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Otra Economía, 5(9):116-125, julio-diciembre 2011

© 2011 by Unisinos - doi: 10.4013/otra.2011.59.01

Participación y política. Discutiendo algunos sentidos y


prácticas participativas en América Latina

Participation and politics. Discussing some meanings and


participatory practices in Latin America

Aida Quintar1
aida.quintar@gmail.com

María Cristina Cravino1


ccravino@ungs.edu.ar

María Lara González Carvajal1


lcarvaja@ungs.edu.ar

Resumen. En las últimas décadas nociones como las Abstract. In recent decades notions such as civil
de sociedad civil, movimientos sociales o moviliza- society, social movements or social mobilization
ción social y acción colectiva encabezan discursos and collective action are leading discourses that
que interpelan al poder. En las diversas expresiones challenge power. In the various expressions of
de intervención de la sociedad en los asuntos pú- society’s intervention in public affairs that have
blicos que se vienen dando en las últimas décadas been occurring in recent decades in Latin America,
en América Latina, la “participación” es la palabra “participation” is the keyword used by those who
clave enarbolada, tanto por parte de aquellos que se are positioned in the left as well as by the ones
posicionan en la izquierda como en la derecha del es- who are positioned in the right side of the political
pectro político. Se pone, de este modo, en evidencia spectrum. Therefore, it is evident that there is a se-
la disputa semántica generada en torno a ese poli- mantic dispute around this polysemic concept and
sémico concepto, y nuestro trabajo pretende ser un that is why we intend to contribute to this debate.
aporte en dicho debate. El interrogante que plantea- The article explores whether the use of the term
mos apunta a explorar si al hablar de participación participation makes reference to the same phe-
se está haciendo referencia al mismo fenómeno o si nomenon or refers usually to very different pro-
se trata de un uso generalizado de este término para cesses. Are these differences of degree or are they
procesos muy diferentes no sólo por sus objetivos substantive? We start our paper introducing some
sino también por los actores que lo encarnan. Enton- theoretical digressions on the notion of participa-
ces ¿se trata de diferencias de grado o sustantivas? tion, such as citizen participation (articulation be-
Iniciamos el trabajo presentando algunas digresio- tween citizens and the State), social participation
nes teóricas en torno a la noción de participación: (from society), participation within political par-
ciudadana (articulación con el ciudadano promovi- ties, and participation in collective actions. Finally,
da por el Estado), social (desde la sociedad), parti- we include some empirical references about par-
daria, electoral, así como la participación en acciones ticipatory practices promoted by the State in Latin
colectivas (confrontativas y no confrontativas), en la America in the past two decades.
gestión asociada y en la co-gestión. Posteriormente,
incluimos algunas referencias casuísticas sobre par-
ticipación promovida desde el Estado en América
Latina, en las dos últimas décadas.

Palabras clave: participación social, movimientos Key words: social participation, social movements,
sociales, América Latina. Latin America.

1
Universidad de General Sarmiento. Gutiérrez 1150. Los Polvorines (B1613GSX). Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Aida Quintar, María Cristina Cravino, María Lara González Carvajal

