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EL CONSENTIMIENTO

Para la existencia de todo acto jurídico se necesita la voluntad real de los agentes, esto es un
requisito esencial.
Cuando el acto es unipersonal simple, como el otorgamiento de un testamento o la aceptación
de una asignación sucesoras, el requisito queda cumplido cuando el agente único ha
manifestado su voluntad, igualmente única, de celebrar ese acto. El testamento se forma por
la declaración de la voluntad del testador y la asignación sucesora queda aceptada por la que
hace el asignatario.
Respecto de los actos unipersonales complejos, como los acuerdos de los órganos colegiados
de las personas jurídicas, y respecto de las convenciones, como los contratos, el problema de
su formación es más complejo, ya que además de que se necesita la voluntad de cada uno de
los que intervienen en ellos, también se necesita del concurso, o sea, la convergencia y la
unificación de tales voluntades individuales (no de las simples declaraciones de ellas) es un
solo querer.
El concepto del consentimiento y su problemática.
El precipitado acuerdo o concurso de las voluntades individuales de quienes intervienen en
la celebración de las convenciones (y de los actos jurídicos unipersonales complejos) es lo
que jurídicamente se le denomina consentimiento, la cual manifiesta la voluntad individual
de los agentes, la concurrencia y unificación de ella en un solo querer (in ídem placitum)
El art. 1502 C.C dice que “para que una persona se obligue a otra por un acto o declaración
de voluntad, es necesario:… que consienta en dicho acto o declaración y su consentimiento
no adolezca de vicio”.
De lo anterior, podemos decir que la problemática del consentimiento, no se reduce
únicamente a la valoración de las voluntades individuales, como lo son el elemento interno
de todo acto, ni las respectivas declaraciones o elementos externos, ni de las relaciones entre
unas y otras, si no que dicha problemática supone otra serie distinta de cuestiones que nacen
con ocasión de la convergencia y de la fusión, así podemos decirlo, de las actuaciones
personales de los agentes.
LA FORMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO EN LAS CONVENCIONES
CONSENSUALES.
El proceso y su régimen legal
Como ya se ha dicho, el consentimiento consiste en el concurso real de las voluntades de dos
o más personas, por lo tanto es obvio que este requisito especifico de las convenciones
solamente existe en el momento en que todas y cada una de tales personas han manifestado
sus voluntades convergentes hacia un mismo querer. Lo que supone la aceptación de dos
actos simples: la propuesta y la aceptación, por tanto es así que el encuentro y la unificación
de la propuesta y su aceptación es lo que generas el consentimiento.
La ley pertinente.
Nuestro código civil, lo mismo que el francés, guarda silencio acerca de la formación de los
del consentimiento en las convenciones y los contratos, más sin embargo, nuestro código de
comercio en sus artículos 845 y 864 consagra normas al respecto.
Por ultimo solo falta agregar que la nulidad que sirve de sanción a la omisión de los requisitos
formales para el valor de los actos jurídicos es absoluta, como lo consagra el articulo 1741
C.C
EL OBJETO DE LOS ACTOS JURIDICOS
Concepto y acepciones legales
Para que se configure un acto jurídico es necesario que el agente o agentes persigan un
objetivo jurídico, cual es la creación, modificación o extinción de relaciones de tal índole,
aunque no se ocupen en señalar pormenorizadamente todo el contenido específico de dicho
acto, ya que las normas jurídicas pertinentes al reconocerlo se ponen en movimiento y se
encargan, por vía imperativa o supletiva, de llenar los vacíos de que adolezca.
Por lo anterior vamos hacer una distinción entre el objeto genérico y el objeto específico de
los actos jurídicos. El primero consiste en esa intención abstracta de participar en la
regulación de las relaciones sociales, en ejercicio de la facultad que para ello confiere a los
particulares el postulado de la autonomía dela voluntad privada, es decir, que es un requisito
también genérico de todo acto jurídico. El segundo, está constituido por el contenido
específico de cada acto, determinado por las regulaciones voluntarias de los agentes o, en su
defecto, por las normas destinadas a completar o a suplir la voluntad deficiente o faltante,
según la naturaleza del mencionado acto. Por ej. Para que exista una compraventa es
suficiente que las partes manifiesten su intención de obligarse recíprocamente y que
convengan en la cosa vendida y en el precio (elementos esenciales), porque la ley ya se ha
ocupado en señalar todos los efectos propios de dicho contrato (elementos naturales).
