ÊìÊi}Õ>Êv?V]Ê«>>LÀ>ÊviÃÛ>ÊQÞRÊÃÊi-
bargo […] felices”.57 De acuerdo con esta mirada reprobatoria,
ellas quebrantaban las normativas de género al tener una sexua-
`>`Ê>VÌÛ>]ÊVÃÕÀÊÃÕÃÌ>V>ÃÊiÌV>ÃÊÊiiÀÛ>ÌiÃÊÞÊV`Õ-
VÀÃiÊìÊ>iÀ>ÊÛiÌ>°ÊÃÊÀi`>VÌÀiÃÊÃ>Êì}À>`>À>ÃÊ>«-
dándolas “bravas hembras” o “hembras de pelo en pecho”.
Asimismo, aseguraban que conforme avanzaba la noche ellas se
ºiLÀÕÌiV>»Ê«ÀÊiÊ>VÊÞÊ>VÌÕ>L>ÊVvÀiÊ>ÊºÃ>Û>Ã»Ê
que las caracterizaba.58
El diario La Prensa narraba cómo en el cabaret Cien Flores,
ºLiÃÌ>â>`>ÃÊ«ÀÊiÊ>VÊÞÊÌÀ>Ì>`ÊìÊÃ>`>ÀÊÛi>ÃÊÀiV>ÃÊ
«iÀÃ>iÃ]Ê >ÃÊ iÃiÀ>ÃÊ >À>Ê ìÊ iÃÖÃÊ °Ê ÞÊ >À>Ê >ÌÛ`>`Ê
*i>Þ]ÊìÃ«ÕjÃÊìÊ>ÀÃiÊ>Ê}«iÃÊÃiÊÌÀiâ>ÀÊ>Ê«Õ>>`>Ã»°59
En El Tampico, una madrugada ocurrió un “hecho sangriento”
µÕi]ÊÃi}ÖÊiÊÃÊ`>À]ÊvÕiÊºÀiÃÕÌ>`ÊìÊÕ>ÊViÊìÊÀ}>]Ê
en donde se bebió, se cantó y se bailó desenfrenadamente, entre
n{°ä{¯®]Ê>ÊÃiVÌÀiÃÊ««Õ>ÀiÃ°Ê ÊÕ>ÊÕiÃÌÀ>ÊìÊ{nÊVÕ«>`>ÃÊ«ÀÊÕÀ>Ã]Ê
Õ>ÊìÊi>ÃÊÓ°än¯®Ê«iÀÌiiV>Ê>Ê>ÊV>ÃiÊ>Ì>ÆÊV>ÌÀViÊÓ°£È¯®]Ê>ÊÕÊÃiVÌÀÊ
i`ÆÊ£ÊÎ°xn¯®]Ê>ÊÃiVÌÀiÃÊ««Õ>ÀiÃÆÊÞÊiÊÀiÃÌÊÊ«ÀiVÃ°Ê*>À>Ê?ÃÊìÌ>-
iÊVÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊÃÊÕÃÃÊìÊ>ÊÛiV>ÊÛiÀL>ÊÊvÃV>ÊVvÀiÊ>Ê>ÊV>ÃiÊ
ÃV>]ÊÛj>ÃiÊV>«ÌÕÊ6ÊìÊ>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊDelincuencia femenina...
57
Êº Ê>ÊÕiÀ}>Ê«iÀ`»]ÊLa Prensa, 6 de febrero de 1953.
58
Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina..., p. 78.
59
“Enconada reyerta entre dos cabareteras rivales”, La Prensa, 9 de sep-
tiembre de 1952, p. 27.


iÃVi>ÃÊ«Ö`V>ÃÊÞÊÃ>Û>iÊVÌÕLiÀ]Ê µÕiÊ >Ê wÊ ÞÊ >Ê V>LÊ

provocaron desbordamiento de celos entre aquellas hembras aho-
gadas en alcohol”.60 Esta exacerbada desaprobación de la pren-
Ã>Ê>V>ÊÌ>iÃÊV`ÕVÌ>ÃÊVÌi>ÊViÀÌ>iÌiÊÌÌiÃÊÀ>â>`-
res, pero también se trataba de un asunto de clases, pues se
ÀiV>V>L>Ê>ÊV>ÀiV>ÊìÊiÃÌÊÞÊìViV>ÊìÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃ]ÊµÕi-
iÃÊÀi}Õ>ÀiÌiÊ«iÀÌiiV>Ê>ÊÃÊÃiVÌÀiÃÊÃV>iÃÊ««Õ>ÀiÃ°Ê
La idea propagada por la prensa de que el ambiente de los
L>ÃÊv`ÃÊpVÀVÕÃVÀÌÊ>Ê>V]Ê>ÊÃiÝÊÞÊ>Ê>ÊÛiV>pÊ
«À«V>L>ÊiÊiÛiViÌÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÀ>ÊV«>ÀÌ`>Ê«ÀÊ
los criminólogos, aunque desde una perspectiva más vinculada
>Ê>ÊÃ>Õ`Ê«ÖLV>°Ê Ê>VÃÊiÀ>ÊiÌi``ÊVÊÕÊii-
mento de envilecimiento moral y social y, en palabras del famo-
so criminólogo Alfonso Quiroz Cuarón, como un “factor crimi-
nógeno [que] estimulaba la criminalidad primitiva”, ya que
liberaba “las tendencias brutales e instintivas” del ser humano.61
ÊiÊV>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]Ê>ÊÃÌÕ>VÊÃiÊVÃìÀ>L>Ê?ÃÊ
}À>ÛiÊ>Ö]Ê«ÕiÃÊÃi}ÖÊ+ÕÀâÊ
Õ>ÀÊi>ÃÊiÀ>Êº?ÃÊÃiÃLiÃÊ
al alcohol”. De acuerdo con sus investigaciones,62 la relación
entre el estado de intoxicación alcohólica y la naturaleza de los
ìÌÃÊìÊiÃiÃÊÞÊìÊV`ÊiÀ>ÊìÊn¯ÊiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊ
del 77% en los varones.63 Con estos resultados, Quiroz Cuarón
ÀivÀâ>L>Ê>Êì>ÊìÊµÕiÊVÕ>`Ê>ÃÊÕiÀiÃÊVÌÀ>Ûi>ÊÃÊ
supuestos designios de “su naturaleza” se transformaban casi
irremediablemente en personas indeseables y peligrosas. En su
análisis hay escasa reflexión en torno a las circunstancias del
delito, a los motivos de las detenciones, a los entornos sociales y,
60
Êº-iÊL>ÌiÀÊ>Ê«Õ>>`>Ê«>Ê`ÃÊV>L>ÀiÌiÀ>Ã»]ÊLa Prensa, 14 de mayo
de 1945, p. 12.
61
Alfonso Quiroz Cuarón, “Alcoholismo y criminalidad”, Criminalia. Re-
vista de Sociología Criminal, Academia Mexicana de Ciencias Penales, México,
>ÊXXVI, n. 10, octubre de 1960, p. 680.
62
La muestra de sus indagaciones estaba conformada por presuntos delin-
VÕiÌiÃÊpÓnÊÈÎ{ÊLÀiÃÊÞÊ{ÊxÈnÊÕiÀiÃpÊÀi}ÃÌÀ>`ÃÊiÊÃÊÕâ}>`ÃÊìÊ
primera instancia del Distrito Federal entre 1931 y 1935. Alfonso Quiroz Cua-
rón, “Alcoholismo y delincuencia”, Criminalia. Revista de Sociología Criminal,
V>ì>ÊiÝV>>ÊìÊ
iV>ÃÊ*i>iÃ]ÊjÝV]Ê>ÊVII, n. 8, octubre de 1941,
p. 480-488.
63
Ibidem, p. 484-485.


ÕVÊiÃ]Ê>Ê>ÊÀi>VÊìÊÃÊÃÕiÌÃÊìÌi`ÃÊVÊ>ÃÊ>Õ-
toridades.
Ê«i>ÃÌ>ÊÕÃÊ>ÀÀ`Ê>wÀ>L>ÊÊÃ}ÕiÌi\Ê
En términos generales […] existe una correlación directa entre el

alcohol y el delito, de modo especial con las agresiones. También
en los delitos contra las personas, encontramos que se registran en
los establecimientos destinados a la venta de bebidas embriagantes,
ÞÊµÕiÊiÊÃÊVÀiiÃÊÃiÝÕ>iÃ]ÊiÊ>LÕÃÊìÊ>VÊÕi}>ÊÕÊ«>«iÊ
importante, al facilitar su realización.64
Aunque lo anterior lo corroboran las fuentes,65ÊÛ>`À>Ê>Ê«i>Ê

realizar un estudio profundo sobre el consumo de alcohol y la
ÛiV>ÊVÊvÀ>ÃÊìÊÃV>â>VÊiÊiÊ«iÀ`Ê>ÃÊVÊ
sobre las concepciones que comenzaban a hacerse al respecto en
el marco de los gobiernos posrevolucionarios.66 Pablo Piccato
sostiene que “la intoxicación [alcohólica] enmarcaba pero no oca-
sionaba la violencia”.67 En este sentido, sin negar los posibles
iviVÌÃÊìÊ>V]ÊVÃìÀÊµÕiÊ>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊvÃV>ÃÊiÀ>Ê«>À-
te de las formas de sociabilidad de los “centros de vicio”, pero no
consecuencia exclusiva de la ebriedad. De este modo, en estos
sitios el alcohol y el sexo no generaban la violencia, sino que for-
maban parte de ella.
Para los especialistas y criminólogos posrevolucionarios, la
violencia, especialmente la sangrienta, se equiparaba con un esta-
do “primitivo, instintivo e irreflexivo, sin elaboración intelectual”,68
64
Luis Garrido, “Alcohol y delincuencia”, Criminalia. Revista de Sociología
Criminal, V>ì>ÊiÝV>>ÊìÊ
iV>ÃÊ*i>iÃ]ÊjÝV]Ê>Ê XXVI, n. 10,
octubre de 1960, p. 693.
65
Ê ÊiviVÌ]ÊVvÀiÊ>Ê>ÊÕiÃÌÀ>ÊÕ`V>]ÊiÊiÊä¯ÊìÊÃÊ£ÈÊ«ÀViÃÃÊ
por lesiones producidas en un centro de vicio las victimarias se encontraban
en estado de ebriedad.
66
Algunas investigaciones al respecto son Diego Pulido, ¡A su salud! So-
ciabilidades, libaciones y prácticas populares en la ciudad de México a principios
del siglo XX]ÊjÝV]Ê Ê
i}ÊìÊjÝVÊQiÊ«ÀiÃ>RÆÊÞÊ"ìÌÌiÊ,>Ã]ÊLa ciudad
y sus peligros. Criminalidad, alcoholismo y bajos fondos. Discursos, representa-
ciones y práctica judicial (1929-1946), tesis de doctorado en Historia, México,
Universidad Nacional Autónoma de México [en proceso].
67
Pablo Piccato, Ciudad de sospechosos..., p. 145.
68
Alfonso Quiroz Cuarón, La criminalidad..., p. 43.


ÃLÀiÊÌ`ÊÃÊjÃÌ>Ê>VÌiV>ÊiÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»°Ê À>ÊLiÊ
aceptada la creencia de que la agresividad era el resultado de
“impulsos primitivos” que, si bien estaban vinculados a magras
V`ViÃÊiVV>ÃÊÞÊÀ>iÃ]Ê«`>ÊVÌÀ>ÀÃi°Ê+ÕÀâÊ
Cuarón estimaba que la pobreza era un ingrediente preponderan-
te en la comisión de este tipo de delitos: “somos violentos por pobres
y no por mexicanos. Por pobres no tenemos los mecanismos ade-
cuados para frenar los impulsos que provienen del primitivo yo
profundo, que es, ante todo, instintivo y brutal”.69ÊÃ]ÊiÊÀ}iÊìÊ
>ÌiÌ>`ÃÊVÌÀ>Ê>ÃÊ«iÀÃ>ÃÊiÀ>]ÊÃi}ÖÊ>µÕiÃÊiÃÌÕ`ÃÃ]ÊL?-
ÃV>iÌiÊìÊÀìÊwÃ}V]Ê«ÃV}VÊÞÊiVV°
ÃÊ«ÕiÌ>âÃ]ÊÃÊ>À>>âÃ]ÊÃÊ>iÃÊìÊ«i]Ê>ÃÊ«>Ì>`>Ã]Ê
los puntapiés o las mordidas eran los mecanismos de ataque más
utilizados por el sexo femenino. De acuerdo con las cifras ofre-
V`>ÃÊ«ÀÊiÊVÀ}]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊV>ÕÃ>L>ÊiÊ{£°n{¯ÊìÊ>ÃÊ
iÃiÃÊVÊ>ÃÊ>Ã]ÊiÊÎä°{¯ÊVÊLiÌÃÊVÌÕìÌiÃÊÊ
µÕiÊÌÕÛiÀ>Ê>Ê>V>ViÊìÊ>Ê>]ÊiÊÓä°nÈ¯ÊVÊLiÌÃÊ«Õ-
zocortantes y el 3.62% con la boca —a base de mordidas.70
ÊÃÊ£ÈÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊ«ÀÊiÃiÃÊiÊiÊ>ÀVÊìÊÕÊ
“centro de vicio”, el 41.17% de las indiciadas utilizó armas pun-
âVÀÌ>ÌiÃÆÊiÊÎx°Ó¯]Ê}«iÃ]Ê>À>>âÃÊÞÊÀ``>ÃÆÊÞÊiÊÓÎ°xÓÊ¯]Ê
LiÌÃÊVÌÕìÌiÃ°Ê+ÕÀâÊ
Õ>ÀÊVÃìÀ>L>ÊµÕiÊiÊÕÃÊìÊ
iÃÌ>ÃÊº>À>ÃÊL>V>ÃÊÀiÛi>QL>RÊÕÊ`ViÊÌ>ÌÊìÊiÃV>ÃÊìÃ>-
rrollo mental como económico”.71Ê?ÃÊ>?ÊìÊiÃÌ>Ê>wÀ>VÊìÊ
tipo evolucionista y con tintes clasistas y sexistas, lo cierto es que
por su costo, accesibilidad y facilidad de ocultamiento verdugui-
Ã]Ê«Õ>iÃ]Ê>Û>>Ã]ÊVÕVÃ]ÊÌii`ÀiÃ]Ê«V>iÃÊÞÊì?ÃÊ
LiÌÃÊ«ÕâVÀÌ>ÌiÃÊvÀ>L>Ê«>ÀÌiÊìÊ>ÊÛ`>ÊVÌ`>>ÊÌ>-
ÌÊìÊÃÊLÀiÃÊVÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃÊ«ÀÌ>L>ÊVÖ-
mente aun cuando varios de ellos estuviesen prohibidos.72
De acuerdo con lo anterior, pareciera que para los especia-
listas, al igual que para la prensa, era casi de esperarse que las
69
Ibidem, p. 45.
70
Ibidem, p. 40.
71
Ibidem, p. 43.
72
ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊiÊ>ÀÌVÕÊ£ÈäÊìÊ
`}Ê*i>]ÊiÃÌ>L>Ê«ÀL`ÊiÊÕÃÊ
ìÊÛiÀ`Õ}ÕÃÊÞÊ«Õ>iÃ°


ÌÀ>L>>`À>ÃÊìÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»ÊvÕiÀ>ÊÛiÌ>ÃÊ«ÀÊiÊÃ-
ple hecho pertenecer a las clases populares, por tener un estilo
de vida considerado pernicioso y por poseer un supuesto carácter
Ã>Û>iÊÞÊ«ÀÌÛÊµÕiÊÃiÊiÛìV>L>ÊiÊ>ÃÊ>À>ÃÊµÕiÊÕÌâ>-
L>°Ê/`>ÃÊjÃÌ>ÃÊiÀ>]Ê«ÀÊÃÕ«ÕiÃÌ]ÊV`ÕVÌ>ÃÊ>i>ÃÊ>Êì>Ê
femenino de la época. No se le daba mayor relevancia a las formas
de sociabilidad existentes en aquellos sitios y tampoco a la mar-
ginación moral, social y legal en que llegaban a encontrarse las
ÕiÀiÃÊµÕiÊ>Ê>LÀ>L>°
>ÃÊ>VÌÌÕìÃÊVÌ`>>ÃÊ>ÌiÊ>ÊÛiV>ÊÌi>Ê`>`>ìÃÊ
y modulaciones distintas a las de la ley y de otros discursos —por
ii«]ÊVÀ}VÃ]ÊÀi}ÃÃ]Ê«ÌVÃÊÊ«iÀ`ÃÌVÃpÊµÕiÊ
llegaban a repudiarla cabalmente.73Ê-ÊLiÊ>L>ÊÌiÀ>V>Ê>V>Ê
ciertas formas y grados de violencia, también se rechazaba que
jÃÌÃÊÃLÀi«>Ã>À>ÊViÀÌÃÊÌiÃ]ÊìÊ>ÊµÕiÊ>ÃÊ«iÀÃ>ÃÊÃiÊÛi-
garan por propia mano o presentaran querellas penales. Esto
ÖÌÊ ÕiÃÌÀ>]Ê >Ê ÃÕÊ Ûiâ]Ê ÕÊ ÀiVViÌÊ ìÊ >Ê >ÕÌÀ`>`Ê
Õ`V>ÊVÊÃÌ>V>ÊV«iÌiÌiÊiÊ>ÊÀiÃÕVÊìÊVyVÌÃÊ
interpersonales.
De este modo, en lo que respecta a la violencia femenina
desplegada en los “centros de vicio”, por más sangrienta que ésta
resultara, no era producto de una falta de “civilidad”, de una
ìViV>ÊÊìÊVi}>ÃÊ«ÕÃiÃÊ>ÃÊVÊÌ>«VÊiÝVÕÃÛ>ÊìÊ
ÕiÀiÃÊ«ÀÛiiÌiÃÊìÊ>ÃÊV>ÃiÃÊ««Õ>ÀiÃ°Ê>ÃÊºLÀiÀ>ÃÊìÊ>Ê
Vi»ÊÊiÀ>ÊÕ>ÃÊºÃ>Û>iÃÊiLÀ>ÃÊìÊ«iÊiÊ«iV»ÊÊÌi>Ê
un gusto generalizado por la agresión y la muerte.
Tal fenómeno debe comprenderse en el contexto de espacios
`Ãi>`ÃÊVÊvÀ>ÃÊìÊÃV>L`>`Ê`ìÊ>ÊÛiV>ÊìÊ>ÃÊ
ÌÀ>L>>`À>ÃÊÃiÊ`>L>ÊiÊVÀVÕÃÌ>V>ÃÊµÕiÊVÕ>Ê`ÃÕVÊ
moral, rechazo social, falta de protección legal y laboral, además
de cadenas de corrupción y abuso por parte de autoridades po-
V>iÃ]ÊÃÌiÀ>iÃÊÞÊÕ`V>iÃ°74
73
Idem.
74
Ê Ã>Ê-«iV>Ê>>â>Ê>ÃÊVÃÌ>ÌiÃÊÀiVÀ>ViÃÊµÕiÊÃiÊiÊ>ViÊ
>ÊÃÃÌi>ÊÕ`V>Ê«ÀÊVÀÀÕ«V]Ê«Õ`>`ÊiÊ«iÀ>V>°Ê6j>ÃiÊÃiVVÊ:
º"«iÃÊÃLÀiÊ>ÊÕÃÌV>»]Ê>«>ÀÌ>`Ê{\Êºii}>VÊìÊvÕViÃÊÞÊiÀÀÀiÃÊ
Õ`V>iÃ»]ÊiÊ Ã>Ê-«iV>]ÊInstituciones de justicia y práctica judicial (1929-


>ÊÛiV>Êvii>ÊiÊÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»Ê>Ìi`>Ê>ÊV-
«i>ÃÊ }V>ÃÊ ÞÊ >Ê ÕÃÃÊ ÃV>iÃÊ ìÊ >Ê Ã>°Ê Ê iÃÌiÊ ÃiÌ`]Ê
convengo con Robert Muchembled, quien asegura que la “vio-
iV>ÊÃiÊ>VÌÛ>»Ê«ÀÊÖÌ«iÃÊV>ÕÃ>ÃÊiÊÀ>âÊìÊVÌiÝÌ75 al
tiempo que se regula en función de las distintas concepciones
que se tienen de ella conforme al entorno social.
En este sentido, encuentro que detrás de celos, venganzas,
atropellos, actos en defensa propia, pleitos amorosos o cobro de
deudas son básicamente tres las circunstancias sociales en las
que se cifraba el sentido de tales disparadores de la violencia
femenina en los “centros de vicio”: conservar un determinado
ingreso económico, exigir respeto mostrando su poder y proteger
>ÊÀi«ÕÌ>VÊÊ>ÊÌi}À`>`ÊvÃV>]ÊÌ`ÊiÃÌÊiÊiÊ>ÀVÊìÊ`-
vViÃÊvÀ>ÃÊìÊÃÕLÃÃÌiV>ÊÞÊVÊiÃV>ÃÃÊiV>ÃÃÊÃV>iÃÊ
ÞÊi}>iÃÊìÊ«ÀÌiVVÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>`À>Ã°
Reflexiones finales
iÊ>VÕiÀ`ÊVÊ
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>ÀÃÊ6>À}>ÃÊ"V>>]Ê>V>Ê>Ê
mitad del siglo XX la proliferación de los “centros de vicio” se
ìLÊ >Ê `ÛiÀÃ>ÃÊ V>ÕÃ>Ã\Ê >Ê Vw}ÕÀ>VÊ ìÊ ºÌÊ ìÊ >Ê Û`>Ê
nocturna” a través del cine76ÊÞÊ>ÊV>VÊ««Õ>ÀÆÊiÊ>ÕiÌÊìÊ
>Ê«L>VÊV>«Ì>>ÊµÕiÊiÝ}>ÊÕ}>ÀiÃÊìÊiÃ«>ÀViÌÆÊiÊ
1971), tesis de doctorado en Derecho, México, Universidad Nacional Autónoma

ìÊjÝVÊQiÊ«ÀViÃR°Ê6j>ÃiÊº>Ê«V>ÊÞÊ>ÊVÕ`>`»]ÊEl Universal, 28 de
>ÀâÊìÊ£{{]Ê£>°ÊÃiVV]Ê«°ÊÎÆÊÞÊº>ÊVÕ`>`ÊìviÃ>»]ÊEl Universal, 23 de mar-
zo de 1944, 1a. sección, p. 1.
75
Robert Muchembled, Una historia de la violencia. Del final de la Edad
Media a la actualidad]Ê Ã«>>]Ê*>`Ã]ÊÓä£ä]Ê«°ÊÓÓÓÎ°Ê6j>Ãi ÃjÊ->>ÀÌÊ
Esplugues et al. VÀ`Ã°®]Ê Reflexiones sobre la violencia, México, Siglo XXI/
ÃÌÌÕÌÊ
iÌÀÊ,i>Ê-v>]ÊÓä£ä]Ê{{nÊ«°
76
El cine de oro, asegura Carlos Monsiváis, desempolva a prostitutas como
Santa y La Mujer del PuertoÊ«>À>ÊVÛiÀÌÀ>ÃÊiÊiÀ>ÃÊÞÊvÀ`Ã>ÃÊÀÕLiÀ>Ã]Ê
inventando con ello “todo un territorio que tiene que ver con la ampliación de
la vida urbana y la modernización de la vida urbana […] el territorio de la vida
VÌÕÀ>ÊµÕiÊiÃÊiÊ}À>Ê«>ÀÌiÊÛiV]ÊiÊ}À>Ê«>ÀÌiÊÀi>`>`»°Êi>`ÀÊ
*i>ÞÊ,>}iÊ`À°®]ÊLos que hicieron nuestro cine: “De la hacienda al cabaret”,
Û°ÊÇ]ÊjÝV]Ê
ÕÌÕÀ>ÊÞÊ>ÃÊÀÌiÃÉ-iVÀiÌ>À>ÊìÊ `ÕV>-
VÊ*ÖLV>° Véase Gabriela Pulido, El mapa del pecado....


«ÀiÌi`ÀÊi}VÊìÊº>ÌÀ»ÊµÕiÊìvi`>Ê«À«iÌ>ÀÃÊÞÊ«À-
pietarias y que se encontraba siempre al acecho de nuevos inver-
ÃÃÌ>ÃÆÊ Ûi>ÃÊ «À?VÌV>ÃÊ iÊ >ÃÊ µÕiÊ >ÕÌÀ`>ìÃ]Ê `ÕiÃÉ>ÃÊ ÞÊ
empleados/as acostumbraban a dirimir sus problemas al margen
ìÊ>ÊiÞÆÊ>Ê>LVÊìÊ>Ê«ÀÃÌÌÕVÊÞÊ>ÊÀi}>iÌ>VÊìÊ>Ê
Û`>ÊVÌÕÀ>ÊµÕiÊiÝ>ViÀLÊ>ÊVÀÀÕ«VÊiÝÃÌiÌiÆ77 la regular
ÞÊVÀiViÌiÊ>ÃÃÌiV>ÊìÊ«>ÀÀµÕ>ÃÊiÊLÖÃµÕi`>ÊìÊVÊ>Ê
ÌÀ>ÛjÃÊìÊVÃÕÊìÊiiÀÛ>ÌiÃÊÞÊìÊÃiÝÊV>Ã>ÆÊiÊ>VÃ-
ÆÊÞ]Ê«ÀÊÖÌ]Ê>Ê«ÀiÃiV>Ê`ÃVÕÌLiÊìÊÕiÀiÃÊÌÀ>L>>`-
À>ÃÊpiÃiÀ>Ã]ÊwViÀ>Ã]ÊV>L>ÀiÌiÀ>Ã]ÊL>>À>ÃÊÞÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃpÊ
que, pese a ser explotadas, encontraban en este ámbito laboral
Õ>ÊvÕiÌiÊ«ÀÌ>ÌiÊpVÕ>`ÊÊ>ÊÖV>pÊìÊÃÕLÃÃÌiV>°78
En todos esos sitios se entremezclaban con la diversión y con
iÊVÀiÊÀiìÃÊìÊ«ÀÃÌÌÕVÊÞÊìÊÌÀ?wVÊÞÊVÃÕÊìÊÃÕÃÌ>-
V>ÃÊÌÝV>ÃÊÞÊiÌV>Ã°Ê À>ÊÕ}>ÀiÃÊ`ìÊÃÊÃÕiÌÃÊ?ÃÊÛÕi-
À>LiÃÊiÀ>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊµÕiiÃÊ>Ê«iÃ>ÀÊìÊÌ`ÊiVÌÀ>L>Ê>Ê
importantes fuentes de empleo.
-ÊLiÊ>L>ÊÕÊÀiViÊìÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÞÊiÃ«iV>ÃÌ>ÃÊpj-
dicos y criminólogos— ante el posible incremento de la delin-
cuencia femenina en el marco de “entornos de vicio”, lo cierto es
µÕiÊ>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊvÃV>ÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÀiÃiÌ>L>Ê
L>ÃÊ`ViÃÊìÊµÕiÀi>ÃÊÕ`V>iÃ°Ê>ÊÛiV>ÊìÃ«i}>`>Êp>Ê
iÃÊ>ÊÀi}ÃÌÀ>`>pÊiÊÃÊL>ÃÊv`ÃÊÊiÀ>ÊÌ>Ê>>À>ÌiÊ
ÞÊvÀ>L>Ê«>ÀÌiÊìÊiÌÀÃÊVw}ÕÀ>`ÃÊìÊ>iÀ>ÊÃÌÊiÊ
ÃÊµÕiÊÕiÀiÃÊÞÊÛ>ÀiÃ]ÊÛVÌ>ÃÊÊÛVÌ>À>ÃÉÃ]ÊÃ>ÊÀi>-
V>ÀÃiÊÃi}ÖÊ`?V>ÃÊìÊÃV>â>VÊÃ}>`>ÃÊ«ÀÊiÊ>LÕÃÊ
pÃV>]ÊÀ>ÊÊvÃVp]Ê«ÀÊ>ÊVÀÀÕ«VÊìÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÞÊ«ÀÊ
la discriminación en el contexto de una industria de la vida noc-
turna en pleno crecimiento.
Las circunstancias sociales que daban sentido a la violencia
femenina en los “centros de vicio” eran la necesidad de conservar
la fuente de ingreso u obtener alguno extra, de defenderse de
situaciones que consideraban una agresión previa, de mostrar su
77
Ê-LÀiÊ>ÃÊ`ÛiÀÃ>ÃÊ«À?VÌV>ÃÊìVÌÛ>ÃÊvii>ÃÊiÝÃÌiÌiÃÊiÊÃÊL>ÃÊ
fondos y acontecidas tras la abolición del reglamento de prostitución, véase Mar-
Ì>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]ÊºÕiÀiÃÊnon sanctas...”.
78
Carlos Medina Caracheo, La vida nocturna..., p. 131-140.


«ìÀÊÊìÊÃ>V>ÀÊ>}ÖÊ«ÀÛiVÊìÊ>}ÕiÊ?Ã°Ê>ÃÊ>}ÀiÃiÃÊ
ìÊ>ÃÊºÕiÀiÃÊìÊ>ÊVi»ÊiÀ>Ê«>ÀÌiÊìÊÕÊ>LiÌiÊÃ}>`Ê
por la marginación y por formas violentas de sociabilidad. Estas
ÕiÀiÃÊ«>ìV>ÊÕÊ«ÀÌ>ÌiÊìÃ«ÀiÃÌ}ÊÀ>ÊiÊÀ>âÊìÊ
ÃÕÃÊwVÃ]Ê>Ê>ÊÛiâÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊiÝ«ÕiÃÌ>ÃÊ>ÊVÃÌ>ÌiÃÊ>LÕÃÃÊÞÊ
contaban con escasa protección laboral, social o legal. De este
`]Ê«>À>ÊiÀ>ÀÊÃÕÊÃÌÕ>VÊÀiVÕÀÀ>Ê>Ê>LÕÃÃÊÃ>ÀiÃÊ>Ê
ÃÊµÕiÊÃÕvÀ>]ÊVÊiÊÀLÊÞÊ>Ê>}ÀiÃÊvÃV>]Ê>ÃÊVÊ>Ê
comercio o la explotación sexual y la corrupción.
>iÌi]ÊÛ>iÊ>Ê«i>ÊÃi>>ÀÊµÕiÊ>ÕÊVÕ>`ÊÃiÊ«i-
mentó una serie de reglamentaciones para regular las conductas
iÝÃÌiÌiÃÊiÊÃÊ>>`ÃÊºViÌÀÃÊìÊÛV»]ÊiÃÊìÊÀiÃÛiÀÃi]Ê
la problemática delictiva se agudizó, pues no disminuyeron la
violencia, los hurtos, la ingesta de alcohol y drogas ni mucho
iÃÊiÊÌÀ?wVÊìÊ>ÀVÌVÃ]Ê>Ê«ÀÃÌÌÕV]Ê>ÊVÀÀÕ«VÊÞÊ>Ê
discriminación. La vida nocturna, ligada al comercio de enervan-
tes y de sexo, se convirtió en un gran negocio que ni las regla-
iÌ>ViÃÊÊ>ÃÊV>«>>ÃÊìÊÀ>â>VÊ«ÕìÀÊVÌiiÀ°Ê
Por el contrario, encontró nuevos derroteros y continuó brindan-
`Ê«ÀÌÕ`>ìÃÊ>LÀ>iÃÊ>ÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊÊ>À}ÊìÊÃ}°
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VÀiÌ>À>ÊìÊ`ÕÃÌÀ>ÊÞÊ
iÀV]Ê£ÈÓ°
Filmografía
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hacienda al cabaret”]ÊÛ°ÊÇ]ÊjÝV]Ê
ÕÌÕÀ>Ê
ÞÊ>ÃÊÀÌiÃÉ-iVÀiÌ>À>ÊìÊ `ÕV>VÊ*ÖLV>°


“HE DOMINADO LA PASIÓN QUE ME HIZO DELINQUIR”
MUJERES CRIMINALES EN LAS PETICIONES DE INDULTO:
GUANAJUATO, 1920-1930
ROCÍO CORONA AZANZA

1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì
El indulto como práctica es excepcional en cuanto a su vigencia

—pues es muy antigua—, pero comprensible si se toma en cuen-
Ì>ÊµÕiÊÃÕLÃÃÌÊ>Ê>«>ÀÊìÊ«ìÀÊìÊÀiÞiÃ]Ê«ÀV«iÃ]ÊÃiÀiÃÊ
y presidentes: poder y misericordia, o la misericordia de los po-
derosos, se vuelven palabras complementarias dentro de los delica-
`ÃÊÕi}ÃÊìÊ>Ê«ÌV>°Ê>Ê«>>LÀ>Êº`ÕÌ»Ê«ÀÛiiÊìÊ>ÌÊ
indultusÊÞÊÃiÊÀiwiÀiÊ>Ê>Ê}À>V>ÊÊ>Ê«ÀÛi}Ê«ÀÊiÊVÕ>ÊiÊÃÕ-
perior conmuta o remite toda o parte de una pena exceptuando
y eximiendo a uno de la ley o de otra cualquier obligación.1 Aun-
µÕiÊ iÊ ÃÕÃÊ À}iiÃÊ vÕiÊ Õ>Ê VÕ>`>`Ê ìÊ ÃLiÀ>]Ê µÕiÊ º>Ê
iÌÊìÊ«iÀ`>ÀÊÀi>wÀ>L>ÊÌ>LjÊÃÕÊ>}iÊìÊ«>ÃÌÀÊ
y padre, necesaria para la legitimación”,2 el indulto siguió vigen-
te durante un largo tiempo. En el caso mexicano, se retoma en
>ÃÊV`wV>ViÃÊVÃ`>`>ÃÊ>Ê«>ÀÌÀÊìÊ£nÇ£ÊÞÊiÊ>Ê
ÃÌÌÕ-
VÊìÊ££Ç]ÊÃi`ÊiÌViÃÊÕ>Êv>VÕÌ>`ÊìÊ iVÕÌÛ°3
Los expedientes de indulto poseen una amplia riqueza que
permite acercarse a una de las tantas aristas de la práctica de
1
Para una breve descripción del indulto a través de la historia, véase
iÀ}>Ê «iâÊ â?iâ]Ê º
ÕÌÕÀ>Ê ÕÀ`V>Ê iÊ >}>ÀÊ ?ÀµÕV°Ê >ÃÊ
peticiones de indulto durante el Segundo Imperio Mexicano”, Historia Mexicana,
El Colegio de México, México, v. LV]Ê°Ê{]Ê>LÀÕÊìÊÓääÈ]Ê«°Ê£ÎäÇ°Ê
2
Ibidem, p. 1308.
3
Ê Ê>ÀÌVÕÊnÊìÊ>Ê
ÃÌÌÕVÊìÊ££Ç]ÊiÊÃÕÊvÀ>VVÊXIV, daba facultad
>Ê«ÀiÃìÌiÊìÊ>Ê,i«ÖLV>ÊìÊºVViìÀ]ÊVvÀiÊ>Ê>ÃÊiÞiÃ]Ê`ÕÌÃÊ>ÊÃÊÀiÃÊ
sentenciados por delitos de competencia de los tribunales federales y a los sen-
ÌiV>`ÃÊ«ÀÊìÌÃÊìÊÀìÊVÖ]ÊiÊiÊÃÌÀÌÊiìÀ>ÊÞÊ/iÀÀÌÀÃ»°

310 ROCÍO CORONA AZANZA
>ÊÕÃÌV>°Ê ÊiÃÌiÊÌÀ>L>]Ê«À«}ÊÌ>ÀÊVÊiÃVi>ÀÊiÊ
iÃÌ>`Ê ìÊ Õ>>Õ>ÌÊ «>À>Ê >«ÀÝ>ÀiÊ >Ê VViÌÊ ìÊ
dicha práctica en dos sentidos principalmente. El primer sen-
tido tiene que ver con el análisis de los expedientes de indulto
VÕÞ>ÃÊ«iÌV>À>ÃÊÃÊÕiÀiÃ°ÊiÊÌiÀiÃ>ÊVViÀÊÃÊ>À}Õ-
iÌÃÊµÕiÊi>ÃÊiÃ}ÀiÀÊ>ÌiÊ>ÊÕÃÌV>Ê«>À>ÊÛiÀÃiÊv>Û-
ÀiV`>ÃÊVÊiÊ«iÀ`Ê>ÃÊVÊÃ>LiÀÊµÕjÊìÌÃÊiÀ>ÊÃÊµÕiÊ
ViÌ>ÊiÊ>ÞÀÊi``>ÊÞÊVÕ?ÊvÕiÊiÊ«>«iÊìÊÃÊ>L}>`ÃÊ
defensores al fungir como mediadores entre las criminales que
«VÊÃ>L>ÊìÊ«ÀViìÌÊÕ`V>ÊÞÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊiÌÀ>`>ÃÊ
en el tema.
1ÊìÊÃÊÌiÀiÃiÃÊìÊv`ÊiÃÊÛiÀÊVÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÕÌ-
zaron los valores simbólicos imperantes en la época sobre el ideal
del comportamiento femenino —tales como “abnegación, pacien-
cia y altruismo”4pÊÊiÊ>viVÌÊ>ÌiÀÊ«>À>ÊÛiÀÃiÊLiiwV>`>ÃÊ
con el perdón, sin importar que con el simple hecho de delinquir
Þ>ÊÌÀ>Ã}Ài`>Ê`VÃÊÛ>ÀiÃ°ÊÊÌiÀiÃ>ÌiÊÃiÀ?ÊÛiÀÊÃÊiÃÌiÊ
recurso de alguna manera sirvió o incidió en la decisión de otor-
}>ÀÊÊÊiÊ`ÕÌÊÌ>`>Ê«ÀÊiÊ iVÕÌÛ]ÊÊÃÊ?ÃÊLiÊjÃÌiÊÃiÊ
VÊÃ«iiÌiÊ>ÊÊ`VÊiÊ>ÊiÞÊÃÊÌ>ÀÊiÊVÕiÌ>ÊÃÊ
argumentos que ellas pudieran haber utilizado.
Considero que los expedientes de indulto son una ventana
que permite conocer situaciones particulares de ciertos grupos
ÃV>iÃ]ÊiÊiÃÌiÊV>ÃÊiÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ]ÊÌ>iÃÊVÊÃÕÊÛ`>ÊVÌ-
diana y su situación económica, pero también la relación que
establecieron con la autoridad una vez que se enfrentaron a ella
>ÃÊVÊ>ÃÊiÃÌÀ>Ìi}>ÃÊµÕiÊÕÌâ>À]Ê>ÃÊVÕ>iÃÊiÊV>ÃiÃÊ
«>ÀiV>Ê«>ÀÌiÊìÊÕÊºÌ>iÊÌi>ÌÀ>»°
Respecto al segundo sentido, el cual quizá de momento que-
de solamente como un preámbulo para futuras investigaciones,
Ê«Õi`Êì>ÀÊìÊ>`ÊµÕiÊiÊÕ>>Õ>ÌÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£ÓäÊvÕiÊ
particularmente rica en expedientes de este tipo. En el Archivo
iiÀ>ÊìÊLiÀÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]ÊÃiÊiÃÌ>Ê>-
Ê->Þ`Ê
iV>Ê ÖiâÊ
iÌ>]Êº
ÕiÀ«]Ê}jiÀÊÞÊìÌ°ÊÃVÕÀÃÊÞÊVÀ-
4
}>ÊiÊ>ÊÃVi`>`Ê«ÀwÀ>>»]ÊiÊÕ>Ê/ÕÊV«°®]ÊEnjaular los cuerpos.

Normativas decimonónicas y feminidad en México, México, El Colegio de
México, 2008, p. 398.

“HE DOMINADO LA PASIÓN QUE ME HIZO DELINQUIR” 311
rededor de 2 068 peticiones, las cuales, comparadas con las pocas

que hubo en la década anterior, abren la posibilidad de pregun-
tarse si durante la década de 1920 hubo en este estado una situa-
VÊiÃ«iV>ÊµÕiÊiÝ«µÕiÊiÊ>ÞÀÊ ÖiÀÊ ìÊ `ÕÌÃ°5 Tal
coyuntura pudo ser aprovechada por las peticionarias y sus abo-
}>`ÃÊìviÃÀiÃÊ«>À>ÊÛiÀÃiÊLiiwV>`>ÃÊVÊiÊ«iÀ`]Ê«ÕiÃÊiÊ
>Ê>ÞÀ>ÊìÊÃÊV>ÃÃ]ÊVÊÛiÀiÃÊ?ÃÊ>ì>Ìi]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊ
obtuvieron el indulto.
Esta situación también puede explicarse gracias a la influencia
µÕiÊÌÕÛÊ>Ê«ÌV>Ê>V>]ÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃÌiÊ«iÀ`ÊÃiÊìÃÌ>VÊ
por el intento del Estado de institucionalizarse y “consolidar y
Ài}>iÌ>ÀÊiÊ«ÀViÃÊìÊÌÀ>ÃvÀ>VÊµÕiÊ>L>ÊiÝ«iÀi-
Ì>`ÊiÊ«>ÃÊ>Ê«>Ã>ÀÊìÊjÝVÊ«ÀwÀ>Ê>ÊÀiÛÕV>À»]6
autoproclamándose “agente de una revolución ininterrumpida,
donde se gestaba una nueva forma de nacionalismo basado en la
Ài«ÀiÃiÌ>VÊìÊÕ>ÊÃVi`>`ÊÕwV>`>ÊiÊÌÀÊ>ÊÌÊÀiÛ-
lucionario y al Estado que lo encarnaba”.7ÊÊiÊÃiÊÕ>Ê>Êw}ÕÀ>Ê
ìÊ}LiÀ>`ÀÊVÊiviÊ>}?ÊÞÊÕÃÌÊìÊÃÊìÃ«Ãi`Ã°
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ÌÃ\Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìVÕiÌiÃÊVÊiiÊÀiVÌÀÊÞÊÃÕÃÊÃÌÕ>ViÃÊ
particulares de vida, entre ellas la ruptura del “ideal femenino”,
iÊVÌiÝÌÊ}Õ>>Õ>ÌiÃiÊµÕiÊ«Õ`ÊyÕÀÊiÊµÕiÊÌi}>ÃÊ}À>Ê
cantidad de expedientes de este tipo, la coyuntura nacional y,
w>iÌi]ÊiÊ«>«iÊìÊÃÊ«>ÀÌ`ÀiÃÊìÊÕÃÌV>°Ê
5
No descarto que la propia conformación del archivo tenga algo que ver
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LÖÃµÕi`>ÃÊ}iiÀ>â>`>ÃÊìÃìÊÃÊÖÌÃÊ>ÃÊìÊÃ}ÊXIX y he notado que
se mantiene esta constante, es decir, la década de 1920 es rica en expedientes
ìÊ`ÕÌ°Ê*ÕìÀ>ÊÃiÀÊÌ>LjÊµÕiÊÃÊVÛÕÃÃÊ>ÃÊÀiÛÕV>ÀÃÊV-
dieran o en la pérdida de documentos o en que los intereses del gobierno local
se centraran en otros asuntos.
6
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iÌ>]Ê º·*i>Ê ìÊ ÕiÀÌiÊ Ê `ÕÌ¶Ê >Ê ÕÃÌV>Ê
penal y el perdón en el Distrito Federal durante la institucionalización del Es-
tado revolucionario”, Revista Historia y Justicia, Santiago de Chile, n. 2, abril
de 2014, p. 4.
7
ÊÕÀìÃÊ i>ÌÀâÊ1À>ÃÊÀV>ÃÌ>Ã]Êºi}iiÀ>VÃÊiÊ}iiÊiÌ>Ê
iÊiÊjÝVÊ«ÃÀiÛÕV>ÀÊ£Óä£{ä®»]ÊFrenia. Revista de Historia de la
Psiquiatría, México, v. IV, n. 2, 2004, p. 39.