Introducción ensayaron diversas fórmulas de decisión de lo


público o implementaron formas de gestión de
En las últimas décadas se ha discutido programas y proyectos con una intencionali-
sobre el lugar que han asumido las ciudades dad participativa, aunque con distinta suerte.
como escenarios de diversas experiencias de Esto hace que la escala de la ciudad y los pro-
involucramiento de sus habitantes en los pro- cesos participativos aparezcan muy asociados.
cesos de toma de decisiones públicas, es decir, Nuestro punto de partida es, entonces, enten-
que involucran cuestiones urbanas y sociales der a la participación como una postura activa
comunes. No obstante, lejos de aparecer como de involucramiento de los habitantes en los
un tema signado por el consenso teórico-me- asuntos comunes, en cuyo marco van confi-
todológico, emerge como un campo de fuer- gurándose escenarios de espacios públicos no
tes debates en torno a los sentidos, alcances y estatales o de co-gestión con el Estado.
encuadres ideológicos que se ponen en juego. Proponemos reflexionar sobre las trayecto-
Diversos actores han acudido a la idea de par- rias del concepto de participación en Améri-
ticipación para referirse a una “herramienta” ca Latina durante las décadas de los ochenta
que, en principio, permitiría mejorar las con- y noventa y en el nuevo escenario abierto en
diciones de vida y ciudadanía de la población. el siglo XXI. Esta concepción implica la exis-
Sin embargo, muchos de los que vienen plan- tencia de múltiples historias, en muchos casos
teando esta problemática en los últimos años le con trayectorias diferenciales, pero que “ha(n)
han otorgado un sesgo técnico y supuestamen- posibilitado por otra parte la permeabilidad
te neutral que la vincula casi exclusivamente al entre dichas historias, sobre todo a nivel de los
ámbito de la gestión, sin atender, a veces, a la conjuntos sociales y más allá de la intenciona-
relación que indudablemente la participación lidad de los sectores que impulsan o están inte-
tiene con la política. resados en la participación social” (Menéndez,
En el presente trabajo nos interesa revisar y 2006, p. 54). Es decir, trayectorias que pueden
discutir, precisamente, la relación entre parti- ser recuperadas en nuevas experiencias. En
cipación y política. En algunos casos, los pro- particular nos preguntamos acerca de los sen-
cesos participativos pueden ser promovidos tidos y los usos de la participación (ocultos o
por el Estado y, en otros, por distintos secto- visibles) y de las formas en que ésta se vincula
res sociales, pero siempre se está definiendo con la política (y con las dinámicas de politiza-
en ellos una cuestión socialmente problema- ción-despolitización-repolitización).
tizada. Lo que pretendemos aquí es tener en
cuenta una mirada procesual e histórica de la Participación y política: de la
participación en la cual, en ocasiones, aquellos
grupos que la protagonizan transitan por dife- transición democrática a la crisis del
rentes momentos de conflictividad, relaciones neoliberalismo en América Latina
de poder, disputas simbólicas y luchas mate-
riales que hacen que estos procesos no pue- En este apartado nos abocaremos al de-
dan escindirse de su condición política. Por lo sarrollo teórico y contextual de la noción de
tanto, también las formas, alcances y sentidos participación a partir de la década de los años
de la participación se vinculan a los procesos ochenta, dando cuenta de las mutaciones de
históricos macro, como queremos demostrar, sentido que la misma fue asumiendo desde
y a cómo se define el campo de la política y entonces, en una perspectiva que busca volver
sus alcances y contenidos. Esto implica que lo a articular la participación con la política.
que discute o está vedado debatir tiene que ver Las transformaciones en los usos de la pa-
con una construcción histórica de la política y labra “participación” fueron de la mano de las
cómo se dirimen los conflictos, que hacen de la transformaciones en la definición misma de la
participación una forma de abordar o procesar “política” y en la caracterización de las activi-
los conflictos urbanos. dades a las que esas palabras se refieren. En este
En el centro de la cuestión están los proce- sentido, si bien excede este trabajo nombrar y
sos de toma de decisión en torno a los temas clasificar los diferentes desarrollos y enfoques
inherentes a las transformaciones de las ciu- teóricos acerca de qué es la política, y de qué
dades y los diferentes modos de apropiación hablamos cuando aludimos a la relación entre
social de las mismas. Es decir, se trata de una participación y política, simplemente aclarare-
disputa por la definición de lo público. En es- mos que el sentido que nosotros le asignamos
pecial, los gobiernos locales latinoamericanos aquí trasciende las definiciones que la reducen

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a la actividad partidaria institucional y proce- funcional a las políticas neoliberales como en


dimental. Nuestra visión de la política en un aquellas que plantean la auto-organización
sentido amplio se sitúa, precisamente, en una territorial como forma de resistencia– la
línea de pensamiento que la considera como construcción de esa noción se ha planteado
una actividad atravesada constitutivamen- en oposición o en una supuesta exterioridad
te por el conflicto, el poder, y la disputa por respecto del Estado. Sin duda, ese proceso de
quiénes, dónde y cómo se definen y resuelven construcción estuvo sobredeterminado por las
los asuntos comunes. Es a partir de entender la condiciones que el propio neoliberalismo ge-
política desde esta perspectiva que nos pare- neraba para la relación entre Estado, política
ce relevante y necesario revisar los debates en y sociedad.
torno a la participación. También desde las ciencias sociales se ha
A pesar de que los conceptos de partici- reproducido esta separación entre la participa-
pación y política son indisociables en espe- ción y la política. Los estudios sobre acción co-
cial considerados en términos de prácticas, en lectiva y movimientos sociales no suelen dialo-
las últimas décadas del siglo XX la operación gar con los análisis de procesos participativos
ideológica de la hegemonía neoliberal con- en la implementación de políticas públicas.
siguió desarticularlos hasta el punto de casi Asimismo, los enfoques politológicos acerca
lograr su contraposición. Es decir, se buscó de la participación ciudadana excluyen usual-
transformar a la participación en una activi- mente de ese campo a las formas territorializa-
dad técnica desvinculada de la política. Inclu- das de la participación social y lo dejan como
so, en muchos casos, fue relegada a microex- un proceso vinculado sobre todo a la figura del
periencias que consistían en la generación de ciudadano individual. Obviamente no concor-
formas filantrópicas de atención de las necesi- damos con ninguna de estas dos perspectivas
dades básicas de población “vulnerable” y for- aludidas. Cabe destacar, sin embargo, que
mas autogestivas de supervivencia de sectores algunos autores han venido desarrollando la
populares. De ese modo, en los años noventa problemática de la participación en su interac-
asistimos a una disputa semántica en torno a ción con el Estado2 analizando los diferentes
la polisémica noción de participación: por una modos en que los sectores populares desde su
parte, se la propone como una modalidad de inscripción territorial –y sin necesariamente
la acción social desvinculada de la política y configurar escenarios de resistencia– vinculan
orientada principalmente a hacer más eficiente su práctica con las instituciones públicas. Sin
la gestión de las políticas sociales focalizadas. duda, estos aportes han avanzado en el cami-
Por otra parte, comienzan a surgir nuevos ac- no de la complejización del análisis de la inte-
tores y nuevos repertorios de la acción colec- racción entre Estado y sociedad, y dentro de
tiva cuyas prácticas expresan formas de resis- ese campo, del análisis de las formas de parti-
tencia al neoliberalismo hegemónico, que por cipación y la construcción del campo político.
lo tanto se niegan a separar la participación de El escenario de comienzo del nuevo siglo
la política. Así, en ese marco, también se asiste es complejo y contradictorio, no pudiendo
a una complejización de los escenarios partici- ser definido ni como neoliberal ni como “pos-
pativos ya que muchas de las organizaciones neoliberal” (Thwaites Rey, 2010), ya que en él
sociales utilizadas por los gobiernos neolibera- conviven elementos de continuidad y ruptura,
les para gestionar las políticas focalizadas, en tanto en lo referido a las prácticas desarrolla-
su desarrollo y sus disputas por el espacio y das por la sociedad civil como a las políticas
la agenda pública, sufren cambios que en al- gubernamentales implementadas. En tal sen-
gunos casos las llevan a interpelar al Estado tido, consideramos que hoy se impone una re-
con sus prácticas. Esto implica que aquellos discusión sobre el “rol del Estado” (porque en
escenarios que eran planteados en los proyec- muchos aspectos se siguen replicando las mis-
tos sociales de los gobiernos neoliberales como mas estructuras burocráticas) y sobre la rear-
espacios “neutros” fueron repolitizándose a ticulación entre participación y política desde
medida que se sentían los efectos del modelo. nuevas perspectivas, poniendo en cuestión
En la disputa semántica acerca de la parti- la separación entre ambos términos operada
cipación durante los años noventa en las orga- durante el neoliberalismo. En esta línea, nos
nizaciones sociales –tanto en su vertiente más interesa volver a repolitizar el debate sobre la

