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Programa de
Formación Continuada
a Distancia
2010
PPROTEINA C REACTICA COMO MARCADOR DE INFLAMACIÓN
Juan A Gómez Gerique
Servicio de Análisis Clínicos. Hospital Marqués de Valdecilla. Santander
OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Al finalizar la Unidad Didáctica los alumnos será capaces de :
1. Reconocer el papel de la proteina C reactiva, y de forma muy básica de la familia de las pentra-
xinas, en la inmunidad innata y en el proceso inflamatorio.
2. Diferenciar inflamación de infección y conocer los medios de que dispone el laboratorio para su
identificación.
3. Reconocer las formas moleculares de la Proteina C reactiva y participar en la polémica acerca
de la dualidad de su papel protector-nocivo en la fisiopatologñia de diversas enfermedades .
4. Manejar adecuadamente las maginitudes de las concentraciones de la Proteina C reactiva en el
laboratorio clínico y reconocer cómo los sistemas de medida de la misma ofrecen resultados de
diferente significado clínico (aunque se trate de la misma proteina).
5. Identificar el valor pronóstico de las magnitudes de la concentraciones de PCR en relación con
el diagnostico del riesgo cardiovascular.
6. Reconocer el papel de la procalcitonina como marcador de infección, sepsis y complicaciones
de la misma.
7. Reconocer el significado clínico de las concentraciones de PCR (y de las magnitudes obtenidas
con diferentes sistemas de medición). En especial, revisar el papel de la PCR en la arterioscle-
rosis y reconocer en qué circunstancias su medición nos es útil.
8. Conocer qué es la Procalcitonina y su relación con inflamación e infección.
9. Manejar el significado clínico de la magnitud de las concentraciones de procalcitonina, y sus
rangos de aplicación.
1. INTRODUCCIÓN
La inflamación es la consecuencia de la respuesta del organismo frente a cualquier tipo de agre-
sión. Esta respuesta puede ser de tipo local, con mayor o menor intensidad, o extenderse y expre-
sarse de forma sistémica llegando en ocasiones a producir lo que conocemos como Síndrome de
Respuesta Inflamatoria Sistémica (SIRS). Habitualmente el SIRS suele producirse como conse-
cuencia de una respuesta a la agresión general por un agente infeccioso (que en este caso cons-
tituye el proceso conocido como Sepsis), pero también puede ser debido a otras causas de
respuesta aguda no infecciosa (trauma, intervención quirúrgica, quemaduras, etc.).
En cualquier caso, el desarrollo del proceso inflamatorio es similar independientemente de su
causa: se trata de una respuesta de nuestro organismo que trata de frenar los daños producidos
por una agresión interna o externa, y que se inicia por la liberación de determinadas citocinas en
el lugar de la agresión, que posteriormente pondrán en marcha el proceso que conocemos como
“respuesta de fase aguda”. Los primeros participantes del proceso, aparte del “agresor”, suelen ser
los componentes del sistema inmune innato, como las pentraxinas y otros componentes de este
sistema.
Posteriormente, el proceso inflamatorio puede conseguir frenar la agresión y resolverse, o evolu-
cionar de diferentes formas: ya sea hacia la instauración de un SIRS, con sus importantes compli-
caciones sistémicas, o generando una situación de inflamación crónica en la que existe un deter-
minado nivel de activación de los componentes del sistema de respuesta aguda mencionada, que
se mantiene de forma más o menos constante y con un nivel de intensidad variable que depende
de la causa de su activación y que puede estar relativamente localizado o no.
2. DEFINICIÓN DE SIRS/SEPSIS
Si bien el concepto de inflamación, en general, es más o menos obvio, ha sido necesario
concretar las definiciones de aquellos procesos inflamatorios de una mayor complejidad, entre los
que se encuentran los relacionados con la respuesta orgánica a la infección. Inicialmente la termi-
nología asociada con estos procesas fue consensuada en 1992 y posteriormente revisada (2003).
Puesto que estos términos van a ser usados con frecuencia en esta revisión, creemos que es
conveniente mencionarlos en este momento:
Infección. Reacción inflamatoria del organismo debida a la presencia de gérmenes patógenos
en el mismo.
Bacteriemia. Presencia de bacterias en la sangre.
