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1.

Razones del existencialismo: contra los reproches

La conferencia de Jean Paul Sartre sobre el existencialismo es un humanismo discurre


con un talante apologético. En medio de un periodo de entre guerras por el año de 1945
se aglutina un montón de gente la “Salle des Centraux de París 1”. Las expectativas
rebasaron el número de asistentes. Esperan una conferencia. Esperan que se les diga algo
significativo. La guerra ha arropado como un tsunami Europa y otras naciones. Dejando
a su paso desastres materiales así como muerte y miseria. La moral de la sociedad europea
esta tan socavada como llena de incertidumbre. ¿Cómo ha sido posible arrastrar la
civilización a semejante barbarie? ¿Quién consolara la razón ante este aplastante fracaso?

En primer lugar, Sartre comienza respondiendo a la crítica marxista que por un lado le
critica de promover una especie de quietismo en cuanto que supuestamente se defiende
la imposibilidad de la acción en este mundo. Esto conlleva a considerar la filosofía desde
un punto de vista meramente teorético o contemplativo que a su vez sitúa al hombre en
un aburguesamiento dado el carácter lujoso de la vida contemplativa.

Las ideas existencialistas también son sospechosas de exaltar solo lo que hay de negativo
en la naturaleza humana. Se les reclama desatender a lo que hay de positivo y luminoso
en el hombre. El cogito cartesiano lo encierra en una monada que lo aísla y lo hace
insolidario con los otros en cuanto hace captarse al hombre e su soledad.

Por otro lado, los católicos hacen lo propio en el terreno de lo divino. Cuestionando la
osadía de las ideas sartreanas que han arremetido contra el carácter indeleble de los
valores religiosos que Dios ha inscrito en el corazón del hombre. Si suprimimos este
asidero moral ¿qué referencia habrá para juzgar los actos humanos? Todo estaría
permitido

2. El existencialismo: la contingencia del yo

El filósofo francés se da cuenta que lo radicalmente primero en el hombre es que se


encuentra existiendo. Y que hay en él una indeterminación fundamental que le confiere
un carácter natural de inacabamiento. En palabras de Sartre en el hombre “la existencia
precede a la esencia 2”. Es decir que es el primer ser que existe sin antes poder ser
definido. Hay dos alas de pensamiento existencialista. La primera es de confesión
cristiana apoyada por Jaspe y Marcel Granear cuya tesis anterior se invierte porque
supuesta la divinidad ya existe un programa que define al hombre. Es posible decir aquí
que la esencia precede a la existencia porque al modo del artesano, ya en su mente hay
una idea conceptual clara de lo que debe hacer para dar forma a su obra. El alfarero antes
de confeccionar una vasija ya sabe lo que debe hacer para construirla. Esta está por
consiguiente determinada priori.

1
wikipwdia
2
Satre, J. P. El existencialismo es un humanismo. Edhasa. Barcelona, 2009. Pág:31
Pero, el existencialismo ateo que es según Sartre el más coherente y el que él mismo y
Martin Heidegger promueven se basa en concebir al hombre en un estado de indigencia
en el cual este empieza por no ser nada. En el no hay naturaleza humana. En tal caso el
hombre será lo que haya proyectado ser. Así lejos de comprender al hombre como sujeto
encerrado en sí mismo y bloqueado ante la posibilidad de salir al encuentro solidario con
el otro caracteriza al hombre como ser profundamente abierto. El hombre es un ser de
posibilidades y estas representan ante el cómo proyectos posibles en los cuales el decide
definirse. AL tiempo que se compromete con un proyecto comprende e también a los
otros. El hombre elige a los otros a la vez que se elige a sí mismo. Parafraseando el
ejemplo de sastre; si me caso también comprometo a mi sociedad a favorecer la
monogamia como una institución valida dentro los humanos. En este sentido lo que el
hombre haya proyectado ser evidencia su responsabilidad radical. Es él quien elige y a
quién le es imposible evadir tal responsabilidad. En palabras de Sartre “estamos
condenados a la libertad 3” La concepción sartreana entrega al hombre la carta de su
libertad y este experimenta el peso de su carga en tanto que es arte y artífice de su libertad
misma.

