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PROGRAMA

DOCUMENTO ESPECÍFICO DE JOVENES

(Edición Preliminar)
SCOUTS
DE ARGENTINA

RAMA
CASTORES
DOCUMENTO

2
PRELIMINAR

El Cuento
ESPECÍFICO

(Nehuén, Eluney y la colonia de Castores)


RAMA CASTORES

Capítulo 1
La Familia
Era una hermosa mañana, llena de sol y pajaritos cantando. Mamá entró en la
habitación de Eluney y Nehuén, que todavía dormían. Corrió suavemente las
cortinas de dibujitos y una fiesta de colores entró en la habitación: el verde de los
árboles, el azul del cielo, el blanco esponjoso de las nubes, el rosado de las flores del
jardín. Entraron todos juntos por la ventana y se desparramaron por el cuarto.
Mamá empezó a cantar bajito una bella y conocida canción:

Arriba, Juan, arriba, Juan


Ya cantó el gallito
Oh, no, mamá! Oh, no, mamá,
Es muy tempranito!

Poco a poco, Eluney empezó a estirarse en su cama: primero un pie, después el otro,
después una mano… Abrió los ojos y sonrió al ver a mamá que se acercaba a darle un
beso.
Nehuén, en cambio, seguía durmiendo como si nada pasara. Entonces mamá volvió
a cantar cerca suyo para que se despertara de una vez. ¡Y lo consiguió! De a poquito,
el nene también fue despertando, y se estiró mucho mucho en su cama! Estiró los
brazos, estiró las piernas, estiró todo su cuerpo mientras bostezaba. Y después de
tanto estiramiento, se sentó con cara de sueño, una sonrisa en la boca y el pelo todo
revuelto. El pelo de Nehuén es muy chistoso: tiene su propia forma, y aunque mamá
trate de aplastarlo, siempre logra pararse de nuevo. Además, su color es fuera de lo
común, por algo algunos le dicen el Colo.
Mamá dijo que se cambiaran y fueran a la cocina a desayunar. Cuando llegaron a la
mesa, papá ya estaba sentado, preparando su pan con mermelada de duraznos, la

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prólogo

que más le gusta. Los dos le dieron un gran beso, y se sentaron uno a cada lado.
Siempre es lindo desayunar con papá.
Papá es alto, con el cabello parecido al de Nehuén, ojos marrones y barba del mismo
color. Tiene un trabajo muy importante y con nombre difícil: es biólogo. Los chicos
no saben muy bien qué quiere decir pero sí saben que papá trata de descubrir de
qué modo se puede enseñar a la gente a cuidar el planeta. Y debe ser muy
importante esto porque éste es el único planeta que tenemos. Papá se llama
Francisco, y les contó a los chicos que ése también es el nombre de un joven
bondadoso y protector de los animales que vivió hace muchísimos años, y que dejó
sus comodidades para ir por el mundo hablando de amor y humildad.
Mamá es la mamá más linda de todas las mamás. Tiene cabello largo y brillante que
peina con una trenza. Usa ropa colorida y grande, con dibujitos y flecos, y a los chicos
les gusta mucho. A Eluney le encanta envolverse con las chalinas brillantes de mamá
y, en invierno, cuando hace mucho frío, se disfraza con su poncho tejido. El poncho
de mamá es abrigado pero hace picar la piel cuando uno lo toca. También le gustan
las sandalias de cuero, que mamá usa en la época de calor. Los abuelos le pusieron
Liliana, que quiere decir “pura como un lirio”.
Cuando terminan el desayuno, papá se levanta de la mesa y agarra sus cosas para
irse a trabajar en su motito. Se cuelga su mochila y sale de la casa. Va a volver a la
tarde, justo después de que los chicos tomen la leche.
Los días libres, cuando papá no va a trabajar, toma su cámara fotográfica, sube a su
motito, y se va a tomar fotografías a los hermosos paisajes de la región: las
montañas con nieve, los lagos cristalinos, el cielo muy azul, los bosques verdes,
amarillos, rojizos. A papá le encanta sacar fotografías. De vez en cuando elige alguna
que le guste mucho y hace un cuadrito para colgar en casa.
Otras veces, mamá hace unos sándwichs, prepara un poco de jugo, guarda todo en
una mochila y sale toda la familia a sacar fotografías. Hacen largas caminatas o se
van en bicicleta. En este caso, mamá lleva en la bici a Eluney y papá lleva a Nehuén, y
a la vuelta hacen al revés.
La casa de la familia es de madera y troncos, como todas las casas del barrio. Tiene
una chimenea para calentarse los días de invierno, una escalera para ir a las
habitaciones y una gran mesa en el comedor.