Síndrome de reacción inflamatoria sistémica (SIRS). Presencia de dos o más de las cuatro
condiciones siguientes:
a. Fiebre (temperatura oral superior a 38ºC) o hipotermia (temperatura oral inferior a 36ºC).
b. Taquicardia (más de 90 latidos por minuto)
c. Taquipnea (más de 24 respiraciones por minuto), o hiperventilación (pCO2 arterial inferior a 32
mm Hg) o necesidad de ventilación mecánica.
d. Leucocitosis. (más de 12.000 leucocitos/mm3) o leucopenia (menos de 4000 leucocitos/ mm3)
o más de un 10% de formas jóvenes en el recuento de poblaciones de leucocitos.
Es importante recordar que no todos los casos de SIRS son secundarios a una infección y que otras
entidades severas pueden provocar éste síndrome sin que pueda aislarse ningún germen patógeno.
Sepsis. SIRS de origen infeccioso.
Sepsis grave. Sepsis con disfunción de uno o más órganos o sistemas.
Shock Séptico. Sepsis con una o dos de las siguientes condiciones:
a. Hipotensión (Tensión arterial sistólica, TAS, inferior a 90 mm Hg, o bien 40 mm Hg inferior a la
habitual para el paciente), durante más de una hora y sin respuesta a la adecuada hidratación del
paciente.
1
b. Necesidad de utilizar fármacos vasoconstrictores para mantener una TAS superior a 90 mm
Hg o una tensión arterial media superior a 70 mm Hg.
Shock séptico refractario. Shock séptico que se mantiene durante más de una hora y no
responde al uso adecuado de fármacos e hidratación.
Síndrome de disfunción multiorgánica. Disfunción de más de un órgano o sistema que
requiere de un tratamiento intensivo para mantener la homeostasis.
Todos estos estadíos clínicos consisten fases de gravedad creciente, de un mismo proceso.
3. INFLAMACIÓN Y PENTRAXINAS
Las pentraxinas son una superfamilia de reactantes de fase aguda, caracterizados por disponer
de una estructura cíclica multimérica. Algunos de sus componentes, como la proteína C reactiva
(PCR) o el componente P sérico del amiloide (SAP) reciben la denominación de pentraxinas cortas
(Figura 1) y se sintetizan fundamentalmente en los hepatocitos. La concentración de PCR aumenta
extraordinariamente como respuesta al estímulo de citocinas pro infamatorias como la Interleucina
6 (IL-6), mientras que la concentración del SAP se mantiene estable, por lo menos durante las
primeras fases de proceso inflamatorio. Ambas pentraxinas, son estructuras bastante conservadas
filogenéticamente y no se conocen individuos con importantes déficits de las mismas, lo cual puede
indicar que cumplen una función muy significativa en el individuo.
Otro grupo de pentraxinas es el conocido con el sobrenombre de pentraxinas largas. El principal
componente de este grupo es la pentraxina 3 (PTX3) también conocida como TSG-14, si bien
existen otros miembros menos conocidos de esta subfamilia como son las pentraxinas neuronales
NPTX1 (también conocida como NP1) y NPTX2 (también conocida como NP2 o Narp), o la pentra-
xina integral de membrana NRP.
La PTX3 es sintetizada fundamentalmente por células implicadas en la inmunidad innata en
tejidos periféricos y en células endoteliales, como respuesta a estímulos inflamatorios y a la acti-
vación de receptores “Toll-like” (TLR). Esta pentraxina juega un papel protector no redundante
frente a determinados patógenos, y al igual que las pentraxinas cortas (PCR) también interacciona
con diversas moléculas endógenas cumpliendo funciones protectoras que luego comentaremos.
Figura 1.
2
Las pentraxinas cortas y largas reconocen grupos de ligandos no coincidentes, a excepción del
C1q al que se unen ambos subgrupos.
