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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.

PODER JUDICIAL.
TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA.
ESCUELA NACIONAL DE LA MAGISTRATURA.

MATERIA: LA CONSTITUCIÓN COMO NORMA JURÍDICA Y


JUSTICIABLE.

ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE LA SENTENCIA N° 516 DEL 7 DE


MAYO DE 2013 Y SU SENTENCIA ACLARATORIA N° 1388 DEL 17
DE OCTUBRE DE 2013, PROFERIDAS POR LA SALA
CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, EN
CUANTO A LA FUNCION CONFERIDA A LA INSPECTORÍA
GENERAL DE TRIBUNALES EN EL PROCEDIMIENTO
DISCIPLINARIO JUDICIAL.

DOCENTE:
MAG. DR. RENÉ DEGRAVES ALMARZA

ALUMNO:
JORGE ARTIGAS CÁRDENAS
C.I. V-17.077.859.
ANÁLISIS CRÍTICO SOBRE LA SENTENCIA N° 516 DEL 7 DE MAYO
DE 2013 Y SU SENTENCIA ACLARATORIA N° 1388 DEL 17 DE
OCTUBRE DE 2013, PROFERIDAS POR LA SALA
CONSTITUCIONAL DEL TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA, EN
CUANTO A LA FUNCION CONFERIDA A LA INSPECTORÍA
GENERAL DE TRIBUNALES EN EL PROCEDIMIENTO
DISCIPLINARIO JUDICIAL.
Para dar inicio al desarrollo del presente artículo de opinión y que se

encuentra referido en el título que antecede, debemos hacer referencia a que el día

primero de julio del año 2010, fue dictado por la Asamblea Nacional el Código de

Ética del Juez Venezolano y la Jueza Venezolana. Instrumento normativo, mediante

el cual, se reguló las debidas actuaciones de todos los jueces de la República;

igualmente, estableció las infracciones que podrían dar lugar a la aplicación de una

serie de sanciones en el desarrollo de la actividad jurisdiccional y hasta de la vida

pública por parte de los jurisdicentes de la República. En igual sentido, se previó

en dicha norma el procedimiento disciplinario judicial y, por último las funciones

inherentes a cada una de las dependencias que constituyeron la novísima

jurisdicción disciplinaria judicial, como el comportamiento que deberían desarrollar

tales instancias en atención al procedimiento legalmente establecido y el derecho

de los intervinientes en dicho proceso.

No obstante, el referido cuerpo normativo, fue objeto de una acción particular

del control concentrado de la constitucionalidad de una norma general y que en

razón de la delimitación competencial establecida en la Constitución de la República

Bolivariana de Venezuela, correspondió su conocimiento a la Sala Constitucional

del Tribunal Supremo de Justicia, acción que fuera propuesta mediante un recurso

de nulidad contra el referido Código.


Señalado lo anterior, es pertinente traer a colación que dicha Sala, en efecto

produjo en atención al recurso de nulidad propuesto, una medida cautelar de

suspensión de los efectos de una importante parte del Código de Ética del Juez

Venezolano y Jueza Venezolana, mediante la sentencia N° 516 del 7 de mayo de

2013. Siendo que con dicha resolución judicial, también modificó tanto el

procedimiento disciplinario concebido por el legislador, como las atribuciones

conferidas a cada una de las instancias que conformaban la naciente jurisdicción

disciplinaria judicial.

Ahora bien, tomando en consideración que el presente artículo, se encuentra

orientado a la crítica de las funciones que la Sala Constitucional del Tribunal

Supremo de Justicia, atribuyó a uno de los órganos auxiliares del propio Tribunal

Supremo de Justicia —que íntegra— para la inspección y vigilancia de los

Tribunales de la República, especialmente, en cuanto a la participación de este

órgano auxiliar en el proceso disciplinario judicial venezolano, novísimo en el

derecho disciplinario iberoamericano; es por lo que nos permitimos traer a colación

parte de las resoluciones a la que arribó la referida Sala, siendo parte de éstas, las

siguientes:

1) Omissis (…)
2) Que el inspector general de tribunales será el competente para iniciar
de oficio o por denuncia las investigaciones contra los jueces o juezas,
admitir la denuncia y practicar las diligencias conducentes al
esclarecimiento de los hechos.
3) La suspensión del segundo párrafo del artículo 35 y los cardinales 2,
3, 5, 7 y 8 del artículo 37 (relativos a la competencia de la oficina de
sustanciación para realizar la ¨investigación preliminar¨), todos del
reglamento orgánico y funcional de la Jurisdicción Disciplinaria
Judicial, publicado en la Gaceta Oficial No. 39.750 del 5 de septiembre
de 2011, así como el manual de normas y procedimientos para la
oficina de sustanciación, publicado en la Gaceta Oficial No.39.797 del
10 de noviembre 2011. (Subrayado Nuestro).
4) Omissis (…)

5) Omissis (…)

En el mismo orden de ideas, vale la pena traer a colación que la referida Sala

Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, como aclaratoria de la referida

sentencia N° 516; emitió fallo N° 1.380 el día 17 de octubre del mismo año, en la

que extendió los argumentos y alcance de los efectos plasmados en la referida

sentencia N° 516, desdibujando la original concepción plasmada por el legislador,

así como la visión que a tal efecto previó el constituyente y que ambos órganos

asignarían a la Jurisdicción Disciplinaria Judicial, primordialmente, en cuanto a su

Tribunal y Corte, respectivamente, así como a la Inspectoría General de Tribunales

y por tanto legisló en positivo, para crear un nuevo procedimiento y que quedó

plasmado, según se prevé a continuación:

En ese sentido se debe comenzar por afirmar dos cosas. La primera,


que en materia sancionatoria no hay lugar para poderes
discrecionales; y la segunda, que como corolario de ello existe una
clara distribución de competencias en las que se le asigna a cada
órgano un rol específico: el del Inspector General de Tribunales de
investigar e impulsar la sanción; y el de los órganos jurisdiccionales
disciplinarios de juzgar la actuación del juez en atención a lo
presentado por el Inspector. Ni a uno ni a los otros le corresponde
cuestionar, más allá del diseño procesal, la institucionalidad en el
actuar de cada uno.
De tal suerte que: La competencia del Inspector General de
Tribunales de solicitar el sobreseimiento y de impulsar la sanción
contra un juez o una jueza no es una potestad discrecional. Su margen
de actuación emerge del propio Código de Ética del Juez Venezolano
y la Jueza Venezolana. Los supuestos del sobreseimiento están
delimitados en el artículo 60 ejusdem y los de la sanción por cada uno
de los tipos antijurídicos susceptibles de amonestación, suspensión o
destitución contenidos en el mismo Código. A tenor de lo señalado en
la sentencia cuya aclaratoria de solicita, en el sentido de: Las
competencias que los artículos 52 y 55 del Código de Ética del Juez
Venezolano y la Jueza Venezolana le atribuyen a la oficina de
Sustanciación se reputarán propias de la Inspectoría General de
tribunales. Las competencias que los artículos 55, 57 y 58 le atribuyen
al Tribunal Disciplinario Judicial se entenderán propias del inspector
General de Tribunales, se concluye que el Inspector General de
Tribunales es el único competente para admitir las denuncias contras
los jueces y juezas. Si la denuncia es recibida por cualquier otro
órgano, la misma debe ser remitida inmediatamente al Inspector
General de Tribunales para que este proceda en consecuencia.
1. El control de la investigación emerge del propio diseño procesal. En
este sentido, a tenor del único aparte del artículo 55 del Código de
Ética, la no admisión de la denuncia tiene apelación por parte del
denunciante dentro de los cinco días hábiles siguientes a su
notificación; solo que, por orden de esta Sala, dicha apelación
corresponde ser conocida por el Tribunal Disciplinario Judicial. El
archivo de las actuaciones y el sobreseimiento es otro mecanismo
procesal de control, en virtud de que en función de los establecido en
el artículo 59, el archivo de las actuaciones compete, a solicitud del
Inspector General de Tribunales, al Tribunal Disciplinario Judicial,
decisión que incluso tiene apelación de parte interesada por ante la
Corte Disciplinaria Judicial; y el sobreseimiento, que también debe ser
decretado por el Tribunal Disciplinario Judicial a solicitud del Inspector
General de Tribunales, tiene consulta obligatoria dentro de los cinco
días de despacho siguientes o apelación de parte interesada a tenor
del artículo 63.4 del aludido Código. El lapso de diez días hábiles
contados a partir del auto de apertura de la investigación para que
ésta concluya también es un mecanismo de control, pues finalizado
dicho acto obliga a impulsar la sanción, a solicitar el archivo de las
actuaciones o a solicitar el sobreseimiento en los términos descritos.
2. La investigación, a tenor de lo dispuesto en el artículo 58 del Código,
durará diez días hábiles contados a partir de la apertura de la misma
(lo cual, en el caso de la denuncia, ocurre con su admisión), con la
precisión de que la investigación sólo puede ser realizada por el
Inspector General de Tribunales, de tal suerte que la ¨investigación¨
que puede realizar ¨cualquier órgano del Poder Público¨ en los
términos del artículo 53.3 se refiere en realidad a una ¨denuncia¨ que
puede ser interpuesta por cualquier órgano del Poder Público en los
términos establecidos por el artículo 54.
3. Siendo que el archivo de las actuaciones es competencia del Tribunal
Disciplinario Judicial, a solicitud del Inspector General de Tribunales,
la apelación de dicha decisión compete a la Corte Disciplinaria
Judicial, Así se decide. (Subrayados Nuestro).
4. Omissis (…)

