Sei sulla pagina 1di 8

PROPIEDAD TERRITORIAL INDIGENA EN VENEZUELA

España hacia el siglo XV era una de las potencias de mayor proyección del mundo. Su afán de expansionismo territorial, político,
económico y religioso fueron quizás los objetivos que indujeron al gobierno de España a intentar una aventura que luego se convirtió en
una productiva empresa: la conquista del Nuevo Mundo. Paralelamente a ese interés expansionista surgió la gran expectativa para la
Corona Española, en cuanto a las riquezas que se hallarían en las Indias Occidentales que permitieran financiar en buena parte los costos
de la conquista y sentar las bases económicas para la posterior colonización. España se convertiría así, en el país de mayor territorio y con
el régimen colonialista más próspero de la época. El proceso colonizador en América no fue fácil, hubo que implementar de manera
inmediata una política poblacional que pudiera armonizar la ubicación y distribución del contingente de ciudadanos europeos recién
llegados, con los habitantes de las comunidades del Nuevo Mundo.
El problema poblacional se vislumbra complejo y la integración se hace difícil ante la resistencia de los indígenas para compartir con
extraños su espacio virgen, natural, sus costumbres ancestrales y religiosas.
Los colonizadores tenían órdenes expresas, contenidas en los decretos emanados de la Corona Española, que a los pobladores de las Indias
se les respetase su propiedad, costumbres, leyes, etc., siempre y cuando éstas no fueren en contra de los intereses del gobierno
metropolitano. Sin embargo las órdenes no fueron siempre cumplidas a cabalidad y se comenzó a implementar la aplicación desde la
metrópoli un cuerpo jurídico especial, con un contenido de normas qué pusiera bajo control en la colonia los enfrentamientos entre los
nativos y los llegados de Europa; este conjunto de normas reguladores de las más variadas situaciones enriquecerá y conformará lo que
luego se llamó el Derecho Indiano. La propiedad territorial tuvo en el Derecho Indiano una extensa y especial regulación, a medida que se
van aplicando estas nuevas normas, se van insertando en la legislación indiana un grupo de figuras jurídicas, que tuvieron o tenían
aplicación en ese momento en la península española. Las capitulaciones como contrato de desarrollo, los repartimientos de tierras, las
mercedes reales o reales cédulas de gracia, la venta y composición, son algunas de las figuras jurídico- administrativas que enriquecieron
y dieron vida al Derecho Indiano y al Derecho de Propiedad, con una especial atención a la propiedad territorial. Este conjunto de figuras
jurídicas va a permitirle y garantizarle al gobierno metropolitano ser los propietarios civilizados y absolutos de las tierras descubiertas.
Les permitió el acceso a la propiedad de la tierra a los conquistadores y vasallos de la Corona, como recompensa por la hazaña realizada.
En el caso de las comunidades indígenas, este fue el sector de la población más afectado, pasó a ser víctima de los atropellos,
arbitrariedades y despojos por parte de terrófagos, en detrimento de la propiedad comunal indígena. Esta propiedad "sur géneris"
originaria de América, permitía además de producir los alimentos básicos para su comunidad, ser la forma más elemental de trabajo en
grupos; a través de ella se mantenía la integración de los núcleos familiares mediante la ejecución de las diferentes labores que
comprendían su pequeña explotación; sin embargo, fue un blanco fácil y seguro para los nuevos habitantes, quienes denotaban no tener
otro interés que no fuese un interés mercantilista con los nativos y, por supuesto, por sus tierras. Esta acción negativa sería el detonante
para que fuera perdiéndose en forma paulatina una estructura agraria primaria importante, que abrió el camino para el surgimiento de
nuevas formas de propiedad territorial acordes con una nueva civilización.
El presente trabajo tiene como finalidad dar cumplimiento al programa de estudios de post- grado en la Especialización de Derecho
Agrario de la Universidad Santa María. También servir como un pequeño aporte para el enriquecimiento del saber jurídico en esta materia
que tiene una gran importancia para quienes se inician en el estudio del Derecho Agrario. En esta investigación se utilizó el método
Histórico-Documental por ser la única fuente de información cierta que permite conocer, aún en forma general, lo referente al desarrollo
de la propiedad territorial en la América Española, su distribución y en especial la propiedad indígena. Se ha tratado de conocer
detalladamente cuáles fueron las bases jurídicas de la propiedad territorial en Hispanoamérica, la problemática de las tierras de las
comunidades indígenas y las arbitrariedades de que fueron víctimas, y de otros elementos sociales, económicos y políticos, que es
necesario tener claros en el momento de plantearnos cualquier problema sobre propiedad territorial agraria en Hispanoamérica.