Las principales pentraxinas, tienen una zona C-Terminal altamente conservada y se diferencian
fundamentalmente por la zona N-Terminal. Todas ellas participan en el proceso inflamatorio, ya sea
por síntesis hepática inducida (pentraxinas cortas), o por síntesis local (PTX3), con la peculiaridad
adicional de que la PTX3 puede almacenarse en los gránulos de los leucocitos polimorfo nucleares
y liberarse rápidamente en los lugares donde se ha producido una agresión y existe necrosis o
apoptosis celular. Además, todas ellas se unen a determinados componentes de las células necro-
sadas, permitiendo su eliminación: la PCR se une a zonas ricas en fosfocolina (membrana celular),
el SAP a la cromatina, y la PTX3 a diferentes zonas de la membrana celular de células apoptóticas
o a histonas; estas interacciones son sumamente importantes para la eliminación de células necro-
sadas y para impedir la formación de auto anticuerpos por el sistema inmune adaptivo
(Inmunoglobulinas) (Figura 2). Tanto es así, que un defecto en la producción de PCR durante la
inflamación sistémica es característico de los pacientes con Lupus eritematoso sistémico (LES), en
el que la respuesta autoinmune se asocia con un defecto en la eliminación de residuos celulares.
4. PROTEINA C REACTIVA
La proteína C Reactiva (PCR) forma parte de la subfamilia de pentraxinas cortas y es un inte-
grante característico de las proteínas de “fase aguda”, cuya síntesis aumenta extraordinariamente
en los procesos inflamatorios. Se identificó hace más de 70 años como una proteína capaz de
interaccionar con el estreptococo neumonía a través de su unión al polisacárido “C” de su
membrana provocando su precipitación. Era indetectable en el suero normal, pero aparecía con
elevadas concentraciones en caso de infección por el neumococo, y si el paciente se recuperaba,
su concentración volvía a ser indetectable. No obstante, estas fuertes elevaciones de la concen-
tración de PCR, no eran exclusivamente inducidas por las infecciones por neumococo, sino que
también se observaban en otras infecciones bacterianas, o incluso en otras situaciones agudas no
necesariamente infecciosas. Por todo ello, no es de extrañar que haya sido utilizada para el diag-
nóstico y análisis de la evolución de enfermedades infecciosas, pero también para evaluar la evolu-
ción de enfermedades inflamatorias crónicas como vasculitis o artritis reumatoide. Además, con la
aparición de técnicas de cuantificación con mayor sensibilidad, que permiten detectar la PCR en
individuos normales (siempre existe PCR detectable en sangre), se ha podido extender el uso de
las concentraciones de PCR como indicador de situaciones de inflamación crónica de bajo nivel,
caracterizadas por su asociación con la arteriosclerosis
3
4.1.2. Estructura de la PCR
La PCR, al igual que la SAP, es un miembro de la subfamilia de pentraxinas cortas y consiste en una
estructura cíclica formada por la unión no covalente de 5 subunidades idénticas distribuidos alrededor
de un poro central y con una masa molecular de 118 Kd. En el hombre es una proteína no glicosilada y
está codificada en el cromosoma 1. Cada una de las subunidades expone dos caras, una de ellas (cara
B) une 2 iones Ca++ y tiene un lugar de unión para Fosfocolina (FC); la otra cara (cara A) dispone de
lugares de unión para C1q y receptores Fc
Figura 2.
4
4.1.4. Función de la PCR
Tal y como hemos visto previamente, la PCR juega un papel fundamentalmente defensivo, tanto
por lo que respecta a su interacción con microorganismos, como por lo que respecta a su interac-
ción con células apoptóticas o necróticas, favoreciendo su eliminación. No obstante, en situaciones
en que existen células parcialmente dañadas o isquémicas, la PCR puede aumentar el daño tisular
(no en células normales) a través de su activación parcial del complemento, como ocurre en las
células isquémicas tras un infarto agudo de miocardio (IAM). Por este motivo, la PCR ejerce un
papel doble: defensivo o perjudicial, dependiendo de la situación de nuestros tejidos (Figura 3).
Tan importante es el papel de la PCR, y de las pentraxinas en general, en la eliminación de resi-
duos celulares, que los individuos con déficits relativos (no se conocen déficits absolutos) de PCR
son muy propensos al desarrollo de enfermedades autoinmunes.
Macrófago
Figura 3.