Tal y como se observa en la cita que antecede, podemos constatar que la

Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante las referidas

sentencias N° 516 y 1.388, otorgó una serie de facultades —que llaman

poderosamente nuestra atención— a la Inspectoría General de Tribunales; entre las

cuales, destacan la presunta exclusividad competencial para iniciar de oficio o por


denuncia las investigaciones contra los jueces y juezas, la denominada admisión de

la denuncia y la práctica de las diligencias conducentes para el esclarecimiento de

los hechos.

En cuanto a lo referido anteriormente, debemos precisar por una parte, que

resulta de vital importancia tomar en consideración que en el diseño del proceso

administrativo venezolano —procedimiento aplicable a la Inspectoría General de

Tribunales, por su naturaleza administrativa—, no se contempla la figura de la

admisión. Siendo que en materia procedimental, la admisibilidad corresponde a los

órganos jurisdiccionales sobre las acciones propuestas por los intervinientes del

sistema de administración de justicia, como aquel examen previo, a la acción

propuesta por el interesado en obtener respuesta por parte del órgano jurisdiccional

a los fines de verificar el cumplimiento de los requisitos de forma de la acción

propuesta, en base a una serie de requisitos preestablecidos en el procedimiento

jurisdiccional y que se encuentra contenido en una norma procesal. Siendo, lo

correcto señalar, en todo caso, que la Inspectoría General de Tribunales dará

apertura al respectivo expediente contentivo de la denuncia incoada en contra de

un juez o jueza de la República.

Ahora bien, nos corresponde examinar el tercer aspecto que delatamos en

base a lo contenido en las referidas sentencias, vale decir, la práctica de las

diligencias conducentes para el esclarecimiento de los hechos. En cuanto, a este

hecho, nos corresponde develar, que somos partidarios de que la Inspectoría

General de Tribunales sea el órgano que practique las gestiones pertinentes en

cuanto al esclarecimiento de los hechos sometidos a investigación, en razón de la


denuncia propuesta en contra de cualquier Juez de la República. No obstante, la

conducción de la investigación y la señalización de los elementos a ser recabados

debería a todo evento, ser tutelado por otro órgano a quién vigentemente lo práctica.