Entre los indígenas no existía la propiedad privada, el uso de la tierra era colectiva con formas de tenencia individual, en el caso de las
sociedades aztecas e incas, pero que no pueden identificarse con la propiedad privada y absoluta sobre la tierra.
Los indígenas no tienen sentido de propiedad privada sobre la tierra, aparte de la utilidad de sus conucos comunales toda la tierra
pertenece a la comunidad, al Inca, al Gran Tlatoani, al Halach Uinic, o a los templos. Esta propiedad "sur géneris" originaria de América,
permitía además de producir los alimentos básicos para su comunidad, ser la forma más elemental de trabajo en grupos; a través de ella se
mantenía la integración de los núcleos familiares mediante la ejecución de las diferentes labores que comprendían su pequeña
explotación;
La Corona, mediante la capitulaciones hizo constar que los repartos de tierras debían realizarse sin perturbación a los naturales, señalando
que se respetara la propiedad particular de los Indios, ordenando en la Recopilación de Leyes de Indias que se les diera tierra, sobre todo
aquellas que les pertenecieren y cultivan pero que “por ningún caso no se les puedan vender, ni enajenar”
Por “Cédula de 1691 para el buen gobierno de los indios de la Provincia de Venezuela” se establecieron las siembras de comunidad
existentes en la antigua sociedad indígena, que se extendieron a las poblaciones reducidas, cuando hubo un fortalecimiento de la vida
comunal indígena al amparo de la política colonizadora, en pro de reconstruir las instituciones indígenas como la mejor forma de
mantener a los pueblos sujetos al vasallaje de la Corona.
TIPOS DE APROPIACIÓN DE LA TIERRA EN AMÉRICA DURANTE EL PERIÓDO COLONIAL.
1. Al terminar la época de la conquista los colonizadores fueron atraídos por la adquisición de tierras, esto promovido incluso por la
Corona Española que a manera de incentivo daba tierras a los expedicionarios para su administración
2. La distribución de tierras por mercedes se da con el fin de fundar una nuevos centros de población, esto para agrupar a los indígenas
en torno a un solo sitio, lo que facilitaba su control y la explotación de éstos por medio de la construcción de edificaciones así como del
cultivo de la tierra y demás labores.
3. La composición de tierras se dio como una reforma territorial a fines del Siglo XVI por la Corona Española, consistió en una
reasignación de las tierras poniéndolas bajo custodia de los Cabildos principalmente. Esto se dio por motivo de una crisis financiera de la
Corona, así como por la apropiación ilegal de tierras en América.
4. Éstas se dan con el fin de que los indígenas conserven parte de sus tierras, y además se busca sufragar los impuestos no alcanzados
con los demás cultivos. Mediante la dotación de tierras comunales a los indígenas, la política agraria de la corona tendía a elevar el nivel
económico de los pueblos
5. “La enorme extensión territorial de la Nueva España daba pábulo a la ambición, y, curiosamente, originaba contradicciones. Por una
parte, el litigar por la posesión de las tierras para dejarlas luego abandonadas y, por la otra, el enajenar fácilmente no sólo la propiedad
particular, sino, con patente vicio ya notable en el siglo XVI, traspasar la propiedad de las tierras comunales. Este mal aquejó a los
pueblos indígenas durante toda la Época Virreinal.”

La transferencia de la propiedad territorial


Largo y complejo fue el proceso de ocupación y apropiación de la tierra en la historia colonial venezolana, una diversidad jurídica
contenida en las Leyes de Indias así lo establecía. Desde sus inicios se diseñó una jurisprudencia de la propiedad de la tierra, que iba o
pretendía controlar la corona española por temor a que se fundasen pequeños feudos, sin embargo, la realidad americana va imponiendo
sus métodos y una clase privilegiada logra el dominio y apropiación de la tierra.

En un principio el dominio absoluto de las tierras descubiertas en las Indias Occidentales correspondía por derecho al Estado
Metropolitano, y se legisla con especificidad, las otorgadas a las primeras poblaciones y las pertenecientes a la Corona, al respecto el
historiador F. Brito Figueroa, en su obra sobre: La Estructura Colonial Venezolana (1978), dice: … ‘fuera de las tierras, prados,
pastos, montes y agua que por particular gracia o merced se hallaren concedidas a las ciudades, villas o lugares de las Indias o a otras
comunidades o persona, todo lo demás de este género, y especialmente lo que tuviesen por romper o cultivas es y debe ser de su Real
Corona’ (p. 141).

Es importante señalar, que la formación de la propiedad territorial en las colonias hispanoamericanas, con carácter de propiedad privada se
debe buscar en las primeras bases jurídicas como fueron las mercedes, para así legalizar las ocupaciones fraudulentas de las tierras cuyo
proceso comienza a manifestarse en la última década del siglo XVI; acompañada con repartos de tierras ya que hubo repartimientos o
mercedes de tierra y repartimiento de indios para los trabajos, pero una y otra institución se diferenciaban claramente, sobre este aspecto el
historiador Eduardo Arcila Farías, en su obra sobre: El Régimen de la Encomienda en Venezuela (1966), expone:

Las mercedes de tierra solían estar a cargo de los cabildos, en tanto que la institución de la encomienda siempre dependió de los
gobernadores o de los virreyes. Cuando estas últimas autoridades ejercían la facultad de distribuir tierras, no confundían los
títulos territoriales con los de las encomiendas. La propiedad del suelo entrañaba derechos de disposición hereditarios que no
regían en las encomiendas. Además, la merced de tierras, como su nombre lo indica tenía por objeto la propiedad de la tierra, en
tanto que los títulos de encomienda no solían hablar del dominio del mismo. (p. 284).

En atención a lo expuesto, en Venezuela, en el contexto general característico de la formación económico-social precapitalista colonial,
los indicadores del proceso de formación de la propiedad latifundista, se expresan mediante:

1. El establecimiento de una sólida doctrina jurídica metropolitana e hispanoamericana, sobre la cual se instauraba el derecho de
disfruta de la propiedad territorial por parte de una minoría, descendientes, en ciertos casos, de los primeros conquistadores y
pobladores del territorio.