2
Entre esos autores destacamos los trabajos de Poggiese et al. (1997), Cardarelli y Rosenfeld (1998), Cunill Grau (1997).

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participación, reinscribiéndolo en la preocu- clo de intensa participación social y política de


pación más amplia en torno a las formas de los años sesenta y setenta. En efecto, el retorno a
la democracia en nuestra región, problemati- la democracia, en los primeros años de la déca-
zando así, a su vez, qué tipo de sociedad se da del ochenta, estuvo signado por un marcado
construye, y qué relación se establece con el entusiasmo participacionista que celebraba la
Estado, las políticas públicas y la propia no- vuelta a la vida política. Sin embargo, la visión
ción de política. preferentemente liberal que en ese período se
Consideramos necesario reconstruir breve- fue construyendo en torno a cómo debía pen-
mente el proceso que en América Latina, entre sarse la democracia3 tendió a anular las dimen-
la década del ochenta y la crisis del modelo siones conflictivas y participativas de la vida
neoliberal, intentó separar, en distintos grados política. Por otro lado, esa visión fue acompa-
y con diferentes sentidos, a la participación de ñada por los giros conceptuales de las ciencias
la política. Dar cuenta de la relación entre los sociales que le asignaron un lugar importante
diferentes contextos y los modos de concep- a las nociones de sociedad civil y participación
tualizar la participación nos permitirá echar ciudadana como elementos clave de ese carác-
luz sobre el carácter histórico, contingente y ter procedimental de la democracia.
profundamente político de los sentidos que La participación política fue quedando, así,
fue adquiriendo la noción de participación. encorsetada en los canales de la representación,
Visibilizar los procesos por los cuales se ha constituyéndose el sistema de partidos en el
vuelto hegemónica una visión de la participa- único canal por el cual debían circular las de-
ción y no otra nos permite, entonces, recuperar mandas. Mientras tanto, los conflictos sociales
aquellas otras voces y sentidos que (re)apare- que no se fueron resolviendo con la recupera-
cieron con fuerza ante la crisis del neoliberalis- ción de la democracia –la pobreza, la reproduc-
mo. Asimismo, posibilita complejizar el deba- ción de la vida social de los sectores populares,
te acerca de las dinámicas y contradicciones en etc.– fueron asignados a una esfera técnica y
la relación Estado – sociedad. distinguible de los asuntos de la política. Es de-
cir, se comenzó a esbozar la separación entre lo
La participación y los años ochenta político y lo social, que supuso la visión hege-
mónica de la política que cristalizó en la déca-
El derrotero de la relación entre partici- da siguiente. Por otra parte, varias experiencias
pación y política en la década del ochenta en “de arriba hacia abajo” fueron abortadas por el
América Latina estuvo fundamentalmente rela- mismo Estado (como fue el caso del Congreso
cionado con la forma que asumió el proceso de Pedagógico en el caso de la Argentina), gene-
recuperación democrática de los países de la re- rando un clima de frustración ante las posibi-
gión que salían de años de dictaduras militares, lidades de decisión de temas que se abrían al
y por el contexto general de la crisis del llamado debate público.
Estado de Bienestar y los cuestionamientos que Durante esos años, muchos gobiernos lati-
se le hacen en Europa tanto desde la literatura noamericanos siguieron implementando mu-
liberal conservadora como desde la que provie- chas de las políticas monetaristas que se habían
ne de la tradición marxista (Offe, 1990). Ambas impulsado desde mediados de los setenta por
cuestiones reconfiguraron los lugares y los roles las dictaduras militares y que tuvieran entre
asignados al Estado y a la sociedad civil, con- sus principales medidas la reforma financiera
dicionando, así, tanto las formas de pensar la que alentó la fuerte especulación en detrimento
participación como a los sujetos involucrados. del sector productivo (Basualdo, 2005). Por otra
En esa etapa, el debate sobre la participación parte, los efectos del endeudamiento externo y
–situado en el contexto específico de la llamada la creciente política de liberalización de los mer-
“transición democrática”– comparte el clima de cados, sumados a la concentración de los capi-
época que tuvo el fin de las dictaduras militares tales, se acompañaron de políticas de ajuste que
que habían logrado abortar violentamente el ci- anticiparon el neoliberalismo de los noventa4.