Para avanzar en lo anterior, seleccioné solamente 27 expe-

dientes8 en los que se solicita el indulto por los delitos de in-
fanticidio, adulterio, homicidio, embriaguez habitual, abando-
no de infante y encubrimiento de homicidio. Si bien me centro
iÊiÃÌÃÊìÌÃ]ÊìLÊ>V>À>ÀÊµÕiÊÊÃÊÃÊÖVÃ°Ê>ÊÕiÃÌÀ>Ê
más grande de la que se desprende mi selección —105 casos en
total— comprende en orden descendente los delitos de robo,
lesiones, infanticidio, inhumación clandestina, homicidio, in-
ÕÀ>Ã]ÊÕÌÀ>iÃ]Ê`v>>V]Ê>L>`ÊìÊv>Ìi]ÊiLÀ>}ÕiâÊ
habitual, adulterio, aborto, homicidio por culpa y robo de infan-
te, por lo que no descarto utilizar en un futuro la muestra com-
pleta en un estudio mucho más amplio. Asimismo, consideré
solamente estos expedientes porque son delitos que rompen de
>iÀ>ÊiÃ«iVwV>ÊVÊÃÊ«ÀV«>iÃÊÀiÃÊµÕiÊÃiÊiÃ«iÀ>L>ÊµÕiÊ
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V`ÊiÊ>ÊÃÌÕ>VÊ«>ÀÌVÕ>ÀÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ`ÕÌ>`>Ã]Ê`ÞÊ
paso a contextualizar qué sucedió en el estado durante esta década.
Una breve ojeada por el contexto guanajuatense
Si consideramos que en la segunda mitad de la década de 1920

ÞÊ>ÃÌ>Ê>Ê«ÀiÀ>ÊÌ>`ÊìÊ>ÊìÊ£ÎäÊÕ>>Õ>ÌÊÌÕÛÊÃiÃÊ}-
bernadores constitucionales y alrededor de doce interinos, pode-
mos inferir lo convulso del periodo.9Ê}ÕÃÊ>ÕÌÀiÃÊÃi>>Ê
µÕiÊÕ>>Õ>ÌÊÊ«>ÀÌV«ÊiÊÀiLiiÃÊÊiÃÌÕÛÊ>ìÀ`Ê>Ê
Todos los expedientes pertenecen al Archivo General del Gobierno del

8
ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê-i}Õ`Êi«>ÀÌ>iÌ]Ê`Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊLiÀ]Ê
,>ÊÕÃÌV>°ÊÊ«>ÀÌÀÊìÊ£Ó£ÊÞÊ>ÃÌ>Ê£Èä]Ê>ÃÊÃiVViÃÊìÊ>Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ
Gobierno se denominaron Departamentos de Gobierno. Al Segundo Departa-
iÌÊ«iÀÌiiV>ÊÃÊ>ÃÕÌÃÊÀi>ÌÛÃÊ>ÊÃÌÀÕVVÊ«ÖLV>]ÊÕÃÌV>]Êìvi-
ÃÀ>ÊVÛ]ÊÀi}ÃÌÀÊVÛÊÞÊiÃÌ>`ÃÌV>°Ê6j>ÃiÊÃ>ÕÀÊ,`>ÊÀÀi}ÕÊÞÊ-ÕÃ>>Ê
iÌ>VÕÀÌÊVÀ`Ã°®]ÊGuía general del Archivo Histórico, Archivo General del
LiÀÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>ÌÉ/>iÀiÃÊÀ?wVÃÊìÊLiÀÊìÊ ÃÌ>`Ê
ìÊÕ>>Õ>Ì]ÊÓää£°
9
Para ahondar en el tema, véase Guanajuato en la voz de sus gobernadores.
Compilación de Informes de Gobierno. 1917-1991, Õ>>Õ>Ì]ÊLiÀÊìÊ
ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì°

grupos militares durante la Revolución, como sucedió con algu-

ÃÊiÃÌ>`ÃÊìÊÀÌiÊìÊ«>Ã]10Ê«iÀÊµÕiÊÃÊÌÕÛÊÕ>ÊiÃ«iV>Ê
participación en el conflicto cristero. En 1929, el gobernador del
iÃÌ>`]Ê}ÕÃÌÊÀÀÞÊ
V]ÊiV>L>Ê>ÃÊVÕÀÃiÃÊiviV-
tuadas por “algunas partidas de fanáticos”, debido a las cuales
solicitaba permiso al Congreso local para organizar la salida de
>Ê*V>ÊiiÀ>ÊìÊ ÃÌ>`Ê>Ê>Ê-iÀÀ>ÊìÊÕ>>Õ>ÌÊVÊiÊwÊ
ìÊ«iÀÊÀì°Ê Ê
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Ê«`>ÊÃÌÀ>ÀÃiÊ`viÀiÌiÃÊ>ÌiÊÃÊº>VÌÃÊÛ>`?VÃÊìÊÃÊ
fanáticos en referencia”.11 A partir de 1928, crecieron las incur-
siones cristeras, de modo que para 1929 se hablaba ya de 50 000
alzados.12
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}ÀiÃÊ ìÊ ÃÌ>`Ê ìÃÌ>V>L>Ê µÕiÊ
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«iÀÃ>iÃÊ«>À>Ê>Ê«>VwV>VÊìÊ>ÊÀi}]ÊÌÀ>ÃÊÊVÕ>ÊiÊiÃÌ>`Ê
se encontraba en la más completa tranquilidad.13
Aunado a ello, el estado enfrentó serios problemas de salud
en su población, huelgas en varias fábricas y la franca decadencia
minera.14Ê Ê£Ó£]ÊÃiÊÀi«ÀÌÊµÕiÊ>Ê«L>VÊ>L>Ê`ÃÕ`Ê
de 1 000 081 habitantes a sólo 860 000, aunque en la entidad ha-
bitaba el 6% de la población nacional. El informe gubernamental
10
Ê6j>ÃiÊ
jÃ>ÀÊiìÀVÊ>V>ÃÊ
iÀÛ>ÌiÃÊVÀ`°®]ÊDel Porfiriato al Carde-
nismo. Aspectos de la Historia Moderna de Guanajuato, México, Gobierno del
ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>ÌÉ1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]ÊÓää]Ê«°ÊÓÇÊ
iVVÊ*>À-
ÌV«>V®ÆÊV>Ê >V]Ê>Ê*>ÀÀ>ÊÞÊ Ìi>Ê,ÕâÊi`À>]ÊBreve his-
toria de Guanajuato, México, Fondo de Cultura Económica/El Colegio de
jÝV]ÊÓäää]Ê«°Ê£xä£x{Ê-iÀiÊ ÀiÛiÃÊÃÌÀ>ÃÊìÊÃÊ ÃÌ>`ÃÊìÊ>Ê,i«Ö-
LV>ÊiÝV>>®ÆÊÞÊV>Ê >V]ÊRevolución y contienda política en Guana-
juato, 1908-1913, México, El Colegio de México/Universidad Nacional Autónoma
de México, 1995.
11
AHPLEG, acta 2, XXXII Legislatura, sesión del 19 de marzo de 1929.
12
Guanajuato en la voz..., p. 35.
13
AHPLEG, libro de actas, septiembre-mayo de 1933, XXXIV Legislatura,
sesión del 1 de abril.
14
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>ÊÛÀÕi>ÊÞÊ>ÊÌÃviÀ>°Ê*>À>Ê£Ó{ÊiÊLiÀ>`ÀÊìÊ ÃÌ>`ÊÀiviÀ>ÊµÕiÊ>ÃÊ
condiciones de salubridad eran “bastante malas”. En 1926 la viruela mató a
ÓÇ£Ê«iÀÃ>Ã]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ>ÊÌÃviÀ>Ê>ÌÊ>Ê£ÊxÇ{ÊÃ°Ê ÊiiÀÊìÊ£Îä]Ê
la epidemia de viruela en el sur del estado causó 185 muertes. En 1927 se re-
gistraron 422 accidentes mineros y una abundancia de lluvias asoló los campos.

de 1923 reportaba que la crisis hacendaria “era de tal manera

«>ÛÀÃ>ÊµÕiÊÕÀ}>Ê>ÛiÀ}Õ>ÀÊ>ÃÊV>ÕÃ>ÃÊìÊi>Ê«>À>ÊVÀÀi}À>Ê
inmediatamente”.15
En 1920, el gobernador Enrique Colunga hablaba del estado
ÀÕÃÊiÊµÕiÊÃiÊiVÌÀ>L>Ê>Ê*iÌiV>À>ÊìÊ->>>V>]ÊiÊ
cual ocasionó su clausura y el traslado de los reos a la cárcel de
À>>`Ì>Ã°Ê-ÊiL>À}]Ê`V>Ê«ÀÃÊÊ«Ãi>Ê>ÃÊV>«>V`>ìÃÊ
ni las condiciones requeridas para dar acomodo a los delincuen-
tes, por lo que era urgente encontrar una colonia penal, cosa que
no sucedió.16 Quizá por ello y porque se buscaba mitigar un tan-
to la problemática en las cárceles, en septiembre de 1921 el Con-
greso del Estado, aprovechando la celebración de la Independencia
de México, decretó la Ley de Indulto, Conmutación y Reducción de
*i>Ã]Ê>ÊVÕ>Ê>ÕÌÀâ>L>Ê>Ê iVÕÌÛÊ>ÊVViìÀÊiÊ`ÕÌÊÛÕ-
tario de penas impuestas por sentencia irrevocable y por delitos
VÕiÃ°Ê*>À>Êi]ÊÃiÀ>ÊÀivÀ>`ÃÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊÀi>ÌÛÃÊ>Ê
tema presentes en el Código Penal y de Procedimientos en Ma-
teria Criminal.17 Esta oportunidad pudo ser aprovechada por
algunos presos, como lo muestra la petición de once reos de la
ciudad de San Luis de la Paz, quienes se expresaban en los si-
guientes términos:
[…] ante Ud. de la manera mas atenta y respetuosa exponemos que

estando próximo el Centenario de la consumación de la Yndepen-
dencia Nacional de nuestra cara Patria solicitamos tanto del Ciu-
dadano Primer Magistrado de la Nación como de nuestro Gober-
>Ìi]ÊÞÊ>ìÀ`ÃÊ>ÊÕiÃÌÀÃÊV«>iÀÃÊÞÊiÀ>ÃÊìÊV>ÃÌÊ
de Granaditas, Monterrey, Colima, Pachuca, Hidalgo, y Puebla de
<>À>}â>]ÊiÊ`ÕÌÊ}iiÀ>ÊìÊÌ`Ã°Ê iÊV«ÀiìÃÊ-iÀÊ
Gobernador que nuestros delitos son los que nos han castigado, y
que nuestras familias sufren inmerecidamente la más espantosa
ViÀ>Ê«ÀÊÕiÃÌÀÃÊVÀiiÃ]Ê«ÀÊÌ>ÊÌÛÊÕìiÌiÊÃÕ«-
15
Guanajuato en la voz…. La crisis estadounidense de 1929 provocó de-
«ÀÌ>ViÃÊ>ÃÛ>ÃÊìÊÌÀ>L>>`ÀiÃÊ`VÕiÌ>`ÃÊ}Õ>>Õ>ÌiÃiÃ°Ê Ê£ÎäÊ
se registraron 90 000 desempleados.
16
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}ÀiÃÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê£iÀ°Ê«iÀ`ÊìÊ£iÀ°Ê>]Ê>V-
tas de 1920.
17
AHPLEG, Periódico Oficial, decreto 162, “Ley de Indulto, Conmutación y
,i`ÕVVÊìÊ*i>Ã»]Ê>ÀÌVÕÊ£°Ê

camos nos conceda nuestra tan deceada libertad, ofreciendo volver

>Êì`V>ÀÃÊ>ÊÌÀ>L>ÊVÊ>ÌiÃ]ÊÞÊÃiÀÊiÊÊÃÕViÃÛÊVÀÀiVÌÃÊ
en todas nuestras operaciones […] A Usted rogamos incline su oido
a nuestra humilde petición protestandole las seguridades de nues-
tra mas atenta consideración y respeto.18
Aunque dicho decreto tuvo una vigencia muy corta al ser

aplicable solamente en esa fecha, sirvió como “paliativo” para el
problema penitenciario y como una oportunidad bien aprove-
V>`>Ê«ÀÊ>}ÕÃÊ«ÀiÃÃÊìÊÛ>À>ÃÊÀi}iÃÊìÊ«>Ã]ÊVÊÊ
ì>ÊÛiÀÊiÊÃÕÊV>ÀÌ>ÊÃÊÀiÃÊìÊ->ÊÕÃÊìÊ>Ê*>â°Êì?Ã]Ê
«>ÀiV>ÊÃiÀÊÕ>Ê«À?VÌV>ÊVÖ]ÊVÊÊÕiÃÌÀ>Ê->Þ`Ê ÖiâÊ
>Ê>L>ÀÊÃLÀiÊiÊV>ÃÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV°Ê ÖiâÊiVÌÀÊ
que ciertas fechas conmemorativas especiales fueron utilizadas
«>À>ÊÌÀ}>ÀÊ`ÕÌÃ°Ê*ÀÊii«]ÊiÊ>ÃÊViiLÀ>ViÃÊìÊVi-
tenario de la Independencia de 1910, los presos de la capital
“aprovecharon la carga simbólica de este evento para persuadir
>ÊiiVÕÌÛÊÞ]ÊiÊ}iiÀ>]Ê>Ê>ÊÃVi`>`ÊÃVÌ>`ÊÃiÊìVÀiÌ>À>Ê
el indulto a través de algunos periódicos capitalinos”.19
VÊ>À}ÕiÌÊÃ}ÕÊÕÌâ?`Ãi°Ê*ÀÊii«]ÊiÊ£ÓÈÊ
VVÊÕiÀiÃÊ>VÕÃ>`>ÃÊìÊiLÀ>}ÕiâÊ>LÌÕ>Ê«ìÀÊiÊ-
`ÕÌÊiÊÕ>>Õ>Ì]Ê«ÕiÃÊÃiÊ>«ÀÝ>L>Êº>ÃÊwiÃÌ>ÃÊìÊ>Ê«>-
ÌÀ>]ÊµÕiÊÃi«ÀiÊÃiÊV>À>VÌiÀâ>ÊVÊ>}ÖÊ>VÌÊìÊViiV>ÊìÊ
parte de los gobernantes”.20
Sin embargo, al parecer estas fechas especiales no fueron las
ÖV>ÃÊviV>ÃÊ«À«V>ÃÊ«>À>Ê«i`ÀÊiÊ`ÕÌ°Ê Ê£Îä]ÊiÊiÊÕ-
V«ÊìÊV?L>À]ÊÛ>À>ÃÊÕiÀiÃÊ«i`>ÊiÃÌ>Ê}À>V>Ê«>À>Ê£ÇÊ
«ÀiÃÃÊìÊ>ÊVÕ`>`]Ê>À}ÕiÌ>`ÊµÕiÊw`>`ÊìÊv>>ÃÊÃiÊ
iVÌÀ>L>ÊiÊ>ÊÀv>`>`Ê«ÀÊ>Êv>Ì>ÊìÊiviÊìÊ>ÃÊÃ>Ã°Ê
Ã]Ê>V>ÊÃÕÊ«iÌVÊÊVÊÕÊv>ÛÀÊ>V>ÊÃÊ«ÀiÃÃ]ÊºÃÊ
18
AGGEG, Secretaría General de Gobierno, Segundo Departamento, Ramo
ÕÃÌV>]ÊiÝ«°Êxx]ÊÓ°Ó£]Ê->ÊÕÃÊìÊ>Ê*>â]ÊÎäÊìÊÕÊìÊ£Ó£°ÊÊ«>ÀÌÀÊìÊiÃÌiÊ
V>Ã]ÊVÃiÀÛÊ>ÊÀÌ}À>v>ÊÀ}>ÊìÊÃÊiÝ«iìÌiÃ°Ê
19
Ê->Þ`Ê
iV>Ê ÖiâÊ
iÌ>]Êº
ÕiÀ«]Ê}jiÀÊÞÊìÌ°°°», p. 23. La autora
Ãi>>Ê>ÊiÝÃÌiV>Ê>ÊÛiÊ>V>ÊìÊ>ÃV>ViÃÊìÊÀiVÕÃÃÊµÕiÊÃVÌ>L>Ê
>Õ>iÌiÊiÊ`ÕÌÊ>ÌiÊiÊi}Ã>ÌÛÊÊiÊiiVÕÌÛÊviìÀ>°
20
Justicia, Indultos, carpeta 2.12, exp. 219, 1926.

como una caridad para sus familias, de las que [ellas] [se cons-
ÌÌÕ>RÊ«ÀÌ>Ûâ»°21
-Ê`Õ`>]Êv>Ì>À>Ê>ViÀÊÕÊ>?ÃÃÊ?ÃÊÕVÃÊìÊ>ÊÃ-
ÌÕ>VÊ«>ÀÌVÕ>ÀÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê«iÀÊVÃìÀÊµÕiÊiÃÌÃÊ`>ÌÃÊ
«iÀÌiÊÛiÀÊµÕiÊ>ÊÃÌÕ>VÊÊiÀ>Ê>ÊiÀÊ«>À>ÊiÊìÃ>ÀÀÊ
ìÊiÃÌ>`ÊÞÊµÕiÊjÃÌiÊÌi>ÊÃiÀÃÊ«ÀLi>ÃÊÃ>Ì>ÀÃ]ÊiV-
VÃ]Ê«ÌVÃÊÞÊÃV>iÃ°Ê/>ÊVÛÕÃÊµÕâ?ÊÀi«iÀVÕÌÊiÊµÕiÊ
los indultos fueran resueltos de manera positiva. Sin embargo,
iÊ`ÕÌÊÌ>LjÊvÕiÊÕ>Ê«À?VÌV>ÊVÖÊÞÊ>Ê«>ÀiViÀÊLiÊV-
nocida tanto por las y los reos como por el aparato encargado de
>Ê«>ÀÌVÊìÊÕÃÌV>°ÊÀ>ÊLi]Ê·VÊÃiÊìwÊiÊ`ÕÌÊ
iÊ>ÊiÞÊ}Õ>>Õ>ÌiÃi¶
“Que se sirva concederme la gracia que solicito”

El indulto en la ley guanajuatense
Para la fecha que nos ocupa, el Código Penal vigente en Guana-

Õ>ÌÊiÀ>ÊiÊ«ÀÕ}>`ÊiÊ£nnä°22 El tema del indulto está con-
Ìi`ÊiÊiÊ/ÌÕÊ-j«Ì]ÊiÊVÕ>ÊÃiÊÀiwiÀiÊ>Ê>ÊiÝÌVÊìÊ>Ê
«i>°Ê ÊiÊ>ÀÌVÕÊÓÈÇÊÃiÊÃi>>L>ÊµÕiÊ>ÃÊ«i>ÃÊÃiÊiÝÌ}Õ>Ê
por lo siguiente: su cumplimiento, la muerte del acusado, la am-
ÃÌ>]Ê>ÊÀi>LÌ>V, el indulto, la prescripción y el perdón de
la parte a cuya instancia se hubiere formado el proceso.23 El
`ÕÌÊÊ«`>ÊVViìÀÃiÊÃÊ>Ê«i>ÊÊ>L>ÊÃ`Ê«ÕiÃÌ>Ê
en una sentencia irrevocable, es decir, en aquella que una vez
21
Ê ÊiÃÌ>Ê«iÌVÊwÀ>Ê{£ÊÕiÀiÃ]Ê>Ê>ÃÊµÕiÊÃiÊiÃÊÀiÃ«ìÊµÕiÊV>`>Ê
ÀiÊìL>ÊÌÀ>Ì>ÀÊÃÕÊV>ÕÃ>Ê>V«>>`>ÊìÊÃÊ`VÕiÌÃÊÀiµÕiÀ`Ã°ÊAGGEG,
Secretaría General de Gobierno, Segundo Departamento, Ramo Justicia, Indul-
tos, carpeta 2.13, exp. 227, 1930.
22
Ê>Êw}ÕÀ>ÊìÊ`ÕÌÊiÃÌÕÛÊVÌi«>`>ÊÌ>LjÊiÊiÊ
`}Ê*i>ÊìÊ
Õ>>Õ>ÌÊìÊ£nÇ£]ÊÊÃÊµÕiÊiÊÃÊìÊ£nnäÊÞÊ£ÎÎ°
23
Ê6j>ÃiÊ>ÀÌVÕÊÓÈÇÊìÊ
`}Ê*i>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]ÊÕ>>-
Õ>Ì]Ê«ÀiÌ>ÊìÊ ÃÌ>`Ê>ÊV>À}ÊìÊ°Ê*>iV>]Ê£nnä°Ê Ê>ì>ÌiÊ
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ÌÊÌÕÛÊÃÕÊ«À«ÊV`}Ê«i>ÊiÊ£nÇ£]ÊVÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊÕÞÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÃÊ
ÀiÃ«iVÌÊ>ÊìÊÃÌÀÌÊiìÀ>°Ê9>ÊiÊ£nnä]ÊiÊV`}Ê«i>Ê}Õ>>Õ>ÌiÃiÊvÕiÊ
una copia casi exacta del promulgado en el Distrito Federal en 1871. Las cur-
ÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°

«ÀÕV>`>]ÊiÊÃiÌ`ÊVì>ÌÀÊÊ>LÃÕÌÀ]Ê«i`>Ê
que se iniciara una nueva acción legal contra la misma persona
por el mismo delito.24
Ê`ÕÌÊÃiÊÌÀ}>À>ÊÌ>Lj]ÊiÊ>µÕiÃÊV>ÃÃÊµÕiÊ>ÊiÞÊÊ
lo prohibiera expresamente, cuando el castigo fuera la pena capital,
conmutándose ésta por la de prisión extraordinaria. Asimismo, si
se estuviera privado de la libertad por delitos comunes, el indulto se
VViìÀ>ÊÃÊV`VÊ>}Õ>ÊiÊ>µÕiÃÊV>ÃÃÊµÕiÊiÊÃVÌ>-
te hubiera prestado servicios importantes a la nación, el gobierno
Õâ}>À>ÊµÕiÊ>ÃÊVÛi>Ê>Ê>ÊÌÀ>µÕ`>`ÊÞÊÃi}ÕÀ`>`Ê«ÖLV>ÃÊÊÃiÊ
demostrara que el condenado era inocente.25
Ê>ÀÌVÕÊÓÇxÊìÊ
`}Ê*i>ÊÃi>>L>ÊµÕiÊiÊÃÊì?ÃÊ
V>ÃÃÊiÊ`ÕÌÊÃiÊÌÀ}>À>ÊVÕ>`ÊÃiÊÛiÀwV>À>ÊÃÊÌÀiÃÊÀiµÕ-
ÃÌÃÊÃ}ÕiÌiÃ\Ê£®ÊµÕiÊiÊÀiÊÕLiÀ>ÊÃÕvÀ`Ê`ÃÊµÕÌÃÊìÊÃÕÊ
«i>]ÊÓ®ÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃiÊÌjÀÊÕLiÀ>ÊLÃiÀÛ>`ÊLÕi>ÊV-
ducta continua y acreditado su enmienda,26ÊÎ®ÊÞÊµÕiÊÕLiÀ>ÊVÕ-
bierto su responsabilidad civil, dado caución de cubrirla o acre-
ditado su absoluta insolvencia.27 El reo indultado no se libraba
«ÀÊiÃiÊÌÛÊìÊ>ÊÃÕiVÊ>Ê>ÊÛ}>V>ÊìÊ>Ê>ÕÌÀ`>`Ê«-
tica ni de la prohibición de ir a determinado lugar o de residir en
él, siempre que dicha vigilancia o prohibición se hubiera decre-
tado en la sentencia irrevocable. De igual forma, siempre que se
VViìÀ>ÊiÊ`ÕÌ]ÊµÕi`>À>Ê>ÊÃ>ÛÊ>ÊÀiÃ«Ã>L`>`ÊVÛ°28
Ê`ÕÌÊÊ`wV>L>Ê>ÊÃiÌiV>]Ê«ÕiÃ]Ê>ÊÃiÀÊÕÊ>VÌÊìÊ}À>-
V>Ê ìÊ iVÕÌÛ]Ê ÃiÊ VÛiÀÌ>Ê iÊ ÕÊ >VÌÊ >`ÃÌÀ>ÌÛÊ µÕiÊ
Ã>iÌiÊiÝÌ}Õ>Ê>Ê>VVÊ«i>°29
24
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊÓÈxÊiÊibidem.
25
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26
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ÈÊµÕiÊìV>ÊµÕiÊ>ÊÃÊÀiÃÊVì>`ÃÊ>Ê«ÀÃÊÊÀiVÕÃÊiÊiÊiÃÌ>LiV-
iÌÊìÊVÀÀiVVÊ«i>]Ê«ÀÊ`ÃÊÊ?ÃÊ>Ã]ÊÞÊµÕiÊÕLiÀ>ÊÌi`ÊLÕi>Ê
V`ÕVÌ>ÊVÌÕ>Ê«ÀÊÕÊÌi«Ê}Õ>Ê>Ê>ÊÌ>`ÊìÊµÕiÊìL>Ê`ÕÀ>ÀÊÃÕÊ«i>]Ê
ÃiÊiÃÊ«`À>Ê`Ã«iÃ>ÀÊV`V>iÌiÊiÊÌi«ÊÀiÃÌ>ÌiÊÞÊÌÀ}>ÀÊÕ>Ê-
LiÀÌ>`Ê«Ài«>À>ÌÀ>°ÊÊVì>`Ê>Ê«ÀÃÊiÝÌÀ>À`>À>ÊÊÃiÊiÊÌÀ}>À>Ê
la libertad preparatoria sino cuando hubiera tenido buena conducta continua
por un tiempo igual a dos tercios de su pena.
27
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊÓÇx]ÊvÀ>VV°Ê]ÊÊÞÊÊiÊibidem.
28
Ê6j>ÃiÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊÓÇÇÓÇnÊiÊibidem.
29
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À>ÊLi]Ê·>ÊµÕjÊVÀÀiÃ«`>ÊiÊiÃÌiÊV>ÃÊVViìÀÊiÊ
`ÕÌÊÊ>ÊVÕÌ>VÊìÊ«i>Ã¶Ê Ê>ÀÌVÕÊxÈÊìÊ>Ê
ÃÌ-
ÌÕVÊ*ÌV>ÊìÊÕ>>Õ>ÌÊÃi>>L>ÊµÕiÊÕ>ÊìÊ>ÃÊ>ÌÀLÕV-
nes del gobernador era “conceder indultos, conmutaciones y
reducciones de las penas impuestas por delitos del privativo co-
nocimiento de los Tribunales del Estado, cuando se [hubieran
i>`RÊÃÊÀiµÕÃÌÃÊµÕiÊiÝQ}>RÊ>ÃÊiÞiÃ»°30 Dichos requisitos
VÃÃÌ>ÊiÊÌi}À>ÀÊ>ÊvÀ>VÊ`ìÊÃiÊÃi>>L>ÊµÕiÊVÕ-
LÀ>ÊÊiÃÌ«Õ>`ÊiÊiÊV`}]Ê«ÀÊÊµÕiÊÃiÊ>iÝ>L>ÊÃÊÌiÃ-
timonios de la sentencia dictada en su contra. Para probar la
ii`>ÊìÊ>ÃÊÀiÃ]ÊÃiÊ«i`>Ê>ÊiÃÊÌÀiÃÊÌiÃÌ}ÃÊìÊV`ÕV-
ta que la acreditaran. De acuerdo con los expedientes, la mayor
«>ÀÌiÊ ìÊ Ìi«Ê iÃÌiÊ «>«iÊ Ê ìÃi«i>ÀÊ >Ê ÀiVÌÀ>Ê ìÊ >Ê
V?ÀViÊìÊÕiÀiÃ]ÊiÊ>V>ìÊÞÊ>ÃÊ«À«>ÃÊ«ÀiÃ>Ã]ÊµÕiiÃÊ«ÀÊ
iÃVÀÌÊÀiÃ«`>ÊÊÃ}ÕiÌi\
Primera pregunta. Dirán los testigos sus generales. 2. si saben y les

consta que la reo ha observado buena conducta continua durante
el tiempo que ha estado presa. 3. si les consta que ha dado pruebas
de dicha buena conducta, con hechos positivos, demostrando su
>ÀÀi«iÌiÌÊÞÊii`>]ÊÞÊ>LiÀÊVÌÀ>`Ê?LÌÃÊìÊÀì]Ê
ÌÀ>L>ÊÞÊÀ>`>`]ÊÞÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÌiÊµÕiÊ>Ê`>`Ê>ÊV-
>VÊÛVÃ>ÊµÕiÊ>ÊV`ÕÊ>ÊìµÕÀ°Ê{°ÊµÕiÊiÃÊÃÛiÌi°Ê>Ê
razón de sus dichos.31
ÃÌ>Ê`VÕiÌ>VÊÃiÊ`À}>Ê`ÀiVÌ>iÌiÊ>ÊìÃ«>VÊìÊ
}LiÀ>`À°Ê ÊwV>Ê>ÞÀÊÃiÀ>ÊiÊiV>À}>`ÊìÊÀiÃ«ìÀÊV>`>Ê
petición. En caso de no cumplir con alguno de los requisitos, se
iÊ>V>ÊÃ>LiÀÊ>Ê>ÃÊÀiÃÊi`>ÌiÊwVÊºµÕiÊiÃÊv>Ì>L>ÊÀiÌÀÊ
>Ê>Ê-iVÀiÌ>À>ÊÕ>ÃÊ`}iV>Ã»°32 Como podemos ver, el conte-
nido de los expedientes de indulto ofrece vasta información sobre
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊxÈÊìÊ>ÊConstitución Política del Estado Libre y Sobera-

30
no de Guanajuato, Periódico Oficial del Estado de Guanajuato]ÊÕ>>Õ>Ì]Ê£nÊ

de octubre de 1917.
31
ÕÃÌV>]ÊiÝ«°Êx£Ó°{x]Ê£Ó£°Ê/jÊiÃÌiÊiÝ«iìÌiÊVÊii«]Ê«iÀÊiÊÃÕÊ
>ÞÀ>ÊÌ`ÃÊVÌiiÊiÃÌ>ÊvÀ>V°
32
Justicia, exp. 2.12.58, 1925.

el procedimiento para su obtención, pero también sobre la situa-

ción de las reos, los motivos de su encarcelamiento y los alegatos
que dieron para quedar libres. Aunque los expedientes no siempre
están completos, hay algunos en los que incluso se anexa la de-
>`>Ê`ìÊÃiÊÀi>Ì>ÊÃÊiVÃÊ«ÀiÀâ>`ÃÊìÊìÌÊ>ÃÊ
como los testimonios de los testigos y de la reo, lo que sin duda
representa una buena fuente de información que nos permite
VViÀÊÌ`ÊiÊ«ÀViÃÊ«ÀÊiÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊ«>Ã>À°Ê
En suma, tenemos que el indulto era una facultad del gober-
>`ÀÊÀi}Õ>`>Ê«ÀÊ>ÊiÞ]ÊÃ>ÊµÕiÊìÃVÀL>ÊÕÊLÀiÛiÊ«ÀÌ-
colo para acceder a él. Asimismo, sabemos que el indulto era una
forma muy socorrida por los reos para obtener su libertad. Al
estar enfocado en las peticiones de indulto femeninas, es nece-
Ã>ÀÊiÃÌ>LiViÀÊiÊ«iÀwÊìÊ>ÃÊ ÃVÌ>ÌiÃÊ >ÌiÃÊìÊ iÌÀ>ÀÊ ìÊ
lleno en sus particularidades.
“Soy una mujer excesivamente pobre”. Perfil y crímenes

de las mujeres indultadas
Las solicitudes de indulto suelen ofrecer algunos datos que per-

miten conocer las condiciones socioeconómicas y culturales de
>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊìµÕiÀ]ÊiÃÊìVÀ]Ê`>ÌÃÊµÕiÊÃÊ>«ÀÝ>Ê
a la historia de las reos. Huelga decir que aunque son datos in-
completos y posiblemente sesgados no podemos negar su utili-
`>`]Ê«ÕiÃÊÃÊ«iÀÌiÊiÃLâ>ÀÊViÀÌ>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>Ã°ÊÃ]Ê`>`Ê
µÕiÊiÊiÊ«ÀViìÌÊ«>À>ÊÌi}À>ÀÊÕÊiÝ«iìÌiÊÃiÊ«i`>ÊµÕiÊ
se expusieran “los generales” de las inculpadas, puedo decir que el
Ón¯ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÃiÊìV>ÀÊ>>v>LiÌ>]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊiÊ£Ó¯Ê
`ÊÃ>LiÀÊiiÀÊÞÊiÃVÀLÀ°33 Desgraciadamente, se ignora este dato
sobre el 60% restante. En cuanto a sus edades, el 19% de las
ÕiÀiÃÊÌi>ÊiÌÀiÊV>ÌÀViÊÞÊÓäÊ>ÃÆÊiÊÓÈ¯]ÊiÌÀiÊÓ£ÊÞÊÎäÆÊiÊ
£n¯]ÊiÌÀiÊÎ£ÊÞÊ{äÆÊiÊx¯ÊiÀ>Ê>ÞÀÊìÊ{äÊ>ÃÆÊÞÊiÊÓ¯ÊìV>ÀÊ
33
Ê ÊiÃÌiÊÀ>}ÊVÕÊ>Ê>ÃÊµÕiÊ`ViÊµÕiÊÃ>LiÊwÀ>À]Ê«iÀÊÊµÕi`>Ê
V>ÀÊÃÊÃ>LiÊiiÀÊÞÊiÃVÀLÀ°Ê*ÀÊÊÌ>Ì]ÊiÊ`ViÊìÊ>>v>LiÌÃÊ«Õ`Ê>LiÀÊ
sido mayor.

ser mayor de edad. Respecto a su estado civil, el 10% declaró ser

ÛÕ`>ÆÊiÊÓx¯]ÊV>Ã>`>ÆÊÞÊiÊÎx¯]ÊÃÌiÀ>°34
Ê«V>ÃÊV>ÃiÃÊÃiÊiÃÊ«Ài}ÕÌÊÃLÀiÊÃÕÊwV]Ê«iÀÊiÊ
aquellos casos en los que se conoce el dato se sabe que las reos
ìÀÊµÕiÊÃiÊì`V>L>Êº>Ê>ÃÊ>LÀiÃÊ«À«>ÃÊìÊÃÕÊÃiÝ»]ÊµÕiÊ
«ÀÛi>ÊìÊÕ>Êv>>ÊV>«iÃ>ÊÊµÕiÊÊÌi>ÊwVÊÊ
profesión por “razón de su sexo”. Sin embargo, en el desarrollo
ìÊÃÕÃÊìV>À>ViÃ]Ê>}Õ>ÃÊìÀÊµÕiÊÌÀ>L>>L>ÊVÊ`-
jÃÌV>ÃÊÊµÕiÊVÊiÊ«À`ÕVÌÊìÊÃÕÊÌÀ>L>Êp>ÕµÕiÊÊÃiÊ
ÀiwiÀiÊiÝ>VÌ>iÌiÊ>ÊVÕ?pÊ>ÞÕ`>L>Ê>Ê>Ê>ÕÌiVÊìÊÃÕÊ
v>>°Ê
ÊiÃÌÃÊ`>ÌÃ]ÊiÊ«iÀwÊìÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊ`V>ÊµÕiÊiÊ
ÃÕÊ>ÞÀ>ÊiÀ>Ê>>v>LiÌ>Ã]ÊÛiiÃÊÞÊìÊV>ÃiÊL>>°Ê ÃÌ>ÊÖÌ>Ê
VÕiÃÌÊÃiÊìÃÌ>V>ÊiÊÛ>ÀÃÊiÝ«iìÌiÃ]Ê`ìÊ>ÃÊÀiÃÊÀiviÀ>Ê
“ser excesivamente pobres”, “ser una pobre muchacha” o venir
de una “pobre familia”.

ÊÕÊiÃVi>ÀÊVÊjÃÌi]Ê«>ÀiViÊ`vVÊµÕiÊ>ÃÊÀiÃÊVÕ-
«iÀ>ÊV>L>iÌiÊ>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊµÕiÊÃiÊVÃìÀ>L>Êº«À-
«>ÃÊ ìÊ >ÃÊ ÕiÀiÃ»Ê ÞÊ µÕiÊ >L>Ê Ã`Ê vÀ>`>ÃÊ «ÀÊ >ÃÊ jÌiÃÊ
durante décadas. Aunado a ello, tenemos que se trataba de mu-
iÀiÃÊìVÕiÌiÃÊµÕi]Ê«ÀÊÊÌ>Ì]ÊÃiÊiVÌÀ>L>Ê?ÃÊ>?ÊìÊ
cualquier propuesta romántica e idealizada.
VÊÊ>ÌiÀÀ]Ê·VÕ?iÃÊiÀ>Ê>µÕiÃÊÛ>ÀiÃÊÞÊV`ÕVÌ>ÃÊ
VÃÌÀÕ`ÃÊ«>À>Êi>Ã¶Ê*ìÃÊÀ>ÃÌÀi>ÀÊ>ÊÀiÃ«ÕiÃÌ>]Ê«ÀÊii-
plo, en los periódicos de la segunda mitad del siglo XIX, cuya idea
ìÊÕiÀ>`ÀiiÃ«Ã>Ê`ÕViÊÞÊÛÀÌÕÃ>ÊÃiÊÀi«À`ÕÊiÊV-
Ì>LiÃÊV>ÃiÃ°ÊÃ]ÊiÊ£nÇÓÊiÊ«iÀ`VÊ}Õ>>Õ>ÌiÃiÊEl Agui-
jónÊ>L>L>ÊìÊº>ÊÃÊìÊ>ÊÕiÀ»]Êì>ÊµÕiÊÀiÌÊìÊÌÀÊ
importante periódico capitalino —El Monitor— y expuso de la
siguiente manera:
>ÊÕiÀÊÌiiÊÕÊÃÌiÀÊµÕiÊiÃÊ`Û]ÊÕÊÃÌiÀÊiÊiÊVÕ>Ê
siempre será irreemplazable, el ministerio de la educación. La ma-
`ÀiÊiÃÊ>iÃÌÀ>]ÊÃ>ViÀ`ÌÃ>]ÊiÃÊ-L>ÆÊ«ÀiÛj]Ê«ÀiÃiÌi]Ê«Ài«>À>]Ê
instruye, educa. Ella pone el aroma en la virtud, el ideal en la vida,
el sentimiento en el pecho, la vida en el alma, la parte dulce, me-
>VV>]ÊiV>Ì>`À>ÊìÊ>ÊiÝÃÌiV>°Ê}iÊìÊ«>â]Ê·µÕjÊÃiÀ>ÊìÊ
34
ÊiÊÎä¯ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÊÃiÊ`V>ÊÃÕÊi`>`ÊÞÊiÃÌ>`ÊVÛ°

>Ê>ÌÕÀ>iâ>ÊìÊLÀiÊÃÊÃÕÊ«i`>`¶ÊÀÃÊìÊL>â>]Ê·µÕjÊÌi-
«iÃÌ>ìÃÊÌ>ÊVÌÕ>ÃÊ>âÌ>À>Ê>ÊÛ`>ÊÃÊÊ>ÃÊV>>ÃiÊÃÕÊÃ-
ÀÃ>¶Ê ÃÌÀi>ÊiÃÊ>ÊÕiÀÊiÊ>ÊViÊìÊÕiÃÌÀ>ÊÃVÕÀ>ÊiÝÃÌiV>Ê
QoRÊ9ÊÌi}Ê«>À>ÊÊµÕiÊiÊÌi«ÊìÊiÃ>Ê`Ã>ÊiÃÊiÊ}>À°Ê9Ê
Ìi}Ê«>À>ÊÊµÕiÊiÊÃÌiÀÊìÊ>Ê>ÌiÀ`>`ÊÞÊiÊÃÌiÀÊìÊ
>Êi`ÕV>V]Ê>?ÃÊì>À?ÊÌi«Ê>Ê>ÊÕiÀÊ«>À>Ê>Ê«>â>Ê«ÖL-
V>°Ê 9Ê Ìi}Ê «>À>Ê Ê µÕiÊ >Ê ÕiÀÊ ìLiÊ ÃiÀi>ÀÊ ÞÊ Ê VL>ÌÀ]Ê
`ÕVwV>ÀÊÞÊÊÀiVÀÕìViÀÊ>ÃÊÕV>ÃÊVÌÕ>ÃÊiÊµÕiÊÃÕÊ>ÌÕÀ>i-
za, más fuerte, más guerrera, compromete al hombre.35
Aunque la ubicación temporal de este escrito rebasa por mu-

cho la tratada en el presente texto, consideré importante citarlo
«>À>ÊìÃÌ>V>ÀÊVÊ>ÞÊÕ>ÊVÌÕ`>`ÊiÊiÊi}Õ>iÊ>ÖÊiÊ
1917, cuando de manera breve la Ley sobre Relaciones Familia-
ÀiÃÊìÃÌ>V>L>ÊµÕiÊº>ÊÕiÀ]ÊÞÊÕÞÊiÃ«iV>iÌiÊ>ÊiÝV>>]Ê
es toda abnegación y ternura”.36 También en los textos que la
-iVÀiÌ>À>ÊìÊ `ÕV>VÊ*ÖLV>ÊâÊVÀVÕ>ÀÊiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ
1920 tenemos otra pista para entender los valores femeninos que
se deseaba ver cumplidos. En dichos textos, se ve cómo el Estado
buscaba un comportamiento ideal en los mexicanos dando im-
portancia a tres rubros: la patria, la familia y la educación.37 En
Lecturas para mujeres, se cita a Gabriela Mistral, quien al refe-
ÀÀÃiÊ>Ê«>ÌÀÌÃÊviiÊÃi>>L>\Êº*>À>ÊÊ>ÊvÀ>ÊìÊ
patriotismo femenino es la maternidad perfecta. La educación
?ÃÊ«>ÌÀÌV>ÊµÕiÊÃiÊ`>Ê>Ê>ÊÕiÀÊiÃ]Ê«ÀÊÌ>Ì]Ê>ÊµÕiÊ>ViÌÖ>Ê
el sentido de la familia”.38
Sin embargo, estos valores femeninos, que sin duda no todas
>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÕìÀÊVÕ«ÀÊV>L>iÌi]ÊvÕiÀÊÕÌâ>`ÃÊ«ÀÊ
35
El Aguijón]ÊÕ>>Õ>Ì]Ê£ÊìÊ>LÀÊìÊ£nÇÓ°Ê
36
Ley sobre Relaciones Familiares expedida por el C. Venustiano Carran-
â>]Ê*ÀiÀÊiviÊìÊ jÀVÌÊ
ÃÌÌÕV>ÃÌ>]ÊiV>À}>`ÊìÊ*ìÀÊ iVÕÌÛÊ
ìÊ>Ê >V]Ê£ÓÊìÊLÀÊìÊ££Ç°Ê>ÃÊVÕÀÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°
37
Ê Ã>ÊÕâ]ÊCuerpo, representación y poder. México en los albores de la
reconstrucción nacional, 1920-1934, México, Universidad Autónoma Metropo-
Ì>>âV>«Ìâ>VÉ}ÕiÊ}iÊ*ÀÀÖ>]ÊÓääÓ]Ê«°Ênn°
38
Idem°ÊVÕÃÊiÊiÊ
`}Ê
ÛÊìÊÕ>>Õ>ÌÊìÊ£ÎÓ]ÊiÊÃÕÃÊ>ÀÌVÕÃÊ
£Èx£Èn]ÊÃiÊÃi>>ÊµÕiÊ>ÊÕiÀÊiÃÌ>L>Ê>ÊV>À}ÊìÊ>Ê`ÀiVVÊìÊ}>ÀÊÞÊiÊ
>À`Ê«`>Ê«iÀÃiÊL>ÊvÕ`>`>ÃÊÀ>âiÃÊ>ÊµÕiÊ>ÊÕiÀÊÌÀ>L>>À>]Ê«ÀÊ
ii«]ÊÃÊiÊ«iÀÕ`V>L>ÊÃÕÊìLiÀÊìÊ`ÀiVVÊÞÊVÕ`>`ÊìÊÃÊÌÀ>L>ÃÊìÊ
}>ÀÊÊ`>>L>Ê>ÊÀ>ÊìÊ>Êv>>ÊÊiÃÌÀÕVÌÕÀ>ÊìÊjÃÌ>°

>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃÊLiÌÊìÊiÃÌiÊiÃÌÕ`ÊVÊÃÌÀÕiÌÊ
>ÀÀ>ÌÛÊiÊLÖÃµÕi`>ÊìÊ«iÀ`]ÊVÊ«`ÀiÃÊÛiÀÊiÃi}Õ`>°Ê
“No tengo quien se duela de mi”. Argumentos

para la obtención del indulto
En octubre de 1923, durante el trayecto hacia el hospital, Ignacia