1. El ejercicio del control por parte de esa minoría —–bloques endogámicos de familias, aliadas consanguínea y territorialmente—
no sólo sobre la riqueza social tierra, sino también sobre los elementos jurídicos que garantizaban la transferencia de ese bien
público al dominio privado y, a la par, el ejercicio del control sobre el elemento que garantizaba la tenencia de la tierra: la mano
de obra.

Según estas premisas, el proceso de transferencia de tierras en los Llanos del Guárico en los siglos XVII y XVIII, lo ejemplifica el caso
del presbítero Jerónimo de Rebolledo de Villavicencio, quien fundó en 1712 el pueblo de San Andrés de Aricapano de Barbacoas. El caso
es como sigue: El padre Rebolledo de Villavicencio, del mantuanaje sansebastianero, propietario del hato “El Islote” y de las tierras de las
inmediaciones; primero recogió los indios caribes, güires, píritus y de otras etnias, que deambulaban por las riberas de los ríos Guárico,
Memo y Orituco, y luego fundó el pueblo.

CLASES DE PROPIEDADES EN EL PERIODO COLONIAL.

Propiedades Propiedades de Propiedades de Propiedad


Públicas las Misiones e las comunidades privada
Iglesia. indígenas
De la Corona los Resguardos de la pequeña a la
gran propiedad
Realengos
Del Municipio o
Cabildo
Ejidos,
propios y
dehesas

La Merced de tierra era una institución jurídica de la Corona de Castilla, en los siglos XV y XVI, aplicada en las colonias de
América, consistente en una adjudicación de predios realizada en beneficio de los vecinos de un lugar, que se realizaba como
método de incentivar la colonización de las tierras conquistadas. Su origen se sitúa en la institución de la Merced medieval
Cada poblador recibía un solar urbano y una parcela de tierra en las afueras de la villa o poblado, usualmente en zona regable o
de huerta. Estos lotes se denominaban chacras (conucos en las Antillas). En ocasiones se concedían tierras de mucha mayor
extensión, para explotaciones ganaderas (estancias o hatos) o para cultivo de cereal (peonías). Finalmente, también el concejo o
municipalidad recibía tierras como bienes de propios, que se denominaban ejidos

Inicialmente, la Corona autorizó el repartimiento de tierras como un premio a los colonos y para garantizar la permanencia de los
asentamientos especialmente en aquellas zonas de difícil acceso y asediadas por indígenas belicosos y simultáneamente estableció los
mecanismos necesarios para impedir la conformación de latifundios, reafirmando su función contralora en la asignación de la
propiedad21. Con tales propósitos, los soberanos diferenciaron la adjudicación del uso u ocupación del suelo, reservándose para sí la
entrega definitiva de la propiedad, solo cuando se comprobara la permanencia efectiva de los beneficiarios en los predios asignados y que
el suelo estuviera cultivado. Únicamente entonces, el soberano concedería los títulos de gracia o merced22, los que definitivamente
acreditaban el pleno dominio, lo cual fue precisado en las ordenanzas de 1572, mediante las cuales se dispuso que este era el documento
esencial que certificaba la posesión definitiva de las tierras. De ese modo y a partir de esa fecha, las mercedes autenticaron la propiedad de
las superficies otorgadas por los jefes expedicionarios a sus compañeros
El procedimiento para obtener una merced hasta su definitiva legalización comprendió diferentes etapas.
Inicialmente, se ocupaba y usufructuaba el suelo; luego, el ocupante comparecía ante el cabildo o el gobernador, alegando entre otras
razones, su permanencia en la parcela, sus méritos o los de sus familiares, su condición de vecino, asimismo expresaba los linderos que
delimitaban el predio que aspiraba a apropiar y suplicaba la emisión del título. Los ediles estudiaban la petición, evaluando si los
terrazgos solicitados estaban previamente ocupados o apropiados por un tercero.
En el caso de la ausencia de objeciones se procedía a su aprobación y luego se emitían los documentos respectivos, los cuales se
registraban en el libro de mercedes de la jurisdicción. Sucesivamente, los beneficiarios de las cesiones, se comprometían a mantener sus
casas y haciendas, consolidando de esa forma los cimientos para el desarrollo económico del vecindario, mediante la continuidad en la
ruptura de los campos, el avance de los cultivos y la cría de animales.

