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Primeramente permítanos felicitarle por el gran paso que ha dado en aceptar al Señor
Jesús en su vida y de pertenecer a la gran familia de Dios; a través de éstos encuentros, le
guiaremos a conocer y experimentar el verdadero significado de seguir a Jesús.
A continuación hablaremos acerca del Pecado y sus Consecuencias, comprenderemos los
cambios que ocurren cuando nos Arrepentimos; además entenderemos los Beneficios de
la Gracia y el Perdón.
PECADO Y ARREPENTIMIENTO
Romanos 6:23 (TLA) Quien sólo vive para pecar, recibirá como castigo la muerte. Pero
Dios nos regala la vida eterna por medio de Cristo Jesús, nuestro Señor.
Dios nos creó con un propósito; el Hombre vivía en paz ya que todas sus necesidades
estaban cubiertas, estaba seguro y gozaba de una perfecta relación con El Génesis 1:26-27
Al ver Dios tal belleza, dijo: Hagamos ahora al ser humano tal y como somos nosotros.
Que domine a los peces del mar y a las aves del cielo, a todos los animales de la tierra,
y a todos los reptiles e insectos». Fue así como Dios creó al ser humano
tal y como es Dios. Lo creó a su semejanza. Creó al hombre y a la mujer,
Asimismo les dio a Adán y a Eva instrucciones que debían cumplir Génesis 2: 16-17 pero
claramente le dijo: «Puedes comer de todos los árboles que hay en el jardín, 17 pero no del
árbol del conocimiento del bien y del mal. Si comes de ese árbol, te juro que morirás. Todo
iba muy bien hasta que desobedecieron, es así como el Pecado hace su aparición y rompe
toda relación del Hombre con Dios.
La esencia del pecado es vivir sin tomar en cuenta a Dios, es todo aquello que te aparta
de lo recto y justo. Esto trajo como consecuencia que la humanidad lo heredara y sea
parte de nuestra esencia, de nuestra naturaleza (Romanos 6:23), nos hizo vulnerables a las
Enfermedades, incapaces de dominar nuestras propias emociones y morir no sólo física
sino espiritualmente. Cuando aceptamos a Cristo podemos decir con toda libertad que
SOMOS SALVOS, salvos de la ira de Dios, salvos de la condenación eterna, salvos del
infierno, salvo del castigo. ¿Qué pasa ahora que he aceptado al Señor Jesús y fui
perdonado por Dios? Juan 1:12 Pero aquellos que la aceptaron
y creyeron en ella, llegaron a ser hijos de Dios. En este momento reconoces que eres
pecador; te arrepientes de todo lo has hecho y decides dejar que Dios entre en tu vida y
gobierne sobre todas tus cosas, podemos establecer una relación con Él (así como lo era
en el principio con Adán y Eva).
nuestras fallas y nos hace llamar sus HIJOS. No hay pecados más grande que otro; no hay
pecado que Él no nos pueda perdonar.
La Gracia comenzó en el jardín del Edén, cuando Dios mató un animal para cubrir el
pecado de Adán y Eva Génesis 3:21 Luego Dios vistió al hombre y a su esposa con ropas de
piel Dios es el promotor de la gracia y toda otra gracia fluye de Él. Dios muestra tanto la
misericordia como la gracia, aunque no son lo mismo; La misericordia retiene un castigo
que merecemos; la gracia otorga una bendición que no merecemos. Sin embargo, esto no
es motivo para seguir haciendo lo malo; al contrario, Su Gracia nos hace vivir agradecidos
a Dios por su Inmenso Amor y nos permite perdonar a otros para ser libres de toda
amargura y resentimiento y para mantenernos conectados con El.
Para concluir; hoy podemos decir que todos somos pecadores y esto no nos permite
relacionarnos con Dios; sólo a través de Jesucristo, quien murió para pagar el precio de
nuestra condena; nos perdona si nos arrepentimos, nos acerca a Su Presencia y nos
convierte en Hijos; se olvida de todo lo pasado. No necesitamos hacer nada; por Gracia,
somos salvos. De la misma manera y en agradecimiento, nosotros como “Hijos” debemos
perdonar a todos los que nos causaron algún daño en el presente o en el pasado; liberar
nuestro corazón de rencores y amarguras... ¡Bienvenido a la Familia de Dios!