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RAMA CASTORES

Capítulo 2
Un gran descubrimiento
Un día de agosto, papá los invitó a los chicos a acompañarlo a sacar fotos, mientras
mamá se iba a hacer unos mandados. Los chicos tomaron sus camperas, se
abrigaron bien y salieron con papá en busca de algunos animales para fotografiar.
Ya habían caminado un buen rato, cuando encontraron un lindo arroyito y
decidieron seguir caminando por la orilla. Mientras caminaban, el sonido del agua
entre las piedras los acompañaba, como si el arroyo les estuviera cantando. Los
chicos tenían las mejillas coloradas por el ejercicio y papá sacaba fotos a todo lo que
veía. El arroyo se había ido agrandando a medida que caminaban y ahora era mucho
más ancho que al principio.
Papá dijo que iban a descansar un rato, se sentó en una piedra y sacó de la mochila
unas galletitas y un termo con mate cocido. Sirvió un poco para cada uno en unas
tacitas y comieron algunas galletitas con chispas de chocolate.
Después papá sacó un libro y se puso a leerlo. Los chicos le pidieron permiso para
recorrer un poquito los alrededores, y le prometieron que no se iban a ir lejos ni se
iban a acercar al agua.
Caminaron algunos pasos mirando cada planta, cada hormiga, cada piedra. Todo lo
que veían les llamaba la atención. De pronto, algo pasó cerca de sus pies y
decidieron seguirlo. ¡Qué sorpresa! Muy cerca de allí, apenas a unos pasos, vieron
algo sumergirse en el agua del arroyo. Miraron con atención y lo que vieron los llenó
de asombro. En el agua, cerca de la orilla, muchos animales iguales al que habían
visto antes trabajaban y trabajaban trayendo y llevando palitos, los acomodaban,
los apilaban y formaban refugios. Parecían una gran familia. Algunos se metían en el
agua, otros cortaban palitos con sus dientes, otros los llevaban para ubicarlos en

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alguna construcción.
¡Eran graciosísimos! Sus patas cortas, su cola achatada, sus manos pequeñas con
dedos, sus enormes dientes y su pelo largo los hacían muy simpáticos.
Nehuén y Eluney se acercaron cuidadosamente un poquito más, porque le habían
prometido a papá no estar cerca del agua. Entonces, uno de los animalitos los vio y
les dijo:
-¿Quiénes son ustedes? ¿Qué están haciendo aquí?
¡Los mellizos no podían creer lo que oían! ¡Él les había hablado! ¡Y ellos le habían
entendido perfectamente!
-Él es Nehuén y yo soy Eluney –se apuró a contestar la hermana. -¿Quiénes son
ustedes? ¿Cómo se llaman?
-Somos castores –contestó el pequeño. –Vivimos en este lugar desde hace mucho
tiempo. Mi nombre es Amigo.
-¿Qué están haciendo los demás castores allá? –preguntó Eluney muy intrigada.
-Están construyendo una casa porque va a nacer un pequeño castor. Todos están
ayudando a llevar ramas, piedras y barro para construir la choza y pronto va a estar
lista para recibirlo –dijo Amigo.
Eluney y Nehuén se quedaron muy atentos observando cómo los pequeños
castores construían esa choza y otras cosas más, mientras Amigo les explicaba quién
era y qué hacía cada uno.

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RAMA CASTORES

Capítulo 3
Todos ayudamos
Una tarde, Nehuén y Eluney fueron en busca de Amigo. Papá había llevado su libro
de costumbre y se sentó a leer un rato bajo la fresca sombra de los árboles. Los
árboles en este lugar son enormes, con largas ramas que parece que van a tocar el
cielo. A Eluney le encanta pararse al lado de un árbol bien cerquita y mirar hacia
arriba. En esos momentos le gustaría ser una hormiga o un grillo o cualquier otro
insecto para poder subir por el árbol y llegar arriba de todo, y de ahí mirar el
hermoso paisaje del sur.
Cuando papá se puso a leer, los chicos fueron a buscar a Amigo. Lo encontraron muy
preocupado porque la noche anterior una tormenta había empezado a romper una
represa, y si se rompía del todo, la casa de una familia de castores corría peligro de
ser llevada por el agua.
Le preguntaron en qué podían ayudar ya que ellos no querían que esa familia se
quedara sin casa. Entonces Amigo les explicó que el castor Sabio estaba organizando
a todos los demás castores para arreglar la represa.
Sabio era uno de los castores más viejos de la colonia. Era un poco callado, muy
tranquilo y de un gran corazón. Siempre se ocupaba de los problemas de los demás
castores, los aconsejaba y los ayudaba. Todos lo buscaban a él cuando tenían algo
que resolver o una idea para hacer.
Los chicos vieron cómo Sabio le indicaba a cada uno qué debía hacer. Si el castor no
sabía por ser muy joven, le mostraba cómo hacerlo, ayudaba un poco y después se
iba a buscar a otro castor para empezar de nuevo. Escuchaba a todos con paciencia,
los alentaba a seguir adelante, los ayudaba si era necesario.
Nehuén y Eluney se entusiasmaron mucho con la actividad que estaba haciendo la