5
La unión de la pPCR a membranas celulares, produce un cambio conformacional de la misma, de
manera que se disocia rápidamente en sus subunidades (mPCR).PCR “modificada”, monomérica
(mPCR). Tal y como hemos comentado anteriormente, la unión de la pPCR a membranas celulares
provoca su disociación en sus subunidades; esta disociación puede tener lugar en varios pasos,
iniciándose por un cambio conformacional y una posterior disociación, e incluso su liberación de la
membrana (mPCRs, o PCR monomérica soluble). El cambio conformacional modifica significativa-
mente su estructura, solubilidad y antigenicidad. Por otra parte, es muy probable que la mPCR pueda
también existir en plasma sin necesidad de proceder de la disociación de la pPCR (como podría ser
el caso de síntesis extra hepática de PCR), o como consecuencia de su disociación plasmática sin
necesidad de su unión a membranas (esto ocurre “in vitro”, aunque no puede descartarse que también
pueda ocurrir “in vivo”, en determinadas condiciones) aunque su concentración suele ser muy baja y
no suele ser detectable.
En cualquier caso, la mPCR mantiene su capacidad de unirse a C1q, si bien con consecuencias muy
diferentes en su forma unida a membranas y en su forma soluble: en su forma unida a membranas
(mPCRm) activa la vía clásica del complemento, mientras que en la forma soluble, se une a C1q, inhi-
biendo su posterior activación (Figura 5).
Ambas formas de PCR tienen acciones pro y antiinflamatorias, sobre todo dependiendo de si se
encuentran en forma soluble o unidas a membranas. La pPCR, se comporta fundamentalmente como
antiinflamatoria (a excepción de cuando se une a membranas), mientras que la mPCR se comporta
fundamentalmente como pro inflamatoria (a excepción de su inhibición de la activación de comple-
mento en su forma soluble). Por lo que respecta a la mPCRm, es una forma unida a membranas y que
no podemos detectar en sangre (la forma que detectamos en sangre es la mPCRs, o PCR monomé-
rica soluble)
Figura 4
6
Figura 5
7
En cualquier caso, sí está claro que la determinación de cPCR (procedimiento de determinación
de PCR, aceptado como valido para la estratificación del riesgo cardiovascular) es útil, y se reco-
mienda para colaborar en la estratificación del riesgo cardiovascular, dentro del grupo de los deno-
minados “Factores de riesgo emergentes”: una magnitud de la concentración de cPCR superior a
3,0 mg/L, debe ser considerada como un marcador de riesgo que eleva el nivel de riesgo cardio-
vascular individual.
Figura 6
8
Figura 7
Figura 8
9
4.4. Procedimientos para la medición de la concentración de PCR
Tradicionalmente, la magnitud de la concentración de PCR ha sido utilizada para el diagnóstico y
monitorización de algunas enfermedades autoinmunes y enfermedades infecciosas. Estos métodos,
útiles para la detección de un proceso inflamatorio agudo, suelen tener un límite de cuantificación
próximo a los 5 mg/L (PCR convencional). No obstante, con el transcurso del tiempo han ido apare-
ciendo, métodos de mayor sensibilidad, capaces de discriminar de forma más menos precisa por debajo
de los límites de cuantificación de los métodos citados anteriormente; estos métodos han sido denomi-
nados como métodos de alta sensibilidad (hs PCR). Posteriormente, estos métodos de alta sensibilidad
han sido utilizados para diversas patologías caracterizadas por inflamación crónica en individuos
aparentemente sanos, y especialmente para colaborar en la detección y pronóstico de la enfermedad
cardiovascular; como consecuencia de este último uso se ha creado un nuevo concepto que es el de
cPCR. Este último concepto, no exento de opiniones controvertidas, ya que técnicamente los métodos
utilizados no son esencialmente diferentes de los hs-PCR, ha surgido por la necesidad de apoyar la
utilidad de los métodos de cPCR con datos objetivos acerca de su utilidad en el campo cardiovascular
(incluyendo puntos de corte específicos), tanto desde el punto de vista de detección de riesgo, como
desde el punto de vista de su valor predictivo. De esta manera, tenemos que aunque la molécula a
determinar sea la misma, los rangos dinámicos de los diferentes métodos, su capacidad de discrimina-
ción entre valores próximos y la relación objetiva de los valores obtenidos con la predicción de eventos
cardiovasculares (tanto en prevención primaria como secundaria) pueden diferir entre diversos
métodos, dando lugar a magnitudes con diferentes denominaciones: PCR, hs-PCR y cPCR. Un ejemplo
de las características de estas magnitudes la tenemos en su descripción por parte de la FDA (Tabla 1).