Juan 3:3 Jesús le dijo: -Te aseguro que si una persona no nace de nuevo no podrá ver el
reino de Dios
Sin lugar a dudas lo mejor que nos ha podido ocurrir en este mundo es haberle entregado
nuestra vida a Dios, ese proceso que se hace por medio de la fe en Cristo Jesús,
confesamos nuestros pecados y renunciamos a ellos (Hechos 3:19). Para todo aquel que
ha nacido de nuevo, dice la palabra de Dios en 2 Corintios 5: 17: De modo que si alguno
está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas
nuevas.
Somos barro en manos del alfarero y ese alfarero que es Dios, nos dará la forma que
necesitamos para ser verdaderos cristianos. Así como el que trabaja procesando la plata
no descansa hasta verse reflejado en ella, así Dios también lo hace con nosotros los
creyentes, nos procesa hasta que nuestra vida refleje a Cristo.
Nuestra vida cristiana está centrada en la relación que cada uno tenemos con Cristo, es
decir es una relación personal. Dios nos ha dado el gran privilegio de ser llamados hijos,
nos adoptó como sus hijos y eso nos da la oportunidad de establecer una relación basada
en la confianza, (Juan 1:12-13). Nosotros confiamos toda nuestra vida a Él porque Él es
merecedor de todo, Él dio Su vida, resucitó al tercer día y permanece con nosotros. Él nos
amó primero y nos hace partícipe de Su naturaleza.
Es indudable que la vida del cristiano tiene sus retos, pero tenemos la ayuda de Dios por
medio del Espíritu Santo y de Su Palabra, además están los hermanos y líderes de las
congregaciones para colaborar en este proceso de conocer a Cristo.
La Biblia nos dice que el Espíritu Santo es una Persona, un Ser con una mente, emociones,
y una voluntad.
El Espíritu Santo piensa y sabe (1 Corintios 2:10) Dios nos dio a conocer todo esto por
medio de su Espíritu, porque el Espíritu de Dios lo examina todo, hasta los secretos más
profundos de Dios.
El Espíritu Santo puede ser afligido (Efesios 4:30) No hagan que se ponga triste el
Espíritu Santo de Dios, que es como un sello de identidad que Dios puso en ustedes, para
reconocerlos cuando llegue el día en que para siempre serán liberados del pecado
El Espíritu Santo intercede por nosotros (Romanos 8:26-27) Del mismo modo, y puesto
que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos
cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo
tan especial que no hay palabras para expresarlo. Y Dios, que conoce todos nuestros
pensamientos, sabe lo que el Espíritu Santo quiere decir. Porque el Espíritu ruega a Dios
por su pueblo especial, y sus ruegos van de acuerdo con lo que Dios quiere.
El Espíritu Santo hace decisiones de acuerdo con Su voluntad (1 Corintios 12:7-11) Dios
nos enseña que, cuando el Espíritu Santo nos da alguna capacidad especial, lo hace para
que procuremos el bien de los demás. 8 A algunos, el Espíritu les da la capacidad de hablar
con sabiduría, a otros les da la capacidad de hablar con mucho conocimiento, 9 a otros les
da una gran confianza en Dios, y a otros les da el poder de sanar a los enfermos. 10 Algunos
reciben el poder de hacer milagros, y otros reciben la autoridad de hablar de parte de Dios.
Unos tienen la capacidad de reconocer al Espíritu de Dios, y de descubrir a los espíritus
falsos. Algunos pueden hablar en idiomas desconocidos, y otros pueden entender lo que se
dice en esos idiomas. 11 Pero es el Espíritu Santo mismo el que hace todo esto, y el que
decide qué capacidad darle a cada uno.
El Espíritu Santo mora en nosotros (1 Corintios 3:16). ¿Acaso no saben que ustedes son
un templo de Dios, y que el Espíritu de Dios vive en ustedes?