Lo señalado ut supra, también se explana en razón del primer aspecto

señalado en líneas anteriores, y es en lo concerniente a la exclusividad

competencial para iniciar de oficio o por denuncia la investigación en contra de un

Juez o Jueza de la República Bolivariana de Venezuela. En tal sentido, debemos

expresar que nos encontramos en contraposición a la tesis planteada por la Sala

Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia en sus Sentencias N° 516 y 1.388,

en lo relativo a la facultad exclusiva de la Inspectoría General de Tribunales de ser

el único sujeto en poder dar inicio a una investigación formulada en contra de un

Juez o Jueza. Todo ello, en razón de que debemos partir que dicho órgano se

estatuyó dentro del sistema de administración de justicia como un órgano auxiliar

del Tribunal Supremo de Justicia, específicamente de su Sala Plena, siendo que la

fuente originadora de dicha instancia administrativa, podemos encontrarla en el

artículo 81 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, la cual expresa lo

siguiente:

Artículo 81. La Inspectoría General de Tribunales tendrá como función


esencial la inspección y vigilancia, por órgano de la Sala Plena, de los
tribunales de la República de conformidad con la ley. La Inspectoría
General de Tribunales estará dirigida por el Inspector o Inspectora
General de Tribunales, el cual será de libre nombramiento y remoción
de la Sala Plena. (Subrayado Nuestro).
De la cita que antecede, podemos verificar que la función que el legislador,

atribuyó a la Inspectoría General de Tribunales, concierne exclusivamente a la

función de inspección y vigilancia de los Tribunales de la República, vale decir, la

fiscalización y cuidado sobre los órganos jurisdiccionales que integran el Poder

Judicial de la República. Entendiendo esto, como la periódica revisión de las

condiciones cuantitativas y cualitativas de cada uno de los juzgados del país y sobre

lo cual, el órgano auxiliar, debería reportar a la Sala Plena del Tribunal Supremo de

Justicia, a los fines de que empleen las medidas correspondientes a la función de

gobierno y administración del Poder Judicial. El contenido del artículo citado

anteriormente, corresponde a la función de inspección y vigilancia que dispone el

artículo 267 constitucional, que prevé lo que de seguidas se señala:

Artículo 267. Corresponde al Tribunal Supremo de Justicia la dirección,


el gobierno y la administración del Poder Judicial, la inspección y
vigilancia de los tribunales de la República y de las Defensorías
Públicas. Igualmente, le corresponde la elaboración y ejecución de su
propio presupuesto y del presupuesto del Poder Judicial.
La jurisdicción disciplinaria judicial estará a cargo de los tribunales
disciplinarios que determine la ley.
El régimen disciplinario de los magistrados o magistradas y jueces o
juezas estará fundamentado en el Código de Ética del Juez Venezolano
o Jueza Venezolana, que dictará la Asamblea Nacional. El
procedimiento disciplinario será público, oral y breve, conforme al
debido proceso, en los términos y condiciones que establezca la ley.
Para el ejercicio de estas atribuciones, el Tribunal Supremo en pleno
creará una Dirección Ejecutiva de la Magistratura, con sus oficinas
regionales. (Subrayado Nuestro).
Tras observarse el contenido del precitado artículo constitucional, tenemos

que el transcrito artículo 81 dela Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia,

señala al sujeto institucional que desplegará la función fiscalizadora y de vigilancia

del Tribunal Supremo de Justicia, que prevé el señalado artículo 267 de la

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Pero no como fue concebido

por la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, conforme a las referidas

sentencias. Por cuanto al observarse también, que dicho órgano de inspección y

vigilancia, es un órgano auxiliar del Tribunal Supremo de Justicia, debemos también

trasladarnos a las atribuciones que constitucionalmente le fueron asignadas por el

constituyente patrio a la máxima instancia jurisdiccional de la República y en tal

sentido, es por lo que mostramos el contenido del artículo 266 de la Constitución de

la Republica, el cual es del tenor siguiente:

Artículo 266. Son atribuciones del Tribunal Supremo de Justicia:


1. Ejercer la jurisdicción constitucional conforme al Título VIII de esta
Constitución.
2. Declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento del Presidente o
Presidenta de la República o quien haga sus veces y, en caso
afirmativo, continuar conociendo de la causa previa autorización de la
Asamblea Nacional, hasta sentencia definitiva.
3. Declarar si hay o no mérito para el enjuiciamiento del Vicepresidente
Ejecutivo o Vicepresidenta Ejecutiva, de los integrantes o las
integrantes de la Asamblea Nacional o del propio Tribunal Supremo de
Justicia, de los Ministros o Ministras, del Procurador o Procuradora
General, del Fiscal o la Fiscal General, del Contralor o Contralora
General de la República, del Defensor o Defensora del Pueblo, los
Gobernadores o Gobernadoras, oficiales, generales y almirantes de la
Fuerza Armada Nacional y de los jefes o jefes de misiones diplomáticas
de la República y, en caso afirmativo, remitir los autos al Fiscal o la
Fiscal General de la República o a quien haga sus veces, si fuere el
caso; y si el delito fuere común, continuará conociendo de la causa
hasta la sentencia definitiva.
4. Dirimir las controversias administrativas que se susciten entre la
República, algún estado, municipio u otro ente público, cuando la otra
parte sea alguna de esas mismas entidades, a menos que se trate de
controversias entre municipios de un mismo estado, caso en el cual la
ley podrá atribuir su conocimiento a otro tribunal.
5. Declarar la nulidad total o parcial de los reglamentos y demás actos
administrativos generales o individuales del Ejecutivo Nacional, cuando
sea procedente.
6. Conocer de los recursos de interpretación sobre el contenido y alcance
de los textos legales, en los términos contemplados en la ley.
7. Decidir los conflictos de competencia entre tribunales, sean ordinarios
o especiales, cuando no exista otro tribunal superior o común a ellos
en el orden jerárquico.
8. Conocer del recurso de casación.
9. Las demás que establezca la ley.
La atribución señalada en el numeral 1 será ejercida por la Sala
Constitucional; las señaladas en los numerales 2 y 3, en Sala Plena; y
las contenidas en los numerales 4 y 5 en Sala Político Administrativa.
Las demás atribuciones serán ejercidas por las diversas Salas
conforme a lo previsto en esta Constitución y la ley.

Del texto transcrito, se desprende que al Tribunal Supremo de Justicia, no le

está asignada constitucionalmente la función investigadora en el proceso

disciplinario judicial y, menos aún la legitimación para ejercer por sí mismo o por

medio de alguno de sus órganos auxiliares, algún tipo de acción en el procedimiento

disciplinario judicial, que persiga imponer una sanción disciplinaria a algún Juez o
Jueza de la República. Igualmente, carece de capacidad constitucional para

hacerse parte en el proceso disciplinario a los fines de solicitar la finalización del

proceso disciplinario, mediante medidas tales como: el archivo dela investigación,

el sobreseimiento de la investigación, entre otras medidas que corresponden a un

órgano constitucionalmente facultado para ejercer la acción en nombre de la

República.

En razón de lo argüido previamente, es por lo que nos corresponde señalar

que en criterio del autor del presente artículo de opinión, el sujeto facultado

exclusivamente para ejercer la acción disciplinaria judicial, es el Fiscal General de

la República, tomando como punto de partida que las normas contenidas en el

Código de Ética del Juez Venezolano y Jueza Venezolana, se tratan de la ética que

debe caracterizar y mantener todo funcionario judicial que detente la condición de

Juez; y siendo que dentro de la estructura orgánica del Estado Venezolano,

tenemos al Poder Moral —del cual el Ministerio Público es parte—, que tiene por

objeto prevenir, investigar y sancionar los hechos que atenten contra la ética

pública, esto conforme a lo dispuesto en el artículo 274 de la Constitución de la

República Bolivariana de Venezuela, el cual expresa que:

Artículo 274. Los órganos que ejercen el Poder Ciudadano tienen a su


cargo, de conformidad con esta Constitución y la ley, prevenir,
investigar y sancionar los hechos que atenten contra la ética pública y
la moral administrativa; velar por la buena gestión y la legalidad en el
uso del patrimonio público, el cumplimiento y la aplicación del principio
de la legalidad en toda la actividad administrativa del Estado; e
igualmente, promover la educación como proceso creador de la
ciudadanía, así como la solidaridad, la libertad, la democracia, la
responsabilidad social y el trabajo. (Subrayado Nuestro).
El artículo constitucional citado anteriormente, evidencia que aquellos hechos

que atenten contra la ética pública, deberán ser prevenidos, investigados y hasta

sancionados por los órganos que ejercen el Poder Ciudadano, debiendo tomar en

cuenta que el Fiscal General de la República, es un órgano integrante del Poder

Moral, conforme a lo previsto en el artículo 273 constitucional, tal y como se

demuestra de seguidas:

Artículo 273. El Poder Ciudadano se ejerce por el Consejo Moral


Republicano integrado por el Defensor o Defensora del Pueblo, el
Fiscal o la Fiscal General y el Contralor o Contralora General de la
República.
Los órganos del Poder Ciudadano son la Defensoría del Pueblo, el
Ministerio Público y la Contraloría General de la República, uno o una
de cuyos o cuyas titulares será designado o designada por el Consejo
Moral Republicano como su Presidente o Presidenta por períodos de
un año, pudiendo ser reelegido o reelegida.
El Poder Ciudadano es independiente y sus órganos gozan de
autonomía funcional, financiera y administrativa. A tal efecto, dentro del
presupuesto general del Estado se le asignará una partida anual
variable. Su organización y funcionamiento se establecerá en ley
orgánica. (Subrayado Nuestro).

Prosiguiendo con la tesis planteada, también debe tomarse en consideración

que el diseño de la norma constitucional venezolana, previó que el ejercicio de la

acción disciplinaria contra funcionarios públicos —incluidos los jueces y juezas—

estuviera a cargo de la vindicta pública. Todo ello, al tomar en cuenta tanto lo

expresado anteriormente como el contenido del numeral 5 del artículo 285

Constitucional, que prevé lo siguiente:


Artículo 285. Son atribuciones del Ministerio Público:
1. Garantizar en los procesos judiciales el respeto a los derechos y
garantías constitucionales, así como a los tratados, convenios y
acuerdos internacionales suscritos por la República.
2. Garantizar la celeridad y buena marcha de la administración de justicia,
el juicio previo y el debido proceso.
3. Ordenar y dirigir la investigación penal de la perpetración de los hechos
punibles para hacer constar su comisión con todas las circunstancias
que puedan influir en la calificación y responsabilidad de los autores o
las autoras y demás participantes, así como el aseguramiento de los
objetos activos y pasivos relacionados con la perpetración.
4. Ejercer en nombre del Estado la acción penal en los casos en que para
intentarla o proseguirla no fuere necesario instancia de parte, salvo las
excepciones establecidas en la ley.
5. Intentar las acciones a que hubiere lugar para hacer efectiva la
responsabilidad civil, laboral, militar, penal, administrativa o
disciplinaria en que hubieren incurrido los funcionarios o funcionarias
del sector público, con motivo del ejercicio de sus funciones.
6. Las demás que establezcan esta Constitución y la ley.
Estas atribuciones no menoscaban el ejercicio de los derechos y
acciones que corresponden a los o las particulares o a otros
funcionarios o funcionarias de acuerdo con esta Constitución y la ley.
(Subrayado Nuestro).

Con la cita que antecede, podemos observar que el sujeto

constitucionalmente calificado para ejercer la investigación y la acción disciplinaria,

es el Ministerio Público. Todo esto ocurre, al integrar en la correspondiente

interpretación Constitucional, las funciones que le son conferidas tanto al Poder

Moral como al Fiscal General de la República y al observar las atribuciones del

Tribunal Supremo de Justicia, quién no detenta la atribución de ejercer la


investigación ni la acción disciplinaria ni para sí, ni por intermedio de uno de sus

órganos auxiliares, pero si la de fiscalización y cuido de los Tribunales de la

República.

