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Imperdonable?
Published 5 years ago by cadupondg
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Para empezar, cabe hacer notar que los fariseos nunca mencionaron o enunciaron
las palabras “Espíritu Santo” o cosa parecida. Por tanto debe ser posible de
cometer la blasfemia del Espíritu Santo sin siquiera mencionar la palabra
“Espíritu” o “Espíritu Santo.” ¿Qué fue entonces lo que hicieron los fariseos?
Notemos el contexto. Ellos atribuyeron una innegable y clara obra del Espíritu
Santo—en este caso la liberación de un hombre torturado por un demonio que
resulto en su ceguera y sordera—al poder de Satanás. Esto no fue un simple
malentendido. El profesor de estudios neo-testamentarios D. A. Carson esta en lo
cierto al afirmar que la blasfemia de los fariseos al espíritu santo es un rechazo de
“la verdad con total conciencia de lo que se está haciendo—en pensamiento,
voluntad y conciencia rechazando el trabajo del Espíritu a pesar de no haber otra
explicación a los exorcismos de Jesús. Para tal pecado no hay perdón.”3
Luego, en los versos 33 y 34, Jesús continúa aclarando la dura condición de los
fariseos. Jesús les dice que “por el fruto se conoce el árbol” y que son una
“generación de víboras” que son “malos” y hablan de la “abundancia del corazón.”
En otras palabras, la blasfemia de los fariseos no fue un arrebato de la lengua o
simplemente una percepción equivocada de la realidad. Más bien fue un rechazo
consciente, deliberado, y final por el que darán cuentas en el Día de Juicio.
Toda persona de tierno corazón hacia Dios entraría en estado de pánico después
de escuchar la lógica de Jesús, su reprensión y advertencia de condenación eterna.
Pero no los fariseos. En su lugar, en el v.38 leemos, “Entonces respondieron
algunos de los escribas y de los fariseos, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti
señal.” Es como si dijeran, “A pesar de que has curado a un hombre ciego y mudo
en nuestra presencia, demostrado tu dominio sobre seres espirituales, y refutado
nuestros argumentos—aun necesitamos más pruebas de que lo que haces viene de
Dios.” En el verso 39, Jesús les contesta que su petición de evidencia demuestra la
maldad de su dureza: “La generación mala y adúltera demanda señal.”
Por lo tanto, la blasfemia del Espíritu Santo es más que un rechazo, aun repetido,
ya sea verbal o no, del testimonio del Espíritu Santo hacia Jesús.
Más aún, consideremos la razón por la cual este es un pecado imperdonable. Los
cristianos no creen que el Padre y el Hijo sean menos merecedores de reverencia
que el Espíritu Santo. Finalmente la razón es que, precisamente la tarea del
Espíritu Santo es la de convencer al mundo de su pecado y la verdad acerca de
Jesús y el endurecimiento permanente es imperdonable (Juan 16:7-9).
No es difícil para cristianos batallando con grandes (aunque fuera de foco)
inseguridades el culpar sus ansiedades en algo tangible como, “¡Tal vez ya he
cometido un pecado imperdonable!” Pero debemos eliminar tales ansiedades
llevando todo pensamiento cautivo (2 Cor. 10:5) y cimentar nuestras vidas en el
conocimiento de la clara instrucción de la Escritura. Ya que ninguna persona que
ha rechazado el trabajo del Espíritu Santo estaría preocupado de haber ofendido al
Espíritu Santo. ¡El mero hecho de que la persona esté angustiada acerca de su
relación con Jesús es evidencia de que no se ha endurecido contra el Espíritu
Santo!
De hecho, si la blasfemia del Espíritu Santo pudiera ocurrir por medo de palabras
arrebatadas en medio de una rabieta de enojo, entonces la escritura se estaría
contradiciendo. Esto es el caso dados los muchos versos que garantizan la
salvación de una persona que se falsificarían si la persona hubiera cometido un
pecado imperdonable (Juan 5:24; Juan 1:12; Juan 3:16; Rom. 10:9). Estos versos no
dicen, “Y serás salvo al menos que hayas cometido un pecado imperdonable.”
Simplemente dicen, “Serás Salvo.”
Un conocimiento profundo de lo que Jesús dice acerca de nosotros disipa
inseguridades infundadas. En realidad, esto fue lo que más me ayudo en mis
épocas de estudiante. Memoricé versos de la Escritura similares a los que
mencione arriba cada vez que temía el haber cometido el pecado y los recite
persistentemente repetidamente hasta recuperar la confianza de mi
salvación. Romanos 10:9 dice, “que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor,
y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.” Por lo
tanto, aquellos que confiesan que “Jesús es Señor” y creen que “Dios le levanto de
los muertos” pueden concluir con toda seguridad y confianza que no han cometido
un pecado imperdonable, sino que serán salvos.
3. Carson, 291-292.
4. Bock, 1143. La “Blasfemia del Espíritu Santo no es tanto un hecho de
rechazo sino una persistente y decisiva aversión al mensaje del Espíritu
concerniente a Jesús. Cuando una persona rechaza y rehúsa
obstinadamente el mensaje o evidencia, entonces esa persona ya no es