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El Ello, el Yo y el SuperYo

IDEAL DEL YO Y YO IDEAL

¿En qué momento se constituye el ideal del yo? Achugar y otros traen a colación
el tema del narcisismo y la castración en la obra de Freud. Tomando las palabras
de Freud, adhieren a la idea de que la libido dirigida al objeto incestuoso se
impone

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al narcisismo fálico. Señalan el enfrentamiento entre libido narcisista y libido de


objeto en la obra de Freud y sostienen que el ideal del yo se constituye,
justamente, en el momento de la resolución del complejo de Edipo (Achugar,
1995)

La identificación secundaria produce una transformación al momento del


sepultamiento del complejo de Edipo. Se pasa de la identificación al falo (ser el
falo) a la aspiración de recibir un falo simbólicamente (tener el falo) (Achugar y
otros, 1995) Podria ́ mos hablar de un pase de la identificación primaria a la
identificación secundaria. (1995)

Chasseget-Smirgel toma a Grunberger, el cual sostiene (en palabras de


Chasseget-Smirgel): “Una determinada investidura narcisista de las pulsiones es
inherente a la integración pulsional, es decir, a su aceptación por el yo, a su
<<egotización>>” (Chasseget-Smirgel, 1975, p. 39).Si no sucede asi,́ la pulsión
permanece extraña al yo y sufre la represión o la sublimación. (1975)

La diferencia de esta investidura narcisista con la sublimación es que la meta


sexual permanece intacta. En la idealización de una pulsión o de un objeto, se le
adjudica un brillo y un alcance que no posee. (Freud, 1914)

El ideal del yo se encuentra a cargo de la conciencia moral, y parte, en comienzo,


de la influencia crit́ ica de los padres. Más adelante, se sumaran otras influencias,
como puede ser la de educadores o la opinión pública (Freud, 1914).

Como condición para ser erigido el ideal narcisista se necesitaron grandes montos
de libido esencialmente homosexual. En la enfermedad, el individuo busca
desasirse de las anteriores influencias que contribuyen a la formación de la
instancia censuradora, luego la conciencia figura unas voces producto de las
influencias como una intromisión externa (1914).
Freud nos pone a disposición la siguiente premisa: ser amado rebaja el
sentimiento de si, empero esta pérdida puede ser compensada cuando se es
amado por el objeto. (1914)

Además de esto, la incapacidad de amar por perturbaciones anim ́ icas, rebaja


también el sentimiento de si.́ Una perturbación anim
́ ica de este tipo puede surgir
por el “desgaste” que genera al yo una gran sustracción de investiduras libidinosas
que no son restituidas (1914)

En relación con esto, Orozco escribe:

El ideal del yo, de raigambre narcisista, condiciona tanto la satisfacción amorosa como la elección
amorosa. Exige que el otro reúna tal o cual rasgo en función de la imagen de sí mismo
sobrevalorada ahora, en el pasado, o bajo una perspectiva de anhelo lanzada hacia el futuro
(Orozco, 2014, p.63)

“El narcisismo es el estado de plenitud arcaica en que el yo hace las veces de su


propio ideal” de acuerdo a la formulación de Chasseguet- Smirgel (Chasseguet-
Smirgel, 1975, p.11) En esta definición aparece la diferencia para el niño entre yo
y no-yo.

El ideal del yo no es simplemente la interiorización de las imágenes de los padres


y autoridades sino que emerge con las experiencias más tempranas y constituye
el deseo humano de retornar al seno materno. (Chasseget-Smirgel, 1975)

El ser humano no posee periodicidad sexual, a ello se sobreimpone un anhelo


narcisista de unión primordial. Dicho anhelo es más intenso que el instinto de
conservación, mas no por ello debe asociárselo al instinto de muerte. El
narcisismo se da a conocer en un estadio de vida anim ́ ica en el que no existe
distinción entre el yo y el mundo exterior, y por ende, no concibe la muerte.
(Chasseget-Smirgel, 1975)

Esta teoriá , contradice en parte la idea de una existencia doble, afirmando que el
principio de placer seriá más fuerte que el instinto de conservación.

El principio de Nirvana, denominado así por Freud, busca un alivio absoluto de


tensión. En este sentido, incluso el principio de placer es considerado una
perturbación. Freud, partiendo de su teoria ́ de las pulsiones, entiende el principio
de Nirvana como equiparable al instinto de muerte, ya que se encuentran ambas
“más allá del principio de placer” (1914). Grunberger y Chasseguet – Smirgel,
toman un camino distinto: abogan a favor de “una dialéctica continua entre yo
pulsional y el si- mismo narcisista”. (Chasseguet Smirgel, 1975, p.14)

Freud entendiá la frustración como un motor hacia el desarrollo psicológico.