Los primeros repartimientos de tierras, apenas alcanzaban los límites asignados por términos de las ciudades.
En esas circunscripciones los vecinos recibieron solares para edificar sus casas, asimismo huertas y caballerías destinadas para ser
cultivadas y de esa forma alimentar la población. Indudablemente, el avance sostenido y creciente de los vecindarios y la ambición de
los poderosos encomenderos apropiándose de mayores extensiones de suelo determinó que en pocos años fuera rebasado el espacio
disponible en las jurisdicciones citadinas, lo que originó la formación y salida de nuevas expediciones en la búsqueda y conquista de
nuevos territorios neogranadinos. Esa situación fue particularmente evidente a partir de 1544, cuando la ocupación hispánica desde Santa
Fe y Tunja27, debió avanzar hacia el nororiente, cristalizando en las sucesivas fundaciones de Pamplona (1549)28, sucesivamente Mérida
(1558), la villa de San Cristóbal29 (1561) y el puerto de San Antonio de Gibraltar (1592), estas últimas se conformaron en corregimiento
y provincia de Mérida. En Mérida, a diferencia de otras regiones de la Nueva Granada, la asignación de la propiedad asumió un
comportamiento irregular debido a que Juan Rodríguez Suárez, contaba únicamente con autorización para explorar el territorio y descubrir
las supuestas minas de oro que existían en las sierras nevadas. En contravención con lo dispuesto, Rodríguez Suárez consumó la
fundación ilegal de la ciudad el 9 de octubre de 1558, nombró su primer cabildo, procedió a repartir solares y realizó las primeras
concesiones prediales, las que posteriormente fueron declaradas írritas, como todo lo actuado por el capitán de la capa roja.
Después de aquellos incidentes, la ocupación hispánica en aquel espacio fue continuada por Juan de Maldonado, quien asentó
definitivamente la ciudad en la meseta Tatey, y nuevamente procedió a la asignación de solares y al reparto de las posesiones rurales.

Esa revaloración del suelo, motivó que las autoridades imperiales revisaran su política para la adjudicación de propiedad, cerciorándose
que a través de su transferencia se podían obtener elevados rendimientos fiscales, tan necesarios para las arcas imperiales. A consecuencia
de ese reconocimiento, a partir de 1591, la Corona Española, tomó la trascendental decisión de prohibir la cesión gratuita de
nuevas mercedes y estableció la venta de tierras baldías y realengas en subasta pública al mejor postor, lo que determinó la
enajenación de extensas propiedades realizada por las autoridades reales en Hispanoamérica colonial. A partir de entonces, la
asignación de dominios debió realizarse con la aprobación de los cabildos, en presencia del procurador de los núcleos urbanos y
con equidad. LA VALIDEZ DE LOS TÍTULOS FUE CONVENIDA BAJO TRES CONDICIONES:
.-CUANDO NO PERJUDICARAN EL DERECHO REAL, O FUERAN TIERRAS PERTENECIENTES A LOS INDÍGENAS, O
DE TERCERAS PERSONAS QUE PUDIESEN DEMOSTRAR SU PROPIEDAD Y LEGÍTIMO DERECHO Y
PRIMORDIALMENTE, ACUDIR A SU COMPOSICIÓN CANCELANDO LOS RESPECTIVOS IMPUESTOS. CON ESAS
PROVIDENCIAS, EL DOMINIO DE LA TIERRA TRANSFORMÓ SU TRADICIONAL CONCEPCIÓN GRATUITA, NO
ONEROSA, PARA CONVERTIRSE EN UN OBJETO DE ESPECULACIÓN INMOBILIARIA.
Como resultado de tan importantes disposiciones se instruyó a las autoridades para proceder a la revisión de los títulos de
propiedad, hasta entonces entregados, comprobando su legitimidad y verificando que los linderos de los predios, contenidos en las
escrituras se ajustasen a los ocupados por los poseedores. En aquellos casos que se detectaran irregularidades, se preceptuó la
restitución de las tierras al Estado español, para que sus funcionarios, virreyes, audiencias y gobernadores, procediesen a su
legítima enajenación. A ESTE PROCEDIMIENTO SE LE DENOMINÓ COMPOSICIÓN DE TIERRAS. CUANDO FUE
Imposible corroborar la propiedad, se procedió a resolver la trasgresión de dos formas: primeramente, se reincorporaban las
tierras ocupadas ilegalmente al patrimonio de la Corona y seguidamente, se otorgaba el título de propiedad mediante el pago de
una cantidad de dinero, proporcional a la extensión del suelo sometido a composición. Precisamente, LA FIGURA JURÍDICA DE
LA COMPOSICIÓN CONSTITUYÓ UNA VENTA Y LEGALIZACIÓN DE LAS TIERRAS OCUPADAS.

Eliminación de las tierras comunales indígenas

En las capitulaciones VII, XIII, XIV y XV, referentes a problemas de los indígenas, quedaron por fuera la conservación y devolución de
tierras, la eliminación del agobiante tributo personal y la explotación o maltrato al indígena. La capitulación VII planteaba, de manera
particular, la disminución del tributo per cápita, la exoneración de las obvenciones del cura por el cumplimiento de los sacramentos de
bautismo, matrimonio y extremaunción, la restitución de tierras solo a los indios ausentes y, finalmente, la disposición de los resguardos,
no únicamente como usuarios, sino en plena propiedad “para poder usar de ellos como tales dueños”. Esta última aspiración se traducía en
la sustitución de la propiedad comunal por la individual y así incorporar las tierras de las comunidades indígenas a la economía de
mercado. Como bien se ha señalado, en las capitulaciones comuneras quedó plasmada la “ideología liberal y el estilo paternalista de los
representantes del patriciado criollo y de las capas medias socarronas”

En los últimos decenios coloniales, la producción agrícola y pecuaria de la provincia de Venezuela había logrado un importante
incremento, particularmente en las zonas costeras (vinculadas al comercio caribeño y del Atlántico), en los valles montañosos con fácil
acceso al litoral y en las tierras pie de montañas y llaneras (dedicadas a la explotación pecuaria), favorecidas por la navegación del
Orinoco, arteria fluvial que permitía los intercambios comerciales con el exterior, lo cual provocaría coacción sobre la tierra y motivaría la
consecuente aplicación de una política de cercenamiento de las tierras comunales.