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colonia porque no había castor que no estuviera trabajando. Había que arreglar la
represa y todos se habían puesto a colaborar en esa tarea. Iban y venían, llevando
ramas con sus dientes y barro con sus patas. Algunos se sumergían en el agua y
desaparecían por unos momentos, y luego volvían a aparecer. Entonces les
alcanzaban más palitos para seguir con el arreglo. Y cuando alguien no sabía qué
hacer le preguntaba a Sabio para que le diera una nueva tarea.
Los chicos no aguantaron más. ¡Querían ayudar!
-Amigo, ¿qué podemos hacer?- gritaron, porque Amigo estaba en ese momento
llevando un poco de barro hasta la represa.
Amigo fue hasta donde estaba Sabio y le preguntó.
-¿Pueden buscar más palitos por ahí? ¡Todavía nos faltan muchos!- dijo.
Los chicos se pusieron muy contentos porque podían participar de la
reconstrucción. Buscaron ramitas por los alrededores que fueron formando una
pila. Iban y venían juntando aquí y allá toda ramita que encontraban en el piso.
Cuando tuvieron una buena cantidad le avisaron a Amigo para que los demás
castores vinieran a buscarlas.
¡Fue una hermosa tarde! Cuando terminaron el trabajo todos estaban muy felices
por haber salvado la casa y la represa. Nehuén y Eluney estaban felices y satisfechos
por haber participado de algo tan importante para los castores.
Se despidieron con un saludo de los castores y fueron a buscar a papá que
seguramente se había quedado dormido leyendo su libro.

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RAMA CASTORES

Capítulo 4
Mara
Ese domingo, mamá y papá se levantaron temprano. Era un día hermoso, tibio, lleno
de sol, y se les ocurrió salir de paseo con los chicos. Los despertaron, prepararon las
bicis, las mochilas, y salieron tempranito. Eluney iba en la bici con mamá y Nehuén
con papá.
¡Es muy lindo pasear en bici! Primero porque hay que abrazarse de mamá o de papá
para no caerse.
Segundo porque el viento te vuela el pelo.
Y tercero, porque si uno levanta las piernas y abre los brazos un momento, parece
que volara. ¿Y a quién no le gustaría volar?
Anduvieron un rato por las calles del barrio, después un poquito por la ruta, después
entraron en el bosque, y a partir de allí continuaron caminando. Los chicos conocían
el recorrido, ya habían ido antes con papá, así que la llevaban a mamá y le avisaban
de los posibles peligros del camino: “Acá hay una raíz”, “Allá hay una piedra grande”,
“Más allá hay una rama con espinas demasiado baja”. Llegaron cerca del arroyo y
allí se quedaron.
Después de dejar las bicis y las mochilas los chicos la llevaron a mamá y le mostraron
todo el lugar: las plantas que habían descubierto, los caminitos de las hormigas, la
cueva de algún animalito, hasta la llevaron a ver la colonia de castores. Pero no
pudieron ver a ninguno, parecía que todos se habían ido. Cuando regresaron papá
ya había preparado el mate y se sentaron con mamá a charlar. Entonces los chicos
volvieron a buscar a los castores.
¡Ahora sí que los vieron! ¡Pero estaban todos muy alborotados! Estaban esperando
a una amiga suya que venía de lejos a visitarlos. Y como hacía mucho que no la veían

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estaban esperándola ansiosos.
Al ratito por fin llegó Mara. Ella es muy simpática y andariega. Le gusta mucho viajar,
por eso, de vez en cuando, visita a la colonia de castores. Cuando Mara llegó todos la
recibieron con alegría. Todos querían jugar con ella y hablarle. Pero Mara necesitaba
tomarse un pequeño descanso, ya que el viaje desde su casa había sido largo.
Entonces Sabio la llevó hasta una cueva preparada especialmente para ella, le hizo
llevar algo para comer, y les pidió a todos que no la molestaran por unos momentos.
Mara primero fue hasta la orilla del arroyo, se lavó y sacó la tierra del camino y volvió
a la cueva. ¡Cuando volvió a salir, ya había desayunado y estaba lista para jugar!
Amigo le contó a Mara quiénes eran Eluney y Nehuén, y se los presentó. Mara los
saludó amablemente y los invitó a jugar con ellos, porque se sabía muchos juegos y
cosas divertidas. Los chicos aceptaron encantados. Y todos, Mara, Nehuén, Eluney,
Amigo, Sabio y todos los demás castores jugaron una loca competencia en la que
ganaba el que lograba llegar último!! Se divirtieron muchísimo, tanto, que los chicos
casi se olvidan que estaban con mamá y papá y tenían que volver con ellos para
regresar a casa.

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Capítulo 5
Diferentes pero parecidos
Esta última semana fue muy especial para la familia. Durante días y días los chicos no
pudieron salir de casa más que unos ratitos porque estuvo lloviendo y lloviendo. No
fue de esas lluvias que dan miedo porque hacen mucho ruido y golpean los vidrios,
con un viento furioso que parece que quiere jugar con las cosas y las revolea de acá
para allá como si fueran plumitas en el aire… Esta lluvia fue tranquila y linda, casi
amigable. Llovía de a poquito y con paciencia, como si tuviera todo el tiempo del
mundo. Mojaba despacio todas las cosas, formaba charcos por todos lados,
acariciaba las flores, se deslizaba en gotas por las ventanas.
Pero a pesar de lo lindo de esta lluvia, los chicos no pudieron ir al jardín ni salir de
casa a jugar con los amigos, ¡¡y lo que es peor aún!!: tampoco pudieron ir a visitar a
sus amigos de la colonia de castores. ¡Qué aburridos fueron los primeros días!
¡Nehuén y Eluney tenían tantas ganas de ir a verlos! Pero era imposible que papá
saliera a sacar fotos con esos días tan feos.
Mamá se las ingenió lo mejor que pudo para entretener a los chicos. Primero los
invitó a pintar. No, no pintaron las paredes de la casa. Hubiera sido divertido pero no
los dejaban porque esa pintura estropea la ropa. Pintaron en hojas muy grandes y
blancas que mamá les dio junto con unos tubitos re lindos llenos de pinturas de
colores y largos pinceles gordos y finitos. ¡Era una fiesta sacar las tapas y empezar a
mezclarlos! ¡Se podían descubrir tonos nuevos y maravillosos! Estuvieron pintando
toda la tarde hasta que tuvieron unos hermosos dibujos llenos de formas y colores
alegres.
Después mamá pensó que era buena idea que revisaran las cajas de abajo de la
cama. Mamá guarda de todo en las cajas de abajo de las camas: papeles, juguetes

