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El porvenir de una ilusión 1927

Es un texto que surgió de una discusión amistosa que Freud entabló con un pastor a quien le
interesaban las cuestiones del psicoanálisis, ambos discutían el valor de la religión y Freud si bien
tenía un origen familiar judío se manifestaba ateo. Él plantea a este texto como un debate, se
trata de un texto escrito de forma particular dado que supone un interlocutor con el que supone
un dialogo.

Freud plantea en este texto que no debe ser casualidad que luego de tantos años la humanidad
se nuclee en doctrinas religiosas, es decir en una serie de creencias o representaciones religiosas
y se pone a pensar las razones que un sujeto tendría para apelar a la religión desde el punto de
vista del psicoanálisis. Dirá que si el sujeto se encuentra contento con la vida que lleva no se
encontrará necesitado de Dios y que solo lo hace si esta indefenso y mantiene la ilusión de que
sus pedidos van a ser escuchados y que alguien pueda tener un orden. Esto se presenta de manera
similar a lo que hace un niño frente a algo que lo supera, Freud dirá “la impresión terrorífica que
provoca al niño el padre y el conocimiento de que ese desamparo durará toda la vida, causó la
creencia de que existía un padre pero mucho más poderoso”. El reinado de una providencia divina
calma la angustia frente a los peligros de la vida, la institución de un orden ético del universo
asegura el cumplimiento de justicia que están incumpliendo dentro de la cultura humana. Por lo
tanto, se puede pensar que el lugar de Dios es el lugar del padre y este padre será el garante del
ordenamiento, dirá así que la actitud religiosa no es más que la ilusión de un padre el cual puede
operar frente a lo que yo no puedo manejar, frente a mi impotencia, es quien me garantiza que
no me va a pasar nada.

Las representaciones religiosas son ilusiones, y lo característico de una ilusión es que siempre
deriva de deseos humanos. Freud plantea que la ilusión no es necesariamente falsa, vale decir
irrealizable o contradictoria con la realidad pero prescindimos de su nexo con la realidad efectiva,
la ilusión como tal renuncia a sus testimonios, entonces no es licito decir que las doctrinas
religiosas en tanto ilusiones son indemostrables, nadie está obligado a creer en ellos pero tampoco
a negarlos, porque así como son indemostrables son irrefutables. Se puede decir que la religión
es una ilusión en el sentido de que siempre deriva de lo que me gustaría, por eso Freud dice que
provienen de deseos humanos, son formas de organizar el universo según los propios deseos. La
humanidad se aferra a estas ilusiones porque es una manera de soportar el malestar que la cultura
genera. Estas ilusiones desean sobradamente sus deseos. Los católicos se ven obligados a
defender con todas su fuerzas la ilusión religiosa, si esta pierde valor el mundo se les viene abajo
y no les queda más que el despertar de la cultura humana y del futuro de la humanidad. Dice
Freud, “los que no tenemos esa ilusión libre estamos de esa fragilidad”. La ciencia nos ofrece,
según el autor, un punto de apoyo acerca de varios enigmas que nos inquietan a los seres
humanos, como por ejemplo la génesis del mundo.

Se cree que el trabajo científico puede averiguar algo acerca de la realidad del mundo a partir del
cual se puede aumentar el poder y organizar la vida. La ciencia por medio de éxitos numerosos y
sustantivos ha probado no ser una ilusión en diversos ámbitos, aunque no se ha superado todavía
una fase de la investigación, en la cual se ensayan hipótesis que pronto se desestiman por
insuficientes. Sin embargo hay hoy un núcleo de conocimientos ciertos y casi inmodificables.
Nuestra ciencia no es una ilusión pero sí lo sería creer que podríamos obtener de otra parte lo que
ella no puede darnos.

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