La situación debió ser igualmente difícil y compleja en otros sectores llaneros para aquellos pueblos indígenas que no eran de misión, ni
de doctrina ni tampoco poseían tierras comunales. Para garantizar el disfrute de ellas, se les dio la opción de acogerse a la composición si
eran realengas o al arriendo si pertenecían a los propios de la capital provincial. Esa alternativa fue dada mediante orden de don Fernando
Miyares Pérez y Bernal, comandante militar y político, subdelegado general de la Real Hacienda y vice real patrono de la incipiente
provincia de Barinas, en la última década del siglo XVIII.

Se aseguraba que esa disposición se acogía a las reglas adoptadas en la provincia de Caracas para el arreglo de los Pueblos de Indios y
erección de curatos, dispuestas conforme a las leyes del Real Patronato y, particularmente, en los asentamientos indígenas barineses no
misionales o sujetos a doctrina. Por esta razón, se determinó proceder al reconocimiento de esos asentamientos, sus iglesias y territorios,
al formarse detallada y discriminadamente el padrón o matrícula de los aborígenes. Además, como pueblos bajo la jurisdicción del
ordinario, se les señalaría el área parroquial que comprendería dos, tres o más leguas a cada viento, según la distancia a las poblaciones de
españoles y castas. De hecho, la situación con respecto a esas poblaciones sería la que, en buena medida, definiría el tamaño de las tierras
para las labranzas, crianzas, sementeras o conucos de comunidad.

Si bien estaba dispuesta la dotación de tierras, su forma de posesión estaba supeditada a la pertenencia previa de ellas y, obviamente,
también a la capacidad económica de las poblaciones aborígenes, para realizar la transacción. Sin embargo, el mandato de Miyares Pérez
y Bernal establece que la extensión del área del pueblo se llevara a cabo con criterio eminentemente demográfico. De esta forma, a cada
asentamiento con más de cien familias tributarias, se debía asignar una legua cuadrada de tierra de labor, monte y pastos para sus ganados.
A quienes poseían doscientas familias, dos leguas continuas o separadas y a quienes tenían más de doscientas, y hasta trescientas, les
correspondería tres leguas cuadradas, aproximadamente, según la calidad del terreno y el cálculo del aumento de la población, quedando
el resto dentro del término parroquial. No obstante, es importante destacar que esa asignación estuvo sujeta a su condición de realengas,
en cuyo caso debían componerlas con el Rey y, si eran de los propios de Barinas, las podrían usufructuar mediante arriendo a la capital
provincial, para que esa renta contribuyera al sostenimiento de los doctrineros

Tierras baldías y ejidos

Artículo 1º.- Son baldíos todos los terrenos que, estando dentro de los límites de la República, no sean ejidos ni propiedad particular ni
pertenezcan legítimamente a corporaciones o personas jurídicas.

Parágrafo Unico: Se consideran también como baldíos, y la Nación entra desde luego a poseerlos, los terrenos ejidos que han quedado
abandonados por la extinción, comprobada oficialmente, del dominio que en ellos ejercía el Municipio.
Artículo 2º.- Los terrenos baldíos de los Estados son del dominio privado de ellos, y los existentes en el Distrito Federal, en los
Territorios Federales y en las islas del Mar de las Antillas, son del dominio privado de la Nación; pero como a ésta le está
constitucionalmente encomendada la administración de los terrenos baldíos de los Estados, las disposiciones de la presente Ley regirán
todos los que están situados dentro de los límites de la República.

Parágrafo Unico: No quedan sujetos a esta Ley los terrenos que con fines determinados haya adquirido la Nación y estén clasificados en
la categoría de los Bienes Nacionales, que se regirán por la Ley Orgánica de la Hacienda Nacional.
Artículo 3º.- Son terrenos ejidos:
1. Los que en concepto de tales han venido gozando varios Concejos y poblaciones de la República que arrancan de la época
colonial.
2. Los que hayan sido adquiridos como ejidos por los respectivos Municipios de conformidad con las Leyes que han regido
anteriormente acerca de la materia.
3. Los resguardos de las extinguidas comunidades indígenas. Respecto a estos terrenos se respetarán los derechos adquiridos
individualmente por los poseedores de fracciones determinadas conforme a la Ley de 8 de abril de 1904 y los derechos
adquiridos por prescripción.
4. Los terrenos baldíos y privados que pasen al dominio de los Municipios que los soliciten y los obtengan de conformidad con las
disposiciones de la presente Ley.
Inalienabilidad E Imprescriptibilidad

Inalienable

El término inalienable hace referencia a lo que no se puede enajenar válidamente. Es decir, que al señalar que los derechos morales son
inalienables, inmediatamente se está excluyendo a éstos del comercio, porque con tal indicación se hace referencia a que no se pueden
vender, al igual que los derechos fundamentales o los seres humanos, ya que al tratar de hacerlo inmediatamente se estaría cometiendo un
delito.

Imprescriptible

Para poder entender lo que significa el término imprescriptible, se considera necesario comenzar por comprender lo que significa la
prescripción. Por prescripción en el derecho se entiende a la figura jurídica mediante la cual el transcurso del tiempo produce el
efecto de consolidar las situaciones de hecho, permitiendo la extinción de los derechos o la adquisición de las cosas ajenas.