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viejos, fotos, escarpines, medias perdidas, aros, todo lo que encuentra lo guarda en
las cajas para revisarlo más tarde. Es muy divertido sacar las cajas y empezar a ver lo
que contienen porque cada objeto que está allí guardado tiene una historia propia.
Otro día, mamá inventó el juego más divertido del mundo: cocinar. Mamá es muy
buena cocinera. Sabe hacer el pan más rico, galletitas de distintos sabores, dulces de
frutas, de todo. Y siempre es muy divertido ayudarla a hacer cosas ricas. Los chicos
se lavan bien las manos, se ponen un gorro o un pañuelo en la cabeza, un delantal o
una ropa vieja que se pueda ensuciar y ¡¡manos a la masa!! Es agradable sentir cómo
se pega la masa en las manos, y cómo se escurre entre los dedos cuando la apretás
mucho. También es lindo subirse a una silla y revolver en la olla y sentir cómo el
líquido se vuelve de a poco más espeso y cambia de color. Cuando se va cocinando,
mamá toma un poco con una cuchara, lo sopla muchas veces y les hace probar a los
chicos.
Al fin, después de varios días de estar encerrados, pudieron ir afuera. ¡Qué lindo se
siente el aire después de la lluvia! Los chicos salieron e investigaron todo. Miraron
cómo están las flores, cómo se mojaron las plantas, cómo el agua formó charcos por
acá y allá y se hicieron diminutos ríos en todo el jardín. Pero ellos no eran los únicos
que habían salido de su casa. Todos los animales salían de sus cuevas y refugios y
daban vueltas por ahí. Había pájaros, abejas, grillos, hormigas, tábanos, de todo.
Estaban en eso, cuando escucharon el sonido familiar de la moto de papá, que venía
disfrazado de lluvia, con una ropa grande e impermeable que usaba esos días para
no mojarse. Los chicos corrieron a saludarlo, y todos juntos entraron en la casa.
Al otro día, ya estaba todo más seco. Los charcos y ríos de jardín habían
desaparecido, y un sol claro y brillante se había instalado en el cielo. Ese día papá no
trabajaba, así que decidió que la familia saliera de paseo a disfrutarlo.
Con las bicis, la canasta y la cámara de fotos salieron los cuatro. Por el camino podían
ver los árboles brillantes, el pasto húmedo recién lavado, las flores adornadas con
collares de gotas. Todas las cosas parecían nuevas, como si recién se despertaran.
Los chicos pensaban en sus amigos los castores. ¿Cómo estarían después de estos
días de lluvia? ¿Sus casas estarían bien? ¿Habría crecido mucho el arroyo? Estaban

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RAMA CASTORES

ansiosos por llegar y visitarlos.


Al fin llegaron al lugar de siempre. Mamá y papá comenzaron una de sus largas
mateadas y Nehuén y Eluney, después de prometer no alejarse demasiado y no
acercarse al agua, corrieron a ver a la colonia. ¡Qué sorpresa fue cuando
descubrieron que no estaban solos! Otra colonia, mucho más pequeña que la de
ellos, se había instalado cerca y trabajaba con mucho entusiasmo para llevar comida
a su hormiguero.
Sí, se trataba de hormigas; diminutas, rápidas y trabajadoras hormigas que
acarreaban alimentos a su nido. Era muy divertido verlas, tan atareadas y
organizadas, marchando en fila, unas yendo y las otras viniendo con su pesada
carga. Los hermanos quedaron muy impresionados con ellas. Tanto, que al volver a
casa después de visitar a los castores, de almorzar con sus padres y pasar un
hermoso día, decidieron investigar más sobre la colonia de hormigas. Y
descubrieron cosas maravillosas.
En una hermosa enciclopedia que mamá les prestó descubrieron la vida de la
colonia de hormigas. Mamá les leía mientras los chicos miraban los brillantes
dibujos. Las hormigas tienen una vida muy organizada. Algunas se ocupan de poner
los huevos, otras de cuidarlos, las trabajadoras recolectan la comida y construyen el
nido. Todas colaboran para que la colonia pueda vivir y crecer, y todas cumplen con
la parte de trabajo que les corresponde. ¡Son más pequeñas pero se parecen
muchísimo a la colonia de castores!