Juárez murió en la ciudad de Celaya debido a las heridas que le
V>ÕÃ>ÀÊÌ>ÌÊ-i`>`ÊVÊiw>Ê
Ài°Ê Ê«>ÀÌiÊj`VÊ
Ãi>>L>ÊµÕiÊ}>V>Ê«ÀiÃiÌ>L>ÊVÌÕÃiÃÊiÊ>ÊÀi}ÊvÀÌ>]Ê
iÊÊâµÕiÀ`]ÊiÊ«Õ]ÊÃÊLÀ>âÃ]Ê>ÊÀi}Ê}ÖÌi>]ÊÃÊÕÃ-
los y las piernas, todas causadas al parecer por un instrumento
contundente. Como testigo principal del hecho estaba Vicente
jiâ]ÊìÊVÊ>ÃÊìÊi`>`ÊiÊÊìÊ}>V>]ÊµÕiÊìV>ÀÊ
µÕiÊVÕ>`ÊjÊÞÊÃÕÊ>`ÀiÊÃ>iÀÊ«ÀÊ>Êi>ÊµÕiÊÛi`>ÊÃiÊ
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Ài]ÊµÕiiÃÊ}«i>ÀÊ>ÊÃÕÊ>`ÀiÊVÊ
ÕÊ>V>]ÊiÊìÀÊºìÃÛiÀ}Øiâ>Ã»]Ê>ÊÌÕL>ÀÊÞÊiÊ«i}>ÀÊ
VÊÀ>>ÃÊìÊi>°Ê ÊÊVÀÀÊ>Ê>>ÀÊ>ÊÕÊ«V>]Ê«iÀÊ>`>Ê
se pudo hacer para salvar a su madre.
/>ÌÊiw>ÊVÊ-i`>`ÊvÕiÀÊìÌi`>Ã]Ê«iÀÊ>Ê«Ài-
À>Ê`ÊµÕiÊi>ÊiÀ>Ê>ÊÖV>ÊÀiÃ«Ã>Li]Ê«ÀÊÊµÕiÊÃiÊiÊVìÊ
>ÊVVÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÊiÊ>Ê*iÌiV>À>ÊìÊÀ>>`Ì>ÃÊ«ÀÊ
V`ÊÃ«i°Ê ÊÃÕÊìV>À>V]Ê`Ê>LiÀÊ>VÌÕ>`ÊìÊÌ>Ê
forma porque estaba molesta ya que Ignacia se iba a casar con
ÃÕÊ«>`Ài°Ê/i>ÊÎxÊ>ÃÊìÊi`>`ÊÞÊiÀ>ÊÃÌiÀ>ÊÞÊ>>v>LiÌ>°ÊÃÊ
>ÃÊìÃ«ÕjÃ]ÊiÊÕÊìÊ£Óx]Êiw>Ê
ÀiÊ`À}>ÊÕ>ÊV>À-
Ì>Ê>Ê}LiÀ>`ÀÊiÊ>ÊVÕ>ÊìV>ÊÊÃ}ÕiÌi\
9ÊiÊ>ÌÀiÛÊ>ÊÃVÌ>ÀÊìÊ1ÃÌi`]Ê-iÀÊLiÀ>`À]ÊiÃ>Ê}À>V>]ÊìÊ
la manera más humilde […] que durante el tiempo de prisión extin-
guida mi conducta ha sido irreprochable, dando pruebas de mi arre-
pentimiento y enmienda de haber adquirido hábitos de moralidad
ÞÊ`>`Ê>Ê«>ÃÊµÕiÊiÊV`ÕÊ>ÊìµÕÀÊQ°°°RÊÊvÕiÊÌÀ>Ê
sino la ira, la pasión que desgraciadamente me hizo cometer el de-
lito: no me imaginaba yo un resultado tan funesto de un acto de
violencia imprevisto por mi parte: no tuve intención de causar tan
}À>ÛiÊ>ÊÞÊ>ÃÊÃiÊV«ÀÕiL>ÊVÊiÊiVÊµÕiÊi`>Ì>iÌiÊµÕiÊ
ÛÊV>iÀÊ>ÊÃÕiÊ>Ê>Ê-iÀ>Êvi``>]Ê«ÀVÕÀjÊ>ÌiìÀ>ÊÌ?`>Ê

en mis brazos, ansiosa de devolverle la vida que se le estaba esca-

pando, pero fue en vano todo [...] confesé mi delito y he sufrido con
Ì`>ÊÀiÃ}>VÊ>Ê«i>ÊµÕiÊÕÃÌ>iÌiÊiÀiâV°ÊQ°°°RÊÞÊiÊ>ÌÀiÛÊ
a implorar la indulgencia de Usted de una manera humilde, pero
VÊÌ`ÊiV>ÀiViÌÊÞÊVw>`>ÊiÊµÕiÊÃÕÃÊL`>`ÃÃÊÃiÌ-
iÌÃÊÊ«`À>Ê«iÀ>iViÀÊ`viÀiÌiÃÊ>ÊÃÊÃÕvÀiÌÃÊìÊ
esta desdichada que todo lo espera de la benevolencia de Usted [...]39
>Ê«iÌVÊìÊiw>Ê
ÀiÊiÃÌ>L>ÊvÕ`>`>ÊiÊiÊìÀiVÊ
ÞÊiÃÊÕÊLÕiÊii«ÊìÊÊµÕiÊìL>ÊVÌiiÀÊÕ>ÊÃVÌÕ`ÊìÊ
indulto de acuerdo al Código Penal.40 En su expediente se integró
la información solicitada para tales casos, como anexar la soli-
citud de indulto, contar con la declaración de los testigos de
conducta y dar muestra de su arrepentimiento, enmienda, mo-
À>`>`ÊÞÊ`ÊìÊ>Ê«>ÃÊµÕiÊ>ÊV`ÕÊ>ÊìµÕÀ°Ê>Ê
>ÞÀ>ÊìÊÃÊiÝ«iìÌiÃÊVÌiiÊ`V>ÊvÀ>V]Ê>ÊVÕ>Ê
«iÀÌiÊÛiÀÊµÕiÊ>Ê«À?VÌV>ÊÕ`V>Êp>ÊiÃÊiÊiÃÌÃÊV>ÃÃpÊ
vÕiÊV>À>ÊÞÊ«ÕÌÕ>Ê>ÊViÀÃiÊ>ÊÊiÃÌ«Õ>`ÊiÊ>ÊiÞ°
ÕµÕiÊiÊ}ÖÊÕ}>ÀÊìÊ
`}Ê*i>ÊÃiÊ«i`>Ê?ÃÊvÀ-
>VÊµÕiÊ>ÊÞ>ÊÃi>>`>]ÊiÃÊÌ>LiÊµÕiÊÌ`ÃÊÃÊiÝ«iìÌiÃÊ
echan mano de recursos narrativos un tanto teatrales acerca de
>ÊìÃ>vÀÌÕ>`>ÊÃÌÕ>VÊìÊ>ÃÊÀiÃÊVÊiÊLiÌÛÊìÊV-
ÛiÀ°Ê*ÀÊii«]ÊiÊiÊV>ÃÊ>ÌiÀÀ]Ê>ÕµÕiÊÃ>L>ÊµÕiÊÃÕÊ>VVÊ
iÀiV>Ê>Ê«i>Ê«ÕiÃÌ>]Êiw>Ê
ÀiÊ«À>L>ÊiÊ«iÀ`Ê
ÕìiÌiÊÞÊÃi>>L>ÊµÕiÊ>L>ÊÌ>`ÊiÊÃÕÃÊLÀ>âÃÊ>Ê>Ê
ÕiÀÊµÕiÊ>Ì>VÊÞÊµÕiÊ>Ã>L>ÊìÛÛiÀiÊ>ÊÛ`>ÊµÕiÊÃiÊiÊiÃV>-
«>L>°Ê/`>ÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÀiVÕÀÀiÀÊ>Ê>Ê`À>>Ìâ>VÊìÊiV]Ê
>ÊVÕ>ÊVVÕ>ÊVÊiÊiÌÊìÊÀiìVÊiÊiÊµÕi]ÊÌÀ>ÃÊiÊ
reconocimiento de su culpa, imploraban misericordia.
Este acto de contrición no es menor ni poco importante,
«ÕiÃÊ>ÃÊV>ÀÌ>ÃÊ>ÃÊiÃVÀÌ>ÃÊÌi>Ê>ÊÌiVÊÊÃÊìÊV-
ÛiÀ]ÊÃÊÌ>LjÊìÊ>ViÀÊÛiÀÊ>Ê`vVÊÃÌÕ>VÊiÊ>ÊµÕiÊ>ÃÊ
ÀiÃÊÃiÊiVÌÀ>L>°Ê/>ÊiÃÊiÊV>ÃÊìÊ>À>ÊÀiÃÊ>ÀÌiâ]Ê
oriunda de Comonfort, quien entró a la cárcel en marzo de 1929
por el delito de infanticidio, por el que purgaba una pena de
39
Justicia, Indultos, exp. 2.12.80, 30 de Junio de 1925.
40
Véase supra, p. 408.

VVÊ>ÃÊVÕ>ÌÀÊiÃiÃ°Ê-ÕÊV>ÀÌ>Ê`À}`>Ê>Ê}LiÀ>`ÀÊìV>Ê
lo siguiente:
Si grande fue mi delito, tengo en mi favor la atenuante de mi arre-

pentimiento sincero, de mi conducta intachable y de los buenos
habitos de moralidad que he demostrado hasta la fecha y para siem-
«ÀiÊLÃiÀÛ>ÀjÆÊÃÞÊ>`ÀiÊìÊ`ÃÊvÀÌÕ>`>ÃÊVÀ>ÌÕÀ>ÃÊµÕiÊ>Ê
Ã`Ê>ÀÀ>ÃÌÀ>`>ÃÊ>ÊÃ>VÀwVÊ«ÀÊÊVÕ«>ÊÞÊ«ÀÊi>ÃÊiÊ«ÀVÕÀ>`Ê
Êii`>ÊÞÊ>wÀ>`ÊÊ«À«ÃÌÊìÊ>ViÀÃÊLÕiÃÊÃÆÊ«ÀÊ
estas inosentes, más que por mi Ciudadano Gobernador [...] vengo
>Ê«À>ÀÊìÊÕÃÌi`ÊiÊ«iÀ`ÊìÊ>ÃÊ}À>ÛiÃÊv>Ì>ÃÊµÕiÊViÌ°Ê
En ambos casos, al exponer su situación, las reos no apelaban

>ÊìÀiVÊµÕiÊÌi>ÊìÊÃiÀÊ`ÕÌ>`>ÃÊ«ÀÊiÊ}LiÀ>`À]ÊÃÊ
?ÃÊ LiÊ ÀiVÕÀÀ>Ê >Ê ºÌV>ÀÊ wLÀ>ÃÊ ÃiÃLiÃ»Ê ìÊ >`>Ì>À°Ê
Buscaban conmoverlo o persuadirlo apelando a sus sentimientos
ÞÊ>ÊÃÕÊ«À«>Êv>>°Ê>À>ÊÀiÃÊ«i`>Ê«iÀ`ÊºìÊÀ`>ÃÊiÊ
LÀiÊìÊÛÕiÃÌÀ>ÊV>ÀÃ>Ê>`Ài]ÊìÊÛÕiÃÌÀ>ÊÛÀÌÕÃÃ>ÊiÃ-
«Ã>ÊÞÊìÊÛÕiÃÌÀÃÊÃ»°
Las reos no se limitaron solamente a reunir los documentos
iViÃ>ÀÃÊÃi>>`ÃÊ«ÀÊiÊ
`}Ê*i>]ÊÌ>LjÊvÕiÀÊ?ÃÊ
allá al echar mano de todos los recursos a su alcance. Estos dos
iÝ«iìÌiÃÊii«wV>ÊÃÊ>À}ÕiÌÃÊµÕiÊiÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊ
ÃÊV>ÃÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊìÀÊ>ÌiÊ>Ê>ÕÌÀ`>`°ÊVÃÊ>À}Õi-
ÌÃÊ}À>L>ÊiÊÌÀÊ>ÊÌÀiÃÊiiÃÊ«ÀV«>iÃ\Ê «ÀiÀ]Ê >ÃÊ ÀiÃÊ
ÕÃÌwV>L>ÊiÊÌÛÊµÕiÊ>ÃÊ>L>ÊiÛ>`Ê>ÊìµÕÀÆÊìÃ«ÕjÃ]Ê
Ãi>>L>Ê«ÀÊµÕjÊiÃÊiÀ>Êº«iÀÃ»ÊÃ>ÀÊìÊ«ÀÃÆÊw>i-
te, intentaban demostrar su regeneración y enmienda.
,iÃ«iVÌÊ>Ê«ÀiÀÊii]Ê>Ê}À>V>ÊvÕiÊiÊÌÛÊ?ÃÊÃV-
ÀÀ`Ê«ÀÊ>ÃÊÀiÃÊ«>À>ÊÕÃÌwV>ÀÊÃÕÊìÌ]ÊÃi}Õ`ÊìÊ>Êv>Ì>ÊìÊ
iÝ«iÀiV>ÊìL`>Ê>Ê>ÊVÀÌ>Êi`>`ÊÞÊ>ÊµÕiÊÊ>L>ÊÌi`Ê«À-
«ÃÌÊìÊìµÕÀ°Ê ÊVÕ>ÌÊ>ÊÃi}Õ`Êii]Ê>Õ`ÀÊ>Ê>Ê>ÌiÀ-
nidad y a la familia fue el tema más recurrente. En este punto, las
ÀiÃÊÃi>>L>ÊìÃìÊiÊvÀÌÕÊìÊÃÕÃÊÃÊ>ÃÌ>ÊÌiiÀÊ«>`ÀiÃÊ
ancianos o un hermano ciego. Seguido de estos argumentos, se
iÝ«>Ê>Ê«LÀiâ>ÊÞÊiÊÃÕvÀiÌÊµÕiÊ«>Ã>L>ÊÌ>ÌÊi>ÃÊìÃìÊ
la prisión como su familia que quedaba desprotegida. Final-
mente, las reos buscaban demostrar su regeneración y enmienda,

sobre todo aludiendo al Código Penal, como en su caso lo hicie-

ÀÊiw>Ê
ÀiÊÞÊ>À>ÊÀiÃÊ>ÀÌiâ°
Aunque no todos los expedientes tienen esta información, el
siguiente cuadro puede darnos una idea de los términos en que
iÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊÃiÊiÝ«ÀiÃ>ÀÊÛj>ÃiÊÌ>L>Ê£®°
Como podemos ver, en ocasiones las reos utilizaron más de
ÕÊ>À}ÕiÌÊ«>À>ÊÛiÀÃiÊLiiwV>`>ÃÊVÊiÊ`ÕÌ°Ê Ý«>Ê
sus motivos en extensas cartas que en ocasiones llegaban a ocu-
«>ÀÊ>Ê>ÞÀÊ«>ÀÌiÊìÊiÝ«iìÌiÊ>ÕµÕi]ÊVÊiÊÃi>>`]ÊÊ
iÀ>ÊÀiµÕÃÌÊµÕiÊiÃÌÕÛiÀ>]Ê«ÕiÃÊiÊiÊV`}ÊÕV>ÊÃiÊÃi>>Ê
>}Ê>ÊÀiÃ«iVÌ°Ê ÃÊ`vVÊÃ>LiÀÊiÊ«iÃÊµÕiÊ`V>ÃÊV>ÀÌ>ÃÊ«Õì-
ron haber tenido o si el gobernador se sensibilizó ante ellas. En
VÕ>µÕiÀÊV>Ã]Ê«ìÃÊÛiÀÊµÕiÊ>ÃÊÀiÃÊÀiVÕÀÀ>ÊÕÃÌ>iÌiÊ>Ê
V>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊVÃìÀ>`>ÃÊVÊvii>Ã]ÊVÊ>Ê>ÌiÀ-
dad, la preocupación por la familia, la ignorancia y el sufrimiento,
>ÃÊVÊ>ÊÃÕÊ«ÀiV>À>ÊV`VÊiVV>°Ê
No siempre se sabe quién redactaba las cartas dirigidas al
}LiÀ>`À°Ê-ÊiL>À}]Ê>ÊVÕÌ>ÀÊiÊÕÛiÀÃÊìÊV>ÃÃ]ÊÃiÊ
puede inferir que en muchos de ellos los abogados defensores
pudieron haber sido los autores de las cartas. Esta idea es refor-
â>`>ÊÃÊÌ>ÃÊiÊVÕiÌ>Ê>ÊV`VÊÃV>]ÊiÊL>ÊÛiÊiÃV-
lar y la corta edad de las inculpadas, pero sobre todo si se consi-
ìÀ>ÊiÊiVÊìÊµÕiÊiÊi}Õ>iÊÕÌâ>`ÊiÃÊì>Ã>`ÊV>ÀÊÞÊ
convincentemente argumentativo.
En la integración de su expediente de indulto, Francisca Al-
>}ÕiÀ]ÊÕ>Êi«i>`>Ê`jÃÌV>ÊìÊÓäÊ>ÃÊìÊi`>`ÊµÕiÊiÊ£ÓÈÊ
vÕiÊVì>`>Ê>ÊVVÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÊ«ÀÊiÊìÌÊìÊv>ÌV`]41
Ãi>ÊµÕiÊÞ>ÊiÛ>L>ÊÓäÊiÃiÃÊÞÊµÕViÊ`>ÃÊìÊVì>ÊVÕ-
«`ÃÊÞÊµÕiÊ>ÊiÃiÊÌi«ÊìL>ÊÃÕ?ÀÃiiÊÃÊVÕ>ÌÀÊiÃiÃÊÞÊ
ìâÊ`>ÃÊ«À`ÕVÌÊìÊÃÕÃÊÃiÀÛVÃÊVÊVi>`À>°Êì?ÃÊìÊ
estas precisiones, agregó lo siguiente:
41
ÊÕiÊìÕV>`>Ê«ÀÊÃÕÃÊ«>ÌÀiÃ]Ê«ÕiÃÊ«ÕÃÊ>ÊÊiÊ>Ê>âÌi>Ê«>À>Ê
`>ÀiÊÃi«ÕÌÕÀ>Ê?ÃÊÌ>Àì°Ê-i}ÖÊi>Ê>VÊÕiÀÌÊp>À}ÕiÌÊÕÌâ>`ÊiÊ
V>ÃÊÌ`ÃÊÃÊv>ÌV`Ãp°ÊÊ>LiÀÃiÊìÃ>Þ>`]Ê«ÀÊÊµÕiÊiÊÊ«Õ`Ê
>LiÀÊV>`Ê>ÊÃÕiÊÞÊÕiÀÌÊ«ÀÊ>ÃÊiÃiÃ°ÊÃÊj`VÃ]Ê«ÀÊiÊVÌÀ>À]Ê
ìÀÊµÕiÊ>L>Ê>V`ÊÛÛÊÞÊ«ÀiÃiÌ>L>Ê>ÃwÝ>Ê«ÀÊiÃÌÀ>}Õ>V°Ê

TABLA 1
ARGUMENTOS FEMENINOS EN LA OBTENCIÓN DEL INDULTO
Acusadas Ignorancia Maternidad / Familia Pobreza / Sufrimiento Regeneración / Enmienda

}i>Ê9?iâ Para bien de mi per- Anticipo y digo no volver
sona y mis intereses >ÊViÌiÀÊ}ÖÊìÌ
>À>ÊiÀÊ Uno como no tiene
>ÀÌiâ dinero está en la impo-
sibilidad de hacerse
oir
>À>ÊÃ>LiÊ1ÀLi […] por ser llo la uni-
ca quien puedo allu-
dar a mi pobre fami-
lia […] mis ancianos
padres sufren con su
abansada hedad
>À>ÊÃ>LiÊ Estoy sufriendo de-
Andrade maciado […] también
mi familia y mis hu-
mildes intereses
>À>ÊiÃÖÃÊi`> […] su fallo que será -ÞÊ Õ>Ê ÕiÀÊ L>Ã-
«>À>ÊÊÞÊÃÊÃÊ>Ê tante pobre
dicha [estoy] llena de
familia que requiere
los cuidados de una
madre
iw>Ê
Ài No me imaginaba yo Sus sentimientos no Dando pruebas de mi
un resultado tan fu- «`À>Ê «iÀ>iViÀÊ arrepentimiento y en-
nesto indiferentes a los su- mienda
frimientos de esta des-
dichada
22/11/2016 10:58:56 a.m.

Florentina Pérez Al cometer el delito

fue obra de la igno-
rancia […] no tuve el
propósito de delinquir
>À>Ê Ã«iÀ>â>Ê El delito que sin la de-
Guerrero bida experiencia fue
cometido por mi ig-
norancia
Francisca Almaguer Dada mi inconscien- Prometo solemnemente
cia no delinquir más […]
Confieso mi positivo
arrepentimiento
>À>ÊÀiÃÊ Mi falta de experien- Usted puede atenuar He demostrado orden,
López cia, pues cuento quin- mis sufrimientos moralidad y buenos há-
ViÊ>ÃÊQoRÊiÊ`Õ- bitos, preludio de una
Ê>ÊìµÕÀÊìÊÕ>Ê nueva vida
manera tan cruel y
reprobable
Soy madre de dos in- Tengo en mi favor mi
>À>ÊÀiÃÊ fortunadas criaturas arrepentimiento since-
>ÀÌiâ que han sido arrastra- ro, mi conducta inta-
`>ÃÊ >Ê Ã>VÀwVÊ «ÀÊ chable
mi culpa
No tengo recurso
/>Ã>Ê<Ö}> alguno
Tengo un hermano No tengo quien se
>À>ÊLÀ>>Ê que está ciego duela de mi
Arellano
Mis padres son ancia-
Hilaria Aguilar nos y quiero ver por
su salud
22/11/2016 10:58:56 a.m.
Ì>\Ê-iÊ>ÌiiÊ>ÊÀÌ}À>v>ÊµÕiÊÃiÊiVÕiÌÀ>ÊiÊÃÊiÝ«iìÌiÃ°
ÕiÌi\ÊÀVÛÊiiÀ>ÊìÊLiÀÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê-iVÀiÌ>À>ÊiiÀ>ÊìÊLiÀ]Ê-i}Õ`Êi«>ÀÌ>iÌ]Ê,>Ê
Justicia, Indultos, 1920-1930.
[...] yo por mi parte no obstante la debilidad de mi sexo prometo

solemnemente no delinquir más en la forma que se me atribuyó,
cuyo delito se me castigó sin tener en cuenta mis circunstancias
psicológicas dada mi inconsciencia propia de quien dominada por
iÊ«Õ`ÀÊÞÊ>ÊiÀÛÃ`>`]ÊiÊÃÊVÀVÕÃÌ>V>ÃÊ«`À>Ê>LiÀÊiVÊ
}Õ>ÊVÃ>ÊÌ`>Ê«iÀÃ>ÊìÊÊÃiÝ]ÊÞÊìÊÊµÕiÊÞÊVwiÃÊÊ
positivo arrepentimiento.
ÊÃÕÊv>ÛÀ]ÊÀ>VÃV>ÊÌ>LjÊ>LÊµÕiÊÃi«ÀiÊ>L>ÊÌÀ>-
L>>`ÊiÃÌ>iÌiÊiÊV>Ã>ÃÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÃ]ÊµÕiÊ}Õ>Ê>>Ê
v>>ÊÌi>]ÊµÕiÊÊÀi}ÃÌÀÊiÊ>ViÌÊìÊÊ«ÀµÕiÊ>VÊ
ÕiÀÌÊÞÊµÕiÊjÃÌiÊÊiÀ>ÊÊi}ÌÊìÊ>ÊiÌiÌi]Ê«ÕiÃÊiÊ
padre de aquél fue novio de la declarante.42 Precisamente esta
ÖÌ>Ê«>ÀÌiÊiÃÊÕ>ÊVÌ>ÊV>ÃÊÌiÝÌÕ>ÊìÊ>ÃÊ>ÌiÕ>ÌiÃÊµÕiÊiÊ
-
digo Penal consideraba en el delito de infanticidio, el cual se
V>ÃÌ}>L>ÊVÊVÕ>ÌÀÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÊÃÊ>L>ÊÃ`ÊÌiV>ÊÞÊ
ÃÊ>Ê>`ÀiÊÊViÌ>ÊºVÊiÊwÊìÊVÕÌ>ÀÊÃÕÊìÃÀ>ÊÞÊ>ì?ÃÊ
ÊÌi>Ê>>Êv>>]Ê ÃÊÕLiÀ>ÊVÕÌ>`Ê ÃÕÊ iL>À>â]Ê µÕiÊ iÊ
nacimiento hubiera sido oculto y no estuviera inscrito en el re-
}ÃÌÀÊVÛÊÊµÕiÊiÊv>ÌiÊÊvÕiÀ>Êi}Ì»°Ê-iÊ>ÕiÌ>L>ÊÕÊ
>ÊìÊ«ÀÃÊiÊV>ÃÊìÊÊVVÕÀÀÀÊ>ÃÊÌÀiÃÊ«ÀiÀ>ÃÊV>ÕÃ>Ã°Ê
-ÊiÊÊiÀ>Êi}ÌÊÃiÊ«>ÊÃiÃÊ>ÃÊìÊ«ÀÃ°43
Además de la precisión en los requerimientos legales, la men-
ción de las circunstancias psicológicas inherentes al sexo feme-
ÊÃÊÃÀÛiÊ«>À>Ê>ÌÀLÕÀÊ>Ê>ÕÌÀ>Ê ìÊ >Ê V>ÀÌ>Ê >Ê >L}>`Ê
defensor de la reo.44Ê ÊÃÕÊÌÀ>L>ÊÃLÀiÊ>ÊVÀ>`>`Êvii-
42
El infanticidio era la muerte causada a un infante en el momento de su
>ViÌÊÊìÌÀÊìÊ>ÃÊÇÓÊÀ>ÃÊÃ}ÕiÌiÃ°Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊxÇÈÊìÊ
`-
}Ê*i>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê£nnä.Ê-iÀÊÊi}ÌÊÀi«ÀiÃiÌÊÕ>Ê
ìÃÛiÌ>>]Ê«ÕiÃÊiÊiÊ>VÌ>ÊìÊ>ViÌÊ«`>ÊÊVÃÌ>ÀÊiÊLÀiÊìÊÃÊ
«>`ÀiÃÆÊÃiÊ«ÀL>Êº>LÃÕÌ>iÌi»Ê>ÊÃÊÕiViÃÊìÊÀi}ÃÌÀÊVÛÊ>ÊÛiÃÌ}>-
VÊìÊ>Ê«>ÌiÀ`>`°Êi>ÀÊ>ÊÃÊÃÊ>V`ÃÊvÕiÀ>ÊìÊ>ÌÀÊiÊiÃÌ>Ê
iÃ«iViÊìÊºLÊi}>»ÊvÕiÊÕÃÌwV>`ÊVÊÕ>Êi``>ÊìÊÀiÃ«iÌÊ>Ê>Êv>-
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ÛÊìÊ ÃÌ>`ÊLÀiÊÞÊ-LiÀ>ÊìÊÕ>>Õ>Ì]ÊÀivÀ>`ÊiÊ
ÛÀÌÕ`ÊìÊ>Ê>ÕÌÀâ>VÊVVi``>Ê>Ê iVÕÌÛÊ«ÀÊiVÀiÌÊìÊ{ÊìÊ>ÞÊìÊ
1889, México, Imprenta de Ignacio Escalante, 1889.
43
Ê6j>ÃiÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊxÇÈxnäÊiÊibidem.
44
ÊiÀ>`>Ê ÖiâÊÃi>>ÊVÊiÊ`ÃVÕÀÃÊViÌwVÊ}iÃÌ>ÊìÊ>ÊÃi}Õ-
da mitad del siglo XIXÊÛi>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊºVÊÃiÀiÃÊ`>`ÃÊ«ÀÊÃÕÊ>ÌÕÀ>-
leza y ésta era eminentemente insaciable y por lo tanto muy peligrosa”. Fernan-

nina en la ciudad de México durante la década de 1940, Martha

Santillán Esqueda también observa esta especie de “asociación”
entre defensores y criminales, donde ambos buscaban una reso-
lución lo más favorable posible. Los abogados, al ser conocedores
del sistema, hablaban por ellas como si fueran una especie de
ºÛiÌÀVÕÊµÕiÊÌÀ>`ÕV>ÊÃÕÃÊiÝ«iVÌ>ÌÛ>ÃÊiÊÌjÀÃÊìÊìviV-
ÌÃÊ«ÀViÃ>iÃ]Ê>ÀÌVÕÃÊìÊiÞiÃÊÊÕÀÃ«ÀÕìV>Ê«ÀiÛ>»°45
ÊiÃÊ`vVÊVÀiiÀÊµÕiÊiÊ>ÊÀi`>VVÊìÊiÃÌ>ÃÊV>ÀÌ>ÃÊÃÊì-
viÃÀiÃÊÕ}>ÀÊÕÊ«>«iÊvÕ`>iÌ>]Ê«ÕiÃ]ÊVÊiÊÃi>>`]Ê
`>`ÊiÊ«iÀwÊìÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊ >ÃÊ ÀiVÕÃ>ÃÊ jÃÌ>ÃÊ `vViÌiÊ
VÌ>À>Ê«ÕÌÕ>iÌiÊiÊ
`}Ê*i>]ÊÃÕLÀ>Þ>À>ÊiÃÌiÀiÌ«ÃÊ
femeninos como el nerviosismo o sus circunstancias psicológicas,
iÝ>Ì>À>Ê>Êw}ÕÀ>ÊìÊ}LiÀ>ÌiÊÊìÃÌ>V>À>ÊÃÕÊii`>°46
ÊV>L]ÊÃÊìviÃÀiÃÊÌi>ÊÕ>Ê>ÀÀ>ÌÛ>ÊìÊìviÃ>ÊV>À>]Ê
una especie de “guión” utilizado para conmover al gobernador
ìÌÀÊìÊÃÊÌÀLÕ>iÃ]ÊÃÊVÕ>iÃÊÃiÀÛ>ÊVÊÕ>ÊÃÕiÀÌiÊìÊ
escenario.
À>Ê Li]Ê Ê «Õi`Ê ì>ÀÊ ìÊ >`Ê µÕiÊ Ê Ì`>ÃÊ >ÃÊ ÀiÃÊ
>ÃÕiÀÊiÃÌ>Ê>ÀÀ>ÌÛ>]Ê«ÕiÃ]Ê>ÕµÕiÊiÊiÀÊÖiÀ]Ê>ÞÊ
>ÀÀ>ÌÛ>ÃÊµÕiÊìÊ>iÀ>ÊiiiÌ>ÊÀiwiÀiÊÕÊVViÌÊ
sobre ciertos derechos que creen poseer. Un caso que refuerza lo
>ÌiÀÀÊiÃÊiÊìÊ/>Ã>Ê<Ö}>]ÊÀ}>À>ÊìÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊiÊ
`>Ê Öiâ]ÊºÃÊÃiVÀiÌÃÊ«>À>ÊÕÊviâÊ>ÌÀ°ÊjiÀÊÞÊÃiÝÕ>`>`ÊiÊ>Ê
segunda mitad del siglo XIX”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de
México]Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊÕÌ>ÊìÊjÝV]ÊjÝV]Ê°ÊÎÎ]ÊiiÀÕÊ
de 2007, p. 20. Sobre el mismo tema, véase Valentina Torres Septién, “Manua-
iÃÊìÊV`ÕVÌ>]ÊÕÀL>`>`ÊÞÊLÕiÃÊ`>iÃÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ*ÀwÀ>Ì°Ê Ì>ÃÊÃLÀiÊ
iÊV«ÀÌ>iÌÊvii»]ÊiÊ
>Õ`>Ê}ÃÌÊÞÊ Ã>Ê-«iV>Êi`Ã°®]Ê
Modernidad, tradición y alteridad. La ciudad de México en el cambio de siglo (XIX-
XX), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investiga-
ViÃÊÃÌÀV>Ã]ÊÓää£]Ê«°ÊÓÇÊ-iÀiÊÃÌÀ>ÊìÀ>ÊÞÊ
Ìi«À?i>]ÊÎÇ®°
45
Ê>ÀÌ>Ê->Ì?Ê ÃµÕi`>]Êº >ÀÀ>ÌÛ>ÃÊìÊ«ÀViÃÊÕ`V>°Ê
>ÃÌ}ÊÞÊ
negociación femenina en la ciudad de México. Década de los cuarenta”, Estudios
de Historia Moderna y Contemporánea de México, Universidad Nacional Autó-
>ÊìÊjÝV]ÊjÝV]Ê°Ê{n]ÊÕ`ViLÀiÊìÊÓä£{]Ê«°Ê£Èn°
46
ÊiÀ}>Ê«iâÊâ?iâÊÃi>>Ê>Ê«ÀÌ>V>ÊµÕiÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ«iÀÊ
ìÊ>Ý>ÊÌÕÛiÀÊÃÊÌiÀi`>ÀÃÊìÊ>ÊÕÃÌV>ÊpiÃÊìVÀ]ÊiÃVÀL>Ã]Ê
abogados, defensores de pobres o “tinterillos”— en la elaboración de discursos
«>À>ÊVÛiViÀÊ>Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÕ`V>iÃÊìÊ>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊÀ>âiÃÊÃÕwVi-
tes para indultar o conmutar penas a sus defendidos. Georgina López González,
º
ÕÌÕÀ>ÊÕÀ`V>°°°»]Ê«°Ê£ÓÎ°

ÞÊVì>`>Ê>ÊVÕ>ÌÀÊ>ÃÊVÊiÃiÃÊìÊ«ÀÃÊ«ÀÊiÊìÌÊ
ìÊv>ÌV`°Ê/>Ã>]ÊìÊÓäÊ>ÃÊìÊi`>`ÊÞÊìÊwVÊVÃÌÕÀiÀ>]Ê
iÛ>L>ÊVÕ«`ÃÊVVÊ>ÃÊìÊVì>ÊVÕ>`ÊiiÛÊÕ>ÊµÕi-
>Ê>Ê}LiÀ>`ÀÊìÕV>`ÊiÊ>L>`ÊìÊÕiâÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ
una carta modesta e incluso vacilante en la que nunca aludió a
>ÃÊ«ÀiÃÕÌ>ÃÊÛÀÌÕìÃÊÞÊìL`>ìÃÊVÊ>ÃÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊº«>-
ÀiV>Ê>LiÀÊ>V`»]ÊÃÊ>Ê>}Ê?ÃÊ«À?VÌV\
ÀÊ>ÌiÊ>Ê1ÊiÊ«ÀiÃiÌiÊ«>ÀÊÃ«iÀÊ>ÌiÊ>Ê1ÊÃÊµÕi>ÃÊ-À°Ê-
bernador yo me incuentro en esta carsel de Leon pero me oblige a
`ÀÀiÊ>ÌiÊ>Ê1Ê«ÀÊµÕiÊÞÊiÊVÕiÌÀÊVÊÕ>Ê«i`À>ÊiÊ
poso por no tener dolientes quien por mi bea mi causa en el tiempo
que tengo aqui mi causa esta muda ni quien mueba para nada me
yama mi Juez ni siquiera para saber mi asunto de mi negosio na-
damas se que mi causa se incuentra en el gusgado de letras pero mi
Juez para nada me muebe […]47
Tomasa recibió respuesta del despacho del gobernador, don-

ìÊÃiÊiVi`Ê>ÊV>ÕÃ>Ê>ÊiviÊìÊÃÊìviÃÀiÃÊìÊwV]ÊµÕiÊ
respondió de enterado y obtuvo el indulto en 1930. Como se
«ÕiìÊ>`ÛiÀÌÀ]Ê>ÊÀiÊÊVÌ>L>ÊVÊiÊ>ÕÝÊìÊ}ÖÊìvi-
ÃÀÊìÊwV]Ê«ÀÊÊµÕiÊ>ÊV>ÀÌ>ÊÊ«Õ`ÊÃiÀÊiÃVÀÌ>Ê«ÀÊjÃÌiÊÊ
mucho menos por ella siendo asesorada. Además, por la ortogra-
v>ÊÞÊiÊiÃÌÊìÊ>ÊV>ÀÌ>]ÊiÊ>ÌÀiÛÊ>ÊìVÀÊµÕiÊiÃÊ>Ê«À«>Ê/-
>Ã>Ê<Ö}>ÊµÕiÊiÃVÀLiÊÃÕÊ«iÌVÊ>L>`ÊìÊÊµÕiÊV-
ÃìÀ>ÊÕÃÌÊÞÊÌÀ>Ì>`]ÊµÕâ?ÊìÊ>iÀ>ÊÃÕÌ]ÊìÊ>ViÀÊÛiÀÊ>Ê
}LiÀ>ÌiÊÃÕÃÊL}>ViÃÊÞÊìÊì>ÀÊiÊiÌÀi`VÊ>Ê>VÌÕ>VÊ
ìÊÃÊÕiViÃÊiÊÃÕÊV>Ã°48
47
ÕÃÌV>ÊÞÊiviÃÀ>Ê
Û]ÊÃÕÌÃÊ*i>iÃ]ÊiÝ«°ÊÓ°£Ó°n{]Ê£Óx°Ê
ÃiÀÛÊ>ÊÀ-
Ì}À>v>ÊÀ}>°Ê>ÊVVÕÃÊìÊV>ÃÊìÊ/>Ã>Ê<Ö}>ÊÃiÊiVÕiÌÀ>Ê iÊ
AGGEG, Secretaría General de Gobierno, Segundo Departamento, Ramo Justicia,
V>À«iÌ>ÊÓ°£Î°ÓÓÈ]Ê£Îä°Ê/>Ã>Ê<Ö}>Ê}ÀiÃÊ>ÊÃ«Ì>ÊìÊiÊÃÊìVÀÊµÕiÊ
estaba embarazada y, al parecer, dio a luz en la madrugada. Una testigo vio
µÕiÊ>L>ÊÕÊÊºiÊ>ÊL>Ã>»ÊÞÊµÕiÊ/>Ã>ÊVÀÀÊVÊÀÕLÊ>ÊiÝVÕÃ>`Ê
VÊ«ÀiÌiì`Ê>>ÀÊ>ÊV>ì>ÊìÊÌ>µÕiÊ«>À>ÊµÕiÊiÊ>}Õ>ÊÃiÊÊiÛ>À>]Ê
ÊµÕiÊi>ÊÞÊÃÕÊV«>iÀ>Ê«ìÀ°ÊÃÊj`VÃÊìV>À>ÀÊµÕiÊiÊÊ>VÊ
vivo pero que murió a causa de un traumatismo craneal.
48
A este caso podemos sumarle el de cuatro presas que, condenadas por
embriaguez habitual, solicitaron el indulto en 1926 mediante una carta en la

Si sumamos todos los factores que incidieron en una petición

de indulto, es necesario conocer cuál fue el sentido de las reso-
ÕViÃ]ÊiÃÊìVÀ]ÊÃÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ}À>ÀÊÃiÀÊ`ÕÌ>`>ÃÊÊ]ÊiÊ
cuyo caso será necesario saber cuál fue el argumento utilizado
para negarlo.
*ÀiÀÊ`ÀjÊµÕiÊiÊVÕ>ÌÊ>Ê«ÀViÌ>iÊìÊìÌÃÊViÌ`ÃÊ
el que encabezó la lista fue el infanticidio, seguido de la embria-
guez habitual, el homicidio, el adulterio, el abandono de infante
y el encubrimiento de homicidio.49
En el 48% de los casos, las reos obtuvieron el indulto en su
primera petición. En el 22%, se les negó la primera vez, aunque
w>iÌiÊÃiÊiÃÊVVi`°50 Del 30% restante, se desconoce el
dato, ya que los expedientes están incompletos: solamente se
iVÕiÌÀ>Ê>ÃÊÃVÌÕìÃÊÞÊiÊìÌÊ«ÀÊiÊVÕ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊiÃ-
taban presas. No obstante, considerando la dinámica mediante
>ÊVÕ>ÊÃiÊÌÀ}>L>ÊiÊ`ÕÌÊ>ÃÊVÊiÊÌ«ÊìÊìÌÊViÌ`Ê
«ÀÊiÃiÊÎä¯ÊpiLÀ>}ÕiâÊ>LÌÕ>p]ÊiÊ>ÌÀiÛÊ>ÊÃi>>ÀÊµÕiÊ
ÊvÕiÊ`vVÊµÕiÊ>ÃÊÀiÃÊÊÕLiÀ>ÊLÌi`]Ê«ÀÊÊµÕiÊ>Ê
cifra de indultadas pudo haber sido mayor.
Solamente en un caso, en el que ahondaré más adelante dada
su particularidad, se negó el indulto rotundamente. Tomando en
VÕiÌ>Ê>µÕi>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃiÊÛiÀÊLiiwV>`>Ã]ÊiÊ`ÕÌÊÃiÊ
concedió en el 70% de los casos, una cifra nada despreciable.
En los casos en los que se negó el indulto a las reos la prime-
À>ÊÛiâ]ÊiÊ>À}ÕiÌÊViÌÀ>ÊvÕiÊµÕiÊjÃÌ>ÃÊÊVÕ«>ÊVÊiÊ
Ìi«ÊÀiµÕiÀ`ÊiÊiÊ
`}Ê*i>]ÊiÃÊìVÀ]ÊµÕiÊÊVÕLÀ>Ê>ÃÊ
dos quintas partes de su pena. Pese a ello, una vez solventado
iÃÌ]Ê>ÃÊÀiÃÊLÌÕÛiÀÊÃÕÊLiÀÌ>`°Ê9ÊiÃÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊÕiÀiÃÊ
µÕi]ÊÃÊ>Õ`ÀÊ>Ê}Õ>ÊìL`>`ÊÊÃÕvÀiÌ]ÊÀiviÀ>Ê>LiÀÊLÃiÀÛ>`Ê
buena conducta y haber prestado sus servicios durante la inundación de la
ciudad. AGGEG, Secretaría General de Gobierno, Segundo Departamento, Ramo
Justicia, exp. 2.12.219, 1926.
49
En el delito de infanticidio se incluyeron los casos consignados como
infanticidio e inhumación clandestina.
50
Ê ÊÓÓ¯ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÊLÌÕÛiÀÊiÊ`ÕÌÊ>Ê«ÀiÀÊÌiÌÊÊ
VvÀ>\Ê>À>ÊÃ>LiÊ1ÀLi]Ê>À>ÊLÀ>>ÊÀi>ÊÞÊ>À>ÊiÀÊ>À-
Ìiâ]ÊµÕiiÃÊÊÃVÌ>ÀÊiÊ`ÃÊV>ÃiÃ°ÊiÊ}Õ>Ê>iÀ>]ÊÀiÌ>Ê*jÀiâ]Ê
>À>ÊÀiÃÊ>ÀÌiâÊÞÊ>À>ÊÀiÃÊ«iâÊÃÃÌiÀÊiÊÌÀiÃÊV>ÃiÃ°

solicitaban el indulto mucho antes de lo establecido, como Flo-

rentina Pérez, quien, acusada de homicidio y sentenciada a seis
>ÃÊìÊ«ÀÃ]Ê}ÀiÃÊÃÕÊÃVÌÕ`ÊVÕ>`Ê>«i>ÃÊiÛ>L>Ê«Ài-
Ã>ÊÕÊ>ÊÞÊÕÊiÃ°Ê ÊiÃ>ÊV>Ã]ÊÃiÊiÊÀiÃ«`ÊµÕiÊiÊv>-
Ì>L>ÊÕÊ>]ÊÌÀiÃÊiÃiÃÊÞÊ£nÊ`>ÃÊ«>À>ÊÃVÌ>ÀÊiÊ`ÕÌ]Ê«ÀÊÊ
que su petición fue rechazada. Sin embargo, cuando lo solicitó
ìÊÕiÛ>ÊVÕiÌ>ÊÕ>ÊÛiâÊVÕ«`Ê`VÊÌi«]ÊÀiÌ>Êw-
nalmente lo obtuvo.51 En otros casos, incluso si faltaban pocos
`>ÃÊ«>À>ÊVÕ«ÀÃiÊÃÊ`ÃÊµÕÌÃÊìÊ>ÊVì>]Ê>ÊÃVÌÕ`Ê
Ì>LjÊ«`>ÊÀiÃÛiÀÃiÊìÊvÀ>Êi}>ÌÛ>]ÊVÊÃÕVi`ÊVÊ
>À>ÊÀiÃÊ>ÀÌiâ]ÊµÕiÊVÕ«>ÊÕ>ÊVì>ÊìÊVVÊ
>ÃÊVÕ>ÌÀÊiÃiÃÊ«ÀÊiÊìÌÊìÊv>ÌV`°Ê
Õ>`Êi>ÊÃli-
VÌÊiÊ`ÕÌÊÃÊ«ÀiÀÃÊ`>ÃÊìÊÕÊìÊ£Ó]ÊjÃÌiÊÃiÊiÊi}]Ê
«iÀÊVÕ>`ÊÊÛÛÊ>ÊÃVÌ>ÀÊ«VÃÊ`>ÃÊìÃ«ÕjÃ]Êw>iÌiÊ
Ã>ÊLÀiÊiÊ`>ÊÎäÊìÊÃÊiÃ°52
>ÊÀiÃÕVÊv>ÛÀ>LiÊìÊ>Ê>ÞÀ>ÊìÊ>ÃÊÃVÌÕìÃÊìÊ-
`ÕÌÊiÝ«V>Ê>ÊÃÃÌiV>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊpÛ>>Ê>Ê«i>Ê>i}>ÀÃiÊ
de todos los recursos disponibles para obtenerlo—, la cual llevó
a que algunas incluso salieran de prisión antes de cumplir los dos
quintos de su pena. Por citar algunos casos, está el de Francisca
>}ÕiÀ]ÊµÕiÊVÕ«>ÊÕ>Ê«i>ÊìÊVVÊ>ÃÊ«ÀÊv>ÌV`Ê
ÞÊÃ>ÊVÕ>`ÊiÛ>L>ÊVÕ«`ÃÊÕÊ>]ÊVÊiÃiÃÊÞÊµÕViÊ`>ÃÆÊ
ÊiÊìÊÕÀi>Ê*âÃ]ÊµÕiÊ«ÕÀ}>L>ÊÕ>Ê«i>ÊìÊVÊ>ÃÊ«ÀÊ
homicidio y salió libre apenas cumplidos siete meses.