Chasseguet-Smirgel retoma esta teoria ́ y agrega que existen dos caminos en la
añoranza de recuperar el sentimiento de omnipotencia primordial. Uno es indicado
́ directa, regresiva. Inferimos que refiere a buscar
por el Principio de Nirvana: la via
el

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alivio de tensión, sin atravesar obstáculos ni perturbaciones. El otro camino,


consiste en la maduración y el desarrollo. (Chasseguet Smirgel, 1975)

Tomando una sugerencia de Freud que posteriormente abandona (en la que el


ideal del yo y superyó eran términos diferentes) Chasseguet Smirgel considera el
ideal del yo el heredero del narcisismo primario. (Chasseget-Smirgel, 1975)

El narcisismo primario, de acuerdo a la proposición de Chasseguet Smirgel,


consiste en la ilusión de completud presentada en la infancia. En el narcisismo
́ distancia entre el yo y el ideal del yo. No obstante, la
primario, no existia
separación de la madre perturbará este estado de perfección narcisista. En este
momento, el yo intentará todo el tiempo alcanzar el ideal del yo.

La experiencia original de un contento basado en la ilusión de una autosuficiencia absoluta y, al


mismo tiempo, de una unión beatífica con el mundo, deja paso a un penosos sentimiento de
inferioridad. Pero el recuerdo del contento y la grandiosidad primordiales persiste en la forma de
una concepción ideal de la persona, el ideal del yo, con arreglo al cual procura modelarse el yo en
desarrollo. (Chasseguet Smirgel, p.12, 1975).

Muchos psicoanalistas consideran al ideal del yo como un modelo al cual el sujeto


desea llegar. Chasseguet Smirgel dirá que, si consideramos al ideal del yo en la
misma liń ea que Freud, esta afirmación seria
́ un simple reduccionismo. De
acuerdo al mismo, ideal del yo es el que ocupa el lugar del narcisismo que se
pierde en la infancia (1975).

La educación, en el niño, será impulsora de su propia autonomia ́ : buscará librarse


de la dependencia primaria del objeto. El complejo de Edipo tendrá también su
influencia en este aspecto, lo llevará a crear identificaciones con diversos rostros.
Estos ideales, al tener una forma, delimitarán el narcisismo perdido en la infancia.
De este recorrido, obtenemos por un lado la existencia de ideales temporarios,
frente a un ideal del yo trascendente. (1975)

El narcisismo pasará luego a investir objetos. Para ello recorrerá un largo trayecto.
En el varón, en el Complejo de Edipo, el padre será su proyecto de identificación.
La consideración de los obstáculos presentados en el camino a la formación del
ideal del yo, son relevantes para el estudio del desarrollo general del
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individuo. En los perversos, esto cobra un valor significativo, ya que en su análisis


es frecuente una actitud de seducción y complicidad recibida de parte de la madre.
Chasseguet – Smirgel trae el aporte de Bak, y agrega que su experiencia personal
́ ica lo confirma. Dicho autor escribe sobre “la seducción del futuro
en la clin
perverso por la madre, sobre la relación incestuosa que ella establece, y sobre el
padre a quien ella convierte en un <<extraño outsider>>, una cantidad
desdeñable” (Chasseguet- Smirgel, 1975, p.32)

Concluye entonces que en los perversos, lo sucedido se presenta como si la


madre hubiera inculcado en su hijo la creencia de que él, no tenia ́ nada que
envidiar al padre, sino que era el compañero perfecto incluso con su sexualidad
infantil. Esto actúa como un freno en su evolución. (1975). Aquí el complejo de
Edipo no se da como es esperable, ya que no surge la caracteriś tica rivalidad
entre padre e hijo por ocupar un lugar junto a la madre. “Su ideal del yo, en lugar
de pasar a investir al padre genital y su pene, quedará en lo sucesivo adherido a
un modelo pregenital” (Chasseguet-Smirgel, 1975, p. 33)

En los perversos, la idealización de pulsiones y objetos parciales proporciona una


completud narcisista porque finaliza en la idealización del propio yo. Se remonta a
la época en su infancia en que él era su propio ideal. “Se mira con las pulsiones
exaltadas, en sus objetos, como antano ̃ miraba en los ojos de su madre para
beber en ellos la confirmación de su adorable perfección” (Chasseget-Smirgel,
1975, p.43).

