Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Soldado de caballería al inicio de la contienda, en 1915 Richthofen fue destinado al Servicio Aéreo y
se convirtió en uno de los primeros miembros del escuadrón de cazas Jagdstaffel 2 en 1916. Muy
pronto se distinguió como piloto de cazas y en 1917 pasó a ser líder de la Jasta 11 y después del ala
de cazas Jagdgeschwader 1, más conocido como El Circo Volador por los vivos colores de sus
aeroplanos o porque la unidad debía moverse de manera continua de escenario de lucha y montaba
campamentos de tiendas en aeródromos improvisados. Ya en 1918 era un héroe de los alemanes y
respetado por sus enemigos, pues permitía escapar a sus víctimas malheridas. Su unidad fue
responsable del derribo de 151 aviones británicos, contra 66 de las propias, durante el mes de abril de
1917.2 Por ello recibió la medalla Pour le Mérite.
Sus aviones, el caza biplano Albatros D.II y luego el triplano Fokker Dr.I, le permitían una amplia
capacidad de maniobras y piruetas. Sin embargo, la mayoría de sus victorias en combates aéreos las
consiguió en un avión tipo Albatros.
Richthofen fue derribado y muerto en la mañana del 21 de abril de 1918 cerca de Vaux-sur-Somme,
en el norte de Francia.3 Se ha debatido mucho sobre diversos aspectos de su carrera, especialmente
sobre las circunstancias exactas de su muerte. Sigue siendo uno de los pilotos de guerra más famosos
de todos los tiempos y tema de muchos libros, películas y otros medios.
Biografía
Infancia y juventud
Nació el 2 de mayo de 1892 en la capital de Silesia, Breslavia (hoy Wroclaw, perteneciente a Polonia).
De niño se trasladó con su familia a Schweidnitz (hoy Swidnica, Polonia). Era el mayor de tres
hermanos. Miembro de la familia aristocrática terrateniente Richthofen, el padre de Manfred había
llegado a ocupar un alto cargo en el regimiento de Ulanos Nº 12, una unidad perteneciente a la
poderosa caballería prusiana. Manfred y su hermano pequeño Lothar quisieron seguir los pasos de su
padre, alistándose jóvenes en el ejército imperial. Practicó caza y equitación y cuando completó su
adiestramiento como cadete, se alistó en los Ulanos (caballería alemana), siendo nombrado tres años
después teniente del primer regimiento.
Durante la Primera Guerra Mundial, von Richthofen pasó de la caballería (donde ganó la
condecoración de la Cruz de Hierro) a la infantería, pero en esta modalidad no prosperó, ya que las
condiciones que se vivían en las trincheras eran inhumanas y "muy aburridas", según sus palabras.
Finalmente encontró su lugar alistándose en la aviación, donde demostró una gran capacidad con esta
arma, completamente innovadora para lo que hasta entonces había sido la guerra (la producción de
aviones se incrementó desde los 300, que tenían todos los El biplano Albatros D.II, con el que el Barón
Rojo consiguió la mayor parte de sus victorias.
No logró destacar en la academia de aviadores, aunque luego demostró ser muy capaz en combate.
En el principio solo se dedicó a observar y fotografiar el frente oriental, pero lo que él quería eran
aventuras.
En la Luftstreitkräfte, su encuentro con otro gran aviador, Oswald Boelcke, fue decisivo para su éxito.
Boelcke lo seleccionó para el escuadrón de caza Jagdsstaffel o Jasta 2. Ya su primer combate fue una
victoria. Sucedió sobre el cielo de Cambrai, Francia, el 17 de septiembre de 1916. Durante estos
primeros meses se destacó por su agudeza visual y su innato don para afrontar el peligro. Sus
compañeros decían que su personalidad se transformaba cuando asumía los mandos de su avión.
Durante los 20 meses siguientes, destacaría como el mejor as de la aviación alemana durante la
Primera Guerra Mundial. Llegaría a superar el número de victorias de Boelcke: 40, un récord hasta
entonces. En su victoria 11 consiguió derribar el biplano del as británico Lanoe Hawker. En enero de
1917 recibió la Cruz Pour le Mérite. contrincantes al principio de la contienda, hasta los 150 000 al
finalizar).
En 1917 se le confirió el comando del Jasta 11, que luego fue conocido como el "Circo volador" por
los vivaces colores que presentaban sus 14 aviones, los cuales, al igual que un circo, se trasladaban
por ferrocarril al lugar adonde se los requería. Se ganó el apodo de Barón Rojo porque su avión estaba
pintado de rojo para que sus rivales lo reconocieran; hábil maniobra psicológica, pues sus enemigos
le temían mucho y admiraban su gran destreza guerrera. Llegó a dirigir 58 misiones con total éxito, en
las cuales derribó a unos 80 aviones, algo que nadie llegó a superar en ningún bando durante el resto
de la guerra. En abril sumó él solo 20 derribos. Sus hombres insinuaban que su líder tenía un
comportamiento suicida. Pocos meses después recibió el encargo de dirigir la primera ala de caza de
la historia aérea, la JG 1, integrada por los Jasta 4, 6, 10 y 11. Esta unidad llegó a derribar 644 aviones
con solo 56 bajas. Su hermano Lothar, alcanzó 40 victorias al final de la guerra en esta unidad, Kurt
Wolff, 33 victorias y Karl Allmenroder 30 derribos. Todos lograron la Cruz Pour le Mérite.