ÊÃÊÀiÃÕÌ>`ÃÊ>ÃÌ>Ê>µÕÊiÝ«ÕiÃÌÃ]Ê«>ÀiViÊÃiÀÊµÕiÊiÊ>Ê
obtención del indulto primaron los requisitos formales, es decir,
aquéllos estipulados en el Código Penal. Pese a ello, las misivas
51
Û]ÊÃÕÌÃÊ*i>iÃ]ÊV>À«iÌ>ÊÓ£Î]ÊiÝ«°ÊÓ°£Î°££Ç]Ê£Î£°
52
Û]ÊiÝ«°ÊÓ°£Î°ÇÎ]Ê£Ó°Ê->iÌiÊiVÕiÌÀÊÕÊV>ÃÊÕÊ
Ì>ÌÊ>Ì«VÊiÊiÊµÕiÊ>ÊÀiÊ«iÀ>iViÊÀiVÕ`>Ê?ÃÊÌi«ÊµÕiÊiÊìÊÃÕÊV-
dena. Se trata de Clara Granados, presa por embriaguez habitual y condenada
a pasar cuatro meses en prisión y pagar una multa de quince pesos. El expe-
ìÌiÊìÊ`ÕÌÊiÃÌ?ÊV«iÌ]Ê«iÀÊiÊjÊÃiÊLÃiÀÛ>ÊµÕiÊ>ÊÀiÊÌi>ÊÞ>Ê
«ÀiÃ>ÊViÊiÃiÃÊVÕ>`ÊÃiÊVÊiÊÌÀ?Ìi°ÊÊÖVÊµÕiÊÃiÊÃ>LiÊiÃÊµÕiÊÌi>Ê
ÎxÊ>ÃÊìÊi`>`]ÊµÕiÊiÀ>ÊÌÀ>L>>`À>Ê`jÃÌV>ÊÞÊµÕiÊ>L>Ê}ÀiÃ>`Ê>Ê>Ê
cárcel diez veces por ebria sumamente escandalosa.

iÛ>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊÕiÀiÃ]ÊµÕiiÃÊiÊ>}ÕÃÊV>ÃÃÊiÀ>Ê>ÞÕ`>`>ÃÊ
por sus abogados defensores, son una buena fuente de informa-
VÊ>ViÀV>ÊìÊ>ÊÃÌÕ>VÊ«>ÀÌVÕ>ÀÊìÊÃÕÊÛ`>ÊVÌ`>>Ê>ÃÊ
como de los recursos que utilizaron para conmover, en los cuales
destacaban su vulnerabilidad y fragilidad. Si esto resultó o no
favorable, quizá no lo lleguemos a saber. En todo caso, podemos
suponer que seguramente pensaron que desde la prisión nada
«iÀ`>Ê>Ê>«À«>ÀÃiÊìÊÃÊÛ>ÀiÃÊÃLVÃÊìÊ}jiÀÊ«À«ÃÊ
ìÊ>Êj«V>]ÊÃÊµÕiÊ>Ê«>ÀiViÀÊVV>ÊL>ÃÌ>ÌiÊLi°
No obstante, el particular caso que mencioné, donde se niega
categóricamente el indulto, puede mostrar ciertos resquicios en
>Ê>«V>VÊìÊ>ÊÕÃÌV>ÊiÊÃÊµÕiÊ>ÊÀÕ«ÌÕÀ>ÊìÊì>Êvii-
nino pudo primar más que la ley.
“Su delito es de los que revela mayor perversión moral”

A estereotipo roto, indulto negado
>À>ÊiÀÊ>ÀÌiâ]ÊìÊÓäÊ>ÃÊìÊi`>`ÊÞÊÀ}>À>ÊìÊ
i-
>Þ>]ÊvÕiÊ>VÕÃ>`>ÊìÊ>L>`ÊìÊv>ÌiÊÞÊVì>`>Ê>ÊÕÊ>Ê
ìÊ«ÀÃ°Ê-ÕÊiÃ«ÃÊìV>ÀÊµÕiÊi>ÊÃiÊ>L>ÊÃi«>À>`ÊìÊ-
}>ÀÊÃÊV>ÕÃ>ÊÕÃÌwV>`>ÊÞÊì>`Ê>ÊÃÕÊ>Ê>VÌ>ÌiÊìÊÃiÌiÊi-
ses, por lo que él se vio “apurado para buscarle alimentos”. Por
ÃÕÊ«>ÀÌi]Ê>À>ÊiÀÊÊ>VÕÃÊìÊ>LiÀ>ÊVÀÀ`ÊÛ>À>ÃÊÛiViÃÊ
ìÊV>Ã>°Êì?Ã]ÊÃi>ÊµÕiÊ«ii>L>ÊvÀiVÕiÌiiÌiÊÞÊ>L>Ê
convenido en separarse. En un segundo intento por obtener el
`ÕÌ]ÊÃÕÊ>`Ài]Ê>À>ÊÀiÃÊ"i`>]Ê`À}ÊÕ>ÊV>ÀÌ>Ê>Ê}-
LiÀ>`ÀÊ`ìÊiÝ«ÕÃÊiÊV>ÃÊ`Vi`ÊµÕiÊÃÕÊ>ÊÊ>L>`-
Ê>Ê>Ê>ÊÃÊµÕiÊÃÕÊiÃ«ÃÊÃiÊ>ÊµÕÌÊiÊ>ÊÃ>ÊVÃ>À>°Ê
Asimismo, apuntó lo siguiente:
Como Vd. ve, la rutina de los Secretarios, es que nombre avogado,

y uno como no tiene dinero, está en la imposibilidad de hacerse oir,
razon por la cual carecemos nosotras del derecho de defensa, que
nos concede la Constitución [...] solo suplico a Vd, que por su sa-
}À>`>Êv>>]ÊÃiÊ`}iÊ«iÀ`>ÀiÊ>ÊÊ>ÊÃÊ`ÃÊiÃiÃÊµÕiÊiÊ
v>Ì>ÆÊ«ÀÊVÕÞÊv>ÛÀÊÃÊÊi>À>ÊìÊLi`ViÃÊ>Ê1`ÊÞÊ>ÊÌ`>Ê

su familia, y yo le protesto las seguridades de mi atenta y distingui-

da gratitud y respeto.53
>Ê>`ÀiÊìÊ>À>ÊiÀÊwÀ>Ê>ÊV>ÀÌ>ÊÞÊÕÌâ>ÊiÊºÃÌÀ>Ã»Ê
«>À>ÊÀiviÀÀÃiÊ>Êi>ÊÞÊ>ÊÃÕÊ>Ê>ÃÊVÊ>Ê>ÃÊ«V>ÃÊ«ÃL`>ìÃÊ
µÕiÊÌi>ÊìÊLÌiiÀÊÕÃÌV>°ÊiÊ}Õ>ÊvÀ>]Ê>ÕìÊ>Ê>Ê
Ã-
ÌÌÕVÊÃi>>`ÊµÕiÊjÃÌ>ÊiÊVVi`>Ê>ÊVÕ>µÕiÀ>ÊiÊìÀiVÊ
ìÊ ìviÃ>]Ê ÃÌÕ>VÊ µÕiÊ iÊ iÊ V>ÃÊ ìÊ ÃÕÊ >Ê Ê >L>Ê Ã`Ê
efectiva. Este caso es importante en dos sentidos: por la carta de
>Ê>`Ài]ÊµÕiÊVÀÌV>ÊiÊ«ÀViìÀÊìÊÃÊ«>ÀÌ`ÀiÃÊìÊÕÃÌV>]Ê
y por la contestación que recibió la acusada en las dos ocasiones
que pidió el indulto.
En el primer intento, se le respondió que “por acuerdo supe-
ÀÀÊQ°°°RÊÊQiÀ>RÊ«ÃLiÊ>VViìÀÊ>ÊÃÕÃÊìÃiÃ»°Ê-Ê>À>ÊiÀÊ
VÕ«>ÊiÊÌi«ÊÀiµÕiÀ`Ê«ÀÊ>ÊiÞÊ«>À>ÊÃVÌ>ÀÊiÊ`ÕÌ]Ê
pues llevaba cumplidos cinco meses en prisión —las dos quintas
«>ÀÌiÃÊ ìÊ ÃÕÊ Vì>p]Ê iÌViÃÊ ·«ÀÊ µÕjÊ Ê ÃiÊ iÊ VVi`Ê
como en el resto de los casos que fueron muy puntuales al res-
«iVÌ¶Ê ÃÌ>Ê«Ài}ÕÌ>ÊiÃÊ?ÃÊ«ÀÌ>ÌiÊ>ÖÊÃÊÃiÊÌiiÊiÊVÕi-
ta que incluso en el expediente se integró el testimonio del comi-
sario Atanasio Palomino, quien aseguró que en su presencia el
>À`Ê>Ê>L>ÊVÀÀ`ÊºÀiV}jìÊ>ÊÃÕÊÌ>»°Ê
En el segundo intento, que es cuando la madre envió la carta,
iÊwV>Ê>ÞÀÊìÊ}LiÀÊiÊÀiÃ«`ÊµÕiÊºÊQiÀ>RÊ«ÃLiÊ
acceder a la petición hecha en su favor, en virtud de que el delito
de que se trata es de los que revelan mayor perversión moral”.54
-i}ÖÊiÊ
`}Ê*i>]ÊiÊìÌÊìÊ>L>`ÊÞÊiÝ«ÃVÊìÊ
ÃÊiÊÕÊÕ}>ÀÊÊÃÌ>ÀÊÞÊ`ìÊ>ÊÛ`>ÊìÊiÀÊÊV-
ÀÀiÀ>Ê«i}ÀÊÃiÀ>ÊV>ÃÌ}>`ÊVÊ£nÊiÃiÃÊìÊ«ÀÃÊÃÊÃÊÀiÃ-
ponsables eran los padres u otro ascendiente. Por el contrario, si
iÊìÌÊVÕÀÀ>ÊiÊÕÊÕ}>ÀÊÃÌ>ÀÊÞÊ`ìÊÃÊÃÊVÀÀiÀ>Ê
«i}À]Ê>Ê«i>ÊÃiÀ>ÊìÊÌÀiÃÊ>ÃÊÞÊÃÊ«>`ÀiÃÊÕÊÌÀÊ>ÃViì-

53
Justicia, exp. 2.12.119, 1925.

54
ÕÃÌV>]ÊiÝ«°ÊÓ°£Ó°nä]Ê£Óx°Ê>ÃÊVÕÀÃÛ>ÃÊÃÊ>Ã°

ÌiÊµÕi`>À>Ê«ÀÛ>`ÃÊìÊÌ`ÊìÀiVÊ>ÊÃÊLiiÃÊìÊjÃÌiÊ>ÃÊ
como de la patria potestad.55
>À>ÊiÀÊÊ>L>`Ê>ÊÃÕÊÊiÊÕÊ«>À>iÊÃÌ>ÀÊÊÊ
expuso en un lugar donde corriera peligro, es decir, en estricto sen-
Ì`ÊÊ>L>ÊViÌ`Ê>Êv>Ì>Ê«i>ÊµÕiÊÃiÊiÊ«ÕÌ°ÊiÊ>ÊµÕiÊ
ÃÕÀ>Ê`Õ`>ÃÊÃLÀiÊ>Ê>VÌÌÕ`ÊÌ>ÌÊìÊÕiâÊµÕiÊ>ÊVÃ}ÊVÊ
del gobernador, quien en dos ocasiones resolvió negarle el indulto.
·-iÀ?Ê«ÃLiÊµÕiÊ>À>ÊiÀÊ>Þ>ÊÌÀ>Ã}Ài``ÊÛ>ÀÃÊì>iÃÊ
viiÃ¶Ê*ÀÊÕÊ>`]ÊiÀ>ÊÕ>ÊÕiÀÊV>Ã>`>ÊµÕiÊ>L>ÊµÕiLÀ>-
tado el ideal de buena esposa al ser denunciada por su esposo de
haber abandonado el hogar conyugal y, por tanto, desestabilizado
su matrimonio, pilar fundamental de la sociedad. Por otro lado, al
º>L>`>À»Ê>ÊÃÕÊ>]ÊÃÕÊ«>«iÊìÊ>`ÀiÊµÕi`>L>ÊiÊiÌÀi`V°Ê
Incluso su marido enfatizó el hecho de que estaba lactando.56 Como
Ãi>jÊi>ÃÊ>ÀÀL>]ÊiÊ}>ÀÊiÃÌ>L>ÊÀiÃiÀÛ>`Ê«>À>Ê>ÊÕiÀÆÊ>Ê
maternidad era un ministerio, una forma de patriotismo.57
>À>ÊiÀÊÀiVLÊ>ÊÃ>Ê«i>ÊµÕiÊ>À>Ê Ã«iÀ>â>ÊÕi-
ÀÀiÀ]ÊµÕiÊvÕiÊ>VÕÃ>`>ÊìÊv>ÌV`Ê>Ê>LiÀÊÌi`Ê>ÊÃÕÊÊ
iÊÕÊVÀÀ>ÊÞÊ>LiÀÊ>ÀÀ>`Ê>ÊÕÊ«â°Ê >ÊVviÃÊµÕiÊVÕ>-
`ÊiÊÊ>VÊiÊ>L>ÊºVÀÌ>`Ê>ÊÌÀ«Ì>ÊìÊiÃÌ>}ÊÃ>j`-
le mucha sangre”. Cuando el cuerpo del menor fue descubierto,
estaba en estado de putrefacción.58 Ateniéndonos al Código Penal,
>Ê«i>Ê>Ê«>À>Ê>À>Ê Ã«iÀ>â>ÊìL>ÊÃiÀÊìÊVÕ>ÌÀÊ>ÃÊìÊ
«ÀÃÆÊiÊV>L]ÊÃiÊiÊVìÊÃ>iÌiÊ>ÊÕ°ÊÕµÕiÊ«ì-
mos decir que las infanticidas igualmente quebrantaban dichos
ideales femeninos, recordemos que este delito fue tratado con cier-
Ì>ÊLiiÛiV>ÊVÕ>`Ê>L>ÊÃ`ÊViÌ`ÊiÊÕÊÌiÌÊ«ÀÊ
salvaguardar la honra.59 Además, en el caso de las infanticidas,
55
Ê6j>ÃiÊÃÊ>ÀÌÃ°ÊÈäÊÞÊÈ£ÓÊìÊ
`}Ê*i>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê£nnä°
56
En el caso de la ciudad de México, Martha Santillán también encuentra
µÕiÊVÕ>`ÊÌÀ>Ã}ÀiÃiÃÊ«i>iÃÊÛiÌ>L>ÊiÊì>ÊviiÊÃÊÕâ}>`ÀiÃÊ
se mostraban poco crédulos y bastante severos. Martha Santillán Esqueda,
“Narrativas del proceso…”, p. 168.
57
Véase supra p. 411-412.
58
Û]ÊÃÕÌÃÊ*i>iÃ]ÊV>À«iÌ>ÊÓ°£Î]ÊiÝ«°ÊÓ°£Î°Çä]Ê£Î£°
59
Ê Ê iÃÌiÊ ÃiÌ`]Ê Ûj>ÃiÊ Ã>Ê -«iV>Ê ÕiÀÀ>, “Las flores del mal.
ÕiÀiÃÊVÀ>iÃÊiÊiÊ*ÀwÀ>Ì»] Historia Mexicana, El Colegio de México,

Ì`>ÃÊìV>À>ÀÊµÕiÊiÀ>ÊÃÌiÀ>Ã]ÊµÕiÊ>L>ÊÃ`Êi}>>`>Ã]ÊµÕiÊ
iÃÊ>L>Ê`>`ÊÛiÀ}Øiâ>ÊÊµÕiÊiÊÌiÀÊ>ÃÊ>L>ÊiÛ>`Ê>ÊVi-
ÌiÀÊÌ>Ê>VÌ]ÊVÊ>À>Ê Ã«iÀ>â>]ÊµÕiÊÃi>ÊµÕiÊº>L>ÊÌi-
`ÊµÕiÊÃÕÃÊ«>`ÀiÃÊÃiÊiÌiÀ>À>»°Ê ÊÃÕ>]ÊÃiÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊÕiÀiÃÊ
que se encontraban en una situación de vulnerabilidad, a diferencia
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w>iÌiÊiÊ>Êi}>ÌÛ>ÊìÊ}LiÀ>`ÀÊ>ÊÌÀ}>ÀiÊiÊ`ÕÌ°
Ê>Ê>VVÊìÊ>À>ÊiÀÊÊÃiÊiÊV>wVÊiÊÌjÀÃÊi-
gales, sino morales —como “una perversión moral”—, obviando
iÊ>ÌÀ>ÌÊ>ÊµÕiÊiÃÌ>L>ÊÃÕiÌ>]ÊVÊÃiÊ«ÕiìÊ>«ÀiV>ÀÊVÕ>`Ê
jÃÌ>ÊìV>ÀÊµÕiÊìÊiÊ}>ÀÊ«ÀµÕiÊÃÕÊiÃ«ÃÊiÊºÀi«iÌ`>ÃÊ
ÛiViÃ»Ê>ÊVÀÀ>ÊìÊ>ÊV>Ã>]ÊºiÊ`>L>ÊV>i»°Ê-ÕÊV>ÃÊiÃÊ«>ÀÌVÕ>ÀÊ
respecto del resto de los expedientes, donde las autoridades se
limitaron a contabilizar el tiempo y a revisar que se reunieran
los requisitos necesarios.
-ÊLiÊÃiÊiViÃÌ>À>ÊÕÊiÃÌÕ`Ê?ÃÊ>«Ê«>À>Ê>ViÀÊ>wÀ-
>ViÃÊ?ÃÊVVÕÞiÌiÃ]ÊiÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>Ê`VÃÊ
de una permanencia de valores más allá de los legales, en térmi-
nos axiológicos, y de una preocupación por que éstos se mantu-
vieran intactos, incluso transgrediendo lo estipulado en las leyes.
A manera de conclusión
Ê
`}Ê*i>Ê}Õ>>Õ>ÌiÃiÊìÊ£nnäÊvÕiÊìÀ}>`ÊiÊ£ÎÎ]Ê
cuando entró en vigor el Código Penal para el Estado de Guana-
Õ>Ì°Ê-Ê`Õ`>]ÊµÕi`>Ê«ÀÊ>>â>ÀÊÃÊÕ>ÊÛiâÊ«ÀÕ}>`ÊiÃÌiÊ
ÖÌÊiÊ`ÕÌÊÃ}ÕÊÃi`ÊÕ>Ê«À?VÌV>Ê>«>iÌiÊÃV-
ÀÀ`>°Ê ÃÌiÊìL>ÌiÊ`>Ê«iÊ>ÊvÕÌÕÀ>ÃÊÛiÃÌ}>ViÃÆÊÃÊiL>À}]Ê
«ÀÊ>À>Ê«ÕiìÊÌÀ>â>ÀÃiÊi>ÃÊ}iiÀ>iÃÊ>ÊÀiÃ«iVÌ°ÊÊiÃÊ
desde las disposiciones hechas por el Congreso del Estado, el
indulto empezó a cuestionarse. En una sesión de 1933, se habló
de la importancia de evitar la expedición de leyes de indulto y se
México, v. XLVII,Ê°Ê£]ÊÕÃi«ÌiLÀiÊìÊ£Ç]Ê«°Ê£nÎÓÓÆÊÞÊ >Ì>>Ê>À>Ê

ÕÌjÀÀiâÊ1ÀµÕ]ÊºÃÊìÌÃÊìÊ>LÀÌÊiÊv>ÌV`ÊiÊÌµÕ>]Ê£nä
1930”, Historia y Sociedad,Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊìÊ
L>]Êiì]Ê°Ê£Ç]Ê
Õ`ViLÀiÊìÊÓää]Ê«°Ê£x£ÇÇ°

reconocieron los serios inconvenientes relacionados con éstas.

-iÊ`ÊµÕiÊÌ>iÃÊiÞiÃÊ>V>ÊºÕ}>ÌÀ>Ê>Ê>`ÃÌÀ>VÊìÊ
ÕÃÌV>]ÊiÃÌÕ>L>Ê>ÊìVÕiV>]ÊVÛiÀÌ>ÊiÊÃi}ÕÀ>Ê>Ê
«i>ÊÞÊ«ÀiÃÕ«>Ê>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊiÞiÃÊÕÃÌ>Ã]ÊµÕiÊiÊÌ`Ê
V>Ã]ÊiÀ>ÊiÀÊÀivÀ>À»°60
Se consideró que limitándose a aplicar la libertad preparato-
À>Êp>ÊµÕiÊVÊV>`>`ÊìÊÀiÛV>LiÊÃiÊVVi`>Ê>ÊÃÊÀiÃÊµÕiÊ
«ÀÊÃÕÊLÕi>ÊV`ÕVÌ>ÊÃiÊ>V>Ê>VÀii`ÀiÃÊ>ÊiÃ>Ê}À>V>61— se
iÛÌ>À>ÊÌ>ÌÃÊ`ÕÌÃ°Ê
ÃìÀ>`ÊµÕiÊÃÊÀiµÕÃÌÃÊiÀ>Ê
V>ÃÊÃÊÃÃÊµÕiÊÃiÊ«i`>Ê «>À>Ê iÊ `ÕÌ]Ê «ÕiÃÊ >Ê LÕi>Ê
V`ÕVÌ>ÊìL>ÊV«ÀL>ÀÃiÊºVÊiVÃÊ«ÃÌÛÃ]ÊQoRÊ?LÌÃÊ
ìÊÀì]ÊìÊÌÀ>L>ÊÞÊìÊÀ>`>`]ÊÞÊÕÞÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÌiÊQVÊ
>Ê`>VÊìRÊ>Ê«>ÃÊÊV>VÊµÕiÊQoRÊV`ÕÊQ>Ê
reo] al delito”,62 puede comprenderse que los diputados vieran
un tanto innecesaria esta práctica.
Una novedad en el Código Penal de 1933 fue implementar la
Vì>ÊV`V>]ÊµÕiÊÃiÊÀiviÀ>Ê>Ê>ÊÃÕÃ«iÃ]Ê>Ê«iÌVÊìÊ
«>ÀÌiÊÊìÊwV]ÊìÊ>ÊiiVÕVÊìÊ>ÊÃ>VÊ«ÕiÃÌ>Ê«ÀÊìÌiÀ-
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iiVÕVÊìÊÃ>ViÃÊ«ÀÛ>ÌÛ>ÃÊìÊLiÀÌ>`ÊµÕiÊÊiÝViìÀ>Ê
ÃÊ`ÃÊ>Ã]ÊÃÊVVÕÀÀ>Ê>ÃÊÃ}ÕiÌiÃÊV`ViÃ\Ê>®ÊµÕiÊÕ-
LiÀ>ÊÃ`Ê>Ê«ÀiÀ>ÊÛiâÊµÕiÊiÊÀiÊìµÕ>]ÊL®ÊµÕiÊjÃÌiÊÕLiÀ>Ê
LÃiÀÛ>`ÊLÕi>ÊV`ÕVÌ>]ÊV®ÊµÕiÊÌÕÛiÀ>Ê`ÊiÃÌÊìÊÛÛÀÊ
ÞÊ`®ÊµÕiÊìÀ>Êw>â>]Ê«ÀÊ>ÊV>Ì`>`ÊµÕiÊw>À>ÊiÊÕiâ]ÊìÊµÕiÊÃiÊ
«ÀiÃiÌ>À>Ê>ÌiÊ>Ê>ÕÌÀ`>`ÊÃi«ÀiÊµÕiÊvÕiÀ>ÊÀiµÕiÀ`ÊÞÊìÊ
µÕiÊÀi«>À>À>ÊiÊ`>ÊV>ÕÃ>`°63
-ÊiÊÕÊ>«ÃÊìÊÌÀiÃÊ>ÃÊiÊVì>`ÊÊ`>L>ÊÕ}>ÀÊ>ÊÕÊ
ÕiÛÊ«ÀViÃ]ÊÃÕÊ«i>ÊµÕi`>À>ÊiÝÌ}Õ`>°Ê>ÊÛ>VÊµÕiÊ
ÃiÊÛi>ÊiÊ>ÊVì>ÊV`V>ÊiÀ>ÊµÕiÊiÛÌ>L>ÊiÊV>ÃÌ}ÊìÊ
60
AHPLEG, libro de actas septiembre-mayo de 1932-1933, XXXIV Congre-
ÃÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì°ÊvÀiÊìÊ
°ÊLiÀ>`ÀÊ
ÃÌÌÕV>ÊìÊ
Estado.
61
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`}Ê*i>ÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê£nnä°Ê
ì?Ã]Ê>}Õ>Ê«iÀÃ>ÊÃÛiÌiÊÞÊÀ>`>ÊìL>Ê«À«ÀV>ÀÊ>ÊÀiÊÌÀ>L>Ê
iViÃ>ÀÊ«>À>ÊÃÕLÃÃÌÀÊ>ÃÌ>ÊµÕiÊiÊvÕiÀ>ÊÌÀ}>`>Ê>ÊLiÀÌ>`ÊìwÌÛ>°Ê
62
Idem.
63
Ê6j>ÃiÊ iÊ >ÀÌVÕÊ nÈÊ ìÊ
`}Ê*i>Ê«>À>ÊiÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì]Ê
Õ>>Õ>Ì]Ê/>iÀiÃÊ/«}À?wVÃÊìÊ ÃÌ>`]Ê£ÎÎ°

delincuente ocasional, “a quien la pena, en lugar de regenerar, lo

VÛiÀÌ>ÊiÊÕÌÌÕ`ÊìÊV>ÃÃÊiÊìVÕiÌiÊ>LÌÕ>»°64
*>À>ÊV«ÀL>ÀÊÃÊiviVÌÛ>iÌiÊiÊÖiÀÊìÊ`ÕÌÃÊÃiÊÀi-
`ÕÊÞÊÃÊÃiÊ>«VÊ>ÊLiÀÌ>`Ê«Ài«>À>ÌÀ>ÊÊ>ÊVì>ÊV`V>]Ê
ÃiÀ>ÊiViÃ>À>ÊÕ>ÊÛiÃÌ}>VÊ>Ê«>ÀÌÀÊìÊ>ÊiÌÀ>`>ÊiÊÛ}ÀÊ
del Código Penal de 1933. Por ahora, ello rebasa los alcances de
iÃÌiÊ>ÀÌVÕÆÊÃÊiL>À}]ÊiÊµÕiÊ>Ê`ÃVÕÃÊi}>À>Ê>Ê>ÊÌÀLÕ>Ê
del Congreso del Estado muestra al menos un cambio en la puesta
en práctica del indulto, tan socorrido en la década estudiada.
ÊÌÀÊÀìÊìÊì>Ã]Ê>Ê«ÃL`>`ÊìÊµÕiÊiÊ}À>ÊÖiÀÊ
de indultos otorgados durante este periodo se deba a las precarias
V`ViÃÊìÊ>ÃÊV?ÀViiÃÊ}Õ>>Õ>ÌiÃiÃÊ«ÕiìÊVÌiÃÌ>ÀÃiÊ>wÀ-
mativamente, pues en la misma sesión del Congreso se hizo saber
µÕiÊºÃÊÃiÊ>L>ÊÀiVÕÀÀ`Ê>Ê`ÕÌÊìL`Ê>Ê}À>ÊÖiÀÊìÊ
ìVÕiÌiÃÊiÊ>ÃÊV?ÀViiÃ]ÊiÀ>ÊiÀÊÀiÃÛiÀÊiÃÌiÊ«ÀLi>Ê
i`>ÌiÊ>ÊÀ}>â>VÊìÊÌÀ>L>ÊiÊ>ÃÊÃ>Ã»ÊÞÊÊÀiVÕ-
ÀÀi`Ê >Ê `ÕÌÊ ÛÕÌ>À]Ê µÕiÊ «À`ÕV>Ê ºìÃ>ÃÌÀÃ>ÃÊ
consecuencias”.65 Nunca se aclara cuáles consecuencias son éstas,
«iÀÊÃiÊ>wiÃÌ>Ê>ÃÊÌÀ>Ê`Õ`>ÊÃLÀiÊ>Ê«iÀÌiV>ÊìÊ`ÕÌ°Ê
Ê}À>ÊÖiÀÊìÊiÝ«iìÌiÃÊìÊ`ÕÌÊiVÌÀ>`ÃÊiÊiÊ
ÀVÛÊiiÀ>ÊìÊLiÀÊìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>ÌÊ>L>Ê
de la importancia que esta práctica tuvo en su momento tanto
«>À>ÊLÀiÃÊVÊ«>À>ÊÕiÀiÃ°Ê,iÃ«iVÌÊ>ÊiÃÌ>Ê«ÀÌ>V>]Ê
ciertamente se debe considerar la inestabilidad vivida en el esta-
do, la cual llevó a que el indulto fuera tan socorrido quizá como
Õ>Ê>iÀ>ÊìÊ>À>ÀÊ>ÃÊ`vViÃÊV`ViÃÊ«ÌV>Ã]ÊiV-
nómicas y sociales por las que atravesó el estado.
>Ê«À«ÕiÃÌ>Ê>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÊVÕ>ÊÃiÊVÊiÃÌiÊ>ÀÌVÕ]Ê>ÊÃ>LiÀ]Ê
>ÃÊ«iÌViÃÊìÊ`ÕÌÊvii]Ê>ÀÀÊ`>ÌÃÊÌiÀiÃ>ÌiÃ°Ê1Ê
ìÊiÃÊiÃÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«>ÀiViÊ>LiÀÊìµÕ`ÊiÊiÀÊ
proporción que los hombres. Y es que aunque puede pensarse
que a partir de este tipo de expedientes el resultado es limitado,
el hecho de que del total de peticiones 105 hayan sido hechas por
64
AHPLEG, libro de actas septiembre-mayo de 1932-1933, XXXIV Congreso
ìÊ ÃÌ>`ÊìÊÕ>>Õ>Ì°ÊvÀiÊìÊ
°ÊLiÀ>`ÀÊ
ÃÌÌÕV>ÊìÊ ÃÌ>-
do.
65
Idem.

ÕiÀiÃ]ÊÊµÕiÊÀi«ÀiÃiÌ>ÊÃ>iÌiÊÕÊx¯]Ê>ÊiÃÊÃÊ«iÀÌiÊ
sugerirlo.66
La estrategia utilizada por las reos, donde mencionaban lo
vulnerable de su situación —lo cual no se pone en duda dadas la
iÝÌÀ>VVÊ ÃV>Ê >Ê >Ê µÕiÊ «iÀÌiiV>]Ê >ÃÊ V`ViÃÊ ìÊ >ÃÊ
cárceles y la situación estatal— como una manera de verse bene-
wV>`>ÃÊVÊiÊ`ÕÌ]ÊiÃÊÃ}wV>ÌÛ>ÊÞÊÃiÊVV>Ìi>ÊVÊÛ>ÀÃÊ
>Ã«iVÌÃ]ÊVÊiÊVViÌÊµÕiÊi>ÃÊÌi>ÊÃLÀiÊÃÊÛ>ÀiÃÊ
µÕiÊÃiÊiÃ«iÀ>L>ÊµÕiÊVÕ«iÀ>°ÊiÊ>ÊµÕiÊiÃÌ>ÃÊÕiÀiÃÊìÃÌ>-
caran la maternidad, la familia, la pobreza, el sufrimiento y la
}À>V>ÊVÊv>VÌÀiÃÊµÕiÊ>ÃÊ>L>ÊiÛ>`Ê>ÊvÀ}ÀÊ>ÊiÞ°Ê
Dichos argumentos fueron integrados motu propio, pues en el

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V>ÀÌ>Ã]Ê«iµÕi>ÃÊÌ>ÃÊÃÊvÀiViÊÕ>ÊÀµÕiâ>ÊiÃ«iV>Ê>ViÀV>Ê
ìÊiÃÌiÊÌ«ÊìÊiÝ«iìÌiÃ]Ê`ìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiV>Ê>ÊìÊ
recursos un tanto “teatrales” en busca del perdón. Si esto incidió
ÊÊiÊiÊ?ÊìÊ>Ê>ÕÌÀ`>`]ÊÃiÀ?Ê`vVÊÃ>LiÀ]Ê«iÀÊiÃÊ-
i}>LiÊµÕiÊ«ÀiÃiÌ>Ê>ÊÕÊVÖÕÊìÊÕiÀiÃÊiV>`Ê>ÊìÊ
estrategias discursivas con un claro propósito.
ÃÌÊiÃÌ>L>ÊÕ`Ê>Ê«>«iÊµÕiÊÕ}>ÀÊÃÊ>L}>`ÃÊìvi-
sores como intermediarios entre las reos y la autoridad, donde
iÊV>ÃiÃÊiÃÊ«>ÀiV>Ê«iÀÊiÊLV>ÊìÊi>ÃÊÊµÕiÊÃ>L>Ê
V`À>ÊiÊiÊ«iÀ`°ÊÃÊ>L}>`ÃÊìÃìÊiÊVViÌÊìÊ
su práctica y las leyes y las reos desde su necesidad de salir libres,
>LÃÊ«>ÀÌV«>L>ÊiÊÕ>Ê«ÕiÃÌ>ÊiÊiÃVi>ÊVÊÕÊwÊVÖ°Ê
À>ÊLi]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊÃi«ÀiÊ>L>L>ÊìÊÃÕÊÛÕiÀ>-
bilidad desde estos valores que se esperaba cumplieran. A veces
ÃiÊÀiVV>ÊÛÕiÀ>LiÃÊ>ÌiÊÕ>Ê>ÕÌÀ`>`ÊµÕiÊÊ>Ìi`>ÊÃÕÃÊ
«iÌViÃ]ÊiÃÊìVÀ]ÊìÌ>L>ÊÕÊ«ÃV>iÌÊÃLÀiÊ>ÊÕÃ-
ticia y, aunque quizá en un sentido muy elemental, hablaban del
66
Esto se refuerza al conocer los resultados de otras investigaciones. Por
ii«]Ê Ã>Ê-«iV>ÊVVÕÞiÊµÕi]Ê>ÕµÕiÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊÛ>L>Ê>ÃÊ
À>ÃÊ ìÊ V`ÕVÌ>Ê ÃV>iÌiÊ >Vi«Ì>`>Ã]Ê ºÃÊ Õ>Ê À>Ê ViÌ>Ê ÕÊ
ìÌÊ«i>»°Ê Ã>Ê-«iV>ÊÕiÀÀ>]Êº>ÃÊyÀiÃÊìÊ>°°°», p. 184. Véase tam-
LjÊÊiÝ«ÕiÃÌÊ«ÀÊ i>Ê>ÀÀ>ÕÀ]ÊµÕiÊiÝ«V>ÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊìµÕiÊ
iÊiÀÊ«À«ÀVÊµÕiÊiÊLÀiÊìL`Ê>Ê>ÃÊÖÌ«iÃÊvÀ>ÃÊìÊVÌÀÊ
ÃV>ÊvÀ>Ê>ÊµÕiÊiÃÌ?ÊÃÕiÌ>Ã°Ê i>Ê>ÀÀ>ÕÀ]ÊMujeres, derecho penal y
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V«ÀÌ>iÌÊµÕiÊ«iÃ>L>ÊìL>ÊÌiiÀÊÃÊ«>ÀÌ`ÀiÃÊìÊ
ÕÃÌV>°Ê
Ê>wÀ>Ê>Ê`>Ê>ÀV>Ê*i>]ÊºìÊ>iÀ>Ê«>Õ-
sada, accidentada y no lineal algunas comenzaron el arduo ca-
ÊìÊVÃÌÀÕÀÃiÊVÊÃÕiÌÃÊÕÀ`VÃ»°67
Se une a esta cadena el eslabón del Estado nacional interesa-
do en consolidar un proyecto de nación después de la lucha re-
ÛÕV>À>]Ê ìÊ >Ê VÕ>Ê iiÀ}Ê >Ê w}ÕÀ>Ê ìÊ iiVÕÌÛÊ V>]Ê
quien, mediante la facultad que le otorgaba la ley para indultar,
Ìi>Ê>Ê«ÀÌÕ`>`ÊìÊ>Ì>ÀÊ`ÃÊ«?>ÀÃÊìÊÕÊÌÀ\ÊvÀiViÀÊÕ>Ê
>}iÊìÊ>}>`>`ÊÞÊÕÃÌV>]Ê«ÀÊÕÊ>`]ÊÞÊ>>>ÀÊÕÊ
Ì>ÌÊ>ÊÞ>ÊìÊ«ÀÊÃÊ`vVÊÀi>`>`ÊìÊÕ>>Õ>ÌÊ`ÕÀ>ÌiÊiÃÌÃÊ
>Ã]Ê«ÀÊiÊÌÀ°Ê
En este ir y venir de discursos, ideas y hechos, todas las par-
ÌiÃÊÃiÊÛiÀÊLiiwV>`>Ã°Ê Ê`ÕÌÊÃ}wVÊÕÊ«iµÕiÊÀiÃ-
µÕVÊ«>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕi]ÊÛÛi`ÊiÌÀiÊ>ÊÌÀ>Ã}ÀiÃÊÞÊ>Ê
À>]ÊÀiVw}ÕÀ>ÀÊÃÕÊ«À«>ÊÃÌÀ>]Ê>Ãi}ÕÀ>`ÊÃi«ÀiÊ
“haber dominado la pasión que las hizo delinquir”.
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CRIMINALES, CRIMINALIZADAS Y DELATORAS
MUJERES INVOLUCRADAS EN HOMICIDIOS PASIONALES
EN MICHOACÁN, 1900-1920
LISETTE G. RIVERA REYNALDOS

Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo
Diversos integrantes de la sociedad estaban, de una u otra ma-

nera, implicados en el fenómeno de la criminalidad. Dependien-
do de la naturaleza del delito cometido y de los factores y cir-
cunstancias que lo rodeaban, no sólo quienes lo llevaban a cabo
µÕi`>L>ÊiÝ«ÕiÃÌÃÊ>ÌiÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÕ`V>iÃÊÊiÊÀiÃÌÊìÊ
la población, cuestión que me parece particularmente evidente
iÊiÊV>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê ÊVÃìÀ>VÊ>ÊÊ>ÌiÀÀ]ÊiÊ«Ài-
ÃiÌiÊÌÀ>L>ÊÃiÊ«À«iÊ>>â>ÀÊiÊ«>«iÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊiÊÌÀÊ
al crimen en México desde tres perspectivas: primero, se cen-
ÌÀ>ÊiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊViÌiÀÊiÊ>VÌÊVÀ>ÆÊìÃ«ÕjÃ]ÊiÊ
>ÃÊµÕiÊvÕiÀÊÃi>>`>ÃÊ«ÀÊÃiÀÊ>ÊV>ÕÃ>ÊìÊÃÊpiÊ>}ÖÊ
ÛiÊìÊV«V`>`pÆÊÞ]Ê«ÀÊÖÌ]ÊiÊ>ÃÊµÕiÊÃiÊÛÕVÀ>ÀÊ
VÊÌiÃÌ}ÃÊÊVÊ«>ÀÌiÊìÊ >Ê >>`>Ê ºÛâÊ «ÖLV>»Ê «>À>Ê
denunciar los hechos. A efectos de conseguirlo, se eligió realizar
`V>Ê>«ÀÝ>VÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÃÊV>ÕÃ>ÃÊÕ`V>iÃÊV>`>ÃÊ
por el delito de homicidio pasional, partiendo de los criterios que
Ãi>>L>ÊµÕiÊÃÊìÌÃÊìÊÃ>}Ài]ÊVÕÞ>ÊiÝ«ÀiÃÊ?ÃÊiÝÌÀi>Ê
es el homicidio, eran una de las mayores manifestaciones de la
ÀÕ«ÌÕÀ>ÊìÊ>Ê>}iÊÃLV>ÊìÊ>ÊºLÕi>ÊÕiÀ»Ê>ÕµÕiÊÌÕ-
ÛiÃiÊÕ>ÊL>>ÊVìV>°Êì?Ã]ÊiÃÌiÊìÌÊiÃÊiÊµÕiÊiÀÊ
permite apreciar las tres vertientes que me interesan —al menos
para el periodo estudiado—, sobre todo porque involucra cues-
tiones amorosas.
Con respecto a ello, me interesa destacar aspectos puntuales
de las prácticas amorosas y de las relaciones de género que se


346 LISETTE G. RIVERA REYNALDOS
dieron durante la primera década del siglo XX, las cuales se pue-
ìÊ>«ÀiV>ÀÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊ>ÃÊV>ÕÃ>ÃÊÕ`V>iÃ]ÊVÊiÊwÊìÊìÌiÀ-
minar las pautas tanto morales como legales —aunque las más
ìÊ>ÃÊÛiViÃÊjÃÌ>ÃÊiÃÌ>L>ÊÌ>iÌiÊÀi>V>`>ÃpÊµÕiÊÌiÀ-
ÛiÀÊiÊÃÊ«ÀViÃÃÊÃi}Õ`ÃÊVÌÀ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃiÊÛiÀÊ
iÛÕiÌ>ÃÊiÊVÀiiÃÊ«>Ã>iÃ]Ê`ìÊÌ>LjÊ«ìÃÊiÌÀi-
ver las percepciones sociales, los lazos de comunidad y las viven-
V>ÃÊVÌ`>>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊìÊ>}ÕÃÊÃiVÌÀiÃ°ÊÃÊ>>`ÃÊ
ºVÀiiÃÊ«>Ã>iÃ»]ÊÃÊLiÊÊÃiÊiVÌÀ>L>ÊÌ«wV>`ÃÊVÊ
Ì>iÃÊiÊ>Êi}Ã>VÊiÝV>>]ÊiÀ>ÊìÌwV>`ÃÊ>ÃÊiÊiÊi-
}Õ>iÊìÊVÖÊìÊ>Ê«L>V°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊÕ>Ê>Û`Ê-
zate, el crimen pasional se entiende como “la eliminación del otro
a partir de una causa fundamental: temor inminente ocasionado
por perder el amor y los favores sentimentales de una persona”.1
ÃÊ«ÕiÃ]ÊiÊVÀiÊ«>Ã>ÊÃiÊ`ÃÌ}ÕiÊìÊÌÀ>ÃÊvÀ>ÃÊìÊ-
micidio por los elementos que lo constituyen, los cuales implican
iÊ«ÀiÀ>ÊÃÌ>V>Ê>ÊiÝÃÌiV>ÊìÊÕÊÛVÕÊ>ÀÃÊp«Ài-
vio o existente al momento de cometerse el delito— entre agresor
ÞÊÛVÌ>Ê>ÃÊVÊ>ÊÀÕ«ÌÕÀ>ÊÛiÌ>ÊìÊ`VÊÛVÕ°2
À>ÊLi]ÊiÊiÃ«>VÊ}i}À?wVÊìÊµÕiÊÃiÊVÕ«>ÊiÃÌiÊÌÀ>L>-
ÊiÃÊiÊiÃÌ>`ÊìÊV>V?°Ê-iÊÀi>âÊÕÊÕiÃÌÀiÊìÊÃÊ-
V`ÃÊVÕÀÀ`ÃÊiÊ`ÃÌÌ>ÃÊâ>ÃÊìÊiÃÌ>`Ê>ÊwÊìÊ>«ÀiV>ÀÊ
los contrastes entre el campo y la ciudad en cuestiones como el
`ÊìÊ>«V>VÊìÊ>ÊÕÃÌV>ÊÞÊ>ÊvÀ>ÊiÊµÕiÊÃiÊìÃ>ÀÀ-
llaban los hechos —sus causas y sus efectos—. Por su parte, el
«iÀ`ÊìÊ>?ÃÃÊVÀÀiÃ«ìÊ>ÊÃÊìâÊÖÌÃÊ>ÃÊìÊÀj}-
iÊ`VÌ>ÌÀ>ÊìÊ}iiÀ>Ê*ÀwÀÊ>âÊÞÊ>ÊÃÊìâÊ«ÀiÀÃÊìÊ
>Ê,iÛÕVÊiÝV>>]ÊiÃÌÊVÊiÊwÊìÊiÛ>Õ>ÀÊiÊ«>ÀÌVÕ>ÀÊ>Ê
1
Juan David Alzate Alzate, Barrios, calles y cantinas. Delitos de sangre y
procesos judiciales por homicidio en Medellín (1910-1930),ÊÌiÃÃÊìÊ>iÃÌÀ>ÊiÊ
ÃÌÀ>]Êiì]Ê1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊìÊ
L>]ÊÓä£Ó]Ê«°ÊÓÓÈ°
2
Miriam Jimeno Santoyo, Crimen pasional. Contribución a una antro-
pología de las emociones, Bogotá, Universidad Nacional de Colombia, 2004,
«°ÊÓÎÓ{°ÊÀ>ÊLi]Ê`V>ÊvÀÕ>ÊÌÕÛÊ>}Õ>ÃÊÛ>À>ÌiÃ]Ê>ÃÊVÕ>iÃÊVÕ>Ê
un enamoramiento unilateral por no ser correspondido o un triángulo amoro-
Ã°Ê ÊiÃÌiÊÃiÌ`]Ê>ÊÛVÌ>Ê«`>ÊÊÃiÀÊ>Ê«iÀÃ>ÊµÕiÊÃÃÌi>ÊÀi>ViÃÊ
VÊµÕiÊìµÕ>]ÊÃÊÕÊÌiÀViÀ]Ê}iiÀ>iÌiÊiÊ«À«ÊìÃ«iV>`ÊÊiÊ
amante real o atribuido.