Convence de pecado y de error Sella en Cristo para siempre, esta obra de haber
sido sellados es instantánea, no es un proceso Hace nacer de nuevo, imparte nueva
vida a aquellos que creen en Jesucristo Vive en nuestro cuerpo Bautiza en el Cuerpo
de Cristo Enseña al creyente Intercede por el creyente Guía al creyente Llena al
creyente y da poder para testificar y servir Reparte a cada creyente diferentes dones
espirituales para la edificación mutua, y para el servicio cristiano en general . Da a
conocer a Jesucristo y lo glorifica
(Juan 14:16; 26) (Juan 16: 7-15) (Efesios 1:13 y 4:30) (1Corintios 3:16) (1 Corintios 12:13)
(Romanos 6: 3-4) (Gálatas 3:27) (Hechos 1:8)
LA OBEDIENCIA A DIOS
Juan 14:21 El que me obedece y hace lo que yo mando, demuestra que me ama de
verdad. Al que me ame así, mi Padre lo amará, y yo también lo amaré y le mostraré
cómo soy en realidad.
No llegamos a este mundo sabiendo cómo obedecer a Dios. Para obedecer a Dios es
necesario:
Decidir confiar en Él. No podremos obedecer al Señor si no confiamos en Él. Cada vez
que nos sentimos tentados a desobedecerle en algún aspecto es debido a que no
confiamos en sus promesas. Es por eso que debemos confiar de todo corazón en que
Dios es quien dice ser, y en que hará todo lo que nos ha prometido.
Estar dispuestos a esperar en Dios en oración. Lo primero que debemos hacer para
asegurarnos de que andamos en la voluntad de Dios es orar y pedirle que nos muestre
lo que desea hacer en nuestra vida. Debemos dedicar tiempo a meditar en las Escrituras
y buscar pasajes que nos muestren su voluntad y dirección. Luego debemos esperar por
sus instrucciones, de acuerdo a su tiempo. Y aunque hay ocasiones en las que no
comprenderemos lo que el Señor hace, el saber que conoce cada aspecto de nuestra
vida nos dará confianza.
Dejar las consecuencias en las manos de Dios. Puede que sintamos dudas una vez
que el Señor nos desafíe a obedecerle. Pero debemos recordar que nuestro Dios tiene
el poder para ayudarnos ante cualquier situación que enfrentemos. Lo único que pide
de nosotros es que le obedezcamos y observemos la manera en que su voluntad actúa
en nuestra vida.
PARA CRECER NECESITO ACTIVAMENTE SEGUIR UNA RELACIÓN MÁS ÍNTIMA CON ÉL
El cristianismo es una relación personal con Dios. El medio apropiado para mantener esa
relación personal es la oración. “Orar es el acto de abrir nuestro
corazón a Dios como a un amigo” Es hablar con Dios, es
conversar con Él, estableciendo un diálogo, es hablarle y
permitir también que Él nos hable. Expresándonos de manera
sencilla, como dice la Biblia en Mateo 6:7: Cuando ustedes
oren, no usen muchas palabras, como hacen los que no
conocen verdaderamente a Dios. Ellos creen que, porque
hablan mucho, Dios les va a hacer más caso.
La oración es un regalo de Dios para nosotros. A nuestro Padre
celestial, le encanta saber de nosotros. Él se deleita en
nuestras peticiones, acciones de gracias y alabanza, y siempre
está pronto a escuchar nuestro dolor y tristeza. Dios se preocupa por cada uno de
nosotros, y promete que nos responderá cada vez que le hablemos. La oración no tiene
que incluir palabras o frases sofisticadas. De hecho, no se trata más que de una
comunicación sincera que forma parte de una relación sana con Dios.
1 Tesalonicenses 5:17 Orad sin cesar. Esto no significa orar sin interrupción, sino
continuar orando cuando sea posible, mantener una comunicación continua con Dios en
medio de la vida diaria, en que la concentración a veces es interrumpida.