Expuesto de esta forma, el término parece muy complicado, pero en realidad no lo es y por ello trataremos de expresarlo más
sencillamente. Como señalamos, la prescripción es una forma de asegurar una situación o un estado que de hecho ya está ocurriendo desde
hace tiempo, pero no se ha consolidado jurídicamente.

Sirve de ejemplo la posesión de un bien inmueble: Si una persona habita una casa por más de cinco años de buena fe (es decir, que no se
introdujo mediante el uso de la fuerza o con engaños) y de manera pública, pacífica y continua, ésta situación lo convierte en el dueño de
hecho, ya que se presume que se ha estado haciendo cargo de todos los pagos, las reparaciones y el mantenimiento en general, sin
embargo tiene que demandar ante un juez la prescripción (que en este caso se llama negativa) para que se le otorgue ante terceros el título
de dueño que le permita disponer de él, bien sea para remodelarlo, ampliarlo o venderlo.

Como observamos, la prescripción ocurre con el paso del tiempo y sobre circunstancias que ya han estado ocurriendo de facto, pero que
todavía no se han consolidado jurídicamente.

Ahora bien, una vez entendida la prescripción podemos decir que imprescriptible significa que este derecho no caduca aun cuando pase el
tiempo, ya que el autor va a seguir ostentándose como tal indefinidamente.
La propiedad territorial y las modalidades de producción

Otro aspecto que fundamentaba la mercede de tierra era la idea de incorporar los territorios conquistados a los modos de vida
y producción de la época, estableciendo en estos lugares deshabitados a familias, estimulando el poblamiento con el arraigo de la tierra.
Otra forma de ascender a la propiedad territorial fue el matrimonio de un español con la hija de un cacique. De esta manera muchos
españoles se adueñaron de grandes extensiones de terrenos.

Esta etapa abarca desde el siglo XVI y llega hasta la primera década del siglo XIX. Los cultivos tradicionales de los aborígenes se
mantuvieron y la siembra y recolección se adaptaron a las técnicas europeas. Entraron nuevos productos provenientes de Europa y Asia.
La producción se reforzó con la ganadería, actividad que empezó a generar leche, carnes, quesos, etc.
Se reforzó la condición agrícola de las tierras y se refuerza con las actividades de cría. Los "misioneros" fueron los más determinantes
forjadores de la economía agrícola y pecuaria; pues a ellos se debe el levantamiento de los grandes hatos que poblaron los llanos y de
numerosas haciendas en tierras de las montañas.

Desde 1810 hasta 1830 la ganadería y la agricultura decayeron notablemente ya que no hubo cosechas debido al alejamiento de la mano
de obra de los cultivos ya que estaban participando en la guerra (los campesinos estaban participando en la guerra, por lo tanto no había
quien trabajara la tierra)

Entre 1830 y 1914, se busca el rescate de los campos. Poco a poco después de 1864 comienza a renacer la producción que para estos años
tomo un nuevo rumbo hacia la negociación con el café y los productos derivados de la ganadería. Las actividades del campo se vieron
golpeadas con la aparición del petróleo debido al abandono de los campesinos que se dirigieron hacia las zonas petroleras en busca de
mejores salarios.

A partir de 1926 el Gobierno se empeñó en mejorar las condiciones del campo para atraer a los campesinos a sus antiguas labores.
Finalmente en 1935 surgió el "Ministerio de Agricultura y Cría" y el "Instituto de Colonización e Inmigración". En el año 1940 el ascenso
del poder de la burguesía urbana implicó el comienzo de una reforma agraria con énfasis en la agroindustria. Surgieron los asentamientos
campesinos para darle a las áreas rurales mayores márgenes de salubridad y atención.

Especial énfasis se puso en mejorar la vivienda rural y el tradicional rancho, criadero de chipos y enfermedades, se cambió por nuevos
tipos de viviendas en algunos lugares. Básicamente el Estado ha venido impulsando las actividades agropecuarias ya que se han invertido
fabulosas cantidades de dinero, pero actualmente la inexistencia de políticas de desarrollo sustentable, la injusta distribución de la tierra
han provocado que la población campesina emigra hacia las ciudades. El despoblamiento del medio rural conlleva otras consecuencias no
menos graves como la incapacidad de abastecer nuestras necesidades alimentarias. El principal objetivo del Estado es estimular la
permanencia de la población en el campo, a través de mayor justicia e igualdad para los campesinos.

La Ley de la Reforma Agraria fue promulgada el 5 de Marzo de 1960 durante la presidencia de Rómulo Betancourt. Este documento fue
producto de un consenso nacional, en donde participaron sectores como la Iglesia y el Partido Comunista de Venezuela, entre otros. Se
perseguía una meta en común: la equitativa distribución de las tierras.

Las principales metas de la Reforma Agraria en Venezuela fueron La distribución equitativa de las tierras y la adecuada organización del
crédito y la asistencia integral para los productores del campo, a fin de que la tierra constituya para el hombre que la trabaja, base de su
estabilidad económica fundamento, de su progresivo bienestar social y garantía de su libertad y dignidad.

Antes de la Reforma Agraria, el sistema de tierras que se manejaba era el conocido como Latifundista, heredado de la época colonial y
luego institucionalizado en la república. La agricultura vivía en permanente atraso, con gran cantidad de tierras ociosas o en muy baja
producción; así como los productores y propietarios de la tierra, con sus tierras hipotecadas y en situación de ruina.

