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Fantasía

Freud dice que el concepto de fantasía va a aparecer vinculado al modo de fijar las múltiples actividades de la
sexualidad infantil. A este concepto el autor lo viene pensando hace bastante tiempo pero lo desarrolla finalmente en
el texto “Mis tesis sobre el papel de la sexualidad en la etiología de las neurosis” que escribe en el año 1905.
Freud abandona la concepción traumática, es decir la correlación entre una situación traumática y la producción de
un síntoma. Lo que Freud plantea en este texto es que subestimó el papel de la frecuencia de los abusos que
denunciaban las histéricas por parte de los adultos y ahora le empieza a parecer poco probable la existencia de tantos
perversos, razón por la cual se criticó a sí mismo diciendo no haber sabido diferencia entre la huella de los hechos
reales, es decir lo que realmente sucedió y lo que él llama espejismos mnémicos de las histéricas.
Este texto es clave en su teoría porque Freud desliga la producción de un síntoma de una dependencia absoluta del
acontecimiento, lo importante es que para el sujeto pasó, es verdad y por lo tanto tiene efectos como si hubiera
pasado. Estas fantasías son definidas como construcciones del recuerdo, por alguna razón el sujeto las arma, es decir
construye esta escena inventada para defenderse de su propia práctica sexual infantil, del recuerdo de esta práctica,
entonces lo que está en juego y lo que comanda la construcción de ese recuerdo no es el episodio sino la propia
sexualidad. Teniendo en cuenta esto, Freud afirma en el texto “cayó por tierra el elemento traumático y ya no hacemos
depender todo de factores accidentales”.
En la producción de esa escena está involucrado el propio sujeto, entonces la práctica sexual infantil de esta manera
marca la dirección que seguirá la vida sexual en la madurez. En este caos de pulsiones parciales hay algo que se va
armando, que se va fijando en forma de fantasías. En este sentido Freud las piensa como un marco para la sexualidad
en la medida en que la limita y ordena.
Ahora los síntomas ya no aparecen como retoños directos de aquel episodio traumático, de los recuerdos reprimidos
de vivencias sexuales infantiles, sino que entre los síntomas y las impresiones infantiles se intercalan las fantasías. Es
decir que estas fantasías se construyen por un lado a partir de los recuerdos infantiles de lo que sucedió al sujeto pero
sostenidas en la propia práctica sexual, esto es armadas como un modo de defensa, de ordenamiento de la propia
práctica sexual, de su propia sexualidad.
Las pulsiones se satisfacen parcialmente y siempre hay un déficit de satisfacción, nunca alcanzamos la satisfacción
plena y es entonces frente a esta insatisfacción que el sujeto se arma una estrategia para tratar de alcanzar esa
satisfacción sexual, estrategia quiere decir armado de una escena que sería la particular articulación de la pulsión con
un objeto y con una meta determinada.

Conferencia 23: los caminos para la formación del síntoma


En este texto Freud explica que los recuerdos de las vivencias infantiles la mayoría de las veces son una mezcla de
verdad y falsedad. En los recuerdos se mezclan elementos de vivencias realmente ocurridas con elementos de las
fantasías de los neuróticos y la actitud que debe adoptar el analista debe ser no menospreciar la fantasía e intentar
trabajar siempre con realidades. Las fantasías tienen algo de real si el enfermo se ha ocupado de ellas y por lo tanto
tienen realidad psíquica más allá de la realidad material. Y para las neurosis es la realidad psíquica la decisiva.

Freud en este texto empieza a hablar de ciertas fantasías que aparecen con mucha frecuencia en los recuerdos de los
neuróticos, nombra entonces tres: fantasía de seducción, de haber sido iniciado demasiado pronto en la sexualidad
de modo abusivo. Casi siempre se atribuye el abuso a la figura del padre o de algún familiar cercano (caso Emma).
Fantasía de la escena primordial, es decir la de haber presenciado el coito de los padres, y la última es la fantasía de
amenaza de castración.

Freud va a calificar a estas fantasías como fantasías primordiales y las va a entender como un patrimonio filogenético.
Plantea que estas situaciones fueron vivenciadas por los sujetos en la prehistoria y en el presente estas fantasías
aparecen como una herencia de nuestro pasado. Con las fantasías se llenan las lagunas de la verdad individual con una
verdad prehistórica.

Es en las fantasías además donde los sujetos pueden disfrutar de aquello que a lo largo de la vida han tenido que ir
renunciando. Por eso el autor compara al ámbito de la fantasía con una reserva natural en que es posible conservar
aquello que corre peligro de ser arrasado por la realidad.

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