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RAMA CASTORES

Capítulo 6
Más amigos
Nehuén y su hermana Eluney corrieron al encuentro de la colonia de castores.
Dejaron a mamá y a papá tomando unos ricos mates sentados sobre unos troncos
caídos, y se alejaron un poco para buscar a sus amigos. ¡Qué alegría cuando llegaron
a la colonia! Habían pasado varios días desde la última vez que los habían visto: el
frío no les había permitido visitarlos.
Todos se pusieron muy felices al ver a los mellizos. Los recibieron con abrazos y
palmadas, y los rodearon y les hablaron todos a la vez queriendo saber lo que habían
hecho durante esos días. Los hermanos les contaron que habían visitado a sus
primos que viven en otro pueblo, y que se habían quedado una semana en su casa.
Sus primos son unos chicos divertidos y traviesos. Cuando están juntos inventan
juegos y crean historias. Es muy lindo pasar unos días con ellos y con su mamá. La tía
Analía es la hermana menor de la mamá de Nehuén y Eluney, y es la más traviesa de
todos: Por eso los chicos le dicen Ana-líos. Puede levantarlos un día muy temprano
para ver cómo aparece el sol detrás de las montañas, sacar ropa vieja y jugar a los
disfraces o empezar una guerra de almohadones en el cuarto. También es
estupendo pasear con el papá de sus primos. Los pasa a buscar por la casa de la tía y
los lleva a todos a tomar helados si hace calor o chocolate caliente si hace frío. O
pueden ir a la casa del papá a ver una película y comer pochoclos.
Había una sorpresa para los chicos cuando volvieron a ver a los castores. Cerca de la
colonia, en un árbol viejo y enorme, una pareja de pájaros carpinteros había hecho
su nido. Los castores les contaron que habían llegado unos días antes. Se habían
puesto a trabajar con mucho esfuerzo picoteando y picoteando hasta hacer un
hueco en el árbol. Con la madera que sacaban habían acondicionado el nido para

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hacerlo calentito y acogedor, habían trabajado con paciencia y decisión,
colaborando entre ellos. Y unos días después de haberlo terminado habían
aparecido unos pequeños huevos de pájaro carpintero. Los papás los cuidaban todo
el tiempo, la mamá de día y el papá de noche. Cuando se ausentaba uno, siempre se
quedaba el otro, de modo que los huevos nunca estuvieran solos. Seguían
agregando pequeñas ramas y hojas haciendo el nido más confortable y
preparándolo para el nacimiento de los pichones.
¡Los hermanos pensaron que la naturaleza es maravillosa!

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Capítulo 7
Nos cuidamos entre todos
Esa tarde, Nehuén y Eluney corrieron a ver a sus amigos los castores y los
encontraron muy preocupados. El día anterior un grupo de turistas había recorrido
el bosque y había dejado sus “recuerdos” por todos lados: Papeles de caramelos,
pañuelos de papel, cenizas de una fogata y hasta una lata de gaseosa, entre otros
desperdicios que habían quedado en el bosque luego de su visita. Los castores no
sabían qué hacer con ellos, ya que esas cosas no pertenecen a los bosques.
Los chicos recordaban un trabajo que había hecho su mamá algún tiempo atrás para
colaborar con el cuidado del bosque, y ellos la habían ayudado pintando carteles,
letras y dibujos. Después su mamá había llevado todo a la plaza del pueblo, y había
explicado, a la gente que pasaba, la importancia de cuidar el bosque y todas las
cosas que hay en él. Los chicos se habían sentido muy orgullosos de su mamá, de su
trabajo y de su preocupación por el cuidado de la naturaleza.
Sabían que esos desperdicios no eran nada buenos para el bosque. Además de verse
sucio y desagradable, su mamá les había explicado lo peligrosos que son los
residuos porque los animales del bosque pueden confundirlos con comida y morir al
comerlos. Otro problema es que muchos residuos contaminan el agua de lagos y
arroyos. Se sintieron tristes de ver que otras personas eran egoístas y descuidadas y
no pensaban en el daño que provocaban al dejar su basura tirada por ahí.
Entonces decidieron ayudar a los castores a limpiar el bosque. Entre todos, fueron
recogiendo los residuos en un solo lugar. Fue un trabajo duro y cansador porque
había muchas cosas tiradas pero también fue lindo porque lo hicieron entre todos.
Cuando terminaron, corrieron a donde estaban su mamá y su papá que, como era su
costumbre cuando iban allí, estaban tomando unos mates, y les pidieron una bolsa.

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Sus padres se quedaron mirándolos y les preguntaron para qué la querían. Entonces
los chicos les explicaron lo que habían hecho. Sus papás los felicitaron y fueron con
ellos a embolsar los desperdicios que habían juntado. Papá se ocupó de desarmar
los restos de la fogata y sacó unas fotos de la basura encontrada para mostrar a otras
personas lo que no se debe hacer.
Cuando volvieron en las bicis a la casa llevaron con ellos la bolsa con basura y la
pusieron en el basurero, para que la retiraran los recolectores de residuos. Los
chicos pensaron que era una suerte que los castores estuvieran en el bosque,
porque ellos lo cuidaban y gracias a ellos también lo habían limpiado.