3
No puede desconocerse que esa perspectiva se alimentaba, en parte, del temor que aún permeaba en la sociedad a una
participación más activa en una vida política confrontativa como la que había antecedido a las dictaduras militares.
4
Hacia fines de los años ochenta comienzan a desplegarse “estallidos sociales” como respuesta a las políticas de ajuste, algunos
emblemáticos como el Caracazo de 1989 o los saqueos en la Argentina en pleno proceso de hiperinflación. A partir de estos úl-
timos se generaron ollas populares y otras organizaciones comunitarias que fueron el inicio de muchas organizaciones sociales
que luego, durante la década del noventa, fueron protagonistas de la gestión de los programas sociales focalizados.

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A finales de la década del ochenta, finalmen- subsidiariedad del papel del Estado, se ex-
te, la falta de respuestas a las demandas so- pandieron en esos años las llamadas ONGs,
ciales y el fuerte titubeo en la definición del que actuaron como interlocutoras privilegia-
control del mercado en los desarrollos nacio- das de organismos multilaterales de crédito
nales coadyuvaron al creciente proceso de que financiaban políticas sociales compensa-
deslegitimación del Estado. De esta manera, torias. Esas políticas focalizadas, orientadas
las expectativas populares de mejorar su ni- a los sectores más afectados por el programa
vel de vida con la recuperación de la demo- de ajuste neoliberal, en el contexto de la cre-
cracia se vieron frustradas, lo que generó el ciente desocupación y pobreza, estimularon
reiterado escepticismo o descreimiento en el una modalidad de participación “social” que
sistema político. Esto, junto a la crisis econó- ponía el eje en cuestiones instrumentales re-
mica, generó las bases para cierta pasividad queridas en la gestión de planes y proyectos
en la respuesta de los trabajadores (sumado a sociales asistencialistas.
medidas de flexibilización laboral de los años En esos años, por lo menos en la Argen-
noventa donde se dejan sin efectos conquis- tina, la fragmentación de los sectores subal-
tas de los trabajadores como tener acceso a la ternos y la exclusión social creciente fueron
seguridad social, derecho a la huelga, conve- confluyendo en una fuerte apatía social que
nios colectivos de trabajo, etc.). intentaba ser sustituida en los medios tele-
En ese marco se inscribieron los primeros visivos a través de la creación de un espacio
debates sobre la reforma del Estado, surgien- público ficcional en el que una supuesta so-
do como uno de sus lineamientos principales ciedad civil confundida con el auditorio de
el impulso a los procesos de descentralización televidentes participaba con sus opiniones
que planteaban una concepción de la partici- acerca de diversos temas de actualidad. El va-
pación de la sociedad civil muy asociada a la ciamiento de los locales barriales partidarios
idea liberal de la llamada democracia repre- puso en evidencia la pérdida de confianza de
sentativa. Durante toda la década del ochen- la sociedad en los partidos políticos (y en sus
ta, se siguió profundizando, así, la discusión candidatos) como posibles espacios para ca-
sobre las implicancias que suponía la visión nalizar las demandas insatisfechas.
hegemónica y procedimental de la democracia En los años noventa se cristalizó también
en América Latina. una visión “miserabilista” de las formas parti-
No obstante, cabe destacar que, desde las cipativas populares. Tanto las agencias esta-
márgenes de este sistema, diversas experien- tales como los organismos multilaterales de
cias territoriales de conformación de organi- crédito y algunas ONGS se basaron en una
zaciones sociales comienzan a desarrollar sus perspectiva que escinde “lo social” de “lo po-
prácticas políticas por fuera de la instancia de lítico” y liga las acciones de los sectores popu-
los partidos. A su vez, hacia fines de la década, lares al campo exclusivo de la necesidad. Des-
diferentes autores empiezan a plantear la ne- de esta mirada de los discursos hegemónicos,
cesidad de democratizar la democracia, asig- la participación (social) aparece promovida e
nándole un papel fundamental a la participa- incentivada en la medida en que es presenta-
ción, tema ampliamente desarrollado desde da como lo opuesto a “la política” (supuesta-
distintos enfoques teóricos (Cunill-Grau, 1997; mente espuria). Incluso “la participación” es
Santos, 2005). presentada como un espacio aparentemente
superador de los particularismos e intereses
La participación y los años noventa escondidos detrás de las prácticas políticas,
en tanto aparece, precisamente, como una ac-
La cristalización en los años noventa de tividad (o mejor dicho un procedimiento) por
las reformas neoliberales planteadas en el afuera del conflicto, los intereses, la ideología
Consenso de Washington y las políticas de y, en definitiva, de la política. Así es como
privatización de los activos del Estado inci- la participación se empieza a asociar fuerte-
dieron de diversos modos en la dinámica po- mente a una idea abstracta de consenso, que
lítica de América Latina. La crudeza y rapi- esconde bajo la alfombra las pujas de poder,
dez de los cambios ocurridos dieron lugar a los intereses, las condiciones estructurales y
la idea de que en esta región se dio un proceso las posiciones ideológicas confrontadas. Por
de democracia delegativa (O’Donnell, 2009) otra parte, la participación también se fomen-
poco proclive a la recepción de demandas tó en los barrios populares en el caso de la
de la población. Como parte de la creciente ejecución de políticas públicas, para bajar los