Tabla 1. Caracteristicas definidas por la FDA para los principales sistemas de determinación de PCR
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Por lo que respecta a las isoformas de la PCR (pPCR, mPCR), por el momento no existe ningún
método validado que pueda ser utilizado para su determinación y de hecho, todas las recomenda-
ciones sobre el valor clínico de la determinación de PCR están realizadas sobre la PCR total,
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La hs-PCR, o PCR de alta sensibilidad es útil para el estudio de estados inflamatorios
crónicos de “baja intensidad” en individuos que por lo demás podrían ser considerados como
normales. Esta magnitud es la que en ocasiones ha sido relacionada con la predicción del riesgo
cardiovascular, pero la amplia variabilidad de los métodos utilizados con este fin y la relativa-
mente baja consistencia de alguno de los estudios realizados, ha aconsejado a la FDA a no reco-
mendar de forma genérica su uso con esta finalidad. Algún método para hs-PCR puede haber
aportado la evidencia necesaria para su uso en la estratificación del riesgo cardiovascular y la
evaluación de los síndromes coronarios agudos (SCA), y en consecuencia ser equivalente a la
cPCR (de hecho, ambas magnitudes son idénticas, lo que las diferencia es la practicabilidad
clínica de sus resultados). Dentro de sus características, destaca el hecho de que su capacidad
de cuantificación debe ser de por lo menos 0,1 mg/L y su rango dinámico extenderse hasta apro-
ximadamente 10 mg/L. Sus resultados deben ser trazables al CRM470, la concentración dese-
able es de < 1,0 mg/L y suele ser considerada como elevada a partir de 3,0 mg/L. No obstante,
hay que recordar que la hs-PCR tiene su ámbito de aplicación en procesos inflamatorios de bajo
nivel, y que no necesariamente puede ser utilizable en la estratificación del riesgo cardiovas-
cular.
La cPCR, o PCR de uso cardiovascular, es la que se reconoce cómo útil para la colaboración
en la estratificación del riesgo cardiovascular o del valor predictivo en prevención secundaria.
Se trata de un procedimiento de cuantificación de PCR de alta sensibilidad, pero que entre sus
requisitos incluye (además de los de la hs-PCR) los de estar estandarizada frente al CRM 470 y
de aportar evidencia clínica (obtenida con el procediemto concreto que tiene la “marca” cPCR)
de su asociación con el riesgo cardiovascular (campo de aplicación). Varios de los procedi-
mientos para la cuantificación de hs-PCR, también lo son para la cuantificación de cPCR, pero
no necesariamente todos.
Por lo que respecta a los puntos de decisión significativos, son iguales que para la hs-PCR
(deseable inferior a 1,0 mg/l, elevada por encima de 3,0 mg/l), y se considera como positiva (FR
Emergente) cuando magnitud es superior a 3 mg/L.
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5. PROCALCITONINA, INFLAMACIÓN E INFECCIÓN
La procalcitonina (PCT) fue descrita como una proteína detectable en el plasma de individuos
afectos de procesos de inflamación sistémica debida a infección bacteriana o sepsis, mientras
permanencia en bajas concentraciones en otros procesos inflamatorios (infecciones virales, enferme-
dades autoinmunes, rechazo de trasplantes, etc.).
La PCT tiene en su estructura 116 AA, una masa molecular de 14,5 KDa, y es el precursor de la
calcitonina. Su síntesis está dirigida por el gen Calc-1, en el cromosoma 11, que dirige además la
síntesis de diversas moléculas relativamente relacionadas, como adrenomedulina, o el péptido rela-
cionado con el gen de la calcitonina (CGRP, un potente vasodilatador).
La PCT, al igual que las otras proteínas codificadas por el gen Calc-1, está formada por tres
“secciones”: el extremo amino terminal (también conocido como NT-PCT), la calcitonina inmadura, y
un extremo C-terminal (CCP-1, también conocido como katacalcina). En el plasma de individuos
normales es posible encontrar pequeñas concentraciones de NT-PCT, calcitonina madura (proce-
dente de la calcitonina inmadura tras eliminación de la glicina de su extremo C-terminal), CCP-1,
CCP1-Calcitonina y otros péptidos relacionados, si bien solo la calcitonina presenta una actividad
biológica reconocida (Figura 12).