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Capítulo 8
Una casa para Luna
Nehuén y Eluney se despertaron temprano ese día debido a unos extraños ruidos
que venían de afuera. Llenos de curiosidad, se vistieron rápido y bajaron a la cocina.
Mamá estaba sentada frente a la pequeña mesa con una taza de té y un libro. Mamá
siempre leía mucho, siempre que tenía tiempo se la veía con un libro en sus manos, y
si no podía ponerse a leer en casa, se llevaba su libro cuando iba al banco, a pagar el
teléfono o a donde fuera que tuviera que esperar o hacer fila.
Los miró extrañada y divertida porque era muy temprano para que los chicos se
levantaran y entendió enseguida el motivo del madrugón. Los niños querían saber
qué cosa causaba tanto ruido. Les indicó que miraran por la ventana y por allí vieron
a un señor vestido de forma extraña que hablaba con papá. El señor quedaba muy
gracioso así vestido. Tenía una prenda azul que lo cubría de los pies hasta el cuello,
un delantal de cocina parecido al de mamá pero no muchos bolsillos, unos guantes
gruesos, unos lentes inmensos y transparentes encima de la cabeza y una mascarilla
que le tapaba la boca cuando se ponía a trabajar. Había traído varias herramientas
con él y había armado una gran mesa de trabajo en el jardín.
Mamá les explicó que habían contratado a un carpintero porque necesitaban una
casa nueva para Luna, su perra siberiana. Luna había crecido mucho y su casa le
había quedado chica, así que el carpintero iba a construirle una nueva. A los chicos
les pareció fantástica la idea y se apuraron a desayunar para poder salir al jardín a
observar cómo el señor trabajaba la madera. Le prometieron a mamá que no
molestarían ni se acercarían mucho porque había herramientas peligrosas para
ellos.
El carpintero se llamaba Esteban y los saludó con simpatía cuando los vio. Tenía una

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radio con la que escuchaba música alegre mientras trabajaba, y de vez en cuando
silbaba un poco. A los chicos les encantó verlo trabajar la madera. Primero elegía
una tabla, la observaba y acariciaba un poco, la medía, hacía algunas marcas en ella
y por último la apoyaba sobre la mesa para cortarla. Cuando tenía varias maderas
cortadas todas iguales las ponía cerca de la cucha que había empezado a construir,
tomaba otra herramienta y las iba sujetando una por una, con clavos o con tornillos.
De a poco la nueva casa de Luna iba tomando forma. Esteban trabajaba con
paciencia y atención, y dejaba cada cosa en el lugar adecuado para usarla después.
Sin querer los hermanos tuvieron el mismo pensamiento: recordaron a los castores.
Ellos también hacen hermosas construcciones para vivir. No tienen herramientas
pero se las arreglan con sus dientes para cortar la madera. Son también pacientes,
trabajadores e ingeniosos.
La colonia de los castores es maravillosa. Ellos son expertos constructores. Hacen un
dique que es como una barrera para contener el agua y formar una pileta de agua
tranquila. Los nidos son construcciones sorprendentes: Tienen dos entradas por
debajo del agua y un dormitorio sobre la tierra seca con una chimenea de
ventilación. Si quedan agujeros en las paredes, los tapan con barro y ramitas para
evitar que entre el frío en el invierno.
Después de medio día de trabajo, Esteban terminó la cucha de Luna. Quedó muy
prolija y confortable. Mamá y los chicos se encargan de que también quede
hermosa. Buscan los pinceles y pinturas, se ponen ropa vieja que se pueda ensuciar
y pintan entusiasmados la casa. Luna deambula a su alrededor y de vez en cuando
ladra un poco, como si aprobara la decoración. Pintan círculos, estrellas y una media
luna en el frente, sobre la puerta.
Cuando papá vuelve del trabajo, encuentra la más hermosa cucha del mundo.
Mamá le cuenta que los chicos trabajaron para adornarla y dejarla más linda. Papá
los felicita y les da un beso, y los chicos se sienten felices y orgullosos.

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Capítulo 9
Sorprendentes novedades
Ese día, los mellizos Nehuén y Eluney volvieron del jardín alegres y charlatanes, con
ganas de contar a mamá todo lo que habían hecho. La seño les había mostrado un
gran libro en el que se contaba la historia de los hombres, cómo habían ido
cambiando a lo largo del tiempo, cómo había cambiado su ropa, sus costumbres,
toda su vida. A todos en el jardín les había causado mucha risa ver las imágenes de
los hombres con largos vestidos blancos atados al hombro, o aquellos otros que se
ponían pelucas blancas y con rulos. Mamá les explicó que la historia de los hombres
era larguísima. Habían pasado muchísimos años desde los comienzos de la vida. Y
que cada persona tiene su propia historia. Después, los dejó un momento tomando
la leche y volvió con sus bellos álbumes de fotos.
Mamá cuidaba sus álbumes de fotos como un tesoro. Los tenía guardados en un
lugar especial, y sólo en algunos momentos los buscaba para mostrarlos. Siempre
era divertido mirar con mamá las fotos antiguas.
Estaba el álbum de las familias de mamá y papá. Allí había fotos de los abuelos, los
tíos y sus padres cuando eran pequeños o jóvenes. Las fotos eran chistosas porque
se los veía a todos muy jóvenes, muy distintos de cómo son ahora. Los abuelos se
veían serios y las abuelas, hermosas. Y los tíos y los papás de los mellizos aparecían
divertidos y traviesos.
El otro álbum era el de papá y mamá. En esas fotos se los veía también jóvenes, pero
no tan distintos. Parecían sus propios hermanos menores. También aparecían
muchos amigos. Algunos de ellos todavía visitan a la familia de vez en cuando. A los
papás se los veía sonrientes y enamorados, siempre abrazados o tomados de las
manos.