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costos de la mano de obra. Es el caso del par- La participación y el escenario en el


tenariado en experiencias de hábitat popular, nuevo siglo: esbozo para el análisis
donde, para bajar costos, apelaban a la “parti-
cipación” de los/as vecinos/as, ya sea ponien- Para América Latina, el nuevo siglo se
do trabajo, recursos materiales, responsabili- inicia con un escenario complejo y contra-
zándolos de la gestión se plantea el debate en dictorio que no puede ser definido como la
torno a la participación de la sociedad civil, el continuación del modelo neoliberal, pero
Estado, la ONG y la empresa privada. tampoco como de ruptura total con éste en
Ahora bien, por otro lado, durante los años cuanto al lugar que se le otorga a las modali-
noventa también surgieron en América Lati- dades participativas. En este contexto emer-
na otras modalidades de acción colectiva que gieron algunos gobiernos que asumieron
entendían la participación como una práctica las críticas al proyecto neoliberal y, de esta
política de interpelación al poder y muchos de forma, también los conflictos. Estos últimos
ellas desarrollaron formas horizontales de par- adquirieron mayor visibilidad, luego de una
ticipación. Es decir que, si bien, por un lado, se década de disciplinamiento de los sectores
produjo un crecimiento explosivo de organi- populares y de represión a la conformación
zaciones que entendían o ejercían la participa- de demandas sociales. Sin embargo, como
ción como una práctica social automarginada veremos, también encontramos elementos
de la política, por otro, emergieron diversas de continuidad.
expresiones no institucionalizadas de deman- Hoy se vuelve a discutir y problematizar,
da e impugnación política al modelo social y desde nuevas perspectivas, el rol del Estado y
económico neoliberal. la rearticulación entre la participación, la polí-
Ese fue el caso de los diversos movi- tica y las políticas públicas. Pero el debate se
mientos sociales campesinos, indígenas y de encuentra abierto. La crisis de representación
protesta urbana que en sus acciones revalo- política, que fuera tematizada en parte por las
rizaban la práctica política, pero desde una Ciencias Sociales, continúa con la crisis del
vertiente diferente a la institucionalizada por proyecto neoliberal. Por lo tanto, la recreación
los partidos y por el Estado. En esas expre- o creación de nuevas formas de participación
siones contra-hegemónicas de la acción colecti- vienen a llenar parcialmente el vacío que ge-
va, el sentido de la participación se asoció en nera esa crisis de representación, e implican, a
forma creciente a una interpelación al poder su vez, una nueva configuración de la política
en sus diversas manifestaciones económicas, electoral de la región.
sociales y políticas. Así fueron surgiendo en Los movimientos sociales que colocaron en
esos años una multiplicidad de sujetos y mo- la agenda pública sus demandas (tanto en rela-
vimientos no institucionalizados (puebladas, ción con las mejoras en las condiciones de vida
piquetes, marchas de silencio, organizaciones como respecto del reconocimiento identitario
de trabajadores ocupados y desocupados, de ciertos grupos étnicos, minorías sexuales
empresas recuperadas y autogestionadas por o regionales, entre otros) generaron la nece-
sus trabajadores, nuevos agrupamientos de sidad de respuestas por parte del Estado que,
derechos humanos, agrupamientos de abs- a su vez, derivaron en procesos complejos de
tención electoral, etc.) que en forma fragmen- negociación o confrontación. En la cartografía
taria aparecen en la escena pública a lo largo de la acción colectiva se observan situaciones
de toda la década desplegando nuevos reper- muy diferentes: algunos movimientos buscan
torios de acciones colectivas que pusieron en construir nuevas formas de sociedad, alterna-
cuestión tanto al modelo económico vigente tivas, y otros buscan conservar el status quo.
como a las modalidades de representación Justamente, uno de los elementos novedosos
social y política tradicional. de esta nueva etapa fue la apropiación de re-
En los últimos años de esa década, ya en la pertorios de acción colectiva, inicialmente pro-
primera década del 2000, en América Latina, pios de los sectores populares, por parte de las
conjuntamente con la expansión de los movi- clases medias o altas en la organización de la
mientos sociales, se generalizó un cuestiona- defensa de sus intereses. Esto fue utilizado por
miento a los efectos sociales del neoliberalismo, algunos movimientos que plantearon una vi-
dando lugar, así, a la legitimidad y al ascenso sión regresiva de la sociedad. Tal es el caso del
de nuevos gobiernos que –al menos discursiva- movimiento separatista de la medialuna boli-
mente– proponían ejes o modelos alternativos viana o el del movimiento “campestre” contra
de desarrollo (Thwaites Rey, 2010). la retención impositiva a los productores so-