CRIMINALES, CRIMINALIZADAS Y DELATORAS 347
>ÊÕâÊìÊÕ>ÊiÌ>«>ÊìÊVÀÃÃÊÞÊÌÀ>ÃvÀ>ViÃÊ«ÌV>ÃÊÞÊÃV>-
iÃ°ÊÊÌÀ>L>ÊÃiÊL>Ã>ÊvÕ`>iÌ>iÌiÊiÊÛ>ÀÃÊiÝ«iìÌiÃÊ
del Archivo Histórico del Poder Judicial de Michoacán. Con base
en ellos, hice un rastreo de los casos acaecidos en distintos dis-
ÌÀÌÃÊìÊiÃÌ>`ÊpVÊÀi>]Ê<Ì?VÕ>À]Ê1ÀÕ>«>]Ê>À>Û>ÌÊ
y Coalcomán—, de los cuales seleccioné los que consideré los
más representativos. Cabe remarcar que se eligieron sólo causas
Õ`V>iÃÊVÕÞÃÊÛiÃÊ>«>ÀiViÊiÝ«VÌ>`ÃÊÞÊiÃÌ?ÊV>À>i-
ÌiÊÀi>V>`ÃÊVÊiÊVÀiÊ«>Ã>]ÊLÀ`>`Ê>ÃÊ>Ê«ÃL-
lidad de explorar un aspecto de las vivencias cotidianas que ro-
ì>L>Ê>ÃÊÀi>ViÃÊ>viVÌÛ>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ\ÊiÊµÕiÊ«VÊ
violencia y delito.
Mujeres, pasión, delito y violencia:

construcciones socio-culturales y vivencias cotidianas
En el esquema de los ideales sociales del siglo XIX y de buena

parte del XX]ÊÃiÊVÃìÀÊµÕiÊiÊ>ÀÊiÀ>ÊÕÊV«iÌiÊÌÀ-
ÃiVÊìÊ>ÃÊÀi>ViÃÊìÊ«>Ài>°Ê ÊLÀiÊìÃÌÀ>À>Ê`VÊ
ÃiÌiÌÊ>V>Ê>ÊÕiÀÊVÕ«i`ÊV>L>iÌiÊÃÕÃÊvÕViÃÊ
ìÊ«ÀÛii`ÀÊÞÊ«ÀÌiVÌÀÆÊ>ÊÃÕÊÛiâ]Êi>ÊVÀÀiÃ«ìÀ>Ê>Vi`Ê
}>>ÊìÊ>ÃÊiÀiÃÊVÕ>`>ìÃÊµÕiÊÕÃÕ>iÌiÊÃiÊ>ÌÀLÕ>Ê>Ê
sexo femenino: docilidad, abnegación y paciencia, y encargán-
dose de la educación sentimental de su marido y de sus vástagos.3
El amor “como amalgama del hogar” fue una imagen frecuente
para los mexicanos de esas épocas, a tal grado que muchos pro-
blemas sociales se atribuyeron, entre otras causas, a la falta de
amor o a la falta de moderación en el mismo. En otras palabras,
se esperaba cierta racionalidad del sentimiento amoroso, pues
Ãi}ÕÀÊÃÊº«ÕÃÃÊìÊVÀ>â»Ê«`À>ÊV`ÕVÀÊ>ÊìÃÀ]Ê
>Ê>ÊÛiÀ}Øiâ>ÊÞ]ÊiÊÖÌ>ÊÃÌ>V>]Ê>ÊVÀi°4
3
Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina. Representación, prác-
ticas y negociación judicial. Distrito Federal (1940-1954), tesis de doctorado en
Historia, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2013, p. 303.
4
Ê Ã>Ê-«iV>]ÊºiÊ>ÀÊÞÊìÃ>À°Êì>Ã]Ê?}iiÃ]ÊÀiViÌ>ÃÊÞÊV`}ÃÊ
en los impresos de Antonio Vanegas Arroyo”, Revista de Literaturas Populares,


Sin embargo, más allá de la pérdida —momentánea o no— del

ÃiÌ`ÊVÖÊÀi>V>`>ÊVÊiÊÃi}ÕiÌÊìÊÕÊ«ÕÃ]Ê
el despliegue exacerbado de emociones se contempló como un
iiiÌÊÌÀÃiVÊìÊ>ÊÛiV>]ÊÃLÀiÊÌ`ÊÃÊÃiÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊ>Ê
«>Ã°Ê
Ê>ÊÃi>>`Ê Ã>Ê-«iV>]ÊìÃìÊiÊ«ÕÌÊìÊ
ÛÃÌ>Ê`ÃVÕÀÃÛÊº>Ê«>ÃÊìÃivÀi>`>ÊiÊÀÀ>V>ÊÃÊÌi>Ê
V>L`>ÊiÊ>ÃÊÀi>ViÃÊVÌ>ÃÊÞÊÃi«ÀiÊ>V>ÀÀi>L>ÊìÃi>ViÃÊ
trágicos”.5 No obstante, desde luego, en la práctica cotidiana
vÕiÊVÖÊµÕiÊÕVÃÊìÊÃÊ>>`ÃÊºìÌÃÊVÌÀ>Ê>ÃÊ«iÀ-
sonas” —lesiones, golpes o heridas— se cometieran en defensa
ìÊÕiÃÊi}Ì>Ã°ÊiÊVÕ>µÕiÀÊ>iÀ>]Ê«>À>ÊÃÊÌiiVÌÕ>iÃÊ
µÕiÊÃiÊVÕ«>ÀÊìÊ«>ÀÌVÕ>À]Ê>Ê«>ÃÊ«`>ÊVÕÃÊV`ÕVÀÊ
a un estado patológico en el que el amor —o en su caso el desa-
ÀpÊ«`>ÊVÛiÀÌÀÃiÊiÊ>}Ê«i}ÀÃÊ>Ê>ViÀÊiiÀ}iÀÊL>ÃÊ
«iÌÕÃÊÞÊVi}ÃÊ>ÀÀiL>ÌÃ°6
*>À>Ê >Ê «Ê «ÖLV>]Ê `V>Ê >viÃÌ>VÊ ìÊ ÛiV>Ê
despertaba suma atención porque implicaba una alteración de
los roles de género socialmente aceptables7 y porque conllevaba
en sus desencadenantes cuestiones que despertaban el morbo
popular ya que ventilaban la vida privada de los involucrados.
À>ÊLi]Ê>ÞÊµÕiÊÃi>>ÀÊµÕiÊiÊÃÕÃÊ«À?VÌV>ÃÊVÌ`>>ÃÊÕ-
chos sectores de la población mexicana no se apegaron a los
modelos conductivos propios de cada género y que la violencia
ìÊ`ÃÌÌÃÊÌ«ÃÊiÀ>ÊL>ÃÌ>ÌiÊVÖ°ÊiÊiÌÀ>`>]Ê«>À>ÊÃÊ}ÀÕ-
pos medios y acomodados el amor romántico y sus formas de
VÀÌiÊiÀ>ÊÕ>Ê>Ã«À>V]ÊiÌÀ>ÃÊµÕiÊ«>À>Ê>Ê>ÞÀ>ÊìÊ>Ê
}iÌiÊÕ>ÊÀi>VÊìÊ«>Ài>ÊLiÊ«`>ÊV>ÀÃiÊÊVÊÕÊÀ>«ÌÊ
o con un acoso poco sutil y continuar con una unión en amasia-
1ÛiÀÃ`>`Ê >V>ÊÕÌ>ÊìÊjÝV]ÊjÝV]Ê>ÊI]Ê°ÊÓ]ÊÕ`ViLÀiÊ
de 2001, p. 76, 79, 90-91.
5
Ibidem, p. 92.
6
Kristin Ruggiero, “Passion, Perversity, and the Turn of the Last Century”,
iÊ,V>À`Ê°Ê->Û>ÌÀi]Ê
>ÀÃÊ}ÕÀÀiÊÞÊLiÀÌÊ°ÊÃi«Êi`Ã°®]ÊCrime and
Punishment in Latin America]ÊÕÀ>`ÀiÃ]ÊÕiÊ1ÛiÀÃÌÞÊ*ÀiÃÃ]ÊÓää£]Ê
p. 214-215.
7
Pablo Piccato, Ciudad de sospechosos. Crimen en la ciudad de México,
1900-1931, México, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antro-
«}>Ê-V>]ÊÓä£ä]Ê«°Ê£äÎ°


Ì]Ê`ìÊÊÃ>Ê«Ài`>ÀÊ>Ê>À>Êv>>À°Ê9>ÊÊÃi>>-
ba en 1901 el abogado Julio Guerrero, quien al hablar de las
sirvientas —no sin influencia de las ideas del degeneracionismo
ÞÊìÊÃÊ«ÀiÕVÃÊ«À«ÃÊìÊ>ÃÊV>ÃiÃÊiÌÀ>`>ÃpÊiÝ«ÕÃÊµÕiÊÃÊ
hombres “las enamoran a empellones” y que ellas “a tenderos y
V>ÀViÀÃÊÃ>VÀwV>ÊÃÕÊÛÀÌÕ`ÊiÊÃÊ«ÀiÀÃÊ>ÃÊìÊÕL`>`»Ê
y “trastornadas por el pulque o dominadas por la fuerza bruta
QoRÊiÃÌ?Ê>VÃÌÕLÀ>`>ÃÊ>ÊÛiÀÃiÊ`Ã«ÕÌ>ÀÊ>Ê«Õ>>`>Ã]Ê«>À>Êi-
tregarse al vencedor… y a veces al vencido también”.8
Como hemos podido corroborar a través del caso michoaca-
no, durante la época de estudio, e incluso prácticamente a lo
largo de todo el siglo XIX, las relaciones personales se caracteri-
zaron por su conflictividad, sobre todo cuando mediaron cues-
tiones amorosas. El hecho de que algunos grupos de la población
evidenciaran más que otros dicha conflictividad o quedaran más
iÝ«ÕiÃÌÃÊµÕiÊÌÀÃÊ>Ê>V>L>ÀÊìÌi`ÃÊ«ÀÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÕ`-
V>iÃÊÀ>ÌwVÊ>Ê«ÀiÃÊ}iiÀ>â>`>ÊìÊµÕiÊiÊìÃVÌÀÊìÊ
las pasiones era propio de los miembros de esos grupos, especial-
iÌiÊiÊiÊVÌiÝÌÊìÊÀi>ViÃÊi}Ì>Ã]9ÊVÊÃi>>L>ÊVÊ
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8
Julio Guerrero, La génesis del crimen en México. Estudio de psiquiatría
social, pról. de Arnoldo Kraus, jÝV]Ê
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>LiÊ>V>À>ÀÊµÕiÊÊ>ÌiÀÀÊÊÃ}wVÊµÕiÊÃÊiLÀÃÊ
privilegiados de la sociedad necesariamente quedaran fuera de este entramado.
Ellos contaban con más elementos para proteger su intimidad y su vida amo-
ÀÃ>ÊÞÊv>>ÀÊìÊ>ÊVÌi«>VÊ«ÖLV>ÊÊìÊVÌÀÊìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃ°Ê
,LiÀÌÊ Õvw}Ì]Êº>ÊÛiV>ÊVÌÀ>Ê>ÊÕiÀÊÞÊ>ÊÃÕLiÌÛ`>`Ê>ÃVÕ>Ê
en la prensa popular de la ciudad de México en el cambio de siglo”, en Claudia
}ÃÌÊÞÊ Ã>Ê-«iV>Êi`Ã°®]ÊDe normas y transgresiones. Enfermedad y
crimen en América Latina (1850-1950), México, Universidad Nacional Autóno-
ma de México, 2005, p. 290.
9
La legitimidad matrimonial fue fundamental para el Estado mexicano
ìL`Ê>Ê>Ê«ÀÌ>V>ÊìÊ>Êv>>ÊVÊºLiÊÃV>»ÆÊ«ÀÊiì]Ê>ÃÊÃÌÌÕ-
ViÃÊÕÀ`V>ÃÊÃiÊÃÕ>ÀÊ>ÊÌÀ>ÃÊvÀ>ÃÊìÊVÌÀÊ«>À>ÊVÀ>â>ÀÊV`ÕV-
tas sexuales que amenazaran el orden moral y el ideal de domesticidad, tales
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Ài}Õ>VÊÃiÝÕ>ÊÞÊvi`>`ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝVÊ£nÓÇ£nÇä®»]ÊTrashuman-
te. Revista Americana de Historia Social]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÌµÕ>É1ÛiÀÃ`>`Ê
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los criminalistas”.10

iÀÌ>iÌi]ÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊÞÊÕVÃÊLÀiÃÊVÃìÀ>-
ron sus uniones sentimentales, independientemente de la forma-
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?ÝiÊÃÊiÊ>}ÖÊiÌÊÃiÌ>ÊÃÕÊÀÊ>i>â>`Êp
aunque no tuviesen un concepto particularmente claro del mis-
mo—. Para los hombres, además estaba la cuestión de que no
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>ÃVÕ`>`]ÊÃÊµÕiÊÌ>LjÊÊ>À>ÊVÕ>µÕiÀÊV`ÕVÌ>Êvi-
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comunidad.11ÊiÊiÃÌiÊ`]ÊÃÊVÀiiÃÊ«ÕÃ>`ÃÊ«ÀÊÌ-
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>ÃÊ«iÀÃ>Ã]ÊÞ>ÊìÊ«ÀÊÃÊ>ÌÊiÊV>V?°Ê
Cabe destacar que el aumento de la criminalidad y de la in-
moralidad se percibió generalmente como un gran motivo de
preocupación en varias de las principales ciudades michoacanas
ìÃìÊwiÃÊìÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£nnäÊÞÊiÃ«iV>iÌiÊiÊ>ÊìÊ£nä]Ê
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cantinas y casas de tolerancia, lugares que —desde la perspecti-
Û>ÊìÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÞÊìÊÃÊLÀiÃÊìÊiÌÀ>ÃpÊVÌÀLÕ>Ê>Ê
fomentar las conductas indeseables. En el cambio de siglo, Mo-
relia, Zamora, Uruapan, Apatzingán y Villa de Huetamo tuvieron
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VÀiiÃÊÃiÝÕ>iÃÊÞÊìÊÃ>}Ài°12ÊÕÀ>ÌiÊÃÊ«ÀiÀÃÊ>ÃÊìÊ
siglo XX, los homicidios en particular se incrementaron mucho,
10
“Contra Juana Carrillo por homicidio”, Los Reyes, Uruapan, 1902,
AHPJM, 1° penal, leg. 2, exp. 244.
11
Lisette G. Rivera Reynaldos, “Relaciones de género en el entorno do-
méstico michoacano. Familia y violencia durante la Revolución mexicana,
££ä£Óä»]ÊiÊ>iÊiÀ?ìâÊ>âÊÞÊ
ÌÞ>Ê iÀiViÊ6>À}>ÃÊ/i`ÊVÀ`Ã°®]Ê
La vida cotidiana de los michoacanos en la Independencia y la Revolución Mexi-
cana, Ài>]Ê-iVÀiÌ>À>ÊìÊ
ÕÌÕÀ>ÊìÊV>V?]ÊÓä££]Ê«°Ê£În°
12
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ÌÕ`>`ÊÞÊV>-
LÃÊiÌÀiÊ`ÃÊÃ}ÃÊ£nnä£Óä®»]ÊTzintzun. Revista de Estudios Históricos,


sobre todo a partir de 1911, cuando los efectos del movimiento

revolucionario comenzaron a sentirse en la región y la violencia
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À>ÊLi]Ê>ÞÊµÕiÊìÃÌ>V>ÀÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÃ>ÊViÌiÀÊ
más delitos de lesiones, golpes, heridas y calumnias vinculados
>ÊÌiÀiÃiÃÊ>ÀÃÃÊµÕiÊV`ÃÊiÊÃ°Ê ÊLÃÌ>Ìi]ÊÃÊViÃÊ
constituyeron ciertamente un móvil importante en el escenario
delictivo femenino como producto de la dinámica misma de las
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>ÊÌÀ>Ê«iÀÃ>ÊiÀ>Ê«ÀL>LiÊµÕiÊ>Êì>À>ÊÞÊ>ÃÊi>ÊÌi`À>ÊµÕiÊ
hacerse cargo de la familia sola”.13Ê*>À>Ê>ÃÊÕiÀiÃ]ÊiÊiÃÌ>Li-
ViÌÊìÊÛVÕÃÊÃiÌiÌ>iÃÊVÃÌÌÕÞÊÊÃÊÕ>ÊvÀ>Ê
de concreción del amor, sino también una posibilidad de subsis-
ÌiV>]ÊÌ`ÊÊVÕ>Ê«`>Ê«iÀìÀÃiÊìL`Ê>Ê>ÊV`ÕVÌ>ÊiµÕ-
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ÀiVÕ«iÀ>ÀÊiÊV>ÀÊìÊÃÕÊ«>Ài>Ê«`>ÊiÛ>À>ÃÊ>ÊViÌiÀÊ>VÌÃÊ
violentos extremos.14

ÊÀiÃ«iVÌÊ>ÊÊ>ÌiÀÀ]Ê>LÀ>ÊµÕiÊiv>Ìâ>ÀÊµÕiÊ>Ê«iÃ>ÀÊ
de que se les atribuyó una disposición natural hacia los senti-
iÌÃÊÞÊ>ÊÃiÃL`>`]Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊÃiÊiÃÊÌiÀÊiÝLÀÊ
una pasión exacerbada debido a los rasgos de pasividad y sumi-
ÃÊµÕiÊÌ>LjÊÃiÊVÃìÀ>ÀÊVÊÌÀÃiVÃÊ>ÊÃÕÊÃiÝ]Ê
máxime si dicha pasión conllevaba un delito de sangre.15 Con
1ÛiÀÃ`>`ÊV>V>>ÊìÊ->Ê V?ÃÊìÊ`>}]ÊÀi>]Ê°Ê£]ÊiiÀÕÊ
de 1994, p. 102.
13
Ê>À>Ê*>âÊiÀ?ìâÊ-ÌÃ]ÊAmor a palos. La violencia en la pareja en
Santiago (1900-1920), Santiago de Chile, LOM, 2011, p. 39.
14
Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina…, p. 305.
15
Ê-i}ÖÊÊÃi>>`Ê«ÀÊÀÃÌÊ,Õ}}iÀÊiÊÌÀÊ>Ê>`ÕÌiÀÊ«>À>ÊiÊ
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ción médica: la histeria. La pasión femenina sólo era aceptada si se expresaba
como una forma de corregir la conducta de su cónyuge —manifestación de los
ÃiÌiÌÃÊVÊÕ>ÊiÃ«iViÊìÊV>Ì>iÊµÕiÊL}>À>Ê>ÊLÀiÊ>ÊÀiV>«>-
VÌ>Àp°Ê6j>ÃiÊÀÃÌÊ,Õ}}iÀ]Êº*>ÃÃ]Ê*iÀÛiÀÃÌÞ°°°»]Ê«°ÊÓ£ÈÓ£ÇÆÊÞÊÕiÌ>Ê
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los celos hacia su cónyuge y salir más o menos bien librada de
ÕÊ«ÀViÃÊÕ`V>]16 cuestión que por lo regular no sucedió en
ÃÊV>ÃÃÊ«ÀÊV`]ÊVÊÃiÊÛiÀ?ÊiÊ>ÃÊÃ}ÕiÌiÃÊi>Ã°
“Viva las de Uruapan que no se rajan”. El proceso penal

contra Juana Carrillo
La moderación de los impulsos y el control de las emociones se

consideraron como signos de civilización. Sin embargo, se so-
LÀiiÌi`>ÊµÕi]Ê`>`>ÊÃÕÊ«À«>Ê>ÌÕÀ>iâ>ÊÞÊÃÊ>ÌÀLÕÌÃÊìÊÃÕÊ
género, los varones estaban más predispuestos a perder los estri-
bos en determinadas circunstancias. Por ende, para algunos in-
ÌiiVÌÕ>iÃÊÞÊ«>À>Ê>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊÕ`V>iÃÊÀiÃÕÌ>L>ÊV«Ài-
ÃLiÊÞÊ>ÃÌ>ÊViÀÌÊ«ÕÌÊÕÃÌwV>LiÊµÕiÊÃÊLÀiÃÊi}>À>Ê>Ê
cometer homicidio movidos por celos o por despecho.17 Los
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}â>ÀÊìÊiÀÊV«ÀiÃÊVÕ>`Ê>Ê«iÀÃ>ÊµÕiÊ>V>Ê
ÕÌÊ ÕiÃÊÀiÃ]Ê££{®»]ÊRevista Jurídica de la Universidad de Palermo,

>Ê II, n. 1, octubre de 2010, p. 21. Consultado en <http://hdl.handle.
iÌÉ£äÓÓÈÉx{Ç°ÊÃÊ«>À>iÃÃÊVÊjÝVÊ«ÕiìÊVÃÕÌ>ÀÃiÊiÊ>ÀÌ>Ê
Santillán Esqueda, Delincuencia femenina…, p. 315.
16
ÊÃiÌÌiÊ°Ê,ÛiÀ>Ê,iÞ>`Ã]Êº¼ÕiÊ>ÊVi}Õi`>`Ê«ÀÊ>Ê«>ÃÊìÊÃÊViÃ½°Ê
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jÝVÊ«ÀwÀ>»]ÊiÊ
>ÀÃÊ>ViÊ-?ViâÊÞÊ>ÞÀ>ÊââiÌiÊ6`>iÃÊ+ÕÌi-
ÀÊVÀ`Ã°®]ÊHistorias y estudios de género. Una ventana a la cotidianidad, Mé-
xico, Universidad Autónoma de Sinaloa, Facultad de Historia/Casa Juan Pablos,
2006, p. 182-184.
17
Ê Ã>Ê -«iV>]Ê ºiÊ >Ì>`ÀiÃÊ ìÊ ÕiÀiÃ]Ê >>ÌiÃÊ ìÃ«iV>`>ÃÊ ÞÊ
ÌÀÃÊÃÕiÌÃÊÊiÃÊ«i}ÀÃÃ°Ê
ÀiiÃÊ«>Ã>iÃÊiÊ>ÊÌ>ÊÀ>ÊÞÊ>Ê-
ÌiÀ>ÌÕÀ>Ê«ÀwÀ>>Ã»]ÊAllpanchis,Ê>ÊXXX, n. 52, 1998, p. 113-115. Para la opi-
Ê«ÖLV>]Ê>ÊvÕiÀâ>ÊvÃV>ÊìÊÃÊÛ>ÀiÃÊiÀ>ÊÕÊV«iÌiÊÌÀÃiVÊìÊ
su capacidad de generar violencia o, en su caso, de llegar a cometer un homi-
cidio, con lo cual se dio un “orden social sexuado” en torno a los delitos de
Ã>}ÀiÊìw`Ê«ÀÊ>ÃÊVÃÌÀÕVViÃÊVÕÌÕÀ>iÃÊìÊ}jiÀ°ÊÊÀiÃ«iVÌ]ÊÛj>ÃiÊ
Carla Cárdenas Rocuant, “Entre discursos, mediaciones y representaciones.
¼>ÃÊ>LV>Ã½]ÊÕÊ>ViÀV>iÌÊ>V>ÊiÊiÃÌÕ`ÊìÊ>ÊÛiV>ÊìÊ}jiÀ»]Ê
Nuevo Mundo Mundos Nuevos]ÊÓään]ÊiÊÌÌ«\ÉÉÕiÛÕ`°ÀiÛÕiÃ°À}ÉÓÇÓ{Ó°


iÝLVÊìÊiÃÊiÀ>ÊÕ>ÊÕiÀÆÊÃÊiL>À}]ÊiÃÌÊÊvÕiÊÕÊ
LÃÌ?VÕÊ«>À>ÊµÕiÊ>}Õ>ÃÊÕiÀiÃÊi}>À>Ê>Ê>V>ÀÃiÊ>ÃÊ
manos con la sangre de sus rivales.
En 1903 en Villa de Los Reyes, Juana Carrillo fue acusada de
>«Õ>>ÀÊ L>Ê >Ê >Ý>Ê pVÊ ÌÀ>ÞiVÌÀ>Ê >V>Ê iÊ VÀ>âpÊ >Ê
>À>Êâ?iâ]Ê>>ÃÊ>Ê6i>`>]ÊµÕiÊiÀ>ÊÕiÀÊ«ÖLV>ÊÞÊi-
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Õ>>°Êâ?iâ]ÊµÕiÊv>iVÊìÊÕ>ÊiÀÀ>}>ÊÌiÀ>]Ê>L>Ê
discutido acaloradamente y peleado a golpes con una ofuscada

>ÀÀ]ÊµÕiÊ`Ê>LiÀÃiÊÃiÌ`ÊÕÞÊvi``>ÊVÕ>`ÊÃÀ-
prendió a su hombre, de nombre Clemente Pérez, abrazando y
LiÃ>`Ê>Ê>Ê6i>`>°ÊÊÊ>À}ÊìÊÕV]Ê>Ê«V>`>Êi}ÊiÊ
todo momento ser la autora material del homicidio. Sostuvo rei-
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`>Ê«>À>ÊìviìÀÊ>Ê>À>]Ê«iÀÊiÀÀÊiÊ}«iÊÞÊ>Ê>Ì°18
Ê>?ÃÃÊìÊÃÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊiÊ>Ê«iÀÌ`ÊìÃVÕ-
LÀÀÊVÊ>ÃÊ«À«>ÃÊÛÕVÀ>`>ÃÊÕÃÌwV>ÀÊÃÕÃÊ>VÌÃÊÞÊ>ÃÌ>Ê
qué punto asumieron los principios de autocontrol y racionali-
`>`°ÊÃÃ]ÊiÊ>Êì>`ÊÛiÀÊµÕiÊ>ÊÕÃÌV>ÊÃiÊ>«V>L>ÊVÊ
`ÃVÀiV>`>`ÊÞÊµÕiÊiÊiÊ?ÊìÊ>V>ìÃ]Ê>L}>`ÃÊÞÊÕiViÃÊ
pesaban mucho su propia visión de clase y género, su forma de
entender la legislación y hasta el tiempo que quisiesen dedicar a
>ÃÊÛiÃÌ}>ViÃ°Ê ÊV>ÃÊìÊÕ>>Ê
>ÀÀÊii«wV>ÊÕÞÊ
bien todo lo anterior, razón por la cual lo destaco como muestra
de las circunstancias que rodearon un delito de sangre cometido
«ÀÊÕ>ÊÕiÀÊìÊÃÊÃiVÌÀiÃÊ««Õ>ÀiÃ°19
18
“Contra Juana Carrillo por homicidio...”.
19
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ìÊÕiÀiÃÊ«ÀÊìÌÃÊìÊÃ>}Ài°ÊiÊiV]ÊvÕ`>iÌ>iÌiÊiÊiÊV>ÃÊìÊ
la región de Tierra Caliente en Michoacán, hay varios expedientes de homicidas
ÕiÀiÃÊVÀÀiÃ«ìÌiÃÊ>Ê«iÀ`ÊìÊiÃÌÕ`]Ê>ÕµÕiÊVÊÛiÃÊ`ÃÌÌÃÊ
>ÊµÕiÊiÊVÕ«>ÊiÊiÊ«ÀiÃiÌiÊÌÀ>L>°Ê
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>ÃÊÞÊÕÊÊìÊÕÊ>Ê«À`ÕVÌÊìÊÃÕÊÀi>VÊVÊ
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Pérez. De su testimonio y de los de otras personas, se desprende
µÕiÊi>ÊÞÊ>À>Êâ?iâÊ>L>ÊÌi`ÊvÀVViÃÊiÊ`ÃÌÌ>ÃÊ
V>ÃiÃ]Ê«ÕiÃÊ
iiÌiÊÊVÕÌ>L>ÊÃÕÊÕiÛ>ÊÀi>V°Ê-i}ÖÊ
lo declarado por Juana, donde quiera que se encontraba a Gon-
â?iâÊ jÃÌ>Ê º>Ê VÌ>L>Ê >Ê «iÌ»]Ê «iÀÊ i>Ê Ê >L>Ê V>`Ê iÊ >ÃÊ
«ÀÛV>ViÃÊiÊ>ÌiVÊ>ÊÃÕÊ«iµÕiÊ°Ê Ê`>ÊìÊÃÊiVÃ]Ê
ÃÊiL>À}]ÊVÕ>`ÊÃiÊ`À}>Ê>ÊÕÊÊìÊ>}Õ>Ê«>À>Ê>L>ÃÌiViÀÃiÊ
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}ÕÀÃÊ>ÃÌ>ÊiÊVÕ>ÀÌÊìÊÛiV`>`Ê`ìÊÛÛ>Ê>Ê«ÀÃÌÌÕÌ>°20
Juana Carillo narró en su declaración que, “armándose de
Û>À»]ÊiÌÀÊ>ÊVÕ>ÀÌÊµÕiÊÃiÀÛ>ÊìÊÛÛi`>Ê>ÊÃÕÊÀÛ>ÊÞÊVi-
zó a discutir fuertemente con González hasta llegar a los golpes.
iÌÀ>ÃÊiÃÌÊÃÕVi`>]ÊÃÕÊ>>ÃÊÌiÌ>L>ÊìÌiiÀ>Ê}«i?`-
la con una vara de medir, la cual le quebró en la espalda, hasta
µÕiÊw>iÌiÊÃ>VÊÕ>Ê`>}>ÊiÊÌiÌÊ>«Õ>>À>]Ê«iÀ]ÊìL`Ê
>ÊµÕiÊi>ÊÞÊâ?iâÊÃiÊÀiÛV>L>ÊiÊiÊÃÕi]ÊiÀÀÊ>Ê«Õ>>`>Ê
ÞÊ>ÌÊ>VVìÌ>iÌiÊ>ÊiÃÌ>ÊÖÌ>°Ê ÊiÊÌÀ>ÃVÕÀÃÊìÊÕ-
cio y los careos, la acusada reiteró una y otra vez su versión de
µÕiÊ
iiÌiÊiÀ>ÊiÊiiVÕÌÀÊìÊVÀi°Ê ÊÕiâÊìÊ1ÀÕ>«>]Ê
ciudad donde se siguió el proceso y las averiguaciones por ser la
cabecera del distrito, se mostró totalmente convencido de que
i>ÊiÌ>°ÊÃ]ÊÀiÃ«iVÌÊ>Ê>ÊìV>À>VÊìÊÕ>>Ê
>ÀÀ]ÊiÝ-
puso lo siguiente:
/>Ê`VÊiÃÊ>`ÃLiÊ«ÕiÃÌÊµÕiÊ>ÊÃ>ÊÀiÊVwiÃ>ÊÞÊÀiV-
ViÊµÕiÊ
iiÌiÊ*jÀiâÊ>Ìi>ÊÀi>ViÃÊ>ÀÃ>ÃÊVÊ>L>Ã°Ê
+ÕiÊVÊ}Õ>ÊìÊi>ÃÊÌi>ÊÌÛÊìÊ`Ã}ÕÃÌ]ÊìÊ`ìÊÃiÊ
wiÀiÊµÕiÊiÊÀi«iÌ`Ê
iiÌiÊ*jÀiâÊV>ÀiV>ÊìÊÌÛÃÊ«>À>ÊV-
sumar el delito y por lo mismo, no puede imputársele […] Más ló-
gico y racional es deducir que Juana Carrillo fue la autora del homi-
cidio, dadas las circunstancias de las rencillas anteriores [...] del
profundo disgusto o rencor, puede decirse, que abrigaba contra ésta
por las caricias que le dispensaba a su amasio […]21
20
Idem.
21
Idem.


Aplicando ese principio de “lógica y racionalidad”, la autori-

dad relativa destacó la falta precisamente de ambos elementos en
las acciones de Juana, haciendo hincapié en su manifestación de
celos, la cólera que debió sentir al verse burlada y el historial
ìÊivÀiÌ>iÌÃÊÛiÀL>iÃÊµÕi]ÊÃi}ÖÊÃÊÌiÃÌÃÊìÊÕi-
ÀiÃÊV«>iÀ>ÃÊìÊwVÊìÊâ?iâ]Ê>ÃÊÛÕVÀ>`>ÃÊÌi>Ê>Ê
V>ÕÃ>ÊìÊLÀiÊµÕiÊV«>ÀÌ>°Ê
>ÀÀÊìÃÌ>VÊ«ÀiVÃ>iÌiÊ
el hecho de que González era prostituta para evidenciarla como
Õ>Ê«iÀÃ>ÊìÊL>>ÊV>Ì>`ÕÀ>ÊÀ>ÊÞÊÀiÃ«Ã>Lâ>À>ÊìÊÃÕÊ
suerte: “Que luego salió la González a la puerta del citado cuarto
QoRÊÞÊÞ>Ê>ÊiÊ`Ê>Ê>ÊiÝ«iÌiÊ¼ÛÞÊ>ÊµÕiÊÊiÌÀ>Ê>ÊÃ>V>ÀÊ>Ê

iiÌi]ÊÃÊiÃÊÌ>ÊÕiÀÊiÌÀi½]ÊµÕiÊÛj`ÃiÊ>ÃÊLÕÀ>`>]ÊìÊ>Ê
González, que hasta se alzaba las enaguas hasta verle las partes
«Õì`>Ã]ÊÞÊ>ÊÃi}Õ>ÊÃÕÌ>`ÊVÊ>`ViÃÊ}À>ÛiÃÊQoR»°22
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lidad y su respetabilidad —aunque no utilizó tales términos—.
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responder a la agresión entrando a la vivienda para encararla.

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precedidos de un encuentro fortuito o buscado, de una discusión,
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homicidio. No obstante, de acuerdo con los criminalistas de la
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22
Idem.
23
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la costumbre de insultar a González cuando estaba borracha y
se encontraba con ella en la calle. Además, un par de testigos
aseguró que después del crimen Carrillo salió a la calle gritando
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de la acción que acababa de cometer. Esta supuesta bravucone-
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y, segundo, porque la acusada se retiró tan rápido del lugar de
los hechos que fue aprehendida cerca de su propio domicilio
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te para que las autoridades responsables —que en el caso de las
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alcalde— insistieran en averiguar la conducta moral de la acusada
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involucradas en el mundo del delito fueron importantes para los
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bación hacia dichas transgresiones insistiendo en que Clemente
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impulsiva” y exponiendo —en un alarde de solidaridad masculi-
na— que si éste se hallaba prófugo seguramente era para evitarse
las molestias de la averiguación penal, con lo cual restaba impor-
tancia al hecho mismo. En cambio, resaltó el estado emocional,
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24
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>ÃÌÀÊÞÊ>ÀVi>Ê/iÀÀ>â>ÃÊVÀ`Ã°®]Ê Disidencia y
disidentes en la historia de México, México, Universidad Nacional Autónoma de
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ÀiiÃÊ«>Ã>iÃÊÞÊÀi-
laciones de género en México, 1880-1910”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos, n.
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la cólera, el rencor y los celos de Juana, los cuales desde su pun-

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cutible —el cual incluyó una autopsia mal practicada, la detención
de una inocente como consecuencia del testimonio de una ciega,
la falta de comprobación de algunos hechos, etcétera— que incluso
fue cuestionado por las autoridades de la capital del estado cuando
se envió a los tribunales para su revisión. El Supremo Tribunal de
Justicia de Morelia remitió un amplio exhorto a Uruapan pidien-
`ÊµÕiÊÃiÊÀiÛÃ>À>Ê>ÃÊìV>À>ViÃÊÞÊ>Vi`ÊiÝÌÀ>>iÌÃÊ
respecto a que no se giró una orden de aprehensión contra Cle-
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sufrido a manos de éste con una vara de medir.25
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blica de sus nuevos afectos. Durante este periodo, ella fue una de
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Sin embargo, hubo otras que se vieron implicadas en procesos
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a ser consideradas con cierto grado de complicidad. Por este he-
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25
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metros del lugar de los hechos y que aseguró que Juana Carrillo portaba un
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ron en que se completaran las averiguaciones y se aprehendiera a Clemente
Pérez. El expediente se interrumpe en enero de 1904 estando inconcluso. “Con-
tra Juana Carrillo por homicidio...”.
26
Ê1ÌâÊiÊÌjÀÊºVÀ>â>`>Ã»Ê«>À>ÊìwÀÊ>Ê«ÃVÊìÊ ÃÌ>`Ê
y los mecanismos institucionales de control social hacia determinadas conduc-
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ras del orden deseable al haber sido disputadas por dos varones.
Infieles y seductoras. La criminalización femenina

en la práctica judicial
Aunque no hubiesen sido las perpetradoras directas de un delito

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consignadas tras ser acusadas de ser “la causa ocasional” de un
delito contra las personas —lesiones, golpes o heridas— o de un ho-
micidio cometido por hombres que argumentaron como móvil
principal de sus acciones los sentimientos amorosos que ellas des-
pertaron en ellos.27 Ya para las primeras décadas del siglo XX, el
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consideraba modernas Evas que incitaban a los hombres al peca-
do y los orillaban a la pérdida del autocontrol y, por ende, a la
comisión de actos violentos. En este orden de ideas, los antece-
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las circunstancias mismas en que se desarrollaba un homicidio.
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su caso, morales. Véase Luisa Leal, “Una aproximación al estudio sociohistó-
rico del control social en Venezuela, 1800-1870”, Capítulo Criminológico, Uni-
versidad del Zulia, n. 17, 1989, p. 148-149.
27
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contrárselo a la entrada de Villa de Huandacareo, pues aparen-
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Ortiz, quien, tras haberse reunido con él después de las averigua-
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homicidio antes dicho”.28Ê*>À>ÊÃÊLÀiÃÊµÕiÊ«>ÀÌ>ÊÕÃÌV>]Ê
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de culpabilidad, al menos moral.
Ahora bien, en los homicidios pasionales se vieron implicados
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pleito con el comerciante Luis López cuando lo vio dirigirse al
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miliar con la promesa de darle un hogar y llevar con ella una vida
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con López, quien era su cliente, para sostener relaciones sexuales
28
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Penal, leg. 6, exp. 288.
29
Juan David Alzate Alzate, Barrios, calles..., p. 228-229.


con él. A pesar de haber abandonado a la muchacha a su suerte,

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hombre, por lo que los siguió hasta el descampado con la inten-
ción de acuchillar al comerciante. Sin embargo, Simón fue repe-
lido con un balazo que le costó la vida. Aunque en el expediente
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Û`Ê«ÀÊViÃ]ÊiÊÕiâÊÊÊÛÊ>Ã]Ê«ÕiÃÊVÃìÀÊµÕiÊÊ«`>Ê
existir dicho sentimiento hacia una adolescente que se dedicaba
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hombres que disputaban sus favores —como hemos podido ver
en otros procesos e incluso en otras latitudes—, porque, contra-
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eran espacios de excesos y violencia donde las agresiones se da-
ban de manera cotidiana.
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do, la conducta o las costumbres de los actores de un crimen
pasional fueron materia de interés dependiendo de las circuns-
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el abogado defensor de José Nieves Sabino, detenido en 1907 por
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«ÀÝ>Ê}À>ÛiÊµÕiÊ>L>ÊÀiVL`ÊìÊÃÕÊiÃ«Ã>ÊÞÊ`>`Ê«ÀÊ
30
“Causa instruida contra Luis López por homicidio”, Coalcomán, 1900,
AHPJM, 1° Penal, leg. 1, exp. 568.


los celos cometió un acto inconsciente”.31 Es decir, Faustina, la

esposa, provocó con su comportamiento indiscreto que Nieves
actuara cegado por los celos y en defensa de su honor mancilla-
do. Como han demostrado otros autores, lo anterior fue un lugar
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transgresión social o moral.32
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fueron criminalizadas independientemente de su grado de par-
ticipación en un delito de esta naturaleza. Ya fuera que estimu-
laran directa o indirectamente el mismo o que fueran las agredi-
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Ì`]ÊiÃÊìVÀ]Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>VÌÕ>ÀÊVÊì>ÌÀ>Ã]Êì-
nunciantes o testigos y cuya conducta sólo fue puesta en tela de
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de criminales o criminalizadas.
Las mujeres como parte de la “voz pública”:

testigos y acusadoras
Independientemente de su pertenencia social, para los hombres

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31
“Causa instruida en contra de José Nieves por el homicidio de Faustina
}iiÃÊ"V>»]Ê>À>Û>Ì]Ê£äÇ]ÊAHPJM, 1° Penal, leg. 2, exp. 591.
32
Pablo Piccato, Ciudad de sospechososo]Ê«°Ê£ÇÈ£ÇÆ Elisa -«iV>]ÊºiÊ
>Ì>`ÀiÃo»]Ê «°Ê ££Î£ÎÆÊ ,LiÀÌÊ Õvv}Ì]Ê º>Ê ÛiV>Ê VÌÀ>o»]Ê
p. 287-325.


michoacanos —sobre todo los de los sectores menos privilegia-

`ÃpÊV«>ÀÌ>ÊiÃ«>VÃÊìÊ>VÌÕ>V\ÊVV`>ÊiÊ«>â>Ã]Ê
mercados, paseos, vecindades y lavaderos. Por lo tanto, “la vida
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V>Ã]Ê`ÃVÕÃiÃ]Ê>}ÀiÃiÃ]Ê>L>`ÃÊQoRÊVÃÌÌÕ>Ê«>À>iÃÊ
«À«VÃÊìÊiVÕiÌÀÃÊÞÊÀi>ViÃÊVÌ>Ã»°33 En ciudades como
Ài>ÊÊ1ÀÕ>«>]Ê«iÀÊiÃ«iV>iÌiÊiÊ«ÕiLÃ]ÊÀ>ViÀ>ÃÊ
ÞÊÛ>ÃÊìÊÕ`ÊÀÕÀ>]ÊÃÊÛiVÃÊÃ>ÊVViÀÊÃÊÃÕ«ÕiÃÌÃÊ
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ÌÕÀLÕiÌ>ÃÊÞÊiÀ>ÊiÝL`ÃÊiÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊ>Êv>ÛÀÊÊiÊ
contra de los acusados.
El conocimiento de los pormenores de la vida del otro, el
vecino, posibilitaba que ante un acto criminal muchas personas
estuvieran en condiciones de proporcionar información sobre los
supuestos desencadenantes del mismo. En este sentido, el rumor
y el chisme funcionaban como medio de enlace entre los indivi-
`ÕÃÊÞÊiÊiÌÀÊÃV>]ÊÀ>ÌwV>`Ê>ÃÊ«>ÕÌ>ÃÊV`ÕVÌÛ>ÃÊÃ-
cialmente aceptables y sancionando las transgresoras. La prác-
ÌV>ÊìÊÀÕÀÊÃiÊwÊiÊ>ÊÀ>`>`Ê««Õ>À]ÊÌÀ>Þi`ÊVÃ}ÊÕÊ
intercambio colectivo de opiniones que implicaban un cierto
consenso sobre los comportamientos bien y mal vistos.34 Por ello,
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ÌpÊµÕiÊ>ÞÕ`Ê>ÊÀiÃÛiÀÊVÀiiÃÊ«>Ã>iÃÊÞÊÌÀÃÊÕVÃÊ
delitos, particularmente en el medio rural, donde las autoridades
ÊVÌ>L>ÊÊVÊiÊ«iÀÃ>ÊÊVÊÃÊi`ÃÊÃÕwViÌiÃÊ«>À>Ê
llevar a cabo las averiguaciones, pero donde el chisme era una
práctica muy extendida.
ÊµÕiÊiÊÃÊ`VÕiÌÃÊ>«>ÀiViÊVÊº>ÊÛâÊ«ÖLV>»35 se
VÃÌÌÕ>ÊìÊÃÊ>LÌ>ÌiÃÊìÊ>Ê«L>V]Ê«ÀÊÊ}iiÀ>Êp«iÀÊ
33
Ê>À>Ê L>]Ê º1>Ê ÃVi`>`Ê ÕÀL>>ÊÌÕÀLÕiÌ>°ÊLÀiÃÊÞÊÕiÀiÃÊ
violentos a través de la prensa montevideana y bonoaerense. 1870-1910”, en
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/¯ÓääÇÉ*iV>¯Óä/¯ÓääÇ¯Óä>À>°«`v°
34
Twiggy Malena Ortegón, “Enredos, chismes y camarillas”, Maguaré,
Universidad Nacional de Colombia, Colombia, n. 15-16, 2002, p. 69-70.
35
Ê>ÊÛâÊ«ÖLV>ÊiÊÕiÃÌÀÊ«iÀ`ÊìÊiÃÌÕ`ÊÛi`À>Ê>ÊÃiÀÊiÊiµÕÛ>i-
ÌiÊìÊÊµÕiÊ«>À>Ê>Êj«V>ÊV>ÊÀ>`>ÊÕiÀÀiÀÊìÌwV>ÊVÊºÛiV`>`Ê
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no solamente— los vecinos más cercanos al lugar de los hechos.