La Oración es compañera de otra disciplina espiritual que debemos practicar para que
nuestra vida se enfoque en la necesidad que tenemos de Dios, esta disciplina es El Ayuno.
EL AYUNO
MATEO 6:17-18 Cuando ustedes ayunen, péinense bien y lávense la cara, para que la
gente no se dé cuenta de que están ayunando. Sólo Dios, su Padre, quien conoce todos
los secretos, sabrá que están ayunando y les dará su premio.
actividad, no por el mero hecho de sufrir, sino para enfocarnos en nuestra necesidad de
Dios, sabiendo que como dice la Palabra de Dios en Deuteronomio 8:3 que… no sólo de
pan vivirá el hombre, mas de todo lo que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre.
Ayunando reconocemos que no dependemos de las cosas materiales ni de la comida para
vivir, sino que nuestro verdadero alimento es el Señor y su Palabra. Que Cristo mismo, es
nuestra fuente real de nutrición y refrigerio, quien es la vida en sí y quien sostiene todas
las cosas. Por medio del ayuno nos mantenemos enfocados en nuestra dependencia y
necesidad de Cristo, y en nuestra esperanza y anhelo ferviente de su retorno.
El ayuno bíblico nos lleva a una unión más íntima con Dios.
ENTONCES,
PARA OÍR MEJOR LA VOZ DE DIOS NECESITO
Meditar en la Palabra de Dios: El meditar en la Palabra de Dios crea sensibilidad a la voz
de Dios. Toma un versículo de la Biblia diariamente y medítelo, háblelo, susúrrelo para sí
mismo, aplíquelo en su vida y empezará a ver resultados
El Orar abundantemente en el espíritu: Procure orar diariamente por una hora, en el
lugar que usted ha escogido para hacerlo, y después de cierto tiempo, algo le sucederá a
su espíritu; se volverá sensible a la voz del Señor.
El ayuno y la Oración: El ayuno crea gran sensibilidad en nuestro espíritu para oír la voz
de Dios
Cuando nos ejercitamos continuamente, vamos creciendo, nos familiarizamos con su voz y
podemos decir como Jesús dijo en Juan 10:27 Mis seguidores me conocen, y yo también
los conozco a ellos. Son como las ovejas, que reconocen la voz de su pastor, y él las conoce
a ellas. Mis seguidores me obedecen. Si deseamos oír la voz de Dios, la obediencia es la
clave para lograrlo. En esencia, obediencia es oír con oídos espirituales y poner por obra lo
que Dios nos ordene hacer
Usted tal vez se sorprenderá si le dijera que nosotros no poseemos nada. Nos hemos
educado diciendo: Esta es mi casa, mi dinero, mi familia, mi vida, mi tiempo, mis talentos,
etc. Nuestra tendencia es exigir muchas cosas para el beneficio de nosotros mismos.
Pensamos que el dinero que nos ganamos es nuestro y que las cosas que compramos con
nuestro dinero son nuestras. Estamos convencidos de que poseemos estas cosas y que si
alguien nos las quita, es un acto de robo.
Nosotros debemos confesar que no somos los dueños en el sentido más literal de la
palabra dueño, pues la Biblia nos enseña que todas las cosas pertenecen a Dios. Para
conveniencia, nosotros hablamos de “poseer” las cosas, y usamos los adjetivos posesivos
“mi” y “mío” al referirnos a las cosas que tenemos. Pero, Dios es dueño de todo. Eso
significa que Dios creó todas las cosas, y que, en virtud de su obra creadora El es el dueño
de todo, incluidos usted y yo. Nosotros somos arrendatarios; somos administradores de
Dios. Somos mayordomos. La mayordomía es un estilo de vida. Es el estilo de vida de una
persona que reconoce y acepta el señorío de Jesucristo y trabaja en sociedad con Dios,
actuando como su agente en la administración de sus negocios en la Tierra.
1 Corintios 4:7 No hay nada que los haga a ustedes más importantes que otros. Todo lo
que tienen, lo han recibido de Dios. Y si todo se lo deben a él, ¿por qué presumen, como si
ustedes solos lo hubieran conseguido?