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jeros planteada por el gobierno argentino. De rritorio de siete Unidades de Gestión Comuni-
esta manera, el mapa de actores se complejizó taria, el trabajo de los Consejos Vecinales y la
aún más. Por otro lado, las propuestas de las experiencia de Presupuesto Participativo. Esta
agencias multilaterales de crédito5 de seguir política implica un profundo cambio cultural e
estimulando a las organizaciones de la “socie- institucional que hace de la descentralización
dad civil” como ejecutoras de políticas públi- estatal un eje que atraviesa, ordena y estruc-
cas, en el supuesto rol de controladoras de la tura al conjunto de políticas públicas munici-
acción del Estado, pero también como formas pales. Me parece que hay que mencionar que
de resolución casi autónomas de los problemas “descentralización” tiene muchos significa-
de la vida cotidiana, dejaron una constelación dos, porque el neoliberalismo también planteó
de organizaciones sociales de muy diferente la descentralización de las políticas públicas,
tipo que perduraron en el tiempo. Muchas de pero solamente en materia de ejecución y esto
ellas, si bien tenían supuestamente un carácter trajo aparejado problemas gravísimos como
despolitizado, demandaron formas participa- falta de capacidad de gestión de algunos mu-
tivas de gestión estatal y se constituyeron, a nicipios para llevar adelante los programas.
veces, en actores políticos de los procesos de Incluso la descentralización no se realizó en
toma de decisiones e implementación de polí- materia de manejo de recursos o diseño de
ticas públicas. programas o políticas.
Es decir, tras la crisis del modelo neolibe- La ciudad de Rosario está ubicada en la
ral, la configuración Estado-Sociedad se ex- zona sur de la provincia de Santa Fe (Argenti-
presa muy fuertemente por la pugna de gru- na) y se sitúa a 300 km de la ciudad de Buenos
pos sociales por colocar en la agenda pública Aires. La población es de 909.399 habitantes.
sus intereses, mientras que el Estado ensaya En esta ciudad, el proceso de descentraliza-
formas de concertación o confrontación, con ción comenzó en el año 1995, con el objetivo
diversos resultados, asumiendo que se debe de generar un gobierno más eficaz, eficiente
sustituir el esquema del “Estado mínimo” de y cercano a los vecinos. Se dividió el territo-
los años noventa. Y si bien aún no queda claro rio en 6 distritos: cada uno conforma el área
qué tipo de Estado tienen o desean construir de influencia de los Centros Municipales de
los países de América Latina, como bien seña- Distrito (CMD). La descentralización munici-
la Thwaites Rey (2010, p. 36), “la crisis actual pal no se concibió sólo como una reforma de
no hace sino renovar la necesidad de pensar tipo político-administrativo, sino más bien
alternativas que consideren la cuestión estatal como un proceso para instalar un proyecto de
nacional desde una perspectiva renovadora”. ciudad a largo plazo y generar nuevas formas
En las últimas dos décadas cabe señalar de gestionar los asuntos públicos desde una
que en América Latina se desarrollaron algu- perspectiva participativa. Desde 2002, se viene
nos interesantes ejemplos de políticas de par- implementando con éxito en los distritos de la
ticipación promovidas desde el Estado. En la ciudad el Presupuesto Participativo mediante
Argentina se implementan con relativo éxito el cual ya se han concretado más de 700 pro-
políticas de descentralización municipal en yectos votados por los vecinos.
las provincias de Buenos Aires y de Santa Fe. Otro ejemplo de descentralización promo-
El municipio de Morón es uno de los 134 mu- vido por el Estado es el caso de Medellín, capi-
nicipios que integran la provincia de Buenos tal del departamento de Antioquia, situada en
Aires. Está ubicado en el centro del Área Me- el noroccidente de Colombia. Cuenta, según el
tropolitana, al oeste de la Capital Federal. La censo de 2005, con una población de más de 2
ciudad cuenta con una superficie de 55,6 km2 y millones de habitantes, lo que la convierte en
una población de 323.643 habitantes. El mode- la segunda ciudad más poblada de Colombia.
lo de descentralización municipal implemen- En esta ciudad se desarrolló una importante
tado en 2006 se resume como un proceso de desconcentración administrativa con el ob-
desconcentración administrativa y protagonis- jetivo de fortalecer la presencia estatal en las
mo de la comunidad. Su ejecución tiene como zonas rurales (71% del territorio) y garantizar
ejes centrales el funcionamiento en todo el te- la proximidad y el contacto con el ciudadano.