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LA COLONIA Y SU ORGANIZACIÓN

El último álbum es el más lindo, el que tiene las fotos desde que nacieron los
mellizos. Están las fotos de mamá con una panza inmensa, las fotos de los bebés
cuando nacieron en la clínica, las fotos de sus primeros baños, pasos, comidas y
dientes. Hay fotos del día que se mudaron a esta casa y también están las fotos del
primer día en el jardín. Es muy lindo ver cómo pasa el tiempo a través de las fotos. En
ese álbum está la historia de los mellizos.
Sin querer, los chicos piensan en los castores y en su historia. Seguramente la colonia
fue chiquita al principio, apenas formada por dos o tres familias. Después habrá ido
creciendo a medida que nacían más crías, y también por la llegada de familias
nuevas que se instalaron allí. Habrían trabajado mucho en la construcción de los
nidos y el dique hasta llegar a ser la hermosa colonia que son hoy en día. Era una
lástima que no hubiera fotos para contar toda esa historia.
De pronto los chicos recordaron el día que conocieron a los castores, cuando vieron
pasar a Amigo cerca de ellos y lo siguieron. Recordaron cuando se acercaron y
observaron a la colonia, también el día que ayudaron a construir un nuevo nido para
una familia que crecía, el día que hubo que reparar el dique porque estaba dañado,
la vez que llegó Mara, la liebre, y jugaron con ella… En poco tiempo habían vivido
muchas cosas con los castores, y estaban llenos de recuerdos con ellos.
Mamá cerró el último álbum y en el mismo momento llegó papá. Los chicos lo
saludaron y lo invitaron a sentarse con ellos. Mamá y papá se miraron de manera
extraña. Los mellizos conocen esa manera de mirarse. Significa que algo importante
está por ocurrir. Papá se sentó y mamá comenzó a preparar unos mates.
Entonces papá les contó algo que iba a cambiar la vida de todos: Iban a mudarse. En
su trabajo le habían pedido que se traslade a otro lugar, lejos de donde viven ahora,
pero más cerca de los abuelos, los tíos y los primos. Papá tiene que ir a trabajar a
otro lugar, un lugar hermoso donde hace mucho calor, hay muchas plantas y bellos
pájaros, hay ríos, y lo más lindo, están las sorprendentes Cataratas del Iguazú. Los
chicos han visto las cataratas en las fotos de la luna de miel de sus padres, y siempre
quisieron conocer ese maravilloso lugar.
Los mellizos se quedaron en silencio, pensando y tratando de entender la nueva

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RAMA CASTORES

noticia. Saben que van a ser muy felices en su nueva casa, pero también saben que
pronto van a tener que despedirse de sus amigos los castores. Algo extraño sucede
en su garganta, como si de pronto se les hubiera hecho un nudo en ella. Sienten una
cosa rara y, sin que puedan evitarlo, sus ojos se llenan de lágrimas. Van a extrañar
mucho a los castores, a Amigo, a Sabio y a todos los de la colonia. Piensan en el día en
que los conocieron y en los días que pasaron con ellos. Mamá y papá los miran con
amor y esperan a que los chicos se sientan un poco mejor. Entonces se acercan y sin
haberlo pensado, en el medio de la cocina, se abrazan los cuatro.

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RAMA CASTORES

Capítulo 10

Nehuén y Eluney despiertan casi al mismo tiempo pero sin saberlo. Cada uno en su
habitación, escuchan el sonido de los pájaros de la mañana. Nehuén, como siempre,
se da vuelta en la cama y se prepara para seguir durmiendo; Eluney se viste
rápidamente y sale del cuarto a buscar a mamá.
Ya pasaron casi dos meses desde que viven en la nueva casa. No es una cabaña como
la otra. Es una casa más amplia y confortable, con una galería al costado y un gran
jardín al frente. Allí hay plantas de hojas grandes y muy verdes, algunas con
hermosas flores de colores. Otras plantas se parecen a las palmeras y otras son
colgantes.
Mamá está en la cocina tomando unos mates. Abraza a Eluney cuando la ve y le sirve
el desayuno. Después va hasta la habitación de Nehuén y termina de despertarlo
para que también se levante a tomar la leche.
Es sábado, papá no trabaja pero salió a pasear un rato a Luna, que estaba inquieta y
con ganas de correr. Todas las semanas, desde que llegaron a Misiones, papá sale
con Luna a dar una vuelta, mientras saca fotos, como es su costumbre. Los chicos lo
acompañan a veces y recuerdan con cariño a sus amigos, los castores, que quedaron
allá en el sur.
Cuando regresa papá, los chicos ya terminaron de tomar el desayuno y quieren ir a
jugar al parque. Pero papá tiene una idea mejor: empezar a construir, entre todos,
un pequeño estanque en el jardín para tener ahí peces de colores. A los chicos les