1 Corintios 6: 19-20 El cuerpo de ustedes es como un templo, y en ese templo vive el
Espíritu Santo que Dios les ha dado. Ustedes no son sus propios dueños. Cuando Dios los
salvó, en realidad los compró, y el precio que pagó por ustedes fue muy alto. Por eso deben
dedicar su cuerpo a honrar y agradar a Dios.
PENSEMOS EN LOS SIGUIENTES PUNTOS:
2. Todas mis posesiones en verdad pertenecen a Dios. ¿Acaso he rendido toda mi vida y
todas mis posesiones a Dios? ¿Sería duro para mí confiar en Dios si él de repente me
quitase todo lo que me ha dado?
3. No tengo ningún derecho. ¿Me siento herido cuando me tratan injustamente? ¿Acaso
reconozco como debo que ya no tengo ningún derecho?
5. Voy a dar en vez de acumular. ¿Qué porcentaje de lo que Dios me ha dado estoy
dispuesto a dar a la iglesia o a otras necesidades? ¿Cuánto tiempo doy a Dios en servicio
espiritual? ¿Qué tan grande porción de mis talentos invierto en promover el reino de
Dios?
Debemos diezmar de todo lo que ÉL nos da (Génesis 14: 17-20). *Es un acto de gratitud.
*Es reconocer que Dios ocupa el primer lugar. *Es estar comprometido con la obra del
Señor
6. Voy a poner por obra las enseñanzas que aprendo en este estudio. ¿De qué me valdrá
saber estas enseñanzas si no estoy dispuesto a ponerlas por obra?
La fórmula para la prosperidad se encuentra claramente en
Proverbios 11: 24-26 Si honramos a Dios dándole la primera parte de
lo que recibimos, El nos prosperará.
Proverbios 11:24-26 (TLA) Quienes son generosos, reciben en
abundancia; quienes ni sus deudas pagan, acaban en la miseria. El que
es generoso, progresa; el que siembra, también cosecha. Al que esconde
el trigo para venderlo más caro, la gente lo maldice; al que lo vende a
buen precio, la gente lo bendice.
Debemos permitir que estas verdades afecten nuestras actitudes, estilo de vida y planes
para el futuro, porque reconozco que todo pertenece a Dios.
Es de suma importancia para el crecimiento y madurez de todo hijo de Dios, que asista,
participe y se comprometa en una congregación donde se enseñe la Palabra de Dios sin
desviaciones.
LA IGLESIA
cristiana tienen en común su fe en Jesucristo. Por eso los miembros de una iglesia se llaman
cristianos, que significa "seguidores de Cristo".
La Biblia usa palabras como "cuerpo" y "familia", para explicar la comunión
que debe de existir entre los miembros de la iglesia. Es más, para enfatizar
esta unidad, los cristianos se refieren el uno al otro como "hermanos" en
Cristo. La Iglesia es la Familia de Dios. Él es nuestro Padre y nosotros sus hijos.
Él es la cabeza, la Iglesia el cuerpo. Él es nuestro Pastor, cuida de Su Iglesia en
todo. El fundamento de la Iglesia es Jesucristo (Mateo 16:13-18)
LECCIÓN 5: OBEDECIENDO
EL BAUTISMO
EL BAUTISMO
MATEO: 28:19 Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la
tierra. Bautícenlos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
En el bautismo cristiano hay dos requisitos antes de que una persona sea bautizada: (1) la
persona que está siendo bautizada debe haber confesado a Jesucristo como Salvador, y
(2) la persona debe entender lo que significa el bautismo. De acuerdo con la Biblia, el
bautismo cristiano es un paso de obediencia, una proclamación pública de la fe que uno
profesa en Cristo solamente para salvación. El bautismo cristiano es importante porque es
un paso de obediencia – una declaración pública de la fe en Cristo y compromiso con El,
una identificación con la muerte de Cristo, Su sepultura y Su resurrección.
1. Para seguir el ejemplo de Jesús cuando hizo público su ministerio
“Un día en
que todos acudían a Juan para que los bautizara, Jesús fue bautizado también.” –Lucas
3:21.