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congéneres y escuchaban e intercambiaban noticias, algunas con-
ViÀiÌiÃÊ>ÊÃÊ>ÀiÃÊÞÊìÃ>ÀiÃÊ«À«ÃÊÞÊ>iÃ°36 Asimis-
mo, la rutina diaria ocasionaba que cualquier acontecimiento
vÕiÀ>ÊìÊÊVÖÊìÃ«iÀÌ>À>ÊiÊÌiÀjÃÊìÊ>ÊVÕ`>`]Ê?ÝiÊ
si resultaba escandaloso.
El hermano y la esposa de Marcelino Chica, asesinado en
1917 en Villa de Cuitzeo, manifestaron sus sospechas de que el
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el pozo [....] y que agarrando el pleito lo mató”. 37 En ocasiones,
los vecinos —y sobre toda las vecinas— aportaban elementos
importantes para proceder a la detención de un homicida, se
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brieran parte de la labor de investigación, pues con base en ru-
ÀiÃÊÞÊiÊiÊVViÌÊ«ÖLVÊ«`>ÊìVÀÊµÕjÊ>L>Ê
rondando el lugar donde se cometió un crimen, con quién
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iÊVÀiiÃÊ`ÛiÀÃÃ°Ê6j>ÃiÊ,LiÀÌÊÀ>`>ÊÕiÀÀiÀ]ÊºÃiÝÕ>`>`]Ê
derechos naturales y cultura popular. 1790-1820”, La Ventana. Revista de Es-
tudios de Género]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>]ÊjÝV]Ê°Ê£x]ÊÕÊìÊÓääÓ]Ê
p. 269-272.
36
Estudios sociológicos y psicológicos han destacado el porqué de la gran
«ÀiÃiV>ÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊVÊ`vÕÃÀ>ÃÊìÊÀÕÀiÃ°Ê-i}ÖÊiÃÌÃÊÌÀ>L>Ã]Ê
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Malena Ortegón, “Enredos, chismes...”, p. 71.
37
Êº
ÌÀ>ÊÕ>Ê>âÊ«ÀÊiÊV`ÊìÊ>ÀViÊ
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AHPJM, 1º Penal, leg. 4, exp. 181.


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ÕÃÌV>]Ê«ÀµÕiÊiÊ«ÀViÃÊÃiÊ«`>Ê>}â>ÀÊ]ÊiÊÃÕÊìviVÌ]ÊiÌÀ-
pecer. No obstante, ante la falta de pruebas o de testigos directos,
ÃÊ ÀÕÀiÃÊ ÞÊ >Ê ÛâÊ «ÖLV>Ê ÃiÊ levantaron como un garante
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En la causa anteriormente citada de Juana Carrillo, unas
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µÕiÊiÊvÀ>ÀÊÊµÕiÊÃÕVi`>ÊiÊ«ìÀÊµÕiÊVÀÀiÀ>Ê«>À>Ê
detener al hombre llamado Clemente, quien acababa de salir del
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a la occisa, por lo que procedió a detenerla, lo cual hizo a dos
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un enorme peso ante la falta de diligencia del presidente muni-
cipal para dirigir las investigaciones. Es interesante observar,
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dichos testimonios tuvieron gran repercusión en la sentencia
iÌ`>Ê«ÀÊiÊÕiâ°
Al parecer, los rumores que corrieron entre las personas que
se aglomeraron afuera de la vecindad tan pronto como estalló la
À>ÊiÌÀiÊ>ÃÊ`ÃÊ«V>`>ÃÊìÀÊ«ÀÊÃiÌ>`ÊµÕiÊÕ>>ÊiÀ>Ê
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hecho, en ese mismo instante Juana Carrillo fue condenada y
hallada culpable por la comunidad. Sin embargo, esa misma “voz
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detenida cuando la madre —ciega— de la Venada la acusó de ser
cómplice de Juana y después excarcelada cuando las vecinas
VÛiViÀÊ>ÊÕiâÊìÊµÕiÊi>ÊÊÌi>Ê>`>ÊµÕiÊÛiÀÊVÊÃÊ
iVÃÊÞÊÃÊ>L>ÊiÃÌ>`ÊVÕÀÃi>`Ê«ÀÊÃÊ>Àiì`ÀiÃÊìÊ
lugar crimen como muchas otras personas.38
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iÀiÃÊiÊÃÊ«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃÊVÊ«>ÀÌiÊìÊ>ÊºÛâÊ«ÖLV>»Ê
tuvo sus matices, ya que no todas estuvieron dispuestas a decla-
À>ÀÊ>ÌiÊÕÊÌÀLÕ>ÊìÊÕÃÌV>°Ê ÃÌÊvÕiÊ«>ÀÌVÕ>ÀiÌiÊÌÀÊ
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>V>ÊÃÊ«ìÀiÃÊ«ÖLVÃÊÞÊ>ÃÊ>ÕÌÀ`>ìÃÊ«V>V>Ã]ÊLÕÃV>L>Ê
evitar en la medida de lo posible cualquier intervención en los
«ÀViÃÃÊÕ`V>iÃ]Ê>ÊiÃ]ÊV>À]ÊµÕiÊ>ÊÛVÌ>ÊvÕiÀ>ÊÕ>ÊV-
«>iÀ>ÊìÊwV°Ê/>ÊvÕiÊiÊV>ÃÊìÊ>À>Êâ?iâ]Ê>Ê6i>`>]Ê
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en contra de Juana Carrillo, asegurando que ésta siempre moles-
Ì>L>ÊiÊÃÕÌ>L>Ê>ÊÃÕÊ>}>]ÊµÕi]ÊÃi}ÖÊi>Ã]ÊÃi«ÀiÊLÃiÀÛÊ
una actitud digna y nunca respondió a las agresiones. En con-
traste, la matrona y las prostitutas del burdel de Coalcomán don-
ìÊÌÀ>L>>L>Ê>ÊÛiVÌ>Ê>À>Ê/À`>`Ê ?«iÃÊÃiÊÃÌÀ>ÀÊ
reacias a colaborar en la averiguación, llegando incluso a con-
tradecir los dichos de otros declarantes.
Lo mismo se observó en la causa instruida en 1917 por la muerte
Antonio F. Gasca, fabricante de zapatos originario de León, quien
apareció muerto en las inmediaciones del Paseo de San Pedro
—actual Bosque Cuauhtémoc— en la ciudad de Morelia. Las con-
diciones del cadáver, el cual fue encontrado desnudo y con graves
Ãi>iÃÊìÊ>ÌÀ>ÌÊÞÊiÃÌÀ>}Õ>iÌ]ÊViÀÊÃÃ«iV>ÀÊ>Ê>Ê
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LÕÀìiÃÊìÊ>Êâ>]Ê«ÀÊÊµÕiÊÌiÀÀ}>ÀÊ>ÊÕV>ÃÊÕiÀiÃÊ
«ÖLV>ÃÊÞÊ>ÊÛ>ÀÃÊÛiVÃ°Ê>ÃÊ«ÀÃÌÌÕÌ>ÃÊvÕiÀ]ÊiÊiÊiÀÊìÊ
los casos, poco colaborativas.39 Al ser ellas mismas parte del sector
38
“Contra Juana Carrillo por homicidio...”.
39
“Averiguación del homicidio de Antonio F. Gasca”, Morelia, 1917, AHPJM,
1° Penal, leg. 4, exp. 239.


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Reflexiones finales
Desde el punto de vista transmitido por las ideas criminológicas

prevalecientes en México durante las primeras dos décadas del
siglo XX, los delitos violentos —sobre todo los que involucraban
el derramamiento de sangre— se relacionaban particularmente
VÊÃÊÃiVÌÀiÃÊ««Õ>ÀiÃÊìÊ>ÊÃVi`>`°Ê*>À>Ê>}ÕÃÊÕÀÃÌ>ÃÊ
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Ã>ÊÛÕVÀ>ÀÃiÊiÊÃÊìÌÃÊVÌÀ>Ê>ÃÊ«iÀÃ>ÃÊpiÃiÃ]Ê}-
pes o heridas— por los motivos más insubstanciales.40 En los
homicidios, dos desencadenantes habituales eran los celos o el
despecho, los cuales eran producto de emociones desenfrenadas,
Ã>ÃÊµÕiÊiÀ>ÊLiÌÊìÊìÃ>«ÀL>VÊ«ÀµÕiÊiÕ`>ÊiÊV-
trol y la continencia que, desde un plano ideal, se deseaba en el
comportamiento de los individuos para lograr una sana conviven-
cia social. No obstante, en la práctica cotidiana el atentar contra
la vida de otros o de uno mismo en nombre del amor o el desamor
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todo, al menos en lo que respecta al caso michoacano, quienes
pertenecieron a los sectores menos privilegiados estaban más
expuestos a acabar enfrentando un proceso penal.
>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊÃiÊÛi>ÊÛÕVÀ>`>ÃÊiÊÃÊVÀiiÃÊ«>-
sionales, ya fuera como perpetradoras o instigadoras de los mis-
Ã]ÊvÀ>L>Ê«>ÀÌiÊìÊ`VÃÊ}ÀÕ«ÃÊÃV>iÃÊÞÊiÀ>ÊLiÌÊìÊ
Õ>Ê`LiÊÃ>V\Ê>ÊÀ>ÊÞÊ>Ê«i>°Ê ÃÌÊVÕÀÀ>ÊìL`ÊÊ
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LÀiÃ]ÊÃÊÌ>LjÊ>ÊµÕiÊ`V>ÃÊÕiÀiÃÊÌÀ>Ã}Ài`>Ê>ÃÊÀ-
mas conductivas propias de su sexo, por un lado, al apegarse a
Õ>ÊvÀ>ÊìÊÛ`>ÊµÕiÊ«ÀÛi}>L>Ê>ÃÊÀi>ViÃÊVÌ>ÃÊ«ÀÊ
40
Pablo Piccato, Ciudad de sospechosos…, p. 144.


encima del ideal de la familia institucional y, por el otro, al per-

mitirse el dominio de sus emociones y llevar sus celos, despecho
ÞÊìÃiÃÊìÊÛi}>â>Ê>ÃÌ>ÊÃÕÃÊÖÌ>ÃÊVÃiVÕiV>Ã°ÊÕÀ>ÌiÊ
las primeras décadas del siglo XX, en Michoacán los homicidios
«>Ã>iÃÊÃiÊÃÕ>ÀÊ>ÊÕÊVÀiiÌÊÌÀÊiÊiÊÖiÀÊìÊ
delitos de sangre, el cual se vio favorecido por el estallido de la
Revolución y el consecuente incremento generalizado de la vio-
iV>]ÊÞ>ÊìÊ«ÀÊÃÊiÛìÌiÊiÊ>ÊÛ`>ÊVÌ`>>]ÊÃLÀiÊÌ`ÊìÊ
ámbito rural.
ÊiÃiÊVÌiÝÌ]Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊViÌ>Ê>VÌÃÊìVÌÛÃÊ
y habitaban en pueblos y villas tales como Los Reyes, Coalco-
mán o Huandacareo se enfrentaban a una administración de
ÕÃÌV>ÊìwViÌi]Ê«ÀiÕVÃ>ÊÞÊ`ÃVÀiV>]ÊiÊ>ÊVÕ>ÊÕV>ÃÊ
veces pesaban más las concepciones de género que el conoci-
iÌÊìÊ>ÀVÊÕÀ`V°Ê-Ê>ÊVÀ>â>VÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ
independientemente de su grado de participación en un homi-
V`ÊÃÕVi`>ÊÌ>LjÊiÊ>ÊV>«Ì>ÊìÊiÃÌ>`ÊÞÊiÊÌÀ>ÃÊVÕ`>-
ìÃÊ VÊ 1ÀÕ>«>Ê Ê <>À>]Ê vÕiÊ Ì`>Û>Ê ?ÃÊ ÌÀ>Ê iÊ iÊ
medio rural. En dicha criminalización, e incluso en el desarro-
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Ìi>Ê«Ài«ìÀ>V>Ê>ÊºÛâÊ«ÖLV>»]ÊµÕiÊi`>ÌiÊÀÕÀiÃÊ
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>ÃÊ«iÀÃ>Ã°Ê>ÃÊ«À«>ÃÊÕiÀiÃÊÌi>ÊÕ>ÊìÃÌ>V>`>Ê«>ÀÌ-
cipación como parte de esa voz actuando como denunciantes,
testigos o simples opinantes.
ÃÌiÊÌiÝÌÊLÕÃVÊìÃÌ>V>ÀÊ«ÀiVÃ>iÌiÊiÊ«>«iÊìÊ>ÃÊÕi-
ÀiÃÊVÊiiVÕÌÀ>ÃÊìÊÕÊV`Ê«>Ã>]ÊVÊÃÕ«ÕiÃÌ>ÃÊ
“cómplices” dados los sentimientos que despertaron en dos va-
ÀiÃÊµÕiÊÃiÊÛiÀÊivÀiÌ>`ÃÊÞ]Ê«ÀÊÖÌ]ÊVÊ«ÀÌÀ>ÃÊ
de rumores y delaciones que llevaron a otras a la cárcel. Creo que
ÃÊiÝ«iìÌiÃÊÕ`V>iÃÊìÃÛi>ÊìÊvÀ>Êvi>ViÌiÊiÃÌ>ÃÊÌÀiÃÊ
i>ÃÊìÊ«>ÀÌV«>VÊvii>ÊiÊÌÀÊ>ÊVÀi]ÊÃÌÀ>`Ê
experiencias cotidianas y prácticas sociales colectivas sobre las
µÕiÊ>ÖÊµÕi`>ÊÕVÊ«ÀÊìÃiÌÀ>>À°


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ViÌÀÊVVìÌiÊìÊjÝVÊ«ÀwÀ>»]ÊiÊ
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“DIGNA FLOR DEL VICIO”
EL CASO DE MARÍA ELENA BLANCO
ELISA SPECKMAN GUERRA

El 21 de mayo de 1936, el cuerpo de un hombre fue encontrado

iÊÕÊ«>À>iÊÃÌ>ÀÊìÊ>ÊV>ÀÀiÌiÀ>ÊÛi>ÊµÕiÊVÕV>L>Ê>Ê>Ê
ciudad de México con Texcoco, una población ubicada en el
ÃÌ>`ÊìÊjÝV°Ê ÊVVÃÊvÕiÊìÌwV>`Ê}À>V>ÃÊ>ÊÃÕÃÊVÀiì-
V>iÃ°Ê-iÊÌÀ>Ì>L>ÊìÊÀ>VÃVÊ>ÛiÀÊ-Û>]ÊÞiÀÊÞÊVÀÀi`ÀÊìÊ
Û>ÀiÃÊìÊxäÊ>ÃÊìÊi`>`°Ê Ê>>â}ÊìÊÃÕÊVÕiÀ«ÊVV`Ê
con la denuncia de su desaparición. Horas antes, sus amigos
>L>Ê>VÕ``Ê>Ê>Ê«V>ÊÃi>>`ÊµÕiÊÊÃiÊ>L>Ê«ÀiÃi-
tado a un desayuno y que, de acuerdo con su empleada domés-
ÌV>]ÊÊ>L>Ê`À`ÊiÊÃÕÊV>Ã>]Ê>ÕµÕiÊ>ÊViÊ>ÌiÀÀÊiÃÊ
Ê>L>Êì>`ÊiÊ>Ê«ÕiÀÌ>ÊìÊjÃÌ>°Ê,i>Ì>ÀÊµÕiÊÀ>VÃVÊ
iÃÌ>L>ÊÃi`ÊV>Ì>i>`Ê«ÀÊÃÕÊiÝ>>Ìi]Ê>À>Ê i>Ê >-
V]ÊµÕiÊvÕiÊ>«Àii``>Ê`>ÃÊ?ÃÊÌ>ÀìÊiÊV«>>ÊìÊÃÕÊ
supuesto cómplice, Gonzalo Ortiz Ordaz. Ambos fueron proce-
sados por homicidio, entre otros delitos.
Los pormenores de la investigación policial, de la captura y
ìÊ>ÃÊìV>À>ViÃÊìÊÃÊVÕ«>`Ã]Ê>ÃÊVÊìÊ«ÀViì-
ÌÊÕ`V>ÊÞÊìÊ>ÊÃÕiÀÌiÊìÊÃÊVì>`Ã]ÊvÕiÀÊ>«>iÌiÊ
difundidos por los periódicos más importantes de la ciudad de
México. De hecho, en la década de 1930 pocos criminales gene-
À>ÀÊÌ>Ì>Ê>ÌiVÊÞÊ>>`ÛiÀÃÊVÊ>À>Ê i>Ê >VÊ
y Gonzalo Ortiz Ordaz, especialmente ella, quien, como se verá
?ÃÊ>ì>Ìi]ÊÀ«>Ê>ÃÊ«>ÕÌ>ÃÊìÊV`ÕVÌ>ÊiÃ«iÀ>`>ÃÊiÊÕ>Ê
ÕiÀ\ÊiÀ>Ê>LVÃ>]Ê>`ÖÌiÀ>]Êwi]ÊVµÕiÌ>]ÊÛ>`Ã>]ÊÌiÀi-
sada y mala madre, lo que la llevó a ser repudiada. Sin embargo,


372 ELISA SPECKMAN GUERRA
i>ÊìÃ«iÀÌ>L>ÊiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊVÕÀÃ`>`ÊÊºÀLÃ`>`»1 y en
los hombres cierta fascinación.
Por lo anterior, los periódicos condenaron a los dos amantes
antes de que éstos fueran sentenciados por el tribunal. Segura-
mente su opinión moldeó la de la comunidad, pues durante la
reconstrucción de los hechos los capitalinos que se aglutinaron
en las afueras de la escena del crimen pidieron entre abucheos
µÕiÊ>À>Ê i>Ê >VÊÞÊâ>Ê"ÀÌâÊ"À`>âÊvÕiÀ>Ê>ÀV>`Ã°
No pueden conocerse con certeza los factores que pesaron en
>ÃÊìVÃiÃÊìÊÃÊÕiViÃ]Ê«ÀÊÊµÕiÊÀiÃÕÌ>Ê`vVÊiÃÌ>LiViÀÊ
en qué medida la opinión de los periódicos o la presión de la
VÕ`>`ÊyÕÞiÀÊiÊ>ÊÃiÌiV>ÊÕ`V>]Ê«iÀÊÃÊ«Õi`Ê>wÀ-
>ÀÊµÕiÊ>ÊVì>ÊìÊ`VÃÊÕiViÃÊvÕiÊ}Õ>ÊìÊÃiÛiÀ>ÊµÕiÊ>Ê
ìÊÃÊ«iÀ`ÃÌ>Ã°Ê*>À>ÊiÌViÃ]ÊiÊÕVÊ«ÀÊÕÀ>`ÊÃiÊ>L>Ê
suprimido y los delitos más penados eran procesados por Cortes
*i>iÃ]ÊµÕiÊiÀ>ÊÌÀLÕ>iÃÊVi}>`ÃÊÌi}À>`ÃÊ«ÀÊÌÀiÃÊÕiViÃÊ
«ÀviÃ>iÃ]ÊµÕiiÃÊVÌ>L>ÊVÊÌÌÕÊìÊ>L}>V>ÊÞÊiÝ«i-
riencia previa.2Ê>À>Ê i>Ê >VÊvÕiÊ«ÀViÃ>`>Ê«ÀÊ>Ê-iÝÌ>Ê

ÀÌiÊ*i>°ÊÃÊÕiViÃÊµÕiÊ>ÊÌi}À>L>Ê`VÌ>ÀÊ«À?VÌV>i-
ÌiÊiÊ?ÝÊìÊ>ÃÊìÊ«ÀÃÊ«iÀÌ`ÃÊ«ÀÊiÊ
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iÊiÃ>ÊviV>\ÊÎäÊ>Ã°Ê
-i}ÖÊ Ê iÃÌ>LiV`Ê iÊ >Ê iÞ]Ê >À>Ê i>Ê >VÊ ìL>Ê
VÕ«ÀÊÃÕÊVì>ÊiÊ>ÃÊÃ>ÃÊ>À>Ã°Ê-LÀ>ÊìVÀÊµÕiÊ>Ê«Ài-
sa no se sorprendió cuando ella fue trasladada ni mucho menos
se conmovió cuando Gonzalo Ortiz fue asesinado dentro de la
«iÌiV>À>°
ÊiÃÌiÊÌÀ>L>ÊiÃÌÕ`>ÀjÊiÊV>ÃÊViÌÀ?ìÊiÊ>Êw}ÕÀ>ÊìÊ
>À>Ê i>Ê >V°Ê*>À>Êi]ÊVÃìÀ>ÀjÊiÊÃi}ÕiÌÊµÕiÊiÊ
dieron los periódicos —consulté Excélsior y La Prensa, además
de los suplementos El Universal Gráfico y Magazine de Policía— y
ExcélsiorÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊ>ÊÀLÃ`>`ÊÛ>Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>VÕ`>Ê
1
a conocer a la procesada durante las diligencias realizadas en el tribunal. Véa-

ÃiÊº ÊvÕiÊV>Ài>`>Ê>ÊÃiÃÌÀ>Ê>À>Ê i>»]ÊExcélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÊìÊÕÊ
de 1936, 2a. sección, p. 8.
2
Uno de ellos, por turno, se encargaba de la parte inicial —o etapa de la
averiguación—, en la que la acusación y la defensa aportaban pruebas. Los tres
>VÕ`>Ê>Ê>Ê>ÕìV>°Ê ÊÕiâÊµÕiÊÃiÊ>L>ÊiV>À}>`ÊìÊ>ÊÃÌÀÕVVÊ«Ài-
sentaba un proyecto de sentencia, el cual se votaba.


“DIGNA FLOR DEL VICIO” 373
la actuacióÊìÊ>Ê«V>ÊÞÊìÊÃÊÕiViÃÊpÕÌVjÊiÊiÝ«iìÌiÊ
«V>ÊÞÊiÊV>ÀVi>ÀÊ>ÃÊVÊ>}ÕÃÊiÝ«iìÌiÃÊÕ`V>iÃ]Ê
pues, si bien no cuento con el proceso de primera instancia,
tuve acceso a la apelación del auto de formal prisión revisado
«ÀÊ iÊ /ÀLÕ>Ê -Õ«iÀÀÊ ìÊ ÕÃÌV>Ê ÞÊ >Ê ÕÊ ÕVÊ ìÊ >«>ÀÊ
promovido ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.

ÃìÀÊµÕiÊiÊ>?ÃÃÊìÊV>ÃÊìÊ>À>Ê i>Ê >VÊÀiÃÕ-
Ì>ÊÀiiÛ>ÌiÊ«>À>Ê>ÊÃÌÀ>ÊìÊ>ÊÕÃÌV>ÊÞÊ«iÀÌiÊVViÀÊ>Ã«iV-
tos interesantes de la sociedad y de la cultura del México posrevo-
ÕV>À°Ê Ê«ÀiÀÊÕ}>À]ÊÕiÃÌÀ>Ê>Ê«ÀÌ>V>ÊìÊ>ÊÌ>ÊÀ>Ê
en la sociedad, su influencia en la opinión de los capitalinos —es-
«iVwV>iÌiÊiÊ>ÊVvÀ>VÊìÊ>Ê>}iÊìÊÃÊìVÕi-
tes— y la existencia de una estrecha vinculación entre los agentes
de investigación y los reporteros del crimen. En segundo lugar,
LÀ`>Ê>Ê«ÃL`>`ÊìÊVViÀÊ«ÀiÕVÃ]ÊiÃÌiÀiÌ«ÃÊÞÊÌiÀiÃÊ
presentes en la comunidad, pues las opiniones y los imaginarios
sobre la delincuente remiten a ellos y se alimentan de los mismos.
*ÀÊÖÌ]Ê«iÀÌiÊVÕiÃÌ>ÀÊiÊ«>VÌÊìÊ>Ê«Ê«ÖLV>ÊÞÊ
>Ê«ÀiÃÊìÊ>ÊÃVi`>`ÊiÊ>ÃÊìVÃiÃÊÕ`V>iÃÊ>ÃÊVÊii-
«wV>ÀÊiÊvÕV>iÌÊìÊ>ÊÕÃÌV>Ê«i>ÊiÊiÃÃÊ>ÃÊÞÊÃÊ
problemas que se presentaban en su impartición.
En relación con lo anterior, me interesa reflexionar sobre la
ÕÃÌV>]Ê>Ê«ÀiÃ>ÊÞÊ>ÊÃVi`>`ÊiÊiÊjÝVÊìÊ>ÃÊ`jV>`>ÃÊìÊ
£ÎäÊÞÊ£{äÊ>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊV>ÃÊìÊ>À>Ê i>Ê >V]ÊµÕiÊvÕiÊ
una de las homicidas más célebres del México posrevolucionario,
>Ê>ÃiÃ>Ê«ÀÊ>LVÊ?ÃÊÃi`ÕVÌÀ>ÊÞÊ}>ÀÃ>ÊÞÊ>ÊÖV>]Ê
entre otras asesinas igualmente seductoras y glamorosas, que no
mató por amor o desamor.
El crimen, los policías y los reporteros
ÃÊ>}iÌiÃÊìÊ>Ê«V>ÊÃiVÀiÌ>ÊiVÌÀ>ÀÊiÊVÕiÀ«ÊìÊÀ>-
cisco Javier Silva atado con alambres, severamente golpeado y,
por la dureza del suelo, enterrado sólo de forma parcial.3
3
Sobre las primeras averiguaciones, véanse “Horrible y cobarde asesina-
to”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÓÊìÊ>ÞÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£ÆÊºÊÀ>-


i`>Ì>iÌiÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>ÀÊiÊiÊÕ}>ÀÊ«V>ÃÊÞÊ«iÀ-
`ÃÌ>Ã]ÊÊVÕ>Ê`>ÊVÕiÌ>ÊìÊÃÕÊÛVÕ>VÊÞÊVÕÌ>Ê>VÌÕ>V°Ê

Õ>`ÊÃiÊ«ÀiÃiÌ>L>ÊÕÊVÀi]Ê>Êiv>ÌÕÀ>ÊìÊ«V>ÊÌwV>-
ba a los reporteros, quienes tomaban parte activa en la investi-
}>V]ÊV«>ÀÌ>ÊÃÕÃÊ«ÃÌ>ÃÊVÊ>Ê«V>ÊÞÊViÌ>L>ÊÃÊ
>>â}ÃÊìÊÃÊ>}iÌiÃ°Ê*>À>ÊiÃÌ>Êj«V>]ÊiÊÌÊÀÊìÊÃÊ«i-
À`VÃÊÃiÊ>L>ÊÌiÃwV>`°Ê-Ê`>ÀÃÊVÊExcélsior y El
Universal ì`V>L>ÊÛ>À>ÃÊ«?}>ÃÊ>ÊÃÊÀi«ÀÌ>iÃÊìÊ«V>]Ê
diarios como La Prensa o suplementos como Magazine de Policía
—revista suplemento de Excélsior— y El Universal Gráfico —su-
plemento vespertino de El UniversalpÊiÃÊì`V>L>Ê>ÖÊ?ÃÊ
iÃ«>VÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê£®°
Francisco Javier Silva gozaba de una buena situación econó-
V>°Ê-ÊiL>À}]ÊÊµÕi`>L>ÊV>ÀÊÃÊÃÕÊ>ÃiÃ>ÌÊÃiÊ>L>Ê
debido a un robo, pues los homicidas tomaron del cadáver dos
>ÃÊ«iÀÊì>ÀÊÕÊwÃÌÊÛ>ÃÊÞÊÀiÛÛiÀÊ>ÊÛÛi`>]Ê
posiblemente en busca de dinero o documentos, pero sólo se
iÛ>ÀÊÕ>Ê>âÕV>ÀiÀ>ÊÞÊÕÊÀi°4 Un reportero de El Universal
GráficoÊÃÕ}ÀÊµÕiÊ«`>ÊÌÀ>Ì>ÀÃiÊìÊº>ÃiÃÃÊ>ÊÃÕi`»ÊVÌÀ>-
Ì>`ÃÊ«ÀÊ>}ÕiÊµÕiÊµÕiÀ>Ê>ViÀÊìÃ>«>ÀiViÀÊ>ÊÞiÀ°5
Ê`>ÊÃ}ÕiÌi]ÊÃiÊÃÕ}ÀÊµÕiÊ«`>ÊÌÀ>Ì>ÀÃiÊìÊÕÊVÀiÊ
«>Ã>°Ê*>À>ÊiÌViÃ]ÊÌ`Ê>«ÕÌ>L>Ê>V>Ê>À>Ê i>Ê >-
co. Las acusaciones inicialmente formuladas por los amigos de
À>VÃVÊ>ÛiÀÊ-Û>ÊvÕiÀÊ«ÃÌiÀÀiÌiÊÀ>ÌwV>`>ÃÊÞÊ>-
«>`>ÃÊ«ÀÊÃÕÊi«i>`>Ê`jÃÌV>°Ê>ÊÕiÀÊ>ÀÀÊµÕiÊÕÊ`>Ê
su patrón instaló en su casa a la sospechosa, quien inmediata-
iÌiÊ>ÃÕÊiÊ«>«iÊìÊº>>ÊÞÊÃiÀ>»°Ê-i>ÊµÕiÊjÊ>Ê«Ài-
sentó a sus amigos y le obsequió “gran cantidad de ropa interior,
w>]ÊìÊÃi`>ÆÊÛiÃÌ`Ã]ÊÃLÀiÀÃ]ÊViÃ]Ê«iÀvÕiÃÊÞÊ>viÌiÃ»°Ê
iV>ÀÊµÕi]ÊÃÊiL>À}]ÊºÃÊµÕViÊ`>ÃÊ`ÕÀÊ>ÊÕ>ÊìÊi»]Ê
cisco Silva es secuestrado y muerto”, Excélsior, México, D. F., 22 de mayo de

£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°ÊÈÆÊÞÊº1ÊÀVÊVÃÃÌ>ÊµÕiÊvÕiÊÃiVÕiÃÌÀ>`ÊÞÊÕiÀÌ»]Ê
La Prensa, México, D. F., 22 de mayo de 1936, p. 1, 5.
4
ÊºÊ À>VÃVÊ -Û>°°°»]Ê «°Ê ÈÆÊ º1Ê ÀVÊ VÃÃÌ>°°°»]Ê «°Ê £]Ê xÆÊ ÞÊ º-iÊ
>V>À>À?ÊiÊVÀiÊìÊ/iÝVV°Ê>Ê«V>ÊÃiÊ>>ÊiÊ>Ê«ÃÌ>ÊìÊÃÊiVÃ»]ÊEl
Universal Gráfico, México, D. F., 22 de mayo de 1936, p. 3.
5
Idem.


«ÕiÃÊÕ>Ê>>>ÊÃÕÊ«>ÌÀÊiÊ«`Êi«>V>ÀÊ>ÊÀ«>ÊÕÃ>`>ÊìÊ>Ê
ÃiÀ>ÊpÊ>ÊÕiÛ>ÊÊÃÊÀi}>ÃpÊÞÊiÊÀìÊµÕiÊiÊ«ì-
À>ÊiÌÀ>À]Ê«ÀÊÊµÕiÊiÃ>ÊViÊi>ÊiÊi}ÊiÊ«>Ã°Ê>À>Ê i>Ê
Blanco regresó con Francisco Javier Silva, pero ambos volvieron
>Ê«ii>ÀÊVÕ>`ÊjÃÌiÊÃiÊiÌiÀÊµÕiÊÕÊLÀiÊ>L>Ê`Ê>ÊLÕÃ-
V>À>ÊiÊ`>ÊìÃ«ÕjÃÊìÊµÕiÊjÊiÊi}Ê>ÊiÌÀ>`>Ê>ÊÃÕÊV>Ã>°Ê>ÃÊ
cosas empeoraron cuando Silva se topó con el hombre en cues-
tión. En esa ocasión él la rechazó de nuevo. Ella desapareció por
un tiempo, pero se presentó la noche anterior al crimen, en la
que Silva la volvió a echar a la voz de “ésto no es un mesón”.6
ÃÊ«iÀ`VÃÊV«iÀ>ÀÊVÊ>Ê«V>Ê«>À>ÊV>â>ÀÊ>Ê>Ê
ÃÃ«iVÃ>Ê`vÕì`ÊÃÕÃÊ`>ÌÃÊÞÊÃÕÊvÌ}À>v>°Ê>À>Ê i>Ê
>VÊvÕiÊ>«Àii``>ÊiÊÕÊÌiÊìÊÕ>`>>>À>ÊiÊ£äÊìÊÕ]Ê
ÌÀiÃÊÃi>>ÃÊìÃ«ÕjÃÊìÊ>LiÀÃiÊViÌ`ÊiÊVÀi°Ê
«>ÀÌ>Ê
la habitación con Gonzalo Ortiz Ordaz —o Manuel Ordaz—, el
LÀiÊµÕiÊ>Ê>L>Ê`Ê>ÊLÕÃV>ÀÊ>Ê>ÊV>Ã>ÊìÊÀ>VÃVÊ>ÛiÀÊ
Silva.7ÊLÃÊvÕiÀÊV`ÕV`ÃÊ>Ê>Ê-iÝÌ>ÊÃ«iVVÊìÊ*V>Ê
ìÊ>ÊV>«Ì>ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>ÊÓ®°
Ê«ÖLVÊÀiVLÊÕ>Ê«ÀiÀ>ÊÌV>ÊiÊ£ÓÊìÊÕ\Êâ>-
Ê"ÀÌâÊ"À`>âÊ>L>ÊÀiÛi>`ÊiÊLÀiÊìÊÃÕÃÊV«ViÃ°Ê>Ê
difusión del hecho provocó una breve ruptura entre la prensa y
>Ê«V>]Ê«ÕiÃÊÃÊÃi}Õ`ÃÊVÀiÞiÀÊµÕiÊÃÊV«ViÃ]Ê>iÀÌ>-
`Ã]Ê«`À>ÊÕÀ°ÊiÊ>ÊµÕiÊ>Ê`>ÊÃ}ÕiÌiÊÃÊ>}iÌiÃÊÛiÃÌ-
gadores se negaran a hablar con los reporteros e incluso les pro-
hibieran entrevistar a los detenidos.8 A pesar de ello, El Universal
GráficoÊÃiÊÛ>>}À>L>ÊìÊ>LiÀÊ«ÕLV>`]Êº`>ÃÊ>ÌiÃÊµÕiÊVÕ>-
µÕiÀÊÌÀÊ«iÀ`V»]Ê>ÊÌV>ÊìÊµÕiÊ"À`>âÊº>L>ÊV>Ì>`»°9
6
Êº«>ÀiViÊ«V>`>ÊÕ>ÊÕiÀÊiÊ>ÊÕiÀÌiÊìÊÃiÀÊ°ÊÀ>VÃVÊ-Û>»]Ê
Excélsior, México, D. F., 23 de mayo de 1936, 2a. sección, p. 1, 6.
7
“Fueron capturados los asesinos de Silva. Son ellos un hombre y una
ÕiÀ»]ÊEl Universal Gráfico]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£äÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£]ÊÎ]ÊnÆÊº*À-
sión de los asesinos de Silva”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê££ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°Ê
ÃiVV]Ê«°ÊÈÆÊÞÊº6ÃÌi`ÊÃiÀ>ÃÊÀ«>ÃÊvÕiÀÊìÌi`ÃÊ>À>Ê i>ÊÞÊ"À`>â»]Ê
La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê££ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÓ]ÊxÈ°
8
“Ya confesó Ordaz. Tuvo cómplices al matar a Silva”, El Universal Grá-
fico]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÓÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£]ÊÎÆÊº-Ê>Ê>L>`ÊiÊ>Ì>`ÀÊìÊ
Silva”, El Universal Gráfico]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÎÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£]ÊÎ]Ê£°
9
Êº·+ÕjÊiÃÊÕÃÊ>}>>]ÊV«ViÊìÊ"°Ê"À`>â¶»] El Universal Gráfico,
jÝV]Ê°Ê°]Ê£ÈÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£]ÊÎ]Ê£°


Ê£xÊìÊÕ]Ê>À>Ê i>Ê >VÊ>`ÌÊÃÕÊÀi>VÊVÊ

el occiso, pero sostuvo que amaba a Gonzalo Ortiz Ordaz. Asi-
Ã]Êi}ÊÃÕÊ«>ÀÌV«>VÊÞÊ>ÊìÊiÃÌiÊÖÌÊiÊiÊV`\Ê
“La noche del crimen Gonzalo permaneció a mi lado y no nos
Ãi«>À>ÃÊÕÊÃÊiÌ°ÊuÀiÊÕÃÌi`ÊÃÊÊÊL>Ê>ÊÃ>LiÀtÊu Ê
ÕÊÃÊiÌÊÊ>L>`>ÀÊÃÊLÀ>âÃt»°ÊÊÀiÃ«iVÌ]ÊÕÊ
reportero de ExcélsiorÊiÃVÀLÊÊÃ}ÕiÌi\Êº9ÊVÌÖ>Ê>ÃÊ>Ê
ìviÃ>ÊìÊ>ÊiLÀ>Ê«>À>ÊiÊÃiÀÊµÕiÊ>`À>\Ê«iÀÛiÀÃÊÞÊ>ÃiÃÆÊ
pero, para ella, todo amor y pasión”.10
â>Ê"ÀÌâÊ"À`>âÊÊÃiÊµÕi`Ê>ÌÀ?Ã°ÊiV>ÀÊµÕiÊjÊ>L>Ê
`Ê >Ê }«i>ÀÊ >Ê À>VÃVÊ >ÛiÀÊ -Û>Ê iÌÀ>ÃÊ >À>Ê i>Ê
>VÊÃiÊÀi«>ÊiÊiÊÌiÊìÊÕ>ÊiviÀi`>`ÊiÊiÊ°Ê-i>-
ÊµÕiÊÊâÊ«ÀµÕiÊjÃÌiÊ>L>Êvi``Ê>ÊÃÕÊ>>`>ÊÞÊ«ÀµÕiÊ
iÃÌ>L>Ê``]Ê«ÕiÃÊÃ>L>ÊµÕiÊ>L>ÊÛÛ`ÊVÊi>°ÊÊµÕiÊjÊÞÊ
`ÃÊ>}ÃÊÃÕÞÃ]ÊÕÃÊ>}>>Ê6i>ÃVÊÞÊ$ÃV>ÀÊ >âiÌÊiÀÃ-
]ÊÃiÊÃÕLiÀÊ>Ê>ÕÌÊVÊ>ÊÛVÌ>]Ê>Ê>ÊµÕiÊ}«i>ÀÊi-
tras transitaban por la ciudad, tras lo cual regresaron al do-
micilio de ésta. Aseguró que para ese momento su anhelo de
Ûi}>â>ÊiÃÌ>L>ÊÃ>ÌÃviV]Ê«iÀÊÊ>ÃÊ>ÊV`V>ÊìÊÃÕÃÊV-
plices, quienes entraron a la casa en busca de valores. Al no
iVÌÀ>ÀÊ Ì>iÃ]Ê ÃÃÌÕÛ]Ê ÕÃÊ >}>>Ê 6i>ÃVÊ ÞÊ $ÃV>ÀÊ >âiÌÊ
Hermosillo lastimaron más a Francisco Javier Silva, a quien
ÛÛiÀÊ>ÊiÌiÀÊ>Ê>ÕÌÆÊÊÌi>Êi`ÊìÊiVÌÀ>ÀÃiÊVÊ>Ê
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10
“Pavoroso relato de la muerte de Silva”, Excélsior, México, D. F., 16 de
ÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£È°
11
Ibidem]Ê«°ÊÈÆÊº°Ê"ÀÌâÊ"À`>âÊVÕÀÀiÊiÊVÌÀ>`VViÃÆÊ°Ê i>Ê-
tenta en vano ocultar la verdad”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÇÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê
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en la comisión del crimen, mientras que los segundos analizaron
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“tonta, necia, ingenua e infantil” y que su esfuerzo por salvar a
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cada en el crimen.13
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Blanco si estaba al tanto de la confesión hecha por su amante, a
ÊµÕiÊi>ÊÀiÃ«`ÊµÕiÊÃ]ÊµÕiÊÃiÊ>L>ÊiÌiÀ>`Ê>ÊiiÀÊiÊ«iÀ-
dico Excélsior°ÊiÊÕiÛ]Ê>Ê«ÀiÃ>Êw}ÕÀ>ÊVÊÕÊ«ÀÌ>}ÃÌ>Ê
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en el crimen?”. No obstante, se mantuvo en lo dicho: ella no ha-
L>ÊiÃVÕV>`ÊµÕiÊâ>ÊÃiÊÕLiÀ>ÊiÛ>Ì>`ÊiÃ>ÊViÊÞÊµÕiÊ
hubiera abandonado el hotel.14
El segundo interrogatorio se realizó nuevamente en presencia
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el interrogatorio se realizó para la prensa, pues se vistió y se
maquilló para la ocasión. Esto es un indicio más de la importan-
cia de los periodistas en el transcurso de la investigación.
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ran 72 horas desde la aprehensión y cuando hubiera indicios
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responsabilidad del inculpado.15 Habiéndose pues violado lo pres-
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12
“G. Ortiz Ordaz incurre...”, p. 5.
13
Idem.
14
“Pavoroso relato de...”, p. 6.
15
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊ£ÊìÊ>ÊConstitución Política de los Estados Unidos
Mexicanos de 1917.