En general, la transcripción del gen Calc-1 para generar PCT y en consecuencia calcitonina, está
habitualmente restringida (aunque no exclusivamente) a las células C del tiroides. No obstante, ha
podido demostrarse la expresión de este gen en otros tejidos como hígado riñón, páncreas y cerebro.
En situaciones de sepsis, esta síntesis extra tiroidea de PCT, además de aumentar de forma signifi-
cativa en los tejidos mencionados (no en tiroides), también ha podido ser demostrada en otros tejidos
como el tejido adiposo. Esta desrepresión de la síntesis de PCT en tejidos extra tiroideos parece ser
parte de la respuesta inflamatoria más que de la infección bacteriana en sí misma, como demuestra
el hecho de que el principal inductor de su síntesis en tejido adiposo, además del TNF, es la IL-1 y
pueden encontrarse elevaciones de PCT en situaciones de SIRS aunque no sean debidas a sepsis
bacteriana; curiosamente, en estas situaciones no se detectan elevaciones de calcitonina, lo cual
sugiere vías alternativas para el procesamiento enzimático de la PCT producida inicialmente.
Figura 12.
14
5.1. Métodos para la determinación de PCT
Existen diversos procedimientos, tanto cuantitativos como semicuantitativos, para la cuantifica-
ción de la PCT, todos ellos procedentes del desarrollo básico de BRAHMS. En general, todos los
ensayos se basan en la utilización de un primer anticuerpo (el mismo en todos ellos) monoclonal
frente a katacalcina, y un segundo anticuerpo mono o policlonal frente a calcitonina, de manera que
lo que se mide es tanto procalcitonina intacta, como la péptida calcitonina-katacalcina (Figura 12).
En el caso del método semicuantitativo, el anticuerpo anti-katacalcina está unido a oro coloidal y
es el utilizado como trazador, mientras que el anticuerpo anti-calcitonina está unido a una fase
sólida. En los dispositivos fabricados para ello, la PCT se une a la fase sólida y su unión al anti-
cuerpo con oro coloidal produce la aparición de una banda coloreada cuya intensidad se compara
con un patrón para estratificar el nivel de concentración de PCT (<0,5, 0,5-2,0, >2, o >10 mg/L).
En el caso de los métodos cuantitativos, los más utilizados son los desarrollados inicialmente
por BRAHMS: el BRAHMS PCT LIA (inicialmente denominado como LUMItest PCT LIA), el
BRAHMS PCT LIA sensitive (que utiliza un luminómetro dedicado) , el desarrollo utilizando
tecnología TRACE en la plataforma KRYPTOR, y las adaptaciones a otros instrumentos como
LIAISON (Dia-Sorin) y ELECSYS (Roche), los diseños de los métodos tienen algunas diferen-
cias que redundan en su sensibilidad y características técnicas. En la tabla 2, tenemos un
resumen de las principales características conocidas de la mayoría de ellos.
Figura 13.
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6. CINÉTICA DE LOS BIOMARCADORES.
Después de una agresión tisular (infección), la primera citocina en elevarse en plasma es el TNF_,
que tiene su pico a los 90 minutos del inicio, mientras que la IL-6 lo tiene a las 3 horas; no obstante
estas citocinas vuelven a su concentración normal muy rápidamente (6 y 8 horas, respectivamente),
razón por la que su ventana temporal de uso clínico es muy corta en situaciones hiperagudas. Por su
parte, la PCT empieza a elevarse a las 4 horas, llega a un pico a las 6 horas y a concentración esta-
bles a las 8-24 horas; luego, tarda del orden de 2 -3 días en volver a descender a valores “normales”.
Por su parte, la respuesta de la PCR es más lenta, tarda 12-24 horas en llegar al pico, 20-72 horas
para estabilizarse, y se mantiene elevada durante 3-7 días (Figura 14). Estas grandes diferencias en
las cinéticas de citocinas y biomarcadores deben de tenerse en cuenta en el momento de evaluar su
utilidad clínica y su posible significado en diferentes entidades clínicas...
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