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CUANDO LA CONSTITUCIÓN SE ACATA PERO NO SE CUMPLE

¿Cómo explicar esta actuación judicial contraria a la Constitución entonces


vigente?
En palabras de la propia Corte:
Aun cuando la citada ley de 10 de Julio de 1886 fuere inconstitucional, el Poder
Judicial no podría dejarla sin efecto, rehusando darle aplicación; pues, si es cierto
que el Poder Legislativo no puede excederse de sus atribuciones, como lo haría al
dar una ley inconstitucional, tampoco el judicial puede, sin excederse de las suyas,
declarar que esa ley carece de fuerza obligatoria, ya que para esto era menester
que estuviese facultado por la Constitución.
En realidad, el juicio y la ejecución inconstitucional de Irigoyen no fueron nada
excepcional durante el gobierno de Caamaño. Para las mismas fechas de la
ejecución de Irigoyen se había también producido el juicio militar y la ejecución de
Luis Vargas Torres, entre otras muchas ejecuciones por delitos políticos contra los
montoneros alfaristas, y que se remontan al fusilamiento de liberales radicales
alzados en armas en Manabí desde Noviembre de 1884, la llamada caza de los
chapulos . Justamente, Luis Vargas Torres en su defensa ante el jurado que lo
condenó a muerte por el delito de sedición aplicando la misma ley que a Irigoyen,
expresó las siguientes palabras que resumen bien cuanto valor se daba a la ley y
a la Constitución en la época:
“Señores jueces… Me presento ante vosotros, no a defenderme del Decreto
expedido por la Legislatura pasada, que, violando los artículos 14, 22, 122 y 129
de la Constitución, convierte al gobierno en victimario de los ecuatorianos.
Tampoco vengo a justificarme de los cargos y recriminaciones que cobardes y
ruines enemigos me han hecho. Sólo puedo y debo levantar mi voz para que, tal
vez, pueda servir de protesta contra las leyes que, por desgracia, rigen hoy al
pueblo ecuatoriano y contra ciertos actos del Gobierno que la humanidad y la
civilización condenan”
Hemos visto amordazar la prensa liberal y disolver nuestras asociaciones:
nuestros derechos han sido pisoteados e ilusorias nuestras garantías. Con que no
creéis que tenemos sobradas razones y muchos derechos para defender con las
armas en la mano lo que tiene de más caro un ciudadano republicano. Os repito,
señores jueces, que no trato de defenderme. Estoy bajo la sanción de vuestras
leyes. Juzgad, fallad, que yo he cumplido con mi deber.
En efecto, tan comunes fueron en la época estas ejecuciones y tan flagrante la
violación de la Constitución que el 26 de Julio de 1887 un Congreso de mayoría
gobiernista decidió reformarla modificando el mencionado artículo catorce que
entonces paso a establecer lo siguiente: ¨No habrá pena de muerte para los
delitos puramente políticos, excepto el de los que, armados y organizados como
militares, alteren por la fuerza el orden constitucional. No son delitos políticos,
aunque se amparen con un fin político, la traición a la patria, el parricidio, el
asesinato, el incendio, el saqueo, la piratería ni los de los militares en servicio
activo¨
El caso Irigoyen y los demás juicios militares de esta época que derivaron en la
pena de muerte impuesta inconstitucionalmente, ilustran lo que ha sido el drama
del constitucionalismo en el Ecuador: la imposición de la ley sobre la Constitución
y, mediante esta vía, la frecuente violación de derechos. El razonamiento de los
jueces en el caso Irigoyen revela un positivismo básico que aplica mecánicamente
normas jurídicas formalmente vigentes sin tomar en serio la Constitución. Esta
actuación es aún más paradójica en esa época si consideramos que el proyecto
inicial de la corriente llamada progresista que derrocó a Veintimilla y llevó al poder
a Caamaño había sido consagrar en una nueva carta fundamental derechos civiles
que permitieran una convivencia política más democrática.
El doctor Alejandro Cárdenas, abogado de Irigoyen, en su alegato final hizo
referencia a este proyecto de reforma constitucional como una de sus pruebas y
argumentos más fuertes de la inconstitucionalidad de la Ley del 10 de Julio de
1886. Tan inconstitucional era, escribió Cárdenas, que los propios legisladores se
vieron forzados a proponer la reforma de la Constitución, calificando de crimen
militar la sedición e imponiendo la pena de muerte.
INCONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY
El Poder Legislativo no puede excederse de sus atribuciones, como lo haría al dar
una ley inconstitucional, tampoco el judicial puede, sin excederse de las suyas,
declarar que esa ley carece de fuerza obligatoria, ya que para esto era menester
que estuviere facultado por la Constitución. En el Ecuador no se ha querido dar al
Poder Judicial la atribución de anular o dejar sin efecto las leyes
inconstitucionales. Por esto, el Tribunal Supremo declaró que los jueces no
pueden dejar de aplicar las leyes, aún en el caso que fueren contrarias a la
Constitución.

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