El objeto según el código civil
El régimen establecido por nuestro código en relación con el objeto se diluye en una serie de
disposiciones casuísticas que dificultan y oscurecen su entendimiento.
Las diversas acepciones legales del objeto.
El art. 1502 C.C. exige que todo acto o declaración voluntad recaiga sobre un objeto licito.
Pero nuestro código no ofrece una noción general y univoca de dicho requisito, si no que le
atribuye tres acepciones distintas, tales son:
a) Art. 1517 “toda declaración de voluntad debe tener por objeto una o más cosas, que
se trata de dar, hacer o no hacer”. Con lo anterior dicho, queda declarado que el
requisito de tener todo acto jurídico un objeto licito consiste, según este artículo, en
que las prestaciones estipuladas por las partes sean licitas. Y así tales prestaciones
influyen en la formación y la validez del acto.
b) Art. 1518 “no solamente las cosas que existen pueden ser objeto de una declaración
de voluntad, sino las que se espera que existan” según este articulo el objeto está
constituido por las cosas que son materia de tales prestaciones y de la operación
jurídica que el acto tiende a realizar, por ej. se dice que la casa o el caballo materia
de un contrato de compraventa es el objeto de dicho contrato.
c) Art. 1523 “hay así mismo objeto ilícito en todo contrato prohibido por las leyes” lo
que se busca es someter al control jurisdiccional aquellos actos que siendo lícitos en
sus prestaciones y en la finalidad que persiguen, son actos ilícitos en su conjunto, por
ej. la convención en cuya virtud una persona se obliga a pagar a otra una suma de
dinero para que se abstenga, a su vez, de realizar un hecho ilícito (matar). La finalidad
a la que apunta dicha convención no es ilícita, porque con ella se trata precisamente
de asegurar el respeto al orden público y moral de la sociedad. Si embargo, es
contrario a las buenas costumbres, el aseguramiento del orden jurídico y moral
mediante el pago de dinero a las personas obligadas a respetarlo, lo que le imprime
un sello de ilicitud al conjunto de la negociación.
Requisitos legales del objeto.
Según nuestro código civil los requisitos son:
a) La posibilidad del objeto
b) Su determinación
c) Su licitud
LA POSIBILIDAD DEL OBJETO
El artículo 1502 del código civil exige que todo acto jurídico recaiga sobre un objeto licito,
es claro que debe existir. Pero lo anterior no significa que el perfeccionamiento de un acto,
sus prestaciones o las cosas materia de este tengan que existir actualmente en el momento
mismo de la celebración de aquel, sino que basta que se posible, es decir, que pueda darse en
un futuro, sin perjuicio de que la eficacia del acto quede paralizada hasta la existencia real y
actual de ella.
Cuando el objeto es o se hace imposible, el acto se reputará como no celebrado y, por tanto,
no producirá efecto alguno.
En que consiste la posibilidad.
Según el art. 1518. La posibilidad del objeto consiste en estar de acuerdo con las leyes de la
naturaleza, y su imposibilidad de contrariarlas.
Por lo tanto, el objeto debe ser posible, si no lo es, no hay objeto, porque lo imposible no
existe ni puede existir.
Para que la imposibilidad del objeto repercuta sobre la existencia de los actos jurídicos deber
ser absoluta (erga omnes), es decir, insuperable para todo el mundo, y permanente, o sea,
insubsanable con el transcurso del tiempo.
Los actos sobre cosas futuras
Son aquellos actos donde no existe la cosa al momento de celebrarlo, pero que se espera que
existan en el futuro, por ej. Los frutos de la tierra, el parto de los semovientes, y las
mercaderías por fabricar.
El Art. 1869 C.C. sostiene que “la venta de cosas que no existen, pero que se espera que
existan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se exprese lo contrario, o
que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró la suerte”
Este articulo hace la distinción entre la venta de cosas futuras y la venta de la espereza.
La primera es condicional: sus efectos penden de la existencia real del objeto, porque la
intención de las partes es la de subordinar la eficacia del contrato a dicha condición.
Mientras que la venta de la esperanza es pura y simple: en ella, las partes solamente negocian
una expectativa incierta que puede realizarse o no, el objeto no está constituido, entonces,
por una cosa futura, sino por el azar, que por sí solo, basta para el perfeccionamiento del
contrato.