5
Merece subrayarse que los mismos organismos multilaterales de crédito tuvieron recientemente su propia crisis en
relación a sus roles y se vislumbraron unas pocas visiones autocríticas. Esto es, estos organismos aún mantienen el para-
digma despolitizador e instrumentalista de la participación, aunque no siempre, como indicamos, obtuvo ese resultado.

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Entre las instituciones creadas con ese fin se pos sociales, como así también en todas las
destacan las llamadas “Casas de Gobierno”, distintas formas de negociación y/o confronta-
que desconcentran los servicios de la adminis- ción entre el Estado y las organizaciones so-
tración municipal, y el proceso de Planeación ciales con las que articula. Una sociedad más
local y Presupuesto Participativo que han per- polarizada muestra un escenario de conflicto
mitido a los ciudadanos incidir en el destino más polarizado y más contradictorio. No hay
de los recursos municipales. un nuevo modelo de relación Estado-sociedad
En Montevideo, la capital y ciudad más legitimado, pero parecieran haber algunos
poblada del Uruguay, con más de 1 millón y consensos sobre el lugar que la participación
medio de habitantes, en mayo de 2010 se co- viene asumiendo en las formas democráticas
menzó a implementar el proceso de descen- de los países de América Latina. Ya sea com-
tralización política y administrativa del de- plementando o disputando sentidos con las
partamento con el objeto de profundizar la formas tradicionales de la representación po-
participación de la ciudadanía en la gestión de lítica (ante su crisis), la participación aparece
gobierno. Así, a los niveles de gobierno nacio- como un fenómeno crecientemente demanda-
nal y departamental la nueva legislación agre- do desde distintos sectores. Al mismo tiempo,
ga un tercero, el municipal. El Departamento la propia lógica de legitimación del Estado en
de Montevideo se divide, así, en 8 Municipios. el nuevo escenario también promueve prácti-
Los gobiernos municipales estarán integrados cas participativas y necesita recrearlas en su
por cinco miembros electos y tendrán a su car- nuevo rol. Cuál es el modelo actual de la rela-
go la ejecución de planes de desarrollo y admi- ción es el interrogante.
nistrarán el presupuesto en su territorio.6 En síntesis, en la actualidad se expresa
una tensión entre procesos de participación
Conclusión despolitizantes y repolitizantes que eviden-
cia una disputa semántica por el concepto de
La idea de participación parece, actualmen- participación y sus diferentes usos. Por todo
te, transitar el camino del ensayo y el error en esto, consideramos que el escenario actual es
torno a las distintas formas que asumen los contradictorio en el sentido de que no es he-
procesos de toma de decisiones, intentando gemonizado por ningún modelo. Así como
a veces, con distinta suerte, una democracia se observa en nuestros países un crecimiento
(más o menos) participativa o, como diría del fascismo societal (Santos, 2005), también
Boaventura de Sousa Santos, una democracia se crean organizaciones que buscan construir
de alta intensidad. Por esta razón, para com- un nuevo orden social más justo, y algunos
prender los nuevos escenarios abiertos, es cen- Estados latinoamericanos buscan un nuevo
tral, para nosotros, dar cuenta de los sentidos rumbo, aún no preciso, en la salida del modelo
sociales de la participación en relación con el neoliberal. Lo que sí pareciera ser evidente es
tipo de sociedad que buscan construir los ac- que las formas participativas se encuentran al-
tores que la promueven. Asimismo, merecen tamente valoradas tanto para la gestión públi-
resaltarse los procesos de aprendizaje social ca como para la conformación y reivindicación
que dejan cada una de las prácticas participati- de demandas sociales pero, claramente, cada
vas y los repertorios de acción colectiva que se experiencia de participación tiene un sentido
han desarrollado en los últimos años en nues- diferente que nos obliga a interrogarnos sobre
tra región. si es posible enmarcarlas en la misma catego-
El proyecto neoliberal reconfiguró la socie- ría teórico-política.
dad latinoamericana, sus valores y sus prácti- En este artículo hemos intentado destacar
cas; pero el mapa actual de actores y la crisis la importancia de la idea de trayectorias de
de este modelo no despejaron completamente participación, enfatizando no sólo el hecho
esta nueva configuración. Estas contradiccio- de que los grupos y las personas no transitan
nes se expresan tanto en los procesos partici- los procesos participativos sin historias pre-
pativos promovidos por el Estado, como en vias, sino también resaltando las variaciones
aquellos exigidos o conseguidos por los gru- significativas que pueden existir en diferentes

6
Actualmente Montevideo es sede del Mercosur y de la ALADI, y según datos oficiales en 2009 su población era 1.338.408
habitantes, si bien como área metropolitana alcanza 1.968.324 habitantes.