El 6 de julio de 1917 recibió una bala perdida en el cráneo, que le provocó una terrible herida
lesionándole el cerebro; pero él continuó volando pese a estar claramente incapacitado para soportar
alturas. Se comportaba como si fuera inmune a la muerte, no tomando precauciones e incluso violando
las fundamentales reglas de vuelo que había escrito en su manual. Llevó vendada la cabeza durante
mucho tiempo. Poco después recibió con alegría un Fokker Dr.I, un triplano que también pintó de rojo,
y que tenía gran agilidad, aunque si se mantenía en rumbo fijo durante muchos minutos, se convertía
en presa fácil.
Muerte
Según las fuentes oficiales, fue el capitán canadiense Roy Brown el que consiguió matar al piloto
alemán, aunque nuevas investigaciones apuntan a que fue el soldado de infantería australiano William
John "Snowy" Evans el que disparó desde tierra la bala calibre 7,70 mm que acabó con su vida. La
bala entró por el lado derecho del pecho y le causó heridas en los pulmones, el hígado, el corazón, la
arteria aorta y la vena cava antes de salir. Según la opinión de los forenses, apenas contó con un
minuto antes de perder la consciencia y solo un par de ellos en morir. Poco se sabe sobre el soldado
Evans, aparte de que murió en 1925, y probablemente falleció sin imaginar que él podía ser el causante
de la muerte del piloto más famoso de la historia. Roy Brown dejó escrito un libro sobre sus combates
y detalló todo sobre el último vuelo del Barón.
Fue enterrado con todos los honores militares por los mismos británicos, quienes le rindieron tributo.
Su ataúd —cubierto de flores como ofrenda— fue llevado a hombros por seis miembros del escuadrón
209. En el momento del entierro, soldados australianos presentaron armas y lanzaron tres salvas en
su honor. En su lápida, que se encuentra en el mismo lugar donde cayó, se puede leer su epitafio:
Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz.
Tras su muerte, el mando del Jasta 11 fue asumido por Wilhelm Reinhardt, el cual murió en un
accidente aéreo en julio de 1918, sucediéndole Hermann Göring, quien era uno de los ases más
destacados de la aviación de caza en esos momentos, habiendo obtenido 22 victorias en la guerra.
El Barón Rojo dejó un libro, escrito en 1917, durante su convalecencia por el disparo en la cabeza. Lo
tituló El avión rojo de combate, donde afirmaba que combatía en la aviación buscando una
consecuencia para su vida.
Manfred von Richthofen, más conocido como el Barón Rojo, fue uno de los personajes más
importantes de la historia de la aviación y de la Primera Guerra Mundial.
Almirante Franz Von Hipper que comando las escuadras alemanas durante la batalla —>
Los alemanes, al mando del vicealmirante Reinhard Scheer, planeaban usar los cinco modernos
cruceros de batalla del vicealmirante Franz von Hipper como cebo para atraer a la escuadra de Sir
David Beatty hacia el grueso de la flota alemana, con el fin de destruirla. Sin embargo, la flota inglesa,
al mando del almirante Sir John Jellicoe detectó, gracias a algunas comunicaciones interceptadas, que
se estaba proyectando una operación a gran escala, por lo que el 30 de mayo la flota de Jellicoe zarpó
con la intención de reunirse con Beatty.
La tarde del día 31, Beatty y Hipper se encontraron el uno con el otro y en
el curso de una batalla convencional, atrajeron a los británicos hacia la
Flota de Alta Mar. Sin embargo, Beatty cambió el rumbo en el último
momento y huyó en busca de la Gran Flota, por lo que las dos flotas
mayores del Imperio Alemán y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda
(unas 250 naves en total) acabaron viéndose las caras en una dura batalla
entre las 18:30 de la tarde y la caída de la noche, que aconteció en torno
a las 20:30. Resultaron hundidos 14 barcos británicos y 11 alemanes, con
grandes pérdidas de vidas humanas. Jellicoe trató de cortar el camino de
la flota alemana hacia su base con el fin de continuar la batalla por la
mañana, pero Scheer consiguió romper el bloqueo británico arropado por la oscuridad y regresó a
puerto.
Ambos bandos reclamaron la victoria. Los británicos perdieron más barcos y hombres, pero evitaron
caer en la emboscada de Scheer. Los alemanes siguieron constituyendo una amenaza que requirió la
concentración de la marina británica en el mar del Norte, pero nunca lograron el dominio de los
océanos. En su lugar, la Marina Alemana recondujo sus esfuerzos y recursos hacia una guerra
submarina sin restricciones. Pueden extraerse dos conclusiones de la batalla de Jutlandia:
La victoria táctica fue para el lado alemán. No solo perdieron menos buques a la vez que causaban un
daño considerable a la Royal Navy, sino que además sus buques resistieron mejor el castigo, su
artillería fue mucho más efectiva y sus comandantes actuaron eficazmente en las acciones nocturnas.
Pero la victoria estratégica fue sin duda británica. Al final de la batalla y a pesar de las pérdidas seguían
en condiciones de combate, mientras que la flota alemana decidía retirarse dejando a los ingleses
como “dueños del campo de batalla”.
De Jutlandia en adelante el grueso de la flota del Káiser se mantuvo en puerto y Alemania cambió su
estrategia en favor de la guerra submarina, causando además un gran golpe en la moral de las
tripulaciones de la Flota de Alta Mar.