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caso.16Ê â>Ê "ÀÌâÊ "À`>âÊ vÕiÊ iÛ>`Ê >Ê >Ê «iÌiV>À>Ê ìÊ
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envió su declaración. De acuerdo con su versión de los hechos,
él fue citado para golpear a Francisco Javier Silva, pero no se
enteró que planeaban matar a éste sino hasta que ya estaba en el
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do éste suplicó por su vida ella se burló. Asimismo, culpó a los
otros de propinar el golpe fatal: una pedrada en la cabeza.17
ÌiÊiÃ>ÊìV>À>V]Ê>À>Ê i>Ê >VÊV>LÊ>ÊÃÕÞ>ÊÞÊ
apoyó lo dicho por Gonzalo Ortiz Ordaz. Sostuvo que cuando le
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LÕÃVÊ`ÃÊVÀ>iÃÊ«>À>ÊµÕiÊÊ>ÞÕ`>À>Ê>Ê}«i>ÀÊ>Ê>ÊÛVÌ>°Ê
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le pidió que le permitiera presenciar la golpiza para evitar que él
participara. Agregó que ambos trataron de evitar que Bazet y
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16
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es un ente imbécil o un asesino desalmado”, La Prensa, México, D. F., 17 de
ÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£Î°
17
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Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£nÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÓ]Ê°Ê
18
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Ó>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£ÆÊº/>LjÊ>À>Ê i>ÊVÌi«ÊiÊ>ÃiÃ>Ì»]ÊExcélsior,
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iÊVÕiÊìV>ÀÊ>À>Ê i>ÊÞÊ>VÕÃÊ>Ê>}>>ÊÞÊ >âiÌ»]ÊLa Prensa, México,
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ÊÕiâÊ`VÌÊiÊ>ÕÌÊìÊvÀ>Ê«ÀÃ°Ê>À>Ê i>Ê >VÊ

apeló pero su recurso no fue admitido.19 Ingresó a Lecumberri
>ÊwiÃÊìÊÕ°ÊÊi}>ÀÊ>ÊiÃ«iÀ>L>Êâ>Ê"ÀÌâÊ"À`>â]ÊµÕiÊ
la abrazó largamente.20
María Elena Blanco y los reporteros
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edad. Originaria de una familia humilde que emigró a los Esta-
dos Unidos, cursó la escuela primaria en Los Ángeles, donde
VÀiV°Ê-i}ÖÊÕÊÀi«ÀÌiÀÊìÊExcélsior, fue deportada a causa
de “su mala conducta”, ya que “cometió miles de escándalos
iÊ ÃÊV>L>ÀiÌÃÊÞÊÌÀ>L>ÊVÊL>>À>ÊiÊÕ>ÊV«>>ÊìÊ
espectáculos”.21
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->`>>ÊpÊiÃÖÃÊ->`Û>Àp]ÊVÊiÊµÕiÊÌÕÛÊÕ>Ê>]ÊÃ>ÊµÕiÊ
su suegra le quitó cuando se divorció. Se hizo amante de su chofer
y, después, del presidente municipal. Más tarde, se casó por segun-
`>ÊV>Ã]Ê>À>ÊVÊ,>v>iÊâ?iâ°ÊÊÀiÃ«iVÌ]Ê>À>Ê i>Ê
y amplió su sensacional declaración”, La Prensa, jÝV]Ê°Ê°]ÊÓäÊìÊÕÊìÊ

1936, p. 2, 5.
19
“Recurso de apelación interpuesto por los procesados Gonzalo Ortiz
"À`>âÊÞÊ Ã«iÀ>â>Ê>ÀV>Ê?ÀµÕiâ»]Ê£ÎÈ]ÊAGN, Tribunal Superior de Justicia,
V>>ÊÓ{Ç]ÊvÊ{Ç{{ÓÈ°
20
Êº>À>Ê i>Ê}ÀiÃÊ>ÊiÃVÕ>`ÀÊìÊ>ÊÕiÀÌiÊiÊ>Ê«iÌiV>À>»]Ê
Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓäÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£]ÊÖÌ>ÆÊº>À>Ê
Elena cree que muy pronto saldrá en libertad”, La Prensa, México, D. F., 21 de
ÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£n°Ê*>À>Ê>Ê>ÊìÊÀiÃ]ÊÛj>ÃiÊAHDF, Cárceles, Penitencia-
À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃÊ£Óäq£{]ÊV>>ÊÎ£Ó]Ê«>ÀÌ`>ÊÎÎÓÓ]Ê£nÊv°
21
Êº >âiÌÊìÃiÌiÊ>Ê>À>Ê i>»]ÊExcélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓnÊìÊÕÊ


Blanco comentó lo siguiente: “yo me aproveché de esa situación de

V>Ã>`>Ê«ÀµÕiÊiÀ>Ê>ÊÖV>Ê>iÀ>Ê«>À>Ê«ìÀÊÛiÀÊ>ÊÊ»°Ê6ÛÊ
con Rafael durante cuatro meses, pero el matrimonio duró nueve
`>Ã°ÊiÃ«ÕjÃ]ÊÃiÊÀivÕ}ÊiÊÕÊLÕÀì]Ê`ìÊi«iâÊ>ÊVÃÕÀÊ
marihuana.22 En esa época conoció a Gonzalo Ortiz Ordaz. Él le
`ÊµÕiÊiÀ>Ê}iiÀ]Ê«iÀÊiÀ>Ê>ÀVÛÃÌ>ÊìÊ>Ê iiwViV>Ê*Ö-
LV>ÊÞÊÀiVL>ÊÕÊÃ>>ÀÊL>°Ê-ÊiL>À}]Ê>À>Ê i>Ê >VÊ
aseguró: “De todos los hombres que me han querido, incluyendo a
mis dos esposos, a nadie quise como ahora a Gonzalo [...] Todos
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iÛ>L>]ÊiÊ>Êi``>ÊìÊÃÕÃÊ«ÃL`>ìÃ]ÊìÀ]Ê>>>Ã]ÊÀ«>ÊÞÊ
me trataban con todo cuidado, eran unos monigotes”.23
En otra entrevista, sostuvo que sus dos anteriores esposos
eran correctos, “pero mucho menos que Gonzalo, que además
ìÊÃiÀÊÌ`ÊÕÊV>L>iÀÊQiÀ>RÊÕÊLÀiÊVÕÌÊÞÊw»°Ê`ÌÊ
µÕiÊjÃÌiÊ>Ê>L>Ê}«i>`ÊÕV>ÃÊÛiViÃ]Ê«iÀÊÀiÌiÀÊµÕiÊºÊ
QµÕiÀ>RÊ?ÃÊµÕiÊ>ÊÃÊÌÀÃ»°24 Con todo, no aclaró por qué lo ha-
L>Êì>`Ê«ÀÊÀ>VÃVÊ>ÛiÀÊ -Û>°Ê *>À>Ê ÃÊ «iÀ`ÃÌ>ÃÊ Ê
>L>Ê`Õ`>\Ê«ÀÊìÀ°Ê-i}ÖÊEl Universal Gráfico]Êi>ÊÀiVÀÀ>Ê
la avenida Madero en busca de hombres que pudieran darle una
LÕi>Ê«ÃV°ÊÃÊV>âÊ>ÊÞiÀÊÞÊVÀÀi`À°ÊºÊÕâ}Ê-
bre adinerado” y con pretextos diferentes visitó su despacho,
`ìÊÃiÊ«ÀiÃiÌÊVÊÕ>ÊLÕi>ÊÕiÀÊ>L>`>`>Ê«ÀÊÃÕÊ
>À`°ÊÃÊViâÊ>ÊÀi>V°ÊiÊ>VÕiÀ`ÊVÊ>À>Ê i>Ê
Blanco, terminó con Gonzalo Ortiz Ordaz porque era muy celoso
ÞÊiÊ>V>ÊiÃVi>ÃÊ«ÀÊìÌ>iÃÊÃ}wV>ÌiÃ°Ê iÃ«ÕjÃÊ ìÊ ÕÊ
«iÌ]ÊÃiÊvÕiÊVÊiÀ>`Ê>À]ÊiÊ«À«iÌ>ÀÊìÊViÊ ÀÌ>]Ê
µÕiÊiÊ«ÕÃÊiÀÊV>Ã>°Ê-ÊiL>À}]ÊiÝÌÀ>>L>Ê>Ê"ÀÌâÊ"À`>â]Ê
por lo que regresó a su lado.25
22
Êº*ÀÃÊìÊÃ°°°»]Ê«°Ê£]ÊÈÆÊÞÊº Ã«iÀ>â>Ê>ÀV>ÊVÕiÌ>ÊÃÕÊ>}Ì>`>ÊÛ`>]Ê
pero nada dice de la muerte de Silva”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÎÊìÊÕÊìÊ
1936, 2a. sección, p. 6.
23
ÊºÃÊ >ÃiÃÃÊ ìÊ ÃiÀÊ °Ê °Ê -Û>Ê V>«ÌÕÀ>`Ã»]Ê El Universal Gráfico,
jÝV]Ê°Ê°]Ê£ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ên°
24
Êº Ã«iÀ>â>Ê>ÀV>ÊVÕiÌ>°°°»]Ê«°ÊÈ°
25
ÊºÃÊ>ÃiÃÃÊìÊÃiÀ°°°»]Ê«°Ên°


ÃÊ«ÕiÃ]Ê>À>Ê i>Ê >VÊÌÕÛÊÛ>ÀÃÊ>À`ÃÊÞÊ>>ÌiÃ°Ê

La revista Magazine de PolicíaÊ>wÀÊµÕiÊºQRÃÊLÀiÃÊ>ÊV>Ì>-
}>L>ÊiÌÀiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ«ÀÊ>ÃÊµÕiÊ>ViÊVÕ>µÕiÀÊÌÌiÀ>ÆÊ
>ÃÊÕiÀiÃÊ>ÊiÛ`>L>ÊÞÊ>ÊiVÌÀ>L>Ê«i}ÀÃ>ÊVÊÀÛ>»°26
Para dar cuenta de este encanto, Excélsior registró el testimonio
ìÊÕÊLÀiÊµÕiÊÃiÊ>L>Ê«ÀiÃiÌ>`ÊiÊ>Êiv>ÌÕÀ>ÊìÊ*V>Ê
«>À>ÊÀi>Ì>ÀÊÊÃ}ÕiÌi\Êº ÊiÊViÊÕ`>ÊVVÊ>ÊiÃ>ÊÕiÀÆÊ
ÃiÊiÊµÕi`ÊÀ>`Ê>À}ÊÌi«ÊÞÊiÊ`À}ÊÕ>ÊÃÀÃ>ÆÊìÃ-
de ese momento quedé prendado de ella, la esperé a la salida y
ÃÊvÕÃÊ>ÊVi>ÀÊÕÌÃ°Ê*ÀÊiÃ«>VÊìÊ?ÃÊìÊÕ>ÊÃi>>]Ê
VÊÃÊÕLiÀ>ÊÃ`ÊiLÀÕ>`]ÊÊ«ÕìÊ>«>ÀÌ>ÀiÊìÊi>]ÊiÃ-
clavizó mi voluntad y mi corazón”.27 El enamorado consideró que
>L>ÊÃ`ÊÕ>ÊvÀÌÕ>ÊiÊiVÊìÊµÕiÊi>ÊÃiÊÕLiÀ>Êº>ÃÌ>`»Ê
de sus amores.
Debido a lo anterior, los reporteros acostumbraban llamarla
vampiresa.28 El redactor de Magazine de Policía explicó el moti-
Û\Ê>À>Ê i>Ê >VÊºiÀ>Ê«i}ÀÃ>iÌiÊiÀÃ>»°29 Al cali-
wV>ÌÛÊìÊÛ>«ÀiÃ>ÊÃiÊÃÕ>ÀÊÌÀÃ°ÊEl Universal Gráfico la
llamó “aventurera por excelencia”.30 Excélsior la consideró pro-
ÛV>ÌÛ>ÊÞÊV>«>âÊìÊìÃ«iÀÌ>ÀÊ>ÃÊ?ÃÊ`>ÃÊ«>ÃiÃÆÊ>ÊÌ`Ê
ìÊºÃiÃÌÀ>»ÊÞÊìÊºÕiÀâÕi>»ÆÊÞÊ>ÊìÃVÀLÊVÊÕ>ÊÕiÀÊ
“fuerte a toda prueba, con el alma de acero y la sonrisa en los
26
Ê Ê
>ÀÀiÀ>]Êº>À>Ê i>Ê«À>ÊÕÊ«VÊìÊ>À»]ÊMagazine de
Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊI, n. 38, 18 de septiembre de 1939, p. 5-6.
27
“Por codicia mataron al Sr. Silva”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÓÊìÊÕÊ
ìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£]ÊÖÌ>°
28
Ê*>À>Ê ÌiiÀÊ ÕÊ ii«Ê ìÊ >ÃÊ Ì>ÃÊ «ÕLV>`>ÃÊ iÊ Excélsior, véanse:
º Ã«iÀ>â>Ê>ÀV>ÊVÕiÌ>°°°»]Ê«°ÊÈÆÊº1>ÊÀi«Õ}>ÌiÊiÃVi>ÊìÊÃÌiÀÃÊìÊ>Ê
vampiresa cómplice de Gonzalo Ordaz”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓ{ÊìÊÕÊ
ìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°ÊÈÆÊº>À>Ê i>ÊÃÀiÊ«>À>ÊÊÃâ>À»]ÊExcélsior,
jÝV]Ê°Ê°]Ê£ÊìÊviLÀiÀÊìÊ£În]Ê«°Ê£°Ê9Ê«>À>ÊÌiiÀÊÕÊii«ÊìÊ>ÃÊÌ>ÃÊ
publicadas en La Prensa]ÊÛj>Ãi\Êº ÊvÕiÊ>«>À>`>Ê>ÊÛ>«ÀiÃ>Ê>À>Ê i>»]Ê
La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÇÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£ÆÊº>À>Ê i>Ê >VÊ
acusada de adulterio”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÊìÊÛiLÀiÊìÊ£ÎÇ]Ê«°ÊÓÆÊ
“La vampiresa no se casará. Exige de su pretendiente pocho un imposible: que
la excarcele”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£În]Ê«°ÊÓÆÊÞÊºÊ?ÃÊ
florido del hampa penitenciaria en la próxima cuerda que saldrá pronto a las
Ã>ÃÊ>À>Ã»] La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÇÊìÊÕÊìÊ£Î]Ê«°ÊÈ°
29
Ê Ê
>ÀÀiÀ>]Êº>À>Ê i>Ê«À>°°°»]Ê«°ÊxÈ°
30
“Fueron capturados...”, p. 1, 3, 8.


labios”.31 Por su parte, La PrensaÊÃiÊÀiwÀÊ>Êi>ÊVÊºVV>»]Ê

ºìÃ>>`>»]ÊºVÀÕiÊÛiÀ`Õ}»]ÊºÕiÀÊv>Ì>»]ÊºÕÕÀÃ>ÊÌ}ÀiÃ>»]Ê
º`}>ÊyÀÊìÊÛV»ÊÞÊVÊÕ>ÊÕiÀÊº>Ê>ÊµÕiÊiÊv>Ì>Êì`ÃÊ
«>À>ÊVÌ>ÀÊ>ÊÃÕÃÊiÃ«ÃÃÊÞÊ>>ÌiÃ»ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Ê{®°32
>À>Ê i>Ê >VÊiV>À>L>Êv>Ì>Ã>ÃÊÞÊi`Ã°Ê Ê«À-
iÀÊÕ}>À]ÊiV>À>L>ÊiÊÌiÀÊ>Ê>ÊÌÀ>Ã}ÀiÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊÞ]Ê
en general, a la emancipación femenina.33 Como sostiene Mary
>ÞÊ6>Õ}>]Ê>Ê,iÛÕVÊÌÀ>ÊVÃ}ÊºÕ>ÊiLiÃÌ`>ÊVÌÀ>Ê
la moral victoriana y las reglas de represión sexual, y llevó a las
ÕiÀiÃÊ>ÊiÃ«>VÊ«ÖLVÊìÊvÀ>ÊÕV>Ê>ÌiÃÊÛÃÌ>»°34 Éstas
se incorporaban de forma creciente al mercado laboral y al pro-
fesional. Además de obreras, cocineras, empleadas domésticas o
>iÃÌÀ>Ã]Ê>À>ÊÌ>LjÊ>L>Êj`V>Ã]ÊìÌÃÌ>ÃÊÞÊ>L}>`>Ã°35
}Õ>ÃÊÕiÀiÃÊìÊÃÊ}ÀÕ«ÃÊ«ÀÛi}>`ÃÊÊi`ÃÊ>L>Ê
V>L>`ÊÃÕÊvÀ>ÊìÊÛiÃÌÀ]ÊìÊ«i>ÀÃiÊÞÊìÊ>µÕ>ÀÃiÆÊVÕ-
ÃÊ«`>ÊvÕ>À°ÊÃÃ]ÊLÕÃV>L>ÊÕiÛÃÊ«>ÌÀiÃÊiÊ>ÃÊ
31
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Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓ£ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°ÊxÆÊºÞÊÃiÀ?ÊiÊ
V>ÀiÊ >âiÌq>À>Ê i>»] Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÎäÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°Ê
ÃiVV]Ê«°Ê£ÆÊÞÊº Ã«iÀ>â>Ê>ÀV>ÊVÕiÌ>°°°»]Ê«°Ê£]ÊÈ°
32
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À«>Ã°°°»]Ê«°ÊÓ]ÊxÈÆÊÊº>À>Ê i>Ê >V]Ê>ÊÕÕÀÃ>ÊÌ}ÀiÃ>]ÊÃiÊV>ÃÊiÊ>ÃÊ
Ã>ÃÊ>À>Ã»]ÊLa Prensa, México, D. F., 12 de agosto de 1940, p. 4.
33
Como plantea Martha Santillán Esqueda, en las décadas de 1940 y 1950
autoridades y élites se enfrentaban a un reto: preservar valores morales, cos-
tumbres tradicionales y modelos de conducta, además de fomentar la acepta-
ción y adecuación a las nuevas exigencias económicas, los adelantos en la cien-
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Delincuencia femenina. Representación, prácticas y negociación judicial. Distri-
to Federal (1940-1954), tesis de doctorado en Historia, México, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2013, p. 40-52.
34
Mary Kay Vaughan, “Introducción”, en Gabriela Cano, Mary Kay
6>Õ}>ÊÞÊViÞÊ"VÌÌÊV«Ã°®]ÊGénero, poder y política en el México posre-
volucionario, México, Fondo de Cultura Económica/Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa, 2010, p. 45.
35
Susie S. Porter, “Espacios burocráticos, normas de femineidad e iden-
Ì`>`ÊìÊ>ÊV>ÃiÊi`>ÊiÊjÝVÊ`ÕÀ>ÌiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£Îä»]ÊiÊ>À>Ê/iÀiÃ>Ê
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>ÀiÊ,>ÃÊ ÃV>`ÊÞÊ-ÕÃiÊ-°Ê*ÀÌiÀÊVÀ`Ã°®]ÊOrden
social e identidad de género. México, siglos XIX y XX, México, Universidad de
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iÌÀÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ«iÀÀiÃÊiÊÌÀ«}>Ê
Social, 2006, p. 189-213. Para conocer las cifras que dan cuenta de esta incor-
poración, véase Martha Santillán Esqueda, Delincuencia femenina..., p. 43-44.


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iÃÌ>`ÃÊÞÊ>ÞÀÊ}Õ>`>`ÊiÊ>Êv>>Êp«ÀÊii«]ÊÃiÊV-
templó la igualdad de los cónyuges en la administración de los
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ÃÊ«À«ÃÊÃÊ>ÕÌÀâ>VÊìÊ>À`ÆÊ>ì?Ã]ÊÃiÊ`Ã«ÕÃÊÕ>Ê
igual penalización para el adulterio cometido por cónyuges y
se le dio el mismo peso como causa de separación—. Todo ello
µÕiÌ>L>Ê>Ê>ÊÃVi`>`]ÊµÕiÊÌi>Ê«ÀÊiÊvÕÌÕÀÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ
y de la familia. Por ello, se buscaba o reforzar el modelo tradi-
V>ÊìÊV`ÕVÌ>Ê>Ã}>`Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÊµÕiÊi>ÃÊ«iÀ>i-
cieran encerradas en el ámbito privado, dedicándose al hogar, el
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esperado.37
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violenta.38Ê*ÀÊii«]ÊiÊ£{ÓÊiÊVjiLÀiÊVÀ}ÊvÃÊ
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Õ>ÀÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊ>ÊVÀ>`>`Ê>L>ÊiÛÕV>`Ê
36
Adriana Zavala, “De Santa a india bonita. Género, raza y modernidad
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México, siglos XIX y XX]ÊjÝV]Ê1ÛiÀÃ`>`ÊìÊÕ>`>>>À>É
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}>ViÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ«iÀÀiÃÊiÊÌÀ«}>Ê-V>]ÊÓääÈ]Ê«°Ê£{Ê£nn°Ê*>À>Ê
conocer más sobre el tema durante la década de 1940, véase Martha Santillán
Esqueda, “El discurso tradicionalista sobre la maternidad. Excélsior y las ma-
`ÀiÃÊ«ÀwV>ÃÊ`ÕÀ>ÌiÊiÊ>Û>V>>VÃ»]ÊSecuencia. Revista de Historia y
Ciencias Sociales,ÊÃÌÌÕÌÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÀ°ÊÃjÊ>À>ÊÕÃÊÀ>]ÊjÝV]
n. 77, mayo-agosto de 2010, p. 90-110.
37
Incluso con quienes usaban vestidos sueltos y llevaban el pelo corto. Anne
,ÕLiÃÌi]Êº>Ê}ÕiÀÀ>ÊVÌÀ>Ê¼>ÃÊ«i>Ã½°Ê>ÃÊÕiÀiÃÊìÀ>ÃÊÞÊÃÕÃÊii-
migos. Ciudad de México, 1924”, en Gabriela Cano, Mary Kay Vaughan y Jo-
ViÞÊ"VÌÌÊV«Ã°®]ÊGénero, poder y política en el México posrevolucionario,
México, Fondo de Cultura Económica/Universidad Autónoma Metropolitana-
Iztapalapa, 2009, p. 91-126.
38
Ê ÃÌ>Ê«iÀVi«V]ÊVÊÃi>Ê*>LÊ*VV>Ì]ÊVÌÀ>ÃÌ>ÊVÊÃÊ`>ÌÃÊ
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Piccato, “Una perspectiva histórica de la delincuencia en la ciudad de México
del siglo XX»]ÊiÊÀÌÕÀÊÛ>À>`Êi`°®]ÊLa reforma de la justicia en México, Mé-
xico, El Colegio de México, 2008, p. 615-668.


ÞÊµÕiÊiÀ>ÊV>`>Ê`>Ê?ÃÊ«i}ÀÃ>ÊÞÊL?ÀL>À>]Ê«ÕiÃÊÃÊìVÕiÌiÃÊ
primitivos e improvisados estaban siendo reemplazados por ban-
das astutas, bien armadas y organizadas —gángsters.39
>ÊÛiV>ÊÃÀ«Ài`>Ê?ÃÊiÊiÊV>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃ°Ê>Ê
>L}>`>Ê>À>ÊìÊ>ÊÕâÊÀ>VÊÕâ?ÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊ>ÊVÀ-
nalidad femenina era generalmente rudimentaria y raramente
presentaba “manifestaciones sádicas”.40 Como lo muestra la his-
ÌÀ>`À>Ê>ÀÌ>Ê->Ì?]Ê>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊÛiÌ>ÃÊpV>wV>`>ÃÊ
por la prensa como “bravas hembras” o “hembras de pelo en
pecho”— se les consideraba masculinizadas y se cuestionaba su
femineidad.41

>LiÊ>>`ÀÊµÕiÊ>ÊÛiV>Êvii>ÊÃÀ«Ài`>Ê?ÃÊ>ÖÊÃÊ
el móvil no era la pasión. Un redactor de Magazine de Policía
iÝ«VÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊ}iiÀ>iÌiÊ>Ì>L>Ê«ÀÊiÃÌiÊÌÛ]Ê
Ãi`ÊºÕÊÌ>ÌÊiÝÌÀ>ÃÊiÊ>ÊÃÌÀ>ÊìÊìÌ»Ê>µÕjÃÊV>ÃÃÊ
en que una homicida actuaba “exclusivamente por el prurito de
«ÃiiÀÊÕÊV>Õ`>ÊV>«Ì>`Ê«ÀÊÃÕÃÊÃÊìÊÕiÀ]Ê«ÀiÃ>ÊìÊÕ>-
na vanidad”.42ÊÃÊVÀiiÃÊ«>Ã>iÃÊÃiÊiÝ«V>L>Ê>Ìiì`Ê
«ÀiVÃ>iÌiÊ>Ê>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊvii>ÃÊµÕiÊÃÊiÀ>Ê>Vi«Ì>-
das: la irracionalidad, el excesivo sentimentalismo, la debilidad
o la desesperación por la deshonra o el abandono. Entonces,
·VÊiÝ«V>ÀÊÃÊVÀiiÃÊµÕiÊi>ÃÊViÌ>Ê«ÀÊV`V>ÊÊ
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>LÀ>Ê>V>ÃÊiÝ«V>À>ÃÊVÊ>Ê>VVÊiÝÌÀi>ÊìÊ
ÕiÀiÃÊV`VÃ>ÃÊÞÊÃÕ«iÀyÕ>Ã°Ê
39
Alfonso Quiroz Cuarón, “La criminalidad evoluciona”, Criminalia. Re-
vista de Sociología Criminal, Academia Mexicana de Ciencias Penales, México,
>Ê IX, n. 3, 1942, p. 152-153. Para conocer más sobre esta idea, véase otro
ÌÀ>L>Ê«ÕLV>`Ê>ÃÊ?ÃÊÌ>Àì\Ê*>ÕÊ>VÀÀÊ >ÀÛ?iâ]Êº Ê>Ìi«ÀÞiV-
to de Código Penal para el Distrito y los Territorios Federales y para materia
federal. (Conferencias sustentadas en la Academia Mexicana de Jurisprudencia
ÞÊi}Ã>V]Ê>ÀâÊÞÊÛiLÀiÊìÊ£{®»]ÊjÝV]ÊV>ì>ÊiÝV>>ÊìÊ
Jurisprudencia y Legislación, 1950, p. 17-18.
40
Ê>À>ÊìÊ>ÊÕâÊÀ>VÊÕâ?]ÊCriminalidad femenina, tesis de licen-
ciatura en Derecho, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1954,
p. 17. La referencia fue tomada de Martha Santillán Esqueda, Delincuencia
femenina..., p. 56.
41
Ibidem, p. 78.
42
ÊÀ}iÌ>Ê-ÛiÀ]Êº*ÀÊµÕjÊ>Ì>Ê>ÃÊÕiÀiÃ°Ê>À>Ê i>Ê >V»]ÊMa-
gazine de Policía]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê>ÊVII, n. 374, 4 de marzo de 1946, p. 11-12.


"ÌÀÊ>ÃÕÌÊÀi>ÌÛÊ>Ê>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ«ÀiVÕ«>L>ÊiÊ>Êj«-
V>ÊiÀ>ÊÃÕÊÃÕ«ÕiÃÌ>Ê>LV]ÊÃÕÊvÀÛ`>`ÊÞÊÃÕÃÊ>Ã>ÃÊìÊÕ°Ê
Susie Porter estudia una manifestación de esta preocupación.
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«ÀÊiÃÌÀVÌ>ÊiViÃ`>`ÊÞÊµÕiÊiÊV>ÃiÃÊÊ>V>Ê«>À>ÊÃ>ÌÃ-
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ii«ÊìÊ`V>ÃÊ>wÀ>ViÃ]ÊÃiÊiVÕiÌÀ>ÊÕÊ>ÀÌVÕÊÀiÌ-
mado por la autora y publicado en el periódico El Nacional el 13
de agosto de 1934:
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`ÃÌ>Ã]ÊiÌV°]ÊµÕiÊÛ>Ê>ÊVLÀ>ÀÊÃÕÃÊVÕiÌ>Ã°Ê1ÊLÕiÊ«ÀViÌ>iÊ
de muchachas sólo necesitan del empleo para vestidos, adornos, y
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µÕiÊÛ>ÊìÊÀÊÌÕ>Ê>ÃÌ>ÊiÊ`À>`°
También se habló de otros dos riesgos que las empleadas

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iÀiÃÊ«`>Êi}>ÀÊ>ÊViÌiÀÊ>VViÃÊÀ>iÃÆÊ«ÀÊiÊÌÀ]Ê>Ê
independencia obtenida generaba problemas en el matrimonio.43
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ÞÊ>ÊÃÕÊV>«>V`>`ÊìÊVÃÌi>ÀÊÃÊLiÌÃÊ>i>`Ã°Ê-ÊLiÊiÊ
ÃiÊÌ>ÊiÊÛ>À>ÃÊ«iVÕ>ÃÊw>`>ÃÊiÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£{ä]ÊÊ>ÞÊ
iÀÊii«ÊµÕiÊÕ>Ê«iVÕ>Ê«ÃÌiÀÀ\ÊLa perversa, estrenada
iÊ£xÎÊÞÊ`À}`>Ê«ÀÊ
>Ê1ÀÕiÌ>°ÊV>Ê Ã>Ê}ÕÀÀi®]ÊÃÕÊ
protagonista, abandonó a su familia para instalarse en el depar-
Ì>iÌÊµÕiÊiÊvÀiVÊ ÀµÕiÊ
jÃ>ÀÊìÊ
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y se acostumbró a su nueva vida. Después de un tiempo, Enrique
>Ê>i>âÊVÊì>À>ÊÃÊi>ÊÊiÊVÕ«>ÊÃÕÊìÃi\Ê>ÌÀ>iÀÊ>Ê
À>Ê>Ê,Ã>Ê}ÕÀÀi®]Ê>ÊiÀ>>ÊìÊjÃÌ>]Ê«>À>ÊµÕiÊ>LÕ-
43
Susie S. Porter, “Espacios burocráticos…”, p. 200-207. La cita del perió-
dico se encuentra en la página 200.


Ã>À>ÊìÊi>°ÊV>Ê>VVi`ÊÞÊÃiÊVÛÀÌÊ>ÃÊiÊÕ>Ê`LiÊVÀ>]Ê
pues vendió la honra de Gloria y, debido al peso de su conciencia
y a las nuevas amenazas, asesinó a su amante.
Los mismos motivos pudieron haber servido para explicar las
>VViÃÊìÊ>À>Ê i>Ê >V°Ê ÊLÃÌ>Ìi]Ê>Ê`viÀiV>ÊìÊÊ
µÕiÊVÕÀÀ>ÊiÊiÊV>ÃÊìÊ>ÃÊÕiÀiÃÊµÕiÊ>Ì>L>Ê«ÀÊ«>Ã]Ê
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ÕÃÌwV>À°ÊÃ]Ê«>À>ÊiÝ}ÀÊµÕiÊ>ÃÊÕiÀiÃÊvÕiÀ>ÊÌÀ>Ì>`>ÃÊVÊ>Ê
misma severidad que los hombres y que se reinstaurara la pena
V>«Ì>]Ê>ÊVÕ>ÊÃÕ«ÕiÃÌ>iÌiÊÌ>LjÊìL>Ê>«V>ÀÃiÊ>Êi>Ã]ÊÕÊ
editorialista de ExcélsiorÊ>wÀÊÊÃ}ÕiÌi\Êº Ê>ÃÕÌÊÌiiÊ-
«ÀÌ>V>Ê«>À>Ê>ÊÀ>`>`Ê«ÖLV>]Ê«ÀµÕiÊìÕiÃÌÀ>Ê>ÃÌ>Ê
dónde la putrefacción ha invadido a algunos sectores”.44 En suma,
>À>Ê i>Ê >VÊiÀ>ÊÛÃÌ>ÊVÊÕ>ÊÕiÀÊvÀÛ>ÊÞÊÌÀ>Ã}Ài-
sora —prostituta, cabaretera, vampiresa— y quizá también como
una delincuente violenta y codiciosa. Por ello, el encono hacia
las transgresoras alcanzó en su caso mayores dimensiones.
ÃÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊ>ÊVÃìÀ>ÀÊVÕ«>LiÊìÃìÊiÊ`>ÊÃÊ
de su aprehensión. Recrearon un drama y presentaron una homi-
V`>°ÊÊ«ÀV«]Ê>À>Ê i>Ê >VÊVw>L>ÊiÊµÕiÊÃÕÊiV>-
ÌÊiÊ«iÀÌÀ>ÊÃi`ÕVÀÃÊÞ]Ê>ÊÌÀ>ÛjÃÊìÊiÃ]ÊÃi`ÕVÀÊ>ÊÃÊiVÌÀiÃ°Ê
Ãi}ÕÀÊµÕiÊ>ÊÃVi`>`ÊºÊiÊÃiÀ>Ê>`ÛiÀÃ>ÊVÕ>`ÊiiÀ}iÀ>Ê>Ê
ÛiÀ`>`ÊÞÊQ°°°RÊµÕiÊÃÊ«iÀ`VÃÊiÊ>À>ÊÕÃÌV>»°45 Sin embargo,
«VÊ>Ê«VÊÃiÊìÃi}>°Ê
ÊiÊÌi«ÊÃiÊi}Ê>ÊVViìÀÊi-
trevistas, pues “culpaba a los periodistas de todo el mal que iba a
caer sobre ella”.46Ê-iÊÃiÌ>ÊÌÀ>Ì>`>ÊÕÃÌ>iÌi°ÊiÊ>ÊµÕiÊ`-
rigiera a la periodista Magdalena Mondragón las siguientes pre-
}ÕÌ>Ã\Êº·*ÀÊµÕjÊiÊ`ViÊÛ>«ÀiÃ>¶Ê·+ÕjÊVÕ«>ÊÌi}ÊÞ¶»°47
44
“Editoriales breves...”, p. 5.
45
Êº-iÊ>Êi}>`Ê>ÊÀ>ÌwV>ÀÊÌ`ÊÊµÕiÊìV>À»] Excélsior, México, D. F.,
ÓÎÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£ÆÊº>À>Ê i>Ê >VÊÌiiÊ>À>ÊV>À?VÌiÀÊìÊ>VÌÀâ»]Ê
Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÎÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÈÆÊÞÊº>ÊÛ>«ÀiÃ>Êi}>ÊÌ`Ê
lo dicho”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÎÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ°
46
Êº>À>Ê i>Ê >VÊµÕiÀiÊÃiÀÊi>Ê>ÊÖV>ÊÃiÌiV>`>Ê«ÀÊ>ÊÕÃÌV>»]Ê
La Prensa, México, D. F., 27 de noviembre de 1937, p. 17.
47
Êº>À>Ê i>Ê >VÊiÃÊÕ>ÊÃÌjÀV>Ê«>Ã>»]ÊLa Prensa, México, D. F.,
4 de diciembre de 1938, p. 2.


/>«VÊÃÊiVÌÀiÃ]Ê>ÊVÕ`>`]ÊÃ«>Ìâ>ÀÊVÊ>À>Ê
Elena Blanco. Un episodio basta para mostrar que, en palabras
del redactor de Excélsior]Êº>Ê«ÕiL]Ê>ÊÛ>«ÀiÃ>ÊÞÊiÊÃÕiÌÊ
ese de las grandes patillas [Gonzalo Ortiz Ordaz] les [eran] pro-
fundamente antipáticos”. Durante la reconstrucción de los he-
chos en la casa de Francisco Javier Silva, la multitud les gritaba
ÕÊÃvÊìÊVÃ>Ã\Êºu >``ÃtÊuÃiÃÃtÊu?ÌiÃtÊuÀµÕi
Ãt»°48ÊiÊiÃÌiÊ`]Ê>Ê}iÌiÊÊÃÊÃÌÀ>L>ÊÃÕÊ>Ì«>Ì>]ÊÃÊ
µÕiÊÌ>LjÊiÝ}>Ê>Ê>«V>VÊìÊÕ>ÊÃ>VÊÞ>ÊiÝÃÌiÌiÊ
iÊ>Êi}Ã>V]Ê«ÕiÃÊ>Ê«i>ÊV>«Ì>ÊÃiÊ>L>ÊÃÕ«À`ÊÃiÌiÊ
>ÃÊ>ÌiÃÊp«ÀÊÊ>L>ÀÊìÊ>ÃÊiiVÕViÃÊiÊ>ÊÀV>]Ê>ÃÊ
VÕ>iÃÊÃiÊ>L>Ê«ÀL`Ê`ÃÊÃ}ÃÊ>ÌÀ?Ã°
ÊÛiÀi`VÌÊìÊ>ÊÃVi`>`ÊÃiÊ>ì>ÌÊ>ÊìÊÃÊÕiViÃ°Ê
>LiÊ
preguntarse si esta opinión influyó en la decisión del tribunal o
si existió una correlación entre la condena de la comunidad y la
ìVÃÊÕ`V>°
María Elena Blanco y sus jueces

ÊÞ>ÊÃiÊ`]Ê>À>Ê i>Ê >VÊpÕÌÊVÊâ>Ê"ÀÌâÊ
"À`>âÊÞÊ$ÃV>ÀÊ >âiÌ]Ê«ÕiÃÊÕÃÊ>}>>ÊÃi}Õ>Ê«ÀvÕ}pÊvÕiÊ
procesada en la Sexta Corte Penal por los delitos de asociación
delictuosa, robo, plagio y homicidio cometidos en la persona de
Francisco Javier Silva.
>Ê«ÀiÀ>ÊV«>ÀiViV>ÊìÊ>À>Ê i>Ê >VÊìÃ«iÀÌÊ
gran curiosidad, pues, de acuerdo con un redactor de Excélsior,
ºÌ`ÊiÊÕ`ÊµÕiÀ>ÊVÌi«>ÀÊ>Ê>Ê«ÀViÃ>`>»°Ê-i}ÖÊ>ÊÃ-
>ÊvÕiÌi]ÊiÌÀiÊiÊ«ÖLV]ÊiÊiÊµÕiÊ>L>ÊºÕiÀÃÃÊiÃÌÕ`>ÌiÃÊ
de la Escuela de Leyes, de ambos sexos”, se encontraban “muchas
v>Ã>ÃÊiÃÌÕ`>ÌiÃÊQiRÊw`>`ÊìÊ>«VÀvÃÊ«iÀ`ÃÌ>Ã»°49
48
“Fue revivida la tragedia en que murió el Sr. Silva. Tres asesinos en el
lugar de su crimen”, Excélsior, México, D. F., 18 de noviembre de 1936, 2a.
ÃiVV]Ê«°Ê£ÆÊÞÊºÃÊÀiÃÊvÕiÀÊiÛ>`ÃÊ>ÞiÀÊ>Ê>ÊV>iÊ>À}»]ÊExcélsior, Mé-
xico, D. F., 18 de noviembre de 1936, 2a. sección, p. 8.
49
Êº
ÕÀÃ`>`Ê«ÀÊÛiÀÊ>Ê>À>Ê i>»] Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓ£ÊìÊÕÊ


>Êv>ÃiÊìÊÃÌÀÕVVÊÊ>ÛiÀ}Õ>VÊiÊVÀÀiÃ«`Ê>ÊÕiâÊ
iÃÖÃÊâ?iâÊÃÕâ>°Ê>ÃÊiÞiÃÊµÕiÊÀ>L>Ê>ÊÕÃÌV>ÊLÕÃ-
caban, respetando las bases del sistema acusatorio o al menos
mixto, que existiera un equilibrio entre la acusación y la defensa.
ÃÊ>}iÌiÃÊìÊÃÌiÀÊ*ÖLVÊvÕiÀ]Ê«ÀiÀ]ÊÀ>VÃVÊ
>âÊ>ÀÌiâÊÞ]ÊìÃ«ÕjÃ]Ê
>ÀÃÊ*>ÃµÕi°Ê>À>Ê i>Ê >VÊ
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i}Ê>Ê>Vi«Ì>ÀÊiÊV>ÃÊ«ÕiÃÊ>L>ÊÃ`Ê>}ÊìÊ>ÊÛVÌ>°Ê >Ê
ÃÃÌÕÛÊµÕiÊºÃÊiÊjÊ«`>ÊÌiiÀÊVw>â>»ÊÞÊÃiÊi}Ê>Ê-
brar a otro, aunque más tarde nombró a Bernabé López Patrón
Þ]Êw>iÌi]Ê>Ê>L}>`ÊìÊâ>Ê"ÀÌâÊ"À`>â]Ê>ÀÊ*>ÃÌÀ>-
>Ê>iÃÊpÌÀÊìviÃÀÊìÊwV]ÊµÕiÊ>L>ÊÃ`ÊÕiâÊVÀ-
>ÊÞ]ÊÃi}ÖÊExcélsior]Êº>L>ÊÌi`Ê >Ê «V>Ê ÃÕiÀÌiÊ ìÊ «iÀìÀÊ
todas sus defensas”.50
Ê ÕiâÊ â?iâÊ ÃÕâ>Ê ÃiÊ iVÌÀÊ VÊ ìV>À>ViÃÊ
V>L>ÌiÃÊÞÊVÌÀ>`VÌÀ>ÃÊìÊÃÊVÕ«>`ÃÊÞÊìÊÃÊÖVÃÊ
ÌiÃÌ}Ã]Ê«iÀÊÃiÊivÀiÌ>À>Ê>ÊÌÀÃÊV>LÃ°Ê1>ÊÛiâÊµÕiÊiÃÌÕ-
ÛÊvÕiÀ>ÊìÊ>Ê-iÝÌ>ÊÃ«iVVÊìÊ*V>]Ê>À>Ê i>Ê >VÊ
ÃiÊ ÀiÌÀ>VÌÊ ìÊ ÃÕÊ ìV>À>VÊ ÞÊ ÃÃÌÕÛÊ µÕiÊ >Ê >L>Ê iÌ`Ê
iÌÀ>ÃÊiÀ>ÊÌÀÌÕÀ>`>ÊpÊÃÊ>L>ÊiVÊâ>Ê"ÀÌâÊ
"À`>âÊ«VÊ>ÌiÃp°ÊÊÀiÃ«iVÌ]Ê>wÀÊÊÃ}ÕiÌi\ÊºiÊÃ`Ê
ÌÀÌÕÀ>`>ÆÊÌÀiÌÃÊìÃVÀ«ÌLiÃÊiÊÛi`>ÀÊìÊiÌÀÊLÀiÊ
y espontáneamente mis declaraciones, por lo que las asentadas
>ÃÌ>Ê>À>ÊÃÊ>LÃÕÌ>iÌiÊiwV>ViÃ°Ê ÊÀ>ÌwVÊÕ>ÊÃ>Ê
palabra de las contenidas en las declaraciones, porque contie-
nen falsedades substanciales, resultado de los suplicios que he
sido sometida”.
ÃÃ]Ê>À>Ê i>Ê >VÊÀiVÕÀÀÊ>Ê>ÀÌVÕÊÓäÊVÃ-
titucional, el cual ordena que “nadie puede ser compelido para
declarar en su contra”, y exigió que su confesión fuera desechada,
«ÕiÃÊVw>L>ÊiÊµÕiÊÃÕÃÊ}>À>Ì>ÃÊÃiÀ>ÊÀiÃ«iÌ>`>Ã°Ê/>LjÊ
apeló al presidente Cárdenas. Sostuvo que le repugnaba “todo lo
que [era] atentado” y manifestó su convicción de que “durante
ÃÕÊ }LiÀÊ Ê ÃiÊ «iÀ«iÌÀ>QÀ>RÊ >VÌÃÊ ÛiÀ}âÃÃÊ VÊ ÃÊ
Êº>À>Ê i>Ê >VÊÞÊÃÕÃÊVi}>Ã]ÊL>V>ÃÊ«>>Ã»]ÊExcélsior, México,

50
D. F., 14 de noviembre de 1937, p. 1, 9.


cometidos por los pasados gobernantes”. De igual forma, apeló al

ÕiâÊÞÊ>wÀÊµÕiÊvÀ>L>Ê«>ÀÌiÊìÊ}ÀÕ«ÊµÕiÊ>«ÃÌ>L>Ê«ÀÊ
la misma “tendencia hacia un absoluto respeto de la ley”. 51
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pÕÊìÊÃÊ«ÀV«>iÃÊ}ÀiìÌiÃÊìÊÕ>ÊÕÃÌV>ÊìÀ>Ê
o liberal— estaba muy presente en el discurso de funcionarios,
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recurrió a la importancia que se le daba. Por otra, la acusación
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asunto.52Ê*VÃÊ>ÃÊìÃ«ÕjÃ]Ê>ÊÀiÛÃÌ>Ê Suplemento de Policía
publicó notas acerca de las atrocidades cometidas precisamente
«ÀÊÃÊ>}iÌiÃÊìÊ>Ê-iÝÌ>ÊÃ«iVVÊìÊ*V>°53 Por tanto, su
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«`À>Ê>LiÀÊÛ>`>`ÊÃÕÊVviÃ]ÊÌ>Ê VÊ Ê ÃVÌÊ ÃÕÊ
defensor durante la audiencia. De igual forma, si sus declara-
ciones anteriores —y las de Gonzalo Ortiz Ordaz— hubieran
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en su contra —como la huella de su zapato en el automóvil y la
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ÊÕiâÊìV`Ê«iÀÊvÀiÌiÊ>ÊvÀiÌiÊ>ÊÃÊ>>ÌiÃ°Ê ÊV>Ài]Ê
sin embargo, ayudó más a éstos que a él, pues les permitió po-
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51
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52
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cional Revolucionario]ÊÊìÊviLÀiÀÊìÊ£Î£]Ê£>°ÊÃiVV]Ê«°ÊÎ]ÊxÆÊÞÊ,>ÖÊ
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ViÌwV>»]ÊCriminalia. Revista de Sociología Criminal, Academia Mexicana de

iV>ÃÊ*i>iÃ]ÊjÝV]Ê>ÊIX, n. 8, 1943, p. 462.
53
“No más suplicios en la sexta”, Suplemento de Policía]Ê>ÊIII, n. 241, 19
ìÊÕÊìÊ£{Ç]Ê«°Ê£äÆÊÞÊºu-Ê>ÀÌÀâ>ÊiÊ>ÊÃiÝÌ>t»]ÊSuplemento de Policía,
>ÊIII, n. 233, 25 de noviembre de 1948, p. 7-8.


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ÞÊ>Ê>wÀ>ÀÊVÕ>`Êi>ÊÊ>V>ÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>Êx®°54
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ÃÃÌÕÛÊµÕiÊ>À>Ê i>Ê >VÊ>L>ÊiÃÌ>`Ê«ÀiÃiÌiÊ>ÊViÊ
del crimen disfrazada de hombre para evitar que Francisco Javier
Silva la reconociera. Declaró que desde un principio el plan era
ÀL>ÀÊ«iÀÊµÕiÊ>ÊÊiVÌÀ>ÀÊìÀÊiÊ>ÊV>>ÊvÕiÀÌiÊÌÀ>Ì>ÀÊ
ìÊL}>ÀÊ>Ê>ÊÛVÌ>Ê>ÊÀiÛi>ÀÊÃÕÊiÃV`Ìi]ÊÊµÕiÊV>ÃÊµÕiÊ
comenzaran los golpes.55
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Entonces se realizó un segundo careo, en esta ocasión con la
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que llevaba”.57
Excélsior no le creyó y la comparó con Alberto Gallegos —otro
homicida célebre de la época condenado por robar y asesinar a
>ÊÃiÀÌ>Ê>VÌ>Êâ>Àp]ÊµÕiÊVÌÕ>iÌiÊV>L>L>ÊÃÕÊ
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54
Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓxÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£È°Ê
55
Êº>ÃÊ«>ÌÀ>>ÃÊìÊ>À>Ê i>Ê>ÃÊìÃiÌiÊ >âiÌ»]ÊExcélsior, México,
°Ê°]ÊÓÇÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°Ê£]ÊnÆÊº ÕiÛ>ÊÛiÀÃÊìÊ >âiÌ»]ÊEl Universal Grá-
fico]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÇÊìÊÕÊìÊ£ÎÈÆÊÞÊº>À>Ê i>Ê >VÊiÃÊÕ>Êi>»]Ê
La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÇÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÓ]Ê££°
56
Êº$ÃV>ÀÊ >âiÌÊìÃiÌÀ?Ê>Ê>À>Ê i>»]ÊExcélsior, México, D. F., 28 de
ÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÈÆÊÞÊºÞÊÃiÀ?ÊiÊV>Ài°°°»]Ê«°Ê£°Ê
57
ÊºÞiÀÊvÕiÀÊV>Ài>`ÃÊ>À>Ê i>]Ê$ÃV>ÀÊ >âiÌÊÞÊ"À`>â»]ÊExcélsior,
jÝV]Ê°Ê°]ÊÓÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]Ê«°ÊÈ°


declaración.58 Tampoco La Prensa dio crédito a sus palabras.