El objetivo de La Ley de la reforma agraria era garantizar la propiedad sobre las fincas y cualquier tipo de vivienda rurales que son de uso
privado, social o publico. También garantizaba el trabajo a aquellas personas que no posean tierras y se les da el derecho de propiedad de
algunas tierras explotadas y por ultimo mantener la permanencia de los productores en las tierras que están cultivando.

Desafortunadamente, esta ley fracasó por varias causas como la tenencia de las tierras por parte de los latifundistas, desconocimiento de
nuevas técnicas modernas, poca inversión en el sector, plagas y enfermedades que bajaron la producción, falta de un adecuado sistema de
mantenimiento y la escasez de mano de obra.

Estos atrasos y problemas de la agricultura crearon serios problemas al desarrollo industrial y repercute de forma negativa en el nivel de
vida de toda la población consumidora del país y Venezuela se ve obligada a importar productos que podrían ser producidos en el país
como el maíz, caraotas, frutos y hortalizas

Función Social
Se quiere decir que los derechos de propiedad deben estar limitados y regulados por el Estado, de tal manera que los dueños tengan,
además de derechos, responsabilidades con la sociedad.
Se habla de una “sociedad de propietarios”. De lo que no se habla es de la función social de la propiedad, y no solo de la propiedad
privada, sino de la función social de la propiedad estatal y de la propiedad colectiva, institutos, como dicen los expertos, establecidos en
nuestra Constitución Nacional vigente.
Ya en la Constitución de 1961 quedaba claramente establecida la función social de la
propiedad. “Artículo 99º Se garantiza el derecho de propiedad. En virtud de su función social la propiedad estará sometida a las
contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la ley
con fines de utilidad pública o de interés general”. En la Constitución de 1999 se dicta: “Artículo
115º:
Se garantiza el derecho de propiedad. Toda persona tiene derecho al uso, goce, disfrute y disposición de sus bienes. La propiedad estará
sometida a las contribuciones, restricciones y obligaciones que establezca la ley con fines de utilidad pública o de interés general. Sólo por
causa de utilidad pública o interés social, mediante sentencia firme y pago oportuno de justa indemnización, podrá ser declarada la
expropiación de cualquier clase de bienes.”
La “función social de la propiedad”, que en su esencia limita
el derecho de propiedad, nació en el siglo pasado al calor de los cambios sociales ocurridos en el mundo capitalista por la influencia del
pensamiento socialista. Nuestra Constitución de 1999 recoge el legado del Constitucionalismo Democrático y de los Derechos Sociales, y
se distancia radicalmente del liberalismo económico, base fundamental del neoliberalismo. Para quienes consideramos que el proyecto
socialista busca la democratización de la riqueza, del logro de la justicia social, del bienestar y el desarrollo humano integral, el tema es
la función social de la propiedad, cláusula socioeconómica fundamental del Estado Democrático y Social de Derecho y de Justicia. Entre
sistema socioeconómico, forma de Estado y régimen de propiedad hay correspondencias y conexiones estrechas. Nuestra Constitución
plantea una economía donde la iniciativa individual, la economía social, popular y alternativa, son reconocidas.
En fin, una economía mixta en la cual se reconoce la propiedad privada, la estatal y la colectiva.
Artículo 299.(C.R.B.V)
El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social,
democratización, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo
humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el
desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida
de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad,
permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para garantizar una justa distribución de la riqueza mediante una planificación
estratégica democrática participativa y de consulta abierta.

FUNDAMENTOS CONSTITUCIONALES Y LEGALES DE LA PROPIEDAD TERRITORIAL AGRARIA

Arranca del inicio de la conquista; el fundamento de la propiedad territorial en la americe hispana según los conceptos jurídicos, tienen su
origen en la bula el 3 de mayo de 1493 emanada del papa Alejandro vi en la cual el vicario de Cristo en la tierra concedía y b asignaba las
tierras descubiertas al señorío perpetuo de la corona castellana.
En este Periodo se establece las confirmaciones y remates. conjuntamente con la aplicación de estas figuras jurídicas, que justifica la
posesión de la tierra y otorgan título en formas, se configuran dos tipos de mano de obra conectado con explotación del suelo y esos tipos
de mano de obra están representados por indígenas y negros sometidas a las relaciones económicas –sociales y de servidumbres.
En las mercedes se deja constancia que postulante "pidió y suplico se le hiciera concesión de la tierra en atención a los meritos que creían
tener personalmente los de sus antecesores.
Finalmente el documento estableció que cualquier español que supiera leer o escribir, debía dar y meter en posesión efectiva en forma, de
las dichas tierras otorgadas al mesedario. En el acto de posesión de terreno, un letrado español tomaba de la mano al agradecido y los
paseaba por los terrenos para comunicarles el dominio según los estimulaba el documento.
El factor común que tienen estos primitivos títulos de propiedad es la imprecisión de los lindaos de ellas, debido al poco conocimiento de
la topografía del territorio que se repartiría y las rudimentarias técnicas de mensuramientos de la época.
Otro aspecto que fundamentaba la mercede de tierra es la idea de incorporar los territorios conquistados los modos de vida y producción
de la época, estableciendo en estos lugares deshabitados y familias estimulando el poblamiento con el arraigo de la tierra.
Otra forma de ascender a la propiedad territorial fue el matrimonio de un español con la hija de un cacique. De esta manera muchos
españoles se adueñaron de grandes extensiones de terrenos. También la corona proporciono la venta de tierras. Y aquí debemos señalar las
tierras comunales, las deshesas y ejidos para pastoreos de animales.