3. Sentido humanista del existencialismo

Dice Sartre que hay un humanismo exalta al hombre por los hitos de grandeza que tienen
lugar con los éxitos de hombres insignes y estos logros son dignos de admiración para
otros hombres. De manera que este tipo de humanismo toma al hombre como fin en
cuanto que es capaz de actos sublimes. Mahatma Gandhi ha conseguido emancipar a su
pueblo bajo la consigna de la no violencia y sometiéndose a severas huelgas de hambre.
Por esta causa perdió su vida. En este sentido se convierte en una referencia para el
hombre. Es hacia este modelo al que debe encaminarse la humanidad. Hay ya por tanto
un perfil diseñado sobe lo que e l hombre debe ser.

Pero este no el humanismo que predica el filósofo francés. Su humanismo esta enraizado
en la radical apertura del hombre y en cuanto que no es un proyecto definitivamente
determinado hacia el que este debe encaminarse sino que está por hacerse. Es la realidad
inconclusa y pendiente por definir lo que le relanza fuera de sí mismo, en búsqueda de
un proyecto que le haga trascender sobre sí mismo. Según el planteamiento sartreano el
hombre tiene una vocación de trascendencia en el sentido de rebasamiento de sus propios
límites. El hombre dota de sentido su vida en la mediad que este es capaz de trascenderle
pero siempre dentro del universo humano que es el núcleo de su subjetividad. Es aquí
donde el hombre elige sobre sí mismo, reconoce a los otros a la vez que es reconocido.
En definitiva yergue su vida en un absoluto desamparo.

3
Ibíd. Pág.:43
4. El hombre como ser arrojado a la existencia: la angustia

Para ilustrar la tensión vital a la que se ve sometida el hombre en medio de la existencia


trae a colación el relato de Abraham a quien el ángel ordena sacrificar a su hijo. En el
relato se trata de una orden sagrada que viene de fuera Pero la condición del hombre está
absolutamente desligada de cualquier dictamen divino. Es el que elige y a la vez es
legislador. Recibe en su seno el peso en bruto de su absoluta responsabilidad. No hay una
voz que le susurre al ido lo que debe hacer y que le despoje de su responsabilidad
creadora. Es el desamparo del hombre lo que infunde en su espíritu una angustia vital. En
cada caso hará lo que crea que deba hacerse. En cada caso determina su proyecto y afecta
irremediablemente el proyecto de los demás ¿quién es para imponer su visión del mundo
a los demás? Y en todo caso ¿Quién garantiza que no lleva a la humanidad hacia un
despeñadero? Es una duda angustiosa de las que jamás tendrá pistas para desembarazarse
de ellas. Es el sentimiento que le acompañara según vaya eligiendo sobre sí mismo y
sobre los demás.

El absoluto desamparo del hombre solo puede entenderse en relación al ateísmo del que
ha sido consiente el existencialismo en un esfuerzo coherente con la premisa de que la
existencia precede a la esencia. Es como si se acabase de experimentar una forzosa
orfandad. Se Acaba de recibir la desconsoladora noticia de nuestra soledad absoluta en el
mundo. No hay una conciencia divina a la que deba preguntarse por el sentido de la virtud
y quien deba normar nuestra conducta. “Estamos solos y sin excusas 4” el hombre
arrojado a su existencia solitaria experimenta la condena de su libertad. Condenado a ser
libre. No habiendo normas ni valores referénciales que dicten lo que debe hacerse en cada
caso, ni siquiera una naturaleza humana preestablecida se ve forzado a inventar al
hombre.

El hombre en cada caso debe inventar sobre la marcha el ejemplo de Sartre sobre el
alumno que acude a él en busca de un consejo que le ayude a decidir si debe marcharse a
combatir con sus compañeros en aras de un ideal impersonal: la causa de la guerra o por
el contrario quedarse con su madre que es el único amor concreto que le ha ayudado a
crecer quien se verá en una desesperación desgarradora si le abandonase sin más. El
consejo de Sartre es poco alentador puesto que al decirle que decida y que invente le deja
en el mismo atolladero. El alumno se da cuenta que al final solo cuentan los sentimientos
los que le empujan hacia una u otra dirección. Lo que demuestra la soledad moral dentro
del desamparo absoluto del hombre.

4
Ibíd. Pág:42

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