2. Porque es un acto de obediencia a las enseñanzas de Jesús y a las Escrituras
Ustedes vayan y hagan más discípulos míos en todos los países de la tierra. Bautícenlos en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Enséñenles a obedecer todo lo que yo les
he enseñado. Yo estaré siempre con ustedes, hasta el fin del mundo. (Mateo 28:19-20)
3. Porque es una declaración pública que demuestra que no estamos avergonzados
de Jesús, y que al mismo tiempo nos identifica con la comunidad de la iglesia de Cristo.
Si ustedes les dicen a otros que son mis seguidores, yo también le diré a mi Padre, que en
verdad lo son. (Mateo 10:32). Si alguien reconoce que Jesucristo es el Hijo de Dios, queda
íntimamente unido a Dios, como si fuera una sola persona con él. (1 Juan 4:15)
4. Porque nos identifica con la muerte y resurrección de Cristo a través del
simbolismo del agua. Al ser bautizados, morimos y somos sepultados con él; pero morimos
para nacer a una vida totalmente diferente. Eso mismo pasó con Jesús, cuando Dios el
Padre lo resucitó con gran poder (Romanos 6:4 )
Entramos al agua como símbolo de humildad y de nuestra necesidad espiritual.
Ser sumergidos completamente en el agua simboliza que también hemos muerto con
Cristo y hemos sido resucitados con Él a través de su poder.
Salir del agua simboliza vivir una nueva vida en Cristo.
Ahora que estamos unidos a Cristo, somos una nueva creación. Dios ya no tiene en cuenta
nuestra antigua manera de vivir, sino que nos ha hecho comenzar una vida nueva. (2
Corintios. 5:17)
La Santa Cena.
Texto para Memorizar: “Así pues, todas las veces que comieres de este pan y bebieres
de esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que El venga.” 1 Corintios 11: 26.
La Santa Cena es una ordenanza en la que los miembros de la Iglesia participan del pan y
del vino en memoria del sacrificio expiatorio de Jesucristo. Esta ordenanza es una parte
esencial de la adoración y del progreso espiritual. Por medio de ella, los miembros de la
Iglesia renuevan los convenios que hicieron con Dios al bautizarse. En la tarde cuando fue
traicionado, mientras Jesús estaba comiendo con sus discípulos, tomó un poco de pan y
dijo, “Éste es mi cuerpo dado para ustedes; hagan esto en memoria de mí” (Lucas 22:19).
Ellos comieron un pedazo del pan. Cuando nosotros participamos en la Cena del Señor,
cada uno come un pedazo de pan en memoria de Jesús.
“De la misma manera, después de haber cenado, tomó la copa, diciendo: “Esta copa es el
nuevo pacto en mi sangre el cual es derramada por ustedes” (v. 20). Cuando nosotros
bebemos una cantidad pequeña de vino en la Cena del Señor, recordamos la sangre de
Jesús que se derrama por nosotros, y que su sangre significó el nuevo convenio. Así como
el antiguo pacto se selló con la rociadura de sangre, el nuevo pacto se estableció por
medio de la sangre de Jesús (Hebreos. 9:18-28).
Pablo dijo: “Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la
muerte del Señor hasta que él venga” (1ª Cor. 11:26). La Cena del Señor es una mirada
retrospectiva de la muerte de Jesucristo en la cruz.
Así que la Cena del Señor, aunque es un recordatorio de una muerte, no es un funeral,
como si Jesús todavía estuviera muerto. Es realmente lo contrario, nosotros observamos
esto sabiendo que la muerte de Jesús sólo duró tres días.
Sabiendo que la muerte no nos sujetará para siempre, nos regocijamos que Jesús ha
conquistado la muerte, y ha librado a todos los que fueron esclavizados por miedo a la
muerte (Heb. 2:14-15).
¡Podemos recordar la muerte de Jesús con el conocimiento feliz que él ha triunfado por
encima del pecado y la muerte! Jesús dijo que nuestro llanto se convertirá en la alegría
(Juan 16:20). Venir a la mesa del Señor y participar en la comunión, debe ser una
celebración, no un funeral.