LA PROPIEDAD TERRITORIAL DURANTE EL PROCESO DE REFORMA AGRARIA


Es la promulgación de la Ley de Reforma Agraria en 1960, el instrumento que viene a definir más concretamente la
administración de baldíos, en el caso de las comunidades indígenas. Es un resultado de la adherencia de Venezuela al
movimiento indigenista nacional, que aún no ha logrado. A partir de la Constitución de 1947, se incorpora en el
artículo 77 el respeto y asistencia que el Estado debe a la población indígena. Por tal motivo, en la elaboración de la ley de
Reforma Agraria no podía faltar esa consideración. Y los artículos 2 "d", 89, 161 11311,167 "4", son contentivos de
esos compromisos. Pero, es a partir de la década del 70, cuando se elabora expresamente una programación de esta
calidad dentro del Instituto Agrario Nacional. Se ha elaborado entre otros, un programa de Dotación persigue respetar las
características socio-antropológicas de estas culturas, lo cual es un gran logro. Se respeta el comunitarismo, el trabajo
colectivo, la agricultura migratoria. Las mismas características de la agricultura migratoria permiten que ellos moren en
un espacio determinado, el cual es crucial establecer, de tal manera de no afectar su proceso vital de alimentación y
crecimiento vegetativo. Tal espacio es sagrado y su concepción gira en torno a él"

LA PROPIEDAD TERRITORIAL Y LA LEY DE TIERRAS Y DESARROLLO AGRARIO


La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario venezolana, de fecha 13/11/2001 y 18/05/2005, tiene por objeto establecer las bases
del desarrollo rural integral y sustentable con la finalidad de incrementar la productividad de la tierra, además de la equidad
y de la justa distribución de la misma. Sin embargo, para el sector oligárquico privado venezolano (FEDECÁMARAS,
FEDENAGA, FEDEAGRO, CONSECOMERCIO, GLOBOVISION, RCTV Y CONINDUSTRIA), la mencionada ley constituye una
amenaza de expropiación que limitaría el “uso productivo de las tierras”. No obstante, el propósito principal de dicha Ley es
desarrollar una producción agraria en función de las necesidades sociales agroalimentarias que demanda la población
venezolana, teniendo como premisa la eliminación del latifundio a través de una adecuada redistribución de las grandes
extensiones de terreno que han permanecido ociosas e incultas por muchos años.

La Ley de Tierras y Desarrollo Agrario (LTDA) tiene como objetivos principales redistribuir las tierras que permanecen
ociosas o baldías y aquellas que tienen baja intensidad de uso e incrementar la productividad de las mismas, con el
propósito de mejorar el nivel de vida de los productores y sus familias, con énfasis en los sectores de los medianos y
pequeños campesinos. El fin último es asegurar la soberanía agroalimentaria de la población venezolana, garantizando
también la conservación y/o recuperación de los recursos naturales renovables a través del manejo sustentable de la
biodiversidad.

La intención de la ley es ordenar el territorio rural tomando en cuenta, entre otras variables, la productividad de la tierra,
definida en función de su vocación de uso y de la eficiencia y eficacia productiva de los rubros agrícolas que se seleccionan,
además del usufructo, goce o disfrute que fijen o alcancen los productores que estén asociados estrechamente con
proyectos productivos dirigidos a satisfacer expectativas colectivas, garantizando el mantenimiento de las condiciones
ecológicas requeridas para lograr un hábitat de calidad adecuada.

Para ello el estado venezolano se reserva el derecho a expropiar tierras siempre y cuando ésta acción tenga como propósito
una causa de utilidad pública, o de interés nacional (ver Arts. 39 y 58 de la LTDA). La misma legislación establece en su Art.
68 que se declara de utilidad pública o interés social las tierras con vocación de uso agrario, las cuales quedan sujetas a los
planes de seguridad agroalimentaria de la población, conforme a lo previsto en el artículo 305 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela. Además en el Art. 69 se declara de utilidad pública e interés social, la eliminación del
latifundio como contrario al interés social del campo, conforme a lo previsto en el artículo 307 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela. Entendiéndose como latifundio lo establecido en Art. 7 de dicho instrumento legal: A
los efectos de la presente Ley, se entiende por latifundio toda aquella tenencia de tierras ociosas o incultas extensiones
mayores al promedio de ocupación de la región en la cual se encuentran ubicadas, en el marco de un régimen contrario a la
solidaridad social. Se determinará la existencia de un latifundio, cuando señalada su vocación de uso, así como su extensión
territorial, se evidencie un rendimiento idóneo menor a 80%.

Es pertinente acotar que las expropiaciones han ocurrido y ocurren en todos los países modernos, y se rigen por leyes y
reglamentos inherentes a causas asociadas con la utilidad pública y social de las tierras. Se establecen procedimientos para
que el expropiado sea compensado por el valor de su propiedad y el monto se determina a través de un avalúo realizado
por tres peritos: uno nombrado por el estado venezolano, otro por el individuo expropiado y otro por un juez.

Potrebbero piacerti anche