Con lo expuesto anteriormente, podemos referir que la función que a todo

evento debería tener la Inspectoría General de Tribunales, sería el control

preventivo sobre los Tribunales de la República y, en caso de que considerare que

existen elementos que podrían dar lugar a la determinación de posible

responsabilidad disciplinaria, podría emitir el correspondiente informe para luego

hacer del conocimiento del Ministerio Público, a los fines de que sea este quien

ejerza las acciones correspondientes, especialmente la disciplinaria.

Atendiendo a lo señalado anteriormente, es por lo que podemos observar, que

la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, mediante las referidas

Sentencias N° 516 y 1.388, respectivamente, omitió integrar las funciones que

correspondía a cada uno de los sujetos constitucionalmente dispuesto en la norma

constitucional. Por cuanto, obvió al principal titular de la acción disciplinaria.

Esencialmente en cuanto a dos concepciones, la visión del contenido de la disciplina

que se busca sancionar, vale decir, la ética pública y por otra parte; el sujeto que

constitucionalmente detenta la facultad para intentar la acción disciplinaria contra

los funcionarios jurisdiccionales.

Con tal interpretación, la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia,

dejó de observar el entramado competencial que detenta toda la estructura estadal,

inobservado la sistémica estructura de Estado Venezolano y los órganos que lo

constituyen. Por lo cual, incurrió en un error, al trasladar las funciones de un órgano


concebido constitucionalmente a un órgano legalmente establecido con una visión

distinta al previsto en la norma fundamental de la República, asumiendo no solo las

funciones del Fiscal General de República y del Poder Moral, sino que además al

modificar el contexto bajo el cual se estableció el procedimiento disciplinario y las

competencias de sus distintas instancias, se trasladó a la función legislativa del

parlamento nacional.

Al respecto, resulta menester analizar lo expuesto por Alexy, R. quién señala:

En el centro del prolongado y arduo debate acerca de la jurisdicción


del Tribunal Constitucional se encuentra la cuestión de cómo equilibrar
las competencias del Tribunal Constitucional y las del legislador. Una
solución perfecta consistiría en un sistema de reglas que para cada
caso diera exactamente una respuesta a la cuestión acerca de si el
Tribunal rebasa su competencia cuando, de alguna forma, interviene
frente al Legislador.

Igualmente, conviene traer lo expuesto por García de Enterría quien manifiesta

“la constitución no sólo es una norma si no, precisamente la primera de las

normas del ordenamiento entero, la norma fundamental, lex superior.”


CONCLUSIONES.

Con lo señalado anteriormente, podemos concluir que en las Sentencias N°

516 y 1.388 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia modificaron

tanto el procedimiento inicialmente previsto por el legislador y la concepción

sistémica de los órganos que constituyen al Estado Venezolano. Al haber abstraído

del procedimiento disciplinario y especialmente de su interpretación

constitucionalizante al Fiscal General de la República, lo cual, podría dar lugar a

una serie de observaciones por haberse impuesto una serie de sanciones sin contar

con la acción propuesta por el legitimado activo conforme a lo dispuesto en la norma

constitucional. Lo cual se originó con motivo de la abstracción de un órgano titular

de la acción en el rediseño del procedimiento disciplinario judicial y de las

competencias atribuidas a los órganos intervinientes en el proceso disciplinario

judicial venezolano, novísimo en el sistema de justicia iberoamericana.


BIBLIOGRAFÍA.

Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, Gaceta Oficial de la


República Bolivariana de Venezuela Nº 36.860 del 30 de diciembre de 1999,
reimpresa en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela Nº 5.453
del 24 de marzo de 2000, y reimpresa en la Gaceta Oficial de la República
Bolivariana de Venezuela Nº 5.908 Extraordinario de fecha 19 de febrero de 2009.

Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia, Gaceta Oficial de la República


Bolivariana de Venezuela Número 39.483.

García de Enterría, E. (2006). La Constitución Como Norma y el Tribunal


Constitucional. Cuarta Edición. Madrid España. Editorial Civitas.

Alexy, Robert (2002). Teoría de los Derechos Fundamentales. Cuarta edición.


Madrid. Centro de estudios Políticos y Constitucionales.

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