La autora dirá que el hecho de elegir soportes para ese narcisismo, que se
presentan como modelos, es solamente una consecuencia –no por ello menos
importante- del deseo de disminuir la distancia entre el yo en el presente, y el yo
tal como quisiera que fuese (1975). En este sentido, también agregará algo
fundamental:

(...) La proyección de este ideal sobre un soporte es, por esta razón, siempre un tanto irrisoria, y el
logro de este fin (la semejanza con el modelo admirado y, en consecuencia, su supresión) nunca
es real y definitivamente satisfactorio (...), porque, de hecho, no se trata sino de

representaciones efímeras, parciales y sustitutivas de un proyecto mucho más grandioso (...).


(Chasseguet-Smirgel, 1975, p.27-28).

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En una lin ́ ea similar, Bleichmar (siguiendo a Lacan) afirma que el ideal del yo “Se
referirá siempre a un aspecto parcial, una unidad de medida con la que se
comparará un rasgo que está dentro de su misma categoria ́ ” (Bleichmar, 1995, p.
84).
El yo ideal, de acuerdo a Freud, se crea en la fase del narcisismo, y este le
impone ciertas exigencias al yo. La formación del ideal es la condición para la
represión.

Y sobre este yo ideal recae ahora el amor de sí mismo de que en la infancia gozó el yo real. El
narcisismo aparece desplazado a este nuevo yo ideal que, como el infantil, se encuentra en
posesión de todas las perfecciones valiosas. Aqui,́ como siempre ocurre en el ámbito de la libido,
el hombre se ha mostrado incapaz de renunciar a la satisfacción que gozó una vez. (Freud, 1914,
p.91).

Esta formación del ideal está sostenida en relación con la sublimación. Dicho
proceso es propio de la libido de objeto y consiste en el cambio de una meta
sexual por una por una que no tiene como destino la misma. La sublimación es
algo diferente de la idealización ya que la primera es algo que acontece con la
pulsión, y la segunda con el objeto. La idealización es la sobreestimación sexual
de un objeto. En ocasiones ambos procesos pueden confundirse, esto acontece
porque existe un enlace entre los mismos, si bien conceptualmente deben ser
diferenciados. (1914)

Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del
yo no implica que haya alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas
(Freud, 1914, p. 91). La selección de esta cita es relevante para entender dicho
enlace. Si el individuo abandona su narcisismo (del cual sabemos que es una
posición libidinal) y en ese entonces alcanza un elevado ideal del yo, no significa
que el primer acto psiq ́ uico lo llevo necesariamente al segundo. Este ideal puede
llevarlo a dejar de lado su narcisismo, pero funciona en diferente ámbito. (1914)

En la neurosis emergen diferencias de tensión respecto a la constitución del ideal


del yo y el destino de la libido. La formación del ideal vuelve más elevadas las
exigencias del yo, y favorece la represión. La sublimación forma parte de una
alternativa que cumple esa exigencia sin llevar a la represión (1914).

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Existe una instancia psiq́ uica que se encarga de medir el yo actual con el yo ideal,
y asegurar así su satisfacción narcisista. A la misma, Freud la denomina
“conciencia moral”. Esta conceptualización es útil para explicar el delirio de ser
notado que surge en las enfermedades paranoides y puede notarse en las
neurosis de transferencia. (1914)

Basado en la distinción entre libido yoica y libido narcisista, Freud conceptualiza


respecto al “sentimiento de si”́ el cual es interpretado como el “grandor del yo”. El
mismo se alimenta del “primitivo sentimiento de omnipotencia” (Freud, 1914, p.94)
que es adquirido con determinadas experiencias. El sentimiento de sí es
alimentado por la libido narcisista. A esta aseveración, Freud argumenta: “en las
parafrenias aquel aumenta, mientras que en las neurosis de transferencia se
rebaja; y en la vida amorosa, el no-ser amado deprime el sentimiento de si,́
mientras que el ser amado lo realza” Freud establece que el ser amado constituye
la meta y la satisfacción en la elección narcisista de objeto. (1914)

Más adelante, Freud escribe que en el enamoramiento se produce un desborde de


libido yoica sobre el objeto. Este objeto es elevado a ideal sexual. Cuando se ama
según el tipo de apuntalamiento, se ama a lo que cumple las “condiciones
infantiles de amor”. Este objeto es idealizado. (1914)