LA DETERMINACIÓN DEL OBJETO.
El objeto o los objetos de los actos jurídicos deben estar claramente determinados, es decir,
la prestación o prestaciones que son materia de un acto jurídico deben ser sufrientemente
claras para que cada uno de los agentes sepa exactamente qué es lo que puede exigir y que
sacrificios tiene que hacer en virtud de aquel.
La determinación de las prestaciones de hacer y de no hacer.
Cuando se trata de prestaciones que consistan en ejecutar un hecho o en cumplir una
abstención, la determinación del objeto se debe realizar mediante la expresión clara del hecho
positivo o negativo, según el caso, con indicación de la extensión del mismo hecho, bien sea
en forma expresa, bien sea por medio de datos suficientes para establecerla.
La determinación de las prestaciones de dar y de entregar.
En esta clase de prestaciones la determinación es más compleja, ya que no solamente implica
la determinación de la naturaleza misma de la prestación por realizar, (dación o simple
entrega), sino que también requiere, por mandato de la ley, que la cosa materia de dicha
prestación se encuentre claramente determinada en cuanto a su naturaleza y en cuanto a su
cantidad.
La determinación de la naturaleza de las cosas.
En este caso es indispensable que en todo acto jurídico referente a prestaciones de dar o de
entregar se determine en forma precisa la naturaleza de las cosas que son materia de estas
prestaciones. Ahora bien, la determinación de las cosas en cuanto a su naturaleza admite,
filosófica y jurídicamente, gradaciones diversas que van desde la perfectas individualización
de aquellas hasta su sola indicación genérica. La determinación del objeto también se verifica
por el género a que este pertenece.
Por tanto el Art. 1518 C.C. se limita a exigir que las cosas estén determinadas en cuanto a su
género.
En síntesis: la determinación del objeto en los actos relativos a la dación o a la entrega de
especies o cuerpos ciertos se debe hacer individualizando las cosas, en forma tal que no se
confundan con otras de la misma especie; y si las cosas son de género, tal determinación debe
hacerse mediante la enunciación del genero más próximo a que pertenezcan.
La determinación de la cantidad de las cosas.
Art. 1518 “la cantidad puede ser incierta, con tal que el acto o contrato fije reglas o contenga
datos que sirvan para determinarla”
LA LICITUD DEL OBJETO.
En virtud del postulado de la autonomía de la autonomía de la voluntad privada, que
desempeña un papel muy principal en nuestro sistema legal, los particulares están autorizados
para arreglar por sí mismo gran parte de sus relaciones mediante el otorgamiento de actos
jurídicos y, especialmente, mediante la celebración de contratos. Pero esta autonomía de la
voluntad privada está limitada por el interés general de la sociedad, ante el cual debe ceder
siempre los intereses particulares. El código civil colombiano trata de mantener tal límite,
condenando los actos jurídicos que en sus prestaciones aisladamente consideradas, o en su
conjunto, o en su fin, sean contrarios al orden público o a las buenas costumbres. Para el
efecto, dicha obra legislativa consagra las instituciones del objeto ilícito y de la causa ilícita,
sancionadas ambas con la nulidad absoluta.

El objeto ante el orden público y las buenas costumbres.


El orden está constituido por un conjunto de principios religiosos, morales, políticos y
económicos predominantes en un determinado medio social y que se consideran
indispensables para la conservación de tal medio.
Son de orden público todas las normas pertenecientes al derecho público, puesto que este se
ocupa de la constitución del Estado y de los órganos que ejercen sus funciones, de las
relaciones de dichos órganos entre sí y de estos con los particulares; son también de orden
público en el campo del derecho privado las instituciones de las personas , la organización
de la familia, los modos de adquirir la propiedad y los otros derechos reales , a la protección
de los terceros contra los actos jurídicos.
La determinación del objeto ilícito.
El Art. 1523 C.C. del código civil, sostiene que “hay objeto ilícito en todo contrato prohibido
por las leyes” se puede entender que es todo aquello que contraviene al derecho público de
la Nación. Además, debe agregársele que este principio no solo se aplica a los contratos
propiamente dichos, sino en general a las convenciones y también a los actos jurídicos
unilaterales, porque la ley también lo prohíbe.
El Art. 16 C.C declara que “no podrán derogarse por convenios particulares las leyes en cuya
observancia están interesados el orden y las buenas costumbres”

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