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MARCO SIMBÓLICO

encanta la idea y se ofrecen para ser ellos quienes cuiden a los peces cuando los
compren. Mamá trae su infaltable mate, se sienta en un banquito cerca de los
mellizos y los observa con cara misteriosa. Nehuén y Eluney piensan que mamá ha
estado rara últimamente, la ven un poco cansada, con ganas de recostarse y estar
sola. Piensan que ella quizá extraña mucho su casa anterior. Por eso, desde hace
unos días, decidieron acompañarla, estar con ella, ayudarle en la casa, hacer todo lo
posible para que no esté triste.
Papá empieza a hacer el pozo para el estanque, mientras mamá prepara los mates.
En un momento, papá se sienta en el piso cerca de mamá y los chicos y les dice que
tienen que contarles algo muy importante. Los chicos se miran y piensan si van a
mudarse de nuevo. Les gusta su nueva casa y no quieren irse, salvo que vuelvan con
los castores. Entonces mamá los mira sonrientes y les pregunta qué les parece la
idea de tener un hermanito.
¡Es una fantástica idea! ¡Los mellizos están muy contentos! Mamá les dice que
dentro de unos seis meses, para cuando empiece la primavera, va a llegar el nuevo o
la nueva integrante de la familia. Papá los mira divertido y los abraza fuerte, y se
quedan el resto de la mañana haciendo planes para recibir al nuevo bebé.
Después del almuerzo, mamá va a acostarse un rato. Está cansada y necesita
descansar durante la tarde. Debe ser que el nuevo bebé ya está haciendo de las
suyas. Los chicos se sientan en el living a mirar la tele, pero papá tiene una idea
mejor. Dijo que tiene que empezar a preparar la casa para la llegada del nuevo
hermanito y se va a revisar unas cajas que quedaron sin desarmar desde la
mudanza. Al rato aparece con un libro entre sus manos, un libro que los chicos
nunca habían visto. Tiene una cara rara que a los chicos los divierte y los llena de
curiosidad. Papá los mira como si tuviera un gran secreto entre sus manos, pero
también como si de pronto se hubiera hecho chiquito de vuelta, como si su mente

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RAMA CASTORES

hubiera volado lejos, a su infancia.


Se sienta cerca de los mellizos que cada vez están más intrigados y lo miran como
esperando que les cuente algo. Papá les dice que encontró un libro querido y muy
hermoso, un libro que le leyeron cuando era chico, un libro que encierra las más
hermosas aventuras que se pueden vivir, un libro maravilloso que trata sobre un
valiente niño y sus amigos de la selva.
Ahora los chicos están más que intrigados: Quieren saber qué dice ese libro.
Entonces, papá se sienta entre los dos, se las arregla para pasar un brazo alrededor
de los chicos y comienza a leer:

“En las colinas de Seeonee daban las siete en aquella bochornosa tarde. Papá
Lobo despertóse de su sueño diurno; se rascó, bostezó, alargó las patas,
primero una y luego la otra para sacudirse la pesadez que todavía sentía en
ellas. Mamá Loba continuaba echada, apoyado el grande hocico de color gris
sobre sus cuatro lobatos, vacilantes y chillones, en tanto que la luna hacía
brillar la entrada de la caverna donde todos ellos habitaban.”

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RAMA CASTORES

BIBLIOGRAFÍA
Piaget, J. (1964) Seis estudios de psicología - Ed. Labor.
Piaget, J. (1931) El lenguaje y el pensamiento en el niño - Ed. Paidos.
Garvey, C. (1985) El juego infantil (Cuarta edición) - Ed. Morata.
Carli, S. (2012) La cuestión de la infancia - Ed. Paidos.
Freud, S. (1905) Tres ensayos sobre la teoría sexual - Ed. Alianza.
Gardner, H. (1983) Teoría de las inteligencias múltiples - Ed. Paidos.
Gardner, H. (1997) La mente no escolarizada - Ed. Paidos.

PROGRAMA DE JÓVENES
..............................................................................................................................................................................
Documento Específico 2 - Rama Castores: El Cuento (Nehuén, Eluney y la colonia de Castores) es una publicación
oficial de Scouts de Argentina – Comité Ejecutivo Nacional.
Partiendo de la esencia de los planteos de Baden Powell, la propuesta educativa adoptada por la Asociación y el
resultado de la experiencia en nuestra Asociación y en otras Asociaciones Scouts, se ha diseñado el presente
Documento.
Es un trabajo que hemos de agradecer y utilizar como referencia en las prácticas educativas, con nuestras niñas y
niños.

REALIZADO POR:
Equipo Nacional de Programa Con la activa participación de varios Dirigentes
Comisión de redacción de Documentos Rama Castores del país:
Fergonzi, Romina Lic. Jáuregui, Luciana
Auzmendi, Patricia Poliero, Pablo
Alvarez, Rosario Balder, Maria José
Pucer, Eduardo Ballesteros, Cecilia
Laría, Edgardo Aragón, Alejandra

Edgardo Laría
Director de Programa de Jóvenes
Scouts de Argentina Asociación Civil

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Dirección de Programa de Jóvenes
COMITÉ EJECUTIVO NACIONAL
CONSEJO DIRECTIVO
Scouts de Argentina Asociación Civil

Scouts de Argentina es miembro de la


Organización Mundial del Movimiento Scout

Scouts de Argentina
Libertad 1282 C1012AAZ
Capital Federal

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PROGRAMA
DE JOVENES

SCOUTS
DE ARGENTINA

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Scouts de Argentina Asociación Civil

Libertad 1282 - C.A.B.A. Tel. (011) 4815-0649


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