El ideal sexual puede relacionarse con el ideal del yo. Lo mismo sucederia ́ de este
modo: el ideal del yo es aquello que el yo busca alcanzar para si.́ El ideal sexual,
en tanto objeto idealizado, puede poseer aquello que el yo anhela para si,́ es
decir, acercarse al ideal del yo: “Entonces se ama, siguiendo el tipo de la elección
narcisista de objeto, lo que uno fue y ha perdido, o lo que posee los méritos que
uno no tiene.” (Freud, 1914, p.97)

EL NARCISISMO COMO PATOLOGÍA

Fácil seria
́ enderezar a los conceptos psicoanalit́ icos el mismo reproche que se hace a la
nosografia ́ , y negar que existen estructuras narcisistas y aun un narcisismo como entidad
autónoma. (...) ¿Qué quedará entonces de la exigencia analítica de separar, distinguir, deshacer la
complejidad confusa a fin de rehacerla sobre la base de sus componentes no manifiestos? (Green,
1970, p.18).

En 1911, Freud ya mencionaba el narcisismo como patologia ́ , explicando el riesgo


de las personas que permanecen en el estadio del narcisismo, el cual es que su
libido someta sus pulsiones sociales a la sexualización y deshaga las
sublimaciones que habia ́ logrado en el desarrollo. (Freud, 1911)

En 1914, cuando Freud desarrolla ampliamente el concepto, el término narcisismo


es clasificado en dos tipos: primario y normal. La razón para esta clasificación
surge a partir de considerar la ubicación de la libido en la dementia praecox
(Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler). A estos sujetos, Freud los designa como
“parafrénicos” (Freud, 1914) .No obstante, la idea del narcisismo en tanto estadio
de fijación de las parafrenias ya habia
́ sido presentada por el autor en 1913,
justificando esta afirmación por el extrañamiento del mundo de los objetos y la
mania ́ de grandeza que se presenta en las mismas. (Freud, 1913) El primero de
estos rasgos, tiene como consecuencia el hecho de que no producen ningún
movimiento en el psicoanálisis. Si bien este segundo rasgo es el que los vuelve
inmunes al psicoanálisis, los parafrénicos no son los únicos que lo presentan. Los
histéricos y los neuróticos obsesivos tampoco presentan un vin ́ culo con la
realidad, no obstante, mantienen el vin ́ culo eró tico con personas y cosas. La
diferencia radica en que han sustituido los objetos reales por objetos imaginarios,
o por una mezcla

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de ambos, algo que no sucede con en los parafrénicos. A esto Jung lo llama
introversión de la libido. (Freud, 1914)

En 1916, Freud afirma que es un progreso el hecho de que un individuo pase del
narcisismo al amor de objeto. Si bien libido del yo no pasará nunca completamente
al objeto, lo fundamental para la salud del individuo que la libido no pierda su
movilidad (Freud, 1916).

Siguiendo a Green, el narcisismo ocupa un lugar central también en la neurosis de


carácter y casos fronterizos. Los narcisistas son sujetos que han sido carenciados
en cuanto al narcisismo. La decepción puede incluir a uno o a los dos padres
(Green, 1983) Considero relevante agregar aquí que también se incluye a quienes
desempeñaron las funciones materna y paterna.

El autor recientemente mencionado también hablará de la angustia narcisista.


Para explicar su funcionamiento, pone una explicación metapsicológica. El sujeto
narcisista no coloca investiduras en los objetos para no estar a merced del
abandono de si,́ entendido esto como una plena situación de confianza en el
objeto. Si el objeto se retrae, o lo reemplaza por otro objeto, sobrevendrá en el
sujeto la frustración o también la “ira narcisista” de acuerdo al término que Green
toma de Kohut (Green, 1983).

Garbarino también aborda el área narcisismo en las psicosis. Dicho autor afirma
que en las psicosis el narcisismo es el paradigma. El yo no se encuentra bien
diferenciado de los objetos, y en el desarrollo libidinal no se ha logrado un buen
acceso a la organización fálica y al Edipo. Tampoco existe diferencia consciente-
inconsciente (Garbarino, 1986).

El yo carece de cohesión suficiente. No puede llegar a alcanzar el mecanismo de


represión, entonces hace uso de otros más arcaicos como la negación de la
realidad psiq́ uica, la negación de la realidad exterior y la escisión o la identificación
proyectiva. Ante esta fragmentación, el psicótico busca imágenes que puedan
sostenerlo (Garbarino, 1986).

Garbarino postula que en la psicosis se produce una situación de estasis de la


libido. La misma no dispone de movilidad (...) ni para vincularse a objetos sexuales
ni para ser sublimada, ni para dar cohesión y sentido a la actividad yoica
(narcisismo

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