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Participación y política. Discutiendo algunos sentidos y prácticas participativas en América Latina

contextos y en función de los usos que cada (2005) define esta situación como un “fascismo
grupo social le asigna a la participación. Es de- social”, refiriéndola al régimen social por el
cir, finalmente, es importante observar la do- cual un sector de la población tiene capacidad
ble trayectoria de los procesos participativos: de veto sobre la vida de los demás. Esta con-
desde el paradigma desde el cual es pensada dición de población “excedentaria absoluta” o
e instrumentada la participación y desde las “desechable” tiene fuertes consecuencias so-
trayectorias que tienen los sujetos mismos que bre el propio debate acerca de la participación,
transitan el recorrido participativo. replanteando el propio sentido de la misma.
Tal como lo hemos destacado, una de las Pensar la participación en ese contexto lle-
dimensiones centrales para el análisis, que nos va a preguntarnos no sólo por la cuestión de
interesa dejar planteada y que consideramos quiénes participan en el debate y la toma de
que además no suele ser discutida y a veces ni decisiones en torno a los bienes comunes, sino
siquiera visibilizada, es la relación entre con- también a la definición misma de lo común.
flicto y participación. Como ya lo consideramos Hemos visto así, también, en distintos
anteriormente, la visión liberal de la partici- momentos de este trabajo, que la separación
pación subraya el lugar del consenso entre los entre el espacio de “lo social” y de “lo polí-
individuos en el marco de los procedimientos tico” que postularon los organismos multila-
y canales institucionales. Se suele afirmar, así, terales de crédito y asumieron los gobiernos
que la participación está asociada al ejercicio latinoamericanos de manera hegemónica en
de una ciudadanía (abstracta) que tiene como tiempos del auge neoliberal, condicionó fuer-
objetivo, en definitiva, la búsqueda del interés temente el modo en que fue promovida la
general. Es en este sentido, entonces, que nos participación desde los organismos multila-
interesó discutir en este trabajo la relación en- terales y algunas ONGs, pero también pen-
tre participación y política para mostrar que sada desde las ciencias sociales. De alguna
siempre están intrínsecamente asociadas. Para manera, podríamos pensar que esta división
nosotros, el conflicto es constitutivo de la polí- que profundiza la concepción liberal de la
tica y, por lo tanto, de la participación, en tanto práctica democrática generó las condiciones
inseparables para nuestra concepción. Conside- para que sea posible la separación entre una
ramos que el consenso entre los sectores sociales participación social, supuestamente, no polí-
que protagonizan los procesos de participación tica, a veces también llamada comunitaria, y
no es un punto de partida de dichos procesos, una participación política, reducida estricta-
sino un posible resultado fruto de confrontacio- mente a la cuestión electoral y partidaria. La
nes y negociaciones diversas entre intereses y necesidad que hoy se observa de encontrar
visiones diversas. Lo que, entonces, no puede alguna clasificación de las formas de partici-
quedar invisibilizada, para nosotros, es la exis- pación aparece para nosotros, entonces, como
tencia misma del conflicto. Definir cuáles son el resultado y la expresión de esta disputa por
los asuntos “comunes” susceptibles de ser de- asignarle un sentido a lo que se entiende por
batidos y decididos públicamente, resolver con participación.
qué recursos y cuáles serán los modos de abor- Tal como ya lo destacara Menéndez (2006),
darlos configuran procesos en los cuales entran es fundamental que a la hora de analizar pro-
necesariamente en juego relaciones de poder, cesos de participación precisemos el tipo de
antagonismos y proyectos de sociedad diferen- sociedad (o por lo menos de sociabilidad) que
tes que hacen a estos espacios de participación se pretende construir al impulsar dicha partici-
campos dinámicos de fuertes disputas simbóli- pación, ya que, como hemos visto, ésta ha sido
cas y materiales. promovida por posiciones político-ideológicas
La acentuación de la polarización social a no sólo diferentes, sino a veces incluso antagó-
partir de la creciente hegemonía de la políti- nicas. Esta dinámica política de construcción y
ca liberal en las últimas décadas del siglo XX redefinición de los sentidos de la participación
puso en crisis a gran parte de los mecanismos atraviesa tanto a los sujetos sociales como a los
de integración social desarrollados durante actores estatales que se involucran en los pro-
la vigencia del Estado del Bienestar. Algunos cesos participativos.
autores hablan del fin de una tensión creativa Consideramos, finalmente, que lo impor-
entre democracia y capitalismo y del estable- tante no es calificar valorativamente el meca-
cimiento de un tipo de sociedad con tal nivel nismo de la participación sino identificar, visi-
de desigualdad que los excluidos dejan de te- bilizar y echar luz sobre los sentidos políticos
ner expectativas sobre el futuro. Sousa Santos que subyacen, se construyen y se (re)definen

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Aida Quintar, María Cristina Cravino, María Lara González Carvajal

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