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ìÀÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>ÊÈ®°59
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µÕiÊ iÊ Ìi>Ê ºÕ>Ê iÃ«iViÊ ìÊ V>ÀÊ ÀLÃ»Ê µÕi]Ê >Õ>`Ê >Ê
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>ÕµÕiÊiÊÀi>`>`Êi>ÊÊ>L>Ê«>ÀÌV«>`ÊiÊiÊVÀiÊÊ>ÃÃ-
tido a él. De acuerdo con ella, no hubiera sido necesario, pues
À>VÃVÊ>ÛiÀÊ-Û>ÊÃi«ÀiÊ>L>ÊÃ`ÊÕÞÊLÕiÊVÊi>ÊÞÊiÊ
Ài}>>L>ÊÌ`ÊiÊìÀÊµÕiÊiViÃÌ>L>°ÊwÀÊµÕiÊiÃ>ÊViÊÊ
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ìÊÕ}>ÀÊ«`>ÊÀ>ÌwV>À°60 Su amante la apoyó. Lo hizo mediante
Õ>ÊV>ÀÌ>Ê`À}`>Ê>Êi>]Ê>ÊVÕ>ÊvÕiÊVwÃV>`>]Ê>ÃÊVÊiÊÃÊ
siguientes careos.61Ê-i}ÖÊÃÃÌÕÛÊ$ÃV>ÀÊ >âiÌ]ÊÌ`ÊiÀ>ÊÕ>Êv>ÀÃ>]Ê
ya que la relación continuaba y ellos se frecuentaban dentro de
Lecumberri.62 De acuerdo con La Prensa, Gonzalo Ortiz Ordaz
iÌ>Ê«ÀµÕiÊiÀ>ÊÛVÌ>ÊìÊÃÕÃÊiV>ÌÃ]Ê«iÀÊÊiÀ>ÊiÊÖV]Ê
«ÕiÃÊÌ>LjÊ>L>ÊV>`Ê«ÀiÃÊìÊiÃÊiÊ`ÀiVÌÀÊìÊ>Ê«iÌi-
V>À>]ÊµÕiÊiÊVVi`>ÊÌ>ÌÃÊ«ÀÛi}ÃÊµÕiÊiÊÕiâÊìLÊiÝÀ-
tarlo para que la tratara igual que al resto de las presidiarias.63
ÊV>ÃÊÕÊ>ÊìÊV>`ÊiÊ«ÀViÃ]ÊiÊÕiâÊÃÌÀÕVÌÀÊ-
â?iâÊÃÕâ>ÊVÃìÀÊµÕiÊÃiÊ>L>Ê«À>VÌV>`Ê>ÃÊ`}iV>ÃÊ
ÃVÌ>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊ«>ÀÌiÃÊÞÊµÕi]ÊiÊVÃiVÕiV>]Ê«`>ÊViÀÀ>ÀÃiÊ
58
“Decretóse ayer la formal prisión de Bazet, coautor en el asesinato de
Silva”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÎÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£°
59
Êº>À>Ê i>]Ê}>VÊ«>À>Ê>ÃiÃ>ÀÊ>ÊÞiÀ»]ÊLa Prensa, México, D. F.,
3 de septiembre de 1936, p. 12.
60
Êº>À>Ê i>Ê >VÊ ÃiÊ ÀiÌÀ>VÌ>\Ê i>Ê Ê iÃÌÕÛÊ iÊ iÊ >ÃiÃ>Ì»]Ê La
Prensa, México, D. F., 17 de enero de 1937, p. 2.
61
Êº>À>Ê i>Ê ÀiVÕÀÀiÊ >Ê ÛiÊ >À``Ê«>À>ÊÃ>ÀÊìÊ>ÊV?ÀVi»]ÊExcélsior,
México, D. F., 27 de enero de 1937, 2a. sección, p. 1, 7.
62
Êº>À>Ê i>ÊÞÊ"À`>âÊÃiÊÃ}ÕiÊ>>`ÊÞÊÛi`ÊìÌÀÊìÊ>ÊV>Ã>Êi}À>Ê
de Lecumberri”, La Prensa, México, D. F., 2 de febrero de 1937, p. 12.
63
Êº>À>Ê i>ÊVÀii°°°»]Ê«°Ê£n°


la fase de instrucción.64ÊÃ]ÊiÊ>}iÌiÊìÊÃÌiÀÊ*ÖLVÊvÀ-
muló la acusación. Mientras esperaba que se celebrara la siguien-
ÌiÊv>ÃiÊpiÊ«iÊÊ>ÕìV>p]Ê>À>Ê i>Ê >VÊvÕiÊ>VÕÃ>`>Ê
ìÊ>`ÕÌiÀÊ«ÀÊÃÕÊÃi}Õ`ÊiÃ«Ã]Ê µÕiÊ ÃÃÌÕÛÊ µÕiÊ >L>Ê
interpuesto la demanda de divorcio al enterarse que el dinero que
le enviaba a su exesposa iba a parar a manos de su amante.65
>Ê >ÕìV>Ê ÃiÊ ViiLÀÊ iÊ £ÎÊìÊÛiLÀi°ÊÊi>ÊìL>Ê
>ÃÃÌÀÊÃÊÌÀiÃÊÕiViÃÊµÕiÊÌi}À>L>Ê>Ê
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>`ÊiÃÖÃÊâ?iâÊÃÕâ>]ÊÃjÊ*jÀiâÊ6>À}>ÃÊÞÊ,>v>iÊ>ÌÃÊ
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ÃÌiÀÊ*ÖLV]Ê«iÀÊÊiViÃ>À>iÌiÊ>ÊìviÃ>ÊÊÃÊ«À-
cesados. La sesión, que era abierta, iniciaba con la presentación
de las conclusiones de la parte acusadora y de la defensa. Después,
ÃiÊvÀiV>ÊÞÊÛiÀwV>L>Ê>ÃÊ«ÀÕiL>ÃÊ«ÀiÃiÌ>`>ÃÊ«ÀÊ>ÃÊ«>ÀÌiÃ°Ê
>iÌi]ÊÃiÊ«ÀÕV>L>ÊÃÊ>i}>ÌÃÊÛj>ÃiÊw}ÕÀ>ÊÇ®°
>À>Ê i>Ê >VÊÊ>ÃÃÌÊ>ÊÃÕÊÕV]Ê«iÀÊÃÊÊâÊÃÕÊ
>L}>`]Ê>ÀÊ*>ÃÌÀ>>Ê>iÃ]ÊµÕiÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊi>ÊÊ>L>Ê
participado en el crimen. Para probarlo, contaba con las decla-
raciones de los empleados del hotel, quienes aseguraban que la
>VÕÃ>`>Ê>L>Ê«iÀ>iV`ÊiÊÃÕÊVÕ>ÀÌÊ>ÊViÊìÊVÀi°Ê
/>LjÊVÌ>L>ÊVÊiÊÌiÃÌÊìÊj`VÊµÕiÊ>Ê>L>Ê>Ìi-
``]ÊµÕiÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊÃÕÊÊiÃÌ>L>ÊÌ>Ê>ÃÌ>`ÊµÕiÊÊiÊ
«iÀÌÀ>Ê>`>ÀÊºìÊ>µÕÊ«>À>Ê>?ÊiÊ>ÊVÃÊìÊÕÊVÀi»°66
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ViV>`Ê*>ÃÌÀ>>Ê>iÃÊÃÃÌÕÛ]Ê«ÀÊÕÊ>`]ÊµÕiÊÊ«`>Ê
tomarse como elemento de prueba por tratarse de testimonios de
los autores del delito y, por el otro, que uno de ellos estaba prófu-
}ÊÞÊiÊÌÀÊ>L>ÊV>L>`ÊÃÕÊÌiÃÌÊiÊÛ>À>ÃÊV>ÃiÃ°ÊiÊ
iÃÌ>ÊvÀ>]ÊVVÕÞÊÊÃ}ÕiÌi\Êº>À>Ê i>ÊiÃÊÕ>Ê}À>Ê«i-
cadora de amor y precisamente por la desbordante pasión que
ÃiÌiÊ«ÀÊÃÕÊLÀi]Êâ>Ê"ÀÌâÊ"À`>â]ÊÃiÊìÊiÛÛiÀÊiÊ
64
Êº
ViÌÌ>ÊÞÊ>À>Ê i>Ê >VÊÃiÀ?ÊÃiÌiV>`>ÃÊ>Ê>À}>Ê«ÀÃÊ«ÀÊ
ÃÕÃÊ`ÃÊVÀiiÃ»]ÊLa Prensa, México, D. F., 18 de mayo de 1937, p. 12.
65
Êº>À>Ê i>Ê >VÊ>VÕÃ>`>°°°»]Ê«°ÊÓ°
66
“No hay una sola prueba legal”, La Prensa, México, D. F., 13 de noviem-
bre de 1937, p. 17.


el escandaloso asesinato”.67 Después culpó a los periodistas de

difamar a su defendida. En respuesta, un redactor de Excélsior
Àâ\Êº>ÊVÃìÀ>ÊÕ>ÊÛVÌ>ÊViÌi]Ê«ÕÀ>ÊÞÊÃÊ>V>]Ê
µÕiÊìLiÀ>ÊÃiÀÊiÛ>`>Ê>ÊÃÊ>Ì>ÀiÃ»°68
Ê>}iÌiÊìÊÃÌiÀÊ*ÖLVÊÃÃÌÕÛÊÃÕÊ>VÕÃ>V°Ê>Ê
responsabilizó de la comisión de los delitos de plagio, robo,
>ÃV>VÊìVÌÕÃ>ÊÞÊV`ÊV>wV>`ÊVÊÃÊVÕ>ÌÀÊ>}À>-
Û>ÌiÃÊìÊ«Àii`Ì>V]Ê>iÛÃ>]ÊÛiÌ>>ÊÞ]Ê>ì?Ã]ÊVÀÕi`>`°69
Ã]ÊiÊÕÊÃÊ>VÌÊÃiÊ>LÀ>ÊViÌ`ÊÛ>ÀÃÊìÌÃÊiV>-
minados a un mismo propósito.70ÊÊÃ>V>ÀÃ]ÊÃÊÕiViÃÊì-
L>Ê«>ÀÌÀÊìÊ>Ê«i>ÊVÌi«>`>Ê«>À>ÊiÊìÌÊ>ÞÀÊÞÊÃÕ>ÀÊ
hasta una mitad más del máximo de su duración.71 El homicidio
V>wV>`ÊiÀiV>]ÊiÊiÃ>Êj«V>]ÊÕ>Ê«i>ÊìÊÌÀiViÊ>ÊÓäÊ>ÃÊìÊ
«ÀÃÆÊiÊ«>}]ÊìÊVVÊ>ÊÓäÊ>ÃÆÊiÊÀLÊ«ÀÊÕÊÛ>ÀÊìÊ?ÃÊ
ìÊxääÊ«iÃÃ]Ê>ÃÌ>Ê`ÃÊ>ÃÆÊÞÊ>Ê>ÃV>VÊìVÌÕÃ>Êp«>ÀÌV-
par en una asociación o banda de tres o más personas organizadas
«>À>ÊìµÕÀp]ÊìÊÃiÃÊiÃiÃÊ>ÊÃiÃÊ>Ã°72 Sin embargo, la con-
ì>ÊÊ«`>ÊÀiL>Ã>ÀÊiÊÌiÊ?ÝÊìÊ>ÃÊiÊ«ÀÃ]ÊµÕiÊ
era de 30. De este modo, el agente solicitó que se aplicara dicho
?ÝÊìÊ>Ã°Ê*>À>Êi]Ê«>ÀÌ>ÊìÊ>Ê«i>Ê?Ý>Ê«>À>ÊiÊì-
lito de homicidio o de plagio y sumaba la mitad.
1>ÊÛiâÊVVÕ`>Ê>Ê>ÕìV>]ÊÃÊÌÀiÃÊÕiViÃÊÌi>ÊµÕViÊ
`>ÃÊ«>À>ÊÌ>ÀÊÃÕÊìVÃ°ÊiÃ«ÕjÃÊìÊiÃ]ÊiÊÕiâÊµÕiÊÃiÊ>L>Ê
iV>À}>`ÊìÊ>Êv>ÃiÊìÊÃÌÀÕVVÊìL>ÊÀi`>VÌ>ÀÊiÊ«ÀÞiVÌÊìÊ
ÃiÌiV>°ÊÃ]ÊiÊÕiâÊiÃÖÃÊâ?iâÊÃÕâ>Ê>`ÌÊ>Ê«i>Ê
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Ê LÃÌ>Ìi]Ê >Ê ÃiÀÊ ÛÌ>`>Ê «ÀÊ ÃÊ ÌÀiÃÊ ÕiViÃ]Ê >Ê ÃiÌiV>Ê ÃiÊ
67
ÊºÃÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊViÀÊVÕ«>LiÊ>Ê>À>Ê i>Ê >V»]Ê La Prensa,
México, D. F., 14 de noviembre de 1937, p. 2, 15.
68
Êº>À>Ê i>Ê >VÊÞÊÃÕÃÊVi}>Ã°°°»]Ê«°Ê£]Ê°
69
Êº Ê«ÀViÃÊìÊ>À>Ê i>ÊÞÊÃVÃÊ>Ê«ÕÌÊìÊÀÊ>Ê/ÕV>»]ÊLa Prensa,
México, D. F., 13 de agosto de 1937, p. 14.
70
A esto se le llamaba acumulación ideal o concurso formal. Se hablaba
ìÊ>VÕÕ>VÊÀi>ÊÊVVÕÀÃÊ>ÌiÀ>ÊVÕ>`Ê`ÛiÀÃÃÊìÌÃÊÃiÊViÌ>Ê
iÊ>VÌÃÊ`ÃÌÌÃ]ÊiÊVÕÞÊV>ÃÊÃÊÕiViÃÊìL>ÊÃÕ>ÀÊ>Ê«i>ÊVÌi«>`>Ê
para cada uno de ellos.
71
Ê6j>ÃiÊiÊ>ÀÌVÕÊxnÊìÊ
`}Ê*i>Ê«>À>ÊiÊÃÌÀÌÊÞÊ/iÀÀÌÀÃÊiì-
rales de 1931.
72
Ê6j>ÃiÊÃÊ>ÀÌVÕÃÊ£È{]ÊÎ£xÎÓä]ÊÎÈÈÎÈÇÊÞÊÎÇäÊiÊibidem.


`wVÊ }iÀ>iÌi\Ê iÊ viLÀiÀÊ ìÊ £În]Ê ÃiÊ iÊ «ÕÃiÀÊ >Ê
>À>Ê i>Ê >VÊÓnÊ>ÃÊÞÊVÊiÃiÃÊìÊ«ÀÃÊp?ÃÊVÕ>-
ÌÀÊiÃiÃÊÃÊÊ«`>Ê«>}>ÀÊ>ÊÕÌ>ÊìÊÈääÊ«iÃÃp°73 Se llegaba
>ÃÊ>ÊÊÃ\ÊiÊ?ÝÊìÊiÃÌ>V>ÊiÊÕÊiÃÌ>LiViÌÊ
penitenciario.
º+ÕiÀiÊ ìVÀÊ µÕiÊ ÛiÌiÊ >ÃÊ µÕiÊ Ìi}Ê ÞÊ ÌÀiÌ>Ê µÕiÊ iÊ
«iÊÃÊVVÕiÌ>ÆÊ«ÀÊÌ>Ì]ÊÃ>`ÀjÊiÊLiÀÌ>`ÊVÕ>`ÊÌi}>Ê
VVÕiÌ>°Ê ·*ÀÊ µÕjÊ Ê ÃÊ ?ÃÊ }>>ÌiÃÊ V}¶Ê iÊ «>Ê
«}>iÊVi»°ÊÃ>ÃÊvÕiÀÊ>ÃÊ«>>LÀ>ÃÊµÕi]ÊÃi}ÖÊExcélsior,
>À>Ê i>Ê >VÊ«ÀÕVÊ>ÊiÃVÕV>ÀÊ>ÊÃiÌiV>°ÊiÊ>VÕiÀ-
do con el mismo periódico, la condenada “[e]n seguida dio media
vuelta para disimular las lágrimas que estaban a punto de esca-
«>ÀÃiÊìÊÃÕÃÊÃÊVÊÕ>ÊÃÀ>ÊV>ÀV>>`>»°74
>ÊÃiÌiV>`>ÊÌÀ`ÕÊiÊÀiVÕÀÃÊìÊ>«i>V]ÊiÃÊìVÀ]Ê
ÃVÌÊ>ÊÀiÛÃÊìÊV>ÃÊ«ÀÊ«>ÀÌiÊìÊÃÊÕiViÃÊìÊÃi}Õ`>Ê
instancia. En espera de la resolución, quiso casarse con Gonzalo
"ÀÌâÊ "À`>â]Ê «iÀÊ >ÖÊ Ê >L>Ê ÌÀ>ÃVÕÀÀ`Ê ÕÊ >Ê ìÃìÊ ÃÕÊ
divorcio, por lo que no se le concedió el permiso. Por su parte,
jÊÌiÌÊÃÕV`>ÀÃiÆÊ`ÃÊiÃiÃÊìÃ«ÕjÃÊvÕiÊ>ÃiÃ>`Ê«ÀÊÌÀÊ
ÀiÊiÊiÊÌ>iÀÊìÊV>À«ÌiÀ>°Ê75
>À>Ê i>Ê >VÊÊÀÊÕV]Ê«iÀÊ>Ê«>ÀiViÀÊÃiÊÀi«Õ-
so pronto, pues tres meses después se comprometió en matrimo-
nio, ahora con su primer novio, un profesor texano de nombre
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ÀÌjÃ°76 Declaró a La PrensaÊ µÕiÊ Ãi}Õ>Ê
73
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véase AHDF, Cárceles]Ê*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃÊ£Óä£{]ÊV>>ÊÎ£Ó]Ê
partida 3322, 18 f.
74
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75
Êº"ÀÌâÊ"À`>âÊÕiÀÌÊ>Ê«Õ>>`>Ã»]Ê Excélsior, México, D. F., 3 de sep-
ÌiLÀiÊìÊ£În]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£]ÊxÆÊº >ìÊÛÊÊiÃVÕVÊ>`>»]ÊExcélsior,
jÝV]Ê°Ê°]Ê{ÊìÊÃi«ÌiLÀiÊìÊ£În]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£ÆÊº-iVÊìÊ>«>Ê
en el crimen de Ortiz Ordaz”, Excélsior, México, D. F., 4 de septiembre de 1938,
Ó>°ÊÃiVV]Ê«°ÊnÆÊÞÊº,i>Ì>Ê`ÀjÃÊiÊV>À«ÌiÀÊ>ÊÌÀ>}i`>Ê«iÌiV>À>ÊiÊ>Ê
que pereció Ortiz Ordaz”, Excélsior, México, D. F., 6 de septiembre de 1938,
2a. sección, p. 1, 2.
76
ÊºÕµÕiÊ ÕÃÌi`Ê Ê Ê VÀi>Ê ÃiÊ V>Ã>Ê >À>Ê i>Ê >V»]Ê El Universal
Gráfico]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓÊìÊ`ViLÀiÊìÊ£În]Ê«°ÊÎÆÊÞÊº>ÌÀÊìÊ>À>Ê
Elena, la vampiresa”, Excélsior, México, D. F., 3 de diciembre de 1938, 2a. sec-
ción, p. 1, 4.


amando a Gonzalo Ortiz Ordaz, pero que se iba a casar impul-

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me ha pasado, pues si se hubiera casado conmigo hace diez
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ÃiÀÊ>ÃÊ«>>LÀ>ÃÊìÊÃÕÊÛ]Ê¼ÃiÊÃÊÌiÊLiÃÌÊ}ÀÊvÊÌiÊÜÀ`½Ê»°Ê
No obstante, sostuvo: “Estudia todos sus ademanes y hasta su
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iÀ>Ê«ÕÀ>]Ê}iÕ>]ÊViÌi°Ê ÊÀi>`>`ÊiÃÊÕ>ÊiviÀ>]Ê
una histérica, por eso la pasión sexual de Gonzalo Ortiz Ordaz
la consumió toda la vida”.77
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por la ilusión de sentirse “matrimoniada” y que era necesario que
>ÌiÃÊÃÕÊÛÊ>ÊÃ>V>À>ÊìÊ>ÊºÌiÀÀÀwV>Ê«ÀÃ»°78 Al menos
ésa fue la versión dada por La Prensa. Meses más tarde, la revis-
ta Magazine de Policía aportó otra explicación: ella lo amaba, el
ÃÕvÀiÌÊ >Ê >L>Ê iÃi>`Ê >Ê >>ÀÊ ìÊ ÛiÀ`>`]Ê «iÀÊ ÃÕvÀ>Ê
episodios de un trastorno mental y agredió a su novio de manera
violenta. La revista publicó: “Está arrepentida y ha dicho que es
V>«>âÊìÊ«i`ÀÊ«iÀ`]Ê«ÖLV>iÌi]Ê>ÊÃÕÊ>>`»°79
ÊiviVÌ]Ê>À>Ê i>Ê >VÊÃÌÀ>L>Ê«ÀLi>ÃÊìÊV-
ducta y signos de desequilibrio psicológico.80 Magazine de Policía
ÊiÝ«VÊìÊiÃÌiÊ`\ÊºÃiÊÃÌÊÀÀÊÕÌ>iÌiÊVÊiÊ-
bre amado. No le quedaba ya nada en el mundo. Ninguna espe-
77
Êº>À>Ê i>Ê >VÊiÃÊÕ>ÊÃÌjÀV>°°°»]Ê«°ÊÓ°
78
“La vampiresa no se casará...”, p. 12.
79
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80
Êº>À>Ê i>ÊiÃÊÞ>ÊV>«>âÊìÊi}>ÀÊ>Ê>ÊÀi}iiÀ>V»]ÊLa Prensa, Mé-
xico, D. F., 6 de agosto de 1936, p. 14.


ranza alentaba en su corazón. Enfermó. Casi perdió la razón.

y>µÕiVÊÀÀLiiÌiÊ>«ÀÃ>°Ê-iÊVÛÀÌ]ÊiÊw]ÊiÊÕÊ>-
rapo humano”.81 A principios de 1939, el periódico El Nacional
ÃÃÌÕÛÊµÕi]Ê>Ê>}À>Û>ÀÃiÊÃÕÊiÃÌ>`]Ê>L>ÊÃ`ÊV`ÕV`>Ê>Ê>Ê
VÀÕ>ÊìÊV>ÃÌ}]ÊÊVÕ>ÊiÀ>Ê>LÌÕ>°ÊÃÃ]ÊÃi>ÊµÕiÊÊ
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Û>À>ÃÊV«>iÀ>Ã]ÊiÌÀiÊi>ÃÊ>Ê>`ÀiÊ
VÌ>]ÊÀiVÕ`>Ê«ÀÊ
su participación en el asesinato del presidente electo Álvaro Obre-
gón.82Ê Êj`VÊiÃÖÃÊ>ÀÊVÃìÀÊµÕiÊÃÕvÀ>ÊºÌÀ>ÃÌÀÃÊ
iÌ>iÃÊÕÞÊ>ViÌÕ>`Ã»ÊÞÊµÕiÊìL>ÊÃiÀÊÌiÀ>`>ÊiÊiÊ>-
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>ÃÌ>i`>°Ê-ÊiL>À}]ÊÃÊ>}ÃÌÀ>`ÃÊìÊ/À-
bunal Superior de Justicia no creyeron que el establecimiento
fuera seguro, por lo que fue trasladada a un departamento espe-
V>ÊìÊ>ÊÃ>Ê«iÌiV>À>°83
Debido a ello, por primera vez un redactor de Magazine de
PolicíaÊÃÌÀÊÃ«>Ì>Ê>V>Êi>°Ê Ê>ÀÌVÕÊÃiÊÌÌÕ>Êº>À>Ê i-
na implora un poco de amor” y en él se lee lo siguiente: “La verdad
iÃÊµÕiÊ>À>Ê i>ÊÊiÃÊÃÊÕ>ÊÛVÌ>ÊìÊ>ÃÊVÀVÕÃÌ>V>Ã°Ê
Ê>ÀÊìÃÌÀâÊÃÕÊÛ`>°ÊÃÊVÊiÊ>ÀÊVÃ>}À>ÊÞÊÃ>ÌwV>Ê
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ÌÀ>Ã»°Ê Ê>ÕÌÀÊìÊ`VÊ>ÀÌVÕÊVÀi>ÊµÕiÊÃÊ>À>Ê i>Ê >VÊ
no se hubiera enamorado de Gonzalo Ortiz Ordaz, sino de un
LÀiÊìÊºÀìÊÞÊi«ÀiÃ>»]ÊÃiÀ>ÊÕ>Êº`>>Êviâ]ÊiÛ`>`>ÊÞÊ
admirada en sociedad, con criados a su servicio, automóvil a la
«ÕiÀÌ>ÊìÊÃÕÊÀiÃìV>ÊQÞRÊÞ>ÃÊÛ>Ã>Ã»°Ê>ÊÛiÀ`>`ÊiÀ>]ÊÃÊi-
L>À}]ÊµÕiÊi>ÊÃiÊ>L>Êi}>V>`ÊVÊºÕÊ}À>Ê«V>À>â»]ÊÕÊ
tipo “chulo” que la destrozó y, sin ella saberlo, la utilizó para apo-
derarse de los bienes de Francisco Javier Silva. La noche del crimen
iÊ`ÊµÕiÊLÕÃV>À>Ê>Ê>ÊÛVÌ>Ê«>À>Ê«À«iÀiÊÕÊi}V°Ê*ÀÊ
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81
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82
“Tiene principios de locura”, El Nacional, 9 de abril de 1939, 2a. sección,
p. 1.
AHDF, Cárceles]Ê*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃÊ£Óäq£{]ÊV>>ÊÎ£Ó]Ê
83
partida 3322, 18 f.


>ÌÌ>]ÊiÊ>V>LÀÊiÃ«iVÌ?VÕ]Ê«ÕiÃÊ?ÃÊ«>ÀiV>Ê«iÃ>`>ÊµÕiÊ
realidad”. Con todo, no fue capaz de renunciar y denunciar a su
amado, por lo que “se unió a su desgracia y con él se hundió”.84
>ÊÃiÌiV>ÊìÊÃi}Õ`>ÊÃÌ>V>]Ê`VÌ>`>ÊiÊÕ]ÊVwÀÊ
>ÊiÌ`>Ê«ÀÊÃÊÕiViÃÊìÊ>Ê
ÀÌiÊ*i>°85ÊÌiÊi]Ê>À>Ê
Elena Blanco interpuso un amparo. Mientras esperaba la reso-
ÕV]ÊÃiÊâÊÛ>ÊìÊV`>ÊÀ}iÊ>vwÌÊÕiÀÀ>°Ê>ÊÕÃÌV>Ê
federal le negó la protección.86 En abril de 1940, fue trasladada
>Ê>ÊV>Ê«i>ÊìÊ>ÃÊÃ>ÃÊ>À>Ã°87
Reflexiones finales
ÊiÊÕ`ÊìÊVÀiÊVÛÛ>Ê«V>ÃÊÞÊÀi`>VÌÀiÃÊìÊÌ>Ê
À>°ÊÃÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊi}>L>Ê>Ê>ÊiÃVi>ÊìÊVÀiÊ«À?VÌV>-
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ÛiÃÌ}>VÊiÌÀ>ÃÊ`vÕ`>ÊÃÊ«ÀiÀiÃÊìÊÃÕViÃÊÞÊ
opinaban sobre la participación de los inculpados.
ÊiÊV>ÃÊìÊ>À>Ê i>Ê >V]ÊiÊÕVÊìÊÃÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊ
fue inmediato y no admitió matices. Éstos presentaron a una
V`>ÊµÕi]Ê«ÀÊÕÊ>`]ÊVÕ«>ÊVÊ>ÃÊV>À>VÌiÀÃÌV>ÃÊµÕiÊ
Õ>ÊÛ>«ÀiÃ>ÊÃÕ«ÕiÃÌ>iÌiÊìL>ÊÌiiÀÊÞ]Ê«ÀÊiÊÌÀ]ÊiV>ÀÊ
ÃÊ «ÀiÕVÃÊ ÞÊ ÌiÀiÃÊ iÝÃÌiÌiÃÊ iÊ >Ê j«V>Ê iÊ ÌÀÊ >Ê >ÃÊ
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ÛiV>°Ê>À>Ê i>Ê >VÊÀi«ÀiÃiÌ>L>Ê>Ê>ÊÕiÀÊV`VÃ>Ê
que por ambición era capaz de romper con los moldes morales,
ÃÊ>ÌÀLÕÌÃÊviiÃÊÞÊ>ÃÊiÞiÃ°Ê-ÕÊìÌÊ>V>Ê«>ÌiÌiÊÕÊ
hecho que los criminólogos observaban: los actos criminales eran
cada vez más violentos y la criminalidad más amenazante. La
84
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85
AHDF, Cárceles]Ê*iÌiV>À>]Ê Ý«iìÌiÃÊìÊ,iÃÊ£Óäq£{]ÊV>>ÊÎ£Ó]Ê
partida 3322, 18 f.
86
Êº>À>Ê i>Ê >VÊ ìÃ>«>À>`>Ê«ÀÊ>Ê
ÀÌi»]Ê La Prensa, México,
D. F., 2 de abril de 1940, p. 2.
87
Êº->Ê«>À>Ê>ÃÊÃ>ÃÊ>À>ÃÊÕ>ÊVÕiÀ`>°Ê,iVÕÃÃÊìÊ«i}ÀÊÛ>Ê>ÊiÃiÊ
penal”, Excélsior]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓ£ÊìÊ>LÀÊìÊ£{ä]ÊÓ>°ÊÃiVV]Ê«°Ê£]ÊnÆÊÞÊº
VÊ
ÕiÀiÃÊÛ>Ê>Ê>ÃÊÃ>Ã»]ÊLa Prensa, México, D. F., 22 de abril de 1940, p. 8.


prensa alimentaba sus relatos del crimen a partir de temores y

«ÀiÕVÃÆÊ>Ê>ÊÛiâ]ÊjÃÌÃÊÃiÊÀivÀâ>L>ÊVÊV>`>ÊÀi>Ì°Ê
Por otra parte, las manifestaciones de repudio por parte de la
comunidad permiten observar la difusión que tuvo la historia del
crimen y de la criminal. Queda claro que los periodistas incidieron
iÊ>Ê«ÊÞÊiÊ>ÊÛÃÊìÊ>ÊÃVi`>`ÊÃLÀiÊ>À>Ê i>Ê
>V]Ê«iÀÊiÃÊ`vVÊÛ>À>ÀÊÃÊÃÊ«iÀ`ÃÌ>ÃÊÞÊ>ÊÃVi`>`ÊyÕ-
ÞiÀÊiÊ>ÊìVÃÊìÊÃÊÕiViÃ°Ê ÊÌ`ÊV>Ã]ÊÊµÕiÊÃÊ«ÕiìÊ
observarse es la correspondencia existente entre la severidad de
>Ê«Ê«ÖLV>ÊÞÊ>ÊÃiÛiÀ`>`ÊìÊ>ÊVì>ÊÕ`V>°Ê
Asimismo, tanto lo dicho por la prensa como los documentos
Õ`V>iÃÊiÝÃÌiÌiÃÊ«iÀÌiÊVViÀÊ>Ã«iVÌÃÊÃ}wV>ÌÛÃÊìÊ
ÃÃÌi>ÊÕ`V>ÊÞÊ«ÀLi>ÃÊ«ÀÌ>ÌiÃÊiÊ>Ê«>ÀÌVÊìÊÕÃ-
ticia, los cuales fueron repetidamente denunciados durante esos
>Ã\Ê>ÊÕÌâ>VÊìÊ>ÊVÕV>VÊÞÊìÊ>ÊvÕiÀâ>ÊÀ>ÊÊ
vÃV>Ê«>À>ÊLÌiiÀÊVviÃiÃÊ>ÃÊVÊiÊVÕ«iÌÊìÊ
ÃÊ«>âÃÊ«ÀViÃ>iÃÊw>`ÃÊ«ÀÊ>ÊiÞ°Ê
*>À>ÊÌiÀ>À]ÊÀiÃÕÌ>Ê«ÀÌ>ÌiÊÃi>>ÀÊµÕiÊ«>À>Ê>ÊÃVi-
`>`ÊiÊV>ÃÊÊÃiÊViÀÀÊVÊ>ÊÃiÌiV>°Ê>À>Ê i>Ê >VÊvÕiÊ
condenada a la pena máxima en prisión y fue enviada a las Islas
>À>Ã°ÊiÊ>ÊVÕ`>`ÊìÊjÝV]Ê«iÀÊÊ>ÊiÀ>ÊìÊÃÊ
V>«Ì>Ã°Ê/`>Û>Ê>Êi`>`ÃÊìÊ>Ê`jV>`>ÊìÊ£{ä]ÊÃiÊ«ÕLV>-
ron cómics o notas sobre el crimen, donde los ilustradores y re-
`>VÌÀiÃÊÃi}Õ>ÊÊ«ÀiÃiÌ?`>ÊVÊÕ>ÊìÃ>>`>ÊÞÊV`-
VÃ>ÊÛ>«ÀiÃ>ÊÊÕÃÌwV>`ÊÃÕÃÊ>VÌÃÊVÊ«À`ÕVÌÊìÊ>ÀÊ
malsano y equivocado.
*ÀÊii«]ÊMagazine de Policía publicó un cómic semanal
iÊiÊµÕiÊ>À>Ê i>Ê >VÊiÀ>Ê>Ê«ÀÌ>}ÃÌ>°Ê ÊÃÊV>ÀÌiÃ]Ê
iÊ>ÕÌÀÊÊi}ÊÊÕÃÌwVÊ>Ê«>ÀÌV«>VÊìÊi>ÊiÊiÊ-
cidio. En las primeras entregas, mostró su relación con Francis-
VÊ>ÛiÀÊ-Û>\Êi>ÊÊiÃ«iÀ>L>Ê>ÊÃ>ÀÊìÊÌÀ>L>ÆÊV«>ÀÌ>Ê
>ÃÊViÃÊÞÊÃÊ`>ÃÆÊjÊ>ÊµÕiÀ>°ÊÃ]ÊiÃVÀL\Êº*iÀÊiÀ>ÊÕ>Ê
vividora, por medio de mimos y caricias le sacaba el dinero que
µÕiÀ>]Ê«ÕiÃÌÊµÕiÊÌi>ÊÌÀÊ>>ÌiÊµÕiÊìL>Ê>ÌiiÀÊÞÊÛiÃÌÀ»°Ê


En los siguientes cartones, el autor ilustró su participación en el

crimen y los eventos que rodearon su captura.88
Más benévola con ella fue Argentina Silver, otra redactora del
ÃÕ«iiÌ]ÊµÕi]Ê>Ê}Õ>ÊµÕiÊ Ê
>ÀÀiÀ>]ÊÕÃÌwVÊÃÊ>VÌÃÊ
ìÊ>À>Ê i>Ê >VÊVÊÀiÃÕÌ>`ÊìÊ>ÀÊÞÊÃi>ÊµÕiÊ>Ê
V`>ÊìÃ«iÀÌ>L>]ÊÃÊÊÃ«>Ì>]ÊÃÊV«ÀiÃ°ÊiÊ}Õ>Ê
forma, en una nota publicada también a mediados de la déca-
`>ÊìÊ£{ä]ÊÃÃÌÕÛÊµÕiÊ>À>Ê i>Ê >VÊ«Õ`Ê>LiÀÊÃ`Êº>Ê
V«>iÀ>ÊìÊ}>ÀÊìÊÕÊLÀiÊìÊÃVÕÀ>ÊìÌ`>`]Ê«iÀÊiÊ
destino la hizo tropezar con el alma turbulenta de un hombre sin
iÃVÀÖ«ÕÃ»°Ê À}ÕiÌÊ µÕiÊ â>Ê "ÀÌâÊ "À`>âÊ º«ÀiÀ>-
mente creó en ella una pasión” y después la orilló a “cometer un
cobarde asesinato en nombre de esa pasión”. De acuerdo con ella,
ÃÕÃÊ>VÌÃÊvÕiÀÊºÀiÃÕÌ>`ÊìÊÕÊ>ÀÊiµÕÛV]ÊìÊÕÊV>-
ÊiÝÌÀ>Û>`]ÊìÊÕ>ÊVi}ÕiÀ>ÊiÊÃÊÃ]ÊìÊ>ÊV>ÀiÊÞÊìÊV-
À>â»ÆÊVÊÌÀ>Ã]Ê>ÃiÃÊº«ÀÊÊ?ÃÊµÕiÊ«ÕiìÊ>Ì>ÀÊÕ>Ê
ÕiÀ]Ê«ÀÊ>À»°89
Ê ÌÊ Ãi}Õ>Ê >iÌ?`Ãi°Ê -iÊ «iÃÊ µÕiÊ >À>Ê i>Ê
>VÊÀiVL>ÊiÊ>ÊV>Ê«i>Êº}ÀÕiÃÃÊÀÃÊìÊLiÌiÃÊ>i-
ricanos” que le enviaba su enamorado texano. Se le imaginaba
ÛÛi`ÊVÊÕ>Ê}À>ÊÃiÀ>Ê>ìÀ>`>]ÊiÞ>`>]ÊÛiiÀ>`>]Ê
admirada y rodeada de admiradores y amantes.90 Algo hubo de
cierto en ello, al menos en lo segundo, pues poco después de llegar
>Ê>ÃÊÃ>ÃÊ>À>ÃÊ*i`ÀÊ
>ÀÛ>>Ê«iâ]ÊÕÊÀiÊµÕiÊvÕ}>ÊVÊ
administrador postal, se convirtió en su tercer —y no sabemos
ÃÊÖÌpÊiÃ«Ã°
88
Véanse las siguientes ediciones de Magazine de Policía\Ê>ÊII, n. 120, 1
ìÊ>ÀâÊìÊ£{xÆÊ>ÊII]Ê°Ê£Ó£]ÊnÊìÊ>ÀâÊìÊ£{xÆÊ>ÊII, n. 122, 15 de mar-
âÊìÊ£{xÆÊ>ÊII]Ê°Ê£ÓÎ]ÊÓÓÊìÊ>ÀâÊìÊ£{xÆÊ>ÊII, n. 124, 29 de marzo de
£{xÆÊ>ÊII]Ê°Ê£xÎ]Ê£ÓÊìÊ>LÀÊìÊ£{xÆÊ>ÊII]Ê°Ê£x{]Ê£ÊìÊ>LÀÊìÊ£{xÆÊ>Ê
II]Ê°Ê£Ón]ÊÓÈÊìÊ>LÀÊìÊ£{xÆÊ>ÊII]Ê°Ê£Îä]Ê£äÊìÊ>ÞÊìÊ£{xÆÊ>ÊII, n. 131,
£ÇÊìÊ>ÞÊìÊ£{xÆÊ>Ê II]Ê°Ê£ÎÓ]ÊÓ{ÊìÊ>ÞÊìÊ£{xÆÊ>Ê II, n. 133, 31 de
mayo de 1945.
89
ÊÀ}iÌ>Ê-ÛiÀ]Êº*ÀÊµÕjÊ>Ì>Ê>ÃÊÕiÀiÃ°°°»°Ê
90
Êº>À>Ê i>Ê >V]Ê>ÊÕÕÀÃ>°°°»]Ê«°Ê{°


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Õ>`>>>À>É
iÌÀÊìÊÛiÃÌ}>ViÃÊÞÊ ÃÌÕ`ÃÊ-Õ«iÀÀiÃÊiÊ
ÌÀ«}>Ê-V>]ÊÓääÈ]Ê«°Ê£{Ê£nn°


Figura 1. “Como fue encontrado el cadáver del rico comisionista Francisco Javier Silva”,
22/11/2016 10:59:08 a.m.
La Prensa, México, D. F., 22 de mayo de 1936

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Figura 4. “Los monstruos fuman”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]Ê£ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ

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Figura 5. “Frente a frente”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓxÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ

Figura 6. La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓäÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ


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Figura 7. “La vampiresa está tranquila y sonriente”, La Prensa]ÊjÝV]Ê°Ê°]ÊÓ£ÊìÊÕÊìÊ£ÎÈ

Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX
editado por el Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM,
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Municipio Libre 175, Nave Principal, colonia Portales, 03300,
Benito Juárez, Ciudad de México.
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en tipo New Aster de 11:13.5, 10:11 y 9:10, estuvo a cargo
de Sigma Servicios Editoriales.
La edición, en papel Cultural de 90 gramos,
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de Eduardo Besares Coria y Rosalba Cruz


En las últimas décadas, la historia social ha ampliado su catálogo
de temas, personajes y fuentes. Ha cobrado importancia el estudio de
Vicio, prostitución y delito. Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX

grupos marginales y, dentro de ellos, de los sujetos que transgre-
den códigos legales o morales, quienes resultan accesibles al histo-
riador a través de diversas y novedosas fuentes, como los archivos e
informes policiales, judiciales o sanitarios; las revistas y las seccio-
nes de nota roja; la literatura o el cine.
De este cambio da cuenta Vicio, prostitución y delito. Mujeres trans-

gresoras en los siglos XIX y XX. Meseras, cabareteras, prostitutas,
madames, criminales, criminalizadas, delatoras, seductoras y
asesinas son las protagonistas de los doce capítulos que integran
la obra, cuyos autores, a partir de múltiples testimonios e inquie-
tudes de investigación, analizan experiencias y espacios de trans-
gresión en México.

Portada: "Marcelina Pérez", Archivo Histórico Municipal de la Ciudad de Oaxaca, Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX
Registros Fotográficos, Registros de prostitución, caja 1, registro n. 159.
Coordinación
www.historicas.unam.mx

Speckman Guerra Elisa y Fabiola Bailon V PDF

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En las últimas décadas, la historia social ha ampliado su catálogo

de temas, personajes y fuentes. Ha cobrado importancia el estudio de

Vicio, prostitución y delito. Mujeres transgresoras en los siglos XIX y XX

De este cambio da cuenta Vicio, prostitución y delito. Mujeres trans-

Vicio, prostitución y delito

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

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ISBN UNAM 978-607-02-8342-0

Primera edición: 2016

D. R. © 2016, Universidad Nacional Autónoma de México

INSTITUTO DE INVESTIGACIONES HISTÓRICAS

Portada: Ivonne Marlene Gutiérrez Cervantes

Imagen de portada: “Marcelina Pérez”, Archivo Histórico Municipal

Prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio

Impreso y hecho en México

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Las meseras en la ciudad de México, 1875-1919

Cabareteras y pachucos en Magazine de Policía

Perdición, enganche y seducción. Prostitución y lenocinio

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La trata de blancas y su diferente atención: Buenos Aires

Burdeles, prostitución y género a través de los procesos

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Vicio, prostitución y delito iÃÊ«À`ÕVÌÊ`iÊÌÀ>L>ÊViVÌÛÊ`iÊÕÊ

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cuarto del siglo XIX se dio un reacomodo laboral que llevó a la

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Personas con Fines de Explotación Sexual en la Historia de Mé-

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la presencia de este fenómeno en dos puertos: Buenos Aires y

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OFICIOS “PELIGROSOS” Y BAJOS FONDOS

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DIEGO PULIDO ESTEVA

La “mesera” es un tipo nuevo. Nació en la épo-

Las impresiones citadas, escritas una década después de haber

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comer, beber y desplegar distintas culturas de ocio. Dicho des-

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Vicio, prostitución y delito iÃÊ«À`ÕVÌÊ`iÊÌÀ>L>ÊViVÌÛÊ`iÊÕÊ

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VÌÕLÀiÊ`iÊ£ää]Ê«°ÊÓÆÊº ÃVi>ÊVÞÕ}>ÊiÊÕÊV>vjÊV>Ì>Ìi»]ÊEl Universal,

Historia Mexicana, El Colegio de México, México, v. XLVII]Ê°Ê£]ÊÕÃi«ÌiLÀiÊ