En la iglesia cristiana, miramos los eventos que rodean a la crucifixión y la resurrección de
Jesús como el momento definitorio en nuestra historia. Es de cómo escapamos de la
muerte y la esclavitud del pecado, y cómo nos libramos sirviendo al Señor. La Cena del
Señor es una conmemoración de ese momento que define nuestra historia.
El Nuevo Testamento habla de nuestro compartir con Jesús en varias formas.
Compartimos en su crucifixión (Gal. 2:20; Col. 2:20), su muerte (Rom. 6:4), su resurrección
(Efesios 2:6; Col. 2:13; 3:1) y su vida (Gal. 2:20). Nuestras vidas están en él y él está en
nosotros. La Cena del Señor simboliza esta realidad espiritual.
Juan 6 da un cuadro similar. Después de que Jesús proclamó ser el “pan de vida”, dijo:
“Quienquiera que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré el
último día” (v. 54).
Es esencial que encontremos nuestra comida espiritual en Jesucristo. La Cena del Señor
figura esta verdad continua. “El que come mi carne y bebe mi sangre, permanece en mí y
yo en él” (v. 56), significa que nosotros vivimos en Cristo, y él vive en nosotros.
La Cena del Señor nos ayuda a mirar hacia arriba, a Cristo, y ser conscientes que la
verdadera vida sólo puede estar en él y con él.
Así que la Cena del Señor nos ayuda a mirar hacia arriba, a Cristo, y ser conscientes que la
verdadera vida sólo puede estar en él y con él.
Pero cuando somos conscientes de que Jesús vive en nosotros, también hacemos una
pausa para pensar qué tipo de hogar le estamos dando a él. Antes que él entrara en
nuestras vidas, éramos habitaciones de pecado. Y Jesús lo sabía antes de tocar a la puerta
de nuestras vidas. Él quiere entrar para hacer la limpieza. Pero cuando Jesús toca, muchas
personas intentan hacer un rápido orden antes de abrir la puerta. Sin embargo, nosotros
somos humanamente incapaces de limpiar nuestros pecados. Lo más que podemos hacer
es esconderlos en el armario.
Así que escondemos nuestros pecados en el armario, e invitamos a Jesús a pasar a nuestra
sala. En un futuro le permitimos entrar a la cocina, y luego al vestíbulo, y posteriormente a
una alcoba. Es un proceso gradual. En el futuro Jesús consigue que el armario dónde
nuestros peores pecados estén ocultos, sea limpiado por él. Año tras año, cuando
crecemos en la madurez espiritual, rendimos más de nuestras vidas a nuestro Salvador.
Es un proceso y la Cena del Señor juega un papel importante en este proceso. Pablo
escribió: “Así que cada uno debe examinarse a sí mismo antes de comer el pan y beber de
la copa” (1ª Cor. 11:28). Cada vez que participamos, debemos examinarnos, concientes
del gran significado que involucra esta ceremonia.
Cuando nos examinamos, encontramos a menudo que tenemos pecado. Esto es normal.
No hay ninguna razón para evitar en participar en la Cena del Señor. Simplemente es un
recordatorio en el que necesitamos a Jesús en nuestras vidas. Sólo él puede librarnos de
nuestros pecados.
Al examinarnos, necesitamos echar una mirada alrededor para ver si estamos tratándonos
de la misma manera que Jesús ordenó. Si usted está unido con Cristo y yo me uno a Cristo,
entonces nosotros realmente nos unimos entre si también. Así que la Cena del Señor, es
una figura de nuestra participación en Cristo, también figura nuestra hermandad.
Pablo escribió en 1ª Cor. 10:17: “Hay un solo pan del cual todos participamos; por eso,
aunque somos muchos, formamos un solo cuerpo” Participando juntos en la Cena del
Señor, nos imaginamos el hecho que nosotros somos un cuerpo en Cristo, uno entre sí,
con responsabilidades entre sì.